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(Coordinador)
Filosofía y Ética:
Deliberaciones sobre Política
y Globalización
Universidad Libre
Facultad de Filosofía
Oficina de Relaciones Interinstitucionales
Filosofía y Ética: Deliberaciones sobre política y globalización
ISBN: 978-958-8534-35-0
Impreso en Colombia
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño gráfico, puede ser reproducida, almacena-
da o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico,
óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del autor, el editor o de la Universidad.
PROYECTO
Grupo de investigación
“Filosofía política”
Línea de Investigación
Filosofía y Teoría Política
Nacionales
Ricardo Sánchez Ángel Universidad Nacional de Colombia. Profesor titular de la Facul-
tad de Derecho de la Universidad Nacional – Doctor en Historia
y Magíster en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia –
Docente de La Facultad de Filosofía en la Maestría de Filosofía del
Derecho y Teoría Jurídica de la Universidad Libre.
PARES EVALUADORES
Internacionales
Martha Aurora Casas Maldonado Universidad Libre. Candidata al Doctorado en Derecho de la Univer-
sidad Libre, Magíster en Derecho Penal y Criminología y Especialis-
ta en Filosofía del derecho y Teoría Jurídica de la Universidad Libre.
Presentación ............................................................................................................................. 9
7
Democracia constitucional autoritaria. Modalidades de democracia plena y autoritarismo
social
Oscar Mejía Quintana ............................................................................................................... 195
La guerra en Kant. Del estado de naturaleza a la imposición racional del estado civil
Pedro Pablo Serna ...................................................................................................................... 223
Vigencia del pensamiento político de Platón
Rafael Antonio Ballén Molina..................................................................................................... 235
8
Presentación
Interesados por los temas y las reflexiones a las que invitan la Filosofía Política,
la Filosofía del Derecho y la Ética, hemos elaborado este libro, que no es más que un
pretexto para un encuentro de amigos, todos ellos estudiosos de los temas que nos
son comunes. Cada uno ha marcado su ritmo y con toda libertad ha determinado
el rumbo de sus reflexiones.
Este año el Maestro Guillermo Hoyos ha sido el protagonista. En cada mo-
mento, desde la fundación de la Facultad de Filosofía, nos ha acompañado en
nuestras reflexiones filosóficas. Por esta razón, hemos querido hacerle un homenaje
en nuestro II Congreso Internacional y V nacional de Filosofía del Derecho, Ética
y Política, celebrado el año anterior en nuestra Alma Mater. En la apertura de este
libro encontramos algunas de sus últimas reflexiones, dándole un valor especial a
esta obra.
Y como habitualmente sucede, la Universidad Libre se ha constituido en un
espacio para la reflexión, propiciando un ambiente de respeto a los ideales de la
democracia y del pluralismo ideológico, tal como se verá en cada uno de los capítu-
los, labor que ha sido exaltada por el profesor Bernardo Gomes Barbosa Nogueira,
de la Universidade Presidente Antônio Carlos en Brasil:
9
Jaime Alberto Ángel Álvarez
1
Carta enviada por el profesor Brasilero, de la Universidade Presidente Antônio Carlos, Bernardo Gomes Barbosa
Nogueira, el 24 de agosto de 2010, luego de participar en el Congreso anual de Filosofía del Derecho, Ética y Po-
lítica, que realizamos en la Facultad de Filosofía con el apoyo de la Facultad de Derecho y la Oficina de Relaciones
Interinstitucionales.
10
Presentación
de Minas Gerais con Ana Muñiz Álvarez, Henrique Weil Afonso, José Luiz Quadros
de Magalhães. Allí mismo en Brasil, nos acompañaron con sus respectivos capítu-
los los doctores Bernardo Gomes Barbosa Nogueira y Ramon Mapa da Silva, de la
Universidade Presidente Antônio Carlos, profesores de las Faculdades de Direito
de Itabirito e Nova Lima. A los profesores Pablo Guadarrama González, académico
titular de la Academia de Ciencias de Cuba y profesor titular de la cátedra de Pen-
samiento Latinoamericano de la Universidad Central de Las Villas, Santa Clara,
Cuba y a Rafael Santa María D’Angelo, de la Universidad Católica Santo Toribio de
Mogrovejo en Chiclayo, Perú. A todos, nuestros agradecimientos.
En estos actos de amistad, no ha dejado de estar presente la Universidad
colombiana. De diferentes ciudades y Universidades nos han acompañado Carlos
Alberto Agudelo de la Universidad de Caldas, Catalina López Gómez de la Uni-
versidad de Cartagena, Guillermo Zapata de la Pontificia Universidad Javeriana,
Javier Nicolás González Camargo de la Escuela de Filosofía y Humanidades de la
Universidad Sergio Arboleda, José Reinel Sánchez de la Universidad del Quindío,
Leonardo Tovar González de la Universidad Santo Tomás, Mario Adolfo Forero
Rodríguez de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, Pedro Pablo Serna
de la Universidad del Norte, Oscar Mejía Quintana y Ricardo Sánchez Ángel de la
Universidad Nacional de Colombia. Y en nuestra casa, la Universidad Libre, Rafael
Antonio Ballén Molina, Oscar Mauricio Donato, José Zacarías Mayorga, Javier
Francisco Franco Mongua y Adriana Ruelle Gómez. Especial agradecimiento a la
doctora Libia Patricia Pérez Quimbaya, que nos ha ayudado en la traducción del
texto del profesor Ramón Mapa da Silva de la Universidade Presidente Antônio
Carlos de Itabirito.
Ponte Nova, Minas Gerais en Brasil: “Política y secularización en la Carta de
Paulo a los Romanos”.
Con todos, este proyecto no hizo más que afianzar nuestra amistad.
Es innegable la importancia de la participación en este proyecto editorial
de nuestro rector Nacional, el doctor Nicolás Enrique Zuleta Hincapié, que faci-
litó todo para que este encuentro de intelectuales se hiciera posible. También fue
determinante el apoyo de nuestros decanos de la Facultad de Filosofía, el Doctor
Rubén Alberto Duarte Cuadros, el Decano de la Facultad de Derecho, el Doctor
Jesús Hernando Álvarez Mora y el Doctor Pablo Elías González Monguí, Director
de la Oficina de Relaciones Interinstitucionales (ORI), que apoyaron desde el punto
de vista académico y administrativo esta utopía.
En este libro que se encuentra a su disposición, hemos compilado diferentes
trabajos sobre la filosofía política, en los que por tradición se buscaron los funda-
mentos teóricos y prácticos del poder, el buen gobierno, el Estado, la lucha por el
respeto de la justicia, la libertad, la igualdad y en general de los valores promotores
de la democracia. Las cuestiones morales no pudieron dejarse de lado en ese inten-
to de fundamentación. De nuevo estuvimos pensando el Estado y sus problemas
11
Jaime Alberto Ángel Álvarez
12
PRIMERA PARTE:
Política y Globalización
La Unión Latinoamericana
en el Marco de la Constitucionalización
del Derecho de Gentes
Guillermo Hoyos Vásquez*
Universidad Libre – Facultad de Filosofía
Bogotá, D.C., - Colombia
Introducción
El único motivo, mejor pretexto, que tiene la Facultad de Filosofía de la Uni-
versidad Libre en la persona de su decano, mi alumno y colega Rubén Alberto Duarte
Cuadros, para hacerme este homenaje es mi vocación de maestro. Convencido de
que el Doctorado honoris causa de Álvaro Uribe Vélez fue error de imprenta, recibo
agradecido este reconocimiento de la Universidad Libre, con base en la experiencia
que me ha permitido enseñar aquí más Filosofía que Derecho. En éste son todos
ustedes expertos respetables, también en filosofía del derecho. Mi formación en
filosofía me ha permitido comprender algunos de los temas más relevantes de
su disciplina hasta el punto de compartir con Jürgen Habermas la admiración
por todo lo que significa el derecho para la democracia, los derechos humanos y
la emancipación de las sociedades. Con esta idea inicia su filosofía del derecho,
Facticidad y validez. Sobre el derecho y el Estado democrático de derecho en términos de
*
Guillermo Hoyos Vásquez (Medellín 1935), doctor en filosofía por la Universidad de Colonia, Alemania, actualmente
director del Instituto de Bioética de la Pontificia Universidad Javeriana, fue profesor de filosofía en la Universidad
Nacional de Colombia (1975-2000), Director del Instituto de Estudios Sociales y Culturales PENSAR (2000-2009) de
la Pontificia Universidad Javeriana, en cuya Facultad de Filosofía labora actualmente. También es profesor en la Uni-
versidad Libre, en la Maestría y la Especialización en Filosofía del derecho y Teoría Jurídica en la Facultad de Filosofía.
Entre sus escritos se destacan en los últimos años: Ciencia, tecnología y ética, Instituto Tecnológico Metropolitano,
Medellín, 2000; Derechos humanos, ética y moral, Bogotá, 2002; (con Julián Serna y Elio Fabio Gutiérrez), Borradores
para una filosofía de la educación, Siglo del Hombre Editores, Bogotá 2007; Editor de: Varios autores, Filosofía de la
educación, Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, EIAF, volumen 29, Trotta, Madrid, 2008.
15
Guillermo Hoyos Vásquez
teoría del discurso (1992), de cuya traducción al español escribía Reyes Mate en El
País de Madrid: “con esta obra Habermas saca el derecho del infierno”. No directa-
mente para el cielo, pero sí para la tierra, donde se constituye en el mayor invento
de nosotros los humanos, cuando se fueron los dioses, que como dice Hölderlin,
nos aman tanto que nos dejan ser. Se trata del derecho como instrumento moral y
político para solucionar en el día a día la “insociable sociabilidad” de los humanos,
como bellamente lo formula Kant. La negación del conflicto es lo que hace renegar
del Estado de derecho y acudir al estado de opinión para reemplazar derechos por
favores. Ha sido nuestra tragedia especialmente en los últimos 8 años, de los que
ahora nos quieren contar la fábula de que se pueden olvidar con sólo pasar la página.
Como no quería arriesgar la justeza del homenaje que se me hace presentando
mi examen acerca de Facticidad y Validez ante ustedes, los remito más bien a mi último
escrito, nada más que una reseña en la Revista Sin Fundamento* de los Textos Filosóficos
de Jürgen Habermas en sus 80 años, autor al que debo lo poco que intuyo del arte
de la filosofía del derecho. Como lo afirma él es hora de que hagamos del derecho
correa de transmisión de los intereses de la sociedad civil hacia el Estado para que allí
se transformen en políticas y principios del buen gobierno. Así que resolví tratar un
tema eminentemente positivo de la filosofía del derecho, el que inspira a Kant para
su bello panfleto Sobre la paz perpetua, o mejor como dice Carlos Pereda, hacia la paz
perpetuamente: modelos y paradigmas de unión entre los pueblos.
En sus frecuentes consideraciones sobre la Unión Europea ha insinuado
Jürgen Habermas cómo dicha experiencia, en comparación con otras semejantes
como la Asociación de las Naciones del Sudeste Asiático o la Unión Africana, “es el
mejor ejemplo para una forma colectiva de gobierno supranacional y en este senti-
do un modelo para esfuerzos semejantes en Latinoamérica, Asia y África”1. Así lo
expresa recientemente en su ensayo pesimista “Política europea en el callejón sin
salida. Manifiesto por una política de integración gradual” en una serie de ensayos
recogidos bajo el título desesperado: Ay, Europa!
He seguido con algunos intervalos el desarrollo del proyecto de la Unión Eu-
ropea de Adenauer, Schuman, De Gasperi y De Gaule casi desde sus inicios después
de la guerra, como unión del acero y el carbón, pasando por la Comunidad Econó-
mica Europea, el nacimiento del Euro y el Tratado de la Unión Europea, y pienso
que Latinoamérica tendría mucho que aprender de este camino europeo. De hecho
quienes se ocupan del tema de La integración de América Latina desde el punto de
vista político, económico y cultural, sin ignorar los avances de Europa en este tema,
han preferido analizar independientemente el camino latinoamericano desde el
Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826 para proponer hoy “celebrar adecuada-
* Revista Colombiana de Filosofía “Sin Fundamento” No. 12. Universidad Libre. Facultad de Filosofía. Bogotá.
Colombia.
1
Jürgen Habermas, “Europapolitik in der Sackgasse. Pladoyer für eine Politik der abgestuften Integration“ en: Ach,
Europa, Suhrkamp, Framkfurt a.M., 2008, p. 113.
16
La Unión Latinoamericana en el marco de la constitucionalización del derecho de gentes
2
Edgar Vieira Posada, La integración de América Latina: del Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826 a una Comunidad
Latinoamericana o Sudamericana de Naciones en el año 2010, Bogotá, Editorial Pontificia Universidad Javeriana,
2010, p. 18.
17
Guillermo Hoyos Vásquez
18
La Unión Latinoamericana en el marco de la constitucionalización del derecho de gentes
vamente a rechazar la posibilidad de que el mundo sea gobernado por leyes justas,
antes que por la imposición de un poder puramente militar. “En este caso se estaría
asumiendo la función del gobernante, imaginada ya por Hobbes, que tiene poder
pero no autoridad moral en un mundo en el que el conflicto simplemente se suprime,
pero no se resuelve. Es preferible la visión del mundo ofrecida por Kant en su libro
La paz perpetua, en el que invoca un sistema en el que los Estados renunciarían, para
conformar una federación mundial, al monopolio de la fuerza. La federación mundial
poseería la autoridad moral de un cuerpo que fuera establecido por el acuerdo mutuo
y que alcanzara sus decisiones de manera imparcial. En el mundo moderno esto sig-
nifica la existencia de unas Naciones Unidas, reformadas, con fuerza adecuada bajo
su mando y con procedimientos imparciales para decidir cuándo debe usarse dicha
fuerza”.3 En la medida en que las naciones del mundo se mueven más estrechamente
entre ellas para abordar asuntos globales como el mercado, el cambio climático, la
justicia y la pobreza, en la misma medida los líderes nacionales tienen que asumir una
perspectiva mucho más amplia que la del autointerés nacional. “En un mundo-uno
tienen que tomar una perspectiva ética con respecto a la globalización”4.
A la base de esta concepción de la globalización como posibilidad de relacionar-
nos los habitantes de un mundo-uno y los Estados, hay una nueva concepción de la
ética. Ésta ya no está vinculada sólo con la idea de Estados soberanos con su propia
diplomacia y políticas públicas; hoy en día gracias a la comunicación nos movemos en
una perspectiva que ya anticipaba Kant: “La comunidad (más o menos estrecha) entre
los pueblos ha llegado a tal situación que una violación de la ley en cualquier lugar de
la tierra es sentida por todos. Así que la idea del derecho de ciudadanía mundial no es
fruto de una imaginación fantástica y exagerada acerca del derecho, sino un comple-
mento necesario del código escrito del derecho político y de las naciones, que de esta
manera llega a ser el derecho público de la humanidad, favorecedor de la paz perpetua”5.
Se argumenta por tanto, que en un mundo-uno que está cambiando por la
globalización, es necesario tener en cuenta que compartimos una atmósfera, un
medio ambiente y unos recursos comunes (Protocolo de Kyoto, Foro Mundial de
Río), que la economía globalizada exige compromisos compartidos (justicia como
equidad, comercio, trabajo, etc.), que se requiere una legalidad internacional en
relación con la Declaración Universal de los derechos humanos (Corte Penal Interna-
cional), dado que es necesario ir conformando una comunidad universal (ciudadanía
cosmopolita). Si la globalización se asume desde un punto de vista ético, es decir,
cooperativo, inclusivo y democrático (Naciones Unidas reformadas y agrupadas
por federaciones regionales), es posible un nuevo orden mundial.
3
Ibid., pp. xiii-xiv.
4
Peter Singer, One World. The Ethics of Globalization, Second Edition, New Haven & London, Yale University Press,
2004, p. ix.
5
Immanuel Kant, “Zum ewigen Frieden” en: Kant, Werke, Band 9, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft,
pp. 216-7.
19
Guillermo Hoyos Vásquez
6
I. Kant, La metafísica de las costumbres. (Traducción de Adela Cortina y Jesús Conill). Madrid, Tecnos, 1989, p. 195.
7
Paz, 52, nota 1.
20
La Unión Latinoamericana en el marco de la constitucionalización del derecho de gentes
8
Facticidad y validez, p. 138.
9
Historia, p. 45.
10
Ibid., p. 48.
11
Ibid., p. 54.
12
Paz, p. 51, nota 1
13
Ibid., p. 53.
21
Guillermo Hoyos Vásquez
14
Ibid., p. 58.
15
Ibid., p.63.
16
Ibid., p. 86.
17
Ibid., p. 65.
18
Ibid., p. 65. En la Religión dentro de los límites de la mera razón, p. 204, nota 24, hablará de una liga de los pueblos
(Völkerbund - Staatenbund).
22
La Unión Latinoamericana en el marco de la constitucionalización del derecho de gentes
19
Ibid., p. 86.
20
Ibid., p. 87.
21
Ibid., p. 121.
23
Guillermo Hoyos Vásquez
Bibliografía
Jürgen Habermas, “Europapolitik in der Sackgasse. Pladoyer für eine Politik der abgestuften Integration“
en: Ach, Europa, Suhrkamp, Framkfurt a.M., 2008, p. 113.
Edgar Vieira Posada, La integración de América Latina: del Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826 a una
Comunidad Latinoamericana o Sudamericana de Naciones en el año 2010, Bogotá, Editorial Pontificia
Universidad Javeriana, 2010, p. 18.
Peter Singer, One World. The Ethics of Globalization, Second Edition, New Haven & London, Yale University
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sellschaft, pp. 216-7.
I. Kant, La metafísica de las costumbres. (Traducción de Adela Cortina y Jesús Conill). Madrid, Tecnos,
1989, p. 195.
Habermas, Jürgen. Facticidad y Validez. Madrid: editorial Trotta, S.A., 1994. p. 138.
24
La relación con los organismos
multilaterales de crédito.
Nueva izquierda latinoamericana
y el extraño caso del doctor Correa
Dimitri Endrizzi
Università degli Studi di Trento. Trento - Italia
Universidad Externado de Colombia
Doctorado en estudios políticos
Introducción
En esta última década, América Latina ha sido testigo del resurgimiento de una
serie de movimientos sociales y partidos de izquierda que han cambiado de manera
radical el panorama político del continente. En distinto países, las fuerzas que han
sido ubicadas debajo del multifacético paraguas conceptual de la nueva izquierda
latinoamericana han llegado al poder, generando un estado de tensión entre sus
programas de gobierno y un entorno permeado por doctrinas neoliberales. Dentro
de este marco se desarrolla la relación con los organismos multilaterales de crédito.
25
Dimitri Endrizzi
Banco del Sur hicieron pensar en una política novedosa, unitaria y coherente con
una visión del mundo que, aunque en medio de diferencias nacionales relevantes,
guió en el continente latinoamericano el surgimiento del fenómeno político y so-
cial más importante de la última década. Sin embrago, un primer acercamiento al
fenómeno nos sugiere un escenario caracterizado por su heterogeneidad.
Para sustentar esta idea, se observarán, en el marco de las relaciones con los
organismos multilaterales de crédito, los comportamientos más significativos de
cuatro países: Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela.
1
Hernández Gamarra, Antonio. El FMI y el Ajuste Macroeconómico: Resultados y Limitaciones en América Latina.
En: Sexto encuentro internacional de economistas: Globalización y Problemas del desarrollo (Febrero 2004: La
Habana, Cuba).
2
Raffer, Kunibert. Las instituciones de Bretton Woods y las crisis monetarias y financieras. En: Crisis monetarias
y financieras internacionales. Revista ICE [en línea]. No. 816. (Jul.-Ago., 2004).
26
La relación con los organismos multilaterales de crédito
Los programas de ajuste estructural a los cuales fueron sometidos los países
latinoamericanos que tuvieron una relación con el FMI, arrojaron resultados por lo
menos controvertidos. Se observaron mejorías a nivel de cuenta corriente y control
de inflación, pero estos últimos debidos a políticas de recorte de la demanda interna.
Las economías latinoamericanas suelen presentar elevados niveles de dependencia
de su demanda interna y un recorte de la misma generó en muchos casos estanca-
miento y recesión. Todo esto dentro del marco de una fuerte disminución del gasto
social, agravando de esta forma la situación de las clases más desfavorecidas. Los
programas de ajuste estructural no fueron condición suficiente para generar un
crecimiento económico estable en economías altamente volátiles y, según lo que
afirmaba el mismo Fondo, un crecimiento económico sostenido era condición ne-
cesaria para que las economías sometidas a programa de ajuste pudieran sostener
el peso de la deuda a mediano y largo plazo4. Lastimosamente, parafraseando a
Borón5, en América Latina no se vio ningún ‘tigre’ y las consecuencias fueron una
deuda en continuo aumento y un crecimiento económico insuficiente para sostener
niveles de pago tan elevados6.
3
Acosta Espinoza, Alberto. Ecuador: Información básica sobre la deuda externa ecuatoriana, latinoamericana y
andina. En: América Latina en Movimiento [en línea]. (1 de noviembre de 2001). Agencia Latinoamericana de
Información (ALAI), 2001.
4
Hernández Gamarra, Op. Cit., p.
5
Borón, Atilio. Estado, capitalismo y democracia en América Latina. Nueva edición corregida y aumentada. Buenos
Aires : Concejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO, 2003. 319 p.
6
Hernández Gamarra, Op. Cit., p.
27
Dimitri Endrizzi
No tener que cumplir con los compromisos que genera una deuda externa
elevada y constante, abre las puertas a la novedosa y atractiva posibilidad de no so-
meterse a unos requerimientos de ajuste que han presentado como único resultado,
quizá de acuerdo con los objetivos, garantizar el buen funcionamiento del sistema
internacional de pagos. Los programas de ajuste estructural significaron enormes
recortes al gasto público social9 y el gasto público social, aun más en una realidad
tan inicua como la latinoamericana, es una componente necesaria para sostener
la economía. Un nivel sostenido de gasto social cumple con una doble función. En
primer lugar, es una herramienta de protección que complementa, directamente e
indirectamente, los niveles de ingreso de los sectores más vulnerables de la pobla-
ción. Pero al mismo tiempo, es un eficaz instrumento de desarrollo económico. Las
políticas de ajuste estructural declararon guerra al modelo keynesiano y los altos
niveles de servicio de la deuda terminaron el trabajo.
Existe una relación inversa entre el nivel de servicio de la deuda y la inversión
social. Lo condición de Ecuador nos ofrece un cuadro significativo (Figura I).
7
También el gobierno de Tabaré Vásquez pagó por adelantado una parte de la deuda. En marzo de 2007, devolvió
al FMI 630 millones de dólares, aunque la cifra sólo cubría la deuda con el organismo que vencía ese año.
8
PENDIENTE
9
En oposición a una costumbre hija de la ideología neoliberal, sería más correcto denominar el gasto social con la
expresión inversión social.
28
La relación con los organismos multilaterales de crédito
Figura 1. Ecuador. Gasto público social y servicio de la deuda en relación al PIB (%)
10
Ibid., p. 271
11
Acosta Espinoza, Alberto. Ecuador: Deuda externa y migración, una relación incestuosa. En: Documentación Social
[en línea]. No. 126. (2002).
29
Dimitri Endrizzi
12
ACOSTA, Op. Cit., parra 5.
13
GRAMSCI, Antonio. trad. 1971, Citado por: BORÓN, Op. Cit., p. 70.
30
La relación con los organismos multilaterales de crédito
14
Toussaint, Eric. El Banco del Sur y la nueva crisis internacional : Alternativas y resistencias. Barcelona: El Viejo
Topo, 2008. 230 p.
15
Ibid., p. 63-64.
31
Dimitri Endrizzi
Ibid., p. 65.
16
Ibid.
17
32
La relación con los organismos multilaterales de crédito
18
Venezuela dice ‘chao’ al FMI. En: BBC Mundo.com [en línea]. (14 Abr., 2007). parra 2 y 4.
19
GUERRA, José. Chávez, Cabezas y Fondo. Monetario Internacional. En: El Republicano [en línea]. (15 Sept., 2009).
parra 1.
20
Ibid., parra 4.
33
Dimitri Endrizzi
21
Calcagno, Alfredo Eric y Calcagno, Eric. El FMI y la deuda argentina. En: Le Monde Diplomatique-Edición Cono
Sur [en línea] No. 73.
22
El FMI ofrece un crédito a Argentina si permite que revisen sus cuentas fiscales. En: El Mundo.es [en línea]. (23
Abr., 2009).
23
El gobierno argentino acepta recurrir al FMI. En: Larepublica.com.uy. (08 Oct., 2009).
34
La relación con los organismos multilaterales de crédito
Ecuador ha sido una de las víctimas más afectadas por la crisis de la deuda de
los ’80. Un conjunto de elementos económicos y financieros desfavorables llevó a la
imposibilidad de sostener el pago y los organismos multilaterales de crédito impusie-
ron a la economía del país una política de ajuste estructural que determinó un cambio
considerable en el modelo económico y en empobrecimiento general de la economía24.
El 9 de julio de 2007 fue creada en Quito la Comisión para la Auditoría Integral del
Crédito Público (CAIC), con la intención de auditar lo que desde sus inicios el gobierno
de Rafael Correa había considerado como el mayor freno al desarrollo del país: la deuda
externa. En noviembre de 2008 fue publicado un informe que inicia con estas frases:
24
(Acosta, 2002).
25
MINISTERIO DE FINANZAS DE ECUADOR. COMISIÓN PARA LA AUDITORÍA INTEGRAL DEL CRÉDITO PÚ-
BLICO. Informe final de la Auditoría Integral de la deuda ecuatoriana. Resumen Ejecutivo. Quito, 2008.
26
Ibid.
27
Ibid.
35
Dimitri Endrizzi
Ibid.
28
Ibid.
29
36
La relación con los organismos multilaterales de crédito
30
Por deuda odiosa se entiende una deuda soberana contraída sin el consentimiento del pueblo y que no lo beneficia.
31
Denvir, Daniel, Watkins, Neil. y Anders, Sarah. Ecuador declaró ilegítima la deuda externa. En: Rebelión [en línea].
(18 de octubre de 2009).
32
Ibid., parra 7.
37
Dimitri Endrizzi
zado, América Latina es un continente pobre, etc. Pero es necesario reconocer que las
soluciones propuestas desde los años ’80 para resolver problemas que encuentran sus
raíces en la dominación colonial, hoy en día pueden ser consideradas, sin temor de equi-
vocarse, como concausas que han perpetrado los problemas que pretendían solucionar.
En una entrevista concedida hace dos años durante una visita en Ecuador,
Joseph Stiglitz habló de cómo una menor carga de deuda generará efectos virtuo-
sos sobre el crecimiento económico del país (Lucas, 2008, Diciembre 14). En otra
entrevista, explicó cómo el continente latinoamericano ha sido afectado por dos
décadas de políticas neoliberales. Correa no desconoce el tema.
38
La relación con los organismos multilaterales de crédito
Bibliografía
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y andina. En: América Latina en Movimiento [en línea]. (1 de noviembre de 2001). Agencia Latinoa-
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na y el Caribe. En: Observatorio Mundial de la Deuda [en línea]. Disponible en: <http://
www.oid-ido.org/article.php3?id_article=109> [citado en 02 de noviembre de 2009].
39
Dimitri Endrizzi
40
Democratic liberal peace:
from peace to war
Henrique Weil Afonso* y Ana Muñiz Álvarez**
Minas Gerais - Brasil
1. Introduction
How do different cultures interact in the promotion of peace? What role do
rich states play in this very process? Is there a single model capable of achieving
world peace? The complex security challenges faced by contemporary international
society, it is often argued, cannot be comprehensively dealt with by traditional crisis
management strategies such as exclusively military campaigns.
Democratic Peace Theory reckons the spread of liberal democracy as a means
to attain peace. However, according to our argument, there is evidence that the
theory fails to highlight the role played by international institutions and economic
interdependence as key factors in the peacemaking proposal. Interestingly, just as
liberal democratic institutions operate favorably to the peace cause, by the very
*
Maestro en Derecho Público Internacional por la Pontificia Universidade Católica de Minas Gerais (2010); Graduado en Derecho
por la Universidade Federal de Juiz de Fora (2008); Estudiante visitante del Colorado College (EUA, 2005) y de la University of
Westminster (Inglaterra, 2007). Profesor de Derecho Internacional en el Centro Universitário de Sete Lagoas – UNIFEMM.
Miembro del GEDIMA (Grupo de Estudos de Direito Internacional do Meio Ambiente). Investigador de Derecho Internacio-
nal, Política Internacional, Filosofía del Derecho y Conflictos Internacionales. Contacto: henrique_weil@yahoo.com.br.
** Maestra en Derecho Público Internacional por la Pontifícia Universidade Católica de Minas Gerais (2010); especialista
en Protocolo de Kyoto y Cambio Climático por la Universidad del Centro del Perú (2009); graduada en Relaciones
Internacionales por el Centro Universitário de Belo Horizonte (2008) y en proceso de finalización de la graduación en
Derecho por la misma institución. Alumna participante de la Summer Academy at the International Tribunal for the
Law of the Sea (2010), del Curso de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de la Escuela de Verano de la
Universidad Complutense (España, 2009), de los Summer Courses in Public International Law in the Hague Academy of
International Law (2008), de los Cursos de Invierno de la UBA (Argentina, 2007) y alumna visitante de la Universidade
de Coimbra (Portugal, 2005-2006). Coordena la línea de investigación sobre los Régimes del Derecho Internacional del
Medio Ambiente en el GEDIMA y fue miembro del Centro de Direito Internacional (CEDIN). Actualmente es investiga-
dora del Max Planck Institute en Heidelberg y participa del ITLOS-NIPPON Training and Capacity-Building Programme
on Dispute Settlement under UNCLOS en el Tribunal Internacional del Derecho del Mar, en Hamburgo. Contactos:
anamunizalvarez@gmail.com; muniz-alvarez@itlos.org.
41
Henrique Weil Afonso, Ana Muñiz Álvarez
same institutions and ideology wars are often justified and fought. Lastly, we will
argue that the theory is deeply set in western universalist claims that work both
as an incentive to intervene and as a justification for selectively fight in a given
war rather than another.
In a first moment we will give a brief account of the Liberal roots of Democra-
tic Peace Theory. Its main features will be explored, as well as different approaches
within the theory, such as the concepts of dyadic and monadic peace. A latter
section will explore the limitations of Democratic Theory, more importantly the
importance of international institutions and free trade, cultural relativism as op-
posed to universalism and then, in a final section, we will explore the existence of
an indispensable normative element to the Democratic Peace proposal. Under such
a liberal democratic framework lies an often overlooked side effect of Democratic
Peace Theory: the Democratic War Theory legitimizing liberal democratic belligerent
states’ interventionism and ideological expansionist campaigns.
1
JACKSON, Robert & SØRENSEN, Georg. Introduction to International Relations. 2nd ed. Oxford, Oxford University
Press, 2007.
2
DUNNE, Tim. Liberalism. In: BAYLIS, John & SMITH, Steve (eds). The Globalization of World Politics. 3rd ed.
Oxford: Oxford University Press, pp. 185-204, 2007.
3
DANILOVIC, Vesna & CLARE, Joe. The Kantian Liberal Peace (revisited). In: American Journal of Political Science,
Vol. 51, No. 2, April 2007, p. 400.
42
Democratic liberal peace: from peace to war
4
DANILOVIC, Vesna & CLARE, Joe. The Kantian Liberal Peace (revisited). In: American Journal of Political Science,
Vol. 51, No. 2, April 2007, p. 400.
5
GEIS, Anna; BROCK, Lothar and MÜLLER, Harald. From Democratic Peace to Democratic War? In: Peace Review,
Vol. 19, No. 2, 2007, pp. 157-163.
6
BURCHILL, Scott; LINKLATER, Andrew et al. Theories of International Relations. 3rd ed. New York: Palgrave,
Macmillian, 2005, p. 58.
7
DANILOVIC, Vesna & CLARE, Joe. The Kantian Liberal Peace (revisited). In: American Journal of Political Science,
Vol. 51, No. 2, April 2007, pp. 397–414.
8
GEIS, Anna; BROCK, Lothar and MÜLLER, Harald. From Democratic Peace to Democratic War? In: Peace Review,
Vol. 19, No. 2, 2007, pp. 157-163.
9
OWEN, John M. How Liberalism Produces Democratic Peace. In: International Security, Vol. 19, No. 2, autumn
1994, pp. 87-125.
43
Henrique Weil Afonso, Ana Muñiz Álvarez
harmonic decision making processes, that curbs statesmen willingness to start wars.
However, John Owen10 highlights an often overlooked feature of both structural
and normative approaches: states have differing perceptions regarding peer states
as being liberals or not. Such perceptions, when acknowledged by statesmen, may
lead to relativist accounts on any given state as being liberal or despotic. Finally,
the author asserts that the notion of ‘perceptions’ and its potential to examine
states’ behavior has been mostly disregarded in International Relations literature.
Georg SØrensen11, referring to the concept of individual liberty, concedes the
division of the Liberal Theory in two major branches. At this point, it is important
to understand that liberal liberty is often classified as negative liberty (referring to
individual autonomy and right to self-determination) and positive liberty (relating
to the creation of a specific framework for the development of human potential and
individualities). The quest to secure the latter often requires states to adopt a true
interventionist stand, thus named Liberalism of Imposition. Some would go as far as
to suggest the existence of a duty to intervene whenever liberal values are in peril,
as opposed to the Realist claim of unconditional adherence to the principles of state
sovereignty and right to self-determination. On the other hand, should states be willing
to uphold negative liberties, a completely different approach is desired: for negative
liberties call for independence, it is advisable to “[…] leave people (and states) alone;
let them choose their own path; their liberty should be one of self-determination,
and that requires a policy of non-intervention”.12 The latter is called Liberalism of
Restraint. As a result, one is inclined to believe that Democratic Peace Theory is
sympathetic to the tenets underlying Liberalism of Imposition, and the consequences
of such identification (amongst others) shall be dealt with in the following section.
In short, Kantian Democratic Peace Theory lies firmly in authentic Liberal ac-
counts of human nature and International Relations. Political mechanisms devised
to express people’s will combined with an increasing awareness of what constitutes
the interests of the population and its expression are features that render demo-
cracy a prominent role in addressing war issues. Furthermore, “because they share
the enlightened ends of self-preservation, material well-being and liberty, liberal
democracies are seen as trustworthy and pacific”.13
Once the basic principles and lines of thought have been briefly examined,
we shall proceed critically towards Democratic Peace Theory and its possibilities
of bringing about world peace.
10
OWEN, John M. How Liberalism Produces Democratic Peace. In: International Security, Vol. 19, No. 2, autumn
1994, pp. 87-125.
11
SØRENSEN, Georg. After the Security Dilemma: The Challenges of Insecurity in Weak States and the Dilemma of
Liberal Values. In: Security Dialogue, vol. 38, 2007, pp. 357-378.
12
SØRENSEN, Georg. After the Security Dilemma: The Challenges of Insecurity in Weak States and the Dilemma of
Liberal Values. In: Security Dialogue, vol. 38, 2007, p. 367.
13
OWEN, John M. How Liberalism Produces Democratic Peace. In: International Security, Vol. 19, No. 2, autumn
1994, p. 123.
44
Democratic liberal peace: from peace to war
14
OWEN, John M. How Liberalism Produces Democratic Peace. In: International Security, Vol. 19, No. 2, autumn
1994, pp. 87-125.
15
OWEN, John M. How Liberalism Produces Democratic Peace. In: International Security, Vol. 19, No. 2, autumn
1994, pp. 87-125.
16
OWEN, John M. How Liberalism Produces Democratic Peace. In: International Security, Vol. 19, No. 2, autumn
1994, p. 103.
17
WEEDE, Erich. Capitalism, Democracy and the War in Iraq. In: Global Society, Vol. 21, No. 2, 2007, pp. 219-227.
18
WEEDE, Erich. Capitalism, Democracy and the War in Iraq. In: Global Society, Vol. 21, No. 2, 2007, pp. 225.
45
Henrique Weil Afonso, Ana Muñiz Álvarez
tol the increasingly important part played by these institutions. The efforts held
by the African Union in trying to halt genocide in Darfur as well as aid agencies’
contribution to the humanitarian cause constitute remarkable accounts of the
potential of such institutions.19
At this stage it is worth examining the second pillar suggested above by
Weede20: free trade as a key feature of world peace and security. Liberals believe
that free trade is just one of a more comprehensive concept of economic freedom.
Additionally to free trade, economic freedom encompasses safe property rights,
limited government and macro-economic stability: “The promotion of economic
freedom might be more effective than democratization, for the more economic
freedom prevails in a country, the less likely it is to be involved in war”.21
Such a proposal indeed sounds very appealing at first sight. Nonetheless,
what one might reckon particularly puzzling about the idea of capitalism acting
as a global pacifier is the question related to what stand developed states ought to
adopt when engaging in such an endeavor. The aforementioned author suggests
that rich countries should serve as examples, and despotic states should be let
free to decide the pace of events. Therefore, economic interdependence rises as a
complementary strategy that, combined with both democratic institutions as well
as international institutions, have the potential to bring an end to war.
It would not be absurd to assert that the very notion of the spread of demo-
cracy as a means to achieve world peace is embedded in a normative argument, as
stated above:
Dominant ideological models of the Cold War period were usually posited in a
universalist form and were therefore assumed to be more or less culturally neutral
in the sense that any society could construct a viable political system around them.22
In this sense, the debate between the concepts of cultural universalism as
opposed to cultural relativism must be understood if one is willing to recognize the
underlying discourse of Democratic Peace Theory. Cultural relativism repudiates
the idea of the predominance of one form of ethical plurality as a substitute for a
given cultural representation. On the other end of the spectrum one can identify
the universalist claim of the existence of transcendental ethical principles which
go beyond geographical borders and provide “a moral basis for a world order”.23
Consequently, it would seem plausible to reckon that Democratic Peace Theory is
firmly attached to a western cultural base, a western liberal cultural base we would
19
THE NEW YORK TIMES (2007). Sudan. Ford Burkhart, May 31, 2007. In: <http://topics.nytimes.com/top/news/
international/countriesandterritories/sudan/index.html> [access on 15 November 2007].
20
WEEDE, Erich. Capitalism, Democracy and the War in Iraq. In: Global Society, Vol. 21, No. 2, 2007, pp. 219 -227.
21
WEEDE, Erich. Capitalism, Democracy and the War in Iraq. In: Global Society, Vol. 21, No. 2, 2007, p. 226.
22
LAWSON, Stephanie. Democracy and the Problem of Cultural Relativism: Normative Issues for International
Politics. In: SMITH, Hazel (ed). Democracy and International Relations. Macmillan Press, 2000, p. 72.
23
LAWSON, Stephanie. Democracy and the Problem of Cultural Relativism: Normative Issues for International
Politics. In: SMITH, Hazel (ed). Democracy and International Relations. Macmillan Press, 2000, p. 73.
46
Democratic liberal peace: from peace to war
24
LAWSON, Stephanie. Democracy and the Problem of Cultural Relativism: Normative Issues for International
Politics. In: SMITH, Hazel (ed). Democracy and International Relations. Macmillan Press, 2000, pp. 71-89.
25
WEEDE, Erich. Capitalism, Democracy and the War in Iraq. In: Global Society, Vol. 21, No. 2, 2007, p. 222.
26
WEEDE, Erich. Capitalism, Democracy and the War in Iraq. In: Global Society, Vol. 21, No. 2, 2007, p. 222.
27
LAWSON, Stephanie. Democracy and the Problem of Cultural Relativism: Normative Issues for International
Politics. In: SMITH, Hazel (ed). Democracy and International Relations. Macmillan Press, 2000, pp. 71-89.
28
FUCKUYAMA, Francis. Liberal Democracy as a Global Phenomenon. In: Political Science and Politics, Vol. 24, No.
4. (Dec., 1991), pp. 659-664.
29
FUCKUYAMA, Francis. Liberal Democracy as a Global Phenomenon. In: Political Science and Politics, Vol. 24, No.
4. (Dec., 1991), p. 661.
47
Henrique Weil Afonso, Ana Muñiz Álvarez
30
LAWSON, Stephanie. Democracy and the Problem of Cultural Relativism: Normative Issues for International
Politics. In: SMITH, Hazel (ed). Democracy and International Relations. Macmillan Press, 2000, p. 79.
31
For an example of an empirical-regional based approach, see ENTERLINE, Andrew J. & GREIG, J. Michael. Beacons
of Hope? The Impact of Imposed Democracy on Regional Peace, Democracy, and Prosperity. In: The Journal of
Politics, Vol. 67, No. 4, 2006, pp. 1075-1098.
32
GEIS, Anna; BROCK, Lothar and MÜLLER, Harald. From Democratic Peace to Democratic War?. In: Peace Review,
Vol. 19, No. 2, 2007, p. 157.
33
WHITE HOUSE (2006). The National Security Strategy of the United States of America. Washington, DC: White
House, Office of the President of the United States. In: <http://www.whitehouse.gov/nsc/nss/2006.html> [access
3 December 2007].
48
Democratic liberal peace: from peace to war
5. Conclusion
Democratic Peace Tradition is deeply associated with western liberal values,
and this very feature compromises the theory’s universalist claim and scope. It is
the same liberal institutions and ideology that work in tandem to curb statesmen
proneness in starting wars that serve as a justification for illiberal elites to pursue
partial interests. Likewise, Democratic Peace Theory over plays the role performed
by domestic democratic institutions, which are subject to political manipulation.
As we have seen, international institutions and economic interdependence
are conditional elements to the success of democracy as a peacemaking instrument.
Furthermore, in multi-ethnical and cultural societies, the existence of common belief
regarding the rule of the people as the ultimate political voice turns out to be imperative.
A normative element is therefore much needed. Nonetheless, one must observe the par-
ticularities of each society in order to implement democratic regimes: a single standard
model, as claimed by the West, does not comprehensively addresses many states’ needs.
34
GEIS, Anna; BROCK, Lothar and MÜLLER, Harald. From Democratic Peace to Democratic War?. In: Peace Review,
Vol. 19, No. 2, 2007, pp. 157-163.
35
GEIS, Anna; BROCK, Lothar and MÜLLER, Harald. From Democratic Peace to Democratic War?. In: Peace Review,
Vol. 19, No. 2, 2007, p. 160.
49
Henrique Weil Afonso, Ana Muñiz Álvarez
Bibliography
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grave, Macmillian, 2005.
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White House, Office of the President of the United States. In: <http://www.whitehouse.gov/nsc/
nss/2006.html> [access 3 December 2007].
50
Política y secularización en la carta
de Paulo a los Romanos
(Traducción de Libia Patricia Pérez Quimbaya)
Ramón Mapa da Silva*
Universidade Presidente Antônio Carlos de Itabirito
Ponte Nova, Minas Gerais - Brasil
Introducción
El presente trabajo pretende analizar la Carta de Paulo a los Romanos como
una declaración política. Para esto recurriremos a las categorías políticas definidas
por el jurista alemán Carl Schmitt, sobre el análisis del pensamiento de Paulo en
cuanto un ejemplo de teología política, realizada por Jacob Taubes, y las investi-
gaciones sobre el cristianismo histórico.
Queremos proponer, igualmente, una lectura a la Carta a los Romanos
como uno de los documentos con los cuales Paulo emprende una secularización
del cristianismo, pensándolo como una doctrina de Cristo, transformándolo en el
cristianismo histórico que tenemos hasta el día de hoy. Tal secularización se da por
la modificación, que hace Paulo, de dos conceptos fundantes de la religión cristiana,
el de la fe y el de la ley. Sostenemos que la relación con estos conceptos, como ya
dijimos, modificados a partir de Paulo, son un instrumento fundamental para la
forma política que el apóstol de Tarso inaugura.
*
Mestrando em Teoria do Direito pela Pontifícia Universidade Católica de Minas Gerais (PUC-MG), Especialista em
Direito Civil e Processual Civil pela Universidade Presidente Antônio Carlos, Bacharel em Direito pela Universidade
Federal de Ouro Preto, Professor do Curso de Direito da Universidade Presidente Antônio Carlos de Itabirito – Minas
Gerais e do Curso de Direito da Faculdade Dinâmica de Ponte Nova – Minas Gerais.
51
Ramón Mapa da Silva
Declaración
Según Carl Schmitt, la marca fundamental dentro de la política es aquella que
establece quien es amigo y quien es enemigo. En su libro de 1932, El Concepto de la
Política, Schmitt dice que “el político posee sus propias categorías que se expresan
a sí mismas de una forma específica”.1 Esas categorías son autónomas, pues no
dependen de otras para existir. Así como la oposición entre amigo y enemigo en
el ámbito político, existen oposiciones de las más variadas en ámbitos distintos.
Moralmente la separación entre “bueno” y “malo”. Estéticamente la distinción
entre “bello” y “feo”. Pero tales categorías no afectan directamente la distinción
política fundamental. De hecho, el tener a alguien como enemigo no significa que
ese alguien sea moralmente condenable o estéticamente desagradable.2 Basta que
él mismo sea alguien esencialmente extraño y diferente, de forma que un conflicto
contra él sea posible.
En sentido inverso, más en la misma orientación, amigo es aquel “prójimo”,
“semejante”, que no sólo comparte intereses sino que también facilita su consecu-
ción, comparte la misma forma de vida y la misma tradición. De forma extrema,
el conflicto con el enemigo es una declaración política, pues establece ahí quien es
quien en el universo de las separaciones vistas como el fundamento de lo político.
Es en la guerra, o al menos en su posibilidad real, que la separación entre
amigo y enemigo se muestra en su realidad existencial. Sin la posibilidad de una
confrontación real a diferencia política se reduce a sentimientos privados y amal-
gamas económicas y morales. La Carta de Paulo a los Romanos es una declaración
política en el sentido en que establece una distinción entre amigo y enemigo.
Tal distinción sólo puede ser comprendida si contextualizamos la Carta en el
momento histórico en que ella surge, entre los años 57 y 58 después de Cristo. A
las diferentes congregaciones judaicas existentes se sumaron varias congregaciones
de cristianos judíos en la diáspora. Al mismo tiempo otras tantas congregaciones
de cristianos gentiles, vistos con desdén por los cristianos judíos, se formaban y
se fortalecían. Paulo capitaneaba una serie de congregaciones de gentiles, y era
despreciado por los cristianos judíos de Jerusalén, para quienes, Paulo, era “el
diablo en persona”.3
Para las congregaciones Judaico-Cristianas en la diáspora, el grupo Paulino, las
congregaciones Paulinas, eran el diablo en persona! Para los cristianos judíos,
no para los judíos. Para los judíos él era un trouble-maker. El perturbó la paz de
las congregaciones y la paz en la ciudad. Perturbó el equilibrio precario de los
1
“(...) the political has its own criteria which express themselves in a characteristic way.” SCHMITT, Carl, The Concept
of the Political. Chicago: The University of Chicago Press, 2006.
2
Idem.
3
TAUBES, Jacob, Die Politische Theologie des Paulus. München: Wilhelm Fink Verlag, 2003, p.29.
52
Política y secularización en la carta de Paulo a los Romanos
judíos que eran capaces de eludir el culto al emperador sin que se les acusase de
revolucionarios.4
De hecho, Paulo era considerado un problema por los Judíos. En ese tiempo
el judaísmo gozaba el status de religio licita, siendo permitido a los judíos mantener
sus tradiciones y rituales y, lo más importante para una religión monoteísta: no
tenían que prestar culto al emperador. La postura de Paulo amenazaba esa situación,
mantenida por los Judíos, sobre todo, por la indiferencia, una vez que él mismo aún
era visto como un Judío por muchos, y quienes temían que las acciones y discursos
de Paulo pudiesen entenderse por el imperio como acciones y discursos de todo el
pueblo judío, lo que podría llevar a la revocación del status de religio licita.
El temor no era del todo infundado, ya que el propio Paulo no veía su cris-
tianismo como una negación del judaísmo, ser cristiano no era ser “no judío” para
Paulo, por el contrario, la venida de Cristo era, en su concepción una realización de
las señales y profecías de la Torah. Paulo fue uno de los primeros cristianos, según
Nietzsche, que intentó “quitarles el Antiguo Testamento a los judíos, con la justi-
ficación de que sólo contenía doctrinas cristianas y que no debía pertenecer sino
a los cristianos, el verdadero pueblo de Israel (...)”5. Sin embargo, Paulo hace esto
creyendo en la realización de las profecías del Antiguo Testamento por la venida
de Cristo, el Mesías. Cristo no vino a negar la ley, mas, en fin, a realizarla. Por esto
Paulo no se refiere a sí mismo como un judío convertido al cristianismo, más como
un ‘alguien’ llamado para el apostolado, con vocación, como lo dice expresamente
el saludo de la Epístola que analizamos:
Paulo, siervo de Jesucristo, llamado para apóstol, separado para el evangelio
de Dios.
La cuestión de la vocación hace la diferencia, pues el problema de la declara-
ción política que Paulo pretende que tenga fuerza es sobrepasada por el problema
de su legitimidad para realizarla. Tal legitimidad se alcanzaría más fácil si los
cristianos judíos lo viesen no como alguien que abandono el judaísmo por medio
de una conversión, más como alguien escogido por Dios para servir a la ley. Y es
de esa forma que Paulo se ve, como convocado, llamado por Dios desde el útero,
como en Gálatas, 1:15:
Más cuando resolvió Dios, que desde el vientre de mi madre me separó, y
me llamo por su gracia, revelar su hijo en mí, para que lo predicase entre los
gentiles, no consulte ni a la carne, ni a la sangre.
4
“Für die judenchristlichen Gemeinden der Diaspora waren die Paulus-Grupe, die Paulus-Gemeiden, der leybhatfige
Teufel! Für die Judenchristen, nicht für die Juden. (Für die Juden war er ein trouble-maker. Er hat den Frieden der
Gemeiden un der Frienden in der Stadt gestört. Er hat die prekäre Balance von Juden gestört, die den Kaiserkult
ungehen konnten, ohne daB ihnen dadurch Revolution nachgesagt wurde.” TAUBES, Jacob, Die Politische Theologie
des Paulus. München: Wilhelm Fink Verlag, 2003, p.29.
5
NIETZSCHE, Friedrich, Aurora. São Paulo: Escala, 2007, p.68.
53
Ramón Mapa da Silva
La fe y la ley
Paulo trata del problema de la circuncisión en los términos del cumplimiento
de la ley y de la vivencia de la fe. Al mismo tiempo en que dice que la circuncisión es
buena llama la atención para el hecho de que es buena solamente si se guarda a ley:
Porque la circuncisión es, en verdad, provechosa, si tú guardas la ley; mas,
si tú eres transgresor de la ley, tu circuncisión se torna en incircuncisión.
(ROM:2:25)
La declaración política de Paulo comienza a tomar fuerza en este momento,
en que el guardar la ley se vuelve una forma de definir quién es o no judío, o mejor,
quien es o no parte del pueblo de Dios. Aquí Paulo exonera de la obligación de la
circuncisión, del cumplimento de la ley de la circuncisión, por el actuar de acuerdo
con la ley mayor, que es la de la fe:
Si, por tanto el incircunciso guarda los preceptos de la ley, por ventura la incircun-
cisión no será reputada como circuncisión? Y la incircuncisión que por naturaleza
lo es, si cumple la ley, no te juzgará por ventura a ti, que por la letra y circuncisión
eres transgresor de la ley? Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni es
circuncisión la que es exteriormente en la carne. Mas es judío el que lo es en el
6
“Und so sieht sich Paulus berufen als Apostel, das muB man immer dazu sagen, sonst entgeht einem das Wesent-
liche): von den Juden zu den Heiden.” TAUBES, Jacob, Die Politische Theologie des Paulus. München: Wilhelm Fink
Verlag, 2003, p.24.
54
Política y secularización en la carta de Paulo a los Romanos
7
SCHMITT, Carl, Teologia Política. Belo Horizonte: Del Rey, 2006, p. 7.
55
Ramón Mapa da Silva
Tal estrategia política fue utilizada por Lenin para definir quiénes eran los
enemigos de la Revolución. Todo aquel que no participase de la enemistad absoluta
por el capitalismo occidental era también enemigo. Por esto, para Lenin, la guerra
tradicional, con sus reglas y límites, parecía más un juego (Igra) que una verdadera
guerra (Woina) una vez que esta última, más de que en meros intereses, se basaba
en la enemistad irrestricta, pública y declarada.
La guerra de la enemistad absoluta no conoce cercenamiento. La ejecución con-
secuente de una enemistad absoluta le confiere su sentido y su justicia. Así, la
cuestión es solamente: existe un enemigo absoluto y quien es él en in concreto?
Para Lenin, la respuesta no era en ningún momento dudosa y su superioridad
sobre todos los otros socialistas y marxistas residía en que él aplicaba en la
práctica la enemistad absoluta. Su enemigo absoluto concreto era el enemigo
de clase, el burgués, o capitalista occidental y su orden social en todos los países
en que este dominaba. El conocimiento del enemigo era el secreto de la inmensa
fuerza ofensiva de Lenin.8
Para Paulo el enemigo era también absoluto y concreto: los “rebeldes” que estaban
en Judea. Sus enemigos eran los cristianos judíos que lo despreciaban por relacionarse
con los gentiles y que impedían la unidad del Pueblo de Dios en la fe. El final de la
epístola es una declaración de guerra contra esa postura, muy fuerte en la congregación
de Roma y que impedía el trato directo de Paulo con los fieles de la capital del mundo:
Y os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu,
que combatáis conmigo en vuestras oraciones y pidáis a Dios por mí. Para
que sea libre de los rebeldes que están en Judea, y que la administración,
que en Jerusalén hago, sea bien aceptada por los santos; (ROM:15:30-31)
La enemistad llega a tal punto, que la colecta del diezmo, que Paulo preten-
día llevar a Roma, tiene que ser anunciada y su aceptación rogada por el apóstol.
Esto porque aceptar el dinero de Paulo era aceptar dinero de los Gentiles. Para los
cristianos judíos en Roma aceptar dinero de los Gentiles era aceptar el fruto de un
ministerio impuro y hereje, representado, en última instancia, por el trouble-maker
Paulo. En las palabras de Taubes:
Mi cuestión es: si alguien trae a la congregación en Jerusalén, que apoya en ora-
ciones, una substancial suma de dinero, qué impide que se acepte ese dinero?
Me disculpan por colocar la cuestión en términos tan mundanos. O qué está
sucediendo aquí? Por qué el dinero no debería aceptarse?
(...)
Mi respuesta es fundamental, pero simple. Esa es una transacción impura.
(...)
8
SCHMITT, Carl, O conceito do Político/Teoria do Partisan. Belo Horizonte: Del Rey, 2009, p.201.
56
Política y secularización en la carta de Paulo a los Romanos
Esto es lo que sucede aún hoy: Si el dinero vino de un lugar equivocado, este es
considerado impuro.9
Aceptar ese dinero sería, además de recibir la colecta de fuentes impuras, con-
taminando toda la congregación, también legitimar las acciones de Paulo y de sus
congregaciones gentilicias, por esto la inseguridad del apóstol sobre la aceptación
de su colecta. Los enemigos de Paulo están entonces dentro de las congregaciones
que él quiere unificar, y justamente por esto la definición de amigo que el establece
aparta esos “rebeldes”, que viven por la letra y no por la fe. Paulo avisa que irá a
Roma, pide la unión y el apoyo de todos para que oren en la fe en Cristo, mas no
considera a todos como amigos. En suma, sabe que está yendo para la guerra.
Secularización
Si la real posibilidad de la guerra es lo fundamental para la definición de
amigo y enemigo, como lo dice Schmitt, es la guerra contra los “rebeldes” de Judea,
las congregaciones cristianas-judaicas de Roma que lo desprecian, es lo que lleva a
Paulo a definir quiénes son sus amigos. Y todo aquel que se opone a la unificación
del Pueblo de Dios por la fe en Cristo es enemigo, inclusive aquellos que desprecian
a los gentiles e incircuncisos. Mas el artificio más engañoso de Paulo para aumentar
sus filas es una interpretación más amplia de los mandamientos del amor. Si antes
el amor a Dios debía primar sobre el amor al prójimo, ahora, en Paulo, es el amor
al prójimo que debe reinar.
Puesto como el principal mandamiento es el que debe pautar o guiar la fe y la
ley. Derrida vería en el amor al prójimo, inclusive, una superación de la dicotomía
amigo x enemigo, una vez que la distinción necesita de enemigo, su delimitación en
contornos claros y bien establecidos lo transforma en alguien familiar y conocido,
o sea, prójimo. Y debo amar al prójimo, aún que él sea un “mal” prójimo.10
Esta cuestión se torna más evidente cuando el proyecto de Paulo es visto como
una inversión de las ideas originales de Cristo. De hecho, Jesús complementa la ley
judaica, más a través de su inversión, de su condenación y de su abandono. La ley
es mundana, parte del mundo de los hombres, de exterioridades. Jesús condena
esta exterioridad, en verdad, su transvaloración de valores antiguos sólo poseía
9
“Meine Frage lautet: Wenn man der Gemeinde in Jerusalem, die im Gebet verharrt, eine tüchtige Sunme Geld
bringt, was soll sie hinder, das Geld anzunehmen? Verzeihen Sie, wenn ich so irdisch über die Sache denke. Was
kann das los sein? Warun soll das Geld nicht angenommen warden?
(…) Meine Antwort ist eine sehr fundamentale, aber einfache. Das ist ein vergiftetes Geschäft.(…) Das gilt noch
bis heute: wenn Geld aus falscher Quelle kam, so war das vergiftet.” TAUBES, Jacob, Die Politische Theologie des
Paulus. München: Wilhelm Fink Verlag, 2003, p. 29-30.
10
Sobre esta noción en Derrida ver: REINHARD, Kenneth, Toward a Political Theology of Neighbor in SLAVOJ, Zizek,
SANTNER, Eric. L., REINHARD, Kenneth, The neighbor: three inquires in political theology. Chicago: The University
of Chicago Press, 2005.
57
Ramón Mapa da Silva
11
VITIELLO, Vincenzo, Deserto, ethos, abandono: contribuição para una topologia do religioso. In DERRIDA, Jacques,
VATTIMO, Gianni et al., A Religião. Lisboa: Relógio D’água, 1997, p. 191-192.
58
Política y secularización en la carta de Paulo a los Romanos
Conclusión
La Carta de Paulo a los Romanos puede ser leída como una declaración polí-
tica, dentro de las categorías políticas fundamentales, según Carl Schmitt, las que
sean, la de amigo y de enemigo. El apóstol de Tarso establece una nueva relación
entre ley y fe, determinando que el Pueblo de Dios es aquel que vive guardando la
ley y persistiendo en la fe en Cristo como el Mesías que vino a realizar las sagradas
escrituras. Tal delimitación, política en su esencia, se sustenta con más fuerza al
apoyarse en el proceso de secularización iniciado por Paulo y que actuó en dos
frentes, la primera, una reinterpretación de los mandamientos del amor, dándole
preeminencia al amor del prójimo, la segunda, la unión de los dos mundos que Cristo
había separado: el de la ley, mundano, y el de la fe, divino, en una relación en que
la ley sólo tiene sentido y valor si guardada en los dictámenes de la fe.
La acción política de Paulo, que confiere al cristianismo una dimensión secular
es responsable por la acción de la religión cristiana como una de las fuerzas confor-
madoras del mundo occidental. Durante siglos la visión teológica de Paulo fue la base
de las doctrinas sobre el derecho natural y la relación de la ley de los hombres con
un poder transcendente. De la misma forma, al repensar hoy los escritos de Paulo,
posibilita nuevas comprensiones sobre nuestra relación con el otro, el de afuera, el
extraño, y con el prójimo, el amigo, el huésped, y, dialécticamente, posibilita una
comprensión más profundo de nuestra posición en el mundo en cuanto agentes de
una realidad política e intersubjetiva.
Referencias Bibliográficas
DERRIDA, Jacques, VATTIMO, Gianni et al., A Religião. Lisboa: Relógio D’água, 1997.
NIETZSCHE, Friedrich, Aurora. São Paulo: Escala, 2007.
SCHMITT, Carl, O conceito do Político/Teoria do Partisan. Belo Horizonte: Del Rey, 2009.
SCHMITT, Carl, The Concept of the Political. Chicago: The University of Chicago Press, 2006.
SCHMITT, Carl, Teologia Política. Belo Horizonte: Del Rey, 2006.
SLAVOJ, Zizek, SANTNER, Eric. L., REINHARD, Kenneth, The neighbor: three inquires in political theology.
Chicago: The University of Chicago Press, 2005.
TAUBES, Jacob, Die Politische Theologie des Paulus. München: Wilhelm Fink Verlag, 2003.
59
Política e secularização na carta
de Paulo aos Romanos
Ramon Mapa da Silva*
Universidade Presidente Antônio Carlos de Itabirito
Ponte Nova, Minas Gerais - Brasil
Introdução
O presente trabalho pretende analisar a Carta de Paulo aos Romanos como
uma declaração política. Para isso recorreremos às categorias políticas definidas
pelo jurista alemão Carl Schmitt, à análise do pensamento de Paulo enquanto um
exemplo de teologia política, realizada por Jacob Taubes, e às investigações sobre
o cristianismo histórico.
Queremos propor, também, uma leitura da Carta aos Romanos como um dos
documentos com os quais Paulo empreende uma secularização do cristianismo,
pensado como a doutrina de Cristo, transformando-o no cristianismo histórico
que chegou aos dias de hoje. Tal secularização se dá pela modificação, por Paulo,
de dois conceitos fundantes da religião cristã, o de fé e o de lei. Defendemos que
a relação com esses conceitos, como já dissemos, modificada a partir de Paulo, é
instrumento fundamental para a forma política que o apóstolo de Tarso inaugura.
Declaração
Segundo Carl Schmitt, a distinção fundamental dentro da política é aquela
que estabelece quem é amigo e quem é inimigo. Em seu livro de 1932, O Conceito do
Político, Schmitt diz que “o político possui suas próprias categorias que expressam a si
*
Mestrando em Teoria do Direito pela Pontifícia Universidade Católica de Minas Gerais (PUC-MG), Especialista em
Direito Civil e Processual Civil pela Universidade Presidente Antônio Carlos, Bacharel em Direito pela Universidade
Federal de Ouro Preto, Professor do Curso de Direito da Universidade Presidente Antônio Carlos de Itabirito – Minas
Gerais e do Curso de Direito da Faculdade Dinâmica de Ponte Nova – Minas Gerais.
61
Ramon Mapa da Silva
mesmas de uma forma específica”.1 Essas categorias são autônomas, pois independem
de quaisquer outras para existir. Assim como a oposição entre amigo e inimigo no âm-
bito político, existem oposições das mais variadas em âmbitos distintos. Moralmente
a separação entre “bom” e “mau”. Esteticamente a distinção entre “belo” e “feio”. Mas
tais categorias não afetam diretamente a distinção política fundamental. De fato, ter
alguém como inimigo não significa que esse alguém seja moralmente condenável ou
esteticamente desagradável.2 Basta que o mesmo seja alguém essencialmente estranho
e diferente, de forma que um conflito contra ele seja possível.
Em sentido inverso, mas na mesma separação, amigo é aquele “próximo”,
“semelhante”, que não só partilha interesses como também facilita a sua conse-
cução, partilha da mesma forma de vida e da mesma tradição. De forma extrema,
o conflito com o inimigo é uma declaração política, pois estabelece ali quem é quem
no universo das separações vistas como o fundamento do político.
É na guerra, ou ao menos em sua possibilidade real que a separação entre
amigo e inimigo se mostra em sua realidade existencial. Sem a possibilidade do con-
fronto real a distinção política se enfraquece em sentimentos privados e amálgamas
econômicos e morais. A Carta de Paulo aos Romanos é uma declaração política no
sentido em que estabelece uma distinção entre amigo e inimigo.
Tal distinção só pode ser compreendida se contextualizarmos a Carta no
momento histórico em que ela surge, entre os anos de 57 e 58 depois de Cristo. Às
várias congregações judaicas existentes somaram-se várias congregações de cris-
tãos judeus em diáspora. Ao mesmo tempo outras tantas congregações de cristãos
gentios, vistos com desdém pelos cristãos judeus, se formavam e se fortaleciam.
Paulo capitaneava uma série de congregações gentias, e era desprezado pelos cristãos
judeus de Jerusalém, para quem ele, Paulo, era “o diabo em pessoa”3:
Para as congregações Judaico-Cristãs na diáspora, o grupo Paulino, as congre-
gações Paulinas, eram o diabo em pessoa! Para os Cristãos judeus, não para
os Judeus. Para os Judeus ele era um trouble-maker. Ele perturbou a paz das
congregações e a paz na cidade. Perturbou o equilíbrio precário dos Judeus que
eram capazes de driblar o culto ao imperador sem serem acusadosde revolução.4
De fato, Paulo era considerado um problema pelos Judeus. A esse tempo
gozava o judaísmo o status de religio licita, sendo permitido aos judeus manterem
suas tradições e rituais e, mais importante para uma religião monoteísta, não pre-
1
“(...) the political has its own criteria which express themselves in a characteristic way.” SCHMITT, Carl, The Concept
of the Political. Chicago: The University of Chicago Press, 2006.
2
Idem.
3
TAUBES, Jacob, Die Politische Theologie des Paulus. München: Wilhelm Fink Verlag, 2003, p.29.
4
“Für die judenchristlichen Gemeinden der Diaspora waren die Paulus-Grupe, die Paulus-Gemeiden, der leibhatfige
Teufel! Für die Judenchristen, nicht für die Juden. (Für die Juden war er ein trouble-maker. Er hat den Frieden der
Gemeiden un der Frienden in der Stadt gestört. Er hat die prekäre Balance von Juden gestört, die den Kaiserkult
umgehen konnten, ohne daB ihnen dadurch Revolution nachgesagt wurde.” TAUBES, Jacob, Die Politische Theologie
des Paulus. München: Wilhelm Fink Verlag, 2003, p.29.
62
Política e secularização na carta de Paulo aos Romanos
5
NIETZSCHE, Friedrich, Aurora. São Paulo: Escala, 2007, p.68.
6
“Und so sieht sich Paulus berufen als Apostel, das muB man immer dazu sagen, sonst entgeht einem das Wesent-
liche): von den Juden zu den Heiden.” TAUBES, Jacob, Die Politische Theologie des Paulus. München: Wilhelm Fink
Verlag, 2003, p.24.
63
Ramon Mapa da Silva
A fé e a lei
Paulo trata do problema da circuncisão nos termos do cumprimento da lei
e da vivência da fé. Ao mesmo tempo em que diz que a circuncisão é boa chama
atenção para o fato de que é boa somente se se guardar a lei:
Porque a circuncisão é, na verdade, proveitosa, se tu guardares a lei; mas, se tu
és transgressor da lei, a sua circuncisão se torna em incircuncisão. (ROM:2:25)
A declaração política de Paulo começa a tomar força nesse momento, em que o
guardar a lei se torna uma forma de definir quem é ou não judeu, ou melhor, quem
é ou não parte do povo de Deus. Aqui Paulo exonera da obrigação da circuncisão, do
cumprimento da lei da circuncisão, pelo agir de acordo com a lei maior, que é a da fé:
Se, pois a incircuncisão guardar os preceitos da lei, porventura a incircuncisão
não será reputada como circuncisão? E a incircuncisão que por natureza o é, se
cumpre a lei, não te julgará porventura a ti, que pela letra e circuncisão és trans-
gressor da lei? Porque não é judeu o que o é exteriormente, nem é circuncisão a
que é exteriormente na carne. Mas é judeu o que o é no interior, e circuncisão a
que é do coração, no espírito, não na letra; cujo louvor não provém dos homens,
mas de Deus. (ROM:2:26-29)
Vemos aqui o verdadeiro problema que Paulo coloca: o que é ser judeu? O po-
lítico depende, como vimos, da definição de amigo e inimigo, e o que Paulo começa
a fazer aqui é justamente essa distinção. Para Paulo, judeu é simplesmente quem
guarda a lei pela fé, de forma que as congregações gentias que ele capitaneava eram
tão partes do povo escolhido quanto os judeus ou os cristãos judeus de Jerusalém.
Paulo quer definir aqui quem é o povo de Deus, em termos schmittianos, colocar
claramente quem é “amigo”. O povo de Deus, que é, em última instância, o povo de
Paulo é aquele unido pela fé na redenção trazida por Cristo Jesus.
Isto é, a justiça de Deus pela fé em Jesus Cristo para todos e sobre todos os
que crêem; porque não há diferença. Porque todos pecaram e destituídos
estão da glória de Deus; Sendo justificados gratuitamente pela sua graça,
pela redenção que há em Cristo Jesus (ROM: 3:22-24) .
A vinda de Cristo representa o caminho para a igualdade de todos, primeiro
pela derrocada de todos os valores antes existentes, pelo questionar da própria lei,
e depois pela abertura do reconhecimento da lei na fé. Se antes pertencia ao povo
64
Política e secularização na carta de Paulo aos Romanos
aquele que guardava a lei, com o Cristo todo aquele que vive a fé no sacrifício de
Deus é parte de Seu povo.
A fé então não substitui a lei, ela a complementa e lhe confere real significado.
Paulo age como o soberano que Schmitt trata em sua Teologia Política, suspendendo
a ordem constituída e declarando uma nova ordem, baseada na fé, e que tem por
objetivo último realizar plenamente a primeira ordem, a ordem originária, a lei das
sagradas escrituras. O caso em que Paulo institui a nova ordem, a da fé como caminho
para o Cristo Jesus e a definição do povo de Deus é um caso limítrofe, um caso de
exceção, que caracteriza o agir de Paulo como um ato soberano. A decisão soberana
não pode, segundo Schmitt, ser extraída totalmente do conteúdo de uma norma7.
Paulo decide sobre a formação do povo de Deus sem recorrer a uma lei específica
para isso, ele decide sobre a definição do Povo de Deus e de sua relação com a fé em
Cristo. A decisão política, a decisão sobre amigo e inimigo é uma decisão soberana,
que não se relaciona com uma norma pré-dada, antes suspende a incidência de uma
ordem constituída, ou seja, é uma decisão realizada em estado de exceção.
A decisão de Paulo é, portanto, decisão política, que define o Povo de Deus,
como aquele que vive pela fé no Cristo redivivo. A escolha de uma base ideológica
para se definir “o amigo” na política é estratégia clara e comum. Ao mesmo tempo
tal ato define a dimensão do inimigo. Toda aquele que não vive pela fé, que a per-
segue, ou que vive pela letra (lei) sem a verdadeira fé é o inimigo.
Tal estratégia política foi utilizada por Lênin para definir quem eram os inimigos da
Revolução. Todo aquele que não partilhasse da inimizade absoluta pelo capitalismo ociden-
tal era também inimigo. Por isso, para Lênin, a guerra tradicional, com suas regras e limites,
parecia mais um jogo (Igra) que uma verdadeira guerra (Woina) uma vez que essa última,
mais do que em meros interesses, era baseada na inimizade irrestrita, pública e declarada.
A guerra da inimizade absoluta não conhece cerceamento. A execução conseqüente
de uma inimizade absoluta confere-lhe seu sentido e sua justiça. Assim, a questão
é tão somente: existe um inimigo absoluto e quem ele é in concreto? Para Lênin,
a resposta não era em momento algum duvidosa e sua superioridade sobre todos
os outros socialistas e marxistas residia em que ele aplicava na prática a inimizade
absoluta. Seu inimigo absoluto concreto era o inimigo de classe, o burguês, o
capitalista ocidental e sua ordem social em todo país em que esta dominava.
O conhecimento do inimigo era o segredo da imensa força ofensiva de Lênin.8
Para Paulo o inimigo era também absoluto e concreto: os “rebeldes” que estão
na Judéia. Seus inimigos eram os cristãos judeus que o desprezavam por se dar com
os gentios e que impediam a unidade do Povo de Deus na fé. O final da epístola é
uma declaração de guerra contra essa postura, muito forte na congregação de Roma
e que impedia o trato direto de Paulo com os fiéis da capital do mundo:
7
SCHMITT, Carl, Teologia Política. Belo Horizonte: Del Rey, 2006, p. 7.
8
SCHMITT, Carl, O conceito do Político/Teoria do Partisan. Belo Horizonte: Del Rey, 2009, p.201.
65
Ramon Mapa da Silva
E rogo-vos, irmãos, por nosso Senhor Jesus Cristo e pelo amor do Espírito,
que combatais comigo nas vossas orações por mim a Deus. Para que seja livre
dos rebeldes que estão na Judéia, e que esta minha administração, que em
Jerusalém faço, seja bem aceita pelos santos (ROM:15:30-31).
A inimizade chega a tal ponto, que a coleta do dízimo, que Paulo pretendia levar a
Roma, tem que ser anunciada e sua aceitação rogada pelo apóstolo. Isso porque aceitar
o dinheiro de Paulo era aceitar dinheiro dos Gentios. Para os cristãos judeus em Roma
aceitar dinheiro dos Gentios era aceitar o fruto de um ministério impuro e herege,
representado, em última instância, pelo trouble-maker Paulo. Nas palavras de Taubes:
Minha questão é: se alguém traz à congregação em Jerusalém, que apóia em
orações, uma substancial soma de dinheiro, o que impede de se aceitar esse
dinheiro? Desculpem-me por colocar a questão em termos tão mundanos.
O que está acontecendo aqui? Por que o dinheiro não deveria ser aceito?
(...)
Minha resposta é fundamental, mas simples. Essa é uma transação impura.
(...)
Este ainda é o caso até os dias de hoje: Se o dinheiro veio de um lugar errado,
ele é considerado impuro.9
Aceitar esse dinheiro seria, além de receber a coleta de fontes impuras,
conspurcando toda a congregação, também legitimar as ações de Paulo e de suas
congregações gentias, por isso a insegurança do apóstolo sobre a aceitação de sua
coleta. Os inimigos de Paulo estão então dentro das congregações que ele quer
unificar, e justamente por isso a definição de amigo que ele estabelece afasta esses
“rebeldes”, que vivem pela letra e não pela fé. Paulo avisa que irá para Roma, pede a
união e o apoio de todos para quem ora na fé em Cristo, mas não considera a todos
como amigos. Em suma, sabe que está indo para a guerra.
Secularização
Se a real possibilidade da guerra é a fundamental para a definição de amigo e
inimigo, como coloca Schmitt, é a guerra contra os “rebeldes” da Judéia, as congre-
gações critãs-judaicas de Roma que o desprezavam que leva Paulo a definir quem
são seus amigos. Todo aquele que se opõe à unificação do Povo de Deus pela fé em
Cristo é inimigo, inclusive aqueles que desprezam os gentios e os incircuncisos. Mas
o artifício mais engenhoso de Paulo para aumentar suas fileiras é uma interpretação
9
“Meine Frage lautet: Wenn man der Gemeinde in Jerusalem, die im Gebet verharrt, eine tüchtige Summe Geld
bringt, was soll sie hinder, das Geld anzunehmen? Verzeihen Sie, wenn ich so irdisch über die Sache denke. Was
kann das los sein? Warum soll das Geld nicht angenommen warden?
(…) Meine Antwort ist eine sehr fundamentale, aber einfache. Das ist ein vergiftetes Geschäft.(…) Das gilt noch
bis heute: wenn Geld aus falscher Quelle kam, so war das vergiftet.” TAUBES, Jacob, Die Politische Theologie des
Paulus. München: Wilhelm Fink Verlag, 2003, p. 29-30.
66
Política e secularização na carta de Paulo aos Romanos
mais alargada dos mandamentos do amor. Se antes o amor a Deus deve ter primazia
sobre o amor ao próximo, agora, em Paulo, é o amor ao próximo que deve reinar.
Colocado como o principal mandamento é ele que deve pautar o portar pela fé
e pela lei. Derrida veria no amor ao próximo, inclusive, uma superação da dicotomia
amigo x inimigo, uma vez que a distinção precisa de inimigo, sua delimitação em con-
tornos claros e bem estabelecidos o transforma em alguém familiar e conhecido, ou
seja, próximo. E devo amar o próximo, ainda que o mesmo seja um “mau” próximo.10
Essa questão se torna mais evidente quando o projeto de Paulo é visto como uma
inversão das ideias originais de Cristo. De fato, Jesus complementa a lei judaica, mas
através de sua inversão, de sua condenação e de seu abandono. A lei é mundana, parte
do mundo dos homens, da exterioridade. Jesus condena essa exterioridade, em verdade,
sua transvaloração de valores antigos só possui sentido se considerada como uma defesa
absoluta da fé e da interioridade contra o mundo da lei e da exterioridade. O mundo
para Jesus não passa de Σκaνδαλον, insídia, contra o qual ele apresenta sua morte e
ressurreição, que não é ressurreição no mundo físico, mas no mundo da consciência.
Em Paulo a vinda do Cristo Jesus representa um complemento da lei judaica,
mas não por sua inversão e sim pela sua realização, no sentido que Jesus é o messias,
aquele que vem para cumprir a lei. Como já dito, a lei é uma outra dimensão da fé,
somente pela fé se cumpre a lei, na doutrina de Paulo. Em Jesus a dimensão da lei
só existe como coisa mundana e, portanto, não pertencente ao seu reino, que não
é desse mundo. Paulo une os dois reinos, o da consciência na fé, e o do agir, na lei.
Para Paulo, Jesus é a lei realizada, a profecia que se cumpriu:
Paulo reúne o que Cristo dividira: Deus e o mundo, interioridade e exterioridade,
fé e lei. Paulo seculariza o cristianismo. Faz dele uma força histórica. Uma força
criadora de história. E fá-lo com uma consciência extrema, lucidíssima. Tal é a
sua grandeza: ele, o judeu convertido, transpôs toda a cultura judaica para a nova
religião, e fundou assim o cristianismo histórico, o cristianismo que conhecemos,
e em que “vivemos, nos movemos e somos”. Cristo afirmava que não viera abolir
a lei mas completá-la (Mt., 5, 17-20) Que este complemento foi uma subversão
é evidente para quem leia a sequência dos versículos. Jesus completa no sentido
que anuncia a outra metade do universo humano, a mais importante, a única
– do ponto de vista da religião – importante, o lado divino do humano, a fé, a
metade celeste que é outra e além, absolutamente outra e absolutamente além,
da terrena. Paulo, pelo contrário, vê a lei como complemento-realização da fé.
O δεκαιος εκ πiστεως ζησεται (Ro, 1, 17) – mas da fé, já com Abraão, nasce
a Lei. E antes da fé em Cristo, a Lei foi o “pedagogo” do Judeu (Gal, 3, 24).11
10
Sobre essa noção em Derrida ver REINHARD, Kenneth, Toward a Political Theology of Neighbor in SLAVOJ, Zizek,
SANTNER, Eric. L., REINHARD, Kenneth, The neighbor: three inquires in political theology. Chicago: The University
of Chicago Press, 2005.
11
VITIELLO, Vincenzo, Deserto, ethos, abandono: contribuição para uma topologia do religioso. In DERRIDA, Jacques,
VATTIMO, Gianni et al., A Religião. Lisboa: Relógio D’água, 1997, p. 191-192.
67
Ramon Mapa da Silva
A união das duas realidades, dos dois mundos, que realiza a secularização e
que gera o cristianismo histórico acaba se tornando o grande artifício político de
Paulo, uma vez que através da união da lei e da fé ele estabelece que todo aquele que
não vive a mesma fé que ele professa descumpre a lei. Se a fé é a realização da lei,
não basta agir como mandam as sagradas escrituras, é preciso cultivar a crença no
Cristo Salvador. Dessa forma, mesmo os judeus não seriam mais o Povo de Deus,
uma vez que não basta mais somente cumprir a lei, mas viver a fé.
Conclusão
A Carta de Paulo aos Romanos pode ser lida como uma declaração política, dentro
das categorias políticas fundamentais, segundo Carl Schmitt, quais sejam, a de amigo
e de inimigo. O apóstolo de Tarso estabelece uma nova relação entre lei e fé, determi-
nando que o Povo de Deus é aquele que vive no guardar a lei e no persistir na fé em
Cristo como o Messias que veio realizar as sagradas escrituras. Tal delimitação, política
em sua essência, se sustenta com mais força ao se apoiar no processo de secularização
iniciado por Paulo e que agiu em duas frentes, a primeira, uma reinterpretação dos
mandamentos do amor, trazendo premência para o amor ao próximo, a segunda, a
união dos dois mundos que Cristo havia separado: o da lei, mundano, e o da fé, divino,
numa relação em que a lei só tem sentido e valor se guardada nos ditames da fé.
A ação política de Paulo, que confere ao cristianismo uma dimensão secular
é responsável pela ação da religião cristã como uma das forças conformadoras do
mundo ocidental. Durante séculos a visão teológica de Paulo foi a base das doutrinas
sobre o direito natural e a relação da lei dos homens com um poder transcendente. Da
mesma forma, o repensar hoje os escritos de Paulo, possibilita novos entendimentos
sobre nossa relação com o outro, o de fora, o estranho, e com o próximo, o amigo, o
hóspede, e, dialeticamente, possibilita um entendimento mais profundo de nossa
posição no mundo enquanto agentes de uma realidade política e intersubjetiva.
Referências Bibliográficas
DERRIDA, Jacques, VATTIMO, Gianni et al., A Religião. Lisboa: Relógio D’água, 1997.
NIETZSCHE, Friedrich, Aurora. São Paulo: Escala, 2007.
SCHMITT, Carl, O conceito do Político/Teoria do Partisan. Belo Horizonte: Del Rey, 2009.
SCHMITT, Carl, The Concept of the Political. Chicago: The University of Chicago Press, 2006.
SCHMITT, Carl, Teologia Política. Belo Horizonte: Del Rey, 2006.
SLAVOJ, Zizek, SANTNER, Eric. L., REINHARD, Kenneth, The neighbor: three inquires in political theology.
Chicago: The University of Chicago Press, 2005.
TAUBES, Jacob, Die Politische Theologie des Paulus. München: Wilhelm Fink Verlag, 2003.
68
Derecho opcional:
La privatización del derecho en el mundo
de la globalización
José Antonio Estévez Araújo
Catedrático de Filosofía del Derecho - Universidad de Barcelona
Barcelona - España
69
José Antonio Estévez Araújo
1
V. GALGANO, F. Lex mercatoria, shopping del derecho y regulaciones contractuales en la época de los mercados
globales, En Revista De Derecho Mercantil , 2003, N° 247, pp. 7-20.
2
V. DEZALAY, Yves: Multinationales de l’expertise et “dépérissement de l’État” En Actes de la Recherche en Sciences
Sociales, 1993, 96, 1 pp. 3 - 20
70
Derecho opcional: la privatización del derecho en el mundo de la globalización
Las Law Firms no sólo elaboran contratos y contribuyen a “crear” usos, sino
que también producen doctrina “científica”, bien directamente, bien colonizando
determinadas cátedras de las universidades. También, en ocasiones, se paga a
profesores universitarios para la elaboración de dictámenes con el objetivo de que
sean publicados como “doctrina” en una revista académica.
La lex mercatoria puede ser considerada una nueva forma de “regulación”. En
el ámbito de las transacciones transfronterizas, la desregulación no ha conducido de
nuevo a lo que los sociólogos del derecho denominan paradigma jurídico “formal”.
Este consiste en la existencia de un derecho estatal que establece las condiciones de
validez de los contratos y regula supletoriamente las obligaciones de los contratantes.
Y aquí, lo que ha tenido lugar es el surgimiento de un nuevo derecho privado en el
que la firma de abogados sustituye al estado, el contrato a la ley y el árbitro al juez.
La única contribución relevante del derecho de origen estatal a la satisfacción
de las exigencias jurídicas del mercado global ha sido el reforzamiento de la propie-
dad intelectual. Es decir, no ha surgido una regulación de derecho internacional de
los contratos o de la resolución de conflictos en los negocios transnacionales. Pero
sí se han aprobado normas de derecho internacional que aseguran la protección
de la propiedad intelectual: los llamados acuerdos ADPIC (acuerdos relativos a la
propiedad intelectual relacionados con el comercio).
2. La Autorregulación
La llamada “autorregulación” es una forma de regulación que hubiera resul-
tado insólita hasta los años setenta del siglo pasado: se trata de que los propios
sujetos que deben ser regulados dicten las normas a las que tiene que ajustarse su
conducta y controlen su cumplimiento.
La autorregulación se basa en una serie de mitos fundacionales. Se trata de
unos presupuestos asumidos dogmáticamente que pretenden fundamentar esta
forma de “regular”.
El primero de estos mitos es el de la crisis del estado del bienestar que nadie
parece discutir. Pero ¿de qué crisis se está hablando? El estado del bienestar no
sufrió un colapso interno como parece dar a entender este mito. En realidad, el
estado del bienestar fue desmantelado desde fuera.
El segundo de estos mitos es el de la crisis regulatoria del derecho, es decir
que la capacidad que el derecho tiene de regular se enfrenta a unos límites intrín-
secos. Y estos límites se habrían traspasado en la época del estado del bienestar.
Esta tesis la defendieron sobre todo los juristas luhmanianos como Teubner, pero
también la sustentó Habermas en los años ochenta cuando sostuvo que se había
producido una “juridificación” del mundo de la vida3.
3
HABERMAS, Jurgen. Law as Medium and Law as Institution En TEUBNER, Gunther(ed.). Dilemmas of Law in
the Welfare State, Berlin, Walter de Gruyter, 1988 p. 203-220.
71
José Antonio Estévez Araújo
Íntimamente relacionado con este mito está el dogma del carácter autopoié-
tico de los subsistemas sociales. Este dogma sostiene que cada subsistema social
(la economía, la política, el derecho o la ciencia) tiene sus propios mecanismos de
reproducción, autónomos respecto de los de los demás. Eso significa que los “estímu-
los” que nazcan de un subsistema sólo pueden producir efectos en los demás si son
metabolizables por éstos y sólo en la medida en que lo sean. Así el derecho sólo puede
percibir y reaccionar frente a los “hechos” en la medida en que pueda convertirlos
en fenómenos jurídicos (p. ej. en “hechos probados”). Esto significa que un sistema
no puede influir directamente en otro. Más en particular, que el sistema político no
puede pretender regular el funcionamiento del sistema económico sin generar conse-
cuencias contraproducentes. Los diferentes subsistemas tienen que autorregularse.
Todos estos mitos pueden encontrarse expuestos en una obra de referencia
en esta materia: el libro editado por Teubner en los años ochenta sobre la crisis del
derecho en el estado del bienestar4. Y se puede comprobar que dichos mitos son re-
cogidos acríticamente por los juristas que se ocupan del tema de la autorregulación5.
La autorregulación tiene dos manifestaciones principales. Una de ellas consiste
en la elaboración de normas por parte de los mismos colectivos que deben sujetarse
a ellas. El ejemplo más importante lo constituyen las normas técnicas elaboradas
por asociaciones de fabricantes (sólo hay que pensar en la importancia que tiene el
establecimiento de unos estándares comunes a los que deben ajustarse los aparatos
digitales para poderse interconectar, por ejemplo, mediante los puertos USB).
La otra manifestación de la autorregulación que tiene creciente importancia
son los códigos de conducta que regulan la llamada “responsabilidad social” de
las empresas. Se trata de unas normas elaboradas por las empresas mismas (en
materias medioambientales o de derechos humanos) y que éstas se comprometen
a cumplir, pero que no resultan jurídicamente exigibles ante ninguna instancia
administrativa o judicial. Existen también formas de autorregulación que consisten
en el autocontrol que ejercen un conjunto de empresas en relación a un código de
conducta colectivo (por ejemplo, en el caso español, el control de la publicidad).
Hay ya bastantes estudios que ponen de manifiesto que los códigos de conducta
de las empresas suelen ser absolutamente ineficaces por sí mismos. Se trata más
bien de operaciones publicitarias para vender una determinada imagen de marca.
Pero cuando se indaga en qué condiciones trabajan los empleados de los subcon-
tratistas que elaboran los productos de la marca, se ponen de manifiesto continuas
violaciones de los compromisos adquiridos en materia de respeto de los derechos,
laborales, sindicales y, más en general, humanos6.
4
TEUBNER, Gunther(ed.). Dilemmas of Law in the Welfare State, Berlin, Walter de Gruyter, 1988
5
V. p. ej. el libro de José ESTEVE PARDO sobre este tema: Autorregulación: génesis y efectos , Editorial Aranzadi, 2002
6
V. los trabajos sobre este tema incluidos en SOUSA SANTOS, B. d. y RODRÍGUEZ GARAVITO, C. A. (eds.). El
derecho y la globalización desde abajo, Barcelona, Anthropos, 2007.
72
Derecho opcional: la privatización del derecho en el mundo de la globalización
3. La gobernanza
Si utilizamos el término “gobernanza” en sentido estricto, debemos distinguir
entre la retórica de la gobernanza y la forma real de tomar decisiones e implantarlas
a que este término se refiere.
La retórica de la gobernanza insiste especialmente en la participación de la “so-
ciedad civil” en los procesos de toma de decisiones. Se presenta ante todo como una
forma de decidir que consiste en una discusión racional entre los diferentes grupos
de afectados y entre éstos y las autoridades. Un ejemplo de esto lo encontramos en
el Libro Blanco sobre la Gobernanza publicado por la Comisión Europea en 2001: “El
modelo lineal consistente en decidir las políticas desde arriba debe ser sustituido por
un círculo virtuoso basado en la interacción, en las redes existentes y en una participa-
ción a todos los niveles, desde la definición de las políticas hasta su aplicación” (p. 3).
La expresión “círculo virtuoso” tiene que ver con otro de los elementos de la
retórica de la gobernanza que un autor ha formulado contraponiendo la solución
de problemas (propia de la gobernanza) a la reclamación de derechos7. Se presenta
entonces la gobernanza como un mecanismo que hace posible que la diferencia de
planteamientos y posturas no conduzca a la contraposición o al bloqueo, sino que
se convierta en un elemento de enriquecimiento del debate
La retórica de la gobernanza también la presenta como un mecanismo que
hace posible el aparente oxímoron de la coordinación descentralizada. Es decir, que
reúne las ventajas de la coherencia y la coordinación propias de la burocracia, con la
apertura y flexibilidad propias de las redes sociales. Así, Roberto Mangabeira Unger
(profesor de la Universidad de Harvard, miembro destacado del movimiento de los
Critical Legal Studies y actual Ministro de Planeación Estratégica el gobierno de
Lula en Brasil), representante de la corriente que puede calificarse como más pro-
gresista de la gobernanza (el “experimentalismo democrático”) señala en un libro
programático titulado “Democracia realizada” que la “coordinación descentralizada”
es uno de los objetivos centrales de su propuesta8.
7
SIMÓN, William H. Solving Problems V. Claiming Rights: The Pragmatist Challenge to Legal Liberalism, Public Law
& Legal Theory Working Paper Group, Columbia Law School, version de 1 de agosto de 2003.
8
UNGER, R. M.Democracia realizada. A alternativa progressista, Sao Paulo, Bontempo editorial, 1999.
73
José Antonio Estévez Araújo
9
Es el caso de Esteve Pardo en el libro citado más arriba.
10
EGAN, Michelle, Regulatory Strategies, Delegation and European Market Integration, En Journal of European
Public Policy, 5, 3, septiembre de 1998.
74
Derecho opcional: la privatización del derecho en el mundo de la globalización
11
PERMANAND, Govin: EU Pharmaceutical Regulation: The Politics of Policy-Making, Manchester University Press,
2006, p. 118.
12
V. a este respecto la denuncia de Health Action International Europe en el documento titulado: “Does the Euro-
pean Patients’ Forum represent patient or industry interests?” de 14 de Julio de 2005, que puede encontrarse en
Internet.
13
Govin Permanand, op. cit. p.137.
75
José Antonio Estévez Araújo
14
LANGBEIN, Laura I. Responsive Bureaus, Equity, and Regulatory Negotiation: An Empirical View, en Journal of
Policy Analysis and Management, Vol. 21, No. 3, 2002, pp. 449–465.
15
V. nota 7.
76
Derecho opcional: la privatización del derecho en el mundo de la globalización
la sociedad civil es presentada como una forma de salvar el vacío que separa a la UE y a
sus ciudadanos. Se trata de un elemento de la gobernanza europea que pretende superar
el llamado “déficit democrático” que padecen las instituciones europeas. Y, de hecho, el
Tratado de Lisboa obliga a las instituciones de la UE a “mantener un diálogo abierto,
transparente y regular con las asociaciones representativas y con la sociedad civil” (art. 8B).
Ahora bien, más allá de estas declaraciones retóricas, ¿cuál es la realidad de
la participación de las organizaciones de la sociedad civil en los procesos de toma
de decisiones de la UE? Con esta pregunta nos referimos a organizaciones no es-
tatales, ni empresariales, y que no buscan defender los intereses de sus miembros.
Se hace referencia a las ONG’s o movimientos sociales que actúan en aras del bien
común y de valores ampliamente compartidos. ¿Qué papel tiene este sector de la
sociedad civil en la UE? (pues que las organizaciones de intereses, especialmente
empresariales, realizan un intenso papel de lobby sobre las instituciones europeas
es algo que sabemos ya hace tiempo).
A responder esta pregunta va dirigido un trabajo publicado en 2008 por Sandra
Kröger, discípula de una de las mayores expertas en el tema de la gobernanza europea
(Kohler-Koch). El título del artículo ya pone de manifiesto que las conclusiones no
son demasiado halagüeñas: “Nothing but consultation”, es decir que parece que lo
que hacen las instituciones europeas es limitarse a “consultar” a estas asociaciones16.
Más concretamente, el método del trabajo aplicado en esta investigación
consistió en analizar los números de 26 revistas académicas relevantes correspon-
dientes a los últimos diez años. Se seleccionaron aquellos artículos que trataban del
tema de la participación de las organizaciones de la sociedad civil en los procesos
de policy making europeos, en particular en los campos de asuntos sociales, salud,
protección del consumidor, medio ambiente y comercio.
La pregunta central que se pretendía contestar es: “¿Qué podemos decir
acerca del lugar y del papel de las organizaciones de la sociedad civil tras el examen
de la literatura relevante?” Y las conclusiones, como ya se ha apuntado, resultaron
bastante decepcionantes (disillusioning).
Para analizar el material, la autora, se planteo fundamentalmente dos cues-
tiones. La primera hacía referencia al grado de acceso que tenían las organizaciones
de la sociedad civil para poder expresar sus puntos de vista ante los órganos deciso-
rios de la UE. La segunda cuestión tenía que ver con el grado en que las opiniones
expresadas eran efectivamente tenidas en cuenta.
En cuanto a la primera de las cuestiones, la relativa a la capacidad de acceso
a las instituciones comunitarias, se constata que existe una enorme variedad de
mecanismos para que las organizaciones de la sociedad civil expresen sus puntos de
16
KRÖGER, Sandra. Nothing but consultation: The place of organised civil society in EU policy-making across policies
en European Governance Papers (EUROGOV), Nº C-08-03 2008 http://www.connex-network.org/eurogov/pdf/
egp-connex-C-08-03.pdf.
77
José Antonio Estévez Araújo
4. Gobernanza y gobernabilidad
Como ha señalado José Luis Gordillo en numerosas discusiones, “gobernanza”
viene de “gobernabildad”. Su genealogía debe buscarse en el informe de la Comisión
Trilateral de 1975 sobre la crisis de las democracias17. En este informe se señalaba
17
CROZIER, Michel, HUNTINGTON, Samuel P. y WATANUKI, Joji. The Crisis of democracy. Report on the gover-
nability of democracies to the Trilateral Commision, New York University Press, 1975.
78
Derecho opcional: la privatización del derecho en el mundo de la globalización
18
SOUSA SANTOS, B. de. Más allá de la gobernanza neoliberal: el Foro Social Mundial como legalidad y política
cosmopolitas subalternas, en SOUSA SANTOS, B. d. y RODRIGUEZ GARAVITO, C. A. (eds.). El derecho y la glo-
balización desde abajo, Barcelona, Anthropos, 2007, pp. 31-60
19
Ibidem.
79
José Antonio Estévez Araújo
que se realizan y los procedimientos que se ponen en práctica. Que los mecanismos
reales tal como funcionan en la práctica respondan a una lógica de la gobernabilidad
(de cómo asegurar que se van a poder tomar decisiones e imponerlas) o a la de la
profundización de la democracia, es una de las piedras de toque fundamentales para
distinguir la lucha contra la barbarie de lo que son contribuciones a su perpetuación.
Bibliografía
CROZIER, Michel, HUNTINGTON, Samuel P. y WATANUKI, Joji. The Crisis of democracy. Report on the
governability of democracies to the Trilateral Commision, New York University Press, 1975.
DEZALAY, Yves: Multinationales de l’expertise et “dépérissement de l’État” En Actes de la Recherche en
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mercados globales, En Revista De Derecho Mercantil , 2003, N° 247.
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lítica cosmopolitas subalternas, en SOUSA SANTOS, B. d. y RODRIGUEZ GARAVITO, C. A. (eds.).
El derecho y la globalización desde abajo, Barcelona, Anthropos, 2007.
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UNGER, R. M.Democracia realizada. A alternativa progressista, Sao Paulo, Bontempo editorial, 1999.
80
Guía del buen antiautoritario
Ricardo Sánchez Ángel*
Universidad Libre – Facultad de Filosofía
Bogotá, D.C., Colombia
*
Doctor en Historia. Profesor Universidad Nacional de Colombia y Universidad Libre. Miembro del grupo de in-
vestigación THESEUS, clasificado en la categoría A1 (Excelencia Académica) de Colciencias. Correo electrónico:
rsangel49@gmail.com
1
Hoyos Vásquez, Guillermo. Para Leer textos filosóficos de JurgenHabermas. En: Sin Fundamento, Revista Colombiana
de Filosofía, No. 11. Bogotá, Universidad Libre, Facultad de Filosofía, marzo de 2009, p. 33.
2
Ver las voces Autoridad Política y Democracia, en Diderot y D´alembert. Artículos políticos de la Enciclopedia. Barcelona,
ediciones Altaya, 1995.
81
Ricardo Sánchez Ángel
3
De la Boétie, Etienne. El Discurso de la Servidumbre Voluntaria. Seguido de La Boétie y la cuestión de lo político, por
Pierre Clastres y Claude Lefort y de El “Contra Uno” de Etienne de la Boétie por Pierre Leroux. Barcelona, Tusquets
editores, SF, p. 52, 53.
4
De la Boétie, Etienne. Obra citada p. 57.
5
Montaigne, Michel de. De La Amistad (Capítulo XXVIII). En: Ensayos (I). Barcelona, editorial Altaya, colección
Grandes Obras del Pensamiento, 1994, p. 241.
82
Guía del buen antiautoritario
6
Lowy, Michael. Aviso de Incendio. Una lectura de las tesis “Sobre el concepto de Historia”. México, Fondo de Cultura
Económica, 2002, p. 115
7
Ver de Norberto Bobbio, Nicola Matteucci, y Gianfranco Pasquino, el artículo de Mario Stoppino Autoritarismo.
En: Diccionario de Política. México, Siglo Veintiuno editores, Séptima edición corregida y aumentada, 1991.
83
Ricardo Sánchez Ángel
8
Arendt, Hannah. Los orígenes del Totalitarismo. 3. Totalitarismo. Madrid, Alianza editorial, primera reimpresión,
2002, p. 509.
9
Arendt, Hannah. Obra citada, p. 682.
10
Arendt, Hannah. Obra citada, p. 688.
84
Guía del buen antiautoritario
11
Arendt, Hannah. Obra citada, p. 706.
12
Ver de From, Horkheimer y Parsons. La Familia. Historia, Ciencia y Sociedad, 57. Madrid, ediciones Península, 1986.
13
Ver de Focault, Michael. Microfísica del Poder. Madrid, ediciones de la Piqueta, 1979.
14
Ver Federico Engels. De la Autoridad. En: Obras Escogidas Marx-Engels. Moscú, Editorial Progreso, 1971, p. 165.
85
Ricardo Sánchez Ángel
Bibliografía
Arendt, Hannah. Los orígenes del Totalitarismo. 3. Totalitarismo. Madrid, Alianza editorial, primera reim-
presión, 2002.
Bobbio, Norberto; Matteucci, Nicola y Pasquino, Gianfranco. Diccionario de Política. México, Siglo Veintiuno
editores, Séptima edición corregida y aumentada, 1991.
De la Boétie, Etienne. El Discurso de la Servidumbre Voluntaria. Seguido de La Boétie y la cuestión de lo político,
por Pierre Clastres y Claude Lefort y de El “Contra Uno” de Etienne de la Boétie por Pierre Leroux.
Barcelona, Tusquets editores, SF.
Diderot y D´alambert. Artículos políticos de la Enciclopedia. Barcelona, ediciones Altaya, 1995.
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Gómez Muller, Alfredo. Anarquismo y anarcosindicalismo en América Latina: Colombia, Brasil, Argentina,
México. Medellín, la carreta editores, 2009.
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Lowy, Michael. Aviso de Incendio. Una lectura de las tesis “Sobre el concepto de Historia”. México, Fondo de
Cultura Económica, 2002.
86
¿Quién gobierna
en los tiempos de la globalización?
Jaime Alberto Ángel Álvarez*
Universidad Libre – Facultad de Filosofía
Universidad Externado de Colombia – Doctorado en Estudios Políticos
Bogotá, D.C., Colombia
Sin que se tenga que tomar como una regla infalible o un imperativo de carácter
universal, la relación que existe entre la prosperidad económica y la democracia es inne-
gable. Con la existencia del dinero circulando de manera más o menos justa y equitativa
entre los ciudadanos, generando relaciones dinámicas de intercambio de bienes y servi-
cios, la situación política se hace menos tensa, con lo cual el ambiente político mejora, se
hace más fácil la presencia del Estado y se genera un espacio propicio para la esperanza.
En estos tiempos de globalización, en los que la política está basada en dinámicas
relaciones internacionales y con la aparición de nuevos actores, los indicadores de
calidad de vida, determinados en función de las decisiones económicas, se encuentran
cada vez más ligados a las agendas políticas. Estas agendas públicas, de manera muy
intensa desde la caída del Muro de Berlín en 1989, están definidas parcialmente por
los Estados, pues la sociedad civil global (“movimientos sociales, asociaciones, ONG
o entidades sin ánimo de lucro”1) viene participando de manera muy activa en los
terrenos de la educación, los medios de comunicación y las instituciones de otros
ámbitos de la sociedad civil: “Cuando surgió en Europa del Este y Latinoamérica [la
sociedad civil], se hizo hincapié en la autoorganización y la autonomía cívica, como
reacción al notable incremento del alcance del Estado moderno, y en la creación de
*
Filósofo de la Universidad de la Salle, Especialista en Docencia Universitaria de la Universidad del Rosario y Magíster
en Estudios Políticos de la Pontificia Universidad Javeriana. Esta reflexión es un avance de su trabajo de grado del
Doctorado en Estudios Políticos de la Universidad Externado de Colombia y fue presentado como ponencia en el II
Congreso de Ciencia Política de la Asociación Colombiana de Ciencia Política, realizado en Barranquilla (Colombia)
en el año 2010. Se desempeña como investigador de la Facultad de Filosofía de la Universidad Libre, en la Línea de
investigación en Filosofía y Teoría Política y es profesor de Historia de la Filosofía y Ética en la Facultad de Derecho y de
Investigación en la Especialización y la Maestría en Filosofía del Derecho y Teoría Jurídica. (correo: jaimeinv@yahoo.es)
1
KALDOR, Mary. La sociedad civil global. Una respuesta a la guerra. Barcelona: Tusquets editores, 2005, P. 38.
87
Jaime Alberto Ángel Álvarez
espacios independientes en los que los individuos pudiesen actuar según su concien-
cia, frente a las poderosas influencias del Estado en la cultura y el pensamiento”2.
El problema implícito de este debate es que, desde el punto de vista de la política,
los viejos sistemas de gobierno, los partidos y los grupos de presión, que llevan mucho
tiempo en el poder y que aceptaron unas formas tradicionales de ejercer la autoridad
centradas en el Estado como fuerza legítima de ejercicio de autoridad basada en la
fuerza, normalmente no se encuentran dispuestos a renunciar a su papel privilegiado
dentro del sistema político, aunque esto le signifique al mundo continuar bajo las
dramáticas situaciones de pobreza y subdesarrollo que ya se conocen, todo por cuenta
de decisiones políticas equivocadas, inmorales, lo cual genera graves problemas a
todos los niveles. Como se señaló en su momento al comunismo como el culpable de
grandes desastres mundiales, las acusaciones más agudas, al menos recientemente,
se han ido lanza en ristre contra los sistemas políticos soportados en una economía
de tipo liberal y contra las dinámicas sociales inspiradas en la globalización.
Para tratar de entender la magnitud de este problema, trabajamos en este en-
sayo sobre la hipótesis de que Estado sigue siendo el principal actor en los tiempos
de la globalización, a pesar de la importante presencia de la sociedad civil global en
asuntos políticos, en el intento de responder a la pregunta que guía los siguientes
argumentos: ¿quién gobierna en los tiempos de globalización? Igualmente defendemos
la hipótesis de que, si bien los temas de la agenda de las políticas públicas se definen
en función de lo económico, otros temas han entrado a ser fundamentales en el es-
cenario internacional, principalmente el tema del medio ambiente y de los derechos
humanos. Desde la perspectiva de Kaldor, los medios de comunicación han adquirido
en el actual escenario global especial relevancia para el futuro de la democracia.
****
A partir del fin de la segunda guerra mundial y hasta la década de los sesenta del
siglo pasado, los países con un alto nivel de desarrollo industrial, lograron mantener un
ritmo significativo de crecimiento económico sostenido, prosperidad que les permitió
a los gobiernos de estos Estados ser cada vez más generosos con sus ciudadanos. Esto
derivó en que las condiciones favorables para la economía se tradujeran en mejores
relaciones entre los políticos y sus gobernados. A partir de los años setenta se comienza
a evidenciar en estos mismos países una desaceleración de la economía, por lo cual las
relaciones entre política y economía no favorecen el ambiente social. La crisis evidente
de las finanzas públicas obligó a los gobiernos a platearse un nuevo escenario de la
política: recortar el tamaño de la administración y los servicios que el Estado presta-
ba a los ciudadanos. Asimilar este recorte de la presencia del Estado en los asuntos
económicos, es desde entonces uno de los asuntos políticos que más polémica han
generado en términos de la definición de las políticas públicas, al punto de que, para
2
Ibid, p. 38.
88
¿Quién gobierna en los tiempos de la globalización?
3
Ibid, p. 159.
4
SUÁREZ SUÁREZ, Andrés. Nueva economía y nueva sociedad. Madrid: Prentice Hall, 2001, p. 2-14.
89
Jaime Alberto Ángel Álvarez
5
KALDOR, Mary. Op. Cit., p.147.
6
Ibid, p. 148.
7
Ibid, p. 149.
8
Ibid, p. 150.
9
GIDDENS, Anthony. Consecuencias de la modernidad. Madrid: Alianza editorial, 1999. págs. 67-68.
90
¿Quién gobierna en los tiempos de la globalización?
viene dando un clima especial para generar las condiciones en favor de un tribunal
o una corte internacional, el cual se encargará de manera efectiva de juzgar delitos
de lesa humanidad, defensora de los derechos humanos, en especial en lo atinente
al genocidio, el terrorismo y la persecución política, religiosa, étnica o social.
En la mayoría de ocasiones, la globalización es un factor bastante potente
para lograr reducir la pobreza en el mundo. Sin embargo, muchas personas a ni-
vel mundial no han podido ingresar a ese proceso, se han quedado al margen. La
exclusión de todo ese importante grupo de personas obedece, principalmente, a
defectos propios en las administraciones de los gobiernos, con políticas públicas
y toma de decisiones que no se orientan por los caminos de la integración econó-
mica, barreras arancelarias y de otro tipo, las mismas que tienen que superar los
Estados y los individuos pobres o marginados para poder acceder a los procesos de
intercambio propios de los países ricos.
Algunos analistas, por vía de lo expuesto, han llegado a sostener la tesis de que
la economía, en estos tiempos, ejerce el poder que tradicionalmente tuvo la política
y, también por esta vía, que la soberanía y el poder real de los Estados se ha puesto
en entredicho. En cualquier caso, es importante plantear la pregunta: ¿aparte de
las alfombras rojas y los honores, están perdiendo los jefes de Estado parte de su
poder, para ser cedido a los empresarios más exitosos, a las ONG10, a los movimientos
sociales o las redes cívicas transnacionales? Lo cierto es que poderosos lobbis ante
otros gobiernos, empresas, organizaciones políticas o líderes del mundo imponen
su criterio y sus decisiones a los gobiernos locales, incluso dentro del propio país.
Esto nos lleva a otra pregunta: ¿está desapareciendo el poder del Estado nacional
por causa del protagonismo de la economía en las decisiones políticas? No contamos
con una respuesta definitiva; si con algunas señales de alarma. Si nos fijamos en algunas
regiones del mundo como la Unión Europea, la hipótesis se puede corroborar, al menos
parcialmente. La mayoría de los Estados de esta parte del mundo, por ejemplo, han
perdido gran parte de su poder sobre la política monetaria que ahora está centralizada.
Aunque los Estados han perdido parte de algunos de sus poderes, también es
cierto que han ganado otros, especialmente en los escenarios de la vida en comuni-
dad y en la vida privada, por ejemplo, el Estado aprueba leyes que prohíben fumar,
determina el nivel de permisividad de los abortos o de la velocidad en que se conduce
un vehículo, y así sucesivamente. A medida que el parlamento aprueba nuevas leyes y
regulaciones, el Estado va ejerciendo un poder cada vez mayor sobre todos los aspectos
de la vida en sociedad, un poder ejercido con una mayor sutileza que antes, pues ya no
se imponen las espadas o los fusiles; ahora quizá se impone ese poder teniendo como
aliados o contradictores a los medios de comunicación, tal como lo advierte Kaldor11.
10
“… las ONG pudieran definirse como una especie de organizaciones intermediarias, una expresión de los límites
difuminados entre lo estatal y no estatal, lo público y privado”. Kaldor, p. 126.
11
KALDOR, Mary. Op. Cit., p. 138-139.
91
Jaime Alberto Ángel Álvarez
92
¿Quién gobierna en los tiempos de la globalización?
por así decir, no podemos vivir sin Estados, porque el Estado es el que puede dictar
normas que defienden a los miembros más débiles de la sociedad y permite la vida
en comunidad. No solo se requiere la presencia del Estado en los asuntos privados,
la intervención de la sociedad civil global, se trate de movimientos sociales, ONG o
redes cívicas transnacionales, también se ha vuelto cada vez más necesaria.
¿Cuál es la mejor forma de luchar contra las enfermedades, la paz, la pobre-
za, el medio ambiente, la educación, la salud, la niñez desamparada, la vivienda,
etc.? Preguntémonos por el tema de la salud: ¿se puede luchar hoy en día contra
las enfermedades en un solo país, cuando los aviones, barcos, trenes, autobuses,
coches y bicicletas están cruzando constantemente las fronteras? También en este
tema de la salud pública el mundo se ha vuelto leal a la globalización y a desear que
las soluciones vengan por consenso entre los Estados y la sociedad civil global, en
todos los asuntos que mejoran la calidad de vida.
Desde el punto de vista de la política global, los gobiernos en la actualidad han
perdido el control sobre la incidencia que tiene la sociedad civil global en la toma
de decisiones, precisamente por el poder que han logrado tener en los diferentes
escenarios geográficos donde realizan sus actividades. En este mundo globalizado,
los gobiernos y los sistemas jurídicos estatales ven limitadas las posibilidades de
imponer a los individuos normas. Los gobiernos se han visto en la necesidad de
conciliar sus marcos políticos, legales, económicos y éticos con la sociedad civil y a
ceder terreno. Antes de los años ochenta, cuando las cosas iban mal, los ciudadanos
pedían ayuda al Estado, ahora, por ejemplo en Europa, cuando hay un problema en
determinada comunidad, se pide ayuda a la comunidad europea o a una ONG, “… es
la creciente interrelación política, tal como expresa la proliferación de organizaciones
internacionales, tratados, congresos y demás lo que está cambiando el carácter y el
papel de los estados. Dada la interconexión en todos los campos, los estados están
perdiendo su autonomía para elaborar leyes y promulgarlas…”12.
Se cuentan con las manos el número de filósofos y científicos de la política
que se toman el atrevimiento de especular y hacer prospectiva sobre el futuro de
los Estados en términos de su poder real. ¿Conduce el actual estado de cosas hacia
grandes entidades políticas o hacia una fragmentación de Estados nacionales cada
vez más pequeños?, ¿los Estados modernos son demasiado pequeños o demasiado
grandes? La respuesta depende de la perspectiva desde la cual se le mire; los Estados
pueden ser demasiado pequeños para hacer frente a la multitud de problemas que
enfrentamos en los tiempos de la globalización, lo que hace perentorio el acom-
pañamiento de la sociedad civil global para la toma de decisiones y para generar
alternativas de solución. El poder del Estado se ha visto reducido para acabar con
las guerras civiles crónicas que azotan a grandes países africanos como Nigeria o
el Congo (antiguo Zaire) y en general con las guerras civiles endémicas de muchos
12
Ibid, p 148.
93
Jaime Alberto Ángel Álvarez
Bibliografía
KALDOR, Mary. La sociedad civil global. Una respuesta a la guerra. Barcelona: Tusquets editores, 2005.
GIDDENS, Anthony. Consecuencias de la modernidad. Madrid: Alianza editorial, 1999.
MERLE, Marcel. Sociología de las relaciones internacionales. Madrid: Alianza editorial, 1991.
SUÁREZ SUÁREZ, Andrés. Nueva economía y nueva sociedad. Madrid: Prentice Hall, 2001.
13
Ibid, p. 147.
94
Presencia y ausencia de la sociedad
civil contemporánea:
¿Su resignificación desde lo posmoderno?,
¿su consolidación como metarrelato?
Adriana Ruelle Gómez*
Universidad Libre - Facultad de Filosofía
Introducción
Las últimas décadas, que son los tiempos de la globalización, del pensamiento
posmoderno radical y del renovador, de los nuevos movimientos sociales, de la crisis
del Estado-nación, de la aparición de un orden transnacional que regula las formas
de vida, de la beatificación de los derechos humanos como discurso ético-político
universal, de la educación para el desarrollo de procesos dialógicos en medio de las
diferencias, de la formación en competencias ciudadanas, de la crisis económica
mundial, de la sociedad de la información, de la seguridad democrática, de las re-
des sociales, del terrorismo, del paramilitarismo, de la corrupción, de los crímenes
de Estado; es en estos tiempos que los medios de comunicación, los teóricos y un
grupo de ciudadanos con una postura crítica frente a los dispositivos estatales, se
han encargado de reivindicar, tanto a nivel regional como mundial, a la sociedad
civil como mecanismo renovador, regenerador y transformador del Estado y de
la sociedad en general; liderazgo que ha sido cualificado por las transformaciones
sociales que a finales del s. XX se generaron en Europa del Este y algunos países de
América Latina, un buen referente para hablar de la presencia de la sociedad civil
*
Filósofa Universidad Nacional de Colombia. Magistra en Estudios Políticos Pontificia Universidad Javeriana.
Docente de la Facultad de Filosofía de la Universidad Libre y del Departamento de Filosofía de la Pontificia Uni-
versidad Javeriana. En la actualidad se encuentra en categoría “C” de COLCIENCIAS con el Grupo de investigación
en “Filosofía política”, de la Universidad Libre, Facultad de Filosofía.
95
Adriana Ruelle Gómez
1
MALDONADO, Carlos. Filosofía de la sociedad civil. Bogotá: Siglo del hombre editores, Universidad libre, 2002,
p. 33.
96
Presencia y ausencia de la sociedad civil contemporánea
2
La reflexión toma partes de lo propuesto en: RUELLE GÓMEZ, Adriana. Teoría política de la sociedad civil: enfoque
diferenciador, una perspectiva desde Jean Cohen, Andrew Arato y Jürgen Habermas. En revista Sin fundamento
Nº 9, Marzo 2008, pp. 49-65.
3
Citando a Clothers en: GARAY, Luis Jorge. Ciudadanía, lo público de la democracia. Santa Fé de Bogotá: Red de
Impresión digital, 2002, p. 102.
4
BOBBIO, Norberto. Estado, gobierno, y sociedad. México: Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 39.
5
En América Latina (exceptuando casos como México y Brasil, principalmente) el problema de la sociedad civil
consiste en la inexistencia del estado (...). En Latinoamérica lo mejor que se puede decir es que existen formas
estatales –que varían de un país a otro o de una region a otra–.
6
DALTON, J; KUECHLER, M. Los nuevos movimientos sociales. España: Edicions Alfons El Manànimin, 1992, p. 9.
7
La síntesis que se relaciona a continuación del enfoque funcionalista parte de la propuesta que aparece en: DEL-
GADO SALAZAR, Ricardo. Acción colectiva y sujetos sociales.Bogotá: editorial Pontificia Universidad Javeriana,
2009, pp. 21-45.
97
Adriana Ruelle Gómez
98
Presencia y ausencia de la sociedad civil contemporánea
Andrew Arato y Jean Cohen son férreos defensores de la imperativa necesidad de di-
ferenciar la sociedad civil de otros ámbitos en aras de garantizar su autonomía del Estado:
“Nuestro punto es que sólo un concepto de sociedad civil que la diferencie
adecuadamente de la economía (y por lo tanto de la “sociedad burguesa”)
puede convertirse en el centro de una teoría política y social crítica en las
sociedades en que la economía de mercado ya ha desarrollado, o está en
proceso de desarrollar, su propia lógica autónoma…
Primero, es necesario y significativo distinguir a la sociedad civil a la vez de
una sociedad política de partidos, de organizaciones políticas y de públicos
políticos (en particular los parlamentos) y de una sociedad económica com-
puesta de organizaciones de producción y de distribución, por lo común
empresas, cooperativas, sociedades y otras similares…
Segundo, la diferenciación de la sociedad civil tanto de la sociedad económica
como de la política parece sugerir que la categoría debe de alguna manera
incluir y referirse a todos los fenómenos de la sociedad que no están vincu-
lados en forma directa con el Estado y la economía”8.
La concepción de Arato y Cohen presenta a la sociedad civil, además de diferente
de la sociedad económica, la política y del Estado, como puente entre las mismas con
base a la distinción habermasiana entre sistema – mundo de la vida; así la sociedad
civil se entiende como el espacio en el que la acción comunicativa se instituye en
mecanismo que le permite autoconstituirse y automovilizarse, en aras de un proceso
que viabilice una democracia radical en el marco del mundo de la vida pues:
“…ya no incluye la economía regida a través de mercados de trabajo, de capi-
tal, de bienes, constituida en términos de derecho privado. Antes su núcleo
institucional lo constituye esa trama asociativa no-estatal y no económica,
de base voluntaria, que ancla las estructuras comunicativas del espacio de
la opinión pública en el componente del mundo de la vida, que (junto con la
cultura y con la personalidad) es la sociedad. La sociedad civil se compone
de esas asociaciones, organizaciones y movimientos surgidos de forma más
o menos espontánea que recogen la resonancia que las constelaciones de
problemas de la sociedad encuentran en los ámbitos de la vida privada, la
condensan y elevándole, por así decir, el volumen o voz, la transmiten al
espacio de la opinión pública-política. El núcleo de la sociedad civil lo consti-
tuye una trama asociativa que institucionaliza los discursos solucionadores
de problemas, concernientes a cuestiones de interés general, en el marco de
espacio públicos más o menos organizados”9.
8
ARATO, A. y COHEN J. Teoría política y sociedad civil. México: Fondo de Cultura Económica, 2002, pp. 8-10.
9
Habermas, J. Facticidad y validez. Madrid: Trotta, 1998, p. 447.
99
Adriana Ruelle Gómez
La definición en este caso está dada en función de los retos y problemas que
caracterizan a la sociedad civil, sus desafíos guardan la complejidad que cobija el tema
de los bienes públicos, que es “el problema central de la ontología social, esto es, de la
ética, la moral, la política, la economía, la sociología, etc.”10; con claridad se trata de “…
pensar una sociedad que haga la vida posible y cada vez más posible”11, todas las formas
de vida, no sólo la humana, por lo que el tema de los derechos civiles y de los derechos
humanos en general son su pilar. Cumplir con el cometido en cuestión requiere que
se adelante en los siguientes conceptos: autogestión, participación y autogobierno12.
Ulrich Beck, desde la sociología presenta la idea de una sociedad civil global que
corresponda a la segunda modernidad, pensamiento que confronta el concepto marco
de lo nacional-estatal propio de la primera modernidad. Partiendo del “contextualismo
universal o relativismo”, con el que se estaría dando paso al diálogo global entre culturas,
se superaría “el universalismo conceptual”13, así se estimula el impulso de fuerzas polí-
ticas transnacionales que permitan el desarrollo de la democracia que exige el mundo
contemporáneo, entendiendo que el Estado-nación se está transformando debido a las
dinámicas propias del proceso de globalización, por lo que, finalmente, la sociedad civil
tendría en los derechos fundamentales transnacionales el sentido de lo cosmopolita.
10
MALDONADO, Carlos. Op. cit., p. 34.
11
Ibid., p. 35.
12
Ibid., p. 36-38.
13
BECK, Ulrich. ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Barcelona- Buenos
Aires – México: Paidós, 2008, capítulos V – VII.
14
Las nociones de imperio y multitud se asocian en el marco de la filosofía política al modelo realista y al mormativo
respectivamente. Dado que el objeto de este trabajo no es abordar los detalles de los planteamientos, véase: HARDT,
100
Presencia y ausencia de la sociedad civil contemporánea
Michael. Multitud. Guerra y democracia en la era del imperio. Barcelona: Random House Mondadori, 2004. HARDT,
Michael. Imperio.Barcelona: Paidós, 2000.
15
ARATO, Andrew; COHEN, Jean. Op. cit., p. 8 – 9.
101
Adriana Ruelle Gómez
102
Presencia y ausencia de la sociedad civil contemporánea
16
La expresión es utilizada por el sociólogo alemán Ulrich Beck, en relación con lo que él denomina la “sociedad del
riesgo” tratándose de las particulares consecuencias que suscita el desarrollo capitalista en los países desarrollados
en relación con el desarrollo científico y tecnológico con el que inicialmente se habían dado formas para el cuidado
de la vida y que pueden generar un problema para la vida misma como puede ser la contaminación ambiental. La
situación la recrea Beck refiriendo el caso de Chernóbil en la década de los 80 en la antigua URSS, recurso con el que
termina hablando de la sociedad del miedo. Véase: BECK, Ulrich. ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo,
respuestas a la globalización. Op. cit., pp. 73 – 122.
17
Véase: BECK, Ulrich; GIDDENS, Anthony; LASCH, Scott. Modernización reflexiva. Política, tradición y estética en
el orden social moderno. Madrid: Alianza, 1994.
18
HABERMAS, Jürgen. El discurso filosófico de la modernidad. Buenos Aires – Argentina: Kartz Editores, 2008, p.
15.
19
Ibid., pp. 16 - 17
20
LECHNER, Norberto. Los patios interiores de la democracia. México: Flacso, 1988, p. 169.
21
Ibid., p. 168.
22
BOBBIO, Norberto. Op. cit., pp. 68-187.
103
Adriana Ruelle Gómez
23
El asidero del modelo dualista estuvo dado por: primero, “el desarrollo de la autoridad del príncipe que pasa de
ser un primus inter pares -el primero entre iguales- entre una pluralidad detentadores de poder (el feudalismo
clásico) y el miembro más importante de un sistema de autoridad dual a convertirse en el poseedor monopólico
de los medios legítimos de la violencia, lo que establece los fundamentos del Estado moderno” segundo; “…la des-
politización de los antiguos detentadores del poder, los estamentos y los organismos corporativos, no destruyo
su status organizado y corporativo. En cambio produjo una verdadera sociedad de órdenes”; tercero, la aparición
de organizaciones religiosas autónomas toleradas por el Estado, además de la “emergencia de nuevas formas de
actividad económica privada fuera de las políticas del Estado mercantil”. Véase: ARATO, Andrew; COHEN, Jean.
Sociedad civil y teoría política. México: Fondo de Cultura Económica, 2002, pp. 115 – 116.
24
Ibid., p. 117.
25
El carácter coactivo del Estado lo desarrolla en el s. XX: WEBER, Max. El político y el científico. Madrid: Alianza,
1997, pp. 81 - 180.
104
Presencia y ausencia de la sociedad civil contemporánea
Lyotard asume que en las sociedades más desarrolladas “el estado de la cul-
tura después de las transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la
ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX”, se sitúan con “relación
a la crisis de los relatos”26.
Lyotard establece la sinonimia entre relato y fábula27. Particularmente la
fábula se trata de un género literario, concretamente de un relato ficticio en el que
aparecen situaciones y personajes que por sus rasgos pueden ser ajenos a la realidad
y estar encubriendo la verdad; con todo, cumple con una función moralizadora. El
hecho de que Lyotard asocie el discurso de la modernidad con un relato, una fábula,
revela el sentido crítico del pensamiento posmoderno frente a la pretensión de la
modernidad de presentar una tradición que se revela como guardadora de las po-
sibilidades a futuro de la humanidad, atesorando unas “reglas de juego” por medio
de las cuales la razón se autofundamenta y se legitima.
La gran dificultad que la mirada posmoderna considera, marcó el derrotero y
las inconsistencias de la modernidad, consiste en su esfuerzo por atesorar los me-
canismos y dispositivos para establecer límites y unidad, todos dados por la razón
secular a la realidad inmediata de singularidades e individualidades depositarias
de la noción de ciudadanía que procedía sobre los ideales de libertad y autonomía
ilustrados.
En este contexto de heterogeneidad, de voluntades, y de singularidades,
aparece la democracia como el módulo que requería la razón práctica para volver
uno, lo que es múltiple, todo bajo el principio de soberanía del pueblo, una razón
colectiva que se vuelve legitimadora de los procesos políticos y estatales. La cuestión
es ¿cómo garantizar la unidad de algo que por naturaleza es una multiplicidad? “La
autorreferencia radical” que la razón de la modernidad construyó, se instituyó en
la única vía para la unidad de singularidades, que fue la plataforma de los procesos
legitimadores del Estado-nación, la democracia y la política misma, los que bajo la
mirada de la posmodernidad terminaron siendo una fábula, una ficción, pues lo
propio es la heterogeneidad, no la homogeneidad, ni la unidad, ni la universalidad
defendida por la modernidad.
Por otra parte, Lyotard considera que la filosofía en la modernidad se
constituyó en el discurso legitimador por excelencia, disertación que apelando a
diferentes relatos, fábulas o ficciones, como podrían ser “la dialéctica del Espíritu,
la hermenéutica del sentido, la emancipación del sujeto razonante o trabajador”28
se hizo metadiscurso, todo bajo la dinámica del círculo autofundamentador del
pensamiento moderno y de la modernidad: “la autorreferencia radical”.
26
LYOTARD, François. La condición posmoderna. Informa sobre el saber. Buenos Aires - Argentina: Cátedra, 1991,
p. 5. Disponible en: http://txtantropologia.wordpress.com/2007/08/28/j-lyotard-la-condicion-postmoderna/
27
Ibid.
28
Ibid.
105
Adriana Ruelle Gómez
29
LYOTARD, Jean-François. La posmodernidad (explicada a los niños). Barcelona: Gedisa, 1995, p.30.
30
GIDDENS, Anthoni; HABERMAS, Jürgen; JAY, Martin; McCHARTY, Thomas; RORTY, Richard. Habermas y la
modernidad. Madrid: Cátedra, 1991, p. 254.
106
Presencia y ausencia de la sociedad civil contemporánea
31
La referencia en esos términos la aparece en: NEGRI, Antonio. La fábrica de porcelana. Una nueva gramática de la
política. Barcelona: Paidós, 2008, p. 24.
32
BECK, Ulrich; GIDDENS, Anthony; LASCH, Scott. Modernización reflexiva. Op. cit. 14 - 15.
33
La expresión aparece en: NEGRI, Toni. Decidir un nuevo sujeto. En LOGOS. Anales del seminario del metafísica,
2001, 3: 9 – 21. Disponible en: http://revistas.ucm.es/fsl/15756866/articulos/ASEM0101110009A.PDF.
34
NEGRI, Antonio. La fábrica de porcelana. Una nueva gramática de la política Op. cit., pp. 24 – 25.
35
NEGRI, Toni. Decidir un nuevo sujeto. Op. cit., p. 9.
36
Véase la exposición que se hace de las acciones generadas por Greenpeace en 1995 considerando las acciones de la
empresa petrolera Shell respecto al hundimiento de una plataforma petrolífera en el Atlántico; ejemplo con el que
se quiere enfatizar en la posibilidad de que agentes transnacionales no gubernamentales generan acciones directas
que pueden llevar al cambio de las decisiones empresariales; precisamente esa acción directa es lo que se presente
como “subpolítica”: BECK, Ulrich. ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas de la globalización.
Op. cit., pp. 140.- 141.
107
Adriana Ruelle Gómez
37
Véase: KANT, Inmanuel. La paz perpetua. México: Porrúa, 2002.
38
NEGRI, Toni. Guías. Cinco lecciones en torno a Imperio. Barcelona: Paidós, 2004, p.45.
39
La expresión “sociedad poscivil” y la “condición poscivil” es desarrollada por Michael Hardt con anterior a los textos
de imperio y Multitud que trabajo con Antonio Negri, véase: HARDT, Michael. La desaparición de la sociedad civil.
En: Revista Derive Approdi, 1999. Disponible en: http://www.insumisos.com/lecturasinsumisas/La%20desapari-
cion%20de%20la%20sociedad%20civil.pdf
40
Ibid., p.1.
108
Presencia y ausencia de la sociedad civil contemporánea
41
Ibid., p. 57.
42
LECHNER, Norberto. Op. cit., p.174.
43
HARDT, Michael; NEGRI, Antonio. Multitud. Barcelona: Random House Mondadori, 2006, p.20.
44
Véase la exposición que se hace de la democracia como mito en: ESPOSITO, Roberto. Confines de lo político. Nueve
pensamientos sobre política. Madrid: Trotta, 1996, pp. 39 – 56.
109
Adriana Ruelle Gómez
Bibliografía
ARATO, Andrew; COHEN, Jean. Sociedad civil y teoría política. México: Fondo de Cultura Económica, 2002.
BECK, Ulrich. ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Barcelona-
Buenos Aires – México: Paidós, 2008.
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en el orden social moderno. Madrid: Alianza, 1994.
BOBBIO, Norberto. Estado, gobierno y sociedad. México: Fondo de Cultura Económica, 2006.
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desde Jean Cohen, Andrew Arato y Jürgen Habermas. En revista Sin fundamento No.9, Marzo 2008.
WEBER, Max. El político y el científico. Madrid: Alianza, 1997.
111
La paideia: garantía
de la reflexión política
Catalina López Gómez1
Universidad de Cartagena – Cartagena (Colombia)
*
Profesora de tiempo complete del programa de Filosofía de la Universidad de Cartagena. Filósofa y Magister en
Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia. Dirección postal: Av Santander # 49 – 360 Ap B – 514 Cartagena.
Email: catalinalg@gmail.com
1
Ver ARISTÓTELES. Ética Nicomáquea – Ética Eudema. Madrid: Gredos, 2000. Libro VI, 1139ª 11ss p. 270.
113
Catalina López Gómez
2
ARISTÓTELES. Ética Nicomáquea – Ética Eudema. Madrid: Gredos, 2000. Libro I, 1094b,15ss Pág. 133.
3
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 32-33.
4
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 49.
114
La paideia: garantía de la reflexión política
5
Oakeshott, Michael. El racionalismo en la política y otros ensayos. México: Fondo de cultura económica, 2001.
Pág. 22.
6
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente?. En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 33.
7
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 32.
115
Catalina López Gómez
sonal. Por ello, situarse por encima de lo personal es pensar apolíticamente. Pensar
políticamente implica entonces incluir en el estudio el componente personal que
gira en torno al problema concreto. Dicho de otra forma, el pensar políticamente
involucra las peculiaridades de las personas con quienes se negocia.
Las singularidades personales se presentan aquí como una fuente importante
de la reflexión política. Para Buchheim, dichas peculiaridades se manifiestan en
las decisiones a partir de la auto-comprensión, entendida como “la imagen que el
hombre, individual o colectivamente, se hace o proyecta con respecto a sí mismo”8.
La política, en el planteamiento de Buchheim, se refiere “a aquellos ámbitos en los
que primariamente se trata de la articulación, confrontación e integración de la
autocomprensión”9.
Así, para Buchheim “lo decisivo no es lo que es, sino lo que es percibido; lo
que importa es cómo el hombre ve las cosas, qué es lo que articula y qué es lo que
quiere”10. El pensar políticamente, sostiene el autor, está sujeto a la interpretación
de la realidad. “Así pues, en la política de lo que siempre se trata no es de lo que
es sino de cómo, aquello que es, independientemente de cómo sea ‘realmente’, es
interpretado bajo el aspecto de la autocomprensión de los participantes”11. Puede
decirse entonces que la contingencia, en el planteamiento de Buchheim, es recono-
cida en la medida en que la reflexión política se da a partir de la autocomprensión.
La contingencia, por lo tanto, es asimilada por medio del elemento personal.
Oakeshott también planteó un examen de la validez de la política tras reco-
nocer su carácter contingente. Pero en su propuesta, la contingencia es tenida en
cuenta mediante lo tradicional, que presenta lo fluido, lo móvil. Según Oakeshott,
toda ciencia, arte o actividad práctica requiere un conocimiento bien sea técnico o
práctico. El conocimiento técnico corresponde al conocimiento que es formulado
en reglas, que es susceptible de una formulación precisa. Por su parte, se habla de
conocimiento práctico para referirse al conocimiento que sólo existe en su uso. Es
decir, que no puede ser formulado en reglas. Este conocimiento, afirma Oakeshott,
es el que se conoce como tradicional.
A partir de esta distinción, Oakeshott sostiene que toda actividad humana
involucra el conocimiento técnico y el conocimiento práctico. Así, “el conocimiento
implicado en la política es a la vez técnico y práctico”12. Ambos conocimientos se
encargan, en la esfera política, de resolver los asuntos. De ahí que pueda pensarse
que la política, al hacer uso del conocimiento práctico, revela no ser susceptible
de formulación y poseer una apariencia imprecisa e incierta. El conocimiento en
8
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 35.
9
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 37.
10
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 42.
11
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente?. En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 43
12
Oakeshott, Michael. El racionalismo en la política y otros ensayos. México: Fondo de cultura económica, 2001.
Pág. 28.
116
La paideia: garantía de la reflexión política
13
“Imitant en ceci les voyageurs qui, se trouvant égarés en quelque fôret, ne doivent pas errer en tournoyant tantôt
d’un côté tantôt d’un autre, ni encore moins s’arrêter en une place, mais marcher toujours le plus droit qu’ils
peuvent vers un même côté, et ne le changer point pour de faibles raisons, encore que ce n’ait peut-être été au
commencement que le hasard seul qui les ait déterminés à le choisir: car par ce moyen, s’ils ne vont justement où
ils désirent, ils arriveront au moins à la fin quelque part où vraisemblablement ils seront mieux que dans le milieu
d’une fôret”. DESCARTES. Discours de la méthode, Paris : Le livre de Poche, 1973. Pág. 118-119
117
Catalina López Gómez
14
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 39.
15
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Págs. 39-40.
16
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 40.
17
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 53.
18
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 40.
19
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 41.
118
La paideia: garantía de la reflexión política
lo que es sino en la interpretación de los hechos y la relación que se teje entre las
distintas interpretaciones. Por ello se puede afirmar que la tarea de la política debe
ser encontrar comunes denominadores de las diversas interpretaciones.
Así pues, a pesar de que Buchheim descarta de entrada una búsqueda de
objetividad en el campo político, las interpretaciones que sirven para iniciar una
discusión política deben estar mediadas por “comunes denominadores”. ¿Acaso
estos comunes denominadores no son una pretensión de hallar unos mínimos
para avanzar en la discusión de un asunto político? Se trata de la cortapisa frente
al relativismo que ya se había expresado mediante el conocimiento teórico, desde
la perspectiva de Oakeshott.
Rorty plantea una visión alternativa para escapar a la crítica relativista. Para
comprender su propuesta, es necesario afirmar, en primera medida, que Rorty
defiende también el reconocimiento de la contingencia en el ámbito político. En
efecto, Rorty sostiene que se debe abandonar la pretensión de comprender la polí-
tica desde la perspectiva metafísica, entendida como “una estructura centrada, [...]
un cimiento fundamental, un juego constituido sobre la base de una inmovilidad
fundamental y de una certidumbre tranquilizadora”.20 En su propuesta, que parte
de reconocer el giro que se dio en ese sentido a partir del pensamiento de Nietzsche,
la meta consiste en tener la capacidad de reconocer la contingencia y abandonar
la pretensión de superarla. En síntesis, Rorty plantea que se debe abandonar la
pretensión de conocer la verdad, y que el hombre debe concentrar sus esfuerzos en
hallar lo que le es característico. Y esto sólo es posible cuando se centra la búsqueda
en la contingencia que determina la existencia particular.
Frente al escepticismo relativista, Rorty edifica una propuesta centrada en el
lenguaje. De hecho, en la definición de lo que es particular para cada uno de los seres
humanos, Rorty afirma que “fracasar como ser humano es aceptar la descripción
que otro ha hecho de sí mismo, ejecutar un programa previamente preparado”21.
Para Rorty, los hombres son “productos capaces de narrar la historia de su propia
producción en palabras que nunca se han usado”22, por lo que el hombre debe crearse
a sí mismo y en sus propios términos distinguiéndose de los otros. Lo importante
aquí consiste en anotar que Rorty niega que su propuesta sea relativista en la medida
en que el hombre no puede elevarse a una instancia superior al lenguaje mismo.
Rorty reconoce el carácter histórico y contextual del lenguaje. Para que el
lenguaje sea un medio de comunicación, una herramienta de interacción social,
debe partir de conceptos anteriores. De allí que Rorty se vea compelido a entender
la moralidad, no como la voz divina e irrefutable que existe en cada uno de los hom-
bres, sino como la voz propia de una comunidad que habla el mismo lenguaje. En la
20
RORTY, Richard. Contingencia, ironía y solidaridad. Barcelona: Paidós, 1991. Pág. 45.
21
RORTY, Richard. Contingencia, ironía y solidaridad. Barcelona: Paidós, 1991. Pág. 45.
22
RORTY, Richard. Contingencia, ironía y solidaridad. Barcelona: Paidós, 1991. Pág. 48.
119
Catalina López Gómez
120
La paideia: garantía de la reflexión política
búsqueda de un sujeto democrático y debe fortalecer las formas de vida que forta-
lecen el régimen democrático. De esta manera se reproduce el sistema educativo
que conviene. La educación debe entonces favorecer la participación democrática
y modificarse según los cambios que se presenten. Por lo tanto, esta paideia no es
una educación prefabricada, sino que está dispuesta a cambiar y a favorecer las
transformaciones que se presenten. La educación se debe poner entonces al servicio
de la democracia.
Según Catoriadis, la democracia ha sido simplificada a procedimientos me-
diante el uso de la razón instrumental. Es necesaria por lo tanto una educación
para la democracia, con el fin de que ésta se dé y sobreviva, sin convertirse en me-
ros procedimientos que generan individuos a-históricos. Así, aunque la sociedad
democrática no puede situarse por fuera de algunos procedimientos, no se debe
asimilar la democracia con reglas procedimentales. No se desea dejar por fuera
lo procedimental, sino enfatizar en que la democracia no se limita a eso. Así, los
procedimientos deben ser entendidos como la parte formal y el régimen como el
contenido. En la política interviene en gran medida lo procedimental (constitución
de un sistema de leyes), sin embargo, existe la posibilidad de que algunas reglas
procedimentales no impliquen un abandono del contenido sino que lo favorezcan.
Los procedimientos son necesarios en la medida en que establecen cómo deben
hacerse las cosas y quién debe hacerlas. Así, tanto lo procedimental como el con-
tenido son, según Castoriadis, de gran importancia. Para Castoriadis se requiere
un poder explícito que limite los procedimientos para favorecer la adaptación y la
aceptación de la realidad de los individuos. Sin embargo, los procedimientos no son
suficientes para que se dé un régimen democrático.
Por ello resulta importante recordar la distinción que Castoriadis propone
acerca de la política y lo político. Para el autor, la política es el ámbito en el que se
pone en cuestión lo dado, y lo político es “la dimensión-explícita, implícita o quizá
casi imperceptible- que tiene que ver con el poder, esto es, la instancia o las ins-
tancias instituidas que pueden emitir mandatos con autoridad”23. Lo político está
relacionado con las estructuras dadas que hacen posible o impiden ciertas cosas.
Así, si bien los mecanismos de control son necesarios, la política, con su creación y
su trasgresión, también es necesaria (pues es indispensable la no aceptación de lo
dado, el pensar en nuevas alternativas). La política puede desear otras estructuras
y otros procedimientos. Al tener en cuenta lo dado, piensa y reflexiona acerca de
cómo integrar los procedimientos, evitando que éstos se conviertan en principios
abstractos. La política se plantea constantemente qué tipo de ser humano se busca,
23
CASTORIADIS, Cornelius. La democracia como procedimiento y como régimen. En: Revista Iniciativa socialista
N°38, Febrero 1996. Pág. 480.
Resulta interesante anotar cómo la distinción elaborada por Castoriadis entre la política y lo político se encuentra
expuesta por Jacques Rancière a partir de la distinción entre política y policía.
121
Catalina López Gómez
****
Hasta aquí parece claro que es necesario abandonar la idea según la cual
la reflexión política atañe a lo objetivo y al conocimiento puramente teórico. No
pueden buscarse reglas infalibles en el campo de la política, puesto que ésta no
habla acerca de una realidad rígida e inamovible. Al contrario, la discusión política
pareciera construir la realidad a partir de su discurso y modificarse a partir de él. Por
lo tanto, “es claro que la racionalidad del pensamiento político no puede consistir
en una ‘tecnificación’ de los problemas”24, sería “irracional querer solucionar los
problemas políticos mediante la introducción de conceptos exactamente definidos
y sistematizados de acuerdo con el modelo de la ciencia”25.
Aún cuando a partir de lo anterior se abandona la idea de que para cada
problema existe una solución y de que la razón es el instrumento adecuado para
hallarla, como lo piensa el racionalismo, la reflexión política no debería quedarse
sin rumbo por el temor de caer en imposiciones. De hecho, es claro que aunque
hablar de contingencia en el ámbito político parece abrir un espacio a la libertad y
la democracia, el abandono total de certezas puede llevar también a consecuencias
tan graves como el sostener una posición determinista, de racionalismo extremo,
en el que un cierto punto de vista es el verdadero.
En otras palabras, ¿si bien no es posible hacer recetas de la vida práctica,
no habrá una guía para conducir la reflexión política? ¿El temor a pensar que algo
puede ser absolutamente bueno, correcto, adecuado o la solución perfecta, a caer
en el dogmatismo, en la incapacidad de asombro, en la reducción, en la mutilación
de la experiencia, no hace que se caiga en un relativismo? ¿No será posible incluir
lo móvil, lo fluido, lo particular, lo complejo de la experiencia sin renunciar a una
orientación en la discusión política?
Pareciera que la solución estaría en estudiar la política a partir de la premisa
de que lo relativo a la acción política y al comportamiento ético es contingente y
que, por lo tanto, es un campo en el que la incertidumbre juega un papel priori-
tario. Desde esta perspectiva, el estudio acerca de los asuntos políticos no debe
pretender alcanzar la verdad, sino que debe abrirse a considerar las situaciones que
circunscriben la acción y la contingencia que caracteriza a su objeto de estudio: las
acciones humanas.
24
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Págs. 48-49
25
BUCHHEIM, Hans. ¿Qué significa pensar políticamente? En: Política y poder, Barcelona: Alfa, 1985. Pág. 49
122
La paideia: garantía de la reflexión política
Pero, en ese mismo sentido, ¿no puede reconocerse que se requiere de cierta
guía para analizar los asuntos políticos, sin caer necesariamente en un racionalis-
mo político? ¿No podría ser necesaria una orientación que permitiera considerar
los matices de la experiencia? ¿No requiere el hombre sentirse acompañado y
orientado en el momento de participar en la reflexión política? ¿No son necesarios
unos ideales morales y políticos en la sociedad? ¿Toda opinión, hábito y creencia es
contingente? ¿No existen ciertos presupuestos en la discusión, cuyo valor no debe
revaluarse? Si bien ha de abandonarse el racionalismo en la política y se debe pro-
curar estudiar los acontecimientos tal como son, a saber, complejos, sin mutilarlos
ni simplificarlos para manipular la realidad y deshacerse de la complejidad (pues
sino la experiencia termina siendo subyugada), parece necesaria una dirección para
realizar la reflexión política.
En este ensayo se ha sugerido la posibilidad de una educación mediante la cual
los hombres llevan a cabo una reflexión política que se esfuerza en hacer valer su
libertad, su capacidad transformadora y su igualdad, así como los demás valores que
dan sentido a la democracia. En esta propuesta, la orientación realizada a partir de
la educación busca que los hombres reflexionen en qué medida los procedimientos
políticos son los adecuados para la realidad en la que viven. Así, la educación tiene
un carácter crítico, que más allá de imponer, pretende que los ciudadanos transfor-
men, mediante la reflexión política, los procedimientos con respecto a sus propias
necesidades. Así, la educación, al aceptar la naturaleza contingente de la política,
no pretende ser absoluta.
Sin embargo, una educación de este tipo le da un valor absoluto a los concep-
tos de libertad e igualdad, pues es en defensa de ellos que se elabora su propuesta.
Visto así, la educación no le permitiría a los hombres reevaluar la pertinencia de
tales valores. Por ello, cabe preguntarse, ¿es la reflexión, guiada por medio de esta
educación, realmente libre? ¿No existen aquí unos supuestos incuestionables? ¿Se
expresa aquí finalmente la libertad de elección?
Bibliografía
ARISTÓTELES. Ética Nicomáquea – Ética Eudema. Madrid: Gredos, 2000.
BUCHHEIM, Hans. Política y poder. Barcelona: Alfa, 1985.
CASTORIADIS, Cornelius. La democracia como procedimiento y como régimen. En: Revista Iniciativa
socialista N° 38, Febrero 1996.
DESCARTES. Discours de la méthode, Paris: Le livre de Poche, 1973.
Oakeshott Michael, El racionalismo en la política y otros ensayos. México: Fondo de cultura econó-
mica, 2001.
RORTY, Richard. Contingencia, ironía y solidaridad. Barcelona: Paidós, 1991.
123
La fuerza politica de la palabra
Guillermo Zapata*
Pontificia Universidad Javeriana
Bogotá, D.C., Colombia
Introducción
Al identificar simplemente la autoridad, el poder y la política con una voluntad
soberana incuestionable (tanto a nivel político, familiar, religioso...), la autoridad y
el poder se ven negados en su condición esencial de ser eminentemente colectiva,
plural y de multiplicidad de relaciones de fuerza. Esta supresión crea un espacio de
ambigüedad que permite el silencio, la impunidad, la violencia y por consiguiente
la muerte. Nos preguntamos por la posibilidad de recuperar lo humano frente a la
violencia a través de asumir la fuerza política de la palabra. Reasumir la existencia
de lo social colectivo por medio de la palabra, la capacidad de argumentar es a su
vez, la apertura del “espacio público de aparición”, condición prepolítica mínima,
escenario en el que se juega el destino de la comunidad humana.
*
Doctor en Filosofía, Licenciado en Filosofía y Letras, Magister en Teología, Maestría en estudios políticos. Profesor
Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Filosofía.
Dirección electrónica: gazapata@javeriana.edu.co, gzapatasj@gmail.com
1
Hölderlin, citado por M. Heidegger, en “Hölderlin y la esencia de la poesía”, FCE, 1978, 126.
125
Guillermo Zapata
2
H.G. Gadamer, Verdad y Método, Sígueme, Salamanca, 1988, 462.
3
J.P. Vernant. Los orígenes del pensamiento griego, Eudeba/Lectores, ed. 5ª. Argentina, 1979, 38.
4
Aristóteles Etica Eudemia, II, 10, 1226b 10.
126
La fuerza politica de la palabra
5
Artistóteles, Ética Nicomaquea, LI, c.2, 1094b, Aguilar, Madrid, 1991, 273.
6
Sebastían Trias Mercant. “Platón una gramática del poder” en Pensamiento 37 (1981) 287.
7
M. Foucault, Historia de la sexualidad, 1. La voluntad de saber, Ed. Síglo XXI, Madrid, 1977, 124.
8
Idem, 116.
9
Michel Foucault, Historia de la sexualidad, 1. La voluntad de saber, oc, 114.
127
Guillermo Zapata
128
La fuerza politica de la palabra
10
Éric Weil, “Introducción a la lógica de la filosofía”, trad. Personal FS, Libraire Philosophique, J. Vrin, 1974.
11
Demos: Temas para el Debate: “La invisibilidad de la violencia” Rev. Utopías 35 (1996) 7-9.
12
Idem.
13
Cf. T. Hobbes, Homo homini lupus, en Leviatán, c.20. La guerra de todos contra todos resulta ser una ley natural.
Los ciudadanos se somenten a un pacto, por el temor mutuo. El temor está en la base de los pactos del Estado.
14
Cf. S. Freud, “¿Por qué la guerra?” Carta de S. Freud a Albert Ainstein, en Obras Completas, v. 22. Ed. Amorrortu,
Buenos Aires, 1979.
15
H. Arendt, “Sobre la Violencia” en Crisis de la República, Taurus, 1998,182.
129
Guillermo Zapata
16
René Girardi, La Violencia y lo sagrado, Ed. Anagrama, Barcelona, 1995, 53.
17
Platón, La República, L II XI, 369b, Altaya, Barcelona, 1993, 78.
130
La fuerza politica de la palabra
18
Heráclito, Fragmentos, nn. 113; 44 respectivamente.
19
Heráclito, Fragmentos, n. 80.
20
M. Foucault, oc, 166.
131
Guillermo Zapata
3. Supresión de la violencia:
mediación de la Palabra
La supresión de la violencia exige como afirma D. Pecaut: “Recuperar el es-
pacio público de aparición propio de la pluralidad humana exige un lenguaje sin
violencia que recupere el verdadero sentido de la acción humana como capacidad
de concertar y de palabra... Lo público es así conocido por todos en por la vía de la
comunicación, implica que todos puedan juzgar y que ese juzgamiento se decante
para definir objetivos comunes”. 24 Nada más contrario de lo público que la violencia.
El lenguaje permite la emergencia del espacio público que corresponde a este
mundo por re configurar, es un lenguaje sin violencia, en el que domina la discusión
en función del acuerdo objetivo y consensuado. Si el primer lenguaje hace la violencia
invisible y por consiguiente inexistente para quienes lo hablan, si el lenguaje de la lucha
no organizada entre los hombre tiene por modo principal el imperativo apoyado sobre
la amenaza, el lenguaje racional no conoce mas que el indicativo y el juicio hipotético:
las cosas siendo lo que son, se desocultan aceptando los medios, que objetivamente, son
21
Hannah Arendt, La condición Humana, Paidós, Barcelona, 1993, 206.
22
Aristóteles, Ética Nicomaquea, L IV 5 1126b 12.
23
Idem, 165.
24
Pecaut Daniel (Director de la Escuela de altos Estudios de Ciencias Sociales en Paris, Encuentro de las ONG en
Cartagena, en El Tiempo, Mayo 7 Sección 1 (2000) p 7.
132
La fuerza politica de la palabra
más aptos para conducir a buen término, o para renunciar a los bienes de esta manera
producidos. No existen sino necesidades hipotéticas, el imperativo ha desaparecido;
más exactamente, no existe ninguna persona que de órdenes como bien le parezca,
este es el orden del lenguaje objetivo y razonable que rige para todos. Este lenguaje que
rige para todos no suprime la pluralidad, la enriquece permitiéndole que lo razonable
exprese siempre el interés de todos. Lo razonable es el bien común. Lo razonable es
generar el espacio de lo humano a partir de la palabra y la acción. Ninguna de las
dos coordenadas suprime la otra. La violencia consiste precisamente en subrayar la
acción de tal manera que ésta, instrumentalizada, suprima la palabra. La acción revela
su sentido a partir precisamente de la palabra. Por ello la violencia no aparece como
un fenómeno natural. “Ni la violencia ni el poder son (pues) un fenómeno natural,
es decir, una manifestación del fenómeno de la vida; pertenecen al terreno político
cuya calidad esencialmente humana está garantizada por la facultad humana de la
acción, la capacidad de comenzar algo nuevo”25. Al subrayar que la violencia pertenece
al terreno político queremos indicar que si la violencia aparece en el espacio público
de aparición como una de las respuestas posibles, es decidida, asumida como una
posible salida que niega la pluralidad hasta el extremo del totalitarismo que es “la
dominación total, que aspira a organizar la pluralidad y diferenciación infinitas de
los seres humanos como si la Humanidad fuese justamente un individuo, (y) sólo es
posible si todas y cada una de las personas pudieran ser reducidas a una identidad
nunca cambiante de reacciones”26. Este extremo de la violencia que niega toda par-
ticipación, es a su vez negación de la idea social de ciudadanía desde la que se define
el ciudadano, precisamente como un “miembro consciente y activo de una sociedad
democrática: aquel que conoce sus derechos individuales y sus deberes públicos,
por lo que no renuncia a su intervención en la gestión política de la comunidad que
le concierne ni delega automáticamente todas las obligaciones que esta impone en
sus manos de los ´especialistas en dirigir´”27. El ciudadano posee esa capacidad de la
palabra que le da la posibilidad de persuadir argumentalmente como de ser persuadido
por argumentos, excluyéndose el fanatismo de los principios “absolutos”.
Pero este orden de lenguaje razonable definido desde la pluralidad, desde
la comunidad, “constituye el escalón inicial, el real reino de lo político... este es el
sentido en que los griegos hablaron de polis y politeia”28, como disposición prepo-
lítica y capacidad de consensuar, dialogar y argumentar, que a su vez corresponde
a la búsqueda de sentido de toda acción.
Hemos circunscrito la violencia como fuerza de la acción sin la mediación de
la palabra. En el interior de la palabra puede darse un shock de lenguajes violentos,
25
H. Arendt, “Sobre la violencia” en Crisis de la República, Taurus, Madrid, 1998, 182.
26
H. Arendt, “El totalitarismo en el poder” en Los orígenes del totalitarismo, Alianza Universidad, Madrid, 1987,
652.
27
F. Savater, “Reforzar la ciudadanía” en Lecturas Dominicales de El Tiempo, Marzo 26 de 2000, 2b.
28
P. Ricoeur, “La fragilidad del lenguaje político”, Rv. Signo y Pensamiento 15 (989) 33-43.
133
Guillermo Zapata
29
H. Arendt, Eichman en Jerusalén, Ed. Lumen, Barcelona, 1967.
30
H. Arendt, Crisis de la República, Ed. Taurus, Madrid, 1988, 15.
31
Cfr. K. Marx, Manuscrito Económico Filosóficos de 1844. Y, M. Heidegger, “La época de las imágenes del mundo”
en Caminos de bosque, Alianza Universidad, 1995, 91.
134
La fuerza politica de la palabra
que intentara desarraigar los factores sorprendentes que emergen del pasado. El
dominar las condiciones, además de que estas sean realizadas y la violencia antigua
sea dividida, hacen que no quede aún lugar para el hombre. El lenguaje racional ha
enseñado al hombre que él es un factor indispensable: él lo ha aprendido y sabe que
éste es de tanto en tanto superfluo, y que como señor y poseedor de la naturaleza,
existe cada vez menos por hacer. Éste ha llegado a ser objeto, pero objeto incómodo,
-y, al mismo tiempo, no es más que objeto, vacío y carente de sentido.
Pero toda liberación del hombre es liberación para una vida de sentido, liber-
tad poética para crear un mundo en el que el hombre no pueda vivir solamente,
sino vivir dando sentido a su libertad, en fin, haciéndola posible, expresándola en
lenguaje, acciones y palabras.
La resultante, un resultado ya visible, es la aburrición por el progreso in-
finito y sin sentido, la preocupación por un lenguaje que no significa nada para
los individuos puesto que limita a los individuos, una aburrición de la que no nos
escapamos sino por medio de la violencia desinteresada. Interesada solamente por
las posibilidades de afirmarse como individuo contra otros individuos, violencia
que es el regreso a la de los señores y que no tiene de otra mira que la de hacer
olvidar el sin sentido de los intereses que satisfacen la sociedad -una vez que estos
son satisfechos. En este lenguaje, lo esencial no es significado, lo significado no
es esencial: allí no aparece el concepto del sentido para el individuo y el lenguaje
de la racionalidad termina por ser una mentira, hemos abierto así el espacio de la
vanalidad como crisis de sentido.
Es así como la humanidad aún no ha superado sus necesidades naturales; la
violencia se impone, por lo menos como posibilidad omnipresente, aún en los grupos
más evolucionados; aquello que subsiste en el mundo, en el mundo significado, sirve
muy a menudo como adelanto y motivación para la lucha por el dominio y disfraz
de intereses que no se intentan desocultar, desviando a quienes se quieren someter.
La racionalidad, no ha ganado la batalla. Nosotros hombres de hoy, tenemos una
tarea por hacer: la represión de la violencia y al mismo tiempo, el deseo de sentido:
no hemos buscado aún el significado de la violencia -y no olvidemos que: sólo el
ser violento, si este habla, habita la palabra, y se hace ciudadano, puede buscar un
sentido-, no intentamos nunca confesar nuestro deseo de sentido. Mientras más
avanzamos, y mientras parecemos más manipulados entre una represión al mismo
tiempo racional y sin sentido es allí donde se da una simple locura brutal.
En los tiempos mejores la humanidad no se ha superado sin su razón. La
racionalidad, el trabajo organizado, la victoria sobre nuestra primera naturaleza
tanto externa como humana es la más grande realización de nuestra historia.
Pero el la pregunta es otra; esta exige que aquello que ha sido y debería ser
esperado consiste precisamente en lo que queremos esperar. Del mismo modo si
la respuesta es negativa, lo necesario, para ser declarada insuficiente, no quedaría
menos indispensable. Pero la nobleza de esta historia consiste en haber permitido a
135
Guillermo Zapata
los hombres, a ciertos grupos humanos, plantearse el problema del sentido -asunto
que no se surge allí donde las necesidades y la pura violencia están presentes en
los seres humanos, pero que, por otra parte, no se formula mas que en el lenguaje
que la ha revelado a todos.
Se trata precisamente de que el hombre se comprenda, se exprese, se manifiesta
total y enteramente. Que detecte aquello que en él une la violencia y el sentido,
violencia y lenguaje, violencia y silencio -comprenderse, es decir de tomar en su
conjunto aquello que ha debido separar para superar en función de su libertad. Es
un esfuerzo hacia el sentido que se desoculta en la relación acción palabra, que es
más significado y urgente trabajo racional.
La antigua trinidad hegeliana del arte, la religión, y la filosofía abren de nuevo
una perspectiva futura, que expresa, niega y piensa la violencia del absurdo y la
violencia de su propia naturaleza apasionada y del deseo-, la expresa, niega, y supera
al pensarla y hacerla palabra como aquello que le constituye, pero que constituye
al mismo tiempo porque en ello la violencia habla, la posibilidad, siempre precaria,
siempre a realizarse de nuevo, de distinguir entre el bien y el mal, entre la mentira
y la verdad, entre el sin sentido y el sentido.
Esta es la unidad del gran diálogo insensato de la unidad con ella misma, en
el cual ella tiene acceso a la conciencia de aquello que, a partir del absurdo y de la
violencia, esta misma ha creado; este el diálogo de los hombres de buena voluntad
que, desde que se liberaron de la necesidad natural, están dispuestos a querer
dialogar -diálogo de seres violentos en función de un lenguaje y palabra y de un
mundo de sentido, diálogo de seres que, en este mismo diálogo, descubren aquello
que conlleva a descubrir la violencia que permanece aún en la mejor voluntad, que
no se trata siempre de espíritus puros, pero que no están tampoco, condenados a
recaer en el diálogo y a pasar el diálogo a la violencia, a menos que no la elijan cons-
cientemente, o, lo que sería más grave todavía, que se rehúsan inconscientemente
a comprender aquello que hacen, aquello que quieren, aquello que han de desear si
no quieren ser unos irracionales.
Bibliografía
ARENDT, Hannah. “Sobre la violencia”, en La crisis de la República, tr. Castellano de G. Solano. Ed. Taurus,
Madrid, 1973.
_____ “Comprensión y Política” en Revista Eco 266 (1983) 172-189.
_____ “¿Qué es la autoridad? “La crisis en la Cultura” en Entre el pasado y el futuro, c.3, Ed. Península,
Barcelona, 101-153. 209-238.
_____ “Sobre la violencia” en Crisis de la República, Ed. Taurus, Madrid, 1998, 110-186.
_____ Los orígenes del totalitarismo, 3vv. Alianza Editorial, Madrid, 1987.
_____ De la historia a la acción, Pensamiento Contemporáneo 38, Paidós, Barcelona, 1995.
136
La fuerza politica de la palabra
137
Guillermo Zapata
_____ “La república del silencio”, Ed. Losada, Buenos aires, 1960.
_____ “San Genet, Comediante y mártir”, Ed. Losada, Buenos Aires, 1967.
TRIGO, Pedro. “Imaginario alternativo al imaginario vigente y revolucionario” en Neoliberales y pobres,
Cinep et al., Bogotá, 1993, 293-329.
SAVATER, Fernando. “Reforzar la ciudadanía”, Lecturas Dominicales de El Tiempo, Marzo 26 del año 2000, 2b.
UTOPÍAS, Rev. “la invisibilidad de la violencia” 35 (1996) 7-9.
138
Alternativas a la racionalidad
perfecta del homoeconomicus
Javier Francisco Franco Mongua*
Universidad Libre – Facultad de Derecho
Bogotá, D.C., Colombia
*
Abogado de la Universidad Libre. Sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Magister en Derecho Económico
de la Universidad Externado de Colombia. Magister en Derecho Comparado, mención en Derecho Económico de
la Universidad de Paris 1 Panthéon Sorbonne. Docente de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre. Bogotá.
139
Javier Francisco Franco Mongua
1
Weber, Max. HISTOIRE ÉCONOMIQUE. Éditions Gallimard. Saint-Amand (Cher), France 1991. 373.
2
Weber, Max. HISTOIRE ÉCONOMIQUE. Éditions Gallimard. Saint-Amand (Cher), France 1991. 372.
140
Alternativas a la racionalidad perfecta del homoeconomicus
3
Weber, Max. LA BOURSE. Préface de Hans Helmut Kotz. Ed. Transition, Paris 1999.
4
Weber, Max. LA BOURSE. Préface de Hans Helmut Kotz. Ed. Transition, Paris 1999. Page 15 et 21.
141
Javier Francisco Franco Mongua
5
Ibidem pages 22 et 23..
6
QUINN, Sarah. THE TRANSFORMATION OF MORALS IN MAKETS: DEATH, BENEFITS, AND THE EXCHANGE
OF LIFE INSURANCE POLICIES. AJS Volume 114 Numero 3. The University Chicago Press. (November 2008)
738-780.
142
Alternativas a la racionalidad perfecta del homoeconomicus
7
Ibidem, page 739.
8
ZELIZER, Viviana. MORALS AND MARKETS: THE DEVELOPMENT OF LIFE INSURANCE IN THE UNITED
STATES. New Brunswick: N.J Transaction Biiks. 1893, cité par QUINN, Sarah. Ob cit page
143
Javier Francisco Franco Mongua
144
Alternativas a la racionalidad perfecta del homoeconomicus
Se seleccionó este artículo porque muestra como a pesar de hay varias posicio-
nes intelectuales (disgusto sagrado, consuelo consumista, y reconciliación raciona-
lista) sobre un mercado en relación con una situación limite de la vida y la muerte
y como la inmensa mayoría de las personas con una enfermedad catastrófica son
capaces de tener un pensamiento claramente racional sobre ellos y sus familias y
amigos para salvar su dignidad y seguridad, y como se ha creado un gran mercado
secundario de los seguros de vida desde el 1989.
9
Para este parte se tomará como fuente principal el texto en francés ANALISIS ECONOMICO DEL DERECHL
ECONÓMICO DEL DERECHO de Ejan MacKaay y Stéphane Rousseau, de editorial Dalloz y la tesis de Javier F.
Franco en el master del Derecho económico en la Universidad Externado de Colombia, particularmente el marco
teórico.
10
Herbert Simon recibió el premio Nobél de Economía en 1978 por sus estudios sobre los limites de la racionalidad.
11
SIMON, Herbert A. Theories of bounded rationality ; dans McGuire C.B et Roy Radner (dir) Decision and organi-
zation, Minneapolis, Univertity of Minnesota Press. 1986; Citado en Mackaay et Rousseau en Ob Cit page 30.
12
MACKAY Edjan et ROUSSEAU Stéphane. ANALYSE ÉCONOMIQUE DU DROIT. Ed Dalloz 2ed 2008, page 30.
145
Javier Francisco Franco Mongua
13
Ibid page 30.
14
ELSTER, Jon. Le DéSINTERESSEMENT. Traité critique de l’ homme économique. Seuil ; Paris 2009. Page 150.
15
SIMON, Herbert A. Theories of bounded rationality ; dans McGuire C.B et Roy Radner (dir) Decision and organi-
zation, Minneapolis, University of Minnesota Press. 1986; Cite par Maackay et Rousseau en Ob Cit page 32.
146
Alternativas a la racionalidad perfecta del homoeconomicus
MADOFF DMG
Protagonista Bernard Madoff fue una gran autori- David Murcia Guzmán era un joven ca-
Principal dad de los mercados financieros. Fue marógrafo independiente. Después de
administrador del mercado NASDAQ trabajar en Bogotá, viajó al Departamento
y agente de bolsa (Bernard Madoff del Putumayo.
Investment Securities) y él gestión
el dinero de los varios para fondos de
cobertura (Hedges Funds) Fairfield
Sentry, Kingate y Óptimo (del Banco
Santander) y fondo de pensiones.
16
Ibidem page 32.
17
Este parte ha sido construida fundamentalmente con informaciones públicadas en medios (en radio, periódicos,
televisión, internet).
147
Javier Francisco Franco Mongua
MADOFF DMG
Synthèse Luego de casi 40 años de pagar altos Luego de un lustro de actividades hoy
rendimientos (mejores que la media del David Murcia Guzmán está en detenido
mercado) en el otoño del 2008 el Fondo en los Estados Unidos para ser juzgado
de Madoff tiene una interrupción en el por los delitos de blanqueo de dinero y en
pago de los intereses en los inversores. Colombia fue juzgado por estafa. También
Madoff ha sido acusado por el delito es investigado por haber creado un holding
de fraude y confesó. Fue sentenciado de varias empresas en campos como la
a una condena de 150 años de prisión. televisión, el comercio de productos, la
deportación, la seguridad y otros. Hay
indicios y pruebas sobre la relación de DMG
con políticos tantos amigos del gobierno
y de la oposición de izquierda
Hay indicios y pruebas sobre la relación
de DMG con políticos tantos amigos del
gobierno y de la oposición de izquierda.
Les habría ayudado con logística a los
ciudadanos que se recogen firmas de las
personas que desean apoyar el referéndum
para la reelección del Presidente de la
República y también él habría financiado
con uno prestamo personal al Personero
actual de Capital (Francisco Rojas Birry)
durante el lobby para ser elegido por el
Consejo de Bogotá.
Contexte Los Estados Unidos, entre años 1960 y Departamento de Putumayo en la región de
2008. El escándalo tiene estalla durante Amazonia Colombiana (una de las regiones
la crisis financiera internacional. Madoff más pobres de Colombia, y con la presencia
fue muy respetado por los expertos de los de los grupos de las guerrillas de extremo
mercados y él era parte de los gestores izquierdo como FARC, ELN, las paramilitares
del mercado (NASDAQ) y del system de extremo derecha y también una zona con
bursátil de autorregulación: nacional de más altas índice de desigualdad económica
Asociación of Securities Dealers (NASD). del país. Putumayo es de los departamentos
donde se producen altas cantidades de la
cocaína que exportada por Colombia.
En Colombia menos de 40 % de la población
esta bancarizada (acceso a los servicios
financieros).
148
Alternativas a la racionalidad perfecta del homoeconomicus
MADOFF DMG
Méthodologie Madoff recibió millones de dólares de Creó una empresa de comercialización de los
los ahorradores para hacer inversiones productos (DMG) con sistema de “tarjetas
con altos rendimientos. Los intereses prepago” para que los clientes puedan comprar
eran los más altos del mercadom y en electrodomésticos y otras mercancías y recibir
consecuencia varias personas buscaban a después de altas tasas de intereses y posterior-
Madoff para hacer gestión de sus ahorros. mente, si lo desean retirar capitales volunta-
Una de las estrategias de Madoff era no riamente. Esta empresa fue la fachada, pero la
dar información sobre los lugares ni la empresa funcionaba con esquema Ponzi, con
forma en que hacía sus inversiones. La una pequeña variable: El blanqueo de dinero
máxima del secreto era la consigna. En de los narcotraficantes. Según autoridades
realidad el resumen de la metodología recibió dinero del narcotraficante y parami-
era la aplicación del esquema Ponzi18. litar Carlos Mario Jiménez (Alias MACACO).
Esta sería la razón por la cual la pirámide
de DMG, “resistió” más el tiempo que otro
esquema Ponzi que comenzó en Colombia
después en el tiempo en Colombia y entró
en crisis más rapidamente (DRFE Dinero
Rápido, fácil y efectivo).
Alarmes A pesar de la autoridad “moral” y “po- Así como típicos esquema Ponzi, el siste-
(Red Flags) lítica” de Madoff en Wall Street, hubo ma de DMG fue caracterizado por pagar
algunas “alarmas” sobre inconsisten- demasiados altos intereses , mejores que la
cias de Funds Madoff y otros aspectos media de actividades lícitas. Como el caso de
sospechados: Madoff, Murcia no explicó las características
Teóricamente Madoff no tomó ninguna de las inversiones que habría hecho para
comisión en un mercado o donde los recibir espectaculares ganancias.
agentes de bolsa viven comisiones.
En los mercados internacionales era Varios medios de comunicación alertaron
imposible pagar las tasas de intereses a la población sobre las similitudes entre el
que Madoff les pagaba a los inversores: esquema Ponzi y el DMG, y también tenían
más de 10%. Económicamente y esta- rumores y denuncia sobre las posibles con
dísticamente era imposible. narcotraficantes
La política de «secreto» de Madoff para
el manejo de la inversiones era muy ex-
traño para las cantidades (mil millones
de dólares) de las que le hacía gestión
para los más grandes bancos del mundo .
18
Ponzi fue un inmigrante italiano en la Nueva York de los años 20 del siglo XX, que comenzó un sistema pi-
ramidal de estafa consistente ofrecer pagar intereses demasiada altas a los inversores por su dinero. El sis-
tema necesita que nuevos inversores den su dinero: con los nuevos recursos les paga las rentas a los anti-
guos clientes. El sistema tiene la necesidad de un crecimiento geométrico de los inversores para pagar los
intereses espectaculares de los antiguos ahorradores. Finalmente el número de los inversores es insuficiente para
sostener los provechos y la estafa es descubierta: los últimos ahorradores pierden sus capitales y sus ganancias.
149
Javier Francisco Franco Mongua
MADOFF DMG
«Victimes19» El tipo de “víctimas” fueron varias per- El tipo de “víctimas” podrían ser clasificas
sonas, instituciones y “celebridades” de en dos clases:
el mundo entero. Por ejemplo: • “Principiantes” de la región de Putumayo
Hedges Funds: y otros departamentos de Colombia, varios
Fairfield, Access International Advisors de ellos pobres campesinos o habitantes de
o Tremont, ciudades dónde algunos incluso hipotecaron
Inversores: sus pequeñas propiedades o tomaron pres-
HSBC, Banco Santander, Sociedad ge- tamos personales para hacer inversiones
neral, el Crédito Agrícola, BNP en casa de DMG.
• Los «nuevos» clientes con mayores niveles
educativos (incluye a empresarios, profe-
sionales liberales, etc) quienes solamente
deseaban recibir una alta cantidad de los
provechos con la esperanza de recuperar los
capitales antes de piramidal cayera.
19
Pongo entre comillas la palabra «víctimas» para ambos casos porque hoy no nos es claro si verdaderamente las
personas e instituciones que daban su dinero a Madoff o Murcia no eran conscientes del tipo sistema utilizado o
solamente desean recibir una alta cantidad de los intereses con la esperanza de recuperar los capitales antes de
que el esquema piramidal cayera. En todo caso es claro para que por el contexto, la educación y el tipo clientes, la
duda mayor sobre la calidad de «víctimas» recae sobre los inversores de Madoff que sobre los de DMG.
150
Alternativas a la racionalidad perfecta del homoeconomicus
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151
Javier Francisco Franco Mongua
152
La vision global de la utilidad
José Zacarías Mayorga S*
Universidad Libre – Facultad de Ciencias Económicas,
Administrativas y Contables
Bogotá, D.C., Colombia
1. El problema
La teoría de la Utilidad, ha sido abordado por filósofos, economistas, políticos
y matemáticos entre otros que a través del tiempo han hecho aportes y construido
teorías relacionadas todas ellas con la Utilidad, utilidad vista como placer, como
bien, como satisfacción de una necesidad o como un resultado que se sustenta para
algunos como los utilitaristas en la suma de las utilidades de una sociedad y para
otros como los clásicos, en la teoría del valor trabajo y teoría subjetiva del valor
que se critica por no estar sustentada en una formulación matemática, o para los
neoclásicos o marginalistas que ven la utilidad como una medida ordinal y desarro-
llan la utilidad marginal como la satisfacción que aporta cada unidad adicional del
bien, que explican a partir de unas derivadas del consumo de un bien en función de
la cantidad consumida, a pesar de haber aportado la forma de medir esta utilidad a
través de un índice que no utiliza elementos cuantítativos, en mi concepto mantiene
la subjetividad pues explicar las preferencias, de cada consumidor, de cada bien en
función de un cumulo de condiciones resulta bastante complejo.
Es evidente que en la economía global las actividades se desenvuelven en torno
a la satisfacción social en manos del mercado, en una economía autorregulada que
tiende a establecer un modelo social injusto e indeseable. Pese a que la economía es
la ciencia social donde existen más pensadores que se oponen a la especialización, en
la reflexión económica han vuelto a prevalecer las ideas de la ortodoxia clásica, “la
economía de mercado libre”. Nuestras empresas trabajan en el marco de márgenes
*
Economista, Doctorante en Estudios Políticos, Maestría Planeación socioeconómica, Especialista en finanzas, Esp.
Administración de Negocios Internacionales, Esp. Control de gestión y revisoría fiscal, Esp. Docencia universitaria,
Esp. Economía Internacional. Correo: jmayorgs@yahoo.com
153
José Zacarías Mayorga S.
154
La vision global de la utilidad
155
José Zacarías Mayorga S.
2. Metodología
La investigación parte de una exploración y recopilación de la información,
acerca de los desarrollos teóricos de la teoría económica a través de la historia, cen-
trándose en la teoría del valor y la teoría de la utilidad, así como de los desarrollos
conceptuales e impactos producidos por los avances del capitalismo moderno y la
globalización, nuevos conceptos, definiciones y evidencias empíricas relacionadas
con las variables culturales, económicas y sociales y como estas producen cambios
en la nueva economía.
Seguidamente se analizan los aportes de la teoría de la utilidad a los desa-
rrollos teóricos de las finanzas, especialmente por el papel que estas desempeñan
en la actividad económica y en el bienestar de la población y en ella se analiza su
papel en la Gestión financiera, como herramienta fundamental en el desarrollo en
la práctica de la teoría de la utilidad, pues la utilidad es el objetivo central de los
diferentes actores de la economía y concretamente a nivel de las unidades domes-
ticas de producción la donde actividad económica se organizada en torno a unas
decisiones que buscan maximizar la satisfacción de sus clientes entendiéndose estos
clientes como los diferentes actores del negocio, (propietarios, gerentes, empleados,
proveedores, comunidad, consumidores y el estado).
3. Referentes teóricos
Para el desarrollo de la investigación se revisaron los aportes teóricos de los
principales expertos en el tema a través del tiempo entre ellos1:
Adam Smith (1723-1790), dio a la Economía Política su estructura moderna.
Para Smith, el principal objeto de la economía de cualquier país, consiste en au-
mentar la riqueza razón por la cual su obra cumbre se centro en explicar las causas
de la riqueza de las naciones. Planteó el problema del valor dese la capacidad de
1
Gómez L. Roberto; Evolución Científica y Metodológica de la economía. Escuelas de Pensamiento, UNED de Málaga
España.
156
La vision global de la utilidad
satisfacer una necesidad “valor de uso” y desde la teoría del valor en cambio, que
está relacionado directamente con el valor de uso de los bienes. Es de aclarar que
Smith se centro en la teoría del valor trabajo, basado en el valor en cambio: pues
según él, el valor de cualquier bien o servicio, se mide por la cantidad de trabajo por
la cual puede ser cambiado.
Jeremy Bentham (1748-1832), teoría del utilitarismo, aporta un enfoque que
se extendió principalmente en la Teoría Económica, la ciencia política y la filosofía
moral, campos en los que aparece como una de las grandes corrientes que soportan
los desarrollos actuales.
J. B. Say (1767-1832) Aportó a la ciencia económica, la ley de los mercados,
que afirma que la producción de bienes genera una demanda agregada efectiva que
compra todos los bienes ofrecidos.
David Ricardo (1772-1823), sostiene que las fuerzas naturales no añaden nada
de valor a las mercancías, sino que, por el contrario, lo merman y rebate la idea de
Smith de que la agricultura era más productiva que la industria.
La teoría del valor de Ricardo es entendía como una teoría del “coste real”,
en la que, el trabajo es el factor más importante. Su preocupación se centro en
ver cómo se dan los cambios en las proporciones relativas de la renta de la tierra,
el trabajo y el capital, y su efecto sobre la acumulación de capital y el crecimiento
económico. Su teoría de la renta, se sustenta en la teoría del valor y Ricardo pro-
cedió a modificar la teoría del valor de Smith tomando para su análisis la ley de los
rendimientos decrecientes, la ley de la población de Malthus, la ley de los mercados
de Say y la ley de la acumulación.
Thomas Robert Malthus (1766-1834) aporto la ley del crecimiento demográfico,
ley de población (1798), cuando no es controlada, se incrementa geométricamente;
mientras que la producción de alimentos sólo se incrementan aritméticamente;
significa que el incremento demográfico será limitado por la oferta de alimentos. En
1820, desarrollo la teoría de la insuficiencia de la demanda efectiva para mantener
el pleno empleo. Que relaciona salario con un nivel de producción superior para
que el empresario obtenga un beneficio.
Condillac (1776), su aporte se centro en explicar la conexión que existe entre
el valor y la utilidad.
J.S.Mill (1806-1873), intento construir una concepción ética del utilitarismo a
partir de la crítica del primer sistema de pensamiento de Benthan. Mill sistematiza
gran parte de las ideas posteriores a Ricardo tanto en Inglaterra como en Francia.
Marx (1818-1883), La filosofía de Marx resalta la persona como un producto
sociohistórico tanto como la sociedad y la historia es una producción de la persona.
La aportación de Karl Marx, es importante no sólo por los resultados de sus investi-
gaciones económicas, poniendo al descubierto las leyes del desarrollo de la sociedad
capitalista, sino fundamentalmente, porque aporta un nuevo método de análisis
para el estudio de los fenómenos sociales y económicos, una nueva interpretación
157
José Zacarías Mayorga S.
158
La vision global de la utilidad
las relaciones que debe prevalecer entre medios escasos y determinados fines en
cualquier situación”, para Myrdal esta teoría debía estar apoyada por conceptos de
costo real o utilidad lo cual en ese momento era una obsesión por los problemas
éticos y políticos, que atravesaba la sociedad.
Sus teorías buscaban una explicación del valor en términos de cantidades que
solo podían ser consideradas como independientes en circunstancias que quitaban
al principio toda sus generalidad. Es el caso de Malthus para quien el valor de las
mercancías estaba representado en términos del “Valor de la fuerza de trabajo”.
Aquí, se debe tener en cuenta que una teoría económica debe ser cuantitativa por su
forma; no seria correcto expresar por ejemplo el valor como una función del trabajo
y la abstinencia o de la cantidad de fuerza de trabajo y de la cantidad de recursos
naturales usados en la producción.
La economía Política clásica encontró esta constante en una relación de costo.
Así, el valor de cambio de una mercancía se definió en el sentido puramente relativo
de la cantidad de otras mercancías por las que se acostumbraba cambiar. Por su parte
Marx hace énfasis en el capital respecto de encontrar una cantidad uniforme que
no sea ella misma, un valor en términos de la cual pudiera ser expresado el valor de
cambio de las mercancías. Se busco entonces las relaciones que se hallaban regidas
en último análisis por la cantidad de trabajo requerida, para producir las mercancías
en cuestión. Hasta acá, Smith se había referido tanto a la cantidad como al valor,
Ricardo y Marx al carácter objetivo que lo concebía como el gasto de una cantidad de
energía humana, aunque hace una diferenciación entre trabajo y fuerza de trabajo.
La exactitud de un principio económico consiste en que no obstante hacerse
abstracción de ciertos aspectos del problema se hace para centrar la atención en
las características fundamentales de esa parte del mundo real a la cual pretende
aplicarse la teoría. Para el caso intentar explicar el valor de un bien desde el capital
o desde la tierra, tenían serias objeciones básicas prácticas para tomarlos como base
para explicar el valor de las mercancías. Tierra por su heterogeneidad y diferentes
calidades y escases = Renta y entre más hectáreas existan más diferencias que entre
las Horas-hombre de trabajo. Por su parte el capital en sí mismo es un valor que
depende de otros valores particularmente de la ganancia esperada.
Como se mencionó en párrafos anteriores la teoría del valor constituye una
definición implícita de la forma general y del carácter del fenómeno que se ha decidido
llamar económico. “Lo esencial del problema económico consiste en la lucha del hombre
con la naturaleza para arrancarle el sustento. Para Petty: El trabajo es el padre y la
naturaleza la madre de la riqueza (Dobb, 1974). Primeras distinciones de la economía
política fue la “Riqueza” y “Valor” cuya importancia residía en señalar que mientras
la actividad humana y la naturaleza produzcan riqueza, el valor siendo una relación
social, es atributo de la actividad humana y no de la naturaleza. La esencia del valor,
en otras palabras por contraste con riqueza, se concibió como costo, en tanto que el
trabajo por contraste con la naturaleza como la esencia del costo.
159
José Zacarías Mayorga S.
160
La vision global de la utilidad
3.3. La utilidad
Los Marginalistas explican el valor mediante una combinación de escasez y
Utilidad, centran su atención en el análisis del funcionamiento de los mercados y
la teoría de formación de los precios y la teoría de la distribución de la renta que
para los Marginalistas es como una prolongación de la teoría de los precios. Con el
descubrimiento de la noción de incremento de valor marginal fue posible hacer un
mayor uso de las matemáticas (concretamente, del cálculo diferencial) en el análi-
sis de los problemas económicos, que les permitió a los economistas marginalitas
elaborar una teoría de la formación de los precios de los bienes de consumo y los
factores de la producción y las condiciones de satisfacción o bienestar de los con-
sumidores en un orden económico de mercado lógicamente consistente. Como ha
señalado Kenneth E. Boulding, el análisis marginal no es otra cosa que una teoría
de la optimización (Napoleoni C, 1982).
La escuela marginalista basa la noción de valor en elementos psicológicos
(deseos, necesidades) y no sólo en los costes de producción. Los autores que impu-
sieron este método de pensamiento económico durante el siglo XIX prosiguieron las
investigaciones del filósofo francés Condillac (1715-1780), que en su obra “Tratado
de las sensaciones” había esbozado una teoría subjetiva del valor.
Según Condillac, las operaciones económicas tienen únicamente origen en los
deseos de los individuos. El inglés Stanley Jevons (1835-1882), el francés León Walrás
(1834-1910) y el austríaco Carl Menger (1840-1921) capitanearon las principales
escuelas marginalista durante los años 70 del siglo pasado. Los tres consideraban, al
igual que Condillac, que la intensidad de un deseo disminuye con su satisfacción, y
sostenían que, para un bien supuestamente divisible, la última parte de dicho bien
la menos deseada determina el valor del conjunto. Walrás superó rápidamente las
pautas Marginalistas y se interesó por los estudios macroeconómicos que ponían de
manifiesto la interdependencia de los datos económicos. Víctima del oscurantismo
de sus colegas franceses, Walrás se instaló en Suiza y desempeñó una cátedra en
la universidad de Lausana. En tanto Jevons intenta aplicar las matemáticas para
definir el interés individual, Menger desarrolla en su enseñanza una poderosa co-
161
José Zacarías Mayorga S.
162
La vision global de la utilidad
marginal para cada participante será proporcional al precio. De esta manera, una
persona distribuye su ingreso de una forma tal que le resulten iguales los incre-
mentos finales de todas las mercancías consumidas.
Por su parte el aporte de Carl Menger, otro de los grandes representantes de
la escuela marginalista, para él, el método de la economía debe descansar sobre una
base individualista. Para entender el proceso económico total hay que analizar sus
elementos, la conducta de los individuos. La utilidad es la capacidad de una cosa
para ser puesta en relación causal con una necesidad. Las cosas que poseen esa
capacidad se convierten en mercancías cuando la necesidad está presente, cuando
la relación causal es reconocida por el individuo que experimenta la necesidad, y
cuando el individuo puede aplicar la cosa para la satisfacción de dicha necesidad.
El individuo genera en su mente un juicio: el valor, sobre las mercancías. El valor
es la importancia que las mercancías concretas o determinadas cantidades de ellas
tienen para nosotros por el hecho que sabemos que la satisfacción de las necesi-
dades depende de la disponibilidad de dichas mercancías... Cada acto concreto de
satisfacción tiene distinta importancia para nosotros, según el grado de satisfacción
que hayamos alcanzado, (Napoleoni C, 1982).
Otro aporte de su principal representante León Walrás es el concepto de uti-
lidad, para él, el valor se basa en la utilidad y en la limitación de la cantidad de un
bien. Walrás introduce el término rareza, definido como la derivada de la utilidad
efectiva con relación a la cantidad poseída. La rareza entonces equivale a la utili-
dad marginal. El deseo de igualar utilidades marginales (por parte del individuo)
conducirá al cambio. Ese deseo, junto con la existencia de mercancías que posee el
individuo, dará una oferta o demanda determinadas para cada individuo.
Según el economista Francés León Walras, (1834-1910) la teoría de la utili-
dad trata de explicar el comportamiento del consumidor. Desde esta perspectiva
se dice que la utilidad es la aptitud de un bien para satisfacer las necesidades. Así
un bien es más útil en la medida que satisfaga mejor una necesidad. Esta utilidad
es cualitativa (las cualidades reales o aparentes de los bienes), es espacial (el objeto
debe encontrarse al alcance del individuo) y temporal (se refiere al momento en que
se satisface la necesidad). Esta teoría parte de varios supuestos:
• El ingreso del consumidor por unidad de tiempo es limitado.
• Las características del bien determinan su utilidad y por tanto afectan las
decisiones del consumidor.
• El consumidor busca maximizar su satisfacción total (utilidad total), y por
tanto gasta todo su ingreso.
• El consumidor posee información perfecta, es decir, conoce los bienes (sus
características y precios).
• El consumidor es racional, esto quiere decir que busca lograr sus objetivos,
en este caso trata de alcanzar la mayor satisfacción posible. Esto quiere decir
163
José Zacarías Mayorga S.
164
La vision global de la utilidad
La pregunta que surge es; ¿porque los empresarios siguen buscando la utilidad
al interior de las empresas?, ¿cómo lograrla dentro de la empresa?, las respuestas
son evidentes la Utilidad se logra utilizando tres llaves simultáneamente, Llave
No 1. La creación de valor, llave No 2. La eficiencia en las operaciones y Llave No
3. Las ventajas competitivas. Puestas en manos de un Gerente capaz.
165
José Zacarías Mayorga S.
No queda ninguna duda que el gobierno juega un papel importante para resol-
ver los problemas económicos en el caso colombiano, para avanzar en el desarrollo
económico se debe garantizar la seguridad nacional, erradicar la corrupción, volver
productivas sus instituciones, educación y cualificación de los ciudadanos para que
el sector productivo pueda avanzar en sus niveles de productividad, que le permitan
a sus instituciones ser competitivas en los mercados nacionales e internacionales.
Debe impulsar la inversión productiva, promover las relaciones internacionales que
conduzcan a acuerdos comerciales necesarios para el desarrollo local entre otros.
El diagnóstico que varios autores hacen, entre ellos el Dr. José Antonio
Ocampo (2004), no es muy alentador y por el contrario deja mucha inquietud el
avance de la pobreza , la desigualdad, la inequidad en la distribución del ingreso y
las oportunidades así la brecha entre ricos y pobre s es cada vez más amplia y vista
despreocupadamente por políticos y gobernantes, razón por la cual el gobierno
es visto por críticos de la política local, como auspiciador de fenómenos de con-
centración de la riqueza y de prácticas que contradicen la filosofía de un gobierno
la democrático.
Según Ocampo (2004), haciendo referencia a estadísticas del latinobarometro
(2004), en la región en el 2002 el 57% de la población consideraba la democracia
como el mejor sistema de gobierno, sin embargo solo el 33% se sentía satisfecha
con su funcionamiento. La frustración se expresa en el terreno económico pues las
expectativas generadas quedaron insatisfechas, se evidencia en el ámbito regional
los malos resultados de las reformas del mercado que se relacionan con la tendencia
a sistemas autoritarios que son vistos con buenos ojos por sectores de la población
en cuanto estos produzcan resultados positivos en la solución de problemas eco-
nómicos, con lo que se puede deducir que para los ciudadanos de la región existe
correlación entre democracia y la situación económica que viven.
Ocampo (2006), afirma que la “tensión entre democracia y desarrollo económico
puede estar llegando a un punto de inflexión” 2 y considera tres principios básicos
para una buena relación entre economía y democracia: en primera instancia la demo-
cracia debe concebirse como una extensión de la ciudadanía, en segunda instancia
la democracia implica diversidad, es decir que la ciudadanía no tiene sentido cuando
los ciudadanos carecen de opciones entre las cuales elegir , aun cuando las economías
de mercado se fundamenten en la diversidad, y por último se debe tener claro, que
la democracia y las reglas macroeconómicas claras y fuertes son complementarias y
no como se ha dado en varios países de la región donde se ha caído en el populismo
económico mencionado por Dornbusch y Edwards en (1989).
166
La vision global de la utilidad
167
José Zacarías Mayorga S.
ción de necesidades de una población; como puede entenderse, son evidentes dos
aspectos fundamentales en la producción de bienes y servicios: la función social
como proveedora de elementos básicos para el sostenimiento y calidad de vida de
las personas y el desarrollo en la práctica de los conceptos o categorías económicas
de utilidad, costo/beneficio, eficiencia entre otros.
Vistas de este modo, las empresas, constituyen una unidad social “socialización
de la producción”, “socialización del mercado”; constituyen la unidad económica
fundamental para el desarrollo de la humanidad; son entes productores de fuentes
de trabajo; son organismos capaces de satisfacer las necesidades colectivas mediante
la producción de bienes y servicios, pero no se puede ignorar en el desarrollo diná-
mico del sistema que en ellas está presente una combinación de capital y trabajo
que son el motor de la creación de valor y de utilidad.
En el marco de este análisis, la microeconomía neoclásica puede verse como
una síntesis de tres teorías la del consumidor, la del productor y la del mercado.
La teoría del consumidor culmina con la deducción de la curva de demanda, la del
productor, con la curva de oferta y la del mercado, con la formación de los precios a
partir de la demanda y la oferta. El núcleo fundamental a partir del cual se construye
la micro economía, y en general todos los desarrollos de la escuela neoclásica, en
la teoría del valor utilidad, hecho que marca el paso de la teoría clásica del valor
trabajo a la teoría del valor utilidad, que implica entonces pasar de una explicación
objetiva a una explicación subjetiva del valor.
Para entender el desarrollo diario de la economía y de la función esencial de
las unidades domesticas de producción (las empresas), es necesario tomar en cuen-
ta que los clásicos hacen énfasis en el proceso de producción y distribución como
objetos de estudio de la ciencia económica, los neoclásicos centran la atención en el
consumo y a la asignación de los recursos; que los dos aspectos son fundamentales
en el desarrollo de la dinámica económica de las empresas y de la sociedad y que
la importancia que se debe dar al consumo ratifica el principio del valor utilidad.
Entender las condiciones históricas, nos permite explicar y hacer uso del
conocimiento elaborado por estas dos escuelas de pensamiento económico y sacar
provecho por ejemplo de los enfoques y diferencias entre los clásicos y los neoclá-
sicos. La influencia positivista e individualista de la microeconomía neoclásica,
que a través de la subjetividad, permite comprender la naturaleza de la teoría del
valor utilidad.
168
La vision global de la utilidad
169
José Zacarías Mayorga S.
5. Conclusiones
La utilidad como expresión del grado de satisfacción de las necesidades del
hombre conlleva un significado muy humano y debe ser como tal el objeto nos solo
de la economía, sino de todas las ciencias. No hay duda de que la utilidad en si tiene
efectivamente sentido, tanto si se la concibe desde un punto de vista objetivo como
subjetivo. Tanto si es placer de un individuo o de una colectividad, o si es satisfacción
de una necesidad esencialmente básica para el ser humano.
El manejo de la economía centrada en la utilidad monetaria, en la acumula-
ción, la especulación, la inequidad y concentración de la riqueza está llegando a un
punto de inflexión y es fundamental en el momento del desarrollo científico de las
170
La vision global de la utilidad
ciencias sociales, integrar esfuerzos para consolidar unas teorías para el desarrollo
que privilegien la innovación, el conocimiento, el desarrollo tecnológico pero funda-
mentalmente el ser humano y como tal le compete responsabilidad principalmente
a los políticos, a los filósofos, sociólogos y en general todas las ciencias sociales pues
el escenario global está siendo controlado desde un sistema capitalista orientado
por escuelas de pensamiento economicistas que están destruyendo no solo la ciencia
económica sino en la práctica con la razón de ser de su existencia, “la vida”.
En el caso colombiano, me llamo la atención el estudio “Economía y Demo-
cracia en Colombia de Julio Silva Colmenares (1994), en el hace mención a que en
los diversos medios académicos y políticos se discute sobre la necesidad de mo-
dificar las bases del modelo de crecimiento económico y desarrollo social vigente
en Colombia en las últimas décadas, para lograr una sociedad más democrática y
con mayor justicia social. Lo cual significa que el desarrollo debe ser sinónimo de
democracia económica, social y política en un ambiente de paz. Si la política es el
arte y la ciencia del compromiso alrededor de los intereses válidos de los diferentes
grupos sociales, entonces la actividad económica y social es el escenario para la rea-
lización de tal compromiso, el que tiene que materializarse también en propuestas
económicas, sociales y políticas así mismo concretas, en una nueva concepción y
modelo de desarrollo.
Es en extremo preocupante la inoperancia del los gobiernos donde podemos
citar el colombiano, ineficiencia visible en los registros de las estadísticas sociales,
con base en las cuales se puede afirmar que la brecha entre ricos y pobres crece en
forma lineal año tras año aumentando la descomposición social, considerada para
algunos críticos del estado la “deuda social”.
Cuando se analizan expresiones como, “Se solucionan necesidades básicas pero
se reduce el ingreso de los más pobres”, es visible en diferentes estados como por ej.,
el de Colombia, los altos niveles de pobreza, ya sea que se mida por la insatisfacción
de necesidades básicas o por la incapacidad de adquirir una canasta mínima de con-
sumos indispensables. Acá la crítica no se centra en la concentración de la riqueza
y del ingreso o en el control a los medios de producción, sino en la ineficiencia de
la política fiscal como instrumento para una equitativa distribución del ingreso.
Las instituciones públicas y privadas constituyen una unidad económica
imprescindible en el desarrollo y avance del proceso económico de una sociedad,
son organismos creadores de fuentes de trabajo y a su vez se convierten en satis-
factores de las necesidades colectivas de la comunidad a través de la producción
de bienes y servicios.
Bhagwati (2004), dice que el Proceso de globalización tiene cara humana, pero
necesitamos hacer esa cara más agradable, económica y socialmente.
171
José Zacarías Mayorga S.
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172
Los fundamentos del pluralismo
en la propuesta de Hannah Arendt
Mario Adolfo Forero Rodríguez*
Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano
Facultad de Relaciones Internacionales
Bogotá, D.C., Colombia
1. Planteamiento de la problemática
Uno de los temas centrales en la ciencia y filosofía política es el denominado
pluralismo, que ha dado lugar para denominar a ciertas teorías y filosofías como
pluralistas. En esta forma tenemos obras como las de Robert Dahl, David Held, o
más antiguos como Maitland, Cole, Laski, Barker, que fundamentan la política en la
concepción pluralista, concretamente su punto de vista tiene como finalidad postular
lo que se considera como democracia pluralista, o en el caso de Dahl como poliarquías.
Estas concepciones pasan por tratar de conceptualizar el pluralismo, pero más
aún, sentar las bases teóricas que explican su dinámica en las democracias contempo-
ráneas; así, se indica que el pluralismo político es propio de las estructuras de poder
de las modernas sociedades industriales o de fuerte desarrollo económico y social1.
El enfoque teórico pluralista pasa por proponer como componentes impor-
tantes de la dinámica política, entre otros los siguientes: la existencia de diversos
grupos de poder, la inexistencia de un centro de poder único, el poder es disperso
socialmente, ningún grupo acumula más poder que otro, por lo que el poder tiende
a compensarse mutuamente. Entre los grupos se presenta el fenómeno de las solida-
ridades cruzadas, en el sentido de que se persiguen intereses de tal manera que no
*
Abogado, filósofo y magíster en desarrollo regional, candidato a Doctor en Filosofía, profesor Asociado de la Uni-
versidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano. Correos: marioforero58@gmail.com, mario.forero@utadeo.edu.co
1
Se puede observar el estudio que hace del pluralismo Robert E. Dowse y John A Hughes en su libro Sociología
política, Edita Allianza, Madrid 1999, págs. 175 y ss., en el que lo denotan o lo surayan como la estructura de poder
político de los países avanzados.
173
Mario Adolfo Forero Rodríguez
se sobrecargue el sistema (Dowse, 1999, 176 y s.s.). En síntesis, como define Dahl,
en el pluralismo político: “los mecanismos jurídicos y políticos pueden trastornarse
si algunos de los ciudadanos o grupos adquieren porciones desproporcionadas de
poder en comparación con otros ciudadanos, el poder potencial de un grupo debe ser
controlado (balanced) por el poder de otro grupo” (Puede verse en Bobbio N.2005).
Es propio de la conceptualización del pluralismo político, aspectos como el
respeto a las disidencias, la presencia de los consensos, el juego libre y tolerante de
los grupos de poder, la competitividad existente entre ellos, el carácter mediador
del Estado, las reglas de juego político deben suponer la existencia de las fuerzas
opuestas y en conflicto, etc. (Dowse, 1999, 176 y s.s.).
En el fondo la propuesta pluralista en algunos de sus aspectos, trata de
describir y explicar la dinámica actual de la política de la sociedad industrial; pero
además, establecer parámetros normativos de la política, esto es, puntualizar un
deber ser de ella, para con ello proponer una forma de democratización y reglas de
juego en este tipo de sociedad, a fin de gradualizar los diversos sistemas políticos
como más democráticos si son pluralistas, o menos si tienden a formas autocráticas.
Esta tendencia pluralista tiene cierto fundamento en la constitución de las
agrupaciones políticas, pues la actividad política se da a partir de ellos, pero más a
fondo de ello, en el utilitarismo e intereses que poseen los individuos que se agrupan
para el logro de sus fines. El poder es concebido como un recurso en disputa, pero
que no puede monopolizar ningún grupo pues pone en riesgo el sistema político. La
libertad es un componente importante de las reglas de juego, a fin de garantizar la
competitividad, a más de considerarla bajo un parámetro electivo de preferencias,
que posibilita la lucha y competencia por la influencia y el poder.
Lo que se puede observar de estas concepciones, con base en cierta gene-
ralización, es el hecho de suponer per se el hecho del pluralismo, así como sus
componentes como grupos políticos, poder, libertad, competencia, consensos, etc..
No hay la búsqueda de los fundamentos que den cuenta o cierta comprensión del
carácter de la pluralidad, cual es la base de su composición, que implicaciones tiene
con relación a la acción política; así como su relación con la libertad y el poder. En
otras palabras, no hay en las concepciones pluralistas una fundamentación filosó-
fica, que indique su sentido, implicaciones y alcances en la vida política humana.
Hannah Arendt es quizá la filósofa que ha tomado en toda su radicalidad el
carácter de la pluralidad humana, no solo en cuanto los fundamentos mismos de
la acción política sino también en sus implicaciones en la vida del espíritu, que es
a la larga el sustento del actuar humano, referido a su libertad, juicio y el encuen-
tro humano. Por ello es procedente realizar un seguimiento y reflexión sobre la
interpretación que Arendt tiene del pluralismo, así como sus implicaciones en la
concepción de la política, afín de que nos sitúe los derroteros y retos de la política
contemporánea.
174
Los fundamentos del pluralismo en la propuesta de Hannah Arendt
175
Mario Adolfo Forero Rodríguez
Lo afirmado tiene cierta claridad, toda vez que la pluralidad no puede ser
referida a la corporeidad, porque este es el “agente” de los procesos naturales,
o lugar de los metabolismos, es una esfera invisible o campo privado, por lo que
pertenece al mundo de la labor y al ámbito de las necesidades, “lo que los hombres
compartían con las otras formas de la vida animal no se consideraba humano”
(Arendt, 1993, 100).
El cuerpo no revela un “quien”, el sujeto de la acción, sino “un qué” objeto
natural. Como dice Julia Kristeva, “el cuerpo nunca trasciende la naturaleza; se
ausenta del mundo para obrar solamente en la esfera de lo privado. Confinado a
la especie y a su propio mantenimiento, ese cuerpo aparece en consecuencia como
“lo único que no se puede compartir”, y se convierte en el paradigma de la pro
piedad privada” (Kristeva, Julio, 2000). También en este sentido, afirma Arendt,
“el animal laborans no huye del mundo, sino que es expulsado de él en cuanto que
está encerrado en lo privado de su propio cuerpo, atrapado en el cumplimiento de
necesidades que nadie puede compartir y que nadie puede comunicar plenamente”
(Arendt, 1993, 128). Todo lo contrario a la pluralidad de la cual emerge el discurso
y los espectadores que comunican y exaltan la acción en el ámbito público, así como
construyen el sentido común base de la política.
Para reafirmar más este punto, Arednt observa que es propio de la acción la
trascendencia que ella posee frente a los procesos naturales, toda vez que es una
cualidad de la libertad que genera ruptura frente al metabolismo y necesidad na-
tural. En este caso el pluralismo, posee cierta trascendencia y ruptura en cuanto
distinción, visibilidad y apariencia, más aún cuando la esfera pública va a fundarse
u originarse a partir de esta condición.
El pluralismo tampoco puede ser referido a la esfera del trabajo, como han
creído muchos de sus teóricos, que lo han conceptualizado como una consecuencia
de la diferenciación de los procesos de producción, propios de la industrialización
(Dowse Robert, 1993, 175). En efecto, ellos consideran que la industrialización genera
sectores de producción y división de trabajo, que dan origen a los grupos de interés,
o en el caso del marxismo a las clases sociales, lo cual corresponde a la diferenciación
plural del poder y que connota la dinámica política de la sociedad industrial.
En un enfoque Arendtiano no es aceptable esta visión del pluralismo, por
cuanto esta división del trabajo, marca su dependencia del proceso de producción,
sobre el cual no puede constituirse lo político, en la medida que este obedecería a
las necesidades del trabajo y a los fines de la técnica. La acción política trasciende la
producción, a más de considerarse como un fin en sí misma. Más aún, si se pensara el
pluralismo como resultado del trabajo y la producción, tal pluralidad sería producto
o resultado de una exterioridad de la producción que afectaría y determinaría la
vida humana. Esta visión conllevaría a que la esfera política sería dependiente del
mundo del trabajo, lo cual sería grave ya que la política no tendría por si misma
ninguna autonomía, así como tampoco la espiritualidad y la humanidad.
176
Los fundamentos del pluralismo en la propuesta de Hannah Arendt
En el caso del pluralismo que plantea Arendt, este emerge desde sí mismo,
en otras palabras, es el encuentro de los “sí mismo”, el encuentro de “los quienes”.
Por ello trasciende el mundo del trabajo e infiere un ámbito político (público) au-
tónomo, propio de la espiritualidad humana. “El principio general de organización,
dice Arendt, en si nada tiene que ver con el trabajo o con la labor, sino que debe
su origen a la esfera estrictamente política de la vida, al hecho de la capacidad del
hombre para actuar y hacerlos junto y de acuerdo con otros” (Arendt, H. 1993, 132).
Resumiendo lo avanzado, se tiene claro que la pluralidad humana no se re-
puta como una composición natural, ni un resultado de los procesos del trabajo y
la técnica. Atañe directamente al carácter de la acción humana, en la medida que
trasciende el mundo natural y el mundo de la labor, para constituir una esfera ne-
tamente humana y política. Esta pluralidad tiene como origen el sujeto de la acción,
que es designado bajo “él quien” o el humano que realiza la acción. En este punto,
es procedente preguntar: ¿Cual es este sujeto a que hace referencia “el quien”?
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Mario Adolfo Forero Rodríguez
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Los fundamentos del pluralismo en la propuesta de Hannah Arendt
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Mario Adolfo Forero Rodríguez
mismo, más aún cuando es el que siempre acompaña y está presente. “Es mejor estar en
desacuerdo con el mundo entero. Afirma Arendt, que con la única persona con la que se
está obligado a vivir cuando se ha dejado a tras la compañía de otro ” (Arendt, 2002,210)
Este otro con el que el pensar mantiene el diálogo, es lo que Arendt, citando
a Tomas de Aquino, ha definido como el sexto sentido, llamado sensus communis,
“sentido común”, que produce el sentimiento de lo real. “Entonces, dividido entre
a actividad de pensar y el “sentido común”, el yo pensante solo puede afirmarse
momentáneamente, de modo intermitente.(Kristeva, Julia 2000).
El sentido común es el lazo que se mantiene con la realidad plural de “los
quienes”, en cierta medida es un sentimiento espiritual que se comparte con los
semejantes, por lo que le impide al pensamiento en su proceso de abstracción per-
derse en el vacío solipcista, en cierta forma el pensamiento mantiene un dialogo
interno con él bajo la forma de conciencia:
“Es precisamente la existencia del pensador en la dimensión plural del senti
do común lo que le hace aparecer lo ekstático de su soledad; allí se actualiza la
conciencia que él tiene de sí mismo como dualidad. El espíritu toma distancia
respecto del mundo, pero sin poder salir de él ni trascenderlo, de modo que
la experiencia de la dualidad es la consecuencia de esa tensión constitutiva
e indispensable entre el pensamiento y la pluralidad del mundo común... el
hombre “se hace compañía a sí mismo”, lo que quiere decir que mantiene el
vínculo de amistad con el sentido común que comparte y que se insinúa en el
diálogo con el aspecto del “yo” opuesto al “yo pensante”. (Kristeva, Julia, 2000).
En palabras de Arendt, se ha denominado conciencia a aquello con lo cual
se dialoga; o “aquel que espera a Sócrates en su casa”, esto es, el que siempre lo
acompaña. Esta conciencia “a diferencia de la voz de Dios en nosotros, no al lumen
naturale (Kant) no da prescripciones positivas, en palabras de Shakespeare, obstruye
al hombre por doquier con obstáculos” (Arendt, 2002, 213).
Para enfatizar aún más, el sentido común es la expresión de la pluralidad o la
manera como los semejantes hacen parte del pensamiento “del quien”, pero a la vez,
el encuentro dialogante, critico que realiza el yo pensante y en el que se examina
la actividad del pensamiento. Desde este punto de vista, este sentido común es el
espectador interno que juzga, acicatea como el tábano socrático, pero también pa-
raliza. Este sentido común posibilita que el yo pensante no se pierda en irrealidades
y trascendencias, sino que lo “aterriza” por así decirlo. En esta forma, la pluralidad
presente en el pensamiento se corresponde con la pluralidad existente en la acción en
el encuentro con los otros “quien”.
En síntesis, el sensus comunis de Santo Tomás de Aquino, que Arendt coin-
cidiendo con Kant, lo definió como: “el sentido propiamente humano, porque de
él depende la comunicación, es decir, la palabra” (Arendt, 2002, 213). Se trata por
lo tanto de un “sentido” distinto de la palabra; es “el efecto de la simple reflexión
180
Los fundamentos del pluralismo en la propuesta de Hannah Arendt
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Mario Adolfo Forero Rodríguez
los objetos hermosos no podrían aparecer: los crea el juicio de los espectadores y
los críticos. “Kant está convencido de que, sin el hombre, el mundo sería un de-
sierto, y un mundo sin seres humanos quiere decir para él «sin espectadores….La
locura reside en la pérdida del sentido común que nos permite juzgar en tanto que
espectadores” (Kisteva, Julia, 2000).
El juicio es la facultad que permite enlazar lo universal en lo particular, es la
forma como se expresa el sentir común (pluralidad-universalidad) sobre un fenó-
meno particular. Aunque si bien es cierto el juicio es la expresión singular de “un
quien” o de su pensamiento trascendente, también es cierto que el juicio enlaza el
sentido común presente en la pluralidad de los congéneres, “la particularidad que
caracteriza a los espectadores es el gusto” (Arendt, H. 2002).
El gusto se constituye como expresión del juicio, en una manifestación de la
pluralidad, en este sentido, una facultad que se comparte con otros y que permite
hacer afirmaciones de carácter conjunto sobre objetos particulares. Por ello “El gusto
estaría incluso en el fundamento de la comunicabilidad, y también del juicio: al mismo
tiempo lo más singular y lo más compartible, prefigura por ello la facultad de juzgar
y de discernir lo verdadero de lo falso” (Kristeva, Julia, 2000).
Esta idea del gusto como fundamento del juicio, que Arendt retoma de Kant,
se puede definir “como la facultad de juzgar que nos entrega nuestro sentimiento
procedente de una representación dada, universalmente comunicable sin la mediación
del concepto” (Arendt, H. 2002). Este sentimiento que puede ser comunicable y
que expresa el juicio, proviene del sentido común (pluralidad), que permite trans-
formarlo en palabras y afirmaciones: Esto es bello, esto me gusta, etc.
En síntesis, la base del juicio y que se expone en la esfera pública, proviene
de la pluralidad que está presente en el pensamiento, como ya se observó, a través
del denominado sentido común. Arendt observa su alcance y potencialidad, al afir-
mar que es “el sentido de la comunidad que proporciona la posibilidad de ampliar
nuestra propia mentalidad, nos permiten liberamos y alcanzar una imparcialidad
negativa que es la virtud propia del juicio; lo bello nos enseña a amar sin interés
egoísta…,,solo interesa en sociedad”, etcétera”(Arendt, H., 2002).
A fin de concluir, a acción política nos mostró el carácter de su trascendencia
sobre la labor y el trabajo, para con base en ella construirse el hombre un mundo
político propiamente dicho, el cual puede habitar y convivir políticamente. Pero
esto solo es posible, por la condición humana de la pluralidad la cual se muestra
no en tanto corporeidad, ni naturalidad, sino como mundo espiritual.
La pluralidad es una trascendencia propiamente humana, que está presente
en nuestro pensamiento a través de la conciencia y se manifiesta en nuestros jui-
cios como sentido común. Esta pluralidad es una inmanencia que tiene en cuenta
coetáneamente la singularidad “del quien”, pero a la vez el encuentro con los otros,
por ello, se puede decir con razón lo que Arendt resume al afirmar, que “La sociabi-
lidad es el verdadero origen (y no el objetivo) de la humanidad” (Arendt, H., 2002).
182
Los fundamentos del pluralismo en la propuesta de Hannah Arendt
Bibliografía
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183
Filosofía y democracia:
Nota sobre un extraño pasaje
de la república de Platón
Oscar Mauricio Donato*
Universidad Libre – Facultad de Filosofía
Bogotá, D.C., Colombia
“Puede ser que este sea el más bello de todos los regímenes.
Tal como un manto multicolor con todas las flores bordadas,
también éste régimen con todos los caracteres bordados podría ser el más bello. Y
probablemente, tal como niños y mujeres que contemplan objetos policromo, muchos lo
juzgarían el más bello”
Introdución
En general, la relación de la filosofía política griega con la democracia es una
relación tirante. Con nuestro titulo “Platón y la Democracia” no queremos llamar la
atención con una falsa publicidad. Una breve reconstrucción de la relación tirante
entre filosofía y democracia indicará poco más poco menos lo siguiente: Los analis-
tas modernos entienden que la filosofía política griega es anti-demócrata. Hay dos
razones básicas para ello. Por un lado, los analistas modernos de la filosofía clásica
observan un sentimiento “anti-demócrata” por parte de los griegos por cuanto que
los filósofos griegos entendían que el Fin de la vida humana, que necesariamente es
colectiva, apuntaba no a la libertad sino a la “Arete”, que en la polis conducía a vivir
bien. Por otro lado, el sentimiento que la modernidad descarga sobre la “maldad
anti-demócrata” del mundo griego se apoya en lo que los modernos creen son las
*
Filosofo de la Universidad Libre. Mg en Ciencia Política y Sociología por la FLACSO, Argentina. Actualmente se
encuentra cursando sus estudios doctorales bajo el convenio co tutelar de la Universidad de Paris y la Universidad
de Buenos Aires. El tema de su tesis es la lectura Straussiana de la filosofía política Platónica. Es miembro de la
Plato Word society. Correo: donatooscar@gmail.com
185
Oscar Mauricio Donato
186
Filosofía y democracia: nota sobre un extraño pasaje de la república de Platón
1.1.3. La libertad
1
Platón sigue a Protagoras en esta división del trabajo, pero no lo seguirá en la idea protagorica según la cual los
dones del discurso político fueron repartidos para todos por igual. Véase Protagoras 320 y siguientes.
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Oscar Mauricio Donato
188
Filosofía y democracia: nota sobre un extraño pasaje de la república de Platón
2
Anotaremos nuestro encuentro y desencuentro con esta interpretación al final del texto. Ver “Conclusiones”.
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Oscar Mauricio Donato
guía por leyes que aunque no son eternas e inmutables deben respetarse porque
son superiores a todos los hombres. Se deduce que es un régimen preferible para
conducir la vida en comparación con otro tipo de democracia, es decir, aquella que
orienta todo por la las leyes de los apetitos y caprichos publicitados por políticos
demagogos, y que conduce a las tiranías, como lo hace cualquier otro régimen po-
lítico cuando es mal conducido.
De tal modo, las ventajas que ofrece la Democracia con un mínimo apego a
las leyes son ventajas claves para la filosofía. En tanto que una Democracia tiene
por principio la libertad, se será libre entonces de escoger uno u otro tipo de vida,
así, en la democracia se es libre de optar por la vida de comerciante, o de agricul-
tor, o se es libre de optar por la vida de filósofo. Si la filosofía política antigua está
interesada en inquirir por el mejor tipo de vida, entonces, rápido se observa que
una democracia (aunque tal no es el régimen ideal para Platón), empero permite
muchos tipos de vida, incluido aquellos que no aportan inmediatamente benefi-
cios a la polis, como puede ser el caso de la filosofía. De tal modo, la democracia
es favorable para preguntar por tal ideal de vida y de régimen. O de otro modo, es
menos problemático preguntarse por el mejor tipo de vida y el mejor régimen en
una democracia que en una tiranía monárquica o en una oligarquía. Por tanto, una
de las maneras de atenuar la tensión fundamental entre Filosofía y Polis es la de
hacer filosofía en una democracia. La extraña cita se empieza a esclarecer.
Recordemos que la cita en cuestión dice: “Puede ser que este sea el más bello de
todos los regímenes” En qué sentido “puede ser”, respondemos: en tanto que permite
la búsqueda por otro régimen mejor y otro tipo de vida mejor. Permite la pregunta
por el perfeccionamiento de la polis y sus habitantes, y este es el sentido práctico
de la Filosofía Política Griega y de la República de Platón. De tal modo, aunque para
Platón ciertamente no todos los tipos de vida valen igual, en todo caso este régimen
tiene de positivo que, al menos, hay varios tipos de vida, entre ellos el color de vida
que a Platón le gusta, el filosófico, pues se pregunta“¿no es este un modo de pasarse
el tiempo de un modo divino y delicioso, aun que sea un momento? (558a). Por tanto, es
importante que en la democracia existan varios tipos de vidas o colores “Tal como
un manto multicolor con todas las flores bordadas, también éste régimen con todos los
caracteres bordados podría ser el más bello”.
Ahora bien, la cita continua diciendo que “probablemente, tal como niños y
mujeres que contemplan objetos policromo, muchos lo juzgarían el más bello”, ¿Por qué
Platón critica tal actitud? Porque en el momento en que habla de las ventajas de la
democracia permanece consciente de sus vicios y peligros, por eso añade inmedia-
tamente. “este régimen es muy apropiada para indagar dentro de él una organización
política” y esta organización política que se busca en el discurso debe ser mejor. ¿Y
quien no quiere un mundo mejor?
190
Filosofía y democracia: nota sobre un extraño pasaje de la república de Platón
3. Conclusiones
Tenemos ahora una serie de conclusiones por un lado las hermenéuticas y
por otro las conceptuales. Dentro de las últimas tenemos dos tipos de conclusión,
por un lado la que menta la función de la Filosofía Política Platónica; por otro lado
el análisis positivo sobre la democracia como “manto multicolor”.
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Oscar Mauricio Donato
La descripción de la democracia “Tal como un manto multicolor con todas las flores
bordadas” permite entender que la función de la filosofía y de sus “utopías” es la de
hacer critica a los regímenes existentes a partir de la Idea de una polis fundada en
el discurso. Esta función de las utopías hace que la filosofía no sea un discurso vacio
y que por ello, además de hermosa y placentera sea, si se quiere, útil y buena. En
efecto, acá se advierte el interés por buscar una polis mejor, una polis que permita
mejores condiciones de vida para sus integrantes. Una polis que no persiga a los
que piensan. De allí que este pasaje de Platón leído por Strauss indique que es en
una democracia donde se puede hacer más tranquilamente la actividad filosófica,
pues filosofar es una forma de pasarla rico. Con esto parece que el pasaje extraño
resulta ahora no solo claro sino además importante.
Finalmente, y acá nos separamos de la interpretación Straussiana de dicho
pasaje3, la relación que se entabla entre la filosofía y su función práctica es la de
3
Nos separamos porque Strauss considerar que la relación Polis Filosofía es necesariamente problemática y que de
no ser así, no solo lo nos posible la filosofía política en términos de la defensa política de la filosofía a partir de
e doble registro de escritura, exotérico .esotérico, sino que además, de dicha tensión recogen sus fuerzas vitales
tanto la polis como la filosofía.
192
Filosofía y democracia: nota sobre un extraño pasaje de la república de Platón
despertar y hacer un llamado a la polis, para que esta no persiga la actividad filo-
sófica sino que escuche el eco de la reflexión. Dicho llamado que critica y propone
le abre los ojos para que la polis no sea segada por sus apetitos y advierta sus
propios errores. De tal modo, la relación que Platón como filósofo entabla con la
democracia es de doble beneficio, beneficio para la filosofía que al ser útil y buena
con sus utopías deja de ser vacía. Por su parte, la polis demócrata que permite la
investigación filosófica tiene el beneficio de que tal polis es objeto de crítica y por
ello es objeto de mejoras, así, la polis demócrata gracias a la filosofía deja de ser un
régimen ciego. Y la filosofía gracias a la Libertad de la Democracia se puede expresar
y entonces deja de ser un placer vacio y privado.
Una última cuestión: Es de suponer que este último aspecto sea objeto de
críticas para ciertas interpretaciones de la filosofía Straussiana tanto como de las
interpretaciones tradicionales del platonismo, empero, habrá que admitir con
Strauss lo siguiente: ningún método de interpretación deja absoluta unanimidad.
Por otro lado, quién dudara de que en filosofía ganamos si hora sospechamos de
los pasajes donde antes solo había certeza.
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193
Democracia constitucional autoritaria
Modalidades de democracia plena
y autoritarismo social
Oscar Mejía Quintana*
Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Filosofía – Universidad Libre
Bogotá, D.C., Colombia
*
Profesor Titular de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia.
Email: omejiaq@unal.edu.co
1
Hans Kelsen, ¿Quién debe ser el Defensor de la Constitución?, Madrid: Técnos, 1995.
195
Oscar Mejía Quintana
pectro que constituye hoy en día lo que el estado del arte registra como “democracia
deliberativa”, y que bosquejan posibilidades políticas más complejas para confrontar
el autoritarismo actual.
La primera opción es la representada por la tercera generación de la Escuela
de Frankfurt que indudablemente profundiza la propuesta habermasiana de una
democracia radical, bastante sistémica pese a la significativa crítica que hiciera del
abandono de la cuestión democrática por parte de Marx reivindicándola desde el
anarquismo. Pero esa carencia de utopía sin duda es rescatada por la tercera gene-
ración de la Escuela de Frankfurt (denominación que muchos de ellos rechazarían
pero que los distingue en el flujo de una misma tradición marxista, heterodoxa
y crítica), sin caer en los proyectos desmedidos de las filosofías de la historia del
siglo pasado. Offe, Wellmer, Dubiel, Honneth retoman la bandera de la democracia
radical para radicalizarla (valga la redundancia) y mostrar –hasta donde sus propias
condiciones históricas y sociales lo permiten- hasta que punto la cuestión democrá-
tica es propia del pensamiento marxista en general, no solo el heterodoxo, y en qué
términos la reflexión postsocialista puede asimilarla como propia, sin concesiones
al pensamiento burgués liberal.
La segunda opción a explorar, a mi modo de ver determinante hoy en día
en la comprensión de la teoría política contemporánea e igualmente en la con-
creción de marcos normativos que permitan proyectar líneas de acción, es la del
republicanismo. Más que en su versión anglosajona que ha fungido como muletas
del liberalismo, definida por sus críticos franceses como “neorrepublicanismo”, o
en su versión francesa o postrepublicanismo (si se me permite la expresión, para
diferenciarla de la versión anglosajona) que parece constituir lo que Negri ha deno-
minado el “republicanismo revolucionario postmoderno” es imprescindible recabar
en la propuesta más universal de Pettit que al fundamentar la modalidad de una
democracia disputatoria desarrolla una opción alternativa frente al liberalismo que
cataliza la una visión postsocialista de democracia contestataria.
La tercera opción la representa la propuesta de Negri, posteriormente
desarrollada con Hardt, de una democracia real o absoluta. Frente al estudio socio-
histórico que representa Poder Constituyente mostrando la maduración paulatina
que la multitud adquiere como sujeto emancipatorio durante toda la modernidad,
Imperio pretende diagnosticar el carácter que la sociedad capitalista postmoderna
adquiere en tanto sistema imperial y la plausibilidad emancipatoria que en ese
contexto puede tener la multitud, sin mucho éxito dadas las críticas que tiene es-
pecíficamente esta última como categoría que da razón de una nueva subjetividad
revolucionaria. De ahí el interés de Multitud por resolver los vacíos de Imperio, des-
afortunadamente de nuevo, sin lograr definir con precisión, al menos teóricamente,
los contornos y proyecciones de este como sujeto revolucionario.
En esa línea de razonamiento, el presente trabajo sostendrá como hipótesis
de trabajo que
196
Democracia Constitucional Autoritaria
2
Ver la traducción de la versión francesa de 1953, fiel a la versión original de 1934, Hans Kelsen, Teoría Pura del
Derecho, Buenos Aires: Eudeba, 1994.
3
Ver la traducción de la versión de 1960, Hans Kelsen, Teoría Pura del Derecho, México: Porrúa, 1997.
4
Eusebio Fernández, “Derecho y moral en H. Kelsen” en Teoría de la Justicia y Derechos Humanos, Madrid: Debate,
1991, pp. 50-63.
5
Hans Kelsen, “La norma fundamental” en Teoría Pura del Derecho, Buenos Aires: Eudeba, 1994, pp. 138 y ss.
6
Ver Norberto Bobbio, “La unidad del ordenamiento jurídico. La teoría kelseniana de la norma fundamental” en El
Positivismo Jurídico, Madrid: Debate, 1993, pp. 202-205.
197
Oscar Mejía Quintana
puede, efectivamente, cumplir esas tareas que suponen, precisamente, definir con
claridad un contenido sustantivo de la misma que posibilite la transformación de
normas del ser en deber ser jurídico7.
Como lo señala Robert Walter, aquí es donde la teoría de la norma fundamental
kelseniana se revela como el “punto arquimédico” del sistema jurídico y donde se
presenta la tensión de la naturaleza real de la misma: es la norma fundamental una
norma jurídica o es, por el contrario, extrajurídica, es decir, moral o política?8. Al
ser la norma concebida como condición lógico-epistemológica del sistema jurídico,
esta no tiene que tener congruencia con la eticidad de la ciudadanía cuya conducta
pretende regular. Siendo así, de una parte su legitimidad es solamente procedi-
mental y de otra su eficacia solo puede residir en la coacción pues no se requiere
ni de la aceptación política de la misma por parte de la ciudadanía ni tiene que ser
congruente mínimamente con la identidad de la comunidad que quiere regular9.
Como es sabido, el genocidio nazi compele a Kelsen, victima del régimen nacio-
nalsocialista, a replantear su teoría del derecho. En 1960 aparece la segunda versión
de la Teoría Pura del Derecho donde es evidente un giro substancial: a diferencia de la
del 34, el juez aquí aparece como creador de derecho, no solo de normas generales
sino particulares, de una parte y, de otra, se mojigera la vertical afirmación de la
inexistencia de lagunas y antinomias al interior de un sistema jurídico. La razón del
giro no puede explicarse sino por la apuesta de Kelsen a que la discrecionalidad del
juez evite, en casos de injusticia extrema como la que se había presentado durante
el genocidio nazi, volver a revivir tales crímenes dotando al sistema jurídico de
una instancia de corrección –al menos en la figura del juez- que pudiera evitarlo10.
Pero el giro de Kelsen, al no ir acompañado de un cambio en su doctrina de
la norma fundamental que se mantiene anclada a la de ser una condición lógico-
epistemológica de validez del sistema jurídico, lanza la teoría del derecho kelseniana
en brazos, de una parte del realismo, ya que el juez es ahora concebido como creador
de derecho, pero también, indirectamente, del iusnaturalismo en cuanto que el juez
tendrá que acudir a su propio espectro de valores para evitar que el sistema jurídico
llegue a extremos de máxima injusticia11.
Talvez sea en buena parte por todas estas inconsistencias de su teoría de la
norma fundamental que, en 1962, dos años después de la publicación de la segunda
edición de la Teoría Pura del Derecho, Kelsen, en conferencia pronunciada en Salzburgo,
7
Ver Norbert Hoerster, “Acerca del problema de una validez absoluta de las normas” en En Defensa del Positivismo
Jurídico, Barcelona: Gedisa, 1992, pp. 168-190.
8
Ver Robert Walter, “Origen y desarrollo de la idea de la norma fundamental” en Problemas Centrales de la Teoría
Pura del Derecho, Bogotá, D.C.: Universidad Externado de Colombia, 2001, pp. 67-96.
9
Ver Peter Häberle, Constitución como Cultura, Bogotá, D.C.: Instituto de Estudios Constitucionales (Universidad
Externado de Colombia), 2002.
10
Ver Hans Kelsen, “La producción de normas jurídicas generales por los tribunales. El juez como legislador. La
flexibilidad del derecho y la seguridad jurídica” en La Teoría Pura del Derecho, México: Porrúa, 1997, pp. 258-264.
11
Ver “El fundamento de validez de un orden normativo: la norma fundante básica” en Ibid., pp. 201-231.
198
Democracia Constitucional Autoritaria
12
Citado en Dante Cracogna, “La norma básica en el último Kelsen” en Cuestiones Fundamentales de la Teoría del
Derecho, México: Distribuciones Fontamara, pp. 63 y ss.
13
Ver Eugeni Pashukanis, Teoría General del Derecho y Marxismo, Barcelona: Labor, 1976; así como Remigio Conde
Salgado, Pashukanis y la Teoría Marxista del Derecho, Madrid: C.E.C., 1989.
14
Sobre la polémica entre Kelsen y Pashukanis ver Norbert Reich, “Hans Kelsen y Eugeny Pashukanis” en Teoría Pura
del Derecho y Teoría Marxista del Derecho, Bogotá, D.C.: Témis, 1984, pp. 19-49.
15
Schmitt considera aquí la represión como uso de la violencia física, descartando el empleo de mecanismos ideológicos
o jurídicos de persuasión. Para autores como Estévez, esta falta de atención a los mecanismos ideológicos es una
de las causas de la pobreza y esquematismo de la dinámica schmittiana de lo político. Véase José Estévez Araujo,
La crisis del Estado de Derecho Liberal. Schmitt en Weimar, Barcelona: Ariel, 1989, p. 258.
199
Oscar Mejía Quintana
de las partes sobre la otra, o bien la represión por el Estado de una de las partes
pueden sentar las bases de un orden social relativamente estable”16. Esta concep-
ción autoritaria de la función estatal se enmarca en la noción fundamentalmente
conflictiva del espacio político de Schmitt, para quien la relación amigo- enemigo
constituye el criterio de definición de la arena política17. Las soluciones propuestas
por Schmitt pasan por una restricción del acceso al poder político y por la imposición
de una voluntad soberana autoritaria, polémica y fáctica que, tras neutralizar a los
órganos de decisión y control políticos, entronice la autoridad del ejecutivo como
instancia última de decisión, capaz de manipular el derecho y dictar disposiciones
con fuerza de ley.
En este punto, la posición de Schmitt muestra toda su proyección teórica.
La distinción amigo-enemigo llena de contenido, al menos en momentos de crisis
exacerbada, la norma fundamental y, desde este, le confiere unidad, completud y
coherencia al ordenamiento jurídico-político que así logra orientarse en momentos
de inestabilidad, formal y estratégicamente, desde ese contenido esencialmente
político.
16
Ibid, p. 257.
17
Carl Schmitt, El Concepto de lo Político, Madrid: Alianza Editorial, 1999, p. 60
18
Carl Scmittt, “Teología Política” en Escritos Políticos, Madrid: Editorial Doncel, 1995.
200
Democracia Constitucional Autoritaria
201
Oscar Mejía Quintana
19
Carl Schmitt, Intervención el Congreso de Jena de 1924, incluida en su obra La Dictadura, Berlín: Duncker &
Humblot, 1978.
20
Ibid. pp. 247- 249.
21
José A. Estevez, La Crisis del Estado de Derecho Liberal, Barcelona: Ariel, 1989, p. 208.
202
Democracia Constitucional Autoritaria
22
Carl Scmitt, La Situación Histórico-Espiritual del Parlamentarismo Contemporáneo, Berlin: Dunceker & Humboldt,
citado por Estévez, Op Cit. p. 210.
23
Ibid, p. 211.
24
Carl Scmitt, Teoría de la Constitución. Madrid: Alianza Editorial, 1982.
25
Estevez, Op Cit., p. 213.
203
Oscar Mejía Quintana
afirma que la validez y legitimidad de la Constitución derivan del hecho de ser una
decisión del pueblo y que la Constitución debe ser interpretada como si fuera la
decisión de una voluntad unitaria y coherente que permita que el Estado adopte
decisiones firmes y unívocas, la crítica al tribunal constitucional y el traslado de
las funciones del parlamento al presidente del Reich, terminan por delegar a este
último como Guardián de la constitución.
Schmitt es cuidadoso al distinguir la función del Tribunal Constitucional como
órgano encargado de velar por la adecuación de las leyes ordinarias a la Constitución
(control de constitucionalidad) de la función del guardián de la constitución como
instancia encargada de contrarrestar los efectos paralizadores y disgregadores de
la combinación de sociedad pluralista y Estado parlamentario26. En este sentido el
guardián de la constitución es considerado un tercero imparcial con suficiente inde-
pendencia respecto al parlamento y con tal grado de vinculación con el pueblo que le
permitan a partir de una decisión manifestar la voluntad de un pueblo homogéneo
y políticamente unido, que es en últimas lo que le da fundamento a la Constitución,
dotando al Estado de una voluntad clara cuando el Parlamento en medio de la división
tiende a paralizar y entorpecer la acción de gobierno. Legalidad y legitimidad condensa
la propuesta autoritaria de Schmitt, donde se abandona el componente simbólico-
carismático del presidente para exhortar su carácter arbitario, parcial y excluyente27.
26
Estevez, Op Cit, pp. 231- 232
27
Carl Schmitt, Legalidad y Legitimidad, Madrid: Aguilar, 1971.
28
Giorgio Agamben, “El Estado de Excepción como Paradigma de Gobierno” en Estado de Excepción, Homo Sacer II,
1, Valencia (Esp.): Pre-Textos, 2004, pp. 9-50.
29
Ibid., p. 9.
204
Democracia Constitucional Autoritaria
30
Ibíd., p. 10.
205
Oscar Mejía Quintana
31
Ibíd., p. 11.
32
Ibidem.
33
Ibid., p. 70.
34
Slajov Zizek, “Del Homo Sacer al vecino” en Bienvenidos al Desierto de lo Real, Madrid: Akal, 2005 (2002), pp.
91-106.
206
Democracia Constitucional Autoritaria
35
Slavoj Zizek, “Violencia redentora”, en Repetir Lenin, Madrid: Akal, 2004 (2002), pp. 69-90.
36
Slavoj Zizek, “La violencia como síntoma” en La Suspensión Política de la Etica, Buenos Aires: 2005, pp. 169-217.
37
Ibíd., p. 193.
38
Íbidem.
207
Oscar Mejía Quintana
39
Horkheimer, Max. El Estado Autoritario, Bogotá: Argumentos, 1983.
208
Democracia Constitucional Autoritaria
de la crisis a los periodos de amplia autonomía que lo precedieron, por eso propone
la limitación de la autonomía como una medida para superar la crisis, justificado en
esta premisa se procede a recortar libertades y derecho; porque frente al libertinaje y
la inmoralidad, debe hacerse frente con Autoridad, y la única solución posible está dada
por la implementación del Trabajo, la Disciplina y el Orden como valores supremos.
La Fase final del autoritarismo se da cuando este sistema de gobierno opta
por determinar y dirigir la forma de construcción del individuo y del ciudadano,
argumentando que los individuos todavía son inmaduros y necesitan de la guía
del Estado para su formación personal, social y política, entonces se le comienza
a decir a los individuos que es lo que pueden conocer o hacer, para garantizar el
correcto desarrollo político del ciudadano. Por medio del procedimiento y el pro-
ceso descritos en los párrafos anteriores el estado autoritario logra la viabilidad y
legitimidad que requiere su propuesta.
Hasta aquí puede verse claramente como el estado autoritario se construye y
desarrolla alrededor de una serie de presupuestos y fundamentos del actuar político,
no teniendo relación con el tipo de propuesta que defiendan, es decir, el autoritarismo
se entiende como una forma de actuar político, que busca la consecución del poder
y no depende del contenido político que posea, ni de la orientación que se dé a sus
propuestas. Sólo comprendiendo dicho fenómeno de la manera aquí sugerida tiene
sentido la clasificación que se hace del Nazismo y del Estalinismo como sistemas de
gobierno autoritarios, pese a las diferencias presentes entre una y otra propuesta40
40
Véase, Hannah Arendt. Los Orígenes del Totalitarismo (Tomo 3: Totalitarismo). Madrid: Alianza editorial.2000.
41
También puede ser útil revisar los siguientes textos: Albrecht Wellmer. Teoría Crítica de la Sociedad y Positivismo.
Barcelona: Ariel. 1979; José E. Rodriguez. El Sueño de la Razón, la Modernidad y sus Paradojas a la Luz de la Teoría
Social. Madrid: Taurus. 1982; José E. Rodriguez. Teoría Crítica y Sociología. Madrid: Siglo XXI. 1978; J. M. Castellet.
Lectura de Marcuse. Barcelona: Seix Barral. 1971.
42
Colom, Francisco, Las caras del Leviatán, Barcelona: Anthropos, 1992.
43
Ibíd., p. 122.
209
Oscar Mejía Quintana
44
Crossman, R.H.S. Biografía del Estado moderno. Citado en Ibíd. p. 122.
45
Cfr, Kelsen, Hans. Teoría Pura del Derecho. También resulta de utilidad revisar la polémica que Kelsen sostiene con
el teórico fascista Carl Schmitt, sobre quién es el intérprete de la constitución.
210
Democracia Constitucional Autoritaria
46
Ibíd., p. 163.
47
Véase como complemento: Franz Neumann. El Estado Democrático y el Estado Autoritario. Buenos Aires: Paidós.
1968.
211
Oscar Mejía Quintana
objetivo primordial de la política, esto es, dirigir el actuar de las masas a través de
toda una serie de estrategias de convencimiento y sugestión.
Este cambio en la concepción que se tiene de política trae aparejado un cambio
en la opinión que se tiene de quien ejerce dicha profesión, el Político, quien pasa a ser
visto como un maestro de la sugestión, que pretende dirigir e influenciar la voluntad
de las masas para recibir de ellas el apoyo necesario con miras a obtener sus objetivos
particulares. Acorde con la dinámica de profesionalización, la política experimenta
aun un cambio más radical, éste consiste en la ascensión de un nuevo sujeto que
ejerce la política y desplaza la figura del político a un segundo plano, pues, el político,
entendido éste como el personaje particular que postula su nombre para una elección
o un cargo público, sólo es el elemento visible de la nueva forma de hacer política,
pero no el sujeto que ejerce la política en la actualidad.
Para Kirchheimer, el verdadero sujeto de acción en esta nueva forma de hacer
política lo constituyen los Partidos Políticos, entendidos como conglomerados unidos
en torno a la búsqueda de un determinado tipo de intereses, que generalmente sólo
pueden realizarse por medio de la obtención de cargos y posiciones en la estructura
social; en síntesis, los partidos políticos no se diferencian de los grandes consorcios
de comercio y publicidad.
Debido a esta nueva situación los Partido Político debe entrar también a de-
terminar e implementar una serie de estrategias que le permitan conseguir el mayor
numero posible de simpatizantes, buscando con esto, poseer una base popular que
sirva de respaldo a sus propuestas y proyectos, esta base popular es lo que da fuerza
al partido dentro del ámbito de la lucha política y permite garantizar la realización
de los intereses de los miembros del partido48.
Otro de los descubrimientos importantes de este autor reside en la forma
en que se configuran los idearios y propuestas partidistas, debido a la necesidad
de ganar adeptos, los partidos políticos comienzan a perder el grueso de sus pro-
puestas ideológicas, las que son matizadas y acomodadas de manera permanente,
para poder garantizar la conformación de esa base popular que les es necesaria; a
consecuencia de este proceso, los partidos políticos aparecen como los portadores
de un discurso menos definido, sin una línea ideológica clara, que puede variar
dependiendo de la situación, buscando dar cabida a la mayor cantidad de intereses
posibles, Kirchheimer denomina esto como la dinámica del Catch-all party o par-
tido atrápalo todo49. Con este fenómeno desvirtúa el campo político, que queda
reducido a una lucha de estrategias de reclutamiento de masas, que por principio
no pertenecen a lo político.
Esta dinámica se respalda y complementa con el surgimiento de nuevos tipos
de actores sociales, que intervienen en el campo de lo político y permiten que se
48
F. Colom. Op. Cit., pp. 169-170.
49
Ibíd..., p. 171.
212
Democracia Constitucional Autoritaria
50
Ibíd..., p. 174.
51
Ibíd.., p. 168
52
Arendt, Hannah. The Origins of Totalitarianism, New York, Harvest Book, 1973.
213
Oscar Mejía Quintana
53
Helmut Dubiel, Günter Frankenberg y Ulrich Rödel. “Replanteamiento de la cuestión democrática: la desobediencia
civil como praxis simbólica”, en La Cuestión Democrática. Madrid: Huerga y Fierro editores, 1997, p. 60.
214
Democracia Constitucional Autoritaria
54
Jose Antonio Estevez, La Constitución como Proceso y la Desobediencia Civil, Madrid: Trotta, 1994.
55
H. Dubiel, et. al., Op. Cit., p. 60.
56
Ibid. p. 60.
215
Oscar Mejía Quintana
57
Philip Pettit, Republicanismo, Barcelona, Buenos Aires, México, Paidos, 1999.
58
Ibid., p.96.
59
Ibid., p.266.
216
Democracia Constitucional Autoritaria
inherente a la negociación. Las disputas surgidas por el debate deben estar abiertas
a todos los que consigan arguir plausiblemente en contra de las decisiones públicas,
sin requerir de un gran peso o poder para el logro de una decisión razonada60.
En segundo lugar, de haya también un canal o una voz por cuyo cauce pueda
discurrir la disputa. Se trata en últimas de asegurar la existencia de medios a través
de los cuales los ciudadanos puedan responder en defensa de sus intereses e inter-
pretaciones. Esto implica que la democracia, para ser realmente disputatotoria, debe
ser incluyente y deliberatoria. Más allá de la representación, la inclusión implica
la posibilidad de que todos los grupos puedan ejercer la protesta ante los cuerpos
estatales, manifestando sus quejas y solicitando su compensación. La tercera pre-
condición es que exista un foro adecuado en el cual hacer audibles las disputas61. Para
que sirva a los propósitos republicanos este foro debe ser capaz de dar audiencia
a alianzas y compromisos y estar abierto a transformaciones profundas y de largo
alcance. Además, deben existir procedimientos a fin de asegurar que las instancias
a las cuales se apela no harán caso omiso de las impugnaciones de que son objeto.
Si bien esta democracia disputatoria no parece concebir, en una primera
reflexión, más que la desobediencia civil en términos más enfáticos por el carácter
mismo que la disputación entraña y puede adquirir en la práctica, sin duda la ape-
lación a la contestación ciudadana abre las puertas a expresiones de desobediencia
ciudadana más radicales y extremas, exponencialmente proporcionales a la no
satisfacción de las condiciones institucionales de disputatibilidad enunciadas. Si
estas condiciones no son cumplidas para una disputación institucional de la ciuda-
danía, se dan por contraposición las condiciones para una contestación ciudadana
más radical en aras a garantizar el contrapeso fáctico de la legalidad desbordada.
60
En este punto, Pettit parece coincidir con otros teóricos de la democracia deliberativa como Cass Sunstein y Quentin
Skinner. Al respecto véanse Q. Skinner, The Fundations if Modern Political Thought, Cambridge: C. U. P., 1978 y
Liberty before Liberalism, Cambridge: C.U.P., 1998, Los Fundamentos del Pensamiento Político Moderno, México:
F.C.E., 1986, Machiavelli, Oxford: O. U.P., 1981, así como Cass Sunstein, Republica.com: Internet, Democracia y
Libertad, Barcelona: Paidos, 2003. After the Rights Revolution Reconceiving the Regulatory State, London: Harvard
University Press, 1993. Designing Democracy: what Constitutions Do, Oxford: O.U.P., 2001.
61
Pettit., Op.Cit., p. 254.
62
Antoni Negri, El Poder Constituyente, Madrid: Libertarias, 1994.
217
Oscar Mejía Quintana
63
Antoni Negri y Michael Hardt, Imperio, Bogotá D.C.: Editorial Los de Abajo, 2001.
218
Democracia Constitucional Autoritaria
64
Antoni Negri y Michael Hardt, Multitud, Barcelona: Debate, 2004.
65
Ibid., pp. 21-124.
66
Ibid., pp. 125-264.
67
Ibid., pp. 257-406.
219
Oscar Mejía Quintana
Bibliografía
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Albrecht Wellmer. Teoría Crítica de la Sociedad y Positivismo. Barcelona: Ariel. 1979.
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Antoni Negri y Michael Hardt, Multitud, Barcelona: Debate, 2004.
Antoni Negri, El Poder Constituyente, Madrid: Libertarias, 1994.
Arendt, Hannah. The Origins of Totalitarianism, New York, Harvest Book, 1973.
68
Ibid., pp. 373-406.
220
Democracia Constitucional Autoritaria
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sidad Externado de Colombia), 2002.
Philip Pettit, Republicanismo, Barcelona, Buenos Aires, México, Paidos, 1999.
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Teoría Pura del Derecho, Bogotá, D.C.: Universidad Externado de Colombia, 2001.
Skinner, The Fundations if Modern Political Thought, Cambridge: C. U. P., 1978.
Slajov Zizek, “Del Homo Sacer al vecino” en Bienvenidos al Desierto de lo Real, Madrid: Akal, 2005 (2002).
Slavoj Zizek, “La violencia como síntoma” en La Suspensión Política de la Etica, Buenos Aires: 2005.
Slavoj Zizek, “Violencia redentora”, en Repetir Lenin, Madrid: Akal, 2004 (2002).
222
La guerra en Kant.
Del estado de naturaleza
a la imposición racional del estado civil
Pedro Pablo Serna*
Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia
Introducción
Frente al debate abierto entre quienes mantienen una visión plenamente pa-
cifista, en la que la guerra debe desaparecer por completo y frente a quienes, debido
a la difícil propuesta de los pacifistas, sugieren un control a la guerra mediante la
moralidad dándole carácter justo a la guerra en algunas condiciones, aparece Kant
con una propuesta alternativa que podríamos adelantarnos diciendo que tiene
mucho de la una y de la otra.
Sin caer en el fatalismo de los pragmáticos belicistas al decir que la guerra
nunca va a desaparecer y que no es posible controlarla; evitando también soñar
demasiado pensando que la guerra tendría cómo acabarse con el pacifismo radical
de algunos, Kant apunta a proponer unas causas y un modo de la guerra que po-
demos abordar desde la mirada de la mayoría de edad, desde la edad de la razón.
Esto le permitiría a la humanidad dar un paso adelante no solo en el control de
las guerras, sino un paso definitivo en la abolición de la guerra como instrumento
usado para resolver los conflictos.
Se hace necesario aplicar un nuevo tipo de análisis que permita buscar alternativas
distintas a las planteadas en la contradicción entre la guerra y la paz como irresoluble,
que han venido exigiendo una toma de posición excluyente a favor del belicismo o del
pacifismo. La guerra es una realidad humana innegable y como tal hay que abordarla,
pero asumiendo que puede ser evitable a largo plazo y que mientras seguimos haciendo
la guerra podemos preguntarnos por la clase de guerra que realizamos.
*
Licenciado en filosofía (Javeriana), magister en filosofía (U. del Valle) y candidato a doctor en filosofía
(U. de Antioquia). Docente de planta de la Universidad del Norte, Barranquilla.
223
Pedro Pablo Serna
1
KANT Immanuel, Critica del Juicio. Madrid: espasa . Trad. Manuel García Morente, 1999, P. 206-207
2
KANT Immanuel, La paz Perpetua. Madrid: tecnos, 1989, P.36. 2ª Ed.
224
La guerra en Kant. Del estado de naturaleza a la imposición racional del estado civil
225
Pedro Pablo Serna
3
KANT Immanuel. Ideas para una historia universal en sentido cosmopolita. Madrid: tecnos, 1994. P. 8.
4
KANT. La paz. Opc. Cit. p.57 -58.
5
Ibidem, P. 31.
226
La guerra en Kant. Del estado de naturaleza a la imposición racional del estado civil
6
Ibidem P. 10.
7
Ibídem 22-23.
8
Ibidem 28.
9
Ibidem 23.
227
Pedro Pablo Serna
10
Ibidem P. 36.
11
Ibidem P. 8.
228
La guerra en Kant. Del estado de naturaleza a la imposición racional del estado civil
paz, es menos natural que el de la guerra y debe ser instaurada. Se puede afirmar
que los Estados buscan su autopreservación como los individuos que se la posibilitan
mediante la racionalidad del contrato que da paso a la civilidad.
Lo natural y que hace progresar la humanidad es el antagonismo natural de los seres
humanos, al que hace referencia en ideas para una historia universal en sentido cosmopolita.12
Uno de los elementos que marca a la humanidad es su egoísmo. Esta es la causa
última de las diferencias con los demás; pero esta realidad, adversa a la relación con
los demás, es la que lleva, en últimas, a la constitución de su contrario. El egoísmo
es la posibilidad de mi sobrevivencia en un estado de naturaleza, pero también es la
causa de la amenaza; por ello, fundados en la razón, los individuos alcanzan acuer-
dos que les permita la sobrevivencia por medio del control de la avaricia egoísta.
“Llega entonces la naturaleza en ayuda de la voluntad general, fundada en
la razón, respetada pero impotente en la práctica, y viene precisamente a
través de aquellas tendencias egoístas, de modo que dependa sólo de una
buena organización del Estado (lo que efectivamente está en manos de los
hombres) la orientación de sus fuerzas, de manera que unas contengan los
efectos destructores de las otras o los eliminen: el resultado para la razón es
como si esas tendencias no existieran y el hombre está obligado a ser un buen
ciudadano aunque no esté obligado a ser moralmente un hombre bueno”13.
La búsqueda de gloria, de recursos y de poder han sido las causas más continuas
de las guerras entre los hombres; pero también es cierto que sin la insatisfacción natural
humana la guerra sería un imposible. Buscamos porque estamos siempre insatisfechos
con lo que somos y tenemos. Las pasiones siguen y seguirán cumpliendo un papel fun-
damental en la búsqueda de nuevas posibilidades para la historia individual y colectiva
de los seres humanos, porque estas pasiones se han convertido en los instrumentos
utilizados por la suprema sabiduría para que la naturaleza realice sus propósitos.14
El ser humano así alcanza nuevos modos de ser y de hacer. Se requiere la
sociabilidad humana ligada con la insociabilidad. Del enfrentamiento entre estas
dos situaciones de afecto y desafecto; de cercanía y de distancia, surge toda ley. Aquí
es donde nace un nuevo tipo de sociedad y un estado cosmopolita, fruto del paso
de la animalidad a la humanidad; es el crecimiento del paso definitivo del hombre
que pone el instinto en un segundo plano para seguir el camino de la razón y de
la libertad. Este desarrollo histórico sólo es posible por el dinamismo propio de
la conflictividad de la insociable sociabilidad. Este es el carácter dinamizador de
la evolución histórica, científica, política y jurídica de la humanidad. “Así se dan
los auténticos primeros pasos desde la barbarie hacia la cultura (la cual consiste
propiamente en el valor social del hombre)…”15.
12
KANT. Ideas Opc cit. p. 8.
13
KANT. La paz, Op. Cit. p. 38
14
KANT. Ideas, Op. Cit.. p. 10
15
Ibidem.
229
Pedro Pablo Serna
230
La guerra en Kant. Del estado de naturaleza a la imposición racional del estado civil
16
KANT. Ideas Opc. Cit.P. 11.
17
KANT Immanuel. Crítica de la Razón Pura. Buenos Aires, losada, 1960, p. 61.
231
Pedro Pablo Serna
18
KANT Immanuel. En torno al tópico: “Tal vez eso sea correcto en teoría, pero no sirve para la práctica”. Madrid: tecnos,
1986, p. 11
232
La guerra en Kant. Del estado de naturaleza a la imposición racional del estado civil
19
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233
Pedro Pablo Serna
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20
Ibídem, Pág. 195.
234
Vigencia del pensamiento político
de Platón
Rafael Antonio Ballén Molina
Universidad Libre – Facultad de Derecho
Bogotá, D.C., Colombia
Introducción
Bastaría comprobar que, así como funciona el mundo no está bien para concluir
que el pensamiento político de Platón está vigente: “Al final –dice– llegué a compren-
der que todos los Estados actuales están mal gobernados; pues su legislación casi
no tiene remedio sin una reforma extraordinaria unida a felices circunstancias”1.
Luego de enunciar esa conclusión, a la que llegó cuando frisaba los cuarenta años,
fundó la Academia para formar nuevos y buenos gobernantes y darle cuerpo a la
teoría política que ha guiado el mundo occidental.
A partir de Platón, las ideas originales en los temas centrales de la ciencia
política son muy pocas. Simplemente se ha dado una reinvención o elaboración
renovada de las gruesas y finas líneas trazadas por los conocimientos y la genialidad
de Platón. Quien no haya leído las obras de Platón encontrará la más prístina origi-
nalidad en los grandes filósofos del pensamiento político. Sin embargo, una lectura
atenta de Platón, antes de abordar a los demás autores, servirá para entenderlos
mejor y para comprobar que las ideas políticas tienen más historia de la que se cree.
Todas las civilizaciones dejan una herencia de cultura a las generaciones su-
cesivas. No obstante, el aporte de la obra de Platón es, para los demás escritos de
teoría política, lo que Las mil y una noches para la narrativa universal. Las grandes
celebridades literarias, con toda seguridad, han abrevado en esa deliciosa colección
de relatos sin fin. De esta misma manera, en los diálogos y en las cartas de Platón
hay un inagotable manantial de sabiduría, no por la sola inteligencia del pensador
ateniense sino también porque su genio supo recoger en esas obras las experiencias
1
PLATÓN. Carta VII,326.
235
Rafael Antonio Ballén Molina
gubernamentales vividas hasta ese momento por la humanidad y las ideas políticas
surgidas y debatidas en el mundo conocido.
Reconózcase o no, désele crédito u ocúltense las fuentes por quienes han
tratado el tema, todo está ahí, en el pensamiento político de Platón: la división del
trabajo, la educación, la justicia, el gobierno de la ciudad, las formas de gobierno,
la igualdad de la mujer en la dirección del Estado, el gobierno mixto –que equivale
a decir gobierno de frenos y contrapesos o división tripartita del poder–, la teoría
contractual del origen del Estado, el contrato social y el comercio internacional
como antecedente de la globalización del mercado. Independientemente de que se
hayan realizado o no todas sus ideas, de que se hayan cometido o no crímenes de
Estado, lo dicho, escrito y actuado a partir de Platón hasta hoy es imitación, am-
pliación, presentación más didáctica de las tesis, valiosa controversia de teorías o
enmascaradas disculpas detrás de las cuales los pragmáticos y bandidos de todos
los tiempos, de todos los sistemas y de todos los lugares del mundo han goberna-
do más o menos bien o se han cometido los más sangrientos atropellos contra la
humanidad.
En esta ponencia desarrollaré cinco puntos: el pensamiento platónico, in-
fluencia del pensamiento político de Platón en las formas de gobierno, influencia
del pensamiento político de Platón en el derecho penal, influencia del pensamiento
político de Platón en el nuevo mundo e incidencia de Platón en la formación del
Estado colombiano.
2
Caracalla (188-217 d. C.), llamado Marco Aurelio Antonino, fue emperador romano entre 211 y 217. Se comportó
como un loco sanguinario: mandó matar a 20.000 personas, entre las cuales figuraba el jurisconsulto Papiniano.
Decretó nuevos impuestos sobre las provincias. Pero, en medio de su crueldad, extendió el derecho de ciudadanía
a todos los súbditos del Imperio romano ( Nueva Enciclopedia Larousse. Ob. cit., t. II, p. 1675).
3
KUNKEL, Wolfgang. Historia del derecho romano. Barcelona, 1991, pp. 86-87. La fundación de colonias y la concesión
del derecho de ciudadanía a los habitantes de esas colonias, a otros particulares y a comunidades enteras, llevó a
la expedición de la llamada constitutio Antoniana, mediante la cual se amplió el derechos a todos los súbditos del
Imperio. También:SABINE, George H. Ob. cit., pp. 113-125
236
Vigencia del pensamiento político de Platón
4
Con relación a las fechas entre las cuales se concibió el proyecto y se efectuó la promulgación de la Ley de las XII
Tablas, puede consultarse a TITO LIVIO. Historia de Roma desde su fundación, Libro III. Asimismo, WOLFGANG
KUNKEL. Ob. cit., pp. 9-41.
5
Ibíd., pp. 31-32.
237
Rafael Antonio Ballén Molina
6
una conquista definitiva del pensamiento moral . Alumno de Panecio fue Posidonio,
sin duda la mente más universal de la escuela estoica, razón por la cual acudieron a
Rodas a escuchar sus enseñanzas todos sus contemporáneos, no sólo de Grecia sino
7
también de Roma, entre quienes figuraban Cicerón y Pompeyo .
Por su parte, Polibio elaboró el paso entre la antigua tradición helenística y el
nuevo principio romano de la universalidad. Hijo de una familia aristocrática, e influido
por las ricas tradiciones de la educación helenística, estuvo en contacto íntimo con los
acontecimientos políticos de su Grecia natal. En la batalla greco-romana de Pidna, en
168 a. C., el cónsul romano Paulo Emilio venció al rey Perseo de Macedonia, y allí cayó
Polibio como prisionero. Llevado a Roma, permaneció en calidad de rehén durante
diecisiete años. Pero el trato que recibió fue tan amplio y generoso que logró hacer
buena relación con Escipión el Joven, llegando a ser, más adelante, su amigo y tutor,
de tal manera que se produjo en Polibio una especie de “síndrome de Estocolmo”. En
efecto, Polibio, en su obra Historias hace un gran elogio del Imperio Romano y señala
textualmente: “El tema sobre el que intentamos tratar es un único hecho y un único
espectáculo, es decir cómo, cuándo y por qué todas las partes conocidas del mundo
8
conocido han caído bajo la dominación romana en menos de cincuenta y tres años” .
Es tanto el entusiasmo de Polibio por las hazañas del Imperio Romano, que califica
de necio y negligente a quien no las quiera conocer, y así se interroga el historiador
griego: “¿Puede haber algún hombre tan necio y negligente que no se interese en conocer
cómo y por qué género de constitución política fue derrotado casi todo el universo en
9
cincuenta y tres años no cumplidos, y cayó bajo el imperio indisputado de los romanos?” .
En Historias acepta el Estado universal –tesis estoica– bajo el dominio de Roma
como un hecho. Trata de seguir el curso de los acontecimientos desde la Península
Ibérica hasta Asia Menor y de mostrar por qué razón y con qué tipo de constitución
los romanos subyugaron al mundo en tan corto tiempo. Dice Polibio que hay en la
historia una ley inevitable de crecimiento y decadencia que se explica por la tendencia
de todas las formas de gobierno no mixtas a degenerar en estas formas: la monar-
quía tiende a convertirse en tiranía, la aristocracia tiende a hacerse oligárquía, y así
sucesivamente. Emplea aquí la vieja clasificación expuesta en el Político y en las Leyes
de Platón. Señala que los elementos aristocráticos, monárquicos y democráticos se
6
REALE, Giovanni y ANTISERI, Darío. Ob. cit., p.237.
7
Ibíd. En la obra citada (pp. 237-238) los autores traen un testimonio de Cicerón, en el que el pensador romano dice:
“Yo también he visto varias veces a Posidonio, pero quiero narrar aquello que contaba Pompeyo”. A continuación
dice Cicerón que Pompeyo visitó a Posidonio, quien se hallaba enfermo, razón por la cual Pompeyo no quería que
Posidonio se esforzara en hablar. Pero el filósofo griego le dijo a Pompeyo: “No, no: nunca permitiré que, por culpa
de un dolor físico, un hombre como tú haya hecho inútilmente el camino”. A continuación impartió sus enseñanzas,
y en medio del discurso, cuando el dolor se acentuaba, Posidonio decía: “¡No te esfuerces tanto, dolor! Eres gravoso,
es cierto, pero jamás admitiré que seas un mal”.
8
POLIBIO. Historias, Libro III, 1-4. En esta cita me he apoyado en la colección Biblioteca Clásica Gredos, Madrid,
1991.
9
Ibíd., Libro I, 1-5.
238
Vigencia del pensamiento político de Platón
10
D’ORS, Álvaro. Introducción, traducción y notas a M. Tulio CICERÓN. Sobre la república. Madrid, Gredos, 1991,
pp. 52-53. Lucio Emilio Paulo Escipión fue el vencedor del rey Perseo de Macedonia en la guerra de Pidna, en el
año 168 a. C. En ese momento, el hijo del vencedor, Emilio Escipión el Joven, tenía diecisiete años.
11
SABINE, George H. Ob. cit., pp. 123-125..
239
Rafael Antonio Ballén Molina
12
CICERÓN, M. Tulio. De la República. Libro II, 11-21. En esta cita me apoyo en la colección Biblioteca Clásica Gredos,
Madrid, 1991.
13
Ibíd., 14-27
240
Vigencia del pensamiento político de Platón
perdurado a lo largo de más de dos mil años: res populi o res publica, la cosa pública.
Cicerón carecía de originalidad para crear una teoría política nueva; por eso, su
verdadero mérito en la historia del pensamiento político no es la innovación. Aun-
que relata las bondades y características del gobierno mixto, éstas no provienen de
su pensamiento sino de las enseñanzas de los filósofos Panecio y Posidonio y del
historiador Polibio, impulsadas por la viva ilusión del ciudadano romano de ver el
resurgir de la república. Su importancia consiste en haberle dado a la doctrina es-
toica del derecho natural una formación y una divulgación universales. De Cicerón
el estoicismo pasó a los jurisconsultos romanos, así como a los padres de la Iglesia,
concretamente a San Agustín, sobre quien ejerció una profunda influencia, tanto
antes como después de su conversión14.
La jurisprudencia romana nació en el período republicano y se desarrolló en el
ambiente libre y agitado del individualismo, pero su época de florecimiento, el apogeo
clásico, se logró bajo el régimen imperial, en el siglo II d. C. Resulta paradójico que haya
alcanzado su mayor desarrollo en medio de la prosperidad material pero también en
la mitad del más claro agotamiento cultural y espiritual. También es paradójico que
su compilación más amplia no se haya realizado en su apogeo sino cuatro siglos des-
pués, incluso cuando ya realmente había caído el Imperio Romano, según la división
convencional de la historia universal. En efecto, el emperador Justiniano asumió el
poder en 527, tras un período de debilidad interna del imperio, y, luego de un largo
proceso de compilación, que comenzó el 13 de febrero de 528 y finalizó el 29 de di-
ciembre de 534, dejó la más grande codificación que del Derecho Romano se conoce.
Ninguna codificación de normas jurídicas es un tratado de filosofía aunque
no deje de basarse en ciertos principios filosóficos. Si, en rigor, la codificación de
Justiniano no podía ser una declaración de ideas filosóficas, allí subyacen los prin-
cipios filosóficos formulados por Platón en las Leyes. La filosofía política que allí
se halla implícita es una repetición o reedición de los principios filosóficos clásicos
y estoicos, transmitidos y divulgados por Cicerón a través del proceso histórico y
15
cultural ya explicado .
14
Amplia información en FERRATER, I, pp. 543-544; REALE y ANTISERI, pp. 249-251 y SABINE, pp. 126-131.
15
SABINE, George H. Ob. cit., pp. 132-135..
241
Rafael Antonio Ballén Molina
242
Vigencia del pensamiento político de Platón
1787 y la de Francia de 1791, de las cuales se derivaron todos los estatutos políticos
de Europa y América Latina. En el marco de la Constitución de los Estados Unidos, el
más conspicuo de sus voceros, Abraham Lincoln, dio la siguiente definición de demo-
cracia al apagarse el fuego de la lucha intestina de esa extensa nación: “La democracia
es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Podrían considerarse este
momento como el cenit de la democracia y ésta como la definición más poética del
sistema de gobierno que Platón llamó “de la muchedumbre”.
¿En qué momento esa hermosa definición de democracia que había transitado
desde Platón hasta Lincoln desapareció del papel? Si hasta entonces la democracia había
estado más en los tratados de teoría política y en las constituciones, es decir más en el
papel, que en la realidad, al finalizar el siglo XIX aquélla vendría a ser una farsa y, en el
mejor de los casos, una caricatura: la democracia pasaba, en la propia teoría, del gobierno
de las muchedumbres al gobierno de las élites. No sólo dejaba de ser realidad sino que
además desaparecía del papel, porque ahora resultaban nuevos teóricos que cambiaban
el valor simbólico de las palabras, su etimología y su esencia para legitimar a la exigua
minoría gobernante y excluir a la inmensa mayoría en el reparto del poder. En efecto, para
los pensadores Ludwig Gumplowicz, Gaetano Mosca y Vilfredo Pareto la democracia y la
soberanía popular son conceptos ideales que jamás pueden corresponder a una realidad
fáctica porque, cualquiera que sea la forma de gobierno, quien lo ejerce es una minoría.
He ahí la nueva moral de las élites convertida en filosofía y en textos constitucio-
nales. Ahora, con una gran tranquilidad de conciencia, los dueños del poder convocan
periódicamente a los pobres para que voten por los ricos, verdaderos voceros del poder
económico, financiero y mediático. Pero, en el instante de abandonar la urna, aquéllos
nada decidirán. El poder real lo tiene la riqueza, expresada en el mercado de las trans-
nacionales, cuya sede está en cualquier lugar del mundo, y cuyo gobierno se ejerce de
manera dictatorial, con lo cual la otra forma de gobierno de la síntesis de Platón, la
monarquía, ha degenerado en despotismo tiránico. Mientras los pobres estén murién-
dose de hambre, sin educación y sin medios de comunicación, decir que hay democracia
resulta obsceno y cínico. Para el común de la gente, y aun para los retrasados mentales,
son menos ofensivos los discursos sobre la democracia que el ultraje a la razón16.
16
BALLÉN, Rafael. La pequeña política de Uribe. ¿Qué hacer con la seguridad democrática? Bogotá, Le Monde Diplo-
matique, 2005, pp. 125-133.
243
Rafael Antonio Ballén Molina
17
FERRAJOLI, Luigi. Derecho y razón. Teoría del galantismo penal. Madrid, Trota, 1997, p. 451.
18
PLATÓN. Leyes.
19
Aristóteles. Política, Libro vii, 1329b.
244
Vigencia del pensamiento político de Platón
B) En Latinoamérica
Siendo Latinoamérica heredera de la cultura occidental, la influencia de Platón
llegó a estas tierras por dos vías: a través de la Ilustración, como corriente intelectual de
carácter universal, y en el bagaje filosófico de muy pocas individualidades que abrevaron
directamente en las páginas del pensador griego. Sin embargo, América y Occidente son
dos conceptos que los latinoamericanos debemos explicar todos los días ante las nacio-
245
Rafael Antonio Ballén Molina
nes de los otros cuatro continentes. Frente al primer concepto nos vemos obligados a
dilucidar nuestra pertenencia a él, porque los estadounidenses pretenden adueñarse, con
exclusividad, del adjetivo americano, y el resto del planeta les cree sin vacilación. Como
es de elemental conocimiento, el continente americano se extiende desde Alaska hasta
la Patagonia; en consecuencia, todos los habitantes de este territorio somos americanos.
Con relación al vocablo Occidente tenemos que aclarar nuestro origen, porque
el escritor estadounidense Samuel P. Huntington pone en duda el carácter occidental
de la civilización latinoamericana y para ello señala varias razones: Latinoamérica
ha tenido una cultura corporativa y autoritaria que ha sido escasa en Europa y es
completamente ajena en Norteamérica. Latinoamérica ha sido históricamente
católica, y la civilización latinoamericana tiene como componente esencial la cul-
tura indígena, que no existió en Europa y que en Norteamérica fue “eficazmente
aniquilada”. Según Huntington, fuera de la civilización latinoamericana hay siete
más: la china, la japonesa, la hindú, la islámica, la ortodoxa, la africana y la poderosa
civilización occidental. De esta última solamente hacen parte Europa, Norteamérica
y los países que fueron colonias europeas, como Australia y Nueva Zelanda. Noso-
tros, los latinoamericanos, somos la octava civilización, en palabras de Huntington.
El punto de vista del autor estadounidense se desmentido con una “noticia” que
le debemos dar los latinoamericanos. La conquista y la colonización de estas tierras se
adelantaron de la mano de las instituciones medievales de España, y la independencia
la lograron nuestros mayores con la Ilustración, como se verá en el siguiente epígrafe20.
Habiéndonos definido como prolongación de la cultura occidental y sabiéndonos
americanos, tenemos que aterrizar en otras realidades para crear un pensamiento
político propio, apoyado en dos fuentes: las ideas indígenas y la obra de Platón. Para
ello debemos partir de la diversidad cultural de nuestras naciones y tener el valor
de reconocer que Latinoamérica no ha logrado construir un pensamiento político
propio, como se puede hablar del pensamiento político inglés, francés, italiano,
alemán o norteamericano. O, con otras palabras, Latinoamérica no le ha aportado al
resto del mundo, en ningún momento de la historia, una corriente política, como sí
lo hizo muy exitosamente, con la literatura y con la disidencia religiosa denominada
Teología de la Liberación en la segunda mitad del siglo XX.
Con relación a la disidencia católica de la religión, recuérdese que, en los
mejores momentos de su divulgación, el Vaticano sintió temor de que se exten-
diera por Europa y por los demás continentes. Pero la falta de originalidad de su
pensamiento político ha sido superada con creces, en Latinoamérica, por la acción
política, hasta el punto de hacerse sentir en Norteamérica y Europa, no sólo en la
época de la Independencia de España sino también durante la Guerra Fría y aun
después de la caída del Muro de Berlín.
20
HUNTINGTON, Samuel. El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial. Barcelona, Paidós, 2001,
pp. 50-52.
246
Vigencia del pensamiento político de Platón
247
Rafael Antonio Ballén Molina
21
Ocampo López, Javier. Antonio Nariño. Bogotá, Áncora, 2002, pp. 9-92. También: Voz “Picornell y Gomila”, en
Nueva enciclopedia Larousse. Barcelona, 1981.
22
Pombo, Manuel Antonio y Guerra, José Joaquín. Ob. cit., pp.
23
Ibíd.
24
Ibíd.
248
Vigencia del pensamiento político de Platón
explica las razones por las cuales al Nuevo Reino de Granada le debe corresponder
el mismo número de delegatarios que a las provincias españolas. La población, la
extensión, las riquezas de este país –en especial, los metales–, la situación geográfica
en medio de dos océanos y, finalmente, la formación intelectual de los criollos eran,
entre otras, las causas para exigir un trato idéntico al de España.
En la parte final del documento se reitera el reclamo sobre los principios de
igualdad y de justicia. Y de este último da la misma definición que enseñó Platón
en la República –“Dar a cada uno lo que le corresponde” (332c)–, lo cual patentiza la
influencia del filósofo ateniense en los primeros pensadores políticos de Colombia. Y
el remate del Memorial es de este tenor: “¡Quiera el cielo que otros principios y otras
ideas menos liberales no produzcan los funestos efectos de una separación eterna!”25.
El 3 de mayo de 1812 fue expedida la Constitución del Estado de Antioquia.
En esta declaración de principios fundamentales hay una marcada influencia del
pensamiento político de Platón. Es notoria esa influencia en varias de sus institu-
ciones. En primer lugar, en lo que tiene que ver con la justicia, tanto en la versión
original como en su revisión, promulgada el 10 de julio de 1815, pues allí se la
define como lo hizo el pensador griego en la República, definición que he citado al
referirme al Memorial de agravios.
Sin embargo, la preponderancia más notoria del pensamiento político de
Platón en la Constitución de Antioquia se encuentra en el soporte que el Estatuto
hace sobre el origen contractualista del Estado. Lo hizo en el preámbulo de la ver-
sión original y lo reiteró en la revisión. Así pues, el artículo 21 del apartado que la
revisión de la Constitución denomina “Proclamación de los derechos del hombre
en sociedad”, dice: “El Contrato Social es el más sagrado de todos los contratos, y
obliga mutuamente a los súbditos y superiores, no sólo delante de los hombres sino
también delante de Dios”26. Como se sabe, los estudiosos de la ciencia política le
atribuyen la teoría del contrato social, a Locke y Rousseau, pero quien la creó fue
Platón en el libro II de la República.
La influencia de Platón y en general de las instituciones políticas antiguas en el
devenir del Estado colombiano no sólo es notoria en la redacción de sus constituciones
sino también en el ámbito territorial del propio Estado. En la formación del Estado en
la lejana Grecia, la ciudad fue el punto de partida. Por eso, Aristóteles escribió la Cons-
titución de los atenienses, no la de los griegos. De la misma manera, en Latinoamérica,
y específicamente en lo que hoy es Colombia, el Estado que se declaraba soberano no
era del orden nacional, sino del de una determinada ciudad, a pesar de que en Europa
y en Norteamérica ya existía la expresión de Estado-nación. Ese fue el caso de ciudades
como Cartagena, Tunja, Mariquita, Neiva, Mompox y Quito, entre otras.
25
POMBO, Manuel Antonio y GUERRA, José Joaquín. Ob. cit., pp. 241-263.
26
Ibíd., t. II, p. 337.
249
Rafael Antonio Ballén Molina
5. Conclusiones
Estudiada su producción política fundamental –Gorgias, República, Timeo, Político,
Critias, Leyes y Carta VII–, puede ser discutible si Platón es el más grande pensador
político de todos los tiempos, como yo lo sostengo. En este sentido, mi aseveración
puede ser una simple opinión, como el mismo Platón llamaba a todo aquello que se dice,
sin que reúna los requisitos para convertirse en conocimiento27. Pero que la política
fue su tormento, su lucha y su obsesión durante más de sesenta años ya no es una
opinión: ahí están las fuentes de esta investigación. Y de estas fuentes, que cualquiera
puede consultar, se desprenden las conclusiones que se sintetizan a continuación.
1. Platón no fue un hombre sobrenatural sino un ser humano disciplinado, estudioso e
inteligente, pero no partió de cero. Recibió la influencia de al menos siete contextos:
familiar, geográfico, mítico-religioso, cultural, histórico-político, socio-económico
y filosófico. En el centro de estos marcos fácticos e intelectuales fue continuador
de Homero, Hesíodo, Píndaro, Heródoto, Pitágoras, Empédocles, Heráclito y Só-
crates, entre otros. No quiso ignorar nada de cuanto estos pensadores dejaron y
aun intentó desarrollar cosas nuevas. Su escuela, la Academia, fundada en Atenas,
fue el primer centro de estudios e investigaciones de su época y el origen de la uni-
versidad del libre examen y discusión. Platón amplió el método socrático, dándole
toda su eficacia y convirtiéndolo en una disciplina intelectual y en el instrumento
más idóneo de la educación. Por todo lo anterior, la filosofía platónica aparece
como la síntesis de todas las ciencias, lo que no había ocurrido hasta entonces.
2. Siendo la política el eje central de su vida y de su pensamiento, Platón am-
plió todos los horizontes de la inteligencia humana y diseñó una teoría del
Estado que, aunque no se ha realizado en su integridad, se mantiene intacta.
Estúdiesele como teólogo o metafísico, como moralista, estadista o legislador,
como lingüista o matemático, como dialéctico o como romántico, en todos
estos campos fue un creador que preparó el camino a todos aquellos hombres
que han abrevado en su obra y han cultivado el pensamiento, así oculten sus
fuentes o se conviertan en sus detractores.
3. A pesar de esa universalidad de materias sobre las cuales tuvo dominio la inte-
ligencia de Platón, la columna vertebral es el Estado, cuya concepción a su vez,
se halla dominada por una trilogía: educación-política-ética. Sin embargo, sus
críticos, quienes lo han copiado sin citar fuentes y aun sus seguidores no han
estudiado el tema central de Platón sino asuntos secundarios. En efecto, muerto
Platón (347 a. C.), sus herederos en la Academia comenzaron a leerlo en clave
metafísica y gnoseológica, hallando en la teoría de la ideas el punto central
de su pensamiento. Más tarde, las distintas religiones, pero especialmente la
27
PLATÓN. República, V, 476d-480e.
250
Vigencia del pensamiento político de Platón
251
Rafael Antonio Ballén Molina
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252
SEGUNDA PARTE:
Ética y Derechos
La vulnerabilidad
de los derechos sociales
Alfonso de Julios-Campuzano*
Universidad de Sevilla,
Profesor Titular de Filosofía del Derecho, Sevilla - España
*
Alfonso de Julios-Campuzano (Sevilla, 1966) es Profesor Titular de Filosofía del Derecho en la Universidad de
Sevilla. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad de Ferrara (Italia), en la Universidad de Oxford
y en la London School of Economics and Political Science (2002) y en diversas universidades brasileñas como la
Federal de Santa Catarina, de la que es profesor invitado en el curso de posgrado en Derecho, la Federal de Paraná,
la UNIPAR (Universidad Paranaense) y la Unisinos, entre otras. Ha impartido conferencias, ponencias y cursos de
maestría y doctorado en prestigiosas instituciones universitarias latinoamericas y españolas y mantiene estrechos
vínculos de cooperación científica y académica con diversas universidades brasileñas. Es autor de más de cuarenta
artículos publicados en revistas de su especialidad y tiene también en su haber numerosas colaboraciones en libros
colectivos. Es autor de La dinámica de la libertad. Tras las huellas del liberalismo (Universidad de Sevilla, 1997), En las
encrucijadas de la modernidad. Política, Derecho y Justicia (Universidad de Sevilla, 2000), La globalización ilustrada.
Ciudadanía, derechos humanos y constitucionalismo (Dykinson, Madrid, 2003), Teoría del Derecho. Ejercicios y materiales
didácticos (Mergablum, Sevilla, 2004), Os desafios da globalizaçao (Edunisc, Santa Cruz do Sul, 2008), La transición
paradigmática de la teoría jurídica. El derecho ante la globalización (Dykinson,Madrid, 2009) y Constitucionalismo
em tempos de globalizaçao (Livraria do Advogado, Porto Alegre, 2009). Editor de Ciudadanía y Derecho en la era de
la globalización (Dykinson, Madrid, 2007) y Dimensiones Jurídicas de la Globalización (Dykinson, Madrid, 2007) y
coeditor con la profesora Nuria Belloso de ¿Hacia un paradigma cosmopolita del derecho? Pluralismo jurídico, ciudadanía
y resolución de conflictos (Dykinson, Madrid, 2008).
1
Sobre la imprecisión con que la expresión “derechos humanos” es utilizada es puesta de relieve por el profesor Pérez
Luño, quien dedica el capítulo I de su obra Derechos humanos, Estado de Derecho y Constitución a constatar este problema
para realizar a continuación un estudio en términos de análisis lingüístico de la fórmula “derechos humanos”. A juicio
del autor, el contenido emotivo de la expresión ha trascendido desde el lenguaje vulgar y la práctica política hacia la
teoría política, ética y jurídica provocando equivocidad -pues la expresión ha sido empleada con muy diversas signi-
ficaciones- y vaguedad -al ser notable el grado de indeterminación e imprecisión (p. 22) (Cfr. PÉREZ LUÑO, Antonio
Enrique. Derechos humanos, Estado de Derecho y Constitución. Madrid: Tecnos, 1990. pp. 21-51).
255
Alfonso de Julios-Campuzano
cias contemporáneas. He aquí los dos problemas claves que afectan a los derechos
humanos en nuestros días, dificultades que proceden de diversos ámbitos y que, sin
embargo, tienen una conexión inmediata. Por eso, frente a quienes sostienen un
discurso reivindicativo basado en la necesidad urgente de actuar para hacer efectivos
los derechos humanos, sin reparar en la imprescindibilidad de un estricto trabajo
teórico, pienso que los derechos humanos precisan, en primer lugar, de una actuación
teórica rigurosa que salve las zonas pantanosas de la indefinición, la ambigüedad y el
escepticismo. Y frente a aquellos que agotan sus fuerzas en discusiones académicas
sin repercusión en el diseño de prácticas emancipadoras, sostengo que el discurso
teórico no puede prescindir de las luchas históricas concretas en que los derechos
se hallan insertos, a riesgo de perder la batalla decisiva de su realización en aras de
la justicia. Necesitamos urgentemente una praxis emancipadora2 comprometida
en la tarea de construir una sociedad más humana, pero este objetivo sólo podrá
alcanzarse desde una reflexión teórica que contribuya a clarificar los contenidos
sobre los que la teoría de los derechos humanos descansa.
Sobra decir que no pretendo abordar tan ingente labor en el limitado espacio
de este trabajo. Mi objetivo, por el contrario, es mucho más modesto: situar el de-
bate sobre los derechos humanos en las encrucijadas que constriñen su realización
práctica -pues, como recuerda López Calera, se ha repetido hasta la saciedad que de
los cuatro grandes problemas que afectan a los derechos humanos (conceptuación,
fundamentación, determinación y realización) el problema más grave y con respuestas
más insatisfactorias es el que se refiere a su realización3-, para desenmascarar con
ello algunos de los equívocos generalmente aceptados en el imaginario social como
axiomas sin discusión posible. De otra parte, de la exposición de estos aspectos pre-
tendo extraer algunas conclusiones sobre cuáles son las coordenadas en las que la
discusión sobre los derechos humanos debe moverse, consciente de que toda praxis
emancipadora necesita de un punto de partida teórico suficientemente definido.
Se trata, en definitiva, de comprender cuáles son los problemas que afectan a
la práctica de los derechos humanos de una enfermedad que bien podemos llamar
indolencia o resignación, y que tiene mucho que ver, sin duda, con las estrategias
del capitalismo tardío, con la crisis de la modernidad y del discurso universalista y
con las insuficiencias del Estado-nación como elemento articulador de un modelo de
2
En este sentido Luiz Fernando Coelho arguye: “A dimensão política da práxis pressupõe um projeto político que tanto
pode ser um programa de metas quanto uma utopia, tanto pode consistir na definiçao de objetivos imediatos do grupo
social, quanto num ideal valorativo mais amplo.
Para a definição do projeto, considero muito importante as contribuções da chamada filosofia dos valores bem como as
reflexões sobre os ideais políticos de liberdade, igualdade e direitos humanos, desde que não se deixem exaurir por meras
palavras e não se desvaneçam en nocões abstratas e vazias, mas se integrem à práxis como instrumento de libertação”
(COELHO, Luiz Fernando. Teoria critica do direito, 3ª edición, Belo Horizonte: Del Rey, 2003. p. 149).
3
LÓPEZ CALERA, Nicolás María. Teoría crítica y derechos humanos: ¿Por qué no se realizan plenamente los derechos
humanos?. En: MUGUERZA ET ALII, Javier. El fundamento de los derechos humanos. ed. a cargo de Gregorio
Peces-Barba. Madrid: Debate, 1989, p. 209.
256
La vulnerabilidad de los derechos sociales
sociedad justa en una economía globalizada4. Son todos problemas de dificil respuesta,
que afectan a la médula de nuestra concepción del mundo, que comienza a hacer
aguas ante la constación de la crisis de instituciones, prácticas e ideas; problemas
que tienen su raíz en el triunfo de una concepción truncada de la ordenación social
que escapa a un control auténticamente democrático y que entrega los espacios de lo
público a un capitalismo depredador, cuya autosuficiencia se nutre de un consenso
difícil de comprender. ¿Es el fin de las ideologías lo que nos afecta? Entiendo que
no, porque se trata de algo mucho más inaprensible: la mansedumbre definitiva
de la ciudadanía que conlleva el fin de la política, esto es, el fin de los espacios de
lo público, apresados por una razón instrumental que privilegia la eficacia sobre
los valores y que otorga salvoconducto a la realización indiscriminada de grandes
intereses económicos de magnitud internacional.
La gran paradoja de todo ello es que, mientras los derechos humanos son el
gran tótem de los sistemas constitucionales contemporáneos, la mayor dificultad
que encuentran en su realización es, precisamente, el diseño de sociedad que esos
sistemas posibilitan. En esta encrucijada los derechos humanos han quedado
convertidos en un elemento retórico de fácil adaptación y manejo tanto por ideo-
logías conservadoras contrarias a la plena realización de contenidos igualitarios
y favorables a las tesis del “reparto equitativo del mercado”, como por ideologías
reivindicativas que aún luchan contracorriente en las turbulentas aguas del ca-
pitalismo pos-industria, como atinadamente ha observado Prieto Sanchís: “Tal
vez sea por su fuerte carga emotiva, pero lo cierto es que los derechos humanos, y los
sociales en particular, se hallan sometidos a un abuso lingüístico que hace de ellos una
bandera de colores imprecisos capaz de amparar ideologías de cualquier color. Todos los
credos políticos se proclaman adalides de los derechos humanos, pero la realidad es muy
distinta: algunos sacrifican la libertad precisamente en nombre de los derechos sociales;
otros prescinden de los derechos sociales para salvar esa libertad; y no falta, en fin, quien
vulnera todos ellos, pero, eso sí, sin que de sus labios desaparezca una encendida defensa
de los “auténticos” derechos del hombre” 5.
4
Sobre los retos de los derechos humanos en el contexto de un mundo globalizado cfr. CARRILLO SALCEDO, Juan
Antonio. Dignidad frente a barbarie: La Declaración Universal de Derechos Humanos cincuenta años después.
Madrid: Trotta, 1999.
5
La imprecisión conceptual en torno a los derechos humanos ha sido abordada por gran número de autores. En
el contexto iusfilosófico español las palabras de Luis Prieto resultan especialmente alertadoras en relación a los
derechos económicos, sociales y culturales que son los más afectados por la celebrada victoria del capitalismo in-
ternacional (PRIETO SANCHÍS, Luis, Sobre el fundamento de los derechos económicos, sociales y culturales. En:
AA.VV., El derecho al desarrollo o el desarrollo de los derechos. Madrid: Universidad Complutense, 1991, p. 65).
257
Alfonso de Julios-Campuzano
6
TAYLOR, Charles, La ética de la autenticidad. Barcelona: Paidós, 1994.
7
El autor se refiere explícitamente a este individualismo degradado como “individualismo de la anomia o de la descom-
posición” que no tiene por supuesto ética social alguna ligada a él y que debe contraponerse al “individualismo como
principio o ideal moral” que comporta, sin duda, una cierta perspectiva sobre cómo debe vivir un individuo entre los
demás (cfr. TAYLOR, Charles. La ética de la autenticidad. cit., p. 78).
8
Muestra de este predominio de la razón instrumental es la forma en que se utiliza el crecimiento económico para
justificar la desigual distribución de la riqueza, así como la justificación de los desastres ambientales en base al
paradigma del beneficio económico cuantificable (TAYLOR, Charles. La ética de la autenticidad. cit., p.41).
9
Sobre estas tres causas del malestar de la modernidad puede verse más específicamente, TAYLOR, Charles. La ética
de la autenticidad. cit.,pp. 37-47, aunque los argumentos se exponen a lo largo de toda la obra.
258
La vulnerabilidad de los derechos sociales
Ante estos males, el autor parte de que “el pesimismo cultural sistemático anda
tan errado como el optimismo cultural global”10, por lo que no se trata de desechar
del todo esta cultura, sino de elevar su práctica. Se trata de aprender a combinar
en nuestras sociedades las complejas, a la vez que necesarias, formas de vida que
hemos creado. No podemos vivir sin el mercado11 pero hemos de reconocer que
tampoco podemos organizarnos exclusivamente mediante mercados, pues ésto
podría resultar fatal. El derrumbamiento de los sistemas comunistas ha puesto de
manifiesto que los mecanismos de mercado son indispensables para una sociedad
industrial, por su eficiencia económica y, también, por su libertad.
Buena parte de esta crisis se debe sin duda al dominio del Estado tecnocrático
y de las fuerzas del mercado. Hemos, pues, de aprender a combinar estos elementos
con los derechos humanos y con los mecanismos de control democrático. Por ello,
expone la necesidad de desarrollar una estrategia, pues no se trata sólo de cambiar
los corazones y las mentes, sino que el cambio debe ser también institucional. El
objetivo es recuperar una vida democrática vigorosa desde una política de resis-
tencia, entendida como política de formación democrática de voluntades. Se trata
de recuperar el poder democrático a través de una acción en común que revitalice
los vínculos comunitarios y recupere el poder para la sociedad12.
Si se trata de deshacer algunos equívocos, de espantar algunos fantasmas
instalados en el imaginario social, resulta necesario hacer referencia a la victoria del
liberismo economicista13 como ideología única y del modelo de organización social que
representa como único modelo posible. El capitalismo ha conseguido crear un falso
consenso social que descansa sobre el reconocimiento del valor prioritario de la razón
instrumental, de modo que el discurso ético de lo público ha quedado desplazado de
la política: las razones son buenas razones si están avaladas por un positivo cálculo
económico coste/beneficio, y los derechos se someten también a este simulacro de
racionalidad. Se podrá argumentar que este problema afecta casi exclusivamente a
los países subdesarrollados, y que su incidencia es bastante menor en las democracias
del capitalismo avanzado. Creo que resulta necesario poner esto en discusión, entre
otras razones porque resulta bien evidente cuál es la estrategia defensiva del capita-
10
TAYLOR, Charles. La ética de la autenticidad. cit.,p. 121.
11
En concreto dice el autor: “los mecanismos de mercado son de algún modo indispensables para una sociedad industrial,
por su eficiencia económica y, probablemente también, por su libertad” (TAYLOR, Charles. La ética de la autenticidad.
cit.,p. 135). Y más adelante: “No podemos abolir el mercado, pero tampoco podemos organizarnos exclusivamente mediante
mercados. Restringirlos puede resultar costoso; no restringirlos en absoluto podría resultar fatal” (TAYLOR, Charles. La
ética de la autenticidad. cit., p. 136).
12
Cfr. TAYLOR, Charles. La ética de la autenticidad. cit., p. 135-146.
13
Utilizo esta expresión para referirme a las corrientes de neoliberalismo económico tan en boga en nuestros días.
Sin embargo, como ya puse de relieve en mi trabajo La dinámica de la libertad prefiero denominar a esta corriente
liberismo para diferenciarla del liberalismo político que, aunque comprometido también con la defensa de la
propiedad privada y del modo de producción capitalista, otorga a las libertades negativas una configuración pura-
mente instrumental, de modo que el capitalismo -cierta forma de capitalismo- deviene una forma de organización
económica posible pero no la única utilizable (Cfr. JULIOS-CAMPUZANO, Alfonso de. La dinámica de la libertad:
Tras las huellas del liberalismo. Sevilla: Universidad de Sevilla, 1997).
259
Alfonso de Julios-Campuzano
lismo en el seno del Estado social de Derecho: como los desequilibrios estructurales
son irresolubles desde el propio sistema, se pretende restablecer el equilibrio a través
de los mecanismos redistributivos del Welfare State, sin reparar en que las políticas
orientadas a este fin salvan la posibilidad de amotinamiento general pero no resuelven
el problema fundamental de la exclusión y la miseria. Estamos, pues, ante problemas
estructurales del sistema capitalista y no ante disfunciones esporádicas o puntuales que
pueden ser resueltas con actuaciones concretas, ya que, como acertadamente pone de
relieve Steven Lukes, los mercados reproducen las desigualdades y conducen a fuertes
desequilibrios. Son imprescindibles y no hay alternativas para ellos, pero generan rela-
ciones sociales asimétricas marcadas por el yugo de la dominación y el extrañamiento14.
De ahí, la crisis del propio Estado social de Derecho que ha sido mezquinamente
aprovechada por los adalides del paradigma de la “utilidad/eficacia” para desenterrar
el hacha de guerra contra las medidas redistributivas. He aquí la cuadratura del cír-
culo: si el Estado social sirvió en su día como elemento restablecedor del equilibrio
y garante de la paz social, ahora es esa misma paz social la que se invoca para dar
sepultura a un modelo de Estado que, años atrás, fue el elemento pacificador de las
relaciones sociales. Ante esta situación tenemos que preguntarnos: ¿qué está ocu-
rriendo? ¿Asistimos al fracaso de los mecanismos de justicia material que el Estado
social de Derecho representa, o más bien el fracaso se debe al capitalismo y a las fallas
estructurales que éste provoca en el diseño de una sociedad justa? ¿No será que el
Estado social es la víctima propiciatoria de un capitalismo devorador y autosuficiente?
Hoy podemos comprobar con estupor el retroceso de las exigencias democráticas
en la ordenación del ámbito económico, la reducción de los espacios de lo público y
de las materias sometidas a la decisión colectiva de la ciudadanía y el continuo arrin-
conamiento de los contenidos sociales del Estado ante la cada vez más acentuada
mercantilización de la vida social. El Estado social se vio forzado a reducir su margen
de actuación, dejando cada vez menos espacio al ámbito de las decisiones colectivas
y a los procesos democratizadores de la economía, al tiempo que cedió terreno en su
funcionamiento, al someter su propia dinámica decisoria a los paradigmas de la pro-
ducción capitalista, incorporando una nutrida red de expertos-tecnócratas de cuyos
análisis depende la viabilidad de las decisiones en base a un riguroso cálculo coste/
beneficio, con lo que la posibilidad de apertura democrática en el proceso de toma de
decisiones quedaba efectivamente mermada.
14
LUKES, Steven, “Cinco fábulas sobre los derechos humanos”. En: Shute, S. and Hurley, S. (eds.). De los derechos
humanos: las conferencias Oxford Amnesty de 1993. Madrid: Trotta, 1998, p.42.
260
La vulnerabilidad de los derechos sociales
una sociedad más justa en términos de igualdad real de todos sus miembros, sino de
administrar recursos comunes en la órbita de la productividad del sistema capitalista,
intentando subsanar las fracturas estructurales del sistema con medidas concretas
de contenido redistributivo, ya no más orientadas al diseño de contenidos de justicia
sustantiva sino a garantizar el desarrollo progresivo de un capitalismo absorbente. El
Estado social se supeditaba así a la lógica del capitalismo y reducía el ámbito de sus
competencias a la redistribución parcial e insuficiente de los beneficios del capital.
¿Qué decir, entonces, del futuro de los derechos sociales? Pues que éstos
quedaron también supeditados a la propia supervivencia del capitalismo y a la ló-
gica de la “utilidad/eficacia”. Se trató así de mantener un dificil equilibrio entre las
exigencias de “racionalidad instrumental” inherentes a la productividad del sistema
y los contenidos de una justicia social supeditada a las posibilidades técnicas de esa
“racionalidad instrumental”.
Pero este dominio de la “racionalidad instrumental” no se produce únicamente
en los países industrializados, sino que afecta con mayor virulencia, sin duda, a los
países en vías de desarrollo. Este fenómeno ha sido objeto del excelente trabajo de
José Eduardo Faría titulado Eficácia jurídica e violência simbólica. En los Estados mo-
dernizadores, nos recuerda el autor, la efectividad es identificada con las exigencias
de disciplina y orden, concentración del capital y ampliación de la productividad,
convirtiéndose en condición básica de la modernización y el desarrollo, indepen-
dientemente del costo social que pueda acarrear. Como consecuencia de ello y de la
influencia creciente de grupos de presión de los segmentos tecnocráticos, el patrón
de industrialización acaba determinando las pautas de actuación del sistema deci-
sorio, de modo que la heterogeneidad económica, las contradicciones sociales y las
tensiones aparecen como resultantes de una determinada estrategia de crecimiento.
El efecto que se deriva de los desequilibrios provocados por la industrialización es
que la diversidad social de los canales de representación política hace que el acceso
al poder quede limitado a los detentadores del capital, a las minorías políticamente
articuladas, a las élites culturales, etc. La viabilidad de las actuaciones regidas por
el paradigma de la “efectividad” queda condicionada, así, a la consecución de un
mínimo de consenso, a fin de que las facciones y grupos contestatarios sientan que
sus intereses vitales no están suficientemente amenazados para justificar el riesgo
de derrota en acciones violentas y desestabilizadoras. Quedan así esbozados los
trazos burocráticos y corporativistas del Estado modernizador, en el cual se produce
una despolitización de la política justificada en nombre de la eficiencia gerencial y
de la racionalidad material15.
Los fines -las exigencias de igualdad y libertad reales- quedan, por tanto,
subordinados a los medios -la afirmación de estructuras, mecanismos y modos
15
Cfr. FARÍA, Josê Eduardo. Eficácia jurídica e violência simbólica: O direito como instrumento de transformaçao
social. São Paulo: Universidade de São Paulo, 1988, pp. 113-121.
261
Alfonso de Julios-Campuzano
de producción- en modo tal que los derechos sociales, aún reconocidos de forma
general como imperativos de la política estatal, se someten a la “racionalidad téc-
nica” del mercado.
Estaban ya creadas de este modo las bases para un falso consenso social cons-
truido sobre los mitos del capitalismo, de su productividad y de sus beneficios. Mitos
que penetraron en la conciencia social y que se constituyen en justificativas de las
decisiones democráticas. El consenso social es, también, por tanto, un producto del
capitalismo que llenó los estómagos de grandes masas de población del Occidente
desarrollado y arrasó con las irresistibles armas del consumismo y la propaganda,
dejando tras sí el horizonte estéril de una libertad trivializada: el vértigo del consu-
mo convertido en nueva religión de la sociedad opulenta, que ensalza el ser sobre el
tener y que prefiere ignorar la realidad de la exclusión, la marginación y la miseria.
Y en el lugar de los grandes ideales de la política fueron colocados en el imaginario
social las grandes magnitudes económicas, cuyas exigencias de productividad son el
catecismo de este nuevo credo democrático descafeinado. Y así se consigue invertir
la realidad en la conciencia colectiva, de modo que el bienestar social consiste en la
satisfacción de las exigencias productivas, porque sólo éstas pueden garantizar las
aspiraciones de bienestar cifrado en términos económicos. El imperativo sobre el que
descansa ese falso consenso social no es otro que la paz social, el mismo que, en otros
tiempos, dio luz verde a las demandas de justicia social que encarnó el Welfare State.
Ahora bien, ese engañoso credo del capitalismo posindustrial no pretende
suprimir las apariencias porque siempre se ha servido de ellas para perpetuarse.
No se trata de eliminar sin más al Estado social, sino de adaptarlo, o mejor, de
absorverlo dentro de sus propias estructuras como mecanismo de legitimidad y
poder, para convertirlo en un fiel aliado; de ahí que los nuevos dictados del capital
no se dirijan a la supresión radical del Estado del bienestar sino a la asunción de
las magnitudes económicas y reglas de eficacia por el propio Estado, en modo que
la satisfacción de las demandas de justicia social no dependan de un control efec-
tivamente democrático del modo de reparto y distribución de los bienes, sino de
las propias exigencias técnicas de funcionamiento del sistema.
Estamos, pues, ante la hipermercantilización de los ámbitos vitales, mediados
en clave económica, y el predomio de la razón instrumental en la esfera política,
fruto de la emergencia de un capitalismo transnacional que domina el ámbito de
lo político. Es la perspectiva de la cada vez más tangible sociedad cibernética en la
que el principio moral de las sociedades democráticas -la autonomía individual- se
hace progresivamente más anacrónico y viene sustituido por el imperativo técnico,
transferido desde la esfera económico-administrativa, que cada vez más emerge como
el subsistema social dominante. Más que una regresión, este desarrollo representa
simplemente una extrapolación de la tendencia cientificista desarrollada a partir
de la exaltación de la razón científica del siglo XIX, que lleva necesariamente a con-
denar como irracionales todas las aspiraciones al conocimiento que no satisfagan
262
La vulnerabilidad de los derechos sociales
16
Cfr. WOLIN, Richard. “Modernismo vs. Postmodernismo”. En: AA.VV. Sulla Modernità. Milano: Franco Angeli,
1986, p. 189.
17
HORKHEIMER, Max, y ADORNO, Theodor. Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos, Madrid:Trotta,
1994, p. 131. Para un análisis de la crítica de la Escuela de Frankfurt a la intrumentalización de la razón y a la
absolutización de la autoconservación como fin último del sistema en la era moderna, cfr. PANEA MÁRQUEZ, José
Manuel. Querer la utopía: Razón y autoconservación en la Escuela de Frankfurt. Sevilla: Universidad de Sevilla,
1996.
18
Esto implica a nivel fáctico una pérdida de soberanía del propio Estado que queda sometido a instancias superiores
de poder y decisión, de modo que la soberanía queda convertida muchas veces en mera apariencia ante las sutiles
maniobras del capitalismo internacional. De este modo, como señala Capella, la soberanía suprema de los Estados
ha quedado mermada al ser los Estados receptivos e influenciables por múltiples instancias externas, tales como el
Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el G.A.T.T., y por las empresas multinacionales y la normativa
por ellas creadas mediante acuerdos recíprocos (lex mercatoria) a través de los cuales se fijan objetivos, se distri-
buyen mercados y zonas de influencia, se unifican los objetivos políticos del capital y se programan los cambios
tecnológicos (Cfr. CAPELLA, Juan Ramón. Los ciudadanos siervos. Madrid: Trotta, 1993, p. 107).
263
Alfonso de Julios-Campuzano
19 Concuerdo con el sentido que confiere a la dignidad humana el prof. Pérez Luño no sólo como “garantía negativa de que
la persona no va a ser objeto de ofensas o humillaciones, sino que supone también la afirmación positiva del pleno desarrollo de
la personalidad de cada individuo. El pleno desarrollo de la personalidad implica, a su vez, de un lado, el reconocimiento de la
total autodisponibilidad, sin interferencias o impedimentos externos, de las posibilidades de actuación propias de cada hombre;
de otro, la autodeterminación que surge de la libre proyección histórica de la razón humana, antes que de una predeterminación
dada por la naturaleza de una vez por todas” (PÉREZ LUÑO, Antonio Enrique. Sobre los valores fundamentadores de
los derechos humanos En: MUGUERZA ET ALII. El fundamento de los derechos humanos. cit. p. 280).
20
El efecto del fenómeno de la globalización de la economía sobre las democracias latinoamericanas
ha sido analizado por Faría, J. E., en un lúcido e instigante trabajo publicado en la revista Travesías (Cfr. FA-
RÍA, Jôse Eduardo. Democracia y gobernabilidad: los derechos humanos a la luz de la globalización eco-
nómica. En: Travesías: Política, pensamiento y cultura en España e Iberoamérica, núm. I, 1996, pp. 19-45).
264
La vulnerabilidad de los derechos sociales
más en un pozo sin fondo del cual difílcilmente podrán salir, a no ser que cambien
profundamente las estructuras de un orden internacional abiertamente inícuo que
favorece el enriquecimiento de los que más tienen a costa de los que tienen me-
nos, imponiendo reglas de intercambio desde foros internacionales cuya lógica es
atribuida a las propias exigencias técnicas del sistema, y que permite, por ejemplo,
que paises suministradores de materias primas se vean compelidos a vender sus
materias primas y a comprar los productos ya manufacturados en condiciones de
flagrante injusticia21.
Las grandes masas de excluidos del sistema, carentes de los más elementa-
les recursos para vivir dignamente, son un aldabonazo a nuestras conciencias. Por
doquier, en Occidente y en Oriente, en el Norte y el Sur, este capitalismo transna-
cional va dejando atrás una escandolosa estela de sufrimiento y de frustraciones.
“El capitalismo constituye -son palabras de Ágnes Heller- la primera sociedad que
mediante la fuerza y su estructura social condena a clases enteras de la población a luchar
cotidianamente por la satisfacción de las necesidades puras y simples, desde la época de
la acumulación originaria hasta hoy”22.
Sin embargo, la lista de méritos no se agota con la exposición de unos cuan-
tos datos, ya que la situación se ha visto particularmente agravada por la crisis de la
deuda externa de los países subdesarrollados iniciada en la década de los 80 y cuya
solución no parece vislumbrarse. Las dificultades que estos países encuentran a la
hora de hacer frente a los pagos de la deuda residen también en razones estructura-
les del capitalismo internacional que les aboca a una situación de imposible salida,
y les hace caer en un círculo vicioso ya que, sin crecimiento económico es imposible
afrontar el pago de la deuda, pero, a su vez, el pago de la deuda está frenando las
posibilidades de crecimiento económico23. Lo curioso de ello es que el principal de
la deuda del Tercer mundo ha sido ya devuelto con creces y lo que ahora impide el
21
La asimetría de estas relaciones comerciales llega a límites insospechados y pone sobre el tapete cuestiones ante las
cuales no se puede permanecer impasible. Pero nada mejor, para constatar cuanto aquí se aduce, que la remisión a
algunos datos incontestables. Así, de 1950 a 1970 el nivel de vida de los países subdesarrollados ha aumentado en
términos muy inferiores a como lo ha hecho en los países ricos: si en 1950 la renta media per cápita entre el Tercer
Mundo y los paises desarrollados estaba en una proporción de 1 a 9, en 1970 la proporción aumentaría de 1 a 14,
aproximadamente. En ese mismo año, el 71% de la población mundial recibió tan sólo el 15% del producto bruto
mundial, mientras que el restante 85% de la riqueza sería disfrutado por el 29% de la población mundial. En la
década de los ochenta, el producto interior bruto en Africa ha descendido en un 30%, mientras que el gasto medio
en educación en ese continente descendió en 1990 a menos de la mitad de lo que se gastó en 1980 (BERZOSA
ALONSO-MARTÍNEZ, Carlos. Dos demandas sociales ampliadoras del desequilibrio: subsistencia en el Sur y trabajo
en el Norte. En: AA.VV. El derecho al desarrollo o el desarrollo de los derechos, cit., pp. 103-104. Esta situación ha
puesto en evidencia las grandes desigualdades, las injusticias más lacerantes y escandalosas y los masivos atropellos
contra la dignidad humana en nombre de la productividad, de razones técnicas de eficacia o de cualquier otro mito
vergonzante creado por esa gran instancia económica tan difusa como omnipresente.
22
HELLER, Agnes. Teoría de las necesidades en Marx. Barcelona: Península, 1978, p. 171.
23
Vid. BERZOSA, Carlos. Dos demandas sociales ampliadoras del desequilibrio: subsistencia en el Sur y trabajo en
el Norte. cit., p. 107. Sobre el problema de la deuda puede verse también el trabajo de PI ANGUITA, J. Causas de
la deuda externa, estado actual del problema y alternativas. En: AA.VV. El derecho al desarrollo o el desarrollo de
los derechos, cit., pp. 111-129.
265
Alfonso de Julios-Campuzano
desarrollo de estos países es el pago de los intereses24. Se comprueba, con ello, que el
capitalismo salvaje del siglo XIX no ha dejado de existir sino que simplemente se ha
desplazado de contexto geográfico: a la explotación del hombre por el hombre sucedió
la explotación de los países pobres del Sur por los países industrializados del Norte25.
Todo este fenómeno se está produciendo en el marco de unas relaciones
internacionales asimétricas, pues los países pobres no están en condiciones de
igualdad con respecto a los países ricos, ya sea en los grandes foros económicos
como en los políticos a nivel internacional. Es más, se puede decir que los países
del Tercer Mundo son convidados de piedra de un orden internacional al que no les
gustaría pertenecer pero, al mismo tiempo, sus posibilidades de maniobra están tan
limitadas que no tiene más remedio que seguir perteneciendo a él. Si en los países
ricos los espacios de decisión política han sido mermados de modo espectacular por
la lógica expansiva del capitalismo, en los países subdesarrollados los espacios de
decisión política son, a veces, prácticamente inexistentes. El margen de actuación
de los políticos ante la inexorabilidad de las leyes económicas en cuya fijación no
pudieron siquiera participar es, con frecuencia, una quimera.
En este sentido el Estado-nación se revela como una estructura insuficiente para
afrontar problemas tan inabarcables, no sólo ya por su limitada competencia te-
rritorial, sino y sobre todo por su deficiente capacidad de respuesta en el ámbito
de las competencias políticas ante el fenómeno de la globalización económica: “...la
interdependencia drásticamente creciente de los sucesos mundiales ha arrebatado incluso
al último la ilusión de que éstas cosas pudiésemos seguirlas abordando desde nuestras
limitadas perspectivas nacionales. La responsabilidad que Occidente empieza a husmear
24
KESSLER, Miguel. Justicia económica para todos. En: AA.VV. Muerte del Tercer mundo o solidaridad, Madrid: Edersa,
1992, p. 53, cit. por CONTRERAS PELÁEZ, Francisco José. Derechos sociales: teoría e ideología. Madrid: Tecnos,
1994, p. 125. Añade Contreras algunos datos de interés: “La cantidad que los acreedores de los paises industrializados
ingresaron, sólo en 1988, en concepto de servicio de la deuda... superaba en 52.000 millones de dólares la cuantía total
del capital que había fluido del Norte al Sur ...durante los años sesenta y setenta. Desde 1983, los paises del Sur se han
convertido, por tanto, en exportadores netos de capital (contribuyendo así por cierto al relanzamiento de las economías
del Norte). Se ha establecido un flujo contra naturam de capital ...: el Sur transfiere dinero al Norte. En los últimos diez
años sólo América Latina ha transferido 120.000 millones de dólares netos. Actualmente los paises pobres dedican como
media, un 30% de los ingresos de sus exportaciones al pago de deuda exterior (ingresos que, por otra parte, no hacen
sino descender, debido al hundimiento de los precios de las materias primas).
El Fondo Monetario Internacional, movido por el noble propósito de garantizar el cobro... de los intereseses de sus créditos,
ha impuesto a los paises deudores ...políticas de “ajuste duro”. El “apretón de cinturón” ha repercutido, naturalmente, sobre
los presupuestos asistenciales de los paises pobres.... En los treinta y siete paises más pobres del mundo, el gasto público en
educación y salud ha descendido, en los últimos años, en un 50 por 100. El resultado no se ha hecho esperar: enfermedades
que se consideraban prácticamente erradicadas han vuelto a estragar las poblaciones (cólera en Perú, fiebre amarilla en
Ghana); los índices en escolarización y alfabetización han vuelto a descender...” (CONTRERAS PELÁEZ, Francisco José.
Derechos sociales: teoría e ideología. cit., ibidem).
25
No podemos olvidar tampoco que, en el interior de los paises subdesarrollados, el deficiente grado de democrati-
zación política está impidiendo fenómenos reales de democratización económica, por lo que la concentración de la
riqueza en unas pocas manos es un obstáculo fundamental a la consecución de un nivel deseable en la práctica de
los derechos humanos. La explotación en el interior de las economías subdesarrolladas por las élites dominantes
es otra de las grandes cuestiones que están aún por resolver.
266
La vulnerabilidad de los derechos sociales
26
HABERMAS, Jürgen. Más allá del Estado nacional. Madrid: Trotta, 1997, p. 90.
27
Tomo la expresión de CAPELLA, Juan Ramón. Los ciudadanos siervos. cit., p. 107.
267
Alfonso de Julios-Campuzano
28
Esto es algo de lo que se ha ocupado BARCELLONA, Pietro. Postmodernidad y comunidad. El regreso de la vinculación
social. Madrid: Trotta, 1992, en la que se apuntan reflexiones sumamente interesantes sobre el proyecto moderno,
si bien con un enfoque distinto al que aquí se sostiene. Sin embargo, hay en la obra de Barcellona algunos aspectos
de interés como éste de la mercantilización de la vida social con cuyo tratamiento parcialmente me identifico. La
argumentación de Barcellona centra el fracaso del proyecto moderno en la racionalidad instrumental, el primado
formal de la economía y el derecho y el carácter secundario de la desigualdad material que es presentada como
accesoria. La generalización de las relaciones económicas de mercado ha sumido al proyecto moderno en el más
alarmante fracaso. De ser un proyecto de liberación frente a toda clase de opresión personal frente al poder ha
llegado a convertirse en el refugio de una opresión nueva que, partiendo de una igualdad puramente formal ante
la ley, proclama la sumisión de los individuos a las circunstancias económicas.
Entiende el autor que es precisamente este desarrollo material, este elevado nivel de bienestar, el que permite pensar
una reconstrucción de las relaciones sociales abonando una sustitución de las relaciones mercantiles intersubjetivas
mediadas por el dinero por un espacio de reciprocidad. Esta idea de comunidad a la que nos enfrentamos nos evoca
una insoslayable: la de construir la comunidad como elección libre basada en la consciencia y no a través de un espacio
opresivo y autoritario: “Sólo en la reciprocidad de las relaciones no dinerarias se produce el verdadero reconocimiento de la
diferencia y de la particularidad”. Y éste, añade Barcellona, es el gran reto de la izquierda si quiere ir, verdaderamente,
más allá de lo que se ha experimentado hasta ahora en el Oeste y en el Este (Cfr. especialmente pp.125 ss).
29
Vid. FROMM, Erich. ¿Tener o ser?. México: F.C.E., 1978, p.77.
268
La vulnerabilidad de los derechos sociales
30
Se trata, en definitiva, como dice De Cabo, de rechazar la lógica del mercado como punto de partida y abrir procesos
alternativos, basados en la negación del mercado y estructurados democráticamente, potenciando procesos de
desmercantilización (Cfr. DE CABO MARTÍN, Carlos. La crisis del Estado social. Barcelona: P.P.U., 1986, pp. 81ss.).
31
Para Habermas el Estado social no es un proyecto desechable sino que puede ser rescatado de las formas irreflexi-
vas en las que se ha involucrado. Recuperlo es, así lo entiendo, una tarea ineludible que pasa por instrumentar
mecanismos de articulación democrática del Estado y de la economía:
“De este desengaño histórico acerca de un proyecto -el del Estado social- coagulado en burocracia brota una visión nueva,
por así decirlo estereoscópicamente agudizada de lo `político´ (...). En una palabra, el resultado del proceso de desengaño
a que nos hemos referido es una nueva conciencia, en la que el proyecto que es el Estado social se torna en cierto modo
reflexivo, y que se dirige a domesticar no solamente la economía capitalista sino también al propio Estado” (HABERMAS,
Jürgen, Más allá del Estado nacional, cit., p.428).
269
Alfonso de Julios-Campuzano
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271
La biopolítica de la Unión Europea
como ejemplo de la humanización
del derecho internacional
(Traducción de Libia Patricia Pérez Quimbaya)
Ana Muñiz Álvarez*, Henrique Weil Afonso**
Pontifícia Universidade Católica de Minas Gerais
Minas Gerais - Brasil
1. Introducción
El Derecho Internacional del Medio Ambiente, entendido como “el conjunto
de principios y de normas internacionales que protegen la Biósfera o el Ecosistema
global (traducción nuestra)1”, cuenta con características específicas que a diferencia
*
Maestra en Derecho Público Internacional por la Pontifícia Universidade Católica de Minas Gerais (2010); especialista
en Protocolo de Kyoto y Cambio Climático por la Universidad del Centro del Perú (2009); graduada en Relaciones
Internacionales por el Centro Universitário de Belo Horizonte (2008) y en proceso de finalización de la graduación
en Derecho por la misma institución. Alumna participante de la Summer Academy at the International Tribunal for
the Law of the Sea (2010), del Curso de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de la Escuela de Verano
de la Universidad Complutense (España, 2009), de los Summer Courses in Public International Law in the Hague
Academy of International Law (2008), de los Cursos de Invierno de la UBA (Argentina, 2007) y alumna visitante de
la Universidade de Coimbra (Portugal, 2005-2006). Coordena la línea de investigación sobre los Régimes del Derecho
Internacional del Medio Ambiente en el GEDIMA y fue miembro del Centro de Direito Internacional (CEDIN).
Actualmente es investigadora del Max Planck Institute en Heidelberg y participa del ITLOS-NIPPON Training and
Capacity-Building Programme on Dispute Settlement under UNCLOS en el Tribunal Internacional del Derecho del
Mar, en Hamburgo. Contactos: anamunizalvarez@gmail.com; muniz-alvarez@itlos.org.
**
Maestro en Derecho Público Internacional por la Pontificia Universidade Católica de Minas Gerais (2010); Graduado en Derecho
por la Universidade Federal de Juiz de Fora (2008); Estudiante visitante del Colorado College (EUA, 2005) y de la University of
Westminster (Inglaterra, 2007). Profesor de Derecho Internacional en el Centro Universitário de Sete Lagoas – UNIFEMM.
Miembro del GEDIMA (Grupo de Estudos de Direito Internacional do Meio Ambiente). Investigador de Derecho Internacio-
nal, Política Internacional, Filosofía del Derecho y Conflictos Internacionales. Contacto: henrique_weil@yahoo.com.br.
1
DAILLIER, Patrick; PELLET, Allain; QUOC DINH, Nguyen; Droit International Public. Paris: L.G.D.J., 1999, p. 1218. La
mayoría de los autores se muestra reluctante en definir un concepto para el Derecho Internacional del Medio Ambiente, y,
de la misma forma, afirma la dificultad en definir el objeto al cual se dedica, o sea, el medio ambiente. Sobre las dificultades
en definir los términos ver, por ejemplo: WOLFRUM, Rüdiger. Means of Ensuring Compliance with and Enforcement
of International Environmental Law. Recueil des Cours de l´Académie de Droit International. The Hague: Martinus
Nijhoff Publishers, 1998, p, 25; BIRNIE, P.W.FITZMAURICE, Malgosia A. International Protection of the Environment.
Recueil des Cours de l´Académie de Droit International. The Hague: Martinus Nijhoff Publishers, 2002, p. 22 e ss.
273
Ana Muñiz Álvarez, Henrique Weil Afonso
con las demás ramas del Derecho Internacional y, dentro de ellas, se destaca su
inherente proximidad con los Derechos Humanos, sobre todo desde el momento
en que el derecho a un medio ambiente saludable fue consagrado como derecho
fundamental de tercera generación2.
Así, en primer lugar vamos a esclarecer lo que son los derechos humanos de
primera, segunda y tercera generación y, a continuación, se presentarán los principales
casos en materia ambiental juzgados por el Tribunal Europeo de los Derechos Hu-
manos (TEDH)3 como consecuencia de que los ciudadanos han reconocido el locus
standi para iniciar acciones contra sus propios Estados en el órgano supranacional,
arguyendo la responsabilidad estatal por daños al medio ambiente. Por último, será
considerada la laudable conquista que supone tal legitimidad procesal activa por
las personas de derecho privado – consagrada modernamente sólo en el ámbito
europeo – y con el afán de que ese avance se extienda a otros órganos judiciales,
como la Corte Internacional de los Derechos Humanos, según el modelo de los que
denominamos la humanización del Derecho Internacional.
2
DAILLIER, Patrick; PELLET, Allain; QUOC DINH, Nguyen; Droit International Public. Paris: L.G.D.J., 1999, p.
1218. La mayoría De los autores se muestran reacios en dar un concepto para el Derecho Internacional del Medio
Ambiente, y, de la misma forma, afirman la dificultad en definir el objeto al cual se dedica, o sea, el medio ambien-
te. Sobre las dificultades en definir ambos términos ver, por ejemplo: WOLFRUM, Rüdiger. Means of Ensuring
Compliance with and Enforcement of International Environmental Law. Recueil des Cours de l´Académie de Droit
International. The Hague: Martinus Nijhoff Publishers, 1998, p, 25; BIRNIE, P.W.FITZMAURICE, Malgosia A.
International Protection of the Environment. Recueil des Cours de l´Académie de Droit International. The Hague:
Martinus Nijhoff Publishers, 2002, p. 22 e ss.
3
El Tribunal Europeo de los Derechos Humanos o Corte Europea de Derechos Humanos es también conocida como
Tribunal de Estrasburgo, por tener su sede en esa ciudad francesa. Fue instituida por la Convención Europea de
los Derechos Humanos en 1954 junto con el Comité de Ministros del Consejo de Europa.
274
La biopolítica de la Unión Europea como ejemplo de la humanización del derecho internacional
4
Antônio Augusto Cançado Trindade hace múltiples referencias al derecho, al medio ambiente ecológicamente equi-
librado y al derecho a la salud como extensiones o corolarios del derecho a la vida. Ver, por ejemplo: TRINDADE,
Antônio Augusto Cançado. Direitos Humanos e Meio-Ambiente: paralelo dos sistemas de proteção internacional. Porto
Alegre: Sergio Antonio Fabris Editor, 1993, pp. 71-78. En el mismo sentido: TRINDADE, Antônio Augusto Cançado.
Co-existence and Co-ordination of Mechanisms of International Protection of Human Rights at global and regional
levels. Recueil des Cours de l´Académie de Droit International. The Hague: Martinus Nijhoff Publishers, 1987.
5
En el Brasil, el Supremo Tribunal Federal (STF) afirmó la existencia de un derecho al medio ambiente – como
derecho de tercera dimensión – en el juicio de la Orden de Seguridad n. 22.164/SP, que data del 30/10/1995.
Además de esto, la Constitución Federal de 1988 trata de los Derechos y Garantías Fundamentales en los arts. 5º
a 17 (Título II) y el §2º del art. 5º afirma que los derechos y garantías explícitamente considerados no excluyen
otros que provengan de los regímenes, de los principios y/o de los tratados adoptados por el Brasil. Así es, como el
rol de derechos fundamentales de ese artículo es meramente ejemplificativo, se deprende que el derecho al medio
ambiente ecológicamente equilibrado puede, de hecho, ser considerado un derecho fundamental de la persona
humana. Ver más información sobre la protección del medio ambiente en el derecho brasileiro en: MAZZUOLI,
Valerio de Oliveira. Curso de Direito Internacional Público. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2006, pp. 589-590.
La mayor parte dos autores nacionales comparten tal pensamiento, entre ellos: ANTUNES, Paulo de Bessa. Direito
Ambiental. Rio de Janeiro: Lumen Juris, 2005, pp. 19-25.
6
La autora enfatiza que a pesar de que el derecho al medio ambiente es considerado a priori como un derecho de
solidaridad, este también puede ser visto un derecho de segunda dimensión, debido a la necesidad de un medio
ambiente sano como requisito para los derechos económicos, sociales y culturales ya que sin un medio ambiente
de cualidad estos u otros derechos no serían realizados (SILVA, Solange Teles. Para Entender o Direito Ambiental
Internacional. Belo Horizonte: Del Rey, 2009, pp. 92-93). Anótese, aun, que tal derecho ni siempre fue reconocido:
en un análisis preliminar de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) no tiene ninguna alusión al
medio ambiente y en el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos (1966) también no existen referencias
al tema; ya en el Pacto Internacional de Derechos económicos, Sociales y Culturales (1992) se contempla el deseo
de mejorar continuamente en todos los aspectos del medio ambiente (artigo 12 § 2º, II) y, a partir de ese momento,
varios otros textos internacionales se refieren expresamente a la necesidad de preservar el medio ambiente.
7
MAZZUOLI, Valerio de Oliveira. Curso de Direito Internacional Público. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2006,
p. 479.
275
Ana Muñiz Álvarez, Henrique Weil Afonso
8
La Convención Europea de los Derechos Humanos, adoptada por el Consejo de Europa en 1950 y en vigor desde
1953, representa la transposición regional de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y consagra prác-
ticamente las mismas materias en ellas recogidos, entre las que se destacan el derecho a la vida; la prohibición de
la tortura; la prohibición de la esclavitud y del trabajo forzado; el derecho a la libertad y a la seguridad; el derecho
a un proceso equitativo; el principio de legalidad; el derecho al respeto por la vida privada y familiar; la libertad
de pensamiento, de consciencia y de religión; la libertad de expresión; la libertad de reunión y de asociación; el
derecho al matrimonio; el derecho a un recurso efectivo y la prohibición a la discriminación. Ver la convención en:
<http://www.echr.coe.int/>. Acceso el: 01 abr. 2010.
9
Art. 34 de la Convención. Sobre los protocolos, cabe anotar que la Convención fue completada y enmendada trece
veces, ganando importancia el Protocolo 11, una vez que con su entrada en vigor – el 1º de noviembre de 1998 – fue
substituido por el sistema mixto existente (al desaparecer la Comisión Europea de Derechos Humanos) y el mecanismo
de protección de los derechos humanos en el seno de Europa paso a ser permanente y centralizado en el TEDH.
10
El Consejo de Europa, fundado el 5 de mayo de 1949, es la organización internacional europea más antigua que se
encuentra actualmente en funcionamiento. Está constituido por cuarenta y siete Estados, incluidos los veintisiete
que conforman la Unión Europea. Ver más detalles en: <http://www.coe.int/>. Acceso el: 01 abr. 2010.
11
Ver: Affaire López Ostra c. Espagne. Requête n.º 303-C, serie A, 9 décembre, 1994, disponible en: <http://www.
cmiskp.echr.coe.int/>. Acceso el: 05 abr. 2010.
276
La biopolítica de la Unión Europea como ejemplo de la humanización del derecho internacional
12
Nul ne peut être soumis à la torture ni à des peines ou traitements inhumains ou dégradants (art. 3º de la Con-
vención).
13
1. Toute personne a droit au respect de sa vie privée et familiale, de son domicile et de sa correspondance; 2. Il ne peut
y avoir ingérence d’une autorité publique dans l’exercice de ce droit que pour autant que cette ingérence est prévue
par la loi et qu’elle constitue une mesure qui, dans une société démocratique, est nécessaire à la sécurité nationale, à
la sûreté publique, au bien-être économique du pays, à la défense de l’ordre et à la prévention des infractions pénales,
à la protection de la santé ou de la morale, ou à la protection des droits et libertés d’autrui (art. 8º de la Convención).
277
Ana Muñiz Álvarez, Henrique Weil Afonso
14
Ver: Affaire Guerra et autres c. Italie. Requête nº. 116/1996/735/932, 19 février, 1998, disponible en: <http://
www.cmiskp.echr.coe.int/>.
15
En el caso en cuestión, la CEDH hace referencia a otros casos similares: Airey c. Irlande (9 oct. 1979); Leander
c. Suède (26 mar. 1987); Powell et Rainer c. Royaume-Uni (21 feb. 1990); Zanghì c. Italie (27 ago. 1991); Demicoli
c. Malte (27 ago. 1991); Philis c. Grèce (26 nov. 1991); Observer et Guardian c. Royaume-Uni (26 nov. 1991);
Thorgeir Thorgeirson c. Islande 25 jun. 1992); Lόpez Ostra c. Espagne (9 dic. 1994); Yağcı et Sargın c. Turquie (8
jun. 1995). Otros casos de la misma naturaleza pueden consultarse en: DONATI, Filippo; MILAZZO, Pietro. La
dottrina del margine di apprezzamento nella giurisprudenza della Corte europea dei Diritti dell´Uomo. Disponible
en: <http://www.associazionedeicostituzionalisti.it/>. Acceso el: 07 abr. 2010.
16
1. Toute personne a droit à la liberté d’expression. Cet droit comprend la liberté d’opinion et la liberté de recevoir
ou de communiquer des informations ou des idées sans qu’il puisse y avoir ingérence d’autorités publiques et sans
considération de frontière. Le présent article n’empêche pas les Etats de soumettre les entreprises de radiodiffu-
sion, de cinéma ou de télévision à un régime d’autorisations; 2. L’exercice de ces libertés comportant des devoirs
et des responsabilités peut être soumis à certaines formalités, conditions, restrictions ou sanctions prévues par la
loi, qui constituent des mesures nécessaires, dans une société démocratique, à la sécurité nationale, à l’intégrité
territoriale ou à la sûreté publique, à la défense de l’ordre et à la prévention du crime, à la protection de la santé ou
de la morale, à la protection de la réputation ou des droits d’autrui, pour empêcher la divulgation d’informations
confidentielles ou pour garantir l’autorité et l’impartialité du pouvoir judiciaire (art. 10 de la Convención).
278
La biopolítica de la Unión Europea como ejemplo de la humanización del derecho internacional
17
La Cour rappelle que des atteintes graves à l’environnement peuvent toucher le bien-être des personnes et les priver
de la jouissance de leur domicile de manière à nuire à leur vie privée et familiale (§ 60 de la sentencia).
18
En l’espèce, les requérantes sont restées, jusqu’à l’arrêt de la production de fertilisants en 1994, dans l’attente
d’informations essentielles qui leur auraient permis d’évaluer les risques pouvant résulter pour elles et leurs pro-
ches du fait de continuer à résider sur le territoire de Manfredonia, une commune aussi exposée au danger en cas
d’accident dans l’enceinte de l’usine (§ 60 de la decisión).
279
Ana Muñiz Álvarez, Henrique Weil Afonso
19
Pueden ser vistos, por ejemplo, el Caso L.C.B c. Reino Unido, de 1998, o el Caso Giacomeli c. Italia, de 2006, Tatar
c. Romania, de 2009, todos ellos disponibles en el site del Tribunal.
20
La Convención Americana de Derechos Humanos fue suscrita el 21 de noviembre de 1969, en una conferencia
intergubernamental convocada por la Organización de Estados Americanos. La Convención es ampliamente co-
nocida como Pacto de San José de Costa Rica por la ciudad en la cual fue adoptada. Ver detalles sobre la Corte en:
<http://www.corteidh.or.cr/>. Acceso el: 14 abr. 2010.
21
En este sentido, merece destacarse o reconocerse el derecho a un medio ambiente saludable expresado en la Carta
Africana de los Derechos del Hombre y de los (art. 24, XVIII), adoptada en la Asamblea de la Organización de la
Unidad Africana, en Nairobi, Kenia, el 27 de julio de 1981 y en vigor desde 1986. De la misma manera, es oportuno
mencionar la creación de la Corte Africana de Derechos del Hombre y de los Pueblos, que representa un gran paso
para la lucha contra la impunidad en África y que entró en vigor a partir de la ratificación del Protocolo de la Carta
Africana de derechos del Hombre y de los Pueblos (conocida como Carta Banjul) por quince países, el 26 de diciembre
de 2003. Al respecto ver: PIOVESAN, Flávia. Direitos Humanos e o Direito Constitucional Internacional. São Paulo:
Max Limonad, 2000. Otros detalles se pueden consultar en: <http://www.aict-ctia.org/>. Acceso el: 15 abr. 2010.
22
SILVA, José Antônio Tietzmann e. La efectividad del Derecho Internacional del Medio Ambiente: la jurisprudência
de la CEDH. En: BARROS-PLATIAU, Ana Flávia; VARELLA, Marcelo Dias (Org.). A Efetividade do Direito Inter-
nacional Ambiental. Série Direito Ambiental. Série Direito Ambiental. Vol. 5. Brasília: Ed. UNICEUB, UNITAR e
UnB, 2009, p. 314.
280
La biopolítica de la Unión Europea como ejemplo de la humanización del derecho internacional
Pero, para que los progresos alcanzados en el seno del Tribunal Europeo hagan
parte de los demás sistemas regionales, son imperiosos, en el entendimiento de
Piovesan (2004) dos factores: 1. la revisión de la noción tradicional de soberanía
absoluta del Estado, que pasa a sufrir un proceso de relativización en la medida en
que se admiten intervenciones en la esfera nacional en pro de la protección de los
derechos humanos, permitiéndose formas de monitoreo y responsabilidad inter-
nacional cuando los derechos humanos fuesen violados; 2. La cristalización de la
idea de que el individuo debe tener derechos protegidos en la esfera internacional,
en su condición de sujeto de derechos24. Como sujeto de derecho, el ser humano
debe contar con legitimidad activa frente a los demás tribunales regionales para
argüir sus derechos ambientales, los cuales giran en torno a valores universales, y
no solamente europeos.
Una de las características del Derecho Internacional del Medio Ambiente
consiste en el elevado nivel de cooperación internacional exigido como pre-requisito
sine qua non para que sus objetivos sean concretos. Por tanto, urge que el modelo
europeo se extienda a otros dominios y que el Derecho Internacional satisfaga las
aspiraciones de la comunidad internacional como un todo a través de un enfoque
universalizado y no apenas inter-estatal, pues es solamente así que los Derechos
Humanos y el Derecho Internacional del Medio Ambiente caminarán hacia la
construcción de lo que Cançado (2006) denomina “el nuevo ius gentium”, del siglo
XXI: el Derecho Internacional para la humanidad.
23
En otras oportunidades, tanto este Tribunal como la Corte Europea de Derechos Humanos, han señalado que los
tratados de derechos humanos son instrumentos vivos, cuja interpretación tiene que acompañar la evolución de
los tiempos y las condiciones de vida actuales. Tal interpretación evolutiva es consecuente con las reglas generales
de interpretación consagradas en el artículo 29 de la Convención Americana, así como las establecidas por la Con-
vención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Comunidad
indígena Yakye Axa vs. Paraguay. Sentencia de 17 de junio de 2005 (Fondo, Reparaciones y Costas) § 125. Dispo-
nible en: <http://www.ich.cr/>. Acceso el: 16 abr. 2010. Ver, en el mismo sentido, el § 127 de la misma sentencia.
Importante notar que a la propia Comisión se refiere a que la Comisión Africana de derechos Humanos determinó
la responsabilidad de Nigeria por el daño causado a la propiedad y al estilo de vida de la comunidad Ogoni y sus
miembros, afectados por el desarrollo irresponsable de actividades petroleras (§149 de la sentencia).
24
PIOVESAN, Flávia. Sistema Internacional de Protección de los Derechos Humanos: innovaciones, avances y desafíos
contemporáneos. En: BRANT, Leonardo Nemer Caldeira. O Brasil e os novos desafios do Direito Internacional. Rio
de Janeiro: Forense, 2004, p. 291.
281
A biopolítica da União Européia
como exemplo da humanização
do direito internacional
Ana Muñiz Álvarez*, Henrique Weil Afonso**
Pontifícia Universidade Católica de Minas Gerais
Minas Gerais - Brasil
1. Introdução
O Direito Internacional do Meio Ambiente, entendido como “o conjunto de
princípios e de normas internacionais que protegem a Biosfera ou o Ecossistema
global (tradução nossa)1”, conta com características específicas que o diferenciam
*
Maestra en Derecho Público Internacional por la Pontifícia Universidade Católica de Minas Gerais (2010); especialista
en Protocolo de Kyoto y Cambio Climático por la Universidad del Centro del Perú (2009); graduada en Relaciones
Internacionales por el Centro Universitário de Belo Horizonte (2008) y en proceso de finalización de la graduación
en Derecho por la misma institución. Alumna participante de la Summer Academy at the International Tribunal for
the Law of the Sea (2010), del Curso de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de la Escuela de Verano
de la Universidad Complutense (España, 2009), de los Summer Courses in Public International Law in the Hague
Academy of International Law (2008), de los Cursos de Invierno de la UBA (Argentina, 2007) y alumna visitante de
la Universidade de Coimbra (Portugal, 2005-2006). Coordena la línea de investigación sobre los Régimes del Derecho
Internacional del Medio Ambiente en el GEDIMA y fue miembro del Centro de Direito Internacional (CEDIN).
Actualmente es investigadora del Max Planck Institute en Heidelberg y participa del ITLOS-NIPPON Training and
Capacity-Building Programme on Dispute Settlement under UNCLOS en el Tribunal Internacional del Derecho del
Mar, en Hamburgo. Contactos: anamunizalvarez@gmail.com; muniz-alvarez@itlos.org.
**
Maestro en Derecho Público Internacional por la Pontificia Universidade Católica de Minas Gerais (2010); Graduado en
Derecho por la Universidade Federal de Juiz de Fora (2008); Estudiante visitante del Colorado College (EUA, 2005) y de
la University of Westminster (Inglaterra, 2007). Profesor de Derecho Internacional en el Centro Universitário de Sete
Lagoas – UNIFEMM. Miembro del GEDIMA (Grupo de Estudos de Direito Internacional do Meio Ambiente). Investiga-
dor de Derecho Internacional, Política Internacional, Filosofía del Derecho y Conflictos Internacionales. Contacto:
henrique_weil@yahoo.com.br.
1
DAILLIER, Patrick; PELLET, Allain; QUOC DINH, Nguyen; Droit International Public. Paris: L.G.D.J., 1999, p. 1218.
A maioria dos autores mostra-se relutante em definir um conceito para o Direito Internacional do Meio Ambiente,
e, da mesma forma, afirma a dificuldade em definir o objeto ao qual se dedica, ou seja, o meio ambiente. Sobre as
dificuldades em definir ambos os termos ver, por exemplo: WOLFRUM, Rüdiger. Means of Ensuring Compliance
with and Enforcement of International Environmental Law. Recueil des Cours de l´Académie de Droit Internatio-
nal. The Hague: Martinus Nijhoff Publishers, 1998, p, 25; BIRNIE, P.W.FITZMAURICE, Malgosia A. International
Protection of the Environment. Recueil des Cours de l´Académie de Droit International. The Hague: Martinus
Nijhoff Publishers, 2002, p. 22 e ss.
283
Ana Muñiz Álvarez, Henrique Weil Afonso
dos demais ramos do Direito Internacional e, dentre elas, destaca-se a sua inerente
proximidade com os Direitos Humanos, precipuamente desde o momento em que
o direito a um meio ambiente saudável foi consagrado como direito fundamental
de terceira geração2.
Destarte, em primeiro lugar esclareceremos o que são os direitos humanos
de primeira, segunda e terceira geração e, a seguir, serão apresentados os principais
casos de matéria ambiental julgados pelo Tribunal Europeu dos Direitos Humanos
(TEDH)3 em decorrência dos cidadãos terem reconhecido o locus standi para per-
petrarem ações contra seus próprios Estados no órgão supranacional, argüindo a
responsabilidade estatal por danos ao meio ambiente. Por último, será apreciada
a louvável conquista que supõe tal legitimidade processual ativa das pessoas de
direito privado – consagrada hodiernamente apenas em âmbito europeu – e a ne-
cessidade de que esse avanço seja estendido a outros órgãos judicatórios, como a
Corte Interamericana dos Direitos Humanos, nos moldes do que denominamos a
humanização do Direito Internacional.
2
O reconhecimento do direito a um meio ambiente saudável é extenso: aproximadamente cento e dezessete cons-
tituições nacionais mencionam a proteção do meio ambiente e aos recursos naturais; cento e nove reconhecem o
direito a um meio ambiente saudável e/ou a obrigação do Estado de prevenir os danos ecológicos e cinqüenta e seis
constituições consagram explicitamente o direito a um meio ambiente de qualidade (EARTHJUSTICE. Environ-
mental Rights Report: Human Rights and the Environment. Materials for the 61st Session of the United Nations
Commission on Human Rights. Geneva, March 14-April 22, 2005, p. 37, disponível em: <http://www.earthjustice.
org/>. Acesso em: 30 mai. 2010).
3
O Tribunal Europeu dos Direitos Humanos ou Corte Européia de Direitos Humanos é também conhecida como
Tribunal de Estrasburgo, por ter sua sede nessa cidade francesa. Foi instituída pela Convenção Européia dos Direitos
Humanos em 1954 junto com o Comitê de Ministros do Conselho da Europa.
4
Antônio Augusto Cançado Trindade faz múltiplas referências ao direito ao meio ambiente ecologicamente equili-
brado e ao direito à saúde como extensões ou corolários do direito à vida. Ver, por exemplo: TRINDADE, Antônio
284
La biopolítica de la Unión Europea como ejemplo de la humanización del derecho internacional
contrário dos direitos das gerações anteriores, estes não visam proteger interesses
de um indivíduo, mas de todas as pessoas, entendendo-se que são direitos “difusos”,
de fraternidade e solidariedade e se orientam pelos Princípios de Indivisibilidade,
Interdependência e Solidariedade5. Longe de protegerem somente os interesses de
um indivíduo, têm por destinatário o próprio gênero humano e, conclui-se, portanto,
que o direito ao meio ambiente conforma um dos direitos fundamentais da terceira
geração6. Consoante Mazzuoli (2006), cumpre sublinhar que
a premissa de que os direitos humanos são inerentes a qualquer pessoa,
sem quaisquer discriminações, revela o fundamento anterior desses direitos
relativamente a toda forma de organização política, que significa que a pro-
teção dos direitos humanos não se esgota nos sistemas estatais de proteção,
podendo ir muito mais além, ultrapassando as fronteiras nacionais até chegar
ao patamar em que se encontra o Direito Internacional Público7.
Augusto Cançado. Direitos Humanos e Meio-Ambiente: paralelo dos sistemas de proteção internacional. Porto
Alegre: Sergio Antonio Fabris Editor, 1993, pp. 71-78. No mesmo sentido: TRINDADE, Antônio Augusto Cançado.
Co-existence and Co-ordination of Mechanisms of International Protection of Human Rights at global and regional
levels. Recueil des Cours de l´Académie de Droit International. The Hague: Martinus Nijhoff Publishers, 1987.
5
No Brasil, o Supremo Tribunal Federal (STF) afirmou a existência de um direito ao meio ambiente – como direito de
terceira dimensão – no julgamento do Mandado de Segurança n. 22.164/SP, que data de 30/10/1995. Além disso, a
Constituição Federal de 1988 trata dos Direitos e Garantias Fundamentais nos artigos 5º a 17 (Título II) e o §2º do
artigo 5º afirma que os direitos e garantias explicitamente considerados não excluem outros que decorram dos regimes,
dos princípios e/ou dos tratados adotados pelo Brasil. Assim sendo, como o rol de direitos fundamentas desse artigo
é meramente exemplificativo, depreende-se que o direito ao meio ambiente ecologicamente equilibrado pode, de fato,
ser considerado um direito fundamental da pessoa humana. Ver mais informação sobre a proteção do meio ambiente
no direito brasileiro em: MAZZUOLI, Valerio de Oliveira. Curso de Direito Internacional Público. São Paulo: Revista
dos Tribunais, 2006, pp. 589-590. A maior parte dos autores nacionais compartilham de tal entendimento, dentre eles:
ANTUNES, Paulo de Bessa. Direito Ambiental. Rio de Janeiro: Lumen Juris, 2005, pp. 19-25.
6
A autora enfatiza que apesar do direito ao meio ambiente ser considerado a priori como um direito de solidarieda-
de, ele também pode ser visto um direito de segunda dimensão, devido à necessidade de um meio ambiente sadio
como requisito para os direitos econômicos, sociais e culturais já que sem um meio ambiente de qualidade estes
outros direitos não seriam realizados (SILVA, Solange Teles. Para Entender o Direito Ambiental Internacional. Belo
Horizonte: Del Rey, 2009, pp. 92-93). Anote-se, ainda, que tal direito nem sempre foi reconhecido: numa análise
preliminar da Declaração Universal dos Direitos Humanos (1948) não há nenhuma alusão ao meio ambiente e no
Pacto Internacional dos Direitos Civis e Políticos (1966) também não existem referências ao tema; já no Pacto In-
ternacional de Direitos Econômicos, Sociais e Culturais (1992) contempla-se o desejo da melhora contínua de todos
os aspectos do meio ambiente (artigo 12 § 2º, II) e, a partir desse momento, vários outros textos internacionais
referem-se à expressamente à necessidade de preservação do ambiente.
7
MAZZUOLI, Valerio de Oliveira. Curso de Direito Internacional Público. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2006,
p. 479.
285
Ana Muñiz Álvarez, Henrique Weil Afonso
da violação de alguma das dimensões que esse direito engloba – através de uma
interpretação extensiva da Convenção Européia dos Direitos Humanos e dos seus
Protocolos adicionais8. Para tanto, devem ser observados determinados requisitos9:
por um lado, que o particular estivesse sob a jurisdição de um Estado-membro do
Conselho da Europa10 no momento em que seu interesse foi lesado e, por outro,
que tenha esgotado sem êxito os recursos judiciais disponíveis naquele Estado.
No caso López Ostra contra a Espanha, por primeira vez o Tribunal de Es-
trasburgo enunciou o princípio segundo o qual os danos ambientais à coletividade,
ainda que não sejam graves ao ponto de pôr em perigo a saúde, podem prejudicar
o bem-estar dos indivíduos e privá-los do desfrute do direito ao domicílio e à vida
privada e familiar11. Os problemas que deram lugar à demanda iniciaram-se em
1988, no momento em que começou a funcionar, sem permissão, uma planta de
tratamento de resíduos sólidos e líquidos, constituída com uma subvenção do
Estado espanhol, que gerava gases, fumaça e mau cheiro e, conseqüentemente,
prejudicava os residentes da região. A demandante alegou – primeiramente no
processo desenvolvido na sua cidade – que sua filha sofria de vários problemas de
saúde advindos das atividades da empresa e que os gases e maus-odores impossi-
bilitavam a convivência familiar.
Dois meses depois, a prefeitura ordenou o fechamento das atividades da
planta, mas permitiu que continuasse o tratamento de águas residuais e, apesar
dessa medida, os problemas não melhoraram substancialmente. Ante tal situação,
a Sra. López Ostra apresentou uma série de denúncias administrativas e penais no
ordenamento jurídico nacional, mas, contudo, não conseguiu uma sentença favorável
às suas pretensões. O Tribunal Supremo, da mesma forma, subestimou o recurso de
apelação e o Tribunal Constitucional declarou inadmissível o recurso por ser, a seu
juízo, manifestamente infundado. Uma vez esgotadas as vias internas, a querelante
fez uso da jurisdição internacional e conseguiu ser trasladada a um apartamento
8
A Convenção Européia dos Direitos Humanos, adotada pelo Conselho da Europa em 1950 e em vigor desde 1953,
representa a transposição regional da Declaração Universal dos Direitos Humanos e consagra praticamente as
mesmas matérias nela recolhidos, dentre as que se destacam o direito à vida; a proibição da tortura; a proibição da
escravidão e do trabalho forçado; o direito à liberdade e à segurança; o direito a um processo eqüitativo; o princi-
pio da legalidade; o direito ao respeito da vida privada e familiar; a liberdade de pensamento, de consciência e de
religião; a liberdade de expressão; a liberdade de reunião e de associação; o direito ao casamento; o direito a um
recurso efetivo e a proibição da discriminação. Ver a convenção em: <http://www.echr.coe.int/>. Acesso em: 01
abr. 2010.
9
Artigo 34 da Convenção. Sobre os protocolos, cabe acrescentar que a Convenção foi completada e emendada
treze vezes, ganhando destaque o Protocolo 11, uma vez que com a sua entrada em vigor – em 1º de novembro de
1998 – foi substituído o sistema misto existente (ao desaparecer a Comissão Européia de Direitos Humanos) e o
mecanismo de proteção dos direitos humanos no seio da Europa passou a ser permanente e centralizado no TEDH.
10
O Conselho da Europa, fundado em 5 de maio de 1949, é a organização internacional européia mais antiga que se
encontra atualmente em funcionamento. É constituído por quarenta e sete Estados, incluindo os vente e sete que
conformam a União Européia. Ver mais detalhes em: <http://www.coe.int/>. Acesso em: 01 abr. 2010.
11
Ver: Affaire López Ostra c. Espagne. Requête n.º 303-C, serie A, 9 décembre, 1994, disponível em: <http://www.
cmiskp.echr.coe.int/>. Acesso em: 05 abr. 2010.
286
La biopolítica de la Unión Europea como ejemplo de la humanización del derecho internacional
12
Nul ne peut être soumis à la torture ni à des peines ou traitements inhumains ou dégradants (artigo 3º da Con-
venção).
13
1. Toute personne a droit au respect de sa vie privée et familiale, de son domicile et de sa correspondance; 2. Il ne
peut y avoir ingérence d’une autorité publique dans l’exercice de ce droit que pour autant que cette ingérence est
prévue par la loi et qu’elle constitue une mesure qui, dans une société démocratique, est nécessaire à la sécurité
nationale, à la sûreté publique, au bien-être économique du pays, à la défense de l’ordre et à la prévention des
infractions pénales, à la protection de la santé ou de la morale, ou à la protection des droits et libertés d’autrui
(artigo 8º da Convenção).
14
Ver: Affaire Guerra et autres c. Italie. Requête nº. 116/1996/735/932, 19 février, 1998, disponível em: <http://
www.cmiskp.echr.coe.int/>.
15
No caso em tela, a CEDH fez referência a outros casos similares: Airey c. Irlande (9 out. 1979); Leander c. Suède
(26 mar. 1987); Powell et Rainer c. Royaume-Uni (21 fev. 1990); Zanghì c. Italie (27 ago. 1991); Demicoli c. Malte
(27 ago. 1991); Philis c. Grèce (26 nov. 1991); Observer et Guardian c. Royaume-Uni (26 nov. 1991); Thorgeir
Thorgeirson c. Islande 25 jun. 1992); López Ostra c. Espagne (9 dez. 1994); Yağcı et Sargın c. Turquie (8 jun. 1995).
Outros casos da mesma natureza podem ser consultados em: DONATI, Filippo; MILAZZO, Pietro. La dottrina del
margine di apprezzamento nella giurisprudenza della Corte europea dei Diritti dell´Uomo. Disponível em: <http://
www.associazionedeicostituzionalisti.it/>. Acesso em: 07 abr. 2010.
287
Ana Muñiz Álvarez, Henrique Weil Afonso
1. toda pessoa tem direito à liberdade de expressão. Este direito inclui a li-
berdade de opinião e a liberdade de receber e transmitir informações e idéias
sem interferência de autoridades públicas e independentemente de frontei-
ras. O presente artigo não impede que os Estados submetam às empresas de
radiodifusão, cinematografia ou televisão a um regime de autorização prévia;
2. o exercício dessas liberdades, que implicam deveres e responsabilidades,
poderá estar sujeito a certas formalidades, condições, restrições ou sanções
previstas pela lei, que sejam necessárias numa sociedade democrática, para a
segurança nacional, integridade territorial, ou a segurança pública, a defesa
da ordem e a prevenção da criminalidade, a proteção da saúde ou da moral,
a proteção da honra ou dos direitos de outrem, para impedir a divulgação de
informações confidenciais ou para garantir a autoridade e a imparcialidade
do poder judicial (tradução nossa)16.
Nesta situação, os demandantes moravam na cidade de Manfredonia (na região
italiana de Puglia), localizada a um quilômetro de uma fábrica de fertilizantes consi-
derada de alto risco que, inclusive, já tinha sido responsável por um grave acidente
que resultou na intoxicação de várias pessoas. Quando a demanda chegou ao Tribunal
Europeu dos Direitos Humanos, este analisou uma lei italiana que impunha várias
obrigações para os titulares de um estabelecimento industrial de tais características
e, concomitantemente, o dever das autoridades centrais e locais de prevenir o risco de
incidentes que pudessem acarretar dano ao ambiente ou à população. Tal normativa
estabelecia, dentre outras, a obrigação das autoridades competentes de informarem
as populações interessadas sobre os riscos das atividades industriais, as medidas de
segurança adotadas, os planos de emergência estabelecidos, bem como as ações a
serem tomadas em caso de acidente.
Noutros domínios, para os representantes do Governo tais imposições se
limitavam a garantir a liberdade de receber informação sem obstáculos, mas em
nenhum momento impunham obrigações positivas para o Estado italiano. Contu-
do, o Tribunal Europeu sustentou – interpretando extensivamente o artigo 10 da
Convenção – que a importância do direito à informação ambiental encontra sua
razão de ser na exigência de proteger o bem-estar e a saúde das pessoas implicadas,
isto é, tutelar indiretamente os direitos que são protegidos por outras disposições
da Convenção. Significativamente, os Juízes da Corte constataram que: (1) durante
16
1. Toute personne a droit à la liberté d’expression. Cet droit comprend la liberté d’opinion et la liberté de recevoir
ou de communiquer des informations ou des idées sans qu’il puisse y avoir ingérence d’autorités publiques et sans
considération de frontière. Le présent article n’empêche pas les Etats de soumettre les entreprises de radiodiffu-
sion, de cinéma ou de télévision à un régime d’autorisations; 2. L’exercice de ces libertés comportant des devoirs
et des responsabilités peut être soumis à certaines formalités, conditions, restrictions ou sanctions prévues par la
loi, qui constituent des mesures nécessaires, dans une société démocratique, à la sécurité nationale, à l’intégrité
territoriale ou à la sûreté publique, à la défense de l’ordre et à la prévention du crime, à la protection de la santé ou
de la morale, à la protection de la réputation ou des droits d’autrui, pour empêcher la divulgation d’informations
confidentielles ou pour garantir l’autorité et l’impartialité du pouvoir judiciaire (artigo 10 da Convenção).
288
La biopolítica de la Unión Europea como ejemplo de la humanización del derecho internacional
seu ciclo produtivo, a indústria tinha liberado gás inflamável e outras substâncias
nocivas, como anidrido de arsênico e que (2) devido à localização do estabeleci-
mento industrial, as emissões de substâncias na atmosfera eram canalizadas até
o centro da cidade.
Com tais fundamentos, a Corte declarou que “os problemas graves de poluição
ambiental podem afetar o bem-estar das pessoas e privá-las de desfrutar de suas
casas, afetando a sua vida privada e familiar” (tradução nossa)17 e determinou a
responsabilidade do Estado italiano pela omissão em garantir tais direitos aos
demandantes uma vez que
os demandantes permaneceram, até o cesse da produção de fertilizantes em
1994, à espera de informações essenciais que lhes teriam permitido avaliar os
riscos que podia existir para elas e suas famílias em continuar residindo em
Manfredonia, uma cidade igualmente exposta ao perigo em caso de acidente
nas instalações da fábrica (tradução nossa)18.
17
La Cour rappelle que des atteintes graves à l’environnement peuvent toucher le bien-être des personnes et les priver
de la jouissance de leur domicile de manière à nuire à leur vie privée et familiale (§ 60 da sentença).
18
En l’espèce, les requérantes sont restées, jusqu’à l’arrêt de la production de fertilisants en 1994, dans l’attente
d’informations essentielles qui leur auraient permis d’évaluer les risques pouvant résulter pour elles et leurs pro-
ches du fait de continuer à résider sur le territoire de Manfredonia, une commune aussi exposée au danger en cas
d’accident dans l’enceinte de l’usine (§ 60 da decisão).
19
Podem ser vistos, por exemplo, o Caso L.C.B c. Reino Unido, de 1998, o Caso Giacomeli c. Itália, de 2006, Tatar c.
Romênia, de 2009, todos eles disponíveis no site do Tribunal.
20
A Convenção Americana de Direitos Humanos foi subscrita em 21 de novembro de 1969, em uma conferência
intergovernamental convocada pela Organização dos Estados Americanos (OEA), na cidade de São José, na Costa
Rica, e entrou em vigor 18 de julho de 1978. A Convenção é amplamente conhecida como Pacto de São José da
Costa Rica pela cidade na qual foi adotada e . Ver detalhes sobre a Corte em: <http://www.corteidh.or.cr/>. Acesso
em: 14 abr. 2010.
21
Nesse sentido, merece destaque o reconhecimento do direito a um meio ambiente saudável expresso na Carta
Africana dos Direitos do Homem e dos Povos (artigo 24, XVIII), adotada na Assembléia da Organização da Unidade
289
Ana Muñiz Álvarez, Henrique Weil Afonso
Africana, em Nairobi, no Quênia, em 27 de julho de 1981 e em vigor desde 1986. Da mesma maneira, é oportuno
mencionar a criação da Corte Africana de Direitos do Homem e dos Povos, que representa um grande passo para
a luta contra a impunidade na África e entrou em vigor a partir da ratificação do Protocolo da Carta Africana de
Direitos do Homem e dos Povos (conhecida como Carta de Banjul) por quinze países, em 26 de dezembro de 2003.
Ao respeito, ver: PIOVESAN, Flávia. Direitos Humanos e o Direito Constitucional Internacional. São Paulo: Max
Limonad, 2000. Outros detalhes podem ser consultados em: <http://www.aict-ctia.org/>. Acesso em: 15 abr. 2010.
22
SILVA, José Antônio Tietzmann e. A efetividade do direito internacional do meio-ambiente: a jurisprudência da
CEDH. Em: BARROS-PLATIAU, Ana Flávia; VARELLA, Marcelo Dias (Org.). A Efetividade do Direito Internacional
Ambiental. Série Direito Ambiental. Série Direito Ambiental. Vol. 5. Brasília: Ed. UNICEUB, UNITAR e UnB, 2009,
p. 314.
23
En otras oportunidades, tanto este Tribunal como la Corte Europea de Derechos Humanos, han señalado que los
tratados de derechos humanos son instrumentos vivos, cuja interpretación tiene que acompañar la evolución de
los tiempos y las condiciones de vida actuales. Tal interpretación evolutiva es consecuente con las reglas generales
de interpretación consagradas en el artículo 29 de la Convención Americana, así como las establecidas por la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Comu-
nidad indígena Yakye Axa vs. Paraguay. Sentencia de 17 de junio de 2005 (Fondo, Reparaciones y Costas) § 125.
Disponível em: <http://www.ich.cr/>. Acesso em: 16 abr. 2010. Ver, no mesmo sentido, o § 127 da mesma sentença.
Importante notar que a própria Comissão refere-se a que a Comissão Africana de Direitos Humanos determinou
a responsabilidade da Nigéria pelo dano causado à propriedade e ao estilo de vida da comunidade Ogoni e seus
membros, afetados pelo desenvolvimento irresponsável de atividades petroleiras (§149 da sentença).
290
La biopolítica de la Unión Europea como ejemplo de la humanización del derecho internacional
Bibliografía
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contemporâneos. Em: BRANT, Leonardo Nemer Caldeira. O Brasil e os novos desafios do Direito
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291
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mental Law. Recueil des Cours de l´Académie de Droit International. The Hague: Martinus
Nijhoff Publishers, 1998.
292
De la experiencia jurídica
a la moralidad del derecho
Rafael Santa María D’Angelo*
Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo
Chiclayo-Perú
*
Doctor en Derecho por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma-Italia. Profesor de Filosofía del Derecho y
Protección Jurídica de los Derechos Humanos de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo de Chiclayo-
Perú.
1
Cfr. SANTA MARIA D’ANGELO, Rafael, La reflexión jurídica de Sergio Cotta y su aporte al derecho contemporáneo.
CHAVEZ-FERNANDEZ P. JOSE (Comp.), Derecho y Moral en el debate iusfilosófico contemporáneo. Actas de las I
Jornadas Internacionales de Filosofía del Derecho. Universidad Católica San Pablo. Arequipa, 2010. Pp. 331-350.
2
Cfr. COTTA, Sergio, ¿Qué es el Derecho?, Madrid, Ediciones RIALP. Tercera edición, 2000. Pp. 10.
3
Ibidem. Pp. 18-19.
293
Rafael Santa María D’Angelo
estudiada en la prospectiva del rigor científico, sea aquello de las ciencias construidas según
modelos lógico-formales (…), que aquellos de la ciencia y apertura socio-politológica(…);
todo aquello se refiere al jurista, pero no lo agota(…)”4
Damos un paso más en nuestra reflexión, y es que no es suficiente responder
a la interrogante sobre el derecho, afirmando que éste se sintetiza en un conjunto
de normas establecidas y promulgadas por el legislador y por los actos previstos o
exigidos por ellas, es decir desde una descripción morfológica.
Lo mismo sucede con una simple descripción estructural, donde el derecho
consiste en un imperativo que establece cierto comportamiento (de hacer o no
hacer), y prevé una sanción en el caso de incumplimiento.
Para responder el interrogante sobre el derecho, no puedo responder tan sólo
desde como es éste, resulta insuficiente demostrar que el derecho tiene tal forma
y estructura ciertamente conocible, pero mostrada como un objeto separado del
hombre y de su existencia. Es necesario, dada la interdisciplinariedad, aplicar y dar
mayores elementos para el conocimiento del derecho.
Por ello es que se hace inevitable investigar su porqué, conocer el fin al que
sirve, comprender el significado funcional de la presencia del derecho en la reali-
dad histórica, y en su justificación general relacionada al respeto de la ley: el orden
de la convivencia. Esto ayuda a una visión más integral del derecho pues, permite
disponer de un criterio objetivo ante las diversas normas jurídicas, lo cual supera
su conocimiento más allá de la simple descripción.
Además, la cuestión del “porque” no busca únicamente su causa final, sino
también la causa originaria del fenómeno en consideración. En este sentido no
es suficiente conocer el sentido de la función del derecho si es que no alcanzo a
comprender su origen.
De acuerdo a estas consideraciones, si pretendemos ser exhaustivos al empren-
der una investigación sobre la interrogante del derecho, tendremos que considerar
cuatro niveles: la forma externa o morfológica; la forma interna o estructura; la
causa final o función, y finalmente la causa originaria. Las dos primeras determinan
como es el derecho; las siguientes, su por qué5.
La ruta de esta reflexión en la que se parte de lo exterior para llegar a lo inte-
rior del modo de vivir el derecho, viene conocida como experiencia jurídica, donde
su origen pertenece a la humanidad.
Si bien esta“(…) definición ontológica del derecho (…) no quiere sustituir a las
diferentes posibles definiciones científicas de ello, sino solamente proporcionar a éstas
un soporte indispensable en términos de verdad, soporte que la sola ciencia no puede
4
D’AGOSTINO Franceso, Filosofia del diritto. Giappichelli. Torino 2000. Pp. 8-9. “(…) como visiones circunscritas del
mismo derecho; visiones en el mismo ámbito útiles, y al contrario esenciales, pero que sin embargo no puede dar cuenta
del derecho en su específico manifestarse fenomenológico…porque radican en un visión arbitrariamente reductiva de la
realidad (y de aquella jurídica en particular)(…)”. Ibídem, (traducción personal).
5
COTTA, Sergio, Ob. Cit. Pp. 29
294
De la experiencia jurídica a la moralidad del derecho
proporcionar, pero sin el cual todo el mismo trabajo científico puede degradarse y caer
presa de la lógica de la ideología (…)”6.
Ciertamente el ahondar en el porqué constitutivo del Derecho es una reflexión
típicamente filosófica, no significa que se derive deductivamente de una idea a-priori
sobre el Derecho, alejada de la experiencia real, sino mas bien que es dirigida hacia
ese profundo estrato del hombre, que surge de la misma experiencia jurídica7.
Se parte de asumir los datos jurídicos-empíricos (resultando de la observación
directa y sistematizados por la ciencia jurídica), derivando luego a la concreción
fenomenológica del sentido existencial, para intentar después comprender el
fundamento de la estructura ontológica del hombre. Esto permite desarrollar una
interpretación global del Derecho, que no se reduce a los datos empíricos, sino que
va más allá.
De esta manera, no se considera al Derecho como una realidad separada de
la vida humana, sino que la observa e interpreta conjuntamente, en la perspectiva
de una cosa considerada en sí misma, así como en su desarrollo existencial y en su
fundamento ontológico8.
La experiencia jurídica representa un punto clave para responder a la cues-
tión del derecho como causa originaria, y al mismo tiempo muestra esa relación
inseparable entre hombre y derecho. Ciertamente esta experiencia no es fin en
sí misma, sino medio para lograr una adecuada comprensión del ser del hombre,
particularmente, el conocimiento del hombre en su integral humanidad.
6
D’AGOSTINO, Francesco, Ob. Cit. Pp. 10 (traducción personal).
7
Cfr. COTTA SERGIO, El Derecho en la existencia humana. Principios de ontofenomenología jurídica. EUNSA. Pamplona
1987. Pp. 27-28.
8
Ibidem.
9
COTTA SERGIO, ¿Qué es el Derecho? Op. Cit. Pp. 35
295
Rafael Santa María D’Angelo
Ahora bien, ahondar en este análisis nos llevaría a preguntarnos sobre el por
qué de estas necesidades. Claramente la respuesta no es sencilla ni exacta como las
matemáticas, pero al mismo tiempo escapa a un conocimiento verificable.
De allí que no es difícil constatar que el hombre es un ser limitado, su experiencia
existencial y jurídica destacan esa limitación, tanto de sus capacidades personales,
del poder de hacer, entender y juzgar10.
El hombre además es un ser finito, esta constatación la experimenta el hom-
bre desde siempre, es por ello la necesidad de prolongar y extender el tiempo. Se
expresa en instituciones jurídicas como la sucesión, las asociaciones, fundaciones,
cuya característica es durar más allá de la vida de quienes las hicieron surgir.
El ser humano es un ser en relación, existir para todo hombre es co-existir,
vivir juntos. Resulta imposible negar esto en el ser humano, pues sin esta consi-
deración el hombre corre el riesgo de encerrarse en su subjetividad: “(…) no es ya el
hombre-en-el-mundo, el yo-con-los-demás o, en definitiva, el individuo-en-relación, sino
el sujeto en su unidad egocéntrica, en su existencia y voluntad particulares, consideradas
autosuficientes y autofundamentadas (...)”11.
Por último, el hombre es consciente de su imperfección, de estar privado de
algo (es imperfecto), y lo necesita para ser plenamente él mismo (es indigente). Estos
elementos pertenecen a la estructura ontológica de ese ser que llamamos hombre y
forman parte de su naturaleza.
Todo ello nos lleva a constatar en el ser humano su estructura dual, es decir la
conciencia de la imperfección encuentra un dinamismo existencial, que tiende a de-
sarrollarse a sí mismo hasta alcanzar la plenitud y perfección capaz de proyectar. Por
ello, es que el hombre tiende a la acción, a superar su propia imperfección y realizar su
naturaleza integra también del lado de lo infinito, de lo eterno, de lo absoluto.
Ahora bien, esta constatación de la dualidad ontológica del hombre no queda sólo
para si mismo, sino que se extiende a la presencia de los demás. En efecto los otros no repre-
sentan un obstáculo o un impedimento para la realización personal, pues constitutivamente
todo ser humano tiene la necesidad de éstos, su propia naturaleza tiende a ser yo-con-el-otro.
De esta situación de contraste, por la dualidad, surge el interés por establecer
un orden en las relaciones personales mediante principios rectores, normas o reglas
de conducta. No existe oposición pues, entre el deber ser común y nuestra tensión
natural a la propia perfección.
10
Es importante al respecto relacionar la finitud con la libertad. En efecto ésta no es absoluta, esta situada en el
tiempo y tiene sus propios límites, lo cual corrobora esta característica de personas finitas y limitadas. Cfr. GARCIA
CUADRADO JOSE ANGEL, Antropología Filosófica. EUNSA. Pamplona 2003. Pp. 147. Cfr. LUCAS LUCAS RAMON,
El Hombre, Espíritu encarnado. Compendio de Filosofía del hombre. Ediciones Sígueme. Cuarta edición. Salamanca
2005. Pp. 173
11
COTTA SERGIO, Las raíces de la violencia. Una interpretación filosófica. EUNSA. Pamplona 1987. Pp. 170. “El hom-
bre comprende la relacionalidad no solo como hecho, sino también como principio constitutivo del ser humano”
PALAZZANI LAURA, Introduzione alla Biogiuridica. Giapichelli Editore. Torino 2002. Pp. 90 (traducción personal)
296
De la experiencia jurídica a la moralidad del derecho
Este porqué originario de la categoría del deber ser más allá de una visión sofo-
cante o una carga que coarta, aparece como un compromiso sin el cual la existencia
estaría condenada al naufragio.
Así se comprende mejor la antigua afirmación aristotélica según la cual el
derecho pertenece al hombre en cuanto hombre, es decir en cuanto ser intermedio
entre los animales y los dioses. En efecto, la doble polaridad del ser del hombre se
manifiesta en una trágica ambivalencia: el hombre puede relacionarse al otro hombre
en signo de salvajismo, así como en signo de gratuita fraternidad12.
Claramente aquellas acciones en las cuales se promueven el odio y la violencia,
aún estando en la esfera de lo humano, imposibilitan la convivencia de la existencia
humana. En cambio, no será igual fomentar y potenciar el sentido, también hu-
mano, de la colaboración y amistad que permiten estructura verdaderas formas de
coexistencia, en cuyo fin será la de garantizar que el ser-con-los-otros se desarrollen
en un ser-para-los-otros, antes de degradarse en un ser-contra-los-otros.
Ante ello el derecho va a destacar las relaciones positivas entre los hombres
y buscar poner fin a la posibilidad que entre ellos surjan enemistades y guerras.
El derecho aparece como pacificante, lo cual nos impide reconocer como jurídico
cualquier sistema normativo que antes que la paz fomente o institucionalice la
violencia en sus diversas expresiones.
El derecho como instrumento de paz, muestra su estructura asociativa y
abierta. Asociativa, pues el derecho genera entre los hombres vínculos más allá que
la afectividad interpersonal. La relación jurídica no viene condicionada a un grado
de afectividad (la cual puede estar cerrada y limitada al tipo amical); Abierta, por ser
universal e incluyente, regida de la objetividad de una ley común de coexistencia.
Surge así la necesidad de plantearnos la interrogante: ¿el derecho está subor-
dinado a la política?, o ¿es la política la que está condicionada al derecho?
Para responder a esta pregunta conviene una precisión sobre el uso del término
política: “(…) se piensa en la política como la actividad del poder, aquella de los hombres de
gobierno, del partido, de los grupos de presión, etc.; y no de los ciudadanos corrientes. En
realidad, el modo de vida político, en el fondo es propio de cada miembro de la comunidad
(…)”13.
La política nos muestra elementos particulares como son: la conciencia del
nosotros, cuya identidad supera el aspecto personal para pertenecer a una identidad
supra-individual, a un nosotros. El bien común es entendido como una realidad concreta,
real e histórica, cuyo valor no es necesariamente absoluto e universal. Así la política
viene comprendida para el jurista italiano como una realidad cerrada y limitada.
Si bien el ordenamiento jurídico nacional encuentra su fundamento en una
constitución, y puede decirse que forma parte del bien común político; sin embargo,
12
Cfr. D’AGOSTINO Francesco, Ob. Cit. Pp. 11-12..
13
Cfr. COTTA SERGIO, ¿Qué es el Derecho?, Op. Cit. Pp. 58- 59.
297
Rafael Santa María D’Angelo
una comprensión del derecho, no debe mirarse desde la óptica de la política, del
uso que ésta hace de él, sino desde la óptica del mismo derecho, pues las relaciones
intersubjetivas de los hombres no se agotan dentro de los límites de la comunidad
política ni estatal, la vida jurídica quiebra tales límites para comprender a todos
los hombres.
Mientras la política tiende a la creación de grupos sociales dotados de espe-
cífica identidad y por tanto cerrados, tanto más compactos cuanto más cerrados,
el derecho ofrece la posibilidad a los hombres de una asociación universal, más allá
y gracias a comunidades políticas singulares. El derecho, como estructura abierta,
es universalmente pacificante, porque no conoce obstáculos de fronteras, lenguas,
raza o cultura. No existe otra condición que se pueda iniciar una relación jurídica
que aquella del reconocimiento del otro como otro, es decir como hombre14.
La actividad jurídica pues, permite que todo aquel que se adapte a la regla,
entre como cualquier otro, en una relación de sociabilidad abierta, ampliamente
y potencialmente ilimitada. Se entiende así el sentido de la regla, el cual existe no
para gratificar la voluntad normativa de quien la establece, sino para garantizar que
la relación entre sujetos pueda ser auténticamente relacional, pueda ser pacificante
y asociativo: es decir propiamente jurídico15.
Una cuestión a plantearse sería: ¿por qué una regla vinculante del obrar? En
relación a ello, se comprende que “(...) aquel co-pertenecerse de derecho y deber que
tiene su punto de apoyo propio en la “regla vinculante”. No viene a plantear tan sólo los
problemas lógico-formales (…), sino que entreabre las cuestiones del orden social que
exigen una profundización inagotable en la estructura del sentido existencial, constitutiva
del derecho y del deber…haciendo resaltar la cuestión de la relacionalidad constitutiva
del hombre, que impone estrictos requisitos de coexistencialidad a cualquier modalidad
de organización de las relaciones ambientadas en las instituciones del humano coexistir
(…)”16.
Si el derecho encuentra en la regla su principio constitutivo, ésta, a su vez,
encuentra su posibilidad de manifestarse en la justicia, que no es tal si no se extiende
a todos los hombres. La justicia, pues, da al modo de vida jurídico la posibilidad de
constituirse y al mismo tiempo su valor intrínseco17.
14
Cfr. D’AGOSTINO FRANCESCO, Ob. Cit., Pp. 19.
15
Algunas situaciones actuales nos permiten ver esta “superación” fronteriza del derecho. Una de ellas es la costumbre,
el derecho que proviene de abajo, ha rebrotado en modo especial en el mundo internacional, comercial, industrial,
sindical, que muchas veces consideran reglas diversas de las estatales. Otra situación a considerar es la protección
de los derechos humanos, por la que se esta redescubriendo un derecho sin fronteras El ejemplo del juego nos muestra
que para establecerse una relación abierta, es decir, apta a cualquiera universalmente, es preciso basarla sobre una
regla, esto nos muestra que la idea de regla no lleva consigo ninguna limitación espacial, cultural, social o étnica,
nos muestra en otras palabras que la regla es fuente de regularidad. La prohibición del incesto, para algunos representa
la primera manifestación jurídica, muestra la oposición a permanecer encerradas dentro de la familia endógena o del grupo.
16
ROMANO, Bruno, Sergio Cotta: la “ontofenomenología” y “el derecho en la existencia” Revista Persona y Derecho Nº
57. In Memoriam, Sergio Cotta. Facultad de Derecho. Universidad de Navarra. Pamplona 2007. Pp. 31.
17
Cfr. COTTA SERGIO, ¿Qué es el Derecho? Op. Cit., Pp. 97- 99.
298
De la experiencia jurídica a la moralidad del derecho
De allí que la condición para que una regla sea universalmente legítima es la
justicia, la cual exige tratar igual a los iguales y de un modo diferente a los desiguales.
No se restringe a exigir que los hombres sean tratados igualmente en lo que tienen
de iguales, sino que además reclama que se les trate de un modo convenientemente
distinto en lo que tienen de desiguales.
Esta coexistencialidad del derecho fundada en la realidad ontológica del ser
humano, supera la realidad cerrada de la política. El protagonista de la actividad
jurídica resulta cualquier individuo que pueda encontrar en el mundo en cualquier
ocasión, al margen de todo vínculo de sangre, de grupo y de civilización18.
18
Cfr. COTTA SERGIO, Itinerarios Humanos del Derecho. EUNSA. Segunda Edición. Pamplona 1978. Pp. 100.
19
Cfr. D’AGOSTINO, Francesco, Ob. Cit., Pp. 25- 47
20
Cotta hace referencia a Platón, Aristóteles y los Estoicos que en una misma esencia reconocen al Derecho una cate-
goría moral. En efecto, Platón escribe en el “Gorgias”: “el orden y la proporción que afectan el alma, tienen el nombre de
legalidad y ley, en las cuales se forman los hombres legales y ordenados. De donde proviene la justicia y la templanza” En su
Diálogo “Minoss” afirma: “aquello que es recto es la ley regia, no lo que no es recto y parece recto a los ignorantes, pues esto
es ilegal” De lo que se desprende justificar que “la ley está originada en el ser y en la verdad” (Cfr. Minosse, 317c, 315a,
317d); Aristóteles refiere que: “el transgresor de la ley es injusto, mientras es justo el respetuoso con ella, puesto que la
ley proviene de la sabiduría y del intelecto” (Cfr. Etica a Nicómaco, 1129b y 1180a); El estoico Crisipo señala “la ley es
la reina de la acción de los hombres y de los dioses”, y es “cosa sabia”, por lo mismo que es “recta razón” (Cfr. ARMIN,
Stoicorum veterum fragmenta, III, 314 y 613) COTTA, Sergio, Itinerarios humanos del derecho, Ob. Cit. Pp. 222-223
299
Rafael Santa María D’Angelo
21
Tanto en San Agustin (en su De libero arbitrio (I, 15,11): “mihi lex esse non videtur quae justa non fuerit”), como en
Santo Tomás de Aquino (la ley obliga in “foro conscientiae”, ya que si fuera injusta no sería ley, sino “magis corruptio
legis” Summa Theologiae, I-II, 96, 4 y 95,2), se desprende el carácter moral del Derecho por su identificación con la
Justicia. Cfr. Ibídem Pp. 224
300
De la experiencia jurídica a la moralidad del derecho
Conclusiones
Un primer aspecto es la estructura de la reflexión jurídica planteada la cual presu-
pone que: el derecho exige necesariamente la simetría, es decir la intercambiabilidad
de los sujetos. Aquello que pretendo (de ser o hacer, de tener o rechazar) para mí,
no puedo no reconocerlo a cualquier otro en la misma situación, de lo contrario
no se tiene derecho.
La simetría implica la paridad ontológica de los entes. “(…) el recíproco recono-
cerse como iguales brinda razón del carácter propiamente humano del derecho y de su
universalidad. Es intuición antigua que no puede existir relación jurídica entre hombre
y animal, porque falta en ellas una paridad ontológica que la haga posible (...)”22.
La simetría y la paridad nos permiten relevar la unión inseparable del derecho
y la obligación., su reciprocidad.
Todo ello comporta la universalidad de los derechos fundamentales es decir
resguarda al hombre en cuanto hombre, mas allá de sus determinaciones particulares,
la universalidad de los miembros de la familia humana.
Tal universalidad de los derechos fundamentales no es dable sin referencia
a una ley universal de justicia, que es expresión de la coexistencia ontológica del
hombre, aquí los derechos humanos encuentran su fundamento y la posibilidad de
una rigurosa determinación objetiva, libre del arbitrio del legislador (y por ello del
arbitrio de la sociedad política y de las masas), como de la exorbitante pretensión
de poder del sujeto, que se ponga cual soberana medida de todas las cosas23.
Frente a la negación de la naturaleza universal del hombre, es destacable la
necesidad de renovar la creencia en la primacía del individuo y todos sus derechos,
dado que toda posible perfección social depende tan sólo del grado de perfección
de todos y cada uno de los individuos que la componen.
De este modo el conocimiento del ser del hombre es la base de la normatividad
(moral y jurídica), pues más allá del ser no existe nada, deviene la imposibilidad
de la libertad, de la elección, de la decisión. El principio normativo fundamental,
de extensión universal gracias a su fundamento antropológico es que “(…) se debe
22
D’AGOSTINO, Francesco, Diritto e Giustizia, Edizioni San Paolo. Torino 2000. Pp. 11 (traducción personal).
23
Cfr. COTTA SERGIO, Il fondamento dei diritti umani. CONCETTI GINO, I diritti umani. Dottrina e prassi. Editrice
AVE. Roma 1982. Pp. 645-654
301
Rafael Santa María D’Angelo
r espetar al hombre en aquello que es antológicamente (…)”. Este es el único principio que
puede dar razón suficiente de los Derechos del hombre: universales y no derogables24.
Con esta reflexión jurídica destacamos el nexo indesligable entre el ser hu-
mano y derecho, pues al reconocer la coexistencialidad humana, no sólo brinda
un fundamento al derecho, sino también muestra un valor objetivo de moralidad,
reconocido por la justicia y traspasado por la Caridad.
Bibliografía
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I Jornadas Internacionales de Filosofía del Derecho. Universidad Católica San Pablo. Arequipa, 2010.
CONCETTI GINO, I diritti umani. Dottrina e prassi. Editrice AVE. Roma 1982.
COTTA SERGIO (a cura), Conoscenza e normatività. Il Normativo tra deciscione e fondazione. Giuffrè Editore.
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Pamplona 1987.
COTTA SERGIO, Il fondamento dei diritti umani.
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COTTA, Sergio, ¿Qué es el Derecho?, Madrid, Ediciones RIALP. Tercera edición, 2000.
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GARCIA CUADRADO JOSE ANGEL, Antropología Filosófica. EUNSA. Pamplona 2003.
LUCAS LUCAS RAMON, El Hombre, Espíritu encarnado. Compendio de Filosofía del hombre. Ediciones Sígueme.
Cuarta edición. Salamanca 2005.
PALAZZANI LAURA, Introduzione alla Biogiuridica. Giapichelli Editore. Torino 2002.
ROMANO, Bruno, Sergio Cotta: la “ontofenomenología” y “el derecho en la existencia” Revista Persona y Derecho
Nº 57. In Memoriam, Sergio Cotta. Facultad de Derecho. Universidad de Navarra. Pamplona 2007.
SANTA MARIA D’ANGELO, Rafael, La reflexión jurídica de Sergio Cotta y su aporte al derecho contemporáneo.
24
Cfr. IDEM, Conoscenza e normatività. Una prospettiva metafisica. COTTA SERGIO (a cura), Conoscenza e normatività.
Il Normativo tra deciscione e fondazione. Giuffrè Editore. Milano 1995. Pp. 9-13.
302
Democracia y derechos humanos:
¿“Conquistas” exclusivas de la cultura occidental?
Pablo Guadarrama González*
Académico Titular de la Academia de Ciencias de Cuba
Profesor Titular de la Cátedra de Pensamiento Latinoamericano
de la Universidad Central de Las Villas, Santa Clara - Cuba
Introducción
Tanto en el mundo académico como político y jurídico, ha sido nota común
considerar que el humanismo, la democracia y los derechos humanos son conquistas
exclusivas de la cultura occidental. A partir de este eurocéntrico criterio, se sostiene
que otros pueblos anteriores al devenir de dicha cultura o que han existido desvin-
culados de ella, no han sido capaces de desarrollar formas de vida democráticas, y
mucho menos de elaborar un pensamiento filosófico, ético, jurídico, político, etc.,
que lo fundamente.
Por supuesto, detrás de tales posturas discriminatorias se esconden razones
no solo ideológicas, sino también estrictamente políticas y económicas de gran
actualidad, pues se pretende sostener el criterio de que siempre los países de bajo
nivel socioeconómico deberán reproducir miméticamente los esquemas de gobierno,
prácticas políticas, jurídicas, éticas, etc., de los países desarrollados, fundamental-
mente europeos y de Norteamérica.
La tarea de demostrar la falsedad de tales concepciones —con independencia de
reconocer los debidos méritos a la modernidad y los aportes de la cultura occidental,
en cuanto al desarrollo del humanismo, la democracia y los derechos humanos—,
aunque difícil, no deja de ser necesaria, especialmente para aquellos sujetos de la
actividad cultural que son también producto, y a la vez coautores, de esa simbiótica
*
Pablo Guadarrama González. Académico Titular de la Academia de Ciencias de Cuba. Doctor en Ciencias (Cuba)
y Doctor en Filosofía (Leipzig). Doctor Honoris Causa en Educación (Perú). Profesor Titular de la Cátedra de
Pensamiento Latinoamericano de la Universidad Central de Las Villas, Santa Clara, Cuba.
303
Pablo Guadarrama González
cultura occidental, la cual supo desde sus orígenes nutrirse de los valores culturales
de los pueblos del Oriente antiguo y de los nuevos pueblos de Africa y América que
“fagocitósicamente” pudo colonizar, pero sin que, a la vez, lograra evadirse, hasta
nuestros días, de los necesarios procesos de transculturación, mediante los cuales
ha continuado nutriéndose de sus valores culturales.
El concepto de transculturación, formulado por el antropólogo cubano Fernando
Ortiz, fue aceptado por la comunidad académica internacional, y por tal se entiende
el proceso según el cual las nuevas culturas se gestan y nutren de anteriores al asumir
valores de distinta procedencia y a la vez crear valores nuevos, de la misma forma que
un niño hereda rasgos de sus padres, pero siempre él será un individuo diferente.
304
Democracia y derechos humanos: ¿“conquistas” exclusivas de la cultura occidental?
concebido como fin y nunca como medio —según la sabia formulación kantiana—,
como debe ser en lo referido a la democracia y los derechos humanos.
Siempre las propuestas humanistas deben estar dirigidas a reafirmar al
hombre en el mundo, a ofrecerle mayores grados de libertad y a debilitar todas
las fuerzas que de algún modo puedan alienarlo. Por eso se debe tomar en cuenta
la diferencia existente entre concepciones antropológicas en sentido general, que
incluso pueden ser hasta misantrópicas, y las propiamente humanistas.
Pero las ideas y prácticas humanistas desde sus distintas expresiones origi-
narias en las diversas latitudes del mundo y en sus diversas épocas, han tenido que
enfrentarse a fuerzas alienadoras.
Es sabido que todo poder supuesto a fuerzas aparentemente incontroladas
por el hombre —lo cual es expresión histórica de incapacidad de dominio relativo
sobre sus condiciones de existencia, engendradas consciente o inconscientemente
por el hombre, y que limitan sus grados de libertad—, se inscriben en el complejo
fenómeno de la enajenación. La violación de los derechos humanos o el descono-
cimiento del debido respeto a las prácticas democráticas, constituyen unas de las
formas alienantes más usuales desde la antigüedad hasta la época contemporánea.
El pensamiento filosófico, político y jurídico se ha ido construyendo en la historia
universal como un permanente proceso de aportación parcial, por parte de sus cultivadores
en diferentes regiones del orbe, de distintos instrumentos humanistas y desalienadores
ante el Estado y la sociedad civil, que contribuyen en diferente grado a la consolidación
del lugar del hombre, del individuo humano, de la persona en el mundo. Cuando se han
constatado los distintos peligros enajenantes que en circunstancias diversas afloran en la
sociedad humana, se han aportado en la mayor parte de los casos las vías para superarlos.
No es menos cierto que no han faltado quienes se han limitado a constatar
o a poner de manifiesto formas enajenantes, como la subordinación al poder de los
gobernantes, de amos, señores, dueños, de las fuerzas ocultas de la naturaleza, la
economía, la sociedad, etc., sin contribuir mucho a encontrar los mecanismos para
evadirlos, porque han partido de la fatal consideración de que estos son consustan-
ciales a la condición humana. Pero de haber prevalecido tales criterios fatalistas en la
historia de la civilización, hoy difícilmente podrían las nuevas generaciones humanas
enorgullecerse de los avances alcanzados en todos los órdenes de perfeccionamiento
social en cuanto a la vida democrática y el respeto de los derechos humanos.
La elaboración de concepciones, el desarrollo de prácticas y la constitución de
instituciones para lograr una sociedad más justa, democrática y humana, es ancestral
en múltiples culturas de todo el orbe desde sus primeras expresiones históricas,
lo mismo en el Oriente Antiguo que en las sociedades americanas prehispánicas.
En las culturas egipcia, china, india, persa, lo mismo que en la grecorromana
y en las precolombinas americanas, existen innumerables testimonios de ideas
humanistas, comunitarias y utópicas, algunas de las cuales proliferaron también
durante la Edad Media con su necesaria tonalidad religiosa. Es muy cierto también
305
Pablo Guadarrama González
que estas irrumpieron con mayor fuerza a partir del Renacimiento y se acrecentaron
en la misma medida en que el capitalismo evidenciaba su contradictoria naturaleza
inhumana, lo cual explica la temprana aparición de las ideas socialistas utópicas.
Muy valiosas para la cultura democrática universal resultaron algunas de las
ideas del humanismo renacentista y las conquistas sociales desde el nacimiento
de la modernidad. Al mismo tiempo no parece lógico suponer que careciesen de
razones suficientes aquellos sectores sociales que emprendieron la tarea de iniciar
la construcción de sociedades más justas donde se respetaran los derechos de los
trabajadores y los sectores populares.
De tal manera, surgieron partidos políticos, sindicatos, organizaciones, institu-
ciones culturales, etc., al frente de los cuales siempre han estado hombres de talento
y de aspiraciones humanistas muy concretas.
No resulta fácil suponer que estos líderes intelectuales y políticos hayan sido por
lo regular unos aberrados mentales o no tuviesen razones suficientemente justificadas
para emprender sus tareas reivindicadoras de la democracia y los derechos humanos.
Sin embargo, de acuerdo con esta lógica del discurso, podrían formularse las mismas
conclusiones en relación con los que han puesto en práctica regímenes totalitarios,
militaristas, racistas y fascistas. Por supuesto, debe considerarse que los hechos no
siempre justifican los derechos.
La historia de la humanidad parece estar condenada a sufrir permanentemente
los desastres de proyectos y experimentos sociales basados en doctrinas que siempre
se las ingeniarán para asirse de los más sofisticados fundamentos aparentemente
racionales, como lo demuestran el nazismo, el stalinismo o el reciente fracaso del
neoliberalismo —supuestamente justificado con la aplicación de la “infalible” lógica
del mercado— con la actual crisis financiera internacional que ha tenido su mayor
expresión con el derrumbe bancario de Wall Street.
El humanismo en sus expresiones concretas y prácticas, que no reduce su
existencia al mundo occidental, y distanciado de cualquier abstracta formulación
filantrópica, ha sido y seguirá siendo el pilar principal de políticas democráticas y
fomentadoras de los derechos humanos. Por esa razón, todas las vías que promuevan
en cualquier parte, tanto desde la vida académica como en la actividad política, social,
religiosa y cultural, su fortalecimiento, contribuyen en algún modo a enriquecer la
condición humana de los diferentes pueblos del mundo.
306
Democracia y derechos humanos: ¿“conquistas” exclusivas de la cultura occidental?
sí tenían el concepto, pero lo denominaban con otro término, como quizás fuese
el de paideia.
Lo mismo puede haber sucedido con el término de filosofía o el de democracia,
cuyos orígenes etimológicos nadie duda están en el griego; pero ¿significa esto que
ningún otro pueblo antes o al margen de la civilización griega desarrollase concep-
ciones y prácticas sociales de actividad filosófica y democrática?.
Con este objetivo, resulta de gran utilidad la indicación de Diógenes Laercio
—quien nadie duda que fue griego, referida a que los griegos acuñaron el término
de filosofía, pero eso no significaba desconocer la existencia de filosofía en los pueblos
bárbaros1, negó que la praxis filosófica fuese un invento exclusivamente griego. Esta
consideración puede servirnos para descubrir y valorar también el posible origen
y desarrollo de concepciones y prácticas de la democracia y los derechos humanos
en pueblos y culturas al margen de la civilización de origen grecolatino.
Un factor condicionante de la consideración sobre la supuesta “exclusividad”
de la cultura occidental respecto a la democracia, por supuesto depende de lo que se
entienda por este concepto. En el mundo ateniense el pueblo (demos) era concebido
de una forma muy reducida, pues ni las mujeres (gineco), ni los esclavos (ilotas), ni
los extranjeros (metecos), ni la oligarquía (aristos) propiamente, participaban de su
ejercicio, por lo que resulta algo cuestionable ese presunto paradigma “primigenio”
de democracia.
Es necesario cuestionarse con lógicas razones si es o no aceptable considerar
que la ciudad-estado griega (polis) era en verdad un espacio abierto construido y
reconstruido para el acceso, el encuentro y la participación de todos los hombres
libres e iguales de aquella época: los ciudadanos.
En relación con los orígenes de la democracia ateniense, Estanislao Zuleta
advertía: “La democracia implica la aceptación de un cierto grado de angustia. Grecia,
a pesar de ser una sociedad esclavista, tenía a su modo una democracia, y desde el
punto de vista ideológico era una sociedad pluralista… Sin embargo, la democracia
griega, a pesar de ser funcional e importante, era supremamente limitada ya que
estaba restringida a una parte minoritaria de la población”2.
Por otra parte, con independencia de la consideración sobre la cuestionable
condición de igualdad de los hombres en aquella época antigua, la condición de
igualdad ha sido o no posible con la modernidad.
La modernidad abrió las puertas a una pluralidad de modelos de hombre,
aunque partiese del endeble presupuesto de la igualdad entre ellos.
Este fue el presupuesto que animó a Tomas Paine en su aportadora labor a
las ideas democráticas y sobre a los derechos humanos, cuando sostenía: “Cada
generación tiene los mismos derechos que las generaciones que la precedieron, por
1
Laercio, D. Laercio, D. Vida de los filósofos más ilustres. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 1990. P. 9).
2
Zuleta, S. Educación y democracia. Un campo de combate. Corporación Tercer Milenio. Bogotá.1995, p. 122.
307
Pablo Guadarrama González
la misma razón que cada individuo nace con los mismos derechos que cualquier con-
temporáneo suyo. Todas las historias de la creación, todos los relatos tradicionales,
ya sean del ambiente erudito o iletrado, aunque pueden variar en sus opiniones o
creencias sobre algunos particulares, coinciden siempre en un punto, la unidad del
hombre; por lo cual, entiendo que todos los hombres tienen el mismo nivel, y, por lo
tanto, que todos los hombres nacen iguales y con los mismos derechos naturales, del
mismo modo que si la posterioridad se hubiese continuado por creación en lugar de
por generación, no siendo esta ultima sino la forma en que se continua la primera”3.
Aunque siempre resulta aconsejable recordar el criterio de Abraham Lincoln,
según el cual todos los hombres nacen iguales, pero ese es el último momento en
que lo son.
Está muy generalizada la opinión de algunos autores que consideran que la
democracia ateniense estableció un principio esencial de todo tipo de democracia,
a partir del criterio de que toda acción política debe lograrse no por la violencia
física del poder armado, sino por el debate consensuado, la deliberación, la parti-
cipación, la organización y la toma de decisiones por parte de las mayorías de sus
ciudadanos. Sin embargo, las conquistas de la democracia normalmente están
aseguradas por los Estados a través de las instituciones armadas, y estos utilizan
también la coacción física cuando consideran que esta puede estar en peligro. De
manera que una cuestión es el ideal democrático y otra la realidad sociopolítica en
que este ha tratado de lograrse.
Aunque la literatura al respecto usualmente sea reacia a admitirlo, es un he-
cho innegable que algunos pueblos con anterioridad al desarrollo de la civilización
occidental o con posterioridad, pero con independencia de ella, desarrollaron y aún
cultivan formas de vida democrática y de derechos a la persona, que no tuvieron
necesariamente que haberse nutrido de la cultura grecolatina.
Lamentablemente, en la mayoría de las escuelas y universidades solo se
hace referencia, y no solo en este aspecto del desarrollo de la cultura universal, a
los aportes grecolatinos, con lo que se cultiva el orgullo de pertenecer a la cultura
occidental, pero se desdeñan los valores de las culturas de otras regiones del mundo.
Hace unos años, el destacado filósofo mexicano Leopoldo Zea contaba que,
en ocasión de efectuarse una de las primeras exposiciones de la cultural mundial en
la UNESCO, en París, le correspondió acompañar a ese evento al entonces ministro
de Cultura de su país, a fin de exponer, entre otras muestras precolombinas, una
enorme cabeza de piedra de la cultura olmeca. En ese acto, el ministro de Cultura
de Francia les comentó que los mexicanos debían sentirse orgullosos de aquella
cultura olmeca, al igual que los franceses se sentían de proceder de la civilización
grecolatina. A lo que Zea replicó que, en verdad, ellos se sentían más orgullosos que
3
Paine, Thomas. Los derechos del hombre. Colección clásicos de la democracia. Universidad Autónoma de Centro
América. San José, Costa Rica. 1986, p. 53.
308
Democracia y derechos humanos: ¿“conquistas” exclusivas de la cultura occidental?
309
Pablo Guadarrama González
4
Kirk, G.S. y J.E. Raven. Los filósofos presocráticos. Leucipo y Demócrito. Trad, de M.I. Santa Cruz y N.L.Cordero.
Editorial Gredos. Madrid.. t. III. 1974, p. 415.
5
Capelletti, A. Los fragmentos de Heráclito. Editorial Tiempo Nuevo. Caracas. 1972, frag. 44 p. 86).
6
Ortíz, Hernan . La especulación iusfilosófico en Grecia Antigua: desde Homero hasta Platón. Temis. Bogotá 990., 66,
frag.p. 44.
7
Oestreich, G. y K. Sommermann. Pasado y presente de los derechos humanos. Madrid. Edit. Tecnos. 1990,p. 40.
310
Democracia y derechos humanos: ¿“conquistas” exclusivas de la cultura occidental?
8
Peces-Barba, G. Los fundamentos de los derechos humanos. Editorial Debate. Colección Universitaria. Madrid. 1998,
p. 268.
311
Pablo Guadarrama González
312
Democracia y derechos humanos: ¿“conquistas” exclusivas de la cultura occidental?
9
Jaramillo Vélez, R. Problemática actual de la democracia. Editorial Ibáñez. Bogotá. 2004, p.22.
313
Pablo Guadarrama González
314
Democracia y derechos humanos: ¿“conquistas” exclusivas de la cultura occidental?
10
M. Moro. Tomas. “Utopía” en Utopías del Renacimiento. Fondo de Cultura Económico. México. Segunda edición.
1956, p. 10.
11
Idem. 20.
12
Campanella, T. Campanella, Tomas “La ciudad del sol”. En Utopías del Renacimiento. Fondo de Cultura Económico.
México. Segunda edición. 1956, p.145.
13
Idem, 175.
14
Idem, 173.
315
Pablo Guadarrama González
15
Costa, S “Derechos humanos en el mundo poscolonial”. www.nuso.org/revista.php?n=188.
316
Democracia y derechos humanos: ¿“conquistas” exclusivas de la cultura occidental?
han sido coincidentes o confluyentes con las del mundo occidental, pero no por eso
deben ser consideradas ni superiores ni inferiores a ellas, sino únicamente distintas.
16
Fernández Bulté. J. Siete milenios de Estado y de Derecho. Editorial Ciencias Sociales. La Habana. t. I. 2008, p.118.
317
Pablo Guadarrama González
llevará los testigos que conozcan su objeto perdido; los jueces examinarán sus pa-
labras. Y los testigos de la venta, y los testigos que conozcan la cosa perdida dirán
ante el dios lo que sepan. El vendedor es un ladrón, será muerto. El dueño de la
cosa perdida la recuperará. El comprador tomará en la casa del vendedor la plata
que había pagado. Ley 10: Si el comprador no ha llevado al vendedor y los testigos
de la venta; si el dueño de la cosa perdida ha llevado los testigos que conozcan su
cosa perdida: El comprador es un ladrón, será muerto. El dueño de la cosa perdida
la recuperará. Ley 11: Si el dueño de la cosa perdida no ha llevado los testigos que
conozcan la cosa perdida: Es culpable, ha levantado calumnia, será muerto. Ley 12:
Si el vendedor ha ido al destino (ha muerto), el comprador tomará hasta 5 veces en
la casa del vendedor del objeto de la reclamación de este proceso. Ley 13: Si este
hombre no tiene sus testigos cerca, los jueces fijarán un plazo de hasta 6 meses; si al
sexto mes no ha traído sus testigos, es culpable y sufrirá el castigo de este proceso”17.
Independientemente del fundamento religioso y de la crudeza de las penali-
dades, no caben dudas de que en este código se establecen algunos derechos para los
presuntos delincuentes que los protegen contra posibles arbitrariedades o injusticias.
Es un hecho fácil de demostrar que las distintas civilizaciones han manejado
criterios bien definidos respecto a la justicia y su implementación —no exclusiva-
mente orales, sino plasmados en códigos y otros textos—, como puede apreciarse
en el caso de la India en el contenido profundamente humanista de las enseñanzas
de Bud. Este puede apreciarse en relación con el derecho que le asiste a toda persona
de ser objeto de un juicio imparcial.
Así, en el Capítulo 19 de sus enseñanzas titulado “El justo”, plantea: “256.
Aquel que decide un caso con parcialidad no es justo. El sabio debe investigar
imparcialmente tanto lo correcto como lo incorrecto. 257. Está establecido ver-
daderamente en la buena ley aquel sabio que, guiado por ella, decide lo justo y lo
injusto con imparcialidad”18.
Es evidente que la articulación entre sabiduría y virtud están contenidas en
estas consideraciones éticas y jurídicas de Buda, con anterioridad significativa a su
formulación por parte de Sócrates, del mismo modo que se adelantó al eudemonis-
mo de Epicuro, al considerar que la causa del dolor radicaba en el exceso de placer.
La mayoría de las grandes religiones más universalmente extendidas, como el
budismo, el confucianismo, el judaísmo, el cristianismo, el islamismo, a través de sus
profetas, filósofos y mentores, como Buda, Confucio, Sócrates, Aristóteles, Jesucristo,
San Agustín, Mahoma, Santo Tomas, etc., le han otorgado tanta atención al proble-
ma de las reglas de conducta moral del hombre, del lugar del individuo humano y la
persona, que prácticamente este tema se convirtió en el eje principal de convivencia
comunitaria de los seguidores de las doctrinas del maestro que las propugnaba.
17
www.historiaclasica.com/.../el-codigo-de-hammurabi.html
18
www.edu.mec.gub.uy/.../Buda%20-%20dhammapada.html
318
Democracia y derechos humanos: ¿“conquistas” exclusivas de la cultura occidental?
Uno de los derechos considerado una gran conquista de los trabajadores, incluso
relativamente reciente —pues comienza a hacerse efectivo en el siglo xix— fue el
derecho al descanso. Sin embargo, cuando se analizan algunos de los principios del
contenido jurídico tratado en las tablas de Moisés y que posteriormente formaron
parte sustancial del cristianismo, como antecedente de los derechos humanos,
sobresale el derecho a descansar al menos un día de la semana. En dichas tablas se
plantea: “Seis días trabajarás, mas en el séptimo día descansarás; aun en la arada y
en la siega, descansarás”19. Como puede apreciarse, incluso se concede el derecho
a descansar en las épocas de mayor apogeo de las siembras y las cosechas. A la
vez que se considera que se deben descansar otras jornadas más largas durante el
año, por lo que se plantea: “También celebrarás la fiesta de las semanas, la de las
primicias de la siega del trigo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año”. Esto es
determinados días festivos o vacacionales que eran merecedores los trabajadores.
De manera que lo que parece en este plano una exclusiva conquista de la cultura
occidental, tiene expresiones muy antiguas.
Por otra parte, una versión en blanco y negro de la confrontación entre el
Imperio Romano y los pueblos considerados bárbaros, francos, germanos, vánda-
los, etc., ha conducido erróneamente a imponer el criterio de que estos pueblos
desconocían por completo la vida democrática y de derechos.
Pero la historia real es algo testaruda. Parece que los germanos –al margen
en esa época de la cultura occidental– desarrollaron en muchos aspectos de su vida
política elementos muy similares a los cultivados por griegos y romanos. Engels
planteaba que: “Según Tácito, en todas partes existía el consejo de los jefes (prín-
cipes) que decidía en los asuntos menos graves y preparaba los más importantes
para presentarlos a la votación de la asamblea del pueblo […] la colectividad era
el juez entre los germanos”20. Y algo que llama mucho la atención y que fue una
conquista muy tardía en occidente, ya existía entre los germanos, al igual que en
la mayoría de los pueblos americanos precolombinos: “Las mujeres tenían voto en
las asambleas del pueblo”21.
A juicio de Engels: “En general, las tribus alemanas reunidas en pueblos tienen
pues la misma constitución que se desarrolló entre los griegos de la época heroica y
entre los romanos del tiempo llamado de los reyes: asambleas de pueblo, consejo de
los jefes de las gens, jefe militar supremo que aspira ya a un verdadero poder real”22
Según su criterio, entre los germanos el verdadero poder pertenecía a la asamblea
del pueblo, y el rey o jefe de tribu preside y el pueblo era el que realmente decidía
con aclamaciones o con ruidos con las armas. Tales asambleas eran a la vez tribunal
19
www. es.wikipedia.org/wiki/Diez_mandamientos
20
Engels., F. “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, en Marx, C. y F. Engels. Obras escogidas. Edi-
ciones en Lenguas Extranjeras. Moscú. t. II. 1955, 314.
21
Ibidem.
22
Idem. 312-313.
319
Pablo Guadarrama González
23
Suescún., A. Derecho y sociedad en la historia de Colombia. TI. El derecho Chibcha. Siglo IX-XVI. Universidad Pedagógica
y teconoógica de Colombia. Tunja 1998, p. 103.
320
Democracia y derechos humanos: ¿“conquistas” exclusivas de la cultura occidental?
Idem-211.
24
Pérez Viramontes, G. Derechos humanos y democracia. Programa Universitario de Derechos Humanos y Edu-
25
321
Pablo Guadarrama González
26
Rodríguez Mazabel, M. “Acerca de la relación entre derechos humanos y democracia”. www. democr.juridicas.unam.
mxsisjurinternacpdf10-472s.pdf
322
Democracia y derechos humanos: ¿“conquistas” exclusivas de la cultura occidental?
27
Hinkelammert, F. Sacrificios humanos y sociedad occidental: Lucifer y la bestia. Editorial del Departamento Ecuménico
de Investigaciones. San José de Costa Rica.1998.p.38.
323
Pablo Guadarrama González
Conclusiones
Un renovado análisis, como lo exige siempre la actividad investigativa y
académica, está en la obligación, a la hora de justipreciar los orígenes y diversas
expresiones de la democracia y los derechos humanos en la actualidad, de dejar atrás
enfoques eurocentristas y cualquier manifestación de etnocentrismo, lo mismo
occidental que oriental o de cualquier otra índole.
Las concepciones, prácticas e instituciones de contenido humanista, alcanzaron
indudablemente un desarrollo especial a partir del Renacimiento y la construcción
de la modernidad. La cultura occidental se ha constituido en un privilegiado reser-
vorio de sus manifestaciones, aunque hayan tenido múltiples expresiones, tanto
anteriores a su irrupción como simultáneas, pero al margen de ella en el Oriente
Antiguo, como en el mundo precolombino americano y en otras latitudes.
324
Democracia y derechos humanos: ¿“conquistas” exclusivas de la cultura occidental?
325
Pablo Guadarrama González
Bibliografía
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Zuleta, S. Educación y democracia. Un campo de combate. Corporación Tercer Milenio. Bogotá.1995.
326
El derecho como posibilidad de un
proyecto auténtico del hombre occidental
(Traducción de Libia Patricia Pérez Quimbaya)
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira*
Universidade Presidente Antônio Carlos - Faculdades de Direito
de Itabirito e Nova Lima - Brasil
1. Introducción
El ensayo que presentamos pretende reflexionar sobre algunos de los concep-
tos del Derecho tales como: derecho, proyecto, autenticidad, formación del hombre
occidental, por los cuales, buscaremos una relación para una ulterior respuesta
sobre la posibilidad enunciada en el título.
Así partiremos del entendimiento de lo que sería el fenómeno del derecho
fundado bajo la perspectiva del pensamiento de A. Castanheira Neves, para que
al relacionarlo con el pensamiento heideggeriano de proyecto auténtico de Dasein
- responder si aquel (el Derecho), asumido como creación occidental tendría con-
diciones para auxiliar auténticamente la realización de este proyecto.
En ningún momento es nuestra intención mostrar cualquier relación nece-
saria entre el pensamiento de Heidegger y el de A. Castanheira Neves, por ahora
pretendemos focalizar los conceptos enunciados y tratar, compartiendo con estos
dos autores, de responder a la cuestión ya presentada.
Así traeremos a colación alguna conceptualización y unos breves linea-
mientos sobre las condiciones de emergencia para la posibilidad del Derecho en
el pensamiento del jurista portugués; en otro punto del estudio, en la huella del
pensamiento de Heidegger, trataremos el concepto de proyecto y simultáneamente
*
Graduação em Direito pela Faculdade de Direito de Conselheiro Lafaiete. Especialização em Filosofia pela Universi-
dade Federal de Ouro Preto. Mestre em Ciências Jurídico-Filosóficas pela Faculdade de Direito da Universidade de
Coimbra – Portugal. Professor de Introdução ao Estudo do Direito, Teoria Geral do Direito, Teoria da Constituição
e Direitos Fundamentais da Universidade Presidente Antônio Carlos - Faculdades de Direito de Itabirito e Nova
Lima. Correo: bernardogbn@yahoo.com.br
327
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira
a) La condición mundana
La primera de las condiciones para que se dé el fenómeno del Derecho es
asumida y expresada en la frase de autoría de A. Castanheira Neves cuando nos
1
Cf. SANTOS COELHO, Nuno M. M. dos, Fundamentos da Teoria do Direito: A. Castanheira Neves e o Direito como
plataforma civilizacional, disponible en, http://conpedi.org/manaus////arquivos/anais/manaus/teoria_do_direi-
to_nuno_do_santos_coelho.pdf, visto el 25/06/2008.
2
Título homónimo al texto base en nuestro estudio: CASTANHEIRA NEVES, António, Coordenadas de una reflexão sobre
o problema universal do Direito – ou as condições da emergência do Direito como Direito, in, Digesta Escritos Acerca do Direito,
do Pensamento Jurídico, da sua metodologia e outros, volume 3º, Coimbra, Coimbra Editora, 2008, págs. 9-41.
328
El dereho como posibilidad de un proyecto auténtico del hombre occidental
enseña que «el mundo es uno y los hombres en él son muchos»; en este sentido,
se levanta el problema del compartir este mundo que es el “medio” para y donde
transcurren las realizaciones de los hombres volviéndose también en la posibilidad
misma de su existir.
Así, el jurista de Coimbra nos invita a reconocer dos peculiaridades de esta
interacción necesaria al estar en el mundo de los hombres: una es positiva y la otra
es negativa. En la primera los hombres disfrutan del mundo, mediados por los
demás y unidos para la realización de fines comunes y un mutuo compartir; en la
segunda, en la perspectiva negativa, el disfrutar el mundo choca con las intenciones
del otro, creando una relación de exclusividad, en mejores palabras y en lenguaje
actual, una “mediación negativa” .
Entendidas las posibilidades de mediación y de compartir el mundo, atendemos
a la necesidad intersubjetiva de la existencia del Derecho, es decir, usufructuar el
mundo es apenas posible por la mediación del otro, y en esas relaciones – positivas
o negativas – es que el Derecho podrá (deberá!) hacer actuar la justicia.
Colocando el necesario goce del mundo con los demás, podemos reconocer en
el Derecho la implicación de una existencia compartida del mundo, en que los hom-
bres asumen los derechos y deberes en relación unos con los otros, dando al derecho
la necesidad de presentarse siempre en una relación de “bilateralidad atributiva”.
Encontramos en Aristóteles substrato para el entendimiento de ésta importante
cuestión que permea el pensamiento de A. Castanheira Neves, cuestión en la cual
la realización de la justicia se daría en relación con los hombres «mediados por las
cosas». Esa existencia con-viviente de los hombres en el mundo que es «ontológica»
al Derecho, retrata la existencia de una «condición social» que es consecuencia de
la condición mundana de la existencia del hombre.3
Después de referirnos a la cuestión de existencia mundana de los hombres,
cuidaremos de su condición misma de hombre – para entonces entender su propia
existencia mundano-social, y ello, con el auxilio da la próxima condición propuesta
por A. Castanheira Neves, la antropológica existencial.
3
Cf. CASTANHEIRA NEVES, António, Coordenadas de una reflexão..., op. cit., pág. 15.
329
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira
dispone de la vida en comunidad. Por lo tanto, en este existir personal y social actúa
el orden, de forma a regular e impedir los extremos arriba mencionados, buscando
relacionar los “dos yos” para la existencia total/ “real” del hombre.
En ese sentido, el Derecho muestra dos condiciones esenciales – la mundana y
la antropológico-social-, pero aún no suficientes, cuestión que conduce a una tercera
y última condición de emergencia que será esbozada más adelante.
Según nuestra propuesta, tratemos, como punto de partida, la cuestión de
la no-especialización del Hombre. Esa característica muestra la indeterminación
natural del hombre que lo separa de los restantes animales, los cuales existen en
una naturaleza predeterminada, mientras que el hombre es existente a partir de
la ausencia de presupuestos naturales que lo colocan a transcenderse a sí mismo
como constituyente/constructor de su existencia, y de su cultura. En este sentido,
nuestro trabajo es relacionar el pensamiento de Heidegger que acentúa la existen-
cia como proyecto, siendo el Hombre asumido no-especializadamente como único
responsable por la tarea y posibilidad misma de su existir.
Esa característica fundamental y fundante del hombre, permite el reconocimiento
y su responsabilidad por su proyecto, es decir al colocarse frente a un mundo que es
capaz de trascender, el hombre se constituye, funda y fundamenta su existir a partir
de los valores que esta actitud crítica y de distanciamiento del mundo le posibilita.
El asumir las riendas del proyecto de ser, le permite al hombre trascenderse
así mismo. Pues, si el hombre no es un dato, sino un constructo constante de sí
mismo, su característica de “poder ser” lo coloca en la posibilidad de, en su supe-
ración, no sólo crearse a sí mismo, sino también a sus valores circundantes que
serán su propio mundo.
En este sentido, acompañamos a A. Castanheira Neves que nos permite el
reconocimiento de la transición de la condición antropológico existencial a una
condición axiológico-normativa del propio hombre». En ese sentido la existencia no-
especializada del hombre y su condición de trascenderse a sí mismo para constituir
su historia, nos permite reconocer que los valores podrán/deberán ser encontrados
en esa misma historia; historia en la que el hombre actúa como «pastor de su ser»
y la realiza mientras que realiza su propio existir de sentidos y valores. Lo que
significa decir, desde una responsabilidad esencial del hombre por su fundación y
fundamentación, que a partir de su “apertura al mundo” se le permite trascender
que es lo constituyente de su mundo.4
4
“También para él (Arnold Gehlen) el ser humano está abierto al mundo, y no se adapta instintivamente al mundo-
en-torno especial. Esa no- adaptabilidad disminuiría las posibilidades de sobrevivencia biológicas, si las carencias no
fuesen compensadas de otras maneras. El ser humano tiene que realizar con cultura lo que le falta por naturaleza.
Él tiene que crear para sí mismo el mundo-en-torno que le sirva.” In, SAFRANSKI, Rudiger, Heidegger – Um mestre
da Alemanha entre o bem e o mal, tradução Lya Luft, apresentação de Ernildo Stein, São Paulo, Geração Editorial,
2005, pág. 201. Itálico nosso.
330
El dereho como posibilidad de un proyecto auténtico del hombre occidental
5
“La base de ese ser-en-el-mundo determinado por con, el mundo es siempre el mundo compartido con los otros. El
mundo presente es un mundo compartido. El ser-en es ser-con los otros.” In, HEIDEGGER, Martin, Ser e Tempo,
tradução revisada de Marcia Sá Cavalcante Schuback, Petrópolis, Editora Vozes,2006, pág. 175.
331
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira
6
Cf. CASTANHEIRA NEVES, António, Coordenadas de una reflexão..., op. cit., pág. 22.
332
El dereho como posibilidad de un proyecto auténtico del hombre occidental
7
Cf. SANTOS COELHO, Nuno M. M. dos, El principio ontológico de la historicidad radical y el problema de la au-
tonomía del derecho: Ensayo de una aproximación filosófica al jurisprudencialismo, in, Revista da Faculdade de
Direito da Universidade Federal de Minas Gerais, Belo Horizonte, nº47 / Jul.-Dez., 2005, págs. 238-239
333
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira
realización de la persona; persona como proyecto del hombre y así del Derecho,
lo que significa saltar de la condición antropológica del hombre para volverlo una
«adquisición axiológica».
El Derecho no es una necesidad de la existencia de los hombres, así como la
persona solo existirá si hay esa disposición para su realización/adquisición, que se
dará por intermedio del Derecho en cuanto regulador que posibilita y necesita de
esa existencia para estar en mundo de los hombres.
Este salto sirve como puente para que nuestra búsqueda se oriente hacia el
pensamiento de Heidegger. Pues, para que haya el reconocimiento de la persona
es necesario que el hombre tenga una actitud dispuesta a lo mismo, o sea, para que
los otros me reconozcan como persona necesito reconocerlos también. Es decir que
vistas las cosas sobre el prisma que pretendemos, significaría identificar el Derecho
como el proyecto del hombre que permite una adquisición de sí mismo en cuanto
persona. A disponer de cualquier necesidad ontológica acerca de la existencia del
hombre.
“Está el hombre en el Derecho cuando realiza la condición ética de la emergencia
del Derecho como Derecho, cuando el hombre no es apenas sujeto [...] pero
mientras se funda como persona. La persona es con el reconocimiento del
otro como sujeto-persona (también como yo soy) y no como simples objeto.”8
Así, la igualdad, necesaria a la realización de justicia, ínsita al ser del Derecho,
importa que sea/esté aliada a una actitud responsable en la comunidad. Así, es ne-
cesario evidenciar que apenas en un orden comunitario de atención al otro es que
concebimos esa posibilidad, ahora, la actitud responsable es ya un reconocimiento
del otro como fin.
Por lo tanto, afirmamos, una vez más, la necesidad de la atención al Derecho
como proyecto/respuesta posible. Aquí, la opción por el Derecho no es colocada
de forma liviana como más una escogencia cualquiera, en un caso particular, se
trata de optar por ser o no persona. Por lo tanto, en las «alternativas al Derecho»,
esa posibilidad se disipa cuando reconocemos – en la política, en la economía, por
ejemplo – un ascenso del hombre a un nivel medio, lo que en la propuesta jurídica
de A. Castanheira Neves se nos muestra inconcebible.
En este sentido es que insistimos en nuestra búsqueda sobre la posibilidad
de reconocer en el Derecho - visto sob este prisma - la respuesta posibilitadora de
la realización auténtica del dasein occidental, es decir, la adquisición/formación/
construcción del hombre en cuanto persona.
8
Ibdem, pág. 238.
334
El dereho como posibilidad de un proyecto auténtico del hombre occidental
9
Cf. HEIDEGGER, Martin, Ser e Tempo..., op. cit., págs. 43-44. Esta posición “creadora” en relación al existir mundano
es punto crucial en el entendimento del tipo de hombre occidental que el Derecho en cuanto posibilidad/tarea y
escogencia permite reconocer; este pensamiento del Derecho, a rechazar la necesidad ontológica que encontramos
por ejemplo en el vetusto dicho ubi societas, ibi ius, ahora, aquí la responsabilidad del dasein es tarea impuesta y
dada unicamente en el orden de la escogencia por parte de la constitución o no de su existencia permeada por el
Derecho.
335
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira
del mismo, pues, esta presencia se realiza también por el modo con que ella “amolda”
ese espacio, dando entonces, al entendimiento la posibilidad de estar-presente-en
cuanto-realiza el mundo.
A este amoldarse, característico del dasein, es que nos referimos en cuanto
posibilidad de una realización de su proyecto en que la facticidad del mundo no
es impuesta/dada, más si re-creada a cada acto de sentido que el dasein proyecta
para y en su existir. Así, un proyecto constante de recreación de si y del mundo
circundante, un estar en mundo en cuanto crea ese mundo.
10
Cf. ABBAGNANO, Nicola, Dicionário de Filosofia, tradução da 1ª edição brasileira coordenada e revista por Alfredo
Bosi, São Paulo, Martins Fontes, 2007, verbete: Autêntico, pág. 108.
11
“En la pre-sencia, la angustia revela el ser para el poder ser más propio, es decir, el ser-libre para la libertad de
asumir y escogerse a si mismo. La angustia arrastra la pre-sencia para el ser-libre para.” (HEIDEGGER, 1993, p.
252). Por esta capacidad que le es inherente, el hombre, como abertura y autonomía, puede vivir su dimensión
de la libertad como algo propio, intransferible.” In, SILVA NAVES, Gilzane, Liberdade e autenticidade em Martin
Heidegger: una análise fenomenológica do hombre, in, http://200.233.146.122:81/revistadigital/index.php/poros/
article/viewFile/89/79 , visto em 06/01/2010.
336
El dereho como posibilidad de un proyecto auténtico del hombre occidental
337
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira
12
Cf. CASTANHEIRA NEVES, António, O problema da universalidade do direito – ou o direito hoje, na diferença e no en-
contro hunano-dialogante das culturas, in, Digesta Escritos acerca do direito, do pensamento jurídico, da sua metodologia
e outros. Volume 3º, Coimbra, Coimbra Editora, 2008, pág. 115.
338
O direito como possibilidade de um
projeto autêntico do homem ocidental
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira*
Universidade Presidente Antônio Carlos - Faculdades de Direito
de Itabirito e Nova Lima - Brasil
1. Introdução
O ensaio que apresentamos quer refletir sobre os conceitos Direito, projeto,
autenticidade e formação do homem ocidental, dentre os quais, buscaremos uma
relação para uma ulterior resposta sobre a possibilidade anunciada no título.
Assim, partiremos do entendimento do que seria o fenômeno do Direito
fundado sob o prisma do pensamento de A. Castanheira Neves, para - ao relacioná-
lo com o pensamento heideggeriano de projeto autêntico do dasein - responder
se aquele (o Direito), assumido como criação ocidental teria condições de auxiliar
autenticamente na realização deste projeto.
Em nenhum momento tencionamos mostrar qualquer relação necessária
entre o pensamento de Heidegger e A. Castanheira Neves, por ora, pretendemos
focar os conceitos anunciados e procurar em compartilha com esses dois autores,
responder a questão já aventada.
Assim, traremos a conceituação e breves delineamentos sobre as condições
de emergência para a possibilidade do Direito no pensamento do jurista português;
em outro ponto do estudo, na esteira do pensamento de Heidegger, trataremos do
conceito de projeto e simultaneamente procuraremos esclarecer o que significa a
autenticidade desse projeto dentro do contexto anunciado.
*
Graduação em Direito pela Faculdade de Direito de Conselheiro Lafaiete. Especialização em Filosofia pela Universi-
dade Federal de Ouro Preto. Mestre em Ciências Jurídico-Filosóficas pela Faculdade de Direito da Universidade de
Coimbra – Portugal. Professor de Introdução ao Estudo do Direito, Teoria Geral do Direito, Teoria da Constituição
e Direitos Fundamentais da Universidade Presidente Antônio Carlos - Faculdades de Direito de Itabirito e Nova
Lima. Correo: bernardogbn@yahoo.com.br
339
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira
a) A condição mundanal:
A primeira das condições para a existência e para a doação do fenômeno do
Direito é assumida na excelente frase de autoria de A. Castanheira Neves quan-
1
Cf. SANTOS COELHO, Nuno M. M. dos, Fundamentos da Teoria do Direito: A. Castanheira Neves e o Direito como
plataforma civilizacional, disponível em, http://conpedi.org/manaus////arquivos/anais/manaus/teoria_do_direi-
to_nuno_do_santos_coelho.pdf, visto em 25/06/2008.
2
Título homônimo ao texto base em nosso estudo: CASTANHEIRA NEVES, António, Coordenadas de uma reflexão
sobre o problema universal do Direito – ou as condições da emergência do Direito como Direito, in, Digesta Escritos Acerca
do Direito, do Pensamento Jurídico, da sua metodologia e outros, volume 3º, Coimbra, Coimbra Editora, 2008, págs.
9-41.
340
O direito como possibilidade de um projeto autêntico do homem ocidental
do nos ensina que «o mundo é um e os homens nele são muitos», nesse sentido,
coloca-se o problema da partilha desse mundo que é «meio» para e onde decorrem
as realizações dos homens sendo possibilidade mesma de seu existir.
Assim, o jurista de Coimbra nos convida a reconhecermos duas peculiarida-
des dessa interação necessária ao estar no mundo dos homens, quais sejam: uma
positiva e uma negativa, em que na primeira os homens desfrutam do mundo me-
diados pelos outros e unidos para a realização de fins comuns e partilha mútua; de
oturo lado, a perspectiva negativa é aquela em que a fruição do mundo esbarra nas
intenções do outro criando uma relação de exclusividade, ou em melhores palavras,
uma «mediação negativa» agora.
Entendidas as possibilidades de mediação e partilha do mundo, atendemos
à necessidade intersubjetiva de existência do Direito, ou seja, usufruir o mundo é
apenas possível pela mediação do outro, e nessas relações – positivas ou negativas
– é que o Direito poderá (deverá!) fazer atuar a justiça.
Com essa colocação, da necessária fruição do mundo com os outros, podemos
reconhecer o Direito a implicar uma existência compartilhada do mundo para seu
existir mesmo, em que os homens assumem direitos e deveres em relação uns com
os outros, dando ao Direito a necessidade de apresentar-se sempre numa relação
de «bilateralidade atributiva».
Encontramos em Aristóteles substrato para o entendimento desta importante
questão que perpassa o pensamento de A. Castanheira Neves, questão na qual a
realização da justiça dar-se-ia na relação entre os homens sempre «mediados pelas
coisas». Essa existência con-vivente dos homens no mundo que é «ontológica» ao
direito, retrata a existência de uma «condição social» que é consequência da condição
mundanal de existência do homem.3
Após referirmos à questão da existência mundanal dos homens, cuidaremos
da sua condição mesma de homem - para então entendermos a sua própria exis-
tência mundano-social -, e isto, com o auxílio da próxima condição aventada por
A. Castanheira Neves, antropológico existencial.
3
Cf. CASTANHEIRA NEVES, António, Coordenadas de uma reflexão..., op. cit., pág. 15.
341
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira
4
“Também para ele (Arnold Gehlen) o ser humano está aberto ao mundo, e não se adapta instintivamente a mundo-
em-torno especial. Essa não- adaptabilidade diminuiria as chaces de sobrevivência biológicas, se as carências não
fossem compensadas de outras maneiras. O ser humano tem de realizar com cultura o que lhe falta como natureza.
Ele tem de criar para si mesmo o mundo-em-torno que lhe sirva.” In, SAFRANSKI, Rudiger, Heidegger – Um mestre
da Alemanha entre o bem e o mal, tradução Lya Luft, apresentação de Ernildo Stein, São Paulo, Geração Editorial,
2005, pág. 201. Itálico nosso.
342
O direito como possibilidade de um projeto autêntico do homem ocidental
5
“À base desse ser-no-mundo determinado pelo com, o mundo é sempre o mundo compartilhado com os outros. O
mundo da presença é mundo compartilhado. O ser-em é ser-com os outros.” In, HEIDEGGER, Martin, Ser e Tempo,
tradução revisada de Marcia Sá Cavalcante Schuback, Petrópolis, Editora Vozes,2006, pág. 175.
343
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira
6
Cf. CASTANHEIRA NEVES, António, Coordenadas de uma reflexão..., op. cit., pág. 22.
344
O direito como possibilidade de um projeto autêntico do homem ocidental
7
Cf. SANTOS COELHO, Nuno M. M. dos, O princípio ontológico da historicidade radical e o problema da autonomia
do direito: Ensaio de uma aproximação filosófica do jurisprudencialismo, in, Revista da Faculdade de Direito da
Universidade Federal de Minas Gerais, Belo Horizonte, nº47 / Jul.-Dez., 2005, págs. 238-239
345
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira
Esse salto serve como ponte para que nossa pesquisa caminhe na busca
do pensamento de Heidegger. Pois, para que haja o reconhecimento da pessoa é
necessário ao homem que tenha uma atitude disposta a tanto, ou seja, para que
os outros me reconheçam como pessoa necessito reconhecê-los também. O que,
vistas as coisas sobre o prisma que pretendemos, significaria indentificar o Direito
como o projeto do homem que permite uma aquisição de si mesmo enquanto pes-
soa. A dispor de qualquer necessidade ontológica acerca da existência do homem.
“Está o homem no direito quando realiza a condição ética da emergência do direito
como direito, quando o homem não é apenas sujeito [...] mas enquanto se funda
como pessoa. A pessoa é com o reconhecimento do outro como sujeito-pessoa
(também como eu sou) e não como simples objecto.”8
Assim, a igualdade, necessária à realização da justiça, ínsita ao ser do Direito,
importa que seja/esteja aliada a uma atitude responsável na comunidade. Assim,
necessário evidenciar que apenas numa ordem comunitária de atenção ao outro é que
concebemos essa possibilidade, ora, a atitude responsável é já um reconhecimento
do outro como fim.
Portanto, mais uma vez a afirmação da necessidade do atendimento ao Direito
como projeto/resposta possível. Aqui, a opção pelo Direito não é colocada de forma
leviana como mais uma escolha qualquer, nesse caso, trata-se de optar por ser ou
não pessoa. Ora, nas «alternativas ao Direito», essa possibilidade se esvai quando
reconhecemos – na política, na economia, por exemplo – um erguer do homem a
um patamar de meio, o que na proposta jurídica de A. Castanheira Neves se nos
mostra inconcebível.
Nesse sentido é que perquirimos em nossa pesquisa sobre a possibilidade de
reconhecer no Direito - visto sob este prisma - a resposta possibilitadora da reali-
zação autêntica do dasein ocidental, ou seja, a aquisição/formação/construção do
homem enquanto pessoa.
8
Ibdem, pág. 238.
346
O direito como possibilidade de um projeto autêntico do homem ocidental
9
Cf. HEIDEGGER, Martin, Ser e Tempo..., op. cit., págs. 43-44. Essa posição “criadora” em relação ao existir mun-
dano é ponto crucial no entendimento do tipo de homem ocidental que o Direito enquanto possibilidade/tarefa
e escolha permite reconhecer; este pensamento de Direito, a rechaçar a necessidade ontológica que encontramos
por exemplo no vetusto brocado ubi societas, ibi ius, ora, aqui a responsabilidade do dasein é tarefa imposta e dada
unicamente na ordem de escolha pela constituição ou não de sua existência permeada pelo Direito.
347
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira
10
Cf. ABBAGNANO, Nicola, Dicionário de Filosofia, tradução da 1ª edição brasileira coordenada e revista por Alfredo
Bosi, São Paulo, Martins Fontes, 2007, verbete: Autêntico, pág. 108.
11
“Na pre-sença, a angústia revela o ser para o poder ser mais próprio, ou seja, o ser-livre para a liberdade de assu-
mir e escolher a si mesmo. A angústia arrasta a pre-sença para o ser-livre para.” (HEIDEGGER, 1993, p. 252). Por
esta capacidade que lhe é inerente, o homem, como abertura e autonomia, pode viver sua dimensão da liberdade
como algo próprio, intransferível.” In, SILVA NAVES, Gilzane, Liberdade e autenticidade em Martin Heidegger:
uma análise fenomenológica do homem, in, http://200.233.146.122:81/revistadigital/index.php/poros/article/
viewFile/89/79 , visto em 06/01/2010.
348
O direito como possibilidade de um projeto autêntico do homem ocidental
12
Cf. CASTANHEIRA NEVES, António, O problema da universalidade do direito – ou o direito hoje, na diferença e no en-
contro humano-dialogante das culturas, in, Digesta Escritos acerca do direito, do pensamento jurídico, da sua metodologia
e outros. Volume 3º, Coimbra, Coimbra Editora, 2008, pág. 115.
349
Bernardo Gomes Barbosa Nogueira
Bibliografía
ABBAGNANO, Nicola, Dicionário de Filosofia, tradução da 1ª edição brasileira coordenada e revista por
Alfredo Bosi, São Paulo, Martins Fontes, 2007, verbete: Autêntico.
CASTANHEIRA NEVES, António, Coordenadas de uma reflexão sobre o problema universal do Direito – ou as
condições da emergência do Direito como Direito, in, Digesta Escritos Acerca do Direito, do Pensamento
Jurídico, da sua metodologia e outros, volume 3º, Coimbra, Coimbra Editora, 2008, págs. 9-41.
CASTANHEIRA NEVES, António, O problema da universalidade do direito – ou o direito hoje, na diferença e no
encontro humano-dialogante das culturas, in, Digesta Escritos acerca do direito, do pensamento jurídico,
da sua metodologia e outros. Volume 3º, Coimbra, Coimbra Editora, 2008
HEIDEGGER, Martin, Ser e Tempo, tradução revisada de Marcia Sá Cavalcante Schuback, Petrópolis,
Editora Vozes,2006,
SAFRANSKI, Rudiger, Heidegger – Um mestre da Alemanha entre o bem e o mal, tradução Lya Luft, apresen-
tação de Ernildo Stein, São Paulo, Geração Editorial, 2005.
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como plataforma civilizacional, disponível em, http://conpedi.org/manaus////arquivos/anais/
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autonomia do direito: Ensaio de uma aproximação filosófica do jurisprudencialismo, in, Revista da
Faculdade de Direito da Universidade Federal de Minas Gerais, Belo Horizonte, nº47 / Jul.-Dez., 2005
SILVA NAVES, Gilzane, Liberdade e autenticidade em Martin Heidegger: uma análise fenomenológica do
homem, in, http://200.233.146.122:81/revistadigital/index.php/poros/article/viewFile/89/79 , visto
em 06/01/2010.
350
El pragmatismo de Richard Rorty:
en contra del dogmatismo moral
Carlos Alberto Agudelo*
Profesor de Introducción al Derecho, Teoría de la argumentación Jurídica,
Filosofía Política y Filosofía del Derecho
Universidad de Caldas – Manizales, Colombia
*
Filósofo, Abogado, Magíster en filosofía de la Universidad de Caldas. Aspirante a Doctor en Derecho de la Univer-
sidad de los Andes. Docente de Introducción al Derecho, Teoría de la argumentación Jurídica, Filosofía Política y
Filosofía del Derecho. Correo: ca.agudelo972@uniandes.edu.co
1
RORTY, Richard. La filosofía y el espejo de la naturaleza. Traducción de Jesús Fernández Zulaica. Madrid: Cátedra,
1995.
351
Carlos Alberto Agudelo
Ahora bien, como no hay representaciones neutrales de las cosas, como toda
proposición está determinada por las creencias y deseos de quien las elabora, las
proposiciones no son reflejo de los hechos sino de nuestros intereses. Y como los
hechos no son algo intrínseco y externo al hombre, sino que los hechos son sólo
las experiencias que se acomodan exitosamente a los acuerdos o propósitos de las
personas, la teoría de la verdad por correspondencia es falsa. En su obra justamente
quiere derribar el mito del espejo, o sea de que nuestra mente es un espejo que pue-
de reflejar el mundo y que el mundo se refleja en él, dando paso a un conocimiento
verdadero, correspondentista de las cosas. Pero no hay tal. El mundo son nuestros
intereses. La mente está llena de prejuicios y no es un espejo, no refleja nada. De ahí
que, la verdad por correspondencia es un invento de los filósofos.
2. La epistemología
Richard Rorty ataca a los filósofos modernos, a los que denomina representacio-
nalistas. Descartes, Locke, Hume y Kant. La idea de que entre el hombre y el mundo hay
un punto mediador (las ideas, o las representaciones, los fenómenos) que le permite
al hombre acercarse a la naturaleza de las cosas, para Rorty es falsa. No nos hacemos
una imagen del mundo a través de las ideas, representaciones o fenómenos, sino que
interactuamos directamente con el mundo. Lo mismo con respecto a las proposiciones,
que gracias al giro lingüístico que surge de la filosofía de Frege, pasaron a ocupar el
lugar de las ideas, representación o fenómenos. Las proposiciones no son la imagen
mental de las cosas, pues no hay imagen mental de las cosas, las proposiciones son el
lenguaje que en un determinado momento los hombres hablaron. En tanto cambian
los hombres, las épocas y prácticas, cambian las proposiciones. Por esto, para Rorty,
las proposiciones no se sostienen o se abordan por ser verdaderas o falsas, sino porque
las gentes cambian de lenguajes y de prácticas comunicativas. Las proposiciones que
parecen verdaderas, realmente no es que sean verdaderas, sino que en determinado
momento son las más útiles y exitosas. Así, Rorty cambia la idea de conocimiento ver-
dadero, ya sea el representacional moderno, o conocimiento proposicional verdadero
contemporáneo, por lenguajes, o formas de comunicación exitosas y útiles.
3. La objetividad
Para Rorty la objetividad entendida como el conocimiento universal y libre
de prejuicios sociales y temporales no existe. En tanto ser objetivo es ser capaz
de emitir juicios independientes de los intereses, deseos de cualquier individuo o
comunidad, para Rorty no existe la objetividad, ni siquiera en ciencia. De nuevo, el
piensa que toda teoría, toda descripción de las cosas siempre se hace desde un punto
de vista. Y en tanto las descripciones son causadas por el interés de cierto grupo de
352
El pragmatismo de Richard Rorty: en contra del dogmatismo moral
humanos a que un pedazo del mundo se comporte de cierta manera, toda descrip-
ción y toda experimentación del mundo están abocadas a la subjetividad. Rorty se
declara pragmatista pues piensa que lo objetivo y lo verdadero es sólo aquello que es
más conveniente para nuestro determinado modo de pensar, que en tanto cambia,
haría volátil y variable lo objetivo y verdadero. En consecuencia no cree en la verdad.
4. El lenguaje
Rorty a lo Foucault piensa que el lenguaje es el que constituye la realidad.
En “Contingencia, ironía y solidaridad”2 asume que el lenguaje con su contingencia,
variaciones semánticas y dependencia espacial (Los lenguajes son todos espaciales,
están en territorios específicos) configuran lo más cercano a lo que pueda llamarse
realidad. Como buen relativista, (no el relativismo burdo) piensa que puede haber
tantas formas de ser de la realidad como lenguajes existentes. Pero además, no cree
que la traducción sea posible. Que una comunicación entre culturas pueda darse
con neutralidad, pues en tanto cada lenguaje es distinto, cada forma de realidad es
distinta, y ninguna es reducible o intertraducible en otra. En “Verdad y Progreso” dice
que en un sentido más amplio de construcción social, todo, incluidas las jirafas y las
moléculas, está socialmente construido, ya que ningún vocabulario (por ejemplo el
de la zoología o el de la física) fracciona la realidad por sus junturas(o articulaciones).
La realidad no tiene junturas. Solamente tiene descripciones, unas socialmente
más útiles que otras. Por último, a Rorty le parece importante un lenguaje nuevo
que revalué el ya existente, son palabras nuevas que en principio pueden ser muy
insensatas, pero después se van aceptando socialmente, redescribiendo el mundo
con un lenguaje que no sea exclusivamente el de las proposiciones científicas.
2
RORTY, Richard. Contingencia, ironía y solidaridad. Traducción de Alfredo Eduardo Sinnot. Barcelona: Paidós,1991
353
Carlos Alberto Agudelo
comete el error de no poder adaptar las obligaciones morales con las necesidades del
resto de las personas. Kant pretende hacer una separación muy fuerte entre moralidad
y prudencia a través de un fundamento racional. De este modo, Rorty no acepta un
tribunal de la razón que nos manifieste cómo debemos comportarnos con los demás en
las contingencias y las discordias con base en una ley moral. Como lo dije antes, Rorty
piensa que así como el lenguaje nace de un entramado de situaciones discontinuas no
puede sostenerse que hubo un punto donde el lenguaje se vuelve lógico-perfecto para
representar la realidad tal cual es. El lenguaje es contingente cómo lo es también la
prudencia y la moralidad. Así que el argumento kantiano que distingue la moralidad
de la prudencia, es insostenible, no hay una facultad humana exclusiva de los hombres
racionales que nos haga distintos de los otros. El miedo a la falta de reglas, dice el
autor, nos condujo a la falsa creencia de que sin leyes morales inmutables, caeríamos
en el caos moral3.
3
RORTY, Richard. El pragmatismo, una versión. Traducción de Joan Vergés Gifra. Barcelona: Editorial Ariel, 2000,
Pág 204
354
El pragmatismo de Richard Rorty: en contra del dogmatismo moral
4
El pragmatismo, una versión, Op. Cit. Pág, 213.
355
Carlos Alberto Agudelo
cia del valor humano, abandonando la seguridad por más creencias en conflicto y
constructivas, no podrá ser exitosa desde el punto de vista pragmático.
a) Dilemas morales
Lo que le interesa a Rorty es mostrar un conflicto entre justicia y lealtad. Para
esto ejemplifica la situación con las familias y expresa que hay más lealtad entre
su grupo familiar que frente a los vecinos, el problema con estos es un tema de la
justicia como lo pensaba Kant, de obligación. Ahora bien, entre más tensas o feas
estén las cosas entre las familias, la lealtad empieza a disminuir, cerrándose más
el círculo. Por ejemplo, la lealtad entre especies es más común que en las que no
lo son, los vegetarianos creen que los animales tienen derechos, mientras que las
personas no vegetarianas no van a ser tan leales con los animales como para no
comérselos, a no ser que sean perjudiciales para su salud. Una familia, por ejemplo,
después de un holocausto nuclear debe enfrentarse a la situación si comparten o
no su comida con sus vecinos, o los mantienen a raya con una “escopeta en mano”.
El dilema es si amplío mi lealtad estrecha con mis familiares con una lealtad más
amplia con los demás en pro de la justicia, para calificarla como “la justicia como
lealtad más amplia”.
356
El pragmatismo de Richard Rorty: en contra del dogmatismo moral
c) Rawls y Habermas
Rorty, citando a Rawls, muestra como una sociedad bien ordenada postula
los principios de libertad y de igualdad para que las personas razonables respeten
una concepción de justicia política que vela por el bien común. Esta cooperación
dada por personas razonables admiten por lo menos unos mínimos derechos de
subsistencia como la vida, la libertad, la eliminación de la esclavitud etc. Pero dicha
postura en principio elimina otros auditorios que poseen “doctrinas comprensivas”
que no serían aceptadas por ir en contra de los presupuestos de Rawls, pues sus cos-
tumbres no son aceptadas dentro de tal cooperación, así se pregone un pluralismo
razonable ya que este impone ciertos límites. Rorty piensa, así lo creo, que la tesis de
Rawls es a-histórica, partiendo de su posición original, donde todos deben ignorar
de donde vienen, sus ideologías etc. Pero una idea así iría en contra de lo que Rorty
quiere defender desde su contextualisimo. La idea de Rorty es respetar los contextos
históricos que, al mismo tiempo, nos hacen diferentes, pero que es en la diferencia,
donde debemos ser tolerables. Sin embargo, cree Rorty, que la apelación a la razón
práctica kantiana realizada por Rawls, es más útil cuando explica su concepción de
racionalidad que está presente en los hablantes cuando se comunican para ofrecer
justificaciones a sus afirmaciones.
En esta línea de argumentación presenta a Habermas cuando sostiene que
lo común con Rawls es que su racionalidad es la que permite decir en un diálogo
con los demás que “tus propias creencias fundamentales, las que son centrales a
tu propia identidad moral, sugieren que deberías estar de acuerdo con nuestra
propuesta”5. Esta discusión nos puede ir conduciendo a otro tipo de identidades
morales que en principio, creíamos imposibles para convivir con ellas. Con el tiempo
se van aceptando creencias de los otros a través de una intersubjetividad que nace
de las exigencias morales de cada uno de los hablantes. De modo que las fuentes
de la justicia y la lealtad no son diferentes como lo pensaba Kant, puesto que la
racionalidad discursiva genera un diálogo que alcanza una lealtad más amplia, por
ejemplo, cuando discutimos o llegamos a acuerdos no coercitivos con personas que
creíamos muy distintas a nosotros, formamos comunidades que van ampliando
nuestro círculo de lealtad y nos damos cuenta que aquellas personas son también
razonables y lo más parecidas a nuestras propias formas de pensar y ver el mundo.
5
El pragmatismo, una versión, Op. Cit. Pág, 241.
357
Carlos Alberto Agudelo
Con ellas creamos confianza y un sentimiento igual de parecido al que tenemos con
grupos más cercanos, los hijos.
Finalmente, si abandonamos la idea de utilizar la razón como tribunal en to-
dos los discursos y pasamos a un diálogo más persuasivo donde la retórica y la doxa
también nos puedan llevar por un buen camino, eliminamos la vieja dicotomía entre
conocimiento y doxa planteada desde los griegos. En términos de un dialogo libre y
democrático, sería más razonable y más notable el entrecruzamiento entre creencias
y deseos para poder vivir y crear amistades con los otros, cuando esto no es posible,
tratamos a los demás como “locos” y queda excluido de nuestro auditorio. Pero lo que
debemos pensar es que aquellas personas (“locas”) no tienen aquellas creencias que
puedan hacer que podamos tener un diálogo provechoso. Ahora bien, no se trata de
vencer al otro con el mejor argumento, porque caeríamos en el error de pensar en un
argumento transcultural hegemónico que validara las otras culturas, pero un argu-
mento de esta clase, no es posible identificarlo con proposiciones que represente un
orden natural de preferencia. “Los argumentos sólo pueden ser evaluados en función
de su eficacia a la hora de producir acuerdos entre personas particulares” dadas en
contextos relacionales diferentes. Una sociedad no puede exigir que nos comporte-
mos de tal o cual manera, lo que deben decirnos es, aquí están nuestras creencias,
nuestras disputas, lo que hemos dejado atrás para mejorar una situación, si de algo
puede servir a otras comunidades, lo pueden tomar para su propia satisfacción.
Esta es una tesis etnocéntrica y menos universalista para edificar una comunidad
de confianza y, porque no, como diría Rorty “estar mejor preparados para construir
la clase de comunidad moral mundial que Rawls describe en el derecho de gentes”6.
La apuesta de Rorty
1. Relativista-panrelacionista- contextualista
Rorty expresa que ninguna descripción de la forma de ser de las cosas desde
la perspectiva de Dios, ningún anclaje celestial ofrecido por una ciencia actual o
por surgir, va a liberarnos de la contingencia de haber sido aculturados como lo
hemos sido. “Nuestra aculturación es lo que hace ciertas opciones vivas, importan-
tes o forzosas, volviendo otras muertas, triviales u opcionales”7. De modo que no
hay nada que nos representemos porque la naturaleza de las cosas tendría que ser
aprensible y esto no es razonable, la “cosa en sí” kantiana es incognoscible y sólo es
posible conocer los fenómenos como se me aparecen. La tarea de Rorty es mostrar
un ataque al esencialismo para hacer ver que las cosas “son como son en virtud de
6
El pragmatismo, una versión, Op. Cit, Pág, 246.
7
Rorty, Objetividad, Relativismo y Verdad, Op. Cit. pág. 31.
358
El pragmatismo de Richard Rorty: en contra del dogmatismo moral
las relaciones que mantienen con las demás cosas”8, es lo que el filósofo ha deno-
minado, Panrelacionismo, expliquémoslo con un ejemplo: “formúlense la pregunta
de cuál es la esencia del número 17, qué es en sí mismo, aparte de las relaciones que
mantiene con los otros números. Lo que se pide es una descripción del 17 de clase
distinta a las siguientes descripciones: menos que 22, más que 8, la suma de 6 y 11,
la raíz cuadrada de 289, el cuadrado de 4,123105… lo molesto de cada una de estas
descripciones es que no parece que ninguna de ellas se acerque más al número 17
que las demás… uno podría ofrecer un número infinito de descripciones distintas
del 17… no parece que ninguna de esas descripciones ofrezca una pista siquiera de
la intrínseca diecisietidad del diecisiete, la característica única que hace que sea el
número que justamente es. Por cuál de esas descripciones optamos es, obviamente,
un asunto sobre qué propósito tenemos en mente…9 Con este ejemplo podemos
decir que en moral y ética también hay una serie de relaciones con las creencias
de los demás. Esta tesis va en contra del esencialismo, donde se cree que hay una
esencia de una relación independiente de las demás, pero todo no es más que un
entramado de conjeturas. Finalmente no se trata de un relativismo “burdo” según
el cual solo es verdad lo que cierta cultura acepte como verdad, sino que se trata
de desbordar tal creencia y entrar a compartir las creencias en conflicto con otras
culturas para hacer mejor a la humanidad.
2. Antiautoritarismo-antidogmátismo
Expliquémoslo con el ejemplo del ironista. La actitud ironista que propone el
neopragmatismo de Rorty es, precisamente, la que posee aquél que (i) tiene constan-
temente dudas radicales acerca de su léxico último, (ii) entiende que éste no provee
las respuestas a las dudas presentadas y (iii) desecha la idea que su léxico último
esté en algún lugar de privilegio epistémico que lo acerque más a la “realidad” que
los demás10. Por ejemplo, dice Rorty, lo místico es un modo de superar los límites
de la lengua que se habla y llegar a la creación de un nuevo lenguaje, que a su vez
lleva al progreso moral e intelectual.11 Se trata de revisar nuestro léxico último para
dar cabida a un nuevo lenguaje para comprender el mundo, una tesis muy heide-
ggeriana del “ser abierto” al mundo. Así pues es antidogmático y antiautoritarista
porque “si algo no supone diferencia en la práctica, tampoco debe marcar ninguna
diferencia en la filosofía”. Las posiciones dogmáticas no muestran diferencias en
las prácticas. Rorty argumenta que nosotros podemos comprender mejor las cosas
que nuestros antepasados. Hemos madurado más experiencia que aquella con que
contaban ellos. Sin embargo, no estamos más cerca que ellos de una verdad uni-
8
Rorty, Richard, El Pragmatismo, una versión. págs. 140.
9
El pragmatismo, una versión, pág. 144.
10
Rorty, Contingencia, Ironía y Solidaridad, Op. Cit.
11
Rorty, Richard. Ética para laicos.Traducción de Luciano Padilla López. Buenos Aires: Katz editores, pag. 30.
359
Carlos Alberto Agudelo
versal: somos sencillamente más expertos, más capaces de comprender qué cosas
podrían causar el mal y qué cosas podrían causar el bien.12
3. Consecuencialista-utilitarista
Para Stuart Mill, Dewey, Habermas y los demás filósofos de la democracia
social, la respuesta a la pregunta “¿son malos algunos deseos humanos? Es “no”.
Según Rorty algunos deseos ponen un palo entre las ruedas de nuestro proyecto
de maximizar la satisfacción completa del deseo13, en este caso, el utilitarismo sig-
nifica ampliar la franja de las personas que tienen distintos deseos y que cada uno
pueda justificarlos en relación con ese auditorio, pues la verdad no es la meta de
la investigación, sino poder justificar nuestras acciones en casos contextuales sin
pretensiones de universalidad como lo pretendía Habermas. Los presupuestos de
la intersubjetividad es una opción a la objetivad para que los hablantes puedan ir
avanzando en un discurso cada vez más exitoso para sus creencias y deseos.
4. Naturalista
De la mano de lo anterior, hay que decir que si se toma en serio un darwinismo
naturalista como lo hace el pragmatismo de Rorty, la noción misma de verdad por corres-
pondencia resulta difícil de integrar en el relato evolucionista. “Es difícil imaginar que,
en un determinado momento del proceso evolutivo, en algún punto entre el calamar y
el simio, dichas pautas empezaran a estar determinadas por representaciones internas
cuando previamente lo habían estado por meras configuraciones neurológicas”14. El
darwinismo exige pensar en lo que hacemos y lo que somos como algo continúo con
lo que son y lo que hacen amebas, arañas y ardillas. La experiencia que es compartida
con miembros de otras especies muestra como pasamos de formas simples a formas
más complejas de comportamiento. El bebé adquiere ideas por la experiencia, desde
el balbuceo hasta decir mamá y llegar en su etapa madura a conocer sistemas teóricos
más complejos, el bebé no comprende de entrada un amasijo de ideas dispares. Así
mismo es la evolución, va pasando de etapa en etapa a un nivel superior. En moral
tratamos de mejorar lo que fue dañino o desventajoso en una sociedad pasada para no
caer en los mismos problemas que aquellos tuvieron. Por tanto no hay duda .de que
existe una continuidad causal entre la experiencia como una cuestión de funciones
y de hábitos, de ajustes activos y el pensamiento.15 Este naturalismo es consecuente
con una teoría pragmática de la verdad que según Dewey pone al individuo en una
12
Ibídem, Ética para laicos, pag36
13
Ibídem, Ética para laicos, pág. 25.
14
Rorty, ¿Es la Verdad una meta de Investigación? En Verdad y Progreso, Op. Cit. pág. 32.
15
Verdad y progreso, pag 329.
360
El pragmatismo de Richard Rorty: en contra del dogmatismo moral
5. El pragmatismo
Dice Rorty: “pensábamos estar plenamente justificados al creer eso, pero por
desgracia no estábamos justificados”. James dijo, en ese orden de ideas: “lo verdadero
(…) es sólo lo conveniente respecto de nuestro pensamiento (…) es el nombre de
cualquier cosa que demuestre ser buena como creencia, y buena, además, por razones
definidas y asignables”16 El pragmatismo no significa que sólo “es verdadero aquello
que funciona”, sino también, “estamos en el mundo no para mirar cómo marchan
las cosas sino para producir, para hacer, para transformar la realidad”17. Lo esencial
no es la correspondencia de los datos con los hechos. Por ejemplo al enfermo si
se le dice, que está enfermo porque están desgastados sus huesos ¿será feliz? No,
a menos que también pueda dársele la droga que lo cura. Saber la verdad le sirve
para una finalidad, para intentar, no ser demasiado infeliz. Los hombres necesitan
que se los haga más felices y aprendieron como diría Nietzsche, a colaborar unos
con otros para del mejor modo hacer realidad sus deseos.18 Esto los hace ir hacia
nuevos ideales, buscar una felicidad mejor que la que poseen actualmente. Pero
podemos equivocarnos, pues sabemos que unas sociedades hicieron más felices a
unas y menos felices a otras.
Bibliografía
ARANGO, Rodolfo. Derechos, constitucionalismo y democracia. Bogotá, Universidad Externado, Serie
jurídica, No 33, 2004.
RABOSSI, Eduardo. La fundamentación de los derechos humanos: Algunas reflexiones críticas. En: Filosofía
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Lourdes Valdivia y Enrique Villanueva. México. Universidad Nacional Autónoma de México, 1987.
RORTY, Richard. Verdad y progreso. Traducción de Ángel Manuel Faerna García. Barcelona: Paidós. 2000.
__________ . La Filosofía y el espejo de la naturaleza. Traducción de Jesús Fernández Zulaica. Madrid:
Cátedra, 1995.
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__________. El pragmatismo, una versión. Traducción de Joan Vergés Gifra. Barcelona: Editorial Ariel, 2000.
__________. Una ética para laicos. Traducción de Luciano Padilla López. Buenos Aires: Katz editores, 2009.
WEST Cornel. La evasión americana de la filosofía: Una genealogía del pragmatismo. Traducción de Daniel
y Andrea Blanch. Madrid: Editorial Complutense, Colección pensadores clave, 2008.
16
Rorty, Verdad y Progreso, Op. Cit. pág. 33.
17
Ética para laicos, pag 11.
18
Ética para laicos, 22.
361
La emergencia de las subjetividades
sociales como punto de encuentro
entre la ética y la política
Javier Nicolás González Camargo*
Escuela de Filosofía y Humanidades - Universidad Sergio Arboleda
Bogotá, D.C., Colombia
La escisión
A grandes rasgos, la división entre ética y política surge por una revolución
epistemológica de lo político, iniciada por el Maquiavelo del Príncipe, explicitada
*
Investigador Auxiliar del grupo de Investigación Lumen, con proyectos de investigación en filosofía política y del
derecho, y en metafísica, de la Escuela de Filosofía y Humanidades de la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá,
D.C., Colombia. Licenciado Cum Laude en Filosofía y Humanidades de la misma Universidad.
363
Javier Nicolás González Camargo
1
Cfr. MAQUIAVELO, Nicolás. El príncipe. Buenos Aires, Sopena, 1941.
2
Cfr. HOBBES, Thomas. Leviatán o la intervención moderna de la razón. Madrid, Nacional, 1979.
3
Cfr. LOCKE, John. Carta sobre la tolerancia y otros escritos. Barcelona, Editorial Grijalbo, 1975.
364
La emergencia de las subjetividades sociales
4
Cfr. WEBER, Max. ¿Qué es la burocracia? México D.F., Ediciones Coyoacán. Colección Sociología S.A. de C.V., 2001.
365
Javier Nicolás González Camargo
5
Ibidem, p. 78.
6
Múltiples ejemplos se pueden aquí citar: en el mundo de las finanzas, lo que antes era robo ahora es la regla de oro
de los precios: el valor de un producto o servicio, más allá de lo que cueste su trabajo y materia, cuesta tanto cuanto
el cliente esté dispuesto a pagar. La persuasión por medio del sofisma, es la persuasión correcta en el mercadeo.
El engaño, el teatro y el egoísmo es la única forma de avanzar en una estructura empresarial. La producción de
bienes de consumo prontamente deteriorables para garantizar la pronta renovación del mercado. La seducción de
pan y circo y los sofismas de accidente, es la manera adecuada en el mercadeo político de ganarse el apoyo de las
juventudes.
7
Ibidem, p. 80.
8
Ibidem, p. 86.
9
Cfr. MOCKUS, Antanas. Ampliación de los modos de hacer política. 2006. Recuperado de: www.visionariosporco-
lombia.com el 23-09-2007
366
La emergencia de las subjetividades sociales
marcado por la férula de la lucha por el poder, y es esto, y sólo esto, lo que podemos
constatar y categorizar fenoménica y objetivamente. Está así postulada la esencia
del sentido del giro epistemológico político, en cualquiera de sus momentos, pese a
la anterioridad de algunos de esos momentos a la claridad conceptual dada por Kant
a la epistemología empírico-racionalista. La perspectiva de lo malo, de lo inevitable,
del conflicto de facto, está presente como la hermenéutica propia de la ciencia polí-
tica moderna, y es el medio por el cual se declara más “realista” y adquiere adeptos.
Su raíz más profunda es, partiendo de la epistemología empírico-racionalista, su
antropología. Se trata del ser humano concebido como alguien peligroso para su
propia especie, el lupus asocial10.
La actual teorización luhmanniana11 va más allá, al aportar los conceptos
más radicales y significativos para explicitar la independencia mutua entre ética
y política. En ella, los sistemas político y ético, se describen como sistemas inde-
pendientes, autopoiéticos y autoreferenciales, cada uno de los cuales establecería
los protocolos necesarios para su propia supervivencia, sin preguntarse la ética
por sus consecuencias de poder, ni el poder por sus implicaciones éticas. En este
sentido, la finalidad intrínseca de la política sería la consecución, cada vez mayor en
extensión e intensidad, del poder; en tanto la finalidad intrínseca de la ética sería
la depuración de la concepción del bien humano. La única salida, según esta teoría,
estaría en el ejercicio del sistema social, el cual presionaría a los otros dos, pensando
ecológicamente, para la consecución del bienestar, salida que, si bien teóricamente
plausible, dejaría mucho qué desear de los ‘éticos’ y los ‘políticos’.
De Maquiavelo a Luhmann, el giro epistemológico de la política moderna ha
continuado reforzándose con mayores argumentos y mayor claridad conceptual,
resultando cada vez en una mayor independencia de lo político con respecto a lo
ético, pero conservando siempre la misma idea esencial.
La ‘elisión’
Sin embargo, también existen argumentos empíricos y analíticos que refutan
la escisión entre la ética y la política.
El punto de unión más evidente entre la ética y la política es el lenguaje. La
relevancia política del lenguaje ha sido recientemente puesta de manifiesto por la
teoría del discurso, y sus principales exponentes, como lo serían, en sus extremos,
Derrida y Habermas. Dice Aristóteles que los seres humanos somos capaces de ex-
10
Pese a los intentos por superar la insociablidad del ser humano, el paradigma empírico-racionalista e individualista,
nunca logra superarlo satisfactoriamente. La debilidad del argumento del sentimiento de empatía, de Mill y los
anglosajones clásicos, no es mayor que la debilidad del argumento analítico de la intersubjetividad de Kliemt, pese a
superar el desconocimiento histórico-social del argumento de la empatía y ganar en complejidad.
11
Cfr. LUHMANN, Niklas. Fin y racionalidad en los sistemas. Sobre la función de los fines en los sistemas sociales.
Madrid, Nacional, 1983.
367
Javier Nicolás González Camargo
12
ARISTÓTELES. Política. Madrid, Editorial Gredos, 1988. L. I, Cap. 2.
13
Cfr. MACINTYRE, Alasdair. Ethics and Politics. New York, Cambridge University Press, Selected Essays, Vol. 2,
2006.
14
Ibidem, p.222: “(…) although the state must tolérate, it must not be allowed to impose tolerance on others”.
15
Ibidem, p. 221: “It is their reasoning about particular cases, noy my generalizations, which has to be conclusive”.
16
Cfr. LYOTARD, Jean-François. La condición postmoderna: informe sobre el saber. México, Red Editorial Iberoamerica
(REI), 1990.
368
La emergencia de las subjetividades sociales
17
Sobre la idea de “espacio-entre-hombres”, Cfr. ARENDT, Hannah. ¿Qué es la política? Barcelona, Paidós I.C.E., de
la Universidad Autónoma de Barcelona, 1997; y también de Martín Buber ¿Qué es el hombre?
369
Javier Nicolás González Camargo
18
RICOEUR, Paul. Sí mismo como el otro. Madrid, Siglo XXI Editores, 1996.
19
Cualquier parecido las marionetas del régimen nazi, no es pura coincidencia. Se puede consultar la obra Eichmann
en Jerusalén, de Hannah Arendt.
20
Cfr. INCIARTE ARMIÑÁN, Fernando. Tiempo, sustancia, lenguaje. Ensayos de metafísica. Pamplona, EUNSA,
2004; sobre el oficio profesional de “escandalizarse”, de los moralistas en las sociedades sistémicas.
370
La emergencia de las subjetividades sociales
21
Cfr. LLANO CIFUENTES, Alejandro. Humanismo cívico. Barcelona, Editorial Ariel, 1999; y cfr. LLANO CIFUENTES,
Alejandro. La nueva sensibilidad. Madrid, Espasa-Calpe, 2nda Edición, 1989.
22
LLANO CIFUENTES, Alejandro. La nueva sensibilidad. Madrid, Espasa-Calpe, 2nda Edición, 1989. p. 65
371
Javier Nicolás González Camargo
vida buena. No por otro objetivo se reúnen en comunidad los sujetos, sino para la
vida buena: “… los hombres no han formado una comunidad solamente para vivir,
sino para vivir bien… Tampoco se han asociado para formar una alianza de guerra
contra toda injusticia, ni para el cambio y la ayuda mutua…”23.
Como última salvedad epistemológica, hay que considerar que lo defectivo
mismo debe ser pensado según su naturaleza propia, no según la forma de lo
valorativo y de lo sustancial. Lo defectivo, esto es, los problemas, el egoísmo, la
corrupción y la pobreza, al no ser en sí mismos ninguna cualidad ni sustancia, sino
la posibilidad de que una cualidad o una sustancia se trunquen, no pueden ser
atacados sistemáticamente como si fuesen algo, excepto anulando a las cualidades
y la sustancias que los sostienen, lo cual es deplorable cuando se lleva al ámbito
político. Esto quiere decir, en términos políticos, que lo defectivo, en la política,
no es alguien, ni siquiera una cualidad de alguien, ni apenas algo, sino que es más
bien una cualidad, una virtud que le falta a alguien, o la ausencia misma de alguien.
Al no ser algo propiamente tal, sino una ausencia, la única manera de ‘eliminarlo’,
es anulando a aquellas personas que carecen del bien deseado, que presentan las
carencias, lo cual es por supuesto deplorable. Lo defectivo debe ser tratado según
su forma de ser, es decir, buscando reducirlo por el incremento del bien ausente. La
oscuridad no se puede acabar destruyendo el ‘bombillo de la oscuridad’; es necesa-
rio iluminar, poner bombillos luminosos, para que la oscuridad se acabe. Además,
como recuerda el mismo MacIntyre, los problemas deben ser considerados desde la
perspectiva misma de los problemas, y desde esta perspectiva, resultan altamente
benéficos, como es puesto de relieve por la psicología contemporánea, estimulan
el progreso, en este caso, moral.
Hay que recordar que inclusive Kant24, quien depurara los fundamentos de
la epistemología empírico-racionalista latente en el giro epistemológico-político,
concebía y defendía ideales en la política, defendía el ejercicio y el derecho a soñar
y a proponer ideales y esperanzas políticas, como la que él mismo hiciera, claro,
con la responsabilidad de sentar mecanismos, medios, formas, que puedan hacer
factibles dichos ideales. Para Kant, éstos medios eran las leyes. Para el humanismo
cívico, estos medios son, principalmente, las virtudes, pues las leyes carecen de la
determinación efectiva de las virtudes, pese a que pueden resultar epistemológica-
mente más cómodas por ser más “objetivas”. Bertolt Brecht25 advirtiera al mundo
con su obra “la evitable ascensión de Arturo Ui” de la responsabilidad moral de la
llegada de Hitler al poder, responsabilidad no sólo de los alemanes, sino que, con el
paralelismo entre Hitler y los gánster, Brecht, al involucrar el sentimiento de culpa
a los norteamericanos, en verdad señalaba la culpa de toda una época maravillada
23
Aristóteles, Opus Cit., III, 9.
24
KANT, Immanuel. Sobre la paz perpetua. Madrid, Alianza Editorial, 2002.
25
BRECHT, Bertolt. Teatro. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1974
372
La emergencia de las subjetividades sociales
con la fuerza de la solidez estatal y el poder del Leviatán. Ojalá Brecht no tenga que
levantarse de su tumba para señalar a la ciencia y a la academia su responsabilidad
moral en el abuso ilustrado que los tecnócratas hacen de los descuidados, frívolos
y desanimados, o inocentes y entusiastas ciudadanos.
Inciarte26 afirma que, en el Estado entendido según la racionalidad moderna,
al menos la así llamada ‘sociedad civil’ tiene el honroso papel de sacudir de su auto-
referencialidad al Estado, y al Mercado, y habría que añadirle, a la academia. Llano
convoca entonces el ejercicio responsable y comedido de la libertad de las personas,
incluyendo las vinculadas en las burocracias estatales, corporativas o mediáticas,
para vincular, y así revitalizar, las serias y honestas discusiones sobre los fines, con
las expertas discusiones sobre los medios, evitando el fenómeno de los objetivos en
descenso27, o decadencia moral que trae consigo la artificiosa separación de lo ético y lo
político. “Cuando el discurrir del tiempo equivale al ahondamiento de la decadencia,
la única salida creativa es la apelación a la libertad de las personas”28.
Bibliografía
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dós I.C.E. de la Universidad Autónoma de Barcelona.Aristoteles, 1988. Política (Ed. y trad. Manuela
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Literatura (obras originales publicadas en alemán en 1961, 1964, 1965);Hobbes, Thomas, 1979.
Leviatán o la intervención moderna de la razón (ed. Carlos Moya, trad. Antonio Escohotado), Madrid:
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Llano Cifuentes, Alejandro, 1999. Humanismo cívico, Barcelona: Editorial Ariel.
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MacIntyre, Alasdair, 2006. Ethics and Politics, New York: Cambridge University Press. Selected Essays, Vol. 2 .
Maquiavelo, Nicolás, 1941. El príncipe (ed. Mauricio Lubel, Tr. José A. Vecino), Buenos Aires: Sopena.
26
Opus Cit.
27
O’CONNOR, Joseph & IAN McDermott. Introducción al pensamiento sistémico: recursos esenciales para la crea-
tividad y la resolución de problemas. Barcelona, Ediciones Urano, 1998.
28
LLANO, Alejandro. El tiempo y el deseo, Gaceta, Enero-febrero 2009.
373
Javier Nicolás González Camargo
Mockus, A., 2006. Ampliación de los modos de hacer política; visionariosporcolombia.com,23-09-2007, http://
www.visionariosporcolombia.com/docs/web/ampliacion_de_los_modos_de_hacer_politica.pdf
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Weber, Max, 2001. ¿Qué es la burocracia? (trad. Rufino Arar), México D.F.: Ediciones Coyoacán. Colección
Sociología S.A. de C.V. Título original: Was ist die bürokrati?
374
Bioética en el estado de derecho
plurinacional
(Traducción de Libia Patricia Pérez Quimbaya)
José Luiz Quadros de Magalhães*, Henrique Weil Afonso**
Pontifícia Universidade Católica de Minas Gerais
Minas Gerais, Brasil
1. Introducción
Las nuevas constituciones de Bolivia y de Ecuador del año de 2009 son una
gran novedad para el derecho constitucional al representar una potencial ruptura
con el paradigma del estado nacional y su uniformidad de valores típica de éste
paradigma moderno.
Además de una novedad para el constitucionalismo y, también, para el derecho,
la propuesta teórica de Estado Plurinacional puede representar, también, un nuevo
*
Graduação em Direito pela Universidade Federal de Minas Gerais (1986), Graduação em Língua e Literatu-
ra Francesa pela Universidade Nancy II (1983), Mestrado em Direito pela Universidade Federal de Minas
Gerais (1991) e Doutorado em Direito pela Universidade Federal de Minas Gerais (1996). Professor Titular
da Pontifícia Universidade Católica de Minas Gerais, professor Adjunto da Universidade Federal de Minas
Gerais. Foi membro da Comissão de Direitos Humanos da OAB-MG; Procurador Geral da UFMG; Presidente
do Conselho Estadual de Direitos Humanos de Minas Gerais; Diretor do Curso de Direito das Faculdades
Metodistas Integradas Izabela Hendrix e do Centro de Estudos Estratégicos em Direito do Estado; coordenador
acadêmico e professor da Fundação Escola Superior do Ministério Público de Minas Gerais; coordenador dos
cursos de especialização e professor do Centro Universitário Una. Lecionou em diversos Estados da federação
e tem diversos livros e artigos científicos e jornalísticos publicados. Realizou pesquisas e palestras em diversos
países na América, Europa e África. Tem experiência na área de Direito, com ênfase em Direito Constitucional,
Internacional, Teoria do Estado e da Constituição, atuando principalmente nos seguintes temas: democracia,
federalismo, direitos humanos, poder, ideologia e constituição. E-mail: ceede@uol.com.br
**
Graduado em Direito pela Universidade Federal de Juiz de Fora (2008). Mestre em Direito Público Internacional pela
Pontifícia Universidade Católica de Minas Gerais (2010). Estudante visitante do Colorado College (EUA, 2005) e da Uni-
versity of Westminster (Inglaterra, 2007). Professor de Direito Internacional no Centro Universitário de Sete Lagoas –
UNIFEMM. Membro do GEDIMA (Grupo de Estudos de Direito Internacional do Meio Ambiente). Pesquisador de Direito
Internacional, Política Internacional, Filosofia do Direito e Conflitos Internacionais. E-mail: henrique_weil@yahoo.com.br
375
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
2. El estado nacional
La formación del Estado moderno a partir del siglo XV ocurre después de lu-
chas internas, donde el poder del Rey se afirma frente a los poderes de los señores
feudales, unificando el poder interno, reuniendo los ejércitos y la economía, para
entonces afirmar este mismo poder frente a los poderes externos, los imperios y la
Iglesia. Se trata de una fuerza unificadora en una esfera intermedia, pues crea un
poder organizado y jerarquizado internamente, sobre los conflictos regionales, las
identidades existentes anteriormente a la formación del Reino y del Estado nacional
376
Bioética en el estado de derecho plurinacional
que surge en este momento, y de otro lado se afirma frente al poder de la Iglesia y de
los Imperios. Este es el proceso que ocurrió en Portugal, España, Francia e Inglaterra.1
De estos hechos históricos ocurre el surgimiento del concepto de una so-
beranía en doble sentido: la soberanía interna a partir de la unificación del Reino
sobre los grupos de poder representados por los nobles (señores feudales), con
la adopción de un único ejército subordinado a una única voluntad; la soberanía
externa, a partir de la no sumisión automática a la voluntad del papa y al poder
imperial (multi-étnico y descentralizado).
Un problema importante surge en este momento, fundamental para el reco-
nocimiento del poder del Estado – inicialmente por los súbditos –, que permanece
para los ciudadanos en el futuro Estado constitucional es que: para que el poder del
Rey (o del Estado) sea reconocido, este Rey no se puede identificar particularmente
con ningún grupo étnico interno. Los diferentes grupos de identificación pre-
existentes al Estado nacional no pueden crear conflictos o barreras intransferibles
de comunicación, pues amenazan la continuidad del reconocimiento del poder y
del territorio de este nuevo Estado soberano. Así, la construcción de una identidad
nacional se torna fundamental para el ejercicio del poder soberano.
De esta forma, si el Rey pertenece a una región del Estado, que tiene una
cultura propia, identificaciones comunes con las cuales el claramente se identifica,
difícilmente otro grupo, con otras identificaciones, reconocerán su poder. Por lo
tanto, la tarea principal de este nuevo Estado es crear una nacionalidad (conjunto
de valores de identidad) por sobre las identidades (lo podemos hablar también
como nacionalidades) pre-existentes.2
La unidad de España aún hoy reside, entre otras razones, en la capacidad del
poder del Estado en mantener una nacionalidad española por sobre las naciona-
lidades pre-existentes (gallegos, vascos, catalanes, andaluces, castellanos, entre
otros). El día en que estas identidades regionales prevalecieren sobre la identidad
española, el Estado español estará condenado a la disolución.
1
CREVELD, Martin van Creveld. Ascensão e declínio do Estado. São Paulo: Editora Martins Fontes, 2004; CUEVA,
Mario de la. La idea del Estado. 5a ed. Universidad Autônoma de México: Fondo de Cultura Econômica, D.F, 1996.
2
Utilizamos en este texto las palabras identidad e identificaciones casi como sinónimos, o sea, una identidad se
construye a partir de la identificación de un grupo con determinados valores. Importante recordar que el sentido
de estas palabras es múltiple en diferentes autores. Podemos adoptar el sentido de identidad como un conjunto de
características que una persona tiene y que le permiten múltiples identificaciones, siendo dinámicas y mutables. La
idea de identificación se refiere al conjunto de valores, características y prácticas culturales con las cuales un grupo
social se identifica. En ese sentido, no podríamos hablar de una identidad nacional o una identidad constitucional,
y si de identificaciones que permiten la cohesión de un grupo. Identificaciones con un sistema de valores o con un
sistema de derechos y valores que lo sustentan, por ejemplo.
377
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
tanto, la tarea de construcción del Estado nacional (del Estado moderno) dependía
de la construcción de una identidad nacional o, en otras palabras, de la imposición
de valores comunes que deberían ser compartidos por los diferentes grupos étnicos
y sociales, para que así todos reconociesen el poder del Estado, del soberano. Así, en
la antigua España, el rey castellano entonces era español, todos los grupos internos
también se deberían sentir españoles, reconociendo así la autoridad del soberano.
Este proceso de creación de una nacionalidad dependía de la imposición y
aceptación por la población de valores comunes. Cuales fueron inicialmente es-
tos valores? Un enemigo común (en la España del siglo XV los moros, el imperio
extranjero), una lucha común, un proyecto común, y en aquel momento, el factor
fundamental unificador: una religión común. Así, España nace con la expulsión de
los musulmanes y posteriormente de los judíos. Fue creada en la época una policía
de nacionalidad: la Santa Inquisición. Ser español era ser católico, y quien no se
comportase como un buen católico era excluido.
La formación del Estado moderno está, por lo tanto, íntimamente relacionada
con la intolerancia religiosa y cultural, esto es, la negación de las diferencias fuera
de determinados patrones y límites. El Estado moderno nace de la falta de tole-
rancia con el diferente, y dependía de políticas de intolerancia para su afirmación.
Para las naciones menores y consideradas como inviables les restaba solamente la
subordinación a alguna unidad más significativa, “[...] para tornarse un repositorio
de nostalgia y de otros sentimientos [...] el status de ser el antiguo mobiliario de
la familia [...]”.3
Aun hoy asistimos al fundamental papel de la religión en los conflictos in-
ternacionales, la intolerancia con lo diferente. Estados que constitucionalmente
aceptan la condición de Estados laicos tienen en la religión una base fuerte de su
poder: el caso más contundente es el de los Estados Unidos, divididos entre evan-
gélicos fundamentalistas por un lado, y protestantes liberales por el otro lado. Esto
repercute directamente en la política del Estado, en las relaciones internacionales
y en las elecciones internas.
La misma vinculación religiosa con la política de los Estados se puede reco-
nocer en una Unión Europea cristiana que se resiste a aceptar a Turquía y convive
con el crecimiento de poblaciones musulmanas europeas.
El Estado moderno fue, por lo tanto, la gran creación de la modernidad,
agregándole más tarde, en el siglo XVIII, la afirmación del Estado constitucional.
En América Latina, los Estados nacionales se forman a partir de las luchas por la
independencia en el transcurso del siglo XIX. Un factor común en estos Estados fue el
hecho de que, casi invariablemente, los entes soberanos fueron construidos para una
parcela minoritaria de la población, donde no interesaba para las élites económicas
3
HOBSBAWM, Eric J. Nações e Nacionalismo desde 1780: programa, mito e realidade. 5a ed. Trad. Maria Celia Paoli
e Anna Maria Quirino. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1990, p. 53.
378
Bioética en el estado de derecho plurinacional
3. El estado plurinacional
América Latina viene sufriendo un proceso de transformación social demo-
crática importante y sorprendente. Desde Argentina hasta México, los movimientos
sociales se han movilizado, conquistando importantes victorias electorales. Derechos
históricamente negados a los pueblos originarios, de la tierra llamada “América” por
el invasor europeo, ahora son reconocidos. En medio a estos múltiples procesos de
transformación social, percibimos que cada país, frente a sus peculiaridades históri-
cas, va trillando caminos diferentes, mas ninguno abandono el camino institucional
de la democracia representativa, sumándole a esto una fuerte democracia dialógica
participativa.
Así, en 2009 asistimos en Uruguay de Tabaré Vásquez a la búsqueda de la recons-
trucción de los derechos sociales; en la Argentina de Cristina Kirchner la reforma de las
fuerzas armadas introduciendo la enseñanza de los Derechos Humanos; en Paraguay
de Lugo la búsqueda del rescate de una deuda centenaria de humillaciones y exclusiones
de los pobres y de los pueblos originarios; en el Chile de Michelle Bachelet que intenta
quebrar la resistencia de una clase media conservadora y machista; en la Venezuela
de Hugo Chaves caminando para el socialismo; el pueblo de El Salvador eligiendo un
gobierno comprometido con los derechos democráticos y sociales; y especialmente
379
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
Bolivia y Ecuador, donde gobiernos electos con el fuerte apoyo popular promulgaron
sus nuevas Constituciones , y con estas un concepto totalmente innovador para el
mundo jurídico: el Estado Plurinacional.
Vamos apenas a introducir este concepto como fruto de un proce-
so democrático que se inició con revoluciones pacíficas, donde los pueblos ori-
ginarios (llamados por el invasor de indígenas), finalmente, después de 500
años de exclusión radical, reconquista gradualmente su libertad y dignidad.
La idea de Estado Plurinacional puede superar las bases uniformalizadoras e
intolerantes del Estado nacional, donde todos los grupos sociales se deben conformar
con valores determinados en la constitución nacional en términos de derecho de
familia, derecho de propiedad y sistema económico, entre otros aspectos importantes
de la vida social. Como vimos anteriormente, el Estado nacional nace a partir de la
uniformalización de valores con la intolerancia religiosa.
A partir de la constitucionalización y su lenta democratización (en general,
aun de bases liberales meramente representativas), no se podría más admitir la
construcción de la identidad nacional con base en una única religión que unifor-
mizase el comportamiento en el plano económico (derecho de propiedad) y en el
plano familiar. Se hace necesario construir otra justificación y otro factor agregado
que permitiese que los diferentes grupos sociales presentes en el Estado moderno
pudiesen reconocerse y, a partir de ahí, reconocer el poder del Estado como legítimo.
La Constitución cumplirá esta función. Inicialmente en lo democrático, el
constitucionalismo uniformizará (junto con el Derecho Civil) las bases valorativas
de esta sociedad nacional, creando un único derecho de familia y un único régimen
de propiedad que sustentaría el sistema económico. Esto ocurrirá en cualquiera de
los tipos constitucionales: liberal, social o socialista.
La uniformalización de valores y comportamientos, especialmente en la fa-
milia y en la forma de propiedad, excluye radicalmente grupos sociales (étnicos e
culturales) distintos, de modo que, o se encuadran o son tirados, por millones, fuera
de esta sociedad constitucionalizada (uniformizada). El destino de estos pueblos
es la alienación, el aculturamiento y la perdida de raíces o entonces la miseria, el
presidio o el manicomio.
La lógica del Estado nacional, ahora constitucionalizado e igualmente “demo-
cratizado”, sustenta esta uniformalización. La ideología que justifica todo esto es la
existencia de un supuesto “pacto social” o “contrato social”, o cualquier otra idea que
procura identificar en las bases de estas sociedades americanas un supuesto acuerdo
uniformalizador, como sí las poblaciones originarias hubiesen renegado de su historia
y cultura para asumir el derecho de familia y el derecho de propiedad del invasor euro-
peo, que continuo en el poder con sus descendientes blancos a partir de los procesos
de independencia en el siglo XIX.
La gran revolución del Estado Plurinacional es el hecho de que este Estado
constitucional, democrático participativo y dialógico, puede finalmente romper
380
Bioética en el estado de derecho plurinacional
con las bases teóricas y sociales del Estado nacional constitucional y democrático
representativo (poco democrático y nada representativo de los grupos no unifor-
malizados), uniformalizador de valores y, luego, radicalmente excluyente. El Estado
Plurinacional reconoce la democracia participativa como base de la democracia
representativa y garante de la existencia de formas de constitución de la familia
y de la economía según los valores tradicionales de los diferentes grupos sociales
(étnicos e culturales) existentes.
En palabras de Ileana Almeida sobre el proceso de construcción del Estado
Plurinacional en Ecuador:
Sin embargo, no se toma en cuenta que los grupos étnicos no luchan sim-
plemente por parcelas de tierras cultivables, sino por un derecho histórico.
Por lo mismo se defienden las tierras comunales y se trata de preservar las
zonas de significado ecológico-cultural.4
Ciertamente este Estado bota por tierra el proyecto uniformalizador del Es-
tado moderno que sustenta la sociedad capitalista como sistema único, fundado en
la falsa naturalización de la familia y de la propiedad y, más tarde, de la economía
liberal. En las palabras de Ileana Almeida:
Al funcionar el Estado como representación de una nación única cumple
también su papel en el plano ideológico. La privación de derechos políticos a
las nacionalidades no hispanizadas lleva al desconocimiento de la existencia
misma de otros pueblos y convierte al indígena en víctima del racismo. La
ideología de la discriminación, aunque no es oficial, de hecho está genera-
lizada en los diferentes estratos étnicos. Esto empuja a muchos indígenas
a abandonar su identidad y pasar a formar filas de la nación ecuatoriana
aunque, por lo general, en sus sectores más explotados.5
La Constitución de Bolivia, en la misma línea de creación de un Estado Plu-
rinacional, dispone sobre la cuestión indígena en cerca de 80 de los 411 artículos.
Por el texto, los 36 “pueblo originarios” (aquellos que vivían en Bolivia antes de la
invasión de los europeos), pasan a tener participación amplia efectiva en todos los
niveles del poder estatal y en la economía. La Constitución establece la equivalencia
entre la justicia tradicional indígena y la justicia ordinaria del país. Cada comunidad
indígena podrá tener su propio “tribunal”, con jueces electos entre los moradores. Las
decisiones de estos tribunales no podrán ser revisadas por la Justicia común. Otro
aspecto importante es de hecho la descentralización de las normas electorales. Así,
los representantes de los pueblos indígenas podrán ser elegidos a partir de normas
electorales de sus comunidades. La Constitución, es más, prevé la creación de un
4
ALMEIDA, Ileana. El Estado Plurinacional – valor histórico y libertad política para los indígenas ecuatorianos.
Quito, Ecuador: Editora Abya Yala, 2008, p. 21.
5
ALMEIDA, Ileana. El Estado Plurinacional – valor histórico y libertad política para los indígenas ecuatorianos.
Quito, Ecuador: Editora Abya Yala, 2008, p. 19-20.
381
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
6
ALMEIDA, Ileana. El Estado Plurinacional – valor histórico y libertad política para los indígenas ecuatorianos.
Quito, Ecuador: Editora Abya Yala, 2008, p. 19-20.
382
Bioética en el estado de derecho plurinacional
Este Estado rompe con el paradigma de 500 años de Estado Nacional, permi-
tiendo que cada grupo étnico preserve su propio derecho de familia y de propiedad y
tribunales propios para resolver los conflictos en estos ámbitos, creando un espacio
de diálogo democrático, donde las partes comparecen en condiciones de igualdad
para construir una agenda común de Derechos Humanos.
Vamos, a continuación, a estudiar un complejo caso que trata la cuestión de
la diversidad cultural y los derechos de los pueblos originarios en Brasil, para apli-
carnos, en este caso real, a la lógica de la plurinacionalidad conforme a la propuesta
en las Constituciones de Bolivia y de Ecuador.
Brasil tiene más de 220 etnias originarias (“indígenas” para los europeos)
con patrones diferentes de idioma, historia y, por lo tanto, culturales. Algunos de
estos grupos étnicos poseen entre sus costumbres prácticas que contrarían los
derechos humanos consagrados en la declaración de derechos de la Constitución
Federal brasileña. Entre estas prácticas está el llamado “infanticidio indígena”. Pocos
países en el mundo han sido tan radicales en la práctica del no intervencionismo,
tesis defendida por antropólogos de la ABA (Associação Brasileira de Antropología)
en la FUNAI y por algunas ONG’s. De esta manera, el “infanticídio” ha sido una
práctica en diferentes comunidades de pueblos originarios del Brasil, donde niños
“defectuosos” y gemelos son muertos.
A partir de esta realidad, se propuso el Proyecto del Pei (PL 1057/2007) que
apunta como criminales doce (12) prácticas consideradas “nocivas” a la sociedad,
presentes en la cultura de los pueblos originarios, incluyendo entre estas prácticas
el infanticidio.
La Convención de la Organización Internacional del Trabajo N. 169, en su
artículo 8, n. 2, dispone que los indígenas pueden mantener sus costumbres y
tradiciones, según sus propias instituciones, desde que no contraríen los derechos
fundamentales establecidos nacionalmente y los derechos humanos internacionales.
El Proyecto de Ley (PL) 1057/2007 dispone sobre el “combate a las prácticas
tradicionales nocivas y a la protección de los derechos fundamentales de los niños
indígenas, así como los pertenecientes a otras sociedades llamadas no tradicionales.”
El artículo 1º del PL reafirma el respeto y el fomento a las prácticas tradicionales
indígenas y de otras sociedades llamadas no tradicionales, siempre que las mismas
“estén en conformidad con los derechos humanos fundamentales, establecidos en
la Constitución Federal e internacionalmente reconocidos.”
A continuación el PL establece, en su artículo 2º, que considera nocivas las
prácticas tradicionales contra la vida y la integridad físico-psíquica, y entre ellas
las varias formas de “homicidio” de recién nacidos.
El art. 3 y 4º dispone sobre el deber de comunicar a las autoridades las situaciones
de riesgo, en función de tradiciones nocivas. El art. 5º complementa diciendo que
las autoridades descritas en el art. 3º responden, igualmente, por crimen de omisión
de socorro, cuando no adopten, de manera inmediata, las medidas pertinentes.
383
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
5. Cultura y vida
Durante 500 años, desde el inicio del proceso de invasión y colonización de las
“Américas” por los europeos, la cultura de estos, con pretensiones de superioridad,
fue impuesta a los pueblos originarios. La invasión, colonización y dominación
ocurrieron no sólo por la fuerza de las armas, sino, también, por medio de una
imposición cultural donde la religión tuvo un papel fundamental. Así, desde el
inicio del proceso, religiosos europeos, entre ellos los dedicados Jesuitas, pasaron
a evangelizar los llamados “indígenas” (pueblos originarios).
Imagínese el lector si, de repente, apareciesen seres “extra terrestres” que se
muestran superiores, con tecnología y armas más sofisticadas. Estos “seres” descien-
den de sus “embarcaciones fluctuantes” y traen objetos desconocidos e ideas nuevas.
Estos seres, entonces, nos revelan que todo en lo que creemos, todo lo que nuestros
padres y nuestros ancestros nos enseñaron, no tiene valor. Estos seres nos revelan que
nuestro Dios no existe, que nuestras creencias son falsas, y que Jesús Cristo no existió,
que los valores cristianos no son correctos y que nuestra forma de vivir no es buena.
¿Qué fue lo que estos “seres” hicieron con nosotros? Retiraron nuestras raí-
ces, nuestros referentes de vida, nuestras coordenadas. Sin estas coordenadas nos
384
Bioética en el estado de derecho plurinacional
7
WALLERNSTEIN, Immanuel. O universalismo europeu: a retórica do poder. São Paulo: Editora Boitempo, 2007,
p. 32.
385
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
Los indios deben aceptar el yugo español también si no lo quieren, como rec-
tificación (enmienda, emendentur) y punición por sus crímenes contra la ley
divina y natural con los cuales están manchados, principalmente la idolatría y
la costumbre impía del sacrificio humano.8
8
WALLERNSTEIN, Immanuel. O universalismo europeu: a retórica do poder. São Paulo: Editora Boitempo, 2007,
p. 34.
386
Bioética en el estado de derecho plurinacional
8. Conclusión
El nuevo constitucionalismo plurinacional puede fundamentar un nuevo orden
internacional democrático y, también, igualitario. Nos exige el coraje de romper
con el universalismo europeo9 que genero los derechos humanos “universales”
europeos y un orden desigual cultural, económico y social favorable a los Estados
del norte (Europa Occidental, EUA y Canadá) reproducidos en los textos llenos de
preconceptos sobre una supuesta superioridad europea, presentes en el Tratado
de Versalles y con fuertes resquicios en la Carta de las Naciones Unidas (como, por
ejemplo, en el sistema de tutela).
9
WALLERNSTEIN, Immanuel. O universalismo europeu: a retórica do poder. São Paulo: Editora Boitempo, 2007.
387
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
388
Bioética no estado de direito
plurinacional
José Luiz Quadros de Magalhães*, Henrique Weil Afonso**
Pontifícia Universidade Católica de Minas Gerais
Minas Gerais - Brasil
1. Introdução
As novas constituições da Bolívia e do Equador do ano de 2009 são uma
grande novidade para o direito constitucional ao representar uma potencial ruptura
com o paradigma do estado nacional e sua uniformização de valores típica deste
paradigma moderno.
Além de uma novidade para o constitucionalismo e, logo, para o direito, a
proposição teórica do Estado Plurinacional pode representar, também, um novo
paradigma para a construção de uma nova ordem jurídico-institucional internacional.
O Estado Plurinacional como um modelo de ordem jurídica plural, diversa,
democrática e tolerante pode ser capaz de criar espaços de diálogo permanente, onde
*
Graduação em Direito pela Universidade Federal de Minas Gerais (1986), Graduação em Língua e Literatu-
ra Francesa pela Universidade Nancy II (1983), Mestrado em Direito pela Universidade Federal de Minas
Gerais (1991) e Doutorado em Direito pela Universidade Federal de Minas Gerais (1996). Professor Titular
da Pontifícia Universidade Católica de Minas Gerais, professor Adjunto da Universidade Federal de Minas
Gerais. Foi membro da Comissão de Direitos Humanos da OAB-MG; Procurador Geral da UFMG; Presidente
do Conselho Estadual de Direitos Humanos de Minas Gerais; Diretor do Curso de Direito das Faculdades
Metodistas Integradas Izabela Hendrix e do Centro de Estudos Estratégicos em Direito do Estado; coordenador
acadêmico e professor da Fundação Escola Superior do Ministério Público de Minas Gerais; coordenador dos
cursos de especialização e professor do Centro Universitário Una. Lecionou em diversos Estados da federação
e tem diversos livros e artigos científicos e jornalísticos publicados. Realizou pesquisas e palestras em diversos
países na América, Europa e África. Tem experiência na área de Direito, com ênfase em Direito Constitucional,
Internacional, Teoria do Estado e da Constituição, atuando principalmente nos seguintes temas: democracia,
federalismo, direitos humanos, poder, ideologia e constituição. E-mail: ceede@uol.com.br
** Graduado em Direito pela Universidade Federal de Juiz de Fora (2008). Mestre em Direito Público Internacional pela
Pontifícia Universidade Católica de Minas Gerais (2010). Estudante visitante do Colorado College (EUA, 2005) e da Uni-
versity of Westminster (Inglaterra, 2007). Professor de Direito Internacional no Centro Universitário de Sete Lagoas –
UNIFEMM. Membro do GEDIMA (Grupo de Estudos de Direito Internacional do Meio Ambiente). Pesquisador de Direito
Internacional, Política Internacional, Filosofia do Direito e Conflitos Internacionais. E-mail: henrique_weil@yahoo.com.br
389
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
2. O estado nacional
A formação do Estado moderno a partir do século XV ocorre após lutas
internas, onde o poder do Rei se afirma perante os poderes dos senhores feudais,
unificando o poder interno, unificando os exércitos e a economia, para então afirmar
este mesmo poder perante os poderes externos, os impérios e a Igreja. Trata-se de
uma força unificadora numa esfera intermediária, pois cria um poder organizado e
hierarquizado internamente, sobre os conflitos regionais, as identidades existentes
anteriormente à formação do Reino e do Estado nacional que surge neste momento,
e de outro lado se afirma perante o poder da Igreja e dos Impérios. Este é o processo
que ocorreu em Portugal, Espanha, França e Inglaterra.1
1
CREVELD, Martin van Creveld. Ascensão e declínio do Estado. São Paulo: Editora Martins Fontes, 2004; CUEVA,
Mario de la. La idea del Estado. 5a ed. Universidad Autônoma de México: Fondo de Cultura Econômica, D.F, 1996.
390
Bioética no estado de direito plurinacional
2
Utilizamos neste texto as palavras identidade e identificações quase com sinônimos, ou seja, uma identidade se
constrói a partir da identificação de um grupo com determinados valores. Importante lembrar que o sentido
destas palavras é múltiplo em autores diferentes. Podemos adotar o sentido de identidade como um conjunto de
características que uma pessoa tem e que permitem múltiplas identificações, sendo dinâmicas e mutáveis. Já a idéia
de identificação se refere ao conjunto de valores, características e práticas culturais com as quais um grupo social
se identifica. Nesse sentido, não poderíamos falar em uma identidade nacional ou uma identidade constitucional,
e sim em identificações que permitem a coesão de um grupo. Identificação com um sistema de valores ou com um
sistema de direitos e valores que o sustentam, por exemplo.
391
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
3
HOBSBAWM, Eric J. Nações e Nacionalismo desde 1780: programa, mito e realidade. 5a ed. Trad. Maria Celia Paoli
e Anna Maria Quirino. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1990, p. 53.
392
Bioética no estado de direito plurinacional
3. O estado plurinacional
A América Latina vem sofrendo um processo de transformação social de-
mocrática importante e surpreendente. Da Argentina ao México, os movimentos
sociais vêm se mobilizando e conquistando importantes vitórias eleitorais. Direitos
historicamente negados aos povos originários, da terra chamada “América” pelo
invasor europeu, agora são reconhecidos. Em meio a estes variados processos de
transformação social, percebemos que cada país, diante de suas peculiaridades
históricas, vem trilhando caminhos diferentes, mas nenhum abandonou o caminho
institucional da democracia representativa, somando a esta uma forte democracia
dialógica participativa.
Assim, em 2009 assistimos o Uruguai de Tabaré Vasquez buscar a reconstrução
dos direitos sociais; a Argentina de Cristina Kirchner reformar as forças armadas
introduzindo o ensino dos Direitos Humanos; o Paraguai de Lugo na busca de um
resgate de uma dívida centenária de humilhação e exclusão dos pobres e dos povos
originários; o Chile de Michelle Bachelet tentando quebrar a resistência de uma
classe média conservadora e machista; a Venezuela de Hugo Chaves caminhando
para o socialismo; o povo de El Salvador elegendo um governo comprometido com os
direitos democráticos e sociais; e especialmente a Bolívia e o Equador, onde governos
eleitos com o forte apoio popular promulgaram suas novas Constituições, e com estas
um conceito totalmente inovador para o mundo jurídico: o Estado Plurinacional.
Vamos apenas introduzir este conceito como fruto de um processo democrático
que se iniciou com revoluções pacíficas, onde os povos originários (chamados pelo
invasor de indígenas), finalmente, após 500 anos de exclusão radical, reconquistam
gradualmente sua liberdade e dignidade.
A idéia de Estado Plurinacional pode superar as bases uniformizadoras e
intolerantes do Estado nacional, onde todos os grupos sociais devem se conformar
aos valores determinados na constituição nacional em termos de direito de família,
393
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
394
Bioética no estado de direito plurinacional
4
ALMEIDA, Ileana. El Estado Plurinacional – valor histórico e libertad política para los indígenas ecuatorianos.
Quito, Ecuador: Editora Abya Yala, 2008, p. 21.
5
ALMEIDA, Ileana. El Estado Plurinacional – valor histórico e libertad política para los indígenas ecuatorianos.
Quito, Ecuador: Editora Abya Yala, 2008, p. 19-20.
395
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
6
ALMEIDA, Ileana. El Estado Plurinacional – valor histórico e libertad política para los indígenas ecuatorianos.
Quito, Ecuador: Editora Abya Yala, 2008, p. 19-20.
396
Bioética no estado de direito plurinacional
397
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
5. Cultura é vida
Durante 500 anos, desde o inicio do processo de invasão e colonização das
“Américas” pelos europeus, a cultura destes, com pretensão de superioridade, foi
imposta aos povos originários. A invasão, colonização e dominação ocorreram não
só pela força das armas, mas por meio de uma imposição cultural onde a religião
teve um papel fundamental. Assim, desde o início do processo, religiosos europeus,
entre eles os dedicados Jesuítas, passaram a evangelizar os chamados “indígenas”
(povos originários).
Imagine o leitor se, de repente, aparecessem seres “extra terrestres” que
se mostram superiores, com tecnologia e armas mais sofisticadas. Estes “seres”
descem de suas “embarcações flutuantes” e trazem objetos desconhecidos e ideias
novas. Estes seres então nos revelam que tudo que acreditamos, tudo que nossos
pais e nossos ancestrais nos ensinaram, não tem valor. Estes seres nos revelam que
nosso Deus não existe, que nossa crença é falsa, que Jesus Cristo não existiu, que
os valores cristãos não são corretos e que nossa forma de viver não é boa.
O que estes “seres” fizeram conosco? Retiraram nossas raízes, nossos referenciais
de vida, nossas coordenadas. Sem estas coordenadas nos perdemos, enfraquecemos,
enlouquecemos. Estes “seres” retiraram de nós nossa história, nossos ancestrais,
nossas raízes que nos permitiam ficar de pé.
Isso os invasores europeus (os evangelizadores europeus) fizeram e ainda
fazem com os povos originários. Estes povos, afastados de sua história, de suas
crenças e valores, de seus pais e ancestrais, desenraizados, não conseguem ficar
em pé. Muitos se suicidam, muitos encontram nas drogas e no álcool refugio para
o desespero. A destruição cultural mata as pessoas.
Vamos então analisar o artigo 7º que mostra o espírito do projeto de lei acima
descrito. Este dispositivo estabelece que:
Serão adotadas medidas para a erradicação das práticas tradicionais nocivas,
sempre por meio da educação e do diálogo em direitos humanos, tanto em meio
às sociedades em que existem tais práticas, como entre os agentes públicos
e profissionais que atuam nestas sociedades. Os órgãos governamentais
398
Bioética no estado de direito plurinacional
6. Os “índios” em museus
De outro lado, a política alternativa à intervenção civilizadora e a equivocada
criminalização, invasão e imposição cultural, tem sido a “museificação” dos povos
originários no Brasil. Se a tentativa da solução do “problema” por meio do direito
penal e a imposição de uma visão “civilizada” do mundo contra a barbárie ou selva-
7
WALLERNSTEIN, Immanuel. O universalismo europeu: a retórica do poder. São Paulo: Editora Boitempo, 2007,
p. 32.
8
WALLERNSTEIN, Immanuel. O universalismo europeu: a retórica do poder. São Paulo: Editora Boitempo, 2007,
p. 34.
399
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
400
Bioética no estado de direito plurinacional
que estes diversos grupos sociais (étnicos ou não) possam dialogar permanente-
mente em condição de igualdade (sem presunções de superioridade civilizacional,
étnica ou qualquer outra pretensão) para a construção de uma agenda histórica e
dinâmica de direitos humanos.
Deste modo, pode ser que um dia acordemos em não mais matar as pessoas em
sistemas econômicos egoístas; na ganância da sociedade de consumo; nas guerras;
nos conflitos urbanos; pode ser resolvamos não matar mais as crianças de fome ou
em qualquer outra forma de infanticídio.
8. Conclusão
O novo constitucionalismo plurinacional pode fundamentar uma nova ordem
internacional democrática e, logo, igualitária. Exige a coragem de se romper com
o universalismo europeu9 que gerou os direitos humanos “universais” europeus e
uma ordem desigual cultural, econômica e social favorável aos Estados do norte
(Europa Ocidental, EUA e Canadá) reproduzidos nos textos preconceituosos de
suposta superioridade européia, presentes no Tratado de Versalhes e com fortes
resquícios na Carta das Nações Unidas (como, por exemplo, no sistema de tutela).
Um novo Estado constitucional democrático plurinacional é possível, assim
como uma nova ordem mundial e a construção de um direito internacional (talvez
mundial) democrático deve partir da superação das pretensões hegemônicas; das
falsas declarações ou suposições disfarçadas de superioridade cultural. Uma nova
ordem constitucional pode fundamentar a construção de uma nova ordem mun-
dial democrática, o que exige a construção de espaços permanentes de diálogo em
condições reais de igualdade de manifestação, de igualdade de fala e de igualdade
de voto nas deliberações. O novel constitucionalismo latino-americano deve funda-
mentar uma nova ordem mundial democrática, o que exige o reconhecimento dos
novos atores das relações mundiais; de novos sujeitos de um direito internacional
que, talvez, a partir daí, seja finalmente democrático e deixe de ser meramente
internacional, mas efetivamente mundial: um constitucionalismo mundial.
Bibliografía
ALMEIDA, Ileana. El Estado Plurinacional – valor histórico e libertad política para los indígenas ecuato-
rianos. Quito, Ecuador: Editora Abya Yala, 2008, p. 21.
CREVELD, Martin van Creveld. Ascensão e declínio do Estado. São Paulo: Editora Martins Fontes, 2004.
CUEVA, Mario de la. La idea del Estado. 5a ed. Universidad Autônoma de México: Fondo de Cultura
Econômica, D.F, 1996.
9
WALLERNSTEIN, Immanuel. O universalismo europeu: a retórica do poder. São Paulo: Editora Boitempo, 2007.
401
José Luiz Quadros de Magalhães, Henrique Weil Afonso
HOBSBAWM, Eric J. Nações e Nacionalismo desde 1780: programa, mito e realidade. 5a ed. Trad. Maria
Celia Paoli e Anna Maria Quirino. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1990.
WALLERNSTEIN, Immanuel. O universalismo europeu: a retórica do poder. São Paulo: Editora Boitempo,
2007, p. 32.
402
David Hume,
la importancia de fingir un progreso
en los sentimientos
José Reinel Sánchez*
Universidad del Quindío, Armenia, Colombia
*
Universidad del Quindío. Correo: rsanchez@uniquindio.edu.co y rsanchezj@unal.edu.co
1
Algunos de estos aspectos actualmente son retomados por la filosofía de la mente, la filosofía de las emociones,
psicología moral, evolución de la moralidad y la sociobiología tratando de entender las posibilidades de realización
de nuestras aspiraciones morales.
403
José Reinel Sánchez
resultado de esa noble aspiración porque las pasiones egoístas motivan acciones
temerarias. Este es el principal lastre que impide realizar las proyecciones morales.
Ya que el egoísmo y el orgullo están determinados por nuestra naturaleza
individual y social sólo podemos construir la moralidad como una fábula o una
ficción. La mejor conclusión que con coherencia logra vislumbrar Hume es que
podemos imaginar las proyecciones morales pero no podemos llevarlas a cabo, el
efecto es psicológico con algunos rasgos positivos prácticos para la vida pública
pero sin compromiso ontológico.
****
404
David Hume, la importancia de fingir un progreso en los sentimientos
405
José Reinel Sánchez
2
“[W]hen of a sudden I am surpriz’d to find, that instead of the usual copulations of propositions, is, and is not, I
meet with no proposition that is not connected with an ought, or an ought not. This change is imperceptible; but
is, however, of the last consequence. For as this ought, or ought not, expresses some new relation or affirmation,
`tis necessary that it shou’d be observ’d and explain’d; and at the same time that a reason should be given, for what
seems altogether inconceivable, how this new relation can be a deduction from others, which are entirely different
from it.” (T 469)
3
Hume es catalogado además como un historiador, la voluminosa Historia de Inglaterra autoriza catalogarlo de esa
manera.
4
Thus self-interest is the original motive to the establishment of justice: but a sympathy with public interest is the source
of the moral approbation, which attends that virtue (T 499-500 cursivas en el original)
406
David Hume, la importancia de fingir un progreso en los sentimientos
hacia la socialidad, a eso Hume lo llama progreso de los sentimientos (T 500) Este
concepto se refiere a la forma como los individuos se van integrando interesada y
sentimentalmente a las diversas esferas sociales permitiendo consolidar grupos
asistencia solidaria y beneficio común. Que los individuos se unan en relaciones
sociales complejas alrededor de objetivos comunes (una empresa, un Estado) está
indicando ese progreso en los sentimientos humanos.
El concepto de ‘progreso’ es difícil de captar por los objetos a los cuales Hume
atribuye esa cualidad y por el sentido en que lo usa: él utiliza el verbo progresar
para referirse a un avance en el pensamiento (T 221), o el de la imaginación, de
los afectos, de la filosofía etc. Con la idea de progreso, Hume no hace referencia al
mejoramiento incesante en la historia humana o a su perfeccionamiento (como en
algún momento lo afirma Marx)5. Más bien, en este campo nuestro autor parece ser
un completo conservador pues (1) a su juicio no habría sino dos épocas históricas:
la presocial y la social. La presocial, es muy corta y se caracteriza por el primado
del egoísmo individual y tribal. La social se caracteriza porque la sociedad y la
clase humana viven bajo la directriz de los principios de justicia. (2) El ser humano
siempre será el mismo, estará siempre regido por los mismos principios. Al menos
esto puede inferirse de afirmaciones tales como que los hombres siempre serán
egoístas, ambiciosos y no ven más allá de su nariz.
Hume nos da a entender que mediante un entrenamiento adecuado se pue-
dan refinar las pasiones originales permitiendo que el individuo se redireccione
emocionalmente hacia una acción colectiva. Esto quiere decir que mediante cierto
proceso mental, las impresiones han de abandonar la fase de sensualismo simple y
directo e instalarse como incitadores a la acción motivadas por deseos de segundo
orden (deseo de desear: “yo deseo desear ser un individuo moralmente ejemplar”)6.
5
Esta es la lectura que hace Knud Haakonssen quien contrapone a la visión racionalista de Hobbes una perspectiva
evolutiva que descubre en Hume:
The rationalistic view immediately strikes one as rather unHumean, and evolutionary one seems to be the one borne
out by the whole trend of Hume’s discussion. Against the background of such an impression one might try to account
for the rationalistic view of the convention as a mere methodological device for Hume. On such interpretation Hume
is really saying that the qualities of universality and conventionality make justice a phenomenon, which exists as if it
had been instituted by men as such a ting, whereas its real origin must be accounted for by an evolutionary theory.
(Haakonssen 1981, 18)
Neil McArthur, igualmente, comparte la idea de que Hume tiene una concepción evolutiva de la vida social pues
las leyes se mueve por “evoluciones y adaptaciones lentas” (McArthur 2005,68). Aunque también reconoce que la
perspectiva del jurista es “profundamente conservadora en su visión de las instituciones sociales” (McArthur 2005,
62) y, además, que Hume da un valor esencial a las costumbres en la formación de las creencias. Las discusiones
en torno al conservatismo de Hume están bien fundadas epistemológica y antropológicamente.
6
Este sensualismo auto-moderado se confunde con la razón. A las ideas les corresponde vivacidad (Cfr. T 1) mientras
que a las pasiones les corresponde mayor grado de fuerza y vivacidad y son violentas. Una división similar sosten-
drá al abordar el asunto de las pasiones y el gusto las cuales operarán en un mundo civilizado de manera suave y
moderada.
407
José Reinel Sánchez
Una teoría del orden a partir del dilema del prisionero iterado
A lo largo del Treatise nos da a entender que la mente percibe las cosas por
gradaciones –o matices– estas gradaciones pertenecen a la naturaleza de las cosas
y son reales, no son meras ficciones mentales. La parte a la que me referiré aquí
408
David Hume, la importancia de fingir un progreso en los sentimientos
409
José Reinel Sánchez
que los hechos de fuerza son la única garantía de proteger lo que se ha ganado con
‘la laboriosidad y la fortuna’, esto es, se llega a la situación inicial, la del DP.
410
David Hume, la importancia de fingir un progreso en los sentimientos
Ese orden bello se alcanza por la práctica de las virtudes artificiales que
permanentemente están suavizando las asperezas del autocentramiento
de los individuos. El caso especial lo merecen las “buenas maneras”. Por
buenas maneras podemos nombrar a un grupo comportamientos que hacen
referencia a la decencia y al buen trato entre individuos auto-referenciados y
con tendencias egoístas; al esfuerzo que estos hacen para agradar a los otros
y reducir las fricciones que trae la vida diaria, por vincularse en una relación
más lúdica (la conversación y el juego), más afectuosa y más respetuosa con
ellos (no decirles de su mal aliento o molestarlo por su tos (T 589)). Vivir
bajo esta orientación es lo que marca la senda de cómo se alcanza el gusto
por lo público. Estas virtudes establecen el segundo matiz de la vida pública
que demanda el trato decente entre personas. Disfrutar de la vida en unión
con otros, remite a progreso social, a progreso en los sentimientos morales.
411
José Reinel Sánchez
con ello la condición pícara de los seres humanos no puede reducirse y, menos aún,
desaparecer. La conducta del “sensible knave” (EpM § 232) es un contra-ejemplo a la
actitud cooperativa sincera que, Hume supone, debe imperar en un real ambiente
de justicia relaciones morales generado por individuos autointeresados.
Ahora bien, siendo coherentes con la tendencia que tienen los seres humanos a
llevar un comportamiento autointeresado y su capacidad de sagacidad, una conducta
fingida encajaría perfectamente con las buenas maneras (T 577, 618 y 218). Los
esfuerzos que una persona hace para sostener un ambiente de convivencia tienen
carácter de virtud porque cada cual debe limitar sus manifestaciones hacia los otros
y conceder cosas que no aceptaría sinceramente. También, podríamos buscar otra
salida más airosa (más flexible), y considerar que ‘pensar’ en las ventajas de cierta
actitud puede ser el inicio de algún cambio posible: “If we thought, that promises
had no moral obligation, we never shou’d feel any inclination to observe them.” (T
518)7. Esto puede interpretarse como un proceso de autosugestión que podría en-
gendrar un nuevo acto de la mente que, a su vez, podría tener la fuerza obligatoria
de la convicción, ahí estaría su importancia. Pero, aun considerando esta variable
de reeducación, la dificultad presentada por la inclusión del fingimiento persiste
socavando una de sus posiciones más fuertes: no se puede derivar un debe de un es8.
Bibliografía
Hume, D. (1978). A Treatise of Human Nature. (L. A.-B. Edition, Ed.) England: Oxford, Clarendon Press.
Hume, D. (1999/1777). Enquiries Concerning the Human Understanding and Concerning the Principles of
Morals. New York: Cambridge University Press.
Hume, D. (1987). Essays: Moral, Politics, and Literary. (E. b. Miller, Ed.) Indianapolis, United States: Liberty
Found, Inc.
7
Esto es claramente coherente con su ‘máxima metafísica’ que afirma que lo que podemos imaginar claramente tiene
una posibilidad de existencia: “[T]hat whatever the mind clearly conceives, includes the idea of possible existence,
or in other words, that nothing we imagine is absolutely impossible.” (T 32).
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Igualmente se puede considerar, desde la perspectiva de pensar deliberadamente en términos de una vida en
virtud sin estarlo, que se dé un proceso de re-educación iniciada por el sujeto que, de buena fe, ve la carencia de
dicho sentimiento y lo simula (feign). En la forma de reeducación se puede percibir el adoctrinamiento (Gauthier,
1992, 420) ya iniciado por la educación familiar e institucional. Pero esto exigiría que el sentimiento existiera de
antemano, que haya habido un desvío y que este pueda ser corregido, además, como un facilitador del proceso de
re-educación, que la persona pudiera sentir el remordimiento por obrar de manera “viciosa”, etc. Pero esto debe
ser considerado como una alteración de un sentimiento y, no su carencia.
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de la responsabilidad política*
Leonardo Tovar González**
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Santo Tomás
Bogotá, Colombia
Alan Jara relata que un día durante su cautiverio, mientras él como de cos-
tumbre se hallaba encadenado a un árbol, un cabecilla de las Farc le espetó que no
fuera inhumano, recriminándolo por tener amarrada una gallina, pero cuando el
secuestrado le replicó tácitamente enseñándole sus cadenas, aquel le respondió que
eso era otra cosa. En sus confesiones dentro del llamado proceso de “Justicia y paz”
motivadas para obtener beneficios judiciales, los comandantes de las AUC califican
como errores las masacres que perpetraron, mientras los investigadores forenses
ya no dan abasto para almacenar e identificar los restos fragmentados de más de
3.216 cadáveres desenterrados de 2.644 fosas comunes a lo largo y ancho del país
(ver “Las bodegas del horror”, El Espectador Bogotá, domingo 4 de julio de 2010,
pp. 2 y ss.). El Presidente de la República elude con circunloquios el cumplimiento
estricto del fallo de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, que lo con-
mina a pedir perdón en nombre del Estado colombiano por el asesinato en 1994 del
líder comunista Manuel José Cepeda Vargas, al tiempo que la juez que condenó al
general en retiro Miguel Plazas Vega por su responsabilidad en los desaparecidos
de la contra-toma del Palacio de Justicia en 1985, debe exiliarse ante las amenazas
contra ella y su familia, acicateadas por la acusación presidencial con la cúpula
militar en pleno de haber castigado al oficial por cumplir su deber de “defender la
democracia, Maestro”. En el “Informe Anual de 2009 de la Alta Comisionada de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los Derechos
*
Ponencia en el “II Congreso Internacional y V Nacional de “Filosofía del Derecho, Ética y Política”, Universidad Libre,
Bogotá, 18, 19 y 20 de agosto de 2010. Una versión previa inédita fue expuesta con el título “¿Responsabilidad
ética, irresponsabilidad política?” en el “VII Simposio Internacional de la Revista de Filosofía Política”, Comisión
VII, “Ideales políticos de la humanidad”, Universidad de Cartagena, el miércoles 22 de noviembre de 2000.
**
Bogotá, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Santo Tomás. Integrante de la “Sociedad Colombiana de Filo-
sofía”.
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mento declaró que debía desoír los escrúpulos morales que todavía lo asaltaban,
y los antiguos lugartenientes que después lo traicionaron, siguen parapetándose
detrás de él y otros comandantes para eludir o por lo menos aminorar su responsa-
bilidad moral y judicial. Según persistentes denuncias avaladas por organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales, ante la presión para obtener resultados en
su responsabilidad de preservar el orden público, algunos integrantes de las Fuer-
zas Armadas de antiguo han incurrido en acciones ilegales como la desaparición,
la tortura y el asesinato, conducta perversa que en el gobierno saliente se agravó
todavía más con la búsqueda fraudulenta de recompensas.
Ahora bien, ¿son convincentes las justificaciones aducidas por los agentes invo-
lucrados? ¿Por qué nos suenan a sofismas con los cuales se desean encubrir intereses
parciales con el manto de un pretendido interés general por la Revolución, por la
Constitución, por el Orden? Y aun sin poner en duda la sinceridad de los motivos adu-
cidos, ¿estamos dispuestos a admitir todas las tácticas y estrategias emprendidas para
alcanzar los fines que cada bando reputa como buenos? ¿La responsabilidad política
con un proyecto histórico, nos exime por completo de cualquier responsabilidad ética?
A la luz de algunos de los más eminentes exponentes del pensamiento político
moderno, sostendremos que esta dicotomía obedece a una falacia, pues a la respon-
sabilidad política le es inherente una responsabilidad ética sin la cual aquella queda
socavada. Ciertamente, el político no se rige por la moral de la mera convicción, pero
como ha mostrado Villalonga, es una pobre interpretación sobre Weber equiparar
la ética de la responsabilidad al mero cálculo pragmático de medios para asegurarse
el poder a cualquier costo. Como enseñaron con acento constructivo Hobbes y con
acento destructivo Marx, el poder político se anula cuando es incapaz de responder
por la vida y la seguridad de los integrantes del organismo social. Y a pesar de sus
diferencias de enfoque ético y político, Kant y Hegel coinciden en que se invalida el
poder político que no responde por los derechos de las personas. Por último, desde su
reconstrucción discursiva de la weberiana autoridad por legalidad, Habermas demues-
tra que se deslegitima el poder político que no responde a la efectiva participación
democrática de los ciudadanos. En los tres niveles explicitados, la irresponsabilidad
por el cumplimiento de los fines históricos del poder, o por la juridicidad de los me-
dios empleados, o por la base democrática de las decisiones públicas, provocan la
ausencia del reconocimiento que constituye el alma de la responsabilidad política.
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político y la defensa de la propiedad privada, y por tanto denunció cómo aquella estaba
por entero al servicio de la desigualdad inherente a esta, pues quien dice proteger el
derecho de uno a poseer con exclusividad un bien, automáticamente está declarando
su disposición a reprimir que los demás disfruten de dicha posesión. No obstante, el
difícil equilibrio entre libertad individual y soberanía pública que instaura por medio
del contrato social, indica que su solución sigue concediéndole el puesto central a la
política, así los deberes de esta se amplíen al servicio de la equidad social.
Marx, en cambio, replanteará de raíz el problema, ya que dejará de concebir
al Estado como el núcleo de la vida social, para considerarlo una variable más de las
relaciones económicas de producción. En efecto, el aparato normativo, coercitivo e
ideológico del poder estatal, no posee otra función que apoyar la acumulación del capital,
al dotar a las clases propietarias de las reglas de juego para el desenvolvimiento de sus
relaciones en el mercado, así como de los instrumentos que las facultan para utilizar
el trabajo del proletariado en su propio beneficio y reprimir los posibles embates de
este contra sus intereses económicos. Dentro del capitalismo, los pobres no poseen
otra mercancía que su fuerza de trabajo, y por lo tanto se ven obligados a venderla por
un salario a quienes detentan los medios económicos de producción. Pero dado que
el trabajo es la única mercancía capaz de agregar valor y así generar riqueza, su costo
(valor de uso) necesariamente será menor que su valor de cambio, diferencia que se
constituye en una ganancia (plusvalor) de la cual se apropia el capitalista. Entre tanto,
los salarios que devengan sólo sirven para que los proletarios a través del consumo
reproduzcan su fuerza de trabajo y potencien así su capacidad para crearle plusvalía
a los dueños del aparato productivo. Aunque apoyó las luchas por el mejoramiento de
las condiciones de los obreros en su tiempo, Marx comprendía que de todas maneras
las reglas laborales promulgadas por el Estado burgués, no tenían otra finalidad que
hacer más efectiva la explotación de los trabajadores.
Por eso, en contra de las medidas filantrópicas del socialismo utópico o refor-
mistas de la socialdemocracia, el autor de “El Capital” no cifra sus esperanzas en un
cambio meramente político, sino en una transformación del modo de producción.
Sólo cuando los proletarios tomen conciencia de su papel central en la economía capi-
talista, y en lugar de crear las mercancías que los alienan a ellos mismos, se apoderen
de los medios de producción y pongan su fuerza de trabajo a su propio servicio, podrá
superarse la injusticia constitutiva del capitalismo. Para Marx, ese momento consti-
tuirá el verdadero inicio de la historia humana, aquel en que el hombre se convertirá
en genuino sujeto de su destino, pues en todos los estadios anteriores, ha estado
sometido a fuerzas impersonales que lo han enajenado. Incluso, podemos encontrar
una analogía de su planteamiento con el de Hobbes, ya que en ambos casos se trata
de salir del estado de naturaleza y alcanzar la condición social, sólo que en este caso
el medio no es un acuerdo de voluntades para fundar el Estado, sino una revolución
desencadenada por las leyes materiales de la historia que, entre otras consecuencias,
motiva la desaparición del Estado. A diferencia del autor británico, Marx no estima
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¿Cómo juzgar, entonces, a los Estados históricos que de hecho conculcan la libertad
de sus súbditos? En primer lugar, advierte Hegel, estos testimonios no deben llevarnos
a cuestionar con base en esos casos la idea misma de Estado, como si renunciáramos
a la esencia racional de hombre sólo por la existencia de individuos con limitaciones
cognitivas. Serán esos gobiernos despóticos los que se invalidan al no cumplir con su
responsabilidad integralmente ética y política en la promoción solidaria del bien público
y privado, no el concepto mismo de Estado como telos de la vida política.
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A manera de conclusión
En esta ponencia, hemos intentado mostrar que existe una estrecha unión
entre la responsabilidad política y la responsabilidad ética, ya que el poder se anula
de hecho cuando no puede responder por la vida de los ciudadanos (responsabilidad
pragmática), se invalida normativamente cuando no responde por los derechos
ciudadanos (responsabilidad práctica), y se deslegitima políticamente cuando no
responde a la participación ciudadana (responsabilidad democrática). Sin embargo,
con Weber y con el propio Kant, hemos preferido conservar la tensión entre esos
dos polos, pues sería muy simplista solucionar “algebraicamente” el problema, por
así decirlo por igualación de términos, bien afirmando que la responsabilidad ética
en la política no puede ser otra que la responsabilidad política, bien señalando a la
inversa que la responsabilidad política no debe ser otra que la responsabilidad ética.
La responsabilidad política comporta una dimensión ética que no puede ni debe
ser ignorada, pero se resuelve por mediaciones que trascienden la mera moralidad.
¿Y qué decir de la responsabilidad política así entendida en nuestro país? Acon-
tecimientos como los que citamos al inicio de la conferencia, nos eximen de poner en
juego mayores habilidades retóricas para mostrar la patente irresponsabilidad ético-
política de nuestros agentes políticos, incluyéndonos a nosotros como ciudadanos.
El Estado se niega a sí mismo por culpa de su incapacidad para garantizar un orden
social justo que responda por los derechos políticos y sociales de los colombianos.
La insurgencia armada ha invalidado el sentido de su lucha al utilizar irresponsable-
mente métodos de guerra que desconocen los mínimos ético-jurídicos consagrados
en el derecho internacional humanitario. Consentidos por acción u omisión, los
escuadrones de la muerte revelan la verdadera responsabilidad del régimen en la
destrucción de la condición básica de la participación política, a saber, la vida misma
de los ciudadanos. Paralizados por el miedo, la resignación o la indiferencia, estos
últimos procuramos seguir hasta último momento en nuestros asuntos privados, sin
percatarnos de nuestras responsabilidades en la fractura de la razón pública.
En definitiva, creemos con Apel que hoy ninguna ética privada o pública puede
eludir la prueba de fuego de la responsabilidad con las consecuencias de las opciones
prácticas. Sobre todo en la situación colombiana, los ciudadanos tenemos el derecho
y el deber de exigirles a todos los sujetos de poder que actúen responsablemente, y
exigirnos a nosotros mismos un compromiso cada vez más responsable con la razón
pública de la democracia. Si la política concierne a las relaciones de los hombres en
comunidad, la ética política se referirá especialmente a la responsabilidad, esto es,
a la mutua capacidad de responder por la vida, los derechos y la participación de
todos y cada uno de los integrantes de la comunidad humana.
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