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y de la Calidad de Vida
Psicología de
la Salud y de la
Calidad de Vida
José María León Rubio
Silvia Medina Anzano
Silverio Barriga Jiménez
Ana Ballesteros Regaña
Isabel María Herrera Sánchez
Diseño del libro, de la portada y de la colección: Manel Andreu.
Primera edición en lengua castellana: septiembre 2004.
ISBN: 84-9788-156-7
Depòsito legal:
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta, puede ser copiada,
reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio,sea éste eléctrico,
químico, mecánico, óptico, grabación, fotocopia, o cualquier otro, sin la previa autorización escrita
de los titulares del copyright.
Autores
José María León Rubio
Doctor en Psicología. Especialista en salud laboral. Técnico superior en Prevención de Riesgos
Laborales. En la actualidad, ejerce su docencia en la Universidad de Sevilla, como catedrático
de Psicología Social. Los procesos de comunicación en los servicios sanitarios y la autorregulación
de las conductas de salud son dos de los tópicos que definen su perfil investigador.
Índice
Presentación ................................................................................................. 11
Presentación
deben seguir los pacientes hipertensos: disminución de peso, reducción del con-
sumo de sal y alcohol, aumento del ejercicio físico y evitación de las tensiones
emocionales crónicas.
Por último, entre las razones de tipo práctico podríamos nombrar el encare-
cimiento de los servicios de salud y su escasa efectividad para resolver las de-
mandas de salud que el mundo desarrollado tiene planteadas hoy día.
Las enfermedades crónicas e incurables, por ejemplo, obligan a orientar los
servicios sanitarios del tratamiento a la prevención y la rehabilitación y, por
tanto, crece el interés por temas netamente psicológicos: cambio de actitudes,
relación entre el profesional de la salud y el paciente con el objeto de lograr que
este último se adhiera al régimen de tratamiento, procedimientos eficaces de
modificación del comportamiento, etc., es decir, se da un creciente reconoci-
miento de la potencialidad de los procedimientos psicológicos para enfrentarse,
con garantías de éxito, a los distintos trastornos y hábitos relacionados con la
salud.
Estas razones dan cuenta del porqué de la emergencia de la Psicología de la
Salud y nos orientan respecto al para qué es necesario su estudio. El reto princi-
pal a que debe enfrentarse la Psicología de la Salud es responder a una crisis pro-
funda de los servicios de salud que pone de manifiesto el agotamiento del
modelo biomédico para entender la salud y la necesidad de una nueva conceptua-
lización de la misma, más acorde con los nuevos datos epidemiológicos y los
avances experimentados en las Ciencias de la Conducta en las tres últimas dé-
cadas, lo que supone aceptar que los determinantes de la salud son múltiples e
interaccionan entre sí.
Por consiguiente, los propósitos del estudio y desarrollo de la Psicología de
la Salud son:
Capítulo I
Los dos principios explicativos sobre los que se apoya este modelo son el re-
duccionismo biológico y el dualismo cartesiano. El primero establece que todo
problema de salud tiene un origen biológico; es decir, puede ser explicado por
un mal funcionamiento de los procesos fisiológicos a causa de desequilibrios
bioquímicos internos e involuntarios o por la acción de patógenos externos
como bacterias y virus. El segundo plantea que cuerpo y mente son entidades
distintas que funcionan de forma independiente la una respecto de la otra, la
mente es vista como un ente abstracto, relacionada con los pensamientos y los
sentimientos, incapaz de influir sobre el cuerpo.
Desde esta perspectiva, los problemas de salud son causados por factores
biológicos que poco tienen que ver con procesos psicológicos y sociales. Las
quejas o síntomas subjetivos del individuo son la consecuencia o expresión
de un desequilibrio biológico subyacente. Es decir, lo biológico puede con-
dicionar lo psicológico, pero el camino inverso es imposible. Por ejemplo, se
admite que el cáncer pueda originar infelicidad, pero no se considera que el
estado de ánimo del paciente contribuya a la evolución o progresión de la
enfermedad.
Según esto, el individuo no tiene responsabilidad sobre la enfermedad, úni-
camente es la víctima de fuerzas ajenas a él que producen cambios en su orga-
nismo, por lo que la intervención terapéutica debe estar guiada por principios
Editorial UOC 17 Capítulo I. Fundamentos de la Psicología...
vicios que presta. Para lo cual, se hace imprescindible una concepción menos
restrictiva de la salud y la desmedicalización de ésta.
A este cambio conceptual contribuyen distintas disciplinas (Epidemiología,
Antropología, Sociología y, por supuesto, Psicología) que han puesto de mani-
fiesto las insuficiencias del modelo biomédico como explicación científica de
los problemas relacionados con la salud y la enfermedad, aportando evidencia
empírica acerca de la influencia de los factores psicosociales y culturales sobre
la experiencia de la enfermedad, de la multicausalidad de la salud, y de la ma-
leabilidad de las respuestas biológicas por la acción de variables sociales y psico-
lógicas, todo lo cual viene a demostrar la debilidad de las bases sobre las que se
sustenta el modelo biomédico: el reduccionismo biológico y el dualismo mente-
cuerpo.
1) Derechos
2. Parsons (1951) sostiene la teoría de que la enfermedad es una desviación social o que puede ser
definida en términos de desempeño de funciones sociales.
Editorial UOC 19 Capítulo I. Fundamentos de la Psicología...
2) Deberes
“las personas reciben los mensajes de sus cuerpos, definen e interpretan sus síntomas,
realizan alguna acción para remediarlos y utilizan distintas formas de ayuda o el sis-
tema formal de salud.”
D. Mechanic (1986). The concept of illness behavior: culture, situation and personal
predisposition. Psychological Medicine, 16, 1-7 (p. 21).
3. Pilowsky (1986).
Editorial UOC 21 Capítulo I. Fundamentos de la Psicología...
“Un problema social es una cuestión de definición. [...] Un problema social carece
de existencia objetiva, más bien la gente atribuye carácter problemático a ciertos he-
chos o conductas y les asigna significado. [...] Ninguna circunstancia o conducta,
[...], constituye un problema social si los miembros de la sociedad misma no lo con-
sideran tal.”
4. McKeown (1979).
Editorial UOC 22 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
medidas eficaces por parte de la medicina, lo que pone de manifiesto que los de-
terminantes de la salud no son sólo biológicos.
Los datos que ofrece este autor sobre la evolución de la tasa de mortalidad en
Inglaterra y Gales por tuberculosis respiratoria son muy interesantes, pues
muestran que cuando ésta se pudo curar, la estreptomicina se empezó a utilizar
en 1947, la tasa de mortalidad asociada a la misma ya había disminuido de for-
ma considerable (véase la figura 1.1).
R.G. Evans, M.L. Barrer y Th. R. Marmor (Ed.). (1996) ¿Por qué alguna gente está sana
y otra no? (p. 22). Madrid: Díaz de Santos.
Son muchas las evidencias que establecen conexiones entre lo social y lo psi-
cológico con la enfermedad (lo biológico, en términos biomédicos). Entre todas
ellas, hay una que nos llama la atención de forma especial porque en sí consti-
tuye un argumento favorable a la hipótesis de la interacción herencia-medioam-
biente y contrario a la determinación genética. El organismo de las personas de
todas las razas no ha variado sustancialmente en los últimos treinta mil años y,
sin embargo, las enfermedades que se padecen han ido evolucionando a la par
de la sociedad.5
Los estudios sobre los trastornos relacionados con el estrés en un contexto
de cambio cultural y la investigación sobre el apoyo social como estrategia para
afrontar las tensiones cotidianas, ilustran muy bien cómo los procesos sociales
y culturales generan patrones de interacción social que moldean y modulan
nuestras respuestas biológicas hasta el punto de transformarlas en factores de
riesgo para la salud.
El cambio cultural suele tener un impacto significativo sobre la estructura de
las relaciones sociales, así como sobre el acceso a los bienes materiales y a las
fuentes y símbolos de prestigio, todo lo cual contribuye a la identidad social.
Sobre estas bases, Dressler6 postuló un modelo de discrepancia del cambio cul-
tural, según el cual la adaptación a la vida moderna no es problemática en sí,
sino que sólo deviene un problema cuando el individuo ve limitado el acceso a
los recursos económicos, en cuyo caso se desarrolla lo que denomina estrés de
estilo de vida o tensión resultante de conjugar un estatus socioeconómico bajo y
un estilo de vida más o menos alto (entendido este último como el aspecto sim-
bólico de la clase social o el estatus de modernidad), lo que socavaría la identi-
dad social del individuo.
Dressler ha sometido a prueba este modelo con diferentes comunidades,
comprobando que un estilo de vida elevado junto con un estatus económico
bajo genera una tensión que tiene efectos sobre el aumento de la tensión arterial
5. La población japonesa padece enfermedades diferentes que la población norteamericana, pero los
nietos de japoneses afincados en Estados Unidos padecen las enfermedades que son características de
la sociedad estadounidense, no las de la sociedad de sus antepasados (Marmot y Mustard, 1996).
6. Dressler (1982).
Editorial UOC 25 Capítulo I. Fundamentos de la Psicología...
9. Corin (1996).
10. Marmot y Theorell (1988).
Editorial UOC 27 Capítulo I. Fundamentos de la Psicología...
11. Proteína de alto peso molecular que se encuentra en el plasma y que, por acción de la trom-
bina, se convierte en fibrina, filamentos que son la base para un coágulo.
Editorial UOC 28 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
Los resultados mostraron que tales conductas y el índice red social predecían
cambios favorables en la salud.
Tanto estos resultados como los obtenidos por el equipo de Marmot nos po-
nen sobre la pista de otra acepción del término salud y de un mecanismo por el
cual moldeamos de forma indirecta nuestro organismo, nos referimos a la salud
como estilo de vida y al efecto de nuestros hábitos de comportamiento sobre
nuestro aparato biológico.
Desde una concepción mecanicista del comportamiento, el término estilo de
vida es definido y utilizado hoy en día, con frecuencia, en el sentido de:
una conducta molecular concreta (comer alimentos grasos o picar entre co-
midas) o, desde una perspectiva molar, a un complejo de comportamien-
tos que van desde el número de veces que nos alimentamos al día, hasta
el cepillado de dientes después de cada comida.
• Porque no son independientes entre sí y por ello podemos hablar de un
estilo de vida sedentario o de un estilo de vida orientado al logro laboral
o un estilo de vida protestante.
• Porque no son un asunto individual, sino que están determinados en gran
medida por el sistema de valores preponderante en una clase social deter-
minada y en un contexto sociocultural concreto, así como por las condi-
ciones de vida a las que las personas tienen que hacer frente. Por ejemplo,
la lactancia natural es una cuestión de estética en países desarrollados
como el nuestro, en países en desarrollo es una cuestión de vida o muerte,
en la que ésta puede prevenir la muerte de al menos un millón de niños.
ractuar con el ambiente o sus partes –objetos, eventos u otros organismos– modulado
por procesos psicológicos y el ejercicio de competencias conductuales que cada indi-
viduo desarrolla.”
J. A. Piña López (1991). Alternativa conductual sobre salud: justificación para el cam-
bio conceptual. Revista de Psicología de la Salud, 3 (1), p. 50.
buido a salud y enfermedad da razón y explica las acciones llevadas a cabo por
una persona para afrontar una patología o para preservar su salud, y no sólo
concedemos sentido y significado al término salud a partir de una determina-
da patología.
Así, las concepciones sobre la salud, nuestros comportamientos respecto al
sistema sanitario y nuestro estilo de vida son elementos interdependientes de
un sistema de creencias que se manifiesta en determinadas motivaciones, acti-
tudes y comportamientos relacionados con la salud. Tesis ésta que, de forma ex-
plícita o implícita, subyace en distintos modelos sobre la conducta de salud que
pueden ser considerados otras tantas aproximaciones psicosociales al tema, y
cuyas hipótesis de trabajo y apoyos empíricos examinaremos en el capítulo
Modelos explicativos de la Psicología de la Salud.
El reconocimiento del estilo de vida como un factor causal de la salud
supondrá llevar a cabo el diseño e implementación de programas preventi-
vos que se focalizarán más sobre las consecuencias positivas de adoptar una
nueva conducta de salud o estilo de vida saludable, que en resaltar los posi-
bles riesgos asociados con el mantenimiento de conductas patológicas. Se
trata de considerar la salud como un valor positivo, a nivel individual y co-
munitario, y de que el sujeto disponga de actitudes positivas que guíen su
comportamiento.
La tesis de fondo de estos planteamientos es que nuestro comportamiento
tiene capacidad para actuar sobre nuestro sistema biológico, aunque sea de
forma indirecta, y transformarlo. Y esto mismo es lo que sugiere la novedosa
pero ya amplia literatura sobre psiconeuroinmunología, donde se pone de
manifiesto que la tensión de la vida diaria afecta al sistema biológico y, por
tanto, a la salud: la activación generalizada del organismo que implica la li-
beración en el torrente sanguíneo de catecolaminas y corticosteroides altera
el funcionamiento del sistema inmune, produciendo efectos inmunosupre-
sores.14
Las consecuencias de los hechos que hemos mencionado son claras: el mo-
delo biomédico era sólo un dogma. Lo biológico puede ser tanto una variable
14. Consultar la revisión ya clásica sobre psicología social y sistema inmune de H. B. Kaplan
(1991). Social psychology of the inmune system: a conceptual framework and review of the litera-
ture. Social Science and Medicine, 33 (8), pp. 909-923.
Editorial UOC 34 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
El reconocimiento del importante papel que juegan los diversos factores psi-
cológicos y sociales en la aparición y mantenimiento de las enfermedades, obli-
ga a pensar sobre la salud en unos términos bien distintos a los propugnados
por el modelo biomédico. Se impone, por tanto, el desarrollo de un nuevo
modo de abordar los problemas relacionados con el binomio salud-enfermedad
que facilite la reorientación de los servicios de salud.
Era necesario desarrollar un acercamiento más comprehensivo, donde la in-
teracción de los factores biológicos, psicológicos y sociales fuese el determi-
nante principal de la salud y la enfermedad. Nace así el modelo biopsicosocial
que Bishop15 define como:
G. D. Bishop (1994). Health psychology: integrating mind and body (pp. 60-61). Boston,
MA: Allyn & Bacon.
Sus bases teóricas se hallan en la teoría general de sistemas. Ésta sostiene que
las cosas naturales se comprenden mejor en términos de jerarquía de sistemas,
en la que cada sistema está compuesto por otros sistemas menores, al tiempo
que forman parte de otro mayor. Así, todo sistema es, a la vez, un todo y una
parte. Desde este punto de vista, aun en el caso en el que un tipo particular de
proceso tenga el protagonismo, se deberá entender que los otros son condicio-
nes necesarias para que tenga lugar el proceso.
En nuestra opinión, la emergencia del modelo biopsicosocial supone pasar
de un modelo patogénico sobre los asuntos relacionados con la salud a un modelo
15. Bishop no diferencia entre salud y enfermedad, para él se trata de un mismo proceso (healthy).
Editorial UOC 36 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
Pero, sobre todo, este modelo plantea una nueva perspectiva sobre la salud, que
implica concebir la salud en positivo y una concepción social de las acciones de
salud, esto es:
• Tener por objetivo central que las personas se mantengan en salud, con-
siderando que ésta, más que un estado, es un proceso (healthing) de desa-
rrollo dirigido de forma activa y voluntaria hacia la realización de los
individuos, grupos y comunidades.
• Alcanzar un compromiso para el cambio del modo de vida (con vistas a la
salud) no sólo por parte del individuo, sino también del sistema social y sa-
nitario, pues si el individuo está o no sano, no es un asunto de exclusiva
competencia individual, sino que también depende de la estructura social.
• Crear una cultura de la salud o conciencia de que ésta debe ser promovida y
salvaguardada por parte de todos los actores sociales y en primer lugar por
los propios individuos, que tienen la responsabilidad de mantener y mejo-
rar su salud con la mayor autonomía posible respecto del sistema sanitario.
Se trata, en fin, de optar por valores concretos de las dimensiones del polisé-
mico concepto de salud.
Editorial UOC 39 Capítulo I. Fundamentos de la Psicología...
Conclusiones
problema social, toda vez que se trata de un recurso positivo para el desarrollo
de los individuos, los grupos y las comunidades. Argumentos éstos que justifi-
can la consideración de este modelo como uno de los principales pilares teóricos
de la Psicología de la Salud.
Editorial UOC 41 Capítulo II. Definición y delimitación...
Capítulo II
1. Stone (1988).
Editorial UOC 43 Capítulo II. Definición y delimitación...
cias más tempranas, sino también con sus condiciones de vida, en concreto,
con su estatus social y económico.2 Insinuándose, de este modo, la hipótesis
de que había sido la Psicología Clínica, por su actitud acomodaticia y nada
crítica al modelo biomédico, la responsable de que la Psicología no hubiera
tomado antes conciencia de la importancia de las variables psicosociales
como determinantes de la salud. Y ello por una razón fácilmente contrasta-
ble a lo largo de su devenir, la Psicología Clínica se ha asentado de forma
muy preferente sobre un modelo de hombre hedonista-mecanicista-indivi-
dualista que ha podido prescindir nada menos que de la realidad exterior al
individuo.
Ahora bien, una vez cubierto el objetivo histórico por el que tales defini-
ciones fueron, en cierto modo, formuladas. Es necesario considerar que los
términos en que están planteadas son tan genéricos, que permiten englobar
bajo una misma categoría contribuciones que parten de concepciones de la
salud distintas e incluso contrapuestas, lo que por definición no puede dar
como resultado un cuerpo teórico y metodológico sistemático, con los con-
siguientes problemas que todo ello supone; entre otros, la acumulación de
datos empíricos obtenidos de cualquier manera, sin un plano teórico en el
que encuadrarlos. Tal vez es por esta razón por lo que algunos expresan confu-
sión a la hora de diferenciar, por ejemplo, entre Psicología Clínica y Psicología
de la Salud.3
Nosotros entendemos la Psicología de la Salud como la integración, y no la
mera suma, de contribuciones que, aun ocupándose de aspectos distintos del
comportamiento, comparten idénticas dimensiones del concepto salud. Entre
ellas:
2. Consultar, por ejemplo, L. Brannon y J. Feist (2001). Psicología de la salud. Madrid: Paraninfo.
3. Blanco Picabia (1996).
Editorial UOC 45 Capítulo II. Definición y delimitación...
Entre las razones que suelen argüirse para explicar la emergencia de la Psico-
logía de la Salud, nos fijaremos en tres categorías de ellas:
Entre los principales objetivos que persigue este nuevo enfoque de la Psico-
logía aplicada a la Salud podemos señalar los siguientes:
Para la elaboración del marco teórico ha sido muy útil clasificar la conducta
en función de sus efectos sobre la salud; así, es posible distinguir conductas que
contribuyen a que enfermemos y comportamientos que pueden protegernos de
la enfermedad, ya que pueden reducir el riesgo de que caigamos enfermos.
Editorial UOC 48 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
5. Bishop (1994).
6. Matarazzo (1980).
Editorial UOC 49 Capítulo II. Definición y delimitación...
9. Como ejemplo de psicología médica son bien ilustrativos los títulos de las obras de Tizón García
(1986), Componentes psicológicos de la práctica médica, y de Roca Bennasar (1996), Trastornos depresi-
vos en patologías médicas, así como el estudio de las enfermedades mentales, la tradicional Psicolo-
gía Clínica (ver Pelechano et al., 1996).
Editorial UOC 52 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
Las únicas enfermedades biológicas, entre comillas, que podían ser objeto de
análisis psicológico eran las alteraciones funcionales de tipo esencial; es decir,
aquellos trastornos que no podían ser explicados por lesiones de los tejidos. En
estos casos, era aceptable el análisis de la enfermedad en términos psicológicos
o psicosomáticos.
Un caso paradigmático era el de algunos tipos de parálisis límbica, descritos
por Charcot, Bleuler y Freud, que seguían un patrón que no reflejaba la organi-
zación del sistema nervioso, por lo que era imposible determinar su causa física.
Para describir y explicar tal condición, Freud acuñaría el término parálisis histé-
rica y establecería la hipótesis de que ésta indicaba que el estado mental del su-
jeto y sus experiencias eran reprimidas y expresadas después en forma de
problemas físicos.
Por tanto, Freud fue el primer teórico moderno en establecer una conexión
entre la emoción y la salud, al subrayar que los trastornos físicos pueden ocurrir
cuando un individuo no puede descargar sus impulsos emocionales de alguna
manera aceptable.
La extensión más conocida y más influyente del pensamiento freudiano a los
problemas psicosomáticos es la teoría del conflicto nuclear de Alexander, según la
cual, los sentimientos inconscientes de hostilidad son considerados como los
causantes de trastornos cardiovasculares (migraña e hipertensión), mientras que
los sentimientos inconscientes de dependencia o los deseos de ser querido se
consideran como causantes de trastornos respiratorios y gastrointestinales (as-
ma, síndrome de colon irritable y úlcera).
En el primer caso, el conflicto central está relacionado con la inhibición de
los impulsos hostiles de autoafirmación, la correspondiente conducta agresiva
nunca llega a consumarse, aunque los procesos fisiológicos han sido activados
y, por consiguiente, el individuo permanece en un estado de alerta fisiológica
que acaba originando el trastorno. Alexander describía el estilo emocional de
los hipertensos del siguiente modo:
En el segundo caso, los sujetos casi nunca son capaces de reconocer y expre-
sar de forma consciente sus sentimientos de dependencia, y los sistemas fisioló-
gicos que le subyacen permanecen así en un estado de activación perpetua que,
al igual que en el caso anterior, acaba provocando el trastorno psicosomático.
Es decir, Alexander explica lo psicosomático como la simbolización de un de-
terminado conflicto o regresión libidinal, superando así la especificidad neu-
rótica del mecanismo de conversión histérica freudiano, lo que posibilitó la
extensión de su teoría a una amplia lista de problemas de salud. Con posterior-
idad, del nivel de regresión se pasaría al tipo de personalidad para explicar el
hecho psicosomático. En este sentido, cabe destacar el concepto de alexitimia,
con el que se describe la personalidad de ciertos enfermos psicosomáticos carac-
terizados por una gran dificultad para verbalizar sus sentimientos y sus emo-
ciones, por una vida imaginaria muy pobre y por una actividad cognitiva y
verbal orientada, en esencia, hacia preocupaciones concretas. Aspectos estos úl-
timos que con anterioridad Marty10 había vinculado a la expresión mórbida psi-
cosomática.
Los resultados obtenidos desde estas perspectivas han sido desalentadores,
dado que:
11. El término medicina del comportamiento fue utilizado por primera vez por Lee Birk en 1973
como sinónimo y complemento de las técnicas de biorretroalimentación (biofeedback).
Editorial UOC 55 Capítulo II. Definición y delimitación...
“(a) el uso clínico de las técnicas derivadas del análisis experimental del comporta-
miento, terapia del comportamiento y modificación de la conducta, para la evalua-
ción, prevención, manejo o tratamiento de las enfermedades físicas o disfunciones
fisiológicas, y
(b) la investigación comportamental dirigida al análisis funcional y comprensión de
la conducta asociada (ya no se trata de rasgos o estructuras de personalidad) con los
trastornos médicos y problemas de salud.”
O.F. Pomerleau y J.P. Brady (1979). Behavioral Medicine (XII). Baltimore: Williams and
Wilkins.
mos que ésta lo supera en dos puntos básicos, que por lo demás constituyen dos
de los ejes centrales del desarrollo de la Psicología contemporánea:
Por último, es obligado señalar que pese a que al principio la Medicina del
Comportamiento tenía un carácter clínico basado en las interacciones entre indi-
viduos considerados de forma aislada, con el paso del tiempo se han ido enfatizan-
do, cada vez más, sus aplicaciones a la prevención de distintas enfermedades y a la
promoción de la salud, emergiendo una subespecialidad de la Medicina del Com-
portamiento denominada por Matarazzo16 salud del comportamiento (Behavioral
Health), en la que el énfasis se pone en la influencia de los grupos sobre el compor-
tamiento de salud.
Por todo ello, abogamos más por las definiciones comprensivas de Medicina
del Comportamiento, entre las que cabe citar la formulada en la Conferencia de
Yale, celebrada entre el 4 y el 6 de febrero de 1977 en New Haven, Connecticut:
G.E. Schwartz y S.M. Weiss (1978a). Yale Conference on Behavioral Medicine: A Pro-
posed Definition and Statement of Goals. Journal of Behavioral Medicine, 1 (1), p. 4.
Conclusiones
Capítulo III
Son múltiples y muy diversos los modelos explicativos acerca de por qué las
personas ponen en práctica determinadas conductas de salud y sobre cómo de-
sarrollar de forma eficaz hábitos de salud. Multiplicidad y diversidad que nos
obliga a establecer algún criterio restrictivo si lo que pretendemos es dar una vi-
sión global e introductoria al campo de la psicología de la salud. En nuestro ca-
so, hemos optado por incluir sólo aquellos modelos y teorías cuya estructura
conceptual puede ser aplicada a cualquier problema relacionado con la salud,
con independencia de la intención de su autor al formularlo.
En primer lugar, os expondremos aquellos modelos que parten de la suposi-
ción de que las actitudes y las creencias son los principales determinantes del
comportamiento, a partir de los cuales podemos efectuar previsiones bastante
fiables acerca del curso de acción probable de una persona bajo determinadas
circunstancias. Estos modelos son: 1) los modelos de creencias de salud, 2) la
teoría de la acción razonada y del comportamiento planificado y 3) las teorías
de la motivación protectora. Todas estas perspectivas pertenecen a lo que se ha
dado en llamar teorías de la expectativa-valor, que asumen que la opción por
un diferente curso de acción se basa en dos tipos de cogniciones:
– Exponer las tesis que fundamentan los modelos explicativos de las con-
ductas relacionadas con la salud y la enfermedad.
1. Bandura (1969).
2. Bandura (2000).
Editorial UOC 63 Capítulo III. Modelos explicativos...
3. Hochbaum (1958).
4. Rosenstock (1974).
5. Rosenstock y Kirsch (1982).
Editorial UOC 64 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
ble frente a los costes o barreras implicados en ello, tales como los gastos econó-
micos que supone o sus posibles efectos secundarios.
El sentirse susceptible de contraer una enfermedad que es percibida como
grave produce una fuerza que lleva a la acción, pero no especifica el curso de
acción que se tomará. La dirección de la acción está influida por las creencias
sobre la efectividad de las alternativas existentes para reducir la amenaza. Por
tanto, se evalúan los beneficios y los costes de las distintas alternativas. Se con-
sidera que una alternativa es beneficiosa si se relaciona de forma subjetiva con
una disminución de la susceptibilidad o gravedad percibida.
Unos ejemplos de beneficios y costes elevados son pensamientos del tipo
“mañana empiezo”, “peor que el tabaco es la polución atmosférica”, “de algo
hay que morirse”, etc.
En caso de que los costes sean elevados y los beneficios, mínimos, no se
adoptará la conducta de salud apropiada. Por el contrario, si los costes son
bajos y los beneficios, altos, entonces sí que se adopta la conducta de salud.
Por último, en el caso de que ambos, beneficios y costes, sean elevados, lo
más probable es que la persona se implique en conductas que no reducen la
amenaza.
d) Claves para la acción. Las campañas de salud en los medios de comunica-
ción social, son un ejemplo de evento externo como los síntomas lo son de
eventos internos. Algo debe ocurrir para disparar las percepciones de suscepti-
bilidad y gravedad y, para que éstas acaben en una acción de salud; es decir, el
modelo requiere el concurso de eventos que desencadenen el proceso hasta lle-
gar a la acción de salud. Tales eventos pueden ser internos o externos.
El modelo predice que cuando la susceptibilidad y gravedad percibidas sean
bajas, será necesario que la clave para la acción sea intensa, en cambio, si la vul-
nerabilidad y gravedad percibidas son elevadas, una clave para la acción poco
intensa puede ser suficiente para disparar la acción de salud.
e) Factores modificadores. Este modelo considera que los factores cultura-
les, sociodemográficos, psicológicos, etc., pueden influir sobre las conductas
de salud; sin embargo, se entiende que estas variables trabajan por medio de
sus efectos sobre las motivaciones y percepciones subjetivas que acerca de la
salud tiene el individuo, más que como causas directas de las acciones salu-
dables.
Editorial UOC 66 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
• Para que el modelo sea útil deben considerarse todos los factores y sobre
todo la interacción entre ellos, lo que aún no está investigado con suficien-
cia. En casi todos los estudios realizados hasta el momento se ha aplicado
el modelo para explicar o predecir el comportamiento de una forma abso-
luta; es decir, si éste se pone en práctica o no. Son muy pocos los trabajos
en los que se ha tratado de predecir distintas dimensiones del comporta-
miento, y podría ser que las relaciones entre sus elementos constituyentes
predijesen distintas dimensiones de la conducta. Por ejemplo, en un estu-
dio exploratorio sobre la influencia de las creencias de salud en la práctica
de la autoexploración de mama, la variable beneficios/costes percibidos
fue útil para predecir la práctica o no de la autoexploración, pero no su pe-
riodicidad, que fue discriminada por la vulnerabilidad percibida.7
• Lo anterior pone en evidencia que es necesario realizar más estudios sobre
la estabilidad a lo largo del tiempo de las principales variables del modelo.
• El modelo tampoco aclara –y la investigación al respecto es escasa– las
condiciones bajo las cuales se adquieren las creencias de salud: ¿cuáles
son los determinantes de las creencias de salud?, ¿por qué una persona se
ve a sí misma como más vulnerable que otra persona a padecer una enfer-
medad?, ¿cómo llega a creer el individuo que una acción preventiva espe-
cífica es eficaz?, ¿por medio de qué procesos el individuo se ve a sí mismo
como susceptible de padecer una enfermedad?, ¿qué determina el deseo
de disfrutar de un determinado nivel de salud?, etc.
• La mayoría de los estudios sobre este modelo son de carácter retrospectivo
no experimental, por consiguiente, no permiten establecer inferencias
causales ni determinar si la creencia de salud existía antes o se generó des-
pués de la realización del comportamiento saludable estudiado.
• A todo lo anterior, hay que añadir que algunos hallazgos son inconsisten-
tes con el modelo; por ejemplo, Páez et al.8 al comparar el modelo de
creencias de salud y la teoría de la acción razonada respecto a su capaci-
Ahora bien, dado que para algunas intenciones las consideraciones persona-
les pueden ser más importantes que las normativas, o a la inversa, la teoría asu-
me que cada uno de los factores tiene un peso relativo que hay que determinar,
y que dichos pesos dependen de la intención que estemos estudiando y de la
persona en cuestión.
La actitud hacia la propia conducta es estimada, por una parte, por las creen-
cias que posee la persona acerca de la probabilidad de que la realización de un
determinado comportamiento da como resultado una serie de consecuencias es-
pecíficas, y por otra parte, por la evaluación subjetiva de dichas consecuencias
o resultados. En términos generales, esta actitud es favorable cuando la mayoría
de las creencias sobre el propio comportamiento se basan en las consecuencias
positivas, y será desfavorable cuando la mayoría de dichas creencias se funda-
menten en los efectos negativos.
La norma subjetiva del individuo indica su percepción acerca de la presión
social que se ejerce sobre él para que realice o no una determinada conducta.
Editorial UOC 72 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
Esta norma subjetiva es estimada, por una parte, por las creencias normativas
de la persona acerca de la probabilidad de que determinadas personas o grupos
significativos esperen que desempeñe o no la conducta en cuestión y, por
otra parte, por la motivación individual para cumplir con dichas expectati-
vas percibidas.
En términos generales, un individuo percibe la presión del medio social que
lo llevará a ejecutar una determinada conducta cuando cree que la mayoría de
los referentes sociales relevantes con quienes está motivado para cumplir pien-
san que él debería llevar a cabo dicho comportamiento.
A la inversa, la norma subjetiva de una persona presionará para que ésta evite
ejecutar una conducta dada cuando crea que la mayoría de las personas o grupos
significativos con los que está motivada para cumplir piensan que ella no debe-
ría desempeñar dicho comportamiento.
En opinión de Fishbein y Ajzen,11 las siguientes variables contribuyen a
que haya una mayor correspondencia entre la intención de llevar a cabo un
comportamiento y su ejecución:
Resumiendo, según Fishbein,12 esta teoría sostiene que una persona tendrá
la intención de realizar una conducta dada cuando posea una actitud positiva
hacia su propio desempeño en la misma y cuando crea que sus referentes socia-
les significativos piensan que debería llevarla a cabo (Figura 3.2.).
Figura 3.3
Donde:
• C es igual a conducta
• I es igual a intención de llevar a cabo la conducta
• AC es igual a la actitud hacia la propia conducta
• Cr Ci son las creencias sobre la conducta
• Ei son las evaluaciones sobre las consecuencias o los resultados
• n sobre AC es el número de creencias conductuales
• NS es la norma subjetiva
• Cr Ni son las creencias normativas
• MCi es la motivación individual para cumplir con las expectativas perci-
bidas
• n sobre NS es el número de creencias normativas
• W0 y W1 son los pesajes respectivos de la actitud hacia el propio compor-
tamiento y de las normas subjetivas, determinados de forma empírica
Estas teorías consideran que factores tales como las actitudes hacia los obje-
tivos, las características de personalidad, las variables demográficas, el estatus,
la inteligencia, etc., están relacionados con los comportamientos de salud, pero
no constituyen una parte integrante de la teoría, sino que deben considerarse
variables externas al modelo. Conviene insistir en la idea de que tales variables
externas pueden, sin duda, influir sobre la conducta de salud, pero no hay una
relación necesaria entre cualquiera de ellas y el comportamiento. Incluso cuan-
do tal relación empírica aparece, ésta puede cambiar con el tiempo y de una po-
blación a otra.
Según estas teorías, su efecto sobre el comportamiento sólo puede producirse
cuando influyen sobre los determinantes del mismo. En cualquier caso, la vali-
dez de este modelo no depende del apoyo que se obtenga para las hipótesis re-
ferentes a los efectos de estas variables externas, sino del apoyo empírico que se
obtenga a favor de las relaciones entre sus elementos constituyentes.
Editorial UOC 76 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
El miedo que se les infunde a las personas al hacerles ver las graves con-
secuencias que se derivarían de hacer o no determinadas conductas relaciona-
das con la salud ha sido propuesto por Rogers15 y Harris y Middleton16 como
uno de los factores determinantes de la motivación que lleva a las personas a
protegerse de cualquier daño.
La teoría de la motivación protectora sostiene que la probabilidad de que una
persona tenga la intención de adoptar comportamientos de salud puede aumen-
tarse haciendo que ésta perciba que su salud está seriamente amenazada, pero
que puede hacer muchas cosas eficaces y a un coste muy bajo para reducir su
riesgo de enfermar.
Una vez establecida esta motivación protectora, ésta actuaría para prevenir
la enfermedad, promoviendo la práctica de distintos comportamientos relacio-
nados con la salud. Como se puede observar en la figura 3.5, en la que hemos
tratado de esquematizar el modelo. Sus componentes se dividen en dos clases
de variables que interaccionan entre sí, de forma aditiva, para determinar la
fuerza de la motivación de protección. Dichas variables son:
Para finalizar este apartado, podríamos decir que estos modelos de la expectati-
va-valor sostienen que la probabilidad de que una persona tenga la intención de
adoptar comportamientos de protección de la salud puede aumentar haciendo que
ésta perciba que su salud está seriamente amenazada, pero que puede hacer muchas
cosas eficaces y a un coste muy bajo para reducir el riesgo de enfermar.
Ahora bien, aunque la intención sea un determinante importante del compor-
tamiento, estas teorías reconocen que sobre el desempeño efectivo no sólo influye
ésta, sino que hay otros factores que es necesario considerar, por ejemplo: la infor-
mación, la oportunidad, la fuerza de voluntad o la capacidad de mantener la moti-
vación durante la ejecución de una intención, etc. El concepto de percepción de
control sintetiza todos estos factores, por lo que no debe extrañarnos que sea la teo-
ría del comportamiento planificado la que haya obtenido más apoyo empírico.
Fue enunciado por Weinstein en 1988. Este autor sostiene que el modelo de
creencias sobre la salud y la teoría de la acción razonada y planificada se limitan a
identificar aquellas variables que pueden influir en la adopción de comportamien-
tos relacionados con la salud, pero no profundizan en el modo como éstas se pue-
den combinar para predecir la probabilidad de que una persona realice un
comportamiento particular. Siendo éste, precisamente, el propósito de su modelo.
Dicho modelo supone que cuando las personas se enfrentan a la necesidad
de adoptar comportamientos protectores de la salud, atraviesan siete etapas de
creencias en su propia susceptibilidad. Cada una de estas etapas representa una
ecuación combinatoria particular de las variables que pueden influir en las ac-
ciones de cada individuo. La travesía de una etapa a otra no tiene un sentido
evolutivo, es decir, las personas no atraviesan etapas de forma inevitable e in-
cluso pueden desplazarse de una a otra en sentido inverso, como ocurre por
ejemplo con aquellas que habiendo considerado la posibilidad de dejar de fu-
mar abandonan dicha consideración.
Las siete etapas que las personas atraviesan en su disposición de adoptar un
comportamiento orientado a la salud son las siguientes, éstas han sido ilustra-
das con un ejemplo extraído de los trabajos de Weinstein:
Antes de entrar en acción, las personas deben superar el sesgo optimista y te-
ner la percepción de que los beneficios relativos de las precauciones son muy
superiores a los costes asociados a ellas (véase el esquema de la figura 3.6).
Se le puede criticar a este modelo su incapacidad para valorar con precisión los
factores sociales, étnicos y demográficos que también afectan al comportamiento
de las personas que desean promover la salud. Además, ha suscitado muy pocos tra-
bajos empíricos, al margen de los desarrollados por el propio Weinstein, más cen-
trados en su concepto del sesgo optimista que en la contrastación del modelo.20
Este proceso se verá facilitado por las creencias de autoeficacia que ayudarán
a la persona a generar diferentes maneras de llevar a cabo la acción deseada (es-
trategias) y acrecentará su capacidad para evaluar cuál de las diferentes alterna-
tivas dará mejor resultado.
Una vez que se ha iniciado la acción, hay que mantenerla, por lo que el segun-
do paso de esta etapa es el control de la acción que también está vinculado al sen-
tido de la autoeficacia. Será esta variable la que determine la cantidad de esfuerzo
y el tiempo que la persona deberá invertir para superar los obstáculos, hasta al-
canzar la meta deseada. La autoeficacia puede aumentarse si en la fase de planifi-
cación se ha previsto el logro de sus metas proximales al objetivo final, viéndose
favorecido de esta forma el manejo de situaciones más difíciles o críticas.
En este sentido, el modelo asume que la clave para un exitoso control de la
acción es el autorreforzamiento. La adopción de conductas de salud presenta un
serio problema que tiene que ver con el gradiente de reforzamiento: cuando op-
tamos por practicar una conducta saludable, tenemos que renunciar a las re-
compensas inmediatas, tangibles y seguras que proporcionan los malos hábitos
(por ejemplo, fumar) mientras que debemos esperar largo tiempo para recibir las
recompensas del comportamiento sano y que nos parecen menos tangibles y se-
guras (por ejemplo, no contraer cáncer de garganta).
Si la persona centra su atención en recompensas a corto plazo derivadas del
cambio mismo (por ejemplo, sentirse a gusto con uno mismo por actuar según
su propia intención) es más probable que el cambio sea duradero. En este punto
conviene señalar que los fumadores, por ejemplo, cuando dejan el tabaco se for-
man impresiones negativas, cada vez más fuertes, acerca del típico fumador al
que ven como alguien cada vez más diferente a ellos mismos. Este proceso cog-
nitivo tiene un doble efecto para el exfumador: 1) desaprobar la conducta de fu-
mar, y 2) recompensar el no fumar.
Por último, al adoptar una determinada conducta de salud hay que considerar
también otras variables situacionales como son las barreras y el contexto social.
Entre las primeras podemos citar las siguientes:22
las personas que han sufrido infartos leves pueden mejorar sus capacidades físicas
en función no sólo de su auto-eficacia, sino también de las percepciones que de
dichas capacidades tienen sus allegados, lo que juega un papel crucial en la recu-
peración del ritmo de vida normal de este tipo de pacientes.
Tanto la consideración de las barreras con las que puede tropezar una persona
en su intención de llevar a cabo una conducta de salud, como el concepto de auto-
eficacia interactiva, vienen a demostrar una de las tesis que a nuestro juicio justifica
la aplicación de la orientación psicosocial al dominio de la psicología de la salud, y
que parafraseando a Costa y López podríamos formular del siguiente modo:
M. Costa Cabanillas y E. López Méndez (1986). Salud comunitaria (p. 17). Barcelona:
Martínez Roca.
Esta teoría fue propuesta por Ewart25 para dar cuenta de lo que él considera-
ba los problemas más acuciantes de la salud pública: la falta de adherencia a los
tratamientos y regímenes médicos y, sobre todo, a las campañas de carácter pre-
ventivo. Para abordar esta problemática, Ewart centró su propuesta teórica en
los procesos de interacción social y en las capacidades generativas del pensa-
miento. Por tanto, podríamos considerar esta teoría como un intento más de in-
tegración conceptual.
En su formulación más simple (véase el esquema de la figura 3.8), el modelo
está representado por tres dimensiones: 1) el proceso de auto-cambio (la auto-
rregulación como una acción deseada), 2) las influencias contextuales, y 3) los
hábitos o acción-estado.
Plantea que los procesos de cambio del comportamiento y el mantenimiento
de unos determinados hábitos de salud están mediados por el contexto social,
que proporciona la estructura causal que une los procesos de cambio personal a
los ambientes interpersonales, y especifica las influencias organizacionales y de
relaciones sociales que permiten o constriñen el cambio personal.
Para esta teoría, las intervenciones de carácter preventivo implican, casi siem-
pre, la creación de hábitos protectores o secuencias de comportamientos o rutinas
que disminuyen el riesgo personal de padecer una enfermedad. En esta teoría, los
hábitos saludables pueden ser representados como un bucle de control acción-re-
sultado, en el que la autorregulación es la condición de su propio mantenimiento;
es decir, un equilibrio dinámico entre las actividades autoprotectoras y la experi-
mentación de sus consecuencias biológicas, emocionales y sociales. De tal forma
que las acciones son guiadas por sus consecuencias, sobre cuyas bases la persona
realiza ajustes de comportamiento compensatorios, siendo el resultado una ac-
ción-estado. Por tanto, el punto de partida para cualquier intervención según este
modelo, será el análisis de las relaciones entre las conductas peligrosas o valiosas
para la salud y sus efectos, tanto experimentados como posibles.
En este punto, conviene recordar que este modelo supone la existencia de
mecanismos que capacitan a la persona para llevar a cabo transiciones de un há-
bito a otro, de uno viejo y peligroso para la salud a uno nuevo y beneficioso para
la salud. Entre tales mecanismos de transición, Ewart destaca la valoración mo-
tivacional que hace la persona en términos de posibles resultados (expectativas
de resultados), evaluación de sus capacidades (autoeficacia percibida) y genera-
ción de metas que guían y dinamizan la solución de los problemas (estableci-
miento de metas).
Por otro lado, este modelo subraya que los guiones de acción personal están
conectados con los de otros miembros del contexto socio-familiar, siendo esta
interdependencia social uno de los determinantes fundamentales del cambio
de comportamiento y de su mantenimiento. En los términos propuestos por
Ewart, una relación social estrecha es aquélla en la que los guiones de acción
de cada persona implicada están interconectados o son interdependientes, de-
finiendo el número de guiones interconectados y el número de propósitos al
que sirven tales conexiones la densidad de la relación; cuanto más densa es
una relación social, tanto mayor es la probabilidad de que el intento de una
persona de alterar una simple rutina de comportamiento trastorne las rutinas
y metas de los otros, y se socave su compromiso con nuevas pautas de com-
portamiento de salud.
Por último, el contexto modifica las capacidades personales y las relaciones
sociales afectando al establecimiento de metas, la consideración de oportunida-
des para la acción y el diseño y ejecución de estrategias de salud relevantes. Estas
influencias contextuales son analizadas en términos de:
social, ya que la resistencia de algunas personas para no seguir los consejos del
médico está relacionada con una comunicación deficiente entre éste y el pa-
ciente. Para mejorarla, León, Jarana y Blanco27 proponen al profesional de la
salud las siguientes medidas:
miento de salud en un momento dado. Aún más, ni siquiera agotan los deter-
minantes y procesos del comportamiento social que pueden ser útiles para
explicar los problemas relacionados con la salud.
Por tanto, queda mucho para llegar a predecir el comportamiento relaciona-
do con la salud con total precisión y fiabilidad. Estos modelos pueden ayudarnos
a que nos formulemos las preguntas relevantes; aunque ello no será suficiente,
también deberemos transformar tales preguntas en procedimientos metodológi-
cos que garanticen la validez y fiabilidad de las observaciones que efectuemos.
Por todo ello, en el siguiente capítulo nos ocupamos de la forma como procede-
mos para construir nuestro conocimiento en este ámbito. Ahora bien, aquí sólo
haremos referencia a las estrategias metodológicas que son peculiares a la Psico-
logía de la Salud, por entender que los diseños de investigación utilizados en este
campo son comunes a los que emplea la Psicología y objeto de otras materias de
dicha licenciatura.
Editorial UOC 94 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
Conclusiones
Estas teorías predicen que una persona elegirá entre varios cursos de acción
alternativos aquel que tenga más posibilidades de fructificar en consecuencias
positivas o de evitar las negativas.
b) Los modelos sobre la autorregulación del comportamiento (el modelo del pro-
ceso de la adopción de precauciones, el del proceso de acción a favor de la salud
y la teoría de la acción social) que parten de dos ideas básicas:
Capítulo IV
Peculiaridades metodológicas
de la Psicología de la Salud
Silvia Medina Anzano
José María León Rubio
Isabel María Herrera Sánchez
nemos los diseños más utilizados por los psicólogos de la salud y por los epide-
miólogos. Disciplinas éstas que, aunque comparten algunos métodos para el
análisis de los comportamientos relacionados con la salud, han realizado sus
propias contribuciones a la metodología científica. Por último, exponemos los
principales aspectos de la praxis de la evaluación de programas de salud.
Los objetivos de este capítulo son:
Por otro lado, es muy importante valorar el progreso del caso en los primeros
momentos del estudio, dicha evaluación nos orientará sobre si conviene o no
continuar el estudio.
La cuestión más problemática que plantean estos estudios es la de la genera-
lización de los resultados obtenidos. Al estudiar casos concretos, se magnifican
los errores muestrales, aunque, cuando se opta por realizar este tipo de estudios,
no es para generalizar los resultados, dado que su cometido real es la particula-
rización. Se elige un caso particular para llegar a conocerlo y comprenderlo bien;
y ésta es su principal ventaja, que permiten analizar casos especiales con gran
detalle, por tanto, son muy útiles como fundamento de dudas o preguntas acer-
ca de los supuestos teóricos de la intervención, para el estudio de fenómenos ra-
ros de los que se desconoce casi todo, para el desarrollo de nuevas destrezas
técnicas y para perfeccionar las que ya se poseen.
Otro aspecto muy debatido en torno a los estudios de casos ha sido el del én-
fasis que ponen en la interpretación. Prestar tanta atención a la interpretación
puede suponer errores, por ello, los investigadores de casos han propuesto estra-
tegias que les permitan alejarse de la mera intuición, de las buenas intenciones
de hacer bien el trabajo y de la simple repetición de la recogida de datos.
Estas estrategias que persiguen aumentar la validez de las interpretaciones se
denominan triangulación. Las más empleadas son la triangulación de las fuen-
tes de datos y de la teoría. La primera de ellas consiste en observar si el caso sigue
siendo el mismo en otros momentos, en otros espacios o cuando las personas
interactúan de forma diferente. La segunda consiste en comprobar si distintos
observadores, que pueden tener puntos de vista teóricos alternativos, describen
el fenómeno de forma similar (descripción triangulada) y están de acuerdo so-
bre su significado (interpretación triangulada), en cuyo caso diremos que la
teoría está triangulada.
Sin embargo, los autores que abogan por el constructivismo, consideran que
resulta difícil creer que la observación o interpretación compleja se pueda trian-
gular, para ellos, estas estrategias sirven para buscar interpretaciones adicionales
más que para confirmar un significado único.
1.2. Correlacionales
Aportan información acerca del grado de relación que existe entre las varia-
bles estudiadas. Tratan de responder a preguntas tales como: ¿qué relación exis-
te entre el estrés, la depresión y la enfermedad física?, ¿qué relación existe entre
el apoyo social y la salud?, ¿existe relación entre el nivel de información sobre
una enfermedad y los hábitos de vida?, etc.
Por ejemplo, se trataron de analizar las posibles relaciones de la percepción
de control con el uso de servicios y el consumo de medicación en pacientes con
Síndrome Fibromiálgico.2 La muestra estuvo compuesta por 100 pacientes diag-
nosticados de fibromialgia, que fueron atendidos en los servicios de reumatolo-
gía de los hospitales de San Juan (Alicante), Elche, Elda, Orihuela y Villajoyosa.
Las variables del estudio hacían referencia a datos sociodemográficos (edad, es-
tado civil, nivel educativo, y situación laboral), historia clínica y dolor (tiempo
de padecimiento del problema, servicios consultados por el problema en los úl-
timos 12 meses, consumo de medicación en los últimos 7 días, número de fár-
macos diferentes y percepción de intensidad de dolor), y percepción de control
(locus de control de dolor, expectativas de autoeficacia y competencia percibida
en salud).
Los resultados apoyaron la existencia de una relación entre la creencia de
control, el uso de servicios y el consumo de medicación. Por ejemplo, el análisis
de correlación indicó que:
1.3. Cuasi-experimentales
Dentro de este grupo, los diseños más utilizados en el ámbito de la salud son
los diseños ex post facto, aquéllos en los que el investigador no asigna a los suje-
tos de forma aleatoria a los distintos valores de la variable independiente, sino
que los selecciona por poseer ya un determinado valor en dicha variable. Los
Editorial UOC 103 Capítulo IV. Peculiaridades metodológicas...
sujetos son elegidos para la investigación por presentar una serie de caracterís-
ticas. Se utilizan cuando el interés de la investigación se centra en variables del
organismo tales como el sexo, la edad o cuando por distintos motivos resulta
imposible manipular la variable independiente, lo que es bastante frecuente en
Psicología de la Salud, donde el interés se centra en variables como el peso, la
diabetes, etc. Los participantes son asignados a los distintos grupos según los
distintos valores de la variable independiente.
En función del tipo de estrategia que utilizan se pueden clasificar en diseños
ex post facto prospectivos y retrospectivos:
– explorar las diferencias entre los hispanos que intentan dejar de fumar y
aquellos que no lo intentan.
Los sujetos fueron 263 hispanos y 150 blancos no hispanos, fumadores, resi-
dentes en San Francisco, California. Se encontró que la intención de dejar de fu-
mar estaba más marcada por el componente actitudinal que por el normativo
del modelo, y se pudo identificar un patrón de diferencias culturales entre los
dos grupos, las posibles consecuencias relativas a la familia y la preocupación
por el mal aliento contribuyeron más a la hora de dejar el tabaco en los hispa-
nos, que en los blancos no hispanos, mientras que los posibles efectos secunda-
rios del abandono del tabaco condicionaron más las actitudes de los no
hispanos blancos que las de los hispanos. El mal olor de los cigarrillos, la mejora
de las relaciones familiares, el aumento de peso, tener mejor sabor de boca y res-
pirar mejor, fueron las consecuencias que discriminaron más entre los hispanos
que intentaban o no dejar de fumar.
En cuanto a sus limitaciones, presentan amenazas potenciales a la validez in-
terna y externa. Si la muestra es elegida mediante un procedimiento que maxi-
mice su representatividad, la validez externa estará garantizada; sin embargo,
no siempre es posible seleccionar la muestra de forma adecuada, por ejemplo,
muchos trabajos se realizan con voluntarios, lo que implica un sesgo que limita
la posibilidad de generalizar los resultados. Pese a estas amenazas potenciales,
tienen la ventaja de ser más flexibles que los diseños experimentales, lo que per-
mite estudiar fenómenos que no pueden ser analizados de forma experimental.
1.4. Experimentales
Grupo 0 XXX
• Cada persona o grupo actúa como su propio control; los datos se obtienen
de las repetidas y continuas medidas de la conducta.
Sólo permiten modificar una variable cada vez que se pasa de una fase a otra.
Si se manipulan dos variables o más, resulta imposible diferenciar cuál de ellas
ha contribuido al cambio. En este grupo, los más empleados son:
Éste fue realizado en grupo, una vez por semana, a lo largo de 15 sesiones de
hora y media de duración. Las tres primeras fueron de línea base y las doce res-
tantes terapéuticas, no se trató a las pacientes con terapia individual adicional.
La primera conducta (contacto visual) comenzó a ser entrenada en la cuarta se-
sión, la segunda (preguntas) en la sexta, la tercera (respuestas) en la novena, y la
cuarta (reforzamientos) en la sesión doce. Las líneas base de las distintas conduc-
tas meta reflejaron independencia entre ellas, y el programa resultó ser efectivo,
pues las pacientes no presentaron problemas para su aprendizaje y mejoraron en
todas las habilidades entrenadas.
Otra investigación que nos permite ilustrar este tipo de diseños es la realizada
por Hartmann y Hall,8 se empleó un diseño de criterio cambiante para evaluar
la eficacia de un programa para disminuir el hábito de fumar.
El nivel de la línea base de la conducta de fumar se fijó en 48,5 cigarrillos
por día, en la siguiente fase la tasa del criterio se estableció al 95% (46 cigarri-
llos por día). Se determinó un coste de respuesta creciente por el cual se pagaba
1 dólar por cada cigarrillo que se fumara por encima del criterio establecido, y
un bono escalonado de 10 centavos por cigarrillo cuando el consumo era in-
ferior al criterio marcado. El criterio para cada fase sucesiva fue establecido en
el 94% de la fase previa.
El tratamiento resultó ser eficaz al disminuir el consumo de cigarrillos en un 2%
o más en cada fase con relación a la fase anterior. El experimento se replicó en seis
ocasiones, y en todos los casos hubo una reducción del consumo de tabaco.
cubrir qué tipos de personas desarrollan una enfermedad particular y los facto-
res que lo explican.
Sus funciones son: 1) el diagnóstico del estado de salud de la comunidad o
grupo para ayudar a planificar los servicios sanitarios; 2) la ayuda a la investiga-
ción, arrojando luz sobre la etiología, la historia de la enfermedad y su creci-
miento y desarrollo, y 3) la evaluación de los programas y servicios de salud.
Para lograr estos fines y cumplir estas funciones, la epidemiología se sirve de
diferentes medidas denominadas indicadores de salud, valores que dan cuenta
de los aspectos cuantitativos de la ocurrencia de un fenómeno. Las principales
medidas utilizadas por los epidemiólogos son:
2.2. Tasas
En resumen, la prevalencia indica la carga que sufre una comunidad con res-
pecto a una determinada enfermedad, mientras que la incidencia ofrece la ima-
gen de cómo se desarrolla el proceso en el ámbito de la colectividad.
2.3. Riesgo
Un riesgo relativo de 1,60 indica que el grupo expuesto tiene un 60% más de
probabilidades de desarrollar el trastorno que el grupo no expuesto. Por tanto,
el riesgo relativo se refiere a la frecuencia con que ocurre el daño entre los suje-
tos que presentan la característica de riesgo y los que no la presentan, expresan-
do de esta forma la fuerza de la asociación entre la exposición y la enfermedad.
El riesgo relativo del grupo no expuesto es siempre 1,00.
Una muestra de la importancia de distinguir entre estos tipos de riesgos es el
trabajo de Lubin y colaboradores,9 evidenciando que un fumador tiene un ries-
go absoluto de morir de cáncer de pulmón, en cualquier periodo de un año, de
0,01, es decir, uno entre mil fumadores morirá de este tipo de cáncer, lo que su-
pone un riesgo absoluto muy bajo; sin embargo, el riesgo relativo que tienen de
morir de cáncer de pulmón es de 9,0; es decir, tienen nueve veces más posibili-
dades de morir de esta enfermedad que los no fumadores.
rar la fuente de agua contaminada. Treinta años después, Koch aislaría el bacilo
causante del cólera, apoyando de esta forma las observaciones realizadas por
Snow. Sus observaciones no permitieron establecer relaciones causales, aunque
sí que fueron necesarias para poder controlar la enfermedad.
Otro criterio que hay que tener en cuenta a la hora de clasificar los estudios
observacionales es cómo se realiza la observación en el tiempo, de este modo po-
demos distinguir entre estudios retrospectivos y prospectivos. Los primeros co-
mienzan con un grupo de sujetos que sufren una enfermedad determinada, por
ejemplo la hipertensión, e investigan su pasado, buscando una serie de caracte-
rísticas o condiciones que hayan experimentado y que sean diferentes de las que
experimenta la gente que no ha contraído dicha enfermedad (consumo de alco-
hol, de tabaco, etc.). Los segundos empiezan con una población sana, y siguen
su desarrollo a lo largo de un período de tiempo determinado; para comprobar
si una determinada conducta o situación, por ejemplo, el consumo abusivo de
alcohol o el tabaquismo, está relacionado con una enfermedad posterior, la hi-
pertensión.
Los estudios observacionales descriptivos más utilizados son:
• se realizan en menos tiempo y con menos coste que los estudios de cohor-
tes, y
• son de gran utilidad en la planificación sanitaria y en la descripción de
características de la población.
RPM = A / (A + C): B (B + D)
Permiten obtener resultados de forma rápida y son muy útiles para detectar
excesos de muertes por una determinada causa en una población determinada,
con objeto de formular hipótesis que podrán ser comprobadas mediante otros
estudios de carácter experimental.
d) Estudios de vigilancia epidemiológica. Por vigilancia epidemiológica se en-
tiende el conjunto de actividades que permiten reunir la información indispen-
sable para conocer las tendencias de la conducta y las características de la
enfermedad, detectar o prever cualquier cambio que pueda ocurrir por alteracio-
nes en los factores condicionantes con el fin de recomendar, sobre bases firmes,
las medidas que lleven a la prevención y control de la enfermedad.
Los sistemas de vigilancia cambian de una comunidad a otra, dado que de-
penden de la infraestructura (servicios de salud, laboratorios, registros) de que
Editorial UOC 117 Capítulo IV. Peculiaridades metodológicas...
Una variante de estos estudios, muy utilizada por los epidemiólogos, es la me-
todología centinela. Se basa en la explotación sistemática de los datos existentes
en los registros oficiales de morbilidad y mortalidad, con el objeto de detectar pa-
tologías (sucesos centinela) y establecer redes de notificadores centinela; profe-
sionales sanitarios situados en lugares estratégicos del sistema de salud, que
notifican a los organismos competentes la aparición de un problema determina-
do de salud que se está vigilando. Los datos se notifican de forma anónima e in-
dividualizada a un centro coordinador, donde se pasan a bases de datos y se
procesan de forma periódica.
Los resultados del análisis de los datos de toda la red son puestos en cono-
cimiento de todos sus componentes, respetando siempre la confidencialidad
de la información y del informador. Se utilizan para conocer la magnitud de
los problemas, describir la situación y vigilar su evolución,11 sobre todo en
aquellos problemas de salud que no son objeto de declaración obligatoria o
que difícilmente quedan registrados.
Como ya se ha dicho, los estudios de cohorte son muy utilizados para deter-
minar los siguientes indicadores:
Los grupos pueden estar constituidos por la población que padece una enfer-
medad determinada o por una muestra representativa de las personas que son
atendidas por la enfermedad en estudio en una o varias instituciones sanitarias
durante un cierto período de tiempo, o por el total o una muestra representativa
de las personas que sufren la enfermedad a escala comunitaria durante un tiem-
po definido.
Por ejemplo, en un estudio de este tipo, los casos pueden estar formados por
los pacientes atendidos en el área hospitalaria Virgen Macarena de Sevilla por
hipertensión durante el año 2001. Ahora bien, ¿este grupo es representativo de
todos los hipertensos de Sevilla? Hay una población teórica que comprende a
todos los pacientes con el trastorno (hipertensos que residen en la provincia de
Sevilla), de este modo, aunque el investigador no utilice técnicas de muestreo al
seleccionar el grupo de pacientes, ha de evaluar en qué grado el grupo es repre-
sentativo de la población, y si hay diferencias, determinar hasta qué punto pue-
den influir en los resultados.
Un aspecto crucial es definir los criterios diagnósticos necesarios para incluir
un caso como tal. El criterio de elección se establece para restringir el estudio
sólo a aquellos sujetos que potencialmente estuvieron expuestos al factor o fac-
tores de riesgo (fumar o abusar del alcohol.), y debe ser aplicado tanto a los casos
Editorial UOC 122 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
• extraer los controles de entre todos los pacientes admitidos en esta misma
área hospitalaria durante el mismo año afectados por enfermedades dis-
tintas a la hipertensión;
• seleccionar los controles entre los parientes de los individuos afectados
por la enfermedad, dado que éstos suelen ser similares genéticamente y
comparten un ambiente similar;
• elegir a personas que viven en casas próximas a las del paciente y que tie-
nen un ambiente similar, y
• utilizar la población total, lo que permite establecer comparaciones entre
los pacientes y la población.
Conclusiones
Capítulo V
Adultos de edad
Periódicos Alto Media-alta Media
media y ancianos
Jóvenes, adultos
Revistas Medio Media-alta de edad media Media-alta
(mujeres)
Adolescentes
Radio Bajo Todas la clases (mujeres) adultos Media
y ancianos
Adultos de edad
Televisión Alto Media-Baja Media
media y ancianos
3. Bandura (1982).
Editorial UOC 138 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
• Ansiedad o angustia.
• Sensación de indefensión.
• Desorientación.
• Sentimientos de incapacidad.
• Percepción de vulnerabilidad, etc.
Estos trabajos dejaron bien sentado que, con ciertas limitaciones, era posible
controlar una respuesta biológica mediante el aprendizaje y la retroalimenta-
ción. Tales estudios, aunque centrados en sistemas de respuesta y en objetivos
diferentes, pueden ser agrupados en función de las dos características siguientes:
añadir que los sujetos con tendencia a la externalidad suelen percibir su mundo
como un lugar cruel en el cual las cosas pueden ir mal con mucha frecuencia, lo
que contribuye a que las personas tengan una baja autoestima y, por consi-
guiente, una respuesta inadecuada a la rehabilitación.
Otra creencia acerca del yo (self) que ha demostrado tener un papel significa-
tivo en la forma de afrontar el problema y en los resultados de la rehabilitación,
es la percepción del yo como inicio de la cadena causal del acontecimiento que
provocó la incapacidad. Así, está demostrado que las personas que perciben dicho
acontecimiento como la consecuencia lógica e inevitable de una conducta de li-
bre elección son los que mejor lo afrontan. Es decir, la capacidad para percibir una
relación ordenada entre nuestra conducta y los resultados es importante para po-
der llevar a cabo un afrontamiento efectivo del problema que afecta al paciente.
En fin, los sentimientos de responsabilidad ante la mala fortuna de uno mis-
mo son constructivos para el proceso rehabilitador, en cuanto suponen cierta
capacidad de controlar los acontecimientos. Todo lo contrario que la sensación
de que la mala fortuna se ha cebado en nosotros, pues ésta supone que carece-
mos de control sobre lo que nos acontece.
De todo lo expuesto, se deduce que a la hora de diseñar un programa de re-
habilitación y calcular la posibilidad de que sea cumplido por el paciente, se de-
ben dar los siguientes pasos:
1) Evaluar las expectativas que tiene el paciente de que los esfuerzos se verán
recompensados.
2) Examinar los sentimientos de desamparo o indefensión que siguen a los
acontecimientos que son juzgados por el paciente como ajenos a su control. De
existir éstos, la acción rehabilitadora deberá comenzar por su erradicación, ya
que éstos serán un obstáculo para el progreso de ésta.
3) Analizar los sentimientos de culpabilidad y autorreproche que reducen
las expectativas para actuar en el futuro, de forma eficaz, pudiendo bloquear el
programa rehabilitador e impedir su progreso. Al igual que en el caso anterior,
si existieran esos sentimientos, la acción rehabilitadora debería comenzar por
modificarlas o disminuirlas.
4) Además, dado que los marcos donde suelen llevarse a cabo los procesos
rehabilitadores (hospitales, etc.) reducen los sentimientos de control de los pa-
cientes, sería conveniente establecer los objetivos del programa rehabilitador de
Editorial UOC 144 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
acuerdo con el paciente, asegurándose de que han sido bien entendidos por és-
te, y negociando con él indicadores objetivos del progreso.
5) Por último, se ha de indagar acerca del número, frecuencia y satisfacción
del paciente con las relaciones sociales, pues son muchos los estudios empíricos
en los que se ha puesto de manifiesto que las personas que pertenecen a redes
sociales amplias, en las que los contactos sociales son frecuentes y satisfactorios,
son las que mejor reaccionan ante la enfermedad crónica o incapacitante. En
consecuencia, cuando sea necesario, debemos fomentar la constitución y desa-
rrollo de grupos de autoayuda, sobre todo en aquellas situaciones en las que la
enfermedad ha perturbado el equilibrio de roles familiares y laborales.
Un tema transversal a todos los apuntados y muy relacionado con esto últi-
mo es el entrenamiento en habilidades sociales y de comunicación en el ámbito
de la salud.
Diferentes estudios han puesto de manifiesto que la problemática de las re-
laciones interpersonales es el área más frustrante y estresante de la vida cotidia-
na en el marco hospitalario, por lo que realizar entrenamientos en habilidades
sociales y de comunicación debería ser una parte fundamental en la formación
integral del futuro profesional de la salud. De esta forma, aparte de mejorar el
nivel de salud laboral de estos profesionales, evitaríamos las consecuencias ne-
gativas que para la función asistencial tienen los estados emocionales asociados
a la frustración y distrés de éstos.
En el ámbito de los servicios sanitarios, son muchos los problemas que se ori-
ginan cuando la comunicación es mala, apresurada e impersonal, como queda
reflejado en la literatura al respecto, cuya revisión permite formular las siguien-
tes conclusiones:
9. Es el caso de iniciar, mantener y reforzar una conversación con pacientes de los que se requiere
informaciones personales útiles para una valoración completa del problema que afecta a éstos, así
como la indefensión que experimentan –por carecer de asertividad– al establecer relaciones con
profesionales de diferentes currículos dentro de un mismo equipo de trabajo.
Editorial UOC 147 Capítulo V. El campo de acción...
No soy tan buen profesional Negativismo, ver las cosas Hay cosas que los demás hacen
como otros. por el lado oscuro, por el que mejor que yo (no exagere).
no tienen solución. No soy tan bueno como otros
para esto (relativice).
No hay nadie a quien pueda Hiperresponsabilidad, que le Desearía resolver esto por mí
recurrir, lo tengo que conducirá a sentirse agobiado mismo. Tener responsabilidades
solucionar yo. y a no contar con los demás. no supone tener todas las
soluciones (piense más en lo
que desea que en lo que debería
hacer y cuente más con
los demás).
Me siento mal porque estoy Razonamiento emocional, creer Me siento mal porque no hago
rodeado de inútiles. que lo que uno siente depende o digo lo que deseo (nuestras
exclusivamente de la situación emociones y estados de ánimo
o de los demás. dependen más de lo que
hacemos y nos decimos que
de circunstancias externas).
Editorial UOC 149 Capítulo V. El campo de acción...
En cuanto a las técnicas asertivas, decir que éstas están orientadas a la adqui-
sición y desarrollo del comportamiento asertivo. Éste implica ser capaz de ex-
presar sus deseos, sentimientos, necesidades, derechos u opiniones, pero nunca
a expensas de los demás. Significa ser comprensivo con los puntos de vista del
otro, tener un punto de vista positivo y comportarse de forma íntegra, madura
y racional.
Las personas asertivas son capaces de controlar situaciones difíciles, con lo
que se reduce su estrés, dado que se anticipan a las situaciones conflictivas tra-
tándolas de forma habilidosa. Esta actitud, sin lugar a dudas, les hace sentirse
satisfechas con los resultados que obtienen. Además, durante el desarrollo de la
interacción nadie pierde su integridad, por lo que ambos interlocutores consi-
guen satisfacer alguna necesidad.
Las personas asertivas suelen hablar en primera persona y preguntar a su in-
terlocutor, por lo que su lenguaje está lleno de palabras y expresiones del tipo:
• opino
• siento
• quiero
Editorial UOC 150 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
• necesito
• qué piensas
• qué deseas
• qué quieres
• postura relajada
• mirada directa
• expresión de la cara acorde con las circunstancias
• voz modulada
• brazos y manos con movimientos fáciles y relajados
Además, las personas asertivas suelen responder de forma directa, fluida y sin
alterarse.
Los tres pasos necesarios para lograr la asertividad son:
Conclusiones
Capítulo VI
Exposición
Atención
Interés
Comprensión
Adquisición
Aportación
Memoria
Extracción
Decisión
Acción
Refuerzo
Consolidación
1. McGuire (1989).
2. Lasswell (1964).
Editorial UOC 157 Capítulo VI. Perspectivas de la Psicología...
Ahora bien, en cuanto al mensaje (el qué), no sólo se debe prestar atención
al orden de presentación de los argumentos y a la forma de exponer la conclu-
sión, sino también a la modalidad de la comunicación, y por supuesto, al con-
tenido del mensaje.
Respecto a la eficacia del modo de comunicación, puede ser unilateral, aque-
lla que sólo presenta los argumentos en pro o en contra de un determinado te-
ma, o bilateral, la que presenta a su vez los dos aspectos de la controversia. Los
estudios indican que el mensaje unilateral será más eficaz con audiencias ya
convencidas, mientras que el mensaje bilateral será más eficaz con aquellas au-
diencias que no están de acuerdo.
La interacción entre la comunicación y el tipo de audiencia es también fun-
damental para un mejor entendimiento del fenómeno relativo al efecto produ-
cido por una comunicación de contenido emocional, en comparación con el
originado por una de contenido racional.
Janis3 ha propuesto que la relación entre el miedo y el cambio de actitud es
curvilínea; a niveles altos de temor, las personas se sienten paralizadas e incapa-
ces de pensar en las recomendaciones del mensaje; a niveles bajos de miedo, las
personas no están suficientemente motivadas para cambiar su actitud.
Se deduce de ello que los mensajes que provocan niveles moderados de te-
mor son los más efectivos para incrementar la motivación hacia el cambio. No
obstante, las investigaciones han sugerido que los mensajes que provocan
miedo no tienen un efecto consistente sobre el cambio de actitudes. Además,
los efectos de estos mensajes no son permanentes y desaparecen con el tran-
scurrir del tiempo, muy probablemente porque este tipo de mensajes afecta
más a las audiencias desinteresadas o con escasa formación como ha indicado
Myers,4 quien también señala que las personas analíticas responden más a los
mensajes racionales.
En el ámbito específico de la salud se han utilizado dos tipos de mensajes:
3. Janis (1984),
4. Myers (2002).
Editorial UOC 158 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
más efectivos para persuadir son aquellos que afectan a un mayor número de
entradas de información.
Los medios audiovisuales (por ejemplo, la televisión) presentan ventajas
considerables sobre el resto, ya que disponen de más recursos para reproducir
de forma muy aproximada la comunicación personal cara a cara (que por direc-
ta y flexible suele ser la más eficaz para producir efectos persuasivos) y, además,
por lo general, absorben la casi total atención del receptor sobre un muy restrin-
gido campo, reduciendo de forma considerable la capacidad sensorial no impli-
cada en la percepción del mensaje y evitando así posibles distracciones.
Por último, bajo el término variables de destino (cuándo) se incluyen aquellos
factores que influyen sobre lo que sucede con los cambios de opinión inducidos
por el mensaje persuasivo.
En principio, tres factores han sido considerados fundamentales:
mensaje persuasivo, compara lo que la fuente dice con sus conocimientos, sen-
timientos y actitudes previas respecto al tema, generando, de esta manera, unas
respuestas cognitivas. Estos mensajes generados por el propio receptor son los
que determinan el resultado final del mensaje persuasivo. Cuando los pensa-
mientos van en la dirección indicada por el mensaje, la persuasión tendrá lugar.
Por el contrario, si van en dirección opuesta, no se producirá el efecto persuasivo.
Un aspecto importante en esta teoría es determinar los factores que influyen
sobre la cantidad de argumentos o de respuestas cognitivas que el receptor ge-
nera, tanto a favor como en contra. Los resultados obtenidos al respecto avalan
la consideración de la distracción y de la implicación personal del receptor en
el tema como variables determinantes de sus respuestas cognitivas.
No obstante, todos sabemos que existen situaciones en las que somos persua-
didos sin darnos cuenta, sin haber analizado el contenido del mensaje. En este
caso, la persuasión no es tanto el resultado del análisis que realizamos sobre el
mensaje, sino el resultado de alguna señal o característica superficial de éste o
de la fuente que lo emite, o bien de las reacciones de otras personas que reciben
el mismo mensaje. Es decir, somos persuadidos porque seguimos determinadas
reglas heurísticas de decisión (modelo heurístico).
Algunos de los heurísticos utilizados con mayor frecuencia se basan en la experiencia
de la fuente (la confianza en los expertos o estar de acuerdo con los que saben), en el nú-
mero y la longitud del mensaje (cuanto más largo sea el mensaje, parece más válido; un
ejemplo, los anuncios del tipo diez razones para...) o en el consenso (si la mayoría piensa
que algo es correcto, probablemente lo sea).
La probabilidad de que nos dejemos llevar por cualquier otra característica di-
ferente a la calidad del contenido del mensaje es más alta cuando nuestra moti-
vación o capacidad de comprensión es baja, o bien cuando la prominencia de la
regla heurística es alta o los elementos externos al propio mensaje son llamativos.
Petty y Cacioppo5 han propuesto un modelo que permite integrar los en-
foques anteriores. Nos referimos al modelo de la probabilidad de elaboración se-
5. Petty, R. E. y Cacioppo, J. T. (1981). Attitudes and persuasión: Clasic and contemporary approaches.
Dubuque: Wm Brown. Petty, R .E. y Cacioppo, J. T. (1986). The Elaboration Likelihood Model of
persuasion. En L. Berkowitz (Ed.), Advances in experimental social psychology (vol. 19). New York:
Academic Press. Para una revisión actualizada del modelo, puede verse R. E. Petty y J. R. Priester
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ción probable. En J. Bryant y D. Zillmann (Comp.), Los efectos de los medios de comunicación. Investi-
gaciones y teorías (pp. 127-168). Barcelona: Paidós Ibérica.
Editorial UOC 161 Capítulo VI. Perspectivas de la Psicología...
• La ruta central supone que el receptor realiza una evaluación crítica del
mensaje persuasivo. Analiza los argumentos, poniéndolos en relación con
sus conocimientos previos y evalúa las posibles consecuencias. El cambio
de actitud que se produce de esta forma es más duradero, sirve para pre-
decir mejor la conducta y es más resistente a la persuasión contraria.
• La ruta periférica ocurre cuando las personas no tienen la motivación o la
capacidad de realizar un proceso tan detenido como el anterior. En este
caso, el cambio de actitud se produce sin necesidad de pensar mucho en
torno al contenido del mensaje, es una característica del contexto de per-
suasión lo que facilita la formación o el cambio de actitud (por ejemplo,
la credibilidad, competencia o atractivo de la fuente, o el número de per-
sonas que se considera que respaldan una posición determinada).
6. Para más información, puede verse F. J. Cantero, J. M. León, y S. Barriga (1998). Actitudes: natura-
leza, formación y cambio. En J. M. León, S. Barriga, T. Gómez, B. González, S. Medina y F. J. Cantero.
Psicología social: orientaciones téoricas y ejercicios prácticos (pp. 117-132). Madrid: McGrawHill.
7. Bandura (1996).
Editorial UOC 162 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
• En primer lugar, el observador puede adquirir las reglas que rigen los jui-
cios o comportamientos del modelo (efecto de modelado).
• Segundo, la observación de modelos puede fortalecer o debilitar los mo-
tivos o las razones para llevar a cabo conductas adquiridas con anteriori-
dad (efecto de inhibición o desinhibición).
• Tercero, la observación de un modelo puede servir como “disparador” de
respuestas de la misma clase, aprendidas antes pero no sujetas a ningún
tipo de limitación (efecto de provocación o facilitación social).
Las campañas que se ajustan a estos esquemas que acabamos de presentar in-
crementan la probabilidad de que el cambio de actitudes influya en la conducta
Editorial UOC 164 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
de salud, tal y como han puesto de manifiesto Bishop y Barriga Jiménez y León
Rubio.8
La limitación de la eficacia se debe a que las informaciones que proporcionan
son generales y nada concretas, alejadas de las experiencias inmediatas que in-
teresan a la audiencia, y no suelen incluir instrucciones especificas sobre las ac-
ciones que deben llevar a cabo.
La limitada eficacia de muchas campañas preventivas dirigidas a modificar
determinados comportamientos de riesgo para la salud se debe a que éstas em-
plean mensajes de salud que no tienen en cuenta todo lo expresado antes. A lo
que habría que añadir la imposibilidad de controlar la exposición de la audien-
cia al mensaje de salud.
No obstante, éstas siempre proporcionan algunas ventajas, entre las que cabe
señalar su utilidad para:
9. Como ejemplo de este tipo de publicidad, podemos señalar la campaña lanzada hace un par de
años por la marca de cigarrillos Fortuna (“For... sun, For... friends,... Fortuna”).
Editorial UOC 166 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
Acerca de los hábitos alimentarios, se ha comprobado que los niños son los
que a lo largo del día visionan un mayor número de anuncios sobre productos
alimentarios, siendo los destinados a productos no nutritivos los que alcanzan
una mayor audiencia. Los efectos, probablemente negativos, de esta publicidad,
junto a las dietas alimenticias de los padres van a determinar la dieta y los há-
bitos de alimentación de estas nuevas generaciones.
Esto nos abre una puerta a la posibilidad de modificar, a través de la publici-
dad, algunos hábitos perjudiciales del consumidor en el campo de la alimenta-
ción. En este punto, los profesionales de la salud pueden jugar un papel
importante como mediadores con los grandes fabricantes y productores de ali-
mentos, convenciéndoles de la importancia de aprovechar las características sa-
ludables de sus productos para promover el consumo de alimentos que pueden
mejorar la salud de los consumidores. Eso sí, salvando errores cometidos con an-
terioridad cuando se censuraban las limitaciones y atributos menos positivos de
dichos productos –razón por la que quizá no haya sido posible aún llegar a un
buen entendimiento entre productores y profesionales de la salud– esta situa-
ción suele desembocar, en la mayoría de las ocasiones, en un bucle en el que los
intereses de mercado y económicos de la publicidad chocan con los intereses sa-
nitarios.
Otros elementos cuya presencia en publicidad, y sobre todo en televisión, es
bastante frecuente, son las escenas de sexo y violencia, aspectos directamente re-
lacionados con el desarrollo de una salud física y mental adecuada.
En primer lugar, la actividad sexual en televisión es cada vez más frecuente y
explícita, mientras que los espacios que hacen referencia a la prevención de em-
barazos o enfermedades de transmisión sexual son bastante escasas. A esto de-
bemos sumarle el hecho de que, para la población adolescente, la televisión
supone una fuente de información importante y en muchos casos exclusiva,
puesto que reciben poca información de otras fuentes (padres o escuela). Esta
situación está planteando una importante necesidad de aportar a esta población
modelos de conducta sexual adecuados, si queremos contribuir a evitar que siga
al alza tanto el incremento de embarazos no deseados y los consecuentes abor-
tos, como las enfermedades de transmisión derivadas de una práctica sexual sin
la utilización de las medidas protectoras adecuadas. Aquí, de nuevo, los profe-
sionales de la salud tienen un gran camino por recorrer.
Editorial UOC 167 Capítulo VI. Perspectivas de la Psicología...
a) Relación indirecta:
Ante las numerosas teorías e investigaciones que ha suscitado este tema, sólo
podemos señalar que se hace necesario seguir estudiando sobre todo en lo que
respecta a la violencia doméstica. En este sentido, pueden surgir interrogantes del
tipo: la continua aparición de noticias en los informativos de los medios de co-
municación social, ¿puede estar contribuyendo a incrementar los casos de vio-
lencia doméstica?, ¿están siendo de utilidad las campañas publicitarias sobre el
tema?, ¿la sociedad se está tornando cada vez más violenta como consecuencia
del incremento de los contenidos violentos en los medios de comunicación so-
cial o estamos sobrevalorando este tema?
2.2. El Edutainment
El uso que hacemos de Internet puede estar relacionado, tanto de forma ne-
gativa como positiva, con la salud. Para ejemplificarlo, vamos a ocuparnos de
dos temas que, por otra parte, representan dos enfoques distintos del estudio
psicológico de Internet:
16. Para una revisión actual véase J. M. León Rubio y S. Medina Anzano (2002). Psicología Social de
la Salud: fundamentos teóricos y metodológicos. Sevilla: Comunicación Social.
Editorial UOC 172 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
temporal que, como es lógico, no puede dar cuenta del cómo se producen los cam-
bios o transiciones de un estadio a otro, se trate de progresos o de retrocesos entre
estadios.
Por su parte, los procesos representarían el cómo suceden dichos cambios.
Estos procesos de cambio no son otra cosa que actividades encubiertas o mani-
fiestas iniciadas o experimentadas por un individuo para modificar su adicción.
En la tabla 6.2, que tomamos de Tejero y otros17, damos cuenta de cada uno de
los procesos propuestos por el modelo.
Relación de ayuda Existencia y utilización del apoyo social que puede facilitar el proceso de
5 cambio de la conducta adictiva.
Autoliberación Aumento de la capacidad del adicto para decidir y elegir. Requiere la creencia
7 de que uno puede ser un elemento esencial en el proceso de cambio, ya que
posee o puede adquirir las habilidades necesarias para ello.
Una de las ventajas de este modelo es que sugiere el tipo de ayuda que puede
prestarse a la persona, dado que de los resultados obtenidos por Prochaska y
DiClemente se desprende que determinados procesos o estrategias de cambio
se enfatizan más que otros durante determinados estadios, tal como se mues-
tra en la tabla 6.3.
Aumento de la concienciación
Relieve dramático
Reevaluación ambiental
Autorreevaluación
Autoliberación
Manejo de contingencias
Relaciones de ayuda
Contracondicionamiento
Control de estímulos
• Síntoma/situacional.
• Cogniciones desadaptativas.
• Conflictos interpersonales actuales.
• Conflictos sistémicos/familiares.
• Conflictos intrapersonales.
Sin duda alguna, son muchos los usos que los psicólogos de la salud pueden
hacer de la Red, nos limitaremos a señalar sólo algunos, los más salientes, des
nuestro punto de vista:
a) Prestar ayuda terapeútica. Parece que las personas se sienten más libres para
revelar sus problemas emocionales y de comportamiento a través de la Red.
Editorial UOC 176 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
Resumiendo, la Red puede ser considerada un medio flexible a través del cual
las personas pueden encontrar soluciones a ciertas necesidades individuales y
sociales relativas a la salud, tanto informativas como formativas, que los servi-
cios de salud no cubren como sería deseable.
Editorial UOC 178 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
Conclusiones
En este capítulo hemos tratado de responder a cuestiones tales como qué po-
demos hacer para que las campañas de salud a través de los medios de comuni-
cación social sean más eficaces, qué aporta la publicidad, el Edutainment e
Internet a la promoción de comportamientos saludables y la prevención de ries-
gos para la salud.
En relación con la primera cuestión, hemos señalado que lo más acertado
para incrementar la eficacia de las campañas de salud, de manera que el cambio
de actitudes promovido por éstas influya en la adopción de conductas de salud,
es utilizar fuentes múltiples y creíbles, promover la participación activa de la au-
diencia e incrementar el valor funcional de la adopción de los mensajes inclui-
dos en la campaña en cuestión.
Por lo que respecta a la segunda cuestión, hemos apuntado la necesidad de
que los profesionales de la salud trabajen de forma conjunta con los profesiona-
les del marketing y la publicidad para favorecer un uso de ésta más saludable y
orientado a promover una cultura de la salud, asimismo hemos presentado la
novedosa estrategia del Edutainment como un medio eficaz de llevar a un amplio
número de personas, de un modo entretenido, mensajes de salud extensos.
Por último, hemos presentado Internet como un campo psicológico de inves-
tigación e intervención y como un medio para alcanzar los objetivos de nuestra
disciplina.
Editorial UOC 179 Bibliografía
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Editorial UOC 185 Bibliografía
Capítulo IV
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Bibliografía complementaria
Referencias bibliográficas
Capítulo VI
Referencias bibliográficas
Glosario
acción comunitaria para la salud f Esfuerzos colectivos de las comunidades para in-
crementar su control sobre los determinantes de la salud y en consecuencia para mejorar
la salud.
actitud f Disposición interna duradera que mantiene las respuestas favorables o desfa-
vorables del individuo hacia un objeto o una clase de objetos del mundo social. Predis-
posición relativamente estable de conducta.
autoeficacia f Juicios de cada individuo sobre sus capacidades, sobre cuyas bases orga-
nizará y ejecutará sus actos de modo que le permitan alcanzar el rendimiento deseado.
catarsis f Según la hipótesis de la catarsis, se establece que los individuos pueden des-
cargar impulsos de agresividad acumulados si se dejan absorber por eventos violentos.
causalidad f Característica de las relaciones en las que las variaciones de la variable de-
pendiente se deben a las variaciones de la variable independiente, y no a la influencia de
otras variables.
Editorial UOC 191 Glosario
diferencial semántico m Técnica empleada para medir las actitudes, en la que el su-
jeto tiene que elegir entre dos pares de adjetivos opuestos que representan los dos extre-
mos de una misma actitud (polo positivo y negativo).
eficacia f Es el grado en que algo (procedimiento o servicio) puede lograr el mejor re-
sultado posible y alcanza las metas u objetivos que habían sido previamente establecidos.
esperanza de vida (al nacer) f Número promedio de años que puede preverse que
vivirán los bebés recién nacidos teniendo en cuenta las condiciones actuales de salud.
Este indicador refleja las condiciones ambientales del país, la salud de su población, la
calidad de la atención que reciben las personas cuando se enferman y sus condiciones
de vida.
estatus m Evaluación de un rol por el grupo en que ese rol está contenido o definido.
experimento m Investigación en la que existe una manipulación por parte del investi-
gador de la variable independiente.
fibromialgia f Dolor muscular crónico, en el que no existe una causa orgánica clara, y
que no responde a los tratamientos médicos convencionales, lo que lleva a los pacientes
a consultar durante muchos años los servicios sanitarios, sometiéndose a numerosas
pruebas diagnósticas y a tratamientos diferentes sin éxito.
genotipo m Conjunto de los genes existentes en cada uno de los núcleos celulares de
los individuos pertenecientes a una determinada especie vegetal o animal.
grupos de riesgo o de alto riesgo m pl Colectivos de personas que, por sus caracte-
rísticas específicas, tienen una gran probabilidad de contraer algún tipo dolencia.
hipótesis f Solución tentativa para algún problema que no ha sido aún seleccionada so-
bre la base de evidencias empíricas.
incidencia f Frecuencia o número de nuevos casos (p. ej. de la infección por el VIH)
dentro de una población determinada durante un período de tiempo.
navegar (en Internet) v intr Se refiere a la acción de visitar diferentes páginas web que
se van enlazando unas con otras; en ocasiones, ayudados por buscadores.
Editorial UOC 194 Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida
rol m Conjunto de normas que definen la manera en que deben comportarse las perso-
nas en una determinada posición social.