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- Existe un Pensamiento Político Latinoamericano y Caribeño, Original y

Auténtico.

Hay tres formas de contestar esa pregunta.


La primera es que si, porque se consideraría como autentico los
pronunciamientos de nuestro próceres, martí, bolívar, etc., que recogieron los
ideales de la mayoría de nosotros y las plasmaron en manifiestos, pero que
hasta ahora no existe una fusión de todas esas opiniones y no se ha construido
una ideología que tenga seguidores y que sea perfeccionada.
La segunda es que si, porque todos los grupos sociales tenemos una identidad y
somos únicos pero en cambio no hemos tenido políticos que hayan reconstruido
esa herencia y hacerla una fusión de necesidades intereses y aspiraciones para
unir a los iberoamericanos.
La tercera es que si, porque existimos y estamos en un espacio - tiempo
determinado y esto nos obliga a recabar en el pasado para irrumpir en el futuro
con pensamiento propio, esa debe ser una preocupación de todos los
iberoamericanos.

- A qué nos referimos cuando hablamos de latinoamericano.

Latinoamérica: relativo a los países americanos que fueron colonizados por


naciones de lengua latina como España, Portugal y Francia.
América está dividida (artificialmente por el Canal de Panamá) en dos
continentes: el norteamericano y el sudamericano. Algunos subdividen el
“continente norteamericano”, o “América del Norte” separando a los países que
van desde el Canal de Panamá hasta México, denominándolos como “América
Central”.
Cuando hablamos de América Latina (o Latinoamérica) nos referimos a las 20
repúblicas americanas que fueron colonizadas por España, Portugal o Francia
(países latinos), cuyo idioma es el español, el portugués y el francés,
respectivamente.
La denominación “América Latina” o “Latinoamérica” es más amplia y
comprehensiva que “Iberoamérica”. Esta última denominación deja de lado a
Haití, por ejemplo, que fue colonizada por Francia y cuyo idioma es el francés.
Por supuesto que “Hispanoamérica” o “América hispana” es una expresión
mucho más limitada aún, porque ni siquiera tiene en cuenta la colonización
portuguesa.

- Qué es el Pensamiento Político Latinoamericano

Hubo, sin duda, un pensamiento político de la Emancipación.” La pausa y la


reafirmación tienen, desde nuestro punto de vista, su razón de ser. Luis Alberto
Romero es más claro al respecto, pues duda explícitamente de la existencia de
un pensamiento político iberoamericano, y explica: “...no se trata de un
pensamiento que se presente a sí mismo como teórico. Es pensamiento práctico
aplicado; programas, justificaciones, lecturas retrospectivas, siempre
relacionadas con un presente acuciante, que guía la interpretación y de alguna
manera explica las inconsecuencias. De ahí la imposibilidad de presentar este
pensamiento como un cuerpo teórico y la necesidad de explicarlo a la luz de la
coyuntura en que nació.” Si esto es cierto, en términos generales, del
pensamiento político que ha visto la luz en América Latina desde hace casi
doscientos años, lo es quizás aún más durante el convulso periodo que aquí nos
interesa: el del proceso emancipador americano, esto es, los años que corren
entre la invasión napoleónica de la península ibérica (1808) y la batalla de
Ayacucho (1824). Enfatizamos la palabra “proceso” en la oración anterior porque
la búsqueda de autonomía política por parte de los americanos es una errática
sucesión de hechos políticos y militares, cuya evolución se extiende a lo largo de
más de tres lustros, que se caracterizó por vaivenes que hacían el desenlace
imprevisible (las fechas en que éste tuvo lugar varían de acuerdo a hacían el
desenlace imprevisible (las fechas en que éste tuvo lugar varían de acuerdo a la
región americana de que se trate) y en la que la lucha armada tuvo, con
frecuencia, más visos de una guerra civil que de una guerra de liberación en
contra de una metrópoli.

No vamos a entrar aquí en una discusión, bizantina en última instancia, sobre las
cualidades que debiera tener un texto (o conjunto de textos) para merecer su
inclusión dentro del rubro “pensamiento político”. Pero, al menos por dos
motivos, no está de más hacer referencia a esta cuestión. En primer lugar,
porque el carácter pragmático del pensamiento político latinoamericano
señalado en el párrafo anterior se inició justamente, de modo bastante lógico por
lo demás, en el periodo que nos ocupa. En segundo, porque dicho carácter,
aunado al “afán proselitista” que lo acompaña de manera casi natural, puede ser
definido con un adjetivo: “ideológico”. Si algunos autores tienen reservas para
hablar de “pensadores políticos” de la emancipación americana, seguramente no
tendrían reparo alguno en referirse a ellos como “ideólogos”. En este punto, tal
vez convenga hacer un par de aclaraciones respecto a este carácter
eminentemente ideológico del pensamiento político latinoamericano: la primera,
que resultará superflua para algunos, es que este carácter no posee connotación
peyorativa alguna; la segunda, es que dicho carácter no exime a los estudiosos
del pensamiento político latinoamericano de desvelar y analizar las
ambigüedades o contradicciones doctrinales y/o argumentativas que es posible
encontrar en los textos que forman parte de la historia de este pensamiento
(muchas de ellas derivadas, por cierto, de ese carácter ideológico que hemos
bosquejado aquí).

- Los Sujetos Sociales e Identidad Latinoamericana. Mestizaje, Diversidad e


Integración.
Con motivo del cumplimiento de los 500 años del descubrimiento de América, la
problemática se volcó hacia nuestro continente y si bien, ya se había escrito
antes sobre identidad latinoamericana, la gran mayoría de esos manifiestos se
hicieron públicos bordeando 1992. Los órganos y redes intelectuales de
Latinoamérica buscaron con afán entre las obras como las de Todorov, Dussel,
Kusch, Biagini, Roig, Montiel y Zea, por nombrar algunos, pequeños atisbos que
alimentasen la discusión en torno a nuestra identidad: la permanencia o el
fortalecimiento de ella. Esta discusión en torno a la identidad latinoamericana no
sólo involucró a pensadores, académicos e intelectuales, sino que además
comprometió a políticos, etnias, grupos nacionalistas, reivindicativos, etc.,
quienes se apropiaron de determinados discursos para justificar o replantear
nuestra identidad.
¿De qué estamos hablando?
Conceptualmente, la identidad es "el núcleo de cada cultura. Es el modo de ser
particular, la propia y singular modulación de las variantes universales de cada
cultura en el eje del tiempo y en la dimensión del espacio”. Esta definición nos
habla de identidad como muestra de un todo social, como el resultado de la
cultura de cada sociedad en el tiempo y en el espacio; con al cual nos surge la
primera interrogante: ¿El modo de ser de América ha sido siempre el mismo?
Consideramos que no, aunque existan pequeños atisbos de continuidad, como
el hecho de un pasado colonial, una obligada inserción al capitalismo y a la
dependencia económica que dan como resultado una Latinoamérica
tercermundista y periférica. Desde la llegada de los hispanos a nuestro
continente, la población indígena fue brutalmente reducida a fuerza de pólvora o
a través del trabajo esclavista. Los indios que resistieron eran exterminados o
simplemente se adaptaron a la aculturación, la transculturación y a la
evangelización, la cual no sólo acababa con su cultura sino también con su
imaginario colectivo. Como señala el sociólogo Jorge Larraín, "del encuentro
original entre la cultura española e indígenas, emergió un nuevo modelo cultural
fuertemente influenciado por la religión católica, íntimamente relacionado con el
autoritarismo político y no muy abierto a la razón científica. Este modelo
coexistió fácilmente con la esclavitud, el racismo, la inquisición y el monopolio
religioso".
La llegada de las emancipaciones latinoamericanas no provocó grandes
cambios en para este panorama; es más, la conformación de un mestizaje latino
híbrido donde la preponderancia apunta a la no-pureza de nuestro criollaje. Las
esferas de poder se trasladaron hacia los terratenientes y hacendados, los
cuales reprodujeron el discurso político y económico colonial atentando contra el
criollaje y las etnias, forzando raciocinios kanteanos para justificar el poder y el
sometimiento a una hegemonía cultural en toda Latinoamérica.
La industrialización de las naciones occidentales provocó en Latinoamérica flujos
de dependencia económica que posibilitaron el ingreso de capitales británicos y
estadounidenses que se alojaron en el seno de nuestras economías,
transformando las costumbres de la oligarquía, quienes seguían ostentando el
poder interno, subyugando a los sectores populares a una reformulación de
corte moderno del sistema colonial: la hacienda, o bien a los enclaves
económicos de estilo esclavista ligados principalmente al trabajo minero y a las
plantaciones caribeñas.
Sin embargo, el siglo XX para Latinoamérica es sinónimo de la expresión
máxima de la desintegración cultural e identitaria con la irrupción veloz de los
medios de comunicación y el aumento de la brecha entre las esferas de poder y
la sociedad. Es aquí, donde la obra de Rodolfo Kusch, América Profunda, cobra
actualización en torno a sus postulados para la confrontación entre el mundo
hispano y el indígena. Según Kusch, hay dos logos en nuestro continente que no
siempre conjugan el mismo verbo identitario. En primer lugar habría una América
periférica, austral que sería dominio de la tradición occidental, depositaria del
individualismo, del mundo secularizado, de la racionalidad instrumental y la
modernidad que simbolizaría la equivalencia entre "ser alguien" y la acción
volitiva del ser humano en el estandarte del control y el dominio, que vive
constantemente en una escalada por trascencenderse a sí mismo y suprimir al
otro en la competitividad y exclusión.
Por otro lado, al interior de América en su "profundidad", existiría una
cosmovisión diferente y conservada a pesar de la conquista occidental. Este
logos no está orientado a la definición sino más bien dirigido hacia el "aquí y el
ahora" como una perspectiva de encuentro, donde predominaría una dimensión
colectiva de lo humano sobre una individual, la totalidad sobre la particularidad y
una concepción de pertenencia al entorno ajustando el mundo a un sentido
mítico y religioso, el sujeto "se vive" como domiciliado en su circunstancia, desde
la cual se desprende su sentido ontológico particular referido "al estar". En este
punto Kusch realiza un análisis acabado y genial de las diferencias ontológicas
de nuestra América multicultural y sincrética que en definitiva se oponen a la
homogenización y a la globalización de nuestra cultura social, impidiendo por
razones "del ser latinoamericano" la homogenización de una identidad.
La cultura es el referente de la evolución espiritual y material experimentada por
un individuo, por un pueblo, por una civilización. La integración y el mestizaje
vinculados al concepto de cultura representan fases de la evolución, los
nutrientes dinámicos que la hacen posible. De modo que la cultura, en tanto
expresión de un proceso civilizador, no se comprende sin la integración y el
mestizaje.
Ahora bien, cuando se habla de integración y mestizaje el alcance de estos
conceptos no expresa las partes de un proceso civilizador sino aspectos
migratorios de los países pobres vistos como un problema social y demográfico
por los países huéspedes, los desarrollados.
La integración y el mestizaje son fases vitales de un individuo o de un grupo
de individuos trasterrado que afectan la identidad de los inmi-grados y también la
identidad de los miembros de la sociedad huésped. Se da así una ineludible
confrontación cultural que resulta más dolorosa en la medida que unos y otros
se cierran en sus propios imaginarios históricos, políticos, religiosos y folclóricos.

- El Proceso de Constitución Histórico del Sujeto Latinoamericano,


Producción del Ideario Latinoamericano, Actores Colectivos (Internos y
externos), Institucionales y Extraterritoriales.

CONSTITUCION DEL SUJETO HISTORICO


EL PASADO
La Historia tradicional latinoamericana, estuvo caracterizada desde sus inicios,
por la dominación, la esclavitud, la explotación y la expoliación. Se veía América
como el paraíso, no para el convivir, sino para la extracción de los recursos
naturales y humanos en forma destructiva para el lar nativo y beneficioso para la
Metrópoli dominadora. En las mismas condiciones se mantuvo el período
colonial latinoamericano donde las distintas culturas aborígenes lucharon en
contra de la penetración extranjera en defensa de sus territorios y modos de vida
inherente a ellos, con la salvedad, de que muchos de los invasores ocupaban los
mejores espacios de las tierras invadidas. En el caso venezolano, asoman
importantes tentativas por cambiar el orden establecido cuando ocurren las
insurrecciones contra: la compañía guipuzcoana, José Leonardo Chirinos, Juan
Francisco de León. Otros alzamientos con características sociales son los
dirigidos por el “Zambo Andresote”, Gual y España, el movimiento de los
mantuanos de 1808 y las penetraciones libertarias de Francisco de Miranda.
Así llegamos hasta finales del siglo XX, cuando producto de todas las políticas
contrarias al pueblo van a incidir en el surgimiento de propuestas
transformadoras que conformarán un nuevo mapa político, económico, cultural e
ideológico en el despertar de la nueva Latinoamérica. Así, desde la revolución
cubana, la propuesta del socialismo venezolano, pasando por los cambios que
hoy ocurren en Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Paraguay. A éstos movimientos se
unen planteamientos con tintes reformistas socializantes como el caso de Brasil,
Argentina, Chile y México destacando en este último país la influencia de los
llamados “Grupos Zapatistas”

EL PRESENTE
Los cambios socio históricos latinoamericanos del siglo XX estuvieron
influenciados por los sucesos políticos interpretados por la revolución
bolchevique, cuando surgieron destituyendo el zarismo y estableciendo el
sistema comunista donde bajo los principios de participación, colectivismo,
igualdad, justicia y equidad, en los repartos productivos, serán los alicientes de
los diversos movimientos sociales que emergen en Suramérica. Siendo la
revolución cubana un ejemplo ilustrativo en el continente americano.
IDEARIO LATINOAMERICANO:
A medida que fuimos desarrollando nuestro proceso investigativo e indagando
acerca del hombre latinoamericano nos íbamos encontrando con incongruencias
y antagonismos muy marcados, diferencias que se encontraban en los aspectos
económicos, políticos, sociales, religiosos, culturales, geográficos y ambientales
de toda la región y población latinoamericana.
En cierto momento decidimos buscar el significado que le daba la real academia
de la lengua española a la palabra perfil y encontramos que es "el conjunto de
rasgos peculiares que caracterizan a una persona o cosa, o los miramientos en
la conducta o en el trato social, o la postura en que no se deja ver sino un solo
lado del cuerpo" o en nuestro caso un solo lado que nos da una idea genérica
del hombre latinoamericano, basándonos en ésta definición podríamos decir que
el prototipo de hombre latinoamericano obedece a las características que
comprenden básicamente un territorio es decir características que dan indicios
de igualdad para toda la región.
Dando seguimiento a esto podríamos decir que el hombre latino es un hombre
que parte completamente de una estructura indígena; pero que con todo el
proceso colonizador éste hombre se conformó de una gran diversidad étnica y
que actualmente se caracteriza como hombre mestizo. Sin embargo éste
hombre sigue conservando su primera raíz y su ideología (un tanto ambigûa) y
que enfrenta aún en día un sinnúmero de creencias y de posiciones que lo
caracteriza cada vez más como un ser Latino.

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