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Las contra argumentaciones que utilizan aquellos que apoyan la derogación o modificación de

la ley antiterrorista y la no aplicación de esta en los casos de comuneros mapuches detenidos,


están equivocadas. La ley antiterrorista califica la acción terrorista en dos criterios breves y
claros, como lo es que el delito tenga como finalidad el producir en la población o en parte de
ella el temor justificado de ser víctimas de la misma especie, o que el delito sea cometido para
arrancar resoluciones de la autoridad o imponerle exigencias (ley antiterrorista, artículo 1º). Si
las acciones cometidas caben dentro de estos parámetros, no debe importar a qué grupo de la
población pertenezca el que la comete, puesto que como se analizó anteriormente, las
decisiones políticas deben tener por fin último la regulación a los conflictos dentro de una
comunidad producto en gran medida por las diferencias sociales, para lo cual las instituciones
deben ser acatadas por todos los integrantes, con un Estado capaz de asegurar el
cumplimiento de las mismas objetivamente, pues como ejemplifica el abogado, politólogo y
político español Josep Maria Vallès, “cuando en una partida de naipes, un encuentro deportivo
o un concurso literario se producen momentos de desacuerdo, los participantes aceptan la
aplicación obligatoria de un reglamento que han admitido de antemano. Sólo de este modo
puede llegarse a un resultado previsiblemente acatado por todos aunque solo algunos se
hagan con la victoria”, y de esta manera lograr mantener un nivel bajo en la incertidumbre en
la que vive la población con respecto a las instituciones que regulan las relaciones entre cada
uno de los integrantes de la sociedad. Además, con respecto a la ley antiterrorista, se debe
tener en cuenta que estos criterios no apuntan a un grupo de la población específico, como lo
asevera la causa mapuche y sus partidarios, sino que en este caso, acusa a ciertos individuos
de actos incendiarios contra particulares, con el fin de forzar al gobierno a tomar decisiones
respecto a la situación mapuche y sus reivindicaciones, de esta manera el Estado procura
(basado en la teoría de Thomas Hobbes en “Leviatán”) el bien de todos los súbditos de manera
equitativa y de el mismo como Estado soberano.

La ley antiterrorista, como toda institución legal, tiene como fin desincentivar las conductas
terroristas y castigarlas, para así asegurar la paz y tranquilidad dentro de la sociedad chilena.
Es por este motivo que existiendo grupos y parlamentarios que acusan a esta norma de tener
castigos excesivos a los delitos considerados en ella, como una manera de apelar a una
ilegitimidad de la misma en la relación con lo que sostiene la sociedad, se debe considerar que
son las instituciones las que influyen en las conductas de los individuos, y por este motivo que
es al contrario de lo que acusan.

De esta manera se respalda la legitimidad, otorgada por la nación, de que dicha ley tenga
penas rigurosas contra las acciones terroristas, ya que entre más grande la pena por un delito,
mayor será el incentivo a evitar esta conducta criminal, que pone en riesgo la paz , y por su
finalidad atenta, contra el control del poder por parte del estado, dejándolo con menos
herramientas para asegurar la aplicación de otras normas, que buscan sacar al hombre de su
Estado de Naturaleza de constante conflicto e incertidumbre y ponerlo en uno donde sea
posible la convivencia social de manera pacífica.

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