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Los estudios psicoanalíticos consagrados a las deficiencias intelectuales del niño contribuyeron
a cuestionar los dogmas tradicionales que hacen de la deficiencia intelectual un estado, donde
el daño cerebral constituye una condición necesaria y suficiente.
Seguramente existan casos en los que las disfunciones del sistema nervioso son evidentes,
pero estos factores no deben ser considerados sólo en un registro neurobiológico, ya que
entrañan también perturbaciones graves en las experiencias primeras estructurantes de la
relación madre - hijo. Falta entonces examinar la evolución de las pulsiones, el proceso de
individuación, la elaboración de la función simbólica.
Los factores afectivos o socioculturales juegan un rol dominante. Sin embargo, el retraso del
niño no es jamás una respuesta simple al deseo icc de la madre, ni la única consecuencia de
una falta ligada a carencias precoces del orden afectivo o social; estos componentes deben ser
reinsertados en una historia, donde las disarmonías, desde que se instauran, ejercen su efecto
bajo los registros donde se estructuran los instrumentos de pensamiento y de cognición. Ante
estas alteraciones de riesgo, es necesario evaluar lo que revelan las defensas movilizadas por
las alteraciones de las funciones cognitivas.
Principales aspectos de las patologías límites, o narcisísticas (entre neurosis y psicosis) del
niño:
1) Encontramos de manera constante fallas de investimento libidinal o narcisístico que se
expresan por la discontinuidad de los procesos del cuidado maternal. Se desarrollan
fallas y distorsiones en la puesta en juego de soportes de la vida mental, pero sin que
esto conduzca a una ruptura mayor, comparable a la observada en las psicosis. A pesar
de las fallas del entorno, el niño va a movilizar un modo defensivo, modalidades de
funcionamiento y de relación que lo protegen de la ruptura del vínculo y de la invasión
de angustias primarias. Sin embargo, la fijación de las defensas obstaculiza los
movimientos integrativos ulteriores, y desarrolla fallas en la apropiación de mecanismos
que, en condiciones habituales, aseguran la individuación y el acceso a la
simbolización.
2) Los fracasos en el advenimiento del espacio transicional de Winnicott son la regla,
reconocibles por la ausencia de objeto transicional, la incapacidad de jugar solo o de
encontrar placer en el juego. El niño se encuentra privado de un campo de experiencias
donde, en condiciones habituales, podría afirmar su autonomía psíquica y acceder al
placer encontrado en el funcionamiento mental. Privado de esto, el sujeto no llega a
acostumbrarse plenamente a la realidad, y permanece confrontado a emergencias
pulsionales no integradas que concibe como no representables, no elaborables, lo que
lo obliga a desarrollar un falso self apoyado sobre escisiones y el mantenimiento de
defensas arcaicas.
3) La posición depresiva (Melanie Klein) es abordada, pero no puede ser elaborada, de
manera que la vulnerabilidad a la pérdida de objeto deviene un elemento central a la
Hay casos en los que se plantean distorsiones severas de la matriz de estructuras cognitivas.
En el caso de estos niños, los ataques llevados a las pulsiones epistemológicas se vinculan a
una incapacidad de acceso a la función simbólica. El acento debe ser puesto, entonces, en los
trastornos de la significación (Segal), relacionados a la formación del símbolo; la incapacidad
de dar sentido se transforma en un vector esencial de la estructuración deficitaria.
Por otro lado, todas las experiencias vividas son creadoras de vínculos y de pensamientos
entre las personas, lo que sostiene la interiorización por parte del niño de capacidades
enriquecedoras de vínculos intrapsíquicos.