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UNIVERSIDAD DE COSTA RICA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

ESCUELA DE HISTORIA

HISTORIA CONTEMPORÁNEA
HA-4000

GRUPO 02

PROF. JAVIER AGÜERO GARCÍA

ESTUDIANTES

MELISSA ALFARO SEGURA A70246


DIEGO JIMÉNEZ SOLANO A83316
JAVIER NAVARRO DURÁN B04471

II SEMESTRE

2010
Introducción

1.1 Semblanza del Autor

Hobsbawm nació en 1917 en Alejandría, Egipto, y creció en Viena y Berlín.


Sus padres fueron Leopold Percy Hobsbawm y Nelly Grün, ambos judíos.
Aunque vivieron en países de habla alemana, sus padres continuaron
hablándoles a él y a su hermana Nancy en inglés. Su padre murió en 1929 y
posteriormente lo hizo su madre, por lo cual él y Nancy fueron adoptados
por su tía materna Gretl Grün y por su tío paterno Sydney Hobsbaum, los
que acabarían casándose y dando a luz a un hijo llamado Peter Hobsbaum.
En 1933, la familia se traslada a vivir a Londres.

Eric fue educado en el Prinz-Heinrich-Gymnasium en Berlín, en el St


Marylebone Grammar School y en el King's College, Cambridge, donde se
doctoró en la Fabian Society. Formó parte de una sociedad secreta de la
élite intelectual llamada losApóstoles de Cambridge. Durante la Segunda
Guerra Mundial, sirvió en el cuerpo de Ingenieros y el Royal Army
Educational Corps. Casado en dos ocasiones, primero con Muriel Seaman en
1943 (se divorció en 1951) y luego con Marlene Schwarz. Con esta última
tuvo dos hijos, Julia Hobsbawm y Andy Hobsbawm, y un hijo llamado
Joshua de una relación anterior.

En 1947, obtuvo una plaza de profesor de Historia en el Birkbeck College,


de la Universidad de Londres. Fue profesor visitante en Stanford en los años
60. En 1978 entró a formar parte de la Academia Británica. Se retiró en
1982, pero continuó como profesor visitante, durante algunos meses al año,
en The New School for Social Research en Manhattan hasta 1997.
Actualmente es profesor emérito del departamento de ciencias políticas de
The New School for Social Research's.

Habla inglés, alemán, francés, castellano e italiano.

Lee holandés, portugués, aragonés y catalán.

2
1.2 Problema

Relatar la historia de este siglo corto, por ello el hace una división de este
siglo en tres. La primera llamada la edad de las catástrofes, la segunda la
edad de oro y por último la edad de derumbamiento.

Sinopsis

2.1 Comentario de la obra

El siglo veinte terminó en 1991. Eric Hobsbawm identifica y describe


detenidamente el periodo 1914-1991, al cual llama el corto siglo veinte,
como una etapa histórica coherente (Historia del siglo XX, 1914-1991 -Age
of extremes. The short twentieth century-, Barcelona, Crítica, 1995). En una
difícil síntesis, en algunos momentos brillante y en otros más que discutible,
el historiador inglés se aproxima a la grandeza y miseria del siglo desde la
consciencia de que nuestras encrucijadas actuales no son sino un producto
de sus acontecimientos y sus tendencias. Desde esa perspectiva afronta
nuestra capacidad o incapacidad para aprender de ese pasado.

El siglo corto es conceptualizado mediante una periodización temporal


asociada a varias metáforas. La "era de las catástrofes" de 1914-1945, la
"edad de oro" de 1945 a 1973 y el "derrumbamiento" de 1973-1991.

A pesar de las objeciones que podemos realizar a algunos enfoques de


Hobsbawm debe reconocérsele el mérito intelectual que supone su brillante
labor de síntesis, así como las numerosas aportaciones y algunas lúcidas
interpretaciones que contiene. Por otra parte, esta obra constituye la
culminación de una notable obra histórica, representada especialmente por
la trilogía que componen Las revoluciones burguesas, La era del
capitalismo y La era del imperio, todas ellas editadas en España.

Su nuevo libro es, por tanto, una obra interesante, un proyecto


de autobiografía del siglo y, de forma latente, de la peripecia intelectual y
vital del propio autor y de su generación. Aunque Hobsbawm ha sido un

3
historiador marxista atípico, que ha mantenido algunas distancias respecto
a la ortodoxia, su larga fidelidad al Partido Comunista de Gran Bretaña
puede estar en la raíz de algunas de las sensaciones generacionales que
transmite el autor ante el giro producido por las transformaciones
antitotalitarias del 89-91. Así parece totalmente sincero al señalar, que "las
nociones morían, igual que los hombres: en el transcurso de medio siglo, él
había visto derrumbarse, convertidas en polvo, varias generaciones de
ideas" (p.181). Esa visión de hombre del siglo, resulta inseparable de esa
vinculación a un marxismo que ha sido incapaz de dar cuenta de los
procesos reales de cambio que se estaban desarrollando en el sistema
mundial y a los auténticos procesos de mutación en marcha.

Desde el punto de vista crítico se percibe una clara insuficiencia en algunos


útiles conceptuales y políticos empleados para analizar las corrientes
profundas del siglo. En particular, sorprende el escaso protagonismo que
concede al desarrollo de las instituciones democráticas-electorales como
rasgo histórico específico posterior a 1945, así como la negativa a la
utilización del concepto de totalitarismo respecto a las experiencias de corte
estalinista. Tales limitaciones pueden estar relacionadas, como ha señalado
Michael Mann (New Left Review, nº 214) con el hecho de que el gran
ausente del libro de Hobsbawm es la evolución del pensamiento social
contemporáneo, especialmente en términos de teoría política y sociológica,
lo cual contrasta con la atención prestada al desarrollo de las culturas y a
la ciencia dura.

En la obra de Hobsbawm chirrían diversos elementos metodológicos, al


mantener en la indefinición los elementos motrices de su explicación
histórica. En la primera parte tiende a un análisis social en términos de
clases, mientras que en la segunda opta por una causalidad tecnológica
económica. En cambio, en la categorización del último cuarto de siglo, el
autor parece haberse dejado llevar por un determinismo ideológico. Como
otros numerosos intelectuales conectados con la experiencia comunista
parece ver el final de siglo como la desaparición de una concepción del
mundo y atribuye a esa sensación (o convicción) un carácter axial en su
interpretación.

4
Es evidente que en las puertas del siglo XXI estamos ante una etapa de
incertidumbres, dudas y dilemas que sitúan al ser humano en un intrincado
y complejo laberinto fáustico. Pero el hombre de su tiempo hace una
trampa al historiador cuando le hace creer que en otros momentos las cosas
fueron de otra manera. Incluso en los momentos en que las seguridades
totalitarias parecían dominar el desenvolvimiento del siglo, existía ese
laberinto indeterminado e indeterminable en el que se desarrollan las
acciones humanas.1

2.2 Balance

2.2.1 Contenido

Siglo XX.

El siglo veinte terminó en 1991. Eric Hobsbawm identifica y describe


detenidamente el periodo 1914-1991, al cual llama el corto siglo veinte,
como una etapa histórica coherente. El siglo corto es conceptualizado
mediante una periodificación temporal asociada a varias metáforas. La "era
de las catástrofes" de 1914-1945, la "edad de oro" de 1945 a 1973 y el
"derrumbamiento" de 1973-1991.

Eric Hobsbawm, en esta obra aclara que el escribir sobre el siglo XX


no es tarea fácil, ya que es un periodo que el vive en carne propia, escribe
de sus experiencias, y no se basa en trabajos de historiadores posteriores,
Mi vida coincide con la mayor parte de la época que se estudia en este libro
y durante la mayor parte de ella, desde mis primeros años de adolescencia
hasta el presente, he tenido conciencia de los asuntos públicos, es decir, he
acumulado puntos de vista y prejuicios en mi condición de contemporáneo
más que de estudioso2.
En esta obra, lo que principalmente hace el autor, es analizar sus
conocimientos del tema, y profundizar suficiente en la bibliografía de temas
tan importantes como la guerra fría o la historia de los años treinta,
aclarando claro esta que habrá temas en donde se de cierto
desconocimiento o tenga puntos de vista discutibles.
1
. Vera, Juan Manuel. Sobre Hobsbawn y el corto siglo veinte. En: Iniciativa Socialista. Nº 39, abril 1996.
2
Hobsbawm, Eric. El siglo XX. Barcelona, Editorial Gribaldo, Col. Critica, trad. Juan Faci, Jordi Ainaud
y Carme Castells, PREFACIO.

5
“Además de las amplias y variadas lecturas de muchos
años, complementadas con las que tuve que hacer para
dictar los cursos de historia del siglo xx a los
estudiantes de posgrado de la New School for Social
Research, me he basado en el conocimiento acumulado,
en los recuerdos y opiniones de quien ha vivido en
muchos países durante el siglo xx como lo que los
antropólogos sociales llaman un «observador
participante», o simplemente como un viajero atento”3

Capítulo I
LA ÉPOCA DE LA GUERRA TOTAL.

La importancia que radica en la guerra es como esta fue vista como el


acontecimiento que iba a acabar con la humanidad, aunque esto no ocurrió
si se dio una catástrofe para toda la civilización, además de la diferencia de
la incorporación de todas las superpotencias que convertiría a esta guerra
como mundial, ya que hasta países del continente americano se vieron
involucrados de alguna forma.
“Los alemanes, como ocurriría también en la segunda
guerra mundial, se encontraron con una posible guerra
en dos frentes, además del de los Balcanes al que les
había arrastrado su alianza con Austria-Hungría…El
plan alemán consistía en aplastar rápidamente a
Francia en el oeste y luego actuar con la misma rapidez
en el este para eliminar a Rusia antes de que el imperio
del zar pudiera organizar con eficacia todos sus
ingentes efectivos militares. Al igual que ocurriría
posteriormente, la idea de Alemania era llevar a cabo
una campaña relámpago porque no podía actuar de
otra manera. El plan estuvo a punto de verse coronado
por el éxito.”4

3
Loc cit.
4
I bid, p. 33

6
Es así como en esta contienda iban a participar los austriacos, rusos,
belgas, alemanes y la mayoría los estados europeos que luchaban por sus
diferentes posiciones, ese era el «frente occidental», que se convirtió
probablemente en la maquinaria más mortífera que había conocido hasta
entonces la historia del arte de la guerra. Millones de hombres se
enfrentaban desde los parapetos de las trincheras formadas por sacos de
arena, bajo los que vivían como ratas5.
En el año de 1914, se iba a iniciar lo que era la Era de las matanzas,
conformada para ese momento de la Triple Alianza (Francia, Rusia, Gran
Bretaña), además de las potencias alemana y austro-húngara. Al principio
de la I Guerra Mundial, las potencias centrales manejaban la situación y
frente al avance alemán, Rusia se limitaba defenderse.
“La razón es que, a diferencia de otras guerras
anteriores, impulsadas por motivos limitados y
concretos, la primera guerra mundial perseguía
objetivos ilimitados. En la era imperialista, se había
producido la fusión de la política y la economía. La
rivalidad política internacional se establecía en función
del crecimiento y la competitividad de la economía,
pero el rasgo característico era precisamente que no
tenía límites.”6
Alemania a pesar de la gran carga que le suponía la alianza con el Imperio
austrohúngaro, alcanzó la victoria en el este, y consiguió que Rusia
abandonara las hostilidades y la empujó hacia su Revolución. Entre 1917 y
1918 le hizo renunciar a gran parte de sus territorios europeos
(Condiciones de Paz para Rusia en el Tratado Brest-Litovsk en Marzo
de 1918). Alemania ahora dispone de la libertad para dedicarse al frente
occidental en el cual logro avanzar en Paris.
Finalmente, las potencias vencedoras trataron de conseguir una paz que
hiciera imposible una nueva guerra como la que acababa de devastar el
mundo y cuyas consecuencias estaban sufriendo. El fracaso que cosecharon
fue realmente estrepitoso, pues veinte años más tarde el mundo estaba

5
Loc cit
6
Ibid, p. 37-38

7
nuevamente en guerra.7 Así se buscaba salvar al mundo del bolchevismo y
reestructurar el mapa de Europa eran dos proyectos importantes en ese
periodo.
Alemania quería una posición política y marítima mundial, como la poseía
Inglaterra, relegándola a un puesto inferior además de que ya había
comenzado su declive. Era el todo o nada, Francia en tanto, quería
compensar su creciente e inevitable inferioridad demográfica y económica
en comparación a Alemania. Lo que consistía en un objetivo absurdo y
destructivo, que arruinó tanto a los vencedores como a
los vencidos, precipitó a los vencidos a la revolución y a los vencedores a la
bancarrota y al agotamiento material.
“Las pocas posibilidades de paz que existían fueron
torpedeadas por la negativa de las potencias
vencedoras a permitir la rehabilitación de los vencidos.
Es cierto que la represión total de Alemania y la
proscripción absoluta de la Rusia soviética no tardaron
en revelarse imposibles, pero el proceso de aceptación
de la realidad fue lento y cargado de resistencias,
especialmente en el caso de Francia, que se resistía a
abandonar la esperanza de mantener a Alemania
debilitada e impotente”8
La segunda guerra mundial tal vez podía haberse evitado, o al menos
retrasado, si se hubiera restablecido la economía anterior a la guerra como
un próspero sistema mundial de crecimiento y expansión. Sin embargo,
después de que en los años centrales del decenio de 1920 parecieran
superadas las perturbaciones de la guerra y la posguerra, la economía
mundial se sumergió en la crisis más profunda y dramática, así
la causa inmediata de la Segunda Guerra Mundial fue la agresión
de Alemania, Japón e Italia, descontentas y vinculadas por diversos
tratados desde mediados de la década del 30’. Los episodios que
desencadenan la guerra son invasión Japonesa de Manchuria en 1931, la
invasión Italiana a Etiopía en 1935, la intervención alemana e italiana en la
Guerra Civil Española, la invasión alemana a Austria en 1938 y

7
I bid, p.40
8
I bid, p.43

8
la mutilación de Checoslovaquia por Alemania en 1938 así como su
ocupación en marzo de 1939, eso si lo mas importante de mencionar fue la
participación y por ende el detonante de esta guerra, Adolf Hitler.
La segunda guerra comenzó en 1939 como un conflicto exclusivamente
europeo. En la primavera de 1940, Alemania ya había derrotado a Noruega,
Dinamarca, Países Bajos, y Francia, con gran facilidad, como enemigo, sólo
le quedaba Gran Bretaña.
“El misterio es por qué Hitler, que ya estaba haciendo
un esfuerzo supremo en Rusia, declaró gratuitamente
la guerra a los Estados Unidos, dando al gobierno de
Roosevelt la posibilidad de entrar en la guerra
europea al lado de los británicos sin tener que
afrontar una encarnizada oposición política en el
interior. Sin duda, a los ojos de las autoridades de
Washington, la Alemania nazi era un peligro mucho
más grave, o al menos mucho más general, para la
posición de los Estados Unidos —y para el mundo—
que Japón. Por ello decidieron concentrar sus recursos
en el triunfo de la guerra contra Alemania, antes que
contra Japón”9
El episodio se reanudó con la invasión a la URSS cometida por Hitler el
22 de Junio de 1941, una fecha decisiva para la SGM, al tardar más de los 3
meses contemplados por Hitler, Alemania estaba perdida, pues no tenía
el sustento económico para costear una guerra más larga y sostenerla. Por
lo tanto, fueron obligados a rendirse en Stalingrado entre el verano
de 1942 y marzo de 1943. Desde esta derrota, todo el mundo daba por
hecho que la derrota de Alemania era inminente, porque la URSS invadiría a
Alemania en Berlín, Praga y Viena.
En cambio, para USA, la guerra repercutió favorablemente, ya que en
ambos conflictos alcanzó un alto índice de crecimiento, y se benefició de
su alejamiento de la lucha, de su condición de arsenal de aliados y de la
capacidad de su economía para organizar la expansión de la producción.
El resto del mundo se reparte entre las dos potencias (USA, URSS).

9
I bid, p .49

9
Entre 1914 y 1935, se da la impersonalidad de la guerra, donde
se toman decisiones remotamente, basadas en el sistema y en la rutina, por
lo tanto, la llama guerra de los 31 años.

Capítulo II
LA REVOLUCIÓN MUNDIAL

La revolución fue hija de la guerra del siglo XX, ya que la revolución rusa de
1917 que dio origen a la Unión Soviética, convertida en una superpotencia
cuando se inició la segunda fase de la guerra de los Treinta y Un
Años,10la revolución rusa originó el movimiento de mayor alcance que
ha conocido la historia moderna.
Los partidos socialistas, que se apoyaban en las clases trabajadoras y se
inspiraban en la convicción de la inevitabilidad histórica de su victoria,
encarnaban esa alternativa en la mayor parte de los países europeos.
Parecía que sólo hacía falta una señal para que los pueblos se levantaran a
sustituir el capitalismo por el socialismo, transformando los sufrimientos sin
sentido de la guerra mundial en un acontecimiento de carácter más
positivo: los dolores y convulsiones intensos del nacimiento de un nuevo
mundo; Fue la revolución rusa —o, más exactamente, la revolución
bolchevique— de octubre de 1917 la que lanzó esa señal al mundo,
convirtiéndose así en un acontecimiento tan crucial para la historia de este
siglo como lo fuera la revolución francesa de 1789 para el devenir del siglo
XIX11. Pero también se daba por hecho que la revolución rusa no podía ser y
que no sería socialista. No se daban las condiciones para la
transformación de esas características en un país agrario marcado por la
pobreza, por la ignorancia y el atraso, donde el proletariado
industrial quería enterrar al capitalismo, según Marx esa preparación era
nula. Pero tampoco estaba preparada para una revolución burguesa liberal.
Existían dos posibilidades, que se implantaba en Rusia un régimen burgués-
liberal con el levantamiento de los campesinos y los obreros bajo la orden
de unos partidos revolucionarios o las fuerzas revolucionarias iban más allá
de la fase burguesa-liberal y se acercaban hacia una revolución permanente

10
I bid, p. 62
11
Ibid, p.63

10
y más radical. Bastaron sólo 4 días de anarquía y
de manifestación espontánea en las calles para derrocar el imperio.
Un personaje importante era Lenin quien se veía esencialmente como a un
organizador de golpes de estado, el único activo real que tenían él y los
bolcheviques era el conocimiento de lo que querían las masas, lo que les
indicaba cómo tenían que proceder. Por ejemplo, cuando comprendió que,
aun en contra del programa socialista, los campesinos deseaban que la
tierra se dividiera en explotaciones familiares, Lenin no dudó por un
momento en comprometer a los bolcheviques en esa forma de
individualismo económico.12
El éxito de Lenin consistió en pasar de ese incontrolable y anárquico
levantamiento popular al poder bolchevique. Lo que sobrevino no fue una
Rusia liberal, y constitucional occidentalizada, decidida a combatir a
Alemania, sino un vacío revolucionario, un impotente gobierno provisional y
una multitud de soviets o consejos populares.
El lema “pan, paz y tierra”, suscitó el apoyo para quienes lo
propugnaban, especialmente los bolcheviques de Lenin. En cambio el
gobierno provisional, y sus seguidores, fracasaron al no reconocer la
incapacidad para conseguir que Rusia obedeciera sus leyes y sus decretos.
En junio del mismo año, el gobierno provisional insistió en reanudar la
ofensiva militar, por lo tanto el ejército se negó y los soldados-campesinos
regresaron a sus aldeas.
El gobierno provisional, al que ya nadie defendía, se disolvió con tanta
facilidad que los bolcheviques no necesitaron tomar el poder, sino
simplemente ocuparlo.
Así la revolución se dio por muchos motivos, entre estos por un
Partido Comunista organizado, centralizado, disciplinado y de gran
importancia
y los campesinos veían que las tierras quedarían en su poder si se
quedban en el lado de los “rojos” del gobierno.
Fue ya 1920 cuando los bolcheviques cometieron lo que hoy se nos aparece
como un error fundamental, al dividir permanentemente el movimiento
obrero internacional. Lo hicieron al estructurar su nuevo movimiento
comunista internacional según el modelo del partido de vanguardia de

12
I bid, p. 69

11
Lenin, constituido por una elite de revolucionarios profesionales con plena
dedicación. La revolución de octubre había despertado grandes simpatías en
los movimientos socialistas internacionales, los cuales salieron, de la guerra
mundial radicalizados y muy fortalecidos.
Con pocas excepciones, en los partidos socialistas y obreros existían
fuertes movimientos de opinión favorables a la integración en la nueva
Tercera Internacional (comunista), que crearon los bolcheviques en
sustitución de la Segunda Internacional (1889-1914), desacreditada y
desorganizada por la guerra mundial a la que no había sabido oponerse13,
Ser un revolucionario social significaba ser un seguidor de Lenin y de la
Revolución de Octubre, y ser miembro de alguno de los partidos
comunistas alineados en Moscú. La segunda oleada de
revolución social mundial surgió en la Segunda Guerra Mundial, al igual que
la primera oleada surgió en la Primera Guerra Mundial, pero en la segunda
ocasión, la participación en la guerra y no su rechazo fue lo que los llevó
al poder.
Sea como fuere, lo cierto es que en el siglo XX es raro el tipo de revolución
en la que desaparecen súbitamente la estructura del orden político y la
autoridad, dejando al hombre (y en la medida en que le está permitido, a la
mujer) totalmente libres para hacer cuanto le venga en
gana,14desestructurando totalmente la sociedad que ese momento existía,
los revolucionarios sociales del siglo XX descubrieron tardíamente la senda
de la revolución a través de la guerra de guerrillas. Tal vez eso se debe a
que históricamente esa forma de actividad esencialmente rural se asociaba
con movimientos de ideologías arcaicas que los observadores urbanos
confundían fácilmente con el conservadurismo o incluso con la reacción y la
contrarrevolución.15
En suma, la historia del siglo XX no puede comprenderse sin la revolución
rusa y sus repercusiones directas e indirectas. Una de las razones de peso
es que salvó al capitalismo liberal, al permitir que Occidente derrotara a la
Alemania de Hitler en la segunda guerra mundial y al dar un incentivo al
capitalismo para reformarse y (paradójicamente, debido a la aparente
inmunidad de la Unión Soviética a los efectos de la Gran Depresión) para
13
I bid, p. 76
14
I bid, p. 84
15
I bid, p. 85

12
abandonar la ortodoxia del libre mercado. De esto nos ocuparemos en el
16
próximo capítulo.

Capítulo III
EL ABISMO ECONÓMICO

La primera guerra mundial sólo devastó algunas zonas del viejo mundo,
principalmente en Europa. La revolución mundial, que es el aspecto más
llamativo del derrumbamiento de la civilización burguesa del siglo XIX, tuvo
una difusión más amplia: desde México a China y, a través de los
movimientos de liberación colonial, desde el Magreb hasta Indonesia. Sin
embargo, no habría sido difícil encontrar zonas del planeta cuyos habitantes
no se vieron afectados por el proceso revolucionario17, principalmente los
países de América que muy pocos se vieron afectados.
El progreso técnico continuó e incluso se aceleró en la era de las
catástrofes, transformando las guerras mundiales y reforzándose gracias a
ellas.
Aunque en las vidas de casi todos los hombres y mujeres predominaron las
experiencias económicas de carácter cataclísmico, que culminaron en la
Gran Depresión de 1929-1933, el crecimiento económico no se interrumpió
18
durante esos decenios. Simplemente se desaceleró.
La primera crisis después de la guerra consistió en que el ahorro privado
se esfumó, provocando una falta total o casi total de capital circulante para
las empresas, dando origen a la inflación en 1922-1923.Una
gran dependencia de los países europeos
en especial Alemania, de créditos extranjeros para la reconstrucción de sus
territorios luego de la PGM, lo que conllevó a una inmensa
vulnerabilidad. En 1924 la situación volvía a la calma, se reanudó el
crecimiento económico mundial, en efecto, se reanudó el crecimiento
económico mundial, aunque algunos productores de materias primas y
productos alimentarios básicos, entre ellos los agricultores norteamericanos,
sufrieron las consecuencias de un nuevo descenso del precio de los
productos primarios, después de una breve recuperación. Los años veinte
16
I bid, p. 90-91
17
I bid, p. 93
18
I bid, p. 94

13
no fueron una época dorada para las explotaciones agrícolas en los Estados
Unidos. Además, en la mayor parte de los países de la Europa occidental el
desempleo continuaba siendo sorprendentemente alto19.
Para 1929 la bolsa de New York afectó rápidamente a Alemania y al
resto de los países del mundo. Incluso en países agrario-coloniales, donde
se podía vivir mejor, los precios del trigo, azúcar, harina, arroz, té,
bajaron a un nivel que afectó con fuerza a esas zonas,
generando desempleo. Surgen tácticas de proteccionismo a la
agricultura, pero la gran depresión económica, desterró el liberalismo
económico durante medio siglo. En tanto que la Unión Soviética estaba
en un proceso de industrialización acelerada, no había desempleo.
Estados Unidos entró en la guerra siendo deudor, y salió de ella
siendo acreedor, en 1913 Estados Unidos era la mayor economía del
mundo pero no la de mayor influencia para los años veinte era el principal
exportador y tras Gran Bretaña, era el primer importador. En tanto que
Gran Bretaña y Francia debían a Estados Unidos la mitad de su renta anual
y 2/3 de la renta anual, respectivamente, así el comercio mundial
disminuyó menos de un tercio entre 1929 y 1939, pero las exportaciones
estadounidenses descendieron casi un 50 por 100.20
En 1932 se interrumpieron los pagos, tanto de los aliados como de
Alemania, finalmente sólo Finlandia pagó todo lo que adeudaba. La guerra y
la posguerra en conjunto con los problemas políticos de Europa, sólo
explican una parte del hundimiento económico europeo, hay más razones
como el desequilibrio de la economía mundial, donde Estados Unidos
no necesitaba del resto del mundo, excepto por algunas materias primas,
por lo tanto, no se hizo responsable de la economía mundial, sin
embargo si lo hizo Gran Bretaña cuando estuvo en la posición de Estados
Unidos, además hay que rescatar que la economía mundial era
incapaz de generar una demanda que sustentara la expansión,
se estancaron los salarios, y el sector acomodado fue el más favorecido,
no había equilibrio entre la oferta y la demanda, y tampoco en la
productividad del sistema industrial, dando origen a una sobreproducción y
especulación que llevó al colapso.

19
I bid, p. 97
20
I bid, p. 105

14
“Más pronto o más tarde hasta la peor de las crisis
cíclicas llega a su fin y a partir de 1932 había claros
indicios de que lo peor ya había pasado. De hecho,
algunas economías se hallaban en situación floreciente.
Japón y, en una escala más modesta, Suecia habían
duplicado, al terminar los años treinta, la producción de
los años anteriores a la Depresión, y en 1938 la
economía alemana (no así la italiana) había crecido un
25 por 100 con respecto a 1929. Incluso las economías
más débiles, como la británica, mostraban signos de
dinamismo. Pese a todo, no se produjo el esperado
relanzamiento y la economía mundial siguió sumida en
la Depresión.”21
Así la depresión económica que se dio en este periodo sacó al Partido
Comunista de la URSS, el retroceso de la izquierda no se limitó sólo a la
caída del comunismo, sino también al socialismo europeo, que estaba entre
la espada y la pared. Fuera de Europa, se dio un giro hacia la izquierda.
En Latinoamérica, las medidas y políticas se dieron hacia la izquierda,
aunque fuera por breve tiempo. En el mundo colonial, la crisis intensificó
los movimientos antiimperialistas, por el hundimiento de los
precios en el que sus economías estaban basadas y porque las metrópolis
sólo se preocuparon de sí mismas, de proteger sus empleos y
su agricultura, sin preocuparse de lo que pasaría en sus colonias. En el
mundo colonial, la depresión económica es el inicio de un período de
descontento político y social.
Socialmente, no había esperanza de restablecer la economía del siglo
XIX, el liberalismo y la fe ya estaban obsoletos.
A medida que la Gran Depresión fortaleció la marea del fascismo, empezó a
hacerse cada vez más patente que en la era de las catástrofes no sólo la
paz, la estabilidad social y la economía, sino también las instituciones
políticas y los valores intelectuales de la sociedad burguesa liberal del siglo
xix estaban retrocediendo o derrumbándose. En ese proceso centraremos
ahora la atención.22

21
I bid, p. 108
22
I bid, p. 115

15
Capítulo IV:
LA CAÍDA DEL LIBERALISMO

“De todos los acontecimientos de esta era de las


catástrofes, el que mayormente impresionó a los
supervivientes del siglo XIX fue el hundimiento de los
valores e instituciones de la civilización liberal cuyo
progreso se daba por sentado en aquel siglo, al menos
en las zonas del mundo «avanzadas» y en las que
estaban avanzando. Esos valores implicaban el rechazo
de la dictadura y del gobierno autoritario, el respeto del
sistema constitucional con gobiernos libremente
elegidos y asambleas representativas que garantizaban
el imperio de la ley, y un conjunto aceptado de
derechos y libertades de los ciudadanos, como las
libertades de expresión, de opinión y de reunión”23
Estos valores parecían ser parte y progreso de la vida política, sobre todo
tras la Primera Guerra Mundial, casi todos
los regímenes posguerra, menos Rusia, eran parlamentarios
representativos. Hasta el apogeo de las potencias del este en 1933, se
registró un proceso cada vez más acelerado de las instituciones políticas
liberales. Durante el período entre guerras no hubo nada preciso, sino
cercamientos a la izquierda y a la derecha, el resto del planeta seguía
siendo colonia de algún lugar, por lo tanto estaba alejado del
liberalismo, el cual tiene su punto de retroceso cuando Hitler se convierte
en Canciller en 1933. Tras esto, la amenaza a las instituciones
liberales proviene de la derecha, hasta esta fecha, el término
totalitarismo se aplicaba sólo a los regímenes comunistas, pero de ahora
en adelante servirá para todos los sectores. Los movimientos social-
demócratas ya no son una fuerza subversiva, y los movimientos obreros
son minoría. Ahora los movimientos y el peligro vienen de la derecha, que
no solo constituye un peligro para mantener el gobierno constitucional,

23
I bid, p. 116-117

16
sino también para la civilización de aquel entonces, el término fascismo
es adecuado pero insuficiente.
“El peligro procedía exclusivamente de la derecha, una
derecha que no sólo era una amenaza para el gobierno
constitucional y representativo, sino una amenaza
ideológica para la civilización liberal como tal, y un
movimiento de posible alcance mundial, para el cual la
etiqueta de «fascismo», aunque adecuada, resulta
insuficiente. Es insuficiente porque no todas las fuerzas
que derrocaron regímenes.
Las fuerzas que derribaron regímenes liberales
democráticos eran de tres tipos, dejando a un lado el
sistema tradicional del golpe militar empleado en
Latinoamérica para instalar en el poder a dictadores o
caudillos carentes de una ideología determinada. Todas
eran contrarias a la revolución social y en la raíz de
todas ellas se hallaba una reacción contra la subversión
del viejo orden social operada en 1917-1920”
Las fuerzas aquí mencionadas son primeramente semejantes a la
revolución social, y el origen de ellas, es una reacción contra la
subversión del viejo orden social, tienden a favorecer y privilegiar el ejército
y a la policía, que pueden ejercer la coerción física en contra de la
subversión. Todos son nacionalistas, resentidos por las guerras y
las derrotas, y por no haber conseguido la formación del imperio.
Entre sus diferencias están que son autoritarios/conservadores,
carecen de una ideología concreta, más allá del anticomunismo en el que
coinciden y en los prejuicios. Más que defender el orden tradicional y ser
conservadores, son una forma de resistencia al individualismo liberal y
al desafío que plantea el movimiento obrero y el socialismo. Siente una
nostalgia ideológica de la edad media, donde se reconocía la diferencia
de clases y de los grupos económicos, mediante la jerarquía social, y
el hecho de que cada grupo social desempeñaba una función.
“Hay que reconocer, sin embargo, que el fascismo
presentaba algunas importantes ventajas para el capital
que no tenían otros regímenes. En primer lugar, eliminó

17
o venció a la revolución social izquierdista y pareció
convertirse en el principal bastión contra ella. En
segundo lugar, suprimió los sindicatos obreros y otros
elementos que limitaban los derechos de la patronal en
su relación con la fuerza de trabajo. El «principio de
liderazgo» fascista correspondía al que ya aplicaban la
mayor parte de los empresarios en la relación con sus
subordinados y el fascismo lo legitimó. En tercer lugar,
la destrucción de los movimientos obreros contribuyó a
garantizar a los capitalistas una respuesta muy
favorable a la Gran Depresión.”24
La iglesia católica por su hostilidad a
los estados laicos con pretensiones totalitarias debía ser considerada como
adversaria del fascismo, pero la doctrina del estado corporativo alcanzó
su máxima expresión en los países católicos. El nexo entre el fascismo, la
iglesia, y los estados corporativos es el odio común a la Ilustración del siglo
XVIII, a la revolución francesa y a lo que originó, la
democracia, el liberalismo y el comunismo ateo.

Capítulo V
CONTRA EL ENEMIGO COMÚN

Cuando en enero de 1939 se preguntó a los norteamericanos quién querría


que fuera el vencedor, si estallaba un enfrentamiento entre Alemania y la
Unión Soviética, el 83 por 100 afirmó que prefería la victoria soviética,
frente al 17 por 100 que mostró sus preferencias por Alemania (Miller,
1989, pp. 283-284). En un siglo dominado por el enfrentamiento entre el
comunismo anticapitalista de la revolución de octubre, representado por la
URSS, y el capitalismo anticomunista cuyo defensor y mejor exponente era
Estados Unidos, esa declaración de simpatía, o al menos de preferencia,
hacia el centro neurálgico de la revolución mundial frente a un país
fuertemente anticomunista, con una economía de corte claramente
capitalista, es una anomalía, tanto más cuanto que todo el mundo reconocía

24
I bid, p. 135

18
que en ese momento la tiranía estalinista impuesta en la URSS estaba en su
peor momento.25
A medida que avanzaba la década de 1930 era cada vez más patente que lo
que estaba en juego no era sólo el equilibrio de poder entre las naciones
estado que constituían el sistema internacional (principalmente el europeo),
y que la política de Occidente —desde la URSS hasta el continente
americano, pasando por Europa— había de interpretarse no tanto como un
enfrentamiento entre estados, sino como una guerra civil ideológica
internacional.
En 1935 Alemania denunció los tratados de paz y volvió a mostrarse como
una potencia militar y naval de primer orden y abandonó desdeñosamente
la Sociedad de Naciones. Mussolini, mostrando el mismo desprecio hacia la
opinión internacional, invadió ese mismo año Etiopía, que conquistó y ocupó
como colonia en 1936-1937, y a continuación abandonó también la
Sociedad de Naciones.
La movilización de todo el apoyo posible contra el
fascismo o, lo que es lo mismo, contra Alemania fue
fruto de un triple llamamiento: a la unión de todas las
fuerzas políticas que tenían un interés común en
oponerse al avance del Eje, a una política real de
resistencia y a unos gobiernos dispuestos a practicar
esa política. De hecho, llevó más de ocho años
conseguir esa movilización, o diez si se sitúa en 1931 el
comienzo del proceso que desembocaría en la guerra
mundial. Ello se debió a que la respuesta a esos tres
llamamientos fue indecisa, tibia o equívoca.26
El antifascismo organizó a los enemigos tradicionales de la derecha pero no
aumentó su número; movilizó a las minorías más fácilmente que a las
mayorías.
La democracia liberal retrasó o impidió las decisiones políticas,
particularmente en Estados Unidos, e hizo difícil, y a veces imposible,
adoptar medidas impopulares. Incluso un presidente fuerte y popular como

25
I bid, p. 149
26
I bid, p. 153

19
Roosevelt se vio imposibilitado de llevar adelante su política exterior
antifascista contra la opinión del electorado.
Lo que debilitó la determinación de las principales democracias, europeas,
Francia y Gran Bretaña, fue el recuerdo de la primera guerra mundial. Lo
sentían tanto lo votantes como los gobiernos, porque su impacto había sido
de extraordinarias proporciones y de carácter universal. Había que evitar a
cualquier precio una nueva guerra de esas características. La guerra había
de ser el último de los recursos de la política.
La izquierda estaba ante un dilema. Por una parte, la fuerza del
antifascismo radicaba en que movilizaba a quienes temían la guerra; tanto
los horrores del conflicto anterior como los que pudiera producir el
siguiente.
La división del mundo, o de una gran parte del mismo, en dos zonas de
influencia que se negoció en 1944-1945 pervivió. Durante treinta años
ninguno de los dos bandos traspasó la línea de demarcación fijada, excepto
en momentos puntuales. Ambos renunciaron al enfrentamiento abierto,
garantizando así que la guerra fría nunca llegaría a ser una guerra caliente.
En el bando aliado fue una guerra de reformadores, en parte porque ni
siquiera la potencia capitalista más segura de sí misma podía aspirar a
triunfar en una larga guerra sin aceptar algún cambio. En los países donde
se celebraron elecciones libres se produjo un marcado giro hacia la
izquierda.
La URSS fue, junto con Estados Unidos, el único país beligerante en el que
la guerra no entrañó un cambio social e institucional significativo. Sin
embargo, resulta claro que la guerra puso a dura prueba a la estabilidad del
sistema, especialmente en el campo, que fue sometido a una dura
represión. La victoria soviética se cimentó realmente en el patriotismo de la
nacionalidad mayoritaria de la URSS que fue siempre el alma del ejército
rojo. No en vano, la segunda guerra mundial se le dio en la URSS el
apelativo oficial de “la gran guerra patria”.
Las aspiraciones comunes no estaban tan alejadas de la realidad común.
Tanto en el capitalismo constitucional occidental como los sistemas
comunistas y el tercer mundo defenderían la igualdad de los derechos para
todas las razas y para ambos sexos, esto es, todos quedaron lejos de
alcanzar el objetivo común pero sin que existieran grandes diferencias entre

20
ellos. Todos eran estados laicos y a partir de 1945 todos rechazaban
deliberada y activamente la supremacía del mercado y eran partidarios de
la gestión y planificación de la economía por el estado.
La transformación social que se produjo no fue la que se deseaba ni la que
se había previsto. La primera contingencia que tuvieron que afrontar fue la
ruptura casi inmediata de la gran alianza antifascista. En cuanto
desapareció el fascismo contra el que se habían unido, el capitalismo y el
comunismo se dispusieron de nuevo a enfrentarse como enemigos
irreconciliable.

II PARTE
LA EDAD DE ORO

Capítulo VIII
LA GUERRA FRÍA

El autor empieza analizar el período denominado guerra fría, nos hace una
descripción sobre que es este acontecimiento, en donde se destaca la
rivalidad constante en las dos principales superpotencias surgidas de la
segunda guerra mundial.27 Como había un “miedo” a la destrucción entre
estas dos potencias, por lo cual se vivía con un temor y una tensión
constante, por los movimientos que realizaban ambas potencias en
conflicto.
Se habla sobre la doctrina Truman, la cual consiste en “la política de los
Estados Unidos tienen que ser apoyar a los pueblos libres que se resisten a
ser subyagados por minorías armadas o por presiones exteriores”28
Con la creación de armas nucleares en la U.R.S.S. la guerra fría se convirtió
en un arma política, pues estas dos potencias sabían las consecuencias que
podría sufrir con una guerra. Además la Unión Soviética, necesitaba apoyo
económico, y sin duda, no iba a enemistarse con Estados Unidos, ya que
era la potencia que podría proporcionarle esta ayuda.

27
. Ibíd., 230
28
. Ibíd., 233

21
Es así como la guerra fría se transforma en evitar el expansionismo del
comunismo y del capitalismo en los demás países, “la guerra fría había
llenado el mundo de armas hasta un punto que cuesta creer”29 .
El autor nos explica que el fin de la guerra fría, es el fin de una época, así
mismo no es el fin de un conflicto internacional.

Capítulo IX
LOS AÑOS DORADOS

¿Por qué el autor utiliza el término de años dorados?, en este capítulo


desarrolla esta temática, pues se descubre que después de las guerras,
hubo un crecimiento económico muy importante, exceptuando las zonas
que estaban en influencia comunista.
En esta época dorada “no hubo grandes épocas de hambre, salvo como
resultado de la guerra y las locuras políticas”30, esto demuestra que había
cierta estabilidad y solvencia económica en la mayoría de los países.
El autor habla que en esta época hay un desarrollo importante del turismo,
“antes de la guerra jamás habían viajado más de 150.000 norteamericanos
a Centroamérica y al Caribe en un año, pero entre 1950-1970 la cifra creció
de 300.000 a 7 millones”31
Además hay una revolución tecnológica muy importante “lo que en otro
tiempo había sido un lujo se convirtió en un indicador de bienestar
habitual”32, por ejemplo la adquisición de neveras, teléfonos, lavadoras y
otros artículos que en el pasado eran imposibles de conseguir por parte de
los sectores medios. Se da la creación de muchos artículos por ejemplo
relojes digitales, la televisión, los discos de vinilo, entre otros.
Las industrias iban más orientadas a mercados de masas. Las nuevas
tecnologías empleaban de forma intensiva el capital y eliminaban la mano
de obra o llegaban a sustituirla.33

Capítulo XII
EL TERCER MUNDO
29
. Ibíd., 257
30
. Ibíd., 263
31
. Ibíd., 267
32
. Ibíd.
33
. Ibíd., 269

22
El proceso de descolonización fue muy importante ya que “transformaron
34
drásticamente el mapa político del globo” , pues se formaron nuevos
Estados, por ejemplo en el continente africano que se crearon 50 nuevos
Estados. Por lo tanto, esta creación de nuevos Estados, trae consecuencias,
en este caso la problemática más sobresaliente es la explosión demográfica,
que acarrean estos nuevos estados, que ha alterado e equilibrio de la
población mundial.
“Esta explosión demográfica en los países pobres del mundo, que despertó
por primera vez una grave preocupación internacional a finales de la edad
de oro, es probablemente el cambio más fundamental del siglo XX”35, esta
explosión se da porque en los país pobres el índice de natalidad es mucho
mayor que el índice de los países “desarrollados”, a parte que la tasa de
mortalidad disminuyó en estos años.
Una prioridad que tuvieron estos países pobres, luego de liberarse del
mundo colonial y de la posguerra, era la forma en que se iban a gobernar.
Probablemente escogían o adoptaban la forma de gobierno derivados a los
de sus amos imperiales o de sus conquistadores.36
El autor presenta una muestra de la forma en que algunos de estos países
pobres se gobernaron: regímenes militares, monarquías (Thailandia),
gobierno civil (India), regímenes comunistas (Corea del Norte, Cuba).
“No ha de sorprenderse que los estados poscoloniales que surgieron por
docenas después de la segunda guerra mundial, junto con la mayor parte
de América Latina, que era también una de las regiones dependientes del
viejo mundo imperial e industrializado, se vieran agrupados con el nombre
de “tercer mundo””37 , esta expresión es una manera de distinguirlos de
aquellos países industrializados y de los países comunistas, primer mundo y
segundo mundo, específicamente.
En los países del tercer mundo, se han dado situaciones que terminan en
guerra, sin embargo están fuera de la guerra fría, como son los casos de
Medio Oriente y los conflictos en el norte de la India.

34
. Ibíd., 347
35
. Ibíd.
36
. Ibíd., 348
37
. Ibíd., 358

23
Capítulo XIII
El SOCIALISMO REAL

Los países del tercer mundo, tenía la opción de escoger el comunismo,


como su forma de gobernar. Así muchos países lo escogieron, esto “produjo
una enorme ampliación de la futura zona socialista en el Extremo Oriente
con la llegada al poder de regímenes comunistas en China”38 además de
otros países como Corea (en el norte), Vietnam, Laos, Camboya, es por
esto que se dice que el área socialista quedó configurada al llegar a 1950.
El historiador Eric Hobsbawn define el término socialismo real de la
siguiente manera: “un término ambiguo que implicaba o sugería que podía
haber otras clases distintas mejores del socialismo, pero que en la práctica
esta era la única que funcionaba”39.

III PARTE

EL DERRUMBAMIENTO

Capítulo XIV
LAS DÉCADAS DE CRISIS

Empieza este capitulo hablando sobre lo duro de la crisis económica de


finales de los años 70’s y principios de los ochenta, la cual atribuye en parte
a la caída del socialismo, que, también relata que esta crisis no fue
aceptada como tal hasta los noventa, y que antes de esa fecha no se
parecía en nada a la Gran Depresión de los 30’.
Siguiendo con el texto Hobsbawm brinda algunos datos sobre el desempleo,
la miseria y las desigualdades en la cual se vivía en esa época y que eran
participes casi la totalidad de los países –ricos o pobres–:
“En la Europa occidental el desempleo creció de un promedio
del 1,5 por 100 en los sesenta hasta un 4,2 por 100 en los setenta
(Van der Wee, 1987, p. 77). En el momento culminante de la

38
. Ibíd., 373
39
. Ibíd.

24
expansión, a finales de los ochenta, era de un 9,2 por 100 en la
Comunidad Europea y de un 11 por 100 en 1993.”40
Habla también la gran carga económica que representaba el gasto social y
cómo muy pocos países la podían mantener controlada. También se refiere
a la impotencia del estado para manejar una crisis económica, tanto así que
se optó por simplemente esperar a que ésta terminara, abstenidos de
cambiar el tipo de “organización” keynesiana. Es en estos años donde
empieza una contienda por el poder entre los pensadores neoliberales y los
defensores del estado del bienestar.
Es así como se refiere a varias estructuras de diferentes países, y que
aprovecha para hacer expresa su postura ante el tema neoliberalismo-
sistema keynesiano:
“Los paladines de la libertad individual absoluta permanecieron
impasibles ante las evidentes injusticias sociales del capitalismo de
libre mercado, aun cuando éste (como en Brasil durante gran parte
de los ochenta) no producía crecimiento económico. Por el contrario,
quienes, como este autor, creen en la igualdad y la justicia social
agradecieron la oportunidad de argumentar que el éxito económico
capitalista podría incluso asentarse más firmemente en una
distribución de la renta relativamente igualitaria, como en Japón”41
Se dice entonces que los gobiernos quedan a merced del “mercado”, y
según algunos era más bien parte del problema. Es en medio de la crisis
cuando sobresale el modelo Chino.
Por otro lado, Hobsbawm se refiere a la emigración de las industrias a
países del 3er mundo en búsqueda de mano de obra barata, y cómo luego
éstos mismos serían desplazados en gran parte por los procesos
mecanizados.
En otro apartado, el autor comenta los problemas sociales producto de la
crisis: las personas se sumían en depresión, frustración y odio y esto se
veía reflejado en la música y las películas que se crearon durante ésta
época, más que todo en Estados Unidos.
Él expone que los grandes perdedores durante esta crisis fueron los
movimientos sindicalistas y los partidos socialdemócratas, volviéndose tan

40
. Ibíd.403
41
. Ibíd.407

25
raros como en los 50’. Así el historiador señala como la política da un giro
ate un periodo de crisis:
“En resumen, durante las décadas de crisis las estructuras políticas
de los países capitalistas democráticos, hasta entonces estables,
empezaron a desmoronarse. Y las nuevas fuerzas políticas que
mostraron un mayor potencial de crecimiento eran las que
combinaban una demagogia populista con fuertes liderazgos
42
personales y la hostilidad hacia los extranjeros.”
Así, a partir de los 80’ los partidos políticos iban a utilizar, por ejemplo, la
conservación del medio ambiente como uno de los ejes importantes de su
campaña.
Eric Hobsbawm hace un análisis muy interesante al comparar la crisis en el
occidente con la del oriente, y dice que ambos diferían en que el socialismo
estaba en una lucha de vida o muerte para salvar su ideología –lucha que
perdió–, mientras el capitalismo entra en una etapa de gran dinamismo.
En los apartados siguientes el autor se refiere al tercer mundo y a su
situación crítica, por un lado de pobreza, y por otro de la excesiva deuda
externa con que la mayoría contaba:
“En 1970 sólo doce países tenían una deuda superior a los mil
millones de dólares, y ningún país superaba los diez mil millones. En
términos más realistas, en 1980 seis países tenían una deuda igual o
mayor que todo su PNB; en 1990 veinticuatro países debían más de
lo que producían, incluyendo —si tomamos la región como un
conjunto— toda el África subsahariana”43
Así, Hobsbawm concluye que esta crisis sirvió también para ensanchar el
abismo entre los países ricos y pobres. También se refiere al olvido de los
países industrializados a esta zona, en materia de inversión extranjera.
En otro apartado, el historiador se refiere a la globalización y las intenciones
de las transnacionales de quitarle cada vez más atribuciones al estado-
nación y concedérselas al “mercado”. También rescata la ola de estados
separatistas que querían independizarse en los 70’, más que todo en Europa
Occidental, y en los 80’s y 90’s en Afganistán y África.

42
. Ibíd.414
43
. Ibíd., 419

26
De nuevo en otro apartado, el autor se refiere al esfuerzo de los pueblos
europeos por salvaguardar sus empresas y medios de producción nacionales
frente, no tanto por la salud de su economía, sino por un sentimiento de
nacionalidad y de tradición. También Hobsbawm toca el tema de las etnias,
de cómo hay ciertos grupos separatistas y otros que se unen por algo más
que una etnia, como las comunidades gay, que considerándose “diferentes”
quieren separarse en un primer termino, o unirse a una exclusiva
“comunidad”.
El autor termina este capítulo hablando de la influencia en la economía que
los organimos internacionales han tenido con los años; en un primer
término la Unión Europea, y segundo los organismos económicos creados
después de la Segunda Guerra Mundial, como el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial y cómo estas entidades tienen el control
por medio de créditos al tercer mundo.
--libros y revistas de economía contemporáneos (92’) –como también
artículos de periódico como el New York Times--
-- uso de ejemplos concretos que dan soporte a sus ideas, algunas
metafóricamente y otras con ejemplos concretos--

Capítulo XV
EL TERCER MUNDO Y LA REVOLUCIÓN

Hobsbawm empieza este capítulo con la característica de éste siglo:


conflictos. Al referirse al tercer mundo recuerda que en los 50’, al contrario
del primer mundo, los países pobres pasaron esta década con revoluciones,
matizada por una inestabilidad económica, y la presencia de Estados
Unidos:
(…). Antes del colapso del sistema soviético se estimaba que unos 19
—tal vez incluso 20— millones de personas murieron en las más de
cien «guerras, conflictos y acciones militares más importantes»,
entre 1945 y 1983, casi todos ellos en el tercer mundo: más de 9
millones en Extremo Oriente; 3,5 millones en África; 2,5 millones en
el sureste asiático; un poco más de medio millón en Oriente
Medio(…)”44

44
. Ibíd., 430

27
El autor rescata que la URSS no tuvo una influencia directa en las
revoluciones en donde movimientos comunistas llegaran al poder, pero la
Unión Soviética se aprovechaba cuando éstos grupos ya tenían cierta
estabilidad ostentando el poder de su país, como el caso de Cuba; y así en
el periodo de Kruschev (1956-1964) se decía que: “(…) el capitalismo sería
enterrado por la superioridad económica del socialismo.”45.
También dice que un aspecto de las revoluciones que sorprendió a todos por
igual fue el giro que dieron después del tercer cuarto del siglo, cuando se
convirtieron en “guerra de guerrillas”, siendo al fin y al cabo, poco efectivas
y de corta duración. El historiador sigue el texto relatando brevemente y
luego analizando la revolución Cubana (1959) y elogiando al Ché, usando
expresiones como “apuesto” y “bien dotado”.
Luego, expone otros casos de Latinoamérica como las FARC, el caso
argentino con Perón (1895-1974), el brasileño con Getulio Vargas (1883-
1954), en Chile con el caso Allende (1970-1973), Pinochet, Bolivia (1963) y
en Uruguay que luego de un marcado militarismo lograron una “estabilidad
democrática” (1972).
Continuando con la lectura, se habla de una época (1968-1969) donde
tuvieron cabida varias revueltas estudiantiles en países capitalistas del
primer mundo, los cuales fueron atraídos hacia el marxismo, pero denuevo
revueltas que no pasaron de ser callejeras y fugases.
El autor concluye que se dejan atrás a las revoluciones a lo 1917 o 1789,
además que dichas dejan de ser internacionales, cambia también que el
proletario industrial deja de ser una amenaza revolucionaria, y por último
así como el comunismo marxista-leninista, que aunque seguían existiendo
partidos socialistas o comunistas, cada vez se distanciaban más de Moscú –
más aun después de 1989–.
Así, y a diferencia del tercer mundo, en Europa occidental la era de las
revoluciones termina con la caída del régimen portugués (1974), de la caída
del régimen militar el Grecia y el regreso de España a un modelo
parlamentario tras la muerte de Franco (1975). Expresa el autor que es así
como se cierra un ciclo de “asuntos inacabados” después de la Segunda
Guerra Mundial.

45
. Ibíd., 435

28
Con un nuevo apartado, se empiezan a mencionar varios de los conflictos
del continente Africano entre estos años: El conflicto de Portugal en este
continente, además menciona el Congo, Mozambique, Angola, Etiopía,
Madagascar, el régimen apartheid. Y es en ésta época de guerra fría, donde
a manos de revolucionarios izquierdistas, y la recesión, donde Estados
Unidos pierde terreno.
También, se relata la revolución Iraní (1979), que fue para él una
revolución religiosa al establecerse de nuevo el Corán.
Como un tipo de conclusión, el autor rescata 2 tipos de revoluciones, unas
lideradas por una pequeña fracción (ETA o IRA), y los que son llevadas a
cabo por gran cantidad de personas descontentas con su gobierno (Irán,
Nicaragua, Tiananmen en Pekín (1989), Petrogrado (1917), etc). Es así
como propone que para las últimas décadas del siglo, el “voto de pies”
-marchas a gran escala- tuvo tanta importancia, respondiendo talvez al
distanciamiento entre gobernantes y gobernados y la urbanización.
Dice entonces, que existieron 4 oleadas de inestabilidad en el siglo XX: —
1917-1920, 1944-1962, 1974-1978 y 1989— (p.454) y se muestra muy
escéptico ante lo que proponían los liberales de 1989: la época de
inestabilidad ya acabó. El autor arma una teoría peligrosa: propone que el
ser humano tiene un rechazo al estatu quo, que es acompañado por un
escepticismo permanente en la política. Así, deja la violencia y la
inestabilidad como algo seguro, pero no lo es tanto hacia donde nos
llevarán.

Capítulo XVI
EL FINAL DEL SOCIALISMO

Eric Hobsbawm empieza este capítulo con un caso muy singular en la


historia contemporánea: el caso Chino. Al estar alejado de la URSS y no
tener enemigos inminentes, los chinos se creían la fuente de inspiración
para todo el mundo, y sobre todo para Japón. Es así como en su territorio
no tuvo lugar una revolución “industrial” como la Meigi (1868) ya que
tenían un marcado antiimperialismo. Es por eso que China recayó en un
atraso significativo comparado con otras regiones.

29
El sistema comunista tomó el poder de China en 1948 tras expulsar a los
japoneses de su territorio, y así, con gran aceptación, los rojos se
establecieron en el poder unificando todo el territorio.
Pero el sistema decae, en gran parte gracias a Mao y su política: “gran
salto” la ruptura con la URSS (1960), así el país decae en una crisis, pero
no se puede negar el avance en la educación y esperanza de vida, pero su
economía estaba por debajo de sus vecinos como Japón, Hong Kong,
Singapur, Corea del Sur y Taiwán.
Ingresando más en el tema del desplome de la Unión Soviética, desde
décadas antes de su caída, ya se palpaban varios problemas en la URSS,
como fue el estancamiento en la esperanza de vida, mientras que en toda
Europa seguía creciendo, también la grave crisis económica y politica que
atravezaban, al ser la organización pobremente estructurada. Un termino
que emergió a los ojos occidentales fue el termino nomenklatura, el cual
denunciaba los fallos del sistema burocrático del partido comunista ruso.
Pero entre 1970 y 1980 la Unión Soviética tuvo una época de bonanza, al
ser uno de los principales proveedores de petróleo del mundo, así aplacó la
urgencia de realizar las reformas sociales y económicas –como reducir el
tamaño de sus importaciones– que tanto iba a necesitar después.
Optimismo también se vivió entre todos los países de la OPEP, los cuales
dieron crédito a todo el que se lo pidió, llevando al mundo a la peor crisis
económica que jamás tuvo lugar.
Con o sin crisis, el sistema ruso era bien aceptado entre sus pobladores,
pero parte del problema es que los rusos no conocían otro sistema:
“el «nuevo hombre soviético» existía realmente, aunque tuviese tan
poco que ver con su imagen pública oficial, como sucedía con muchas
cosas en la Unión Soviética. Estaban cómodos en el sistema
(Zinoviev, 1979), que les proporcionaba una subsistencia garantizada
y una amplia seguridad social (a un nivel modesto pero real), una
sociedad igualitaria tanto social como económicamente (…)46
Fue así cuando en 1984 -cuando los problemas se hacen palpables-, Mijail
Gorbachov llega a ser secretario general, y propone la glasnost (apertura o
transparencia) y la Perestroika (reestructuración), propuesta que fue
aceptada por una gran parte de la población, también él acaba con la

46
. Ibíd., 471.

30
“segunda guerra fría” que estaba poniendo cada vez en más aprietos a su
economía. Desdichadamente, estas propuestas puestas en práctica,
chocaron unas contra otras, deshacían sin rehacer, desencadenando en los
hechos de 1991.
Gorbachov ganó mucho poder con su Perestroika, talvez como ningún otro
dirigente soviético anterior, pero para estos años la URSS se volvía
ingobernable: Nadie gobernaba o, más bien, nadie obedecía ya en la Unión
Soviética47
Cuando se empezó a aplicar el glasnost, nadie pensaba en una separación,
pero el odio contra los partidos comunistas locales -parte del plan
organizacional es la separación en regiones, las cuales tenían personeros
del partido designados desde el partido central- iba agravando los ánimos
de los pueblos.
Al hacer una desintegración política y económica entre las diferentes
localidades, cada una empezó una carrera por separado. Pero antes del
desplome de la gran republica, el mundo tenía los ojos puestos en la
desintegración de los satélites que tenían subsidio de la URSS:
“Entre agosto de 1989 y el final de ese mismo año el poder
comunista abdicó o dejó de existir en Polonia, Checoslovaquia,
Hungría, Rumania, Bulgaria y la República Democrática Alemana, sin
apenas un solo disparo, salvo en Rumania. Poco después, los dos
estados balcánicos que no habían sido satélites soviéticos, Yugoslavia
y Albania, dejaron también de tener regímenes comunistas. La
República Democrática Alemana sería muy pronto anexionada por la
Alemania Occidental; en Yugoslavia estallaría pronto una guerra
civil(...) ”48
En éstos países, salvo Rumania, la organización política no fue reemplazada
por un golpe de estado, sino con series de reformas, ya que había un gran
escepticismo sobre el comunismo en los satélites, aun dentro de los mismos
dirigentes, así que los cambios no fueron difíciles.
Pero los tres regímenes comunistas asiáticos supervivientes (China, Corea
del Norte y Vietnam), al igual que la remota y aislada Cuba, no se vieron

47
. Ibíd., 478
48
. Ibíd., 479

31
afectados de forma inmediata, aunque se mantuvieron en expectativa de
los acontecimientos que tenían lugar en el este de Europa.
Luego del desplome, los analistas económicos rusos y occidentales
empezaron a planear la estrategia a seguir para abrir el mercado e instaurar
la propiedad privada, aunque en realidad no sabían nada del mercado ruso
ni de cómo solucionar el problema.
En mazo de 1991 se celebró un referéndum para decidir la desintegración o
no de la Unión Soviética, entonces, el 76% de los habitantes decidieron que
se mantendría como una unión de republicas soberanas, pero en ese
momento la Unión se hacia difícil. Es cuando un Comité de Salvación toma
el poder tras el encarcelamiento de Gorbachov.
El Comité de Salvación es frenado por Boris Yeltsin, quien tenía el apoyo de
una gran parte de la población, su visión era mantener unido a lo que
quedaba de la URSS, pero esto fue su peor error: El intento por salvar la
vieja estructura de la Unión Soviética la había destruido de forma más
súbita e irreparable de lo que nadie hubiera esperado. p.488
Fue así como Ucrania declaró su independencia inmediatamente, y los
satélites se distanciaron de Moscú, poniendo fin al esplendor de una gran
nación.
A modo de conclusión, uno de los fallos más grandes que Hobsbawm
distingue es la distancia entre guerrillas rojas y un partido comunista en el
poder, el primero está mezclado con el pueblo, el segundo son élites
minoritarias.
Otro fallo es que para aceptar por completo el régimen comunista el pueblo
tuvo que estar aislado por completo de cualquier otra civilización. Y es así
como, rescatando los fallos del sistema, como el autor termina este capítulo

Capítulo XIX
EL FIN DEL MILENIO

De esta forma empieza Hobsbawm este último capítulo:

32
“El siglo xx corto acabó con problemas para los cuales nadie tenía, ni
pretendía tener, una solución. Cuando los ciudadanos de fin de siglo
emprendieron su camino hacia el tercer milenio a través de la niebla
que les rodeaba, lo único que sabían con certeza era que una era de
la historia llegaba a su fin. No sabían mucho más.”49
Señala esto, debido a la ausencia de las potencias, pero nunca la ausencia
de guerra, aunque se intenta cambiar este concepto por “intervenciones
militares”: “Liberia, Angola, Sudán y el Cuerno de África; en la antigua
Yugoslavia, en Moldavia, en varios países del Cáucaso y de la zona
transcaucásica, en el siempre explosivo Oriente Medio, en la antigua Asia
central soviética y en Afganistán”.50
En esta etapa también, los países industrializados no estarían exentos de
conflictos en sus territorios: IRA, ETA, el golpe al World Trade Center, etc.
Una problemática que se vuelve muy preocupante en el “nuevo milenio” es
la democratización de los medios de destrucción.
Siguiendo con el texto, el historiador cita varios conflictos como en Somalia,
Bosnia, Haití. Luego, Hobsbawm retoma lo que propone al principio sobre la
impotencia de las potencias ante una crisis y hace una afirmación bastante
curiosa: El siglo xx corto ha sido una era de guerras religiosas, aunque las
más militantes y sanguinarias de sus religiones, como el nacionalismo y el
socialismo (…) cuyos dioses eran abstracciones o políticos venerados como
divinidades.51
El siglo XX corto dejó varias enseñanzas a los economistas y políticos: a los
comunistas, que ninguna economía sobrevivirá sin mercado de valores, a
los ultraliberales, que los asuntos humanos no se pueden dejar en manos
del
mercado, osea: “(…) en ningún caso las actividades económicas existen, ni
pueden existir, desvinculadas de su contexto y sus consecuencias (…).52
Otra cosa con la que vino acompañado el nuevo milenio fue la caída de
popularidad de las órdenes religiosas, cuya fecha de expiración pasó tras
dejar de ser una oposición política y no dar suficientes respuestas a las
personas.

49
. Ibíd., 549
50
. Ibíd., 553
51
. Ibíd., 556
52
. Ibíd., 563

33
En los noventa, también se vio un fenómeno en los países ricos, éstos
serían aquellos cuyo crecimiento de la población sea estable o estancado, y
que tenga un buen control de inmigraciones. Otro tema social que se
desarrolla fuertemente en nuestra era son los problemas ecológicos,
estandarte de campaña de la gran mayoría de políticos de hoy en día.
En otro apartado, Hobsbawm insinúa que parte de los problemas del
desarrollo es el ensanchamiento entre ricos y pobres. Además, el autor
propone uno de los porqué de la crisis de los 80’:
“Los milagros económicos de la edad de oro se basaban en el
aumento de las rentas reales en las «economías de mercado
desarrolladas», porque las economías basadas en el consumo de
masas necesitaban masas de consumidores con ingresos suficientes
para adquirir bienes duraderos de alta tecnología. La mayoría de
estos ingresos se habían obtenido como remuneración del trabajo en
mercados de trabajo con salarios elevados, que empezaron a peligrar
en el mismo momento en que el mercado de masas era más esencial
que nunca para la economía.”53
Luego de este texto, Hobsbawm hace una diferenciación entre la crisis de
los 29’ y la del 87’, y ésta radica en que la más contemporánea había una
gran cantidad de personas dedicadas al sector terciario de la industria, lo
cual de alguna forma logró atenuar de alguna manera la situación. Lo que
preocupa al autor es que en la última década del siglo XX –y como hemos
visto más marcadamente en el siglo XXI- las economías de los países
desarrollados han apostado a reducir el gasto social a modo de crear
mejores consumidores, pero esto genera un problema:
“Para decirlo brutalmente, si la economía global podía descartar una minoría
de países pobres, económicamente poco interesantes, podía también
desentenderse de las personas muy pobres que vivían en cualquier país,
siempre que el número de consumidores potencialmente interesantes fuera
suficientemente elevado.”54
Y a la vez critica al liberalismo económico: las desigualdades del desarrollo
son poco importantes a menos que se observe que los resultados globales
que tales desigualdades producen son más negativos que positivos. P.566.

53
Ibíd., 564.
54
Ibíd., 565.

34
Y a la vez se muestra muy pesimista acerca del futuro del liberalismo. Otra
crítica que hace el autor, es con respecto al tema de las garantías sociales,
suprimidas en la medida que se vuelvan una carga para los gigantes
económicos que un gobierno limitado no pueda controlar.
Hobsbawm continúa hablando sobre la importancia de un estado fuerte,
para hacerle frente a los problemas que una economía a la deriva pueda
causar. Además, se habla de la división entre la “gente común” y sus
gobernantes, y la diferencia que se da a veces entre las decisiones tomadas
en el ceno del gobierno y el deseo popular.
Un hecho que rescata el autor y que resulta un fenómeno muy interesante
es el creciente rechazo de la política por parte de la población común,
situación reflejada en el siguiente fragmento:
“La decadencia de los partidos de masas organizados, de clase o
ideológicos —o ambas cosas—, eliminó el principal mecanismo social
para convertir a hombres y mujeres en ciudadanos políticamente
activos. Para la mayoría de la gente resultaba más fácil experimentar
un sentido de identificación colectiva con su país a través de los
deportes, sus equipos nacionales y otros símbolos no políticos, que a
través de las instituciones del estado.”55
Finalizando, Hobsbawm cae en una fe por el futuro, y espera que las cosas
mejoraran. Prevé el regreso de la guerra fría, y advierte al lector, que si
construimos este nuevo siglo sobre las bases de los pasados, fracasaremos
indudablemente.

2.2.2 Fuentes

Este utiliza las citas al pie, aunque en poca medida y más que todo son
citas explicativas de ciertos conceptos o hechos de los que se hablan en la
obra. No tiene sentido sobrecargar un libro como éste con un gran número
de notas o con otros signos de erudición. Sólo he recurrido a las referencias
bibliográficas para mencionar la fuente de las citas textuales, de las
estadísticas y de otros datos cuantitativos y, en ocasiones, para respaldar
afirmaciones que los lectores pueden encontrar extrañas o inesperadas, así
55
. Ibíd., 573.

35
como para algunos puntos en los que las opiniones del autor, siendo
polémicas, pueden requerir respaldo.56
El autor a lo largo del texto usa más que todo fuentes secundarias: diversos
estudios de analistas, historiadores y estadistas de años posteriores a los
hechos que él se refiere. Cita también a personas que hablaron de la época
a analizar. Además analiza sobre todo revistas económicas, para dar apoyo
a sus tesis.
El cita las fuentes en el libro con el método APA, de citar entre paréntesis el
autor y el año de la obra citada. El utiliza muchas veces las obras de el
mismo y además cita partes del mismo libro q deben ser retomadas para
entender cierta parte de la lectura.
La información también se baso en información obtenida de colegas,
estudiantes, entre otros, también escucho conferencias sobre diversos
problemas macroeconómicos organizadas en el World Institute for
Development Economic Research of the U.N. University (UNU/-WIDER) en
Helsinki
Puso énfasis en los trabajos de curso de Ferdan Ergut y Alex Juica, la tesis
doctoral de su alumna Margarita Giesecke sobre el APRA y la insurrección
de Trujillo de 1932.
Diarios como el Guardian de Londres, el Financial Times y el New York
Times. Publicaciones del Banco Mundial y con las de las Naciones Unidas y
de sus diversos organismos
Paul Bairoch, historiador de la economía e infatigable compilador de datos
cuantitativos, e Ivan Berend, antiguo presidente de la Academia Húngara de
Ciencias, a quien debe el concepto del «siglo xx corto», , P. Calvocoressi
(World Politics Since 1945) ha sido una guía sólida y obra de Alan Milward,
La segunda guerra mundial, 1939-1945.
.Para la historia de la izquierda desde la segunda guerra mundial en el
doctor Donald Sassoon del Queen Mary and Westfield College, de la
Universidad de Londres. En cuanto a la historia de la URSS, los estudios de
Moshe Lewin, Alee Nove, R. W Davies y Sheila Fitzpatrick; para China, con
los de Benjamin Schwartz y Stuart Schram; y para el mundo islámico, con
Ira Lapidus y Nikki Keddie.

56
I bid, pref

36
2.2.3 Método

En la primera parte hace un análisis en términos de clases, mientras que en


la segunda opta por una causalidad tecnológica económica. En cambio, en
la categorización del último cuarto de siglo, el autor parece haberse dejado
llevar por ideología comunista parece ver el final de siglo como la
desaparición de una concepción del mundo.
El autor presenta los hechos históricos, a la vez que presenta un análisis de
la situación en cuestión, mayormente en forma de conclusión. Es en
cuestiones políticas donde el autor se parcializa y se vuelve un poco
pesimista sobre el futuro, talvez por sus inclinaciones hacia la izquierda y
sus vivencias en el pasado

Conclusiones

El libro Siglo XX, es en si una obra muy completa, la cal nos remontan hacia
los hechos más importantes de la humanidad en este periodo, así como las
causas de un quiebre en nuestra sociedad, tal es el caso de la guerra fría, la
caída de la URSS y el quiebre de Alemania., su larga fidelidad al Partido
Comunista puede estar en la raíz de algunas de las sensaciones
generacionales que transmite el autor ante el giro producido por las
transformaciones antitotalitarias a partir de 1989. Así parece totalmente
sincero al señalar, que "las nociones morían, igual que los hombres: en el
transcurso de medio siglo, él había visto derrumbarse, convertidas en

37
polvo, varias generaciones de ideas"57. Esa visión de hombre del siglo,
resulta inseparable de esa vinculación a un marxismo.

Bibliografía

Hobsbawm, Eric. El siglo XX. Barcelona, Editorial Gribaldo, Col. Critica, trad.
Juan Faci, Jordi Ainaud y Carme Castells, 1991.

Vera, Juan Manuel. Sobre Hobsbawn y el corto siglo veinte. En: Iniciativa
Socialista. Nº 39, abril 1996.

57
I bid, p. 181

38
89530213

39

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