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¿A qué llama 'iglesia' el Nuevo Testamento?

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LA SENDA DE LA RESTAURACIÓN

(Donde yo digo 'Novelda' - mi localidad- cada uno ponga el nombre de la suya).

¿Qué te viene a la mente cuando lees 'la Iglesia en Novelda'?

Muchos pensarán en los templos de las parroquias católicas que hay en Novelda: la 'iglesia' de san Pedro, la
'iglesia' de san Roque, de Mª Auxiliadora... Para la inmensa mayoría de los noveldenses, la 'Iglesia en Novelda'
es la Iglesia católica representada por la parroquias y colegios católicos que hay en Novelda.

Otros tal vez sepan que en Novelda también hay cristianos no católicos, hay grupos y personas cristianas
herederas de la Reforma que vivió la Iglesia en el siglo XVI, conocida como 'la Reforma Protestante', de donde
provienen numerosas iglesias llamadas 'evangélicas'. En Novelda existe la 'Iglesia Evangélica Bautista', la
'Iglesia de Filadelfia', 'Asambleas de Dios', y otros cristianos que no pertenecen a ninguna 'iglesia oficial'.

Hemos de reconocerlo: entre los que se llaman cristianos hay divisiones: católicos, ortodoxos, anglicanos,
luteranos, calvinistas, diversas denominaciones evangélicas, diversos movimientos de renovación...

Si sólo hay un Cuerpo de Cristo, una única Iglesia de Dios, ¿por qué la Cristiandad está dividida?
Porque los cristianos nos hemos alejado del Primer Amor: Jesucristo. Cuando nació la Iglesia, los
creyentes tenían a Cristo como el centro y lo más importante de sus vidas, y entonces todos eran uno, vivían la
comunión en el Espíritu de Cristo, y se amaban unos a otros profundamente, como Cristo les amó.

Es matemática pura: cuando los cristianos están unidos a Cristo Y OBEDECEN SU ENSEÑANZAS, están
unidos entre sí; cuando los cristianos se alejan de Cristo y no se dejan gobernar por Él en todo, se separan y
dividen entre sí.

La Iglesia nació de la muerte de Cristo, su resurrección y su envío del Espíritu Santo sobre sus discípulos. La
Iglesia no es una organización jurídica, creada por los hombres, sino una realidad creada por el
Espíritu; es algo viviente, no son los templos, ni los locales, LA IGLESIA ES EL CUERPO VIVIENTE DE
CRISTO. Cuando Jesucristo vivió en esta tierra, tuvo un cuerpo humano visible; Él está ahora con su cuerpo
resucitado en los cielos, pero sigue teniendo un Cuerpo visible en la tierra: la asamblea de sus discípulos.

La expresión 'el Cuerpo de Cristo' se refiera a la naturaleza interior de la Iglesia la expresión 'Iglesia' se refiere a
la manifestación exterior y visible de esa realidad. Iglesia significa 'asamblea', 'reunión', 'congregación'.

El Nuevo Testamento usa la palabra 'Iglesia' en dos sentidos:


1) en un sentido universal (la Iglesia universal), refiriéndose al conjunto de todos los creyentes de todos los
tiempos y lugares. Sólo hay una Iglesia universal.
2) en un sentido local (las Iglesias locales), refiriéndose al conjunto de todos los creyentes que viven en un
tiempo y un lugar concreto, en una localidad. Hay tantas iglesias locales como ciudades, o pueblos, o municipios
en los que vivan cristianos. La única Iglesia universal está representada en cada localidad por el
conjunto de los cristianos que allí viven, es decir, por cada Iglesia local.

En el Nuevo Testamento todas las Iglesias son conocidas sin excepción por el nombre de su localidad: 'la iglesia
que estaba en Jerusalén' (Hch 8,1), 'la iglesia que estaba en Antioquía' (Hch 13,1), 'la iglesia en Cencrea' (Rm
16,1), 'la iglesia de Dios que está en Corinto' (1Cor 1,2), 'la iglesia de los laodicenses' (Col 4,16; Ap 3,1), 'la
iglesia de los tesalonicenses' (1Tes 1,1), 'la que está en Babilonia' -Roma- (1Pe 5,13), 'la iglesia en Éfeso' (Ap
2,1), 'la iglesia en Esmirna' (Ap 2,8), 'la iglesia en Pérgamo' (Ap 2,10), 'la iglesia en Tiatira' (Ap 2,18), 'la iglesia
en Sardis' (Ap 3,1), 'la iglesia en Filadelfia' (Ap 3,7).

Jamás se dice que en una localidad hay dos o más iglesias. Tampoco existen en el Nuevo Testamento iglesias
más grandes que una localidad, no hay iglesias comarcales, ni provinciales o 'diocesanas', ni nacionales, ni
mundiales...

Según esto entonces, la Iglesia de Novelda, es decir, la Iglesia de Dios que vive en Novelda, está
formada por todos los creyentes verdaderos que viven en Novelda, todos aquellos que han creído
en Jesús como su Salvador y Señor y han recibido su Espíritu. A los ojos de Dios esto es lo que cuenta, Él
no reconoce las divisiones y grupos que nosotros hemos creado por nuestro pecado e infidelidad. Da igual si
eres católico, bautista, de Filadelfia o por libre: SI ERES UN CREYENTE GENUINO Y VIVES EN NOVELDA,
PERTENECES AL ÚNICO CUERPO DE CRISTO (UNIVERSAL) QUE VIVE EN NOVELDA (LA IGLESIA LOCAL). (¿qué
significa 'un creyente genuino? Alguien que ha nacido de nuevo. Tratamos este importante asunto en otro
artículo de la serie).

Esto no es un ideal, o una fantasía, ¡esto es un hecho! Que sea un hecho espiritual no quiere decir que no sea
real. Lo queramos o no, los que son de Cristo son automáticamente miembros de su único Cuerpo y
de la Iglesia de su localidad, hermanos los unos de los otros. Por eso la Escritura nos manda a los
cristianos que 'guardemos' la unidad (Efesios 4,1-6), no fabricarla (como pretende el ecumenismo). Si los
cristianos no guardan la unidad y se dividen, siguen siendo hermanos, solo que no viven como hermanos.

Por otro lado, una cosa son los individuos cristianos, y otra cosa las llamadas 'iglesias'. En primer lugar, hay
creyentes verdaderos en 'la iglesia católica', en 'la iglesia evangélica bautista', en 'la iglesia de filadelfia'.., y lo
queramos o no, todos somos hermanos y miembros de Cristo, aunque no vivimos conforme a esa realidad. Pero
'la iglesia católica', la 'iglesia evangélica bautista', la 'iglesia de Filadelfia'... NO SON 'IGLESIAS' SEGÚN EL
NUEVO TESTAMENTO, son organizaciones creadas por los hombres, más o menos con buena intención, más o
menos cerca de la Iglesia que Jesús quiere, según el caso.

En Novelda sólo es digno de llamarse 'Iglesia' según el Nuevo Testamento el conjunto de creyentes
verdaderos que viven en Novelda, independientemente de la organización religiosa a la que
pertenezcan. Puesto que los creyentes verdaderos que viven en Novelda están divididos, la Iglesia en Novelda
está dividida, en ruinas, no presenta ante la ciudad de Novelda el testimonio de unidad que Jesús quiere, 'para
que el mundo crea' (Juan 17,21).

Seguramente te sorprenderán estas afirmaciones. Están basadas en estas tres cosas:


- Conocer cómo es la Iglesia según el Nuevo Testamento, tal como la enseñaron Jesús, el Espíritu de Jesús, y los
apóstoles de Jesús.
- Conocer que el mismo Nuevo Testamento habla ya la deformación y decadencia de las iglesias que fundaron
los apóstoles, y profetiza la ruina que vendría después, como confirma la historia de la Iglesia. También profetiza
cómo, en medio de la ruina general, el Señor sigue edificando su Iglesia con un resto o remanente.
- Comparar la Iglesia según el Nuevo Testamento con las que ahora se llaman 'iglesias'.

En los últimos escritos del Nuevo Testamento, el Espíritu Santo habla ya de 'lobos rapaces en medio del rebaño'
y 'hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos' (Hechos 20,29-30); falsos
hermanos, es decir, creyentes no genuinos (2Cor 11:26; Gal 2:4); personas que 'abandonarán la fe' e
introducirán su propias doctrinas (1Timoteo 4,1-3); cristianos con una conducta corrupta que 'profesan piedad,
pero niegan la eficacia de ella' (2Timoteo 3,1-5); cristianos que sólo escuchan a quienes les halagan sus oídos
(2Timoteo 4,3-4); 'falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructoras' (2Pedro 2,1-2);
aparición de 'anticristos': personas que niegan la encarnación del Hijo de Dios (1Juan 2,18-19); hombres
perversos que bajo el nombre de cristianos se entregaban a toda clase de iniquidades y a quienes los fieles
toleraban (2Pedro 2,10-14; Judas 4 y 8-13); iglesias que han 'abandonado el primer amor y las obras del
principio', que se han unido al poder del mundo, que toleraban a los que tenían la doctrina de Balaam y de los
nicolaítas y a la falsa profetisa Jezabel, que estaban en realidad muertas, o tan tibias que iban a ser vomitadas
por el Señor (Apocalipsis 2 y 3).

En la carta que Jesús resucitado envió a la Iglesia local de Éfeso por medio del apóstol Juan, descubre la clave y
el origen de esta decadencia: “Yo conozco tus obras... Sin embargo, tengo contra ti que has dejado tu primer
amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído. ¡Arrepiéntete! Y haz las primeras obras. De lo contrario, yo
vendré pronto a ti y quitaré tu candelero de su lugar, si no te arrepientes” (Apocalipsis 2,2-5).

Y en medio de toda esta ruina, la senda de los fieles: “El sólido fundamento de Dios queda firme,
teniendo este sello: 'Conoce el Señor a los que son suyos' y 'Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el
nombre del Señor'” (2Timoteo 2,19). Porque “la Casa de Dios, que es la Iglesia del Dios viviente, columna y
baluarte de la verdad” (1Timoteo 3,15) se ha convertido en “una casa grande”, demasiado grande, y ahora “no
solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro, y unos para honra y otros para
deshonra” (2Timoteo 2,20):

“Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, consagrado y útil para el Señor,
preparado para toda buena obra... y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz con los que de corazón puro invocan
al Señor” (2Timoteo 2,21-22).

Muchos piensan que es irremediable la corrupción, también en la Iglesia, y que hay que convivir con ella. Pero
Cristo nos llama a 'limpiarnos de esas cosas', apartarnos de ellas, y obedecerle a Él en todas las cosas; nos
llama a ser 'vencedores' resistiendo toda esa corrupción en la Iglesia (Apocalipsis 2,7.11.17.26;
3,5.12.21). Los cristianos que quieran ser fieles al Señor no pueden tolerar ni participar en doctrinas, conductas
o prácticas eclesiásticas que no sean las que enseñó Jesús y sus apóstoles.
Esto implica algo paradójico: cuando hay cristianos que, por fidelidad al Señor, se apartan de doctrinas,
conductas o prácticas eclesiásticas ajenas o contrarias a la Escritura, parece que crean división. Pero sólo lo
parece, porque SÓLO SOBRE LA BASE DE CRISTO Y SUS ENSEÑANZAS ES POSIBLE LA UNIDAD 'DEL
ESPÍRITU'. Una unidad que sacrifica la verdad, no es cristiana. Sobre la base del pecado, las falsas doctrinas o
las prácticas eclesiásticas introducidas por los hombres, no es posible la verdadera unidad del Espíritu, la unidad
cristiana (¡cuidado con el ecumenismo!). Si uno se aparta o separa de lo malo, no atenta contra la unidad; es el
que no vive conforme a la voluntad del Señor el que crea la división.

Si has creído en Cristo de corazón eres mi hermano, y anhelo la comunión contigo, pero no podremos tener
comunión en todas aquellas cosas que no son conforme a la voluntad del Señor. Sólo arrepintiéndonos todos de
nuestros pecados y desobediencias podremos encontrarnos en Cristo. Sólo saliendo todos de nuestras
divisiones, podremos vivir la unidad en Cristo, sobre el terreno bíblico de la Iglesia local.

Y esto es lo que ha ocurrido a lo largo de la historia de la Iglesia: las Iglesias sufrieron un enfriamiento y
una decadencia que les alejó del Señor; unos pocos lucharon por regresar al Primer Amor, y fueron expulsados
de 'la gran iglesia', manifestándose la división. Luego estas nuevas 'iglesias' también se enfriaron y decayeron;
y nuevamente el Señor levantó algunos fieles para regresar al Primer Amor. Y así sucesivamente... Pero en cada
generación el Señor siempre se reservó un 'resto' fiel, por pura gracia (no por mérito alguno), para regresar al
Señor y recuperar algo de la Iglesia del Nuevo Testamento.

El proceso de decadencia que comenzó al final de la era apostólica. Progresivamente, se fueron perdiendo las
características de la Iglesia del Nuevo Testamento, y se fueron introduciendo elementos extraños. Después de
tres siglos de persecución a los cristianos por parte del imperio romano, el proceso de decadencia llegó a un
momento clave cuando el emperador Constantino (s. IV) cambió la política del imperio respecto a los cristianos,
y en poco tiempo el cristianismo fue impuesto como religión oficial del Imperio. El matrimonio entre la
Iglesia y el poder mundano se consumó, trayendo graves consecuencias para el cristianismo.

Veamos como botón de muestra algunas de esas consecuencias, con una advertencia: con las observaciones
que siguen no pretendemos de ningún modo ofender a nadie, pero es necesario conocer la verdad:

>> La unión de la Iglesia con el mundo provoca que todos se hacen cristianos, pero cambiando los contenidos
del cristianismo. Muchos que no han nacido de nuevo por la fe, entran en la Iglesia por otros intereses, llegando
incluso a puestos de gobierno.

>> Muy relacionado con esto, el bautismo pasa a ser un rito de nacimiento, más que una señal con la que se
inicia el seguimiento de Cristo y la pertenencia a la comunidad de los que libremente han aceptado ser sus
discípulos.

>> Cediendo a la tentación del poder que ya tuvo Jesús y que rechazó (‘tener más poder para para hacer más y
mejor bien’), se aceptó una nueva actitud ante la violencia: los poderes públicos persiguen las herejías y las
otras religiones. Los cristianos pueden ser soldados, los cargos políticos y el uso de la violencia que comportan
(juzgar, multar, embargar, encarcelar, ejecutar…) ya no son un impedimento para ser cristianos. Y al igual que
Jezabel mataba a los profetas de Dios, la Iglesia en este período se apoyó en el poder político para empezar a
perseguir y matar no sólo a los herejes, sino a los cristianos que querían vivir la fe auténtica. Pasó de ser
perseguida, a ser perseguidora y asesina (“Viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde
servicio a Dios” (Juan 16,2b).

>> La vida del Reino que se expresa en 'el sermón de la montaña' de Jesús (Mt 5-7) comienza a ser sustituida
por una ética más fácilmente ‘generalizable’ a toda la sociedad, incluyendo los poderosos, quedando como
‘consejos evangélicos’ para una clase de cristianos especializados: los religiosos.

>> En teoría, ahora toda la sociedad es iglesia, pero en la práctica el término se comienza a reservar a los
clérigos, a los monjes y a los templos (edificios paganos reconvertidos). Ellos son ahora la iglesia ‘visible’, pues
ya no hay iglesias locales visibles. Y reaparece así la división entre clérigos y laicos: la doctrina nicolaíta quedó
plenamente consagrada en este período: la clase mediadora, la casta sacerdotal, el sacerdocio del Antiguo
Testamento.

>> Se adopta la forma administrativa y territorial del imperio (curia, nuncios, diócesis...), perdiéndose el
concepto de la iglesia local. Ahora la Iglesia es una pirámide jerárquica, a imagen del imperio, y aparece el
'episcopado monárquico', Roma encumbra a un único obispo, que además extiende su jurisdicción sobre todos
los cristianos del mundo: el 'papado', que además se empieza a atribuir títulos que corresponden a las Personas
Divinas: con el título de 'Sumo Pontífice' (= máximo Puente, máximo intermediario entre Dios y los hombres)
usurpa algo que pertenece sólo a Cristo, el único Sumo Sacerdote; le usurpa al Padre el título de 'Santo Padre';
le usurpa al Espíritu Santo el título de 'Vicario de Cristo en la tierra', 'vicario' es el que está puesto en
representación de otro, y la Palabra de Dios sólo permite aplicar esto al Espíritu Santo y al Cuerpo de Cristo (la
Iglesia en su conjunto), nunca a un hombre.
>> Los templos paganos pasaron a ser templos cristianos. En el Nuevo Testamento el Templo de Dios es la
Iglesia, la asamblea de los creyentes, ahora se llama 'iglesia' a los edificios, como en el paganismo.

>> se introduce en Iglesia la adoración de la diosa, como en todas las religiones paganas. La adoración a la
Madre y al Hijo tiene su origen en la religión de Babilonia: después de la muerte de Nimrod (fundador de Babel),
Semirámis, quien fuera su madre y esposa a la vez, lo proclamó como dios solar (de donde procede la religión
del sol). Mas tarde ella dio a luz un hijo, a quien llamó Tammuz y de quien dijo ser la reencarnación de Nimrod.
Según la reina Semirámis, este niño había sido engendrado de forma sobrenatural. Semirámis (la Madre) y
Tammuz (el Hijo) empezaron a ser adorados en esta religión falsa, idólatra, tomando como base una profecía
bíblica (el Salvador que vendría de la simiente de la mujer), la cual sería el sustento válido para poder
disfrazarse de verdadera. Satanás siempre trata de imitar a Dios para confundir y engañar. Esta religión se
esparció de Babilonia a todas las naciones, cuando el hombre fue dispersado sobre la faz de la tierra por causa
de la construcción de la torre de Babel - de la religión babilónica proceden todas las religiones de la tierra-, por
eso también Egipto tenía una diosa, Grecia tenía una diosa, Roma tenía una diosa...

Como en el cristianismo no había diosa, María, la madre de Jesús, empezó a ser tratada como una diosa. Se la
empezó a rendir culto y a otorgar títulos que no tienen base bíblica ninguna, que menoscaban o usurpan la
centralidad de Cristo: mediadora, co-redentora..; que revelan las influencias paganas, como 'Reina del cielo' (era
el título de la diosa pagana cuyo culto está condenado en la Biblia - Jeremías 7,17-17; 44,16-29 -).

Un título tan familiar y querido a los católicos como 'Teotokos' (Madre de Dios) responde a esa exaltación-
endiosamiento de María; la Palabra de Dios habla siempre de María como 'la madre de Jesús', pero jamás da pie
a llamarla 'madre de Dios' ni a dirigirse a ella en oración. No debemos fiarnos de nuestros razonamientos y
'deducciones' humanas, “para que en nosotros (decía el apóstol Pablo) aprendáis a no ir más allá de lo que está
escrito” (1Cor 4,6): María es madre de Jesús, el cual es hombre y Dios simultáneamente, por lo cual María es la
madre del Hijo de Dios 'en cuanto a su humanidad', pero no en cuanto a su divinidad; el Hijo de Dios es
preexistente a María, todo fue creado por Él y para Él, también María. ¿Acaso Dios puede tener madre? ¿no nos
recuerda esto demasiado al culto babilonio de 'la diosa madre y el hijo'? Los apóstoles confesaban plenamente
la divinidad de Jesús, ¿por qué entonces jamás se llama a María 'madre de Dios' en el Nuevo Testamento? ¿por
qué jamás se dirige nadie a ella en oración? De hecho, a partir del día de Pentecostés, María desaparece de las
Escrituras.

María tiene el altísimo privilegio de haber sido escogida para dar al Hijo de Dios una naturaleza humana; ella le
concibió virginalmente, por obra del Espíritu Santo: ella 'concibió del Espíritu Santo'. Esto sí está atestiguado por
la Escritura (Mt 1,18-23; Lc 1,26-38). Pero aún aquí el catolicismo va de nuevo 'más allá de lo que está escrito'
al afirmar la 'virginidad perpetua' de María; en esto no sólo va más allá de lo escrito, sino en contra de lo
escrito. Cuando Dios explica a José lo que ha ocurrido en María y le ordena que la reciba como esposa, este
obedeció, la recibió por esposa, y continúa diciendo: “Y no la conoció hasta que dio a luz un hijo; y le puso por
nombre Jesús” (Mt 1,25). Lo que está escrito es que José no la 'conoció' (expresión semítica para referirse al
acto marital) 'hasta que' dió a luz a Jesús; que a partir de entonces José y María engendraron otros hijos 'de
manera natural' está también confirmado por la Escritura. De Jesús decían sus paisanos de Nazaret “¿No es éste
el hijo del carpintero? ¿No se llama Su madre María, y Sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? Y Sus
hermanas, ¿no están todas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?” (Mt 13,55-56). En
Pentecostés, junto con los apóstoles y discípulos, “todos éstos perseveraban unánimes en oración, con las
mujeres, y con María la madre de Jesús, y con Sus hermanos” (Hch 1,14). Aquel 'Jacobo' (Santiago), el primer
hermano carnal de Jesús, llegó a ser un anciano notable en la Iglesia de Jerusalén, participante protagonista en
el primer concilio de la Iglesia (Hch 15,13-21), 'Jacobo, el hermano del Señor' (Gal 1,19). Jacobo el apóstol, el
hermano de Juan, ya había sido decapitado por Herodes (Hch 12,1-2).

>> la idolatría se adaptó en la Iglesia con la fabricación y veneración de imágenes. Se hicieron imágenes de
María, de los santos... Como en Grecia y en Roma había un panteón de dioses, cada uno para una necesidad,
María en sus distintas 'advocaciones' y los santos son usados para disfrazar es práctica pagana: ahora se reza a
Santa Bárbara cuando truena, a San Pancracio para tener trabajo, a San Antonio para encontrar novio... Son
dioses paganos con nombres cristianos. Jamás se menciona en la Escritura que podamos orar o pedir a nadie
más que al Padre, a Jesús o al Espíritu Santo. Jamás. Se empezó a adorar incluso el símbolo de la cruz,
convirtiéndolo en un ídolo... En la enseñanza de los diez mandamientos desaparecieron el primero y el segundo:
“Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy el SEÑOR tu Dios,
que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.
(1er mandamiento) No tendrás otros dioses delante de mí.
(2º mandamiento) No te harás imagen, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la
tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
No te inclinarás a ellas ni las honrarás; porque yo, el SEÑOR tu Dios,
soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos
hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
y muestro misericordia a millares,
a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20,1-6)...
Esta práctica se suele justificar diciendo que a María y a los santos se rinde un culto diferente, no de 'adoración',
sino de 'veneración'. Pero esto son justificaciones humanas sin base bíblica alguna.

No obstante nuestra infidelidad y esta ruina de la Cristiandad ¡el Señor sí es fiel! Su Espíritu ha
estado trabajando pacientemente a través de la historia de la Iglesia para guardarse siempre en
cada generación, POR PURA GRACIA, un resto o remanente fiel (aunque también con sus
limitaciones, extremos y fracasos). ¡Y esto para beneficio de todos los demás!.

A través de estas minorías marginadas de la gran Cristiandad, ha ido recuperando y restaurando más y más
partículas perdidas de la plenitud Cristo y su mensaje.

A estas alturas es considerable y muy hermoso el caudal de riqueza y de vida que se puede recolectar de esta
corriente del Espíritu en la historia de la iglesia. Nosotros nos sentimos infinitamente agradecidos al Señor por
habérnosla descubierto y por llamarnos a formar parte de este río de vida que viene fluyendo por los
subterráneos de la Cristiandad dominante. ¡¡EL SEÑOR ESTÁ RESTAURANDO SU IGLESIA!!. ¡Quiera Dios abrirnos
a todos los ojos a esta realidad, librarnos de nuestros poderosos prejuicios, y concedernos la gracia de participar
de ello!.

Te invitamos a echar una ojeada también con nosotros a algunos ejemplos como botón de muestra. En
cada estación, Dios ha recobrado algo del principio; pero no nos quedamos en ninguna estación, sino que
recolectamos el trabajo del Espíritu allí y continuamos adelante:

1) Damos gracias a Dios por el testimonio fiel de los cristianos de los tres primeros siglos, que sellaron su fe con
la persecución y el martirio;

2) Damos gracias a Dios por Francisco de Asís y los que con él se esforzaron por regresar a la sencillez
evangélica cuando papas y emperadores se disputaban el poder mundano;

3) Damos gracias por los reformadores del s. XVI llamados 'protestantes', que no eran más que católicos que
buscaban sinceramente al Señor y fueron usados por Él para iniciar el camino de regreso al cristianismo bíblico.
Ellos, con sus limitaciones y errores, recuperaron algunas verdades básicas del evangelio, entre las que
destacan por ejemplo:

a.- la justificación por la fe: en una época en la que el perdón y el cielo se vendían por dinero, redescubrieron
que lo que nos salva y nos hace justos delante de Dios no son nuestros méritos ni nuestras obras (menos si son
rituales), sino la fe en Jesucristo y su preciosa sangre, que borra todos nuestros pecados y nos da el poder de
llegar a ser hijos de Dios. La salvación es un don que Dios nos regala gratuitamente, por fe, en su Hijo Jesús. Las
obras también tienen su lugar, pero no para alcanzar la salvación, sino como su fruto natural:

“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, atestiguada por la ley y por los profetas; la
justicia de Dios por medio de la fe de Jesucristo, para todos los que creen. Porque no hay distinción, porque
todos han pecado, y carecen de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por Su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios ha presentado como expiación por medio de la fe en Su
sangre...” (Rm 3, 21-25)

“Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en
delitos, nos dio vida juntamente con Cristo -por gracia habéis sido salvos-... Porque por gracia habéis sido salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios
2,5-9).

b.- la autoridad suprema de la Palabra de Dios. La Iglesia no tiene autoridad sobre las Escrituras para
cambiarlas, añadir algo, omitir alguna de sus partes, o hacerlas decir algo diferente de lo que por sí mismas
dicen; es el Espíritu Santo el que tiene Autoridad sobre la Iglesia y le impone las Sagradas Escrituras,
enseñándole con ellas, para que ella testifique al mundo. Y cuando la Iglesia obedece al Espíritu de Cristo que
enseña con la Escritura, es guiada a toda verdad. La autoridad de la Iglesia descansa, pues, en la medida en
que ella esté bajo la autoridad del Espíritu que le enseña con las Escrituras y las establece; asimismo, la
autoridad de la 'tradición' descansa en la medida en que tal tradición sea fiel al Espíritu que enseña con las
Escrituras y las establece. La Iglesia no tiene ninguna autoridad inherente en sí misma que sea independiente
del Espíritu y de las Escrituras'.

“Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de
los ancianos...? Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este
pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como
doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los
hombres... Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición...
invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes
a estas”.(Marcos 7,13)

c.- el sacerdocio universal de todos los creyentes. Como explica el Espíritu Santo en la carta a los
Hebreos, el antiguo sacerdocio del Antiguo Testamento fue abolido por el sacrificio de Cristo en la cruz; ya no
hay más división en el Pueblo de Dios entre 'clero' y 'laicos'. Ahora todo cristiano por el bautismo es sacerdote,
es decir, tiene acceso directo a Dios, sin intermediarios, para ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios.
¡Sacrificios 'espirituales', no rituales!: no hablamos de la religión ritual; es la vida entera del cristiano, vivida
conforme al Espíritu de Cristo, el sacrificio vivo que Dios espera.
Jesucristo es nuestro Sumo Sacerdote, nuestro 'Sumo Pontífice', es decir, el Puente que nos da a todos acceso a
Dios. No hay otros 'pontífices' ni mediadores ni intermediarios. ¡Todos los demás somos hermanos!

¡Pero la Reforma Protestante fue solo una estación, no nos apeamos allí!; tomamos con gozo y acción de gracias
lo que allí sembró el Espíritu y retomamos nuestra peregrinación hacia la Iglesia del Nuevo Testamento.

4) damos gracias también gracias por aquellos otros cristianos reformadores del s. XVI, llamados por sus
enemigos 'anabaptistas' (rebautizadores). También estos fueron usados por Dios para recuperar otros elementos
de la fe y la vida cristiana:

a.- 'El bautismo de creyentes'. El mandato de bautizarse en el Nuevo Testamento es 'para los que han creído
en el Señor Jesucristo', por tanto capaces de tal decisión y de ser conscientes de su significado. La fe no se
hereda, aunque haya que dar testimonio de ella a nuestros hijos, debe ser un acto personal, libre y consciente.
La fe como herencia cultural, no elegida personalmente, menos aún impuesta, es uno de los factores que han
colaborado a la ruina del cristianismo histórico.

Por este motivo, aunque fuimos bautizados cuando éramos bebés, hemos querido obedecer este mandato del
Señor para sellar públicamente nuestra fe en Jesucristo y nuestra decisión de seguirle.

b.- La importancia del seguimiento Jesús. La fe en Cristo nos salva, y esta salvación nos capacita para
seguirle diariamente en una vida de obediencia, la cual se describe básicamente en el 'Sermón del Monte'
(Mateo 5-7). Por ejemplo la renuncia a la ira contra el prójimo; decir siempre la verdad, honrar la intención de
Dios para el matrimonio renunciando al divorcio y al adulterio en cualquier forma; practicar la noviolencia
cristiana, el amor a los enemigos...

c.- La separación del mundo, que incluye la separación Iglesia-Estado.

“Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí de entre el
mundo, por eso el mundo os odia” (Juan 15,19)

Aquellos que Cristo ha redimido ya no pertenecen al mundo, sino al Reino de Dios. La ética y las metas del
mundo son radicalmente diferentes a las del Reino de Dios. Los cristianos se distinguen por una forma de vida
diferente gobernada por otro Rey: Jesús. Ser cristiano no es un asunto ritual de los domingos por la mañana,
todas las áreas de la vida están bajo el gobierno de Jesucristo: vida privada, familia, negocios...

d.- la vivencia de la 'koinonía'' cristiana.

“Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común”(Hechos 2,44)

“La congregación de los que creyeron era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo lo que poseía,
sino que teníasn todas las cosas en común”
(Hechos 4, 32).

Una de las señales distintivas que acompañaron el nacimiento de la Iglesia en Pentecostés fue la comunión de
vida y de bienes. Los cristianos son uno en Cristo, son una verdadera familia, por cuyas venas espirituales corre
la misma Vida de Dios, y ya nadie llama suyo propio nada de lo que tiene. Reconocen LIBREMENTE que todos
sus bienes pertenecen al Señor, y que son meros administradores de lo que poseen, atentos a los intereses del
Señor y las necesidades de los hermanos.

Por eso decía Jesús “En verdad os digo que es difícil que un rico entre en el reino de los cielos. Y otra vez os digo
que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios”
(Mateo 19,24). No es imposible, para Dios no hay nada imposible, pero es muy difícil. (Aunque no es necesario
ser rico para estar aferrado a lo que uno tiene).

5) Damos gracias a Dios por Jorge Fox y el movimiento cuáquero en el s. XVII. Aunque no podemos compartir su
rechazo por todas las formas exteriores de la Iglesia, pues algunas han sido enseñadas en el Nuevo Testamento,
por medio de ellos fue restaurada la importancia de la morada interior del Espíritu Santo, como divino
Conductor y Maestro de todos los creyentes.

6) Damos gracias a Dios por 'el movimiento pietista' del s. XVIII. No basta con la doctrina correcta, es
necesaria vivir y experimentar a Cristo en una relación personal. Aunque hay doctrinas en el
cristianismo, lo central es una relación viva con el Señor.

7) Damos gracias a Dios por el 'Movimiento de la Santidad' en el s. XVIII. Si nuestra fe en Jesucristo es


genuina y hemos sido realmente salvos, eso se tiene que manifestar en una vida santa, como Dios
es santo. Todo lo que desagrada a Dios debe ir desapareciendo progresivamente de la vida del cristiano. Un
cristiano ya no vive por sí mismo y para sí mismo, sino que sigue la voz del Espíritu dentro de Él en todas las
cosas, “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios” (Romanos 8,14).

8) Damos gracias a Dios por el movimiento de 'Los Hermanos' en el s. XIX, que ha enriquecido el patrimonio de
la Iglesia con extraordinarios maestros de la Escritura, extrayendo tesoros inabarcables. Y recuperaron en gran
medida la visión neotestamentaria de la Iglesia, el carácter horizontal de la asamblea cristiana bajo Cristo como
única Cabeza, la variedad y pluralidad de dones y ministerios, la localidad como el terreno bíblico de la unidad...

9) Damos gracias a Dios por los diversos avivamientos que el Espíritu ha promovido en los últimos siglos, el
avivamiento de Gales, el avivamiento pentecostal de la calle Azusa (Los Ángeles, EE.UU.) en sus
inicios... Cuando el hombre se hace a un lado y toma el control el Espíritu de Cristo, la verdadera
Iglesia se hace presente. El Espíritu del Señor convence, transforma, limpia, sana, une, restaura, y sobre todo
recupera la centralidad y preeminencia de Cristo en la Iglesia: el Primer Amor. Lástima que esto fue tan efímero,
pero los tesoros recuperados quedan ahí a disposición de la Iglesia.

10) Damos también gracias a Dios por tantos siervos preciosos de Dios que tanto han aportado al regreso de la
Iglesia a su Primer Amor, T. Austin Sparks en Inglaterra, Bakht Singh en la India, Prem Pradham en Nepal y Nee
To Seng (Watchman Nee) en China, y los movimientos de restauración que animaron y los que están inspirando
aún hoy día. Allí se han alcanzado cotas muy altas en el regreso a la fe, a la vida y a la Iglesia del Nuevo
Testamento.

Y esto son, como decíamos, sólo algunos botones de muestra. La riqueza que el Espíritu ha ido sembrando en la
historia de la Iglesia es enorme.

Así pues, esta es la Iglesia que Jesús quiere edificar también en Novelda: una asamblea de discípulos y
seguidores de Jesucristo que buscan dejarse guiar por el Espíritu hacia la plenitud del propósito de Dios para su
Iglesia, al pleno conocimiento y experiencia del Cristo.

¡Pero ojo! aquellos que escuchen la llamada del Señor a una mayor fidelidad NO SON LA IGLESIA EN NOVELDA,
SÓLO 'PARTE' DE LA IGLESIA EN NOVELDA. Aunque otros cristianos sigan manteniendo elementos extraños al
Evangelio, siguen siendo hermanos, y les añoramos.

¡¡¡ CRISTO SÓLO TIENE UN CUERPO !!!

P.F. Obed

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