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Tema 3a.

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EVOLUCIÓN TECNOTIPOLÓGICA DEL
UTILLAJE PALEOLÍTICO
Por Francisco Javier Muñoz Ibáñez

ESQUEMA RESUMEN

1.- INTRODUCCIÓN
2.- TIPOLOGÍA Y TIPÓLOGOS
3.- DE LOS CANTOS TRABAJADOS A LAS INDUSTRIAS SOBRE LASCA
3.1.- El Olduvaiense
3.2.- El Achelense
3.3.- El Musteriense
4.- LAS INDUSTRIAS SOBRE HOJA DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR
4.1.- El Chatelperroniense
4.2.- El Auriñaciense y El Gravetiense
4.3.- El Solutrense
4.4.- El Magdaleniense
5.- LA INDUSTRIA ÓSEA
5.1.- Técnicas de extracción de soportes y fabricación
5.2.- Punzones
5.3.- Azagayas
5.4.- Varillas plano-convexas
5.5.- Agujas
5.6.- Arpones
5.7.- Bastones perforados
5.8.- Propulsores
6.- BIBLIOGRAFIA

1.- INTRODUCCIÓN
Como comentamos en el capítulo anterior, el análisis del instrumental
lítico y óseo es uno de los principales elementos para el estudio de las
sociedades de cazadores-recolectores. Éste, se puede abordar desde distintos
planteamientos que, en definitiva, hacen referencia a dos grandes líneas de
trabajo: tecnología y tipología. No obstante, cualquier estudio de un conjunto
industrial debe contemplar ambos aspectos, ya que son complementarios. De
esta forma, obtendremos una información mucho más completa y ponderada
de la industria objeto de examen.
Así, una vez analizadas las principales características tecnológicas que
definen la industria lítica, desde la obtención de la materia prima hasta el
acabado del útil, el siguiente paso sería la codificación formal del mismo. En
este sentido, la tipología tiene como objetivo reconocer, definir y clasificar los
útiles en tipos.
En el estudio de los materiales, tanto líticos como óseos, de las
sociedades de cazadores-recolectores se puede establecer una gradación en
el análisis de los mismos, que va de lo particular a lo general. Así, todo resto
material se define por una serie de atributos. Los atributos son cada uno de los
elementos morfotecnológicos derivados de las acciones de talla y retoque. Son
características o variables que solo pueden ser definidas por si mismas, por
ejemplo, un tipo de talón o un tipo de retoque.
En un segundo nivel de análisis se sitúan los artefactos. Un artefacto es
todo objeto modificado por el hombre mediante determinados atributos, por
ejemplo, un raspador. Estos artefactos se agrupan en tipos. Un tipo es una
abstracción idealizada del artefacto, definido por una serie de atributos que le
configuran como un modelo estandarizado. Los artefactos que se asignan a un
tipo tienen la suficiente semejanza formal y técnica como para considerarlos
producto de una misma idea, por ejemplo, un raspador en extremo de hoja.
El total de artefactos agrupados en tipos, junto con los desechos de la
talla de los mismos, se denomina industria. Este término, con frecuencia, es
sustituido por otros sinónimos como complejo industrial o tecnocomplejo que,
en definitiva, hacen referencia al concepto tradicional de cultura.

2.- TIPOLOGÍA Y TIPÓLOGOS


El enfoque tipológico de la Prehistoria en general, y del Paleolítico en
particular, tiene una tradición muy antigua. En un principio, respondía al
objetivo de buscar "fósiles directores", clara herencia de la Geología, para
formular periodizaciones y secuencias, que en los momentos iniciales de la
formación de esta disciplina se creyeron evolutivas. Los primeros
investigadores que elaboraron teorías, como Lartet, Mortillet o Breuil, partieron
del presupuesto que los pisos geológicos debían aparecer también en
Prehistoria. De esta forma, los fósiles culturales se convirtieron en directores de
los niveles estratigráficos, tal como sucedía con los fósiles geológicos.
En esta fase hubo tal afán de periodizar que se consideraba acientífico
describir una cultura o un elemento arqueológico sin clasificarlo
inmediatamente en un casillero determinado. En cierto modo, se estaba
olvidando que el fin último de la Prehistoria es conocer la Historia del Hombre y
no clasificar objetos antiguos. Estos primeros investigadores daban a cada
objeto que se encontraban un nombre relacionado con una supuesta utilidad,
basándose en el parecido observado con los utensilios de nuestro entorno. Los
términos de hacha, raspador, raedera, buril o cuchillo tienen este origen.
Durante mucho tiempo se mantuvo este concepción de la tipología,
añadiéndose algunos argumentos nuevos, como la diferenciación por pátina o
rodamiento. Pero en los años 50 se empezó a contar con el uso de la
estadística cuantitativa aplicada a la tipología, que sustituye a la noción de “fósil
director”, para caracterizar una industria. Aparecieron las denominadas listas-
tipo emanadas de la escuela de Burdeos. Bordes y Bourgon elaboraron una
lista para el Paleolítico Inferior y Medio con un total de 85 tipos, numerados
correlativamente, donde incluir todos los útiles de estas dos primeras etapas
del Paleolítico. La terminología usada para estos tipos deriva de la etapa
anterior y su definición se argumenta en criterios morfológicos y técnicos. Esta
lista está dividida en tres grandes apartados que individualizan los útiles sobre
lasca, los útiles de retoque bifacial y los núcleos. Sonneville-Bordes y Perrot
realizaron otra lista-tipo similar a la anterior, pero para los útiles del Paleolítico
Superior, que consta de 94 tipos.

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A partir de esta clasificación se elaboran índices porcentuales con
diferentes grupos de tipos, que mediante una estadística elemental intentan
reflejar las características tipológicas de los conjuntos industriales, por ejemplo
el índice de talla levallois, el índice de raspadores o de buriles. Con estos tipos
se construyen una serie de gráficas, llamadas gráficas acumulativas. En el eje
de “X” aparecen los tipos ordenados por número y en el eje de “Y” el porcentaje
de un tipo concreto sumado o acumulado a los anteriores. Mediante estas
gráficas es posible comparar varios niveles de un mismo yacimiento o de otros
distintos, buscando paralelos en un área geográfica más o menos próxima.
En la actualidad esta “tipología clásica” es la más empleada en los
estudios del Paleolítico europeo, como un método más o menos objetivo y
universal de comparar conjuntos de yacimientos excavados en diferentes
regiones y por diferentes especialistas. No obstante, esta metodología ha
sufrido algunas modificaciones en los tipos y los índices tipológicos, ya que fue
elaborada fundamentalmente para el estudio de los yacimientos franceses de
regiones muy concretas.
A partir de los años sesenta, se producen una serie de críticas a estas
listas-tipo, basadas en una excesiva intuición, cierta subjetividad y falta de rigor
a la hora de incluir en uno u otro tipo cada pieza retocada. Esta nueva
corriente, que aboga por una "ciencia objetiva" y "racionalista", tiene como
principal representante en el campo del Paleolítico a la figura de Laplace.
Define la tipología lítica como una “ciencia de la elaboración de tipos,
facilitando el análisis de una realidad compleja y la clasificación sistemática y
taxonómica”. Se opuso a la tipología descriptiva clásica de Bordes y crea la
llamada "Tipología Analítica", fundada en la estadística y en la correlación de
rasgos. Rechaza la nomenclatura tradicional de los tipos, en desacuerdo con el
sentido de sus términos. Elabora una lista-tipo para el Paleolítico Superior
formada por 105 clases primarias que se pueden combinar entre sí. Estos tipos
se establecen, fundamentalmente, a partir de los tipos de retoque y variables
cuantitativas y cualitativas. Los tipos no son definidos de forma empírica sino
teórica, abarcando todas las posibilidades. Este sistema de clasificación
tipológica es usado fundamentalmente por los paleolitistas italianos.
Ambas escuelas han sido criticadas por los investigadores americanos,
por basar la creación de los tipos en la pura intuición. A estos sistemas
contraponen el “attribute cluster analysis” o análisis de atributos. Este método
comienza por establecer y definir todos los atributos que definen un objeto y
sus posibles variantes, para luego seleccionar los más significativos desde el
punto de vista estadístico. La combinación de estos atributos, por medio de
sistemas informáticos, dará como resultado una serie de objetos-tipo
caracterizados por la presencia y/o ausencia de determinados atributos. El
resultado es una serie de conjuntos de atributos y relaciones entre los mismos
suficiente para poder integrar sin ambigüedad los objetos en alguno de estos
conjuntos. Este sistema no ha tenido una gran aceptación en Europa, donde se
ha utilizado de forma muy esporádica.
Otra línea de investigación ha tratado de buscar una clasificación del
utillaje basada en la funcionalidad del mismo, es decir, de acuerdo con su
utilidad. En este sentido, para Pradel la tipología es “la definición de un número
reducido de tipos en los que se agrupan los objetos fabricados por hombres
diferentes en momentos diferentes y que no tienen entre ellos más uniones o
diferencias que las razones de su empleo”. Asimismo, dentro de este corriente

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podría incluirse a Semenov, pionero en el estudio de las microhuellas de
desgaste de los útiles prehistóricos. Sin embargo, estas propuestas
metodológicas tienen dos inconvenientes importantes. Por un lado, las propias
limitaciones de los análisis de las huellas de uso, tanto macroscópicas como
microscópicas, que no siempre pueden ser aplicados al utillaje. Por otro, la más
que probable multifuncionalidad de determinados tipos de útiles, sobre todo en
las fases iniciales del Paleolítico.

3.- DE LOS CANTOS TRABAJADOS A LAS INDUSTRIAS SOBRE LASCA.


La aparición de los primeros instrumentos líticos, es decir, los primeros
nódulos de piedra cuya morfología original ha sido alterada intencionalmente,
proceden del continente africano y se deben al Homo habilis. Si bien hay
algunos objetos asociados a restos de Australopithecus, éstos no presentan
ningún indicio de haber sido tallados o modificados, aunque probablemente
pudieron ser empleados para alguna función concreta. Algunos animales, como
por ejemplo el chimpancé, utilizan objetos pero ninguno transforma la materia
prima, transmite este conocimiento tecnológico a su descendencia o lo mejora.
Por lo tanto, hasta el momento, las industrias líticas más antiguas
corresponden al primer representante de género Homo.
La propia existencia de estos primeros útiles conlleva, implícitamente,
haber alcanzado cierto grado de desarrollo fisiológico, psíquico y social. El
primer paso en la elaboración de un artefacto es el diseño mental del útil, es
decir, tener una imagen previa de cual es el artefacto que se quiere fabricar y a
partir de aquí elaborar el plan de trabajo a seguir y que elementos van a ser
necesarios. Por lo tanto, la transformación de un nódulo de materia prima en
útiles requiere un cierto desarrollo cognitivo, pero también psicomotor. Dentro
del proceso evolutivo de los homínidos, que dará lugar a la aparición de género
Homo, se logran estos requisitos previos.
Con el logro de la marcha bípeda, se consiguen liberar las manos de la
locomoción. Este hito evolutivo y la propia configuración de la mano, con un
pulgar oponible al resto de los dedos, permite una habilidad manual de la que
carecen la mayor parte de los seres vivos. Esta habilidad manual es paralela al
enriquecimiento de las terminaciones nerviosas de los dedos y su conexión con
el cerebro. Estos factores junto con el aumento progresivo del índice de
encefalización permite cumplir órdenes tecnológicamente cada vez más
complejas. Los gestos técnicos están relacionados con las funciones
psicomotrices. La mano y el cuerpo se mueven según las órdenes transmitidas
por el cerebro, dentro de los límites de las habilidades motoras de cada especie
y de cada individuo.
El conocimiento técnico se asocia con la pertenencia a un grupo social.
A medida que la organización del grupo es más compleja y se dilata el periodo
de aprendizaje hasta llegar a la edad adulta, la transmisión de
comportamientos sociales y conocimientos técnicos se realiza mediante la
memoria social colectiva. Ésta reemplaza lentamente los modelos transmitidos
genéticamente, es decir, los comportamientos instintivos. En este sentido, las
innovaciones técnicas son posibles por la acumulación de conocimientos del
grupo.

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3.1.- El Olduvaiense.
Los datos que aporta el registro arqueológico señalan que el Homo
Habilis alcanzó estos requisitos previos hace unos 2,6 millones de años. El
maxilar del yacimiento etíope de Hadar es el fósil más antiguo asociado con
industria lítica. Se trata de núcleos de basalto, cuarcita o andesita con toscos
levantamientos en una o ambas caras Por lo tanto, los primeros representante
del género Homo (Homo habilis y Homo rudolfensis) son los autores de las
primeras herramientas realizadas en materiales no orgánicos que han llegado
hasta nosotros. Estos conjuntos industriales reciben el nombre de Olduvaiense,
Pebble Culture o Preachelense.

Figura 1: Técnica de talla y morfología de los cantos trabajados, según J. L.


Piel-Desruisseau: 1: Chopper. 2. Chopping tool. 3: Percutor. 4: Lascas
producidas en la fabricación.

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Los útiles más característicos de este periodo son el chopper o canto
tallado unifacial y el chooping tool o canto tallado bifacial. Se trata de
elementos realizados sobre un nódulo o canto rodado en el que se crea un filo
escaso, pero resistente, y sinuoso mediante percusión directa con percutor
duro. El chooper únicamente presenta extracciones en un lado del soporte
(unifaciales), mientras que en el chooping tool se aprovechan estos primeros
levantamientos como superficies de percusión para retocar el otro lado del
canto (bifaciales). La materia prima utilizada es muy variada, desde el cuarzo o
la cuarcita hasta las rocas volcánicas. Generalmente, el retoque se localiza en
el eje mayor de la pieza, aunque puede aparecer en cualquier zona del
perímetro. A pesar de la variabilidad morfológica de estos útiles, los
levantamientos se realizan de una forma ordenada y sucesiva, siguiendo un
esquema de trabajo elemental que parte de una concepción previa de las
operaciones a realizar. Este tipo de utillaje tendría una funcionalidad polivalente
y un uso directo e inmediato. Estarían relacionados con acciones como
machacar, golpear o cortar, aprovechando para su prensión la zona cortical
opuesta al retoque. A medida que nos acercamos a las fases finales de esta
etapa, los retoques son más amplios, forman un filo más agudo y de mayor
longitud. Esta evolución, según J. Chavaillon, tiende a “una utilización máxima
de las posibilidades del canto”.

Figura 2: Reproducción experimental de un chopping tool por F. Bordes.

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Junto a estos útiles característicos, también hay poliedros con
extracciones, que podrían haber servido para cortar o como verdaderos
núcleos, y lascas de talón liso o cortical. Al final de esta fase aparecen los
protobifaces, cantos tallados formando dos aristas más o menos apuntadas, y
que se consideran como los precursores de los bifaces achelenses.

3.2.- El Achelense
Entre 1,8 y 1,4 m.a., en África aparecen fósiles pertenecientes a una
nueva especie de Homo, Homo ergaster, que está asociada a un nuevo
complejo industrial: el Achelense. Durante esta etapa se produce una
expansión de estos grupos humanos y sus industrias por la mayor parte del
continente africano y, bajo diferentes denominaciones taxonómicas, el
poblamiento de Asia primero (Homo erectus) y de Europa después (Homo
antecessor y Homo heidelbergensis).
Esta nueva fase se caracteriza por una mayor diversificación del
instrumental lítico, ya esbozada al final del Olduvaiense. Aunque sigue teniendo
cierta importancia el utillaje sobre nódulo o núcleo, cada vez hay un mayor
porcentaje de instrumentos cuyas matrices son lascas. Los cantos trabajados
del periodo anterior todavía aparecen, aunque de forma cada vez más
esporádica, en los conjuntos achelenses. Los instrumentos más característicos
de esta fase son el bifaz, el hendedor, que aparece en África al final del
olduvaiense, el triedro y la “bola”.
Los bifaces, denominados antiguamente “coups-de-poing” o hacha de
mano, son útiles de morfología más o menos alargada realizados sobre nódulo
o sobre lascas espesas de sílex, cuarcita, etc. Se caracterizan, como su
nombre indica, por una talla bifacial del soporte que afecta a la totalidad del
mismo, mediante extracciones centrípetas a lo largo de todo su contorno. Estas
extracciones crean un filo cortante y más o menos sinuoso, dependiendo de la
importancia del retoque. Los bordes pueden ser rectilíneos, cóncavos o
convexos y el extremo distal apuntado o redondeado. En algunas ocasiones el
retoque no consigue sobrepasar el eje tipológico, quedando restos de córtex en
algunas zonas del centro de la pieza. De igual modo, algunos ejemplares
pueden presentar córtex en el extremo proximal, que tradicionalmente se
asocia con una zona prensil. En función de su morfología los bifaces se
clasifican en:
Bifaces planos (anchura / espesor > 2,35): triangulares, cordiformes,
ovalares, discoides y limandes. Son los considerados “clásicos”, de aristas
no sinuosas, talla completa y formas muy definidas, propios del Achelense
Medio y Superior.
Bifaces espesos (anchura / espesor < 2,35): amigdaloides, lanceolados,
fricones y micoquienses. Característicos de las primeras fases del
Achelense, salvo el bifaz micoquiense que da nombre a la última fase del
Achelense (Final o Micoquiense).
Bifaces no clásicos: abbevillenses, de filo recto, parciales, nucleiformes,
etc. Pueden ser planos o espesos y se caracterizan por presentar formas
no estandarizadas.
Tecnológicamente, el bifaz sería el resultado de la evolución del
concepto de chooping tool. Como hemos visto, al final del Olduvaiense estos
útiles presentan un importante número de extracciones, cuya amplitud es cada

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vez mayor, hasta llegar a los protobifaces. La principal diferencia es la
aparición del concepto de simetría axial y lateral, que por primera vez se
plasma en los bifaces, además de un esquema de trabajo mucho más complejo
y elaborado.

Figura 3: Fabricación experimental de un bifaz por F. Bordes. En los


fotogramas de la parte superior se esboza la forma del bifaz con percusión
directa con percutor duro y en los de la parte inferior es útil se termina con
percusión directa con percutor blando. Siluetas de los principales tipos de
bifaces, según F. Bordes: 1: Lanceolado. 2: Fricón. 3: Amigdaloide. 4:
Triangular. 5: Cordiforme. 6: Ovalado. 7: Discoide. 8: Limande. 9:
Langeniforme. 10: Masiforme.

Los bifaces de las primeras etapas del Achelense se realizan mediante


percusión directa con percutor duro o sobre percutor durmiente. Los negativos
de las primeras lascas de descortezado de un lado del soporte sirven como
superficie de percusión para comenzar el trabajo sobre la contraria. Estos

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primeros bifaces presentan córtex en el extremo proximal y el distal está
redondeado. Las extracciones son bastante toscas y generalmente no llegan a
cubrir toda la superficie. A partir del Achelense Medio aparece la talla directa
con percutor blando. Esto permite obtener útiles de menor grosor, de
morfologías más estandarizadas y los retoques se van haciendo más
numerosos e invasores, hasta cubrir la totalidad de la superficie. A partir de
ahora, el percutor duro se utilizará para adelgazar el soporte y esbozar la
morfología previa de la pieza y el percutor blando para dar el acabado final al
bifaz.
Si bien este instrumento puede considerarse el más característico y
definitorio del Achelense, no sabemos con certeza para que fue empleado.
Aunque su primitiva denominación de “hacha de mano” sea errónea desde el
punto de vista funcional, debido a sus características morfológicas tuvo que ser
un útil muy versátil. Es muy posible que se usara para cortar carne, fracturar
huesos, trabajar la madera, perforar o, incluso, servir como núcleo para obtener
lascas en caso de necesidad.
El triedro puede considerarse un útil con un diseño intermedio entre el
bifaz y el canto trabajado, incluso algunos autores lo clasifican como un tipo de
bifaz o de canto trabajado. Se caracterizan por tener una punta en el extremo
distal de sección triangular. Generalmente, están fabricados sobre nódulo y la
zona proximal conserva el córtex y la morfología globular del soporte. No
obstante, algunos ejemplares también aparecen sobre lascas espesas.
Posiblemente, sirvió para fracturar huesos grandes de los que obtener el
tuétano.

Figura 4: Triedros procedentes de los yacimientos de Pinedo (1) y Monte do


Fármaco (2) y hendedores de Monte do Fármaco (3) y La Maya (4), según L.
Raposo y M. Santonja.

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El hendedor es un útil alargado realizado sobre lascas de grandes
dimensiones que presenta en su extremo distal un filo natural (sin retocar) en
forma de “U” o “V” invertida. Puede tener retoque bifacial o unifacial en uno o
varios de los lados, salvo en el extremo distal. En muchas ocasiones la parte
activa del útil presenta fracturas o pequeños levantamientos debido a su uso, lo
que demuestra que el filo natural es muy cortante, pero a la vez muy frágil.
Generalmente, se le atribuye una funcionalidad de cuchillo para cortar las
partes blandas de los animales. Se han establecido diferentes tipologías en
función de la localización del retoque, pero no se observa ninguna evolución de
su forma o técnica de fabricación.
La bola o esferoide facetado es un objeto, generalmente de sílex o
cuarcita, que ha sido tallado y machacado hasta obtener una morfología casi
globular. Desconocemos su función, aunque algunos investigadores piensan
que se trata de objetos arrojadizos o las pesas de armas similares a las
boleadoras.
Durante el Achelense Antiguo junto a los útiles realizados sobre nódulo,
como bifaces de tosca factura y cantos trabajados, aparecen grandes lascas
con huellas de uso. A partir del Achelense Medio se documenta el uso de la
técnica levallois, encaminada fundamentalmente a la obtención de lascas. Hay
una mayor variedad de herramientas realizadas sobre este soporte, como
cuchillos, raederas, perforadores y buriles. En el Achelense Superior, hay un
aumento de la talla levallois y del utillaje sobre lasca, mientras que desciende el
porcentaje de herramientas sobre nódulo, así como su tamaño. Por último, el
Achelense Final o Micoquiense se puede considerar como una fase de
transición al Musteriense, con un empleo generalizado de la talla levalloise, del
utillaje sobre lasca y, en líneas generales, las características industriales que
definen al Paleolítico Medio.
Como hemos visto, en el Olduvayense se utiliza una talla “oportunista”,
donde parece que el utillaje se fabrica para un uso inmediato y concreto, con
un esquema técnico muy simple. Los instrumentos son, prácticamente en su
totalidad, sobre nódulo y se aprovechan los filos naturales de las lascas que se
desprenden durante su fabricación. No obstante, esta tecnología, que en
principio puede parecer muy primitiva, resulto extremadamente eficaz, como lo
demuestra la supervivencia de estos primeros Homo durante miles de años.
Con el Achelense, la diversificación del instrumental y las técnicas de talla
requerirán una mayor cantidad y selección de la materia prima. Mientras que en
los cantos trabajados se aprovecha casi la totalidad del material, la talla de
bifaces y utillaje sobre lasca genera una mayor cantidad de desechos. Eso
implica una mayor movilidad de los grupos humanos y una mayor inversión de
tiempo y energía en el proceso de fabricación del utillaje. Como contrapartida,
las nuevas técnicas de talla permiten la obtención de soportes cuyo formato
puede ser mas o menos determinado y una cierta especialización de las
herramientas.

3.3.- El Musteriense
Hace unos 200.000 años, a partir de las poblaciones humanas del
Pleistoceno medio europeo (Homo heidelbergensis), aparece una nueva
especie: el Homo sapiens neanderthalensis. Este representante del género
Homo se asocia con un nuevo complejo industrial, el Musteriense, que
perdurará hasta el 35.000 B.P. La tradicional asociación Musteriense-

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Neandertal-Europa presenta algunos matices que hay que tener en
consideración. Hay restos de neandertales e industrias musterienses en África
y Asia, el Hombre de Neandertal también se asocia al Chatelperroniense
(Paleolítico Superior) y algunos yacimientos musterienses del Próximo Oriente
con el Homo Sapiens.
En el Paleolítico Inferior, tras un periodo inicial que podríamos
denominar como de “ensayo”, hay un creciente interés por optimizar la
producción de lascas y predeterminar su formato aplicando diferentes sistemas
de talla, como la percusión blanda. En el final del Achelense se consolidan
estos avances tecnológicos, que tendrán su máximo desarrollo durante el
Musteriense.
Es ahora cuando hay una mayor diversificación del utillaje, un mayor
número de tipos para funciones cada vez más especializadas como las puntas
musterienses, nuevos tipos de retoque como el escaleriforme de las raederas
tipo quina, una disminución generalizado del tamaño de las herramientas o la
aplicación sistemática de la talla levallois para obtener soportes
predeterminados (lascas y hojas) o directamente piezas que no necesitan ser
retocadas (puntas). Muchos de los útiles estarán realizados sobre lascas
levallois y algunas puntas tendrán un somero retoque en el borde para
regularizar su morfología, pero sólo en aquellas zonas donde sea necesario.
Las denominadas hojas levallois, se tratan en realidad de lascas que se
adecuan al patrón morfométrico de las hojas, al menos la longitud es el doble
que la anchura. Son más anchas y gruesas que las hojas del Paleolítico
Superior y al igual que las lascas levallois presentan negativos de extracciones
de preparación del núcleo, características de esta técnica (ver Tema XIX).
En cuanto al aprovisionamiento de las materias primas, la mayor parte
del instrumental se realiza en sílex. Hay una explotación sistemática de las
fuentes situadas en las cercanías de los yacimientos, entre 5 y 10 Km. Pero,
también se observa que para la fabricación de determinados tipos, que por su
complejidad técnica necesitan sílex de buena calidad, el área de captación se
puede ampliar a más del doble. El proceso de selección de las materias primas,
que empieza con la fabricación de bifaces y útiles sobre lasca, es ahora más
depurado.
No obstante, en algunos conjuntos industriales todavía persisten
elementos propios del achelense, este sería el caso de los bifaces, sobre todo
cordiformes y triangulares. Están realizados sobre lasca, pero son mucho más
pequeños y delgados que los achelenses, de formas muy definidas y con
superficies que tienen gran número de extracciones. Asimismo, los
hendedores, realizados sobre lasca y de gran tamaño, son habituales en los
conjuntos musterienses de la Cornisa Cantábrica y el País Vasco francés.
Junto con los productos levallois, los útiles más característicos del
Musteriense son las raederas, los denticulados y las muescas, los cuchillos de
dorso y las puntas musterienses.
Las raederas son útiles sobre lasca que presentan en uno o dos de sus
bordes un retoque continuo para formar un filo resistente, más o menos agudo,
y algo cortante. Generalmente el retoque es directo, aparece en el anverso,
aunque también hay ejemplares con retoque inverso y bifacial. Este se obtiene
con percutor duro o blando, regularizando la zona activa del útil. El tipo de
retoque más empleado es el simple. Hay un tipo específico que presenta un
retoque escamoso o escaleriorme, es la llamada tipo Quina. Aunque las

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raederas tienen una cronología muy amplia y aparecen en diferentes periodos
de la Prehistoria, es en el Musteriense cuando son más características y, en
particular, este tipo Quina.
La clasificación tipológica de las raederas ofrece múltiples tipos. Éstos
se definen en función de la posición del filo retocado con respecto al eje
tecnológico de la lasca, su delineación y su número. Según el primer criterio las
raederas pueden ser laterales (el filo retocado es paralelo al eje tecnológico),
transversales (el filo aparece en el extremo distal) o desviadas (el filo retocado
forma un ángulo agudo con el eje tecnológico). Por la morfología que adopta el
borde retocado se clasifican en: rectas, cóncavas o convexas. La raedera
puede tener un solo borde retocado (simple) o dos (doble). Cuando los dos
bordes coinciden formando un ángulo se denominan convergentes.

Figura 5: Principales tipos de raederas establecidos por F. Bordes, según J. Mª


Merino: 1: Raedera lateral simple. 2: Raedera transversal. 3: Raedera
convergente. 4: Raedera doble. 5: Raedera desviada. 6: Raedera tipo Quina.

En estos útiles el retoque no tiene como misión crear un borde afilado,


sino embotarlo parcialmente y hacerlo más duradero. Es habitual encontrar
raederas con el filo reavivado para mantener su efectividad. Tradicionalmente,
se asocia con el trabajo de raído o raspado de madera y pieles. Algunos
investigadores, como Leroi-Gourhan, opinan que algunos tipos no servirían
para raer sino para cortar. Probablemente estas herramientas habrían sido
enmangadas para facilitar su prensión y hacer más eficaz el trabajo.

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Los denticulados, junto con las muescas, también constituyen elementos
característicos del Musteriense. La importancia de los primeros llega a definir
con su presencia una facies: el Musteriense de denticulados. Ambos tipos se
mantendrán durante el Paleolítico Superior, preferentemente elaborados sobre
hoja, mientras que en el Paleolítico Medio las matrices serán lascas. La
muesca es un entrante de tendencia semicircular que aparece en un borde del
soporte. Se puede obtener mediante un solo golpe (muesca clactoniense), que
aparece desde el Olduvayense, o mediante pequeños retoques más o menos
profundos y generalmente abruptos o semiabruptos sobre esta muesca inicial,
algunos de los cuales pueden ser de uso. Cuando el sistema de fabricación
requiere el empleo del retoque se suele usar el término de escotadura o
muesca retocada. Tanto muescas como escotaduras se asocian al trabajo de la
madera y el hueso. Dada su morfología permiten con cierta facilidad afilar,
redondear, regularizar, calibrar o hacer incisiones perimetrales en este tipo de
materiales más blandos que el sílex.

Figura 6: Muesca (1), denticulado (2) y sus posibles usos (3-5), según J.J.
Eiroa.

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Los denticulados se caracterizan por tener en uno o más lados no
convergentes una serie de pequeñas muescas contiguas, clactonienses o
retocadas, que forman un borde dentado a modo de sierra. También podrían
estar enmangados y se usarían como una segueta para cortar madera, hueso y
asta.
Los cuchillos de dorso y de dorso natural también son distintivos de esta
fase, especialmente abundantes en el Musteriense de Tradición Achelense B,
que se supone evoluciona hacia el Chatelperronense. De igual modo, también
se documentan en el Achelense. El cuchillo de dorso es una lasca más o
menos alargada que presenta un borde formado por un filo natural, no
retocado, con huellas o pequeños levantamientos de uso. Es la parte activa del
útil. El opuesto tiene un retoque continuo abrupto o semiabrupto para facilitar
su prensión o enmangue. Piezas similares del Neolítico de Francia, Suiza o
Dinamarca, debido a las características singulares del depósito arqueológico,
se han conservado enmangadas en madera y corteza y fijadas mediante resina
de abedul. Probablemente, estos ejemplares musterienses también habrían
sido enmangados. En el cuchillo de dorso natural la zona opuesta al filo es
cortical, sin retoque. Se trata en realidad de una lasca en forma de “gajo de
naranja” y es necesario que el filo natural presente claras huellas de uso para
poder distinguirlo de un simple resto de talla. Como su propia denominación
indica, la mayor parte de los investigadores piensan que se han usado como
cuchillo para labores de carnicería, que incluirían la desarticulación de huesos y
tendones y el troceado de la carne. Esto explicaría la aparición de las huellas
de uso en el filo.

Figura 7: Cuchillo de dorso (1), cuchillo de dorso natural (2) y cuchillo del
Neolítico suizo (Montilier) engastado en madera y pegado con resina (3), según
J. L. Piel-Desruisseau. Posiblemente, los cuchillos paleolíticos tendrían un
enmangue similar. Punta musteriense (4), según J. Mª Merino y punta levalloise
(5), muy probablemente fueron enmangadas en astiles como puntas de lanza
para actividades cinegéticas.

14
La punta musteriense es una pieza sobre lasca de morfología triangular
o subtriangular, a veces losángica, de extremo apuntado. Se obtienen mediante
retoques profundos y continuos, que en ocasiones pueden invadir el anverso
en su totalidad. El reverso puede presentar también retoque, pero es más
somero y se limita a regularizar la morfología de la pieza. Este útil estaría
enmangado en un astil formado la punta de una lanza o venablo. Aunque en el
Achelense hay algunos elementos que se pueden considerar como puntas de
lanza es ahora cuando aparecen de forma generalizada en el registro
arqueológico.
Junto a estos tipos, que constituyen el equipamiento básico del
Musteriense, aparecen algunos instrumentos que serán característicos de
todas las etapas del Paleolítico Superior, como raspadores, buriles y
perforadores.

4-. LAS INDUSTRIAS SOBRE HOJA DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR.


Entre el 120.000 y el 100.000 B.P. en África está asentada una nueva
especie, el Homo sapiens sapiens, cuando los neandertales todavía vivían en
Europa y Asia occidental y el Homo erectus evolucionado poblaba el extremo
oriental de este continente. De forma relativamente rápida, avanzó sobre los
territorios que ya estaban ocupados por otros humanos. Con el tiempo acabó
sustituyéndolos y habitando todos los continentes.
Es muy posible que el poblamiento de Asia y Australia (60.000 y 50.000
B.P.) sea más antiguo que el de Europa (40.000 B.P.). También es anterior a la
"invención" de las industrias laminares del Paleolítico Superior Inicial, realizada
por un grupo de Homo sapiens en un lugar aún por determinar del Próximo
Oriente o África. Fue este desarrollo tecnológico y cultural lo que dio a los
humanos modernos algún tipo de ventaja sobre los neandertales, causando el
éxito evolutivo de los primeros. Además, esta transformación es consecuencia
de la complejidad social y el entorno en el que se desenvuelve el ser humano.
Con la llegada del Hombre moderno a Europa aparece una nueva
tecnología basada en la talla laminar. Esto implica el desarrollo de nuevas
estrategias para la extracción de este tipo de soportes que incluyen la
preparación previa del núcleo (aristas-guía), la talla por percusión indirecta, la
talla y el retoque por presión, herramientas más especializadas como pequeños
percutores de caliza, asta o madera, etc.
La talla de hojas permite un alto grado de estandarización de las
matrices y un mayor aprovechamiento de la materia prima, es decir, mayor
cantidad de filo útil. Esta similitud de los soportes, largos, estrechos y delgados,
facilitan su transformación en útiles, cada vez más pequeños y ligeros, y que
los tipos derivados de éstos sean mucho más definidos. De esta forma, el
utillaje se enriqueció con nuevos instrumentos y algunos tipos del Musteriense
aparecen considerablemente mejorados. También, es cada vez más frecuente
encontrar útiles dobles, dos herramientas en un mismo soporte, como
raspador-buril, raspador doble, etc. El proceso de especialización iniciado en el
Paleolítico Medio es ahora superado con creces. Hay un mayor número de
útiles y con una especialización funcional cada vez mayor. Por ejemplo, de los
63 tipos propuestos para el Paleolítico Inferior y Medio se pasa a los 105 en el
Paleolítico Superior. Asimismo, se diversifican los materiales empleados en el
instrumental: hueso, asta, marfil y concha, entre otros, se usan para la
producción de nuevos útiles, objetos de adorno personal y arte mueble. La

15
fabricación del utillaje, al menos de determinados tipos que requieren gran
pericia técnica, debía estar en manos de “artesanos especializados” en el
trabajo de la piedra y el hueso. No parece factible que algunos elementos, tan
bien terminados y perfeccionados, pudieran ser realizados por cualquier
miembro del grupo. La disminución del tamaño y volumen de los útiles impiden
que sean fácilmente manipulados con la mano. Por esa razón, además de las
puntas de proyectil, a partir del Paleolítico Superior se adopta la costumbre de
fijarlos a un astil de madera, cuerna o hueso, atándolos con tiras de cuero,
fibras vegetales, resina, pegamentos naturales, etc.
La producción de hojas y las nuevas técnicas de talla y retoque
necesitan, como contrapartida, materias primas de buena calidad. El sílex es el
principal material utilizado, aunque cuando no está presente o no es
suficientemente apto para la talla será reemplazado por otros,
fundamentalmente cuarcitas de grano fino. También, durante el Paleolítico
Superior aparece el tratamiento térmico del sílex, para mejorar sus cualidades
físicas. La búsqueda de materias primas de buena calidad provocará una
mayor movilidad de los grupos, nuevas estrategias de aprovisionamiento, como
la preparación de núcleos en los afloramientos silíceos y su posterior
transporte, y la aparición de redes de intercambio que pueden alcanzar varios
centenares de kilómetros.
No obstante, aunque el grado de leptolización de las industrias es muy
importante, las hojas no son el soporte exclusivo del utillaje. Siempre se
mantiene un porcentaje de instrumental sobre lasca, aunque estas matrices
son más delgadas y de morfología más estandarizada que en la fase anterior.
Las nuevas industrias del Paleolítico Superior parecen inscribirse cada
vez más en procesos evolutivos enraizados en los substratos regionales. La
diferencia de proporciones de las distintas clases de útiles es lo que nos
permite individualizar los grandes conjuntos culturales del Paleolítico Superior:
Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense, Magdaleniense. Su personalidad se
encuentra reforzada por estilos de talla o retoque concretos y a veces por la
presencia de determinados tipos. Algunos de éstos se mantienen en todas las
fases culturales, siendo los más importantes raspadores, buriles y
perforadores.
El raspador es un útil realizado sobre lasca o sobre hoja, que presenta
en un extremo, generalmente el distal, un retoque directo y plano o laminar que
forma un ángulo con el reverso de 60º a 45 º aproximadamente. Este retoque
genera un frente más o menos redondeado, que se denomina “frente de
raspador”. Es frecuente que este frente sea objeto de diversos reavivados, lo
que provoca que los levantamientos sean cada vez mas verticales. Asimismo,
el resto del soporte, parcial o totalmente puede tener retoques abruptos o
semiabruptos que se han relacionado con la modificación de la forma del útil
para facilitar su enmangue en un vástago de madera o asta. El raspador se
asocia con el trabajo de las pieles para eliminar restos de tejido adiposo, carne,
venas, etc., y proceder a su curtido. No obstante, el filo del frente, de gran
solidez, también le hace apto para el trabajo de la madera, el hueso y el asta.
Esta herramienta, enmangada o no, puede ser usada de dos maneras
diferentes, lo que A. Rigaud denomina “en corte positivo” y “en corte negativo”.
En el primer caso es el frente de raspador el que incide sobre la superficie de
trabajo, mientras que en el segundo caso es el reverso. Las diferentes formas

16
de empleo provocarán pequeños levantamientos o esquirlas en una u otra
zona.

Figura 8. Principales tipos de raspadores del Paleolítico Superior: 1: Raspador


sobre hoja auriñaciense. 2: Raspador ojival. 3: Raspador doble. 4: Raspador
sobre hoja retocada. 5: Raspador sobre lasca. 6: Raspador carenado. 7:
Raspador en abanico. 8: Raspador unguiforme. 9: Raspador nucleiforme. 10:
Raspador circular. 11: Raspador en hocico o en hombrera.

Este instrumento presenta una gran variedad morfológica, en función del


tipo de soporte, extensión del frente, espesor, etc. Bordes establece dos tipos
para el Paleolítico Inferior y Medio, los primeros raspadores aparecen
esporádicamente desde el Achelense. Para el Paleolítico Superior Sonneville-
Bordes y Perrot distinguen hasta 18 tipos. Algunos son especialmente

17
característicos de determinadas etapas del Paleolítico Superior, como los
raspadores carenados, en hocico o en hombrera del Auriñaciense o los
raspadores nucleiformes, circulares y unguiformes del Magdaleniense.

Figura 9: Posibles direcciones de trabajo con un raspador, según A. Rigaud.: 1:


en corte negativo, 2: en corte positivo. Tipos experimentales de enmangues de
raspadores, según J. L. Piel-Desruisseaux:.

El buril en la mayor parte de los casos está realizado sobre hoja y


presenta una arista simple o poligonal, transversal a la superficie ancha del
soporte, formada por uno o varios planos de los cuales al menos uno se ha
creado mediante un “golpe de buril” (ver Tema XIX). Esta arista se llama bisel y
es menos afilada pero más resistente a las fracturas que el filo natural de una
lasca. Para fabricar un buril, en primer lugar, se fractura la parte distal del
soporte para obtener una superficie de percusión desde la que desgajar el
golpe de buril. Esta plataforma puede estar retocada (buril sobre tuncatura) o
utilizar directamente esta superficie (buril sobre plano o fractura natural).
Asimismo, esta truncatura puede ser perpendicular (recta), oblicua, cóncava o
convexa, con respecto al eje longitudinal del soporte (buril sobre truncatura
recta, etc.). Una vez preparada la plataforma se extrae el golpe de buril. En
función del ángulo que forme esta extracción con la superficie de golpeo el buril
puede ser diedro (ambos planos tienen el mismo ángulo y el bisel coincide con

18
el eje de la pieza), desviado (un plano presenta mayor inclinación que otro) y
diedro de ángulo (los dos planos forman un ángulo recto). En algunas
ocasiones el lado del soporte que se ve afectado por el golpe de buril puede
tener un pequeño retoque, denominado “retoque de paro”, para controlar la
longitud de esta extracción. Cuando el filo se embota, se puede reavivar el bisel
mediante nuevas extracciones.

Figura 10: Principales tipos de buriles del Paleolítico Superior, según J. Mª


Merino: 1: Buril diedro recto. 2: Buril diedro desviado. 3: Buril diedro de ángulo.
4: Buril sobre truncatura retocada recta. 5: Buril sobre truncatura retocada
oblicua. 6: Buril sobre truncatura retocada cóncava. 7: Buril sobre truncatura
convexa. 8: Buril de Noailles. 9: Buril de pico de loro.

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Este instrumento se utiliza para realizar incisiones sobre diferentes tipos
de materiales como cuero, madera, hueso, asta. Por ejemplo, se documenta su
uso para la extracción de varillas de astas de cérvidos con las que fabricar el
instrumental óseo e incluso para realizar grabados rupestres o decorar objetos
de arte mueble. Al igual que los raspadores algunos tipos son característicos
de algunas culturas del Paleolítico Superior, como el buril de Noailles del
Gravetiense o el buril de pico de loro del Magdaleniense.

Figura 11: Proceso de fabricación de un buril, según L. Piel-Desruisseau (1).


Diferentes usos y direcciones de trabajo del buril, según L. Piel-Desruisseau y
J. González y J. Ibáñez (2).

El perforador puede estar realizado sobre lasca o sobre hoja y siempre


presenta una punta perfectamente diferenciada del soporte por retoques
bilaterales que en ocasiones pueden ser alternos. Son poco importantes en el
Paleolítico Inferior y Medio, pero desde este momento cada vez serán más
numerosos y de morfologías variadas. Esta punta despejada, la parte activa del
útil, permite mediante un movimiento giratorio sobre su eje perforar diferentes
materiales como cuero, piel, madera, hueso, dientes, conchas, etc. El
perforador puede usarse directamente con la mano, desnuda o con alguna
protección vegetal o animal, o insertarlo en un astil para hacerlo rotar con las
palmas de las manos (taladro). En diversas ocasiones se ha observado en los
objetos perforados que se han conservado un trabajo doble, realizando una
perforación en cada cara de la pieza hasta llegar a unir los orificios. La

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perforación adopta en este caso una morfología típica de reloj de arena o
bitroncocónica.

Figura 12: Diferentes tipos de perforadores, según J. Mª Merino (1-3). Posibles


usos del perforador, según . L. Piel-Desruisseau y J. J. Eiroa: 4: Perforación
con taladro. 5: Perforación con la mano. 6: Perforación con arco.

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4.1.- El Chatelperroniense.
El Chatelperroniense o Perigordiense Inferior es, en realidad, una fase
de transición entre el Paleolítico Medio y el Paleolítico Superior Inicial, el
estadio final del Musteriense. Se desarrolla entre el 40.000/36.000 y el 32.000
B.P. y está asociado con los últimos neardertales europeos, que
progresivamente van siendo relegados hacia el sur de la Península Ibérica por
los primeros Homo sapiens auriñacienses. Por lo tanto, Chatelperroniense y
Auriñaciense son parcialmente coetáneos en el tiempo y el espacio. Las
industrias tienen un marcado carácter musteriense con la pervivencia de
raederas, puntas, cuchillos de dorso y bifaces de pequeño tamaño y la
presencia escasa y esporádica de algunos elementos de industria ósea y arte
mueble.
El cuchillo de Chatelperron, también llamado punta de Chatelperrón, es
el útil más característico de este complejo industrial, similar a los cuchillos de
dorso musterienses. Está realizado sobre hoja, en ocasiones puede ser
bastante ancha y rechoncha y en otras alargada y esbelta. Tiene un borde
curvilíneo cuyo filo natural se ha embotado mediante retoque abrupto que
genera en el extremo distal una punta que normalmente está desviada del eje
longitudinal del soporte. El lado opuesto no presenta retoque, pero en su zona
mesial y distal aparecen pequeños levantamientos o huellas de uso, nunca en
la zona proximal. Asimismo, el talón está adelgazado y el bulbo se suprime
mediante pequeñas extracciones.

Figura 13: Puntas de Chatelperron (1-3:) e hipótesis de enmange y uso, según


A. Leroi-Gourhan (4). Cuchillo de dorso tipo Abri-Audi (5).

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Estas características hacen suponer que estarían enmangados o
recubiertos con algún tipo de material como cuero, dejando al descubierto la
punta y la zona mesial y distal del filo natural. Su utilidad sería similar a los
cuchillos de dorso musterienses, aunque algunos investigadores opinan que los
ejemplares más estilizados pudieron ser utilizados como puntas de proyectil.
En este caso, se enmangarían en un astil, dejando al descubierto el filo natural.
Durante este periodo aparecen otros útiles muy similares, pero realizado sobre
lasca. En este caso reciben el nombre de cuchillo de dorso tipo Abri-Audi,
reservando la denominación de cuchillo de Chatelperron a los fabricados sobre
hoja.

4.2.- El Auriñaciense y El Gravetiense.


El Auriñaciense es la primera cultura propiamente dicha del Paleolítico
Superior, asociada al Homo Sapiens, que se extiende entre el 35.000 y el
28.000 B.P. por Europa y el Próximo Oriente. Durante esta etapa aparece por
primera vez una industria ósea desarrollada, con diferentes tipos de azagayas.
La industria lítica se caracteriza, además de algunos tipos de raspadores y
buriles, por las hojas auriñacienses y puntas de proyectil de retoque abrupto.
Estas puntas tendrán un mayor desarrollo en la siguiente fase cultural, el
Gravetiense o Perigordiense Superior, que entre el 28.000 y el 20.000 B.P.
ocupa toda Europa hasta el río Don.
La hoja auriñaciense se realiza en soportes laminares de gran espesor y
longitud. Todo su perímetro presenta retoque abruto o semiabrupto y escamoso
o escaleriforme. El extremo distal puede adoptar diferentes morfologías:
apuntado, ojival, semicircular, etc. En ocasiones tiene una escotadura amplia
en uno de sus lados o dos opuestas y simétricas, generalmente en la zona
mesial. Este útil podría estar enmangado y tener una funcionalidad similar a la
del raspador o la raedera.
Salvo la posible utilización del cuchillo de Chatelperron como elemento
arrojadizo, durante esta fase inicial del Paleolítico Superior aparecen por
primera vez objetos apuntados realizados sobre hojas u hojitas con retoque
abrupto o semiabrupto. Tendrían como finalidad servir de puntas de proyectil o
ser insertadas en el lateral de los mismos. Son representativas de diferentes
etapas culturales y suelen llevar el nombre del yacimiento donde son más
abundantes o de donde primero se identificaron. Se trata de las hojitas Dufour y
las puntas de la Font-Yves del Auriñaciense y las puntas de la gravette y de la
Font-Robert del Gravetiense.
La hojita Dufour es uno de los primeros útiles realizado en soporte
laminar de reducidas dimensiones. Presenta uno de sus lados ligeramente
curvado con retoques directos, marginales y semiabruptos. En algunas
ocasiones los dos lados pueden presentar retoque. La punta de la Font-Yves
es muy similar a la anterior y está fabricada sobre hojas muy estrechas y
delgadas. Tiene un retoque directo y semiabrupto en ambos lados, que muchas
ocasiones no ocupan la totalidad del borde y no modifica en exceso el soporte
original. Estos retoques crean un extremo distal muy puntiagudo o ligeramente
redondeado y dan a la pieza una sección casi semicircular.
La punta de la gravette es una hoja estrecha y alargada con un borde
rectilíneo retocado mediante levantamientos abruptos y bipolares, es decir, el
retoque se realiza desde el anverso y el reverso. El extremo distal termina en
una punta muy aguda. En ocasiones, puede aparecer retoque directo o inverso

23
en la punta para darle la morfología deseada o en la base para facilitar el
enmangue. Cuando estas puntas se realizan sobre hojita se las denomina
microgravette.

Figura 14: Utillaje lítico más característico del Auriñaciense y el Gravetiense: 1:


Hoja auriñaciense. 2: Hoja auriñaciense estrangulada. 3: Hojita dufour. 4:
Puntas de la Font-Ives. 5. Punta de la Gravette. 6: Puntas de la Font-Robert.

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Para la fabricación de estos tres tipos se utilizan hojas y hojitas lo más
rectas posible y con una curvatura escasa o nula. El retoque abrupto o
semiabrupto se conseguiría por percusión directa con percutor duro, apoyando
el soporte en un yunque. La morfología y peso de estos tipos permiten,
teóricamente, su uso como puntas de proyectil para ser insertadas en astiles de
venablos o jabalinas, bien de forma individual o por pares simétricos. Estas
puntas se podrían colocar en la punta del astil o en los laterales, aprovechando
al superficie rugosa creada por el retoque abrupto para una mejor adherencia
de los materiales adhesivos que las fijarían al astil.
La punta de la Font-Robert, también llamada punta pedunculada
perigordiense, es el primer intento de crear un elemento de enmangue
netamente destacado de la punta de proyectil. Este pedúnculo se sitúa en el
eje central de la pieza, es bastante largo y se forma mediante retoques directos
y abruptos. La punta, propiamente dicha, tiene forma triangular o losángica con
retoques directos, planos y normalmente invasores. En ciertas ocasiones
también el retoque aparece en el extremo distal del reverso para dar la
morfología deseada a la punta. Algunos investigadores han querido ver en este
tipo de retoque el precedente del retoque solutrense. Lógicamente, este
pedúnculo permite la inserción de la punta en el extremo distal del astil, por lo
que estaríamos ante otro modelo de punta de proyectil.
Durante el Gravetiense también aparecen otros tipos considerados como
puntas o elementos de proyectil, hojitas de dorso y puntas de muesca, que
serán característicos del final del Solutrense y del Magdaleniense.

4.3.- El Solutrense.
Esta etapa ocupa el Paleolítico Superior Medio y se desarrolla en
Francia y la Cornisa Cantábrica (Solutrense Clásico) y en el resto de la
Península Ibérica (Solutrense Extracantábrico) entre el 22.000 y el 17.000 B.P.
El Solutrense representa el punto culminante en la evolución de la
fabricación del instrumental lítico cinegético paleolítico. El retoque plano e
invasor, que pudo estar realizado por presión y/o percusión, caracteriza a este
periodo, aunque ya fue utilizado de forma esporádica en etapas anteriores. Sin
embargo, ahora su uso es sistemático en el utillaje lítico, fundamentalmente en
las puntas de proyectil. Ninguna otra industria del Paleolítico Superior de
Europa Occidental presenta tantos artefactos característicos en tan elevado
número. Al final de esta etapa y en el Magdaleniense se elaboran útiles
técnicamente más simples, aunque no por ello menos eficaces. Este fenómeno
está íntimamente relacionado con un mayor uso de otros tipos de materias
primas: asta, hueso y, posiblemente, madera. Los útiles más característicos de
este tecnocomplejo son las puntas foliáceas (punta de cara plana, hoja de
laurel y de sauce), llamadas así porque su morfología se asemeja a las hojas
de estas especies vegetales, la punta de aletas y pedúnculo y las puntas de
muesca de retoque plano y abrupto.
La punta de cara plana se realiza sobre soportes laminares con retoques
planos y cubrientes sobre el anverso y el extremo distal está apuntado. Tienen
una morfología foliácea y gran simetría. Son características del Solutrense
Inferior. Las más antiguas están hechas sobre hojas y lascas de un grosor
mayor y mantienen la simetría solo cuando los retoques cubren casi todo el
anverso. Paulatinamente, se escogen soportes más delgados, tienen contornos

25
más regularizados y retoques en el reverso, fundamentalmente para adelgazar
la zona bulbar, con una fuerte tendencia a transformarse en piezas bifaciales.

Figura 15: Puntas solutrenses, según Ph. Smith: 1-2: Punta de cara plana. 3:
Hoja de sauce. 4: Hoja de laurel. 5: Punta de muesca de retoque plano. 6: Hoja
de laurel romboidal.

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La hoja de laurel es otro foliáceo realizado mediante retoque plano,
invasor y bifacial con el extremo distal apuntado y el proximal redondeado o
también apuntado. Se documenta sobre todo en el Solutrense Medio y en
menor medida en el Superior. En la región cantábrica la morfología proximal de
algunos ejemplares presenta formas convexas de tendencia apuntada,
adquiriendo el proyectil una silueta romboidal, o cóncava (puntas de base
cóncava). Éstas últimas se realizan por norma general sobre cuarcita.
La hoja de sauce es otro foliáceo realizado sobre hoja, alargado, de
bordes paralelos y de sección semicircular o triangular. Presenta un retoque
por presión muy regular y paralelo que, generalmente, es unifacial, excepto
para corregir irregularidades en su cara ventral.
Para la fabricación de estas piezas foliáceas, que en ocasiones alcanzan
una gran longitud o un escaso grosor, es necesario un sílex de buena calidad.
En primer lugar, se esboza la morfología de la pieza mediante talla directa con
percutor duro. Posteriormente, con un percutor blando de asta se le da la forma
definitiva, mediante extracciones largas, estrechas y subparalelas. En este
acabado final, para determinadas zonas o para piezas pequeñas se puede
utilizar el retoque por presión. Estos artefactos se emplearían como puntas
arrojadizas enmangadas en jabalinas y venablos.
La punta de aletas y pedúnculo presenta un fuste con una clara
tendencia triangular cubierto por un retoque plano e invasor, que en la mayoría
de las ocasiones es bifacial. Las aletas están bien marcadas y diferenciadas de
la punta, al igual que el pedúnculo central. Las peculiaridades tecnológicas y
morfológicas de este tipo de punta le confieren un altísima rentabilidad
cinegética, como demuestra el hecho de la perduración de este morfotipo como
punta de proyectil hasta la actualidad, aunque fabricada en otros materiales.
Aparece en el Solutrense Superior Extracantábrico, donde es más abundante, y
se mantiene en el Superior Evolucionado.
La punta de muesca de retoque plano está realizada sobre una hoja
generalmente estrecha y plana. El retoque invasor forma la punta mediante
extracciones paralelas; mientras que la muesca se realiza en el extremo
proximal, con un retoque más abrupto. Estos levantamientos pueden ser
bifaciales o unifaciales. La punta de muesca de retoque abrupto también está
realizad sobre hoja y se caracteriza por tener un retoque abrupto muy
localizado en el dorso y a veces en el borde opuesto a la muesca. El pedúnculo
está formado por una muesca con retoque generalmente sobrelevado. En
algunas ocasiones, la pieza tiene un retoque simple en el otro borde. La
primera es característica del Solutrense Superior y Final de Francia y la
Cornisa Cantábrica, mientras la segunda aparece en el Solutrense Superior y
sobre todo en el Superior Evolucionado de la región extracantábrica.
Estos tres tipos se utilizarían como puntas de proyectil enmangados en
astiles de jabalinas, para ser lanzados con propulsor. No obstante, todas sus
características morfológicas y métricas las hacen aptas para ser usadas como
puntas de flecha para ser propulsadas con arco. Posiblemente, los primeros
ensayos en la fabricación de los mismos se den en esta época y sus diseños
se perfeccionarían durante el Magdaleniense y el Epipaleolítico.

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Figura 16: Fabricación experimental de una hoja de laurel por F. Bordes,
mediante percusión y presión con percutor blando (asta de cérvido). Puntas
características de Solutrense Extracantábrico: 1: Punta de aletas y pedúnculo.
2: Punta de muesca de retoque abrupto.

4.4.- El Magdaleniense.
Esta última etapa del Paleolítico Superior se desarrolló
aproximadamente entre el 17.000 y el 10.000 B.P. La sistematización evolutiva
de este tecnocomplejo se ha basado fundamentalmente en la industria ósea,
que en este momento alcanza su máximo desarrollo. No obstante, el
instrumental lítico sigue constituyendo una parte fundamental de su cultura

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material. En el Magdaleniense se observa un abandono de las técnicas y tipos
característicos del Solutrense, una vuelta a las tradiciones auriñacienses y
gravetienses, relacionadas con las puntas de proyectil de retoque abrupto y
una progresiva reducción del tamaño del utillaje, que desembocará en los
microlitos del Epipaleolítico. Además de algunos tipos de raspadores y buriles
característicos, citados anteriormente, en esta etapa los conjuntos industriales
están marcados por la presencia de raclettes, hojitas de dorso, puntas de
Teyjat, de Laugerie-Basse y de muesca de retoque abrupto. Ésta última similar
a las del Solutrense Extracantábrico.
La raclette es un útil sobre lasca pequeña, delgada, de tendencia circular
o elíptica y a veces cuadrangular, raramente se fabrica sobre hoja, y es
especialmente abundante en el Magdaleniense Antiguo. Presenta un retoque
directo, continuo y abrupto generalmente en todos los bordes. Probablemente
tuvieron un uso similar al de los raspadores.

Figura 17: Utillaje lítico característico del Magdaleniense y Sistemas de


enmangue propuestos para diferentes proyectiles del Paleolítico Superior: 1-2:
Hojita de dorso. 3: Punta de Laugerie-Basse. 4: Punta de Teyjat. 5: Raclette. 6:
Punta de Teyjat. 7: Punta de la Gravette. 8: Hojitas de dorso. 9: Punta de
muesca de retoque plano. 10: Punta de aletas y pedúnculo. 11: Punta de
muesca de retoque abrupto.

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Las hojitas de dorso, que ya aparecen desde el Gravetiense, están
realizadas en hojas y hojitas muy estrechas que se caracterizan por presentar
en uno de sus lados un retoque abrupto, continuo y directo o bipolar. Este
retoque elimina el filo natural de un borde y le da un cierto grosor a la pieza. Su
amplitud no suele ser muy importante, ya que en la mayoría de los casos el
grosor del soporte y las aristas del anverso no permiten continuar con las
extracciones. Tanto las hojas y, en menor medida, las hojitas pueden estar
fracturadas intencionalmente para obtener varias hojitas de dorso de un mismo
soporte. A partir de este modelo básico se establecen varios tipos que pueden
tener un extremo apuntado, retoque parcial, etc. Para su fabricación se puede
recurrir a la percusión directa con percutor duro sobre yunque, aunque los
ejemplares más pequeños muy probablemente se realizaron con un pequeño
presionador de mano de asta o hueso.
Son muy abundantes en el Magdaleniense Medio, coincidiendo con la
aparición de las azagayas de ranuras laterales. Las hojitas de dorso se asocian
con elementos de proyectil para la fabricación de útiles compuestos. El lado del
retoque abrupto sería insertado en los astiles o en las ranuras laterales de
estas azagayas, formando pares simétricos de dos o más unidades, y fijadas
mediante adhesivos naturales. Este sistema permite provocar mayores heridas
en la presa cuando el astil impacta y penetra en su cuerpo.
La punta de Teyjat es similar a la punta de la Font-Robert del
Gravetiense. Tiene un pedúnculo central más corto realizado mediante
retoques abruptos. La punta, propiamente dicha, es un triángulo alargado con
retoques en el extremo apical. La punta de Laugerie- Basse está realizada
sobre hoja o sobre hojita y es muy similar a la Flechette gravetiense. Tiene un
retoque inverso semiabrupto en uno de sus lados que elimina el talón y el
bulbo. En ocasiones también tiene retoque directo en el extremo distal para
configurar la punta. A menudo sus dos extremos están apuntados. Ambos tipos
son característicos del Magdaleniense Final.

5.- LA INDUSTRIA ÓSEA.


A partir de Paleolítico Superior aparecen nuevos tipos de artefactos
elaborados en materias duras de origen animal, fundamentalmente en hueso,
asta de cérvidos y marfil. Estos elementos serán, en gran medida, puntas de
proyectil, útiles de trabajo cotidiano, armas, objetos de adorno personal y arte
mueble.
En el Paleolítico Inferior y Medio hay algunas evidencias materiales que
parecen indicar una transformación antrópica de este tipo de materias primas.
No obstante, se trata de elementos poco elaborados, que aprovechan formas
naturales aguzadas a las que se aplica un ligero raspado o pulido o se trabajan
por retoque como la piedra. Generalmente, son esquirlas apuntadas o
retocadas como si fueran raederas, fragmentos pulidos a modo de punzón o
cincel y huesos largos con una punta o un filo. Estas herramientas
tradicionalmente se han denominado “útiles de fortuna” o “industria ósea poco
elaborada”, no pudiendo establecerse una evolución tecnológica ni tipológica
de este tipo de utillaje. Asimismo, dado su carácter muy fragmentario, en
numerosas ocasiones es muy difícil discernir si estos posibles útiles son en
realidad producto de procesos de fracturación, alteraciones sedimentarias, de
carnívoros, etc.

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5.1.- Técnicas de obtención de soportes y fabricación.
El primer paso en la elaboración la industria ósea es la elección de la
materia prima, que determinará el tamaño y forma del objeto a realizar. La
mayor parte de los tipos se hacen sobre huesos grandes de mamíferos, los de
cérvidos, bóvidos y cápridos son de gran dureza, y sobre astas de cérvidos
adultos. Para la mayor parte del instrumental se seleccionan huesos y astas
cuyas paredes (sección cortical) tengan un grosor suficiente para fabricar la
pieza, ya que el tejido esponjoso no tiene la misma dureza, densidad ni
resistencia.
Una vez elegido el hueso o asta se extrae del mismo el soporte,
denominado lengüeta o varilla, sobre el cual trabajar. Las lengüetas son
láminas o tiras largas de anchura regular sobre las que aplican diferentes
técnicas de trabajo.

Figura 18: Técnicas de extracción de soportes y fabricación del instrumental


óseo, según J.J. Eiroa: 1: Percusión pasiva. 2-3: Percusión indirecta. 4:
Aserrado. 5: Doble ranurado. 6-7: Raspado. 8: Abrasión. 9: Pulimento.

Estas lengüetas se pueden obtener por percusión o aserrado. La


percusión puede ser activa, el hueso se golpea contra otro objeto, pasiva,
cuando se inmoviliza el hueso y se golpea contra él, o indirecta, cuando se usa

31
un elemento intermediario (cincel) entre el percutor y el hueso, como en la talla
por percusión indirecta. Es la más sencilla y simple de las técnicas de
extracción. No obstante, presenta el inconveniente de ser la menos indicada
para obtener soportes con una morfología predeterminada. Normalmente,
constituye el primer paso en la obtención del soporte y suele ir acompañado de
otros procesos como la flexión y la torsión.
El aserrado consiste en un corte rectilíneo de una sola dirección y doble
sentido realizado retiradamente con un instrumento afilado. Es frecuente que
antes se realice un raspado de la superficie cortical para regularizarla y que
aparezcan en líneas de fuga, producidas al salirse el útil del interior del surco
durante el aserrado. Una variante de esta técnica es el trabajo mediante doble
ranurado, que aparece desde el inicio del Paleolítico Superior y se aplica sobre
todo en astas de cérvidos. Consiste en realizar dos surcos paralelos,
atravesando la zona cortical hasta llegar al tejido esponjoso y extrayendo la
lengüeta por flexión, tracción o palanca. Este sistema permite obtener soportes
con una morfología predeterminada.
Estas técnicas pueden complementarse con acciones puntuales como la
acción erosiva mediante la fricción de la materia prima contra un soporte
abrasivo para adelgazarla y debilitarla mediante el uso del fuego.
Posteriormente, el soporte se modifica mediante diferentes técnicas para
eliminar las rugosidades de la superficie natural, huellas de procesos de
extracción o trabajo previos, crear una superficie regularizada y dar la
morfología y el acabado final al útil. Las técnicas más frecuentes que se
emplean en el Paleolítico Superior son el raspado, la abrasión, el pulimento,
perforación y vaciado. Es común que dos o más técnicas se combinen en el
proceso de transformación de la lengüeta.
El raspado consistente en extraer pequeñas astillas o virutas con un
instrumento cortante. Los atributos característicos dejados por esta técnica
serían finas estrías en la superficie de los objetos, generalmente longitudinales.
El pulimento permite una acción abrasiva mediante el frotamiento del soporte
contra una arenisca de grano fino para modificar su forma. La abrasión es una
acción similar a la anterior, pero con el uso de una arenisca de grano grueso.
En ambos casos pueden llegar a observarse las líneas de fricción con el
asperón. El vaciado consiste en eliminar del tejido esponjoso del canal medular
para la creación de cubiletes, enmangues o navetas.

5.2.- Punzones.
Este tipo de utillaje aparece desde los inicios del Paleolítico Superior,
incluso en el Chatelperroniense. En su gran mayoría aparecen realizados en
hueso, usando metatarsos, metacarpos, cúbitos y costillas de ungulados,
pequeños carnívoros o incluso pájaros. También hay punzones realizados en
asta y marfil. La matriz para su fabricación se puede obtener por percusión,
aserrado o doble ranurado. Se caracterizan por tener un extremo distal
apuntado y una zona de sujeción en el opuesto más o menos modificada y que
en algunas ocasiones corresponde con la epífisis del soporte. Es frecuente en
los conjuntos óseos la presencia del llamado por H. Camps-Fabrer “punzón de
economía”. Consiste en un fragmento o esquirla de hueso o asta que tiene una
extremidad apuntada y bien destacada o una punta natural pero con pulido de
uso. Este instrumento no presenta ninguna evolución tecnológica o tipológica
que permita asociar tipos y periodos culturales.

32
5.3.- Azagayas.
Son puntas de proyectil realizadas en asta o hueso y en menor medida
en marfil. Su longitud es muy variable, entre 5 y 40 cm. Debido a su gran
abundancia debieron ser bastante eficaces para las actividades cinegéticas.
Tienen el extremo distal apuntado. La parte mesial, llamada fuste, puede
adoptar diferentes morfologías: sección circular, oval, elíptica, triangular,
cuadrangular, etc. Del mismo modo, el extremo proximal también presenta una
gran variedad morfológica, lo que determina en gran parte los sistemas de
sujeción al astil. Algunos tipos son característicos de determinas etapas
culturales, mientras que otras tienen una distribución cronológica mas dilatada.

Figura 19: Punzones y principales tipos de azagayas del Magdaleniense, según


L. Piel-Desruisseau y H. Camps-Fabrer respectivamente: A y C: Punzones de
economía. B: Punzón cuyo extremo proximal es una epífisis. 1: Azagaya de
bisel doble. 2 y 6: Azagayas de bisel simple. 3: Azagaya tipo Isturitz. 4:
Azagaya de base hendida. 5: Azagaya losángica. 7: Azagaya bicónica con
ranura lateral.

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Las azagayas de base hendida son características de Auriñaciense I y II.
Tienen forma triangular o losángica y sección elíptica o rectangular. En el
extremo proximal aparece una pequeña raja que coincide con el eje de simetría
de la pieza y que forma dos lengüetas de base redondeada. Esta hendidura se
obtienen por aserrado o mediante su separación con una cuña. Debido a estas
características estarían enmangadas en astiles de morfología complementaria,
en lugar de una hendidura tendrían una lengüeta. Aunque este sistema de
enmangue debió resultar bastante frágil, constituye un primer intento de fijar
sólidamente la punta. Este tipo es rápidamente sustituido por las azagayas
losángicas de base maciza de sección aplanada u oval. Son características del
Auriñaciense Medio, con un sistema de sujeción al astil mucho más
consistente.
En el Auriñaciense Evolucionado aparecen las primeras azagayas
bicónicas, también llamadas fusiformes o de punta doble. Se caracterizan por
tener los dos extremos apuntados, siendo la zona mesial la que presenta un
mayor grosor con secciones elípticas y circulares. Mientras que las azagayas
losángicas se insertarían en astiles con una hendidura en su extremo, las
azagayas bicónicas se encajarían en un vástago perforado.
Al final de este periodo aparecen las azagayas de bisel simple, que
serán más frecuentes a partir del Solutrense Medio y sobre todo en el
Magdaleniense. El fuste presenta una sección elíptica o circular y en la zona
basal un bisel, generalmente plano-convexo o rectangular. Estas azagayas se
fijarían en astiles provistos de un bisel contrario o complementario, para
completar la sección circular. En muchos ejemplares, la superficie interior del
bisel tiene numerosas incisiones que se creyeron respondían a ejemplares
decorados. En la actualidad la mayor parte de los investigadores creen que
estas estrías tienen un carácter funcional: crear una superficie rugosa que
permita una mejor adherencia de los pegamentos y colas naturales. En el
Magdaleniense Medio aparecerá una variante de este tipo, la azagaya de bisel
doble, que será especialmente abundante en el Magdaleniense Final. En este
caso los biseles también están estriados y quedarían enmangados en astiles
hendidos.
En el Gravetiense se mantienen las azagayas bicónicas y de bisel simple
y aparecen azagayas con una extremidad estriada (puntas de Isturitz),
alcanzando mayores longitudes que en el periodo anterior. Desde el
Gravetiense se atestigua la presencia de decoración en las azagayas con
motivos geométricos y naturalistas, que se mantendrá durante el resto de las
culturas. En el Solutrense perduran estos tipos, aunque hay un menor número
de ejemplares. Posiblemente este descenso está relacionado con la masiva
aparición de puntas de proyectil de retoque plano.
En el Magdaleniense hay un gran número de azagayas de bisel simple
largo, de bisel doble y bicónicas. Además de estos tipos ya descritos, aparecen
las azagayas acanaladas o azagayas con ranuras laterales. Pueden ser de
bisel simple, doble o de base maciza y se caracterizan por tener en uno o
ambos lados surcos longitudinales que se han relacionado con la inserción de
hojitas de dorso para formar útiles compuestos. Este tipo es especialmente
abundante a partir del Magdaleniense Medio, aunque aparece de forma
esporádica desde el Solutrense Final.

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5.4.- Varillas plano-convexas.
Son elementos realizados a partir de lengüetas de asta, aunque algunos
ejemplares se han fabricado en hueso. Son características del Magdaleniense
Medio y Superior. Tienen los bordes paralelos de aristas vivas, el extremo distal
apuntado y la zona proximal, que raramente se conserva, biselada. El soporte
se obtiene mediante un doble ranurado. La cara plana, la más cercana al canal
medular, se regulariza mediante raspado o pulido y presenta estrías similares a
los biseles de las azagayas. La cara convexa tiene el fuste decorado con
motivos geométricos, a veces en bajorrelive, y más raramente con signos o
animales.

Figura 20: Morfología de una aguja perforada, según L. Piel-Desruisseaux (1),


bloque de gres interpretado como pulidor para agujas, según E. Passrmard (2)
y fragmento de hueso de grulla con extracción de soportes para agujas, según
L. Piel-Desruisseaux (3). Varillas plano-convexas decoradas procedentes del
yacimiento de Isturizt, según L. Piel-Desruisseau (4-5).

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Aunque no se sabe exactamente la funcionalidad de este tipo de
elementos, el hallazgo en los yacimientos franceses de Isturitz y Mas d’Azil de
varillas unidas por la parte plana hace pensar que se trata de azagayas
compuestas. Estas puntas de hueso, serían más resistentes y elásticas.
Asimismo, las estrías de la cara plana contribuirían a dar una mayor sujeción a
los pegamentos naturales usados para su unión.

5.5.- Agujas.
Desde el Solutrense Superior y durante todo el Magdaleniense en los
conjuntos óseos aparecen agujas de morfología y tamaño similar a las actuales
agujas de coser. Miden entre 30 y 80 mm de longitud, hasta 3 mm de grosor y
la perforación de la cabeza entre 1 y 2 mm. Se fabrican fundamentalmente en
hueso, aunque hay también ejemplares en asta e incluso en marfil.
Para la fabricación de un útil de tan pequeño tamaño es necesario partir
de una lengüeta que tenga también unas dimensiones muy reducidas, por
ejemplo, los huesos de pájaro son los que tienen las paredes más finas. La
técnica más adecuada para obtener las matrices sería la del doble ranurado o
el aserrado de una esquirla. Posteriormente, mediante un raspado se le da la
morfología casi definitiva a la aguja y se adelgazan las dos caras del extremo
proximal para hacer el ojal. La perforación, por lo general, sigue la técnica de la
rotación bipolar, desde ambos lados, y previamente se extraen pequeñas
esquirlas para destacar el punto de ataque. La aguja se termina mediante un
fino pulido, que no elimina totalmente el raspado anterior. Las agujas se
asocian al cosido de pieles utilizando como hilo fibras vegetales o de tendones
animales.

5.6.- Arpones.
El arpón es un útil que se fabrica en asta de reno aunque algunos
ejemplares, sobre todo de la región mediterránea, son de asta de ciervo o de
hueso. Se componen de un fuste circular o aplanado con una o dos hileras de
dientes, una punta cónica y un extremo basal que casi siempre es cónico. Los
dientes pueden tener diferentes formas (gancho, triangular, trapezoidal, etc) y
ser largos o cortos. En la zona proximal aparecen diferentes sistemas de
sujeción al vástago. En la mayoría de los casos se trata de dos protuberancias
laterales que servirían para retener la cuerda. Algunos tipos presentan una
perforación basal y en otros no existe ningún elemento para esta función.
Este instrumento aparece en el Magdaleniense Superior. Los primeros
ejemplares, llamados protoarpones, se caracterizan por tener unos dientes
incipientes pero que prácticamente no sobresalen del fuste (Magdaleniense IV).
En el Magdaleniense V los arpones ya tienen una hilera de dientes bien
diferenciados del fuste y en el Magdaleniense VI dos hileras de dientes.
Para su fabricación se parte de una lengüeta o varilla de sección
cuadrangular obtenida mediante doble ranurado. La parte del fuste donde se
ubican los dientes se adelgaza antes de la fabricación de los mismos y es
frecuente encontrar una línea incisa que individualiza esta superficie. Los
dientes se tallan mediante aserrado y raspado si hay una serapación suficiente
o mediante pequeñas incisiones y raspado si están muy juntos. El resto del
soporte se trabaja mediante raspado y pulido.

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Figura 21: Evolución morfológica de los arpones, según M. Julien y P.
Cattelain, sistema de fabricación (5) y uso (6) según L. Piel-Desruisseau: 1:
Protoarpón. 2: Arpón de una fila de dientes con perforación basal. 3: Arpón de
dos filas de dientes sin dispositivo de sujeción. 4: Arpón de dos filas de dientes
con protuberancias laterales.

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Mediante la comparación etnológica con útiles similares de pueblos
primitivos actuales, el arpón se asocia con la pesca y la caza de mamíferos
acuáticos. No obstante, también pudo servir para la caza de los mismos
animales terrestres cobrados con las azagayas y las puntas líticas de proyectil.
Sobre todo, aquellos que no tienen un sistema de retención. Funcionalmente
tiene la misma estructura que estos útiles cinegéticos, pero presenta la ventaja
de contar con una serie de dientes capaces de retener a la presa. Los arpones
con protuberancias laterales o perforación basal podrían separarse del astil, al
que estarían sujetos con una cuerda. El resto de tipos se enmangarían de
forma de forma permanente y fija en los astiles, como las azagayas.

5.7.- Bastones perforados.


Este tipo de utillaje se fabrica sobre fragmentos de asta de cérvido. Se
caracteriza por presentar en uno de sus extremos una perforación en la
bifurcación de la rama principal del asta con otra secundaria. Ésta puede
conservar la roseta o parte de la cuerna. Aunque aparecen esporádicamente
desde el Auriñaciense, son especialmente característicos del Magdaleniense.
Generalmente la superficie cortical se regulariza mediante raspado y/o pulido.
La mayoría de los ejemplares tienen una profusa decoración basada en
motivos geométricos o naturalistas. La perforación suele ser bipolar, debido al
grosor del soporte y posteriormente agrandada mediante raspado.

Figura 22: Algunos ejemplos de bastones perforados del Magdaleniense, según


A. Peltier: 1: Zona del asta usada para su fabricación y situación de la
perforación. 2: Localización de las huellas de uso.

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Estas perforaciones presentan pulidos, en la superficie y el interior, y
fracturas debido a un uso prolongado. En un primer momento se pensó que
eran objetos de prestigio o con un significado mágico-religioso, de ahí su
antigua denominación de “bastones de mando”. Sin embargo, la presencia de
estas huellas de uso y comparaciones etnoarqueológicas han desechado esta
primera hipótesis. En la actualidad, se piensa que estos objetos servirían para
enderezar mediante calor azagayas, arpones, lengüetas y astiles. Otros
investigadores asocian los bastones con la elaboración de cordajes o el trabajo
de la piel y mangos de hondas.

5.8.- Propulsores.
El propulsor está formado por una varilla de asta de cérvido, aunque hay
algunos ejemplares de hueso y marfil, de longitud variable. En la parte distal
tiene un dispositivo destinado a servir de apoyo al extremo de un astil y en la
opuesta presenta un acondicionamiento para su enmangue o prensión. Este
dispositivo puede adoptar la forma de gancho, canal o espuela y con frecuencia
se remata con una escultura naturalista en bulto redondo. Aparece desde el
Solutrense Superior y continúa durante el Magdaleniense, aunque es muy
posible que hubiera con anterioridad ejemplares en madera que no se han
conservado.

Figura 23: Esquema de las fases y acciones del lanzamiento de proyectiles con
propulsor, según B. J. Cundy.

Esta herramienta se utilizó para el lanzamiento de puntas de proyectil


enmangadas en astiles de longitud variable. El propulsor juega el papel de una
palanca entre el proyectil y el brazo del cazador, que lo alarga artificialmente,
aumentando así la velocidad de propulsión y, por tanto, la capacidad de
penetración del proyectil. La mano sólo sirve para sostenerlo y guiar el
lanzamiento, lo que aumenta la precisión. Su uso como palanca permite
aumentar considerablemente la velocidad inicial del disparo, pero sin

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acumulación previa de energía, como ocurre en el arco. Se trata de un útil que
testimonia un desarrollo tecnológico muy importante, pero no es una máquina.

Figura 24: Propulsor Magdaleniense de Mas d’Azil (Ariège, Francia), con el


extremo proximal en forma de gancho y decoración en bulto redondo.

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