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UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS


ESCUELA DE HISTORIA

DOCENTE: JUAN ALBERTO RUEDA CARDOZO.


Fecha: 1 de agosto de 2019.
ESTUDIANTE: NATALIA A. GARCÍA CARREÑO 2171375

TEXTO: WHITE, Hayden. El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación


histórica. Barcelona: Paidós, 1992.

Hayden White, en este capítulo nos muestra cuál es el valor de la narrativa hablando
primordialmente del relato histórico: nos introduce a la problemática que enfrenta la narrativa
en el momento en que es utilizada para narrar hechos históricos. Otro interés en este capítulo
es clarificar o mostrarnos la diferencia entre la narrativa propiamente pensada, como el deseo
de crear una obra de ficción, y lo que el reconoce como ‘narrativización’ de hechos reales.
De tal forma que, en una narración (de ficción), encontramos la existencia de un narrador que
es quien relata los acontecimientos, mientras que, en el discurso histórico específicamente,
se supone que los hechos relatados hablan por sí mismos.

White agrega, que nuestra proclividad para intentar ‘narrar’ los hechos tal cual sucedieron
nos conduce a una problemática: aspirar a la objetividad al momento de relatarlos, toda vez
que estos tienen que derivar, forzosamente, de un análisis y una reflexión, con el objeto de
diferenciar entre una narración de ficción y la ya mencionada ‘narrativización’ de los hechos
que surge con la invención del discurso histórico en épocas modernas.

De esta forma, y una vez que White establece esta posición, a continuación añade
que conforme al canon historiográfico moderno, existen tres tipos de ‘representación
histórica’: “-los anales, la crónica y la historia propiamente dicha-”. Así, tenemos que los
anales son una relación de hechos que normalmente se registran cronológicamente (por días,
meses, años, etc., según sea el caso-) en forma de lista y en donde los hechos se anotan simple
y llanamente, tal cual sucedieron y sin ningún otro agregado. En cuanto a la crónica, señala
que es la sucesión de hechos que continúan registrándose en forma cronológica; sin embargo,
en ella hayamos una descripción más amplia de los acontecimientos, lo cual puede conducir
a un tratamiento no completamente objetivo de lo que se relata debido a que quien hace la
‘crónica’ por lo regular lo hace desde una posición, ya sea crítica, analítica e ideológica, aun
cuando quien lleva acabo la labor de registrar los hechos no tenga, explícitamente, la
intención de tomar determinada posición. Por último, tenemos lo que se ha dado en llamar el
discurso historiográfico, que White lo reconoce como la idealización de la forma narrativa
histórica, ya antes mencionado como ‘narrativización’, que vendría a ser el relato de los
hechos contados por sí mismo

Por otra parte, una vez establecidas las definiciones de las formas expositivas de los hechos
históricos, Hayden White nos conduce al otro gran problema que enfrenta el ideal de discurso
histórico: darle al discurso histórico un cierre, una conclusión clara y objetiva a lo relatado.

El autor nos muestra que, en el caso de las dos primeras formas, siempre podremos quedar
con la sensación de un relato inacabado donde quedan excluidos hechos de relevancia para
la comprensión de la historia que se pretende registrar, toda vez que se exponen desde una
sola perspectiva, esto se ve en el caso de los anales donde se registran los hechos, en ciertas
circunstancias. En el caso de la crónica, generalmente se omiten hechos, que van en contra
de la perspectiva de quien los relata.

Finalmente, el autor concluye que, en el caso del discurso histórico, para que los hechos
tengan un sentido de realidad, tienen que ser registrados desde una perspectiva de un orden
moral o social, y de esta forma, adquieran su significado: “Los acontecimientos realmente
registrados en la narrativa parecen ser reales en la medida en que pertenecen a un orden de
existencia moral, igual que obtienen su significación a partir de la posición (que tengan) en
ese orden”.

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