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DE LOS ENFERMOS
• Hay otro tipo de parroquias en las que se dan ciertos signos de vitalidad: están
caminando y luchan por organizarse.
ACCION SOCIAL
Cuando hablamos de cuidar a los enfermos, no queremos decir que únicamente hay que
brindar una protección simple sino más bien queremos dar a comprender que este cuido debe
de ser visto desde una perspectiva más humana, de un mayor contacto físico y espiritual
garantizado por los equipos que destinan su servicio invirtiendo tiempo y esfuerzo para que
se desarrolle en todo el medio la búsqueda del bien común de la sociedad como lo expresa la
doctrina social de la Iglesia que a su vez propone el principio de la subsidiariedad y, en este
caso preciso a los más necesitados, por lo que le compete al ministerio acción social
promueve los valores humanos y la dignidad de las personas dentro de la sociedad que en
muchas ocasiones margina a una parte de ella y deshumanizándola por completo.
Dicho esto, partimos de la misma experiencia de los agentes de la pastoral social, sus
agentes a nivel parroquial procuran responder con ayuda de los demás fieles a las diversas
necesidades de los fieles, respondiendo a lo que la misma Doctrina Social de la Iglesia
propone: “la Iglesia quiere ofrecer una contribución de verdad a la cuestión del lugar que
ocupa el hombre en la naturaleza y en la sociedad, escrutada por las sociedades y la cultura,
en la que se expresa la sabiduría de la sociedad” (DSI. 14), esto mediante la guía del Espíritu
Santo que guía y empuja la obra de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la
verdad.
El ministerio de oración por los enfermos dentro del Sistema Integral de la Nueva
Evangelización (SINE), realiza su labor de acercamiento entre los mismos fieles que
comprometidos y dispuestos a realizar una prolongación de la acción salvadora de Cristo
quien en su ministerio enseño que le lugar privilegiado para la instauración del reino son los
pobres y enfermos, continua su acción con la colaboración de personas fieles cristianos que
acercan a la persona postrada por su enfermedad hacia los misterios de la salvación median
te oración momento en el cual se llevan a realización las palabras de Jesús “oren sin
desfallecer” de igual manera las palabras dichas por el apóstol Santiago “si hay alguien
enfermo llame a los presbíteros de la Iglesia para que le unjan con aceite y le impongan las
manos” palabras que ayudan al caminar de los fieles portadores de la gracia y cercanía de la
Iglesia como tal a los más desprotegidos.
Por ello, los hermanos de este ministerio son personas capases de elevar el espíritu de
aquellas personas en necesidades precarias, complementan la acción realizada por el
ministerio de acción social, quienes ven y actúan conforme a las necesidades básicas de los
fieles; la acción realizada por los del ministerio de oración por los enfermos sostiene y
alimenta a los hermanos en su lecho de enfermedad y dan solides a lo ya instituido por el
ministerio anterior, dando así mayor credibilidad a lo que se establece en la ley que Jesús
pide que cada cristiano viva y realice con coherencia y tenacidad.
Estos ministerios por su razón de ser y su arge se complementan entre sí, el ministerio
de oración por los enfermos contribuye a la preparación de los enfermos para que estos se
dispongan a un encuentro más pleno con lo sagrado, es decir, que la oración tiende a
contribuir a la elevación del alma y dispone a la persona a la búsqueda de lo sagrado no
solamente ellos como tal sino que también ayudan a la familia en sus necesidades de la
enfermedad del alma, podríamos pensar en la aridez en la fe, que afecta a muchas personas
que son afectadas por la enfermedad que padece algún familiar o amigo.
Estos ministerios deben de trabajar muy de la mano dado que deben de preparar a los
enfermos para la celebración de los sacramentos: unción de los enfermos y confesión de los
pecados; dos sacramentos que son administrados únicamente por el sacerdote quien por su
consagración realiza la acción de Cristo salvador.
Los sacramentos son los gestos en los que la parroquia ofrece al enfermo, de manera
culminante, la gracia salvadora y sanadora de Cristo. De ahí la necesidad de renovar la
celebración digna de los "sacramentos de los enfermos" buscando el momento adecuado,
suscitando la participación activa del enfermo, la familia y la parroquia, cuidando la riqueza
expresiva de cada sacramento, fomentando en lo posible la celebración comunitaria.
Hay que tomar en cuenta lo siguiente en la vida del enfermo que se atiende:
Por lo que, la Iglesia mediante el trabajo que realizan estos diferentes ministerios deben
de mostrar el vínculo que une a toda la comunidad eclesial y mostrarse como garante de
transmisión de gracia.
Jesús es el gran sacramento de Dios, sacramento sanante que trae la salvación de Dios
bajo la forma de salud y que revela a Dios como amigo de la vida y sanador del ser humano:
"Yo soy Yahvé, el que te sana" (Ex. 15,26)
De Cristo dicen las Escrituras que "pasó haciendo el bien y sanando a todos los
oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con El" (Hch. 10,38). Dicen también que "tomó
nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mt 8, 17).
"¿Enferma alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia para que oren por
él, ungiéndole con óleo en nombre del Señor. La oración de la fe salvará al enfermo, y el
Señor le restablecerá" (Sant 5,14-15)
La Unción con el óleo es una acción simbólica que expresa la solicitud de la comunidad
cristiana para con los enfermos y también los cuidados sanitarios, la lucha contra la
enfermedad, la atención y el cariño de la familia y del personal asistencial para sostener y
ayudar al enfermo. "La Unción no es ajena al personal sanitario y asistencial, pues es la
expresión del sentido cristiano del esfuerzo técnico" (RITUAL UNCIÓN 67)
La Eucaristía celebrada por una comunidad que recuerda a los enfermos, se preocupa
por su salud, ora por ellos y les envía la Comunión, es signo eficaz de la fe, la esperanza y el
amor que curan y salvan.
Llevar la Comunión a los enfermos es una de las prácticas más antiguas de la Iglesia.
Es un gesto de fe que manifiesta el vínculo de unión y solidaridad entre la comunidad
cristiana y los miembros ausentes que no pueden asistir a la asamblea eucarística. Un
miembro de ésta -el sacerdote o el ministro extraordinario de la comunión- les lleva la Palabra
y del Pan de Vida compartidos en la asamblea. De este modo, los enfermos son alimentados
en su fe y permanecen unidos a la comunidad.