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“Cuentos desde Gotiasan” – Vol.

II
Todos los Derechos Reservados
Oiga la narración del cuento en: http://www.cuentosdesdegotiasan.blogspot.com

“Mucha ganancia. Poco trabajo”


Iris Herrera de Milano
Santiago, 28 de Noviembre, 2010

Ese día le habían llamado para ofrecerle un cordial y decente paquete de retiro. Ya tenía 60
años y la empresa necesitaba reducir el personal.
Igual le había ocurrido a dos de sus amigos cercanos, a una prima, a su vecino; en fin, era
una realidad: estaban jubilando a cualquier persona de más de 55 años de edad, para darle
paso a los integrantes de nuevas generaciones, que pujaban por obtener su primer empleo.
Ese era un motivo general de preocupación: despidos y desempleo por falta de puestos de
trabajo.
Se asoció con unos amigos, montaron una pequeña tienda para venta de artículos
electrónicos y tuvieron que cerrarla por desacuerdos administrativos entre los socios y por
problemas de indisciplina laboral y ausentismo con el escaso personal que habían
contratado.

Varios meses después, a Róner le llegó el comentario de que estaban surgiendo ciertos
nuevos tipos de actividades comerciales muy prósperas, tanto en Mesinya, la ciudad donde
vivía, como en diversos lugares del país.
Buscó la información por Internet y fue a una oficina en el centro de la ciudad, donde tuvo
oportunidad de formular preguntas al representante de una de esas empresas.
La oferta era verdaderamente atractiva. Para ponerlo en blanco y negro, se trataba de una
franquicia que respaldaba a quien deseara convertirse en inversionista en alguno de los
sistemas automatizados de servicios, ya mejor conocidos como S.A.S.

La franquicia S.A.S. garantizaba la alta rentabilidad de los establecimientos que se


instalaran, ya que -punto clave- no requerían personal. El costo de mano de obra
prácticamente no existía, pues el único humano que realizaba alguna tarea era el mismo
inversionista. Todo era automatizado y el cliente se atendía y despachaba a sí mismo en la
modalidad de autoservicio.
La inversión inicial era alta y la tasa de retorno también. Esto, combinado con un corto
período de recuperación, hacía de la idea un “negocio redondo”.
Había distintas opciones de inversión a lo largo del tiempo.
En ese momento en que Róner estaba recibiendo la información, la oferta en pie para la
ciudad de Mesinya era para instalar las “Biblos”, unas máquinas expendedoras de libros,
para ser leídos en un lector de libros electrónicos -que también era vendido por la
máquina- o que podían ser impresos en papel, por la máquina.
La idea se presentaba atractiva y factible pues Mesinya tenía varias Universidades e
Institutos Tecnológicos, lo cual significaba que podría haber una gran demanda de libros
por parte de los estudiantes y también por el resto de la población.
Róner analizó, se animó, e invirtió.

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Al año le había ido tan bien con la “Biblos” que decidió reinvertir parte de las ganancias en
las “Instant Chef”, unos aparatos para vender comidas congeladas, que ya incluían plato,
cubiertos y servilletas desechables. La “Instant Chef” hasta podía descongelar de
inmediato, al momento en que el Cajero Automático (ATM) debitaba la cuenta del
hambriento comprador.
Esta máquina también le trajo mucho dinero a Róner.
Estaba contento de tener comercios tan rentables, que no le ocupaban mucho tiempo ni le
exigían tener personal, rubro que -ahora se daba cuenta- resultaba muy oneroso para
cualquier empresario.

Un día hubo una convención de inversionistas de las franquicias S.A.S. y Róner se


consiguió con muchos antiguos conocidos, tan contentos como él por la manera como se
estaban desenvolviendo los negocios. La reunión era para presentar otro proyecto, de
mayor envergadura: el “AlojaFácil”, un nuevo concepto de Hotel automatizado, de cuya
limpieza y mantenimiento se ocupaban robots fabricados a tal fin.
Allí, vieron la oportunidad de sus vidas, ya que la rentabilidad prometía ser aún mejor que
la de ocasiones anteriores. Claro, dado el alto monto de la inversión, el período de
recuperación era más largo.
Róner y su grupo de conocidos no lo pensaron dos veces y suscribieron la pre-venta.
Mientras se levantaba la estructura del hotel, transcurrieron unos meses.

Róner comenzó a observar que tanto el ritmo de rotación de las comidas de “Instant Chef”
como las cifras de venta de “Biblos” estaban decreciendo, a un paso lento pero sostenido.
Llamó por teléfono a sus amigos y sostuvo una conferencia virtual con ellos. Hablaron del
tema y, al cabo de un rato, llegaron a la conclusión de que era una reducción estacional.
Hacía un par de meses había finalizado el llamado año escolar y todavía estaba arrancando
el nuevo, y no todos los estudiantes y personal de oficinas habían regresado de las
vacaciones.
Pasaron 2 meses más y la tendencia permanecía igual: a la baja.
Bueno, pensaron todos, los negocios tienen ciclos y en esta época están un poco duros. La
situación económica mundial ha influído en ese decrecimiento de los beneficios netos.
Sin embargo, no podemos quejarnos ya que -aun cuando han aminorado- las ventas
continúan.
Además, por allí viene ya la inauguración del Hotel, que será un prodigio de eficiencia,
servicio a cualquier hora, sin ruidos molestos, sin personal mal encarado y que atiende
mal. Atraerá mucha gente a la ciudad debido a que va a competir con ventaja con los de
Mesinya y con los de las ciudades cercanas por su bajo costo y por su buen servicio.
Así que, en el medio de todo, entre la baja de las ventas actuales y lo bueno de lo que viene
habrá un equilibrio.

Llegó la fecha de inaugurar el Tecno-hotel y los inversionistas comprobaron por sí mismos


cómo sería su funcionamiento.
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Al llegar, una agradable voz daba la bienvenida e invitaba a pasar al Front Desk del
Hotel. Era una especie de cónsola donde el cliente oía instrucciones claras y fáciles de
entender, que le indicaban cómo podía efectuar la escogencia de habitación, del horario
para despertarle, y de una vez recibía una factura con el monto total a pagar.
Deslizaba la tarjeta de crédito o débito creando un registro al cual se cargaría el costo de
los servicios que fuera utilizando.
Recibía una llave electrónica que le daba acceso a los servicios del hotel. Podía tomar uno
de los carros eléctricos para mover el equipaje, utilizar los ascensores, abrir la puerta del
cuarto, usar la máquina dispensadora de comidas congeladas y el bar de la habitación,
activar la cámara de inspección de la habitación que luego otorgaba un número de
registro de salida y anulaba el código de acceso impidiendo que el huésped volviera a
entrar en la habitación.
Bueno, ¡una maravilla tecnológica!

Han pasado más de 2 años desde que el hotel fue inaugurado y Róner está feliz con su
actividad como emprendedor.
Los pagos han llegado con puntualidad suiza. Han disminuído un poco en los últimos
meses; sin embargo, como le explica la Junta Directiva de S.A.S., hay que tomar en cuenta
que la economía global ha tenido un comportamiento difícil últimamente y ello ha incidido
desfavorablemente en las ganancias de las empresas.
Por otra parte, el negocio es tan bueno y rentable que -como es natural- han surgido
competidores.
Ahora, rivalizando con S.A.S. están dos empresas similares Aldeautom y Villautom,
franquicias que también han florecido en los últimos tiempos.

Los meses han ido corriendo. El desempleo fijo ha hecho su aparición a lo largo y ancho del
país. El tráfico de gente entre los distintos pueblos es escaso. Hay pocos viajeros pues los
pedidos de mercancía han mermado. Esto, a su vez, ha provocado que la demanda de
servicios sea cada vez menor.
Lo que sí ha ido in crescendo es la cantidad de pueblos solos, vacíos, abandonados por sus
habitantes, que emigraron hacia otros lugares por haber sido desplazados de sus puestos
de trabajo por las máquinas automáticas...

¿Y ahora quién tiene dinero para comprar?


No hay trabajadores y -aunque extraordinariamente eficientes- las máquinas no compran
nada.
Antes de decidir dar pasos importantes es conveniente estar
claros en por qué y para qué lo hacemos y sus probables
consecuencias. Es triste tener que lamentarnos después ....

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