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Biología: unidad en la diversidad

Bettina Tassino y Ana Silva, editoras


© 2010 DIRAC – Facultad de Ciencias

Capítulo 6

Evolución del sistema nervioso


1
Leonel Gómez

No somos más que un montón de neuronas.


Francis Crick2

CUANDO NOS EMOCIONAMOS MIRANDO UNA PELÍCULA, O CUAN-


do estudiamos un texto para el examen que tenemos en un par de días, o
cuando vamos a buscar algo a la heladera porque tenemos hambre, una ma-
quinaria absolutamente asombrosa está operando: energías físicas prove-
nientes del medio están siendo captadas y codificadas en señales de natura-
leza química y eléctrica, y otro enorme conjunto de señales, también quími-
cas y eléctricas, están siendo emitidas, transmitidas y recibidas por todo
nuestro cuerpo. El resultado de esta compleja operación es una relación ade-
cuada, en tiempo y forma, del organismo con el medio. Estos organismos,
los seres vivos, encarnan un “programa”, parecen tener un propósito. Al de-
cir de Jacques Monod,3 son máquinas teleonómicas, dotadas de un proyecto
vital definido por su herencia biológica y cultural y por su historia personal.
Esta historia de alguna manera se encuentra almacenada en memorias com-
puestas por redes de neuronas.

1. Laboratorio de Neurociencias, Facultad de Ciencias, Universidad de la República, Uru-


guay.
2. Cita apócrifa de Alicia en el País de las Maravillas (Lewis Carroll, 1865), aparecida en el
libro de Francis Crick (Cuadro 2.1, pág. 70) La búsqueda científica del alma (1994).
3. Jacques L. Monod (1910-1976). Biólogo y bioquímico francés que fuera galardonado con
el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1965, junto a André Lwoff (nota 2, Cap. 10,
pág. 185) y François Jacob (nota 2, Cap. 5, pág. 113), por sus descubrimientos relativos al
control genético de las enzimas y a la síntesis de los virus.

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Esta idea se expresa con fuerza en la secuencia de la película Matrix


reproducida en la Figura 6.1, cuando Morpheus revela a Neo la naturaleza
de su relación con la “realidad”: las vías normales de interacción con el
mundo han sido sustituidas por la conexión artificial con un enorme sistema
informático: la matriz.4 Esta es una versión de un clásico experimento men-
tal planteado frecuentemente en la filosofía, que revela una verdad profun-
da: no tenemos acceso directo al mundo, lo captamos porque tenemos sen-
sores preparados para ello y un sistema motor que nos permite operar sobre
él. Pero lo “real”, lo que puedes sentir, oler, probar y ver, son impulsos eléc-
tricos que tu cerebro interpreta... y por eso podríamos, teóricamente, enga-
ñarlo.

Figura 6.1 – Secuencia de la película Matrix


donde Morpheus revela a Neo la realidad de la “Matriz”.

El objetivo de este capítulo es vislumbrar cómo el sistema nervioso


aparece como necesidad y como habilitador de posibles nuevas complejida-
des en la evolución, cuál es su naturaleza y cómo hace lo que hace.

4. Matrix es una trilogía de películas de ciencia ficción (la primera estrenada en 1999 y las
otras dos en 2003), que se desarrollan en un futuro en el que casi todos los seres humanos
han sido esclavizados, tras una dura guerra, por las máquinas y las inteligencias artificia-
les creadas. Éstas los tienen en suspensión y con sus mentes conectadas a una simulación
social que representa el final del siglo XX.

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Evolución del sistema nervioso

Organismos unicelulares, colonias


y organismos multicelulares simples
Primeras formas de comunicación
La comunicación, en su sentido más amplio (emisión y recepción de
señales), es inherente a la vida. Incluso las formas más primitivas, para cum-
plir los requisitos fundamentales, alimentarse, sobrevivir y reproducirse, ne-
cesitan información sobre el medio y una apropiada regulación del conjunto
de los procesos metabólicos que los componen. Esto significa que señales
químicas están siendo emitidas por ciertos procesos y “leídas” por otros.
Otras señales similares, a su vez, están siendo liberadas hacia el medio ex-
tracelular y sirven como comunicación con otros organismos.

Pero no cualquier cosa es una señal; algo se transforma en señal si la


estructura a la que llega está, de alguna manera, preparada para entenderla. Es-
to no es trivial ya que implica un aprendizaje evolutivo; que un organismo sea,
por ejemplo, sensible a la luz, implica la evolución de estructuras moleculares y
celulares capaces de reaccionar a cierto rango de las radiaciones electromagné-
ticas, y traducirlo en “algo” que la célula pueda manejar, cambios químicos
y/o eléctricos. Lo mismo es necesario para detectar cambios en las concentra-
ciones de sustancias o de ondas de presión en el aire. Estas estructuras especia-
lizadas surgieron, y evolutivamente fueron seleccionadas, porque le confirie-
ron al organismo algún tipo de ventaja en su capacidad de dejar descendencia.

Primeros pasos hacia la organización multicelular

Estas primitivas formas de comunicación y de interacción con el me-


dio, fueron probablemente las que posibilitaron la organización de estos se-
res unicelulares en colonias más o menos complejas. Según lo que sabemos
actualmente, estos mecanismos subcelulares permitían altos niveles de sofis-
ticación, tales como la existencia de numerosos canales de comunicación pa-
ralelos. Una célula, por ejemplo, podría informar a otras integrantes de la co-
lonia de la presencia de alimento, secretando algún tipo de molécula que
produciría ciertas consecuencias al ser captada por receptores específicos en
la membrana de las otras células; por medio de otra señal química podría in-
formar de la presencia de una sustanciá tóxica, y por medio de sensores ade-
cuados, al mismo tiempo estar detectando un gradiente térmico. Para que es-
tos mecanismos pudieran funcionar, es necesario que las sustancias liberadas
fueran capaces de difundir en el medio y llegar en concentraciones suficien-

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tes para ser detectadas por las otras células de la colonia. Esto requiere
proximidad espacial para poder funcionar, y aun así implica cierta incerti-
dumbre respecto al resultado. Esto se puede optimizar si los organismos se
agrupan y organizan para disminuir las distancias y las incertidumbres. De
hecho, organizaciones de asombrosa complejidad pueden alcanzarse sólo uti-
lizando señales químicas. Existen organismos multicelulares, como las plan-
tas, donde las células se diferencian para realizar ciertas tareas específicas y
colaboran con otras que realizan tareas diferentes, casi exclusivamente en
base a esta clase de mecanismos de difusión, ayudados por sistemas de cana-
les o vasos que comunican estructuras distantes. Si bien las plantas alcanzan
altos grados de sofisticación, son sésiles, incapaces de respuestas rápidas
(salvo en especializaciones muy particulares como en las plantas carnívoras)
y, en general, limitadas en su repertorio estructural y conductual.

Diferenciación de tareas en
organismos multicelulares: especialización
La organización comunitaria de las células hizo posible, evolutivamente,
multiplicar las posibilidades de variación de estos organismos colectivos u
organismos multicelulares. Pero esta transición llevo más de 2.000 millones
de años, por lo que es probable que muchas cosas tuvieran que ponerse en
posición para que este salto pudiera darse. Una vez adquirido este nivel de
organización, ya no fue necesario que cada célula hiciera todas las tareas y
por lo tanto pudieron variar, adaptarse y optimizarse estructuralmente para
realizar una o pocas tareas de manera más eficaz (más efectivamente) y efi-
ciente (con menor consumo energético). Ejemplos de estas tareas pueden ser
el procesamiento de nutrientes, movilidad, defensa, captación de informa-
ción sobre el medio, etc.

Al mismo tiempo, esta especialización trae consigo nuevos requeri-


mientos para los sistemas de comunicación intercelular:
1) no todas las tareas son necesarias en todo momento;
2) los productos de alguna tarea pueden ser necesarios para desarrollar otras,
por lo que deben organizarse en secuencias más o menos complejas, o en
paralelo si se requieren dos componentes para obtener un tercero, etc.;
3) la disponibilidad de nutrientes puede ser limitada y la “comunidad” debe
asegurarse la prioridad de las tareas más necesarias en cada momento.
Además, dependiendo de la tarea de que se trate, la comunicación vía difu-
sión de señales químicas puede ser una limitación por su lentitud e impreci-

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Evolución del sistema nervioso

sión. La emergencia de mecanismos de transporte de señales a distancia más


rápidos y eficaces, va a tener un impacto mayor para potenciar el desarrollo
de organismos complejos.

Por otra parte, para que esta comunidad de especialistas pueda conti-
nuar desarrollándose, necesita algo que funcione como un “director de or-
questa”. Debemos ser cuidadosos con el alcance de la metáfora: es un direc-
tor de orquesta particular que se parece más a un dispositivo automático de
regulación y control que a un pequeño duende dotado de raciocinio.

Emergencia del sistema nervioso


El sistema nervioso evolucionó hace más de 600 millones de años cubriendo
estas necesidades de coordinación y administración, seguramente a partir de
estructuras reticulares protoneurales como las que actualmente se observan
en los espongiarios. Aparentemente, el hipotético ancestro común de todos
los animales con simetría bilateral, un gusano acuático bautizado urbilateria,
ya poseía un sofisticado sistema neural con las características básicas de los
que existen actualmente.

Esta temprana adquisición evolutiva posibilitó la emergencia de or-


ganismos crecientemente complejos y móviles, que fueron expandiendo y
diversificando su repertorio conductual desde entonces.

La comunicación entre células nerviosas: la sinapsis

La evolución es un proceso conservador, donde las soluciones a cier-


tos problemas se preservan, se modifican ligeramente, se reutilizan de dife-
rente manera, se combinan, etc. El sistema nervioso no es una excepción, y
la maquinaria de secreción y captación de señales químicas que permitía
comunicarse a las células individuales en organizaciones primitivas, de al-
guna manera parece mantenerse en especializaciones estructurales complejas
llamadas sinapsis que comunican localmente a las células que lo forman
llamadas neuronas.

Moléculas y electricidad: los potenciales de acción

Este elemento clave de comunicación intercelular que permite a las


neuronas “hablarse al oído” y mantener multitud de diálogos paralelos, nece-

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Leonel Gómez

sita complementarse con señales que viajen rápidamente y a distancia por


sus largas prolongaciones. Cuando la naturaleza aprendió a manejar la elec-
tricidad, resolvió este problema. Todas las células tienen una diferencia de
potencial eléctrico entre su medio intracelular y el medio extracelular, debi-
do a la desigual distribución de moléculas e iones. La modulación de estos
potenciales eléctricos puede utilizarse como señal, en la medida que pueda
acoplarse con la maquinaria molecular y se los pueda controlar. Estructuras
proteicas ubicadas en las membranas celulares, capaces de cambiar su per-
meabilidad a distintas especies iónicas, son la base estructural para el uso de
las señales eléctricas: permiten variar la resistencia de la membrana (o, su
inverso, la conductancia) y producir cambios en los potenciales eléctricos.
Estas estructuras se denominan canales iónicos de membrana y permiten la
generación de señales eléctricas muy diversas. Entre éstas hay una clase que
tiene particular importancia: las señales transitorias, llamadas potenciales de
acción.

Alan Hodgkin y Andrew Huxley publicaron en 1952 un trabajo clave


que definitivamente estableció las bases iónicas de los potenciales de acción,
abriendo el camino para la elucidación posterior de los mecanismos molecu-
lares implicados.5 Los potenciales de acción son señales eléctricas que se re-
generan a lo largo de los axones, que efectivamente se comportan como ca-
bles neuronales, propagándose velozmente y sin decremento a enormes dis-
tancias: una célula con un cuerpo neuronal de algunas pocas decenas de m
(10-6 m) puede enviar la señal a metros de distancia. Puesto en forma un tan-
to caricaturesca, podemos decir que las neuronas “hablan” entre sí con un
lenguaje compuesto por potenciales de acción (y los intervalos de tiempo en-
tre éstos), que se traducen en señales químicas en las sinapsis y, en general,
se vuelven a transformar en señales eléctricas en la neurona post-sináptica.

¿Cómo está constituido el sistema nervioso?


Anatómica e histológicamente, el sistema nervioso es una retícula espacial-
mente distribuida que recuerda una especie de cableado. Intuitivamente, a
partir del concepto fundamental de que existe una íntima relación entre la es-
tructura y la función (Cap. 5), y de nuestra experiencia cultural de encontrar
frecuentemente cables cuando es necesario “comunicar” cosas, esta disposi-

5. Por este trabajo, los ingleses Alan L. Hodgkin (1914-1998) y Andrew F. Huxley (1917-),
ambos fisiólogos y biofísicos, obtuvieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en
1963.

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Evolución del sistema nervioso

ción de “cables” relacionando estructuras distantes parece apropiada. Pero


veremos que la idea de cable es más que una simple similitud morfológica.

La teoría reticular vs. la teoría neuronal

Si observamos el tejido nervioso con más detalle, como lo hicieron


sobre finales del siglo XIX y principios del XX Camilo Golgi y Santiago
Ramón y Cajal,6 vemos que está compuesto por células, las neuronas, que
característicamente tienen finas prolongaciones clasificadas en dos grandes
tipos: las dendritas y los axones. Estas prolongaciones forman una densa
retícula cuya naturaleza fue fuente de desacuerdo entre Golgi y Cajal. El
primero sostenía la posición comúnmente aceptada en la época, de que el te-
jido nervioso era una retícula continua donde las prolongaciones de una neu-
rona se continuaban con las prolongaciones de las otras formando un sinci-
cio que funcionaba de manera similar al sistema vascular. El segundo pos-
tuló que las neuronas eran entidades anatómica y funcionalmente separadas
(Fig. 6.2, pág. siguiente). Resultados posteriores confirmaron esta segunda
tesitura conocida como la teoría neuronal. Además, Cajal formuló el princi-
pio de la polarización funcional que, con variantes y excepciones, es todavía
vigente: la información fluye en las neuronas desde las dendritas hacia el
soma y el axón. También describió las estructuras que existen donde las
membranas neuronales entran en contacto unas con otras, y que luego Char-
les Sherrington7 definiría con precisión y bautizaría “sinapsis”. Mientras Ca-
jal sentaba las bases anatómicas de la moderna neurociencia en España, She-
rrington sentaba las bases fisiológicas en Inglaterra.

Sensores, procesadores y efectores

Ya tenemos los elementos estructurales básicos del sistema nervioso:


neuronas con prolongaciones dendríticas que reciben contactos sinápticos de
otras neuronas mediante prolongaciones axónicas que pueden ser muy largas
y constituir esos cables que mencionamos anteriormente. Éstos, de alguna
manera, parecen ser el sustrato anatómico para el envío de señales a distan-
cia con rapidez y confianza, pero ¿cuál es la índole de estos mensajes?; ¿de
dónde vienen y hacia dónde van?; ¿cuál es la naturaleza del director de or-
questa que los gestiona?

6. Ver nota 5, Cap. 4, pág. 89.


7. Charles Sherrington (1857-1952). Médico y neurobiólogo inglés, que obtuvo el Premio
Nobel de Fisiología o Medicina en 1932 por sus aportes en el campo de la neurofisio-
logía.

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Leonel Gómez

Si observamos la anatomía macroscópica de los sistemas nerviosos,


más allá de los variados planes de organización que se pueden apreciar en
la Figura 6.3, veremos nervios que llegan y salen de estructuras centrales.
Estas estructuras centrales son diversas: las hay con varios centros o
núcleos similares como en los anélidos, o las que poseen un sólo centro
claramente predominante como en los vertebrados. En todas ellas, los ner-
vios van desde elementos sensores (de energía mecánica, de sustancias
químicas, de energía electromagnética, etc.) hacia las estructuras centra-
les, de donde salen otros que van hacia los efectores (músculos, glándulas).
En los vertebrados, estas estructuras centrales son el cerebro y la médula
espinal.

Figura 6.2 – Dibujo de Santiago Ramón y Cajal de los circuitos del cerebelo.
Se aprecian las típicas estructuras neuronales: dendritas, cuerpos y axones.
Con las flechas se representa la idea de la polarización funcional,
señalando la dirección del flujo de la información en los circuitos.

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Evolución del sistema nervioso

Figura 6.3 – Representación esquemática de algunos planes de organización


del sistema nervioso en diversos grupos taxonómicos animales.
Se aprecian las estructuras centrales más o menos desarrolladas (salvo en
los Cnidaria donde hay una retícula neural sin centro) y los nervios periféricos.

Del arco reflejo al director de orquesta


El sistema nervioso recibe múltiples señales, las procesa e interpreta, y envía
otro conjunto de señales que van a producir respuestas apropiadas por medio
de comandos específicos enviados a las estructuras correspondientes.

Para hacer esto el sistema debe tener, de alguna manera, conocimien-


to almacenado que vincule el reconocimiento de ciertos problemas en su re-
lación con el medio, por ejemplo de una situación potencialmente peligrosa,
con un repertorio de respuestas posibles para los mismos.

El arco reflejo como ilustración de un


principio general de funcionamiento
Entre las estructuras más simples que ejemplifican esta forma de fun-
cionar del sistema nervioso, se encuentra el arco reflejo. Éste se manifiesta,
por ejemplo, en el reflejo rotuliano: cuando el tendón rotuliano es golpeado

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Leonel Gómez

por el martillo de goma del neurólogo, el músculo se estira y se activan los


llamados receptores de estiramiento contenidos en él. Esta señal es enviada
centralmente a la médula espinal, y ésta genera una respuesta que consiste en
producir una contracción compensatoria del músculo que provoca el estira-
miento de la pierna. Esta es una situación artificial, pero revela el funciona-
miento de un circuito neuronal que está todo el tiempo activo, ya que es el
encargado de monitorear el nivel de contracción del músculo en todo movi-
miento que lo involucre (e.g. al caminar). Esta es una de las formas más sen-
cillas de vincular un estímulo con una respuesta. En este caso, la respuesta
está determinada directamente por el estímulo y es bastante estereotipada,
pero la simplicidad es sólo aparente, ya que para que el movimiento de la
pierna pueda ocurrir, es necesario un patrón cuidadosamente orquestado de
contracciones y relajaciones musculares. En el caso del reflejo, este “pro-
grama” de comandos para que los músculos correctos se contraigan en el
tiempo correcto, está totalmente cableado en la médula espinal, es un meca-
nismo automático pero que realiza una operación bastante compleja. Hay
una importante cantidad de conocimiento almacenado en el diseño de ese
circuito, y fue adquirido en el curso de la evolución. Mecanismos práctica-
mente idénticos están en la base de conductas análogas, como por ejemplo
conductas locomotoras, en una enorme variedad de seres vivos.

Muchos estímulos y muchas respuestas posibles


En animales sencillos muchas conductas son reflejas, pero en la me-
dida que observemos el comportamiento de organismos más complejos,
conductas en las cuales el estímulo no determina la respuesta son cada vez
más frecuentes. Es en estas conductas donde las habilidades extraordinarias
del director de orquesta se ponen en evidencia. El organismo colecta, por
medio de los sensores pertenecientes a sus distintos sistemas sensoriales, un
enorme volumen de información sobre lo que ocurre tanto en el medio ex-
terno (imágenes visuales, sonidos, olores, etc.), como sobre la posición de
cada una de las partes de su cuerpo. Por otra parte, obtiene una cierta canti-
dad de medidas del estado metabólico del organismo que resultan en señales
internas, como por ejemplo la sensación de apetito. Toda esta información,
codificada en el lenguaje que el sistema maneja (secuencias de potenciales
de acción y señales químicas), va hacia estructuras centrales y allí se distri-
buye en complejas redes neuronales, interactúa con otras actividades que re-
presentan memorias, necesidades, etc., y produce un patrón de actividad en
los nervios que salen del sistema. Esta salida va a actuar, entre otras cosas,
sobre músculos, produciendo movimientos que serán parte de conductas
complejas como salir a buscar comida, huir de una situación peligrosa, o lo
que fuere pertinente de acuerdo al proceso neurocomputacional realizado.

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Evolución del sistema nervioso

Estructuras “recicladas” y nuevos niveles “gerenciales”


Para ejecutar estos movimientos, el sistema va a utilizar los mismos
circuitos medulares que sirven al arco reflejo. Este es un principio general de
organización: no todo se procesa centralmente. Evolutivamente encontramos
estructuras neurales muy antiguas, a las cuales se han sumado estructuras
más nuevas que aprovechan lo que estas estructuras anteriores sabían hacer,
y las reclutan en circuitos más complicados con nuevos niveles de control.
Así, en los circuitos medulares que controlan los movimientos de locomoción,
variando algunas señales relativamente sencillas que los controlan, se logra
que pasen, por ejemplo, de generar un patrón de trote a un patrón de galope,
sin que sea necesario que todo el programa motor venga desde “arriba”. El di-
rector de orquesta, entonces, es un conjunto de centros de procesamiento ac-
tuando de manera jerárquica, y cooperando en paralelo para analizar un estado
de situación y producir conductas que permitan al organismo alimentarse, so-
brevivir y reproducirse. La neurociencia cognitiva estudia estos procesos neu-
rocomputacionales que habilitan a los animales a adquirir y utilizar conoci-
mientos, ya sea en el curso de la evolución o durante el transcurso de su vida.

¿Sobre qué “cosa” opera el sistema nervioso?


Había quedado planteada la pregunta por la naturaleza de los mensajes que
circulan por el sistema nervioso; en la sección anterior también hablamos de
información y de lenguaje. De todos estos términos, el más correcto es el de in-
formación, ya que es el más general. La información se puede definir en térmi-
nos matemáticos y cuantificar con precisión; es la misma noción de información
contenida en la palabra informática que utilizamos frecuentemente asociada al
uso de computadoras y programas. También usamos el término neurocompu-
tación para nombrar los procesos que ocurren en el cerebro, enfatizando aún
más la existencia de analogías entre las computadoras y el sistema nervioso.

Cerebros y computadoras
Dos importantes científicos de la primera mitad del siglo XX, Alan
Turing y John von Neumann,9 que sentaron las bases de la computación (en
8

el sentido que hoy le damos), estaban motivados en realidad para entender

8. Alan Turing (1912-1954). Matemático, informático teórico, criptógrafo y filósofo inglés,


considerado precursor de la informática moderna.
9. Ver nota 20, Cap. 2, pág. 63.

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Leonel Gómez

cómo funcionaba el cerebro. Querían entender cómo era posible que este dis-
positivo biológico llevara adelante procesos que de manera automática resol-
viera problemas inteligentemente. Lo de automático quiere decir que podían
ser implementados en máquinas de algún tipo, pero donde la naturaleza de la
máquina, de qué material estuviera construida, no era especialmente impor-
tante. No les interesaban las máquinas particulares que resuelven problemas
específicos, sino máquinas generales, universales, capaces de resolver toda
una enorme gama de problemas como lo hace nuestro cerebro. Estas máqui-
nas universales de Turing, como se conoció a estos dispositivos conceptua-
les, devinieron, de alguna forma, en las tan familiares computadoras actuales
que nos sirven para escribir, enviar correos electrónicos o jugar a las cartas.
Aquel proyecto de comprender el cerebro se convirtió en un enorme desarro-
llo tecnológico que revolucionó nuestras vidas (la producción económica, la
cultura, etc.), pero, sin embargo, la comprensión profunda del cerebro sigue
eludiéndonos. Hemos avanzado muchísimo y la metáfora del cerebro como
computadora fue extremadamente útil (y hasta cierto punto todavía lo es) pa-
ra recorrer parte del camino, pero hoy sabemos que no es una máquina de
propósito tan general y que su naturaleza biológica lo determina de una ma-
nera radical.

¿Cómo se aplica esta noción de


información al sistema nervioso?
Vimos que el sistema nervioso genera señales eléctricas y químicas
mediante las cuales envía “mensajes”. Los mensajes están codificados en se-
cuencias de potenciales de acción, al igual que los mensajes de texto que se
envían mediante teléfonos celulares están codificados en los 0 y 1 que com-
ponen el sistema binario que las computadoras digitales utilizan. Para que
estos mensajes puedan ser leídos, es necesario que un programa convierta la
secuencia de 0 y 1 en caracteres conocidos. Disponemos de 160 caracteres
para escribir un mensaje de texto, lo que limita el mensaje que podemos en-
viar a las combinaciones con sentido de los 27 caracteres del idioma español
ubicados en esos 160 lugares. Estos mismos problemas se le presentan al sis-
tema nervioso: los canales por los que circula la información (nervios, sinap-
sis) tienen capacidad limitada dada por la naturaleza física de las señales y
por tener que operar efectivamente en la presencia inevitable de “ruido” (da-
do por la agitación térmica de las moléculas, entre otros factores). Estos son
los problemas que estudia la teoría de la información, que nos permite en-
tender y cuantificar el flujo de información que, paralelamente y asociado
con los de materia y energía, se extiende (o difunde) por los organismos bio-
lógicos. En esta acepción formal del término, decimos que un mensaje aporta

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Evolución del sistema nervioso

información sobre algo, cuando reducimos la incertidumbre que teníamos


antes de recibirla. Intuitivamente, si me dicen que un suceso muy improbable
va a ocurrir, me están dando mucha información. Habitualmente esta infor-
mación se mide en bits. Un bit de información es la cantidad de información
que me dan si me dicen cuál es el resultado de un suceso que tiene dos resul-
tados posibles, ambos igualmente probables, como por ejemplo, al tirar una
moneda. De esta manera podemos cuantificar la cantidad de información que
hay en una imagen visual, en una secuencia de sonidos o un tren de potencia-
les de acción. De alguna manera, la información es la moneda de intercam-
bio del sistema nervioso: para codificar un movimiento sencillo bastan unos
pocos bits, pero para codificar una secuencia compleja de movimientos va-
mos a requerir muchos más.

Perspectiva contemporánea

Comprender el funcionamiento del sistema nervioso es comprender el funda-


mento material de nuestras capacidades intelectuales y afectivas; implica com-
prender cualidades como la conciencia, que han desafiado la reflexión filosó-
fica y científica durante siglos. Si bien aún estamos lejos de vislumbrar las res-
puestas finales a estos temas que han inquietado a la humanidad desde siem-
pre, tal vez hoy estemos, por primera vez, capacitados para incluir todos estos
temas en una agenda de investigación científica. Algunos de los logros del
pensamiento más o menos recientes que posibilitan esta nueva perspectiva son:
1) la Teoría de la evolución de Charles Darwin, que unificó el campo de la
biología y nos dio las bases profundas para los estudios comparados, y la
comprensión de los mecanismos por los cuales estructuras tan asombrosas
como el sistema nervioso pudieron haber evolucionado;
2) la genética y la biología molecular y celular, complementando la visión
evolucionista, nos permiten entender en forma directa la poderosa maqui-
naria que gestó la diversidad de la vida, y apreciar similitudes que subya-
cen a esa diversidad;
3) el desarrollo de la computación, no sólo como metáfora fértil, sino como
poderosa herramienta que nos posibilita construir modelos, simular el
funcionamiento de estas complejas estructuras y vislumbrar cómo podrían
efectivamente funcionar;
4) todas las técnicas de registro electrofisiológicas y moleculares que nos
han permitido entender cómo funcionan los fenómenos eléctricos y quí-
micos en las neuronas, cómo codifican información, cómo cambian con la
experiencia;

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Leonel Gómez

5) las nuevas técnicas imagenológicas que nos permiten ver al cerebro en


funcionamiento: podemos, por ejemplo, determinar qué estructuras traba-
jan más de lo habitual al realizar tareas como podría ser la lectura de un
poema. Estas técnicas complementan los estudios realizados desde hace
ya mucho tiempo por neurólogos y neuropsicólogos, de las modificacio-
nes conductuales producidas por lesiones en pacientes humanos o lesio-
nes experimentales en modelos animales. Estos datos proveen ya un mapa
bastante claro del involucramiento de las distintas áreas corticales en los
distintos tipos de tareas.

Estamos contemplando asombrados la apertura de “la caja negra” que


fue el cerebro por mucho tiempo, y comenzando a dilucidar los mecanismos
moleculares, celulares y neurocomputacionales que subyacen a la acción de
regulación y control del sistema nervioso en todos sus niveles, desde los me-
canismos reflejos hasta la conciencia.

Glosario
axón: prolongación filiforme de una neurona, por la que ésta transmite impulsos nerviosos
hacia una o varias células musculares, glandulares, nerviosas, etc.
canales iónicos: estructuras proteicas de membrana que conforman un poro por el que
pueden pasar iones entre los medios intra y extracelular, y cuya permeabilidad
usualmente se regula por el voltaje transmembrana, por acciones mecánicas o por
medio de sustancias químicas.
cerebro: es el centro del sistema nervioso en todos los vertebrados y en la mayoría de los
invertebrados. Algunos animales, tales como medusas y estrellas de mar, tienen
un sistema nervioso descentralizado sin un cerebro, mientras que las esponjas
carecen de él. En los vertebrados, el cerebro es, junto con la médula espinal,
parte del sistema nervioso central, y está situado en la cabeza protegido por el
cráneo.
dendritas: prolongaciones protoplásmicas ramificadas de las neuronas –en general cor-
tas–, que están implicadas principalmente en la recepción de los estímulos prove-
nientes de los axones pertenecientes a otras neuronas. Es fundamentalmente en la
distribución y forma de éstas, que radica la diversidad morfológica de las neuro-
nas.
médula espinal: es la parte del sistema nervioso central que se aloja en el conducto verte-
bral. La médula espinal es la encargada de llevar los impulsos nerviosos desde las
diferentes regiones del cuerpo hacia el encéfalo, y del encéfalo a los segmentos
distales del cuerpo.
neurona: tipo de célula del sistema nervioso cuya principal característica es la excitabilidad
de su membrana plasmática. Está especializada en la recepción de estímulos y con-
ducción del impulso nervioso entre ellas o con otros tipos de células, como por
ejemplo las que forman las fibras musculares de la placa motora.

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Evolución del sistema nervioso

potencial de acción: es una onda de descarga eléctrica que se regenera y se propaga a lo


largo de la membrana de la célula prácticamente sin decremento. Pueden generarse
por diversos tipos de células corporales, pero las más activas en su uso son las célu-
las del sistema nervioso, que las utilizan para enviar mensajes entre células nervio-
sas, o desde células nerviosas hacia otros tejidos corporales como músculos o
glándulas.
sinapsis: es el contacto entre dos o más células, de las cuales por lo menos una es una neu-
rona, mediante el cual se produce la comunicación neurona-neurona o neurona-
efector. Las sinapsis pueden ser de distinto tipo: químicas, mediadas por un neuro-
transmisor que es liberado por la célula presináptica y captado por receptores en la
célula postsináptica; eléctricas, mediadas por canales que comunican directamente
el citoplasma de las células pre y postsinápticas permitiendo el pasaje de iones; o
mixtas, combinando ambos mecanismos.
sincicio: tejido animal plurinucleado, sin membranas celulares internas de separación entre
los núcleos.

Lecturas recomendadas
Crick F (2003): La búsqueda científica del alma. 5a. ed., Ed. Debate, Madrid.
Churchland PS & Sejnowski TJ (1992): The computational brain. Ed. MIT Press, Cam-
bridge, Massachusetts.
Kandel ER, Schwartz JH & Jessell TM (2000): Principles of neural science. 4a. ed., McGraw-
Hill, Health Professions Division, New York.
Pinker S (2004): Cómo funciona la mente. 2a. ed., Ed. Destino, Barcelona.
Purves D (2007): Neurociencia. 3a. ed., Médica Panamericana, Madrid.

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