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ORIGEN Y EVOLUCION DE LA
MORAL
De Pedro Kropotkin
Prólogo
En su Etica; Kropotkin ha querido responder a dos cuestiones
fundamentales, ¿Cuál es el origen de las concepciones morales en el
hombre? Y, ¿cuáles son los fines a que tienden las normas y preceptos
de la moral? Consiguientemente dividió su obra en dos partes, la
primera dedicada al esclarecimiento del origen y desarrollo histórico de
la moral, y la segunda consagrada a la exposición de las bases y
finalidades de la Ética realista.
Capítulo 1
Necesidad contemporánea de desarrollar los
fundamentos de la moral
Por otra parte, el panteísta Spinoza (siglo xvii) y, durante cierto tiempo,
el propio filósofo del idealismo trascendental Kant, aceptaban en
absoluto la revelación como origen de los principios morales.
En la primera mitad del siglo XIX se inició, asimismo, bajo los nombres
de fourierismo, owenismo, saint–simonismo y más tarde socialismo y
anarquismo internacional, un vasto movimiento que aun estando
dirigido, más que todo, por motivos económicos, ha sido, también, en su
sentido más profundo, un ideario de ética y moral.
Que la ayuda mutua este tan extendida, hay que atribuirlo a las ventajas
que ofrece a las especies animales que la practican, ventajas superiores
a las que la rapacidad y competitividad procuran. Incluso puede
considerarse como cosa probada que mientras la lucha por la existencia
puede ser causa, tanto de progreso como de regresión, es decir que a
veces conduce a la mejora de la especie y otras a su empeoramiento, la
práctica de la ayuda mutua es, siempre, un factor de desarrollo
progresivo.
Siendo la ayuda mutua un factor necesario para la conservación, el
florecimiento y el desarrollo progresivo de cada especie, se ha
convertido en lo que Darwin calificó de instinto permanente propio de
todos los animales comunicativos, entre los cuales hay que contar,
naturalmente, al hombre. Por esto tuvo Darwin perfecta razón, al afirmar
que el instinto de la simpatía mutua se manifiesta en los animales
comunicativos de una manera más continua que el instinto puramente
egoísta de la propia conservación, y en ese instinto veía, como es
sabido, el rudimento de la consciencia moral, cosa que,
desgraciadamente, olvidan, con frecuencia, los darwinistas.
Capítulo 2
Visión de conjunto de los fundamentos de una nueva
ética
Y siendo esto así, hay que reconocer que hemos llegado a un momento
de suma gravedad para la Filosofía, esto porque se ha llegado (por
desarrollo de los conocimiento) a una conclusión y ella es que el hombre
saca lecciones del estudio de la naturaleza y de su propia historia, que
consisten en hacerle ver la existencia de una doble aspiración, por un
lado la aspiración hacia la comunidad y por otro la aspiración, que
emana de la primera, hacia una vida más intensa, por consiguiente,
hacia una mayor felicidad del individuo y a su más rápido progreso
físico, intelectual y moral. Esa doble aspiración es el rasgo característico
de la vida en general, y constituye una de las propiedades
fundamentales de la vida (uno de sus atributos), sea cual fuere el
aspecto que la vida revista en nuestro planeta o fuera de él, es decir, de
la naturaleza misma del entorno y de yo mismo, saco el sentido a la
vida, y sus fundamentos, y no necesito confirmación metafísica de la
universalidad de la ley moral ni una simple suposición, ya que la
naturaleza es universal y esta para todos.
Resulta por lo tanto que la ciencia, lejos de destruir las bases de la Etica,
le da, en oposición a las nebulosas afirmaciones metafísicas de la Etica
trascendental, o sea sobrenatural, un contenido concreto; siendo la Ética
entonces una ley de la naturaleza
Capítulo 3
Por todo esto los conceptos morales del hombre y los actos de los
insectos que viven en común tienen tanta analogía que los más grandes
preceptores de la moral no vacilaron en citar, como ejemplos dignos de
imitación, ciertos rasgos de la vida de las hormigas y de las abejas,
nosotros no somos superiores a ellas en cariño para con los grupos
respectivos, incluso más nos vemos por consiguiente obligados a
reconocer que si la diferencia entre los conceptos morales de una abeja
y de un hombre obedece a la diferencia fisiológica, la semejanza
asombrosa que existe entre ellos, en otros rasgos esenciales revela un
origen común, por lo tanto llega a la conclusión de que el instinto social
constituye la fuente común o base de todos los principios morales.
Además señala, que el instinto social es un instinto especial diferente de
los demás; y que la selección natural ha contribuido a su desarrollo en
vista de su utilidad para la conservación y el bienestar de la especie.
Tiene un carácter tan fundamental que a veces hasta triunfa en su lucha
con un instinto tan poderoso como el cariño de los padres para con sus
hijos, es decir, en el hombre los instintos sociales más persistentes o
más arraigados, triunfan sobre los menos persistentes.
En contraste a esto casi todos los que han escrito hasta ahora sobre la
moral se basan en un concepto no demostrado, que es que el instinto
más poderoso en el hombre, y más aun en los animales, es el de la
conservación que, a causa de una terminología poco exacta,
identificaban con el egoísmo. Naturalmente, a los que profesan este
concepto de la naturaleza del hombre y de los animales no les queda
más que poner todas sus esperanzas en los llamamientos de los
predicadores de la moral; el espíritu de sus doctrinas reside fuera de la
naturaleza, fuera y por encima del mundo accesible a nuestros sentidos,
y buscan el apoyo para sus doctrinas en las fuerzas sobrenaturales; en
tanto el que repudia y no acepta conceptos semejantes, como por
ejemplo Hobbes, no tiene más remedio que atribuir una importancia
capital al poder coercitivo del Estado, guiado por legisladores geniales;
de modo que en vez del sacerdote era el legislador quien poseía la
verdad.
Para los salvajes primitivos los animales no eran otra cosa que la
continuación de su propia tribu, pero mucho más hábiles que los propios
hombres. El primer concepto general sobre la naturaleza, era
probablemente la idea de que los hombres y los animales son
inseparables; nosotros ahora podemos separarlos, pero nuestros
antepasados primitivos no podían, incluso es dudoso que fueran capaces
de concebir la vida aparte de una raza o de un grupo.
El salvaje primitivo veía y sabía además que aún entre los animales
rapaces rige una ley común, no se matan entre ellos jamás, es más al
contrario, hay especies en extremo sociales, como por ejemplo, todas
las especies caninas, los chacales, los perros salvajes de la India y las
hienas.
Según su concepto (el del hombre primitivo), todos los animales, fieras,
pájaros, peces, están en comunión continua entre sí, constituyendo una
especie de gran fraternidad, en la cual a veces admiten también al
hombre.
Los Aleutas, como todos los salvajes primitivos, tienen una serie de
reglas sagradas, que son incondicionalmente obligatorias, y estas se
refieren al mantenimiento de las tradiciones de la tribu, y en caso de
que esta ley no se cumpliera, y eso ocurre en muy raros casos, el crimen
es castigado, como la traición, con la expulsión y aun con la muerte.
Ahora bien, en todos los hombres, aun los que se encuentran en un nivel
de desarrollo muy bajo, así como en todos los animales sociales, se
hallan rasgos que podemos calificar de morales. En todos los grados de
la evolución del hombre encontramos la sociabilidad, en algunos
individuos se añade a ésta la disposición a prestar ayuda a los demás,
aun arriesgando la propia vida, la existencia de rasgos semejantes
favorece el mantenimiento y el desarrollo de la vida social que a su vez
garantiza la vida y el bienestar de todos. Estas cualidades fueron
consideradas en los tiempos más remotos de las sociedades humanas
no solamente como deseables sino como obligatorias. Los ancianos
sabios y sacerdotes de los pueblos primitivos y más tarde el clero,
calificaron estas cualidades de la naturaleza humana, de mandamientos
del cielo, provenientes de las fuerzas misteriosas de la naturaleza, es
decir de los dioses, o del creador único del Universo.
Capítulo 5
Evolución de las doctrinas morales. La Grecia antigua.
El mundo animal, ayuda al hombre bueno y justo y por todos los medios
se opone al hombre malvado e injusto (porque está en equilibrio y
armonía con la naturaleza), y además en general, entre los pueblos
primitivos, mucho más que entre los cultos, cada miembro se identifica
con la colectividad; cada uno es responsable por todos y todos por cada
uno (generando un concepto, o mejor dicho comprendiendo la idea de
que todos somos uno, y que cada ser es de igual importancia que otro).
El uso, o sea la costumbre de vivir según las tradiciones, que se da en
las culturas primitivas, generan una aversión al cambio y un
estancamiento de las ideas, buscando la conservación de las reglas
establecidas, por lo cual las derivaciones que son siempre posibles
(modificaciones de las ideas principales) no deben triunfar, para ello los
ancianos, profetas y sacerdotes, se sirven de la intimidación y el miedo,
y para mantener ese miedo del castigo estableciendo ritos sagrados
que expresan la veneración a las fuerzas de la naturaleza, y se hacen
sacrificios a dichas fuerzas y se organizan espectáculos de una gran
teatralidad, para mantener a raya las nuevas ideas.
Pero a pesar de eso aún existían, otros que seguían afirmando que era
imposible explicar desde el punto de vista natural material, el origen del
Universo y de la vida, puesto que el mundo que vemos es una creación
de fuerzas sobrenaturales, y es producto de algo que está fuera del
alcance del intelecto humano.
Por esto los pensadores de aquella época veían en lo que está oculto a
nuestros ojos y a nuestra comprensión la personificación de la razón
suprema de la palabra (el Logos) de la voluntad suprema o del alma del
universo; accesible tan solo con el conocimiento en sí mismo,
desarrollando la metafísica, que estudia la realidad más allá de lo
material físico, (sin embargo haciendo una defensa de estas ideas
metafísicas a grandes rasgos, ellos veían que la esencia creadora era
universal, que se encuentra en todos y que era todo a su vez, pero esta
estaba en el mundo inmaterial, es decir en las ideas, por ende no se
puede conocer si no es con el conocimiento de sí mismo, ya que esta
está en todos en su interior, desarrollando la Metafísica, si bien se aleja
del estudio empírico, practico y material de la realidad, se acerca a
estudiar otra parte de la realidad no menos importante incluso más,
para algunos la única existente que es el mundo espiritual y de las ideas
que para ellos desarrolla la realidad material y que para entender y vivir
bien se requiere comprender el origen desde donde emana la
materialidad, por ende no se aleja del realidad material sino que la ve
desde su justo valor y lugar, secundario a lo primordial que es lo
espiritual y las ideas.)
Siguiendo con las ideas básicas del pensamiento metafísico, hay que
reconocer que todo fenómeno, en la caída de una piedra, la corriente de
un arroyo, la vida de un animal o árbol cualquiera, son manifestaciones
indispensables del Todo, de lo que es propio a todo el conjunto de la
naturaleza animada e inanimada, siendo inevitables el desarrollo de
consecuencias lógicas y de propiedades fundamentales de la naturaleza
que junto con sus leyes pueden ser descubiertas por el intelecto
humano.
Sofistas.-
Veía la base de las ideas morales en los hechos de la vida real (nada de
idealismo Platónico); afirmaba que todo el mundo, basado en la razón,
aspira al mayor bien, que es la felicidad; y esto es lo que hace la vida
deseable y la causa de las satisfacciones.
La gente común ve su felicidad en el goce, en el placer, mientras que la
gente culta la busca en algo superior, pero no en la Idea como afirmaba
Platón, sino en una actividad razonable del alma o por lo menos no
contraria a la razón (Ética, I, 6), por ende el bien supremo para el
hombre consiste en una actividad del alma que esté de acuerdo con la
virtud, y esta virtud proviene de la razón (es una recta razón). La
felicidad supone la vida de acuerdo con las exigencias de la justicia, que
proviene de la razón, y una vida semejante es lo más bello que puede
darse, ya que une en sí la salud y el logro de lo que se ama; sin
embargo, añade Aristóteles, la felicidad necesita también bienes
externos, entre los cuales enumera a los amigos, la riqueza, la influencia
política, el origen noble (Aristóteles veía esto solo para los ciudadanos
de la polis), los buenos hijos y la belleza, sin esto la felicidad parece
incompleta (o sea se necesita lo mínimo para mantener el cuerpo
material).
Pero por otro lado hay que destacar que fue el primero en apreciar lo
que descuidan la mayoría de los pensadores de nuestro siglo, o sea que
al hablar de la moral hay que distinguir sobre todo entre lo que se puede
exigir a cualquiera y la virtud heroica inaccesible al hombre ordinario; y
es precisamente esta cualidad, que llamamos ahora espíritu de sacrificio
y de magnanimidad, que estimula a la humanidad en la marcha hacia
adelante y desarrolla la aspiración a realizar lo bello, lo que la Ética de
Aristóteles tiende a demostrar; por lo tanto esta cualidad no puede ser
exigida a todos.
Epicúreos.-
Estoicos. –
Los estoicos, igual que sus predecesores Platón y Aristóteles, enseñaban
que hay que vivir de acuerdo a la Naturaleza, es decir con la razón y con
las propias capacidades, porque tan sólo una vida semejante puede
proporcionarnos la máxima felicidad. Pero, como es sabido, insistieron
sobre todo en que el hombre encuentra su felicidad (eudemonia), no en
los bienes externos, riquezas, honores, etc., sino en la aspiración hacia
algo superior, ideal, en el desarrollo de la vida espiritual para el bien del
hombre, de la familia, de la sociedad y principalmente en la realización
de la libertad interior.
Sus ideas coinciden en este respecto con las que se van abriendo
camino en la Ética contemporánea desde los tiempos de Bacon, Spinoza,
Augusto Comte y Darwin. Así enseñaron que la Razón o Logos (el todo)
llena el mundo entero, como razón del Universo, y que la ley moral
proviene de aquellas leyes naturales en que se rebela esta Razón
universal; por ende la razón del hombre, y las ideas morales, decían los
estoicos, no son otra cosa que una de las manifestaciones de la fuerza
de la naturaleza (la naturaleza esencial que es todo y abarca todo, el
logos); como se ve toda la doctrina Estoica tendió a ayudar al hombre a
desarrollar en sí el bien y a combatir el mal alcanzando de este modo la
mayor felicidad posible.
Algunos de ellos llegaron a predicar la fraternidad universal, pero no por
eso combatieron el individualismo, la liberación de las pasiones y la
renuncia al mundo.
Aquel foco de ciencia y de arte que fue Grecia quedó así convertido en
una provincia del Imperio romano conquistador, logrando que se apague
el faro de la ciencia encendido en la Hélade, por varios siglos, mientras
Roma, plagiando el centralismo de Grecia y organizando el lujo de las
clases superiores sobre el trabajo de los esclavos y de los pueblos
conquistados, se extendía cada día más. En estas condiciones era
inevitable que surgiera la protesta y sucedió lo que había de suceder,
primero por el eco del Budismo, religión nacida en la India, país en el
cual se hacía sentir el mismo proceso de desintegración que en Grecia,
esta religión que fue fundada por un príncipe, Gautanama, que
abandono su palacio y a su joven esposa (las riquezas materiales), se
vistió humildemente y, renunciando al poder y a la riqueza, se convirtió
en un servidor del pueblo, predicando el desprecio a la riqueza y al
poder, el amor a los amigos y enemigos, la misericordia para con todos
los seres vivos, la igualdad de todos sin distinción de clases ni de
posición.
Más tarde, unos cuatro siglos después, bajo la forma del Cristianismo,
religión nacida en Judea, de donde pasó al Asia Menor, país lleno de
colonias griegas y por fin a Italia, que era el centro de la dominación
romana, un fenómeno similar ocurrió cuando una doctrina análoga, el
Cristianismo, se propagó desde Judea a las colonias griegas del Asia
Menor, para pasar desde aquí a Grecia y a la Sicilia, donde existía un
terreno abonado para el surgimiento de una nueva religión (idea o
doctrina) de los pobres, indignados ante el despilfarro de los ricos.
Pero para desgracia, en esta religión, lo mismo que en todas las escuelas
morales, penetró el espíritu oportunista y esto ocurrió con tanta o más
facilidad, cuanto en el seno del Cristianismo, igual que en las demás
religiones, se formó un núcleo de gente que pretendió conservar la
doctrina de Cristo en toda su pureza y combatió a cuantos trataban de
comentarla (generando un poder que dicta la verdad, somete a los
contrarios y para peor ellos creían que tenían a Dios de su lado).
Más tarde los discípulos de Cristo, aun los más fieles a sus doctrinas,
llegaron mucho más lejos por el camino de las derivaciones, por
ambición y egoísmo, apartándose cada vez más de la doctrina y
llegando a establecer una unión estrecha entre la Iglesia Cristiana y los
Césares, en forma tal que los Príncipes de la Iglesia no tardaron en
considerar la verdadera doctrina cristiana como peligrosa, tan peligrosa
que en Occidente la Iglesia oficial autorizaba la edición del Evangelio tan
sólo en lengua latina, completamente incomprensible para las masas, y
en Rusia en el idioma antiguo eslavo, poco asequible para el pueblo.
Incluso más los apóstoles Pedro y Pablo consideraron como una virtud
cristiana fundamental la obediencia ciega, con temor y temblor, de los
súbditos a las autoridades establecidas, puesto que éstas son agentes
de Dios, y de los esclavos hacia sus amos (principio de personas más
importantes que otras); siendo la esclavitud y la sumisión servil a las
autoridades, apoyadas por la iglesia algo perfecto y que correspondía,
esto se mantuvo así durante once siglos hasta las primeras
sublevaciones urbanas y campesinas de los siglos XI y XII; de hecho
hasta los santos apoyaban la esclavitud, tal como Tomás de Aquino
aseguraba que la esclavitud es una ley divina.
Abelardo (1109–1142).-
Este filósofo, fue uno de los primeros que realizo tentativas importantes
por rechazar lo divino o sobrenatural como concepción de la naturaleza,
incluyendo en esta a las ideas morales.
Los pensadores no podían expresar sus ideas así como así por el riesgo a
ser considerados heréticos y blasfemos (situación que llevaba a
excomunión, presidio o peor aún), pero no fue hasta las poderosas
sacudidas que revolvieron a Europa entre los siglos XII y XVI, que la
iglesia y los representantes del poder laico toleraron que los pensadores
expongan sus ideas.
Una parte representada por los pensadores como los estoicos, que para
ellos la idea era de que el sentido moral que se manifiesta en el hombre,
aunque en una forma imperfecta, y que es parte de algo innato del
Universo (del que el hombre es parte) De no haber existido este
principio en la naturaleza, no se hubiese, en efecto, manifestado en el
hombre
Como hemos visto esta doctrina se consolidó hasta tal punto que tan
sólo unos quince siglos más tarde, merced a la nueva vida que nacía en
Europa, se pudo empezar a hablar de los orígenes de la moral en la
naturaleza misma.
.
Hobbes (1588–1679).-
Luego añade Hobbes que el hombre al ser dotado de mayor razón que
los demás de los seres vivos, el hombre es enemigo del hombre, y que
su sociabilidad no es de ningún modo una cualidad moral sino un
resultado de la educación. Por su naturaleza cada hombre al reconocerse
igual a los demás se considera con derecho para causar daño a sus
semejantes y para apropiarse sus bienes, por ende, no hace la guerra,
sólo si está sometido por los más fuertes o por los más astutos; y
también cuando se da cuenta del peligro de la lucha incesante,
generando un acuerdo fundando la sociedad. Es decir el hombre esta en
paz solo cuando es sometido por un poder externo o cuando se pone de
acuerdo para generar un poder que lo controle que será según Hobbes
su Estado todo poderoso, el Leviatán, esto significa que Hobbes le da al
estado alguien externo al hombre la capacidad de la moral algo así como
una divinidad estatal.
Así concebía la moral Hobbes y así han opinado hasta nuestros tiempos
las clases gobernantes.
Cudworth (1617–1688).-
Spinoza (1632–1677).-
Además propone que el conocimiento moral puede ser tan seguro como
el matemático, esto porque pensaba que este conocimiento moral puede
ser deducido de principios fundamentales propios del hombre.
Clarke, contra la opinión de Locke, que las normas morales, igual que las
reglas matemáticas, pueden ser deducidas de algunas ideas
fundamentales inherentes a la naturaleza humana. Insistió también en
que los principios morales son completamente independientes de la
voluntad del ser supremo y sobrenatural y que el hombre considera la
moral como una cosa obligatoria, aun cuando muchas veces obre sin
fijarse en las consecuencias posibles de los actos inmorales.
Leibniz (1646–1716). –
Capítulo 9
Teorías morales francesas de los siglos XVII y XVIII
Se dio en Francia un desarrollo de las doctrinas morales que se iba
emancipando del yugo eclesiástico, esto en paralelo con Gran Bretaña,
sin embargo en Francia ocurrió la Gran Revolución que fue una fuerza
inconmensurable de expansión para estas ideas que fueron gestando
con anterioridad principalmente merced de la literatura.
Montaigne (1533–1592).-
Gassendi (1592–1655).-
La Rochefoucauld (1613–1680). –
La Bruyere (1639–1696).-
Al igual que La Rochefoucauld fue un pesimista pero con matices ya que
pese a considerar a los hombres de injustos, ingratos, implacables y
egoístas en su naturaleza; cree que esta maldad se debe a las
dificultades y desgracias de la vida. El hombre, según La Bruyere, al
repudiar la Ética religiosa, llegó a crear un sistema de moral basado en
las leyes naturales.
Sus ideas pueden ser resumidas a grandes rasgos como, que el hombre
es un animal sensual; por ende la base su naturaleza la constituyen las
sensaciones, de las cuales emanan luego todas las formas de actividad,
por lo tanto la suprema ley moral consiste en aspirar al goce y en evitar
el sufrimiento. El hombre juzga a los demás según este criterio:
calificamos de virtud lo agradable y útil y de vicio lo contrario.
Beccaria (1738–1794).-
Montesquieu (1689–1755).-
A pesar de no desarrollar una ética propia aporto mucho al desarrollo de
la moral y el comportamiento humano, en 1748 publicó su obra capital
El espíritu de las leyes, que inauguró una nueva concepción de la
sociedad humana, así como de las costumbres y leyes, que consideraba
como productos naturales de la evolución de la vida social.
Voltaire (1694–1778).-
Turgot (1727–1781).-
Condorcet (1743–1794).-
Esta revolución aniquiló los últimos restos del régimen feudal y las
nuevas instituciones que creó fueron un producto del movimiento
filosófico que, empezado en Inglaterra, se desarrolló luego en Francia.
Estas ideas son en resumen: todos los hombres nacen iguales y libres;
todos tienen el mismo derecho al desarrollo de sus fuerzas y
capacidades, a gozar en la misma medida de la vida y de la libertad;
todos tienen derecho a profesar las opiniones y religiones que quieran.
Capítulo 10
Shaftesbury (1671–1713).-
Con respecto a las motivaciones de las acciones de los hombres dice que
están guiadas por 3 categorías que son las sociales, egoístas y aquellos
que, por su esencia misma, son antinaturales como el odio, la crueldad,
las pasiones. Siendo la moral la relación justa entre las inclinaciones
sociales y las egoístas.
Hutcheson (1694–1747).-
Con respecto a la justicia Smith este la veía tan solo en sentido jurídico;
como compensación al ofendido y castigo del ofensor.
Dada la naturaleza del deber este tiene un valor absoluto y por ende no
puede ser solo un medio, sino un fin en si mismo; y lo único que puede
tener un valor absoluto y por lo tanto construir una finalidad es la
voluntad libre y racional, el resto de las cosas es de valor relativo.
Como la voluntad libre y racional constituye el objeto del deber moral.
Debes ser libre y racional, esa es tu misión con la conciencia moral.
No hay dudas acerca de la gran altura que alcanza la ética Kantiana sin
embargo no resuelve la duda acerca el origen de la moral o del
sentimiento del deber; de hecho Kant al decir que la razón es la que
impone la ley moral independiente de la experiencia y la observación de
la naturaleza seguía sin explicar el origen le quita esta fuente de origen
a la moral, y además nunca pudo lograr encontrarla, inclusive en su
Critica de la razón practica reconoció que la fuente del amor a la moral
no puede residir en el hombre sino en la divinidad, lo cual expresa en el
siguiente párrafo:” Su origen misterioso, tal vez divino, levanta nuestro
espíritu hasta el entusiasmo y nos da fuerzas para todos los sacrificios
que reclame el sentimiento del debe”.
Con respecto a la base y origen de estas ideas morales, veía que estaba
en una cualidad innata de la razón humana y que para ser moral el
hombre no necesita de la inspiración del cielo ni del miedo al castigo en
esta vida o en la vida futura. Esto no impidió, sin embargo, que Fichte
llegara a la conclusión de que sin la revelación divina es imposible toda
Filosofía.
Hegel (1790–1831).-
Así que sintió la necesidad de buscar como germen para la moral a las
instituciones de la familia, de la propiedad y sobre todo del estado, dado
que merced a estas influencias el hombre se acostumbra tanto a la
moral que esta deja de ser una fuerza coercitiva, y la naturaliza logrando
así que el hombre piense que es algo propio de su voluntad.
Capítulo 12
Mackintosh (1765–1832).-
Este pensador fue el precursor del positivismo en Inglaterra. Expuso su
doctrina ética en el libro Historia de la Filosofía moral, en el cual
sistematizo las teorías sobre el origen de la Ética de Shaftesbury,
Hutcheson, David Hume y Adam Smith.
Tal es, según Mackintosh, el origen de la moral y tal el criterio que sirve
de guía en la vida. Pero estas bases éticas, prosigue nuestro autor, son
tan benéficas para el hombre, unen a cada uno de nosotros tan
estrechamente con el bienestar de toda la comunidad, que
inevitablemente han tenido que desarrollarse en el seno de la sociedad.
Bentham (1748–1832).-
Para este autor, el derecho y la moral son una misma cosa y por eso
tituló su obra Introducción a los principios de la moral y de la
jurisprudencia. Sin embargo rechazó el Derecho oficial y la práctica
legislativa como normas de la moral, por creer que estas actividades han
sido durante miles de años un instrumento de opresión, y trató de
encontrar otros principios más profundos y estrictamente científicos que,
pudiendo servir de fundamento al Derecho, satisfagan a la razón y a la
conciencia.
El principio fundamental de la Ética de Bentham se encuentra en lograr
la máxima felicidad de la mayoría de los hombres, reconociendo el
principio de igualdad, pero no era una igualdad tipo socialista, sino una
del tipo de obtención de riquezas, que sería capaz de ayudar a los
hombres a alcanzar la mayor felicidad para el mayor numero de
personas, sin embargo evitaba los actos revolucionarios.
El criterio del bien y del mal (según la felicidad que entregue) sirve,
según Bentham, no solamente como base de apreciación moral de
nuestros propios actos, sino también de base a toda la legislación.
A pesar de todo su ideario nunca responde la interrogante de ¿Por qué
instinto triunfa (instinto de sacrificio) sobre los cálculos impasibles de la
razón? Ni que lazos existen entre la razón y el instinto; por esto su Ética
no es completa.
Schopenhauer (1788–1860).-
La moral empieza para este pensador, tan sólo cuando el hombre está
guiado en sus actos por la compasión para con sus semejantes, siendo
la compasión, un sentimiento elemental propio al hombre y
precisamente en él reside la base de todos los impulsos morales y no en
motivos egoístas o en la conciencia del deber.
Augusto Comte.-
Este autor es el eje del positivismo, fundador, que se propuso como fin
sistematizar todas las ciencias en un conjunto armónico, mostrando la
dependencia mutua y estrecha de todos los fenómenos naturales y las
leyes generales que rigen sus desarrollos. Toda esta filosofía, en realidad
todas, no son más que una generalización, de todo lo que existe, en
resumen sería un movimiento intelectual que abarca todos los ramos de
la vida.
Comte concibió la Ética como una gran fuerza capaz de elevar al hombre
por encima de los intereses cotidianos y aspiró a sentar su sistema ético
sobre una base positiva, estudiando su desarrollo desde el instinto de
sociabilidad entre los animales hasta sus manifestaciones superiores.
Según este autor, las inclinaciones sociales del hombre se explican por
una capacidad innata, es decir por el instinto que le empuja a la vida en
común; este instinto lo denomino altruismo y ve en él una particularidad
fundamental de nuestra naturaleza; además fue el primero en advertir
que esta inclinación innata existe también entre los animales.
Con base en este instinto (altruismo) que con la suma de la razón y los
sentimientos, se crean las ideas morales, de modo que la moral
humana es al mismo tiempo innata y de producción evolutiva. Sin
embargo la Ética para desarrollarse por completo requiere que la razón
sea complementada por la educación. Además es importante recalcar
que la moral se ha ido desarrollando poco a poco y este continua y
continuara en el futuro (Propone una moral evolutiva, que muestra su
origen en los rudimentos que son las inclinaciones morales innatas que
se ven reflejados en los animales que al carecer de una razón
propiamente tal, no pueden pasar de inclinaciones a ideas y certezas
morales).
Para concluir hay poner en cuenta que como existe una evolución
natural que es el progreso, el triunfo de las particularidades humanas,
del hombre sobre el animal; y por ende la suprema ley moral consiste en
que el hombre debe preferir sus deberes sociales a sus inclinaciones
egoístas. De manera que según este autor la base de la Ética debe ser el
interés del género humano, de la humanidad, de ese ser superior, del
cual no somos más que una parte. La moral consiste en vivir por los
otros.
En todos los pensadores que han visto fuera del origen divino la moral,
sino más bien los que los han visto en los instintos innatos, y en la
simpatía por ejemplo, han manifestado de una u otra forma, la idea de
que una de las bases de la moral está constituida por el concepto
racional de justicia.
Socialismo.-
La proclamación de la igualdad en la Declaración de los Derechos del
Hombre en 1791 puso todavía más de relieve este principio
fundamental.
Hay que señalar además un paso adelante muy importante en el
concepto de la justicia, que fue que a fines del siglo XVIII y a principios
del XIX muchos pensadores y filósofos concebían ya en el concepto de la
justicia y de la igualdad de derechos no solamente en la igualdad política
y civil sino principalmente la económica (hito esencial en la revolución
burguesa que ocurre en este periodo, ya que al haber igualdad
económica se permite comerciar y enriquecerse a cualquier individuo,
pero esto tiene una trampa que no todos podían en la práctica, sino
solamente los que poseían el capital que era una minoría, que a la larga
iba a explotar a la mayoría que no tenía capital).
Al mismo tiempo las ideas socialistas, sobre todo las de Roberto Owen,
crearon un fuerte movimiento obrero, económico en su forma exterior,
pero en realidad hondamente ético. Este movimiento tendió a reunir a
todos los obreros en uniones para la lucha directa contra el capitalismo.
Ello dio nacimiento entre 1864 y 1879 a la Asociación Internacional de
los Trabajadores que se propuso unir a los proletarios del mundo entero.
Proudhon (1809–1865).-
Darwin. –
Huxley (1825-1895).-
Capítulo 14
Sobre Herbert Spencer, hay que hacer hincapié de que antes que Darwin
desarrollo esbozos de la idea de la evolución, en 1850 en su obra
Estática Social.
Comenzando con su análisis dijo que para comprender los actos y la vida
de los hombres había que considerarlos en el proceso orgánico universal
(relaciones interespecificas de las especies entre sí y con el medio
ambiente, y también al proceso de evolución de estas.), empezando por
los animales que al pasar de los animales inferiores a los superiores,
vemos que sus actos y toda su vida se adaptan cada vez más a las
condiciones del ambiente; al adaptarse de este modo prosiguen el fin de
hacerse individualmente más fuertes o de fortalecer la especie, que en
el curso de la evolución está cada vez más ligada a la conservación del
individuo, es decir a la lucha por la existencia individual, en efecto: los
cuidados de los padres para con los hijos armonizan, por decirlo así, la
conservación individual con el de la especie; estos cuidados se
intensifican y adquieren un carácter de afección personal a medida que
se va subiendo la escala animal y se llega a los animales superiores.
Pero no basta solo con adaptarse a las condiciones exteriores, decía
Spencer; a medida que avanza la evolución se efectúa también el
perfeccionamiento de las fórmulas de vida. Cuando se logra este
perfeccionamiento, la lucha por la existencia disminuye en la
humanidad; y esto se logra a medida que la vida militar y el bandidaje
son sustituidos por lo que se podría calificar de colaboración industrial, o
sea en una estructura de convivencia, división de labores y
cumplimiento de compromisos libres de coerción y violencia (contratos
mutuos). Y paralelamente a esto aparecen comienzos de nuevos
principios morales que van mejorando. Los ya existentes
Estos actos buenos que son actos morales (que son los que permiten
sobre vivir a la larga) tienen ciertas características, son coherentes,
claros, determinados, equilibrados porque son fruto de la capacidad de
adaptación al ambiente; y se observan que se desarrollan precisamente
estas cualidades a medida que se pasa de los animales inferiores a los
superiores y luego al hombre, de manera que las cualidades
indudablemente morales se elaboran con el perfeccionamiento animal. Y
lo mismo sucede entre los hombres: a medida que se va desarrollando la
evolución y se pasa de la vida primitiva y salvaje a las formas sociales
complicadas se van elaborando lentamente los tipos superiores de vida.
La ética de Guyau
Esta obligación moral tiene, pues, su origen en la vida misma y echa allí
sus raíces mucho más profundamente que en el pensamiento
consciente, o sea proviene de los más obscuros e inconscientes fondos
del hombre.
Sin embargo el sentido del deber no es insuperable; puede ser
suprimido, ya que no constituye la negación de nuestra propia
personalidad sino que es la expresión lo más sublime de la vida.