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El término de la unidad cristiana occidental

La Edad Media también es el siglo de la Reforma, considerado uno de los más


importantes movimientos religiosos en el seno del cristianismo. Tuvo por consecuencia la
ruptura de la unidad cristiana en Europa occidental, y la creación, al lado de la Iglesia
católica romana, de otras Iglesias como la luterana, la calvinista y la anglicana.

El siglo XVI es el siglo del Renacimiento, movimiento que puso fin a la Edad Media y
despertó en Occidente un vivo entusiasmo por el estudio e imitación de la antigüedad
clásica griega y romana, una fuerte nostalgia por aquella edad de oro en que se había
originado su cultura.

Pero también es el siglo de la Reforma, considerado uno de los más importantes


movimientos religiosos en el seno del cristianismo. Este movimiento religioso tuvo por
consecuencia principal la ruptura de la unidad cristiana en Europa occidental, y la
creación, al lado de la Iglesia católica romana, de otras Iglesias cristianas, tales como la
Iglesia luterana, la Iglesia calvinista y la Iglesia anglicana.

La Iglesia católica, a su vez, se autorreformó en el Concilio de Trento, algo cuya


necesidad ya había sido reconocida en el siglo XIV, durante el concilio de Viena (1311),
cuando se planteó como imprescindible "reformar la Iglesia en su cabeza y en sus
miembros".
Causas de la Reforma
Varias fueron las causas que condujeron a la Reforma, pero dos son de particular
importancia. En primer lugar, el estado de decadencia en que se encontraba la Iglesia a
principios del siglo XVI, y después, la difusión de la Biblia, hecha posible gracias a la
imprenta, y que puso la palabra de Dios al alcance de todos.

En cuanto a la decadencia religiosa de la época, los historiadores reconocen que quizá


jamás el pensamiento cristiano había pesado menos sobre las conciencias que a
comienzos de esa centuria. Señores y burgueses, obreros y villanos, artistas y soldados,
unos y otros habían emancipado su pensamiento a raíz de la revolución que significó el
Renacimiento, con lo que una incredulidad general invadió todas las almas, más la del
clero que la del vulgo, más la de los papas que la del clero. Se presentó, entonces, un
espectáculo extraño: papas más incrédulos y más perversos que los más incrédulos y
perversos de sus contemporáneos.
Pero pese a lo debilitada que estaba, la fe católica se sublevó, dando señales de una
profunda energía. Por ejemplo, un monje dominico de la ciudad de Florencia (Italia),
Jerónimo Savonarola, se atrevió a protestar contra el paganismo instalado en la corte
pontificia. Al igual que los viejos profetas de Israel, predicó anunciando grandes
catástrofes, justificadas por la corrupción general, tronando contra los nobles, los ricos y
los religiosos, mezclando una suerte de austeridad monacal con una especie de
comunismo democrático. Tenía el alma elevada y la conciencia pura. El papa Alejandro
VI, corrompido y mundano, lo hizo quemar.

Los mismos vicios que quinientos años antes, en el siglo XI, habían hecho necesaria la
reforma del papa Gregorio VII -el nicolaísmo, la simonía, la avaricia y la corrupción de las
costumbres-, se habían extendido de nuevo por el clero. Sin embargo, la situación era
más grave en el siglo XVI que en el siglo XI. En tiempos de Gregorio VII la corrupción
había afectado a los miembros, o sea, al clero de los diversos países; pero por lo menos
en Roma, la cabeza, es decir, el papado, estaba sana. En el siglo XVI, por el contrario, la
fuente del mal estaba en Roma misma. La vida de Alejandro VI Borgia había sido un
continuo escándalo; se había visto a Julio II con el casco en la cabeza mandando sus
ejércitos, León X no se había ocupado más que de las bellas artes y de las bellas letras.
Todos buscaban aumentar lo más posible sus ingresos o rentas, sea para enriquecer a
sus familias, sea para satisfacer sus inclinaciones al lujo y el papel asumido como
protectores de artistas y escritores.

De todas las fuentes de ingresos de que disponían los papas, una de las principales y
más importantes era el derecho a decidir quiénes iban a ocupar los cargos eclesiásticos
en Alemania, en esa época conocida como Sacro Imperio Romano, donde la Iglesia era
dueña de la tercera parte de los bienes raíces. Estos cargos se daban o bien a los
favoritos de los papas, o bien al que ofrecía más dinero, cualquiera que fuese el origen del
comprador. "Para beneficios eclesiásticos importantes se nombraba a extranjeros que no
sabían una palabra de alemán, y a cocineros que no sabían ni aún leer", según quejas de
la época. Tal clero tenía por fuerza que ser despreciado por sus costumbres, envidiado
por ser extranjero, u odiado porque presionaba a los fieles para hacer desembolsos en
beneficio suyo. Según la palabra de un contemporáneo, "el rebaño estaba cansado de un
pastor que no pensaba más que en ordeñar sus ovejas".

Revolución francesa
La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de
violencia, que convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras
naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido
como el Antiguo Régimen. Se inició con la autoproclamación del Tercer
Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de estado
de Napoleón Bonaparte en 1799.

Si bien, después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de


Napoleón Bonaparte, la organización política de Francia durante el siglo XIX osciló
entre república, imperio y monarquía constitucional, lo cierto es que la revolución
marcó el final definitivo del feudalismo y del absolutismo en ese país,1 y dio a luz a un
nuevo régimen donde la burguesía, apoyada en ocasiones por las masas populares,
se convirtió en la fuerza política dominante en el país. La revolución socavó las bases
del sistema monárquico como tal, más allá de sus estertores, en la medida en que lo
derrocó con un discurso e iniciativas capaces de volverlo ilegítimo.

Según la historiografía clásica, la Revolución francesa marca el inicio de la Edad


Contemporánea al sentar las bases de la democracia moderna, lo que la sitúa en el
corazón del siglo XIX. Abrió nuevos horizontes políticos basados en el principio de
la soberanía popular, que será el motor de las revoluciones de 1830, de 1848 y de
1871.

ESQUEMAS DEL TEMA

 EL LIBERALISMO COMO TEORÍA POLÍTICA Y SU ENFRENTAMIENTO CON EL


ABSOLUTISMO
 Definición. El liberalismo como el soporte ideológico de la clase burguesa para acceder al
poder.

 Orígenes: S.XVII-“ La gloriosa Revolución”. Se definen los primeros principios del


liberalismo. Práctica antes que teoría, pues primero se hace la revolución y luego se establecen
la doctrina(John Locke). Se establece la monarquía parlamentaria.

 Evolución y desarrollo: S.XVIII-La Ilustración francesa(Montesquieu, Voltaire). Difusión y


enriquecimiento de los principios de la monarquía parlamentaria inglesa. Fundamento teórico
que inspira y sirve de soporte a la burguesía en las revoluciones Americana y Francesa. En
estas revoluciones se establecen unas declaraciones de principios que son el fundamento del
liberalismo moderno. En EEUU la declaración de Independencia y en la revolución Francesa
la declaración de derechos del hombre y el ciudadano(referencias para el desarrollo posterior
del liberalismo
SXIX.-Implantación definitiva del liberalismo en el continente europeo. Principios
políticos plenamente desarrollados. Bifurcación en dos tendencias: el liberalismo
democrático y el liberalismo doctrinario.

Definición.

El liberalismo es la ideología sobre las que se apoyaron las revoluciones burguesas


de finales del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX, convirtiéndose en el núcleo
teórico básico de los sistemas políticos establecidos desde entonces y hasta hoy
en las sociedades occidentales, con la excepción de las experiencias totalitarias.

Orígenes

Los orígenes del liberalismo se encuentran, para la mayoría de los historiadores en


la época de los enfrentamientos entre la monarquía inglesa de Carlos I y el
parlamento de su país, en el siglo XVII, ya que en 1688 estallará la “Gloriosa
Revolución” contra el monarca absolutista. A partir de esta revolución, se
establecerá en este país un sistema político sobre el que se desarrollará el
liberalismo: La monarquía parlamentaria. Sobre ella evolucionarán una serie de
principios, planteamientos y mecanismos que en sus características esenciales
serán definidos por John Locke, en su obra “ Dos tratados sobre el gobierno”
(1689) y que configuran precisamente las bases sobre las que se fundamenta este
primer liberalismo, y que son las siguientes:

 La libertad y la propiedad son cosas tan valiosas e inherentes a los individuos que no hay
ninguna autoridad que pueda eliminarlos legítimamente bajo ningún concepto.

 El gobierno tiene que ser representativo de la voluntad popular y rendir cuentas al pueblo de
sus actuaciones ya que deben ir encaminadas a la búsqueda del bienestar general.

 El poder y las facultades de las autoridades deben de estar limitadas de manera que se
salvaguarden los derechos individuales y se garanticen ciertas libertades tales como las de
palabra, asociación, credo religioso, compra-venta de propiedades, etc) .
Evolución y desarrollo del liberalismo
En el siglo XVIII las ideas expuestas anteriormente serán recogidas, divulgadas y
enriquecidas ampliamente por los filósofos “Ilustrados Franceses, especialmente
por Montesquieu(el espíritu de las leyes) y por Voltaire(cartas inglesas), de manera
que estas ideas “liberales” aparecerán como una oposición frontal a las
monarquías absolutistas que a excepción de Inglaterra dominaban toda Europa y
serán el instrumento fundamental que utilizará la burguesía europea para acceder al
poder político y social y consolidar su dominio económico en el viejo continente.

Así, puede decirse que, frente a la soberanía real, al poder absoluto del rey y los
privilegios de los estamentos sociales superiores, el liberalismo opone la soberanía
nacional(entendida como el poder del que es poseedor el conjunto de ciudadanos
de un país), el poder compartido entre el rey y las Cortes y la igualdad ante la ley de
todos los ciudadanos de un país. Frente a la subordinación y la servidumbre de los
no privilegiados en el Antiguo Régimen, el liberalismo defendía la libertad y los
derechos individuales de todos los ciudadanos.

Contra el poder inmovilista y autocrático, el liberalismo ofrecía la posibilidad de


cambios en los órganos de poder según la voluntad de la nación, en busca del
bienestar general.

Esta doctrina política inspirará las dos primeras revoluciones de carácter


auténticamente liberal(la Inglesa lo será sólo muy parcialmente), a saber, la
revolución Americana de 1776 y la revolución Francesa de 1789, que se convertirán
a su vez en puntos de referencia fundamentales para el desarrollo político e
ideológico del liberalismo a lo largo del siglo XIX. Así, en la declaración de los
derechos del hombre y el ciudadano(revolución francesa) o en la declaración de la
Independencia de los E.E.U.U pueden verse formulados los principios liberales que
serán adoptados con posterioridad en las oleadas revolucionarias liberales del
siglo XIX. (ver texto 1)
En el siglo XIX se implantó definitivamente el liberalismo como doctrina ideológica
y como sistema político en el mundo Occidental, eso sí, no sin grandes resistencias
por parte de las monarquías absolutistas europeas.
Sobre el principio filosófico común de la defensa de la libertad y los derechos del
individuo, hubo distintas maneras de entender el movimiento y puede decirse que
el liberalismo tuvo distintas vertientes, siendo diferente, además según el país, pero
de manera general puede decirse que los principios políticos más comúnmente
aceptados del programa liberal en el siglo XIX son los siguientes:

 El titular último del poder es el pueblo, basándose esto en la doctrina de la soberanía de la


nación, entendida esta última como el conjunto de habitantes del territorio de un país y
oponiéndose por tanto a la soberanía real de origen divino.

 El gobierno o el monarca debe tener limitada su autoridad mediante una norma suprema o
constitución a la que aquellos deben supeditarse(imperio de la Ley)
 La constitución debe reconocer y el gobierno garantizar el respeto a una serie de derechos y
libertades individuales, entre las que destacan la libertad de expresión, asociación y la libertad
de prensa, que se entiende como fundamental para controlar la acción del gobierno y
configurar una opinión pública independiente.

 El poder del Estado debe estar separado en tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial,
independientes y controlados entre sí (teoría de la división de poderes).
 El derecho de legislar corresponde al parlamento, que se configura como el órgano
representante de la Nación.
 La acción política se lleva a cabo a través de los partidos políticos que encauzan los intereses y
las opiniones de los ciudadanos.

Por otro lado, a partir de la mitad del siglo XIX, en la época de las Restauraciones
absolutistas, tras las primeras oleadas revolucionarias liberales, el pensamiento
liberal se bifurcó en dos corrientes:

 Los partidarios de una interpretación radical del liberalismo, que creían en un gobierno
popular, basado en un régimen de mayorías, que defendía el sufragio universal y entroncaba
con el Jacobinismo. A esta corriente se le llamo liberalismo democrático.

 Los partidarios un tipo de gobierno representativo tan sólo de las minorías ilustradas y
económicamente solventes(gran burguesía), que optaban por un sufragio censitario y estaban
enraizados en la tradición Girondina. Recibieron el nombre de liberalismo doctrinario
De las dos corrientes, la que acabaría imponiéndose en toda Europa, a partir de la
segunda mitad del siglo XIX será la segunda, defendida por la gran burguesía
conservadora.

ESQUEMAS DEL TEMA

2. EL NACIONALISMO

 DEFINICIÓN. El nacionalismo como ideología que desembocará en corriente política.

 ORÍGENES. La gestación de los nacionalismos en la Historia moderna de Europa. La idea


nacional aplicada a la soberanía en el movimiento liberal. Los orígenes del nacionalismo
cultural(el espíritu del pueblo o Volksgeist) opuestos a los principios Ilustrados del
cosmopolitismo Universal. El desarrollo del movimiento nacionalista como resistencia a la
invasión extranjera en el contexto de la Europa napoleónica y en la Europa de la
Restauración. La alianza del nacionalismo con el movimiento liberal, a causa de la
instrumentalización de ambos por parte de la burguesía para acceder al poder.

El NACIONALISMO

Definición.

Doctrina y corriente política que considera a la nación (entendida como un conjunto


de personas con una misma lengua, cultura y vínculos históricos) como el hecho
fundamental y la finalidad suprema de una colectividad humana, a cuyo interés
tanto los intereses individuales, como los intereses de clase deben supeditarse e
incluso sacrificarse.
Orígenes.

Aunque el nacionalismo se desarrollará en el Siglo XIX, es un fenómeno que se


viene gestando en los siglos de la Edad Moderna, al compás del surgimiento de los
Estados-Nación. Así, por ejemplo un precedente del nacionalismo posterior será el
levantamiento de las Provincias unidas de Holanda contra la dominación española
en los Siglos XVI y XVII. Éste fue el primer caso de una guerra nacional que culminó
en la formación de un estado nacional.
Ya en el siglo XIX, la idea de nación se establecerá como conjunto de ciudadanos
de un país que posee la soberanía, en oposición y detrimento de la soberanía real,
de carácter absolutista. Por tanto, en un primer momento la idea nacional va ligada
directamente al liberalismo. Sin embargo, aparecerá en Alemania otra matriz
ideológica dentro del nacionalismo distinta e incluso contrapuesta a la liberal, que
pretende reivindicar el derecho de cada pueblo a expresar, a través de su lengua,
sus tradiciones culturales, su folklore, etc., el llamado espíritu del
pueblo(Volksgeist), oponiéndose por tanto al cosmopolitismo Ilustrado, que se
basaba en la razón universal. El filósofo alemán Herder será uno de los primeros
que exprese estos postulados en su obra “ Ideas para la Filosofía de la Historia de
la Humanidad”(1784).
Estas ideas filosóficas nacionalistas acabarán desarrollándose como movimientos
políticos, contribuyendo a ello las invasiones napoleónicas, al provocar en los
pueblos sometidos fuetes sentimientos de resistencia y rebelión contra el invasor.
Este sentimiento se mantendrá con fuerza e incluso aumentará a partir del
Congreso de Viena, que organizó Europa bajo las ideas de la Restauración,
confeccionando el mapa político en función de los intereses de las grandes
potencias Imperiales y frustrando así la independencia de numerosos pueblos. En
este sentido cabe decir que el Romanticismo favoreció la atmósfera espiritual que
desarrollaron los movimientos nacionalistas. ( ver texto 2)

El nacionalismo alemán proporcionó las directrices básicas del movimiento: la


nación es una comunidad viviente dotada de una lengua, historia y cultura
comunes.

Pronto este nacionalismo cultural se convertiría en nacionalismo político y, aliado


con el liberalismo, se expresaría en las oleadas revolucionarias de 1830 y 1848.

En este sentido hay que decir que la reivindicación nacionalista será un


instrumento utilizado por la burguesía en sus intentos de asaltar definitivamente el
poder político en Europa y de ahí la alianza entre el movimiento liberal y el
nacionalista.

ESQUEMAS DEL TEMA

3.LAS REVOLUCIONES LIBERALES EN EL SIGLO XIX

 Antecedentes: La Revolución Francesa


 Las tres oleadas revolucionarias. Liberalismo y Nacionalismo (centrífugo y centrípeto) como
sustento ideológico(van unidas, como dos caras de una misma moneda).

 Los primeros movimientos revolucionarios: 1820.España, Grecia y Nápoles.

 La consolidación de las Revoluciones Liberales: 1830 y 1848. Suiza, Bélgica, Polonia, Irlanda,
Francia. Los avances del liberalismo en Inglaterra. Las unificaciones de Italia y Alemania. El
establecimiento definitivo de la burguesía en el poder. La implantación del liberalismo
doctrinario en Europa occidental como sistema político predominante.
Antecedentes: La revolución Francesa.

La Revolución Francesa fue la primera revolución liberal burguesa europea. A


través de ella, por primera vez en el viejo continente la burguesía consiguió llegar al
poder político, generando una serie de cambios en la estructura de la sociedad que
afectaron a todos sus grupos y de los que se beneficiaron muy mayoritariamente
estos burgueses(aunque también puede hablarse de beneficios para las clases más
desfavorecidas como la abolición de la servidumbre y el sistema feudal). Una serie
de acontecimientos acabará bruscamente con la experiencia, pues la restauración
de la monarquía absolutista pondrá momentáneamente fin a la república burguesa,
pero de todas formas ésta se convertirá en un modelo a seguir, en un punto de
referencia para toda la burguesía europea del siglo XIX, de manera que a través del
desarrollo del liberalismo, este grupo social aspirará a la consecución de sus fines,
en una serie de movimientos revolucionarios.

La revolución Francesa, será por tanto un punto de partida para el liberalismo y el


comienzo del fin del Antiguo Régimen, pues el boquete abierto por ésta en la
concepción y en la práctica estamental-feudal de la sociedad, ya no podrá ser
cerrado jamás de forma definitiva.

Las tres oleadas revolucionarias.

La Europa del Antiguo Régimen se había visto conmocionada por la Revolución


Francesa, que había exportado sus ideas liberales a través de la expansión
Napoleónica por buena parte de Europa. Ante esta situación, las grandes
monarquías absolutistas(Austria, Prusia, Rusia) intentaron frenar el avance del
liberalismo en toda Europa en el congreso de Viena y para ello crearon la Santa
Alianza y la cuádruple alianza, que se encargaron de sofocar cualquier intento de
movimiento revolucionario en este sentido. De todas formas el liberalismo burgués
se extenderá imparable por el continente, al calor del cada vez mayor poder
económico de estos, de la decadencia de las viejas clases privilegiadas y del
creciente sentimiento nacional y antiimperialista de muchos de los pueblos
europeos que se encontraban sometidos por esos Imperios autocráticos. Por ello
se debe entender el nacionalismo insurgente de aquel momento como un
instrumento más para desarrollar los principios del liberalismo. Así la burguesía de
muchas partes del continente buscará la segregación de su país(nacionalismo
centrífugo) de un Imperio o la unificación de la nación (nacionalismo centrípeto)
para poder imponer su ideología y asentarse en el poder. Por tanto, podemos decir
que Los fenómenos revolucionarios de 1820, 1830 y 1848 son sólo distintas oleadas
que con distinta y creciente intensidad configuran un mismo proceso.

Los primeros movimientos revolucionarios: 1820


Estos primeros movimientos afectan especialmente al área mediterránea. Así en el
reino de las dos Sicilias, con capital en Nápoles, en Grecia y en España surgirán
movimientos que intentarán imponer el liberalismo como sistema de gobierno con
escasa suerte. En el caso español, la sublevación de Riego da lugar al llamado
trienio liberal(1820-1823) en el cual se obligó al rey a aceptar la constitución liberal
de 1812(ver texto3) aunque la intervención de La Santa alianza, a través de los cien
mil hijos de San Luis devolverá el poder absoluto a Fernando Vll, ya hasta su
muerte en 1833. De todas formas, la burguesía criolla de las colonias hispanas,
inspirada asimismo en las ideas liberales aprovechará la coyuntura política y
económica de la metrópoli para iniciar un proceso de independencia que ya no se
detendrá.
En Grecia el ejército Turco derrotará los intentos de liberación del país y en Nápoles
tampoco los liberales conseguirán imponer sus objetivos. En 1825, se producirá en
Rusia el movimiento decembrista como consecuencia de esta primera oleada
revolucionaria, aunque también sin consecuencias inmediatas relevantes para el
devenir político.

A pesar del fracaso de esta primera oleada, puede considerarse que a partir de los
intentos revolucionarios de 1820, las ideas liberales y nacionalistas van
extendiéndose y cobrando cada vez mayor fuerza en el continente europeo y como
ya hemos indicado en las colonias Latinoamericanas.

La consolidación del movimiento revolucionario

En la década de 1820 a 1830, se producirá el crecimiento y la maduración de los


grandes movimientos liberal-nacionalistas en el continente

Las oleadas revolucionarias de 1830:

El epicentro de esta segunda ola revolucionaria de mayor trascendencia que la


anterior fue Francia donde tras un alzamiento conocido bajo el nombre de las res
Gloriosas jornadas, se vino abajo la monarquía absolutista de Carlos X y se
implantó la monarquía liberal de Luis Felipe de Orleans, conocido también como el
rey burgués.

Un mes más tarde estalló la revolución nacional en Bélgica, que acabó a finales de
ese mismo año con su independencia frente a Holanda y la elección por parte del
parlamento belga, de un monarca constitucional: Leopoldo de Sajonia. Los polacos
también intentaron una revolución de índole similar, pero la insurrección fue
aplastada por los rusos. En Irlanda la mayoría católica obtuvo un importante triunfo
al arrancar el “Acta de Emancipación” de la Iglesia Católica frente a la Iglesia de
Inglaterra, Esto fue el primer jalón en la lucha por la independencia irlandesa.
El liberalismo siguió avanzando en otros países: así en Inglaterra el Acta de
Reforma, aprobada en 1832, permitía la aplicación del derecho de sufragio a los
empresarios y a las nuevas ciudades industriales, como Manchester y Liverpool, en
detrimento de los burgos podridos y los intereses de la vieja nobleza terrateniente.

En Suiza, en 1830, la agitación estudiantil consiguió la abolición de la constitución


Aristocrática y la introducción del sufragio democrático.

En España, la repercusión de la onda expansiva de 1830 se produjo en 1833


cuando, tras la muerte de Fernando Vll, la regente María Cristina encarga formar
nuevo gobierno a los liberales.

1830 es el punto de arranque de dos procesos paralelos que van a marcar la vida
política y las relaciones internacionales de la Europa del S.XIX: las unificaciones de
Italia y Alemania.

En el país transalpino el movimiento liberal es dirigido por la sociedad secreta de


los carbonarios y se dirige prioritariamente contra el poder secular del Papado y
contra la dominación austríaca del Norte de Italia. Las insurrecciones fracasaron,
pero se crearon las bases de un proceso unificador que iría desarrollándose en los
años siguientes y en el cual tendría un papel destacado Mazzini, fundador del
movimiento “ Joven Italia.”

Por lo que se refiere a Alemania, se produjeron diversas revueltas de carácter


liberal en varios Estados alemanes, revueltas que se verían sofocadas por la acción
combinada de las potencias de la Santa Alianza: Prusia, Austria y Rusia. A pesar de
ello, la burguesía conseguirá libertad económica en 1834 gracias a la unión
aduanera de diversos Estados alemanes del norte (Zollverein).

A partir de entonces se irá constituyendo el mercado nacional alemán, lo que se


verá favorecido por el inicio de la industrialización y la consecución del tendido
ferroviario, en los años cuarenta del pasado siglo.

La oleada revolucionaria de 1848 marcó la consolidación del ascenso burgués en


Europa Occidental. La envergadura del movimiento fue de tan gran amplitud que se
hablaría entonces de una “ primavera de los pueblos” en alusión al impulso liberal y
nacionalista creado en estas revoluciones, que empieza a derrotar definitivamente a
las viejas clases privilegiadas y al poder monárquico. No obstante, los resultados
de este proceso no fueron iguales en todas partes. Así puede decirse que en
Europa Oriental, estos fueron escasos, al menos en un primer momento.

Como en 1830, la oleada revolucionaria se inició en Francia: en febrero estalla el


descontento popular contra la monarquía liberal de Luis Felipe de Orleans. La crisis
económica de los años precedentes juega un papel importante juega un papel
importante, uniéndose a ello la difusión de las ideas democráticas. De esta manera
se instaura una República democrática y social en la que entran en conflicto dos
fuerzas sociales: los sectores democráticos-burgueses que aspiran a consolidar la
nueva República y los sectores políticos y obreros que aspiran a proseguir el
proceso encaminándolo hacia la instauración del socialismo. El fracaso de la
insurrección de estos últimos en Junio de 1848 significó la involución de la
República en un sentido cada vez más conservador, proceso que culminaría en
1851, con la instauración de la monarquía autoritaria de Luis Napoleón Bonaparte.

En el resto de los países la revolución no adopta los planteamientos avanzados y


amenazantes para el nuevo orden burgués, como en Francia. En Suiza, una serie de
enfrentamientos entre católicos conservadores y liberales protestantes se salda
con la aprobación en 1848 de una constitución de carácter liberal.
En Austria el movimiento alcanzó un desarrollo destacado. Tres insurrecciones
populares en Viena produjeron el triunfo temporal del constitucionalismo y la
abdicación de del emperador Fernando I. No obstante, su sucesor Francisco I
reacciona contundentemente disolviendo la Asamblea Constituyente y
restableciendo el absolutismo en 1851. Simultáneamente se habían producido
insurrecciones nacionales en Checoslovaquia, Hungría e Italia, que fueron
aplastadas, volviéndose a reestablecer la autoridad austríaca.
En Irlanda, el nacionalismo se expresa fundamentalmente a través del movimiento
terrorista promovido por el grupo joven Irlanda. Inglaterra acabará sofocando la
oleada terrorista pese al fuerte descontento popular por las hambrunas acaecidas
entre 1845-1847.
Nuevamente los dos países donde la convulsión de 1848 tuvo un impacto más
destacado fueron Alemania e Italia.

En ésta, la presión de la opinión pública conseguirá la introducción de tímidas


reformas liberales en los Estados Pontificios y en los reinos de Piamonte y Nápoles.
En Milán y Venecia estallan revueltas contra la administración austríaca que duran
poco tiempo. En los estados Pontificios el Papa, Pío IX tiene que abandonar
temporalmente Roma mientras ve como Mazzini proclama la República Romana. En
1849, un ejército francés, enviado por Luis Napoleón Bonaparte, repone al Papa y
se queda hasta 1870 como garantía de su poder.

En Alemania el 48 supone un intento por parte de la burguesía liberal-nacionalista y


de otros sectores populares por alcanzar el poder. La desunión entre todos los
sectores implicados conllevó el fracaso del movimiento, ya que mientras la
burguesía se limitaba a reivindicar tibias reformas políticas en el marco de una
confederación alemana, los sectores más radicales aspiraban a establecer una
República federal de carácter democrático. En Mayo de 1848 el movimiento popular
consiguió la celebración de la Asamblea de Frankfurt, que aglutinaba a los
representantes de la mayoría de los Estados alemanes. Loa planteamientos se
fueron radicalizando tanto en el sentido democrático como en el nacionalista. A
partir de aquí el pánico cundirá en las cortes de los soberanos alemanes y en la
propia burguesía, temerosa de la radicalización de un proceso que escapa a su
control. La reacción se inicia en Prusia(el rey Federico Guillermo disuelve la
recientemente creada dieta prusiana) y es secundada por los demás monarcas
alemanes que cuentan con el apoyo austríaco para restablecer su autoridad.
En definitiva, podemos afirmar que las revoluciones de 1848, aunque no suponen
un inmediato triunfo definitivo del liberalismo burgués debido a la aún fuerte
resistencia absolutista, si crean las bases para su establecimiento en años
posteriores, al menos en Europa Occidental. Con el poder económico, con la fuerza
y el convencimiento ideológico, reforzado a través de las revoluciones de los años
precedentes y las cortas experiencias en el poder en algunos casos, unido todo ello
a la creciente debilidad de la vieja clase privilegiada europea, el triunfo del
liberalismo sólo era cuestión de tiempo.

De todas formas, el liberalismo que se acabará imponiendo distará mucho de ser


democrático, ya que la gran burguesía, una vez establecida en el poder, se sentirá
temerosa de la democracia de mayorías y no dispuesta a arriesgar su recién
conquistado predominio político y social, establecerá un modelo político basado en
el liberalismo doctrinario(ya explicado con anterioridad) y que tendrá su expresión
más general en la monarquía parlamentaria o constitucional, aliándose en muchos
casos con los sectores más avanzados de la vieja aristocracia terrateniente(ver
texto 4).
Por tanto, el sistema establecido por la burguesía, una vez se encuentre en el poder
se articulará sobre tres instituciones básicas: La Corona, El Consejo de Ministros y
el Parlamento. El funcionamiento de las instituciones variará según el país, pero en
general puede decirse que los rasgos más característicos del modelo serán los
siguientes:

 Reconocimiento de grandes prerrogativas al monarca en el poder ejecutivo: facultad de


nombrar al Jefe de Gobierno, disolver las Cámaras y de arbitrar en los conflictos con
las Cámaras.

 Institucionalización de un Parlamento nacional, representativo de las minorías de los notables


burgueses y terratenientes. El Parlamento puede derribar al gobierno mediante un voto de
censura.

 El derecho al voto sólo corresponderá a la minoría adinerada, a través del llamado voto
censitario.
 Se establecerá una restricción de las libertades políticas, tales como la prohibición de huelgas,
de sindicatos y de otras formas de lucha y asociación obreras.
 La vida política será protagonizada generalmente por dos partidos: el conservador,
representante de la vieja aristocracia terrateniente, y el liberal que incluye a los miembros de
la gran burguesía. El resto de las formaciones políticas o no existen, o son ilegales o
marginadas. (Esta terminología será adoptada, principalmente a partir de Inglaterra).

ESQUEMAS DEL TEMA

4.LOS NACIONALISMOS DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX.

 La unidad alemana
 La unidad italiana

 Los nacionalismos en Europa Oriental

La unidad alemana.

Tras los intentos frustrados de unificar el territorio alemán por parte del liberalismo
nacionalista, será el canciller Bismarck, el que bajo una óptica autoritaria y prusiana
activó el proceso unificador. En 1863, un conflicto sucesorio le sirvió de excusa
para intervenir y anexionarse los ducados daneses de Schleswig y Holstein. Un
nuevo conflicto, esta vez con Austria(principal enemigo de la unidad alemana), le
lleva a declararle la guerra y derrotarla fulminantemente en 1866. Todavía quedaban
por eliminar los recelos que despertaba esta posición unionista agresiva en
algunos estados alemanes del Sur: Baviera, Baden y Wüttenberg.
Perosobretodo Bismarck tenía que doblegar los deseos e intereses de la Francia de
Luis Napoleón Bonaparte, que venía practicando una política intervencionista y de
arbitraje dentro y fuera de Europa. En 1870 una controversia suscitada en torno al
problema sucesorio español, dio a Bismarck la oportunidad de declarar la guerra a
Francia. La victoria total prusiana favoreció la culminación del proceso unificador
de Alemania: en 1871 Guillermo II creaba el segundo Reich, dotándole de una
Constitución federal y un sistema parlamentario, que eso si arrogaba fuertes
prerrogativas para la Corona y el gobierno, limitando en gran medida el poder del
Parlamento.

La unidad Italiana.

Después del fracaso del 48, el movimiento contra la dominación austríaca en el


Norte y por la unificación de toda Italia se reavivó en 1859. El motor de este proceso
fue el rey de Piamonte, Víctor Manuel II, y su primer ministro, Cavour. Éste negoció
el apoyo de Francia a cambio de la cesión territorial de Niza(Acuerdo de
Plombières) y en el59, se lanzó a la guerra contra Austria, consiguiendo
la liberación de Milán y la Lombardía. Al año siguiente los ducados de Piamonte. En
ese mismo año Garibaldi realizó La popular expedición de los camisas rojas, que
consiguió, un año después, acabar con la monarquía borbónica del reino de
Nápoles. La unión de Nápoles a Piamonte induce la incorporación de las Marcas y
la Umbría al proceso. En 1861 Italia aprovecha la guerra austro-prusiana para
anexionar el reino de Venecia. Sólo quedaban pendientes los Estados Pontificios,
protegidos por un ejército francés. La derrota de Luis Napoleón Bonaparte en 1870
facilita la ocupación de los territorios papales y la conversión real de Roma en
capital del reino de Italia. Este se constituye como un estado unitario, regido por
una Carta otorgada, el Estatuto de Piamonte de 1848, que funcionaba como
una Constitución, aunque no era plenamente liberal.

Los nacionalismos de Europa Oriental.

La existencia de tres grandes Imperios(Rusia, Austria y Turquía) de carácter


multinacional, fue el factor decisivo del estallido de los movimientos
nacionalistas en esta parte de Europa.
El declinante Imperio turco-otomano, incapaz de hacer frente a las sublevaciones
de los serbios, rumanos, búlgaros, albaneses y otros balcánicos, fue
paulatinamente perdiendo esos territorios que se convirtieron en nuevos
estados independientes.

Los imperios ruso y austríaco observaban con expectación este proceso y


aspiraban a obtener beneficios territoriales o, al menos una buena penetración
política y económica en los nuevos Estados. Cada uno de ellos ofrecía su apoyo
interesado a los diversos pueblos. Esta pugna por los Balcanes, junto con los
problemas que hacían enfrentarse a estos pueblos entre sí, se convertiría, a
posteriori, en el factor precipitante de la Primera guerra mundial, después de las
dos guerras Balcánicas de 1812 y 1813. El choque de intereses entre las grandes
potencias alimentó las rivalidades nacionalistas de los pueblos Balcánicos.
Aparentemente el Imperio Ruso era fuerte y cohesionado: la autocracia zarista
imponía su poderío en cuantos territorios controlaba y establecía la rusificación de
toda la población del Imperio a través de un rígido control policial, militar y
político. Hasta el final de la primera guerra mundial no empezarán a aparecer con
fuerza los nacionalismos aplastados por Rusia, como los de Polonia, Repúblicas
Bálticas, Ucrania, Repúblicas transcaucásicas, etc.,
Austria buscó vías diferentes para solucionar los problemas derivados del carácter
multinacional de su imperio. Tras su derrota en 1866 el Imperio se articuló sobre la
base de “la monarquía dual” austro-húngara. De esta forma Austria presidía
una serie de territorios al Norte y al Oeste del Imperio, mientras Hungría controlaba
directamente los territorios del Este y del Sur. Este sistema de una mayor
flexibilidad política que otros

anteriores, se convirtió no obstante, en un nuevo centralismo dual, ya que mientras


Austria germanizaba sus territorios Hungría magiarizaba los suyos, provocando
rebeliones y descontentos entre los numerosos pueblos eslavos que vivían bajo la
autoridad del Imperio. Sólo el final de la primera guerra mundial con la derrota del
Imperio Austro-Húngaro permitirá la independencia de todos los pueblos que
habían estado sometidos a los grandes imperios de Europa Oriental, según el
principio de las nacionalidades, establecido por Wilson.

ESQUEMAS DEL TEMA

5.EL LIBERALISMO Y EL NACIONALISMO A FINALES DEL SIGLO XIX.

 La crisis del liberalismo clásico.

 El auge del nuevo nacionalismo de gran potencia.


La crisis del liberalismo clásico

En la segunda mitad del siglo XIX el programa político del liberalismo europeo se
había impuesto casi totalmente en Europa Occidental y Central, aunque ya se le
hacían críticas desde los sectores más radicales del liberalismo(demócratas) que
propugnaban la realización efectiva del principio de soberanía del pueblo y
criticaban los modelos liberales existentes, que bajo el nombre de Estados de
Derecho y del constitucionalismo, escondían la hegemonía política de las capas
altas de la burguesía y de las viejas clases propietarias. Pero además otros
planteamientos políticos exteriores al sistema vendrán a poner en crisis el modelo
existente. Por un lado el socialismo, defendido por los sectores obreros, planteaba
una crítica global al sistema y a la dominación de la burguesía. Después del fracaso
de la comuna de París y de la Primera Internacional, los sectores obreros se
agruparon en partidos nacionales, de carácter más o menos revolucionario o
reformista, respaldados por los sindicatos obreros y coordinados en la Segunda
Internacional. El desarrollo de estas fuerzas y su creciente actividad política
atemorizó a la burguesía, que se hizo desde entonces más conservadora, en su
mayoría. De todas formas el frente liberal se dividió a su vez entre los partidarios de
mantener el sistema oligárquico tal como estaba y los que, desde entonces, optaron
por ponerse al frente de un movimiento democratizador del Estado. Por si esto
fuera poco, otro factor contribuyó a agravar esta quiebra interna y a engrandecer
la crisis del liberalismo a finales de Siglo: el nuevo nacionalismo agresivo.

El auge del nuevo nacionalismo de gran potencia.

Inicialmente las clases aristocráticas habían sido gracias a la idea nacional,


estrechamente ligada a la ideología liberal en casi todos los procesos
revolucionarios de la primera mitad del siglo XIX. Pero dos grandes políticos
conservadores, Bismarck y Disraeli, supieron intuir la fuerza potencial del
sentimiento nacionalista, reinterpretándolo en un sentido antiliberal. Este
nuevo nacionalismo apelaba a la superioridad de unas naciones sobre otras y al
derecho de las primeras a expandirse y conquistar a las segundas. De esta forma se
defendía que la nación deseaba y necesitaba poder. Se renegaba de la existencia de
un territorio pequeño. Se deseaba pertenecer a una unidad grande, haciendo valer
la voluntad común hacia el exterior, desafiando a los demás pueblos.
Este nacionalismo agresivo o de gran potencia cobró un auge extraordinario en las
dos últimas décadas del Siglo XIX. Así en Inglaterra, se propugno la idea de
moldear el mundo con carácter anglosajón(hacer del mundo Inglaterra), mientras en
Alemania se insistía en la idea del Estado como la organización de la nación en
función del poderío, abogando por la construcción de un Estado militar. En Francia
el nacionalismo se basa en el antisemitismo, en el racismo y el anticapitalismo,
defendidos por el grupo “Acción Francesa”, que establecía que el poder de la
nación es el máximo valor.

El desarrollo de este tipo de nacionalismo antiliberal, tendrá fundamentalmente dos


consecuencias: por un lado impulsará las conquistas coloniales, y por otro
exacerbar las diferencias y los pleitos entre los distintos pueblos europeos,
agravando los conflictos políticos interestatales. Todo ello se reflejó en las
tensiones que se produjeron en la época de la Paz Armada(1880-1914) y que
estallarían en la llamada la Gran Guerra.
Con el nuevo nacionalismo agresivo, las fuerzas conservadoras aumentaron su
protagonismo e influencia política frente a los liberales, buena parte de los
cuales acabaron aceptando los postulados de esta nueva ideología, ya que el
proteccionismo económico y el Imperialismo les beneficiaba.

De esta forma podemos decir que el liberalismo a finales del siglo XIX, estaba
escindido en diversos grupos divergentes, algunos de los cuales defendían
doctrinas de no-intervencionismo (laissez faire) mientras otros se aliaban con los
sectores más conservadores, defendiendo el proteccionismo y el Imperialismo, y un
tercer grupo abogaba por una solución intermedia(liberales reformistas).

Por tanto a finales del siglo pasado, con el liberalismo debilitado y dividido en
varios frentes y el auge de movimientos antiliberales como el nacionalismo
agresivo y el socialismo, la situación política e ideológica varió respecto a años
anteriores, derivando en una serie de conflictos y tensiones entre grupos sociales y
entre países que acabaron desarrollándose plenamente durante la Primera Guerra
mundial. Después de ésta, mientras el liberalismo más democrático se imponía en
las naciones de Europa occidental, el Socialismo llegaba al poder en la Rusia
zarista, que se convertiría en una unión de repúblicas socialistas soviéticas(CCCP),
mientras que los nacionalismos agresivos, más desarrollados y con el nombre de
fascismos van adquiriendo el predominio en Alemania e Italia.

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