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Introducción
El objetivo del presente texto es mostrar la forma en que se llega a formar el
filósofo dentro de la sociedad, lo cual, como veremos, representa un “giro” en el
alma del individuo que simboliza la ruptura con los dogmas que se le impusieron
dentro del contexto político-social bajo el que se formó y cuya razón de ser, se
explica gracias a su naturaleza, en este sentido, sostendremos que la disposición
de un ser humano por el filosofar está regida más como una revelación que por un
convencimiento racional o impositivo a la persona. Del mismo modo, expondremos
argumentos que sostengan la repercusión del filósofo en el ámbito político, como
gobernante, objetivo que alguna vez Platón intentó alcanzar.
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Desarrollo
El enfoque de interpretación que nos atañe en este caso tiende a ser del tipo
ético- político. Esto se ve con mayor claridad cuando decimos, que los hombres
en la morada representan a todos aquellos ciudadanos que constituimos los
distintos estratos sociales; la morada subterránea o caverna es representación del
espacio donde dichos individuos convivimos o habitamos, nos relacionamos e
interactuamos, sin embargo, padece la peculiaridad de escindir a los que habitan
en ella de la luz del sol –pues de lo contrario no sería una caverna-, en este
sentido, aceptamos que dicho espacio subterráneo tiene el beneficio de mantener
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República VII, 514a-515a.
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a los cavernícolas con vida pero el precio de ello es privarlos de la luz natural, la
cual, como más adelante se expone, es la más verdadera para los hombres.
En este punto, es necesario aclarar el papel que Platón da sobre “las cadenas”,
ya que, en efecto, éstas simbolizan ataduras y privaciones que merman todo
intento de dinamismo, y en este caso ellas apuntan directamente a la ideología, el
pensamiento, pensamiento de los seres sometidos a ellas; hablamos pues, de un
encadenamiento mental.
La forma en que esto se deja ver empíricamente, durante el día transcurso de los
días dentro de la vida en comunidad y gracias a un criterio filosófico, radica en
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que, las personas habitantes de la caverna promueven, adoptan, reciben y cultivan
como opiniones verdaderas todo aquello que emana de los discursos políticos o
bien, de la comunidad misma, vecinos, familiares, ya sea personalmente o por
medios digitales de comunicación.
El giro platónico
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República VII, 515d-516a.
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cadenas ya no son más en el cavernícola liberado, pues ahora se ha convertido a
la filosofía.
“¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran
fruslerías y que ahora, en cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas
más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos
que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo
que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las
cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora?”3.
Ahora bien, bajo esta misma línea del argumento se nos muestra un segundo
problema, cuya naturaleza se caracteriza por un nuevo enfoque del filósofo dentro
de la caverna, ya que, mientras antes se le mostraban las figuras proyectadas,
ahora la pregunta de Sócrates pasa a ser, qué pasaría si, a continuación, se le
muestra al filósofo aquel fuego vivo que emana la luz cavernaria, tal y como se
dice a continuación:
“Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría
de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar
que éstas son realmente más claras que las que se le muestran? 4
En este sentido, una vez que el filósofo vislumbró una luz ajena a la de la
caverna, la cual percibió como más real, deseable y natural, no podría hacer
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República VII, 515d-516a.
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República VII, 515e-515a.
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menos que entender la luz que le presentan dentro de la caverna como el origen
de la perdición cavernícola, puesto que evidentemente se trata de una réplica del
original, es decir, de la luz allende a la caverna. Por esa razón adquiere un
carácter peyorativo todo aquel constructo que se ejerce cavernariamente, porque
comienza a cuestionarse si lo que valora –dentro de la caverna- es realmente
digno de ser valorado. En ese sentido, el filósofo está ya exento de la visión
unilateral que significa la caverna, lo que él ha experimentado al dar el giro ha
golpeado su forma de saberse en el mundo, como si estuviese contaminado de
una conciencia a diferencia del resto de sujetos dentro de la morada subterránea.
De este modo, encontramos las reacciones que el filósofo tiene a raíz del
quebrantamiento de sus cadenas, sin embargo, existe una cuestión más que
Sócrates nos invita a reflexionar, la cual se desenvuelve en el siguiente escenario:
Dadas estas circunstancias, se hace evidente que el filósofo debe sufrir cada uno
de los estadios o etapas que significa y representa haber roto con las cadenas que
le sometían a la caverna. En este sentido, la respuesta más próxima a saber qué
origina que él y no todos, sea el único en haber dado el giro, es que, su naturaleza
le coaccionó a tal hecho.
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República VII, 516a-516b.
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es básicamente deseducarse. Esto sirve para explicar por qué algunos se
disponen a elegir estudiar filosofía, sin poder argumentar lógicamente los motivos,
remitiéndose a la respuesta más inmediata que tampoco deja de ser enigmática,
esto es, que la decisión se da “por naturaleza”. Algunos otros, por su parte,
prefieren dejar de cuestionar y simplemente reproducir, sin criticar, lo ya
establecido dentro del entorno comunitario y se ve claramente cuando eligen
cualquier cosa como vocación excepto el filosofar.
Una vez establecido esto, observamos que Sócrates plantea lo que llamamos, la
primera etapa del desenlace para el filósofo:
En este sentido, tal y como vemos es necesario pasar por diversos grados en
aras del nuevo aprendizaje, en donde, observar las cosas que no necesitan tanta
luz del sol –hacían analogía a la Idea suprema del bien-, es más sencillo y asible
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República VII, 516b-516c.
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porque ir directamente a las cosas más iluminadas podría enceguecernos debido
al nivel o grado de potencia que emanan las cosas más brillantes, a diferencia del
fuego cavernario, donde no hay diferencia, siempre es la misma intensidad.
Hablamos, entre otras cosas, del acercamiento al saber cuál es la mejor vida en
comunidad o como lo vemos en la Républica, el querer saber si la vida justa es
más deseable que la injusta. Estas respuestas tienen los mayores grados de
complejidad y luminosidad, por lo tanto, la búsqueda filosófica debe pasar por
grados más fáciles hasta llegar, por fin, a vérselas con este tipo de ideas
supremas y/o deslumbrantes.
Este tipo de hechos tienen lugar en la cotidianidad, por ejemplo, cuando aquel
que ha dado el giro, toma el atrevimiento –ante los ojos de los demás- de
cuestionar el modo en que operan los discursos políticos y su correspondencia
con los hechos en la vida cotidiana. En este sentido, distinguimos su argumento
de una opinión, en la medida en que, el filósofo ha estudiado qué se entiende por
doctrina o fenómeno político; entiende cómo se configura aquel que rige en su
contexto actual y con base en todo ello crea un juicio a sus propias luces.
Mientras, por otro lado, hay individuos que pueden realizar la misma crítica pero
sus bases son menos forjadas por un conocimiento al respecto y más
características de un arrebato emocional o sentimental, sustentado en las malas
rachas económicas de su hogar o su contexto social.
Etapa segunda
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República VII, 516b-516c.
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En efecto, aquí hablamos de un camino ya trazado por el filósofo, de la segunda
etapa que se cumple desde el momento en que da el giro con el cual rompe las
cadenas de la caverna y del cual Sócrates no vacila en afirmar que el nivel de
lucidez, de acercamiento a lo que es en sí mismo sin mediación externa y que
trasciende las apariencias y los límites del lineamiento social llamado educación
es de magnitud tal, que puede “contemplar el sol sin herirse los ojos”.
“Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las
estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún
modo es causa de las cosas que ellos habían visto”8.
Tal y como vemos no es una hazaña fácil llegar a darse cuenta de lo más
verdadero en tanto que existencia; incluso aunque su génesis sea inexplicable al
margen de la naturaleza humana, mas no por ello es imposible y cuando Sócrates
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Reública VII, 516c-516d.
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afirma que eso es lo que ocurre una vez habiendo sobrevivido fuera de la caverna,
nos damos cuenta que ya no hay vuelta atrás.
A pesar de ello existe un elemento que atañe a todo filósofo cada vez que logra
depurar las ilusiones cavernarias, y es, el saberse parte de una comunidad, lo cual
hace que se interrogue al respecto, tal y como Sócrates plantea del siguiente
modo:
Cuando Sócrates introduce la imagen del barco, lo hace para defender su postura
respecto de que los problemas de la vida en comunidad, se extinguirían si aquel
que la gobierna es un filósofo, ya que, Adimanto le réplica que dicha sentencia es
un absurdo y la postura que ocupa para decir esto, es la siguiente:
“Digo esto mirando al caso presente; pues ahora podría decirse que de
palabra no se puede contradecirte en casa cosa que preguntas, pero que en los
hechos se ve que cuantos se abocan a la filosofía, no adhiriéndose simplemente a
ella con miras a estar educador completamente y abandonándola siendo aún
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República VII, 516c-516d.
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jóvenes, sino prosiguiendo en su ejercicio largo tiempo, en su mayoría se
convierten en individuos extraños, por no decir depravados, y los que parecen
más tolerables, no obstante, por obra de esta ocupación que tú elogias, se
vuelven inútiles para los Estados”10.
“¿Cómo, entonces, ha de estar bien dicho que no cesarán los males para los
Estados antes de que en ellos gobiernes los filósofos, cuando venimos a
reconocer que les son inútiles?”11
Es, pues, de este modo, como Sócrates opta por una pulcra explicación mediante
la ya mencionada imagen que analizamos del siguiente modo:
“Imagínate que respecto de muchas naves o bien de una sola sucede esto: hay
un patrón, más alto y más fuerte que todos los que están en ella, pero algo sordo,
del mismo modo corto de vista y otro tanto de conocimientos náuticos, mientras
los marineros están en dispuesta sobre el gobierno de la nave, cada uno
pensando que debe pilotar él, aunque jamás haya aprendido el arte del timonel y
no pueda mostrar cuál fue su maestro ni el tiempo en que lo aprendió; declarando
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República VI, 487c-487d.
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República VII, 487e-488a.
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además, que no es un arte que pueda enseñarse, e incluso están dispuestos a
descuartizar al que diga que se puede enseñar”12.
Lo siguiente, es analizar que dentro del barco hay un patrón, más alto y más
fuerte a todos los que están en él. Esto simboliza la unión de las mayorías de
individuos que da como resultado la fuerza de un pueblo, en ese sentido, dicho
patrón es el pueblo. Cabe mencionar, que esta idea de ser el más fuerte se debe a
que, por ejemplo, el cambio violento de una forma de gobierno a otra, es decir, una
revolución, tiene mayor susceptibilidad de ocurrir cuando el pueblo es quien la
protagoniza, puesto que sólo con esa unión de fuerzas se podría derrocar a una
élite gobernante, puesto que su número es reducido en comparación de los miles
o millones de habitantes que conforman la población.
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República VII, 488b-489a.
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un gigante que no tiene control de sí mismo respecto de cómo gobernarse; que
sus oídos no son lo suficientemente óptimos como para permitirle escuchar
óptimamente y ayudarse con ello a diferenciar los discursos verdaderos de los
falsos; que su corta vista no le permite ayudarse a distinguir qué futuro le depara
con los gobernadores que sucederán a la toma del poder. Esto se debe
principalmente a que, al no ser filósofo, no puede ni seguir, ni gobernarse con
base en la verdad, quedando susceptible del enigma que representa su futuro.
Ahora bien, mencionamos que alrededor del patrón, existen los demás marineros
en disputa continua por hacerse con el control de la nave, intentado persuadirlo y
convencerlo para que se los ceda. Sin duda estos individuos son el símbolo de
todos aquellos políticos que buscan hacerse del poder para gobernar la ciudad
mediante la seducción del pueblo y la vía democrática, intentando convencer a las
mayorías de que su postura es mejor que la del resto de los aspirantes.
Realmente nadie les objetaría ese derecho a postularse, sin embargo, vemos
que resulta pernicioso para el futuro de la embarcación porque todos carecen del
arte de navegar y que además, improvisan sus movimientos sobre el timón, ya
que, como lo plantea Sócrates, son incapaces de dar cuentas sobre el maestro
que les instruyó y lo que es peor, declaran que el arte de navegar no es del tipo
que pueda enseñarse y que quien se atreva a intentarlo será descuartizado por
ellos.
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algo que no conoce. Sin embargo, este afán de los políticos no-filósofos por
gobernar revela que todos en la ciudad son conscientes del enigmático problema
que constituye gobernar la vida de todos dentro de una ciudad o un barco, puesto
que el futuro es incierto y el afán por saber cómo vivir –entre otros- es una
vocación meramente filosófica, es decir, que todo aquel que elija dictar las vías
para gobernar a los demás debe necesariamente filosofar, en cierto grado, pues
de lo contrario se le saldría de control la convivencia de los gobernados.
“En ocasiones, si no lo persuaden ellos y otros sí, matan a éstos y los arrojan
por la borda, en cuanto al noble patrón, lo encadenan por medio de la
mandrágora, de la embriaguez o cualquier otra cosa y se ponen a gobernar la
nave, echando mano a todo lo que hay en ella y, tras beber y celebrar, navegan
del modo que es probable hagan semejantes individuos; y además de eso alaban
y denominan “navegador”, “piloto” y “entendido en náutica” al que sea hábil para
ayudarlos a gobernar la nave, persuadiendo u obligando al patrón en tanto que al
que no sea hábil para eso lo censuran como inútil”13.
Vemos, pues, con total claridad la manera en que se rige la nave que plantea
Sócrates, esto simboliza cómo la política es susceptible de manipulación por vías
autoritarias y sanguinarias cuyo único fin radica en imponerse sobre el otro, mas
ese deseo no tiene como ímpetu la búsqueda de hacer felices a los pobladores, al
gigante corto de miras, sino más bien, ser el dueño de la nave y manejar el poder
que eso conlleva a capricho y sin rendir cuentas a nadie, por lo cual, en ese
sentido el pueblo es una víctima más.
Este papel del pueblo victimizado que mencionamos, está expuesto por Sócrates
como el gigante embriagado, fuera de sí, en el contexto cotidiano vemos que es
símbolo de la propaganda, la publicidad de los diversos medios de comunicación
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República VII, 488d-489a.
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que distraen la conciencia colectiva hacia otros fines, excepto los políticos; que de
ser así, el gigante mejoraría su vista y oído, evitando ser controlado y persuadido
por los marineros que son muchísimo más débiles.
De este modo, es como logran los marineros pilotar la nave, es decir, que los
políticos logran tomar las riendas del gobierno, el patrón sometido a la mandrágora
se puede representar como los pobladores sometidos al poder bélico del ejército,
tanto como que, en la medida en que se niegue a reconocer como gobernador al
político electo, tendrá que verlas con la opresión que ejecuta la violencia
organizada mediante los militares, es en este sentido, como el patrón se encuentra
atado al poste de la impotencia.
El ejemplo más claro al respecto son, sin duda, todas las manifestaciones por
vía violenta de los pueblos Latinoamericanos que se han suscitado en los últimos
días del año 2019, los cuales sirven para mostrar que el combate en las calles
entre el patrón debelado una vez que se ha pasado su embriaguez, es
directamente contra la mandrágora, es decir, contra el ejército y mientras tanto, los
marineros poco o nada instruidos continúan administrando la ruta del barco, del
país.
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República VII, 488e-489a.
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En efecto, ante estas palabras se hace imposible negar que se trata del filósofo
cuando se menciona que el verdadero piloto es aquel que toma en cuenta los
elementos que determinan la existencia de todos los individuos bajo los límites
espacio-temporales. En este caso, el filósofo como gobernador es el único para
Platón que evoca su existencia al discernimiento, así como la búsqueda del
conocimiento concerniente a lo existente y el medio en que ésta, la existencia, se
desenvuelve, tanto de la naturaleza como de la vida política y los retos que
impone ser ciudadano dentro de cualquier régimen político.
Pero la realidad es que, los que critican al filósofo lo hacen porque llevan un
ritmo de vida improvisado, dejado, espontáneo, que no se ocupa de lo que sí
ocupa a los filósofos, en otras palabras, critican lo que no entienden y es muy
nocivo porque el quehacer del filósofo respecto de la política es el más puro y
adecuado a lo que es conforme naturaleza, porque apela a trabajar conforme a lo
que es, independientemente de los gustos y deseos pasionales que sujetan el
alma humana, de tal modo que a un filósofo en tanto tal, jamás se le escuchará
decir que no importa la preparación para gobernar tomando en cuenta todas las
ramas de estudio que constituyen el bagaje del filósofo el cual principalmente está
relacionado directamente con la existencia.
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emancipación en torno a los dogmas y lineamientos educativos y sociales, debe
reflexionar y procurar que, en la medida de lo posible, su saber sea esparcido y
adoptado por otros individuos que, a pesar de no ser filósofos, sean capaces de
entender y comprender la idea que el filósofo esté vislumbrando gracias a todo el
trabajo que ha hecho. Evidentemente no hablará a los otros como si hablase
consigo mismo, porque no le entenderían, pero la apuesta es no privatizar su
conocimiento, logrando con ello que la filosofía tenga una repercusión más directa
con los dogmas que dominan el pensamiento de las mayorías hoy en día.
Conclusión
Finalmente expusimos una segunda interpretación, esta vez sobre la imagen con
que Sócrates convence a Adimanto, respecto del desprestigio que los filósofos
sufren a nivel social, partiendo del argumento socrático respecto de que los males
sociales y gubernamentales quedarán erradicados cuando el filósofo tome el
poder y sea él quien gobierne, con lo cual se demostró que aquellos que juzgan
peyorativamente el quehacer filosófico están más ocupados en la presunción y
vanagloria que en buscar las verdades con que la filosofía ocupa a sus
representantes, las cuales, curiosamente sirven para dirigir un gobierno, tanto
como a un marinero le sirve estudiar el logos de su entorno para triunfar cada vez
que desembarca.
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Biliografía
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