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Peter Enns: “Dudar es inevitable, bíblico y

beneficioso”
Fe en la duda
Si has seguido a Jesús por más de 45 minutos, sabes que una vida de fe
está, con más frecuencia de lo que quisiéramos admitir, acompañada por la
otra cara de la fe: la duda. Tarde o temprano, algo sucede en que ya no
estás tan seguro de algo de lo que solías estar seguro. Llegará el día,
siempre sucede, cuando tengas que admitirte a ti mismo: “Ya no sé lo que
creo”.
La duda viaja por muchos caminos diferentes y finalmente encuentra su
camino a nuestra puerta. Y ciertamente, cuando la duda llama, puede ser
incómodo, desconcertante, desalentador y deprimente. A menudo tampoco
sabemos qué hacer al respecto. No te sientes cómodo, especialmente con las
personas que han llegado a esperar que seas “sólido” en la fe.
Y hablar con tu pastor o mentor espiritual es lo último que deseas hacer,
en parte porque sientes que podría ser juzgado o humillado. El único lugar
donde podemos y debemos tener la libertad de hablar sobre esto, es el
lugar en el que menos lo podemos hacer.
Pero la duda no es un signo de “fe débil”. No es evidencia de que estás
roto y necesitas ser reparado, un signo de desobediencia a Dios o de algún
pecado oculto y no identificado en tu vida.
En mi experiencia, he llegado a ver tres verdades interconectadas sobre la
presencia de la duda en la vida de la fe: la duda es esperable como una
parte normal de la fe; la duda es experimentada por los escritores bíblicos;
y la duda en realidad hace algo positivo por nuestra fe, que nada más
puede hacer.
 LA DUDA SUCEDE
 No tienes que ir a buscar dudas. La duda te encontrará, especialmente si
estás viviendo una vida consciente de tus propias experiencias.
Piensa en cosas que hayan introducido dudas en tu fe. Pudo haber sido una
gran tristeza o lucha. Pero también puede haber sido un momento normal
en los asuntos normales de tu vida.
Es posible que haya leído un libro o visto una película que presenta una
forma de ver el mundo que te parece atractiva, incluso vivificante, pero
que no puede conectarse con el mundo definido por tu fe, por lo que
comienzas a hacerte preguntas.
O tal vez conoces a un nuevo amigo que es maravilloso, pero que no
piensa del mundo y de Dios ni remotamente como tú, y entonces comienzas
a considerar que tal vez aquello en lo que crees no es tan especial.
Tan sólo vivir y respirar presenta amplias oportunidades para enfrentar la
duda.
LA DUDA ES BÍBLICA
Una de las cosas más útiles que he encontrado en mi vida de fe, es ver
cómo los personajes bíblicos luchan con su fe igual que nosotros.
Aproximadamente la mitad de los 150 salmos tienen algún lamento, algunos
causan tristeza debido a la ausencia de Dios, algunos luchan sobre el
significado de todo y si realmente vale la pena confiar en Dios. Algunos de
mis salmos favoritos que te impresionan por su honestidad son los Salmos
44, 73, 88 y 89. Y hay otros.
Podemos incluir aquí otros libros como Job, Eclesiastés y
Lamentaciones. Integrada en la Biblia está la experiencia de la duda y el
valor honesto de los escritores bíblicos para contarla tal como es. Me resulta
reconfortante en mis propias luchas con la fe, el saber que cualquier
periodo de clamor o depresión que pueda estar pasando encuentra eco en
quienes vivieron hace 3.000 años.
LA DUDA ES BENEFICIOSA
La experiencia de la duda es la experiencia de la ausencia de Dios. Sin
embargo, como Juan de la Cruz y Teresa de Ávila (entre muchos otros) han
observado, lo que está “ausente” no es tanto Dios como
nuestra interpretación de Dios.
Todos estamos sujetos a confundir nuestra interpretación de Dios con lo
real. Eso es parte de la experiencia humana. Dios misericordiosamente nos
deja allí por un tiempo, para entender a Dios de las maneras que
somos capaces, pero que también limitan a Dios a nuestras
propias percepciones. Cuando sentimos que estamos dejando a Dios atrás, de
hecho podemos simplemente estar dejando atrás al Dios que hemos llegado
a entender, el Dios limitado por nuestra propia pequeña imaginación.
La duda hace algo por nuestra fe que nada más puede hacer. Apaga las
luces, presiona el botón de resetear, restriega el barro apelmazado (elija su
metáfora favorita), lo que nos lleva a otro nivel de fe, no tanto a un nivel
más alto de entendimiento (aunque puede ser eso), sino a un nivel más
profundo de consciencia de la presencia de Dios, que no puede ser
capturada por nuestro pensamiento limitado.
Estar en un período de duda no es una señal de que estás roto y necesitas
reparación. De hecho, es una señal de que estás en un verdadero viaje de
fe.

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