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El derecho a la felicidad

Sebastián Rodríguez Velásquez


Bioingeniería
Martes, 1 de octubre de 2019
sebastian.rodriguezv@udea.edu.co
Docente: Luz Bibiana Díaz Martínez

Todos tenemos derecho a ser felices. Punto. No importa clase social alguna, religión
profesada u orientación sexual. La felicidad es el camino hacia el cual debe estar orientada la
vida de todas las personas y ese tiene que ser el único ideal a perseguir.

La felicidad es un derecho porque nadie debe interponerse en nuestro camino hacia


ella, en efecto todos estamos obligados a velar por el bien común pues la construcción de una
sociedad donde reina el bienestar colectivo promueve una felicidad individual y para esto es
preciso la intervención del gobierno en todos los aspectos necesarios para conseguir este fin,
por ejemplo: mejoras en el sistema de salud colombiano. (certeza)

Si los gobiernos estuvieran verdaderamente interesados en la salud de la comunidad, tendrían


como principal objeto de su trabajo la provisión de agua potable, la higiene, la producción de
alimentos sanos y seguros, la educación para la convivencia, la defensa de la naturaleza, el
ingreso social, la recreación, la oportunidad laboral, la protección de la familia, la solidaridad,
la confianza y la alegría. (Ospina, 2018)

Ahora bien, la felicidad es un concepto bastante amplio y global, pero muy subjetivo a
la vez. Hay quienes necesitan de alguien más para ser felices, encuentran gozo y
complacencia a su lado y eso está bien, no necesariamente tiene que ser su pareja, si no una
persona especial que haga sus días más llevaderos y le genere alegría cuando están juntos.
Otros, basan este concepto conforme van alcanzando sus metas. “Seré feliz cuando me
gradúe” dicen, o “voy a ser feliz cuando entre a la universidad”. En fin, aquellos que basan su
dicha en la superación personal están en lo correcto, pues ¿quién no es feliz cuando cumple lo
que se propuso alguna vez? Y hay unos cuantos, la mayoría quizá, que fundan su alegría en
sus bienes materiales y obviamente, en el dinero. Aquí aparecen algunos que dirán: “El
dinero no compra la felicidad”, pero a mí no me importaría estar llorando en una mansión…
es broma, estoy de acuerdo en que el dinero no nos proporciona la felicidad absoluta, pero
implica una gran parte de ésta. Sólo por mencionar, una vez le preguntaron a Beyoncé,
cantante reconocida mundialmente, cuál era su aspiración en la vida y lo que ella respondió
fue: “Mi aspiración en la vida es ser feliz”. La respuesta dejó atónito al público pues es una
muestra de que la fama y el dinero no siempre son la clave de la felicidad. (contraste)

Personalmente, encuentro felicidad en cosas tan pequeñas como contemplar una


madrugada escuchando mi música preferida o compartiendo un café con alguien a quien
aprecio ya que, para mí, la felicidad se compone de infinidad de momentos en los que estoy
disfrutando la vida al máximo y pienso que en estos días donde lo único que reina es el caos
es fundamental tener claro aquello que nos hace felices para aferrarnos a eso y no soltarlo,
bien sea una persona, un pasatiempo o incluso un lugar.
Es por esto que ser felices depende de cada uno de nosotros, lo importante es ir tras
algo que nos apasione como practicar un deporte al aire libre, incursionar en el arte o en la
música, inscribirnos en el gimnasio, ir a cine, matricularnos en un curso de cocina o de
manualidades, etc. Este tipo de distracciones siempre nos hacen olvidar por un momento de
todos los problemas con los que cargamos diariamente y nos proporcionan una pequeña dosis
de satisfacción conforme vamos mejorando en ello. (ejemplificación)

Lo cierto es que no es adecuado decir que la forma en la que alguien se siente feliz
está mal. Esto lo digo porque hay algunos que encuentran felicidad en las drogas, en el
alcohol o en el sexo y esto puede ser justificable en la medida en que todo esto genera un
placer momentáneo que hace que un instante de éxtasis se quiera repetir una y otra vez, esto
define perfectamente lo que es la felicidad: algo pasajero.
(presunción)

El hecho es que la felicidad —esa sensación de plenitud absoluta, de alborozo, de estar en las
nubes— es efímera. Es episódica y breve. Es la alegría que sentimos por el nacimiento de un
hijo, al descubrir que nuestros sentimientos de amor son correspondidos, al tener el boleto
ganador de la lotería o alcanzar una meta por mucho tiempo acariciada: ganar un Óscar, el
trofeo de la Copa Mundial o algún otro logro culminante. Puede ser provocada incluso por
algo tan simple como un paseo por una hermosa extensión de campiña. Pero todos estos son
momentos transitorios, después de los cuales eventualmente vendrán momentos de miedo y
estremecimientos, de dolor y de angustia. (Eco, 2014).

También es interesante como la variación del tiempo nos puede brindar felicidad.
Pensar en el futuro, aunque nos genera incertidumbre, también nos llena de dicha pues
imaginamos ver nuestros sueños cumplidos y pensamos que finalmente seremos felices. Por
otro lado, cuando nos transportamos al pasado y recordamos instantes dorados nos llenamos
de melancolía con cierto toque de felicidad. Por eso es crucial vivir el ahora, disfrutar del
presente ya que es todo lo que tenemos.

Y es que hay momentos en la vida en los que queremos congelar el tiempo y


quedarnos por siempre ahí, como cuando vamos de paseo con nuestra familia y lo único que
vemos son las sonrisas de quienes amamos o cuando estamos en una reunión celebrando el
cumpleaños de aquel amigo que hace mucho tiempo no veíamos, estar con las personas que
uno ama es felicidad en su máxima expresión.

Sin embargo, es triste ver como muchas personas llevan una vida miserable por no
perseguir sus sueños, son aquellos individuos que se han quedado estancados en un empleo
que no aman y simplemente siguen en él porque necesitan el dinero o los que no siguieron su
vocación, y dedicaron su vida a una carrera en la cual no encajan. Pero hay unos peores que
los anteriores, aquellos que basan su felicidad en hacer infelices a otros, esos, son los peores.
A decir verdad, la gente verdaderamente feliz no es la que vive siempre a gusto porque tiene
todo lo que se le antoja. Las personas felices son aquellas que aman profundamente a su
familia, que son fieles a la promesa de “amarse en las buenas y en las malas” que sellaron
cuando se casaron y que viven dedicadas a cultivar el amor en su hogar. En esta forma, no
sólo contribuyen al bienestar y a la felicidad de sus hijos, sino también a crear una sociedad
estable y un mundo tan amable como armónico para las generaciones que les siguen.
(Marulanda, 2019).

La felicidad tiene múltiples facetas, de hecho, es todo un espectro que varía en cada
persona y depende de múltiples factores como su cultura, región donde se ubique, incluso
hasta su historia interviene en ella. Abarca muchos aspectos y aunque intentemos
enumerarlos todos es imposible definir el concepto de felicidad de una manera sencilla, es
por eso que te invito a dejar ese empleo que no te gusta y empezar a trabajar en algo que te
apasione o a cambiarte de carrera si en la que estás no encuentras satisfacción. A dejar atrás a
aquellas personas que sólo traen desdichas a tu cotidianidad y en su lugar, rodearte de
aquellos que te recarguen de las mejores energías. Te invito a que hagas el viaje que siempre
has soñado o a asistir al concierto de tu cantante favorito, te invito a que veles por tu derecho
a ser feliz y por el de las personas que te rodean. Este puede ser el primer paso hacia la
verdadera felicidad.

Referencias

Eco, U. (2014, 26 abril). El derecho a la felicidad. Recuperado 28 septiembre, 2019, de


https://www.elespectador.com/opinion/el-derecho-la-felicidad-columna-489047

Marulanda, Á. (2019, 11 marzo). La felicidad no es un derecho… es un resultado.


Recuperado 29 septiembre, 2019, de
https://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/la-felicidad-no-es-un-derecho-
es-un-resultado-AH10353553

Ospina, W. (2018, 7 diciembre). El derecho a ser feliz. Recuperado 28 de septiembre, 2019,


de https://www.elespectador.com/opinion/el-derecho-ser-feliz-columna-828049

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