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Literatura y enteógenos

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A lo largo de la historia de la humanidad, muchos autores literarios han tenido una relación estrecha
con sustancias enteógenas que les ha marcado tanto su vida como su obra artística. Su vida como
su obra han sido estudiadas desde la academia como fuera de ella.1
Dentro de las sustancias enteógenas que provocan los estados expandidos de consciencia que han
utilizado los escritores se encuentran el opio, la mescalina, la ayahuasca y el LSD. Albert Hofmann,
que sintetizó por primera vez la molécula del LSD en 1938 a partir del hongo del cornezuelo del
centeno, creía en el uso por intelectuales y artistas de estas sustancias por su potencial visionario.
A partir de su descubrimiento y el redescubrimiento de la mescalina muchos autores
como Huxley, Michaux y Jünger empezaron la utilización de estas sustancias y publicaron libros y
ensayos sobre sus experiencias. 2

Obras clásicas del género[editar]

 De Quincey, Jean (1822). Confesiones de un inglés comedor de opio.4


 Gaultier, Théophile (1846). El club de los hachichinos.5
 Baudelaire, Charles (1860). Los paraísos artificiales.
 Boissière, Jules (1896). Fumadores de opio - Cómicos ambulantes, Los espíritus del monte
Tan-Vien y otros relatos.6
 Jünger, Ernst (1939). Sobre los acantilados de mármol.7
 Artaud, Antonin (1948). Viaje al país de los tarahumaras.8
 Huxley, Aldous (1954). Las puertas de la percepción.9
 Huxley, Aldous (1956). Cielo e infierno.10
 Michaux, Henri (1956). Miserable milagro (La mescalina).11
 Michaux, Henri (1966). Las grandes pruebas del espíritu y las innumerables pequeñas.12
 Burroughs, William (1959). El almuerzo desnudo.
 Jünger, Ernst (1970). Acercamientos. Drogas y ebriedad.13
 Burroughs, William y Allen Ginsberg (1963). Las cartas de la ayahuasca.
 Wolfe, Tom (1968). Ponche de ácido lisérgico.
 Cocteau, Jean (1969). Opio - Diario de una desintoxicación.
 Calvo, César (1981). Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la amazonía.
 Wasson, Gordon (1983). El hongo maravilloso: Teonanácatl.
 Historia de la LSD. Cómo descubrí el mundo y qué pasó después en el mundo.
Albert Hofmann relata su descubrimiento de la LSD-25. Desde sus experiencias
‘místicas’ en la infancia, pasando por su trabajo en los laboratorios de la Sandoz, su
relación con Huxley y Jünger, y las perspectivas del empleo de su travieso
descubrimiento.

 Mundo interior, mundo exterior.


Ensayo del creador de la LSD sobre su visión del mundo. No habla explícitamente de
plantas, pero tampoco las esquiva. Ecología en cada una de sus páginas y líneas. Bello
y sencillo, en este libro Hofmann expone su visión de la relación del ser humano con el
mundo.
 O los paraísos naturales.
Disertación erudita sobre el uso de sustancias psicoactivas. Información sobre
toxicidad, concepto de adicción, usos, propósitos, conocimiento, euforia,
psicofarmacología.

Fragmentos[editar]
Los paraísos artificiales[editar]
[…] Los sentidos adquieren una finura y una agudeza extraordinarias. Los ojos alcanzan el infinito. Los oídos
perciben los sonidos más tenues en medio de los ruidos más agudos. Comienzan las alucinaciones. […] Los
sonidos tienen color, los colores tienen música. […] Un intervalo de lucidez os permite con gran esfuerzo mirar
el reloj. La eternidad ha durado un minuto. […] Todos los problemas filosóficos están resueltos. Todas las
arduas cuestiones contra las cuales se baten los teólogos, desesperantes para la humanidad que razona, son
límpidas y claras. Toda contradicción se hace unidad.

Charles Baudelaire, Los paraísos artificiales, 1860

México y viaje al país de los tarahumaras[editar]


El peyotl conduce al ser de vuelta a su verdadera fuente. Cuando alguien ha experimentado tal estado
visionario, es imposible para uno confundir la mentira con la verdad como antes.

Antonin Artaud, México y viaje al país de los tarahumaras, 1948

Las grandes pruebas del espíritu y las innumerables pequeñas[editar]


Iluminación: contemplación absolutamente no apropiadora, que solamente recibe, absolutamente no
conquistadora, absolutamente tranquilizante, desegoizante, que ciega las pequeñas discriminaciones en favor
de una clarividencia vasta e insólita.

La inteligencia de las distinciones suplantada de modo sorprendente.


El espíritu de desvalorización totalmente desaparecido. Interés desinteresado. Pero la variedad innumerable
del mundo bien debe estar ahí, a pesar de los pesares… Sólo lo está si queremos apropiarnos, clasificar,
delimitar, determinar.
Ahora ya nos encontramos más allá.
Sabiduría no profana. No utilizable.
El absoluto: la auténtica no-violencia.

Henri Michaux, Las grandes pruebas del espíritu y las innumerables pequeñas, 1966

Acercamientos: drogas y ebriedad[editar]


Hemos empezado a construir la casa por el tejado: Europa, Oriente, México. En primer lugar, el goce puro con
sus ventajas y peligros, después la aventura con sus regiones fantásticas, estéticas y espirituales, finalmente
acercamientos, por los que, en el pasado, hubiéramos corrido el riesgo de ser quemados o venerados y para
los que nos ahorramos los nombres. La palabra cristaliza.

[…] Paseaba arriba y abajo, me acomodaba en el sillón y observaba los libros. Los lomos se alzaban como
torres – no era consciente de cuánta energía se ocultaba aquí. Que estuvieran estampados, que exhibieran
frontispicios y textos, era irrelevante, era simple reflejo, sombra platónica de un poder espiritual. La autoría era
un préstamo mínimo limitado en el tiempo.
No siempre podía ver así el fenómeno, ni siquiera el simple fenómeno. Es bueno que nuestra percepción lo
filtre, que nuestros sentidos lo dividan, que la palabra lo fije. Pasé a la otra habitación, donde estaba el hijo
sentado a la mesa; habían acabado de comer. La mujer cruzó la puerta con gesto de sacerdotisa, las manos
entrecruzadas sobre el pecho. Las mangas colgaban hasta el suelo. Estaba de pie, clara, en un marco oscuro;
yo la vi en su menester y en su cargo, vi también el animal totémico del sol, así como había visto los libros.

Ernst Jünger, Acercamientos: drogas y ebriedad, 1970

ANTOLOGÍA PSICODÉLICA DEL DISPARATE


DÍEZ JIMÉNEZ, LUIS

Bibliografía[editar]

 Castoldi, Alberto (1997) [1994], El texto drogado. Dos siglos de droga y literatura. [Il testo
drogato] (Primera edición), Madrid: Anaya & Mario Muchnik, p. 280, ISBN 84-7979-394-5
 García Salgado, Roberto (2006). «Drogas y subjetividad (Del entusiasmo y la
racionalidad)». LiberAddictus (México, D.F., publicado el enero-febrero 2006) (89). ISSN 1405-6569.
Consultado el 21 de noviembre de 2016.
 Herrero Gil, Marta (2012). El imaginario de las drogas en los modernistas hispanoamericanos.
Conciencia de separación y búsqueda de la unidad.. Madrid: Departamento de Filología
Española IV, Facultad de Filología, Universidad Complutense de Madrid. p. 373.
 Herrero Gil, Marta (2013). El paraíso de los escritores ebrios. La literatura drogada española e
hispanoamericana desde el Modernismo a la posmodernidad. Madrid: Amargord.
 Leal, Francisco (2015). «"Quise entonces fumar". El opio en César Vallejo y Pablo Neruda: rutas
asiáticas de experimentación». Aisthesis, Revista Chilena de Investigaciones
Estéticas (Santiago) (58). ISSN 0718-7181. doi:10.4067/S0718-71812015000200004. Consultado el 21 de
noviembre de 2016.
 Plant, Sadie (2001). Escrito con drogas. Barcelona: Ediciones Destino. (Writing on Drugs, 1999)
 Rivera, Ronald (2015) [1994], Arte con ayahuasca: Entrevistas sobre el proceso
creativo (Primera edición), Lima: La Nave, p. 260, ISBN 9786124669934
 Viera, Víctor M. (2003). El viaje modernista: la iniciación narcótico de la literatura
hispanoamericana en el fin de siglo.. Barcelona. (enlace roto disponible en Internet Archive; véase
el historial y la última versión). Consultado el 21 de noviembre de 2016.

Ernst Jünger: Visita a Godenholm. Juan Conesa Sánchez (tr.) Madrid: Alianza, 1983.

Después de muchos años releo la que es, en mi opinión, la mejor novela de Ernst Jünger, Besuch auf
Godenholm (1952). En algún volumen de Radiaciones, Jünger (1895-1998) confiesa que es también su preferida. Es
una novela breve con un argumento sencillo. En una isla escandinava se reúnen en casa del maestro Schwarzenberg,
los ex-combatientes Moltner, psiquiatra, y Einar, historiador, para vivir una experiencia iniciática inducida por un
estado de ebriedad. Los contenidos de sus visiones están inspirados en las que tuvo el propio Jünger en sus sesiones
de LSD con el químico Albert Hofmann (Suiza, 1906). En definitiva, si alguna vez te has preguntado qué
alucinaciones tendrían unos cuantos filósofos en una fiesta con LSD esta es tu novela.
Las visiones que expone Jünger tienen una clara raigambre platónica. Así, la visión de Moltner pasa por tres fases
que recuerdan los segmentos del pasaje de la línea. En primer lugar, el orden geométrico universal, a continuación,
los arquetipos, prestando especial atención a las especies marinas, y, por último, el resplandor de luz que está en el
origen, el rayo, el Sol, la Idea del Bien, el Uno.

Los números, los pesos y las medidas surgieron de la materia. Se despojaron de su aspecto exterior. Ninguna diosa
podía comunicarse con el iniciado de una manera más audaz y libre. Las pirámides, con toda su pesadez, no
igualaban aquella revelación. Aquello era resplandor pitagórico. (pp. 77-78)
¿Es que lo esencial de los géneros y las especies era lo que aquí se movía y desfilaba al compás de la canción de la
vida, lo que penetraba a raudales en el éter? ¿Es que lo indestructible en ellos era la chispa que, a través de la
cadena de la especie, prendía del padre en el hijo? Aquí cayeron las cadenas y los sentidos intuyeron una
magnificencia atemporal. (p. 82)
Era el antiguo sol, que se condensaba en haces para una nueva ofrenda. El que algunas veces se le llamara dios o
diosa no era más que un ligero aderezo en su frente. El sol brillaba sobre el trono de los faraones, sobre las
pirámides y en el palacio de Moctezuma. Humo ondulaba en torno a toros dorados, las cobras mecían su cofia de
luz. Los tigres rugían y los pavos reales desplegaban sus colas. Aquí reinaba el silencio, el gran mediodía, el poder
inmóvil. Era sólo una ligera fluctuación, como si los muros se transformaran de oro en luz y de nuevo en oro. Pero
no estaba sujeto a ningún cambio. El ser y la esencia se identificaban totalmente. (pp. 86-87)
La visión de Einar no necesita del andamiaje filosófico de Moltner para terminar en la misma conclusión. La visión
de sus padres muertos, retornados a la vida, le hace tomar conciencia de esa luminosa Unidad originaria que
convierte en inútiles todos los esfuerzos de la muerte.

Sí, él comprendía lo que se quería enseñar aquí. Continuamente volvía a suceder que lo uno se elevaba por encima
de las partes y se revestía de resplandor. Este secreto era inexpresable, pero todos los misterios aludían a él, trataban
de él, de él sólo. Los caminos de la historia y sus argucias, que tan entrelazadas parecían, llevaban hacia esta verdad.
A ella se acercaba también toda vida humana, con el transcurso de cada día, con cada paso. El tema único-de todas
las artes fue siempre ese uno y desde él cada pensamiento fue ordenado en su categoría. Aquí estaba la victoria que
coronaba a todos y le sacaba la espina a cada una de las derrotas. El grano de polvo, el gusano, el asesino, todos
participaban de ella. No había nada muerto en esa luz, ni había nada de tinieblas. (p. 101)
Jünger termina con una advertencia: la sabiduría no está en el veneno alucinógeno sino dentro de cada uno, o, dicho
con las palabras del maestro, “Espero poder ofrecerles también el año que viene comida y bebida. En cuanto al resto
-sonrió- mi casa es como una posada española: los huéspedes no encuentran más que lo que traen consigo en su
equipaje“.

DESCRIPCIóN

"Visita a Godenholm" narra la llegada a una pequeña isla de una mujer y dos hombres,
quienes han sido invitados por un misterioso personaje que ejercerá como guía en un
viaje iniciático. El relato, publicado dos años antes que "Las puertas de la percepción"
de Huxley, es probablemente la primera obra de ficción en la que se describe una
experiencia con LSD, sustancia que el autor había consumido con Albert Hofmann en
1951. Jünger ya había experimentado previamente con el cannabis y la mescalina, y
había escrito sobre ello en "El corazón aventurero" y en la distopía "Heliópolis", pero
aquí la descripción de la experiencia psiconáutica se convierte en el asunto central de
la obra, en la que la escritura del autor alcanza una de sus cimas poéticas.
Teatro de la Crueldadde Antonin Artaud y la poesía de Henry Micheaux.
-Peyote y LSD: Ken Kesey con Alguien voló sobre el nido del cuco (1962). Timothy Leary con Hight
Priest (1968). El periodista gonzo Hunter S. Thompson con Miedo y asco en las vegas (1971). Carlos
Castaneda con Journey to Ixtlan (1972). Ginsberg, quien alabó al LSD como alimentador creativo, no
tomó esta sustancia hasta después de componer su épica.

Jean Paul Sartre experimentó en 1935 con la mescalina, ejerciendo una gran influencia en su novela La
Náusea.

Hay autores que todavía quieren pisar terrenos más psicodélicos, como si se hubieran colado en un mundo
alternativo en technicolor. Psiconautas de las letras que, como Alicia, viajaron a otras dimensiones a fin
de contar al mundo todo lo que vieron:

En ocasiones, sin embargo, no basta con estimular la verborrea. Hay autores que quieren ir más lejos, alterando su
conciencia de tal modo que su obra se convierta en un objeto casi sinestésico. Samuel Taylor Coleridge escribió Kubla
Khan (1797) bajo los efectos opio. Sobre este poema onírico, el poeta inglés escribió a un amigo:
Me gustaría mucho, como Vishnu, flotar sobre un océano infinito mecido en la flor de Loto y despertar una vez en
millones de años sólo por unos minutos (sólo para saber que dormiré otro millón de años más… Puedo, en
ocasiones, sentir con fuerza estas bellezas que describes, en sí mismas (pero es más frecuente que todas las cosas
aparezcan pequeñas) todo el conocimiento que puede ser adquirido un juego de niños (el universo musmo) qué
sino un fardo inmenso de cosas pequeñas… Mi mente se siente como si estuviera deseando tener y conocer algo
grande (algo uno e indivisible) y es sólo en la fe que las piedras o cascadas, montañas o cavernas, me dan el sentido
de lo sublime y majestuoso.

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