Вы находитесь на странице: 1из 11

1. INTRODUCCION A LA ETICA Y LA BIOETICA Michael J.

Reiss

1.1 EL AMBITO DE LA ETICA

La ética es una rama de la filosofía relacionada con cómo debemos decidir lo que es moralmente correcto o
incorrecto. A veces las palabras ‘ética’ y ‘moral’ son usadas para significar lo mismo. Sin embargo, pueden ser
útilmente diferenciadas (Reiss y Straughan, 1996), aunque muchos lenguajes no permiten distinciones. Todos
debemos tomar decisiones morales diariamente con respecto a grandes o (más usualmente) pequeños
asuntos, y decidir qué es lo correcto: ¿Debo continuar hablando con alguien para su beneficio o excusarme e
irme a hacer otra cosa? ¿Debo dar mi dinero a alguna institución benéfica en especial? ¿Debo respetar
estrictamente el límite de velocidad o manejar a 10% por encima de este si estoy convencido de que es seguro
hacerlo? Podemos pensar mucho, poco o prácticamente nada en tales preguntas. Sin embargo, la ética es una
disciplina específica que intenta explorar el razonamiento detrás de nuestra vida moral, particularmente
examinando y analizando críticamente el pensamiento que es usado o puede ser usado para justificar nuestras
elecciones y acciones morales en situaciones particulares.

1.2 LA MANERA EN QUE SE HACE LA ETICA

La ética es una rama del conocimiento tal como otras disciplinas intelectuales, como la ciencia, la matemática
y la historia. El pensamiento ético no es totalmente distinto del pensamiento en otras disciplinas pero no puede
ser simplemente reducido a ellas. En particular, las conclusiones éticas no pueden ser probadas de manera no
ambigua en la manera como pueden ser probados los teoremas matemáticos. Pero esto no significa que todas
las conclusiones éticas sean igualmente válidas. Después de todo, muchos filósofos de la ciencia
argumentarían que las conclusiones científicas no pueden ser probadas de manera no ambigua, aunque todas
permanezcan como verdades provisionales, pero esto no significa que mis pensamientos sobre la naturaleza
de la gravedad sean tan válidos como lo fueron los de Einstein. Algunas conclusiones –en la ética, la ciencia, o
cualquier otra disciplina- tienen más probabilidad de ser válidas que otras.

Se puede confiar en la validez e importancia de una conclusión ética si son observados 3 criterios (Reiss, 1999):
primero, si los argumentos que llevan a la conclusión en particular son respaldados convincentemente por la
razón; segundo, si los argumentos son conducidos en un marco ético bien establecido; tercero, si existe un
grado razonable de consenso acerca de la validez de las conclusiones, partiendo de un proceso de debate
genuino.

Podría suponerse que la razón es suficiente para poder confiar en una conclusión ética. Sin embargo, existen
problemas cuando se usa solamente la razón en el pensamiento ético. En particular, todavía no existe un único
marco aceptado universalmente en el cual las cuestiones éticas puedan ser decididas por la razón (O’Neill,
1996). De hecho, es improbable que tal marco único aceptado universalmente pueda existir en el futuro cercano,
o alguna vez. Esto no quiere decir que la razón sea innecesaria, sino que la razón por si sola es insuficiente.
Por ejemplo, la razón no puede decidir entre un sistema ético que solo tiene en cuenta las consecuencias de
las acciones y uno que considera si ciertas acciones son correctas o incorrectas en sí mismas (es decir,
intrínsecamente correctas o incorrectas), cualquiera que sean sus consecuencias. Por ello los feministas y otros
han pedido precaución acerca de demasiado énfasis en la razón. Mucho de lo concerniente a la ética todavía
se resume a percepciones sobre lo correcto e incorrecto, informado más por lo que parece ‘razonable’ que por
lo que se da a partir del razonamiento.

La insuficiencia de la razón es un fuerte argumento para conducir debates dentro de marcos éticos bien
establecidos, cuando esto es posible. Tradicionalmente, los marcos éticos más comúnmente aceptados en la
mayoría de culturas surgieron en sistemas de creencias religiosas. Consideremos, por ejemplo, las preguntas
‘¿Está mal mentir? ¿Si es así, por qué?’ Existió un tiempo en que la mayoría de la gente en muchos países
habría aceptado la respuesta ‘Si. Porque las escrituras lo prohíben’. Actualmente, sin embargo, no todos
aceptan las escrituras como fuente de autoridad. Otro problema, de relevancia particular cuando se considera
la ética de la biotecnología, es que mientras las diferentes escrituras de las religiones del mundo tienen mucho
que decir sobre cuestiones como el robo, asesinato y comportamiento sexual, dicen muy poco sobre aspectos
que puedan ser aplicados a los debates que rodean muchas de las cuestiones éticas actuales, particularmente
aquellas que involucran la biotecnología moderna. Otro problema es que vivimos en una sociedad cada vez
más plural. Dentro de Europa ya no existe un conjunto único y compartido de valores morales. Inclusive las
diferentes religiones disciernen en cuestiones éticas y muchas personas ya no aceptan ningún tipo de
enseñanza religiosa.

No obstante, todavía existe gran valor en tomar en serio las diferentes tradiciones –religiosas y demás- que han
dado origen a conclusiones éticas. Las personas no viven su vida en aislamiento: crecen rodeados de
tradiciones morales particulares. Aun si terminamos separándonos de alguna manera de los valores que
recibimos de nuestras familias y los que nos rodearon al crecer, ninguno de nosotros deriva sus creencias
morales de primeros principios, ex nihilo, como tal. En el caso particular de cuestiones morales en relación a la
biotecnología, una tradición de razonamiento ético ya está empezando a acumularse. Por ejemplo, la mayoría
de estados miembros de la Unión Europea y muchos otros países industrializados tienen comités oficiales u
otras entidades que investigan los asuntos éticos que rodean al menos algunos aspectos de la biotecnología.
La tradición del razonamiento ético en este campo no está tan claramente establecida como, por ejemplo, las
tradiciones que rodean cuestiones como el aborto, la eutanasia, la guerra y el proteccionismo en el comercio.
Sin embargo, la tradición está comenzando y cuestiones similares están siendo debatidas en muchos países a
través del mundo.

Teniendo en cuenta, entonces, las dificultades de confiar solamente en la razón o en una tradición ética en
particular, nos vemos forzados a considerar un enfoque de consenso (Moreno, 1995). Es verdad que el
consenso no lo resuelve todo. Después de todo, ¿qué se hace cuando no se puede llegar a un consenso? No
podemos estar seguros tampoco de que el consenso siempre llega a la respuesta correcta: por ejemplo, alguna
vez existió un consenso sobre el hecho de que las mujeres no debían tener derecho al voto.

No obstante, existen buenas razones tanto en la teoría como en la práctica para buscar un consenso. Tal
consenso debe estar basado en la razón y en un genuino debate, teniendo en cuenta prácticas bien establecidas
de razonamiento ético. Al mismo tiempo, debe estar abierto a las críticas, las refutaciones y la posibilidad de
cambio. Por último, el consenso no debe ser equiparado con la mayoría de votos. Deben considerarse los
intereses de las minorías, especialmente si son particularmente afectadas por los resultados, y los intereses de
aquellos –por ejemplo los niños, los enfermos mentales y los no humanos- que no están en capacidad de
participar en el proceso de toma de decisiones. Al mismo tiempo debe tenerse en cuenta que aunque
eventualmente pueda surgir un consenso, existe un periodo intermedio en el cual lo más importante es propiciar
un debate válido en el cual los participantes se respeten mutuamente y busquen la verdad a través del dialogo
(cf. Habermas, 1983; Martín, 1999).

1.3 ¿ES SUFICIENTE OBSERVAR LAS CONSECUENCIAS?

El enfoque más simple para decidir si una acción es correcta o incorrecta es observar cuáles serían las
consecuencias. Nadie supone que podemos ignorar las consecuencias de una acción antes de decidir si es
correcta o incorrecta. Esto es obvio cuando tratamos de considerar, por ejemplo, si el encarcelamiento es el
castigo apropiado a ciertas ofensas –por ejemplo, el robo. Tendríamos que mirar las consecuencias del
encarcelamiento, al oponerlo a cursos de acción alternativa como la imposición de multas o servicio comunitario.
Aun cuando exista un acuerdo total sobre una cuestión moral, las consecuencias pueden haber sido tenidas en
cuenta.
La cuestión de fondo no es si necesitamos tener en cuenta las consecuencias al tomar decisiones éticas, la
cuestión es si eso es todo lo que debemos hacer. ¿Existen acciones que son moralmente necesarias –como
decir la verdad- sean cuales sean sus consecuencias? Esta es tal vez la pregunta más básica que puede
preguntarse en ética, y cualquiera que no esté en el campo de la ética esperaría que existiera un acuerdo
respecto a la pregunta. Desafortunadamente no es el caso. Todavía existe un genuino desacuerdo académico
entre filósofos morales con respecto a si es suficiente simplemente conocer las consecuencias de una acción
para decidir si es moralmente correcta o incorrecta.

Aquellos que creen que las consecuencias por sí mismas son suficientes para permitirnos decidir lo correcto o
incorrecto de un curso de acción son llamados consecuencialistas. La forma más difundida de
consecuencialismo se conoce como utilitarismo. El utilitarismo comienza con la presunción de que la mayoría
de las acciones llevan al placer (típicamente entendido, al menos por los humanos, como felicidad) y/o al
desagrado. En una situación en la cual existen diferentes cursos de acción, la acción deseable (i.e. correcta)
es la que lleva al mayor incremento neto en placer (i.e. exceso de placer sobre desagrado, donde el desagrado
significa lo opuesto al placer, es decir, perjuicio).

El utilitarismo como movimiento nació en Gran Bretaña al final del siglo XVIII con el trabajo de Jeremy Bentham
y J.S. Mill. Sin embargo, sus raíces son mucho más antiguas. En el siglo V BCE1, Mo Tzu en China argumentó
que todas las acciones deberían ser evaluadas por su productividad y que el amor debe incluirlo todo. En
Grecia, Epicuro (341-271 BCE) combinó una explicación consecuencialista de la acción correcta con una teoría
del valor hedonística (que busca el placer). (Scarre, 1998).

Actualmente el utilitarismo existe de varias formas. Por ejemplo, algunos utilitaristas buscan un entendimiento
subjetivo del placer en términos de la percepción de un individuo de su propio bienestar. Lo que todos los
utilitaristas tienen en común es el rechazo hacia la percepción de que ciertas cosas son intrínsecamente
correctas o incorrectas, sin tener en cuenta sus consecuencias.

Consideremos la cuestión sobre si debemos o no decir la verdad. Un utilitarista dudaría en dar la respuesta ‘si’
como respuesta universal. Los utilitaristas no tienen morales absolutas más allá del principio de llevar el placer
al máximo. En cambio, puede ser necesario para un utilitarista mirar en gran detalle casos particulares y buscar
en cada uno si decir la verdad de hecho tendría como consecuencia el mayor incremento total en placer.

Existen dos grandes fortalezas en el utilitarismo. Primero, que provee un marco ético único en el cual, en
principio, cualquier pregunta moral puede ser respondida. No importa si estamos hablando de la legalización
del cannabis, la mayoría de edad o la patente del DNA; existe una perspectiva utilitaria. Segundo, el utilitarismo
se toma en serio el placer y la felicidad. El público en general podría sospechar algunas veces que la ética se
trata de decirle a la gente qué no hacer. El utilitarismo proclama el mensaje positivo de que las personas deben
simplemente hacer lo que maximice la cantidad total de placer en el mundo.

No obstante, existen dificultades cuando el utilitarismo es el único árbitro en la toma de decisiones éticas. Por
un lado, una forma extrema de utilitarismo en la cual cada posible curso de acción tendría que ser
conscientemente analizado en términos de sus interminables consecuencias, prácticamente propiciaría un cese
de todas las actividades humanas. También surge la cuestión de cómo puede ser medido el placer. Para
empezar, ¿puede ser equiparado el placer con el bienestar, la felicidad, o la satisfacción de escoger? Y, de
todas formas, ¿cuáles son las unidades que lo definen? ¿Cómo podemos comparar diferentes tipos de placer,
por ejemplo el sexual y el estético? Además, ¿sucede siempre que dos unidades de placer anulen una unidad

1
CE significa era común y por lo tanto BCE es un término culturalmente más amplio que BC aunque las
fechas son numeradas de la misma manera, i.e. V siglo BCE = V siglo BC.
de desagrado? Supongamos que dos personas diferentes necesitan un riñón cada una. ¿Debería una persona
(con dos riñones) ser asesinada para que dos puedan vivir (cada una con un riñón)?

Los utilitaristas dicen proveer respuestas a todas estas objeciones (e.g. Singer, 1993). Por ejemplo, el
utilitarismo basado en reglas acepta que el mejor curso de acción se da siguiendo ciertas reglas –como ‘Decir
la verdad’, por ejemplo. Por otro lado, un análisis más a fondo del ejemplo del riñón sugiere que si la sociedad
realmente permitiera que una persona fuera asesinada para que otras dos pudieran vivir, muchos de nosotros
podríamos pasar mucho de nuestro tiempo tan llenos de miedo que la suma de total felicidad humana sería
menor que si aboliéramos tales prácticas.

La mejor alternativa del utilitarismo es una forma de pensamiento ético en el cual ciertas acciones son
consideradas correctas y otras incorrectas en sí mismas, i.e. intrínsecamente, sin importar las consecuencias.
Consideremos, por ejemplo, la pregunta sobre si una sociedad debe introducir la pena de muerte. Un utilitarista
decidiría si la pena de muerte es moralmente correcta intentando cuantificar los efectos que tendría en la
sociedad. Grandes cantidades de datos empíricos probablemente tendrían que ser recolectados, comparando
sociedades con pena de muerte con aquellas sin pena de muerte, teniendo en cuenta aspectos como la cantidad
de crímenes, el nivel de miedo experimentado por la gente preocupada por el crimen y el uso que se le podría
dar al dinero ahorrado por la introducción de la pena de muerte. Por otro lado, alguien podría argumentar que
a pesar de las consecuencias de introducir la pena de muerte, simplemente está mal acabar con la vida de una
persona, cualquiera que sean las circunstancias. De igual manera, alguien podría argumentar que ciertos
crímenes, por ejemplo el asesinato en primer grado, deben terminar en la pena de muerte –que esta es
simplemente la manera correcta de castigar tal crimen.

Existen un número de posibles principios éticos intrínsecos y ya que estos usualmente tienen que ver con
derechos y obligaciones de varios tipos, este acercamiento a la ética es usualmente llamado deontológico (i.e.
discurso de los derechos). Tal vez los más importantes de estos principios son considerados la autonomía y la
justicia. Las personas actúan con autonomía si son capaces de tomar sus propias decisiones informadas y
llevarlas a la práctica. A nivel de sentido común, el principio de autonomía es por el cual las personas necesitan
tener acceso a información relevante, por ejemplo antes de consentir un procedimiento médico. La autonomía
tiene que ver con los derechos del individuo. La justicia es interpretada en un sentido más amplio:
esencialmente, la justicia se trata de un trato justo y la justa distribución de recursos u oportunidades. Existe un
desacuerdo considerable acerca de lo que cuenta precisamente como trato justo y una justa distribución de
recursos. Por ejemplo, algunas personas aceptan que una distribución desigual de algunos recursos (e.g.
oportunidades de educación) puede ser justa mientras otros criterios sean satisfechos (e.g. las oportunidades
de educación son compradas con dinero o heredadas). En el otro extremo, puede ser argumentado que todos
deberíamos ser totalmente altruistas. Sin embargo, como lo sugirió Nietzsche, es imposible argumentar que las
personas deben (mucho menos pensar que lo harán) tratar a los absolutos extraños como tratan a sus hijos o
esposos. Tal vez sea racional para todos ser egoístas, por lo menos hasta cierto punto.

Si existe el caso en que los argumentos éticos deban ser conducidos exclusivamente en un marco
consecuencialista, entonces las cuestiones son simplificadas considerablemente. Decidir si algo está bien o mal
se reduce a una serie de estudios profundos y detallados de casos particulares. Con respecto a la medicina
moderna y la biotecnología, los éticos todavía juegan un papel pero tal vez de mayor importancia son los
científicos y otras personas que sepan sobre los riesgos y seguridad, mientras los sociólogos, psicólogos,
creadores de pólizas y políticos que saben sobre las reacciones de la gente y opiniones públicas también juegan
un papel importante.

Se puede gastar mucha energía cuando utilitarios y deontológicos discuten. Hay muy poco campo en común
para dar espacio a la discusión, aunque algunos filósofos afirman que no puede haber una teoría de derechos
y obligaciones sin responsabilidad por las consecuencias, y no puede existir una evaluación de las
consecuencias sin referencia a los derechos y obligaciones. La conclusión más segura es que es mejor observar
tanto las consecuencias de un determinado curso de acción como las consideraciones intrínsecas relevantes
antes de llegar a una conclusión ética.

1.4 AMPLIANDO LA COMUNIDAD MORAL

Tradicionalmente, la ética se ha concentrado en acciones que tienen lugar entre personas en un punto en el
tiempo. En décadas recientes, sin embargo, la filosofía moral ha ampliado su espectro en dos formas
importantes. Primero, los asuntos inter-generacionales son reconocidos por su importancia (ver e.g. Cooper
and Palmer, 1995). Segundo, los asuntos inter-específicos cada vez son más tenidos en cuenta (ver e.g.
Rachels, 1991). Estos asuntos van al corazón de ‘¿Quién es mi vecino?’ El término bioética se usa usualmente
cuando estas cuestiones son consideradas, aunque en E.U. y algunos otros países ‘bioética’ muchas veces
simplemente significa ‘ética médica’.

Los asuntos inter-específicos son de obvia importancia cuando se consideran preguntas con respecto a la
biotecnología y la ecología. Sencillamente, ¿es suficiente considerar solamente a los humanos, o es posible
que sea necesario tener en cuenta otras especies? Consideremos, por ejemplo, el uso de nuevas prácticas
(como el uso de promotores de crecimiento o transferencia de embriones) para incrementar la productividad de
animales de granja. Un número creciente de personas sienten que los efectos de tales nuevas prácticas en
animales de granja deben ser considerados al menos como parte de la ecuación ética antes de llegar a una
conclusión. Obviamente, esto no implica aceptar que los intereses de los no humanos son iguales a los de los
humanos. Aunque algunas personas argumentan que este si es el caso, otros aceptan que mientras los no
humanos tienen intereses, estos son generalmente menos significativos moralmente que los de los humanos.

Aceptar que los asuntos inter-específicos deben ser considerados nos lleva a preguntar ‘¿Cómo?’. ¿Debemos
considerar solamente el sufrimiento animal? Por ejemplo, ¿sería correcto producir, por medio de la cría
convencional o a través de la biotecnología moderna, un cerdo incapaz de detectar el dolor y que no responda
a otros cerdos? Tal cerdo no sería capaz de sufrir y su uso podría conducir a significativas ganancias en
productividad: por ejemplo, sería posible mantenerlo en un leve estado de hacinamiento. Alguien que argumente
que este curso de acción es incorrecto no podría hacerlo bajo el argumento del sufrimiento animal. Otro criterio
tendría que ser usado. Podría ser argumentado que este curso de acción es irrespetuoso hacia los cerdos o
que implicaría tratarlos sólo como un fin para medios humanos, ni siquiera hasta un punto, como fines en sí
mismos. Este ejemplo ilustra de nuevo la distinción entre las formas de razonamiento ético utilitarias y
deontológicas, ya que el asunto del dolor puede ser separado del asunto de los derechos y las obligaciones en
este caso.

Consideraciones inter-generacionales e inter-especificas deben ser tomadas en cuenta. En estos días somos
más conscientes de la posibilidad de que nuestras acciones afecten no solo a los que están muy lejos de
nosotros en el espacio (e.g. la lluvia acida producida por un país cayendo sobre otro) sino también a aquellos
lejos de nosotros en el tiempo (e.g. niveles incrementados de dióxido de carbono en la atmósfera pueden alterar
el clima para las generaciones futuras). Con la naturaleza humana, siendo lo que es, fácilmente olvidamos los
intereses de aquellos muy lejanos a nosotros. Igualmente, es necesario un esfuerzo consciente para que
pensemos en las consecuencias de nuestras acciones no solo por los que viven hoy y cerca a nosotros, por
aquellos por quienes es más fácil preocuparnos.

1.5 EL NIVEL AL QUE SE TOMAN LAS DECISIONES ETICAS

1.5.1 INTRODUCCION
Las decisiones éticas son tomadas en diferentes niveles. La incapacidad de distinguir entre ellos puede concluir
en debates estériles en los cuales un lado argumenta que X es bueno mientras el otro lado argumenta que X
es malo. Consideremos, por ejemplo, el caso de cosechas de alimentos genéticamente modificadas (Reiss,
2001) (Ver también los capítulos 8 y 9, de este volumen). Las controversias alrededor de estas cosechas no
parecen detenerse; de hecho los años recientes han mostrado una intensificación del debate sobre ellas, y una
polarización de las actitudes frente a ellas. Por un lado están aquellos que ven las cosechas modificadas
genéticamente como peligrosas o intrínsecamente inaceptables. El polen y las semillas genéticamente
modificadas son vistos como cosechas convencionales ‘contaminantes’ y se cree que representan un riesgo
para la salud humana (ver e.g. Friends of the Earth, 1998). Por otro lado están aquellos que ven estas cosechas
como una elección de consumo satisfactoria en el Occidente, creyendo que proveen una línea de salvación
para la prevención de la hambruna y el alivio del sufrimiento en muchas economías rurales (ver e.g. Dale, 1999).

Los asuntos éticos que rodean las cosechas genéticamente modificadas son revelados al mirar las varias
etapas o niveles en su desarrollo, producción y consumo. Hasta cierto punto podemos vislumbrar la producción
y uso de cosechas genéticamente modificadas requiriendo los siguientes pasos:

-Investigación hecha por científicos

-Desarrollo comercial

-Aprobación regulatoria

-Plantación por los agricultores

-Almacenamiento de alimentos genéticamente modificados por los vendedores

-Compra y consumo de alimentos genéticamente modificados por los consumidores

Aunque esta lista simplifica la situación de varias maneras (por ejemplo, los científicos están involucrados tanto
en la investigación ‘pura’ como en el desarrollo comercial, mientras que los individuos en cada uno de estos
niveles también actúan como consumidores), categorizar la producción de alimentos genéticamente
modificados en estos seis niveles es conveniente para el análisis.

1.5.2 INVESTIGACION HECHA POR CIENTFICOS

Varias razones éticas pueden adelantarse para permitir que una sección particular de investigación científica
avance (Reiss, 2000). Un argumento es el estándar de que uno necesita argumentos fuertes antes de prohibir
las cosas. Una de las lecciones de la historia es que en tiempos pasados ciertas prácticas eran prohibidas, las
cuales ahora la mayoría de nosotros consideramos apropiadas. Por ejemplo, muchos países ahora permiten
que las mujeres y hombres sin propiedades a su nombre voten en las elecciones. En aquellos casos donde los
países han decidido prohibir prácticas permitidas anteriormente, e.g. la esclavitud y tortura, esto usualmente
sucede porque tales prácticas ahora son ampliamente consideradas intrínsecamente inaceptables por razones
que tienen que ver con el respeto a las personas.

Es digno de mencionar lo mucho que le permitimos hacer a la gente aun cuando sabemos que sería, al menos
en algunos sentidos, mejor para ellos si no lo hicieran. Por ejemplo, sería mejor para la mayoría de la gente,
desde una perspectiva de salud física, si no fumaran cigarrillos. Permitimos que los adultos fumen precisamente
porque creemos que es mejor vivir en una sociedad donde, básicamente, el otorgamiento de la autonomía sea
considerado un bien superior que la imposición de beneficencia –i.e. hacer que la gente haga lo que es ‘bueno’
para ellos.
Una forma particular de la razón ‘argumentos contra la prohibición de las cosas’ es que los científicos deberían
tener autonomía con respecto a su trabajo. Esto no significa asumir ingenuamente que los científicos escogen
sus objetos de estudio sin ninguna restricción. De hecho, puede ser que uno de los argumentos más fuertes
para convencer a los científicos de que actúan autónomamente es el consecuencialista de que muchas
personas, incluyendo, sospecho, académicos como científicos investigadores y filósofos morales, producen su
mejor trabajo cuando creen que están haciendo lo que quieren hacer.

Para la mayoría de personas, incluyendo miembros del público en general, de lejos la razón más significativa
para que sea correcto que un científico lleve a cabo una investigación es que hay un chance razonable de que
la información obtenida o ideas generadas serán valiosas, ayudando a incrementar la suma total de felicidad
humana o producir algunos otros beneficios deseables. Este es claramente el caso cuando hablamos de
investigación en las ciencias aplicadas, como la medicina, electrónica, y el desarrollo de cosechas
genéticamente modificadas.

Además de las razones éticas para permitir que una determinada sección de investigación avance, hay
argumentos en contra de hacer una sección particular. Para comenzar, podemos imaginar secciones de
investigación que la mayoría de la gente consideraría errado inclusive el que alguien quisiera hacer la
investigación. Entonces podemos imaginar casos en los que llevar a cabo el programa de investigación mismo,
sería errado debido a las consecuencias directas para aquellos involucrados en la investigación. Un ejemplo es
provisto por el estudio clásico de Stanley Milgram sobre la obediencia, en el cual los sujetos experimentales
pensaban que estaban administrando grandes choques eléctricos a otras personas, cuando en realidad no lo
estaban haciendo (Milgram, 1963). A pesar del indudable valor del estudio, del cual se ha obtenido una
considerable cantidad de información valiosa acerca de la psicología humana y el cual satisface todos los
criterios listados anteriormente a favor de los científicos llevando a cabo investigaciones, los códigos de muchas
sociedades psicológicas imposibilitarían ahora tales investigaciones de ser llevadas a cabo ya que el engaño
que requieren es excesivo

Otra razón para sostener que sería errado llevar a cabo un programa particular de investigación es si se
esperaría que el programa llevara a consecuencias indeseables. Algunos sostendrían que tal ejemplo se
consigue con las investigaciones acerca de cosechas genéticamente modificadas. Sin embargo, es difícil
defender el argumento de que las probables consecuencias de la investigación de laboratorio y de invernadero
en cosechas genéticamente modificadas son negativas, en parte precisamente porque tal investigación debe
poder identificar ciertos daños (principalmente ecológicos y de seguridad alimenticia) antes que ocurran.
Naturalmente, una vez que uno considera los ensayos de campo para la investigación en las cosechas
genéticamente modificadas, se vuelve más fácil argüir que las consecuencias netas de estos serán perjudiciales
ya que los ensayos de campo obviamente implican un grado significativo de ausencia de organismos
genéticamente modificados.

Un último y muy significativo argumento en contra de una sección de investigación es simplemente que, no
importa sus meritos, y dado que los fondos para investigación son limitados, el dinero podría ser gastado de
mejor manera. Este argumento tiene una validez indudable y los académicos en general, no solo científicos
investigadores, están muy familiarizados con el (ver también el capitulo 15, en relación con el Proyecto de
Genoma Humano). Sin embargo, este argumento es difícil de aplicar a las cosechas genéticamente modificadas
debido a que las peticiones hechas en su nombre son considerables y difíciles de rechazar. Por lo tanto,
parecería que hay un caso fuerte para probar estas peticiones. Además, si se presenta el caso de que las
cosechas genéticamente modificadas no aliviaran la hambruna mundial sino que dejaran a los agricultores sin
trabajo y llevaran a que ciertas poblaciones de plantas salvajes se dañaran por la introgresión genética o las
extinciones locales, entonces hay un fuerte argumento para llevar a cabo una investigación rigurosa para
establecer si de hecho estos serían los resultados de la tecnología de cosechas genéticamente modificadas,
sin haber primero o simultáneamente permitido que el desarrollo comercial se diera, hasta el punto donde es
mucho más difícil prevenir que la tecnología siga avanzando.
1.5.3 DESARROLLO COMERCIAL

Existe una gran cantidad de literatura sobre la ética de los negocios (e.g. Jackson, 1995). En un extremo puede
ser argumentado que ‘el negocio de los negocios es un negocio’. En otras palabras, las compañías solo tienen
una obligación con aquellos que son sus dueños –accionistas, bancos, personales naturales, etc. Y esta
obligación es de carácter financiero, i.e. maximización de ganancias –o una versión más refinada de esto
teniendo en cuenta flujos de caja descontados y valor económico agregado (Grant, 1998).

En el otro extremo, por ejemplo de ciertas perspectivas utilitarias, puede ser argumentado que las compañías
(mas formalmente, aquellos que controlan las acciones de las compañías) tienen una obligación de asegurar
que operan para maximizar la felicidad global o alguna otra utilidad (e.g. preferencias). Las compañías
farmacéuticas son particularmente susceptibles a este ‘análisis’. Después de todo, no parece correcto que las
personas mueran de SIDA simplemente porque ellos y sus gobiernos no pueden costear drogas que
extenderían sus vidas considerablemente. Sin embargo, puede argumentarse que es injusto de la gente esperar
que los accionistas o dueños de una empresa en particular se priven de sus ingresos por esta razón. Más bien,
la responsabilidad yace en los gobiernos (y los electorados) de países ricos, de proveer tales medicamentos
para los que no puedan pagarlos. La manera más directa para esto sería que los gobiernos de países ricos
usaran sus poderes (financieros y regulatorios) para asegurarse de que las drogas sean compradas a
compañías farmacéuticas y enviadas a aquellas partes del mundo donde son más necesitadas. Estas
transacciones deben ser hechas a precios que permitan a las compañías tener una pequeña ganancia.
Teniendo en cuenta las economías de escala y las distinciones entre los costos variables involucrados al
producir más medicamentos y los costos fijos (principalmente las anteriores inversiones masivas en el desarrollo
de los medicamentos), los precios deberían ser menores que los actuales precios del mercado, reduciendo el
costo para los gobiernos donantes considerablemente.

Una estrategia bien diferente es adoptar un enfoque de consumidor o accionista. Este enfoque bastante
pragmático se basa en la creencia de que una compañía solo puede existir –ciertamente una compañía exitosa
es aquella que sobrevive, además de otras cosas- si satisface a sus consumidores en un nivel razonable y
mantiene relaciones suficientemente buenas con sus varios accionistas (consumidores, empleados,
reguladores, proveedores, etc.) para que pueda continuar funcionando de manera más o menos estable. Bajo
este razonamiento, las compañías deben considerar no solo deben considerar el ‘primer nivel’ del desempeño
financiero. De hecho, algunas compañías ahora están hablando del ‘triple primer nivel’, tomando en cuenta sus
responsabilidades sociales y éticas.

Las compañías que genuinamente buscan cumplir con sus responsabilidades sociales y éticas –e.g. trato justo
a sus empleados, reducción de la polución- también luchan por ser financieramente exitosas pero toman en
cuenta un espectro más amplio de metas y objetivos. Adicionalmente, su relación con los varios accionistas
tiende a ser más abierta y transparente, y es probable que le presten más atención al dialogo con ellos. La
naturaleza de este dialogo tiende a ser muy diferente al que se da en una compañía tradicional, en la que tal
vez solo se confía en la investigación de mercados para identificar las necesidades del consumidor,
negociaciones irregulares con redes o uniones o la usual jugada de espionaje para identificar las intenciones y
capacidades de la competencia.

1.5.4 APROBACION REGULATORIA

¿Por qué necesitamos regulación en vez de simplemente permitir que aquellos afectados por acciones lleven
a los responsables del daño a la corte? Una respuesta es que las personas usualmente quieren regulación para
prevenir que tales daños sucedan. (Yo puedo demandarlo a usted por causarme daños porque usted falló en
mostrar el deber del cuidado, por ejemplo al manejar muy rápido, pero puedo preferir que el daño nunca hubiera
ocurrido, por ejemplo si mi gobierno hubiera pasado leyes sobre los límites de velocidad.) Otra respuesta es
que el recurso legal es una vía muy imperfecta para tratar de enmendar los daños, en particular aquellos con
poco dinero, poder o persistencia solo tienen un pequeño chance de llevar exitosamente a alguien y mucho
menos a una gran compañía, a la corte.

Estas consideraciones sugieren que los deberes particulares de un sistema regulatorio son (i) prevenir ciertos
daños; (ii) proveer especial protección a aquellos incapaces de tomar acciones legales contra aquellos
responsables de los daños. En el caso de las cosechas genéticamente modificadas, uno esperaría que los
reguladores prestaran especial atención ante todo a aquellos más susceptibles a sufrir daño y en segundo lugar
a aquellos que no tienen mediación. Algunos actores, por ejemplo organismos no humanos y niños pequeños,
caen potencialmente en las dos categorías. Otros actores, por ejemplo adultos con algunas alergias
alimenticias, caen solo en una. Al mismo tiempo se debe recordar que hay argumentos que sugieren que
algunas cosechas genéticamente modificadas pueden concluir en una disminución de daños potenciales, o por
lo menos, volverlos escasos. Si estas cosechas llevan a que se usen menos pesticidas puede haber beneficios
tanto para la vida salvaje como para la salud humana. Los reguladores deben mantener estas posibilidades en
mente y ser especialmente resistentes a escuchar solamente puntos de vista parciales –así sea de las
compañías o de grupos de presión.

Un deber adicional de un regulador puede ser permitirle a la gente actuar autónomamente. El llamado
persistente para una legislación sobre el etiquetado de los alimentos genéticamente modificados (ver capitulo
9), válidamente lo contempla. Sin embargo, se debe hacer una distinción de cuándo el regulador tiene el deber
de insistir en que el etiquetado realmente ocurra, o el deber de insistir en que el etiquetado está permitido.
Usualmente, es el primer caso el que se argumenta, por eso en la UE ahora existen regulaciones acerca del
etiquetado para los alimentos genéticamente modificados. Pienso que se puede argumentar que habría sido
mejor simplemente haber permitido el etiquetado. (En algún punto, a las compañías en E.U. se les prohibió
hasta declarar que sus productos eran GM libres). Esto significaría que las compañías de alimentos y los
minoristas habrían tenido libertad (i) de escoger etiquetar alimentos GM; (ii) de escoger etiquetar los alimentos
no GM; (iii) hacer nada. Esto seguramente habría ahorrado una cantidad de dinero y le habría servido a aquellos
consumidores que no se preocupan (por lo menos, cuando se trata de tomar decisiones sobre la compra de
alimentos en vez de ser entrevistados para el eurobarómetro u otras encuestas) de si sus alimentos contienen
ingredientes genéticamente modificados o no, simplemente deseando que los puedan costear, que sean
seguros, sabrosos y que luzcan bien.

1.5.4 PLANTACION POR LOS AGRICULTORES

¿Hay consideraciones éticas particulares que apliquen a los agricultores? Una granja puede ser vista
simplemente como una pequeña compañía, en cuyo caso hay poco que agregar a lo que escribí antes sobre
los deberes comerciales. Al mismo tiempo, las granjas son inusuales en parte porque persisten mucho más
tiempo que muchas compañías, y en parte porque están enraizadas en un sitio. Los agricultores tienen una
particular y duradera relación con la tierra. Esta línea de argumento puede sugerir que los agricultores tienen
un deber particular de preservar el suelo y (la amenazada) vida salvaje. Afortunadamente, preservar la tierra es
también a menudo un deber de su propio interés. Ningún agricultor busca la erosión del suelo. Ciertamente,
algunas de las practicas de agricultura introducidas en los años recientes, por ejemplo el arado directo, reducen
la erosión mientras que las cosechas resistentes a los herbicidas –genéticamente modificadas o no- mantienen
el prospecto de evitar fumigaciones de pre-emergencia, reduciendo la erosión aun más (y, por supuesto,
también reduciendo el nivel de influjo químico en el suelo).

Tal vez los agricultores también tienen el deber de reducir las fluctuaciones en la producción, ya que son las
fluctuaciones –e.g. dos malas cosechas después de 20 años de buenas cosechas- las que llevan a malnutrición,
sufrimiento y muerte. Tal vez las fluctuaciones serían reducidas simplemente maximizando los rendimientos
pero tal vez serian más reducidas si los agricultores no ponen todos sus huevos en una misma canasta. Tal
principio puede necesitar respaldo de alguna clase de subsidio del estado (porque los agricultores individuales
no podrán maximizar sus entradas) pero uno puede imaginar una situación en la cual los agricultores
(colectivamente, más que necesariamente de manera individual) sean alentados a tener diversos tipos de
producción agrícola (e.g. convencional, genéticamente modificada y orgánica), una diversidad de especies de
cosechas y una diversidad de variedades dentro de cada especie de cosecha (para reducir las probabilidades
de una peste o de una enfermedad que súbitamente pueda arrasar una alta proporción del rendimiento agrícola
de una nación).

1.5.5 ALMACENAMIENTO POR LOS VENDEDORES DE ALIMENTOS GENETICAMENTE


MODIFICADOS

Los minoristas son compañías así que la anterior consideración sobre los intereses comerciales se aplica
nuevamente. ¿Hay algo distintivo acerca de los minoristas y los alimentos genéticamente modificados? Una
línea de argumento podría ser que tal vez los minoristas deben proveer opciones a los consumidores.
Ciertamente, las mayores cadenas de supermercados proclaman frecuentemente que proveen opciones a sus
consumidores, aunque esto puede ser más retórico que el resultado de una cuidadosa reflexión ética. De hecho,
al finalizar la década de 1990 en el Reino Unido se vio un movimiento hacia la casi eliminación de opciones
para el consumidor en términos de alimentos genéticamente modificados. Mientras que hubo un tiempo cuando
algunas cadenas pequeñas de supermercados (en especial Islandia) buscaban ofrecer únicamente alimentos
libres de GM mientras que las grandes cadenas etiquetaron los pocos alimentos genéticamente modificados
que sabían que vendían (en especial tomates), ahora todas las cadenas de supermercados hacen lo que
pueden por eliminar los alimentos genéticamente modificados de sus estantes, por lo tanto eliminando las
opciones para aquellos que comprarían estos productos.

Para ser justos con los minoristas, ellos pueden legítimamente argumentar que al hacer esto simplemente están
respondiendo a los deseos de la mayoría de sus consumidores. ¿Los minoristas tienen el deber de vender
ciertos productos para una minoría de consumidores aun cuando sería mejor comercialmente para ellos no
hacerlo? Es difícil argumentar que los minoristas tienen este deber –casi por la misma línea que argumenté
antes sobre que las compañías farmacéuticas no tienen el deber de hacer caridad. Pero tal como argumenté
que los gobiernos de países ricos pueden tener el deber de ayudar a países más pobres, tal vez los gobiernos
tengan el deber de proteger los intereses alimenticios de la minoría. Tal vez los gobiernos deberían subsidiar
productos alimenticios deseados solo por las minorías –e.g. alimentos orgánicos, carnes apropiadas para la
beneficencia y alimentos genéticamente modificados- para que puedan ser comprados a precios cómodos.
Creo que este argumento solo tiene fuerza cuando existen argumentos éticos genuinamente convincentes a
favor de subsidiar productos para las minorías (cf. Rippe, 2000). Dudo que yo tenga derecho a esperar que los
gobiernos subsidien mi deseo de comprar arroz silvestre tan barato como el arroz cultivado. Con este
razonamiento los argumentos para subsidiar alimentos genéticamente modificados son más débiles que
aquellos para subsidiar, por ejemplo, carnes a bajo costo.

1.5.6 COMPRA Y CONSUMO POR LOS CONSUMIDORES DE ALIMENTOS GENETICAMENTE


MODIFICADOS

Por último llegamos a los deberes de consumidores individuales. Supongamos que yo compro alimentos no
solo para mí sino también para mis hijos o padres. Si yo creo, y confiando en que mi creencia no sea totalmente
irracional, que hay una oportunidad, aun si es pequeña, de que un alimento –así sea maíz, mariscos, o carnes
genéticamente modificadas- es perjudicial para su salud, seguramente tengo el deber de no comprar ese
alimento a menos que la probabilidad de peligro sea excepcionalmente baja y existan razones de peso para
que yo compre el alimento (e.g. comprar el alimento ayuda significativamente al agricultor/pescador más que la
alternativa que compraría a cambio). Dada la sugerencia hecha por algunos científicos, aunque sean una
minoría, de que los alientos genéticamente modificados pueden ser perjudiciales para la salud, esta línea de
argumento significaría que es el deber de padres y otros con personas bajo su cuidado no comprar alimentos
genéticamente modificados para su consumo. A pesar de mi propia creencia de que los pocos alimentos
genéticamente modificados que se permite vender en E.U. son al menos igual de seguros que los alimentos
convencionales, por lo tanto apoyo, por ejemplo, la decisión tomada por un número de Autoridades Locales de
Educación en Inglaterra de no comprar alimentos genéticamente modificados para comidas en colegios.

Sin embargo, supongamos que yo sólo compro comida para mí mismo (o para mí y un compañero mentalmente
competente –y que ambos genuinamente discutimos si deberíamos comprar alimentos genéticamente
modificados). Parece obvio que yo tengo el derecho de comprar alimentos genéticamente modificados o
alimentos libres de GM, pero ¿es alguno de estos cursos de acción mejor que el otro? Dada la presente
incertidumbre empírica con respecto a las consecuencias en el medio ambiente, la salud y la parte socio-
económica que tienen los alimentos genéticamente modificados, no creo que podamos afirmar esto. Sin
embargo, tal vez sí tengo el deber de mantenerme informado por si la evidencia empieza a pesar más en un
lado de la balanza, poder cambiar mis decisiones en compra de alimentos. La misma línea de razonamiento
me hace considerar (y actuar sobre las consideraciones) si por ejemplo debería comprar alimentos
considerados beneficiosos. Anoto de pasada, que como tengo buenos ingresos y no tengo hijos, existe una
mayor responsabilidad para mí de tener estas consideraciones en mente y actuar sobre ellas, al contrario de
que si tuviera menores ingresos y muchas personas dependieran de mí.

1.6 CONCLUSIONES

No hay un solo camino por el cual los debates éticos acerca de la biotecnología o acerca de casi cualquier
otro tema puedan ser resueltos de manera no ambigua. Sin embargo, esto no significa que todos los
argumentos éticos son igualmente validos. Las conclusiones éticas deben estar basadas en la razón, tomar
en cuenta los principios éticos bien establecidos, y basarse tanto como sea posible en el consenso. La
educación y el debate juegan un importante rol ayudando a permitirles a las personas clarificar sus propios
pensamientos, expresar sus puntos de vista, y participar en el proceso democrático. En lo que concierne a la
biotecnología y la medicina moderna, tanto los argumentos intrínsecos como los consecuencialistas en pro y
en contra de su despliegue pueden ser expuestos. Decidir cuándo o no instancias particulares de la
biotecnología moderna y de la ciencia biomédica son conceptos aceptables significa mirar en detalle los casos
individuales

Вам также может понравиться