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9. EL ABORTO
165
Cfr. Bajo Fernández, op. cit., pp. 109-110.
166
Citado por José Luis Ibáñez y García-Velasco, La despenalización del aborto
voluntario en el ocaso del siglo XX, Madrid, 1992, p. 37.
167
José Luis Ibáñez, op. cit., p. 39.
97
DERECHO PENAL
168
Etcheberry, D. P., t. III, pp. 63-64; Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit.,
p. 186.
169
Labatut, C. P., t. II, p. 136; Etcheberry, D. P., t. III, p. 64; Bustos, Grisolía,
Politoff, op. cit., p. 187.
170
Cfr. Labatut, D. P., t. II, p. 136; Etcheberry, D. P., t. III, pp. 64 y ss.; Bustos,
Manual, parte especial, p. 59; Creus, Derecho Penal, parte especial, p. 61.
98
PARTE ESPECIAL
171
Ibáñez y García-Velasco, op. cit., p. 143.
172
Bustos, Manual, p. 56.
173
Cuello Calón, D. P., t. II, p. 491.
174
Entre ellos Bajo Fernández, op. cit., p. 121.
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175
Labatut, D. P., t. II, p. 137; Etcheberry, D. P., t. III, pp. 64, 66.
176
Un criterio tradicional sostiene que hay fecundación desde que el óvulo
ha sido penetrado en sus membranas protectoras por el espermatozoide, sin
que se haya producido aún la unión de los pronúcleos (substancias de uno y
otro que contienen el material genético, proceso que dura algunas horas y que
termina con la fusión de los pronúcleos, lo que se denomina singamia). El otro
criterio considera que hay fecundación sólo cuando se produce la fusión de los
pronúcleos (singamia), y no antes, de modo que en el tiempo que antecede a
la fusión podría disponerse del huevo o cigoto (óvulo penetrado por el espermio,
pero en el cual aún no se han fusionado los pronúcleos).
177
Luis Rodríguez Ramos, Manual de Derecho Penal (con Miguel Ángel
Cobos y Jacobo López Barja de Q.), p. 143.
100
PARTE ESPECIAL
101
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179
Quintano Ripollés, op. cit., t. II, p. 213.
180
Bajo Fernández, op. cit., p. 114.
181
Ibáñez García V., op. cit., p. 144.
182
Bajo Fernández, op. cit., p. 115.
183
Bustos, Manual, parte especial, p. 56.
102
PARTE ESPECIAL
184
En esta línea de pensamiento José Ibáñez García-Velasco, op. cit.,
p. 188.
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104
PARTE ESPECIAL
185
Por concepción se entiende el óvulo inseminado y anidado en la matriz
de una mujer.
186
Así lo define Etcheberry: “la muerte inferida al producto de la concep-
ción que aún no es persona” (D. P., t. III, p. 64); en el mismo sentido al parecer
Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 192.
187
Rodríguez Ramos, op. cit., p. 140 (con Cobos Gómez de Linares).
188
Rodríguez Ramos, op. cit., p. 140 (con Cobos Gómez de Linares).
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189
Creus, op. cit., p. 60.
190
Creus, op. cit., p. 60.
191
Cfr. Bustos, op. cit., p. 60.
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PARTE ESPECIAL
192
Cfr. Rodríguez Ramos, op. cit., p. 141 (con Miguel A. Cobos Gómez
de Linares).
193
Cfr. Muñoz Conde, op. cit., p. 67.
194
Cfr. Bajo Fernández, op. cit., p. 125; Cobo-Carbonell, op. cit., p. 572;
Etcheberry, D. P., t. III, p. 66.
195
Huerta Tocildo, citado por Bajo Fernández, op. cit., p. 126.
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196
Cfr. Cobo-Carbonell, op. cit., p. 372.
197
Entre ellos Creus, op. cit., p. 62.
198
Cfr. Creus, op. cit., p. 62.
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a.a) Con violencia. Esta clase de aborto está reglada en los arts. 342
Nº 1 y 343, ambos preceptos sancionan comportamientos dolosos,
pero en el primero se regla la hipótesis en que el autor persigue
precisamente provocar el aborto, mientras que en el segundo no
sucede otro tanto.
El art. 342 Nº 1 expresa: “El que maliciosamente causare un
aborto será castigado:
1º. Con la pena de presidio mayor en su grado mínimo, si
ejerciere violencia en la persona de la mujer embarazada”.
El tipo subjetivo ofrece interés, porque la disposición transcrita
requiere a que se actúe maliciosamente, expresión que empleó la
Comisión Redactora reemplazando la que usaba la disposición del
Código español de 1848, que le sirvió de modelo: de propósito.199
El sentido de esta palabra, como sucede en buena parte de los
casos donde el Código Penal recurre a su empleo, es limitar el tipo
subjetivo de la figura al dolo directo o, en otros términos, excluir
las hipótesis de dolo eventual y de culpa; la señalada es la opinión
mayoritaria de la doctrina.200 Opinión disidente es la de Etche-
berry, que respaldado por el acta de la Comisión Redactora –en
particular el comentario de Rengifo en esa oportunidad– sostiene
que el término maliciosamente se vincula con la antijuridicidad,
por cuanto lo que se pretendió marginar del delito de aborto son
los abortos realizados con buena fe, como el recomendado por el
médico, que si bien quiere eliminar al producto de la concepción,
no pretende violar la ley, sino velar por la vida de la mujer.201
El alcance que se ha dado a la voz maliciosamente se extiende a los
diversos números del art. 342, en todos ellos, como se verá más ade-
lante, debe concurrir dolo directo, el eventual queda excluido.
El tipo objetivo del aborto violento sin consentimiento de la
mujer consiste en emplear la fuerza, sea material o moral, para
199
Comisión Redactora, Sesión Nº 160 de 25 de junio de 1873.
200
Cfr. Labatut, D. P., t. II, p. 139; Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit.,
p. 203.
201
Etcheberry, D. P., t. III, pp. 67-68.
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202
Cfr. Etcheberry, D. P., t. III, p. 68; Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit.,
p. 205.
203
Cfr. Bajo Fernández, op. cit., p. 147.
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PARTE ESPECIAL
204
Autores como Bustos, Grisolía, Politoff (op. cit., p. 206) estiman que
el homicidio absorbe el desvalor del aborto y habría un solo delito y no un
concurso, porque la tutela de la vida de la mujer incluye la del germen de vida
que lleva en su cuerpo.
111
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205
Sobre este punto hacemos referencia a las explicaciones que se dan en
el t. II de esta obra, párrafos 109 y 110.
206
Comisión Redactora, sesión 66 de 15 de noviembre de 1871.
207
Labatut, D. P., t. II, pp. 140-141.
208
Etcheberry, D. P., t. III, p. 76; Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit.,
p. 209.
209
Para Bustos, Grisolía, Politoff, el concurso de aborto doloso y homicidio con
dolo eventual conforma un solo tipo penal –lo que descarta el concurso–, porque
el desvalor del homicidio consume el del aborto (op. cit., pp. 206-207).
210
Cfr. Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 210.
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Este delito está reglado en el Nº 3 del art. 342, que dice: “El que
maliciosamente causare un aborto será castigado:
3º Con la de presidio menor en su grado medio, si la mujer
consintiere”. En esta alternativa se requiere que quien causa el
aborto sea un tercero –y no la propia mujer– y no tiene mayor
trascendencia que el sujeto activo haga uso o no de violencia para
211
Etcheberry, D. P., t. III, p. 71; Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit.,
p. 210.
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Esta figura penal se describe en el art. 344: “La mujer que causare
su aborto o consintiere que otra persona se lo cause, será castigada
con presidio menor en su grado máximo.
Si lo hiciere por ocultar su deshonra, incurrirá en la pena de
presidio menor en su grado medio”.
212
Supra párrafo A. a.a.1.
213
Muñoz Conde, op. cit., p. 70.
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PARTE ESPECIAL
214
Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 219.
215
Así Etcheberry, quien estima que la mujer puede obrar con dolo eventual
(D. P., t. III, pp. 71-72); Bustos, Grisolía, Politoff (op. cit., p. 220) en relación
al autoaborto, fundamentados en que en tal hipótesis no se hizo exigencia de
obrar con malicia.
115
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B.2. El autoaborto
216
Autores como Bustos, Grisolía, Politoff, estiman que es suficiente el
dolo eventual (op. cit., p. 220).
217
Bajo Fernández, op. cit., pp. 147-148.
218
Cfr. Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 221; Etcheberry, D. P., t. III,
p. 72.
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PARTE ESPECIAL
219
Cuello Calón, op. cit., t. II, p. 487.
220
Cfr. Labatut, D. P., t. II, p. 140; Etcheberry, D. P., t. III, p. 73; Bustos,
Grisolía, Politoff, op. cit., pp. 223-224.
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221
Léase la amplia fundamentación histórica de Bustos, Grisolía, Politoff,
op. cit., pp. 223 y ss.
222
Cfr. Cuello Calón, D. P., t. II, p. 503; Etcheberry, D. P., t. III, p. 73.
223
Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 226.
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PARTE ESPECIAL
224
Cfr. Etcheberry, D. P., t. III, p. 73; Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit.,
p. 222.
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Se piensa que la actividad médica se justificaría al calificarla como
legítima defensa de un tercero (art. 10 Nº 6), que sería la embarazada en pe-
ligro. Ésta es una opinión discutible, porque la agresión supone el ataque de
una persona, y el nasciturus no ataca y tampoco es persona. El médico, al velar
por la vida de la mujer conforme a la lex artis, cumple con su función, lo que
es atípico. De no compartirse esta opinión, esa actividad profesional se debe
encuadrar en la justificante del art. 10 Nº 10 (ejercicio legítimo de un oficio),
porque su finalidad no es causar un aborto, sino salvar una vida.
226
Creus, op. cit., p. 63.
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