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Sobre el delito. La lectura de Axel Honneth del Sistema de Eticidad de
Hegel.
Francisco Abril
(UNC‐CONICET)
Recibido: 25/07/2012
Aceptado: 13/08/2012
Resumen: En mi artículo analizaré la lectura que hace Axel Honneth de uno de los
textos más importantes del período de Jena de Hegel: el Sistema de la Eticidad. En
términos generales, quisiera determinar qué importancia y qué limitaciones presenta
este texto, en relación con otros trabajos del mismo período, para la formulación de la
teoría del reconocimiento de Honneth. Para lograr este propósito considero necesario
centrarme, particularmente, en la exégesis que hace de la cuestión del delito y del
carácter ambivalente que presenta en el libro mencionado. Por un lado, constituye un
acto destructivo que desgarra los procesos consolidados de reconocimiento; es decir,
lesiona a la persona como sujeto de derechos y a la “persona como un todo”
originando así una conflicto y una lucha entre ellas. Por otro lado, el delito conserva un
“papel constructivo" en la medida en que exhorta a tomar conciencia de la
dependencia respecto a la comunidad y de la necesidad de ser reconocido en su seno.
Otro factor que resulta teóricamente productivo del modelo hegeliano es que provee
las coordenadas, si bien de forma elusiva e implícita, para comprender la génesis y los
motivos del delito haciendo alusión a una falta de reconocimiento inicial que se
perpetúa en el derecho abstracto. En definitiva, lo que busco demostrar es que la
interpretación que realiza Honneth respecto a la cuestión del delito en el Sistema de la
Eticidad permite comprender elementos centrales de su propuesta de “sociologización
del modelo de pensamiento hegeliano”.
1
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2012 – Vol. 7 – Número VII – Resistencia, Chaco, Argentina
Abstract: In my article I shall analyze the interpretation that Axel Honneth makes of
one of the most important texts of Hegel's Jena period: System of ethical life. I would
like to establish the importance and limitations of this text for the formulation of the
Honneth’s theory of recognition. For this purpose I consider necessary to focus on the
question of crime and its ambivalent character. On the one hand, crime is a destructive
act that tears consolidated recognition processes; injures the person as subject of
rights and the person as a whole ("whole person"), thus creating a conflict and a
struggle between them. On the other hand, the offense retains a “constructive role”:
encourages awareness of the dependence on the community and the need to be
recognized within it. Another factor that turns out to be theoretically productive of the
Hegelian model is that it provides the coordinates to understand the genesis and the
motives of the crime as an initial lack of recognition. In brief, I would like to
demonstrate that Honneth's interpretation on the issue of crime allows us to
understand central elements of his theory of recognition.
Introducción.
El tema principal de mi artículo es la lectura que hace Axel Honneth de uno de
los textos hegelianos más importantes del período de Jena: el Sistema de la Eticidad 1 .
En particular me centraré en la interpretación que hace de la cuestión del delito o,
como también la denomina, de la analítica de los “actos destructivos, en tanto que
manifestaciones de un «delito»” 2 . Explicaré esta analítica remitiéndome por igual al
texto de Hegel como a La lucha por el reconocimiento de Honneth. Todo lo cual se
corresponde con la caracterización del delito como “acto destructivo” (I). En una
segunda instancia, buscaré señalar cuáles son los hiatos que Honneth encuentra en el
Sistema y cómo éstos se relacionan con un aspecto “constructivo” que tendría el
delito. Estos hiatos remiten a la cuestión de las motivaciones de los actos destructivos,
en este sentido la primera pregunta a responder sería: ¿cuáles son las motivaciones
1
HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad. Madrid, Editora Nacional, 1983.
2
HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento: por una gramática moral de los conflictos sociales,
Barcelona, Crítica, 1997, Pág. 31.
2
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del delito y cuáles las formas de menosprecio que están en su base? (II). El aspecto
constructivo del delito es conceptualizado en términos muy similares a los que
Honneth utiliza para caracterizar la lucha social. Trataré de mencionar algunas de esas
similitudes, así como también las importantes diferencias que presentan. La segunda
pregunta a responder sería aquí: ¿puede establecerse algún tipo de analogía entre la
explicación del delito que toma Honneth de Hegel y la que respecta a las luchas
sociales en torno al reconocimiento? (III). Para terminar, me interesa interrogarme
cuál sería la ventaja explicativa que a mi modo de ver tiene la reflexión de Honneth
sobre el tema del delito, y cuál al mismo tiempo el problema que le plantea a su
propuesta teórica en general (IV).
Es menester, antes de comenzar, contextualizar la recepción que hace Honneth
de Hegel. Toda la primera parte de La lucha por el reconocimiento es una propuesta de
lectura de la filosofía moral que Hegel elaboró entre 1802 y 1806. Los libros a los que
se remite son tres: Sistema de la Eticidad (1802‐1803) y la conferencia Sobre las
maneras de tratar científicamente el derecho natural (1802); Sistema de filosofía
especulativa (también conocido como Filosofía real I de 1803 y 1804); y 3) la Filosofía
real II (1805‐1806). Lo sugestivo es que claramente el Sistema de la Eticidad al igual
que la conferencia sobre el derecho natural es el que más capitaliza Honneth para su
propia elaboración conceptual, ya que muchos de los elementos que encuentra
productivos en estos libros van desapareciendo gradualmente en los otros dos. En el
Sistema de filosofía especulativa y en la Filosofía Real comienza a entreverse ya lo que
serán las principales características de la filosofía de la conciencia de la que Honneth
quiere tomar distancia 3 .
En el Sistema de la Eticidad y en la conferencia hay una crítica a la manera en
que las tradiciones previas a Hegel abordaron la cuestión del derecho natural: la
empirista y la formalista. Igualmente Hegel trata de incorporar los desarrollos de estas
tradiciones e integrarlos en una tercera vía. En estos dos textos se hace patente, a su
3
Julio de Zan cuestiona la lectura rupturista que hace Honneth al igual que Habermas de la trayectoria
intelectual de Hegel. DE ZAN, Julio. “La figura fenomenológica de la lucha por el reconocimiento en A.
Honneth y en P. Ricoeur”, en Ética. Convergencias y divergencias. Homenaje a Ricardo Maliandi, Comp.
Cristina Ambrosini, Buenos Aires, Ediciones de la UNLa, 2009, Pág. 155.
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vez, la influencia de Platón y Aristóteles en tanto y en cuanto le proporcionan las
coordenadas conceptuales para pensar la cuestión del derecho natural a partir de un
marco de referencia comunitarista e intersubjetivo 4 . Hegel sitúa dentro de este marco
de referencia dos conceptos que para Honneth resultan claves: el de lucha (que toma,
revisándolo, de Hobbes) y el de reconocimiento (quizá uno de las pocas nociones que
rescata de Fichte).
Esta particular constelación de conceptos se da por única vez en los dos
trabajos mencionados y después termina desactivándose. Honneth saca provecho de
dicha constelación para afirmar que: a) en la base de los lazos sociales hay una
profunda necesidad de reconocimiento; b) en las relaciones reales, este
reconocimiento está siempre amenazado y negado y en torno a él se articula la
conflictividad y la lucha social, incluso más que en las cuestiones de índole material y
de autoconservación; c) esta lógica o dinámica conflictiva e inestable estaba ya
presente en las comunidades más primitivas y se va desplegando y volviendo más
exigente en comunidades más complejas y c) esta situación conflictiva tiene la
particularidad de ser un “acontecimiento ético” 5 y el capital que está en juego es
moral 6 . Julio de Zan ha caracterizado de forma sintética la principal hipótesis con la
que trabaja Honneth:
Para el análisis de la gramática de los conflictos sociales es más comprensiva y
productiva la figura hegeliana de la lucha por el reconocimiento que las teorías
estándar del conflicto de raíz hobbesiana, o el modelo marxista del antagonismo
de los intereses de clase. Esta superioridad del modelo hegeliano se funda para
Honneth en el hecho de que la teoría hegeliana del conflicto se plantea desde el
comienzo en el terreno moral y de la eticidad. 7
(I) El delito, su aspecto negativo.
4
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 43.
5
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 29.
6
De ahí que el subtítulo del libro de Honneth sea Por una gramática moral de los conflictos sociales.
7
Op. cit., DE ZAN, Julio. “La figura fenomenológica de la lucha por el reconocimiento en A. Honneth y en
P. Ricoeur”, Pág. 142.
4
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La cuestión del delito debe comprenderse, entonces, proyectada sobre esta
recepción honnethiana de Hegel y sobre la articulación conceptual entre lucha y
reconocimiento. Lo primero que hay que destacar es que en el Sistema de la Eticidad
pareciera haber una descripción fenomenológica del delito con un sesgo más bien
negativo; este sesgo se hace patente cuando se habla en términos de una “violencia” 8
que desgarra el tejido formal constituido por el derecho y la eticidad. Digo “pareciera”
porque, como advierte Honneth, hay suficientes indicios en ese texto que permiten
desmentir ese sesgo y mostrar que el delito presenta también un aspecto constructivo,
aún cuando ciertamente Hegel no llegara a explicitarlo.
En las pocas páginas que tiene la segunda parte del Sistema de la Eticidad,
titulada “Lo negativo o la libertad o el delito”, se mencionan numerosos actos
destructivos que, según el caso, se diferencian por el grado de violencia que suponen.
En este punto los actos de destrucción más radicales son la “aniquilación natural” y la
“devastación” ‐“las escobas de Dios” que, como Gengis‐Kan o Tamerlán, barren
“continentes enteros” 9 ‐, pero en sentido estricto no pueden definirse como delitos
porque no presuponen la libertad negativa garantizada por el derecho. Podría
pensarse aquí que, o bien se dan con anterioridad a la formalización del derecho, o
bien son actos de tal magnitud que operan sobre una zona inaprensible, una zona que
se escapa al sistema de derecho instituido y lo interpela.
Honneth refuerza la impresión de que lo que más le preocupa a Hegel, con
respecto a este tema en particular, son los delitos que atentan contra la propiedad, a
saber: el expolio o el robo. Esto no resulta fortuito, si se atiende a la importancia que
se le da, en la primera parte del texto de Jena, a la preservación de la “posesión” o, en
términos formales, a la “propiedad” 10 por parte del derecho. Por lo tanto, el robo se
ajusta mejor que otros delitos para dar cuenta del momento en se produce una
“violación del Derecho” 11 . Es la libertad negativa del individuo puesta contra el
principio jurídico de la propiedad privada. Dirá Honneth sobre esto que “en una acción
8
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.148
9
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.145
10
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.128
11
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.147
5
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delictiva, los sujetos hacen uso destructor del hecho de que sólo están inscritos
negativamente en la vida social común, en tanto que sujetos de derechos de
libertad” 12 .
Hegel hace una descripción de la dinámica de reacciones y contra‐reacciones
que suscita el delito. Esto es, cómo afecta y cómo se refleja el acto destructivo en la
conciencia de quien lo comete y de la persona que es objeto de la agresión. En el caso
de quien comete una agresión el autor del Sistema de la Eticidad habla del surgimiento
de una “mala conciencia moral” 13 , de las reflexiones que se desarrollan en el plano de
la subjetividad aislada ‐podría inferirse que aquí está refiriéndose al remordimiento y
al sentimiento de culpa‐, abstraída del influjo de un mundo ético y público que excede
la mera individualidad y que es al mismo tiempo el que le confiere realidad en la trama
intersubjetiva del reconocimiento. Quien realiza esta clase de agresión contra el otro y
contra los lazos éticos que los vinculan, vive esta agresión como cometida también
contra sí mismo y sabe y anticipa una reacción vengativa por parte del agredido. Hay
en el que comete un delito una necesidad de restablecimiento de las relaciones éticas
y de la totalidad viva, orgánica que quebrantó. En sus palabras:
Por tratarse de algo interno, incompleto, esa conciencia aspira a una totalidad.
Dicha conciencia se delata, se revela y se elabora por medio de sí misma el tiempo
necesario hasta verse frente al contra‐efecto ideal o inversión de su realidad,
amenazando exteriormente y en tanto que es su enemigo. Entonces, comienza a
satisfacerse, pues divisa el inicio de su realidad en ese enemigo. Produce un
ataque contra sí misma de modo que puede defenderse y se calme por medio de
la resistencia contra ese ataque, haciendo frente a la negación amenazadora de la
exigencia más universal, de la indiferencia y de la totalidad, es decir, de la vida,
respecto a la cual incluso la conciencia moral constituye una determineidad 14 .
Quisiera resaltar la idea de que el agresor, al conculcar el derecho y al romper
el pacto de respeto de la propiedad del otro, eje no desdeñable para Hegel de la
12
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 32
13
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.144
14
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.144
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libertad negativa del individuo y de su conformación en tanto persona jurídicamente
reconocida, vuelve el aguijón de su agresión contra sí mismo. Hegel insiste en que los
individuos no están puestos “uno al lado de otro” 15 , sino que son en tanto que siempre
están en relaciones con otros. Digo son porque su identidad adquiere realidad efectiva
(sale del plano de lo que llama la negatividad, idealidad o abstracción) en la medida en
que sea reconocida por una alteridad y, por lo tanto, el hecho de quebrantar esta
relación repercute en última instancia contra su propia identidad.
Ahora bien, más allá de esta suerte de autoagresión está claro que quien
delinque lesiona a otra persona. Y esta herida no está limitada a la mera privación que
sufre de un objeto material que consideraba suyo, su posesión o propiedad ‐su
“derecho en el derecho” 16 . Esta lesión afecta a la persona como un todo o, invirtiendo
los términos, a la totalidad de la persona. Lo que termina por deteriorarse es la
confianza depositada en un contrato con los otros que se formaliza e institucionaliza
jurídicamente y que prescribe un determinado lazo a partir del cual se me reconoce y
se lo reconoce como persona con derecho a preservar su propiedad. Lo que hay en
definitiva es una agresión pública, una lesión a la integridad de la persona y a su
“honor” 17 . Es decir, no hay reparación material para esta clase de agravio o una
posible restitución de la propiedad sustraída. Y no lo hay porque lo que se ve lesionado
es de un orden muy diferente que exige invertir esta situación unilateral en un acto de
“justicia vengativa” 18 . Dirá Hegel:
Es el mismo sujeto el que queda lesionado en dicha relación, queda suprimido
algo en él; pero lo que se suprime en él no quiere decir una reducción de su
posesión, pues dicha reducción no le concierne como sujeto, sino más bien el
aniquilamiento de sí mismo como indiferencia por y dentro de este acto singular‐;
ahora bien, puesto que la indiferencia de la determineidad es la persona, y esta
15
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.148
16
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.129
17
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.150
18
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.143
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queda aquí lesionada, la reducción de la propiedad resulta ser una lesión
personal. 19
Lo que se produce aquí es un duelo, un “combate” 20 a vida o muerte causado
por una lesión en la integridad o el honor de una persona. Lo que se disputa, en esta
lucha por el reconocimiento, es el todo de una persona. O como la llama Hegel una
“lucha de la persona total contra la persona total” 21 en la que se presenta el máximo
peligro y la máxima amenaza ‐la amenaza de muerte‐ que se le puede presentar a una
persona. Aquí se ve cómo opera el concepto de lucha que Hegel toma prestado de
Hobbes, pero articulado con la idea fichteana de reconocimiento. Al igual que en
Hobbes el otro representa una amenaza para mí; es cierto, lo que peligra o puede
peligrar, de una u otra forma, es la vida o la autoconservación de los que están
involucrados. Pero todo esto se corre del eje meramente material (por eso, como
mencioné anteriormente que no se trata de la propiedad, no es éste el principal
problema que trae aparejado el delito) y se sitúa en un orden normativo ya presente
en las relaciones que establecen las personas entre sí, incluso antes de la imposición
de un orden estatal que, para las teorías empiristas que la filosofía hegeliana pone en
cuestión 22 , les viene dado como desde fuera para resguardar su seguridad. Como bien
señala Honneth en este punto, la lucha es ya “un acontecimiento ético” 23 y se
desarrolla en esta dimensión aún en las comunidades en las que no se ha dado el paso
a una eticidad pura o absoluta.
Quisiera señalar un punto importante en esta explicación. Este combate o lucha
por invertir una situación de agresión y unilateralidad ‐y cuando se dice aquí invertir
debe entendérselo literalmente, ya que la persona agredida intentará por medio de la
venganza subsumir o subyugar a su agresor‐ se da en el marco de una relativa igualdad
o, como la llama Hegel, una “ley de igualdad” 24 . Si no se cuenta con esa ley no cabe
19
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.144
20
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.150
21
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.149
22
HEGEL, GWF. Sobre las maneras de tratar científicamente el derecho natural, Madrid, Aguilar, 1979,
Págs. 11‐26
23
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 29
24
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad. Pág.151
8
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hablar de “combate” (de hecho queda suprimida toda posibilidad de lucha) ya que,
debido a la absoluta asimetría de fuerza, no hay venganza posible; esto es lo que en el
Sistema se designa con la palabra “opresión” 25 .
Asimismo el delito, específicamente el robo violento, y las reacciones
vengativas que trae aparejado deben comprenderse en un plano diferente al de la
relación de dominación y servidumbre ‐a no ser que sea un robo “devastador” 26 . La
diferenciación entre una cosa y otra es muy sutil y puede a simple vista parecer
ambigua. Hegel dice lo siguiente: el robo violento no debe entenderse en los términos
de la relación de dominio y servidumbre, pero en alguna medida una y otra presentan
notorias similitudes. El que comete el delito hace un uso unilateral de la fuerza
aprovechando su ventaja ocasional sobre la persona expoliada, cuya fuerza es menor.
Este mismo esquema, sólo que con sus acentos invertidos, se presentará cuando el
agredido lleve a cabo su venganza, su afán por subsumir al agresor y convertirlo en
alguna medida en su siervo. Pero esto se hace, por un lado, sobre el transfondo de una
ley de igualdad y, por otro lado, por un lapso de tiempo acotado. Dicho de otra
manera, la servidumbre es sólo momentánea y esto es lo característico de la
subyugación (Unterjochung). En la relación de esclavitud ‐de dominación y
servidumbre‐ esta situación se prolonga en el tiempo, es un devenir el que constituye
el sometimiento (Bezwingung). En pocas palabras, en el robo violento hay subyugación
pero esta no alcanza a cristalizarse en sometimiento.
Pero dicho robo sólo existe donde no se da la razón constitutiva de dominación y
servidumbre. (…) se trata de auténtico robo violento; y por el hecho de que dicho
robo se dirige hacia lo personal, la persona se mide con la persona, y el que ha
sido objeto de coacción se convierte en el siervo del otro; y este convertirse en
siervo constituye verdaderamente la manifestación de la relación constitutiva que
está adscrita a cada uno de los individuos en esta relación de la subsunción; los
individuos no pueden estar uno al lado de otro sin relación. (…) la realidad de esta
25
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.150
26
Op. cit., HEGEL, GWF. Sistema de la eticidad, Pág.148
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expresiones que, articuladas con el tratamiento de este tema en los escritos teológicos
que Hegel redactó en su juventud y que anteceden a su período de Jena, presentan un
escenario diferente. Las expresiones que usa Hegel y que Honneth se apresura a
recuperar son dos: en relación a la devastación natural habla de “las abstracciones de
los Ilustrados” ante las cuales reaccionarían los agresores; en relación al delito en
general dice que se trata de una “contraposición a una contraposición” 32 , con lo cual
da a entender que quienes cometen un delito han sido previamente objetos de una
oposición o un acto de menosprecio. A partir de estas expresiones, Honneth realiza las
siguientes inferencias: a) que si se sigue de forma exhaustiva la descripción contenida
en el Sistema, se torna visible un hiato o vacío conceptual que Hegel no llegó a abordar
de forma satisfactoria. Este hiato se vincula directamente al problema de las
motivaciones o, para usar una noción sociológica, de lo resortes de la acción delictiva y
b) que, si se presta atención a estas motivaciones, puede cobrar visibilidad el aspecto
constructivo del delito.
Es al punto a) al que quería llegar y el que proporciona la clave interpretativa
para responder a una de las preguntas que formulé al comienzo. Repitiendo estas
preguntas: ¿efectivamente puede hablarse de motivaciones o de situaciones de
menosprecio que empujan a cometer actos destructivos?, ¿cuál es la situación de
menosprecio que constituye la base motivacional del acto delictivo y que, si bien no
llega a desarrollarse en el texto de Hegel, pareciera inferirse del mismo? Entiendo que
para responder a esta pregunta es necesario analizar cómo Honneth completa los
espacios vacíos en el Sistema y cuánto hay de su propia teoría del reconocimiento a la
hora de mover conceptualmente las piezas que ese texto proporciona. Y esto es así
porque hablar de motivaciones y de menosprecio supone hablar de algunas de las
principales herramientas conceptuales que emplea Honneth en otros capítulos de La
lucha por el reconocimiento, para explicar las luchas sociales.
Si se consideran las expresiones que usa Hegel en el Sistema que mencioné
anteriormente ‐donde se habla de las “abstracciones de los Ilustrados” y del delito
32
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 32
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como “contraposición a una contraposición”‐, la respuesta al primer interrogante es
afirmativa. En este sentido, la inferencia que hace Honneth constituye una respuesta
explícita: el delito no es un acto enteramente arbitrario, tiene motivaciones y estas
motivaciones son de índole social y fundamentalmente ético. Para el autor hay
claramente una situación de menosprecio que antecede y empuja al delito y esta
situación viene propiciada por las abstracciones contenidas en el derecho (hay que
tener en cuenta que la igualdad que promulga el derecho se da principalmente en
términos formales y además que la libertad de la que goza el sujeto es meramente
negativa, no permite incidir o participar en la vida común con los otros o lo hace de
una forma restringida dentro de la sociedad civil) y en una eticidad aún no plenamente
desarrollada. Dicho en otros términos, quien realiza un acto destructivo reacciona ante
una falta de reconocimiento de su singularidad y de su lugar en la comunidad que se
pasa por alto en las relaciones ético‐jurídicas. Dirá Honneth que en el texto de Hegel:
(…) queda sin mencionar la reflexión teórica sobre las motivaciones, que presenta
la acción del delincuente como un tipo de formación reactiva a las abstracciones y
unilateralidades, que estructuralmente están depositadas en las relaciones
jurídicas en cuanto tales. (…) puede conjeturarse que Hegel remite el origen del
«delito» a un estado incompleto de reconocimiento; que el motivo interno del
delincuente constituye la experiencia, que él mismo no se ha sentido reconocido
de manera satisfactoria en los estadios establecidos de reconocimiento
recíproco. 33
Esta situación de falta de reconocimiento es lo que está en la base motivacional
de las acciones destructivas. Lo interesante es que el plano constructivo que presenta
el delito se vincula precisamente con esto, es decir, con hacer visible a partir del
conflicto una trama no inclusiva de relaciones intersubjetivas. La exigencia tácita del
delito es, en gran medida, que esta trama se reconfigure en virtud de una mayor
reciprocidad; lo cual, sin embargo, no puede alcanzarse de una vez y para siempre
debido a que las relaciones se tornan cada vez más exigentes y son cada vez más los
33
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 32 y 33. (Las cursivas son mías).
12
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34
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 37.
35
Julio De Zan traduce este término como vida ética relativa y dice a propósito que se trata de la “vida
burguesa que permanece centrada en los intereses particulares, que no mira directamente a lo
universal, por lo tanto no tiene en sí misma nada de lo político, pero mantiene una relación esencial con
el Estado en cuanto a la defensa externa y el respaldo del marco jurídico, necesario para la garantía de la
propiedad y para el funcionamiento de su actividad”. DE ZAN, Julio. La filosofía social y política de Hegel.
Trabajo y propiedad en la filosofía práctica. Buenos Aires, Ediciones del signo, 2009, Pág. 192
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quiebre trae aparejado el desarrollo de la moralidad absoluta 36 y un tercer nivel: el del
Estado. En él se potencia la sociabilidad del individuo y su anclaje en la comunidad
moral a la que pertenece. Aquí es donde opera la solidaridad y la valoración recíproca
entre los individuos o grupos. También se tiene en cuenta, en este último nivel, la
dimensión del “honor” o “prestigio” 37 al igual que en el caso del combate o duelo que
describe Hegel. Es importante mencionar que en cada uno de estos niveles la lucha por
el reconocimiento tiene sus particularidades (aún cuando pueda haber yuxtaposiciones
o solapamientos). Por otra parte, lo que Honneth denomina luchas sociales se dan
fundamentalmente en lo que respecta al plano del derecho y al de la valoración social.
(III) Delito y lucha social
Estas aclaraciones despejan el camino para abordar otra pregunta: ¿puede
pensarse una analogía entre el conflicto en torno al delito y las luchas por el
reconocimiento que predominan en las sociedades contemporáneas? En principio,
puede señalarse que comparten el mismo modelo hegeliano del conflicto, pero en
cada uno de los casos la lucha por el reconocimiento se expresa en niveles diferentes.
A pesar de este hecho (que se expresa en diferentes planos), quisiera mostrar cómo
Honneth, en el capitulo seis y ocho de La lucha por el reconocimiento, utiliza términos
análogos para explicar el delito y la lucha social y cómo en las dos situaciones puede
decirse que se parte de un trasfondo moral similar.
Tanto en el caso del delito como en el de la lucha social, Honneth introduce el
concepto de “honor” y lo define de manera muy similar: en el caso del delito lo que se
afecta es el “honor” entendido como “la posición que adopto frente a mí mismo
cuando identifico positivamente mis cualidades y mi especificidad” 38 . En el caso de las
36
Respecto a la eticidad absoluta, explicará De Zan que su “actividad es un producir que no termina sin
embargo en un determinado producto sino que hace ser a la propia totalidad viviente del pueblo (…) Se
trata de un producir, de una poiesis que tiene que ver con el ser real, o con el mundo objetivo, pero
cuyo resultado no es alguna determinación particular, externa, sino universal e inmanente a la vida del
pueblo”. Op. cit., DE ZAN, Julio. La filosofía social y política de Hegel, Pág. 195. De forma esquemática,
podría decirse que se trata del equivalente hegeliano al ideal de la polis griega y que corresponde a la
esfera pública y política.
37
HONNETH, Axel. Crítica del agravio moral. Patologías de la sociedad contemporánea. Buenos
Aires, Fondo de Cultura Económica, Pág. 154
38
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 35
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reacciones sociales ante las situaciones en que se “injuria”, se “deshonra” o se ataca el
valor social de un grupo o un singular afirma que “con el «honor (…) de una persona
(…) se designa la medida de la valoración social que en el horizonte de la tradición
cultural de una sociedad se le otorga al tipo de su autorrealización” 39 . Así el modelo
del combate en torno al honor que se suscita con el delito muestra consonancias con
el de las luchas sociales y lo que se disputa es la debida valoración por parte de los
otros de las capacidades y singularidades de una persona o grupo social.
Otro punto en común que se puede destacar es la motivación moral que
subyace tanto al delito como a la lucha social. He mostrado cómo Honneth introduce
esta cuestión en su particular lectura del Sistema de la Eticidad. El delito es, de alguna
forma, una reacción y una forma de resistencia ante la falta de reconocimiento. Por
otra parte, una de las tesis fuertes del autor es que las acciones de resistencia y
rebelión social tienen como “base motivacional” 40 los “sentimientos negativos” ‐la ira,
la cólera o, en el otro extremo, la vergüenza 41 ‐ que suscitan las situaciones de no
reconocimiento o menosprecio. Afirmará en relación a esta reacción afectiva que a
partir de “la experiencia de menosprecio puede devenir el impulso motivacional de
una lucha por el reconocimiento” 42 . Y, en otro capítulo, sostiene que “en los
sentimientos colectivos de injusticia (…) se asienta un modelo que remite el origen y el
curso de las luchas sociales a experiencias morales que los grupos realizan acerca de la
privación del reconocimiento social o de derechos” 43 . En este punto podría decirse que
estas “experiencias morales” de privación de reconocimiento o de derechos
constituyen un trasfondo moral similar al delito y a la lucha social, aún cuando
representan reacciones diferentes ante dicho trasfondo.
Mi intención aquí es hacer evidente ese trasfondo moral similar que caracteriza
al delito y a la lucha social, más que realizar una enumeración exhaustiva de sus
39
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 163.
40
42 Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 163.
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Págs. 165 y 168. En su discusión con Nancy
Fraser habla de las “fuentes motivacionales del descontento y de la resistencia social”, HONNETH, Axel
y FRASER, Nancy. ¿Redistribución o reconocimiento? Madrid: Morata, 2006, Pág. 101.
41
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 165
42
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 168
43
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 199. (Las cursivas son mías).
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características en común. Por otra parte, hay muchas diferencias. Así, en la articulación
de la lucha social existen factores ‐“intereses comunes”, una “semántica colectiva”, la
articulación de una acción grupal, etc. 44 ‐ que no están presentes en las acciones
delictivas y que definen el carácter privado de estas últimas en el sentido de que no
tiene presencia en el espacio público como sí tienen aquéllas.
(IV) Consideraciones finales.
Para terminar, quisiera desarrollar dos argumentos. Se puede decir, retomando
lo que dije respecto a la primera pregunta, que Honneth completa los espacios en
blanco dejados en el Sistema de la Eticidad; esos espacios en blanco sirvieron como
disparador para elaborar nociones centrales de su propia teoría social (motivación,
reacción afectiva, situaciones de agravio moral). De ahí su preocupación por entender
el escenario social de no reconocimiento en el que se inscribe el delito y que Hegel no
alcanzó a tematizar. Esta lectura, este intento de actualizar la filosofía de Hegel, resulta
de utilidad para revisar determinados presupuestos a la hora de comprender el
problema del delito. La explicación de Honneth se contrapone y permite deconstruir
determinado discurso mediático que tiende, por un lado, a estigmatizar a un sector
social en particular y, por el otro, a centrar la mirada en las soluciones punitivas del
tema. En este sentido, el afán de Honneth por matizar el sesgo destructivo que
advierte en la descripción hegeliana del delito constituye un aporte para una
comprensión ampliada de esta temática.
Pero, por otro lado, cabe preguntarse si esta teoría, que en algunos puntos
conceptualiza en términos similares la cuestión del delito y la de la lucha social a partir
de un transfondo moral similar, no resulta problemática. Lo que resulta problemático
es el hecho de que los caracteres más importantes de las protestas sociales sean, para
Honneth, morales más que políticos. El trasfondo moral similar entre el delito y la
lucha social (constituido por situaciones de agravio y en donde se pone en juego el
“honor” o la “valoración social”) afianza aún más esta impresión. Pienso que este
(parcial) paralelismo que he demostrado funciona como argumento a favor de la crítica
44
Op. cit., HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento, Pág. 197
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y la propuesta teórica realizada por Julio de Zan en su artículo “La figura
fenomenológica de la lucha por el reconocimiento en A. Honneth y P. Ricoeur”. Lo que
el autor le reprocha a Honneth es justamente el tinte moral que le atribuye a las luchas
por el reconocimiento. Lo cual, no sólo sería reduccionista como marco teórico de
referencia para abordar ciertos fenómenos sociales, sino que incluso resulta
“dudoso” 45 como interpretación de Hegel. Este cuestionamiento lo lleva proponer lo
siguiente:
1) desvincular (…) el concepto mismo de lucha de la moral, lo cual estaría en
consonancia con la idea original de Hegel de la lucha por el reconocimiento, 2)
comprender las luchas sociales como formas eminentes de la acción política, y 3)
mantener en cierto modo, contra el neoaristotelismo, el principio moderno de la
autonomía de la política frente a la moral, lo cual no significa que se puedan
justificar políticas inmorales, pero tampoco justifica que se pueda hacer política
con la moral, y tiene en cuenta que es problemática y poco realista el pretender
resolver desde la moral los conflictos políticos 46 .
En pocas palabras, lo que a mi modo de ver la teoría de Honneth gana en
términos de una comprensión ampliada del problema del delito, pareciera perderlo, al
mismo tiempo, en lo que respecta a la conceptualización del sentido y la motivación
política de las luchas sociales.
45
Op. cit., DE ZAN, Julio. “La figura fenomenológica de la lucha por el reconocimiento en A. Honneth y en
P. Ricoeur”, Págs. 148
46
Op. cit., Pág. 164
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