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INSTITUTO DE ESTUDIOS SUPERIORES

DEL GOLFO DE MÉXICO

ASIGNATURA:
INVESTIGACIÓN EDUCATIVA

DOCUMENTO FINAL SOBRE


“DISCAPACIDAD INTELECTUAL”

ALUMNO:
SAUL ORTIZ RODRÍGUEZ

DOCENTE:
MCE. VICTOR VÁSQUEZ IBÁÑEZ

SEMESTRE:
CUARTO

OAXACA DE JUÁREZ, OAX; A 16 DE ABRIL DEL 2016


Porque cuando se habla de discapacidad, casi siempre se la asocia a estereotipos arraigados en la

sociedad, por ejemplo, con imágenes de incapacidad, tristeza, abandono, anormalidad,

enfermedad, contagio y hasta temor. Todo esto porque no se ha querido reconocer y aceptar las

fortalezas de las personas con discapacidad; un tipo de discapacidad muy común en las escuelas

es la discapacidad intelectual definida como “una discapacidad caracterizada por limitaciones

significativas en el funcionamiento intelectual y la conducta adaptativa, tal como se ha

manifestado en habilidades prácticas, sociales y conceptuales. Esta discapacidad comienza antes

de los 18 años”. (Luckasson, 2002, p. 15).

De esta manera, se usa el término discapacidad intelectual cuando una persona presenta

limitaciones en sus habilidades intelectuales de razonamiento, planificación, solución de

problemas, pensamiento abstracto, comprender ideas complejas, aprender con rapidez, aprender

de la experiencia, como también, en el aprendizaje del conjunto de habilidades conceptuales,

sociales y prácticas, necesarias para funcionar en la vida diaria.

A la base de toda discapacidad intelectual, existen limitaciones en el funcionamiento cognitivo

de la persona originadas por distintos factores causales, de orden personal o ambiental, que

pueden ejercer su acción en diferentes momentos, más o menos críticos, del desarrollo del

individuo. Verdugo (2009) las clasifica en: Genéticos: se diagnostican generalmente en etapas

tempranas y en ocasiones en la vida intrauterina, por ejemplo el Síndrome de Down, Síndrome

de West, desórdenes metabólicos entre otros.; también del embarazo: agentes tóxicos (ingesta de

alcohol, drogas, enfermedades virales, diabetes, infección por el Virus de Inmunodeficiencia

Humana (VIH), asi mismo del parto: prematurez (condicionada por el peso de nacimiento o edad

gestacional) hipoxias, traumas.


Por lo general, mientras más grave sea el grado de discapacidad intelectual, más temprano se

identificarán los síntomas. Sin embargo, podría ser difícil indicar la manera como la

discapacidad intelectual afectará a los niños más tarde en la vida. La Asociación Americana de

Retardo Mental (AAMR, 2004) afirma que los niños con discapacidad intelectual puede que:

Se sienten, gateen o caminen más tarde que otros niños; aprendan a hablar más tarde o tener

problemas para hablar; tengan dificultad para recordar cosas; tengan problemas para entender

las reglas sociales; tengan dificultad para ver las consecuencias de sus acciones; posean

dificultad para resolver problemas; falta de curiosidad; problemas para mantenerse al día en la

escuela; incapacidad para adaptarse y dificultad para entender y acatar reglas sociales.

(Pp.121-122).

De acuerdo al párrafo anterior durante mucho tiempo, prevaleció la idea de que los niños con

alguna discapacidad difícilmente podían integrarse a las escuelas regulares, porque requerían

tratamiento de personal especializado. Para clasificar la Discapacidad Intelectual se pueden

utilizar diferentes criterios, de manera que las necesidades de los diferentes profesionales puedan

ser satisfechas. Estos sistemas de clasificación pueden basarse, por ejemplo, en las intensidades

de apoyo necesario, etiología, niveles de inteligencia medida o niveles de conducta adaptativa

evaluada.

El uso de un sistema u otro de clasificación debe tener una finalidad práctica, facilitando la

comunicación entre profesionales o burocrática para determinar por ejemplo servicios,

financiación, y no convertirse en una forma de “etiquetar” al alumnado con Discapacidad

Intelectual, ya que como hemos mencionado anteriormente, ésta no es una condición inamovible

de la persona, por el contrario es fluida, continua y cambiante, variando según el plan de apoyo
individualizado que reciba. Un tipo de clasificación es por intensidades de apoyos necesarios.

Distinguida por dos tipos de apoyo, el primero es intermitente. “Apoyo cuando sea necesario,

el alumno o alumna no siempre requiere de él, pero puede ser necesario de manera recurrente

durante periodos más o menos breves, pueden ser de alta o baja intensidad” (Fierro, 1990, p.56).

El segundo tipo es Limitados: “Intensidad de apoyos caracterizada por su consistencia a lo largo

del tiempo, se ofrecen por un tiempo limitado pero sin naturaleza intermitente” (Fierro, 1990,

p.57). Lo antes mencionado quiere decir que es la preparación e inicio de una nueva actividad,

transición a la escuela, al instituto en momentos puntuales.

Posteriormente existe una segunda clasificación, esta es determinada según el nivel de

inteligencia medida, dividida en cuatro estándares el primero de ellos es retraso mental ligero:

con un Coeficiente Intelectual entre 50 y 69; el segundo es el retraso mental moderado, con un

C.I. entre 35 y 49, posteriormente sigue el retraso mental grave con un C.I. entre 20 y 34 y

finalmente se haya el retraso mental profundo que consta menos de 20. Aunque este sistema de

clasificación sólo se basa en la medición de la capacidad intelectual, no determina con claridad la

discapacidad intelectual de los alumnos o cualquier persona.

En la actualidad se ha demostrado que los niños pueden desempeñarse de manera adecuada en

todos los ambientes, siempre y cuando se respeten sus peculiaridades. La inclusión favorece el

desarrollo de los niños con discapacidad y también del resto del grupo, Valdespino la define

como “conjunto de procesos y de acciones orientados a eliminar o minimizar las barreras que

dificultan el aprendizaje y la participación. La promotora y el instructor deben aplicar este

concepto en el aula y la escuela” (2004, p.41). A partir de entonces todos los participantes se

benefician de la diversidad de ideas, gustos, intereses, habilidades y necesidades de todos, al

igual que de la variedad de experiencias de aprendizaje que la promotora o el instructor utilizan.


Además de la inclusión existe un sinfín de ayuda para niños y personas con discapacidad

intelectual. Sin duda, la familia posee detallada y valiosa información respecto al desarrollo y

comportamiento de sus hijos e hijas y juega un papel fundamental para prevenir y detectar

dificultades en el desarrollo. No obstante ello, la detección de rezagos en el desarrollo de los

niños y niñas, se produce mayoritariamente fuera del medio familiar. Esto sucede porque,

generalmente, la familia no tiene las herramientas y/o los parámetros de comparación que los

especialistas de la salud o la educación manejan en sus respectivos ámbitos, o también, porque a

menudo, los padres no logran tener con sus hijos o hijas la distancia afectiva necesaria para

percibir en ellos o en ellas dificultades en su desarrollo (Álvarez, 2002).

La UNICEF (2001) enfatiza a los centros de educación inicial, por la relación cotidiana que

establecen con los niños y sus familias, pues constituyen en este sentido una instancia

privilegiada para favorecer por un lado, que los padres y madres proporcionen la información

que poseen acerca de las características del desarrollo de sus hijos e hijas; y por otro, para

facilitar que los padres y madres puedan ampliar sus conocimientos acerca del desarrollo infantil,

identificando los factores de riesgo y protectores, que les permitan observar con mayor atención

e intervenir en pos de un mejor desarrollo de sus hijos e hijas a medida que crecen. Por ello, las

entrevistas y conversaciones oportunas con la familia, ayudarán a descubrir, verificar o aislar

posibles factores que puedan estar condicionando en el niño o niña algún rezago en su desarrollo.

Las personas con discapacidad intelectual y sus familias tienen la capacidad de valorar la

construcción de su propia visión de futuro y la posibilidad de hacerla realidad, es entonces aquí

cuando debemos formar una sociedad para todos, debe ser una propuesta que cada ciudadano

tome y trabajar para que el mundo comprenda la diversidad humana y el desarrollo potencial de

cada persona. Comprender que todos somos iguales, con características y personalidades únicas,
que pertenecen a cualquier región, nacionalidad o condición socio-económica. Por lo mismo,

tienen los mismos derechos que cualquier ciudadano de nuestra sociedad.

Un objetivo maravilloso sería lograr una sociedad equitativa, justa e incluyente, que procure el

bienestar de todos sus miembros sin discriminaciones, basada en el derecho, la libertad y la

independencia: que asegure una mejor calidad de vida, que reconozca y acepte la diversidad

como fundamento para la convivencia social. Una sociedad donde lo primero es la condición de

persona, que garantice la dignidad, el respeto, la autodeterminación y la contribución a la vida

comunitaria de todos sus integrantes.

Como sociedad solo debemos recordar que hablar de discapacitados reafirma una frontera de

desigualdad social que divide arbitrariamente a las personas en dos universos: las “personas

normales” y los “discapacitados”. Debemos tener en mente que todos somos personas con

deberes y derechos sin distinción alguna. El bien común más grande que ha logrado el género

humano durante su devenir hasta el día en que estamos, es la consagración de derechos

fundamentales como la igualdad, el derecho a pensar y hacer diferentes en ideas, credo,

sentimientos y forma de vida.


REFERENCIAS TEXTUALES

Luckasson, C. (2002). Las habilidades sociales y la conducta adaptativa en el retraso mental.


Competencia personal y competencia interpersonal. México: FCE

Verdugo, A. (2009). Análisis de la definición de discapacidad intelectual. Madrid: Salamanca

AAMR. (2004). Retraso mental, clasificación y sistemas de apoyo. Madrid: Pirámide

Fierro, A. (1990). Los niños con retraso mental. Barcelona: Alianza

Valdespino, L. (2004). Método Integral para la adquisición de la lectura y la escritura del


alumno con discapacidad intelectual. México: Trillas

Álvarez, M. (2002). Educación especial. Madrid: CEPE

UNICEF. (2001). Estado mundial de la infancia. Recuperado de


http://www.unicef.org/spanish/sowc01/1-2.htm

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