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José Javier Ponce de León Eyl - 377190


Literatura Mexicana I

Mara Patricia González González


José Javier Ponce de León Eyl

Literatura Mexicana I

Lo “mexicano” en la Primavera Indiana de Carlos de Sigüenza y Góngora

I. Introducción

Partiendo de la definición de literatura mexicana que dan Chorén y Goicoechea (2014) como
la expresión estética del surgimiento de identidad, el siguiente trabajo propone un análisis del
poema Primavera Indiana, Poema sacrohistórico, idea de María Santísima de Guadalupe de
México, copiada de flores (1668) del pensador novohispano Carlos de Sigüenza y Góngora a
partir de los conceptos de alteridad, símbolo cultural y sincretismo. A partir de los conceptos
mencionados, consideramos que el poema Primavera Indiana de Carlos de Sigüenza propone
una lectura regional, y es un antecedente de lo que será la literatura mexicana.

La relevancia del trabajo recae en la importancia que tiene Sigüenza y Góngora dentro
de la literatura mexicana que, junto a otras grandes figuras como Sor Juana Inés de la Cruz y
Juan Ruiz de Alarcón, representa el periodo colonial novohispano. Además, después de su
muerte figuró en todos los tratados nacionales más importantes de biografía y bibliografía,
como los de Alcaraz, Arróniz, Sosa, Ramírez y Andrade (Codding, 2002). Así mismo, este
trabajo se propone a analizar la imagen que propone de la Virgen de Guadalupe no sólo desde
un punto de vista estético, sino del punto de vista cultural.

El trabajo se divide cuatro partes. Primero, se exponen brevemente los antecedentes


del autor y de su obra. Después se presenta el marco teórico siguiendo los conceptos
expuestos con anterioridad, seguido de un análisis del poema. Por último, se condensan las
conclusiones del trabajo.

II. Antecedentes

Carlos de Sigüenza y Góngora nace el 14 de agosto de 1645 y muere el 22 de agosto de 1700


en la ciudad de México. Fue el primer hijo varón de Carlos de Sigüenza y Dionisia de Suárez
de Figueroa (Codding, 2002).
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En 1660, inicia el noviciado en la Compañía de Jesús. Estudió filosofía en el Colegio


de San Pedro y San Pablo en la ciudad de México. Sin embargo, es expulsado de la
Compañía en 1667. Después de esto, inició propiamente su carrera académica y literaria,
ocupando varios puestos tanto académicos como administrativos en la Nueva España. Entre
ellos se destacan la cátedra de astronomía y matemáticas en 1672 y el puesto de contador en
1690, ambos en la Real y Pontificia Universidad de México (Codding, 2002). También sirvió
como cosmógrafo real de la Nueva España, que puso en práctica en 1693 cuando hizo un
viaje a Pensacola (Codding, 2002).

Entre sus obras se destacan Primavera Indiana (1668), Infortunios de Alonso Ramírez
(1670), Libra astronómica (1681) y Elogio fúnebre de Sor Juana Inés de la Cruz (1695).

III. Marco teórico

Ya se comentaba que las autoras Chorén, Goicoechea y Rull (2014) definen a la literatura
mexicana como “la expresión estética del surgimiento de nuestra identidad” (p. 7). Así, la
producción mexicana permite la creación de una identidad que vincula el pasado con el
presente y es testigo de una realidad histórica y social. Por lo anterior, se escogieron los
conceptos de alteridad, símbolo cultural y sincretismo cultural porque permiten la
construcción de una identidad.

El primer concepto que nos servirá para el análisis del poema es el de alteridad. Este
concepto es definido por Esteban Krotz (1994) a partir del contacto con el otro: “[...] la
experiencia del extranjero no es posible sin el extrañamiento de la siempre previa patria-
matria, que se recuerda justamente estando en el extranjero.” (p. 19). Es esta experiencia del
otro y sus costumbres la que remite a la madre patria, a sus costumbres y por ende, al propio
yo. De esta manera el teórico compara el proceso de la alteridad con el proceso cognitivo en
que se llega a lo desconocido (la identidad cultural) a través de lo conocido que en este caso
serían las culturas extranjeras.

Según Krotz (1994), este proceso de conocimiento va acompañado de un


etnocentrismo en que una cultura puede sentirse superior a otra en donde la importancia a las
diferencias y la distancia juegan un papel muy importante. Esta superioridad es también
señalada por nuestro segundo teórico Claude Lévi-Strauss (2005), quien dice lo siguiente:
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In order for a culture to be really itself and to produce something, the culture and its members
must be convinced of their originality and even, to some extent, of their superiority over the
others [...]. (Lévi-Strauss, 2005, p. 7).

Lévi-Strauss (2005) estaría refiriéndose a la producción cultural en que fácilmente


puede encajar la producción literaria. De esta manera, una cultura debe reconocerse como
original (diferente) a otras e incluso llegar a sentirse superior (aspecto que será remarcado en
numerosas ocasiones por Sigüenza y Góngora). Para su conformación, será necesario que los
participantes de ella atribuyan significado a los objetos que ellos aceptan como parte de su
cultura. Ejemplo de estos son los mitos que las civilizaciones antiguas se formaron sobre la
creación del mundo o, los discursos científicos del siglo XX. Estos se convertirían en lo que
Lévi-Strauss llama símbolos culturales (Ibid).

Sin embargo, es interesante señalar que los símbolos culturales americanos son, la
gran mayoría de las veces, una combinación de los elementos característicos de las culturas
que los formaron: la prehispánica y la europea. Este proceso es llamado sincretismo cultural
por Espinoza y Gilyam (2012): “[...] un proceso de interacción entre culturas mediante el cual
estas asimilan los rasgos más significativos de una y otra. Se entremezclan las culturas dando
origen a manifestaciones culturales nuevas.” (Ibid, p. 3). Así, el hecho de que la cultura
indígena y la cultura española hayan convivido hace posible que nazca una nueva cultura que
retoma las figuras indígenas y la iconografía española. Ejemplo de este sincretismo es la
misma Virgen de Guadalupe y que luego pasará a convertirse en el estandarte de la cultura
mexicana.

IV. Corpus literario

La obra Primavera indiana, poema sacrohistórico, idea de María Santíssima de Guadalupe,


publicada por Carlos de Sigüenza y Góngora en 1668, va a reflejar su pensamiento de manera
general respecto a la identidad criolla y lo que significa para ellos el símbolo de la Virgen de
Guadalupe, aún siendo escrito en una etapa de formación del pensador novohispano. El
poema, de acuerdo al estilo de su época, está escrito en octava real: estrofas de ocho versos
endecasílabos, con una rima A-B-A-B-A-B-C-C. Al ser endecasílabo, se clasifica como Arte
Mayor, mismo que conlleva una comprensión erudita de la literatura, además del lenguaje
barroco que utiliza en él. Esto se puede apreciar desde el primer verso, que dice: “Si merecí
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Calíope tu acento / de divino furor mi mente inspira” (Sigüenza, 1668), refiriéndose a la musa
de la poesía épica. Más adelante aparecen otros personajes de la mitología griega, como lo
son Febo, Talía, Aquilón, Cibeles, Astrea, Fabonio, Faetón, Apolo, Alcióe, Adonis, y muchos
más. También hace referencias a lugares como el río Leteo, Hipocrene, Libetra, el Olimpo, la
ciudad de Sicano, e incluso hace alarde de su conocimiento astrológico al mencionar el
Coluro, y constelaciones como Acuario y la Ursa (Osa Mayor). Conforme irá avanzando el
poema, las menciones a referencias mitológicas griegas disminuyen y comienza el himno que
pretende a la Virgen de Guadalupe, donde narra la anécdota de su aparición con el indio Juan
Diego en la estrofa XLVII:

Llega a afrontarse con el peñascoso

vasto Tepeyácac, donde un concento

suavemente en metro armonioso

tiene el alma suspensa al indio atento.

Extático el sentido, el deleitoso

métrico coro investigó al momento,

intento vano si del cielo nace

que el eco solo entre malezas yace. (Sigüenza, 1668, v. 369-376)

A lo largo del extenso poema, irá intercalando estas referencias a la Virgen María con
otras a la mitología griega, como puede apreciarse en la estrofa LVIII: “Soberana Pandora de
las flores / quedó María, a cuyo obsequio dieron / esas del prado estrellas, los colores, / que a
influjos de la aurora recibieron.” (Sigüenza, 1668, v. 457-460). El autor alude a la caja de
Pandora, y mezcla esa idea con la del manto de Juan Diego, donde sostuvo flores para probar
la presencia de la Virgen en el cerro de Tepeyac.

Por último, también es posible encontrar en Primavera indiana algunas referencias a


la fauna y lugares característicos de México, como se cita de la estrofa XXXVI: “Termina el
vuelo donde yace altiva / la gran Tenochtitlán en áureo trono, / selva de plumas del copil
cautiva / de su grandeza real es real abono. / Al hueipil, y quetzal da estimativa / el oro, cuyas
máquinas perdono,” (Sigüenza, 1668, v. 281-286). Las imágenes más evidentes serían la
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ciudad azteca de Tenochtitlán y el quetzal, un ave de la región que era objeto constante en la
poesía prehispánica.

V. Análisis literario

Respecto al concepto de alteridad, es importante recordar el paso de Carlos de


Sigüenza por el Colegio de Tepoztlán a cargo de la Compañía de Jesús, los estudios que hizo
de manera independiente con su padre, y la influencia de la Real y Pontificia Universidad de
México, donde estudió retórica, derecho canónico, astrología y matemáticas (Codding, 2002).
Dichos estudios estaban fuertemente influenciados por la instrucción española de la época y
la cultura renacentista tardía, así como católica, del Viejo Mundo. Con base en sus
publicaciones, fue hasta 1680 que estuvo “absorto en investigaciones de las civilizaciones
indígenas de México” (ibid., p. 592). El constante estudio de la literatura y filosofía clásica
fue un punto de referencia para que Sigüenza y Góngora pudiera voltear la atención a su
tierra de origen, y poner en contraste su identidad mexicana con la hispana. En Primavera
indiana (Sigüenza, 1668) esto se refleja claramente en la composición del poema. Si bien este
empieza con un sinnúmero de referencias clásicas, como la petición a las musas, va
transformándose hasta referirse casi por entero a la aparición de la Virgen de Guadalupe. Con
el paso de los años, Carlos de Sigüenza se atreverá repetidas veces a confirmar “la
superioridad cultural, religiosa e intelectual mexicana” (Codding, 2002, p. 597).

La estrategia del escritor para declarar la superioridad criolla se manifiesta en sus


varios escritos, donde presume su intelecto en contraposición a la opinión que se tenía en el
Viejo Mundo sobre que los indios y criollos no tienen raciocinio (Codding, 2002). Sin
embargo, se vuelve aún más visible cuando mezcla la historia cultural de los indígenas con la
de los españoles por medio de símbolos culturales, siendo el estandarte la Virgen de
Guadalupe uno de los más importantes. Y es precisamente en Primavera Indiana y
posteriormente en Glorias de Querétaro en 1680, donde el autor alude a esta figura, que
permite a los criollos y a los indígenas asentar su Iglesia, con un símbolo cultural que ellos
han definido como valioso y como parte de su identidad como mexicanos. Su aparición
también les concede el argumento de creer en la Nueva España como una nueva Tierra Santa,
ser el pueblo elegido por la Madre de Dios, y con su culto, asentar las bases para una
independencia religiosa y posteriormente política.
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La Virgen a la que el poema Primavera Indiana se refiere, es además producto de un


sincretismo cultural. María es una figura católica de procedencia bíblica popularizada en el
Viejo Mundo, pero la Virgen de Guadalupe tiene rasgos indígenas, en contraste con la
imagen europea. El poema que le dedica Sigüenza presenta el mismo sincretismo cultural,
mezclando referencias clásicas con las de Guadalupe, consumando la mezcla de las dos
culturas, como puede apreciarse en la estrofa LV:

Apenas anunció el rubio Apolo,

la esposa de Titón, el presto vuelo:

cuando camina el indio, al monte solo.

Al término final de su desvelo

(Plausible día al mexicano polo)

sube al monte por montes mil de hielo

ciego obediente de la gran María

por varias flores, que en el monte había. (Sigüenza, 1668, v. 433-440)

Aquí se menciona al dios griego Apolo y a Titón, hermano de Príamo, y al mismo


tiempo al indio Juan Diego, en la escena en que la Virgen le pide recoger las flores del monte.
Lo que aparece como una constante en el temprano poema de Carlos de Sigüenza, es la doble
y conjunta referencia de su saber clásico y la mención del símbolo mexicano por
antonomasia, la Virgen de Guadalupe. Mitchell Codding (2002) nos dice que “En su “poema
sagrado-histórico” el invierno mexicano del paganismo se rinde a la eterna primavera
redentora de Guadalupe, simbolizada en la milagrosa imagen de flores de la Virgen, para
ocasionar el amanecer de un paraíso criollo.” (p. 604). Así, el poema comienza de esta
manera: “cuanto con luces de sus rayos gira / ardiente Febo sin temer fracaso / del chino
oriente, al mexicano ocaso.” (Sigüenza, 1668, v. 5-8) para terminar con “Luz primiceria del
sagrado oriente, / soberano candor de la mañana / fue la Reina, que en solio refulgente / del desvelo de
Dios fue pompa ufana.” (ibid., v. 593-596), sosteniendo el ocaso criollo señalado por Codding.

VI. Conclusión
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El poema escrito por Carlos Sigüenza y Góngora no solamente resalta la figura de la Virgen de
Guadalupe como estandarte nacional, sino que también representa el pensamiento del autor y de su
tiempo, por medio de una lectura que busca representar lo mexicano. Su intelecto le permite, al mismo
tiempo, difuminar su pensamiento criollo con las referencias de mitología clásica a las de
acontecimientos históricos y de identidad nacional. En la misma figura de la Virgen de Guadalupe
podemos encontrar el símbolo cultural que formará parte del ser mexicano, la alteridad de reflejar su
figura con la de personajes de mitología griega, y el sincretismo cultural al unir la religión traída por
los españoles a México, que se reconstruye en una mujer de tez morena que elige como mensajero a
un indio llamado Juan Diego.

La Primavera Indiana se incluye en la etapa de formación de Sigüenza y Góngora como


escritor y pensador. En el poema, el autor establecerá los inicios de una identidad mexicana por medio
de su representante más reconocido: La Virgen de Guadalupe. Con ello, Carlos de Sigüenza se
asegura como un antecedente directo a la literatura mexicana.
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Referencias

Choren, J., Goicoechea, G. & Rull, M. (2014). Literatura Mexicana e Hispanoamericana.


México: Editorial Patria.

Codding, A. (2002). “Carlos de Sigüenza y Góngora”. En Chang-Rodríguez (coord.).


Historia de la literatura Mexicana 2. La cultura letrada en la Nueva España del Siglo
XVIII. México: Siglo XXI.

Espinoza, M. & Gilyam, M. (2012). Sincretismo cultural. Mestizaje cultural en México y


Perú. Recuperado de la Biblioteca Virtual de la Universidad Nacional de Cuyo:
http://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/4640/trabajocatedra.pdf

Krotz, E. (1994). Alteridad y pregunta antropológica. Alteridades. Vol. 4, Núm. 8, pp. 5-11.

Lévi-Strauss, C. (2005). Myths and meaning. Inglaterra: Taylor and Francis.

Sigüenza, C. (1668). Primavera indiana, poema sacrohistórico, idea de María Santíssima de


Guadalupe. Recuperado el 08 de septiembre de 2019 de:
http://luxdomini.net/_gpe/contenido1/guadalupe_primavera_indiana.htm

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