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UD 61. El arte barroco.

UD 61. EL ARTE BARROCO.


INTRODUCCIÓN.
Un resumen.

1. CARACTERÍSTICAS GENERALES.
El arte y la Contrarreforma.
El arte y el absolutismo.
El origen del Barroco: la reacción contra el Manierismo.
La estética barroca.
Periodos.
¿Una distinción entre Barroco y Rococó?

2. ARQUITECTURA.
1.1. CARACTERÍSTICAS.
1.2. ESCUELAS.
ITALIA.
San Pedro del Vaticano: Maderno, Bernini.
Borromini y otros arquitectos.
FRANCIA.
Las iglesias.
El palacio de Versalles.
ALEMANIA.
INGLATERRA.
ESPAÑA.
El siglo XVII.
El siglo XVIII: los Churriguera.

3. ESCULTURA.
3.1. CARACTERÍSTICAS.
3.2. ESCUELAS.
ITALIA.
Bernini.
FRANCIA.

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ALEMANIA.
ESPAÑA.
Escuela castellana: Fernández.
Escuela andaluza: Martínez Montañés, Mena, Alonso Cano.
Escuela murciana (siglo XVIII): Salzillo.

4. PINTURA.
4.1. CARACTERÍSTICAS.
4.2. ESCUELAS.
ITALIA.
Caravaggio a Guardi.
FRANCIA.
Poussin a Watteau.
ALEMANIA.
FLANDES.
Rubens.
HOLANDA.
Hals, Vermeer, Rembrandt, De Hooch.
INGLATERRA.
Hogarth.
ESPAÑA.
Valencia: Ribalta, Ribera.
Sevilla: Zurbarán, Murillo, Alonso Cano y Valdés Leal.
Madrid: Velázquez, Rizzi, Claudio Coello y Carreño de Miranda.

INTRODUCCIÓN.
Esta Unidad Didáctica exige, por su enorme dimensión, concentrarnos en
los caracteres generales y no entrar a fondo más que en unos pocos artistas y obras
importantes. Así, destacaremos los edificios de San Pedro del Vaticano y el palacio
de Versalles, la obra escultórica de Bernini y la pintura de Velázquez, Rubens y
Rembrandt. El urbanismo lo integraremos como parte de la arquitectura. El
barroco español y, sobre todo, Velázquez deberían ser estudiados más a fondo en
una UD distinta.
Un resumen.

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En las bellas artes, el epíteto de barroco ha servido para calificar, en sentido
peyorativo, al estilo que sucedió a los del Renacimiento clásico y manierista, y se
impuso en gran parte de Europa en el siglo XVII y la primera mitad del XVIII.
El barroco fue un arte enfocado a la legitimación del poder absoluto de los
monarcas y de la Contrarreforma religiosa emprendida por la Iglesia católica.
Nacido en Roma como expresión esencial de la Contrarreforma, se impuso
especialmente en los países católicos, y renovó la iconografía y el arte sacro. Pero
fue también un arte cortesano, que reflejaba el absolutismo de los príncipes en el
fasto de los decorados.
Contrariamente al ideal de serenidad y equilibrio metódicos del
Renacimiento, el Barroco es un arte de una época de crisis, que desconfía de la
inteligencia: quiere sorprender, deslumbrar y llegar hasta los sentidos en una época
en la que se proclama el carácter afectivo de la fe. Lo logra mediante efectos de
luz y movimiento, de formas de expansión que se expresan en arquitectura por el
empleo del colosalismo, de la línea curva y de las rupturas: en escultura, por la
preferencia hacia la torsión, las figuras volantes, los ropajes tumultuosos; en
pintura, por composiciones en diagonal y juegos de perspectiva y de escorzo. Pero
lo esencial es que las diferentes disciplinas tienden a fundirse en la unidad de una
especie de espectáculo cuyo dinamismo y brillo multicolor son pruebas de su
exaltación.
Pero el Barroco es también es una vuelta al naturalismo del Renacimiento,
abandonado durante el Manierismo. En este sentido, el Barroco enlaza nuevamente
con el clasicismo del Renacimiento y lo prolonga hasta la Edad Contemporánea.

1. CARACTERÍSTICAS GENERALES.
Mientras en el Renacimiento y en el siglo XVI el hombre tenía una
confianza ilimitada en sus propias fuerzas, en el Barroco y en el siglo XVII el
hombre pierde la confianza en su capacidad y surge en el arte el tema del
desengaño: es una época de crisis política, social, demográfica, económica y
religiosa.
En esta época, en los países católicos culmina la Contrarreforma religiosa
y predomina el Absolutismo político.

El arte y la Contrarreforma.

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El arte religioso al servicio de la Iglesia católica debe deslumbrar a los fieles
con la fastuosidad y espiritualidad de sus monumentos y ritos. La iconografía de
la escultura y la pintura sigue las pautas de la Contrarreforma, con un sentido
didáctico de las vidas de los santos y de la Virgen (la Inmaculada), el tema de la
Eucaristía, las visiones místicas.
En los países protestantes, en cambio, el arte se queda al margen de la
Reforma: las iglesias son mucho menos grandiosas, se elimina la escultura en su
decoración; sobre todo, la pintura es cotidiana, con retratos, bodegones y paisajes
al gusto de la clientela burguesa.

El arte y el absolutismo.

Mapa de la Europa de la primera mitad del siglo XVIII.

El arte laico-político sirve y legitima la monarquía absoluta, que debe


impresionar a los súbditos con la contemplación del poder y de la gloria del
monarca. Esto explica la importancia del urbanismo de las capitales, en las que se
trazan grandes avenidas y plazas y se construyen enormes y lujosos palacios, así
como se realizas obras plásticas que enaltecen al soberano.

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En Francia hay un evidente dirigismo político en el arte cortesano,
divergente del arte barroco religioso (Italia), burgués (Holanda) o popular. Es en
Francia donde el arte y el absolutismo se funden de modo más evidente, sobre todo
durante el reinado de Luis XIV (1643-1715), al principio bajo la regencia de
Mazarino. La política cortesana dirigista alcanza su plenitud con Colbert, que es
el ministro de la primera mitad del reinado (hasta c. 1685), con el apoyo de Charles
le Brun, promoviendo la fábrica de los Gobelinos y la institucionalización de las
Academias. Los Gobelinos era una fábrica de tapices del siglo XV, convertida en
1667 en Manufactura Real de los Muebles de la Corona. Le Brun fue administrador
del Real Patrimonio y director de los Gobelinos, con un enorme grupo de artistas
y artesanos de todos los géneros. Fabricaban todos los objetos para el Patrimonio
Real y además era escuela de formación artística y artesanal. Las Academias de
Arquitectura, Pintura... fueron unidas en la Academia Francesa en 1663, con una
reglamentación nueva pensada por Le Brun, subordinando el aparato del arte al
Estado.
Como dice Félix de Azúa: ‹‹Rossellini, en su película sobre la toma del
poder de Luis XIV, asume de un modo muy convincente que toda la representación
cortesana del Rey Sol fue un sagaz artificio para la instalación del poder absoluto
en un medio hostil, y en esa representación entraban, sin lugar a dudas, el teatro,
la ópera, la pintura o la arquitectura, así como la abigarrada vestimenta que hoy
nos parece cosa de locos. El genio político de Luis XIV habría consistido
primordialmente, en la genial dramaturgia que puso en marcha para obtener
la creencia de los rebeldes feudales en la realidad del poder real. Una vez
introducidos en la representación monárquica, los poderosos feudales fueron
convertidos en perros de aguas.›› [Azúa. Diccionario de las Artes. 1995: 255.]

El origen del Barroco: la reacción contra el Manierismo.


Hacia 1600 se produce una reacción antimanierista, una recuperación
clasicista, en la que la idea de naturaleza se basa en el triunfo de la ciencia (esto
implicará el triunfo del realismo). La ornamentación ha perdido su fuerza en Italia
y se ha roto definitivamente la unidad renacentista. Entonces se fusionan en el
Barroco todas las influencias posibles y existentes, con una experimentación
enormemente rica, sin una dirección única, con una pluralidad extraordinaria. Este
movimiento se difundirá desde Roma por Italia, España, Portugal, Francia,
Austria, Alemania, Bohemia, Flandes, Polonia, Rusia y desde la península ibérica

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pasa a América Latina, donde hubo varios focos importantes: México (la capital,
Puebla, Guadalajara), Quito (escultura y pintura, iglesia de la Compañía), Lima,
Cuzco, Alto Perú (Potosí, La Paz, con su decoración en estilo barroco mestizo); en
Brasil destacó Aleijadinho.

La estética barroca.
Los rasgos estéticos del arte barroco son naturalismo realista, clasicismo,
pluralidad gramatical, movimiento y desequilibrio, interés por el tiempo,
contrastes, lujo.
- Naturalismo realista. El arte idealista del Renacimiento no reflejaba la
realidad. En el Barroco se impone la vuelta a lo real, se intenta captar al hombre y
a la naturaleza con todas sus imperfecciones. Pintores como Rembrandt y Ribera
prefieren pintar dramáticamente a viejos, santos huesudos que viven y sufren
ascéticamente, Velázquez retrata bufones enanos. Consideran que estas figuras
feas existen en la realidad y deben ser representadas en el arte.
- Clasicismo. Se vuelve a los modelos clásicos de la Antigüedad,
denostados por el experimentalismo del Manierismo. Se cultivan sobremanera los
temas mitológicos y alegóricos. En este sentido destaca la arquitectura y la
escultura de Bernini, la pintura serena de Poussin. Pero en Italia más que el modelo
clásico se toma el modelo helenístico, más expresivo.
- Pluralidad gramatical. Conviven varios grandes modelos: en arquitectura
el italiano y el francés; en escultura el italiano y el francés; en pintura el italiano,
el holandés y el flamenco, mientras que el español se puede considerar un modelo
independiente.
- Movimiento y desequilibrio. Movimiento y retorcimiento se generalizan
en las formas. Es un arte que procura captar la vida, que es movimiento y no
quietud.
- Interés por el tiempo. El hombre barroco contempla con melancolía el
paso del tiempo, de ahí la ternura dolorosa con que plasma el tema de la vejez. La
vida es fugaz y el artista capta el momento concreto y lo inmortaliza.
- Contrastes. La luz y la sombra se disputan el dominio de las pinturas y los
interiores de los edificios, así como se resaltan los contrastes entre los primeros
planos y los últimos, lo mismo en las pinturas que en las construcciones.

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- Lujo. Para compensar la melancolía del paso del tiempo se destaca la
riqueza: las telas costosas en la pintura o los mármoles de colores en la
arquitectura.

Periodos.
No hay acuerdo entre los autores sobre los periodos del Barroco.
Generalmente se defendió que habría comenzado hacia 1600, al decaer el
Manierismo, y perduró hasta el 1750 o incluso más en algunos países, hasta el
triunfo del Neoclasicismo.
Aunque hay obras de espíritu barroco ya hacia 1570, en la actualidad la tesis
más generalizada data su inicio pleno entre 1600 y 1620, e incluso hay autores que
lo atrasan hasta 1630, cuando se evidencia un entero cambio estilístico respecto al
manierismo. Sí hay consenso en que se origina en Italia y que en unos pocos
decenios se extiende por toda Europa, aunque con mayor rapidez en los países que
ya habían recibido antes el Renacimiento.
Habría dos fases:
- Un barroco estructural del siglo XVII.
- Un barroco tardío y decorativo, que impera sobre todo en la primera mitad
del siglo XVIII, que caerá en el exceso, también llamado por algunos autores
Rococó.

¿Una distinción entre Barroco y Rococó?


Ha habido varios intentos teóricos de configurar el Rococó como un estilo
independiente del Barroco. El Rococó aparecería en algunos países, sobre todo en
Francia e Inglaterra, hacia finales del siglo XVII, conviviendo cronológicamente
con el Barroco durante decenios y dominando hacia mediados del siglo XVIII en
la mayoría de Europa, para enlazar y diluirse con el racionalismo del neoclasicismo
en la segunda mitad del XVIII. La estética rococó se caracterizaría por su creciente
racionalismo, por el cultivo de lo intrascendente y de lo mínimo, de lo decorativo,
por academicismo (algunos autores prefieren el término “academicista” para este
estilo) para satisfacer el gusto de la clientela cortesana y burguesa con un arte
mucho menos expresivo, dramático, religioso y monumental que el Barroco.
Pero no hay un consenso historiográfico al respecto y la mayoría de los
autores consideran que el Rococó no es un estilo propio porque no supone una
estética alternativa, sino una exageración y evolución de los rasgos más
decorativos, cortesanos y burgueses del Barroco, lo que parece evidente al menos

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en los casos de Alemania, Austria y la misma España, aunque bastante menos en
los de Francia e Inglaterra.
Una conclusión plausible sería señalar que el término Barroco no es un
concepto universal y homogéneo, sino una concepción historiográfica que debe ser
continuamente revisada, sin caer en dogmatismos, y que debemos identificar en su
seno profundas diferencias regionales, matices, evoluciones. En este sentido, el
término Rococó podría ser muy útil para referirse al Barroco final o Barroco tardío
y su enlace con los movimientos racionalistas e ilustrados del siglo XVIII en los
países más avanzados.

2. ARQUITECTURA.
1.1. CARACTERÍSTICAS.
Rasgos de la arquitectura barroca son:
- Es una arquitectura grandiosa, de enorme amplitud en los espacios, que se
centralizan o alargan en San Pedro del Vaticano o Versalles, mientras que las
cúpulas se levantan.
- El equilibrio de formas, con un modelo italiano que se interesa por el
movimiento y la curva, mientras que el modelo francés, en cambio, se preocupa
por la estabilidad y la recta. Pero en ambos el conjunto es armónico y simétrico,
con formas puras como el cuadrado, círculo o triángulo.
- Gusto por los contrastes en el interior, tanto cromáticos como lumínicos,
creando claroscuros que impresionen.
- La decoración impresionante con adornos que cubren las superficies, de
creciente lujo y esplendor, hasta que llega el Rococó, de un exceso delirante.
- La integración de las artes de arquitectura, urbanismo, escultura, pintura,
en una unidad, con el modelo coetáneo de la ópera.
- La contraposición de varias tendencias que se fusionan y contraponen,
como ocurre con los modelos francés e italiano.
- La importancia del urbanismo, en la teoría y la práctica, al servicio del
poder, sobre todo en las plazas públicas.
- El mecenazgo del poder político y religioso de los Príncipes y los Papas,
los nobles y los obispos, que son los grandes clientes y exigen una arquitectura que
legitime su poder.

1.2. ESCUELAS.

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ITALIA.
En Italia la capital artística es Roma, con más fuerza aún desde finales del
siglo XVI. En Roma en 1585-1590 hay una profunda reordenación urbana con
Sixto V, para hacer de la ciudad una urbe emblemática del catolicismo. Sixto V
justifica el grandioso proyecto de urbanismo en un documento: Roma ha de ser la
Santa Sede de Pedro, príncipe de los apóstoles y sede de la capital de los cristianos,
por lo que debe tener la máxima belleza material para significarlo. Se derriban
barrios enteros, se abren anchas avenidas, se colocan edificios monumentales y
obeliscos egipcios en los hitos. La escenografía urbana y la fiesta son parte
fundamental de la vida en la época. El palacio italiano se articula a partir
del cortile integrado en el conjunto del edificio.
En la arquitectura religiosa hay una variada tipología:
- Basilical.
- Planta elíptica: doble circunferencia interrelacionada.
- Centralizada.
- Doblemente centralizada: se pondera el eje de continuidad de la tradición
basilical e insiste en la extensión a través de capillas.

San Pedro del Vaticano: Maderno, Bernini.


Uno de los hitos del Barroco es la continuación de la obra de la catedral de
San Pedro, la culminación de la historia del proyecto en los siglos XVI-XVII,
desde Bramante (planta central), Rafael, Peruzzi, Miguel Ángel (cúpula, volumen
exterior, centralización del crucero), Della Porta (que hace reformas).
En 1607 el papa Pablo V decide continuar las obras, pues faltaba la fachada
principal. Había entonces un cuerpo delantero para las bendiciones papales (hacia
el exterior), y ya estaba el obelisco. Pero hay un cambio de gusto artístico en este
momento. El concurso de proyectos de 1607 supone la llegada de artistas de
formación tardorrenacentista, que buscaban nuevas fórmulas de experimentación,
y por ello el Barroco se pudo experimentar y consolidar en esta obra.

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Fachada de San Pedro del Vaticano, por Carlo Maderno.

Carlo Maderno (1556-1629) ganó el concurso. La cruz griega (centralizada


según los proyectos de Bramante y Miguel Ángel) se convierte en cruz latina
(retomando la reforma de Rafael), alargando la nave central un tercio con nuevos
tramos. Se rompe con el concepto de centralidad y se recogen las pautas pos-
tridentinas. La fachada se plantea con equilibrio y respeto por lo ya existente, sin

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ocultar del todo la cúpula, con un orden arquitectónico monumental con pilares y
frontispicio. La novedad es el uso tectónico del orden arquitectónico, la
horizontalidad subrayada por la poca altura del cuerpo de remate, el respeto por la
visualización de la cúpula. Hay una dualidad perceptiva, con intervención del
urbanismo para armonizar el diseño nuevo con el anterior.

La plaza de San Pedro del Vaticano, diseñada principalmente por Bernini.

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El Baldaquino de San Pedro del Vaticano, por Bernini.

En el interior destaca la decoración, para la que se usan monumentos


funerarios de los papas, con escalas divina y humana, y el famoso baldaquino de
Bernini, con columnas salomónicas (fuste retorcido), en 1630-1633, con una
función de decoración estructural que se relaciona con la cátedra de San Pedro.
Este baldaquino subraya el centro de la iglesia y el lugar de la cúpula, pero lo hace
mediante un monumento abierto, sin fragmentar la unidad espacial al permitir la
visión a través de sus columnas.
Gianlorenzo Bernini (1598-1680) hace también los dos campanarios de la
fachada, tiempo después eliminados. La escalera regia lleva a los aposentos
privados del papa (su gran anchura disminuye a medida que se sube). El proyecto
de la plaza se incluía en el proyecto de 1607, pero lo modifica y realiza Bernini en
1656-1663 (las fechas son dudosas porque se hicieron varias reformas, hasta
1687). Es una obra inmensa para poder recibir a las multitudes de fieles, con doble
ala, con un diseño trapezoidal y elíptico que es un símbolo de la maternidad de la
Iglesia. Hay elementos clásicos: pórticos de cuatro hileras de columnas,
correcciones ópticas para remarcar la unidad perceptiva. Destaca la centralidad
visual en el obelisco egipcio y la fachada de la basílica, de modo que se liga la
plaza con el entorno y con la propia iglesia.
En resumen, el modelo de San Pedro impone:
- La planta basilical, que los jesuitas difunden a partir del modelo de planta
basilical de interior amplio diseñado por Vignola y la fachada-retablo de Della
Porta para la iglesia del Gesú de Roma (1568), en otras iglesias, sobre todo en
Flandes, la tierra predilecta de los jesuitas, donde construyen en el siglo XVII
templos que recuerdan la estructura y el impulso vertical del gótico.
- El uso del sistema clasicista de órdenes para los volúmenes interiores y
exteriores.
- La interrelación de espacios interiores y exterior a través de la fachada.
- El uso de la ornamentación como modificadora de ambientes o incluso
como creadora de una ilusión espacial.

Borromini y otros arquitectos.


Otras obras maestras son las fachadas de Francesco Borromini (1599-1667)
en Roma para San Carlo delle Quattro Fontane, Santa Agnese in Agone, San Ivo

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alla Sapienza, con curvas, contracurvas e interpenetraciones de figuras
geométricas.

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Borromini. San Carlo delle Quattro Fontane.

San Carlo delle Quattro Fontane (1638-1641) muestra una gran plasticidad,
en órdenes en escala monumental y humana (a veces intermedias), con alveolos.
Santa Agnese in Agone tiene un gran efectismo visual, con cúpula avanza respecto
a la fachada hacia la Piazza Navona como punto de partida para su lectura, con una
arquitectura de órdenes que crea los ritmos y el movimiento en la fachada. Sant
Ivo alla Sapienza (1642-1662) tiene una estructura (con sus volúmenes) que
domina sobre la decoración.
En el norte de Italia destacan los arquitectos de Turín. Un gran arquitecto
piamontés es Guarini (1624-1683) con la capilla del Santo Sudario. Filipo Juvara
realiza la gran Basílica de Superga (1717-1731) en Turín, con planta barroca de
octógono irregular y un pórtico clásico, con atrio exterior y atrio interior, es una
fórmula mixta de tradición basilical; también realizará el Palacio Real de Madrid

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(1738-1764, terminado por Sacchetti). En Venecia destaca el arquitecto Baldassare
Longhena, autor de la espectacular Santa Maria della Salute.

FRANCIA.
El clasicismo domina en este periodo la arquitectura francesa, de tal modo
que muchos autores han rehusado llamarla barroca y prefieren llamarla clasicista.
Este modelo clasicista pervivirá hasta el mismo siglo XIX.
En el reinado de Enrique IV (1598-1610) y la posterior regencia de María
de Medicis (1610-1630) se reconstruye la economía y la sociedad después de las
Guerras de Religión, en la agricultura, industria y administración. En el arte hay
un impulso en la arquitectura: reformas urbanas en París, continuación de las obras
en los palacios reales. En pintura y escultura hay la segunda Escuela de
Fontainebleau. El Manierismo tardío se centra en Nancy (Vellange, Callot) y París
(Vignon, Villard).
A continuación se entra en una fase de consolidación del arte cortesano, en
los reinados de Luis XIII (1630-1643) y, sobre todo, Luis XIV (1643-1715),
cuando Francia, pese a las crisis y las guerras, emerge como el país más poderoso
y rico de Europa, y su monarquía dedica grandes medios económicos a una
arquitectura grandiosa, que exalte su gloria y su poder político. Los ministros
franceses, Richelieu y Mazarino, más tarde Fouquet o Colbert, son grandes
ideólogos del arte oficial, mecenas del arte áulico, del arte como expresión del
poder. Las Academias, controladas por el Estado, desarrollan un programa artístico
al servicio del poder. Por ejemplo, se rechazaron los proyectos de Bernini, por ser
poco espectaculares.
Caracterizan el espacio barroco francés la simetría y la geometría, la
continuidad y la extensión. Los arquitectos más importantes son Perrault,
Lemercier, Le Vau y François Hardouin Mansart. En Francia la reacción
antimanierista es más tardía, pero más intensa, pues comienza la interpretación
francesa de la tradición clasicista italiana.

Las iglesias.
Sus características generales son la centralización, la simetría, la geometría,
pero ello no impide que se integren influencias barrocas italianas, con líneas más
cóncavas y convexas que en la linealidad rectilínea francesa.

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Destacan las iglesias en París de la Visitación, Val-de-Grâce, la Sorbona,
Cuatro Naciones y Los Inválidos.
La iglesia de la Visitación (1632-1634), de François Mansart (padre de
Jacques-Hardouin Mansart), centralizada, simétrica, pero más cercana al modelo
italiano. La fachada es clásica, con una cúpula enorme, y tiene a un lado un cuerpo
de tipología civil.
La iglesia de Val-de-Grâce, de François Mansart (d. 1646), se parece al
modelo italiano de Vignola para el Gesú en Roma, con fachada-retablo, con una
cúpula medio oculta. Comienza una fase más purista y racionalista en la utilización
de los elementos del clasicismo, eliminado ya el manierismo.
La iglesia de la Sorbona (1635-1642), de Jacques Lemercier, es de planta
basilical, centralización muy subrayada (con cúpula), con una entrada lateral
mayor que la principal (para tener una mejor perspectiva exterior). La fachada no
es representativa del barroco francés posterior debido a su entrada no simétrica
respecto a la planta, que es una licencia extraña.
El Colegio de las Cuatro Naciones (d. 1663), de Louis Le Vau, con simetría,
pura geometría (un elemento muy recurrente en la tradición francesa) y planta
central.

La iglesia de los Inválidos, de Jacques-Hardouin Mansart

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La iglesia de los Inválidos (hoy tumba de Napoleón y otros hombres
ilustres), de Jacques-Hardouin Mansart (1679-1691), con planta centralizada
integrada simétrica, con capillas enormes. Es un eje longitudinal, con extensión en
las capillas. El exterior es de un clasicismo estricto, con linealidad, progresión,
monumentalidad. Los órdenes definen los ritmos, con cuerpos de escala humana.

El palacio de Versalles.
En la arquitectura civil francesa el patio controla la axialidad del edificio,
los volúmenes de las salas y del cuerpo central. En los hoteles (como se denominan
las residencias particulares de la burguesía) el cuerpo central está al fondo del patio
con alas para los servicios. Mansart construye varios de estos hoteles, en los que
hace un uso muy personal de la arquitectura de órdenes, con una decoración
austera, en una línea racionalista y tradicional.
Un precedente de Versalles es el palacio de Vaux-le-Vicomte, construido
por Le Vau para el ministro Fouquet en 1661 y de inmediato éste celebró una lujosa
fiesta en su palacio, con una fastuosa iconografía del poder, que despertó la envidia
y preocupación del rey y le convenció para detener a Fouquet y copiar su palacio
en Versalles, pero en tamaño mucho más imponente, repitiendo su esquema de
planta alargada con dos pequeñas alas en la fachada principal.

El palacio de Versalles, de Louis Le Vau y Jacques-Hardouin Mansart.

El palacio de Versalles, de Le Vau y Mansart (d. 1667) es el desarrollo


monumental del esquema del palacio renacentista. Realizado para Luis XIV,

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concentra todos los recursos de la política cortesana. Existieron varios proyectos:
Legrand, Bernini, Le Vau y, por último, Mansart. Sigue el esquema del palacio de
Vaux-le-Vicomte, con cuerpo central y dos alas laterales, destacando la cámara del
rey que jerarquiza todo el espacio.
Los jardines de Le Notre son muy simétricos, de un geometrismo
emparentado con la idea racional del absolutismo monárquico. El pabellón del
Grand Trianon, de Mansart, de dimensiones más reducidas, es un ámbito más
humano. Se subrayan y refuerzan los elementos estructurales que crean efectos
ilusionistas, lo que es una influencia italiana.

ALEMANIA.
Alemania es el escenario de la terrible Guerra de los Treinta Años, que
desoló la zona, lo que explica su relativo retraso hasta finales del siglo XVII y
principios del XVIII. Domina la influencia de dos modelos, en general del francés
en los palacios y del italiano de Borromini y Guarini en los templos, gracias a las
órdenes religiosas. El Rococó, de extraordinarios efectos recargados, es el estilo
dominante en el siglo XVIII.
En Alemania tenemos en Múnich a los arquitectos Assam, Cuvillés y los
Zimmermann. Pero es en la imperial y católica Austria donde están las mejores
obras, con los arquitectos Fischer von Erlach, L. von Hildebrandt y Neumann. En
Bohemia destacan la familia de los Dietzenhofer, con la iglesia de San Nicolás de
Praga. Numerosos palacios, iglesias de peregrinación y abadías muestran la alegría
del Barroco germánico, que llega a los países protestantes de Sajonia (Dresde, con
Pöppelmann) y Prusia (palacio de Sans-Souci en Postdam).

INGLATERRA.
En Inglaterra hay una pervivencia de lo clásico, gracias a que Inigo Jones
realiza en la primera mitad del siglo XVII una introducción tardía del clasicismo
de Palladio.

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Catedral de Saint Paul, de Christopher Wren.

Ya en la segunda mitad del siglo XVII aparece el gran arquitecto


Christopher Wren, autor de la catedral de San Pablo (con altísima cúpula) en
Londres y de numerosos templos, aprovechando la labor de reconstrucción
después del gran incendio de Londres (1666).Ya en el siglo XVIII, Wood edifica
parte de la ciudad balneario de Bath, pero en el estilo del neoclasicismo.

ESPAÑA.
Las características de la arquitectura española son la modestia y las pocas
novedades. La pobreza material de España explica que se utilicen materiales
pobres (ladrillo para la estructura, dejando la piedra para las fachadas) y estructuras
falsas (por ejemplo las cúpulas con entramado de madera en vez de piedra como
en Roma). Perviven durante mucho tiempo el modelo herreriano de El Escorial,
tan bien adaptado al espíritu de la Contrarreforma, con sus líneas sencillas y rectas,
aunque ahora aparece una libertad completamente barroca. Los edificios, muy
austeros en la primera mitad del siglo XVII, recibirán en la segunda mitad, pese a
la pobreza general del país, la influencia de un hiperdecorativismo.
En España no hay un modelo propio, sino una síntesis de dos modelos, el
francés y el italiano, con un dominio del espíritu de la Contrarreforma, al servicio
del poder real: las plazas mayores como grandes escenarios para el poder y la fiesta
barroca.

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Hay una evolución desde el clasicismo romano al barroco exaltado y
expresivo (churriguerismo), y luego una vuelta al clasicismo, hasta desembocar en
el neoclasicismo.

El siglo XVII.
En el siglo XVII destacan los arquitectos Gómez de Mora, el italiano
Francisco Bautista Crescenzi y De la Torre. Las mejores obras son los templos y
las plazas.
Especial mención debemos hacer a Juan Gómez de Mora, autor de la iglesia
de la Clerecía en Salamanca (con el modelo de la iglesia del Gesú en Roma de
Vignola), un ejemplo de teatralidad en sus fachadas, interiores y retablos, que
buscan producir una impresión grandiosa, y del convento de la Encarnación en
Madrid, probablemente junto al arquitecto Fray Alberto de la Madre de Dios
(1611-1616), con geometría, desnudez y clasicismo. Gómez de Mora sigue el
modelo herreriano en la gran Plaza Mayor y el Ayuntamiento de Madrid (d. 1629),
con remates de chapiteles madrileños.
Las iglesias siguen el modelo italiano, influido por la tradición española.
Destacan: La iglesia del Pilar de Zaragoza, de F. Herrera el Joven. La Iglesia de
Montserrat, con fachada retablo, totalmente planimétrica, con órdenes. La Catedral
de Cádiz, ejemplo de pervivencia tardomanierista, con almohadillado y óculos
ciegos (como los de Miguel Ángel en la Biblioteca Laurenciana). La catedral de
Murcia, fachada-retablo con gran dinamismo. Las reformas de la catedral de
Santiago (1652-1749), por la escuela salmantina de J. Peña, Andrade, Casas
Novoa, que penetran ya en el siglo siguiente.
Las plazas imitan el ejemplo herreriano de El Escorial y son pensadas para
grandes concentraciones populares en las fiestas y procesiones. Hay también
algunos palacios, como el palacio del Buen Retiro para Felipe IV.

El siglo XVIII: los Churriguera.


En el siglo XVIII la arquitectura incorpora el modelo francés y evoluciona
desde la Contrarreforma a la Ilustración (casi un neoclasicismo). Destacan entre
los arquitectos los tres hermanos Churriguera (José, Alberto y Joaquín), Casas
Novoa, Miguel de Figueroa, Hurtado, Tomé y Pedro Ribera.
José de Churriguera, el más importante de los hermanos, es autor de las
iglesias del Nuevo Baztán y Loeches y de otras obras importantes, en colaboración
con sus hermanos Alberto y Joaquín.

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Plaza Mayor de Salamanca (1729-1733), de Alberto Churriguera.

Las plazas siguen el modelo anterior y destaca la Plaza Mayor de Salamanca


(1729-1733), de Alberto Churriguera.
Entre las obras religiosas sólo destaca la fachada del Obradoiro en Santiago
(1738), de Casas Novoa.
Narciso Tomé fusiona las tres artes en el Transparente de la girola de la
catedral de Toledo (1732). Pedro Ribera, tal vez el mejor arquitecto e ingeniero
barroco español, realiza numerosas portadas en Madrid en la primera mitad del
siglo XVIII, como la del Antiguo Hospicio. Los edificios más emblemáticos son
los palacios, que con el relevo de los Austrias por los Borbones intentan imitar el
esplendor de Versalles. Destacan de Juvara el Palacio Real de Madrid (terminado
por Sachetti) y la fachada del de La Granja en Segovia (la planta es de Teodoro
Ardemans), con sus jardines regulares. El Palacio del Marqués de Dos Aguas, en
Valencia, de Rovira (1740-44) concentra la decoración en el portal y en las
ventanas.

3. ESCULTURA.

22
3.1. CARACTERÍSTICAS.
Las características de la escultura barroca son:
- Realismo, dramatismo, una captación del momento fugaz.
- Afán de movimiento, composiciones abiertas, escorzos, con una gran
riqueza de puntos de vista, sentido efectista.
- Ansia de grandeza, de majestuosidad.

3.2. ESCUELAS.
Hay una gran homogeneidad en las tres escuelas más destacadas: Italia,
España y Francia. En los demás países hay sólo algunos escultores aislados de
calidad, como el flamenco Verbruggen, que instala sus sorprendentes sillas de
coro, con elementos vegetales que se curvan alrededor de figuras esculpidas.

ITALIA.
Bernini.
Bernini (1598-1680) es además de arquitecto el gran escultor de su tiempo,
el preferido por el Papa y admirado en Francia, por sus espectaculares temas
mitológicos, fuentes, tumbas papales o retratos. Bernini ha sido definido con razón
como el sucesor de Miguel Ángel y el último gran genio que ha dado Italia al arte.

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Apolo y Dafne, por Bernini.

Apolo y Dafne (1622-1625, col. Galeria Borghese de Roma), es una pareja


mitológica llena de movimiento en los brazos, piernas, ropajes, en una
composición en diagonal, en desequilibrio contorsionado; de gracia en los rostros
y los cuerpos mórbidos; de realismo en esa boca de Dafne que sugiere un grito de
miedo, en ese momento que se salva de la persecución de Apolo, metamorfoseada
en árbol, y se capta el instante fugaz en que su brazo izquierdo se convierte en
rama de laurel y su pierna izquierda en corteza de tronco. El David (1623) es una
obra realista y tensa, muy distinta del idealista David de Miguel Ángel. El
Baldaquino (1624-1633) del Vaticano es una obra tan arquitectónica como

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escultórica. En el Éxtasis de Santa Teresa (1645-1652) el movimiento y la pasión
mística son magistrales.
En La fuente de los cuatro ríos recurre a la mitología. Destacan sus
sepulcros de Urbano VIII (1639-1647) y Alejandro VII (1678-1680, que acabaron
sus discípulos) en el Vaticano, las obras máximas del arte sepulcral del Barroco.

FRANCIA.
La misma razón que hace que en Francia el Barroco sea un arte palaciego
hará que la escultura se dirija, principalmente, a complacer a los poderosos. Los
temas serán mitológicos, es decir, temas gratos para la arquitectura real, pero
también abundará el retrato. Como en la Roma antigua: el culto a los dioses y el
homenaje a los señores. A pesar de los rígidos condicionamientos que las
Academias imponían al arte sobresalen algunos artistas muy personales: Puget,
Girardon y Coysevox.

El clasicismo francés: Puget, Girardon, Coysevox.


Pierre Puget (1620-1694) estudia en Italia y comienza su actividad como
pintor. Más adelante se interesa por la escultura y es atraído por el lenguaje
pictórico-escultórico de Bernini, y en este mismo lenguaje labra sus primeras obras
como el San Sebastián, de Génova. Ya en Francia madura su estilo tornándolo más
escultórico y acentuando el realismo sin olvidar un cierto énfasis clásico. De esta
época es el conocido Milón de Crotona (1682), del Louvre, que con incontenible
dinamismo representa la más ferviente oposición al academicismo oficial de este
siglo en Francia.
François Girardon (1628-1715) había ido a Roma a estudiar la Antigüedad
clásica, pero aprendió más con Bernini y el Barroco romano. Trabaja
principalmente sobre asuntos mitológicos que resuelve con serenidad aún clásica
pero con ese acabado de superficies delicado y perfecto que será característico del
siglo XVIII. En este sentido su mejor obra es el Apolo y las Ninfas, de Versalles.
Es muy interesante su aportación al arte funerario, labrando el Sepulcro del
Cardenal Richelieu (1694), en la Iglesia de la Sorbona, con una solemnidad casi
ceremoniosa que denota ser francesa pese a la apariencia italiana.
Antoine Coysevox (1640-1720) es de mayor fuerza creadora que Girardon.
Gran retratista, recurre con frecuencia a lo que era moda en Francia: retratar a los
personajes como seres mitológicos. De esa forma la reverencia a la Antigüedad y

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la pleitesía a los poderosos se potenciaban mutuamente. El más interesante de estos
retratos mitológicos es el de María Adelaida de Saboya, como Diana
Cazadora (1710), en el Louvre, que a pesar de seguir fielmente las normas de la
Academia, logra transmitir la gracia y vitalidad de la mejor época clásica. Retrató
a los más grandes personajes de las Cortes de Luis XIV y de la Regencia de Luis
XV y, por supuesto, a los monarcas. La estatua orante de Luis XIV (1715), en la
Nôtre-Dame de París muestra la serena majestad del gesto y ese equilibrio, entre
un afectado naturalismo y la solemnidad de tradición clásica, que hacen de este
retrato un gran ejemplo del arte oficial del “gran siglo” francés. Sus retratos
muestran una honda captación psicológica, que puede parangonarse con los
antiguos retratos romanos. Ello hace que sea considerado como uno de los mejores
escultores barrocos de toda la Europa del siglo XVII.

ALEMANIA.
En la temática religiosa es una escultura aplicada a la arquitectura, en la que
destacan las tallas de madera. En Munich destaca Baltasar Permoser.
Destaca también el arte del retrato áulico al servicio del poder, sobre todo
en Viena, con el escultor Donner.

ESPAÑA.
Las características de la escultura barroca española son el misticismo en la
dominante temática religiosa (Dolorosas, Magdalenas, Piedades, Cristos
Yacentes), el naturalismo realista de gran expresividad, el uso de la madera
policromada en la imaginería.
Destacan entre las escuelas del siglo XVII dos en especial, la Escuela
castellana, con Gregorio Fernández, de un realismo violento, muy dramático y
expresivo y la Escuela andaluza, con Martínez Montañés, Pedro de Mena y Alonso
Cano, de un realismo clásico, más dulcificado que el anterior. En el siglo XVIII
destaca la escuela murciana, con Salzillo, bajo la influencia de Nápoles y que se
relaciona ya con el Rococó. Menos importante es la escuela catalana de la familia
Bonifás en Valls.
También están los hermanos José Churriguera y Joaquín Churriguera, que
además de arquitectos son escultores. José es el inspirador de una fusión de la
arquitectura y la escultura, en un estilo rococó hispano que ha sido llamado
churrigueresco por su recargamiento decorativo: estípites, columnas salomónicas

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cubiertas de pámpanos y vides, entablamentos quebrados. Su cima es el Retablo
de San Esteban de Salamanca (1693).

Escuela castellana: Fernández.

Cristo yacente, por Gregorio Fernández.

La escuela castellana del siglo XVII está representada por Gregorio


Fernández, que trabaja en Valladolid, donde realiza una extraordinaria serie de
obras para los pasos procesionales, de gran expresividad, realismo y patetismo.
Destaca sobre todo por sus Cristos en diferentes momentos de la Pasión y las
Vírgenes Dolorosas.

Escuela andaluza: Martínez Montañés, Mena, Alonso Cano.

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Juan Martínez Montañés. Inmaculada.

La escuela andaluza del siglo XVII está representada por Juan Martínez
Montañés (el más famoso), Pedro de Mena y Alonso Cano. Sus obras, sobre todo
las Inmaculadas, para los pasos procesionales de Sevilla y Granada son modélicas
por su elegancia y una mayor serenidad, lo que las distingue de las castellanas. Las
imágenes andaluzas son siempre bellas, mientras que las castellanas pueden ser de
una fealdad violenta y terrible (sin ser por ello menos extraordinarias). Además
son más polícromas, con mucho oro, mientras que las castellanas son más austeras.

Escuela murciana (siglo XVIII): Salzillo.

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Salzillo. Belén.

La escuela murciana del siglo XVIII, de una escultura rococó, tiene su


cumbre en Francisco Salzillo. es Francisco Salzillo (Murcia, 1707-1783), hijo del
escultor de Nápoles, Nicolás Salzillo (Capua, 1672-Murcia, 1727). Fue novicio de
los dominicos hasta 1727. Su etapa de esplendor fue h. 1750. Supo fundir dos
tradiciones, el dramático expresionismo español y la virtuosa técnica napolitana.
Se dedicó sobre todo a la imaginería religiosa para retablos, capillas y altares,
pasos procesionales, con esculturas de madera policromada e “imágenes de vestir”.

4. PINTURA.
4.1. CARACTERÍSTICAS.
La pintura barroca se caracteriza por: luz y color, profundidad, disposición
diagonal, realismo y movimiento.
- El predominio de la luz sobre la forma y del color sobre el dibujo, en
manchas que difuminan la línea (es preciso alejarse para percibir las formas). El
tenebrismo de Caravaggio, con sus claroscuros, será muy influyente.
- El dominio de la profundidad, engrandeciendo el primer plano para que el
fondo se perciba como algo lejano o iluminando el fondo para que el espectador lo
observe.
- La disposición de las figuras en diagonal para dar la sensación de
desequilibrio.

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- Un realismo extraordinario, que aparece tanto en la representación de la
fealdad y de las cosas desagradables como en el amor por los objetos y el paisaje.
- El movimiento. Son figuras atormentadas, que giran, que no son estáticas.

4.2. ESCUELAS.
ITALIA.
Caravaggio a Guardi.
Italia es el gran centro artístico de Europa, como en los siglos anteriores. Su
modelo pictórico es, junto al holandés, la gran referencia, y se divide en tres
corrientes marcadas por el clasicismo, el nuevo tenebrismo y el decorativismo.

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La conversión de San Mateo, por Caravaggio.

Caravaggio inicia la tendencia del tenebrismo, con sus contrastes de luz y


sombra, los claroscuros que permiten dirigir la atención hacia las zonas donde la
luz incide voluntariamente. Transforma la pintura religiosa con su “principio de
realidad”: marcar la identidad material de los seres y de las cosas, revelar los
límites humanos del mundo. Esta tendencia es seguida por el Guercino,
Dominichino, Guido Reni, que procuran unirla al clasicismo. Influirá en etapas de
la obra de Zurbarán, Murillo, Velázquez y Rembrandt.
La tendencia del clasicismo está representada por la escuela de Bolonia: los
hermanos Carracci, fundadores de la Academia de Bolonia, y el mismo Guido
Reni.
El decorativismo tiene como primer maestro a Pietro da Cortona, con obras
plenas de ilusionismo decorativo, que cubren los techos con vuelos celestes
en trompe l'oeil (trampantojos que fingen profundidad) como también hacen
Lanfranco, Luca Giordano (1634-1705), que trabajó en sus últimos años en España
(frescos de El Escorial), y Andrea Pozzo en la bóveda de la iglesia de San Ignacio
de Roma (1681).
En el siglo XVIII, cuando el Barroco tardío se confunde con el Rococó, hay
una clara decadencia, aunque todavía descuella la escuela veneciana con Tiépolo
(1696-1770), nacido en Venecia y muerto en Madrid, autor de grandes obras
religiosas, de decoración monumental, y los paisajistas urbanos Canaletto y
Guardi. Otros centros menores son Bolonia, Génova y, en el sur de Italia, los de
Nápoles, Lecce y Sicilia.

FRANCIA.
Poussin a Watteau.
Destaca en Francia la pintura de palacio, sobre todo desde la segunda mitad
del siglo XVII, cuando Luis XIV subordina el arte a la monarquía, con una pintura
palatina en la que los retratistas reales exaltan la majestad del rey. Las
características a partir de 1650 son el academicismo y el barroquismo.
Los primeros maestros son Champaigne y La Tour, cuyos claroscuros son
célebres.

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Poussin, un pintor francés en Roma, es el mayor clasicista del siglo, con
obras de extraordinaria factura técnica, temas antiguos, realismo al servicio del
simbolismo.
Claude de Loraine es un extraordinario paisajista.
La imagen del poder de Luis XIV y los cortesanos queda fijada por los
grandes retratistas Le Brun, Mignard.
La pintura tardobarroca francesa del siglo XVIII evoluciona hacia (y se
confunde con) el Rococó, el academicismo (una mezcla oficializada de Barroco y
Rococó) y el neoclasicismo, en una confluencia de estilos: Watteau, Boucher,
Chardin, Fragonard y Greuze, autores de excelentes obras costumbristas, galantes,
de naturalezas muertas y paisajes. Puede decirse que Watteau es a la vez el último
pintor barroco francés y el primero rococó. El neoclasicismo comenzará realmente
con David, un discípulo de Boucher.

ALEMANIA.
En Alemania destaca la pintura mural. La lista de pintores es exigua y su
calidad relativamente mediocre.

FLANDES.
La católica Flandes, bajo la dinastía de los Habsburgo españoles, destaca
por su gusto por la alegría de vivir y por ello la pintura flamenca es alegre, con una
temática popular y cotidiana. Su nivel de calidad es muy alto, gracias a su rica
tradición y a la recepción del modelo italiano en la forma y la temática. El gran
maestro es Rubens, dominador de todos los temas religiosos, mitológicos y
profanos, que es el epítome de artista cortesano. Anton Van Dyck destaca en el
retrato, tanto en Flandes como en la corte inglesa. Jordaens es otro maestro del
retrato.

Rubens.
Petrus Paulus Rubens (1577-1640) nace en Alemania, de padres flamencos
desterrados. Volvió a Amberes, donde residió cuando no estaba en sus constantes
viajes, a Italia para aprender de Tiziano (del que hizo bastantes copias). Fue
embajador de Felipe III en varias cortes europeas, compaginando la diplomacia
con la pintura y aprovechando para promocionar su obra.

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Es el polo opuesto de El Greco. Pinta gruesas figuras femeninas rebosantes
de vida, en ricos ambientes aristocráticos. Pinta la vida: todo bulle y se mueve, las
figuras se contorsionan en posturas incómodas, los caminos serpentean y los
árboles retuercen sus ramas. Es un maestro del tenebrismo pero en equilibrio con
el clasicismo y se atreve con las composiciones más novedosas. Pinta muchas
obras, gran parte hechas por sus discípulos de taller, aunque bajo su dirección y
con su acabado final.

33
Rubens. El Descendimiento.

Los temas mitológicos son los más frecuentes, con su capacidad para el
color; los sátiros de músculos broncíneos contrastan con las ninfas de piel
nacarada; destacan Ninfas perseguidas por sátiros, Diana y sus ninfas, Las tres
Gracias, Alegoría del Amor, al modo italiano. Cultiva el género religioso, con sus

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grandes cuadros de altar, en La Adoración de los Reyes, La Erección de la Cruz,
El Descendimiento de la catedral de Amberes, con un gran efectismo de la luz.
Pintor de la vida familiar, de temas históricos, de corte en el Retrato de María de
Médicis, de temas populares: la Danza de los campesinos. Su influencia, a través
de sus discípulos, llena el siglo XVII.

HOLANDA.
Hals, Vermeer, Rembrandt, De Hooch.
El modelo holandés se basa en el empirismo, el amor por la naturaleza y la
ciencia, el interés por lo cotidiano, el color, el detallismo. La religión calvinista y
la clientela burguesa explican en parte el interés por los temas profanos.
Los géneros se especializan en: retrato, paisaje, naturalezas muertas,
cuadros de animales y flores, escenas campesinas, marinas, batallas navales, etc.
Destacan los géneros de retrato y paisaje. El retrato con Rembrandt —el mejor
artista holandés— y Hals, el paisaje con Ruysdael y Hobbema, la vida rural con
Ostade, los interiores con De Hooch y Vermeer —que también es el maestro de
las alegorías y de la luz en los interiores—, los bodegones con Claesz y Heda.
Entre los precedentes destacan los pintores Terbruggen, Van Honthorst, Van
Baburen. Jan Steen (1626-1679) cultivó las escenas domésticas, tabernas,
episodios bíblicos; era un pintor narrativo, que siempre contaba una historia. El
nórdico es un estilo realista, que influirá en el romanticismo y el impresionismo.

Frans Hals (1591-1666).

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Hals. Autorretrato.

Frans Hals (1591-1666), flamenco de origen. Sus padres emigraron al norte


y trabajó en Haarlem. Fue discípulo de Van Mander, pero no en el estilo. En 1610
entra en el gremio de San Lucas. Hasta 1640 trabaja el género del retrato. Une dos
tipologías: costumbres, retrato. El retrato de grupo cogerá importancia en su obra,
pero sólo quedan seis hoy. Problemas económicos en toda su vida, pero sobre todo
al final, en que fue mantenido por el municipio en un hospicio de pobres. Su
técnica domina la luz natural, influido en su juventud por Caravaggio. Delinea los
contornos y progresa hacia la libertad de las pinceladas, inconexas, como en la
pintura veneciana. Es un pintor de la instantaneidad, con formas con colores,

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detalles de luz y sombras, las pinceladas son autónomas. La pincelada en líneas
rotas crea movimiento. La pincelada en líneas paralelas crea continuidad. La fusión
de géneros. Los retratos colectivos o de parejas son de los mejores de la pintura
holandesa y europea. Junto con Cornelius, pinta retratos de grupos sociales
burgueses. Pinta diagonales en la distribución de los personajes, en las líneas de la
arquitectura o la decoración. La paleta es limitada: negro, rojo, blanco, tonos
terrosos, pero era un maestro del color negro, llegando a diferenciar hasta 20 tonos
de este color. Pintaba la puntilla con trazos rápidos e irregulares. La gestualidad es
escasa. Evoluciona desde Caravaggio hacia el modelado, al clasicismo, a la
instantaneidad. Fue muy admirado por los impresionistas y uno de los favoritos de
Van Gogh.

Rembrandt van Rijn (1606-1669).


Rembrandt van Rijn (Leyden, 1606-Ámsterdam, 1669) fue hijo de un
molinero, rico propietario, que ayudó a su hijo a estudiar en la Universidad de
Leyden y en Ámsterdam. Se decidió por la pintura, en contra de los deseos de su
padre. Es un artista muy complejo. En contraste con el triunfador Rubens, el
Rembrandt vivió en una casa del barrio judío de Ámsterdam, donde se conserva
su maravillosa colección de grabados. Aseguraba que no necesitaba viajar porque
las bellezas de Holanda podían exigir la atención de una vida entera. Ello no le
impidió ser uno de los mayores artistas de la Historia. Es un gran maestro de la
composición, la luz, el color, el espacio, el naturalismo. Sólo un pero se puede
poner a su calidad, el que no supiera resolver el problema del movimiento en sus
figuras, muy estáticas, demasiado forzadas cuando intentan moverse.
Es un artista muy bien estudiado en sus cuatro etapas: 1) Leyden: 1625-
1631. 2) Ámsterdam (hasta el final): 1632-1639. 3) 1640-1647. 4) 1648-1669.
1) Leyden: 1625-1631. Trabaja en el taller de un maestro hasta que se
independiza. Influido por Caravaggio, cultiva la pintura religiosa y el grabado, con
un claroscuro dramático. Rembrandt tiene gran éxito con sus pinturas comerciales
y el gran Huygens le alaba ya entonces.
2) Ámsterdam (ciudad donde vivirá hasta el final): 1632-1639. Es una etapa
de gran vitalidad y prosperidad, por su boda con Saskia, que le introduce en el
mercado burgués, y su prestigioso taller, en que le siguen numerosos discípulos,
lo que complicará la atribución de muchas obras suyas. Se integra en el Barroco
internacional, atraído por Rubens, el pintor más influyente del momento, con un

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clasicismo y colorismo que se añaden a su dominio del claroscuro. Desarrolla un
taller de gran prestigio y colecciona muchas obras. Cultiva varios géneros:
religioso (con dramatismo, violencia y movimiento), el retrato vitalista y el paisaje
de tono romántico.
3) 1640-1647. Es una etapa intermedia, de crisis. Muere muy joven su
esposa Saskia, lo que le hace perder el equilibrio emocional, seguido por una
pronunciada decadencia del taller y de su situación económica. Además, ha
cambiado la moda: Van Dyck influye ahora en Holanda y su obra colorista saca
del mercado a Rembrandt, que no cambia en su temática y en su estilo pese a la
pobreza. Es ahora sensualista en sus muchos paisajes y pinturas religiosas. La
ronda de noche. La lección de anatomía del doctor Tulp
4) 1648-1669. Es una etapa de madurez artística. La situación económica
es de gran pobreza, con el añadido de graves pérdidas familiares. Aparece un
espiritualismo cristiano. Trabaja el claroscuro, la instantaneidad, la pincelada libre.
En los autorretratos se conoce toda su evolución personal y artística. Sus
colores son pocos, con gran variedad tonal gracias a su dominio de la luz. Tiene
una pincelada limpia, nerviosa, con mezclas previas, con un tratamiento de la luz
matices increíbles. La luz puede transmitir la sensación de tristeza, de pesadumbre
o de meditación, lo mismo que un rostro humano. Las figuras de sus retratos
poseen una mirada penetrante. Frecuentemente son viejos, que acumulan en sus
ojos la sabiduría de la edad y la tristeza de los desengaños de la vida.

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La ronda de noche, de Rembrandt.

Su obra es muy extensa, de temática variadísima:


- Retratos: su vida fue un rosario de desdichas, que reflejó en sus numerosos
(tal vez más de 60) Autorretratos, un magistral ejercicio de estudio de la
personalidad, de auto observación, desde la adolescencia feliz hasta la vejez
solitaria y pobre. Cultiva el retrato colectivo de personalidades conocidas, con
obras maestras, en las que aprovecha los vínculos entre la persona y la
cotidianeidad: La familia del pintor, La lección de anatomía del doctor Tulp, con
una intensa concentración en los rostros, la obra cumbre, Ronda de Noche, un
retrato de grupo en una parada militar en el que exalta la lucha heroica del pueblo
holandés, que muestra un gran dominio del espacio y la luz. En los Síndicos de los
pañeros de Ámsterdam (1662), su último retrato colectivo, muestra su control del
tenebrismo suavizado por las penumbras doradas que realzan las figuras.
- Obras religiosas: A diferencia de Rubens no se siente atraído por la
aristocracia y su ambiente. Se limita a concentrar su atención en la figura central.
Su Descendimiento de la Cruz es muy distinto a los de Rubens: todo está
sumergido en la sombra, excepto la figura de Cristo, iluminado por un rayo blanco.

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Otras obras son El sacrificio de Isaac, Saúl, y la serie de grabados sobre la pasión
de Jesucristo.
- Paisajes: Suele pintar ríos y puentes, considerando que los ríos son una
imagen del fluir de la existencia humana. Consigue una irreal atmósfera de
misterio. La Tormenta es una obra maestra, como la Marina, que sigue un tema
favorito de los holandeses. Usa el tema del naufragio en Nave zozobrando, otro
tema holandés, pero con influencias italianas clásicas (narratividad, expresividad,
simbolismo).
- Grabados. Es un maestro del grabado (287 obras). Aunque son en blanco
y negro, obtiene los mismos efectos de luz y sombra que con el color. La mayoría
son de tema religioso, sobre la Pasión de Cristo, pero también tiene paisajes,
desnudos, retratos, escenas costumbristas.
Rembrandt tuvo en total unos 50 alumnos en su gran taller, a los que les
hacía copiar sus propias obras, les retocaba las copias e incluso las firmaba, por lo
que se creó un grave problema futuro de atribución, empeorado por las múltiples
copias y falsificaciones casi exactas que se hicieron después. Así, del millar de
obras atribuidas a Rembrandt en 1914 se descendió a 639 en 1937, 420 en 1968 y
sólo 300 en 1995 (datos del Rembrandt Research Project); un ejemplo de la
magnitud del problema es que entre 1909 y 1951 en las aduanas de EE UU se
declararon entradas por una suma total de 9.428 obras “de Rembrandt”.

Pieter de Hooch (1629-1684).


Pieter de Hooch (1629-1684) es uno de los pintores holandeses que mejor
ha pintado los interiores. En sus obras, el marco formado por el suelo, paredes,
ventanas y techo adquiere mayor importancia que los personajes, que se
subordinan al espacio recreado y a la luz procedente del exterior, y que atraviesa
las ventanas, situadas siempre a la izquierda del cuadro.

Jan Vermeer de Delft (1632-1675).

Vista de Delft, de Vermeer.

Jan Vermeer de Delft (1632-1675), destaca tanto por sus paisajes urbanos
(Vista de Delft) como por sus interiores. Su obra más conocida es El pintor en su

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taller, una alegoría de la pintura, de gran misterio, summun de la perspectiva y del
detallismo. La lechera es uno de los más característicos de su técnica granular,
puntiforme, que permite un mejor tratamiento de la luz, y anuncia el puntillismo
de los impresionistas franceses del siglo XIX. Vermeer ha sido considerado uno
de los mejores maestros de la luz.

INGLATERRA.
Hogarth.
En Inglaterra destacan en el siglo XVIII los géneros del retrato burgués y el
paisaje, con un pintor todavía barroco, Hogarth, que realiza una pintura con gran
carga de crítica social. En cambio, los otros dos grandes pintores del siglo son ya
neoclásicos: Reynolds y Gainsborough.

ESPAÑA.
La pintura española es excepcional por su calidad. Las características son:
- El realismo. En esto se sigue la tradición hispana, tan abocada al
expresionismo y el patetismo. En las obras religiosas se aprovecha el realismo de
los temas cotidianos del modelo holandés, como hacen Zurbarán y más aun Valdés
Leal en sus pesimistas Vanitas (obras sobre la muerte, la descomposición, la
decadencia).
- La recepción y fusión de los modelos italiano (Caravaggio), flamenco y
holandés. Velázquez se forma en las obras de Rubens y en Italia. Pintores
tenebristas al estilo de Caravaggio son Ribalta y Zurbarán, como muchos otros
pintores.
- Domina la temática religiosa, de modo que apenas hay temática profana,
salvo los bodegones de contenido alegórico. Zurbarán, Ribalta y Ribera pintan
frailes y santos en oración. Murillo pinta Inmaculadas. Poco frecuentes son los
temas mitológicos, retratos y paisajes, pero tienen un maestro excepcional en
Velázquez. Este carácter sensualismo explica que haya tan poco sensualismo,
salvo la Venus desnuda de Velázquez.
Podemos estudiar la estética, la técnica y la iconografía de esta pintura en
los tratados artísticos de Pacheco y Palomino.
Velázquez es la cima de la pintura barroca española y destaca por sus
escenas de costumbres, de caza, retratos cortesanos, la mitología en el Triunfo de
Baco y, sobre todo, por Las Meninas, donde une la tradición italiana y nórdica.

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En el siglo XVII hay varias escuelas:
Valencia: Ribalta, Ribera (un pintor español en Nápoles).
Sevilla: Zurbarán, Murillo, Alonso Cano y Valdés Leal.
Madrid: Velázquez, Rizzi, Claudio Coello y Carreño de Miranda.
En el siglo XVIII hay una completa decadencia, sin pintores españoles de
calidad hasta la llegada de Goya. Los Borbones debieron recurrir a los pintores
extranjeros como Mengs y Tiépolo.

Valencia: Ribalta, Ribera.


Francisco Ribalta (1565-1628) destaca por su temprano tenebrismo.
José de Ribera (1591-1662) es el más importante. Discípulo de Ribalta, ya
en su juventud fue tenebrista. Pasó casi toda su vida en Nápoles, por lo que se le
llamó el Spagnoletto. Destaca por la emoción religiosa, el realismo, el color y la
composición, sobre todo en sus temas de frailes y santos en oración.

Sevilla: Zurbarán, Murillo, Alonso Cano y Valdés Leal.


Sevilla es el gran centro artístico del sur de España.

Bodegón, de Zurbarán.
Francisco Zurbarán (1598-1664) trabajó en los conventos sevillanos y
extremeños. Sus temas son monacales, de religiosidad severa, de excelente uso del
blanco y del tenebrismo, aunque carentes de movimiento. También realizó con
acierto bodegones.
Alonso Cano (1601-1667), también escultor. Cuida sobre todo los temas de
la Virgen, con una elegancia serena.

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Inmaculada, de Murillo.

Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682) es el gran pintor del grupo, sobre


todo en sus numerosas Inmaculadas y en sus cuadros costumbristas. En el siglo
XIX llegó a ser considerado el más importante pintor barroco del mundo, por su
dominio del color y la serenidad y gracia de sus personajes, pero su fama declinó
más tarde.
Valdés Leal (1622-1690) destaca por sus Vanitas, llenas de pesimismo,
crueles alegorías de la vida y la muerte.

Madrid: Velázquez, Rizzi, Claudio Coello y Carreño de Miranda.


Velázquez.
Diego Velázquez (1599-1660) nació en Sevilla, alumno del pintor
humanista Francisco Pacheco. Se trasladó joven a Madrid y se convirtió en
Aposentador del rey Felipe IV, cargo que le comprometía a buscar aposento a los
monarcas en sus viajes y a preparar sus tribunas o localidades en los espectáculos.
Este cargo burocrático limitó su actividad artística en cuanto al número de cuadros

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pintados, pero no alteró su vocación. Viajó a Italia, lo que influyó enormemente
en su obra pues conoció mejor la pintura barroca italiana y los maestros anteriores.
Con su original estilo Velázquez es uno de los máximos maestros de la luz
y del color. En su paleta destacan las gamas de azules, verdes y blancos. La
combinación de azul y blanco en sus cielos consigue efectos originales, como si
las nubes platearan el fondo azulado. Con verdes pinta sus bosques, a veces
neblinosos.
Su mejor rasgo es la “perspectiva aérea”, una expresión subjetiva respecto
a que la luz parece circular por dentro del cuadro, como iluminando las motas de
polvo que flotan en el ambiente. El espectador tiene la impresión de que contempla
aire real, tanto en un paisaje abierto como en un interior.
Cultiva todos los géneros:
Los retratos pues es el pintor de la familia real. Felipe IV es retratado varias
veces, así como el Conde-Duque de Olivares. A veces retrata en interiores, otras
en paisajes de gran sensibilidad hacia la naturaleza, como los retratos de Felipe IV
o del príncipe Baltasar Carlos con los fondos del paisaje de la sierra de
Guadarrama.

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Velázquez. El Cristo Crucificado.

El género religioso cuenta con pocas obras, la mayoría de juventud. El


Cristo Crucificado refleja una honda emoción.
Tiene también temas históricos, mitológicos y paisajes, unos temas
excepcionales en la pintura barroca española. Sus obras maestras son los estudios
de luz. La rendición de Breda (Las Lanzas) muestra a los caballerosos caudillos
español y holandés en primer término, con las lanzas abriendo el espacio en
vertical, con el fondo de humos de la batalla sobre colinas que se pierden entre
diversos tonos de azules. Pero la iluminación todavía se afina más en sus
interiores. Las hilanderas es un tema mitológico mezclado con un tema
costumbrista de ambiente popular. Las Meninas es tal vez la obra cumbre de la
pintura de todos los tiempos, la más admirada por los pintores, y en ella Velázquez
capta una escena ambigua, de compleja composición, que se presta a variadas
interpretaciones: la entrada de la infanta Margarita en su taller, cuando está
retratando a los reyes, o viceversa; todo en una habitación cuyas zonas sucesivas
de luz y sombra nos llevan hacia el fondo, con un tratamiento portentoso de los

45
personajes. En ella se ha visto un preludio del impresionismo francés y de otras
corrientes del siglo XIX.

La rendición de Breda (Las Lanzas), por Velázquez.

Las hilanderas, de Velázquez.

46
Las meninas, de Velázquez.

Juan Rizzi (1600-1681), Carreño de Miranda (1614-1685) y, sobre todo,


Claudio Coello (1614-1685) son los epígonos de la escuela castellana, que dio
otros muchos pintores de segundo orden. A finales del siglo XVII estaba agotada,
como el país.

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1985 (1958). 660 pp.

PROGRAMACIÓN.
EL ARTE BARROCO.
UBICACIÓN Y SECUENCIACIÓN.
En BACHILLERATO, en las modalidades de Artes y Humanidades y
Ciencias Sociales, en 2º curso, como optativa, así como para otras modalidades.
Materia de Historia del Arte, Apartado 3. Los estilos artísticos: evolución histórica
y diversidad espacial.
El Barroco. Focos de creación y ámbitos de diversificación. Realizaciones
artísticas en los territorios de la monarquía hispánica.
RELACIÓN CON TEMAS TRANSVERSALES.
Relación con los temas de la Educación Moral y Cívica y la Educación
Ambiental (la contaminación es uno de los grandes peligros para la arquitectura y
la escultura).
TEMPORALIZACIÓN.
6 sesiones.
1ª Documental. Diálogo, para evaluación previa. Exposición del profesor,
sobre características generales del Arte del Barroco: cultura, orígenes.
2ª Exposición del profesor sobre la arquitectura. Diálogo con cuestiones.
Actividades prácticas sobre urbanismo y arquitectura.

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3ª Exposición del profesor sobre la arquitectura. Diálogo con cuestiones.
Actividades prácticas sobre urbanismo y arquitectura.
4ª Exposición del profesor sobre la escultura. Diálogo con cuestiones.
5ª Exposición del profesor sobre la pintura. Diálogo con cuestiones.
6ª Exposición del profesor con refuerzo de lo anterior. Comentarios de
textos, esquemas, mapas...
7ª Examen de Arte del Barroco.
OBJETIVOS.
Valorar cambios respecto al arte anterior.
Valorar importancia de los mecenas en este periodo.
Análisis de obras artísticas.
Cronología de principales artistas y características de sus obras, en
arquitectura, pintura y escultura.
Influencia de Barroco en espacio y tiempo.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
Características de Barroco: orígenes y nueva concepción del arte.
Arquitectura, Escultura y Pintura en los distintos países. Especial hincapié
en España.
Influencia del Arte del Barroco.
B) PROCEDIMENTALES.
Hacer esquemas y resúmenes.
Participar en explicaciones de clase.
Estudiar los contenidos.
Comentar obras de arte.
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y curiosidad científica.
Valoración y conservación del patrimonio artístico.
Valoración de la obra de arte como un producto de la sociedad en la que
aparece.
Estimular la visión crítica de las obras de arte.
METODOLOGÍA.
Expositiva y participativa.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN GRUPO.

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Exposición por el profesor del tema, con proyección de presentación digital
de imágenes, esquemas conceptuales, mapas y planos. Se hará hincapié en la
relación entre sociedad y arte. Se centra en especial en la arquitectura barroca de
San Pedro del Vaticano, el palacio de Versalles, la escultura Apolo y Dafne u otra
de Bernini y las pinturas de Caravaggio, Velázquez, Rubens y Rembrandt.
B) EN EQUIPOS DE TRABAJO.
Realización de una línea de tiempo sobre el proceso del arte del Barroco.
Elaboración de un mural con un esquema del arte del Barroco y fotocopias
de principales obras.
Elaboración de un mapa del mundo del Barroco, con las líneas de difusión
y los principales lugares.
Realización de esquemas sobre los apartados de la UD: arquitectura,
escultura, pintura...
Comentarios de obras principales de cada una de las artes.
Comentario de textos renacentistas sobre arte.
C) INDIVIDUALES.
Realización de apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las actividades grupales.
Búsqueda individual de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar cuestiones, con diálogo en grupo, pero respuesta individual en el
cuaderno.
RECURSOS.
Presentación digital y mapas.
Libros de texto, manuales.
Fotocopias de textos para comentarios.
Cuadernos de apuntes, esquemas...
Documental.
EVALUACIÓN.
Evaluación continua. Se hará hincapié en la participación en las actividades
de grupo, la calidad de los comentarios de las diapositivas, el debate de los
contenidos, el dominio de los términos y el análisis de las características del arte
del Barroco.
Trabajos documentados y exposición en clase.
Examen final de arte del Barroco, con dos partes:

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1) Preguntas breves de esquema sobre características generales de
arquitectura, escultura y pintura.
2) Comentarios de obras de arte, sobre arquitectura, escultura y pintura
fácilmente reconocibles. Se valorará la identificación de la obra, del lugar donde
se halla el edificio, la época y las características principales del arte en cuestión.
RECUPERACIÓN.
Trabajo personalizado guiado por profesor, con bibliografía guiada y atención de
dudas. Deben realizarse esquemas, comentarios de obras y una entrevista personal.

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