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Consignas

I. ¿Qué es lo que permite marcar la diferencia entre episteme y doxa?


II. ¿Toda opinión es falsa? ¿O pueden señalarse opiniones mejores que otras?
III. Y en el campo del conocimiento ¿hay conocimientos ‘mejores’? ¿Cuáles? ¿Qué opera
aquí como criterio de demarcación?
IV. ¿Por qué son como prisioneros los hombres que sólo tienen una opinión de las cosas?
¿Cómo podrían ser liberados?
V. Escribir un texto diferenciando el conocimiento de las creencias. Realizar luego un
cuadro o gráfico con esa información.
Desarrollo
I. Platón, en República, propone una división de los tipos de conocimientos que se pueden
alcanzar a partir de dos tipos de realidades. Para explicarlo, Platón utiliza el ejemplo de una
línea que divide dos ámbitos. Tenemos en la parte inferior el dominio de lo sensible, la
percepción de las cosas múltiples y variables a través de los sentidos:
507b (…) hay muchas cosas bellas, muchas buenas, y así, con cada multiplicidad, decimos que existe y
la distinguimos con el lenguaje.

(…) – Ahora bien, ¿por medio de qué vemos las cosas visibles? – Por medio de la vista. – En efecto, y
por medio del oído las audibles, y por medio de las demás percepciones todas las cosas perceptibles.
¿No es así?

El tipo de información que se puede obtener de esta realidad son las opiniones – doxa –,
puntos de vista subjetivos, ya que los objetos que se observan son múltiples y cambiantes.
Por el contrario, la episteme – conocimiento exacto o científico, en términos de Codero
(2009:151) – es la forma de conocer que se corresponde a la parte superior de la imagen de
la línea, donde se encuentran la realidad inteligible. La episteme es el conocimiento de lo que
es, de las realidades en sí, de la Formas que son siempre iguales a sí mismas y no en constante
devenir como los objetos captados por las percepciones:
507b (…) – También afirmamos que hay algo Bello en sí y Bueno en sí y, análogamente, respecto de
todas aquellas cosas que postulábamos como múltiples; a la inversa, a su vez postulamos cada
multiplicidad como siendo una unidad de acuerdo con una Idea única, y denominamos a cada una ‘lo
que es’.

II. Para responder a la pregunta de si todas las opiniones son o no falsas, nos remitiremos al
siguiente pasaje de República:
508c (…) – Del mismo modo piensa así lo que corresponde al alma: cuando fija su mirada en objetos
sobre los cuales brilla la verdad y lo que es, intelige, conoce y parece tener inteligencia; pero cuando se
vuelve hacia lo sumergido en la oscuridad, que nace y perece, entonces opina y percibe débilmente con
opiniones que la hacen ir de aquí para allá, y da la impresión de no tener inteligencia. – Eso parece en
efecto. (…)
– Entonces lo que aporta la verdad a las cosas cognoscibles y otorga al que conoce el poder de conocer,
puedes decir que es la Idea del Bien. Y por ser causa de la ciencia y de la verdad, concíbela como
cognoscible; y aun siendo bellos tanto el conocimiento como la verdad, si estimamos correctamente el
asunto, tendremos a la Idea del Bien por algo distinto y más bello que ellas.

En estas línea, se expone que la verdad y el “ser” corresponde es aquello que es cognoscible,
es decir, a lo que se puede acceder solo mediante la episteme. Y se añade que, lo que aporta
verdad a las cosas cognoscibles y otorga el poder de conocer es la Idea del Bien. Por lo tanto
la verdad corresponde solo a la realidad inteligible.
Al contrario de la episteme, las opiniones provienen de la realidad sensible, en constante
cambio, es una forma de conocer que no se fija en el ser de lo que es siempre igual a sí mismo,
en lo verdadero. Y esto es así, porque la verdad es atributo de lo cognoscible. Entonces,
podemos concluir que, las opiniones, por no provenir de aquello que es verdadero, son falsas.
III. Acerca del conocimiento
Referencias bibliográficas

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