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Ciencia y poesía

Escribo esto el día de Navidad, cumpleaños del niño Jesús y fecha en que llega a los 90
años mi madre (María Cecilia Ana de la Natividad de Jesús), esperando a que salga la
Luna llena detrás de los farallones de La Pintada.

Mientras sale la Luna pienso en ellas: en la Luna y en mi madre, en la Luna que para
muchas culturas es la diosa madre, por simetría con el dios Sol, el padre. Pensar en los
astros sin saber nada de ellos (como hacen las religiones primitivas y los astrólogos) no
es un ejercicio científico sino poético. Y la poesía es lo poco que los seres humanos
sabemos cuándo no sabemos nada: nuestra mera intuición, el ejercicio del ensueño y de
nuestra pobre inteligencia cuando no tenemos el auxilio de los desarrollos técnicos
(astrolabios, relojes, telescopios) ni de las matemáticas y la física, que son esos aliados
de la razón sin los cuales no podría haber ciencia.

Hace más de un año, durante otra noche de Luna llena, se me ocurrió un poema lunático.
Un poema repentino que surgió en la locura intermitente e impredecible que llamamos
inspiración. El poema empezaba así: “Podría no haber luna, es verdad, / y las cosas no
serían tan distintas. / Más leves las mareas, / las noches más oscuras, / un tema menos
entre los enamorados, / perros más sosegados en las noches, / y poetas que nunca /
escribirían versos al claro de la luna. / La tierra bien podría arreglárselas sin luna / y poco
cambiaría su rotación silenciosa, / la elíptica emoción de su trayecto”.

Para escribir el poema (si quieren, pueden leerlo aquí:http://bit.ly/1OpRB4R) no consulté


con nadie, ni con Wikipedia ni con un astrofísico, solo con mi memoria, mi escasa razón y
mi pobre intuición. Supongo que es una pregunta que los hombres nos hemos hecho
desde el inicio de los tiempos: ¿qué pasaría si no hubiera Luna? O también, ¿qué pasaría
si no tuviera madre, o si en vez de una, tuviera cinco madres? Mi respuesta, entonces,
intentó ser poética —quizá sin conseguirlo— y resultó ser, científicamente, del todo
equivocada. Delirante, loca, como muchos poemas y muchas religiones y muchas
filosofías, nacidas solamente de la intuición y no de ese pensamiento ordenado y
experimental que propone la ciencia.
Lo que probablemente ocurriría, en realidad, si no hubiera Luna, acaba de escribirlo en El
País (con la belleza propia de la ciencia) Pablo Santos Sanz, un astrofísico especialista en
el sistema solar. La Luna se formó hace 4.500 millones de años cuando un cuerpo del
tamaño de Marte, Theia, chocó con una Tierra aún muy joven (tenía apenas cien millones
de años), y la salpicadura del impacto fue nuestro satélite. Es tanta la importancia de la
Luna para el equilibrio, el clima, la diversidad de la Tierra, que ese verso mío, altivo y
pretencioso (“bien podríamos pasárnosla sin ella”), resulta falso y bruto en todo su
desdén.
Sin Luna, escribe Sanz, un día duraría pocas horas, habría vientos huracanados todo el
año, habría solo mareas solares y sin mareas lunares la vida no habría podido surgir en
nuestros océanos (hay que revolver bien el caldo primordial si queremos que salga una
buena sopa). Sin Luna, por lo tanto, no habría células ni peces ni poetas. Sin Luna no
habría perros ni ojos que los vean. Y peor que eso: sin Luna el eje de rotación de la Tierra
perdería su estabilidad y tendríamos veranos que superarían los 100 grados e inviernos
con temperaturas de menos de 70. E incluso podría haber zonas del planeta que estarían
“bajo una permanente insolación y otras en permanente oscuridad”.
Había pensado en escribir unos versos a los 90 años de mi madre, pero me detuve ante
esta precariedad, imprecisión y pobreza de la poesía, porque entonces (como sobre la
Luna) podría hacer piruetas de palabras, decir muchas cursilerías, pero nada
verdaderamente exacto. ¿Podría no haber madre? Yo creo que no, pero mejor le dejo esa
respuesta a la ciencia. Qué diría que sí, seguramente, que un día seremos engendrados
por probetas sin placenta.

HÉCTOR ABAD FACIOLINCE

Teniendo en cuenta el texto que leyó (Ciencia y poesía) responda:

1. A partir del texto leído explique las siguientes expresiones: a) Simetría con el
Sol. b) Pensar en los astros sin saber nada de ellos no es un acto científico sino
poético c) Y la poesía es lo poco que sabemos los seres humanos cuando no
sabemos nada.

2. Será cierto que las cosas seguirían iguales si no hubiera Luna. Explique su
respuesta.

3. Según lo leído en el párrafo cuatro ¿qué concepto tiene el autor de la poesía, de


la filosofía, de las religiones y de la ciencia?

4. A ¿qué conclusión llega el autor en el párrafo cinco, qué lo hace cambiar de


parecer?

5. ¿Qué contrastes encuentra entre el párrafo tres y el párrafo seis? Sustente sus
afirmaciones.

6. ¿Cuál es la verdad que admite el autor al final del texto y qué acto apocalíptico
anuncia?

7. Del título Ciencia y poesía se puede decir que estos a lo largo del texto ¿se
incluyen o se excluyen?

8 ¿Qué concepto tiene el autor de la poesía y de la ciencia?

9. Justifique lo siguiente a partir de lo leído en el texto. “Ningún poeta podrá ser científico”.

10. Explique el significado de la siguiente expresión “La ciencia y la poesía podrán convivir pero
jamás serán iguales”

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