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1. Planteamiento de la cuestión
En este trabajo se analizarán las ideologías subyacentes a dos de las formas más
comunes de entender la investigación en psicología para, finalmente, proponer una
alternativa en la que, desde las coordenadas de la Teoría del cierre categorial, se
mostrarán las condiciones que debe reunir la psicología para poder ser considerada una
disciplina científica.
Esta situación no se puede lograr con una metodología que pretende estudiar los
procesos psicológicos en primera persona, dado que, en este caso, se carecería de
términos fisicalistas con los que realizar operaciones, ¿cómo iba el científico a poder
realizar operaciones con los procesos psicológicos del sujeto temático? (por otro lado, este
tipo de operaciones psicológicas no son públicas por lo que su contrastación y verificación
resultarían imposibles); a lo sumo, lo único que se estaría haciendo es registrar meras
estimaciones subjetivas emitidas por el sujeto temático (u objeto de estudio), carentes de
rigor científico, ante la presentación de situaciones estimulares muy diversas.
Por este motivo, necesariamente, en el plano del ejercicio, los psicólogos cognitivos
actúan como si fueran psicólogos conductistas, esto es, registran diferentes respuestas de
los sujetos ante la presentación de diferentes tipos de estimulaciones. Será en el plano de
la representación, y cuando pretendan explicar por qué se emiten diferentes respuestas
ante la modificación de las condiciones estimulares, donde recurrirán a toda suerte de
fantasmas gnoseológicos (maquinarias cognitivas sustantivadas, metáforas de
homúnculos, &c.). De esta manera, para solucionar las limitaciones que, según los
psicólogos cognitivos, presentaba el conductismo grosero (al eliminar el estudio de la
conciencia subjetiva del campo de la psicología), se completará el típico esquema E-R con
modelos del funcionamiento psicológico, de carácter metafísico y de gran oscuridad
gnoseológica, a partir de la asunción de diferentes metáforas entre las que cabe destacar
la metáfora del ordenador.
b. El recurso a la metáfora del ordenador
Para estudiar, con pretensiones emic de cientificidad, los procesos psicológicos que
subyacen a las operaciones, los psicólogos cognitivos parten, a título de hipótesis, de un
modelo de funcionamiento de la mente. Los resultados de sus investigaciones permitirán
confirmar o modificar este modelo inicial en una u otra dirección. La propuesta de este tipo
de modelos suele basarse en el establecimiento de una analogía entre la manera en que
funciona la mente y la manera en que funcionan los ordenadores.
El recurso a este tipo de metáforas para explicar los procesos psicológicos, ¿no
tendrá nada que ver con los importantes problemas gnoseológicos que impiden el estudio
científico de ciertos aspectos de la materialidad segundogenérica? Si la conciencia
subjetiva funciona de manera similar o idéntica a un ordenador, ¿por qué son los
psicólogos quienes se ocupan de su estudio y no los informáticos?
En primer lugar, suponer que las ciencias positivas y la filosofía se alimentan del
mismo tipo de materiales. En segundo lugar, suponer que la filosofía es un saber arcaico
que, a lo sumo, habría servido para el planteamiento de ciertos problemas cuya resolución
habría de esperar a la aparición de las ciencias. En tercer lugar, suponer que la filosofía
existe aun cuando no vaya adjetivada (materialista, escolástica, estoica, &c.). En cuarto
lugar, suponer que las ciencias poseen, en exclusiva, el dominio sobre todos los ámbitos
del saber. Sirvan los siguientes dos ejemplos para ilustrar este despropósito:
Asimismo, será inútil discutir sobre filosofía política, dado que las neurociencias ya
han resuelto el problema. La cuestión es sumamente sencilla y no requiere complicación
alguna por argucias filosóficas: quienes presentan una mayor activación de la ínsula serán
progresistas y, por tanto, votarán al PSOE mientras que los sujetos con menor activación
en la ínsula serán conservadores y, por tanto, querrán que Rajoy sea el próximo presidente
del gobierno de España. No disponemos del tiempo suficiente para el tratamiento de las
implicaciones que conlleva cada una de estas cuatro asunciones por lo que nos
centraremos en la exposición del problema principal que la irrupción del fundamentalismo
neurocientífico conlleva en el campo de las ciencias psicológicas, a saber, la eliminación
del propio sujeto psicológico.
Se habla, incluso, del gen del lenguaje, del gen de la esquizofrenia, etc. El único
problema radica en que el gen de todas estas cosas, encontrado por varios grupos de
investigadores, no suele coincidir.
Para que la psicología pueda tener un estatuto científico serán necesarias dos
condiciones, dadas tras la crítica de la psicología cognitiva y de las neurociencias.
En primer lugar, las relaciones del «sujeto consigo mismo» deberán reconstruirse a
partir de la mediación de otro tipo de variables pudiendo evitar, por tanto, la peligrosa
dualidad metafísica «dentro/fuera» (del sujeto) así como el ejercicio de una psicología, con
pretensiones de cientificidad, en primera persona.
Como hemos dicho, las operaciones del sujeto gnoseológico permiten moldear las
operaciones del sujeto temático. Ahora bien, esta situación no justifica la tesis según la
cual la psicología quedaría reducida a una mera praxiología o, incluso, tecnología de
modificación de conducta (situación β2) donde las operaciones del sujeto temático se
modificarían, simplemente, por su interacción con las operaciones del sujeto gnoseológico.
La psicología no podrá moverse en una situación β2, dado que las operaciones del
sujeto gnoseológico (por ejemplo, el terapeuta) y del sujeto temático (por ejemplo, su
cliente) no son sustancialmente idénticas, dado que el terapeuta posee un sistema de
operaciones más potente que envuelve a las operaciones del cliente para modificarlas en
la dirección deseada, con lo que nos encontramos en una situación II-β1 (admitir que la
psicología se sitúa en β2 sería tanto como admitir la imposibilidad de la modificación
profesional de conducta).
Ahora bien, el sistema de operaciones del sujeto gnoseológico (el terapeuta, en este
caso) es más potente porque se está representando sus operaciones con las leyes
genéricas del aprendizaje, las cuales se encuentran en una situación I-α2. El psicólogo
modificador de conducta poseerá una suerte de ciencia media: actuará en términos de
causa primera sobre las operaciones del paciente, dado que su misión consiste en dirigir el
proceso terapéutico; ahora bien, para que al final del proceso terapéutico puedan
obtenerse los resultados deseados, se requiere de la colaboración del cliente cuyas
operaciones serán concurrentes a las operaciones del terapeuta aunque en términos de
causa segunda.
La necesidad de evitar el dolor (no tanto por motivos psicológicos sino por la propia
supervivencia del organismo, dado que el dolor es indicativo de que algo amenaza su
integridad) es una esencia genérica común a varias categorías científicas (como pueda
serlo la necesidad de buscar alimento) y en este sentido, al considerar a las leyes
universales del aprendizaje (las leyes del reforzamiento y del castigo, &c.) como las
esencias del campo de la psicología, estaríamos hablando de una psicología genérica, es
decir, no-específicamente humana, lo que podría dificultar su delimitación frente a la
Etología.
Todas las unidades operatorias individuales que, a través de diferentes cursos, han
permitido el establecimiento de las estructuras esenciales del campo de la psicología,
serán mutuamente sustituibles entre sí y quedarán envueltas por estas esencias genéricas
de carácter supraindividual en el momento en que se alcance la situación operatoria I-α2.
La neutralización de la idiosincrasia de las operaciones individuales nos permitirá hablar de
un cierre, por muy precario y discutible que pueda resultar, en el campo de las ciencias
psicológicas.
Referencias bibliográficas