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LA PALABRA DE DIOS COMO FUNDAMENTO PARA EL CRECIMIENTO DEL

CRISTIANO
La auténtica vida cristiana empieza cuando a través de una sencilla oración o
diálogo con Jesús le invitamos a que entre en nuestra vida y sea nuestro Señor,
dueño y salvador, pero antes de expresar la oración, en la mayoría de los casos,
alguien nos mencionó uno o más versículos de la Palabra de Dios, es decir, primero
Dios me habla por su Palabra y yo le contesto por medio de la oración.
Creo personalmente que la razón por la cual muchos cristianos no oran o les parece
muy aburrido es porque no saben que decirle a Dios o como alabarle, adorarle y
pedirle y esto nos lo enseña su Palabra. Por la anterior razón, si quisiéramos colocar
en orden los fundamentos para el crecimiento del cristiano, deberíamos colocar en
primer lugar la Biblia: oyéndola, leyéndola, estudiándola, meditándola y
memorizándola.
¿Por qué la Palabra de Dios es fundamental para el cristiano?
Fundamento significa: Principio y cimiento en que estriba y sobre el que se apoya
un edificio u otra cosa. Raíz, principio y origen en que estriba y tiene su mayor
fuerza algo no material. (DLE).
La Biblia es fundamental para nosotros porque:
Jesús nos dio ejemplo al hacer de la Palabra de Dios el fundamento de su vida
humana:
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.
Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en pan.
El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios.
Mateo 4: 1-4 (RVR1960)
Si leemos con atención el texto anterior, podemos aprender que Jesús nos da un
ejemplo en este pasaje, Satanás pretendía que Jesús actuara independiente de
Dios y que le obedeciera a él, pero Jesús lo rechazó contestando con la Palabra de
Dios registrada en el Antiguo Testamento afirmando “escrito está “.
2. Es nuestro alimento espiritual como cristianos, así como la comida es el
alimento físico de nuestro cuerpo:
“desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por
ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor” 1
Pedro 2:2-3 (RVR1960)
3. Jesús nos lo enseñó: Él habló de fundamentos o bases al finalizar el sermón
del monte:
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre
prudente, que edificó su casa sobre la roca.
Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella
casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.
Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre
insensato, que edificó su casa sobre la arena;
y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra
aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina;
porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Mateo 7: 24 – 29 (RVR1960)
Cuando Jesús habla de edificar está hablando de bases, él dice “el que me oye
estas palabras”, refiriéndose a las enseñanzas que acababa de predicar a la
multitud en el monte, de la misma forma hoy tenemos la posibilidad de oír la voz de
Dios a través de la lectura de la Biblia – la Palabra de Dios – en múltiples medios y
con guías de lectura como la que te proponemos en nuestra guía de lectura bíblica
diaria, la pregunta es: ¿la lees, la estudias, la memorizas, ¿la practicas? Si quieres
tener una vida cristiana bien construida, con buenas bases, que no se derrumbe
ante las dificultades, debes estudiar la Palabra de Dios y ponerla en práctica.
Beneficios de la Palabra de Dios para nuestra vida
Hace crecer nuestra fe: (Romanos 10: 17). Podemos orar mucho pidiendo más fe,
pero la fe vendrá solamente invirtiendo tiempo en el conocimiento de Dios y de su
Palabra a través de sus enseñanzas, promesas y mandamientos.
Nos convence de pecado como lo hace el Espíritu Santo (hebreos 4: 12-13).
Nos ayuda a mantenernos alejados del pecado. (Salmo 119: 9, 11).
Nos da una norma por la cual podemos guiar nuestra vida, la misma Biblia nos
resume para qué es útil:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad
y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos
equivocados y nos enseña a hacer lo correcto. Dios la usa para preparar y capacitar
a su pueblo para que haga toda buena obra”. 2 Timoteo 3: 16-17 (NTV).
Pensamientos famosos sobre la Biblia:
“Es imposible gobernar el mundo con justicia sin Dios y sin la Biblia”—George
Washington.
“Yo estoy completamente consagrado a leer la Biblia. Tomemos de este libro todo
lo que podamos comprender con nuestra razón y tomemos el resto por fe y
ciertamente moriremos como personas mejores”—Abraham Lincoln.
“Considero día perdido aquel en que no haya dedicado tiempo suficiente a la
Palabra de Dios” – George Müller.
Aplicación
Tomemos la Biblia como nuestro “Manual de Vida”.
¿Qué nos puedes contar acerca de tu experiencia con la Palabra de Dios? Déjanos
tus comentarios.
¿Conoces a alguien que necesita o le interesa saber más sobre la Palabra de Dios?
compártele este artículo.
Que Dios te bendiga y puedas conocerle más a través de Su Palabra y poner en
práctica sus enseñanzas en tu diario vivir.
4 MOTIVOS POR LOS QUE PIERDES LA PASIÓN (Y CÓMO RECUPERARLA)
¿Qué tan sano estás espiritualmente?
Hoy en día vemos ondas muy raras de gente que dice que no necesita de una iglesia
para tener una relación con Dios. Son los mismos que afirman que todos ahí son
unos “hipócritas”. Pero si vemos en la Palabra de Dios, se nos enseña que hay un
propósito eterno para cada uno de nosotros tanto en los individual como en grupo.
¡Somos un cuerpo en Cristo! No vamos a una iglesia solamente para recibir la
Palabra de Dios, sino para aprender juntos que somos parte de la obra de Dios y de
esa manera servir y glorificar Su nombre con amor y pasión.
Lo importante en una iglesia no es el crecimiento en número, sino el crecimiento
espiritual saludable. Hay iglesias en las que hacen lo que sea por atraer gente sin
hacer énfasis en el crecimiento espiritual; ese es un extremo demasiado peligroso.
Hay otros que dicen que solamente son “los mismos veinte de siempre” pero “bien
cristianos”. Ahí está el otro extremo. Creo que una iglesia espiritualmente sana,
también crecerá en cantidad y calidad de vida espiritual.
Aquello que es sano crece naturalmente. Si estamos sanos espiritualmente y
estamos siendo nutridos, por consecuencia vamos a crecer como personas, como
cristianos y como iglesia. La pregunta es: ¿Qué tan sano estás espiritualmente?
¿Estás igual o mejor que hace un año? Si te estás nutriendo espiritualmente,
crecerás; de lo contrario vendrá la enfermedad y muerte espiritual.
También lee: 4 Puntos para Estar Siempre Alegre
Ardiendo en Pasión
Hicieron una encuesta a personas que antes iban a una iglesia y que después
dejaron de asistir. Entre las preguntas que les realizaron se encontraba: “¿Qué sería
necesario que sucediera para que volvieras a la iglesia donde asistías? Algunas de
las respuestas fueron sorprendentes: “Volvería a la iglesia si viera pasión en la vida
de sus miembros y de sus líderes”. La gente en la iglesia necesita ver fuego y
pasión. A nadie le gustaría ir a una iglesia donde el pastor y los líderes de alabanza
están todos agüitados y cabizbajos.
Los partidos de fútbol están llenos de pasión. Cuando la gente platica de algo con
pasión, se contagia. Cuando te hablan de una increíble fiesta que hubo o de un
restaurante buenísimo, quieres saber más. ¿Qué es la pasión? Es una intensa
convicción que motiva a una acción. Una iglesia sana es una iglesia que tiene pasión
por Dios. ¿Hay pasión en tu vida el día de hoy? Si tú tienes pasión por algo, amas
hacerlo. Si quieres ser bueno para algo, tienes que hacerlo con pasión.
“ENTONCES SUS DISCÍPULOS RECORDARON LA PROFECÍA DE LAS
ESCRITURAS QUE DICE: EL CELO POR LA CASA DE DIOS ME CONSUMIRÁ.”
JUAN 2:17 NTV
Cuando Jesús se airó ante los comerciantes en el templo, los discípulos recordaron
que era la pasión y el celo suyos los que lo movían a establecer una acción que les
hiciera ver el verdadero motivo por el que se había fundado el templo. Jesús tenía
un celo y una pasión por la casa de Dios.
Cuando tu mamá tiene pasión por la limpieza, ¡ni los zapatos te deja subir sobre la
mesa! “¡Ahí comemos!”, te dice ella. Surge el celo de la limpieza por la casa. Cuando
tu jugador favorito falla el penal, el celo de tu equipo te consume. Cuando le mandas
un mensaje a la chava que te gusta y no te contesta, el celo de Whatsapp te
consume.
UN DIOS APASIONADO
“NO SEAN NUNCA PEREZOSOS, MÁS BIEN TRABAJEN CON ESMERO Y
SIRVAN AL SEÑOR CON ENTUSIASMO”. ROMANOS 12:11
No veo a Dios en ninguna parte dándonos un ejemplo de trabajo sin pasión. Vemos
un Dios de fuego, de entrega y de entusiasmo. No veo a un Cristo diciendo: “Bueno,
pues, ahí voy a morir en la cruz”. ¡Sudó sangre! La creación nos habla de un Dios
de detalles increíbles que transmiten Su pasión. Cada elaborado diseño en las aves,
en las montañas y en un sin fin de ejemplo de la creación nos hablan de un Dios
apasionado que los creó.
PASIONES EQUIVOCADAS
“ERA TAN FANÁTICO QUE PERSEGUÍA CON CRUELDAD A LA IGLESIA, Y EN
CUANTO A LA JUSTICIA, OBEDECÍA LA LEY AL PIE DE LA LETRA”. FILIPENSES
3:6
Pablo, antes de venir a Cristo, ya era apasionado, pero tenía una pasión errada. Sin
embargo, Dios utilizó esa misma pasión y la redirigió para glorificarse. ¿Cómo
hacemos nosotros las cosas? ¿Cómo asistes a tu iglesia? ¿Cómo sirves en tu
congregación? Eso se demuestra en los pequeños detalles: en la asistencia, en la
puntualidad, en la actitud. No asistimos a una reunión para ser servidos o para
“sentir bonito”. La prioridad debe ser siempre Jesús, escuchar Su Palabra y darle
alabanza porque en realidad todo se trata de Él.
Algunos se apasionan con su trabajo, algunos se apasionan con aparatos
electrónicos, otros con autos o con equipo deportivos. Muchas cosas pueden
apasionarnos, pero debemos cambiar nuestras prioridades y enfocar nuestra pasión
a lo que verdaderamente importa. Si le pudieras dar un regalo a la obra de Dios en
la tierra antes de partir, ¿qué entregarías? Yo entregaría mi pasión. ¡Quiero servir
al Señor con todas mis ganas y con todas mis fuerzas!
¿Por qué perdemos la pasión?
1. PERMITIMOS QUE ALGO QUE ES VALIOSO SE VUELVA COMÚN Y
ORDINARIO.
¿Ha caído en el error de ver una reunión de alabanza como algo ordinario? Algo
que va a mantener tu pasión es ver las cosas de Dios con el valor que en realidad
tienen. Tenemos que recordar que lo que hacemos es para Dios y, por lo tanto, lo
vamos hacer dispuestos y preparados para poner toda la atención necesaria. Si tú
empiezas a ver las cosas como “equis”, pronto terminarás por enfriarte y decir que
“ya no sientes nada”. Eso no es problema de la reunión o de la gente que asiste, es
un problema de actitud. Vemos lo mismo en las relaciones personales y familiares.
Nuestra visión de los padres cambia con el tiempo. Los niños ven a sus papás como
un Superman, pero, conforme pasan los años, se empiezan a dar cuenta de que
sus papás no son perfectos. Todo eso, aunado a los problemas emocionales y
hormonales de la adolescencia, termina por desembocar en algún grado de
desprecio hacia los padres. Pero la Biblia nunca baja su estándar: “Honra a tu padre
y a tu madre” (Éxodo 20:12). La pasión se acaba porque no se valoran las cosas.
El primer día de trabajo en cualquier lugar es fantástico. El metro cuadrado de
escritorio que te asignan como área de trabajo, en donde no caben más de dos post-
it, te parece una oficina presidencial. Unos meses después estarás planeando cómo
prender fuego al edificio entero. Nada cambió, solo la actitud de uno.
2. NUESTRA NECESIDAD DE APROBACIÓN
Debes estar consciente de que el ser una persona apasionada ocasionará que
algunos te rechacen. Cuando eres cristiano, estás llamado a agradar a Dios, ¡no a
las personas! No todos los que van a la iglesia son verdaderos cristianos. Debes de
tener cuidado porque la mediocridad de algunos te puede arrastrar. Frases como:
“¿Para qué vas otra vez a la iglesia?” o “¡Ya fue mucha oración!” pueden menguar
tu pasión.
3. LA APATÍA
Como decía el “profeta” José: “El amor acaba”. Tal vez eras de los que se
apasionaban cuando anunciaban un retiro espiritual en tu iglesia. Dabas vueltas a
la manzana con gritos de emoción, pero ahora ya no te causan absolutamente nada.
¡Ten cuidado! Esa es, sin lugar a dudas, una señal de apatía.
4. LAS PERSONAS
Si te juntas con gente que no está apasionada por las cosas de Dios, ¡se te va a
pegar! Si tiro un pedazo de leña sobre el piso de concreto, se apagará. Hay que
aventarlo sobre las brasas juntos a otros leños encendidos para que continúe
ardiendo.
¿Qué sucede cuando perdemos la pasión?
“PERO TENGO UNA QUEJA EN TU CONTRA. ¡NO ME AMAS A MÍ NI SE AMAN
ENTRE USTEDES COMO AL PRINCIPIO!” APOCALIPSIS 2:4
¿Se puede servir sin pasión? Desafortunadamente, sí. Tú puedes estar en tu iglesia
participando en mil ministerios, pero, si no tienes pasión y amor por las cosas de
Dios, de nada sirve. Pablo decía, “Si pudiera hablar todos los idiomas del mundo y
de los ángeles, pero no amara a los demás, yo solo sería un metal ruidoso o un
címbalo que resuena” (1 Corintios 13:1). Las mujeres saben muy bien cuando un
hombre las ama de verdad. ¿O no? Cuando un hombre les dice que las ama, saben
por el tono de voz si lo dicen en serio o no.
Si tú estás sentado en una iglesia, pero tu corazón no está ahí, de nada sirve. A la
iglesia no se va “a cumplir”. Si no vas con amor y pasión, no eres más que un “metal
ruidoso”, como un platillo de batería sin ritmo. Si vas servir en un ministerio o si hay
un estudio bíblico en tu casa, ¡prepáralo bien y hazlo con amor!

CÓMO RECUPERAR LA PASIÓN


Asegúrate de ser parte de la fogata. En un lugar donde hace frío la gente se acerca
a la fogata para mantenerse en calor. La iglesia es nuestra fogata en un mundo que
está en contra de la pasión por Jesús. Ese es el lugar donde tú y yo nos podemos
sentar cerca del fuego y permanecer encendidos.
Concentra la llama. No puedes tener un carbón separado, tienes que tener tu pasión
enfocada. Hay quienes tienen su pasión regada entre varias actividades y, por
consecuencia, su corazón está desviado.
Deja que la pasión de Dios te consuma. Permite que la pasión del fuego te
“desgaste”. Hay quienes piensan que “hay demasiadas actividades en la iglesia”.
Pues, ¡qué bueno que las haya! Es un honor desgastarse en las cosas de Dios y no
en otras cosas sin importancia. ¡Déjate consumir!
Toma tiempo para avivar el fuego. Cuando haces una fogata, ésta se va
consumiendo y eventualmente habrá que echarle más leña. “Te recuerdo que avives
el fuego del don espiritual que Dios te dio” (2 Timoteo 1:6). ¿Cómo podemos
hacerlo? Necesitamos tomarnos “breaks” espirituales para afilar el fierro. Hay
jóvenes que sirven en sus iglesias pero que pasan por problemas y dificultades. En
ocasiones es necesario poner una pausa al servicio, no para alejarse, sino para
meterse de lleno con el Señor en oración.
Planea tiempos para descansar. Encontrarás descanso en la presencia de Dios a
través de la lectura de la Biblia y la oración.
Decide ser alguien que cambia el ambiente. Conviértete en alguien que afecta a las
personas a su alrededor. Una persona que está apasionada afecta positivamente
en su escuela, su trabajo y su familia. Sé alguien que trae cambio, que aporta y que
tiene influencia.
Júntate con personas apasionadas. Las buenas costumbres también se pegan.
Ora con pasión. Tu manera de orar demuestra tu pasión. La pasión que tienes por
Dios se ve reflejada en tu manera de orar. Si no sabes ni orar por los alimentos,
¡algo anda mal! Por otra parte, vemos gente que se pone de pie en medio de un
restaurante y grita: “¡Oh, Jehová…!” a todo pulmón para dar gracias por la comida.
Hay pasiones imprudentes. La oración es la clave para restaurar la pasión.
Alguien le preguntó a Juan Wesley, un gran hombre de Dios, cómo mantenía su
pasión. Él contestó que diariamente le pedía a Dios que lo encendiera y que los
demás pudieran verlo. Dwight L. Moody, otro gran evangelista, dijo que, si él fuera
la persona más egocéntrica del planeta, aún seguiría predicando a Cristo porque no
hay nada mejor que ver una vida transformada por el poder de Dios. Si el día de hoy
tú puedes reconocer que tu pasión por Dios se ha apagado o que ya no es la misma
de lo que era antes, escucha la voz de Dios que te llama a que tomes decisiones y
des pasos para llegar mucho más lejos en tu relación con Él.

RECUPERA TU PASIÓN POR DIOS


Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento (Marcos 12:30)
Dios nos manda a que lo amemos completamente, no sólo dice que un poco, sino
de todo corazón, con un amor sincero, con una completa pasión. Con toda tu mente,
que lo reconozcas y lo ames por quien él es: nuestro Salvador, el Dios
Todopoderoso.
Con todas tus fuerzas, que lo ames a él y al servicio que le ofreces, que le
demuestres que lo amas con acciones y no palabras. Con toda tu alma, con un amor
completo y una entrega total. Amarlo con el alma es solo un complemento de todo
lo demás, en otras palabras, es entregarle todo a Dios.
Enamorarse de Jesús es algo tan asombroso porque no es un amor en el que sufres,
no te preocupas en que, si Dios te seguirá amando o te fallare algún día, como tal
vez lo haces con las demás personas.
Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él
en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con
nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios
en él (1 Juan 4: 15-16)
Estos versículos nos dicen que cuando dependemos y creemos en el amor de Dios,
tenemos una unidad o una comunión con él. ¿Pero qué pasa cuando ese amor o
esa pasión por el ya no existe más o nunca existió?
¿Cómo poder encender tu pasión por Jesús?
Para poder entender la respuesta a estas preguntas, primero debemos entender
porque es importante mantener la pasión hacia Dios.
Tener una completa pasión por Dios significa que estás dispuesto para servir a
Jesús sin importar tu situación o las consecuencias. El tener esa pasión por servir
a Dios, por desarrollar tu ministerio, tiene mucho que ver con tu propósito. Tu
propósito es el trabajo para el cual Dios te ha creado. Si no lo conoces entonces
esa pasión no puede existir. Pero, al conocerlo entonces puedes cumplir tu misión
en la Tierra porque sabes que tienes que hacer, porque esa pasión te conduce a
cumplirla. Un ejemplo de una persona apasionada que conocía su propósito fue
Jesús. En 2 Reyes 9-10 habla sobre lo que él hizo. Dios, al ungirlo como rey de
Israel, no perdió su tiempo, sino que sabía lo que tenía que hacer: acabar con los
cultos de Baal y el reinado de Jezabel. Muchos le tenían miedo y no querían
enfrentarse a ella. Pero la pasión de Jesús por servir a Dios no le permitió que se
rindiera. Acabo matando a Jezabel, sus hijos y a los sacerdotes de Baal, terminando
con todo ese periodo de maldad y caos, cumpliendo su propósito.
El vivir apasionado por Dios es muy importante porque al hacerlo estas
reconociéndolo. Lo reconoces al hacer tu trabajo, orando, alabándolo y no solo en
eso, sino que también en todo lo que haces, y lo haces todo como para él. Esto te
hace sentir bien. Te sientes bendecido y crees que puedes hacer mucho porque
tienes a Jesús. Como si estuvieras en el mejor momento en tu vida espiritual.
La pasión desata bendiciones y provoca el goza de Dios en tu vida porque obedeces
a Dios y lo pones a el primero, es lo que te anima a seguir adelante porque estás
viéndolo a él delante de ti. No te interesa tanto tu propio bienestar como el de los
demás. Por causa de esto alabar y adorar a Dios no se vuelve un problema porque
te enfocas más en el que en ti, igual con las personas, primero ellas y luego tú. El
vivir apasionado nos trae muchas recompensas, como ya dije, desata muchas
bendiciones, porque Dios sabe cuando haces algo de corazón. También, es
importante porque cuando no vives apasionado por Dios, buscas tu propio
bienestar, te vuelves egoísta y no sientes esa misma compasión hacia las personas.
HAY MUCHAS FORMAS QUE PUEDEN DESTRUIR TU PASIÓN
Primero, está el engaño. Juan 10:10 afirma que el primer objetivo de Satanás es
destruir nuestra pasión, porque sin ella no se puede servir a Dios de todo. Juan 8:44
declara que Satanás es el padre de la mentira, así que el engaño debe ser su
principal arma de destrucción ya que el engaño es la mentira disfrazada de verdad.
Cuando descubrimos que hemos sido engañados, nos llega una gran decepción
hacia la persona que nos dañó, y muchas veces es difícil recuperarse de una
decepción porque pierdes confianza por la persona. En esto también están incluidas
las mentiras como: Dios no me ama, nadie me saluda, todos me ignoran, etc. Estas
son grandes mentiras que el Enemigo nos hace creer, que nos apartan de la
comunión que tenemos con las personas y con Dios, destruyendo nuestra pasión
por esa separación.
Segundo, es el miedo. En Mateo 25: 14-30 habla sobre la parábola de los talentos,
donde uno de los tres hombres prefirió esconder el talento que recibió porque tenía
miedo, a causa de esto le fue quitado su único talento y dado a otro. Muchas veces
Dios les da dones a las personas, pero al ejercerlos les da miedo por ya sea
perturbaciones, problemas, etc. Entonces, esto destruye tu pasión porque no estás
trabajando tu ministerio.
PASIÓN POR LA BIBLIA
Tercero, es la rutina. Algo se vuelve una rutina cuando lo haces todos los días. Hay
rutinas que son buenas y otras malas. Hábitos que en lugar de ayudarte te
destruyen. Esto en muchas ocasiones causa estrés, fatiga, aburrimiento, tensión,
etc. Eso destruye tu pasión porque cuando todo esto empieza a invadir tu vida,
empuja tu pasión fuera, se acaba y comienzas a hacer todo por obligación y no por
pasión. Lo haces solo porque tienes y no porque quieres.
Sabiendo esto, es necesario conocer que es lo que enciende esa pasión por Dios.
Una de ellas es volver a entender de donde viene nuestra salvación. De recordar el
sacrificio de Jesús en la cruz y la razón por la cual lo hizo.
El entender tu propósito en la Tierra también encenderá tu pasión por Dios. Para
encontrarlo, debes de ir y preguntarle a Él, porque qué mejor es preguntarle al
inventor sobre su invención que a otra persona, esto significa que, al buscarlo, deja
de enfocarte en ti y más en tu Dios, tu creador.
Otra manera de encender tu pasión, es amando a Dios y a su obra. Aunque al
principio te parezca esto muy difícil, amar algo o alguien cuando en realidad no es
cierto, y hacerlo como una obligación más que como un anhelo, pero al acercarte a
Él y conocerlo mejor lo amaras cada vez más, aunque al principio no sea así. Para
conseguir esto es necesario que pongas mucho de tu parte. No te rindas solo porque
ya no sientes nada, sino que sigue luchando, porque tu Dios espera esto de ti.
No es buena idea dejar de leer la Biblia o dejar de orar, ya que esto solo te alejara
de Dios. Es muy difícil hacer esto cuando no hay pasión, pero al luchar, Dios pondrá
su espíritu sobre ti y según lo que dice Hechos 1:8, que recibirás poder del Espíritu
Santo para vencer cualquier cosa en el nombre de Jesucristo, y que seréis testigos
de los milagros y del poder del Dios Todopoderoso.
Además, cuando te acercas a Dios, recibirás su Espíritu Santo y él te dará lo que
necesitas en tu vida, esto incluye el amor. Así que, te invito a que sigas buscando
de Dios ya que es la única manera en la cual podrás encender tu pasión por el. Dios
los bendiga.
LA BÚSQUEDA DEL VERDADERO PROPÓSITO DE LA VIDA
“Toda cosa que respira... alabe a Jah.” (SALMO 150:6.)

1. ¿Cómo trató cierto hombre de hallarle un propósito a su vida?


“ESTUDIÉ medicina porque quería dedicar mi vida a ayudar al prójimo —comenta
Seung Jin, que se crió en Corea—.* También pensaba que el prestigio y los ingresos
que me reportaría esa profesión me harían feliz. Pero cuando me di cuenta de que,
en realidad, era poco lo que podía hacer por mis pacientes, perdí la ilusión. Así que
me dediqué al arte, pero me sentía egoísta, porque mis creaciones artísticas no
contribuían mucho al bienestar de los demás. Entonces decidí hacerme maestro,
pero enseguida descubrí que lo único que podía transmitir a mis alumnos era una
serie de datos; no podía impartirles una educación que los ayudara a ser
verdaderamente felices.” Al igual que les sucede a muchas personas, Seung Jin
trataba de hallarle un propósito, un sentido, a su vida.
2. a) ¿Qué significa tener un propósito en la vida? b) ¿Cómo sabemos que el
Creador tenía un propósito al poner al hombre en la Tierra?
2 Tener un verdadero propósito en la vida significa tener una razón para vivir, unas
metas claras y algo por lo que luchar. ¿Es eso posible? Claro que sí. El hecho de
que estemos dotados de inteligencia, conciencia y raciocinio muestra que el Creador
tenía un propósito definido para nosotros: nos puso en la Tierra para algo. Por eso,
solo quienes viven conforme al propósito del Creador pueden encontrarle verdadero
propósito a la vida.

3. ¿Qué abarca el propósito de Dios para el hombre?


3 La Biblia nos revela que el propósito que Dios tiene para el hombre abarca muchas
cosas. Por ejemplo, sabemos que Dios nos ama desinteresadamente, como lo
prueba el maravilloso diseño del cuerpo humano (Salmo 40:5; 139:14). Por tanto, si
queremos vivir de acuerdo con el propósito divino, tenemos que imitar a Dios y amar
desinteresadamente a los demás (1 Juan 4:7-11). Otra cosa que también tenemos
que hacer es obedecer sus mandamientos (Eclesiastés 12:13; 1 Juan 5:3).

4. a) ¿Qué dará verdadero propósito a nuestra vida? b) ¿Cuál es el propósito más


importante que puede haber en la vida?
4 Dios también se propuso que los seres humanos vivieran felices y en paz entre sí
y con el resto de la creación (Génesis 1:26; 2:15). Pero ¿qué necesitamos para
sentirnos felices, seguros y en paz? Igual que un niño necesita la presencia de sus
padres para sentirse contento y protegido, nosotros necesitamos tener una buena
relación con nuestro Padre celestial. Dicha relación dará verdadero sentido y
propósito a nuestra vida (Hebreos 12:9). Dios hace posible esa relación permitiendo
que nos acerquemos a él y escuchando nuestras oraciones (Santiago 4:8; 1 Juan
5:14, 15). Si nosotros, por nuestra parte, ‘andamos con Dios’ fielmente y llegamos
a ser sus amigos, podremos darle alabanza y alegrar su corazón (Génesis 6:9;
Proverbios 23:15, 16; Santiago 2:23). No puede haber otro propósito más importante
en la vida. El salmista lo expresó con estas palabras: “Toda cosa que respira... alabe
a Jah” (Salmo 150:6).
¿Qué propósito tiene usted en la vida?
5. ¿Por qué no es sensato poner los intereses materiales en primer lugar?
5 Veamos ahora qué más abarca el propósito de Dios para el ser humano. Él quiere
que cuidemos bien de nosotros mismos y de nuestras familias, tanto en sentido
físico como espiritual. Ahora bien, necesitamos equilibrio para que los intereses
materiales no eclipsen los intereses espirituales, que son los más importantes
(Mateo 4:4; 6:33). Lamentablemente, muchas personas centran su vida casi por
completo en adquirir cosas materiales. Pero no es sensato pensar que las cosas
materiales pueden satisfacer todas nuestras necesidades. Una encuesta reciente
efectuada entre millonarios asiáticos revela que muchos de ellos “viven
preocupados y no se sienten seguros a pesar de la posición social y el sentido del
logro que les ha proporcionado su riqueza” (Eclesiastés 5:11).

6. ¿Qué consejo dio Jesús sobre la búsqueda de riquezas?


6 Jesús habló del “poder engañoso de las riquezas” (Marcos 4:19). ¿En qué sentido
son engañosas? Porque parece que dan felicidad, pero no es así. “El que ama el
dinero nunca se satisface con lo que tiene”, reconoció el sabio rey Salomón
(Eclesiastés 5:10, La Palabra de Dios para Todos). Ahora bien, ¿es posible ir tras
metas materialistas y al mismo tiempo servir a Dios de todo corazón? No, no es
posible. Jesús explicó: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos; porque u
odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y despreciará al otro. No pueden
ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas”. De ahí que exhortara a sus
seguidores a que en vez de acumular bienes materiales en la Tierra, acumularan
“tesoros en el cielo”. En otras palabras, debían hacerse un buen nombre ante Dios.
Jesús les dio esta garantía: “Su Padre sabe qué cosas necesitan ustedes hasta
antes que se las pidan” (Mateo 6:8, 19-25).

7. ¿Cómo podemos aferrarnos a “la vida de verdad”?


7 El apóstol Pablo incluyó una enérgica recomendación sobre este asunto en una
de las cartas que dirigió a su colaborador Timoteo: “A los que son ricos [...] da
órdenes de que [...] cifren su esperanza, no en las riquezas inseguras, sino en Dios,
que nos proporciona todas las cosas ricamente para que disfrutemos de ellas; [...]
que sean liberales, listos para compartir, atesorando para sí con seguridad un
fundamento excelente para el futuro, para que logren asirse firmemente de la vida
que realmente lo es”, o “la vida de verdad”, como dice el Nuevo Testamento de José
María Valverde (1 Timoteo 6:17-19).

¿Qué es “la vida de verdad”?


8. a) ¿Por qué lucha tanta gente por conseguir riquezas y una buena posición
social? b) ¿De qué no se dan cuenta muchas personas?
8 La expresión “la vida de verdad” pudiera transmitirles a muchos una imagen de
placeres y lujos, como cuando se dice: “¡Esto sí que es vida!”. Una revista de noticias
asiática señala: “Quienes ven películas o programas de televisión aprenden a
desear lo que ven, a soñar con lo que podrían tener”. Muchas personas solo viven
para conseguir riquezas y una buena posición social, aunque para ello tengan que
sacrificar su juventud, su salud, su familia y sus valores espirituales. Pocos se paran
a pensar que esa buena vida que fomentan los medios de comunicación no es más
que un reflejo del “espíritu del mundo”, la forma de pensar que impulsa a la mayoría
de la gente a actuar en contra del propósito de Dios (1 Corintios 2:12; Efesios 2:2).
¡Con razón hay tantas personas que no se sienten contentas! (Proverbios 18:11;
23:4, 5.)

9. ¿Qué no lograrán hacer nunca los seres humanos, y por qué?


9 ¿Y qué hay de las personas que luchan por el bien de los demás, tratando de
erradicar el hambre, la enfermedad y la injusticia? Sus nobles y sacrificados
esfuerzos suelen hacer mucho bien. Pero por más que lo intenten, nunca lograrán
cambiar este sistema de cosas por uno que sea justo y bueno. ¿Por qué? Porque
“el mundo entero yace en el poder del inicuo”, Satanás, y él no quiere que este
mundo cambie (1 Juan 5:19).
10. ¿Cuándo disfrutará de “la vida de verdad” la humanidad fiel?
10 ¡Qué triste sería que nuestra única esperanza fuera la de vivir en este mundo de
Satanás! El apóstol Pablo escribió: “Si solo en esta vida hemos esperado en Cristo,
de todos los hombres somos los más dignos de lástima”. El lema “comamos y
bebamos, porque mañana hemos de morir” refleja la actitud de quienes piensan que
esta vida es todo lo que hay (1 Corintios 15:19, 32). Pero sí que hay algo más: “Hay
nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según [la] promesa [de Dios], y en
estos la justicia habrá de morar” (2 Pedro 3:13). Cuando llegue ese momento, los
cristianos podrán disfrutar de “la vida de verdad”, “la vida eterna” en perfección, ya
sea en los cielos o en la Tierra bajo el amoroso gobierno del Reino de Dios (1
Timoteo 6:12).

11. ¿Por qué no hay mejor labor en la vida que la de promover los intereses del
Reino de Dios?
11 El Reino de Dios es el único gobierno capaz de resolver definitivamente todos
los problemas. Por ello, no hay mejor labor en la vida que la de promover los
intereses del Reino (Juan 4:34). Al hacerlo, cultivamos una hermosa relación con
nuestro Padre celestial y tenemos el placer de trabajar lado a lado con millones de
hermanos espirituales, los cuales tienen el mismo propósito en la vida que nosotros.

Sacrificios que sí valen la pena


12. ¿En qué se diferencia la vida en este sistema de “la vida de verdad”?
12 “El mundo va pasando, y también su deseo”, dice la Biblia. En otras palabras,
todo lo que el mundo de Satanás ofrece —incluidas la fama y las riquezas—
desaparecerá. “Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”,
añade la Biblia (1 Juan 2:15-17). A diferencia de las riquezas, la gloria y los placeres
de este sistema, que son de carácter pasajero, “la vida de verdad” —la vida eterna
bajo el Reino de Dios— es permanente y merece que nos sacrifiquemos por ella.
Esos sacrificios sí valen la pena.

13. ¿Qué sacrificios hizo cierto matrimonio?


13 Veamos el caso de Henry y Suzanne. Este matrimonio tiene plena fe en la
promesa de Dios de que él ayudará a todo el que pone el Reino en primer lugar en
su vida (Mateo 6:33). Así que decidieron vivir en una casa modesta, pues de esta
manera no tendrían que salir a trabajar los dos y podrían dedicar más tiempo a
actividades espirituales con sus dos hijas (Hebreos 13:15, 16). Una amiga
bienintencionada, que no podía entender por qué lo hacían, abordó a la esposa y le
dijo: “Suzanne, querida, si algún día quieres vivir en una casa mejor, no vas a tener
más remedio que sacrificar algo”. Pero Henry y Suzanne sabían que poner a Jehová
en primer lugar “encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir” (1
Timoteo 4:8; Tito 2:12). Con el tiempo, sus hijas llegaron a ser celosas
evangelizadoras de tiempo completo. Al mirar atrás, los miembros de esta familia
consideran que sus sacrificios valieron la pena y que, en realidad, no se han perdido
nada. Al contrario, todos ellos reconocen que salieron ganando al hacer que su
propósito en la vida fuera alcanzar “la vida de verdad” (Filipenses 3:8; 1 Timoteo
6:6-8).

‘No usemos el mundo a plenitud’


14. ¿Qué puede pasarnos si perdemos de vista el verdadero propósito de nuestra
vida?
14 Ahora bien, si perdemos de vista el verdadero propósito de nuestra existencia y
dejamos de aferrarnos a “la vida de verdad”, corremos un serio peligro. Pudiéramos
“ser arrebatados por las inquietudes y las riquezas y los placeres de esta vida”
(Lucas 8:14). Si no dominamos nuestras “inquietudes en cuanto al sustento” y
nuestros deseos de obtener bienes materiales, estos podrían llevarnos a estar
demasiado absortos en las cosas de este mundo (Lucas 21:34, nota).
Lamentablemente, debido a que se han dejado arrastrar por el afán de hacerse
ricos, algunos “han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos
dolores”, llegando incluso a perder su valiosa relación con Jehová. ¡Qué precio tan
alto han pagado por no ‘asirse firmemente de la vida eterna’! (1 Timoteo 6:9, 10, 12;
Proverbios 28:20.)

15. ¿Qué buenos resultados obtuvo cierta familia al ‘no usar el mundo a plenitud’?
15 Pablo anima a “los que hacen uso del mundo” a “que no lo [usen] a plenitud” (1
Corintios 7:31). Keith y Bonnie siguieron ese consejo. Él explica: “Me hice testigo de
Jehová cuando estaba terminando mis estudios de odontología. Tenía la posibilidad
de obtener elevados ingresos si atendía a muchos pacientes, pero como eso
reduciría mi tiempo para las actividades espirituales, opté por atender a una
cantidad limitada de personas. Eso me permitió dedicar más tiempo al bienestar
espiritual y emocional de mi esposa y de las cinco hijas que llegamos a tener.
Aunque raras veces nos sobraba el dinero, aprendimos a ahorrar, y nunca nos faltó
lo necesario. Éramos una familia unida, cariñosa y llena de alegría. Con el paso de
los años, todos emprendimos el ministerio de tiempo completo. Nuestras hijas ya se
han casado (tres de ellas incluso tienen hijos), y sus familias también son felices
gracias a que siempre ponen el propósito de Jehová en primer lugar en su vida”.
Siempre demos prioridad al propósito de Dios
16, 17. ¿Qué ejemplos de personas con talento presenta la Biblia, pero ¿qué fue lo
más sobresaliente de su vida?
16 En la Biblia encontramos ejemplos de quienes amoldaron su vida al propósito de
Dios, y de quienes no lo hicieron. Tales ejemplos son útiles para personas de todas
las edades, culturas y circunstancias (Romanos 15:4; 1 Corintios 10:6, 11). Nemrod
edificó grandes ciudades, pero estaba en oposición a Jehová (Génesis 10:8-12). No
obstante, hubo muchos otros que sí vivieron en conformidad con el propósito de
Dios. Por ejemplo, Moisés no permitió que su posición como miembro de la nobleza
egipcia fuera lo primordial en su vida. Al contrario, él consideraba las
responsabilidades que Dios le había asignado “como riqueza más grande que los
tesoros de Egipto” (Hebreos 11:26). El médico Lucas probablemente ayudó a Pablo
y a otras personas a combatir sus problemas de salud, pero la labor más importante
de su vida fue la de evangelizador y escritor bíblico. A Pablo no se le recuerda como
experto en la Ley, sino como misionero, “apóstol a las naciones” (Romanos 11:13).
17 David fue comandante militar, músico y compositor, pero lo más notable es que
fue “un hombre agradable [al] corazón [de Jehová]” (1 Samuel 13:14). A Daniel no
lo conocemos por su trabajo como funcionario del gobierno babilonio, sino por su
servicio leal como profeta de Jehová. Ester, más que por ser reina de Persia,
sobresale por su fe y valor. Pedro, Andrés, Santiago y Juan fueron hábiles
pescadores, pero los recordamos más como apóstoles de Jesús. Y el mejor ejemplo
de todos es el propio Jesús, quien para nosotros no es “el carpintero”, sino “el Cristo”
(Marcos 6:3; Mateo 16:16). Todos estos siervos de Dios tenían bien claro que su
vida no debía girar en torno a sus talentos, sus bienes o su posición social, sino en
torno a su servicio a Dios. Sabían que el propósito más noble y más gratificante que
existe es el de ser siervos de Dios.

18. ¿Cómo decidió utilizar su vida cierto cristiano, y a qué conclusión llegó?
18 Seung Jin, mencionado al principio, también llegó a reconocer que tenía que dar
prioridad a su servicio a Dios. Él explica: “Decidí que, en lugar de usar todas mis
energías en la medicina, el arte o el magisterio, debía usarlas tal como se espera
de un siervo dedicado de Jehová. Ahora estoy sirviendo en un lugar donde hay
mucha necesidad de maestros de la Biblia, y ayudo a las personas a tomar el camino
que lleva a la vida eterna. Solía pensar que el servicio de tiempo completo no
supondría ningún reto para mí. Sin embargo, mi vida ahora presenta más retos que
nunca: a diario trato de mejorar mi personalidad y mis aptitudes para enseñar a
personas de otras culturas. He llegado a la conclusión de que la única manera de
que nuestra vida tenga sentido es haciendo que el propósito de Jehová sea también
nuestro propósito”.

19. ¿Cómo conseguimos que nuestra vida tenga verdadero propósito?


19 Los cristianos tenemos la bendición de haber recibido el conocimiento salvador
de la Palabra de Dios y tener la esperanza de la vida eterna (Juan 17:3). Pero nunca
demos por sentada “la bondad inmerecida de Dios y deje[mos] de cumplir su
propósito” (2 Corintios 6:1). Más bien, alabemos a Jehová todos los días de nuestra
vida. Difundamos el conocimiento que nos reporta verdadera felicidad ahora y que
nos permitirá alcanzar la vida eterna. Al hacerlo, comprobaremos lo ciertas que son
estas palabras de Jesús: “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20:35).
Y por fin habremos hallado el verdadero propósito de la vida.
EL ESPÍRITU SANTO Y LA PRESENCIA DE DIOS EN SU PUEBLO
OBSERVANDO EL ROL DEL ESPÍRITU EN EL ANTIGUO Y NUEVO
TESTAMENTO
Hoy en día se habla mucho acerca del rol del Espíritu Santo, lo cual es algo que
celebro. Sin embargo, gran parte de lo que escucho sobre el tema me ha llevado a
hacerme la siguiente pregunta: ¿Qué es lo nuevo del Espíritu Santo en el Nuevo
Pacto? Me gustaría desarrollar la siguiente tesis en este artículo: La presencia de
Dios en el nuevo pacto es más que su presencia con su pueblo en el antiguo pacto.
Ahora, por la obra de Cristo, su presencia habita no solo con sino en su pueblo por
medio del Espíritu.
El Dios que mora con su pueblo
Dios siempre se ha propuesto habitar con su pueblo en el templo por medio del
Espíritu. Jesucristo —quien es el verdadero templo— ora cuando su obra es
terminada para que el Padre envíe al Espíritu. Dios contesta esa oración y ahora el
pueblo de Dios es el templo del Espíritu de Dios (Juan 14:16-17).
Lo primero que hay que reconocer es lo difícil que es este tema. Como podemos
ver en la siguiente tabla, la Biblia usa diferentes palabras para hablar sobre la
presencia o manifestación de Dios:

Antiguo Testamento Nuevo Testamento


Llenar: Éxodo 31:3 Recibir: Juan 20:22
Ser o vivir, “venir”: Números 24:2; 1
Dar: Hechos 5:32
Samuel 19:20
“Venir con gran poder”: 1 Samuel 10:10 Derramar: Hechos 10:45
Vestir, “vino sobre”: 2 Crónicas 24:20 Bautizar: Lucas 3:16
Caer sobre: Hechos
Poner: Isaías 42:1 (el Siervo)
10:44; 11:15
Derramar: Isaías 44:3 (Al pueblo de
Venir sobre: Hechos 1:8
Dios)
Poner dentro: Ezequiel 36:27; 37:14 Llenar: Hechos 13:52

Ver cómo Dios habita en su pueblo no es una tarea fácil, pero sí es posible.
Debemos entrar en el estudio con una perspectiva escatológica sobre las promesas
dadas en el Antiguo Testamento y su cumplimiento en la persona de Cristo.
Usualmente la pregunta que surge en este tema es, Si los santos del Antiguo Pacto
no disfrutaban de la presencia de Dios en ellos sino solo con ellos, ¿cómo eran
salvos?
Misma regeneración por medio de los pactos
¿Qué es la regeneración? Jim Hamilton dice, “La regeneración es la obra de Dios
de otorgar a seres humanos la habilidad para escuchar, entender, creer, obedecer,
entrar en el reino”. Así, la regeneración es la obra de Dios, por medio del Espíritu
Santo, para darle un nuevo corazón a su pueblo. En el Antiguo Pacto y el Nuevo
vemos que Dios obró la misma regeneración. Vemos esta promesa en lugares como
Deuteronomio 30:6; Jeremías 24:7, 29:10-14, 31:31-34, 32:36-41; y Ezequiel 36:26-
27.
La promesa de la circuncisión del corazón es algo que disfrutamos en un espectro
más amplio en el Nuevo Pacto. En el Antiguo Pacto Dios le dio al remanente un
corazón para amarlo y amar su Palabra. En el Antiguo Pacto vemos las promesas
de la circuncisión aplicadas solo en el remanente, pero en el Nuevo Pacto son
aplicadas a todo miembro de la Iglesia de Cristo. La circuncisión del corazón es lo
que permite a una persona amar y atesorar a Dios sobre todas las cosas, a ejercer
fe en lo que Dios ha hecho a nuestro favor en su Hijo; todo esto es aplicado a
nuestros corazones por medio del Espíritu Santo.
Esta transformación ocurre en un instante, y continúa con la obra de santificación
por medio de la gracia y la fe en Dios (Hechos 7:51; Romanos 2:22-29; Efesios 1:13;
Colosenses 2:11).

También vemos la obra del Espíritu Santo en la regeneración en Juan 3:5-8; y Tito
3:3-7. Debido a esto, podemos concluir que la regeneración es la misma por medio
de los pactos: En el Antiguo Pacto, vemos al remanente ser salvo por el Espíritu
Santo, mientras ellos ponen su fe en la obra venidera de Dios por medio de su Hijo
(hebreos 11). Sin embargo, a continuación, veremos que, a pesar de que la
presencia de Dios es la misma —porque Él no cambia—, el lugar en el que su
presencia habita ha cambiado.
Diferente morada por medio de los pactos
En el Antiguo Testamento vemos que existe una morada temporal de Dios en el
templo físico (Éxodo 40:34; 2 Crónicas 7:1-2). También vemos cómo la presencia
de Dios deja el templo por causa del pecado del pueblo (Ezequiel 8-11).
¿Cómo puede ser que el Espíritu Santo no habita en los santos del Antiguo Pacto?
Hamilton me ha ayudado mucho a entender la gran verdad de la residencia del
Espíritu en la Iglesia. Él dice, “En el Antiguo Pacto, Dios permaneció fiel a su pueblo,
acompañándolos en una columna de fuego y de nube, y después habitando en
medio de ellos en el tabernáculo y en el templo. En el Nuevo Pacto, el único templo
es la comunidad de creyentes, y Dios habita no solo en la comunidad corporativa,
sino también en cada miembro individual”.
Hamilton explica la venida del Espíritu sobre o con algunos líderes políticos,
“apoderaba al juez para un trabajo en particular, marcando como alguien distinto”.
Así que el Espíritu daba discernimiento a líderes políticos para guiar al pueblo de
Dios.
La presencia permanente de Dios en su Pueblo
Cuando leemos la promesa de la circuncisión en Ezequiel 36:25-26,
inmediatamente nos damos cuenta que Dios promete su presencia en su pueblo,
“Pondré dentro de ustedes mi espíritu y haré que anden en mis estatutos, y que
cumplan cuidadosamente mis ordenanzas” (v. 27).
Esta promesa escatológica de la residencia del Espíritu en el pueblo de Dios está
conectada a la promesa del Nuevo Pacto que Cristo compraría con su sacrificio en
la cruz. Por ejemplo, vemos en Isaías 11:2; 42:1; 61:1; Lucas 4:18-19; y Juan 1:14
que Jesús estaba lleno del Espíritu de Dios. De esta manera cumple la profecías
que el Mesías estaría lleno de la presencia de Dios por medio del Espíritu Santo,
siendo el nuevo templo.
La conexión entre la gloria de Dios llenando el templo y la gloria de Dios mostrada
en el Hijo nos muestra que Jesús es el verdadero templo, en donde la presencia de
Dios habita continuamente. Pero ¿cómo se conecta la morada de la presencia de
Dios en Cristo por medio de su Espíritu con su Iglesia?
En Juan 2:19-22; 7:39; 14:15-17; y 16:17 vemos con más claridad lo nuevo del
Espíritu Santo en el Nuevo Pacto. En Juan 14:17 nos damos cuenta que el Espíritu
no solo estaría presente de la misma manera que en el Antiguo Pacto (“con” el
pueblo de Dios), sino también de una manera completamente nueva: El Espíritu “en”
o “dentro” del pueblo de Dios como una congregación corporativa, pero también en
cada persona de forma individual.
La Iglesia como el templo de Dios tiene poder para ser testigo del evangelio glorioso
de Dios en Cristo y por medio del Espíritu (Joel 2:28-32; Hechos 2:17-24; 1 Corintios
2:12; 6:19-20). La Iglesia es el templo del Espíritu de Dios y como el templo
anticipamos la nueva creación, la cual tomará forma de un templo, (Apocalipsis 21-
22).
El templo del Espíritu
Desde el Antiguo Pacto, el deseo de Dios de estar con su pueblo permanece. Sin
embargo, la promesa de que Dios habitaría en su pueblo es una bendición
escatológica que los creyentes en el Antiguo Pacto no disfrutaban. Los creyentes
del Nuevo Pacto vivimos y disfrutamos esta bendición de la presencia de Dios en
nosotros, ya que Cristo es el templo y nos ha unido a Él.

¿QUÉ SIGNIFICA ESTAR EN LA PRESENCIA DE DIOS?

Respuesta: Adán y Eva tuvieron comunión íntima en la presencia de Dios antes de


la caída (Génesis 3:8). Desde ese momento, el pecado ha impedido nuestra
capacidad para estar en la presencia física de Dios (Éxodo 33:20). Ahora sólo los
santos, y los ángeles sin pecado, están en la presencia física de Dios (Lucas 1:19).
Pero los cristianos tenemos la presencia de Dios dentro de nosotros gracias a que
el Espíritu Santo habita en nosotros (Juan 14:23; 15:4), y esa presencia sólo viene
a través de la fe en el Señor Jesucristo.
Somos conscientes de la realidad de esta presencia como resultado de nuestra
obediencia a su Palabra. "Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación
santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os
llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1 Pedro 2:9). Fijémonos que Pedro dice
"linaje escogido . . . adquirido por Dios". Si nosotros fuimos adquiridos por Dios, ¿no
estará Él presente entre nosotros? Nosotros nunca perdemos la realidad de la
presencia de Dios, no importa cuán terrible sea nuestro fracaso; nunca el exceso de
nuestro pecado nos hará perder nuestra salvación; nunca nos hundiremos tan lejos
como para alejar el Espíritu Santo. Podemos hacer que Dios se enfade por nuestros
pecados, pero los verdaderos creyentes nunca pierden la presencia del Espíritu
Santo. Pese a que nunca perderemos la realidad de la presencia de Dios,
podríamos perder el "sentido" de su presencia.
Inevitablemente, cada hijo de Dios alguna vez pasa por esta sensación de perder la
presencia de Dios, similar a un propietario que ha dejado su casa y se ha ido en
plan de negocios por un tiempo. Él no ha dejado la casa completamente vacía,
porque si así fuera, Él se habría llevado todas sus pertenencias. Pero ya que Él ha
dejado todos sus muebles y pertenencias en esa casa, ¿no quiere decir eso que Él
volverá otra vez? Cualquier creyente sabe que hay momentos de flaqueza espiritual,
cuando quizás el Señor determina probar nuestra fe. ¿No nos empuja Dios a través
de las llamas de aflicción para que podamos ser más puros (Job 23:10; 1 Pedro
1:7)?
¡Pero el resultado práctico de estar en la presencia de Dios es el gozo! Muchos
cristianos parecen tristes y desanimados porque carecen de este sentido de la
presencia de Dios. La comunión es dulce para aquellos que caminan con el Señor
en obediencia y en fe. Pero la dulce comunión que viene como resultado de la
obediencia y la confianza en el Señor, no es un sentimiento pasajero. Esto es lo que
nos sostiene, especialmente durante las pruebas, porque "el gozo de Jehová es
vuestra fuerza" (Nehemías 8:10). Jacobo, el hermano del Señor, escribe,
"Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas"
(Santiago 1:2), porque las pruebas producen fe y desarrollan perseverancia.
Cuando perseveramos a través de las pruebas, demostrándonos a nosotros mismos
y a los demás que nuestra fe es real, aumenta nuestro sentido de la presencia de
Dios, al igual que nuestro gozo.
David habla de un gozo que solo los justos pueden saber (Salmo 16:11) — un gozo
que no es sino un anticipo de un gozo mucho mayor y eterno cuando veamos el
rostro del Señor en la gloria por venir.

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