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tiaducción de

CÉSAR GUIÑAZÚ
NIVELES DE CULTURA
Y GRUPOS SOCIALES

COLOQUIO DE LA
ESCUELA PRÁCTICA DE ALTOS ESTUDIOS, SORBONA
1966

MEXICO
ESPAÑA
ARGENTINA
COLOMBIA
218 DISCUSIÓN

desarrolla, salvo excepciones, con10 un mov1m1ento subalterno que tiene FORMACIÓN OBRERA Y PENSAMIENTO OBRERO
la mayor dificultad para concebir que puede gobernar el país y la so- SOBRE LA CULTURA EN FRANCIA DESDE
ciedad. En cambio, la Revolución francesa dio al obrero francés el senti- MEDIADOS DEL SIGLO XIX
miento de que los revolucionarios encarnan la república. Lo que las
tradiciones del artesanado, de la calificación técnica, de la instrucción y MARCEL DAVID
de la autoformación cultural dieron al viejo artesano inglés es la idea de
que puede prescindir del capitalismo; pero el proletariado en su conjunto
no logra compartirla. En el interior del movimiento obrero es fácil des-
cubrir algunas características que no son de origen obrero pero que
constituyen la herencia de la burguesía radical; por ejemplo: el pacifismo,
tan poderoso en el lndependent Labour Party en 1914, y que en el
mismo momento lleva a dimitir a dos ministros liberales. Las debilidades El tema de la comunicac1on que tengo el honor de presentarles es
ideológicas, la subordinación mental del movimiento obrero inglés prÓ- tan vasto que resulta por completo imposible tratarlo de manera
vienen de que se desarrolló en un marco capitalista liberal. exhaustiva. Me será necesario insistir en ciertos aspectos.
A causa de su heterogeneidad, no creo que las fuentes parlamenta- Además, el estado de las investigaciones en semejante materia nos
rias inglesas se presten para un análisis como el deseado por el señor impondría dejar en blanco el estudio de ciertas cuestiones: por ahora
Crouzet. En cuanto a la prensa popular inglesa de fines del siglo XIX, carecemos de trabajos históricos sobre el período posterior a 1871
a despecho de su tiraje ya elevado, se dirige en primer término a la pe- que puedan compararse a los de G. Duveau sobre la Segunda repú-
queña burguesía. El primer diario comercial francamente dirigido al pú- blica y el Segundo imperio. Hay tesis en marcha, pero aún no han
blico proletario fue el Daily Mirror, en 1940. Anteriormente, los grandes visto la luz. Hemos tenido que contentarnos con algunos sondeos,
éxitos de la prensa inglesa con respecto a la clientela obrera fueron los
periódicos dominicales, que desde mediados del siglo XIX se dirigían
apenas aptos para convencernos de que la consulta de las fuentes
verdaderamente a tal público con su combinación de crÍlnenes, deportes sobre la base de los índices y repertorios existentes exige ser comple-
y radicalismo político. El Daily M ail, el Daily Express eran un poco lo tada con exámenes más sistemáticos.
que la opereta con respecto a la música popular: un modelo construido Ahora u_na observación que, por preliminar que sea, nos per-
en primer lugar para la clase media. mitirá precisar de una vez nuestra problemática: abordamos aquí el
Para responder al señor Lutaud sobre la ignorancia cultural de los tema de la· formación y de la cultura no con respecto al conjunto de
cartistas: no creo posible que hayan tenido un recuerdo muy preciso de los trabajadores sino con respecto al movimiento obrero únicamente.
la revolución de 1649. Pero pienso que habían asimilado al menos al- De su pensamiento trataremos, y de esa rama tan particular de la
gunos movimientos culturales: corriente republicana, antiaristocrática. Por educación de los trabajadores que es la "formación obrera".1
supuesto, falta en esa prensa de comienzos ,del XIX el esfuerzo de educa-
No obstante, una de las cuestiones centrales relativas a las po-
ción, de vulgarización cultural que hallaremos en los movimientos mucho J
más organizados de fin de siglo. Mi conclusión sería que la situación de
siciones del movimiento obrero en la materia interesa igualmente a
la cultura obrera difiere en Gran Bretaña y los demás países. la masa: no nos referiremos a ésta sino en la medida indispensable
Contesto, por último, a la pregunta del señor Bédarida sobre la es- para la correcta comprensión de aquélla.
cuela. Recientes trabajos le han sido consagrados por Brian Simon, John Tal cuestión central, que a primera vista no concierne al histo-
Harrison y otros. No existe sistema de educación nacional en Inglaterra riador, puede formularse de la siguiente manera: ¿es verdad que asis-
antes de 1870. Los esfuerzos educativos son pues obra de la filantropía y timos, en lo que toca a la formación y la cultura, a una alineación
de la religión; en el nivel superior de la clase obrera, interviene la auto- de las posiciones obreras, masa y militantes incluidos, conformes a
educación. El ideal obrero es el de una educación de clase; el ideal pa- las que prevalecen en la sociedad global? ¿Es verdad que se produce
tronal, liberal, es en cambio el de una simple asimilación de la cultura una integración del pensamiento de los trabajadores a aquel cuya
por los plebeyos. Dentro del sistema escolar dualista de Inglaterra se ha conservación, puesta al gusto del día, y cuya relativa difusión ase-
desarrollado no obstante una indiscutible democratización. gura a la vez la sociedad burguesa?
Otros problemas merecerían ser tratados: por ejemplo, el de las
relaciones dentro de la fábrica, que constituye una gran parte de la 1
Cf. La formation ouvriere, Actes du Colloque international de
cultura obrera. Sobre este punto nos hallamos en una ignorancia casi Strasbourg, julio de 1955 (Paris, 1956), p. 18.
total en lo concerniente al siglo XIX.
[219]
220 FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA 221
Los sociólogos y -psicosociólogos responden de dos maneras dife- partidarios de una y otra respuesta a dos maneras igualmente dife-
rentes. Para unos, como Alain Touraine, se dibuja, en vinculación con rentes de concebir el sentido de la evolución: retroceso en un caso,
los procesos de transformación tecnológica y de industrialización, una lento progreso en el otro.
tendencia a la integración de los comportamientos, de las actitudes Es precisamente entonces cuando el historiador tiene la mejor
y de las representaciones de los trabajadores en el modelo cultural oportunidad para dejarse oír. Para él se trata de determinar cuál de
segregado por la sociedad de consumo. De ello resulta que para el esas dos respuestas, en la medida en que se revelan históricamente
movimiento obrero el objetivo ya no puede ser militar por la elabo- contradictorias, corresponde a lo que el pasado fue en realidad.
ración de una cultura obrera específica; sino más bien pesar sobre Para hacerlo, necesitamos a nuestra vez tener presentes tres
los centros de decisión de los que dependen la producción y el consu- clases de consideraciones.
mo de la cultura de masa. La primera es relativa a la distinción entre trabajadores desor-
Otros, tales como Chombart de Lauwe, R. Kais y J. Larrue, se ganizados o simples adherentes, y militantes, entre la masa y el mo~
1
fundan en el resultado de encuestas, esta vez dirigidas directamente, vimiento. No por el placer de hundir una cuña entre una y otro, sino
acerca de la imagen que se forman los obreros de la instrucción y porque en nuestro dominio no está excluido que la pobreza cultural
de la cultura. Las encuestas desembocan en la comprobación de a nivel de la masa haya sido paralela a una autonomía efectiva a
que, por ahora, la masa de los obreros es presa -de una relativa indi- nivel de los militantes.
gencia cultural, compensada por un nivel de aspiraciones y de re- Tampoco está excluido, y ésta podría ser la segunda considera~
presentaciones claramente más elevado entre los militantes. Más pre- ción, que el supuesto contraste entre masa y militantes deba acom-
cisamente, la masa de los trabajadores se les presenta tironeada entre pañarse de un análisis más fino relativo a la parte respectiva de los
la tentación de compensar su despojamiento cultural con la esperan- trabajadores manuales y de los intelectuales en el proceso de renova~
za de una situación futura susceptible de ser radicalmente diferente, ción cultural a partir de valores específicos cuyo portador es el mo-
y su incapacidad práctica para dar cuerpo a un proyecto revolucio_- vimiento obrero.
nario de la cultura. Con la tercera observación nos hallamos en un terreno fa-
De ahí el peligro, para el movimiento obrero, de. una distancia, miliar al historiador: el de la cronología o, más bien, de la "pe-
incluso de un corte, entre sus propias reflexiones innovadoras y la riodización-''.
impotencia de la masa para asimilarlas a causa de las presiones que En los datos de nuestros problemas y en su solución hay un
soporta y del bajo nivel cultural que sigue siendo su suerte. corte muy neto que coincide con la primera guerra mundial, lo que
Aquí nos corresponde, desde el punto- de vista hlstórico, obser- no significa que otras fechas no correspondan a cambios importan-
var que ambas respuestas implican maneras de conservar el pasado tes. Así con los años que van desde 1880 hasta 1890, desde 1932
que no coinciden necesariamente. hasta 1938, desde 1948 hasta 1956, desde 1961 hasta 1966. Pero
Los sostenedores de la segunda respuesta no se arriesgan en el ninguna de esas fases se compara en importancia, al menos para
campo del pasado. Pero si debieran hacerlo, sin duda les costaría Francia (pues en Inglaterra es en la década de 1880 cuando se pro-
imaginar que la situación en el pasado haya podido ser notablemen- duce el corte más claro), con el gran cambio consecutivo a 1914~1918,
te mejor que en el presente. es decir, la reabsorción, en algunos años, del sindicalismo revolucio-
La primera respuesta postula en cambio la existencia de tina nario cuya unidad doctrinaria, sin embargo, acababa de realizarse
"autonomía cultural" de los trabajadores en el siglo XIX y durante la cuando estalló la guerra.
primera fase de la industrialización. Por este concepto, como por el
de "subcultura obrera", se encuentra evocada desde el punto de par-
1 tida una situación cuya especificidad implica más bien un contenido I. LA CULTURA COMO DIMENSIÓN EDUCATIVA DE UN NUEVO
sustancial y enriquecedor que una frustración que desemboca en la HUMANISMO Y LA FORMACIÓN OBRERA POR LA ACCIÓN
1
indigencia, por no decir en el vacío. HASTA LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Y esta plausible diferencia de visión de la situación inicial (es
decir la de mediados del siglo XIX) es susceptible de conducir a los Hasta la primera guerra mundial, es esenciahnente en términos de
222 FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA í~ FO:M~::N Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA 223
práctica y acción como el movimiento obrero se plantea et problema Con tal maestro, no es asombroso que el movmuento obrero
de la formación obrera. Por lo demás, conociendo su imposibili- naciente, en la medida en que se preocupa de la formación median-
dad de entrar en las humanidadCs clásicas monopolizadas por la te el estudio de los trabajadores adultos, no se imagine que dicho
burguesía y careciendo además del deseo de hacerlo, el movimiento estudio pueda tener. otro objeto que el técnico-profesional.
obrero está en busca de un nuevo humanismo. De hecho, nos hallamos en el período de entusiasmo por los
Estudio y cultura no constituyen todavía para él centros autó- cursos técnicos nocturnos, organizados por las escuelas y asociaciones
nomos de reflexión. Se preocupa por ellos incidentalmente, a propó- de ingenieros. No nos detendremos aquí más que para comprobar
sito de la formación técnico-profesional o bien de la acción y de la que los militantes, sin ser hostiles a esos cursos y aunque a veces
práctica como formación. En cuanto a la cultura,- no emerge sino sobreestimen su alcance, son conscientes de sus imperfecciones. De
como dimensión de un nuevo humanismo e incluso es apenas dis- creer a Corbon, 3 por ejemplo, tales cursos no tocan sino a muy pocos
tinta de la educación. obreros, padecen la falta de asiduidad de los alumnos, quienes, des-
Sin embargo, los datos del problema no permanecen inmutables pués de agobiantes jornadas de trabajo, no están ya en condiciones
desde mediados del siglo XIX hasta 1914. La década de 1880 opera de hacer un esfuerzo intelectual sostenido.
bastantes cambios claros como para que puedan ser considerados dos _Así llegamos a las razones de la primacía de la práctica como
subperfodos. modo de formación de los trabajadores: falta de tiempo libre, falta
de instrucción de base, falta también de instituciones adecuadas de
formación obrera que puedan compararse entre 1903 y 1907 con la
AJ Desde 1848 hasta la década de 1880 W.E.A. inglesa, la Plebs League y el Ruskin College; ausencia, por
último, de adaptación pedagógica de los educadores profesionales u
Éste es, en líneas generales, el período estudiado por G. Duveau, ocasionales a un auditorio obrero.
principalmente sobre la base de los informes de fiscales generales y No cabe decir que durante este período los militantes no se
prefectos Y. también de militantes delegados a las exposiciones uni- preocupen más de su formación técnico-profesional. Pero están obli-
versales. Se añade toda una serie de obras también de militantes, a gados a comportarse como autodidactas, es decir, como hombres cu-
los que G. Duveau, llevado por la simpatía, llama "nuestros" obreros. riosos de todo, preocupados por almacenar todos los conocimientos
En este período el modelo, el maltre a penser es indiscutible- posibles pero huérfanos de una armazón o estructura de pensamien-
mente Proudhon. Es por completo imposible proceder aquí a un es- to. Para apagar su sed de cultura disponen esencialmente del diario
tudio pormenorizado del pensamiento de Proudhon relativo a lo que y de las bibliotecas populares. Sobre las cualidades y defectos de esos
él llama la instrucción obrera y a la cultura. Por el momento ten- instrumentos de formación según los propios militantes de la época,
gamos sólo presente que según Proudhon toda idea nace de la acción que nos baste con remitir a los trabajos de G. Duveau.
y debe volver a ella. Tal sería el proceso de nuestro entendimiento. 2 Concentremos más bien nuestra atención en la idea que de la
De ahí el primado de la acción para la formación. Pero ¿de qué cultura se forjan los militantes, pues este aspecto no retuvo la aten-
acción se trata? Ante todo de la práctica profesional, del oficio, ción de G. Duveau, preocupado únicamente por el pensamiento
simplemente del trabajo. Se sabe que para Proudhon el trabajo no obrero sobre la educación y la instrucción. No hay duda de que aquí
sólo tiene un valor filosófico sino también cultural. Por el trabajo el sigue abierto a la sagacidad de los especialistas todo un campo de
hombre se expande, alcanza su pleno desarrollo. De ahí la costumbre investigaciones. Arriesguemos no obstante la hipótesis de que no cabe
de. considerar, con justicia, a Proudhon como el padre del humanis- esperar revelaciones sensacionales por la simple razón de que a
mo del trabajo, que apunta a remplazar las humanidades clásicas los ojos de los militantes, preocupados por sacar de su ignorancia
por los valores culturales latentes en el trabajo, con todo lo que tienen a los trabajadores, instrucción y cultura no están lejos de formar un
de prometedor, pero también de insuficientes para constitu.ir por sí todo único.
solos una cultura. Si nos fiamos, en efecto, de los escritos más notables de esos
2 Cf. De la justice dans la Révolution et dans l'Église (París, 1932)i
t. 111~ p. 69.
3 De l'enseignement professionnel (París, 1859), pp. 71-72.
FORIVIACIÓN Y P~NSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA 2Z5
224 FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA

militantes, los Leneveux, Benoí:t, Peupin, Greppo, Denis, Poulot, Una doble influencia se deja sentir: la de los aconLecrm1entos y
Corbon, Perdiguier, y también de los militantes de la Internacional, la de la doctrina, por lo demás estrechamente interdependientes.
los Varlin, Tolain, Fribourg, Limousin, se descubre una sólida incli- Los acontecimientos: la Comuna de 1871 y las enseñanzas que
nación a "instruir e instruirse". Se preocupan también por reformar el movimiento obrero extrae de ella en lo tocante al carácter ine-
la escuela a fin de volverla acogedora para los adultos. No cabe luctable de la lucha contra la burguesía; también el segundo soplo
asombrarse de que Proudhon haya encontrado en tal medio émulos, de la Revolución industrial con sus efectos deshumanizantes pero
entusiastas por cierto, pero bastante versados ellos mismos en los tarnbién con la emergencia de las masas; igualmente tengamos pre-
problemas de la escuela como para escoger y desechar entre las auda- sente el caso Dreyfus, con su doble prolongación, una hacia el Dere-
cias de su maestro. cho y la Verdad como valores a recuperar por el nuevo humanismo,
Instrucción y cultura, a sus ojos, no bastan sin embargo para otra hacia el robustecimiento de la conciencia laica; por último, la
hacer del trabajador un hombre plenamente desarrollado. También crisis internacional que dio al movimiento obrero la ocasión de pro-
les es necesario sacar provecho de todo lo que puede aportarles el bar la solidez de sus opciones internacionalistas, incluso antipatrióticas.
trabajo. Proudhon, una vez más, meditando sobre este tema y am- Asimismo influencia de la doctrina: diversas corrientes en su
pliándolo hasta la dimensión de una filosofía, tiene la garantía de seno contribuyen a enriquecer el nuevo humanismo.
encontrar en los militantes de la época una comprensión honda. Un lugar preferente corresponde evidentemente a Marx. Es
Consideremos al trabajador que supo extraer de su instrucción sabido que para él el hombre se realiza mediante el trabajo conside-
y de su tarea profesional los elementos de un pensamiento coherente. rado en su relación dialéctica con el pensamiento. Marx, además,
No se lo tiene aún por un hombre completo. Pues le falta, según sitúa el potencial cultural del trabajo tanto en las relaciones sociales
los autores .citados, ese gusto por la ciencia que previene contra los que le son inherentes como en el cumplimiento mismo de la tarea.
apriorismos. También le incumbe desconfiar de los extremos y asumir Por otro lado, cuando Marx habla de la acción como forma-
lo que tienen de benéfico las tensiones. ción, no la reduce por entero a la práctica profesional. Se_ trata
Por último, el militante debe vivir dignamente y contentarse con también, e incluso sobre todo, de acción militante y revolucionaria,
un honesto buen pasar. Si lo anima la pasión de la libertad, entiende iluminada por el conocimiento del socialismo científico.
no dejarla degenerar en licencia. Su conciencia moral lo conserva Pues, para Marx, el estudio, en la medida en que esté presente
respetuoso de una escala de valores en la cual el bien vale más que en la fonnación de los trabajadores, no podría en un régimen capi-
talista ser concebido de manera que forme al hombre completo sobre
!! lo bello y el rigor intelectual cuenta más que el afinamiento del gusto.
la base de una instrucción que se pueda calificar de integral. 4
En suma, esta manera de pensar y actuar, que quiere ser inno-
vadora sin repudiar un sólido apego a los valores auténticos que nos Sería evidentemente muy interesante examinar si ese aspecto de
aporta la tradición, es a la vez una moral, una cultura y una filo- la doctrina ha sido retomado y profundizado por los marxistas fran-
sofía, unidas por un común respeto hacia el -trabajo. ¿Hay mejor ceses de la época, un Guesde por eje1nplo.
término que el de humanismo y humanidades para designar esta con- También está presente la corriente anarquista, tanto más im-
cepción general de la existencia? Y no está excluido que, ya, los portante cuanto que opera su unión con el sindicalismo y contribuye
militantes se sirvan de esos términos añadiéndoles el espíteto (;obre- muy a1npliamente a la elaboración por éste de su propia doctrina
ros": ¿acaso no entienden hacer del pleno desarrollo del trabajador, revolucionaria.
en tanto que hombre, su objetivo supremo? ¿En qué consiste, pues, el aporte del sindicalismo revoluciona-
rio al humanismo?
Primero en la nueva juventud insuflada de l'a idea de que la vida
B] De la década de 1880 a la primera guerra mundial y la acción constituyen la gran escuela de los trabajadores, y de que
éstos deben contar sólo consigo mismos para instruirse y cultivarse.
Durante esta fase se asiste al mantenimiento del objetivo humanista, Por acción, a partir de entonces, se entiende la acción directa contra
englobando las preocupaciones propiamente culturales, pero también los capitalistas y la huelga general.
a la renovación parcial de su contenido. 4 Cf. El capital, I, sección 4, cap. xv.

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L
226 FORMACIÓN Y rENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA FORil-1ACIÓN Y I,'ENSA?t1IENTO OBRERO EN FRANCIA 227
Gracias a ellos, además, el humanismo se enriquece con valores mación general; pues lo que más falta a la clase obrera según la
que son otros tantos temas posibles de renovación cultural: primero conocida expresión de Pelloutier, es "la ciencia de su desgracia".
y sobre todo el sentimiento de rebelión contra el orden establecido e 2] La necesidad del movimiento obrero de levantar por sí mismo
incluso contra toda autoridad; luego la pasión por la libertad llevada los órganos educativos adecuados: servicio especializado de las bolsas
hasta el libre albeldrío y el rechazo de todo catecismo; a lo que se de trabajo para Pelloutier; enseñanza superior obrera en el marco de
agrega la solidaridad, que desemboca en el internacionalismo. la Unión Departamental de los sindicatos para Thierry.
Nadie ha expresado mejor que E. Mounier la riqueza, al mismo 3] La confianza en la capacidad de la clase obrera y en la
tiempo que los excesos, de semejante humanismo: aptitud de los trabajadores para suscitar una nueva cultura, nuevas
"Al lado de ciertos marxistas y su seriedad científica, estos "humanidades" que Thierry califica de "obreras", sin dejar de mos~
endiablados hombres (los polemistas del anarquismo) son verdade- trarse "amantes apasionados de la cultura de sí mismo". 8
ros inspirados: los problemas morales y religiosos los fascinan, sus 4] El "rechazo a medrar": es decir, la voluntad de continuar en
tesis los hacen arder, sus combates los consumen. . . Moralistas, el pueblo y a su servicio. Para esto no hay mejor medio que ser uno
siempre son algo más que meros doctrinarios: es lo que a menudo en mismo un trabajador y ayudar a sus compañeros a formarse: si uno
sus análisis deja pasar tanta verdad humana a través de las elucu- 'es maestro, por supuesto que se i1npone una tarea de la misma natu-
braciones más extravagantes." 5 raleza, mediante la adhesión al sindicato.
A todos esos temas que contribuyen a renovar la concepción que 5] Pelloutier, como Thierry, reconoce que en el dominio de la
el movimiento obrero se forja del humanismo y la cultura, agrega- formación de los trabajadores todavía se está en pañales y que hay
mos el sentimiento de la miseria obrera, aunque se manifieste sobre aún que probar que todos los esfuerzos de formación realmente shven
todo en la literatura obrera que comienza a desarrollarse al margen a la causa del movimiento obrero. 9
del movimiento obrero y que con demasiada frecuencia cae en una Sin duda alguna, la influencia de estos dos hombres, sobre todo
delectación morosa ante esa miseria. 6 de Pelloutier, fue considerable en la toma de conciencia progresiva
Pero dejemos las consideraciones generales sobre el humanismo por el movimiento obrero anterior a 1914 de la importancia del pro-
para centrar nuestra atención en el pensamiento de dos hombres blema de la formación obrera. Dirigentes como Griffuelhes, Pouget,
que, de 1892 a 1914, contribuyeron más que nadie a hacer. avanzar Monatte, Merrheim y otros son ganados por la idea de que ha llega-
la causa de la formación obrera específica en el seno mismo del do el momento para ellos, y más ampliamente para los militantes,
movimiento obrero: se trata de Fernand Pelloutier y de Albert "de remplazar la ola de vuelos oratorios por el conocimiento preciso
Thierry. 7
Para nuestro tema es posible presentar conjuntamente su aporte
1
1
de las realidades económicas". Es cosa muy conocida que Merrheim
estaba familiarizado con la lectura de los anuarios de las sociedades
aunque se trate de dos militantes muy diferentes c_omo tipos de capitalistas. En este aspecto, convendría -proceder a un análisis siste-
hombre y por el papel que asumieron: Pelloutier es un organizador, mático de los escritos de esos dirigentes: informes en congresos, fo-
Thierry inás bien un doctrinario; uno se consagra claramente a la lletos, artículos periodísticos, correspondencias. 1 º
formación de adultos, el otro se dedica más a la formación de jó- Sin embargo es lícito observar que hasta 1914 el problema de
venes trabajadores. la formación obrera sigue siendo relativamente secundario en la vida
Pero están de acuerdo en lo esencial, que implica:
1] La necesidad de los militantes de no contentarse con una 1 sindical. Por cierto, no faltan los congresos sindicales que lo han
puesto en el orden del día: así el "Congreso nacional corporativo" de
formación técnico-profesional. Les parece indispensable añadir a Rennes (1898) y el de Marsella (1908). Pero sobre todo fue trata-
ésta conocimientos económicos y sociales así como una sólida for- 1 do en los congresos nacionales de bolsas de trabajo: París (1900),
Argel (1902), Tolosa (1910), Le Havrc (1912).
Anarchie et personnalis1ne, en CEuvres (Seuil), t. I, p. 667.
¡¡:
G Cf. al respecto el libro de M. Ragon, Histoire de la littérature 8 Pclloutier, op. cit., p. 14.
9
ouvriere (París, 1953), especialmente el cap. 3. G. Vidalcnc, L'éducation ouvriere (París), p. 43.
1 Del primero Histoire des bourses du travail (París, 1921); del seR 1 0 Para una aproximación bibliográfica, véase la obra de R, Brécy,

gundo, Réflexions su~ l'éducation, seguidas de Nouvelles de Voves (París, 1923).


1
Le mouve1nent syndical en France (187JR1921) (París, 1963).

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1
,¡ 228 FORMACIÓN y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA 229
En 1898 la cuestión es abordada desde el ángulo de "los cursos ,'{- imposibilidad para una educación de los adultos (que apunta
profesionales": el congreso se limita a preconizar que se les anexe una especialmente a los trabajadores) de desarrollarse al margen del mo-
1 parte sindical, cuyo contenido, por lo demás, no explicita. vimiento obrero: algunos, tales como C .. Guieyesse ( Cahiers de la
!I En 1902 se crea una comisión confederal de educación sindi- Quinzaine, 2º cuaderno, serie nr, octubre de, 1901) y G. Séailles (ibid.,
!j
cal que sobre todo se propone formar a los "jóvenes de uno y otro • febrero de 1902) fueron perfectamente conscientes de ello, pero su
sexo" mediante conferencias, circulares, folletos. ··.1··
..·.•.·
punto de vista no prevaleció;
En 1908, al parecer, se da un paso más con las "escuelas sindi- . ' ~+ la parte de ilusión que había a comienzos del siglo xx (y que
cales" (informe presentado al congreso de la CGT por Trévennec en habría aún hoy) en la puesta en marcha de la educación obrera, al
nombre de la bolsa de trabajo de Lorient). Pero, ¿de qué se trata, hacer como si la lucha de clases no existiese.
exactamente? Una frase como ésta invita a pensar que puede tra- Pienso igualmente, desde el punto de vista doctrinario, en la
tarse de escuelas para adultos: "Si queremos una transformación corriente de pensamiento que en los años que precedieron a la guerra
social tal que después de ella la sociedad pueda funcionar normal- gravitó, instigada por L . Herr, en torno a los antiguos normalistas de
mente. . . es necesario para eso contar con hombres de acción, que la rue .d'Ulm, en su mayoría ganados, en tanto que socialistas, por la
tengan además una mentalidad de hombres libres. ¿Qué educación rama política del movimiento obrero. Unos, profesores como Ch.
se la proporcionará? Debe ser tarea del sindicalismo; además de su Andler y G. Séailles, otros, hombres políticos como Jaures y A.
I! misión de organización, tiene la de la educación de los trabajadores." 11 Thomas; también algunos escritores, como P. Hamp, sin omitir por
Pero lo que sigue elimina toda ambigüedad: "el sindicalismo supuesto a quienes, como Péguy y Halévy, se sitúan al margen y en
no tiene más seria y urgente tarea que la de eliminar el envenenamien- reacción contra el socialismo.
to del cerebro del hijo del proletario por el Estado burgués ... Esta Sería necesario un estudio sistemático de la obra de cada uno
faena ruda y bella es posible en un inmueble independiente, con de estos autores para medir exactamente sus relaciones. Habría que
educadores absolutamente libres, absolutamente de los nuestros". 12 considerar especialmente la obra de Jaures (sobre todo la serie de
Por escuela sindical se entiende pues una escuela para niños y artículos reunidos bajo el título de Action socialiste, donde el autor
no para adultos, cuyo objetivo asignado es "no educar al niño aislán- expresa su pensamiento sobre la enseñanza; a revisar también, desde
dolo, sino contraeducarlo armándolo." 13 este punto de vista, L' armée nouvelle).
Si ya es patente que la atención otorgada a la educación obrera Al parecer, este aporte, considerado globalmente, puede redu-
por los congresos es débil, el tema de la cultura casi no es abordado. cirse a los cuatro puntos siguientes:
Esto no significa que, durante este período, los militantes no se viesen 1] Voluntad de volver accesibles al pueblo, por la enseñanza,
enfrentad6s al problema. Pero sucedió marginalmente y desde el los conocimientos inherentes a las humanidades clásicas.
exterior, al menos con respecto a la organización sindical 2] Oportunidad de hacer admitir a la clase obrera que le in-
Desde el punto de vista institucional, pienso evidentemente en teresa adoptar algunos de los valores humanistas traSmitidos por el
la conoc,ida experiencia de las universidades populares. Éste no es el pasado.
lugar para tratarla, y tanto menos cuanto que fue recientemente 3] Necesidad, no obstante, de proceder a una renovación par-
objeto de un estudio profundo en Le mouvement social (abril-junio cial de ese humanismo clásico, gracias a la ciencia, por una parte, y
de 1961). más ampliamente, por otra, gracias al aporte de sangre fresca prove-
Simplemente resumamos sus enseñanzas: niente de la clase obrera.
* incapacidad de las humanjdades clásicas para responder al 4] Apertura de las universidades al mundo obrero.
interés y las necesidades de los trabajadores; Pero ya es hora de llegar al segundo período, en el cual conti-
* necesidad de reconsiderar los métodos pedagógicos y el papel nuaremos en compañía de algunos de los hombres que acabamos de
del maestro frente a los trabajadores; mencionar.
11 G. Vidalenc, op. cit., pp. 311-312.
12 !bid., p. 312.
13 !bid., p. 326.
230 FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA 231
II. LA CULTURA COMO OBJETIVO DE LA VIDA Mll..ITANTE Y LA gen del movimiento obrero, esas instituciones no dejan de provocar
FORMACIÓN POR EL ESTUDIO, DESDE EL FIN DE LA PRIMERA POSGUERRA el sentimiento de que a partir de ahora es posible, sin correr al fra-
caso, poner en funcionamiento un sistema de formación no profe-
Tal como lo hicimos en la primera fase, nos parece oportuno pro- sional que alcance efectivamente a los medios populares, particular-
seguir nuestra "periodización" en lo que atañe a la segunda. mente a los adultos, y esto último merced a una pedagogía adecuada.
Desde 1919, tres fechas dominan la evolución: Hay otra novedad no menos importante para la formación
* 1932, con la creación por la CGT del Centro confedera! de obrera: se trata de las nuevas formas de la vida militante. La
educación obrera y del Instituto superior obrero; mayor parte del movimiento sindical admite la necesidad de usar
* 1948-50, que coincide con la estructuración y normalización otros medios fuera de la acción directa. Admite la necesidad de ne-
por cada central sindical de sus organismos educativos; gociar con los patrones para obtener acuerdos, bajo la égida, más o
~'f 1960-61, que ve comenzar la integración de los problemas cul- menos, de los poderes públicos. Es el comienzo de la formación de
turales en el campo de las tareas propiamente sindicales. ciertas piezas constitutivas de un sistema de relaciones industriales.
Tales segmentos cronológicos tienen por qué sorprender, pues pa- Y al mismo tiempo que los representantes de los trabajadores
recen desdeñar fechas tales como 1936 y 1945. Lejos de nosotros, en ingresan en las comisiones mixtas, los problemas que éstas deben
realidad, la intención de subestimar su significación. Por el contrario: tratar se tornan más complejos. Razón de más para intentar satisfa-
¡i! representan los dos puntos culminantes del subperiodo 1932-1948. cer la necesidad creciente de formación.
¿Cómo se presentan, pues, durante este período, las realizaciones
::~ de formación obrera?
A] De 1919 a 1932 Sin duda son aún de poca amplitud a causa del tiempo y los es-
fuerzos consagrados a estudios previos, a causa sobre todo del debi-
Dos palabras sobre las nuevas condiciones, y en p_rimer término litamiento del movimiento obrero consecutivo a la escisión de 1921.
sobre el robustecimiento de las bases objetivas. Sin embargo, ya desde 1919, en el congreso de la ccT reunido
A partir de ahora es posible, para los sostenedores de la forma- en Lyon se adopta una moción en favor de la formación, a la cual
ción obrera, hacer pie en el mínimo de conocimientos propagado por se hará después permanente referencia. Se decide, en efecto, con
la enseñanza primaria, gratuita, obligatoria y laica. arreglo al informe de L. Zoretti, instituir en "la sede de las uniones
Así se encuentra eliminada la condición previa con la cual vienen locales y departamentales comisiones de formación que tengan espe-
a chocar en los países subdesarrollados, aún en nuestros días, todas ciahnente como objetivo organizar cursos de enseñanza media sindi-
las tentativas de formación sobre una base de analfabetismo. calista, destinados a los adultos y orientados a su perfeccionamiento
Además, los hombres preocupados por la formación obrera en el profesional y social". 16 Por una parte, esto se destina a los cuadros
interior del movimiento obrero francés se inician seriamente en las sindicales y, por otra, a las masas.
realizaciones extranjeras; siempre, claro está, de Inglaterra, pero En la ceTu, de 1921 a 1930, el problema de la formación se
también de Alemania, de Escandinavia; de Bélgica también, gracias plantea sobre todo con respecto a las juventudes sindicalistas. Se
a la Universidad del trabajo de Charleroi. formula el deseo de poseer escuelas sindicales, sin otra precisión. En
Incluso en Francia se asiste a la puesta en marcha de institucio- la práctica tienen lugar "conferencias de masa" y jornadas de_ estu-
nes de educación popular, cuyo recuento (agrupaciones juveniles, es- dio que, si creemos al congreso de SaintMÉtienne de 1922, se colocan
coutismo, cineclubes, equipos sociales, compañeros de la 'Universidad "en el terreno práctico e ideológico".
nueva) han realizado recientemente B. Cacér€:s, en su Histoire d~ En la CFTC, Zirnheld pone en el orden del día, ya en el primer
féducation p.opulaire, 14 así como J. Charpentreau y R. Kaes en congreso de 1920, "la creación de una organización central para la for-
La culture populaire en France. 15 Aun cuando se desarrollen al mar- mación de propagandistas ... y de funcionarios sindicales". A con-
tinuación, en cada congreso es presentado un informe sobre la
14 París 1964.
Hi París, 1962. 16 G. Vidalenc, op, cit., p. 330.
232 FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANdiA 233
formación (el informe de Simon en 1921; el de Lafeuille en 1924; el después, en 1935, reúne sus escritos en una obra de significativo
de Huleux en 1927). título: C'ulture prolétarienne. 19
Se organizan sesiones a escala nacional, sin sede fija, en rela- Sin discutir que la cultura que él califica de burguesa (irunedia-
ción y con la ayuda de semanas sociales y secretariados sociales; se tamente posterior a la aristocrática) haya tenido sus méritos, piensa
las denomina "sesiones confederales de estudios y de prácticas sin- que la burguesía ya no hace más que "ingeniarse para salvar y ma-
dicales". quillar los simulacros de su cultura." 2 º Es por tanto indispensable que
Escuelas normales obreras ven la luz en dos o tres regiones (el otra quite de las manos indignas de la burguesía la antorcha de una
norte, Lyon, París). cultura "realmente humana, de la cual ninguna clase de la huma-
En el décimo congreso (1929) se pone en el orden del día un nidad será proscrita". 21 Y para Martinet esta clase no es otra que la
proyecto de "escuela de dirigentes confederales". clase obrera, "que sabe que lucha por la emancipación real de todos
El tercer rasgo que cabe señalar en este período se sitúa en el los hombres". 22
plano de la cultura: se trata del desencanto con respecto a la cultura Sin duda, Martinet fue uno de los que más contó con la clase
proletaria. obrera para renovar la cultura. Su certidumbre de la victoria final
Depende en primer lugar de que se va conociendo, poco a poco, de la revolución descansa en "una inmensa confianza en la capacidad
la experiencia soviética Proletkult y sus sinsabores. Los Shulguin, los y destinos de la clase obrera". 23
lli Bogdanov, los Vaganian, en efecto, creyeron en la posibilidad de Ahora bien, hay que reconocer que no se impuso la tesis de
crear de inmediato después de la revolución, y de arriba abajo, una Martinet, según la cual corresponde a la clase obrera renovar la cul-
cultura enteramente nueva a partir de los valores propios de la clase tura por sí sola, a partir de sus propios valores. Tuvo la misma suerte
obrera. La trasformación brusca del sistema económico, social y po- que el sindicalismo revolucionario, cuya expresión, por lo demás,
lítico les parecía de la naturaleza adecuada para posibilitar seme- aspiraba a ser en el plano de la cultura: se vio arrinconada entre el
jante mutación cultural. De ahí la propuesta de suprimir las escue- simplismo esterilizante del estalinismo y la búsqueda de una compo-
las, sobrevivencia del capitalismo; de ahí el rechazo de la llamada nenda constructiva por parte del reformismo.
cultura burguesa, no sólo en su contenido sino en sus estructuras. El El pensamiento de Martinet habría merecido un destino mejor.
taller y la fábrica deben remplazar a la escucla. 17 Pues es equivocadamente como a menudo se lo presenta como expre-
Lenin, desde un principio, fue bastante realista para oponerse sión de un obrerismo estrecho. Para él la cultura proletaria no es
a esos excesos. Sin dejar de preocuparse por facilitar la eclosión de sólo la de los obreros, sino la que alimentará a toda la humanidad.
los valores culturales latentes en el trabajo, preconizó el aprovecha- No todo lo del patrimonio cultural del pasado debe rechazarse.
miento del patrimonio cultural del pasado, animándolo ideológica- Todo esto está muy bien, pero nada puede contra la compro-
mente según una opción conforme a la concepción marxista. "La bación de que no fue seguido ni por los intelectuales progresistas ni
cultura proletaria debe ser el desarrollo de las reservas de saber que por la masa trabajadora.
la humanidad ha elaborado bajo el látigo del capitalismo." Preconizó En el propio seno del movimiento obrero chocó con la oposición
por añadidura continuar apelando a los educadores del pasado, en la de un veterano: Ch. Andler, en su libro L'humanisme travailliste,
medida en que su necesidad se dejaba sentir. 18 La posición de Lenin essai de pédagogie sociale. 2 -1
prevaleció, aunque sólo a partir de 1930 de una manera definitiva. Los trabajadores, para Andler, lejos de tener que discutir los
Y no tardó en ser reinterprctada por los cuidados de Stalin. méritos de la cultura clásica, deberían poder acceder a ella. Además
También en Francia fue de actualidad el problema de la cultura (y sobre todo) a sus ojos no podría ser puesta en entredicho la ense-
proletaria. Nadie lo vivió con más intensidad que Marcel Martinct.
Este normalista de la calle de Ulm escribe precisamente en el 19 París, 1935.
20 Op. cit., p. 30.
mon1ento en que Lenin se debate con el Proletkult. Algunos años 21 !bid., p. 30.
17Cf. Pour un hilan de la fornzation ouvriere (París, 1957), pp. 247ss. 22 Ibid., p. 30.
18Cf. La révolution socialiste et les tdches de l'éducation, recopilación 23 !bid., p. 60.
de artículos (PaTis, 1925), p. 67. 24 París, 192 7.
234 FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA FORMACIÓN Y P.f,NSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA 235
ñanza por parte del Estado, y más particularmente la enseñanza Contentémonos con poner de relieve algunos puntos de im-
portancia:
superior.
y Andler plantea el problema de los caÍninos y medios de que 1 J El ~CE<?,. go~ d~ relativa autonomía estructural con respecto
deberían disponer los trabajadores para tener acceso a la enseñanza a la. ~rgan~~ac1on sind1c~l confedera!. Tiene su propio consejo de
superior, después de que el sindicato haya satisfecho las necesidades admmistr~c1on, aunque dispone de la ayuda material y moral de la
de formación elemental y media. Para tal fin conviene, estima, pro- CGT. El director, una vez nombrado por las instancias confederales
ceder a una vasta reorganización estructural de nuestras universida- goza de relativa libertad, especialmente en el reclutamiento d~
des, que implica la destrucción de divisiones y separaciones artifi- profesores.
ciales. Más que multiplicar las facultades en cada universidad, Andler 2] La. i_ntención es prodigar una enseñanza que no sea pura-
querría que éstas sólo tuviesen dos facultades, las cuales, en com- mente técnica como en la URSS ni esencialmente general como en
pensación, suscitarían en su seno multitud de institutos. 215 En el Inglaterra y Escandinavia, ni reservada a los "permanentes" como
marco de la Facultad de ciencias humanas, habría que crear un Ins- en Bélgica. Tal formación deberá pues ser accesible a los militantes
tituto del trabajo abierto a los obreros capaces de asimilar una en- e incluso a cualquier adherente que encare el panorama de una
señanza superior adaptada a sus necesidades, es decir, a la vez vida militante.
técnico-profesional y económico-social. 3 J Conviene no sobrestimar el alcance de las realizaciones del
1ic:
ccEo: se reducen esei:cialmente a cursos vespertinos, excepción
hecha de las semanas intern~cionales de. ~s:udios (de tiempo com-
:::1i B] De 1932 a 1948-50 pleto). Aunque el ccEo considere la posibilidad de recurrir a otras
1
fórmulas! prefiere los cursos durante la jornada de trabajo más bien
1 Un estudio exhaustivo de este período ex1g1r1a por sí solo más de que cursillos fuer~ de las _horas de. tr~bajo, para no correr el riesgo
''11' una comunicación. Dispondría de documentos que se toman más nu- de ocupar demasiado el tiempo ( s1 bien, al manifestar esta inclina-
1 merosos, más precisos y de mejor calidad. También sería muy com- ción, el ccEo tiene conciencia de romper con la tradición de la lucha
plejo, pues dos clases de realizaciones progresan juntas y a veces se obrera, favorable a una formación obtenida en las horas de ocio).
1
entrelazan a partir de 1936: una de formación obrera propiamente 4] El CCEo está persuadido de la necesidad de aplicar Jos mé-
1
1 dicha, otra, más amplia, de educación popular, ambas bajo el signo todos pedagógicos específicos de la educación de los adultos a la for-
1 del aprovechamiento del tiempo libre. mación obrera (radio, cine, formación de monitores, camarada-
He aquí que por fin, al cabo de una lenta maduración, desem- guía, etc.).
boca en realizaciones todo lo tocante a la formación de militantes en 5] El ccEo no deja de chocar con el temor de la CGT de que
1
el seno del movimiento sindical, y ello, por primera vez, a escala forme seudointelectuales más bien que trabajadores militantes.
1
1 confedera}. 6] A partir de 1936, con el Frente Popular, emerge la idea de
;:,,1
1 En 1932 la cGT crea el Centro confedera! de educación obrera, que al ser la formación obrera una de las ramas de la educación
1 acompañado en París por un Instituto superior obrero y en provin- nacional, ~e~ería g?zar de una ayuda financiera por parte de los
j cias por Colegios del trabajo. Razón de ser, estructura orgánica, na- poderes pubhcos: sin que tal cosa, por supuesto, atente en nada
turaleza y espíritu de las actividades, métodos e instrumentos de contra su independencia. De ahí el proyecto de Universidades del
trabajo, origen y calificación de los educadores, ritmo de desarrollo, trabajo administradas conjuntamente por el estado (1/3) la CGT
dificultades materiales en cuanto a medios financieros y locales, todo (1/3) Y la Federación sindical de la enseñanza afiliada ~ la CGT
eso nos es conocido gracias a dos folletos publicados en la época por (1/3). Un consejo nacional asumiría la tarea d; coordinación entre
instigación de los principales animadores: Georges y Émile Lefranc, las diversas universidades, mientras que la de París, además, tendría
el ya nombrado Zoretti, G. Vidalenc (los cuatro, educadores de a su cargo una "~nse~anza normal" para la formación de los pro-
profesión), y Duret, Delaisi, Boivin, etcétera. 26 fesores de las Un1vers1dades del trabajo de provincias.
25 Op. cit., pp. 53-54. Centre Confédéral, xvrr, 29 pp.; y La vie du CCEO et des Colleges du
26 Confrontar Ias publicaciones del rso: Les principes et la vie du Travail.. xxvu, 21 pp.
236 FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA 237
Por otra parte, una de las actividades más origi~ales del C~EO, miento de las opiniones de los intelectuales socialistas en vísperas
por intermedio del Instituto superior obrero, fue suscita~}ª r.eal~za­ de 1914.
ción de sesiones internacionales vinculadas a la Federac1on s1nd1cal Al menos, ¿no es Pontigny la aplicación del espíritu de 1936 a
internacional. los problemas de la formación y de la cultura? La clase obrera ac-
Tres de ellas tuvieron lugar en Pontigny. Se procedió a una cede a las alegrías de la reflexión, acompañando a las del aire libre
reflexión en profundidad acerca del contenido y el espíritu de la y el ocio. Apunta menos a eliminar a la burguesía que a compartir
formación obrera en relación con el problema de la cultura. Comu- de modo igualitario lo que tradicionalmente hizo la fuerza de ésta,
nicaciones y debates fueron objeto de publicaciones respectivamente incluso en materia de cultura. No renuncia sin embargo a echar
tituladas: Pour une culture vivante et libre (1936), For~er des hom- las bases de transformaciones estructurales, concebidas como la su-
mes (1937), Le droit au savoir (1938). peración, a la larga, del capitalismo.
Muy útil sería un estudio sistemático y comparado de esas :pu- Una vez precisado el espíritu de Pontigny, y por lo mismo el
blicaciones, que subraye en especial las diferenc~as de punto. de vista de los animadores del CCEO, queda por saber si refleja fielmente el
entre un conferenciante y otro. Así, las posiciones defendidas por del conjunto del movimiento obrero.
holandeses, belgas y escandinavos están lejos de ser idénticas a las Ya expresan reservas los escritores y artistas que se ponen al
de los franceses. Y entre los franceses también habría que poner de servicio del movimiento y se unen en el seno de la Asociación de es-
critores y artistas revolucionarios. En la prolongación de su esfuerzo
relieve muchos matices y a veces claras divergencias.
Sin embargo existe un espíritu general de las semanas de ::~i:-
tigny, particularmente visible en la manera de abordar. el ai;ahsis
, de reagrupamiento entre comunistas y no comunistas en la lucha
contra el fascismo, están en busca de una línea susceptible de ci-
del concepto de cultura, a la que presentan con dos d1mens1ones: mentar la unión en el terreno mismo de su oficio y, más amplia-
'
11(,'
la primera, individual, implica el espíritu crítico;. e.l cuidado, al ac- mente, de la cultura. Creen encontrarla precisamente afirmando su
ceder al saber, de permanecer fiel a las presuposiciones morales del adhesión a un arte y una literatura no conformista, por lo tanto
mundo obrero -a la vez laicas y humanitarias-; el rechazo de revolucionarios, pero no exclusivamente proletarios. 27
todo sectarismo, a fin que del espíritu de clase sólo se conserve lo Algunas reservas son igualmente perceptibles, a pesar de la uni-
que es susceptible de expresarse en térmii;os. de concienci~ humana; dad sindical, en la corriente ex CGTU, dentro de la CGT. Es posible
la posibilidad de dar libre curso a la curiosidad en los diversos do- darse cuenta comparando, de 1937 a 1940, lo que se refiere a la for-
minios del conocimiento. mación y a la cultura en Le peuple, por una parte, y, por la otra, en
Por la dimensión colectiva, nos vemos conducidos a admitir q~e La vie ouvriCre. Este último periódico es el único, por ejempio, que
la cultura es también un patFimonio, una adquisición, una herencia recomienda a los militantes la frecuentación de 1a Universidad obre-
a partir de la cual el individuo puede desarrollarse. . ra, de la que es sabido que funciona por entonces bajo la égida
En suma, se trata de reconciliar a Calibán y la cultura reali- del partido comunista.
!:¡
,,í zando por interacción su enriquecimiento mutuo (J. Guéhenno). El Desde el punto de vista de las divergencias entre las dos co-
problema esencial es hacer posi~le la. adhesión a la cultura para el rrientes ideológicas de la CGT reunificada, la segunda guerra inun-
mayor número, cultura que al d1fund1rse debe adaptarse y reno':~r­ dial no cambia fundamentalmente los datos del problema. Las acti-
se por cierto, pero sin que haya que esperar, par~ tal renovacion, vidades siguen siendo de la misma naturaleza que de 1936 a 1938:
más de la clase obrera que de las demás clases sociales. simplemente es más elevado el número de Uniones departamentales
¿Significa esto que en Pontigny se rompí? deli?eradai;iente c_on que pueden exhibir realizaciones educativas. Por otra parte, desde
toda intención revolucionaria? No, pero conviene situar bien su in- la liberación, esas dos corrientes vuelven a hallarse frente a frente,
cidencia. Para los militantes allí reunidos, la cuestión no consiste con Bothereau de un lado y Monmousseau del otro. No obstante,
en adherirse a una cultura revolucionaria. Consiste en poner a los gracias a la autonomía estructural del ccEo, la tendencia de Bo-
trabajadores, gracias a su acceso a la cultura clásica remozada, en thereau, con G. Vidalenc como director, es la que en el ccEo dispo-
condiciones de proceder válidamente, llegado el momento, a la con~­ 21 Cf. N. Racine, "L'Association des Écrivains et Artistes Revolution-
trucción del socialismo, lo que manifiesta, al parecer, un resurgi- naíres" (Le mouvement social, núm. 54, enero-marzo de 1966, pp. 29.-47).
238 FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA 239
ne de influencia preponderante. Con una reserva sin embargo, con- dos o tres condiciones básicas de un sindicalismo fuerte. Por con-
cerniente a la sección Comité de empresa del Instituto superior siguiente, se asiste a la conclusión de la puesta en marcha de los dis-
obrero, donde la igualdad entre las dos tendencias está asegurada positivos de formación. En el plano nacional, tenemos las tres es-
hasta en los niveles de ejecución. cuel'as centrales de _Bierville pertenecientes a la CFTC, la de Courcel-
En cuanto a la CFTc,, de 1936 a 1950 multiplica en sus con- les de la CGT, de la avenida del Maine, en París, de la FO. Cada
gresos las mociones a favor de la educación sindical. Se dedica cada central define asimismo toda una política educativa que incluye
vez más a estructurar orgánica y pedagógicamente su esfuerzo edu- rasgos comunes (especialmente el recurso a cursillos de tiempo com-
cativo. En 1936 crea el Instituto confedera! de estudios y formación. pleto de dos a siete días) pero también particularidades.
A partir de 1945 procede a armonizar las respectivas funciones del Al mismo tiempo, progresa en el seno mismo de las organiza-
Instituto confederal y de las comisiones regionales. La CFTC es la ciones sindicales la idea de que corresponde a los poderes públicos
primera en organizar cursillos de tiempo completo, de duración de aportar su ayuda para la formación obrera, rama de la educación
hasta una semana, tanto a escala nacional como regional. Sin em- nacional: ayuda financiera en primer lugar, pero también ayuda
bargo los cursillos nacionales siguen siendo itinerantes hasta 1951, para la obtención de licencias o vacaciones educativas (distintas de
fecha de la adquisición del dominio de Bierville, gracias a la libe- las vacaciones o licencias con goce de sueldo), indispensables para la
ralidad de Marc Sangnier. participación de los militantes en los cursillos de tiempo completo.
Los poderes públicos, al comprobar que una parte de los patrones
-con una perspectiva neocapitalista- admite la legitimidad de su
C] De 1948-1950 a nuestros días intervención, no se niegan a recibir tal reivindicación sindical; in-
cluso llegarán a integrar su intervención en materia de educación
No hay duda de que este período, si se le consagrase un estudio es- obrera (bautizada promoción colectiva) en una política general de
pecial, exigiría una subdivisión cronológica. Pero aquí, al término promoción social.
de un itinerario originado a mediados del siglo XIX, podemos exa- Claro está, las organizaciones sindicales consideran que la ayuda
minarlo en bloque en sus elementos esenciales sin demasiado artifi- no debe afectar en nada su independencia y sí dejarlas libres de or-
cio. Bastará con señalar, para los años 1960-61, la entrada en un pro- ganizar la formación como lo juzguen conveniente. Ahora bien, en
ceso de renovación parcial de los datos del problema. el contexto del momento, los créditos públicos ofrecidos a las cen·
El movimiento sindical en su con junto termina de convencerse trales se extraen de los fondos de ayuda Marshall (enmienda Blair-
de las insuficiencias de la práctica como modo de formación. Por Moody, cuya finalidad declarada es desarrollar la formación de los
cierto es indispensable en sus diversas formas, pero insuficiente si no trabajadores con el objeto de fortalecer la libre empresa). En esas
la completa el estudio. Así la práctica profesional suscita un buen condiciones, las centrales sindicales están divididas acerca de la con-
inilitante, pero corre el riesgo de impregnarlo de un espíritu estre- veniencia de aceptar semejante ayuda. La CGT se decide a rechazar-
chamente corporativo e individualista. La práctica militante, a su lo. La CFTC también, al menos en parte.
vez, responde a las necesidades de la lucha, pero con la condición . N_o por habe~ aceptado en principio lo oportuno de una ayuda
de ser integrada a una perspectiva a largo plazo ·que se nutre del financiera provemente de los poderes públicos, las organizaciones
estudio; la práctica administrativa permite a los responsables ele- sindicales afirman menos claramente su apego a la especialidad de
gidos de pulirse en su tarea, pero con la condición de superar todo las exigencias de la formación obrera. Se trata de independencia,
complejo de inferioridad y de no perderse en las "delicias de la ges- claro, pero también de la preocupación por evitar que el estudio
tión". La práctica de la vida a secas también tiene algo positivo por aparte a los trabajadores de sus preocupaciones y tareas de mili-
las infonnaciones que trasmite sobre los hombres y las cosas, pero tantes. Por eso el contenido de las enseñanzas se limita a las cien-
como contrapartida suscita las nuevas formas de apatía y de fatiga cias sociales del trabajo, y su espíritu se concibe como políticamente
nerviosa inherentes a la "sociedad de consumo". comprometido, no neutro. Sin embargo, en función de los progresos
De ahí la valoración por cada central sindical de los problemas realizados en el trabajo educativo, emerge poco a poco, con respecto
de la formación mediante el estudio, considerada como una de las a los militantes, una necesidad de formación superior, no neutra
240 FORMACIÓN Y PENSAMIENTO OBRERO EN FRANCIA FORI\IACIÓN Y P~NSAJ\.iIENTO OBRERO EN :FRANCIA 241
pero con1patible con la exigencia de objetividad de la perspectiva contentarse con los modelos ajenos sin insuflarles nada de los temas
científica. culturales trasmitidos por su propia historia.
Con arreglo a su razón de ser, corresponde a la univesidad dar A modo de conclusión, me limitaré a tres breves observaciones:
respuesta a esa necesidad. De ahí, a partir de 1956, la creación de La primera atañe al tipo de concepto de cultura al que se refiere
los Institutos universitarios del trabajo, signo inanifiesto de la ma- el movimiento obrero en la medida creciente en que se preocupa por
durez de la educación obrera. precisar sus opiniones sobre el tema. Lejos de hacer suya la concep-
Desde 1960-61, acentuando su esfuerzo de educación de los mi- ción antropológica, afirma su preferencia por una concepción nor-
litantes, el movimiento obrero lo reubica cada vez más en una pers- mativa que no es fundamentalmente diferente de la que subyace en
peCtiva cultural ampliada. Compende que, de ahora en adelante, los la cultura clásica. Pero no_ renuncia a enriquecer y renovar, espe-
datos del problema están modificados porque ha disminuido la parte cialmente a partir de sus propios valores, lo que cree que merece
de su vida que el trabajador consagra a su oficio, porque se ha tor- ser conservando de la herencia cultural.
nado más invasor el deseo de ocupar el tiempo libre y las vacacio- La segunda observación se refiere al proceso en cuya virtud se
nes, y porque al mismo tiempo el marco residencial en que habita realiza la _renovación. En la mayor parte de su hlstoria el movi~
lo separa más de su medio laboral. Va precisándose la idea de que miento obrero logró efectuar lo mejor de su aporte específico gra-
corresponde a las organizaciones sindicales hacerse cargo, desde el cias a sus intelectuales. La masa permanecía y permanece aún de-
ángulo reivindicativo, de todas las preocupaciones de los trabajadores, batiéndose en la pobreza cultural. Sin embargo, debido al lento avan-
ya los asalten en el interior de sus lugares de trabajo, ya fuera de ce de la masa, en este como en otros dominios, disminuye el riesgo
:¡;:: ellos. Toda una reflexión se desarrolla sobre el papel de los comités de corte entre ella y lo que de inédito va adquiriendo la cultura.
de empresa "como pivotes de realizaciones culturales", es decir, Además, ya no es sólo por obra de los intelectuales, sino en virtud
"como instrun1entos para hacer efectiva la complementariedad entre del aporte de los trabajadores militantes como la reflexión cultural,
las actividades culturales en la empresa y algunas de las que en el desembarazada de los excesos del obrerismo, se manifiesta plena-
exterior también solicitan los trabajadores". 28 1nente fecunda.
Por otro lado, el movimiento sindical está a punto de abrirse a Por último, nuestra observación final: el movimiento obrero, sin
la cultura en su más amplia dimensión a través de la aceptación de renunciar a servirse de los valores propios del mundo del trabajo
añadir a la enseñanza de las ciencias sociales del trabajo una parte para renovar la cultura y el humanismo, también se muestra deseoso,
<1 ¡ de iniciación en el arte y la ciencia. En cuanto a las escuelas sindi- y cada vez más abiertamente, de convertirse en defensor y promo-
cales, ya no es raro que sus programas de formación incluyan cur- tor de todo lo que la creación cultural implica de auténtico, incluso
:11 sos sobre la cultura. También ponen cada vez más cuidado en or- cuando no emana de los trabajadores.
!'1·:,I ganizar veladas culturales que soporten la comparación con las que
,,,,1 se realizan en el exterior.
!;¡,;¡ En suma, las organizaciones sindicales aceptan estar presentes en
las instancias que concurren a la puesta en práctica de la política
de desarrollo cultural. Pero no por estar presentes son fiadoras de
lo que allí se decida. No por testimoniar una apertura al mundo
de la cultura el movimiento obrero deja de apegarse a una noción de
1 cultura conforme a sus aspiraciones y bastante innovadora para no

28 Cf. nuestro artículo: "Les syndicats et le róle des comités d'entre-


prise dans la vie culturelle des travailleurs", en L'activité syndicale au niveau
de l'entreprise. Journées d'études en l'honneur du dixiJme anniversaire du
1 Centre départamental d'éducation ouvriJre du Nord, ler-2 juin (Paris,
¡ 1966), pp. 49ss.

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