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Soren Kierkegaard:
Tábano Danés
Una de las preguntas que más recibo es, "¿Qué es el existencialismo?" Cuando muy
fácilmente respondo, "El existencialismo es una filosofía de la existencia," me
encuentro con miradas confusas y ojos en blanco. Y con justa razón. Definir el
existencialismo como una filosofía de la existencia realmente no ayuda mucho. El
término existencialismo ha sido tan sobre utilizado en nuestra cultura que Jean-Paul
Sartre se quejó de que ya no tenía sentido alguno.
Nuestra cultura refleja una forma peculiar del secularismo. Con frecuencia al decir
secular queremos dar a entender "todo lo que hay por fuera de los linderos de la
iglesia." Pero cuando adicionamos el sufijo ismo, el término secular adquiere un
significado mucho más radical.
En la antigüedad, el latín manejaba por lo menos dos palabras que pueden ser
traducidas "mundo": mundus y saeculum. Mundus se refiere especificamente a las
dimensiones físicas o aspectos espaciales de este planeta. De mundus derivamos la
palabra mundano. Recordamos el epitafio de Atanasio: "Athanasius contra
mundum," "Atanasio contra el mundo." En latín saeculum se refiere a la dimensión
temporal de este mundo, el "ahora" de "aquí y ahora"(hic et nunc).
En categorías modernas del secularismo, la idea central es que este mundo temporal
es todo lo que hay. No existe ningún ámbito trascendente o eternal. Estamos
encerrados dentro de este tiempo y no podemos escapar. Solo jugamos una vez. En
términos kantianos, el secularista vive únicamente en referencia al ámbito
fenomenal; todo acceso al noumenal está bloqueado.
Una razón por la que la filosofía existencial ha tenido tan dramático y rápido
impacto sobre la cultura moderna es que ha eliminado, en muchos aspectos, al
intermediario. El intermediario que típicamente traduce la filosofía abstracta y
técnica para el pueblo es el artista. No es ningún accidente que la historia del arte, la
música, y el drama sigue los pasos de la historia de la filosofía. El artista recoge
nuevas ideas filosóficas, las emplea, y las comunica como parte de un movimiento
artístico particular.
Así como a Sócrates fue "el tábano de Atenas," Soren Kierkegaard se ganó el apodo
"el tábano Danés." A Kierkegaard, popularmente conocido como el padre del
existencialismo moderno, se le acredita el haber acuñado el término
existencialismo.
En muchos aspectos, Kierkegaard fue una figura trágica. Su padre sedujo a una
joven sirvienta poco antes de la muerte de su esposa. Después se casó con ella y
tuvieron siete hijos, de los cuales Soren fue el menor, nacido en 1813. Agobiado por
el sentido de culpabilidad que le producía su vida pecaminosa, el padre de Soren le
impuso a sus hijos un riguroso entrenamiento religioso.
El joven adulto, Soren, era amante de la buena vida, notado por ser buen
conversador. Como resultado de una crisis rompió su compromiso de matrimonio
con su amada Regina y escribió su primer libro, Y/O.xxviii En este libro expresa la
encrucijada que le enfrentaba: retroceder a una vida de libertinaje sensual o
perseguir apasionadamente la integridad espiritual.
Primero está la etapa estética, caracterizada por el hecho de que uno vive la vida
como espectador. El espectador participa de la vida social y puede disertar
brillantemente sobre las artes pero es incapaz de ser abierto en las relaciones
humanas y tampoco puede dirigirse a sí mismo. Es principalmente un observador y
no un hacedor o actor. Kierkegaard define esto como una condición de impotencia
espiritual que lleva al pecado y al desespero personal. La persona se resigna a que
el significado de la vida misma lo dicten los eventos externos. Busca en los
entretenimientos satisfacción y escape del tedio de la vida. En un sentido la etapa
estética es una forma de hedonismo, en el cual la vida consiste de experiencias
emocionales y sensuales.
ETAPA ÉTICA
Percibe principios
morales, experimenta
culpabilidad
Decisión
Existencial
ETAPA ESTÉTICA
Persigue la
sensualidad
Temor y Temblor
La pregunta existencial más urgente que tiene Kierkegaard es cómo vivir como
cristiano. El ejemplo más claro que él encuentra de la verdadera fe es el del
patriarca Abraham. En Temor y Temblorxxix Kierkegaard considera la lucha de
Abraham para obedecer el inconcebible mandato de Dios de matar a su hijo Isaac
(Ge. 22). El dolor que Abraham soporta al decidir obedecer a Dios tiene un parecido
con el dolor de Kierkegaard al renunciar su amor por Regina.
En Temor y Temblor Kierkegaard regresa vez tras vez a la narración que declara, "Y
Abraham se levantó muy de mañana..." (Ge. 22:3). A Kierkegaard lo impacientan
los intérpretes que creen que Abraham es un santo que diligentemente se levanta a
cumplir con su deber. El Abraham de Kierkegaard da vueltas toda la noche en la
cama en la más amarga angustia, luchando en lo más profundo de su ser con el
mandato y cuestionando si realmente será de Dios. Abraham vivió antes de que
Dios le hubiera dado a Moisés el Decálogo en el Sinaí, en el que iba incluido el
mandamiento, "No matarás." Pero claramente Abraham tiene la ley moral escrita en
su corazón y no logra asimilar la dialéctica (el conflicto) que tiene frente a él.
La amada esposa de Martín Lutero le dijo una vez a su esposo que ella no podía
creer la historia de Abraham e Isaac porque Dios nunca trataría así a un hijo. "Pero
Kati," respondió Lutero, "él sí trató a su hijo así."
Abraham obedeció a Dios en un apasionado acto de fe. Fue más allá de la etapa
ética a la etapa religiosa al actuar con base en la confianza que tenía en su relación
personal con Dios. Una vida marcada por el riesgo incluye verdadero temor y
temblor, terror y ansiedad.
Un Ataque a la Cristiandad
Kierkegaard sí declara que "La verdad es subjetividad." Esto implica más que el que
la verdad tenga un elemento subjetivo: Sugiere un rechazo de plano a la verdad
objetiva.
Lo que está en juego con la perspectiva que tiene Kierkegaard de la verdad como
subjetividad no es menos que la perspectiva clásica cristiana de la historicidad
objetiva. El cristianismo bíblico está ligado a la historia real. El cristianismo afirma
eventos cruciales que en realidad sucedieron, objetivamente, en el cumplimiento del
tiempo. Si al cristianismo se le extrae la historia, se desploma.
Pero esto obliga la pregunta, "Si un hombre adora a Satanás con pasión interna,
¿esto lo hace cristiano?" Me resulta difícil imaginar que esto sea lo Kierkegaard
quiere dar a entender, y sin embargo, sin duda a veces pareciera ser lo que afirma.
"Una incertidumbre objetiva, a la cual se aferra mediante apropiación con la más
apasionada interioridad," dice en Conclusión: Una Coletilla No Científica, "es la
verdad, la verdad más alta que hay para determinado individuo." xxxiii Si fuéramos a
aplicar esta tesis al mundo de filosofías rivales, concluiríamos que un celo
apasionado por la filosofía de Hegel hace que la filosofía de Hegel sea cierta y la de
Kierkegaard, falsa.
Si hay una palabra que capta el Zeitgeist de la Europa del siglo diecinueve, es
evolución. La idea de la evolución no estaba limitada al campo de la biología sino
que era parte integral de varias filosofías de la historia que comenzaban a aparecer,
tales como las de Hegel y Marx, y del "darwinsimo social" de Herbert Spencer.
Algunos han llamado a Nietzsche "el filósofo de la evolución." Él mismo rechazaba
gran parte del pensamiento de Darwin, pero, con todo y eso, fue fuertemente
influenciado por él. Nietzsche extendió la hipótesis evolucionaria más allá del
desarrollo físico de los animales, haciendo que la religión, la filosofía, y la lógica
también fueran productos de la evolución. Sin embargo, desafió la idea de que la
humanidad estuviera encerrada en un espiral de progreso ascendiente. La evolución,
para Nietzsche, no ocurre de acuerdo a algún plan teleológico (que involucra un
remanente de la idea de Dios); es caótica y, especialmente en el caso de los
humanos, no siempre favorece el avance de los organismos superiores. Muchas
veces, al contrario, lo frustra.
La Voluntad al Poder
La Moralidad de La Manada
Nietzsche distingue entre "la moralidad de la manada" y "la moralidad del amo." El
primero, también llamado la moralidad del esclavo, es la moralidad de quienes
anhelan seguridad. Se origina en los elementos más bajos y humildes de la
sociedad--los débiles, los oprimidos, y aquellos a quienes les falta confianza. Eleva
las "virtudes" que ayudan a aliviar el dolor y la aflicción: la compasión, la
paciencia, la bondad, la humildad, y así sucesivamente (estas cualidades suenan
como lo que en Gálatas 5 es descrito como el fruto del Espíritu Santo).
Por ejemplo, el cristianismo aboga por el amor a los enemigos, mientras que la
naturaleza requiere que odiemos a nuestros enemigos ya que son obstáculos para
nuestra voluntad individual al poder. De tal manera, el cristianismo diluye la energía
vital de hombres fuertes al trastornar sus instintos biológicos naturales. Estos
hombres terminan emasculados al meter a "Dios" en la ecuación. El cristianismo
logra provocar odio hacia el mundo y las cosas terrenales.
Al hacer un llamado a reevaluar la moral, Nietzsche no está pidiendo un nuevo
sistema de moralidad basado en normas absolutas; él rechaza todo sistema de este
corte. Más bien, llama a la rebelión en contra de la arraigada moralidad de la
manada; llama a desenmascararla y poner de manifiesto su hipocresía. Debe
manifestarse que lo que la moralidad de la manada llama "bueno" no es virtud
verdadera sino un mero disfraz para la debilidad. La vida es la voluntad al poder y
nada más. El hombre tiene que estar libre para ejercitar su propia naturaleza.
El Superman
Nietzche argumenta que si la evolución tenía una meta, por cierto ya hubiera sido
reciclada. El tiempo es infinito, y causa la constante recurrencia de los estados
mundiales. La revolución francesa volverá a pasar vez tras vez, siempre
produciendo una figura como la de Napoleón. El mundo real es un mar sin fin de
llegar a ser. La única tendencia general aparente es la manifestación de la voluntad
al poder.
La "Lógica" de Nietzsche
Cuando reto a tales pseudo-filósofos de esta manera, responden que no necesitan ser
ni consecuentes ni racionales debido a que la realidad y la verdad no son ni
consecuentes ni racionales. De hecho, esta sería una defensa "racional" de la
irracionalidad. Pero buscar justificar la irracionalidad utilizando medios racionales
es darse por derrotado sin haber siquiera empezado ya que es emplear las mismas
normas que se quiere desvirtuar. Es el caso clásico de querer su pan y su pedazo.
Identificarse como irracional permite al pensador ser tan desordenado como quiera
sin tener que exponerse a una crítica sobria. Si le señalamos inconsecuencia,
contradicción o error, el puede responder, "Pues claro, ya les dije que mi posición
era absurda."
Uno se pregunta qué haría Zeno de Elea con tales pensadores. Su técnica favorita,
el argumento reductio ad absurdum, haría corto circuito. ¿Cómo reduce uno a lo
absurdo algo que de entrada ya es absurdo? ¡Sería un monumental desperdicio de
tiempo! Cuando entro a debatir con alguien que se identifica con la irracionalidad
desde un comienzo, no veo la necesidad de refutarlo; él ya lo hecho por mí. Le
devuelvo el micrófono y de buena manera le pido que me vuelva a plantear su
posición, pero esta vez más duro. Si declara que su alternativa al teísmo es absurda,
ha hecho todo lo que yo hubiera podido desear lograr con mis argumentos a favor
del teísmo. La única táctica que me queda es la de ridiculizar. Debemos reírnos
(aunque llorando) de aquellos puntos de vista cuyos mismos partidarios los declaran
absurdos.
Figura 12.1
Espectro de Puntos de Vista Filosóficos
Teismo Nihilismo
Posiciones Intermedias
(p.ej., el humanismo híbrido)
Edmund Husserl
Martin Heidegger
El hombre auténtico hace las paces con la amenaza de llegar a ser nada. Sabe que
no puede escapar sus limitaciones, mayormente las de su temporalidad y su finitud.
El hombre las domina por pura fuerza de voluntad. Busca llegar al máximo de su
pontencial. Se le enfrenta cada momento al no ser nada, viviendo como si estuviera
adelantándose a sí mismo. Logra encarar el futuro al hacerse plenamente
responsable de su pasado. Decide aceptar el pasado y enfrentar su destino con
intencionalidad.
Jean-Paul Sartre
El producido literario de Sartre incluye dramas tales como Las Moscas y Sin
Salida.xxxviii Su más prodigiosa obra filosófica fue Ser y La Nada,xxxix publicada en
1943.
Ya que Sartre cree que no hay Dios, cree que no hay una idea previa para los seres
humanos-- ningún diseño o propósito para ellos. No hay esencia o naturaleza
humana a la cual corresponde o se conforma cada individuo humano.
La Libertad y la Responsabilidad
Para Sartre no es tanto el que el hombre tenga libertad como el que la existencia
humana sea libertad. Su idea de la libertad abarca la idea de la autonomía moral. El
hombre no está sujeto a las reglas objetivas. No hay normas que gobiernen su
comportamiento. Sartre insiste en tal autonomía como consecuencia de su ateísmo.
Como Heidegger, Sartre habla del sentido humano de estar abandonado en el
universo. Como consecuencia de la ansiedad que esto produce, el hombre es, por así
decirlo, "forzado" a ser libre. El hombre debe escoger por sí mismo en qué se
convertirá.
El hombre está en la situación que Sartre describe en su drama Las Moscas, la cual
sigue el esquema de la historia del asesinato de Agamemnon a manos de su esposa
Clytemnestra, y del plan de Orestes, su hijo, de matar a Clytemnestra en venganza
por la muerte de su padre. Al verse abandonado, Orestes asesina a su madre, no
tanto para vengar a su padre como para darle contenido a su propia vida. "...no
quedaba nada en el cielo, ningún bien ni mal, ni nadie que me diese órdenes...Pues
yo...soy un hombre, y todo hombre tiene que buscarse su propio camino."xl
Para Sartre, la libertad es la libertad de la moralidad. La libertad tiene que abrazar lo
repugnante. Hay un punto en el que Sartre describe al hombre como una "pasión
inútil." Esta descripción identifica dos aspectos diferentes de la existencia humana.
Primero, el hombre es un ser que siente y que se preocupa. Es apasionado.
Normalmente asociamos la pasión con alguna meta (tenemos una pasión por algo),
pero (segundo) la pasión del hombre es "inútil." Es vana y sin sentido. Y entre más
veo que mis preocupaciones y sentimientos son vanos, más grande es mi sensación
de futilidad.
Durante mis diás en el seminario caminaba un sábado por la noche por un sector de
la ciudad de Pittsburgh que se llama "East Liberty." Al pasar por en frente de una
joyería, un hombre explotó corriendo por la puerta y se estrelló conmigo. Para
evitar que alguno de los dos terminara en el suelo, lo agarré. Así agarrado me miró
sumisamente y dijo, "Me rindo." En ese momento una señora salió corriendo del
almacén gritando, "¡Alto! ¡Ladrón!" El hombre, sin arma, acababa de asaltar la
joyería. Esperó calmadamente mientras la policía llegaba para llevárselo. El día
siguiente me encontré con uno de los oficiales que se lo había llevado y le pregunté
sobre el hombre a quien yo había "capturado." El oficial me explicó que el ladrón
había sido puesto en libertad apenas el día anterior y no había querido irse. Cometió
un nuevo crimen dándose mañas para asegurar ser "capturado," y así poder regresar
a la seguridad y protección de su celda. En la cárcel le daban sus tres comidad
diarias y una cama en la cual dormir. Este era un hombre que no se atrevía a ser
libre. No podía con la ansiedad que acompaña la libertad. Era el perfecto "hombre
inauténtico."
De aquí, con dar un pequeño paso, llegamos al sagaz consejo del gran filósofo
norteaméricano, Yogi Berra: "Si llegas a un cruce en el camino, síguelo."
¿A qué costo la libertad? El hombre, sin apoyo y sin ayuda, está condenado a todo
momento a inventarse al hombre. Semejante a la "regla de oro" del imperativo
categórico de Emmanuel Kant está el principio de Sartre: Cuando un hombre elige,
o toma una decisión, actúa no solo por sí mismo sino también por todos los
hombres. Es responsable no solo por su propia individualidad sino también por toda
la humanidad.
Esto parece contradecir todo lo demás que Sartre dice en cuanto a la existencia.
Probablemente lo haga. Ahora al individuo se le da la responsabilidad, y por lo
tanto la abilidad, de determinar no solo su esencia sino también la esencia de todos
los demás. Pero esto roba a los demás de la libertad de crear sus propias esencias.
En este punto el individuo que elige actúa de manera muy parecida a Dios quien por
su voluntad le impone la esencia a otros.
La Libertad y Dios
Sartre declara que no se siente satisfecho con su conclusión de que Dios no existe.
Dice que no le gusta la idea de enfrentar la vida sin el apoyo divino. Critica
duramente a los filósofos quienes, mientras niegan la existencia de Dios, mantienen
que debe haber normas esenciales de verdad, honestidad, justicia, bondad, y así por
el estilo. Toma en serio el pronunciamiento de Fyodor Dostoyevsky, "Si Dios no
existe, todo es permitido."
Sartre argumenta que la existencia de Dios y la libertad del hombre son categorías
mutuamente exclusivas. Si Dios existe, el hombre no puede ser libre. Es decir, si
Dios crea la esencia del hombre y gobierna su existencia, el hombre no puede ser
realmente libre. La libertad no es libertad verdadera si no es absoluta. Cualquier
cosa menor que la autonomía no es verdadera libertad. La idea de una "libertad
limitada" es contradictoria.
La muy sutil pregunta que la serpiente utiliza para seducir a Eva sugiere que, si hay
una restricción, un límite impuesto a la libertad humana, entonces el hombre no es
verdaderamente libre. Es como el niño que, después de haber recibido diez "sí" de
sus padres recibe un "no" y responde protestando, "¡Ustedes nunca me dejan hacer
nada!"
Sartre tiene razón: La autonomía humana es incompatible con la idea de Dios. Pero
la pregunta no desaparece: Para ser libre ¿es necesario que la persona sea
completamente autónoma?
Uno de los argumentos más fascinantes y singulares de Sartre en contra de la
existencia de Dios tiene que ver con la subjetividad del hombre. Recuerde que la
principal premisa de la filosofía existencial de Sartre es: El hombre es sujeto, no
objeto. Sartre cree que esta subjetividad quedaría destruida si llegase a haber un
Dios. En Ser y la Nada Sartre dedica una sección a lo que él llama "la Mirada." xlii
Describe lo que sucede cuando a las personas les toca someterse a la mirada de los
demás. Bajo esa mirada fija de otra persona, yo soy reducido al nivel de un objeto.
Es apropiado que las personas pasen largos ratos observando las obras de arte en un
museo, o los micos en el zoológico. Pero no es aceptable que uno, al andar por la
calle, se quede mirando a otra persona por más de uno o dos segundos.
Interpretamos una mirada fija como un acto hostil.
Sartre musita en cuanto a estar sentado a una mesa en un café sobre la Orilla
Izquierda en Paris, sintiendo que la mirada de alguien le penetra la espalda. (Debido
a su fama, sin duda tuvo que soportar la falta de educación de personas que lo
señalaban y hablaban entre sí de él cuando lo veían en sitios públicos.) Ser reducido
así a un objeto crea lo que él llama "auto-conciencia existencial" y la destrucción de
la subjetividad.
A Puerta Cerrada
Según el filósofo Wilhelmus Luijpen, Sartre insiste que la moralidad hace imposible
la existencia de Dios; la verdad es que la moralidad de Sartre obliga a la negación
de la existencia de Dios.
Tabla 13.1
Ocho Hombres Que Cambiaron el Mundo