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De Soles y

Wotanismo Actual

Ron McVan

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El Sol de Dios
Por Ron McVan

El Sol como el símbolo tanto de Dios el creador como de su hijo representante, para los egipcios,
era un símbolo de inmortalidad, ya que mientras el Sol moría cada noche, se elevaba otra vez
con cada amanecer consiguiente. Del Sol vino el concepto de la Trinidad que se abrió camino en
todas las grandes religiones. Las Trinidades en cada caso representan la forma triple de una
Inteligencia Suprema. Cuando los cristianos proclaman que uno no puede encontrar al padre
excepto por el hijo Jesucristo, es que Jesús, como deidad solar, no diferentemente de Baldur del
Wotanismo europeo, o Lugh y Bel del panteón celta, o Apolo del panteón Olímpico, o Ra, Horus,
o Thoth-Hermes del antiguo Egipto ario, todos igualmente sirven a sus respectivas religiones
como el hijo de Dios, maestros de verdades espirituales y portadores de la luz.

Sin el Sol no hay luz ni vida, sólo oscuridad y muerte. Sabemos ahora que Dios no es el Sol
literal sino que es por medio de la luz del Sol que la divinidad hace conocida su presencia e
influencia, y mediante el Sol que toda vida crece y florece. Todos son sólo partes de un todo
estupendo, cuyo cuerpo es la Naturaleza, y Dios el alma. No importa qué religión se elija
practicar, siempre habría que esforzarse por alcanzar la plena conciencia del Sol, la puerta literal
a la perfección del alma humana, y sólo mediante la luz —la fuerza de Dios dadora de vida—
puede la Humanidad alguna vez esperar progresar en su largo y arduo viaje de vuelta a la fuente.

El Sol genera en todas las formas de vida la vitalidad necesaria y el impulso de avanzar. Dentro
de nosotros poseemos nuestro propio fuego solar, y por medio de la disciplina de nuestra
voluntad aquel fuego solar puede ser usado para conseguir su objeto. A diferencia de otras
formas de vida, el hombre tiene la capacidad de formar su propio destino. El Sol nos inspira a
buscar la divinidad, a distinguir la luz de lo oscuro, lo irreal de lo verdadero, la muerte de la
inmortalidad. Es el deber del hombre jugar su parte en este gran todo racional, para
subordinarse a la armonía universal, para someter su voluntad a ley y la razón, para ayudar a
realizar la voluntad de la divinidad.

Un ateo proclamará que Dios no existe, bajo la premisa de que él no puede verlo. Dios no es
de esta dimensión inferior, sino que su ser o presencia impregna todas las dimensiones del
universo extendido. Cuando un médico disecciona un cuerpo humano, él no puede ver el alma
de un hombre allí, ni tampoco un cirujano del cerebro encontrará un solo pensamiento en un
cerebro abierto ante él. Y, sin embargo, alma y espíritu y pensamientos trabajan mediante esos
órganos de la carne, del mismo modo como la divinidad trabaja por medio de nuestra alma y
pensamientos. Todo alrededor nuestro son entidades invisibles, tal como las muchas fuerzas de
poderes que asombran a la mente, como la electricidad, las ondas de radio, el magnetismo, la
fuerza atómica, etcétera. Igualmente, ningún pensamiento, esencia o vida pueden ser vistos por
el ojo desnudo.

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Toda vida es sólo un pensamiento en la mente de la divinidad, tal como nosotros mismos
vivimos dentro del "pensamiento del mundo" físico de la Humanidad. Si alguien dice la palabra
"París", la mente inmediatamente piensa en Francia y quizás en Notre Dame o la Torre Eiffel. La
Torre Eiffel no es nada más que una forma de pensamiento proyectada de la mente de su
diseñador. Si debiéramos desarmar y desmantelar la Torre Eiffel pieza a pieza, todo lo que
quedaría sería un enorme y feo montón de metal de ningún significado.

Es el pensamiento solo el que crea algo de la nada. Igualmente, una vez que el alma está
ausente de nuestra carne ésta es tan inútil como la de un gusano o una babosa de jardín. Sin la
divinidad en nuestra realidad y sin su pensamiento creativo para proporcionarnos forma y
propósito seríamos tan insignificantes como aquel montón de metal. Es la fuerza de la divinidad
la que sostiene las balanzas de la vida, pero es la libertad del hombre elegir hacer lo que quiera
con su cuerpo, su mente, sus acciones y relaciones con otros. El hombre no toma en cuenta a
menudo la idea de cómo cada pensamiento y cada palabra suyos ponen en movimiento el
péndulo kármico.

Muchos cristianos equivocadamente se refieren a Jesús como "Dios", y sería igualmente


equivocado para los Wotanistas ver a su propio Hijo de la Luz, Baldur, como el Altísimo dios de
la Creación. A lo más, ellos ciertamente pueden servir como representantes de dioses y como
dioses menores sobre el Hombre con la verdadera capacidad de guiar a la Humanidad hacia la
divinidad, pero ellos no son la fuente de la luz, pues sólo la divinidad absoluta puede ser eso. Los
cristianos demasiado a menudo quedan atrapados por la personalidad de Jesús e incluso
construyen iglesias alrededor de su personalidad. Que esto ocurra en el cristianismo así como
en la mayoría de todas las religiones se debe fundamentalmente a la necesidad del hombre de
tener una personalidad de carácter humano para adorar.

La misma Biblia cristiana comienza con su propia historia personal de la creación de que al
principio Dios creó el cielo y la Tierra. ¡Dios creó el cielo y la Tierra, no Jesús! Todos los panteones
étnicos de dioses dejan muy en claro que los dioses son falibles. Podemos estar relacionados
con esas divinidades menores porque ellas son como nosotros en muchos aspectos, y por lo
tanto se hace una tarea más fácil para la Humanidad aprender sus lecciones de vida. Nuestros
dioses étnicos sirven como arquetipos que ayudan a la Humanidad a entender a la divinidad y a
dirigirnos a la majestad de la esencia de ésta y así librarnos del estado de baja conciencia de la
grosera materia por la cual ahora existimos. La ley todavía considera bueno que la conciencia
religiosa del hombre sea transferida de la Tierra a la Luna, de la Luna al Sol, y luego
posteriormente extendida y distribuida entre varias deidades más o menos estrechamente
asociadas con los diversos cuerpos celestes, conduciendo finalmente de vuelta a la divinidad, la
fuente de todo lo que es.

La Luna (como su correspondiente "elemento" el agua) simboliza la Emoción; el Sol (como el


fuego) simboliza el Intelecto. El cerebro y el corazón del hombre son los análogos microcósmicos
de la Luna y Sol. Finalmente, el alma humana alcanzará el control completo de los beligerantes

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elementos inferiores de su conflictiva naturaleza, simbolizada como el fuego de la serpiente
encerrada dentro de la Tierra. El Sol, que brilla en el centro del corazón del hombre, se eleva en
fuerza y gloria para iluminar la mente terrenal y nuestro ser entero, permitiendo al alma
funcionar de aquí en adelante en el cuerpo solar. Los antiguos enseñaban que el mayor ciclo de
vida del hombre consiste en aproximadamente 800 vidas físicas.

La oscuridad nunca puede elevar el alma del hombre, o llevarlo al consuelo eterno de la
verdadera felicidad; sólo la luz de la divinidad puede hacer eso mediante su divino rayo de poder
dador de vida. Dios es la luz que irradia en la oscuridad (caos). El hombre es un compuesto de
espíritu y materia, y mediante aquella unión es generado el principio intelectual. El peligro surge
cuando el conocimiento mental y el desarrollo intelectual de una persona pesan más que su
despliegue espiritual, ya que eso conduce a la arrogancia mental y espiritual, lo cual puede
invertir el proceso entero del crecimiento espiritual.

Por esto el gran conocimiento de los misterios está obscurecido para la indigna mayoría de la
Humanidad, porque la ignorancia, la arrogancia y la baja naturaleza del hombre indigna de
confianza violaría groseramente y abusaría de tales obras sagradas de alto aprendizaje.
Pitágoras creía que era la ignorancia y la disipación, y no la edad, la que destruía al cuerpo.
Cualquiera pueda ser el caso, se ha demostrado repetidas veces que la audacia del hombre
sobrepasa con mucho a su capacidad, y que su proceso de pensamiento realmente... ha
degenerado desde las doradas épocas de la Antigüedad. Nos hemos movido desde un estado de
fertilidad a la esterilidad. La Verdad todavía permanece como el hecho supremo, el más práctico
y razonable de todos los seres y esencias.

Hay una necesidad esencial, en nuestros panteones étnicos, de arquetipos de dioses, que es
por lo cual ellos siempre han existido desde el principio del desarrollo espiritual del hombre.
Esas imágenes primordiales permanecen en nuestro ADN y trabajan por medio de nosotros
como seres humanos y como raza. Un hombre al que Johann Wolfgang von Goethe admiraba
mucho, Carl Gustav Carus (1789-1869), dijo esto: "En tanto que la idea de la vida no es otra que
la idea de una manifestación eterna de la esencia divina mediante la Naturaleza, está entre
aquellas nociones originales de la razón que no le vienen al hombre desde fuera... Esas nociones
están disponibles en la interioridad del hombre; ellas deben revelarse a sí mismas y, una vez que
un hombre ha alcanzado un cierto nivel de desarrollo, ellas siempre se revelarán".

Cada Dios y Diosa representan un aspecto particular de la Naturaleza y de la divinidad


ejemplificada dentro de nuestro propio ser, y las aventuras de dioses y diosas, sus mitos y
leyendas, son a menudo parábolas de los fenómenos de nuestra propia experiencia interior y
exterior. Los arquetipos son capaces de manifestarse como fuerzas psicoides autónomas en
aquel reino medio donde se relacionan lo que llamamos el espíritu y la materia, y nunca deberían
ser tomados ligeramente. Nuestros antepasados tenían un mayor entendimiento íntimo de sus
dioses y diosas étnicos, y les dieron el más alto honor y respeto y construyeron los mejores
templos y monumentos de la Humanidad a sus dignos nombres.

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Nuestros dioses y divinidades étnicos nos sirven y nos guían como ideales heroicos para ser
apreciados y emulados, y pueden intervenir en nuestras vidas diarias y nuestra conciencia,
proveyéndonos tanto de sabiduría como de fuerza en tiempos de necesidad. El hombre sin
embargo todavía tiene que entender cómo el microcósmico sol interior refleja al macrocósmico
SOL DE DIOS y cómo los Dioses impregnan a todas las criaturas vivas, a la Naturaleza y al
universo.

No antes de que el hombre haya encontrado la continuidad de las funciones divinas actuando
en su siempre activa inconsciencia, puede él comprender el concepto del verdadero potencial
que puede elevar su ser y alma a su más alta etapa de desarrollo espiritual. Muchos se equivocan
sobre lo que debería esperarse del hombre dentro del estrecho margen de tiempo de su breve
vida. ¿Debería él seguir este o aquel camino, sacrificar esto, o pagar penitencia por aquello?
¿Debería él estar con esta o aquella religión? Acabemos de una vez por todas con la discusión
de lo que un hombre bueno debería hacer o debería ser...

«La estrella es el dios y la meta del hombre. La estrella interior es el "dios guiador" y el lugar
adonde el alma viaja después de la muerte. Acercarse a la estrella en el cenit del mundo interior
de uno lo ayuda a uno. Comprenda que ella también es un sol. Así, la estrella y el dios son el Sol
y son uno. Con este conocimiento del camino pagano de la redención, los muertos agradecidos
se quedan en silencio y desaparecen en el cielo de la noche para viajar a buscar sus propias
estrellas interiores» (Carl Gustav Jung).

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Wotanismo en el Mundo de Hoy
Por Ron McVan

La vida es una batalla en curso entre fuerzas internas y externas. La fuerza externa todos la
experimentamos cada día y compone la realidad de nuestro mundo físico. Si no hacemos nada,
la fuerza externa seguirá su ciclo interminable y atemporal a pesar de todo, como lo dictan la
Naturaleza y las Leyes Universales.

La fuerza interna es la esencia que motiva y manifiesta a nuestro ser, que forma nuestro
carácter, que estimula el pensamiento y le da forma al mundo alrededor de nosotros. Se podría
decir que la fuerza externa es el vehículo y que la fuerza interna es el conductor. La fuerza interna
es el pensamiento, y es el pensamiento que crea la voluntad, que hace al hombre y que dirige la
búsqueda en cada raza de hombre.

Es sólo cuando el hombre trata de rebelarse contra la Naturaleza que él entra en conflicto
con la lógica de hierro de la Ley de la Naturaleza y con los principios a los cuales él mismo debe
su existencia como una especie distinta. Una raza es un fenómeno de la Naturaleza, y si llegara
a extinguirse, nunca podrá ser rehecha. En todas las cosas sólo los fuertes sobreviven. Ésta es la
ruda y cierta realidad de la vida. Cuando se trata de la supervivencia como un grupo o individuo,
sólo los fuertes sobreviven, y ¡La Fuerza Siempre Tiene la Razón!.

Las razas del hombre pueden ser observadas en tres categorías generales: los creadores, los
mantenedores y los destructores. A través de toda la Historia registrada la raza euro-aria ha
mostrado el camino como los principales diseñadores creativos y constructores de las más
grandes civilizaciones, con su arte y su tecnología, tanto en el hemisferio Norte como en el Sur.
Ha sido el genio inventivo del euro-ario el que ha provisto al mundo de la miríada de bienes
indispensables, lujos y comodidades, que hoy muy a menudo se dan por hecho. La palabra "Ario"
se deriva del antiguo lenguaje indoeuropeo conocido como sánscrito, un precursor de las
lenguas griega, latina y germánica. La palabra "ario" significa "noble" y es usada para describir a
la gente Blanca de linaje europeo.

Siempre ha habido muchas nacionalidades diversas a través de toda la historia de la raza aria.
Una nacionalidad, sin embargo, tiene menos que ver con el origen genético de alguien, y más
esencialmente con las costumbres, lenguaje, carácter y localización geográfica particulares de
un segmento de una raza. En algún punto de la Historia los arios se separaron en dos tribus
principales y genéticamente distintas: los teutónicos y los celtas, pero estas divisiones son
arbitrarias, fratricidas y un resultado de diversas circunstancias históricas e irrelevantes para
toda la Humanidad aria hoy. Cuando uno habla de "raza" y "pueblo" los dos términos no siempre
comparten el mismo significado. En un sentido, la raza Blanca entera podría ser considerada un

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pueblo (folk) por la sangre. Más precisamente, el pueblo es principalmente la unidad social de
la raza, que es productora y portadora de cultura.

Un pueblo vigoroso y unificado siempre dirigirá su principal preocupación hacia la


preservación de aquellos elementos raciales primarios de la sangre que le dan a aquel grupo su
identidad y su esencia. Que compartamos la misma sangre como raza no asegura que nuestros
inherentes y tribales puntos de vista, identidad y perspectivas, serán necesariamente los
mismos. Sea como fuere, si esperamos sobrevivir como especie es nuestra obligación moral unir
todas nuestras nacionalidades euro-étnicas existentes como un pueblo pan-ario.

Una gran idea falsa acerca de la supervivencia es que las formas superiores triunfarán. La
Naturaleza ha demostrado muchas veces que esto no es verdadero. De los poderosos
dinosaurios que alguna vez vagaron por la Tierra, no existe ni uno hoy. El tigre dientes de sable,
con todo su poder y fuerza, pasó al olvido, pero la despreciable cucaracha sobrevivió. Los
antiguos egipcios Blancos, los sumerios, los persas, los troyanos, los minoicos, los griegos, los
espartanos, los romanos y los vikingos, entre muchísimas civilizaciones menores, están
extinguidos ahora como pueblos y culturas únicos.

El poder físico por sí mismo no es ninguna garantía, ni tampoco lo es la capacidad intelectual


o la especie. El ingrediente clave que asegura la supervivencia de una raza es su unificada
voluntad de auto-preservación y la persistente y firme conciencia de pueblo que proviene de
una creencia autóctona mutua. Una creencia cohesiva DEBE ser establecida antes de que una
voluntad de hierro y una conciencia colectiva de un pueblo (folk) puedan comenzar a
desarrollarse.

Cualquier forma de religión o sistema de creencias que no surja naturalmente del alma de la
raza, que no nazca de la sangre, destruirá al final los hilos vitales que unen a las especies con la
Naturaleza y a parientes con parientes. Una raza sin un mito étnico y sin una creencia espiritual
cohesiva, se mueve sin rumbo fijo a través de la Historia. Las más poderosas civilizaciones arias
del mundo permanecieron fuertes sólo mientras estuvieron unidas y orgullosas como pueblos y
culturas. En el momento en que ellas ignoraron esta lógica de la Naturaleza, toda aquella
grandeza y gloria, los mismos ingredientes que elevan al hombre hacia lo divino, se fueron abajo
como polvo y nada. Hoy todavía vemos los restos que quedan de esos Imperios desvanecidos, y
suspiramos de admiración por el esplendor y la riqueza de aquellos tiempos distantes.

Los arios durante miles de años, lejos en la Prehistoria, siempre tuvieron sus dioses indígenas.
Esos dioses eran una parte integral de la gente, y daban propósito, significado, unidad y
conciencia colectiva a la civilización. El origen de WOTAN entre la gente aria se pierde en la
Prehistoria, pero su popularidad a través de toda Europa del Norte comenzó a desarrollarse
alrededor de 300 a.C., sustituyendo a antiguos altos dioses patriarcales como Mimir, Tyr,
Poseidón, Atlas y otros por el estilo.

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Wotan es el nombre teutónico para el alto dios a quien los nórdicos llamaban Odin y los
anglosajones llamaban Woden. El Wotanismo (a menudo llamado Odinismo o Asatru) difundió
una enseñanza de una religión basada en la Naturaleza y condujo a un modo de vida que puso
para sí un objetivo final de traer a la existencia una raza única y noble y que expulsó a los intrusos
romanos universalistas de una vez para siempre en el Rin bajo el gran líder teutónico Hermann
(Arminius).

El Wotanismo siempre ha colocado un alto valor en la libertad e individualidad humanas. El


Wotanismo nunca fue una religión misionera; era más bien una religión que gradualmente
evolucionó entre nuestra gente a través de innumerables generaciones. La religiosidad
indoeuropea no es esclavitud. El Wotanismo no contiene ninguna de las súplicas de un esclavo
oprimido a su vengativo y todopoderoso amo inclinado de rodillas, sino que es más bien la
confiada realización de una comunidad que comprende tanto a dioses como a hombres que
viven en armonía.

El Wotanismo siempre ha enseñado el coraje y la intrepidez en la batalla. Los dioses de Asgard


están siempre cercanos y sirven como consejeros que son capaces de conducir a nuestros
hombres y mujeres arios hacia la grandeza. Mediante una acción heroica un Wotanista podría
tomar su vida en sus manos y ser un amo de su propia alma. Los grandes regalos de los dioses
dados al hombre eran una preparación para afrontar el mundo como éste era, el conocimiento
y la auto-confianza que sostiene a los hombres en lugares apremiantes, y la impertinencia para
ganar aquella gloria que puede ella sola sobrevivir a la muerte.

El Wotanismo siguió prosperando durante muchos siglos en Europa del Norte y se hizo
eternamente popular a través de toda la Era Vikinga entre 800 y 1100 d.C. La época vikinga fue
altamente significativa, ya que fue el último impulso importante de los pueblos arios para ser
políticamente independientes y permanecer soberanos ante la influencia de la foránea religión
semítica del judeo-cristianismo.

Cuando la Edad Vikinga alcanzó su crepúsculo, el Wotanismo pareció abandonar la escena de


la Historia mundial. A medida que la intolerante conversión judeo-cristiana afirmaba su
dominación a través de Europa y otras partes del mundo, el Wotanismo junto con la mayor parte
de todas las religiones paganas fueron forzados a pasar a la clandestinidad a punta de espada.
Muchos de los antiguos sagrados santuarios y los Eddas fueron destruidos y borrados
completamente de nuestra herencia. Afortunadamente, algo de la historia y de los mitos
arcanos fue salvado por circunspectos eruditos y posteriormente conservado en nuestro
folklore.

Carl Jung, iluminado por los escritos del autor alemán Bruno Goetz, declaró: "Wotan
desapareció cuando sus robles cayeron, y apareció otra vez cuando el dios cristiano demostró
ser demasiado débil para salvar a la cristiandad de la matanza fratricida".

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"El pensamiento es la función. La vida es el funcionario. La corriente se retira a su fuente. Una
gran alma será fuerte para vivir, así como fuerte para pensar" (Ralph Waldo Emerson).

El Wotanismo regresó de manera influyente entre los pueblos germánicos al final del siglo
XIX y se hizo manifiesto durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Un mito nuevo pero
antiguo se estaba desarrollando, un mito de la sangre, y comenzó a revivir la luz, el orden, el
espíritu y la calidad de folk otra vez dentro de la raza aria. El honorable psicólogo suizo y
reconocido fundador de la psicología analítica profesor Carl Gustav Jung declaró que "El poder
de Wotan (la deidad principal de nuestros antepasados pre-cristianos) estaba poseyendo a, o
encarnándose en, el pueblo alemán entero".

El profesor Jung posteriormente declaró en una carta a su amigo Miguel Serrano en 1960 que
"Wotan en realidad nunca murió sino que ha retenido su vitalidad y autonomía original. Nuestra
conciencia sólo imagina que ella ha perdido a sus dioses; en realidad, ellos están todavía allí y
sólo se necesita una cierta condición general para traerlos de vuelta con toda su fuerza".

El Wotanismo siempre permanecerá como la verdadera herencia espiritual de la Humanidad


aria. El espíritu de Wotan, sea consciente o inconsciente, es una parte del carácter físico y mental
de cada hombre, mujer y niño Blancos, y es tan antiguo en su esencia como la raza aria misma.
El Diccionario Islandés de Oxford define a Odín (Wotan) de esta manera: "El nombre de Odín
hace alusión a la mente o al pensamiento, y a la respiración; son los poderes acelerantes y
creativos; denota a la omnipresente divinidad espiritual".

Dioses como Wotan, Tyr, Thor, Baldur y la diosa Freyja, Nerthus y otros, todos representan y
personifican diversos aspectos de la Naturaleza y un camino a una evolución más alta. Tal como
nuestros arquetipos espirituales, ellos también representan las leyes primordiales, las fuerzas
naturales y las muchas diversas características del hombre. El valor respirado en un dios o héroe
es lo que es eterno en el bien y el mal.

"Ahora el hombre está avergonzado de sí mismo; él se esconde y se mueve sigilosamente por


el mundo, para ser tolerado, para ser compadecido, y apenas en mil años algún hombre se
atreve a ser sabio y bueno, y así consigue para él las lágrimas y las bendiciones de sus
congéneres" (Ralph Waldo Emerson).

Una mente que sólo comprende de manera literal, piensa en los dioses como entidades
biológicas que existen por sí mismas, o bien los considera como invenciones truculentas o
supersticiosas. Esto, sin embargo, no quiere decir que esos dioses de nuestro pueblo no posean
un carácter formidable, una presencia, una forma, una realidad o un poder que nuestros
antepasados les habían atribuido en forma legítima. Wotan produce efectos en el pensamiento
colectivo y en la vida de la raza Blanca y de ese modo revela su propia naturaleza.

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Por cuanto el comportamiento de una raza toma un carácter específico a partir de su
comprensión de sus dioses, imágenes y símbolos, podemos hablar de un arquetipo Wotan como
un factor psíquico autónomo que conduce y guía la voluntad de nuestra gente, tal como lo hace
el Logos Divino o el gran Dios de la Creación que reina sobre toda la Humanidad.

Incluso si nuestros parientes de raza llegan a ser parte de otra cultura extranjera, ellos todavía
son llamados profundamente dentro por sus propios dioses de la sangre. La foránea religión
judeo-cristiana sólo podría sobrevivir en el mundo occidental mientras retenga las costumbres,
las ceremonias, las celebraciones, la etnicidad y la ética ario-paganas. Un pueblo está perdido
como tal si, al revisar su historia y al poner a prueba su "voluntad de futuro", ellos no pueden
experimentar la unidad racial. La verdadera espiritualidad étnica de alguien no puede ser
totalmente aislada, ya que trabaja no sólo en el cuerpo de una raza sino sobre su espíritu y su
voluntad, que es la expresión del alma de la raza.

Wotan, como la eterna imagen reflejada de los poderes espirituales primordiales del hombre
ario, vive dentro de nosotros hoy al igual que lo hizo hace 5.000 años. El concepto de Wotan no
existiría si nuestra alma y sangre no existieran. Los dioses no son sólo una parte viva de nosotros,
sino que están insertos en nuestro ADN y son transmitidos de generación en generación.
W.O.T.A.N. como una sigla puede ser expresado de manera correcta como la voluntad de la
nación aria (Will Of The Aryan Nation).

El Wotanista practicante de hoy puede desarrollarse individualmente o en un grupo, lo que


es comúnmente referido como un "kindred" (un grupo de gente emparentada). El tamaño de
un kindred puede variar desde dos miembros a una comunidad entera. Cada acontecimiento o
ceremonia en un kindred es conducido por un Godi o Gothi, que sirve como el consagrado
sacerdote de Wotan. Una sacerdotisa femenina (Gydja) tiene las mismas funciones que un Gothi.
Los kindreds muy a menudo tienen el ciclo tradicional de celebraciones estacionales. Una vez al
año, los kindreds de una región general conducirán un "Althing", una costumbre tradicional de
nuestros antepasados europeos del Norte en la cual una asamblea de kindreds se reúne para
celebrar y determinar también todos los asuntos y diferencias legales que pueden haber
ocurrido durante el año anterior.

Los Wotanistas creen que una revolución espiritual y folkish debe ocurrir que le ponga fin a
las ideologías destructivas, a la apatía, a la decadencia moral y espiritual que se ha convertido
en el cáncer de nuestro moderno mundo materialista consumista occidental. El Wotanismo no
está destinado a ser una retirada desde nuestra vida actual hacia nuestro pasado ancestral, pues
sus conceptos son eternos y se aplican tanto hoy como se aplicaron a nuestros antepasados a
través de toda la Historia. ¡Un roble es sólo tan fuerte como sus raíces!.

Este escrito Wotanista fue creado con la sincera esperanza de que la raza aria por todo el
mundo pueda llegar a entender el significado de nuestro carácter de nación y el verdadero
espíritu e importancia de nuestro ser ancestral étnico, nuestras creencias y herencia. Vivimos en

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un tiempo de extremo y crucial desafío. Nunca en toda la Historia escrita la suma total de nuestra
herencia y supervivencia como especie ha estado tan vitalmente amenazada. La raza Blanca de
hoy compone entre el 8 y el 10% de la población mundial, y aproximadamente el 2% son mujeres
Blancas en edad de procrear o más jóvenes.

La supervivencia de nuestra raza está en juego como nunca antes; esta sombría realidad no
se marchará por sí misma. En la Ley de la Naturaleza no hay favoritos, los fuertes sobreviven y
los débiles perecen, la fuerza es lo correcto, luchar o morir, hundirse o nadar, es muy simple. La
Naturaleza no perdona la debilidad. Que hayamos sobrevivido tanto tiempo como especie se
debe a los esfuerzos de voluntad de hierro de nuestros antepasados que lucharon en todo
momento y obedecieron las Leyes de la Naturaleza que preservan al pueblo. Todo lo que somos
ahora y lo que podemos esperar alguna vez convertirnos en el camino ascendente de nuestra
especie puede ser resumido en una simple sigla, O.R.I.O.N. (Our Race Is Our Nation, Nuestra
Raza Es Nuestra Nación).

El resurgimiento del antiguo aunque nuevo mito del Wotanismo ya impulsa y enriquece a
mucha de nuestra gente aria por todo el mundo. Mediante el Wotanismo la supervivencia y la
dignidad de nuestra rica herencia son entregadas en vuestras manos. ¡Un Credo de Hierro!
¡Consérvelo! Cae con usted, se elevará con usted. ¡Mientras un pueblo viva, sus dioses son
inmortales! Pueda Wotan y el camino Wotanista convertirse en el símbolo de despertar en
vuestra búsqueda personal y en una voluntad unida y vigorosa de nuestra gente.

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