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Departamento de Derecho Internacional

Facultad de Derecho

LÍNEAS GENERALES DEL MODELO PROCESAL CIVIL


EN COLOMBIA.

Máster Oficial en Derecho, Empresa y Justicia


Proceso Civil

Presentado por:
Sebastián Giraldo Castañeda.

Dirigido a:
Silvia Barona Vilar.

Valencia, febrero de 2017

0
INTRODUCCIÓN...................................................................................................................2
1 BASES DEL MODELO PROCESAL. (PRINCIPIOS DEL PROCESO)........................................9
2 PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO CIVIL......................................................................13
3 PAPEL DEL JUEZ EN EL PROCESO CIVIL. EVOLUCIÓN Y ESTADO ACTUAL. (ORAL O
ESCRITURA)........................................................................................................................17
4 TUTELA DE LOS CONSUMIDORES EN EL MARCO DEL PROCESO CIVIL...........................19
4.1 Consumidores como partes en el proceso. Capacidad y legitimación. Definición de
consumidor de acuerdo con la legislación nacional......................................................................19
4.2 Acciones de clase (class actions) como manifestación de la protección por las
asociaciones de consumidores.....................................................................................................23
4.3 Consumidor y crisis económica........................................................................................27
5 NUEVAS TECNOLOGÍAS APLICADAS AL PROCESO CIVIL, EN ESPECIAL EN EL ÁMBITO
PROBATORIO......................................................................................................................28
6 TRATAMIENTO DE LAS MEDIDAS CAUTELARES............................................................30
BIBLIOGRAFÍA:...........................................................................................................................35

1
LÍNEAS GENERALES DEL MODELO PROCESAL CIVIL EN COLOMBIA.

INTRODUCCIÓN.

El derecho procesal colombiano, no tiene origen propiamente en los tratados


que se empezaron a generar luego de la Revolución Francesa 1789, sino que de
manera previa, inclusive antes de la etapa de colonización española en el continente
americano. Comunidades indígenas de la zona tales como los Zipa de Bacatá (hoy
Bogotá), contaban con un ordenamiento plenamente reconocido por estos desde 1490
hasta 1514, las comunidades indígenas de la zona americana, puntualmente en los
terrenos de Colombia, ya contaban con un ordenamiento jurisdiccional respecto a
algunos asuntos delictuales para la comunidad1.

Así las cosas, el ordenamiento que ese grupo de individuos tenía fue llamado
el código de Nemequene. Código que buscaba imponer el orden, la moral, disciplina,
honradez y demás valores en la comunidad, por lo que del documento se deriva un
conjunto de normatividad basada en las costumbres de la comunidad de la época.
Disponiendo entonces de procedimientos breves con fallos dictados por los caciques.
Situación que sin lugar a dudas se asemeja a la situación actual que comprende
cualquier tipo de procedimiento al interior de un ordenamiento jurídico 2, pues basta
con conocer que las legislaciones contemporáneas tienen previstas situaciones de las
cuales en el evento de incurrir en un supuesto de hecho, simplemente se tiene el
procedimiento que desencadena en un fallo, claro está, hoy en día no hace referencia
al cacique sino que al juez de instancia.

Teniendo en cuenta lo anterior, si bien Colombia no contaba con una


legislación en avanzada como la española para el momento de la expedición del

1
HERRERA ÁNGEL, M.: Nemequene (Zipa),
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biografias/nemequen.htm, último acceso 8-02-2017.
2
PUEBLOS ORIGINARIOS http://pueblosoriginarios.com/biografias/nemequene.html, ultima consulta 8-02-
2017.

2
referido código. Se puede tener como una expresión del procedimiento, pues a pesar
de no ser exhaustivo en la utilización de un procedimiento se tienen los primeros
tintes para solventar conflictos en otro tipo de materias, como por ejemplo la penal.
Evento en mención que sin lugar a dudas tiene origen en una época previa a la
colonización española (1534), ya que se tienen algunos registros que tales
compendios gobernaron hasta que los colonizadores impusieron sus reglas de juego.

Conforme lo anterior, tenemos que Colombia contaba con unas primeras


trazadas correspondientes al ordenamiento procesal para gobernar las relaciones entre
los ciudadanos, inclusive antes de la colonización española. Colonización esta que no
solo extrapoló el ordenamiento de ese país, sino que indirectamente fue una de la
primeras manifestaciones de la internacionalización del derecho, comoquiera que a
los indígenas de la zona, quienes contaban con un ordenamiento, se les empezaron a
aplicar diversos sistemas que para entonces eran ajenos a ellos.

Así las cosas, es evidente que con la colonización realizada por los españoles
a las tierras colombianas, también llegaron diversos sistemas religiosos, como es el
catolicismo. Asunto este que sin lugar a dudas como lo menciona el doctor Nicolás
Enrique Zuleta Hincapié, abarca tintes procesales desde la misma reacción de la
biblia, pues en tal documento se encuentran situaciones que son una clara muestra del
proceder para convivir en una sociedad3.

No obstante lo anterior, es menester aducir que el derecho español se


encontraba ampliamente influenciado por los sistemas romano y germánico, tal como
se aprecia en la codificación de Tolosa y Breviario de Alarico 4, las cuales con el paso
del tiempo fueron modificadas hasta llegar a la unificación de las diversas normas que
entonces se encontraban en España, tales como los regímenes feudales, fueros de
león, castilla y granada. Unificación en comento que fue materializada por Alfonso X
(el sabio), con la elaboración de las Siete Partidas que no son nada diferente a
construir y/o unificar el derecho y la subordinación central del poder 5, máxime si las

3
ZULETA HINCAPIÉ, N, E.: “Derecho procesal: teoría e historia del proceso civil en Colombia”, Revista de
Derecho UNED, Num 9, 2011, pág. 472.
4
AZULA CAMACHO, J.: Manual de Derecho Procesal, Tomo I. Editorial Temis, Bogotá, 2006.

5
PANATERI, D, A.: “La ley en Las Siete Partidas”, Revista Journal of Iberian Studies, Vol 31, 2015, Pág. 672.

3
directrices que regían en el continente americano en muchos casos era de manera
diferente en cada una de las regiones colonizadas.

Por lo anterior, en el reinado de Felipe II en 1573, se realizó una recopilación


de la normatividad que vinculaba los países colonizados por el reinado español, lo
cual se plasmó en un único documento denominado la Ley de Indias de 1680 6.
Normatividad esta que gobernó en Colombia hasta que se empezaron a generar los
primeros indicios de la independencia, pues desde 1811 se profirieron las
constituciones de Cundinamarca y Tunja, las cuales definieron el poder judicial y la
administración de justicia. Situación que es lógica, pues después de haber sido
colonizados por los españoles, y una vez obtenida la liberalización del pueblo, se
necesitada constituir un ordenamiento legal seguro para la comunidad en general.
Sumado a las primeras constituciones, surgieron otras más como son el caso de
Antioquia, Cartagena, Mariquita, Neiva, entre otros hoy llamadas ciudades, lo cual
era una simple muestra de la intención por obtener y contar con un sistema adecuado
para el contexto social de la época.

Ya para el año de 1821, se profirió la primera constitución política de


Colombia, la cual según el doctor HERNAN FABIO LÓPEZ se puede definir como
la primera manifestación de la intención legislativa de contar con un procedimiento
definido, a efectos de atender las inquietudes y/o conflictos que se pudieran presentar
en la comunidad, para lo cual, se requirió de la colaboración de varios expertos a
nivel mundial para obtener una legislación propia sobre la materia7.

Posteriormente, el aparato legislativo en Colombia empezó a regular cada


aspecto que para esa época se consideraba necesario respecto del proceso, pues se
profirieron leyes como la Ley 28 de 1824 mediante la que se creó el arancel para
acceder a los tribunales y juzgados, Ley 2 de 1825 mediante la que se incluye a los
abogados al proceso judicial, Ley 11 de 1825 la cual dicta la organización del poder
judicial, garantiza la administración de justicia, entre otros, que no son nada diferente
al inicio de la estructuración de la administración de justicia en Colombia.

6
ARANDA MENDIÁZ, M.: “La protección de los indígenas en la recopilación de Antonio de León Pinelo y en
la recopilación de Leyes de Indias de 1680”, Revista de la inquisición, 2006, Pág. 280.
7
LÓPEZ BLANCO, H, F.: Evolución Procedimiento civil, tomo I, Dupre, Bogotá, 10 edición, 2009, Pág. 43.

4
Teniendo en cuanta las múltiples leyes que en las décadas que comprenden
1820 y 1840 y que se venían presentando no solo a nivel central sino territorial, dada
la etapa de liberalización del pueblo, se llegó a la conclusión de tener un único
documento que fuera entendible y comprensible para toda la comunidad, pues la
diversidad de normatividad que existía en aquel entonces, fue una clara muestra del
desorden jurídico en que se encontraba Colombia. Por lo anterior, fue designado Don
Lino de Pombo, para realizar una sistematización legislativa en el país, lo que fue
conocido en la historia como la Recopilación Granadina.

Para 1858 Cundinamarca promulgo la Ley 29 del mismo año, en la que se


regulaba la totalidad de las posibilidades que pudieran ocurrir en los territorios del
estado (Cundinamarca) pues para aquella época Colombia era un Estado Federalista,
código judicial que fue tomado textualmente del Código de Procedimiento Civil
Chileno, que a su turno es un reflejo literal de la Ley española de Enjuiciamiento
Civil de 1855, lo que implica necesariamente que nos encontremos en un escenario
global para mediados del siglo XIX. Globalización legislativa que indica que a pesar
de haber sido emancipados del reinato español, aún persistía ese entusiasmo por tener
sistemas similares a los que en su momento eran considerados como primer mundo.

El Estado colombiano mediante la promulgación de la Ley 57 de 1887, pasó a


ser un estado centralista, situación que conminó a que el gobierno de la época tuviera
que adoptar un sistema procesal unificado para el sector central. Situación esta que
conllevó a que se adoptará el código de Cundinamarca como el apropiado para la
Unión, lo cual a todas luces generó conflictos al interior del país, dado que la
multiplicidad de legislación, generó confusiones, por lo que posteriormente se solicitó
al Consejo de Estado la redacción e un nuevo código sobre el particular (1895) 8, sin
embargo, el proyecto de nuevo código de procedimiento, no fue aprobado por el
Congreso de la República.9

Teniendo en cuenta lo anterior, el doctor Ismael Arbeláez inició un proyecto


de código de procedimiento civil, proyecto que en 1914 el Gobierno ordenó su

8
Ídem, Pág 45.
9
CHACON TAPIAS, F, G.: “Evolución del código de procedimiento civil”, Universidad del Rosario. Visto en
https://es.scribd.com/doc/36226479/Evolucion-del-Derecho-Procesal último acceso el 8-02-2017.

5
revisión para adoptarlo. Luego de la revisión el mismo fue acogido como código
mediante la expedición de la Ley 103 de 1923, sin embargo, el año siguiente
mediante la Ley 26 de 1924, quedó suspendido ya que aquel requería un mayor
análisis10. Por lo tanto, el gobierno designó una nueva comisión para la elaboración
del código de procedimiento judicial que tanto demandaba la República, el cual fue
proferido mediante la Ley 105 de 1931. Código este que fue un objetivo del
presidente Olaya Herrera, en el sentido que no se encontrara influenciado de manera
textual por ordenamientos extranjeros como había ocurrido en los anteriores, siendo
entonces un ordenamiento más autónomo y comprensible para la comunidad11.

Estatuto de procedimiento civil que en la medida en que los pueblos fueron


creciendo requería ciertas actualizaciones, a tal punto que en 1964 se empezó a
indagar por la necesidad del desplazamiento de la administración de justicia a otros
municipios, demandó la necesidad de modificar dicho ordenamiento, para lo cual se
integró nuevamente una comisión de juristas para sustituir por completo el
ordenamiento procesal, llegando entonces a proferir el decreto 1400 de 1970 (Código
de Procedimiento Civil)12.

Código éste que brindó la posibilidad al juez de ser más activo en el proceso,
pues era este el director del mismo, eliminando el formalismo extremo que se
guardaba con los anteriores, implementando la oralidad en el procedimiento,
unificando los procesos en procesos más fáciles13. Aspectos en comento que son una
clara muestra de la necesidad que tiene el legislador de ir adaptando el ordenamiento
legal de una nación para que los avances de la comunidad no se vieran afectados por
el estancamiento del derecho.

Para la década de los 80’s se empezaron a reflejar dilaciones en la


administración de justicia, así como una desproporción en la manera de fallar los
casos. Situación que no solo entorpecía las relaciones entre usuarios, sino que
adicionalmente empezaba a generar conflictos al interior de la sociedad, pues la

10
LÓPEZ BLANCO, H, F.: Procedimiento civil… Op cit Pág. 46.
11
CHACON TAPIAS, F, G.: “Evolución del código… Op cit.
12
LÓPEZ BLANCO, H, F.: Procedimiento civil… Op cit Pág. 49.
13
Ibídem.

6
población empezaba a tomar la justicia por su propia mano ya que el sistema
diseñado no era suficiente para atender los procesos judiciales que se presentaban.

Como consecuencia, se profiere la Ley 30 de 1987, mediante la que se


confieren atribuciones temporales al Presidente de la República, para que el ejecutivo
regulara los aspectos más relevantes de la administración de justicia, como por
ejemplo i) reajuste de cuentas en materia civil, ii) autorizaciones para que sean
desarrolladas por notarios (cambio nombre, cambio actas civiles, matrimonio,
divorcio, etc.), iii) creo la jurisdicción de familia, iv) creación de juzgados civiles del
circuito especializados en derecho comercial, entre otros aspectos que sin lugar a
dudas no se encontraban previstos en el ordenamiento colombiano 14. Aspectos en
mención que fueron incluidos por el ejecutivo y que hicieron parte de la normatividad
vigente en materia de procedimiento.

No obstante, los inconvenientes respecto a la congestión de la administración


de justicia, aún persistían en la comunidad, por lo que se profirió la Ley 23 de 1991
mediante la que se crean mecanismos para descongestionar los despachos judiciales,
al otorgar funciones a los policías, alcaldes, entre otros actores que indirectamente
podrían realizar gestiones que buscaran dicha finalidad, pues es evidente que la rama
judicial no podía afrontar la totalidad de asuntos de la vida diaria de la gente.
Situación que indudablemente es un reflejo del legislador de descentralizar la justicia
de la rama judicial.

Aspecto en comento que que va de la mano con la expedición de la


Constitución Política de Colombia en 1991, luego de varias manifestaciones de
grupos estudiantiles quienes exigían una carta política más aterrizada a la realidad
que afrontaba el país, en la que se reconocieran ciertos derechos a la población y en la
que las instituciones públicas tuvieran demarcadas sus funciones.

En ese mismo orden de ideas, y en cumplimiento a la filosofía del


constituyente, fue que en 1998 de profirió la Ley 446 del mismo año, mediante la que
se honraba el compromiso de 1991 referente a la necesidad de un procedimiento
arbitral, asistencia popular para acceder a la justicia, entre otros aspectos. Situación

14
Ídem, Págs. 51-53.

7
esta que es una clara muestra de la implementación del soft law al sistema judicial
colombiano, pues cada vez más el Estado va limitando las materias a las que los
ciudadanos pueden acceder a la administración de justicia, al parecer por la carencia
de recursos que faciliten que la rama judicial se encargue de todo. Sin embargo,
medidas como la facultad de arbitramentos y demás implican todo lo contrario.

Aspecto en mención que igualmente se ve reflejado en la Ley 640 de 2001,


comoquiera que en la misma se propende por sistematizar el procedimiento para que
los procesos judiciales se solventen por acuerdos entre las mismas, esto es, creando la
figura de terminación del proceso por la conciliación, lo cual no es nada diferente a
un desinterés del gobierno por dilucidar los conflictos de las partes, lo cual se deriva
de una falta de gestión y organización central para honrar el derecho que tiene la
comunidad y obligación del sector central de administrar justicia. Situación que
igualmente se refleja en la Ley 1353 de 2012 mediante la que se expide el estatuto de
arbitraje nacional e internacional, se contemplan figuras de amigable componedor,
entre otras, que no son nada diferente a fomentar que los ciudadanos no incurran en la
administración de justicia a que tienen derecho.

Por su parte, dadas las inconsistencias presentadas en el sistema


procedimental que se continuaban presentando en Colombia, surge la necesidad de
proferir unas modificaciones al Código de Procedimiento Civil para así llegar a la tan
anhelada descongestión judicial, por lo que se profiere la Ley 1395 de 2010 en la que
se cambian algunos aspectos de competencia, modifica los procedimientos especiales,
reforma algunos aspectos del procedimiento laboral, faculta a los estudiantes de
derecho para que realicen judicatura ad honorem llevando a cabo conciliaciones
extrajudiciales, entre otros aspectos.

No obstante lo anterior, dicha modificación tan solo se encontró vigente por


un par de años, pues el Gobierno de turno, teniendo en cuenta que nuevamente se
contaba con una multiplicidad de regulación, diversos procedimientos para materias,
asuntos que probablemente ya no se podrían aplicar y demás, se vio en la necesidad
de tramitar ante el Congreso de la República, un nuevo Código, que para este
momento es conocido como el Código General del Proceso, proferido mediante la

8
Ley 1564 de 2012. Disposición esta que es la que hoy en día se encuentra vigente y
que regula de manera uniforme, general y contextualizada el procedimiento para
atender asuntos jurisdiccionales, regulando así los asuntos civiles, comerciales, de
familia y agrarios como en su primer artículo lo menciona.

1 BASES DEL MODELO PROCESAL. (PRINCIPIOS DEL PROCESO).

Teniendo en cuenta el análisis histórico enunciado en el numeral anterior, es


necesario advertir que Colombia al ser un Estado Social de Derecho 15, que implica la
asunción de derechos y obligaciones, ha contemplado las líneas generales de la
administración de justicia en la misma carta política. Administración de justicia que
se inspira en el acceso de los ciudadanos para hacer valer y respectar sus derechos
que le asisten por mandato constitucional.

Dicho lo anterior, es oportuno manifestar que la Constitución Política


consagra algunos principios, sin embargo, previo al desarrollo de mismos, es
menester indicar que la clasificación de los mismos dependerá de la doctrina y/o autor
que los maneja, por lo que no se puede hablar de una uniformidad sobre el particular,
no obstante muchos de ellos coinciden con el legislador colombiano, puntualmente el
que se encuentra contemplado en el artículo 29 de la Constitución Política,
disposición que reitero es el pilar del ordenamiento procedimental.

Hecha la anterior claridad, el artículo 29 de la Constitución Política contiene


el “debido proceso”, principio y/o derecho que abarca la totalidad de actuaciones de
los juzgadores. Por lo tanto, en el desarrollo de cada uno de los principios se tiene que
tener en cuenta el referido derecho. Por lo tanto, se indica en tal disposición la
necesidad de contar con un proceso que se inspira en los siguientes principios
generales del proceso, así:

a. Dualidad: Principio que supone la existencia de dos extremos que se


encuentran en conflicto, pues precisamente deben existir estos extremos para que se
lleve a cabo la Litis o asunto en disputa. Extremos estos que la doctrina ha
reconocido como la parte activa y pasiva del proceso, bien sean singulares o plurales,
15
Constitución Política de Colombia, del 20 de julio de 1991, gaceta constitucional No. 116, Preámbulo.

9
demanda que exista una controversia entre dos extremos en el proceso, el tercer
campo del proceso lo ocupa el juez, sujeto que únicamente ocupa un rol neutral que
va a fallar el asunto objeto del litigio.

Conforme lo anterior, la corte Constitucional de Colombia, no ha sido ajena a


dicho fenómeno, pues en fallos como el C-690/08 se ha previsto la dualidad de
sujetos para el desarrollo de un procedimiento judicial, pues de ellos deriva la Litis
per se, principio este que ha tenido gran connotación jurídica en el campo de la
audiencias judiciales que se surten al interior del mismo. Concepto antes mencionado
que se encuentra ligado a la concepción de dualidad prevista en el ordenamiento
jurídico español, pues según el profesor GUILLERMO ORMAZABAL SÁNCHEZ
se tiene que en toda clase de proceso se tengan dos (2) extremos, los cuales
confluyen en un mismo escenario para dilucidar las diferencias que se encuentren
entre ellos16.

Principio en comento que se tiene previsto por naturaleza judicial, pues la


Constitución política como las demás disposiciones legales lo entienden incluido y
dan por hecho su resultado, sin embargo, el sistema judicial colombiano en algunos
eventos contempla la inclusión al proceso del ministerio público como parte, así
como la intervención de las victimas (en penal). Por lo tanto, en tales eventos se
desvirtúa la dualidad, pues terceras partes entran a ser parte en el proceso,
conllevando a que se puedan tener más agentes participes del mismo.

b. Igualdad: Debo mencionar que el principio en comento hace referencia


a la necesidad de tener a los sujetos procesales como iguales ante la ley y el
procedimiento como tal, es decir, los sujetos procesales deben tener las mismas
oportunidades procesales para participar en el procedimiento, independientemente del
asunto en que se encuentre, para que en desarrollo de esa igualdad, cada uno de los
extremos pueda hacer valer los derechos que le asisten en la oportunidad legalmente
dispuesta para el efecto, tal como lo señala la Corte Constitucional en sentencia del
pasado nueve (9) de julio de 2008 C-690/0817.

16
ORMAZABAL SÁNCHEZ, G.: Introducción al derecho procesal, Marcial Pons, quinta edición, Madrid, 2013,
Pág 144.
17
Corte Constitucional, sentencia C-690/08 del nueve (9) de julio.

10
Del mismo modo, en sentencia C-407/97 del mismo cuerpo colegiado, se tiene
que la igualdad implica que los sujetos deben ser juzgados bajo un mismo
procedimiento, es decir, que el resultado de un juicio dependerá de las oportunidades
que cada una de las partes tenga para exponer ante el juez las pretensiones,
excepciones, pruebas, evaluación de las mismas, entre otros aspectos que indican con
creces que se encuentran sometidos a un mismo proceso para demandar o defenderse
de la contraparte18.

Así las cosas, la igualdad no es nada diferente a la cosmovisión de un


escenario de raigambre constitucional, pues en la propia carta política se dispone una
igualdad ante la ley, sin importar aspectos subjetivos de las personalidades de los
usuarios, esto es, una igualdad material y real que conlleve a generar la estabilidad
jurídica que tanto anhela la sociedad. Igualdad esta que no permite diferenciación en
trato de los sujetos y menos aún desde la óptica procesal, pues ello conllevaría
sencillamente a una inseguridad jurídica que cualquier gobierno no puede tolerar.

De esta manera, es evidente que el principio que se estudia se encuentra


intimamente ligado al anterior, comoquiera que de una dualidad de sujetos
intervinientes en un proceso judicial, se debe garantizar a cada uno de los extremos la
posibilidad de intervenir con iguales posibilidades y/o paridad de oportunidades en el
proceso, sin que ninguna de ellas pueda contar con privilegios en su defensa o ataque
según sea el caso19.

No obstante en algunos eventos como es el caso de aquellas personas que


acceden al procedimiento con un abogado de oficio, simplemente a pesar de tener una
igualdad prevista en la ley, la misma no opera en esos casos, comoquiera que los
abogados o curadores que se nombren por el juez, simplemente se limitan a cumplir
con acudir a las audiencias, sin embargo, a la hora de solicitar pruebas, su rol es más
que todo pasivo, por lo que se pierden los derechos de su representado. Esto ocurre
debido a que la población no tiene ingresos sufiientes para contratar un abogado en
un proceso judicial, y por lo tanto se hace imposible que las mismas herramientas
procesales puedan ser efectivamente utilizadas por aquellos, no por no contar con el
18
Corte Constitucional, sentencia C-407/97 del veintiocho (28) de agosto.
19
ORMAZABAL SÁNCHEZ, G.: Introducción al derecho procesal… Op cit, Pág 153.

11
derecho, sino por la dificultad de encontrar un abogado de oficio que se encuentre
debidamente preparado.

c. Contradicción: El principio de contradicción tal como la Corte


Constitucional lo ha contemplado que el mismo significa la posibilidad que
cualquiera de las partes en el marco de un proceso, debe tener la oportunidad de
controvertir cualquier actuación que se surta en el mismo, pues del mismo se deriva el
debido proceso en el que ambas partes, esto es, los dos extremos de la Litis se
encuentren con las posibilidades de controvertir y dar a conocer su posición respecto
de algo que se pretenda usar en su contra, tal como se encuentra previsto en la
sentencia C-371/1120.

Contradicción en mención que no es nada diferente a la posibilidad de dar a


conocer el punto de vista del extremo del proceso, para que el mismo a su turno
pueda ejercer el derecho de defensa que le asiste, pudiendo entonces defenderse valga
la redundancia de las acusaciones y/o material probatorio que pretenda hacerse valer
en su contra, esto es, evitar que una decisión judicial pueda afectar a un sujeto sin que
se le haya dado la oportunidad legal de influir en el sentido del fallo21.

A pesar de lo anterior, el sistema colombiano prevé algunas situaciones en las


que la contradicción puede ser mermada por el mismo juez, pues dadas las amplias
facultades que le han sido otorgadas, éste podrá limitar la práctica de pruebas que se
quieran hacer valer en el proceso aduciendo simplemente que con las restantes se
tiene suficiente conocimiento para avocar conocimiento.

Situación en comento que indudablemente resta derechos y posibilidades a los


usuarios para honrar su derechos, y ello resulta así pues el legislador ha entregado
muchas atribuciones al juez que de una u otra manera hacen que la administración de
justicia sea más eficiente, pero en parte sacrifica garantías de los ciudadanos para
lograr dicho fin. Ello es lógico, comoquiera que el interés del gobierno es dar a la
población sistemas medianamente suficientes que garanticen los derechos, pero sobre
todo, aumentar cada día más los ingresos de la nación.

20
Corte Constitucional, sentencia C-371/11 del once (11) de mayo de 2011.
21
ORMAZABAL SÁNCHEZ, G.: Introducción al derecho procesal… Op cit, Pág 146.

12
2 PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO CIVIL.

Teniendo en cuenta los principios generales del proceso, los mismos se


encuentran relacionados directamente con los antes mencionados, por lo tanto se debe
tener en cuenta la misma apreciación realizada en el acápite anterior, consistente en
dar a conocer que cualquier tipo de manifestación y/o clasificación que en el presente
escrito se realice, es una de muchas posiciones que se tienen en la doctrina local e
internacional.

Hecha la anterior aclaración, se tiene que el procedimiento civil posee


diversos principios, los cuales se encuentran regulados al inicio del denominado
Código General del Proceso (Ley 1564 de 2012), así como en el ordenamiento
constitucional antes mencionado, puntualmente me refiero al debido proceso antes
mencionado, el que todos y cada uno de los siguientes principios emanan.

Fruto del debido proceso, que no es nada diferente a que se respeten los
derechos que le asisten a las partes al interior del proceso para que el resultado del
mismo además de ser justo jurídicamente para las partes, sea respetuoso del
ordenamiento legal, implica que se brinde transparencia e igualdad para las mismas,
tal como quedó ampliamente explicado en el literal anterior, así como la ley antes
aducida lo contempla en su artículo segundo. Disposición en comento que va
relacionada con el acceso a la justicia en búsqueda de una tutela judicial efectiva de
los intereses de la parte.

Aunado lo anterior, cuenta el procedimiento civil con los siguientes principios


básicos, así:

a. Oralidad: Como su nombre lo indica, todo el procedimiento civil


colombiano se encuentra previsto de la oralidad, salvo que exista una normatividad
especial que contemple alguna parte de este que se deba desarrollar de otra manera,
tal como lo dispone el artículo tercero (3) de la pluricitada Ley 1564 de 2012.

De esta manera, la oralidad implica la validez procesal que se le otorga a las


actuaciones que se surtan al interior del proceso civil, esto es, resulta completamente

13
igual lo realizado bajo esa modalidad como lo que se realice por escrito, máxime
cuando la finalidad de la oralidad es dar una fluidez al procedimiento como tal,
fluidez que se ve reflejada en la celeridad del procedimiento per se, sin que ello
implique que la escritura se elimine por completo del procedimiento como tal, ya que
existen actuaciones como la presentación de la demanda que aún se presentan por
escrito22.

Así las cosas, tenemos que la oralidad brinda la oportunidad para que los
procesos judiciales adquieran un trámite ágil y concentrado para descongestionar el
sistema judicial vigente en Colombia 23, situación que indefectiblemente implica una
eficiencia en el proceso como tal, eficiencia que se relaciona directamente con la
productividad de las industrias, pues en la medida en que se solucionen los
procedimientos judiciales de manera pronta, las partes tendrán fe en el sistema y por
ende no tendrán miedo alguno para continuar con la dinámica de mercado.

No obstante lo anterior, el referido principio es muy lindo en el papel, pero los


sistemas o entidades encargadas de ejercer el mismo y adecuar las salas para que cada
juzgado cuente con un recinto adecuado para surtir la mayoría del proceso de manera
verbal, no lo han realizado, ya que la corrupción que enfrentamos hace que no existan
recursos para la adecuada administración de justicia, razón por la cual el principio
queda en el aire y es difícil de cumplir.

A pesar de lo anterior, los jueces de la República hacen todo lo que se


encuentre a su alcance para cumplir con tal directriz, y en ocasiones ellos mismos han
sacado de sus bolsillos para implementar la oralidad en sus despachos, pues son
consientes de la posibilidad de evacuar procesos represados de manera rápida
utilizando esa oralidad. Esfuerzo aquel que probablemente el Consejo Superior de la
Judicatura no ha reconocido bien sea por imposibilidades directas o por mandatos
ocultos del gobierno para que se sigan aumentando mecanismos alternos de solución
de conflictos.

22
Ídem, Pág 165.
23
Corte Constitucional, sentencia C-086-2016 del 24 de febrero de 2016.

14
b. Concentración: La concentración implica que las actuaciones se
encuentren centradas en un número mínimo de audiencias judiciales, a efectos que el
juzgador pueda guardar atención a la totalidad del procedimiento que se encuentra
fallando y así obtenga una mayor frescura de lo transcurrido en el proceso,
puntualmente en lo que respecta a la práctica de pruebas. Principio este que es una
clara muestra y/o consecuencia de la oralidad antes mencionada24.

Así las cosas, la Ley 1564 de 2012 no es ajena al referido principio, pues en el
artículo quinto (5) de la misma, se dispone el mandato que el legislador entrega al
juez para que el mismo programe la totalidad de las audiencias que componen al
proceso de manera pronta, y en el interregno de cada una de las audiencias se pueda
surtir la mayoría de los asuntos de la misma. Lo anterior, con la finalidad de evitar
que el juzgador incurra en distracciones que más adelante atenten contra el proceso
mismo.

Principio en mención que no se ha cumplido integralmente en Colombia, bien


sea por la pereza de los jueces de tener el contacto directo con el proceso, o porque le
resulta difícil hacerlo. Lo anterior, dado que de una a otra audiencia normalmente
pueden transcurrir más de cuatro (4) meses y por ende se pierde la concentración que
exige la norma. Situación que se puede derivar de la congestión judicial que
afrontamos hoy en día que hacen que los espacios en las agendas de los funcionarios
judiciales estén colmatadas de reuniones y la más próxima pueda ser en el tiempo en
cita.

c. Inmediación: Principio éste que según el profesor ORMAZABAL


SÁNCHEZ, igualmente es una muestra o consecuencia de la oralidad, pues el mismo
se funda en la necesidad que el fallador se encuentre directamente vinculado al
proceso que atiende, lo cual se refleja en la necesidad de ejecutar la totalidad del
material probatorio de manera personal, es decir, exige una presencia directa y activa
en la totalidad del proceso25, lo cual indefectiblemente hace que en el momento de
proferir sentencia, sea completamente conocedor de la materia.

24
ORMAZABAL SÁNCHEZ, G.: Introducción al derecho procesal… Op cit, Pág 167.
25
Ídem, Pág 166.

15
Principio en comento que igualmente se encuentra contemplado en el artículo
sexto (6) del Código General del Proceso colombiano, en el sentido de indicar que es
obligación del juez la de programar las audiencias y diligencias de manera que las
mismas se desarrollen sin solución de continuidad, es decir, de manera inmediata la
una detrás de la otra. Disposición que igualmente obliga a que no se puedan
suspender las audiencias que se desarrollen al interior del proceso, pues tales
interrupciones “desconcentran” o hacen que el fallador desvíe su atención a asuntos
que probablemente no tienen relevancia en el proceso. Cometario este que igualmente
se puede aplicar al siguiente principio.

d. Publicidad: La publicidad supone que la totalidad de las actuaciones al


interior del procedimiento puedan ser conocidas por cualquier persona, pues la
administración no guarda secreto en su actuar para dilucidar las diferencias entre los
particulares, puntualmente por los interesados del proceso mismo26. No obstante, ello
no quiere significar que se pueda hablar de una apertura y conocimiento integro de
los procedimientos, ya que existen limitaciones como es el caso de los derechos de
los niños o la privacidad que no pueden ser afectados por el procedimiento per se.

Conforme lo anterior, este principio no es nada diferente a pretender que los


funcionarios que administren justicia, realicen las actuaciones y encargos legales de
manera adecuada, a efectos de brindar una transparencia y seguridad para los
administrados, pues de ello depende la credibilidad en el procedimiento como tal,
toda vez que de no existir tal principio sencillamente el proceso no tendría sentido
alguno.

Publicidad en comento que implica la manera de manifestarse por parte de la


administración con los particulares, situación que no se puede observar como una
pauta estrictamente formal, ya que la misma es una muestra de la transparencia y
optimización del derecho respecto a la población en general. Por lo anterior, es claro
que dicho principio no es ni puede ser absoluto ya que el mismo debe variar según el
contexto en el que se encuentre, pues como quedó esclarecido anteriormente, no
puede darse publicidad a la totalidad de la información27 prevista en un procedimiento
26
LÓPEZ BLANCO, H, F.: Procedimiento civil… Op cit Pág. 101.
27
Corte Constitucional, sentencia C-012/13 del 23 de enero de 2013.

16
cuando el mismo se encuentren asuntos de extremada delicadeza que haga más
perjudicial la situación con la publicidad que se de de la situación, tal como es el caso
de asuntos donde los niños se encuentren implicados.

Principios procesales antes mencionados que son los pilares fundamentales en


el marco del procedimiento civil, sin embargo, a estos los acompañan otros tantos que
diferentes tratadistas y la jurisprudencia local ha dispuesto como es el caso de la
legalidad de las actuaciones que se debe ceñir a la ley, la gratuidad de las actuaciones
de la administración y acceso a la administración de justicia, legalidad para la
atención tanto del fondo como el proceso mismo, celeridad en las respuestas y
actuaciones de la administración, entre otros tantos que permiten llegar a la tan
anhelada tutela judicial efectiva de los derechos de los ciudadanos.

3 PAPEL DEL JUEZ EN EL PROCESO CIVIL. EVOLUCIÓN Y ESTADO


ACTUAL. (ORAL O ESCRITURA).

Conforme lo enunciado en los incisos que preceden, es evidente que el


legislador colombiano ha entregado algunos deberes y poderes al juzgador, para que
el mismo ejerza de manera adecuada las funciones y mandatos legales que le han sido
entregados. Puntualmente nos referimos a lo dispuesto en el articulo 42 y siguientes
del Código General del Proceso, en el que se enlistan los deberes del Juez, así como
los poderes de ordenación o instrucción y corrección que los mismos tienen.

Dicho lo anterior, es evidente que el juez en el sistema legal colombiano juega


un rol activo, a tal punto que debe velar por la rápida solución del procedimiento,
hacer efectiva la igualdad entre las partes, decretar pruebas de oficio que considere
necesarias para verificar lo que las partes indiquen, motivar las sentencias, entre otras
que implican necesariamente que no sea un juez espectador de un procedimiento
como tal, sino todo lo contrario, debe aquel interactuar en el marco del proceso para
salir avante del mismo.

Conforme lo anterior, la Ley es clara en otorgar los poderes de ordenación e


instrucción, que hacen que pueda tornarse un tanto inquisitivo, como son las previstas
en el artículo 43 del mismo ordenamiento, que dispone la posibilidad de rechazar

17
algunas solicitudes siempre que estas impliquen dilaciones, exigir a las autoridades
información que considere necesaria, entre otros. Instrumentos que permiten que el
fallador sea el líder del proceso y el mismo marche en la medida en que el lo desea,
claro está, atendiendo a los mandatos legales y sobre todo a la celeridad y tutela
judicial efectiva de los intereses de los particulares.

Igualmente, legislador igualmente otorgó poderes de corrección al juez,


consistentes en hacer valer sus decisiones mediante la orden de sancionar ciertas
conductas hasta con arresto y en otros con la imposición de multas, lo cual da una
herramienta capaz de ser coercitiva y que implique la necesidad de cumplimiento de
sus mandatos.

No obstante, las atribuciones que el legislador entregó a los jueces pueden


hacer incurrir a los mismos en posibles abusos de autoridad, pues fácilmente en
ejercicio de sus funciones se puede extralimitar en sus funciones y por ende generar
un perjuicio a alguna de las partes, pues en varias potestades entregadas, el hilo que
hace valer su autoridad es tan mínimo que se puede confundir con un autoritarismo.

Dicho esto, es evidente que el ordenamiento jurídico colombiano,


puntualmente el que tiene que ver con el procedimiento como tal, es claro en hacer
énfasis en la oralidad. Principio este que además de haber sido descrito en el presente
escrito, reviste suma importancia al ser el pilar de las manifestaciones de la celeridad,
eficiencia y agilidad que demanda la sociedad, pues con la oralidad se surten las
audiencias de manera expedita haciendo que se guarde coherencia entre lo actuado y
la decisión del caso.

Oralidad que además de obedecer a un principio del derecho procesal es el


pilar para que la administración de justicia en parte se destrabe, haciendo que la
ciudadanía confié más en el sistema y con ello buscando mejores oportunidades para
el desarrollo de un país.

De esta manera, de una lectura de los artículos 43 y 44 del Código de


Procedimiento Civil, se tiene que el legislador ha entregado mayores libertades a
aquel para que sea un real director del procedimiento que conozca, comoquiera que al
ser el administrador de justicia, debe contener atribuciones que en un contexto pueden

18
ser inquisidoras, a efectos de dar validez a sus directrices, pues de lo contrario restaría
respeto y credibilidad al ordenamiento procesal colombiano. Atribuciones en comento
que se fundan en la oralidad, pues de una u otra forma, la mayoría de estas se
desarrollan en el curso de una audiencia judicial, sin que ello quiera significar que la
escritura se encuentre abolida.

4 TUTELA DE LOS CONSUMIDORES EN EL MARCO DEL PROCESO


CIVIL.

Es importante partir de la necesidad que ha tenido el legislador de contemplar


protecciones a los consumidores, para que a su turno los mismos no dejen de realizar
su práctica de consumo, pues esta facilita el desarrollo de los mercados ya que en la
medida en que estos continúen consumiendo, la economía no se detiene y por ende el
Estado podrá continuar desarrollando sus funciones, evitando así estancamientos y
posibles crisis económicas.

Es oportuno señalar que el legislador nacional se ha interesado en brindar


ciertas herramientas para que estos consumidores puedan hacer valer los derechos que
les asisten por el simple hecho de ser consumidores, los cuales puntualmente se
encuentran previstos en el ordenamiento de protección al consumidor o la mejor
llamada Ley de protección del consumidor, es decir, la Ley 1480 de 2011.

4.1 Consumidores como partes en el proceso. Capacidad y legitimación.


Definición de consumidor de acuerdo con la legislación nacional.

Conforme lo indicado al inicio del presente capítulo, es claro que el


ordenamiento jurídico aplicable para cualquier tipo de relación de consumo en
Colombia es la Ley 1480 de 2011, normatividad que tiene por objeto el regular las
relaciones, derechos y obligaciones surgidas entre los productores, proveedores y
consumidores, tal como se encuentra previsto en el artículo segundo (2) de la misma,
que a su turno hace referencia a que la aplicación de esta se encuentra limitado a las
relaciones de consumo en todos los sectores de la economía. Por lo anterior, el campo
de aplicación de la norma en comento se limita a aquellos asuntos que no tienen una
normatividad especial, toda vez que el legislador la ha contemplado como una medida

19
supletoria para subsanar cualquier vacío con que el resto del ordenamiento legal se
encuentre.

Dicho lo anterior, es oportuno definir consumidor, pues de la lectura del


ámbito y campo de aplicación de la Ley. El numeral tercero del artículo quinto
contempla que consumidor es cualquier persona sea natural o jurídica que como
destinatario final adquiera para una satisfacción propia, privada, familiar o doméstica,
sin que la misma se encuentre ligada a su actividad económica28.

Definición esta que permite ahondar en diversos aspectos como son las
calidades que debe tener el consumidor, el carácter de destinatario final, la
implicación de una satisfacción propia, privada, familiar o doméstica, así como el
hecho de encontrarse vinculada a la actividad económica del adquirente. Aspectos
estos que de manera conjunta son la definición del consumidor, pero que para un
mejor entendimiento deben ser interpretados en un conjunto ya que fue así que el
legislador los reunión para definir dicho concepto.

Así las cosas, nos encontramos frente a una situación en la que cualquier
persona sea natural o jurídica puede ser consumidor de un bien o servicio, siempre
que este sea el adquirente final de lo contratado, esto es, que no lo modifique para su
utilización, no lo utilice en el giro ordinario de sus negocios. Si una persona cumple
con dichos parámetros, se tiene como consumidor, y por lo tanto le resultará aplicable
el régimen de protección al consumidor planteado en el Ley 1480 de 2011.

Teniendo claridad conceptual respecto a lo que el ordenamiento jurídico


colombiano entiende como consumidor, la misma Ley contempla mecanismos de
protección de sus derechos, las cuales se definirán en el capitulo que a continuación
se presentará, sin embargo, para acceder a los mismos, el sujeto deberá
indefectiblemente cumplir con ciertos condicionamientos y/o requisitos para acceder
al procedimiento como tal.

No obstante lo anterior, previo a la explicación de los instrumentos legales que


se brindan para la protección de los derechos de los consumidores, es menester tener

28
Ley 1480 de 12 de octubre de 2011, por medio de la cual se expide el estatuto del consumidor y se dictan otras
disposiciones (Diario oficial No. 48220 de 12 de octubre de 2011).

20
claridad en conceptos como la legitimación y capacidad de las partes para atender el
proceso judicial. La legitimación es la facultad con que cuenta un actor para
interceder en el proceso judicial o jurisdiccional que adelante la entidad competente.
Autoridad que en la mayoría de los casos al tratarse de asuntos relacionados con el
consumo tal y como se definió anteriormente, corresponde a la Superintendencia de
Industria y Comercio (en adelante SIC), que en desarrollo de las funciones de
jurisdiccionalidad, hacen las veces de juez en tales asuntos.

Así las cosas, la misma corporación (SIC) en varios de sus conceptos, que
advierto no son vinculantes, ha determinado que existe una dualidad de legitimación
al interior de un proceso, dualidad que se presenta por los extremos de la acción, esto
es, demandante y demandado, o como conceptualmente se ha denominado activa y
pasiva; la primeramente enunciada es aquella que significa la facultad para reclamar
por la garantía que se alega, que no es nadie contrario al consumidor final. No
obstante, también será extremo activo de la acción aquella sociedad si es que el bien o
servicio adquirido no hace parte del proceso productivo de la compañía; igualmente
se indica que el consumidor o legitimado por activa no debe tener vínculo contractual
con el productor o expendedor para ejercer sus derechos29.

Legitimación por activa que si bien no se encuentra contemplada de manera


expresa por el ordenamiento legal, de una lectura de las definiciones y demás
disposiciones, se comprende con exactitud a quienes se hace referencia. Evitando
entonces la discriminación por cualquier tipo de conductas subjetivas, toda vez que
consumidor es uno solo, y es este quien detenta la calidad aducida como legitimado
para ejercer la acción.

A su turno, tal como fue enunciado en el inciso inmediatamente anterior, el


legislador no adujo textualmente el extremo pasivo o quien cuente con la legitimación
para salir a responder por una conducta que afecte al consumidor, que para el caso en
concreto será cualquier sujeto que haya participado en la cadena de producción y
dispuesta en circulación del producto que haya causado el daño al consumidor. Por lo
tanto, tendrá la parte “débil” del proceso poder reclamar a cualquiera de los
29
Superintendencia de Industria y Comercio de Colombia, concepto jurídico con radicado 12-165259-00001-
0000 del 31 de octubre de 2012.

21
intervinientes en la cadena de los bienes o servicios, quienes a su turno sin importar si
son o no directamente los responsables, deberá salir a la defensa y resarcir los
perjuicios ocasionados30.

Conforme lo anterior, en una relación comercial, lo más importante es


proteger al débil o afectado de la puesta en circulación de un bien riesgoso o
potencialmente riesgoso. Protección que indefectiblemente hace que el Estado deba
velar por la protección de los particulares no solo para dar cumplimiento al mandato
legal de brindar una tutela judicial efectiva, sino que adicionalmente por razones
económicas que implican incentivar el consumo vía legal para que de una u otra
forma no se generen situaciones de crisis.

Así las cosas, el ordenamiento legal colombiano contiene los dos extremos de
la relación de consumo, extremos que sin lugar a dudas se encuentran en contextos
diferentes y desiguales, ya que el consumidor muchas veces es el mismo ciudadano
de a pie, mientras que el productor, distribuidor o fabricante es una gran empresa. Por
lo tanto, el legislador pretendía otorgar cierto equilibrio a esa relación, por lo que se
brindaron diversas posibilidades para que la parte débil de la relación pudiera
reclamar a cualquier rango del extremo fuerte, pues luego entre ellos (distribuidor,
fabricador o productor) se entenderán en un procedimiento de repetición.

Dicho lo anterior, debe tenerse claridad respecto a la capacidad que según la


Corte Constitucional dicho concepto hace referencia a la facultad de todo individuo
para adquirir derechos y contraer obligaciones, tal como se encuentra contemplada en
el artículo 1502 del Código Civil, esto es, que estamos en el escenario de una
capacidad de ejercicio, lo cual implica que la persona se pueda obligar por si misma,
realizando negocios jurídicos sin que se deba acudir a una tercera persona31.

Así las cosas, se trata de una concepción que rige en el ordenamiento legal
colombiano que no tiene ni puede tener un tinte diferente a aquel, ya que el régimen
general civil así lo dispone en el artículo en mención, por lo que cualquier
contravención de la referida norma no es nada diferente a desconocer la capacidad

30
Ibídem.
31
Corte Constitucional, sentencia C-983/02 del 13 de noviembre de 2002.

22
necesaria que debe tener cualquier ciudadano para acceder a la administración de
justicia. Concepto aquel que ha sido ampliamente estudiado por la doctrina y que no
implica nada diferente a la facultad que cualquier ciudadano tenga para iniciar un
procedimiento en pro de salvaguardar sus derechos.

4.2 Acciones de clase (class actions) como manifestación de la protección por


las asociaciones de consumidores.

Conforme lo indicado en los apartes que preceden, es oportuno recordar que el


legislador colombiano es y ha sido claro en la necesidad de proteger los derechos de
los consumidores. Protección que se brinda dada la necesidad de mantener la
economía dinámica y con cierto nivel de proteccionismo para incentivar el consumo.

Dicho lo anterior, es oportuno hacer mención que el ordenamiento de


protección al consumidor que cuenta la legislación colombiana, dispone de unos
procedimientos jurídicos para atender los derechos de aquellos ciudadanos que
consideren vulnerados los derechos del consumidor. Unos que emanan directamente
de la pretensión resarcitoria del posible perjuicio que se le haya causado, y otros
tantos dirigidos a proteger o mitigar la consumación de un posible perjuicio adicional.

Así las cosas, el sistema colombiano comprende tres (3) instrumentos para la
protección de los derechos del consumidor, tal como se encuentran previstos en el
artículo 56 de la Ley 1480 de 2011, así:

a. Acciones populares y de grupo previstas en la Ley 472 de 1998: Son las


que se enmarcan en las class actions, por lo que serán las que se entran a desarrollar
en el presente escrito.

b. Las de responsabilidad por daños por producto defectuoso: Son aquellas


que conforme la Ley 1480 de 2011 que se surten en jurisdicción ordinaria.

c. La acción de protección al consumidor: Acción que tiene como finalidad


la vulneración de derechos de consumidores y usuarios que se encuentra en cabeza de
la jurisdicción de la SIC.

Conforme lo anterior, adentrándonos en el estudio de las class actions, es


oportuno señalar que las mismas tienen previsto un ordenamiento exhaustivo por

23
parte del legislador, pues en la Ley 472 de 1998, se regulan las materias y demás
aspectos que se deben tener en cuenta para la iniciación de una de ellas.

Así las cosas, es menester diferenciar cada una de ellas, pues son instrumentos
que en otros ordenamientos jurídicos no se disponen y por lo tanto llegar a la
confusión es muy fácil. Por lo tanto, la normatividad ha definido cada una de las
acciones en comento como: a) acción popular: el medio procesal para proteger
derechos colectivos, a efectos de evitar la configuración de un daño contingente,
hacer cesar el peligro o amenaza de una situación en general 32; b) acción de grupo:
son las acciones que un numero de particulares que reúnen características uniformes
respecto de una misma causa, presentan para obtener una indemnización de perjuicios
que el referido actuar les haya ocasionado33.

De esta manera, tenemos que las acciones populares propenden por la


protección de un derecho o interés colectivo, que a su turno también se encuentran
contemplados en la legislación mencionada, particularmente en el artículo 4. Interés
colectivo que igualmente implica algo intangible o impalpable, pues no hace
referencia expresa a algo que directamente nos perjudica, sino que esta clase de
derechos son de todos, es por ello que no se persigue con la referida acción una
indemnización de perjuicios como tal, sino que por el contrario es velar por la
satisfacción de proteger el interés general de la comunidad en relación con algún
asunto que pueda incidir con el diario vivir de la misma.

El legislador inicialmente contempló la posibilidad de otorgar un incentivo


económico a los actores de la acción popular, el cual tenía por finalidad propender
porque los particulares denunciaran conductas que evidentemente podrían generar
algún perjuicio a la comunidad en general, sin embargo, desde la expedición de la
Ley 1425 de 2010, el mismo fue derogado y por lo tanto el interés de continuar con
las demandas de acciones populares igualmente disminuyo en gran proporcionalidad.
Y es normal que ello hubiera ocurrido, toda vez que el incentivo económico era el
motor para que agentes externos se preocuparan por el cumplimiento de los derechos
32
Ley 472 de 5 de agosto de 1998, artículo 2, por la cual se desarrolla el artículo 88 de la constitución política de
Colombia en relación con el ejercicio de las acciones populares y de grupo y se dictan otras disposiciones (Diario
oficial No. 43357 de 5 de agosto de 1998.
33
Ídem, articulo 3.

24
colectivos, pues en plata blanca el trabajo debe ser reconocido y un abogado
difícilmente interpondrá una demanda de ese tipo sin la posibilidad de devengar un
sustento por ello.

No obstante lo anterior, hoy por hoy persisten algunos procesos judiciales de


acciones populares que se surten para buscar los fines previstos en la norma antes
mencionada, esto es, velar por los intereses colectivos. Sin embargo, la regla general
es que este tipo de procedimiento si bien es novedoso para la legislación de otros
países, en Colombia está dejando de ser utilizado dado el impacto económico que una
acción de estas presenta.

Así las cosas, nuevamente nos encontramos frente a la idea que las directrices
de un estado van encaminadas a mantener una inversión en su país, inversión que a su
turno se fomenta con el consumo de los productos que en el mismo se creen y en
parte alejar las posibles represiones sociales y tomas de control político, ya que a
menor fomento de acciones que pueden perjudicar a empresarios, mayores ingresos
se van a obtener y por ende más impuestos pagarán directamente. Situaciones estas
que sin lugar a dudas dejan a un lado la filosofía de las acciones populares.

Dicho esto, es evidente que el régimen de protección al consumidor


eventualmente se puede llegar a proteger por esta vía, como cuando un ciudadano o
una asociación de comerciantes evidencia que cierta actitud o manifestación de otro,
puede ir en contra de los consumidores. Libre competencia que indirectamente afecta
a los usuarios, pues de no haberse presentado la afectación, sencillamente los valores
de los productos hubieren sido diferentes. Aspectos estos que sin lugar a dudas
conllevan a que se deba hilar muy delegado en los supuestos de hecho, pero que no
impiden que los legitimados que se encuentran previstos en el artículo 12 de la Ley
472 de 1998 puedan iniciar la misma cuando consideren que una conducta atenta
contra los derechos colectivos enlistados.

Así mismo, es indispensable conocer que la suerte de la sentencia será una


obligación de hacer o no hacer para salvaguardar los derechos colectivos que se creen
vulnerados con un actuar, por lo que sus efectos serán para todo el mundo pues el
derecho que se protege es colectivo.

25
Por su parte, la acción de grupo tal como se indicó al principio de este
numeral, son aquellas que buscan un restablecimiento del derecho o indemnización,
por situaciones que son comunes uniformemente a un grupo colectivo de personas.
Acción esta que se funda estrictamente en la necesidad de buscar un reconocimiento y
pago de indemnización de un perjuicio causado a por lo menos un número plural de
personas, veinte (20) sujetos que cuenten con unas condiciones uniformes respecto de
una misma causa que originó el daño34.

Dicho lo anterior, es menester entender el artículo 48 del mismo


ordenamiento, el cual tiene por finalidad dar a conocer los titulares de la referida
acción, en la que se incluyen las personas naturales o jurídicas que hubieren sufrido
un perjuicio individual, esto es, una actividad que venga de una situación de consumo
pues el acápite que se escribe tiene relación con esa materia. Así mismo, la ley es
clara en contemplar la posibilidad para que defensores del pueblo y personeros
puedan iniciar la misma cuando un sujeto solicite o se encuentre en situación de
desamparo o indefensión.

En lo que respecta a las agrupaciones de consumidores, veo difícil que las


mismas puedan intervenir en un litigio como el descrito, pues las mismas no son
afectados por la situación y tampoco son apoderados de alguno de los afectados
directos, por lo tanto muy difícilmente se configura el presupuesto que demanda la
ley.

A su turno, debo llamar la atención de los efectos que el fallo genera a los
particulares que hacen parte de la generalidad de posibles afectados que se encuentren
en igual situación, pues el artículo 66 de la Ley 472 de 1998 contempla que los
efectos del fallo son de cosa juzgada, pero esa cosa juzgada se predica de quienes
fueron parte del proceso y de aquellos que perteneciendo al grupo interesado no
manifestaron oportuna y expresamente su decisión de excluirse del grupo. Por ello,
nos encontramos en un sistema como el norte americano que es incluyente a la
totalidad de los sujetos que se encuentren en esa misma situación. Fallo que será
aplicable a ellos salvo que de manera expresa se manifieste la excusión del grupo.

34
Ídem, artículo 46.

26
4.3 Consumidor y crisis económica.

Tal como se ha indicado a lo largo del presente escrito, es oportuno señalar


que el consumidor incide directamente en el comportamiento económico de cualquier
empresa del sector real, toda vez que estos sujetos son quienes movilizan la economía
de mercado. Lo anterior, teniendo en cuenta que en la medida que se brinden ciertas
opciones al consumidor de resguardar sus intereses de una manera categórica e
importante, este no dudará de continuar consumiendo, puesto que apreciará el interés
del estado en protegerlo ante alguna eventual situación conflictual.

Así las cosas, el responsable de cualquier eventual situación de desequilibrio


y/o recesión de un país, es el propio gobierno de turno, pues el mismo cuenta con los
instrumentos necesarios para que el consumidor no se sienta agobiado y preocupado
por las situaciones que se afronten. Lo anterior, teniendo en cuenta que en la medida
en que el estado sea más garantista con los consumidores, sencillamente estos
seguirán consumiendo si su capacidad económica se los permite. Situación que no
hace nada diferente a que sistema de producción no se detenga y por lo tanto no se
deba iniciar paralización de mercados que indefectiblemente repercutirán en el
despido colectivo de trabajadores.

La anterior teoría se sustenta bajo el supuesto que efectivamente los


consumidores prefieran adquirir productos locales o con mano de obra nacional, ya
que si se trata de producción cien por ciento internacional, no servirán las medidas de
protección del consumidor en el fomento de la economía local, ya que no se tienen
factores que permitan evidenciar que la protección de esa clase de consumidores
atraigan que el mercado local aumente su producción, pues por ser internacional, la
misma se encuentra fuera de la economía local.

Dicho lo anterior, si nos apartamos de la excepción antes planteada, se tiene


que la regla general es una sola, consistente en que en la medida en que se proteja al
consumidor, éste continuará confiando en el sistema y por ende seguirá consumiendo
los bienes o servicios que sean de su interés, por lo que ese consumo activará la
economía de la empresa productora del bien o servicio y generaría dinamismo a la
economía. Caso distinto es el que presupone una no protección real del consumidor,

27
que conllevaría a desincentivar el gasto de este, y por ende la demanda de bienes se
reduce, ocasionando un efecto inverso al esperado y por ende las economías en
cadena padecerán las consecuencias de la contracción económica.

5 NUEVAS TECNOLOGÍAS APLICADAS AL PROCESO CIVIL, EN


ESPECIAL EN EL ÁMBITO PROBATORIO.

Las nuevas tecnologías en el procedimiento civil colombiano han venido


desarrollándose desde la Ley 270 de 1996 o Ley Estatutaria de Administración de
Justicia, en la que se esgrimieron los primeros acercamientos para que el Consejo
Superior de la Judicatura incorporara al interior de los procedimientos, aspectos de
tecnología, lo cual fue reiterado por la Corte Constitucional en sentencia C-037/96
del cinco (5) de febrero del mismo año.

Dicho lo anterior, a partir de ese año empezaron a proferirse múltiples normas


destinadas a cumplir con el mandato legal y judicial de incorporar las tecnologías en
el proceso como tal. Por lo tanto, mediante la Ley 527 de 1999 (en delante de
Comercio Electrónico) se contempló la figura de la firma electrónica y la validez del
documento emitido por esta vía, a tal punto que el artículo décimo de la misma de
manera expresa adujo que los mensajes de datos son admisibles como prueba pues
revistes de fuerza obligatoria y probatoria, por tanto los mismos serán valorados
como un documento en físico.

Dicho lo anterior, la Ley de comercio electrónico igualmente brindó los


mecanismos para dar autenticidad a la misma, utilizando entonces a terceras personas
como entidades de certificación que avalen la utilización el mensaje de datos como
una manifestación de la voluntad de las partes, por cuanto dicha entidad utiliza una
clave publica y privada, sin las que no se puede encriptar el documento que se
pretende hacer valer en el proceso judicial. Lo anterior, sin perjuicio de las
presunciones con que cuenta el instrumento digital en el procedimiento.

Posteriormente el ente encargado de la organización de la administración de


justicia, reglamentó mediante el Acuerdo No. PSAA06-3334 del 2 de marzo de 2006
la utilización de medios electrónicos e informáticos en el cumplimiento de las

28
funciones de administración de justicia, entregando entonces la posibilidad a que los
jueces utilizaran medios tecnológicos como es el caso de un correo electrónico para
iniciar las notificaciones de las partes en el proceso, claro está, una vez se hubiera
entregado por cada una de ellas el respectivo correo electrónico, entre otros aspectos
que se pueden generar por la amplitud que da el principio de equivalencia funcional
que trae la Ley de Comercio Electrónico.

No obstante lo anterior, es importante citar algunos avances que el nuevo


Código General del Proceso ha contemplado respecto a la utilización de las nuevas
tecnologías, esto es, dinamizando el derecho para que el mismo sirva de respuesta a
las nuevas solicitudes de la comunidad, como por ejemplo: a) artículo 49 la
comunicación de nombramiento de auxiliar de justicia se puede hacer por correo
electrónico, b) poderes se pueden conferir electrónicamente, c) presentación de
memoriales, d) emisión de comunicaciones, entre otros.

Sumado a lo anterior, es oportuno señalar que la norma procedimental a la que


me he venido referenciando, no se cerró a la posibilidad que en el futuro próximo otro
tipo de actuaciones se realizara de manera digital, pues artículos como el 37
permitirían la comisión para la realización de pruebas, 89 presentar demanda digital,
122 formación y archivo de expedientes digitales, entre otros asuntos que son una
clara muestra del hacia donde vamos.

De otro lado, el legislador no ha sido ajeno a la implementación de las nuevas


tecnologías en el desarrollo del procedimiento como tal, puntualmente me refiero al
material probatorio que se pretendan hacer valer en el proceso. El articulo 171 del
Código General del Proceso contempla la obligatoriedad al juez de practicar la
totalidad de las pruebas, basado en el principio de inmediación que le asiste.
Disposición que prevé la posibilidad que si este no las puede practicar, deberá hacer
uso de mecanismos alternos como conferencias, teleconferencias o cualquier medio
de comunicación que garantice su practicidad.

Sumado a lo anterior, el juez juega un papel protagónico en la practica de


pruebas la inspección judicial, en la que se comprende un inspección realizada con
fotografías, videos y demás documentos que le permitan tener claridad de los hechos

29
que investiga, por lo tanto, tendrá amplias facultades para ejecutar la misma con la
implementación de las nuevas tecnologías, por citar un ejemplo.

Dicho lo anterior, es claro que el legislador contempla la posibilidad de


practicar pruebas con soportes tecnológicos, sin embargo guarda silencio respecto a la
manera de autenticar las mismas, salvo el proceso previsto en la Ley 527 de 1999
antes citada.

De igual manera el legislador ha entregado la facultad al juez de decretar de


oficio las pruebas que considere oportunas y necesarias para verificar algunos hechos
relacionados con el objeto del problema, por lo que este cuenta con plenas facultades
para hacerlo. Situación esta que es una nueva posibilidad de dar atribuciones legales a
un sujeto procesal para que en principio el mismo tome la mejor determinación para
fallar el caso, sin embargo, tales facultades tan amplias pueden ser utilizadas para que
proceso se transforme en uno inquisitivo donde únicamente el juez sea quien participe
del mismo, dejando a un lado a los extremos de la Litis.

6 TRATAMIENTO DE LAS MEDIDAS CAUTELARES.

Teniendo en cuenta la parte introductoria del presente documento de


investigación, en el que se contempló una línea de la historia general del
procedimiento civil en Colombia, es evidente recapitular que hoy en día nos
encontramos en un escenario en el que la norma vigente que rige cualquier
procedimiento civil es el Código General del Proceso, proferido mediante la Ley
1564 de 2012. Disposición esta que es clara en contemplar una serie de requisitos y
procedimientos que se adecuen a las necesidades que la comunidad requiere del orden
judicial, nuevamente con la finalidad de honrar los compromisos del estado de
brindar una tutela judicial efectiva que indirectamente se encuentra disfrazada en el
interés de ese estado de entregar instrumentos a la comunidad para que la misma se
sienta contenta y crea que sus derechos realmente se protegen, llegando a que esa
seguridad trascienda a que estos sigan consumiendo bienes y servicios.

Dicho lo anterior, es indispensable conocer la definición de medida cautelar,


concepto este que la Corte Constitucional no es nada diferente a los instrumentos con

30
los cuales el ordenamiento protege provisionalmente y mientras dura el proceso, la
integridad de un derecho35. Concepto este que nos permite aterrizar la idea de lo que
nos encontramos hablando, puesto que este proceso al interior del procedimiento bien
sea ordinario o ejecutivo, vela por una tutela judicial efectiva de los derechos que le
asisten a uno de los extremos de la Litis.

Dicho lo anterior, tenemos que las medidas cautelares al ser un proceso que
emana del principal, sencillamente no puede subsistir por si solo, comoquiera que su
finalidad es hacer cumplible el fallo de instancia que otorgó un derecho a la
contraparte o por el contrario para evitar que el proceso incurso se convierta en un
fallo que no se pueda hacer cumplir de manera adecuada. Lo anterior, teniendo en
cuenta factores objetivos y subjetivos pueden repercutir en la suerte del proceso per
se, tales como el tiempo que tarda el proceso judicial y las actuaciones que el extremo
pasivo pueda acometer para evitar que el fallo se cumpla de manera adecuada.

Dicho lo anterior, es apenas natural mencionar que la posibilidad de decretar


medidas cautelares para brindar garantía en un proceso, debe estar atada al
cumplimiento de ciertos presupuestos generales que para el caso en concreto de
Colombia no emanan de la ley misma sino del tratamiento jurisprudencial que de las
medidas cautelares se ha realizado. Por lo tanto, la Corte Constitucional en sentencia
SU-913/09 del 11 de diciembre de 2009, adujo que las medidas provisionales que
vienen de las medidas cautelares son los que el sistema español ha implementado, es
decir, i) el periculim in mora, y ii) el fumus boni iuris, presupuestos estos que deben
presentarse de manera concurrente para que se asegure la proporcionalidad y
congruencia de las medidas36.

Presupuestos en mención que implican lo siguiente “periculum in mora, tiene


que ver con el riesgo de que al no adoptarse la medida cautelar sobrevenga un
perjuicio o daño mayor del que se expone en la demanda, que de no precaverse,
transforme en tardío el fallo definitivo. Tiene igualmente que ver con un temor
fundado de que el derecho se frustre o sufra menoscabo durante la sustanciación del
proceso. El segundo, fumus boni iuris, aduce a un principio de veracidad en cuanto a
35
Corte Constitucional, sentencia C-379/04 del 27 de abril de 2004.
36
Corte Constitucional, sentencia SU-913 del 11 de diciembre de 2009.

31
la afectación del derecho invocado como fundamento de la pretensión principal” 37,
presupuestos que en otras palabras son la posibilidad de obtener un mayor riesgo
dado el paso del tiempo que demore el proceso para el primero, y que exista una
apariencia de un buen derecho para el segundo de ellos.

Visto lo anterior, estos presupuestos que reitero no se encuentran previstos en


el Código General del Proceso expresamente, sin embargo en el literal c del numeral
primero del artículo 590 se contempla que el juez debe advertir la amenaza y
vulneración del derecho que se pretende salvaguardar. Por lo tanto, resultan
necesarios y vinculantes para que el fallador de instancia tome una determinación
respecto a la solicitud que le presenten, pues de ellos se deriva la necesidad,
proporcionalidad, conducencia, pertinencia y necesidad de practicar las mismas, pues
recordemos que las medidas cautelares limitan al extremo pasivo de la acción de
alguno de sus derechos para que los mismos ayuden a garantizar el cumplimiento de
un fallo determinado.

Así las cosas, los jueces de la república deben fundar las determinaciones que
se les presenten respecto a la solicitud de medidas cautelares en principios que
gobiernan dicha solicitud, los cuales para el caso colombiano se predican de los que
fueron analizados al inicio del presente documento, y que el legislador recoge de
manera discreta en el literal c del numeral primero del artículo 590 del Código
General del Proceso. Haciendo énfasis en el principio de eficacia, el cual emana de
una responsabilidad de la administración de justicio para brindar a los ciudadanos una
adecuada administración de justicia en la que se permita el desarrollo de la igualdad
procesal38. Así mismo, la Corte Constitucional ha contemplado que los instrumentos
cautelares pueden afectar el derecho de defensa y debido proceso, ambos derechos
fundamentales, y por lo tanto estos deben ser respetados por el operador jurídico a
efectos de evitar condenas en un juicio que vulnere los derechos y principios
enunciados en el segundo y tercer aparte de este documento.

El Código General del Proceso antes enunciado, recoge las medidas cautelares
que se pueden solicitar por las partes, las cuales se encuentran previstas en el artículo
37
Ibídem.
38
Corte Constitucional, sentencia C-379/04 del 27… Op cit.

32
590, tales como: i) inscripción de la demanda sobe bienes sujetos a registro, ii)
inscripción de la demanda en otros procesos, iii) embargos, iv) secuestros, v) causales
innominadas, entre otras. Otorgando entonces no solo al juez sino que a las partes
para que empiecen a crear situaciones y/o posibles medidas que se aterricen a los
requerimientos del proceso y sean eficaces para salvaguardar el cumplimiento del
posible fallo de instancia. Innominación esta que se encuentra prevista en el literal c
del numeral primero del artículo 590 del mismo ordenamiento, donde el legislador
entrega la facultad al juez para que aquel decrete o cree cualquier medida que
encuentre razonable para la protección del derecho objeto del litigio.

Innominación a la que nos referimos indefectiblemente se presta para


cualquier tipo de arbitrariedad por parte del juez, llevando entonces a que el mismo
cuente con amplias facultades en la ordenación y practica de una medida cautelar,
pues simplemente aquel podrá crear a su arbitrio la que considere aplicable al caso en
concreto, pues el legislador únicamente dispuso de la limitación de la razonabilidad y
dicho concepto es tan amplio que se torna en algo indefinido. No obstante, en las
líneas que siguen del mismo aparte legal, se puede encontrar que el legislador impone
otros limites a esa facultad que le otorga la ley al juez, en el sentido de tener que
tomar su decisión conforme a los principios antes enunciados.

De otro lado, la posibilidad de solicitar medidas cautelares en un proceso


judicial ordinario o ejecutivo, trae consigo ciertas características que otorgan al juez
un rol más activo y en casos inquisitivo, pues las facultades entregadas en eventos
puede rayar con la extralimitación de sus funciones, tal como es el caso de poder
aplicar medidas cautelares innominadas, donde no se tiene certeza de lo que es, ya
que simplemente puede crear lo que se imagine siempre que él considere que es
razonable para garantizar los derechos solicitados39.

Adicionalmente el juez local, cuenta con la potestad de modificar las medidas


cautelares que le hayan sido solicitadas cuando considere que las requeridas son
gravosas para el otro extremo de la Litis, e igualmente contempla la posibilidad de
determinar la duración de esta, en el sentido de llegar hasta modificar la medida
39
TRUJILLO LONDOÑO, F, J.: “Las medidas cautelares en el contexto del código general del proceso
colombiano”, Criterio jurídico garantista, No. 11, 2014, Pág 179.

33
cautelar oficiosamente. No obstante, también cuenta con ciertas limitaciones que no
le permiten desarrollar el procedimiento como este lo pretenda, ya que el juez no
puede arbitrariamente adoptar medidas cautelares que en un principio negó, pues se
tornaría en una situación de nunca acabar.

Por lo anteriormente mencionado, tenemos que el juez colombiano cuenta con


un amplio margen de acción al interior de un procedimiento civil, o al menos en lo
que respecta al decreto y practica de las pruebas, pues el literal c del numeral primero
del artículo 590 es claro en otorgar tales facultades al juez, las cuales en principio se
encuentran limitadas, pero a la hora de la verdad estas son un primer acercamiento al
modelo inquisitivo, donde las partes casi no tenían un rol en el proceso, sino que el
mismo se trasladaba al juez.

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