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1980-2020
40 AÑOS DE HISTORIA, CULTURA Y TRADICIÓN
En la lejanía imagino nuestro cielo siempre azul de febrero, el sol que calienta y
hace sudar y brillar la piel refrescada por ráfagas de viento que se desplazan como
buscapiés invisibles. Era un mes de enero del año 1980, el Municipio de San Pedro
– Sucre, culminaba sus tradicionales fiestas en corralejas al compás de las brisas
de verano que traían con ellas la exótica idea de celebrar por primera vez en estas
tierras un carnaval.
Rápidamente la noticia corrió por todos los rincones y las polvorientas calles del
pueblo, fue tanta la euforia que generó aquella noticia, que, en cortos días, varias
de las más bellas y distinguidas señoritas de la comunidad se inscribían para
competir en representación de sus sectores por la tan anhelada primera corona de
reina del carnaval. Alicia Arrieta Meza, fue designada para ese entonces como reina
central, encargada de presidir aquellas fiestas llenas de alegría, música, humor y
fantasía; las calles de mi viejo San Pedro se convertían en el escenario donde día
a día, los artistas y hacedores de la tradición, hacían gala de su creatividad,
sorprendiendo con sus talentos al sampedrense que aguardaba cada noche para
apreciar la esencia del carnaval en todo su esplendor representada en disfraces,
comparsas, garabatos, tigres, diablos como el viejo Manauelito Navarro, que con su
peculiar disfraz, logro asustar y hacer dormir temprano a más un sampedrense.
El carnaval sin duda alguna, es la fiesta donde conminan todos las expresiones
culturales propias de nuestra idiosincrasia, es una fiesta popular que une como
familia a todo un pueblo, que espera con ansías la llegada de este día del año, uno
día de fiesta, de alegrías, de ‘desórdenes ordenados’ y de sonrisas entre extraños.
Hoy rendimos tributo también, a todas esas mujeres desde Denis hasta Yenifer, a
esas embajadoras del sabor y la tradición, que cada día nos hacen sentir orgullosos
de nuestra identidad cultural, a esas que durante su carnaval llenaron a este pueblo
de magia y fantasías, de risas y alegrías, y lograron quedarse en el corazón de los
Sampedrenses, lo que estoy seguro de que para ellas, significa mucho más que una
corona y un título.
Una pasión, eso es el carnaval. Una pasión que nace del amor por un legado, pues
a la larga, el Carnaval no es solo una fiesta, es lo que nuestros ancestros nos han
dejado y lo que nosotros dejaremos cuando nos vayamos de este mundo. Es algo
más grande que una reina, más grande que un bailarín, más grande que un artista
y más grande que el resto de nosotros que tenemos el placer de gozárnoslo, ya que
cuando pase el tiempo, son los ritmos, son las danzas, son los instrumentos, son
los colores, son los vestuarios y son las tradiciones las que perdurarán, y mientras
estas lo hagan, mientras cada generación se encargue de salvaguardarlas y
mientras el amor por este festejo sea responsablemente transmitido, nuestro legado
no morirá y, por ende, un pedacito de nosotros tampoco lo hará nunca.
Porque quien lo vive es quien lo goza. Y no hay nada más cierto que eso.