Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Este último punto requerirá que se hayan omitido las declaraciones tributarias o que las
presentadas fueren reflejo de su falsa contabilidad y que la cuantía, en más o menos, de
los cargos o abonos omitidos o falseados exceda, sin compensación aritmética entre
ellos, de 240.000 euros por cada ejercicio económico.
Como vemos, cometer un delito penal, por dejadez en aspectos fiscales en la empresa,
es mucho más fácil de lo que podemos pensar. De ahí siempre el consejo que me gusta
lanzar. Si no tenemos claro cuáles son nuestras obligaciones fiscales y contables y no
queremos cometer errores, debemos recurrir a profesionales bien cualificados en
materia contable y fiscal.
BBBBBBBBBBB
Delito fiscal
De Wikipedia, la enciclopedia libre
El delito fiscal fue introducido en el Código Penal de España, con la Ley 50/77, que
reformó el sistema fiscal con la llegada de la régimen democrático. Se introdujo el
artículo 319, que tuvo una aplicación judicial muy reducida, existiendo apenas una
decena de sentencias ocho años después de su instauración.
En 2010, con ocasión de una reforma del Código, se amplía la pena máxima para el
delito de defraudación de cuatro a cinco años.3
El Código Penal de España regula en su título XIV del Libro II, los "Delitos contra la
Hacienda Pública y contra la Seguridad Social" (artículos 305 a 310), que engloba los
delitos de defraudación tributaria, contra la Seguridad Social, cobro indebido de
subvenciones y el delito contable.4
El artículo 305 del Código Penal establece que comete este el que por acción u omisión
defrauda ala Hacienda Pública estatal, autonómica, foral o local:
La ley española fija un límite de 120.000€ de cuota defraudada para que exista delito
fiscal, por debajo de esta cantidad se cometerá una infracción administrativa que podrá
ser perseguida por la correspondiente Administración tributaria. La cuantía de la cuota
defraudada es un elemento inexcusable del delito y por tanto su cuantificación
corresponde a los Tribunales, que procederan a fijar su importe de acuerdo a la
legislación fiscal vigente.
Aunque el artículo 305 que regula el delito no indica nada acerca del dolo necesario en
la conducta del que comete el delito fiscal, ha de ser entendido que su exigencia se
encuentra implícita en la expresión defraudar y que además el artículo 12 del Código
Penal establece que las acciones imprudentes sólo se castigarán cuando expresamente
disponga la ley.
[editar] Penas
Para el delito de defraudación, regulado en el artículo 305 del Código, se prevé una
pena de prisión de uno a cinco años y multa del tanto al séxtuplo de la cuantía dejada de
ingresar. Las penas señaladas se aplicarán en su mitad superior cuando la defraudación
se cometiere concurriendo alguna de las circunstancias siguientes:
KKKKKKKKKK
Resumen
Extracto
I. Introducción
c) que el extraneus viera atenuada su responsabilidad por el hecho de ser extraneus, con
una atenuación trascendente al marco penal típico del cooperador necesario o del
inductor (que, como es sabido, en España son idénticos al del autor del delito).
BBBBBBBBBBBBBBBBBXXBXBBBBXBXBXBBXB
Es mi opinion
Re: responsabilidad de cpr
Responsabilidad penal
El contribuyente es el único responsable de incumplir con el pago de las contribuciones
y, por tanto, sobre él recaerán las disposiciones de carácter penal.
De igual forma, el Artículo 96 del Código Fiscal de la Federación indica que es responsable de
encubrimiento quien, sin previo acuerdo y sin haber participado directamente en el delito,
después de su ejecución cometa los siguientes actos:
I. Con ánimo de lucro, adquiera, reciba, traslade u oculte el objeto del delito, presuma su
ilegítima procedencia o ayude a otros a alcanzar los mismos fines.
II. Ayude en cualquier forma al inculpado a eludir las investigaciones de la autoridad, o bien
que oculte, altere, destruya o haga desaparecer las huellas, pruebas o instrumentos del
delito o asegure para el inculpado el objeto o provecho del mismo.
Estos encubrimientos se sancionarán con una pena que va de tres meses a seis años de
prisión. Por lo antes mencionado, para que se dé la coautoría delictiva se requiere que el delito
se cometa de manera conjunta, por lo cual tendrá que haber un beneficio indebido que se
refleje en el aumento del patrimonio del contribuyente, del contador o del dictaminador o asesor
fiscal, o en su defecto, que se demuestre su participación en
el delito.
Formalmente, cuando las autoridades determinan la existencia de un delito fiscal con
responsabilidad penal para los dictaminadores, se incurre en lo mencionado en las fracciones
citadas del Artículo 95 del Código Fiscal de la Federación.
Fuente: Artículo Responsabilidades Civil, Fiscal y Penal Del Auditor por C.P. Álvaro Cordón
Álvarez.
Fssssssssssssssssfssssssssssssssssssssssss
RESPONSABILIDAD DE LOS AUDITORES
En la primera, Audiencia Provincial de Madrid condena a los auditores que firmaban los
informes de auditoría de los ejercicios 1991 y 1992 de PSV, porque no se advertía en ningún
caso de la existencia de una situación de crisis financiera inminente que fuera a dar lugar,
como así fue, a la suspensión de pagos de la misma.
Como dice el periodista: «había incumplido sus compromisos con los cooperativistas, al
haberles privado de la necesaria información sobre la imagen fiel del patrimonio y situación
financiera de la sociedad, al no haber advertido a dichos cooperativistas».
Por otra parte, la prensa económica se hacía eco de otra importante sentencia, en este caso
del Tribunal Supremo ( Civil) de 5 de Marzo del 2009 (ponente Antonio Salas Carceller) que ha
consolidado la doctrina que impone a los auditores la obligación de responder de todos los
daños y perjuicios producidos no sólo a las sociedades auditadas sino también a terceros,
como consecuencia de los errores cometidos en sus informes, sin que se tenga en cuenta la
responsabilidad que en la comisión de estos errores puedan tener los administradores de la
auditada. He aquí un resumen.
STS 5-3-2009
En concreto se exigía al auditor abonar a la masa activa de la Quiebra los daños y perjuicios
correspondientes pues:
El Juzgado de Primera Instancia dictó Sentencia con fecha 5 de mayo de 2003 contra la
sociedad de auditoría como consecuencia del incumplimiento de las obligaciones contractuales
contraídas, en relación con la auditoría.
Dicha sentencia fue confirmada en apelación por la Audiencia Provincial de Álava en Sentencia
de 4 de noviembre de 2003
Los auditores formalizaron el recurso de casación que fue desetimado, con los siguientes
Fundamentos de derecho:
Primer motivo
En el primero de los motivos del recurso, los auditores denuncian la infracción de lo dispuesto
en, en relación con el artículo 1104 del Código Civil . Este motivo resultará desestimado pues el
artículo 11.1 de la Ley 19/1988, de 12 julio, sobre Auditoría de Cuentas, según redacción
vigente entonces afirmaba «Los auditores de cuentas responderán directa y solidariamente
frente a las empresas o entidades auditadas y frente a terceros, por los daños y perjuicios que
se deriven del incumplimiento de sus obligaciones», mientras que el artículo 1104 del Código
Civil define la culpa o negligencia del deudor en el sentido de «la omisión de aquella diligencia
que exija la naturaleza de la obligación y corresponda a las circunstancias de las personas, del
tiempo y del lugar», para añadir a continuación que «cuando la obligación no exprese la
diligencia que ha de prestarse en su cumplimiento, se exigirá la que correspondería a un buen
padre de familia».
En el desarrollo del motivo se viene a negar que la auditora incurriera en responsabilidad por
culpa o negligencia en la emisión del citado informe.
Dicha responsabilidad nace para los auditores, según dispone el artículo 11.1 de la Ley de
Auditoría de Cuentas , del “incumplimiento de sus obligaciones” que en este caso presentan
un aspecto técnico por lo que están representadas por el cumplimiento de las reglas del arte
o profesión (lex artis).
No se niega por la Audiencia que el informe ofreciera incertidumbres y reservas ya que, según
señala la propia sentencia «el informe contenía aquéllas, pero al final autorizaba las Cuentas
Anuales y el informe de gestión y no emitía un informe desfavorable, no reflejaba fielmente lo
que ocurría en la sociedad, su mal estado económico. Podía inducir a pensar a muchas
personas (accionistas, acreedores, la Administración, etc.) en el mejor de los supuestos para la
recurrente que había complicaciones, pero no les advertía en absoluto que estaba incursa en
causa de disolución».
Dentro de las cuentas anuales, el balance es el documento contable del que debe resultar, con
claridad y precisión, la situación patrimonial de la sociedad al final de cada ejercicio. Pone de
manifiesto el estado patrimonial de la sociedad y supone la declaración de conocimiento de los
administradores ante los accionistas, pero al mismo tiempo esta declaración no sólo es
relevante para los socios, ya que les permite conocer el valor actualizado de sus acciones, sino
también para los acreedores sociales, que así podrán conocer la consistencia patrimonial de la
sociedad, e incluso para otros terceros que puedan entrar en relación con la sociedad. Por ello
las sociedades de capital tienen obligación de depositar y dar publicidad a sus cuentas anuales
a través del Registro Mercantil (artículos 218 y ss. TRLSA y 365 y ss. RRM). Como garantía de
veracidad y ajuste a las normas de contabilidad, se exige el informe de auditoría que ha de
acompañar a las cuentas anuales y que tiene por objeto la verificación y dictamen sobre si
dichas cuentas expresan la imagen fiel del patrimonio social (artículo 1.2 de la Ley 19/1988, de
12 de julio, de Auditoría de Cuentas). Es la propia ley la que determina la forma en que los
auditores han de ejercer su función para cumplir dicha finalidad de garantía, de modo que el
incumplimiento de sus obligaciones se erige por sí en fuente de responsabilidad profesional
(artículo 11.1 de la Ley 19/1988, de 12 de julio, de Auditoría de Cuentas) pues supone la falta
de diligencia, que les resulta exigible más allá de la normal que se requiere del deudor común
según el artículo 1104 del Código Civil. De ahí que en el caso la diligencia en el cumplimiento
de la obligación no puede establecerse por remisión a dicho precepto de carácter genérico,
que se afirma infringido, el cual está en relación con un modelo de diligencia no especializado
o profesionalizado. La propia obligación contraída puede expresar “la diligencia que ha de
prestarse en su cumplimiento” salvando el carácter supletorio de la norma (artículo 1104,
párrafo segundo) y en el presente caso ello viene concretamente determinado por la
legislación específica que contempla las obligaciones profesionales de los auditores de
cuentas.
Segundo motivo
Se aplica el motivo en su desarrollo a defender que, en este caso, se trata de una genuina
responsabilidad contractual nacida de un convenio que ligaba a la quebrada con la auditora sin
que, en consecuencia, pueda atenderse a daño alguno derivado para los acreedores que eran
ajenos a dicho convenio y al cumplimiento de las obligaciones derivadas del mismo.
Tercer motivo
El tercero, y último, de los motivos del recurso vuelve a denunciar la infracción de lo dispuesto
en el artículo 11.1 de la Ley de Auditoría de Cuentas , en su redacción originaria, en relación
con los artículos 1101, 1106 y 1107 del Código Civil y jurisprudencia que los interpreta, pues de
acuerdo con los citados preceptos y con la doctrina del Tribunal Supremo sentada en su
aplicación, la responsabilidad por daños exige la cumplida prueba de la existencia de relación
de causalidad entre los daños y perjuicios y la conducta o el comportamiento, activo u
omisivo, del deudor.
Partiendo de que los únicos daños o perjuicios a considerar serían los sufridos por la sociedad
Euskal Air S.A., que “ni desde la teoría de la causalidad adecuada ni desde la doctrina de la
imputación objetiva, cabe sentar la existencia de tal relación causal entre el informe de
auditoría y la decisión de demorar unos meses la disolución de la sociedad, que fue una
decisión deliberada de los administradores sociales, adoptada con perfecto conocimiento de la
situación social, mientras intentaban obtener nuevas fuentes de financiación, nuevos
accionistas y nuevos capitales”.
La sentencia del propio TS (civil) de 11 de junio de 2008 establece al respecto que «la
determinación del nexo causal entre el acto causante del daño y la actividad del agente a
quien se imputa la responsabilidad civil constituye una cuestión de hecho, salvo en el terreno
de la llamada imputación objetiva. Esta modalidad de imputación consiste en que, establecida
una relación de causalidad física o fenomenológica entre el agente y el resultado dañoso, debe
formularse un juicio mediante el cual se aprecia si las consecuencias dañosas de la actividad
son susceptibles de ser atribuidas jurídicamente al agente, aplicando las pautas o criterios
extraídos del Ordenamiento jurídico que justifican o descartan dicha imputación cuando se
ponen en relación con el alcance del acto dañoso particularmente considerado, con su
proximidad al resultado producido, con su idoneidad para producir el daño y con los demás
elementos y circunstancias concurrentes. Este juicio de imputación se integra en la quaestio
iuris [cuestión jurídica] y es susceptible de ser revisado en casación ( SSTS 30 de abril de 1998,
2 de marzo de 2001, 29 de abril y 22 de julio de 2003 , 17 de abril de 2007, rec. 1007/2007 )».
En consecuencia, también este motivo tercero fue rechazado por el Tribunal Supremo,
confirmando la responsabilidad profesional de la firma de auditoría, en los términos
establecidos por la Audiencia Provincial de Álava.
HHHHHHHH
Extracto
Por su extraordinaria importancia para los efectos que interesan en este estudio, se
transcribe completo a continuación el referido precepto: “El que actúe como
administrador de hecho o derecho de una persona jurídica, o en nombre o representación
legal o voluntaria de otro, responderá personalmente aunque no concurran en él las
condiciones, cualidades o relaciones que la correspondiente figura de delito o falta
requiera para poder ser sujeto activo del mismo, si tales circunstancias se dan en la
entidad o persona en cuyo nombre o representación obre [la cursiva es
nuestra]”.
En consecuencia, con arreglo a este precepto el asesor fiscal encargado de las gestiones
precisas para el cumplimiento de las obligaciones tributarias de su representado podrá
ser declarado responsable penal como autor del delito fiscal, si incumple de manera
dolosa el mandato que recibió sin conocimiento de su representado, pese a no ser dicho
asesor el sujeto pasivo de la relación jurídico-tributaria.
Cuando el asesor fiscal actúa como representante del obligado tributario —ya
sea persona física o persona jurídica— y en él concurren los elementos descritos
en el tipo delictivo, participando de manera directa, consciente y voluntaria
—esto es, con dolo (228) o inten...
Pero, en una reflexión más pausada y serena, vemos que no ha de rechazarse el que
también, en ciertos casos, puedan ser considerados como autores de la infracciones
antedichas terceras personas, concretamente los asesores fiscales.
CCCCCCCCC
El tratamiento jurisprudencial del delito fiscal se halla seguramente en una fase de transición.
La nueva Ley General Tributaria, la reforma del Código penal en materia de participación en los
delitos especiales y las sentencias 63/2005 (sobre la prescripción) y 120/2005 (sobre el fraude
de ley) del Tribunal Constitucional van a tener mucho que ver en ello. En esta obra se
pretende, por un lado, describir el estado de la cuestión en materias como la ingeniería fiscal, la
responsabilidad de los asesores fiscales y otros partícipes en el delito de defraudación
tributaria, la prescripción de éste y la responsabilidad civil que de él se pretende derivar. Por
otro lado, se analizan y comentan las novedades legales y jurisprudenciales que determinan el
"cambio de escenario" de la responsabilidad penal tributaria. Aunque el texto no carece de
vocación teórica, sus principales destinatarios son quienes directa e indirectamente tienen que
ver con la aplicación cotidiana de los delitos contra la Hacienda Pública.