Вы находитесь на странице: 1из 18

Tema: Exposición e interpretación del giro platónico y la imagen socrática de la nave.

Alumno: Brian Jesús Tort Pulido.

Introducción
El objetivo del presente texto es mostrar la forma en que se llega a formar el
filósofo dentro de la sociedad, lo cual, como veremos, representa un “giro” en el
alma del individuo que simboliza la ruptura con los dogmas que se le impusieron
dentro del contexto político-social bajo el que se formó y cuya razón de ser, se
explica gracias a su naturaleza, en este sentido, sostendremos que la disposición
de un ser humano por el filosofar está regida más como una revelación que por un
convencimiento racional o impositivo a la persona. Del mismo modo, expondremos
argumentos que sostengan la repercusión del filósofo en el ámbito político, como
gobernante, objetivo que alguna vez Platón intentó alcanzar.

Por ello, en el primer apartado, desarrollaremos una interpretación en torno a la


alegoría de la caverna de Platón, extraída de su República, explicando los
elementos simbólicos y analogándolos al contexto político actual de la vida en
comunidad. Para ello, resaltaremos la idea del giró platónico, aspecto distintivo del
filósofo. De este modo, vislumbraremos las opiniones que el filósofo logra detectar
dentro de la vida en comunidad y su actitud o postura frente a ellas. En el segundo
apartado, se analizará la imagen que Platón expone ante Adimanto en el Libro VI,
la cual gira en torno a la pregunta de cómo sería posible que en las sociedades
dejasen de existir los males si fuese el caso que los filósofos las gobernasen,
siendo que los representantes de la filosofía, tal y como Adimanto plantea, son
inútiles para la ciudad.

El ensayo finaliza con una reflexión dirigida a explicar la inextricable condición


social que liga al filósofo hacia los demás filósofos y no filósofos dentro de una
comunidad y que, por ende, el conocimiento filosófico debe ser esparcido en la
medida de lo posible hacia todos los miembros del conjunto social; tomando en
cuenta también, las condiciones que debe cumplir la ciudadanía en general para
poder recibir y captar exitosamente dicho conocimiento.

1
Desarrollo

Alegoría de la caverna, una interpretación

Sócrates inicia su exposición alegórica proponiendo distinguir la educación de


aquellos que, respecto de lo real e inteligible, proceden a estudiarlo mediante la
ciencia dialéctica, argumentando que es más claro que lo estudiado mediante las
“artes”, pues estas toman supuestos como principios, mientras que la otra, sin
servirse de nada de lo sensible, asciende por medio de la razón e ideas, hasta
otras ideas de índole mayor.

En este sentido, Sócrates propone examinar, en primer lugar lo siguiente:

“Represéntate hombre en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la


entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y
el cuello encadenados, de cómo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos,
porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se
halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un
camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el
biombo que nos titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del
biombo, los muñecos. Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan sombras que
llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra
y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan”1.

El enfoque de interpretación que nos atañe en este caso tiende a ser del tipo
ético- político. Esto se ve con mayor claridad cuando decimos, que los hombres
en la morada representan a todos aquellos ciudadanos que constituimos los
distintos estratos sociales; la morada subterránea o caverna es representación del
espacio donde dichos individuos convivimos o habitamos, nos relacionamos e
interactuamos, sin embargo, padece la peculiaridad de escindir a los que habitan
en ella de la luz del sol –pues de lo contrario no sería una caverna-, en este
sentido, aceptamos que dicho espacio subterráneo tiene el beneficio de mantener

1
República VII, 514a-515a.
2
a los cavernícolas con vida pero el precio de ello es privarlos de la luz natural, la
cual, como más adelante se expone, es la más verdadera para los hombres.

Ahora bien, en cuanto a la representación de que los hombres estuvieron


encadenados tanto del cuello como de sus extremidades desde niños, quedando
impedidos para mirar y ejecutar acciones distintas a las de sólo permanecer
perfilados hacia el frente, argumentamos que, se significa que la condición
humana, ha sido moldeada, permeada, contaminada, instruida, forzada y
coaccionada desde sus albores retóñales a través de esta condición estática ya
mencionada.

En este punto, es necesario aclarar el papel que Platón da sobre “las cadenas”,
ya que, en efecto, éstas simbolizan ataduras y privaciones que merman todo
intento de dinamismo, y en este caso ellas apuntan directamente a la ideología, el
pensamiento, pensamiento de los seres sometidos a ellas; hablamos pues, de un
encadenamiento mental.

La naturaleza de este encadenamiento, es decir, el modo en que operan las


cadenas se explica mediante la suspensión del pensamiento crítico de los
individuos que se ven afectados por ellas, debido a las costumbres, los dogmas
morales, la cuestión de si algo es bueno o malo; de tal modo que la fuerza de los
grilletes hace al sujeto aferrarse a todas esas opiniones o, sentir dolor en cuanto
detecta que alguien más las está negando. Los interlocutores de Sócrates en su
juicio son un claro aferramiento a dichas posturas.

Ahora bien, en este punto se presenta la interrogando respecto de qué es aquello


que mantiene a los individuos aferrados a sus cadenas, lo cual se responde a
través de las figuras proyectadas visual y sonoramente frente a ellos, en lo alto de
la caverna gracias al fuego ubicado a sus espaldas y deslizadas por otras
personas a través de un camino, que pasa justo ante los ojos de los encadenados,
las cuales son su única referencia del mundo, de la realidad.

La forma en que esto se deja ver empíricamente, durante el día transcurso de los
días dentro de la vida en comunidad y gracias a un criterio filosófico, radica en
3
que, las personas habitantes de la caverna promueven, adoptan, reciben y cultivan
como opiniones verdaderas todo aquello que emana de los discursos políticos o
bien, de la comunidad misma, vecinos, familiares, ya sea personalmente o por
medios digitales de comunicación.

Lo pernicioso de este hecho, se hace evidente con mayor fuerza cuando


observamos que, siendo que jamás han podido experimentar ni entrever algún
otro tipo de hechos frente a su experiencia sobre la existencia, gastan su tiempo
hablando de los mismos; persuadidos, convencidos de que todos los ahí reunidos
en la medida en que observan y escuchan no niegan de su realidad y veracidad; lo
mismo ocurre cuando los ciudadanos repiten los discursos que se proyectan a
través de medios y espacios organizados para difundir mensajes predeterminados
a las masas.

El giro platónico

Toca el turno al análisis respecto de cuando es el caso que, uno de estos


individuos aprisionados puede romper las cadenas que contaminan su concepción
de la verdad, para ello, Sócrates plantea lo siguiente:

“Que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el


cuello y marchar mirando a la luz y, al hacer todo esto, sufriera a y causa del
encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había
visto antes”2.

Como observamos, se da en este individuo quebrantador del status quo, un


movimiento excepcional, algo que llamamos el “giro”, puesto que el acto mismo de
romper las cadenas, es decir, de aniquilar los prejuicios implantados desde su
infancia y repetidos durante las etapas siguientes de la vida, hasta que, de pronto,
se da este giro mencionado cuyo evento funge como un corto circuito impositivo
en cuanto a dejar de repetir las mismas conductas, los mismos pensamientos y
también, a ser empujado hacia la búsqueda de lo verdadero, siendo que las

2
República VII, 515d-516a.
4
cadenas ya no son más en el cavernícola liberado, pues ahora se ha convertido a
la filosofía.

En este punto se desprenden diversas consecuencias, la primera que señalamos


radica en que, tal y como se plantea en el diálogo:

“¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran
fruslerías y que ahora, en cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas
más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos
que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo
que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las
cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora?”3.

Observamos principalmente que la naturaleza del conflicto se da cuando es el


caso que un solo individuo es el único que sabe que lo que todos los demás creen
es falso o que su calidad de verdad es nimia ante lo que únicamente él ha visto,
por lo tanto, en un primer momento el conflicto es personal, interno, puesto que se
cae dentro del dilema bajo el cual uno debe comenzar a elucubrar cómo mostrar,
hacer ver a los demás lo sólo él ha visto.

Ahora bien, bajo esta misma línea del argumento se nos muestra un segundo
problema, cuya naturaleza se caracteriza por un nuevo enfoque del filósofo dentro
de la caverna, ya que, mientras antes se le mostraban las figuras proyectadas,
ahora la pregunta de Sócrates pasa a ser, qué pasaría si, a continuación, se le
muestra al filósofo aquel fuego vivo que emana la luz cavernaria, tal y como se
dice a continuación:

“Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría
de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar
que éstas son realmente más claras que las que se le muestran? 4

En este sentido, una vez que el filósofo vislumbró una luz ajena a la de la
caverna, la cual percibió como más real, deseable y natural, no podría hacer
3
República VII, 515d-516a.
4
República VII, 515e-515a.
5
menos que entender la luz que le presentan dentro de la caverna como el origen
de la perdición cavernícola, puesto que evidentemente se trata de una réplica del
original, es decir, de la luz allende a la caverna. Por esa razón adquiere un
carácter peyorativo todo aquel constructo que se ejerce cavernariamente, porque
comienza a cuestionarse si lo que valora –dentro de la caverna- es realmente
digno de ser valorado. En ese sentido, el filósofo está ya exento de la visión
unilateral que significa la caverna, lo que él ha experimentado al dar el giro ha
golpeado su forma de saberse en el mundo, como si estuviese contaminado de
una conciencia a diferencia del resto de sujetos dentro de la morada subterránea.

De este modo, encontramos las reacciones que el filósofo tiene a raíz del
quebrantamiento de sus cadenas, sin embargo, existe una cuestión más que
Sócrates nos invita a reflexionar, la cual se desenvuelve en el siguiente escenario:

“Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo


antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser
arrastrado y, tras llegar a la luz del sol?, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser
arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le
impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los
verdaderos?”5

Dadas estas circunstancias, se hace evidente que el filósofo debe sufrir cada uno
de los estadios o etapas que significa y representa haber roto con las cadenas que
le sometían a la caverna. En este sentido, la respuesta más próxima a saber qué
origina que él y no todos, sea el único en haber dado el giro, es que, su naturaleza
le coaccionó a tal hecho.

Esto es tanto como si hablásemos de una revelación filosófica, puesto que ni él ni


otro pueden predisponerse a elegir dar dicho giro, sino que, al parecer, es cuestión
de tiempo hasta que su naturaleza humana haya madurado lo suficiente y se dé
entonces la ruptura con los dogmas cavernarios reflejados a través de los
lineamientos sociales que forjan la educación, es por eso que el hacer del filósofo

5
República VII, 516a-516b.
6
es básicamente deseducarse. Esto sirve para explicar por qué algunos se
disponen a elegir estudiar filosofía, sin poder argumentar lógicamente los motivos,
remitiéndose a la respuesta más inmediata que tampoco deja de ser enigmática,
esto es, que la decisión se da “por naturaleza”. Algunos otros, por su parte,
prefieren dejar de cuestionar y simplemente reproducir, sin criticar, lo ya
establecido dentro del entorno comunitario y se ve claramente cuando eligen
cualquier cosa como vocación excepto el filosofar.

Primera etapa para el filósofo después del giro platónico

Una vez establecido esto, observamos que Sócrates plantea lo que llamamos, la
primera etapa del desenlace para el filósofo:

“Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En


primer lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los
hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los
objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el
cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el
día, el sol y la luz del sol”6.

Lo llamamos primera etapa, porque tal y como se aprecia, el modo en que el


filósofo se relaciona con las cosas que hay fuera de la caverna denota ser
primigenio, falto de experiencia, demasiado novedoso; lo cual no es para menos,
ya que el hecho es de tanta magnitud como decir que todo aquello que se creyó
inconscientemente como verdadero durante toda la vida, resulta ser sólo una falsa
proyección manipulada y creada por otros seres humanos, de tal modo, que
cuando se logra romper –gracias a la revelación filosófica- con esas creencias, es
necesario empezar a conocer, acostumbrarse de nuevo, pero esta vez, hacia
cosas más verdaderas y más dignas.

En este sentido, tal y como vemos es necesario pasar por diversos grados en
aras del nuevo aprendizaje, en donde, observar las cosas que no necesitan tanta
luz del sol –hacían analogía a la Idea suprema del bien-, es más sencillo y asible
6
República VII, 516b-516c.
7
porque ir directamente a las cosas más iluminadas podría enceguecernos debido
al nivel o grado de potencia que emanan las cosas más brillantes, a diferencia del
fuego cavernario, donde no hay diferencia, siempre es la misma intensidad.
Hablamos, entre otras cosas, del acercamiento al saber cuál es la mejor vida en
comunidad o como lo vemos en la Républica, el querer saber si la vida justa es
más deseable que la injusta. Estas respuestas tienen los mayores grados de
complejidad y luminosidad, por lo tanto, la búsqueda filosófica debe pasar por
grados más fáciles hasta llegar, por fin, a vérselas con este tipo de ideas
supremas y/o deslumbrantes.

Este tipo de hechos tienen lugar en la cotidianidad, por ejemplo, cuando aquel
que ha dado el giro, toma el atrevimiento –ante los ojos de los demás- de
cuestionar el modo en que operan los discursos políticos y su correspondencia
con los hechos en la vida cotidiana. En este sentido, distinguimos su argumento
de una opinión, en la medida en que, el filósofo ha estudiado qué se entiende por
doctrina o fenómeno político; entiende cómo se configura aquel que rige en su
contexto actual y con base en todo ello crea un juicio a sus propias luces.
Mientras, por otro lado, hay individuos que pueden realizar la misma crítica pero
sus bases son menos forjadas por un conocimiento al respecto y más
características de un arrebato emocional o sentimental, sustentado en las malas
rachas económicas de su hogar o su contexto social.

Etapa segunda

Ahora bien, de este modo llegamos a la siguiente sentencia de Sócrates, la cual


da tintes de ser una conclusión al caso del filósofo en cuanto rompe con las
cadenas y la caverna:

“Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en


otros lugares que le son extraños, sino contemplarlos cómo es en sí y por sí, en
su propio ámbito”7.

7
República VII, 516b-516c.
8
En efecto, aquí hablamos de un camino ya trazado por el filósofo, de la segunda
etapa que se cumple desde el momento en que da el giro con el cual rompe las
cadenas de la caverna y del cual Sócrates no vacila en afirmar que el nivel de
lucidez, de acercamiento a lo que es en sí mismo sin mediación externa y que
trasciende las apariencias y los límites del lineamiento social llamado educación
es de magnitud tal, que puede “contemplar el sol sin herirse los ojos”.

Y lo logra mediante el fortalecimiento y afirmación de sí mismo en la existencia,


porque en la medida en que se hace más fuerte, va necesitando cada vez menos
de los objetos aparentes y las réplicas, es decir, cada vez ocupa menos las
opiniones, los prejuicios, los dogmas heredados por la imposición de la vida en
comunidad, pues ahora está libre y con ello, su objetivo y su camino es lograr la
contemplación final y absoluta, la idea suprema del bien en sí mismo y no
representada en alguna otra cosa.

En otras palabras, podemos afirmar que el filósofo ha logrado prescindir y al


mismo tiempo es incapaz de admitir como verdaderas las doctrinas que la
convención social no se permite cuestionar ni mucho menos destruir, porque él se
ha posicionado ya por encima del conjunto social, se ha deseducado, ha dejado
de seguir a los hombres y portar las opiniones de éstos como estandarte de su
corazón. En vez de eso, vería por fin, cuál es el causante de todo lo que es
verdadero, el sol como la idea suprema del bien, todo aquello que es en sí mismo
y no réplica, tal y como Sócrates argumenta:

“Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las
estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún
modo es causa de las cosas que ellos habían visto”8.

Tal y como vemos no es una hazaña fácil llegar a darse cuenta de lo más
verdadero en tanto que existencia; incluso aunque su génesis sea inexplicable al
margen de la naturaleza humana, mas no por ello es imposible y cuando Sócrates

8
Reública VII, 516c-516d.
9
afirma que eso es lo que ocurre una vez habiendo sobrevivido fuera de la caverna,
nos damos cuenta que ya no hay vuelta atrás.

A pesar de ello existe un elemento que atañe a todo filósofo cada vez que logra
depurar las ilusiones cavernarias, y es, el saberse parte de una comunidad, lo cual
hace que se interrogue al respecto, tal y como Sócrates plantea del siguiente
modo:

“Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y


de sus entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del
cambio y que los compadecería?9

Dadas estas circunstancias, observamos cómo se abre un nuevo conflicto


filosófico para resolver, el cual consiste en elucubrar si es mejor olvidarse de sus
compañeros encavernados intentando persuadirles de aquella luz allende a la
caverna, lo cual implica forzar la naturaleza de los individuos hasta hacerlas
madurar, esperando que de entre ellas, alguna sea predispuesta a la filosofía. O
bien, la otra opción radica en olvidarse de todos cuantos no dieron el giro platónico
y sus cadenas jamás fueron quebrantadas, de ese modo el filósofo estaría aislado
aunque en contemplación de lo que es en sí mismo y verdadero, mas no aparente
y contingente.

Interpretación de la imagen socrática del barco, libro VII

Cuando Sócrates introduce la imagen del barco, lo hace para defender su postura
respecto de que los problemas de la vida en comunidad, se extinguirían si aquel
que la gobierna es un filósofo, ya que, Adimanto le réplica que dicha sentencia es
un absurdo y la postura que ocupa para decir esto, es la siguiente:

“Digo esto mirando al caso presente; pues ahora podría decirse que de
palabra no se puede contradecirte en casa cosa que preguntas, pero que en los
hechos se ve que cuantos se abocan a la filosofía, no adhiriéndose simplemente a
ella con miras a estar educador completamente y abandonándola siendo aún

9
República VII, 516c-516d.
10
jóvenes, sino prosiguiendo en su ejercicio largo tiempo, en su mayoría se
convierten en individuos extraños, por no decir depravados, y los que parecen
más tolerables, no obstante, por obra de esta ocupación que tú elogias, se
vuelven inútiles para los Estados”10.

Sin embargo, a pesar de estos comentarios peyorativos en torno a la utilidad del


quehacer filosófico para la política, Sócrates no los contradice, ni los niega y es
por este motivo que Adimanto vuelve a preguntarle, lo siguiente:

“¿Cómo, entonces, ha de estar bien dicho que no cesarán los males para los
Estados antes de que en ellos gobiernes los filósofos, cuando venimos a
reconocer que les son inútiles?”11

Es justo en este momento donde el filósofo ateniense utiliza la imagen de la nave


para responderle. Elige esta forma porque las explicaciones, a través de
argumentos, suspenden la imaginación del oyente, precisamente por concentrarse
únicamente en la lógica de las oraciones, así como también, el hecho de que no
siempre se sigue lo dicho en el discurso en la experiencia cotidiana. La imagen por
su parte, sí utiliza la imaginación y en la medida en que es imagen plantea el
escenario de la experiencia cotidiana para sugerir su explicación, la cual es, en
este caso, la del gobernar.

Es, pues, de este modo, como Sócrates opta por una pulcra explicación mediante
la ya mencionada imagen que analizamos del siguiente modo:

“Imagínate que respecto de muchas naves o bien de una sola sucede esto: hay
un patrón, más alto y más fuerte que todos los que están en ella, pero algo sordo,
del mismo modo corto de vista y otro tanto de conocimientos náuticos, mientras
los marineros están en dispuesta sobre el gobierno de la nave, cada uno
pensando que debe pilotar él, aunque jamás haya aprendido el arte del timonel y
no pueda mostrar cuál fue su maestro ni el tiempo en que lo aprendió; declarando

10
República VI, 487c-487d.
11
República VII, 487e-488a.
11
además, que no es un arte que pueda enseñarse, e incluso están dispuestos a
descuartizar al que diga que se puede enseñar”12.

Una vez plasmada esta parte de la imagen, centramos nuestra interpretación en


que la nave o barco en que se desenvuelven los acontecimientos planteados por
Sócrates son la simbolización de la ciudad, es decir, que un barco es análogo a
una ciudad puesto que en ambos cohabitan diversos individuos con diversos
pensamientos y al mismo tiempo deben encontrar un modo de organizarse para
no naufragar o destruir su ciudad. En efecto, una ciudad es donde sobrevivimos
los seres humanos, tanto así como los tripulantes de una nave.

En este sentido y para dar mayor contexto, agregamos un elemento extra a la


imagen, a saber, el mar u océano, ya que estos elementos representan las
vicisitudes de la naturaleza o bien, la violencia de la misma, en tanto que sin
ciudades y sin barcos, las catástrofes naturales derrumbarían la vida de los
ciudadanos sin que éstos pudiesen oponer resistencia, así como los tripulantes de
la nave, sin ella, terminarían ahogados u expuestos a los embates de las aguas.

Lo siguiente, es analizar que dentro del barco hay un patrón, más alto y más
fuerte a todos los que están en él. Esto simboliza la unión de las mayorías de
individuos que da como resultado la fuerza de un pueblo, en ese sentido, dicho
patrón es el pueblo. Cabe mencionar, que esta idea de ser el más fuerte se debe a
que, por ejemplo, el cambio violento de una forma de gobierno a otra, es decir, una
revolución, tiene mayor susceptibilidad de ocurrir cuando el pueblo es quien la
protagoniza, puesto que sólo con esa unión de fuerzas se podría derrocar a una
élite gobernante, puesto que su número es reducido en comparación de los miles
o millones de habitantes que conforman la población.

Aunadas a estas capacidades, el pueblo posee otras características que


equilibran su poderío sustentado principalmente en aquella fuerza demoledora, a
saber, que es algo sordo, corto de vista y otro tanto de conocimientos para
navegar. En este sentido, estas condiciones sesgadas simbolizan que el pueblo es

12
República VII, 488b-489a.
12
un gigante que no tiene control de sí mismo respecto de cómo gobernarse; que
sus oídos no son lo suficientemente óptimos como para permitirle escuchar
óptimamente y ayudarse con ello a diferenciar los discursos verdaderos de los
falsos; que su corta vista no le permite ayudarse a distinguir qué futuro le depara
con los gobernadores que sucederán a la toma del poder. Esto se debe
principalmente a que, al no ser filósofo, no puede ni seguir, ni gobernarse con
base en la verdad, quedando susceptible del enigma que representa su futuro.

Como vemos, estas capacidades sensoriales sesgadas, revelan que el pueblo es


incapaz de tomar decisiones, ya que para ello, es necesario conocer el
desenvolvimiento del entorno para lo cual se requiere un grado de agudeza en la
vista y el oído, que no posee. Curioso es observar que, en contraste con esto,
dentro de la teoría moderna existe una concepción del gigante corto de miras, en
donde se dice que es totalmente sabio y que lo que él pide es bueno hacerse,
pero ese es objeto de otra investigación.

Ahora bien, mencionamos que alrededor del patrón, existen los demás marineros
en disputa continua por hacerse con el control de la nave, intentado persuadirlo y
convencerlo para que se los ceda. Sin duda estos individuos son el símbolo de
todos aquellos políticos que buscan hacerse del poder para gobernar la ciudad
mediante la seducción del pueblo y la vía democrática, intentando convencer a las
mayorías de que su postura es mejor que la del resto de los aspirantes.

Realmente nadie les objetaría ese derecho a postularse, sin embargo, vemos
que resulta pernicioso para el futuro de la embarcación porque todos carecen del
arte de navegar y que además, improvisan sus movimientos sobre el timón, ya
que, como lo plantea Sócrates, son incapaces de dar cuentas sobre el maestro
que les instruyó y lo que es peor, declaran que el arte de navegar no es del tipo
que pueda enseñarse y que quien se atreva a intentarlo será descuartizado por
ellos.

En este sentido, negamos que un filósofo permita esta clase de displicencias al


gobernar, ya que, para empezar, no está en su ser filósofo tomar las riendas de

13
algo que no conoce. Sin embargo, este afán de los políticos no-filósofos por
gobernar revela que todos en la ciudad son conscientes del enigmático problema
que constituye gobernar la vida de todos dentro de una ciudad o un barco, puesto
que el futuro es incierto y el afán por saber cómo vivir –entre otros- es una
vocación meramente filosófica, es decir, que todo aquel que elija dictar las vías
para gobernar a los demás debe necesariamente filosofar, en cierto grado, pues
de lo contrario se le saldría de control la convivencia de los gobernados.

Ahora bien, continuando con la interpretación de la imagen desde lo que le


acontece al patrón corto de miras en relación con los marineros, encontramos lo
siguiente:

“En ocasiones, si no lo persuaden ellos y otros sí, matan a éstos y los arrojan
por la borda, en cuanto al noble patrón, lo encadenan por medio de la
mandrágora, de la embriaguez o cualquier otra cosa y se ponen a gobernar la
nave, echando mano a todo lo que hay en ella y, tras beber y celebrar, navegan
del modo que es probable hagan semejantes individuos; y además de eso alaban
y denominan “navegador”, “piloto” y “entendido en náutica” al que sea hábil para
ayudarlos a gobernar la nave, persuadiendo u obligando al patrón en tanto que al
que no sea hábil para eso lo censuran como inútil”13.

Vemos, pues, con total claridad la manera en que se rige la nave que plantea
Sócrates, esto simboliza cómo la política es susceptible de manipulación por vías
autoritarias y sanguinarias cuyo único fin radica en imponerse sobre el otro, mas
ese deseo no tiene como ímpetu la búsqueda de hacer felices a los pobladores, al
gigante corto de miras, sino más bien, ser el dueño de la nave y manejar el poder
que eso conlleva a capricho y sin rendir cuentas a nadie, por lo cual, en ese
sentido el pueblo es una víctima más.

Este papel del pueblo victimizado que mencionamos, está expuesto por Sócrates
como el gigante embriagado, fuera de sí, en el contexto cotidiano vemos que es
símbolo de la propaganda, la publicidad de los diversos medios de comunicación

13
República VII, 488d-489a.
14
que distraen la conciencia colectiva hacia otros fines, excepto los políticos; que de
ser así, el gigante mejoraría su vista y oído, evitando ser controlado y persuadido
por los marineros que son muchísimo más débiles.

De este modo, es como logran los marineros pilotar la nave, es decir, que los
políticos logran tomar las riendas del gobierno, el patrón sometido a la mandrágora
se puede representar como los pobladores sometidos al poder bélico del ejército,
tanto como que, en la medida en que se niegue a reconocer como gobernador al
político electo, tendrá que verlas con la opresión que ejecuta la violencia
organizada mediante los militares, es en este sentido, como el patrón se encuentra
atado al poste de la impotencia.

El ejemplo más claro al respecto son, sin duda, todas las manifestaciones por
vía violenta de los pueblos Latinoamericanos que se han suscitado en los últimos
días del año 2019, los cuales sirven para mostrar que el combate en las calles
entre el patrón debelado una vez que se ha pasado su embriaguez, es
directamente contra la mandrágora, es decir, contra el ejército y mientras tanto, los
marineros poco o nada instruidos continúan administrando la ruta del barco, del
país.

Ahora bien, una de las últimas sentencias de Sócrates acerca de la situación en


el barco y principalmente de los marineros, es la siguiente:

“No perciben que el verdadero piloto necesariamente presta atención al


momento del año, a las estaciones, al cielo, a los astros, a los vientos y a cuantas
cosas conciernen a su arte, si es que realmente ha de ser soberano de su nave; y,
respecto de cómo pilotar con el consentimiento de otros o sin él, piensan que no
es posible adquirir el arte del timonel ni en cuanto a conocimientos técnicos ni el
cuanto a la práctica. Si suceden tales cosa en la nave, ¿no estimas que el
verdadero piloto será llamado “observador de las cosas que están en lo alto”,
“charlatán” e “inútil” por los tripulantes de una nave en tal estado? 14

14
República VII, 488e-489a.
15
En efecto, ante estas palabras se hace imposible negar que se trata del filósofo
cuando se menciona que el verdadero piloto es aquel que toma en cuenta los
elementos que determinan la existencia de todos los individuos bajo los límites
espacio-temporales. En este caso, el filósofo como gobernador es el único para
Platón que evoca su existencia al discernimiento, así como la búsqueda del
conocimiento concerniente a lo existente y el medio en que ésta, la existencia, se
desenvuelve, tanto de la naturaleza como de la vida política y los retos que
impone ser ciudadano dentro de cualquier régimen político.

Sin embargo, Sócrates refuta el argumento de Adimanto cuando sostiene que


todos aquellos que niegan que el filósofo pueda gobernar prescindiendo del juicio
de otros que quieran asesorar sus decisiones políticas y que por ende, como están
al margen por no ser filósofos, lo tachan de ser un charlatán que sólo gasta su
tiempo “observando las cosas que están en lo alto” sin ocuparse de las que están
aquí, en tierra.

Pero la realidad es que, los que critican al filósofo lo hacen porque llevan un
ritmo de vida improvisado, dejado, espontáneo, que no se ocupa de lo que sí
ocupa a los filósofos, en otras palabras, critican lo que no entienden y es muy
nocivo porque el quehacer del filósofo respecto de la política es el más puro y
adecuado a lo que es conforme naturaleza, porque apela a trabajar conforme a lo
que es, independientemente de los gustos y deseos pasionales que sujetan el
alma humana, de tal modo que a un filósofo en tanto tal, jamás se le escuchará
decir que no importa la preparación para gobernar tomando en cuenta todas las
ramas de estudio que constituyen el bagaje del filósofo el cual principalmente está
relacionado directamente con la existencia.

Breve reflexión final

El hecho de que el filósofo haya aceptado su naturaleza y por ende, haya


dispuesto su vida a esa vocación, es un fenómeno del que hasta cierto punto él no
es responsable, al contrario, es loable y heroico admitir, como ya mencioné, su
naturaleza y fortalecerla. Sin embargo, cuando ha logrado alcanzar su

16
emancipación en torno a los dogmas y lineamientos educativos y sociales, debe
reflexionar y procurar que, en la medida de lo posible, su saber sea esparcido y
adoptado por otros individuos que, a pesar de no ser filósofos, sean capaces de
entender y comprender la idea que el filósofo esté vislumbrando gracias a todo el
trabajo que ha hecho. Evidentemente no hablará a los otros como si hablase
consigo mismo, porque no le entenderían, pero la apuesta es no privatizar su
conocimiento, logrando con ello que la filosofía tenga una repercusión más directa
con los dogmas que dominan el pensamiento de las mayorías hoy en día.

Conclusión

A lo largo de este texto, se elaboró una interpretación sobre La caverna de


Platón con un enfoque ético-político, demostrando con ello, la forma en que se dan
las condiciones de desarrollo educativo para los seres humanos dentro del entorno
social, destacando con eso la ruptura que el filósofo hace en relación a ello, a lo
cual denominamos “el giro platónico”, la ruptura de las cadenas, puesto que una
vez que la naturaleza filosófica se impone en el alma de un individuo, todo lo que
los no-filósofos le muestran le resulta artificial y limitado. Por esa razón, expusimos
también cómo es que el filósofo sufre su transformación y al mismo tiempo su
desarrollo, dejando por último, expuesto el conflicto entre si debe o no regresar
hacia aquellos con quienes alguna vez compartió las cadenas.

Finalmente expusimos una segunda interpretación, esta vez sobre la imagen con
que Sócrates convence a Adimanto, respecto del desprestigio que los filósofos
sufren a nivel social, partiendo del argumento socrático respecto de que los males
sociales y gubernamentales quedarán erradicados cuando el filósofo tome el
poder y sea él quien gobierne, con lo cual se demostró que aquellos que juzgan
peyorativamente el quehacer filosófico están más ocupados en la presunción y
vanagloria que en buscar las verdades con que la filosofía ocupa a sus
representantes, las cuales, curiosamente sirven para dirigir un gobierno, tanto
como a un marinero le sirve estudiar el logos de su entorno para triunfar cada vez
que desembarca.

17
Biliografía

 Platón, República, Madrid, Gredos, 2010

18

Вам также может понравиться