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COLECCION DE
TEXTOS Y TEMAS PSICOLOGICOS

62

LA MUJER
SIN CUALIDAD
Resumen
psicoanalítico de la feminidad
TEXTOS Y TEMAS PSICOLOGICOS Annie Anzieu
l. JOSEPH NUTTIN.-Psicoanálisis y concepción del hombre.
2. J. J. EEYSENCK.-Usos y abusos de la Psicología.
3. MARIANO YELA. - l.a técnica del A11álisis factorial
4. MARIE PARMENTIER-BELOUX.- Manual de Médico de Orientación Profesional.
5. FRANZ ALEXANDER y HUGO STAUB.-El deli11cuente y sus jueces, desde el punto de vista psicoanalítico.
6. O. L. ZANGWILL.-lntroducción a la Psicologla Moderna.
7. LEE J. CRONBATCH.-Fundamentos de la exploración psicológica.
8. M. ROCHE.-El hombre al volante.
9. DAVID KRECH, RICHARD s. CRUTCHFIELD y EGERTON L. BALLACHEY.-Psicología social
10. A. ALVAREZ VILLAR. -Psicología de los Pueblos Primitivos.
11. A. ALVAREZ VILLAR. - Sexo y Cultura.
12. L. SZONDl.-Tratado del diagnóstico experimental de los instintos.
13. JUAN A. PORTUONDO. -El psicodiagnóstico de Rorschach en psicología clínica.
LA MUJER
14. JUAN A. PORTUONDO. - Tabla de respuestas para calificar el psicodiagnóstico de Rorschach.
15. JUAN A. PORTUONDO.-Cuatro técnicas en el test de apercepción temática y la Autobiografía como técnica
proyectiva.
SIN CUALIDAD
16. JUAN A. PORTUONDO.- &cala de Weschsler-Bellevue. (Su enfoque clínico.)
17. JUAN A. PORTUONDO.- Test proyectivo de Karen Machover. (La figura humana.)
18. JUAN A. PORTUONDO.-El test sociométrico.
19. JUAN A. PORTUONDO.- los test de formación de conceptos en psicología clínica.
Resumen
20. WOLFGANG KOHLER.-Psicologfa de la forma.
21 . JUAN A. PORTUONDO.-Psicoterapia de grupo y psicodrama.
psicoanalítico de la feminidad
22. JUAN A. PORTUONDO.-lntroducción al psicoa11álisis.
23. CARMELO MONEDERO.-Psicología evolutiva. (Segunda edición.)
24. JUAN A. PORTUONDO.- El psicodianóstico de Rorschach y la esquizofrenia.
25. JUAN A. PORTUONDO.- lnterpretación psicoanalítica del psicodiag11óstico de Rorschach.
26. JUAN A. PORTUONDO.- El Rorschach psicoanalítico. Versión castellana
27. CARMELO MONEDERO. - Psicopatología general
28. JUAN A. PORTUONDO.- Test proyectivo de Karen Machover, tomo 11. Sofía Vidaurrazaga Zimmermann
29. A. ALVAREZ YILLAR. - Psicología del Arte.
30. JUAN A. PORTUONDO.- Hipnoterapia. (Teoría y práctica.)
31. JUAN A. PORTUONDO.- Zonas clásicas y zonas especiales del test de Rorschach.
32. A. ALVAREZ VILLAR.- Manual de psicología experimental (Metodología.)
33. JOHN N. ROSEN, M. D. - Psicoanálisis directo. (Tratamiento de la psicosis sin medicamentos.)
34. L. SZONDl. - Caín y el cainismo e11 fa Historia Universal.
35. CARMELO MONEDERO.- l.a ma11ía. (Una psicopatología de la alergia).
36. JUAN A. PORTUONDO.- Adaptación de folletos para evaluar el Rorschach.
37. JOHN N. ROSEN, M. D.-Psicoanálisis directo.
38. PIER BOUR.-El psicodrama y la vida.
39. CARMELO MONEDERO. - lntroducción a fa psicopatologfa.
40. JOHN N. ROSEN, M. D.-Psiquiatrfa psicoanalítica directa.

~J~
41. JUAN A. PORTUONDO.- Psicoterapia (Tomo 1).
42. JUAN A. PORTUONDO.- Psicoterapia (Tomo 11).
43. JUAN A. PORTUONDO.-Psicoterapia (Tomo 111).

~ ~- PT \::gJ
44. JUAN A. PORTUONDO.- Psicoterapia (Tomo IV).
45. MIGUEL ÜSCAR MENASSA.-El oficio de morir.
46. JAIME ICHO KOZAK .- Transferencia y sentido en psicoanálisis.
47. P. C. RACAMIER.-los esquizofrénicos.
48. JAVIER PARRA.- De la hipnosis a la sofrología.
49. CARMELO MONEDERO.-l.a historia clínica en psicología infantil
50. JUAN A. PORTUONDO.- Psicopatología en psicología c/lnica.
51. CARMEN ÜURO.-l.as razones de una locura.
52. CARMELO MONEDERO.- Psicología Evolutiva del ciclo vital
53. DIDIER ANZIEU.-El grupo y el inconsciente.
54. JOSÉ LORENZO GONZÁLEZ.- Psicología de la personalidad.
55. DIDIER ANZIEU.-El Yo-Piel
56. JOSÉ LORENZO GONZÁLEZ.-Persuasión subliminal y sus técnicas.
57. CARMELO MONEDERO.-&tudios de psicopatología evolutiva
58. JEAN M. WILLlAMS.-Psicología aplicada al deporte.
59. MANUELA UTRILLA ROBLES.-El psicodrama psicoanalítico de un niño asmático.
BIBLIOTECA NUEVA
60. JOSE LORENZO GONZÁLEZ.-Psicología y deporte. Al ,MAGRO, 38 - MADRID
61. H. BIANCHI, J. GAGEY, J.-MOREIGNE, G. BALBO, D.-Y. PóiVET y L.-Y. THOMAS.-Lo ('ll{',\//(111 di'/ f'llV1jel'i111ie11to.
(Perspectivas psicoanalíticas.) 1 <) <) 3
La presente obra está compuesta esencialmente de textos iné-
ditos.
Incluye también artículos publicados anteriormente que han
sido integrados en los diversos capítulos. Agradecemos a la editora
Gallimard que nos ha ya permitido reproducir total o parcialmente
estos artículos:

- "Emboítements", Nouvelle Revue de Psychanalyse, 1974, to-


mo IX, pp. 57-71.
- "Des mots et des femmes'', Nouvelle Revue de Psychanaly- a Annette
se, 1977, tomo XVI, pp. 151-167.
Ana is
- "Rencontres" (Dire), Nouvelle Revue de Psychanalyse, 1981,
Christine
tomo XXIII, pp. 221-235. JuUette
-----~-------·--··-
y también a Pierrette.
Y a algunas otras.

Título original: La femme sans qualité, esquisse psychanalytique de la féminité.


© Bordas Dunod
11115 rue Gossin
Montrouge (Francia).
© E. Cast.: Biblioteca Nueva.
Almagro, 38 - 28010 Madrid (España).
© Cubierta: "La Dame a sa toilette". Musée des Beaux-Arts, Dijon. Giraudon.
l.S.B.N.: 84-7030-347-3.
Depósito Legal: M-33.606-1993.
Fotocomposición: A. Gallardo.
Imprime: Lavel.
Encuadernación: Perellón.
Printed in Spain - Impreso en España.
Ninguna parte de esta publicación, incluido diseño de la
cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida
en manera alguna, ni por medio ninguno, ya sea eléctrico,
químico, mecánico, óptico, de grabac ión o de fotocopi a, sin
permiso previo del editor.
INDICE

Págs.

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

PRIMERA PARTE:
MUJER

l. SER MUJER DESPUES DE FREUD .. . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 21


El tema de ser mujer se plantea desde siempre. Freud y el
misterio de la mujer. Búsqueda de una palabra de mujer.
Polémica sobre el pensamiento de la mujer por los psicoana-
listas hombres. La interioridad femenina: modalidades del pen-
samiento; sentimiento de sí misma e identidad sexual; placer
y maternidad.
El instante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

2. ENCAJES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Afuera/adentro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Nacimiento. Constitución del narcisismo. La muñeca encajada:
las diferentes envolturas de la imagen materna. Eros y la
sensorialidad: dialéctica adentro afuera. El refugio materno. ·
Represión. La intimidad analítica. Pandara: situación interior
del analista. El experimento del sueño. Tópica psíquica. Muerte
y núcleo de vida.
Aromas........................................................ 47
Ojo y piel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
Tocar, ser tocado. El sexo invisible. Encajamiento topológico
de lo femenino. Oralidad y objeto interno. Sexualización de la
percepción inlerna. Conocimiento visual y penetración. El
ornato y la seducción. Simbolización, maternidad. Lo invisible
innombrable.
Imágenes . . . . . . . . . . , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
Clara, los l~s1wi11H y 11111 rnl1111~s
JO INDICE INDICE 11

Miradas ............... .. .... ...... ... .. .. ...... ... ........... . 54 Placer y realidad: discontinuidad del tiempo en la mujer. Nar-
Penetración de la mirada. Mirada y pulsión. El párpado: pri- cisismo y envejecimiento.
mera envoltura del yo. La visión del pene. Cerrarse: Giséle. Amor ... ........ .......... ....................... ......... . . 85
La mirada se apropia de los objetos. Psicosis puerperal ...................... . ................... . 85
El ojo y el párpado ........................................... . 58
Visión y oralidad. La mirada, función de distanciamiento. El 4. NEGATIVO Y FEMENINO: LA MUJER SIN CUALIDAD .. . 87
sexo invisible persigue al hombre: fantasías paranoides. Ma- La mujer en negativo . .... ........ . .... .... .... ............... . 87
ternidad, envidia destructora y rituales sexuales. La mujer en negativo: cómo pensar la mujer. Lo femenino
Lissete .............................. .. ........... ... .. . .... . 62 distinto de lo materno. Lo negativo y el hueco. Sustancia
El descubrimiento, por la mirada, de los objetos interiori- pulsional y pensamiento.
zados. Ausencia y concreción .............. .. .. .... . ... ... .. ........ . 91
El hueco .......... . ............ . .............. ... ... . ........ . 63 La mujer, negativo de la madre. Metáforas de la feminidad:
Teoría masculina de la sexualidad. Particularidad de la se- convertirse en mujer. Interioridad del pecho.
xualidad femenina: el relieve interior. Descubrimiento de las Diálogo de niños (escucha indiscreta) ............... .... . .. . 95
sensaciones sexuales en la niña. Presencia del hueco en la Incompleción .. . ................ . .............. . .............. . 95
vida psíquica de la mujer. La ausencia de pene. Bisexualidad El pene y la "mentira" femenina. Experiencias psíquicas de
e identidad de la niña. Freud y su teoría de la castración: la la interioridad.
histeria, la homosexualidad. Despliegue del interior femenino: ¿Y si Freud tuviera razón? .... .................. . . .. ....... . . . 97
del anclaje a la sensación interior. El hueco femenino no es ni Ser y tener: la mujer, ser sin pene.
una falta ni un vacío.

3. MASOQUISMO ............ .... . ...... . .... .................. . 69 SEGUNDA PARTE:


Eduviges ........ . . .. . ................. ........ ............... . 69 ESCRITURA
La niña perseguida por la obsesión de ser mujer.
Algunos fundamentos del masoquismo en la mujer ........... . 70 5. DE LAS PALABRAS Y DE LAS MUJERES 101
La apertura .del sexo femenino. La diferencia de la mujer. La La economía libidinal femenina y la escritura. Escritura y
idea de castración interna. Fantasías perseguidoras y feminidad: maternidad. La capacidad epistemofílica. La situación psi-
confusión de las zonas erógenas. Josette: el odio y el sacrificio. coanalítica, metáfora del cuerpo. Escritura y falicidad del
El "paso" femenino ... . ....... . . .. . ................... . .... . . . 73 pensamiento femenino. Grafismo e instrumento. Sueño de es-
El sexo femenino, lugar de paso. El objeto en el interior del critura. Escritura y castración. Placer y escritura: lugar del
cuerpo: los terrores vinculados con las fantasías dedevoración. hombre. El yo se delimita en Ja escritura. Escritura: huella del
Prohibición y seducción. Vacío interior y pulsión epistemofílica. padre. La "producción" escrita. Escritura y separación.
Sensorialidad y desviaciones perversas.
Hilflosegkeit: Eurydice .... ......... ... . . .................... . 77 6. EL SER Y EL HACER ............ . ...... . ....... . ......... . . 123
Derrame y retención ..... . . . ................ .. ....... . ....... . 78 El ser y la creatividad ........................................ . 123
Evacuación del objeto o de sí mismo. A partir de Winnicott: "La creatividad y sus orígenes".
Retención e interioridad ...... ...... ...... ...... ........ ...... . 79 Pensar en el ser: necesidad del movimiento. Lo femenino
El objeto interno y el sentimiento de interioridad. Placer fe- conduce al ser. Pulsión de vida e identidad. El ser, transfor-
menino y maternidad: experiencias de separación. mación de lo fe menino en materno. Inercia y agresividad:
Propiedad . ............ ... ...... ......... ... . .. ......... .. .. . 80 pulsión ele muerte. Siluación analítica y pulsión de muerte.
Mujer siempre inacabada: ¿una envoltura vacía? .. . ...... .... . 81 Cualidad fcnw11i1111 dt· 111 pulsi6n: " pul sión original". El hacer
Plasticidad de la forma femenina . Menopausia y caslra ci611 . es ma sc uli1111, (') 1w 1 1•:-. l1•1111·11 i1111
12 INDICE INDICE 13

Palabra y fecundidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128 Trasferencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173


Transferencia y fecundidad. Palabra y oralidad primaria. Fa- Anatomía y topología analítica de lo femenino. Transforma-
licidad de la palabra. ciones del objeto interiorizado. La prohibición en la feminidad.
Música . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132 Funcionamiento maternal en el análisis. Protección y consoli-
Imágenes del sonido. dación en la violencia analizante.
Antonio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
Elaboración de la depresión.
Depresión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180
TERCERA PARTE:
Le envoltura femenina. Depresión y narcisismo. La mujer
LA MUJER ANALISTA intelectual y la depresión de sí mismo.
El analista y su alma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184
7. EL PSICOANALISTA EN SU SILLON . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
La espera del analista. El analista, feminidad sembrada. Ex- BlBLIOGRAFIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
periencia de la identidad sexual. La depresión en el analista.
INDICE ANALITICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191
Patologías de la feminidad. Función de lo femenino en la
transferencia.
La soledad del psicoanalista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
Relación del discurso con el cuerpo. El analista en persona.
Soledad y sufrimiento del analista. Enseñar la soledad.
Análisis interminable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
La paradoja del psicoanalista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149
Aproximación de nuestro inconsciente: el reencuentro.
Entre sillón y diván: técnica y teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150
La mujer dentro del analista. Neutralidad.
Contratransferencia y transgresión.
El psicoanalista y la depresión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 3
Paciente y paciencia. Límites del analista.
Referencias.
El psicoanalista y la locura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156
Comunicación de la pulsión de vida. Reconstruir.
La mujer psicoanalista y el niño: las ruinas del Eden . . . . . . . . . . 158
Renuncia: El niño en el analista.

8. PALABRAS DE ANALISTA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161


Interpretar: cuerpo, afecto, pensamiento. La palabra y el sen-
tido. Ensoñación de analista. Simbolismos. Neutralidad y pa-
labra. Palabra intrusiva. Memoria e interpretación Dominio
ilusorio.

9. SER PSICOANALISTA . . ... . .................. . . ............. 171


Espacio psíquico. El oído, órgano femenino. Gestación analí-
tica.
INTRODUCCION

¿No es posible, gracias a Freud y a pesar de él, pensar en le mujer


con sus propios matices?¿ Es una tarea demasiado arriesgada mostrar
una imagen de mujer fuera de la concepción masculina que de ella se
nos impone? No haré aquí más que añadir, a otros, mi propio intento 1
de desarrollar un pensamiento que sea pensamiento de mujer y de lo J
femenino.
¿Sería posible concebir a la mujer sin más cualidad que la de una -]
carencia, porque le falta la cualidad propia del hombre, única cualidad
posible? La, mujer negativo del hombre. Ya que "la anatomía es el
destino': ¿el destino de ser mujer sería una privación de ser.. una
humanidad atrofiada?¿ Se puede poner en duda que, si el pensamiento
de La mujer es a veces diferente al del hombre en cuanto a alguna de
sus cualidades, tiene, no obstante, el mismo valor?
Es propio de la mujer el estar constituiqp de un interior invisib,k y
l
l
fecundo. Interior expuesto a La__penetración,""{arácter específico de lo
femenino y fuente de satis!acción. La, relación específica de la mujer
·on su interioridad será examinada aquí desde diferentes facetas. J
En la medida de Lo posible, intentaré salvar dos riesgos: una
teorización que reconduciría .la perspectiva mascJina de FreuJ¿y, en
~l sentido opuesto, el deslizamiento hacia una corriente tf.iiinist{j)que
conduce a negar la anatomía de la mujer y sus consecuencias-psíqui-
cas. Así pue.;,-a;zegar a -la -mÚjer.-
La jla,grante falicidad del hombre conduce al pensamiento a insistir
en la diferencia con La interioridad de la mujer. Lo que r;o excluye al
hombre de la feminidad. De la misma forma que La mujer está
marcada de falicidad. / ,a smsorialidod y la fantasía condicionan el
reparto de la bisex uolit/{/(/, l'l'l'o l'I tf('ft•m11ii11ismo corporal induce a
lo mujer a cc11t{as 1mlslo1111/1 w dlsti11til'(I,\' "" la penetración en el
16 INTRODUCCJON INTRODUCCION 17

~<.!_8_<:ni!al. Distinciones que infl"'!J!_en en E!_!.eZaciQ_fJ__con las fan- entonces, la que puede entregarse naturalmente a esta disciplina? Este
_tqsfg_s_p_t:_r.._seguidoras; de _elf!J sus tendencias masoquistas. mismo motivo funcionó en Freud cuando empezó a comprender el
Las repercusiones de la diferencia entre sufrimiento y placer, en sufrimiento histérico y las limitaciones que, en las mujeres, se imponen
( la realización sexua4 son bien distintas para el hombre. La capacidad a la libido. La amplitu,d de sus . capacidades de identificación le ~
"- de separación debe realizarse mejor en ella que en el hombre, ya que permití<) qproximarse a un.fJ,,JXJ111PJ:eIJSión de la f e!fLjnidac[ Incluso si (
tieneqÚe --diÍ_ar eSS_!!Pª! de ella ªl_ hijo después de haQgrjQ_hecho
madurar -:-separación madre!hijo contra la cual se defiende, algunas
veces mediante la homosexualidad. Otras tantas huellas que marcan
debió retroceder ante los peligros, todavía inconscientes en é4 a los
que se exponía.
Hablar como analista es a menudo hablar en femenino: la inter-
Jv
su funcionamiento somático diferente al del hombre y susceptible de pretación fálica, por su violencia, es también el eco de la penetración
influir en las formas de su pensamiento y expresión. por otra palabra. Evocaciones de una parte femenina de la libido.
J>di~ej•J..••D.'.).... Funcionamiento de mujer, doble en cuanto a la sexualidad: com- Ser analista, es también, como la madre, ~ber_qififJ.r.~e. acq]¿<JI..EJfl_
~\a.c.t,t -- i"tc_r1° 1 pletamente inrerior y escondido en cuanto alC4i§fJJ!1,g_mientras que la relación cuya intimidad ha heqho madurar al paciente. A veces, en el
!Jlo,'\f.•"·M l l<to ·~ida!!-J que a veces resulta de éste, manifiesta la actividad de ·urso de una sesión o de una reflexión, emerge una imagen, un
~ este interior y eva_q_i!:_q,__cj,e él __a_l q.J2jf}J_Q:!Jjfj,p. La mujer es, pues, lug_!!~ _df! recuerdo, un rayo luminoso, cuya riqueza poética evocó el mismo
Lv5C1J¡, . paso para el hombre y para el niño. Misterio de la transformación en Freud cuando se trata "de saber más sobre la feminidad': Es entonces
ª" º- ·-- la cavidad femenina. Fantasía de la creación del mundo y de la ·uando el estilo da forma a los matices del pensamiento.
divinidad.
Los más precoces sentimientos, de envidia y de terror, permanecen
vinculados a las representaciones de lasexualídacrde _[a_roujer._Son
fuente tanto de la descalifición como de la idealización de la feminida,d.
El interior secreto, dotado de capacidad de vida y de muerte, no
sepa-rarse
puede de las tall,tr:zsí(J_s d~r.f.i_nipo~~!_ici9) deif!isecucióji)y
es fu<!_nte Janto del sadismo_ !como 4,el masoquismo)
Encerrada dentro de su propio espacio pulsional y de las repre-
sentaciones que se le proponen por la interacción del adentro con el
-afuera, la mujer se esfuerza en minimizar su culpabilidad para cons-
L truir, de sí misma y de su pensamiento, una imagen digna de expresarse.
La interioridad, característica de la mujer, oscurece la "des-
somatización" de su vida psíquica. Como si la retuviera el espacio
carnal interno en el que surge la vida, y su único valor fuese esta
cualidad de ser sin pensar. Lo femenino sólo sería materia.

( Pretensión, quizás, de llegar a hablar en femenino. La palabra ya


es fálica. Sin embargo, el psicoanálisis, Freud el primero, ha hecho
hablar a las mujeres. Toda manifestación de la libido "femenina", de
las pulsiones de conocimiento, de sus sublimaciones, no es sólo la
exhibición del falo de la histeria. Si así fuera, cualquier expresión del
pensamiento se convertiría en una patología.
¿Qué decir, entonces, de una mujer analista? Lo jjmenino repre-
senta aquí el lugar 4e_ acggida_y d_g_germinaci(¿n. ¡Nüierialainujer,
1

SER MUJER DESPUES DE FREUD

"[... ] Pero ella era del mundo en el


que las más bellas cosas tienen el peor
destino"

Malherbe, Consuelo a Dupérier

Soy mujer y no seré otra cosa jamás 1• Vanidad de ser mujer.


Vanidad de saberse mujer. Vanidad de mi investigación de mí
misma en el pozo agitado por el sufrimiento del prójimo. ¿Mi
escritura va a parecerse verdaderamente a mí? ¿Qué secreto mío
va a aparecer que yo no conozca? ¿El inconsciente o lo femenino?
Esta feminidad que se me discute como un derecho puesto en
duda. "¿Cómo se puede ser Persa?" 2 o ¿cómo se puede ser mujer?
La misma pregunta. La misma ignorancia.
Sin duda alguna y desde la filosofía griega, el problema de la
denominación no está resuelto. "Mujer" no significa una totalidad
de la persona, sino una "conjunción constante" que "implica una
cualidad de negación inseparable de esta 'significancia"' 3 • La noción
de feminidad representa para mí un fenómeno heurístico.
No obstante: "Se dice muy bien que si los triángulos hicieran a __
un dios, le darían tres lados" 4 • Los hombres piensan en la mujer, y l
encuentran sencillo quitarle un pene. Después esta perspectiva su- 1
giere posibilidades inquietantes: contrariados, se defienden a disgusto ~
con una construcción teórica -reivindicación, castración, falta.
Como si el ser mujer fuera un defecto, una enfermedad, una tenl .¡_
dencia a no-ser. "No sé qué hacer con la +++femenina", escribíaJ
Freud a Fliess, el 5 de noviembre de 1899 5 •
Felizmente, Freud soñó: con su joven madre, con sus hermanas,

1
Lacordaire, "Soy sacerdote y no seré otra cosa jamás''.
2
Montesquieu, Considémtio11s sur les causes de la grandeur des Romains et leur
décadence, 30.
3 W.-R. Bion, 1965.
4
Montesqui cu, op. d t.
~ In D. Anzicu, 1987, p. il ~I '/
22 LA MUJER SIN CUALIDAD SER MUJER DESPVES DE FREUD 23

cuñadas, amigas y otras primas, con la bonita Gradiva. Más vivo que en nuestra lengua (el francés) es un algo más con lo que no se
en él, sin ninguna duda, fue el s~ntimiento de otrª· existencia en la sabe qué hacer. Traicionada por las palabras en su misma naturaleza,
mujer distinta de la ausencia de pene. Ausencia eminente de la que e incluso por el poeta cuya envidia sufre por no ser más que un
se reviste la preocupación histérica. Otra forma distinta de existencia hombre. ¿Cómo salvar la belleza, la voluptuosidad de ser, si el
de la cual va a encontrarse cerca; tan preocupado, él mismo, por la cuerpo limita al alma? "[ ...]Si todo lo que es natural es legítimo ... s",
,.,..'< seducci(>p. y por .la satisfacción amorosa, Estuvo muy presente, en la roca de la naturaleza con la que choca el ideal gobierna también
éJ, la ~exualidad uniy_~rsal que percibió en sus propias amJ stades, lo bello en la efímera armonía entre el cuerpo y el pensamiento.
y cuyas desesperanzas pronto tuvo que compensar por sus investi- "Soy negra, pero soy bella 9 " .
gaciones sobre la obsesionalidad. Sería injusto no reconocer, más Y el poeta enmaraña los hilos de la belleza, como el analista
allá de los descontentos y de los sobresaltos d e rebelión que pueden los de la feminidad. "la mujer es natural, por ello abominable 10 " . l
levantar los límites que plantea a la mujer, cuán_y~ta es la_~litud Miedo y temblor en el reencuentro de la palabra y de la cosa.
qe su comprensión, de sus identificaciones, así C0.!110 la solidez y la Naturaleza de la mujer, alteridad de lo sexuado. Extremo de la ~·
utilidad de sus defensas. El misterio del deseo femenino, promotor diferencia entre el hombre, estable en su persistencia fálica, y la
de angustia en los dos sexos ¿estaría tan próximo de la depresión? muj er, siempre idéntica en su doble alteridad: distinta al hombre en
¿La cocaína sería el artificio que permite escapar de lo natural su totalidad, distinta a sí misma en sus cambios propios. Distinta
femenino? ·n lo mismo, signo del tiempo, de la vida que pasa, del Eros
Algunos, sin embargo, han intentado seguir a Freud en el dédalo vencedor de Thanatos.
de este continente negro. Con el riesgo de encontrarse con la Freud .s~ lamentaba poLJa estrechez con la que pensaba lo
astucia en la que hablar de la feminidad se convierte en un desafío f"cme'ñino. Verdaderamente parecía esperar de las mujeres analistas
a la verdad. Pero la verdad sólo está en el inconsciente: la palabra un esclarecimiento más apropiado a su teoría de la libido y a sus
infiel y reductora, ya que es símbolo, limita al ser únicamente a sus hipótesis sobre la sexualidad femenina: como un levantamiento de
partes codificadas. la censura y de la Vemeinung en la que se sentía encerrado, como
Invención incongruente, por parte de las mujeres, este intento 11 11 desgarramiento en "el velo espeso". No obstante, la confesión (

de hablar de sí misma en cuanto mujeres. Balbuceo en el umbral <:!ara y valerosa de sus incertidumbres sobre la vida psíquica de las 1
de una existencia atrofiada para siempre. Tal es el palimsesto mujeres no le permitía recuperar las ideas de Lou Andreas, Marie
11

desesperadamente disimulado bajo las innumerables correcciones Bonaparte o H. Deutch, aunque ocasionalmente alababa sus escritos.
de la vida. Traducción incierta. Interpretación sin partitura. Desli- Ju más superó la medida del respeto a la alteridad como Lacan osó:
zamiento de la palabra, como en la pintura de Escher se deslizan "1... 1nuestras colegas, las damas analistas [... ] No han hecho avanzar
las formas de la una a la otra. Surrealismo del verbo desplazado en nada la cuestión de la sexualidad femenina 12 " .
¡ la imagen de la vivencia solidificada en el hombre. Ni lo visto ni lo La supremacía de la sexualidad estaría pues reservada a los
señores, ¿Qué sentido se puede atribuir al término de "damas" en
\ oído son suficientes para nombrar a la mujer. Ella e s.)' buséá
nombrarse. Un ser sin palabras. Inconsistencia de la feminidad su relación con el de "mujeres"? ¿Propiedad conyugal?, ¿o simple-
frente a la falicidad. "[ ... ] ¿Y este arcano en usted se sorprendería
del mío? 6 " " Ch. Baudelaire, "Mon coeur mis a nu'', Oeuvres complétes, Paris, Gallimard, "La
Indice discreto de lo despreciable, esta e "muda 1" del femenino l' l1fü1clc", p. 679.
•> Cantar de los Cantares, Antiguo Testamento.
'º Ch. Ba udelaire, op. cit.
11
6 Cf. algunas citas ele Prc11d in Fn111c;ois l)olt o, " La li bido génitale et son destin
P. Valéry, Lajeune Parque, Prologue, Paris, Gallimard, 1936. ll1 111cnin ", 1960, Soc icté f'ran i,:11isl· dr psyl·li11 11 11 lysl· (110 p11hlic11do).
7
N. de la T. la "e" final , signo del femenino en francés, es muda, no se pronuncia. 1
' ,...i lado por L. lrig11r:ty, 11J'r/
24 LA MUJER SIN CUALIDAD S/~'N MUJER DBSPUES DE FREUD 25

mente dominio reinvindicativo de la virilidad del pensamiento?, ¿o dos a las representaciones del espacio del cuerpo interno, con e~
incluso miedo de que no sea tomado en consideración un modo de deseo de gestación y con el placer narcisista de ser poseída como
pensamiento distinto del masculino? objeto de amor.
La pensada modestia de Ferenczi y de Bion sobre el tema de la Los escri!.2§._@_f~~~d sobre la sexualidad femenina bien merecen
interioridad propone quizás a las "damas" el permiso de pensar a su rehahilitación_ªnteJ~§...ill!Ü~~:_§µs ideas han llevado a Melanie·
su manera. ¿Sería pues el modelo fálico el único del pensamiento? Klcin a distinguir claramente la evolución psíquica de la niña de la
¿Cómo puede entonces culminar en el saber de la identidad de del niño a partir de las primeras situaciones anxiógenas. Entre sus
mujer, ya que excluye sus componentes y el disfrute? Sólo se conoce sucesores, Bion es el que mejor integra la experiencia del sentimiento
esta identidad en el ser-mujer. corporal en un intento de teorización psicoanalítica de la vida
Se trata, nada menos, que de la totalidad de una experiencia psíquica y de la construcción del pensamiento. Ambos, hay que
vivida. El modelo de la interioridad femenina, incluso si hasta ponerlo de relieve, han tomado ampliamente en consideración las
ahora no ha sido objeto de teorías, puede, de acuerdo con mi observaciones que proceden de la psicosis y del desarrollo precoz
forma de pensar, ofrecer una posible respuesta a algunas cuestiones dd individuo.
planteadas por la esencia de la feminidad. Mi finalidad,
(,, ..
,.
en el
··~·.-
¿Querría esto decir que la puesta en marcha de lo femenino lle-
presente trabajo no es la de oponer falicidad a interioriqad. Sino la varía consigo la construcción del yo en su aspecto de la incertidumbre
de mqºjficar la representación de sus relaciones por el reconoci- dt: sus límites, de la lucha contra la megalomanía y de la dificultad
miento de una especificidad de lo femenino, qúe no es, realidad,
más que una categoría de pensamiento derivada de la existencia de
·scncial de los procesos de separación? El s~Júimien_tQd.e._sí.misrno
·stablece poco a poco lo que se ha convenido en llamar la i~~ntic!ag,
¡
la mujer. Cuestión importante, ya que esas diferenciaciones estruc- sexuada y sexual 13• Experiencia que toma seº!~c;19 _ ª partir de los
turan el aparato psíquico desde la edad más precoz. datos S~l_!~Q..I!~les, proporcionados por ef eñtü"rno, de las capaéidades
Este modelo no debe llevar consigo la idea de que todo se ·onstitucionales del niño que el lenguaje va a autentificar. -
limita al substrato matricial. El interior femenino nQ ..es !In .~~~e Para representar los primeros momentos de la vida psíquica,
~_Q,_ No más que el pene para la mujer, este interior no es verda- Prances Tustin propone las descripciones y la teoría de la indife-
deramente extraño para la vivencia y el ser del hombre. Pero no renciación autística. Equivalente a una "posición", en el sentido
está todo tan zanjado. Si Freud, con la ayuda de Fliess, ha introdu- k lciniano del término, antecedente de las posiciones kleinianas,
cido en la construcción del aparato y del funcionamiento psíquicos que puede también incluirse en una de ellas. En esta perspectiva, lo
la noción, no obstante biológica, de la sexualidad, es porque él la indistinto de la experiencia inicial podría, desde mi punto de vista,
había abordado en su autoanálisis y después en sus experiencias apoyarse en la experiencia corporal investida gracias al sentido
terapéuticas. que proporciona el entorno. El juego dinámico de las proyecciones,
- La feminidad puede ser considerada como una modalidad del identificaciones e interiorizaciones va a conducir, poco a poco, a la
t' , [ psiquismo de la mujer. Modalidad esencial si se admite que la diferenciación sexual.
anatomía es determinante del sentimiento corporal, por el cual Curiosamente, siguiendo unas vías de pensamiento que parecen
somos remitidos a nuestro destino sexual. Modalidad que se en- muy alejadas, Frances Tustin coincide con Fran9ois Dolto en la no-
cuentra parcialmente en el hombre, ya sea porque sus indecisiones ción primordia~image~ del cuerp__<!.z. C<?_!!!.9_.fl.:1.º-Q.l!Hl~I.!tQ_~e.Jª-j_Q~n~
persisten en el determinismo biológico, ya porque la construcción tidad-sexual. Lo que F. Dolto llama "encuentros de la fase oral, anal
\ del aparato psíquico se funda en las intrincaciones identificatorias y cloacafcon el objc10 li bidin al del momento" es evidentemente
{ de los objetos de amor materno y paterno. La feminidad no es· más
1, que el hecho de haber nacido con un sexo de mujer. Es un concepto
13
\ que reviste un conjunto de afectos, de modos emocionales, vincula- C f. Stollcr, tra dud do prn 1 M111 l 1t1111111 ll, 111H 1
26 LA MUJER SIN CUALIDAD SI"/( MUJéR DESPUES DE FREUD 27

mucho más tardío en la evolución psicofisiológica que las "sensations <k espera. Clasificada desde el aspecto de la producción carnal, de
sharpes" que constituyen las primeras huellas de identidad corporal
para F. Tustin, y que le parecen el fundamento de la identidad psí-
quica: la sensación toma forma. La identidad sexual tanto si se trata,
lu materialidad de la vida, de la carga nutricia y de las fuentes del _
disfrute, su ~us~l no-reconocimiento de la capacidad de
ron tcner, tanto un pensaI!}!_eñto inmaterial y la actividad psíquica
J
pues, del destino libidinal como de lashuellas dejadas por las primeras
percepciones sensorial51~f§:J~P-~-~nJ.a-image.n_del cuerpo.
q11l.: el deseo suscita como un hijo deseado. Lo femenino sería
1·111onces una reducción de la feminidad. Reducción mantenida por
j
Esta noción que n~~j)Jporcionado Paul SChilder, aparece, a 111 capacidad de pensar abstractamente, más propia de lo masculino,
partir de él, sobre todo ~s escritos de las analistas. Consecuencia y:i que se aleja de la materia. Sublimación del hacer apuntalado
de la relación estrecha que la mujer establece entre la envoltura por el ser, de la que la mujer está relativamente excluida por la
transformable de su cuerpo visible y la experiencia del contenido: 1111agen social que se mantiene de ella. Esta imagen reduce la
¿sentimiento de una densidad interna disimulada y/o revelada por Sl'Xualidad de la mujer limitándola a dos formas extremas: la repro-
la imagen especular? El punto de autismo, más interior, más mudo, ducción, que hace inútil la noción de su placer sexual, y la prostitu-
más ignorado es quizás aquel en el que se inicia lo femenino. La riún , que deprava y anula este placer.
neurosis aparece cuando este factor esencial de la personalidad El hombre conquista su potencia poseyendo y fecundando a la )
"no se constituye como una obra" (P. Fedida), según el sentido que 11111jer. Pero la organización femenina no asegura a este conquistador /
a ello da el entorno familiar instaurador de las condiciones de la t• l éx ito de la comunicación de su placer. Pasar de esto al desprecio
diferenciación sexual. dl' este reparto, hay que admitir que es breve y fácil. La incomple-
Si, como indica Bion después de Freud, el comportamiento es l ' i(m del acuerdo sexual lleva en sí misma más consecuencias pesadas
la expresión del ser que, él mismo, es la fuente del hacer, hace falta pura la realización libidinal de la mujer, que son fuente o conse-
reconocer que el hombre, por su determinismo anatómico, es_!_~ 1·11encia de su patología mental. En esta circunstancia, el no poder
J orientado h39.a lá acdón; la efracció'n, el afueri__su angustia es la rnnlrola!__SU _Elacer y el epcontrarse en él, más a menudo pasiva
de ~deractu~ Por oposición, si se limita la perspectiva a la que activa, desencadena una forma de ansiedad más específicamenté
relación sexual, la mujer se convierte en el objeto de placer del ll'mcnina. Un matiz de esta ansiedad es que la mujer, por su misma
hombre, de su necesaria satisfacción para sentir y afirmar su iden- 1·sencia interna, está más próxima a sus rechazos y sus ineptitudes.
tidad viril. A pesar de las protestas que esta imagen de la "mujer- l .as dificultades que contrarían su evolución libidinal y desencadenan
{;l)jet:O',..-puede llevar consigo en su sentido restrictivo, no es sola- 1111a patología de la sexualidad, revelan muy claramente esta proxi-
mente una desvalo.riza.c!Qn machista. Es una imagen parcial y su-

¡,.
111idad de sí misma.
perficial de la_m_!:l,jer-cosa, que-participa de su propio deseo narcisista La mujer es así conducida a dejar disminuir las formas agradables\
de atracción. La miijer destinada a seducir, sin por ello llegar a la
L.. satisfacción amorosa.
1k su vida sexual y el disfrute orgásmico en beneficio de las funciones J
1·omplementarias de la maternidad. La evidencia de la gestación
Por comparación con la expresividad muscular del hombre, tan loma por cierto tiempo el lugar de los deseos insatisfechos por el
notable en la adolescencia cuando se mezcla con la búsqueda hombre. El narcisismo genital engloba y atenúa las lagunas experi-\
sexual, se puede decir que en la chica "las cosas se ryalizan por sí 111 entadas al nivel del narcisismo propiamente sexual. A falta de J
mismas", en el interior, bajo una envoltura corporal c~difi­
caciones visibles son suficientes para llamarla mujer: a-Yeees a
sentirse amada, y a veces de amar a un hombre, la futura madre va
a amar a un niño y a sentirse amada por él. Los medios científicos
¡' ~

pesar de ella, cuando su evolución afectiva no resulta lógica. 11cLuales puestos a disposición de procreadoras megalómanas le dan 1
Está del lado de lo oscuro, del mantenimiento de la vida, del inc lu so la ilusión de que han podido eliminar al hombre de su deseo . .J
hacer que no se ve. La percepción que desencadena es la de la en- Numerosas son la s 11111j~·n.·s q11e escapan así por cierto tiempo a
voltura atrayente de un contenido indeterminado, o de un espacio la depresión que las p1·rsi¡:1H· fil 11i1111 q11~· ti enen y el niño que son
28 LA MUJER SIN CUALIDAD

están d~_~!i_1!ª-Q9_s_,_ uno y otro, a una separación demasiado dolorosa. 11


Las ocupaciones familiares y ñútriciales del mantenimiento del
hogar, incluso reducido, participan también de esta forma de amor ENCAJES
que contribuye a procurar y a mantener la vida. Pero la procreacjQn
,, no es la felicidad <J.e la .muj.er, es el de la madre, y ºes fa prueba de
f,t~· una nueva-diferéncia.
Si es muy evidente que la feminidad no se reduce ni a la
maternidad, ni a la reproducción (lo que Christian David llama Af ucra/adentro
"condición de hembra"), ni al orgasmo vaginal, no lo es menos que
lo femenino incluye la feminidad. Si se acuerda, como he dicho La tibieza fundamental, insensible, salvo para la inevitable pri-
"anteriormente, que la feminidad no es más que un'!__J:ll_Q_dalidaiLdel v11ci6n. El negro del adentro. Eco enrojecedor. La sensación de
ser-mujer, la mujer serTa-un-ser cuyo conc~pt_o engloba feminidad, 1111pulsar, brutal, insistente. El todo que se emociona, que se contrae,
. cóndicióh de hembra y maternidad. que se vuelve ¿hacia qué? ¿Por qué soplo, por qué grito toma
La hembridad evoca, a la vez, imágenes de penetrabilidad y de rnerpo Ja expulsión de la vida? ¿Qué espacio presentido de la
_ continencia. No se desprende tampoco de sus fantasías de inclusión, 1·11voltura endeble penetrada por todas partes? El caos del cuerpo
de posesión, de asfixia y de poder tanto mortífero como generador. 1•11l oq uecido y blando, húmedo y caliente. El vacío nuevo de flotar
! Noción, pues, que se acerca a la de bisexualidad por la evocación 111 líq uido. Las aproximaciones endurecidas de los cuerpos extraños,
"'\. dt• I aire que llena, del ruido que invado, de la luz que envuelve. El
de omnipotencia que suscita. El misterio de la gestación puede ser

l fuente del atractivo de esta omnipotencia o del terror de este "vacío


ilimitado" que, según J. Mac Dougall, la madre comunica a la
futura histérica.
gi ilo que libera. El sufrimiento que se desliza sobre la superficie
111 1110 un molde viscoso: su contacto da su forma al cuerpo. Algo
t' precisa de un adentro ya olvidado a un adentro vivido, sin
11'11cra aún. La intrépida necesidad insatisfecha ya, la vivencia nueva,
1•1 ang ustioso porvenir. El niño ha nacido.
El instante Primera angustia: la qecesid.ao, la...s.ole.Q.ad. Primer conflicto: las
funzas vivas y caóticas que se debaten ent~e sí hacia unÜrdell en
Mujer. Ser mujer. Simplemente mujer. No tan simple. Madre, 111archa. EiCuerpo orgánico toina una -autononifa-aseguraaaya y
seguro, y ¿si no qué? Entre todo esto, la niña, que nace hija y cuyo 111ttdura en el cuerpo madurador de la madre. El cuerpo motor se
cuerpo se transforma. La niñita que desea ya sin saber qué. La ignora y se duerme, con excepción de la glotis reflexiva y ruidosa y
adolescente que se descubre nueva, que se siente en evolución, que 111 inútil agitación difusa de los miembros. El cuerpo sensible se
osa amar. Que espera la vida de otro. La vida que contiene en su 11rprende, sucesivamente estalla y se concentra. El esfuerzo de
grácil forma , la vida que brota de su envoltura de piel. 1111ir en el adentro los fragmentos del afuera es inmenso y agota-
Convertirse en mujer. Paso al amor, paso del hombre deseado. dm. Un pequeño núcleo interior gira sobre sí mismo como un
. Del hombre que sólo será verdaderamente amado si este paso es ovi llo que aumenta con el hilo de cada vuelta, bien ajustado a
[ fuente de placer, aunque sólo sea un poco. . v1·ces, y que a veces deja escapar el cúmulo reciente débilmente
· Instant~ fr_ágil. Suspensión total de la femi~ida~ incie~to 111tcgrado.
del mantemm1ento de una llama. Todo lo antenor, ~postenor El esfuerzo de nacer, sufrimiento compartido con la madre
anudados en este instante. Bienestar de ser hija, y felicidad de ser para separarse el uno de la otra, es, q ui zás, el modelo que facilita
madre. lodos los desarroll os de la pt:rso na hum ana. La autonomía del
rucrpo de l niño, un a vez q111• s1· h11 rnrtado el cordón que Je retiene
J"N< 'AJ/\:~· 31
30 LA MUJER SIN CUALIDAD

aún en el refugio nutricio, representa, sin duda, el porvenir psíquico duci nado) e mece un momento con ilusión, si el placer real ya le ha
y social de este niño. llenado. La inconstancia del mundo circundante le hace percibirse
De todas las palabras grandilocuentes que abundan en nuestro 1•11 su cuerpo ávido, como algo de sí mismo que se separa de ese todo
entorno, deseosas de expresar nuestra simple ansiedad de vivir los lrH.:ompleto, lo pone a distancia, englobándolo en un caos amplia-
unos con los otros, reaparecen con fuerza las siguientes: autonomía do a los afectos. Mi cuerpo está también en el adentro de mí.
del yo, psicosis, dependencia. Un no-yo librado a una boca que desea la plenitud, al mismo
El difícil trabajo analítico concebido por M. Klein nos aproxima lirn npo que todo el ser es acunado y reencuentra por un casi-yo el
a una comprensión más aguda de un yo embrionario. Satisfac- 111ov imiento y el calor, los únicos conocidos antes que la necesidad.
ción/ decepción, amor/odio, felicidad/rabia, oposición persistente La envoltura-piel vulnerable reintegra el contacto consolidado
en el lactante que manifiesta ya la ambivalencia fundamental del m ino fundamento defensivo. El orificio-boca, que se realiza por el
ser. liquido mamado, pierde su horror de necesidad angustiosa, repre-
Solamente la respuesta generosa de su madre a su grito calma l'11lante de vacío-muerte, de agujero en la quietud de las vísceras
la angustia del recién nacido, recientemente expulsado de la tibieza lt11: ra de los espasmos hambrientos.
uterina. Sólo la respuesta de un pecho satisfactorio va a dar un Reencuentro permanente del pequeño con una de las primeras
sentido a está llamada que sale del intenor del lactante, y a crearlo ll'presentaciones de placer o de frustración. Y la posibilidad original
niño de hombre a través de la multiplicidad de su cuerpo ignorado d1• separar la fuente de este placer y el propio cuerpo. Perpetuamente
por él mismo. 1h·s intcgrado por el abandono vivido a la salida del vientre materno,
¿Se puede imaginar reconocer un deseo si, con frecuencia repe- 1· 1:onfirma perpetuamente en la sospecha de existir por el don
tida, no ha sido satisfecho? El proceso inicial hacia la integración 11111l 1;rno. Pero la ausencia momentánea de este don, privación in-
de la vivencia sólo puede ser positiva. La anulación de tal desarrollo h•111a, hace nacer la conciencia de este interior en cuanto tal, sepa-
engendra la discontinuidad de la plenitud y del vacío, inscribiendo 111do del objeto de deseo que le llena y le satisface, convirtiéndose ,__
1 11 una parte de sí mismo. De la misma forma que ha sido, en su )
este último en cartas de muerte. La continuidad libidinal en el
porvenir del niño se deriva de la reconstrucción interior a cada t11l11 li<lad, una parte del cuerpo de la madre, se presiente como
l111•11 lc, objeto y resultado de su placer. ,~
deseo satisfecho.
En las primeras represiones, el deseo insatisfecho se une, sin l" ue hacia 1750 cuando Condillac imaginó una estatua que
duda, a la angustia del nacimiento: ausencia radical de un interior 1111l·erfa con la percepción de los sentidos. El olor de rosas por el
1 1111 1 el filósofo suscitaba la vida sensorial de esta estatua se dirige
productor de vida. El adentro de sí mismo permanece tan vacío
¡ 1 "olfa to, porque es de todos los sentidos el que parece contribuir
como el afuera después de la vida uterina, confundidos el uno en el
otro. Prueba fundamental y precoz de la muerte. Vida evacuada en 1111·nos a los conocimiento del espíritu humano". El cuerpo de la
1 ~s 1a 1u a sólo tiene como función el olfato y como placer el olor de
la desesperanza rabiosa por no poder existir, invistiendo los excre-
mentos con la sensación de dejar escapar un poco de su densidad 111 rosa. No obstante, Condillac describe, en su estilo, un sistema
interior. 111 (il ogo al funcionamiento psíquico que suponemos hoy: "el juicio,
Impotente y necesitado, el bebé repite su demanda y se siente 111 rellexión, los deseos, las pasiones, etc., no son más que una
vivir a través de ella si se le responde lo más a menudo por la 111i sma sensación que se transforma de forma diferente". Y más
aportación calmante. ¿El rechazo tendría razones de existir antes 1dl'la nte: "La naturaleza nos da los órganos para advertirnos, me-
de que la desolación haya podido entrar en comparación con la di11 11 tc el placer, lo que tenemos que buscar, y, mediante el dolor,
insatisfacción inicial? 1quello de lo que tenemos que huir. Pero se detiene ahí y deja a la

~
El niño encuentra muy pronto en sí mism_Q,. espontáneamente, 1•x pericncia el cuidado ele ha cernos con traer los hábitos y de acabar
los recur~os momentáneo~ paliativos desus-necesidades. El placer 111 obra que ha comenzado."
32 LA MUJER SIN CUALIDAD //NCA Jt:S 33

La poesía psicoanalítica nos encontraría inclinados hoy a escoger, ¡,Qué tiene de agradable este olor a rosa? El afecto que se le une,
más que la rosa, el narciso, con la finalidad de representar las pri- la realidad interna, recuerdo de las asociaciones felices del pasado
mera experiencia imaginada por Condillac. Pero han pasado dos de la estatua. Sin pasado, ¿la estatua puede apreciar un perfume
siglos en los que se ha repensado los hechos con Freud. Narciso es :orno agradable o desagradable? El único criterio de su placer es
la flor que persiste en cada uno de nosotros como un olor precioso la medida de la evocación de este perfume, relación interna agra-
y frágil. Repliega sobre sí mismo la mirada de la angustia y busca dab le para un entorno y para sí misma.
asegurar que nada existe fuera de su cuerpo y de sí mismo.
Incluso si se prefiere llamar deseo o libido a lo que aparece * * *
cuando lo humano se vuelve hacia el fondo de sí mismo. Para
. restañar siempre la sed de narciso que contempla, no obstante Bloque neto y misterioso en sus redondeces firmes y fundidas.
llama al otro, exterior a sus límites de carne y de piel. Por la voz, Hicn encerrada en sí misma, desde siempre, conservadora de sus
la vista, el tacto y el olfato, la persona reconstituye permanentemente homónimos internos hasta el pequeño núcleo profundo reproducido
su propia imagen. La dialéctica adentro/afuera se cumple por el por sí misma: la muñeca encajada. Imagen de la búsqueda interior,
sistema placer-dolor, yo y el otro, ineluctablemente y sin interrupción. d1.:scubrimiento: idéntica a sí misma, al matiz cercano, abriéndose
El mismo sueño proporciona al soñador la perpetuidad de este 1 otro sí mismo. Exterior liso y coloreado, tranquilizante por su
mecanismo que lo instaura. homogénea estabilidad. Tranquilidad de la sonrisa, enigma del aden-
En la época Condillac, los pensadores sólo admitían el conocerse lro misterioso bajo su superficie sin asperezas.
y reconocerse en la plenitud de una vida adulta y racional. El Todo se puede imaginar: los detalles de sus reproducciones
mismo imagina un cuerpo y un espíritu vírgenes de toda experiencia. tnlcrnas, múltiples y uniformes, encajada idealmente, variada en su
Y con cualidades del mundo exterior perteneciéndole en propiedad. 1puriencia y sin modificaciones inquietantes. Dentro de ese agujero
No vuelve a la fuente natural de la vida, al nacimiento del cuerpo 1hicrto en el medio, puedo ver, tomar y volver a meter, vaciar y
mismo. Tampoco tiene la idea de que este cuerpo y este espíritu lll-nar, sin peligro, hasta el último grano sólido, forma idéntica, sin
tienen ya un pasado cuando son expuestos por la madre a las 111 ificio. No sucede nunca nada más que la verificación, del orden
sensaciones del entorno exterior. Pero su atención es la misma que 1111.:rior, siempre obsesivamente posible e igual. Encaje cerrado,
la nuestra: encontrar cómo se construye el adentro del humano, sus f\•nninado, bondad vuelta a cerrar sobre lo conocido tranquilizador.
sentimientos y su pensamiento, a partir de los datos que al principio Ninguna rivalidad, ninguna tempestad en este cuerpo sin movimiento,
le son extraños y exteriores, y de otros que le son congénitos, in miembros, sin excrecencia, órganos huecos en donde reposan
orgánicos y psíquicos. Sospecha que no nacemos ni adultos ni los otros, cada uno le deja al siguiente un lugar cómodo, a la
"vacíos", como su estatua, pero solamente concibe la relación de 1111.: dida de sus propios límites. Ningún conflicto. Ningún error.
los mundos exterior e interior en la forma cualitativa de las "repre- Pero, ¿y el núcleo central, la ínfima portadora de la terminación?
sentaciones". Nacemos con un cuerpo orgánico que funciona y con Ahf empieza la inquietante búsqueda. ¿Esconde su apertura? ¿Qué
un aparato psíquico en potencia. Sería injusto e inútil reprobar a Htiarda? ¿Porqué está ahí? Esta "llena". No hay hueco. Después
nuestro psicólogo, por adelantado, lo inacabado de su empirismo. 11nda. En ella, el misterio indefinido. Y el peligro amenazante de la
Suponer "un solo sentido" a la estatua, en una visión racional t11c.:c rtidumbre. Retrocediendo, se puede reconstruir cada vez una
que hace abstracción de la totalidad real de la persona: el objeto 11d1s amplia, más grande, más terrible. Acabar en esta madre, enor-
externo que suscita la sensación, la poética rosa, es una de las 111c, enigmática. ¿Ql,\é guarda detrás la sonrisa de sus mejillas rosas?
realidades que poco a poco se constituyen como una parte integral 1.111 ma a la venganza envidiosa de sus contenidos satisfacforios y
de la realidad interior del sujeto que es el niño. Pero se mezcla 111lí ltiples, los celos de esta 11 p11dhll' fh· undidad reproductora de sí
aquí lo que provoca el placer, calificado por Condillac de intelectual. nlÍ l'ma. No abrirla, dcsc.:01d1111 lislu es 111 1ru 111 pa de la seducción
34 LA MUJER SIN CUALIDAD ll'NCA.IES 35

del bienestar tranquilo de la maternidad cumplida, de la mujer ·onstituye. El Eros se instala en el borde de los labios, en la
llena, de imágenes de niños, de mundos deseados y desconocidos. superfi cie de la lengua, en el esófago y en sus suavizados espasmos.
El niño juega con la muñeca encajada: la abre y la cierra, saca 1\1 deslizamiento de la leche dentro de la boca y el mamelón en las
una y ríe al cogerla, mete la otra y encierra todo dentro de esta ·ncías concentran en un punto la posibilidad de recrear un interior
madre que acuna tiernamente en sus brazos. Vuelven a pasar los volu ptuoso como el recuerdo de aquél en el que el cuerpo se baña.
símbolos por la realidad sensorial, los ojos y las manos desmitifican 1\1 olfato encontrado se relaciona con la presencia materna y el
la angustia del interior materno. La protección que la corteza colo- sabor nutricio. La vida se informa de esta primera experiencia de
reada proporciona hace revivir al niño el bienestar de antes del 111 satisfacción buscada en vano o recibida. El dolor se difunde
mundo, incluso si, en todo este juego, aparece a veces la ansiedad r:'í pidamente en la totalidad de la beatitud insatisfecha de la boca y
pasajera de una sorpresa posible: fort und da. 111 pu lsión renace como desesperanza impotente: el grito y la cólera
El paciente tendido junto al analista vuelve a encontrar el mismo l'l'emplazan en la garganta palpitante la tibieza tranquila de la
analista, la regresiva ilusión uterina. Espantosa recaída en sí mismo, pl enitud.
donde se va a explorar el mundo interior. Allí se encontrarán los En el cuerpo, el Eros sólo existe en el umbral del adentro en
monstruos y la dulzura, puesta al día sin cesar, reencajados hacia donde retumba todo placer muscular y superficial. El tacto y la
al exterior. El analista, figura cl_e _!fluñeca encajada en la que el prensión multiplican sus jugueteos. Cada zona erógena, a su vez,
paciente _m:oye~ta y___reto111<!. . .sUs muñecas cuando quiere. Recons- por el mismo proceso de la precedente que embota y engloba,
trucción reparadora de cada imagen, más completa y más firme. ll1111a vida y forma propias. La unidad de la experiencia se aúna en
Elsi tiene dos años y medio. Fóbica precoz, se encuentra ha- 1111 yo: lo que se desliza en mi cuerpo, por sus salidas de deseo, me
ciendo terapia en una habitación contigua. Su madre, cerca de mí, da plenitud. Este demasiado-lleno que también se escapa, excre-
intenta volver a_eQCi mtrac su cuerpo, anulado por la culpabilidad 111¡_•ntos, orina, vómitos y grito rechazado en el angustioso placer de
--
"fle_ deseos ins ª1i~chos! Un día, Elsi aparece de repente en mi
despacho: viene a ·-- comprobar si, en efecto, su madre está ahí, y
111 tranquilidad, me deja extrañamente intacto y renovado.
Pronto, el niño concentra en la palabra el último modo de paso
viva. Su aspecto perdido y su discurso ansioso son prueba suficiente 1:11tre su cuerpo y el mundo.
de la seguridad que viene a buscar en un espacio mío. Su madre Lo humano está hecho de tal manera que tiene como destino el
moría en ella, muerta por la envidia. Todos sus objetos internos se a,1•r penetrado por el mundo exterior: rindamos justicia a Condillac
juntaban dentro de un cuerpo fraccionado de muñeca que ella me por concebirlo así, entregado a la sensación. Los sentidos humanos
tendía con la incertidumbre de la esperanza: "Repare, señora. Le •11 111 otros tantos orificios abiertos tanto a la intrusión como al
está bien empleado." Después se acurrucaba contra su madre. Reu- pl11 ccr. La misma envoltura del cuerpo, sensible en su totalidad,
nidas en un mismo lugar, la madre y la niña vol\:'Ífil!.jl _encontrar, p1 ocura una inquietante posibilidad de perforación. Si todo lo de
e!1.--esteJ_Qstante, la po;¡j_ble reintegración d.e, sus dos cuerpos, uno 1l11cra puede ser placer, también puede ser peligro, y lo interior
r contra otro, en el útero fecundo y reinventado del espacio analítico. pt1l"dc ser invadido por el agresor. La dialéctica sensorial se funde
\ Más allá de la transgresión interpretada entonces, el placer natural 111111cdiatamente con la vivencia interna en el lactante, para constituir
""' las reunía, salidas la una de la otra. lit H primeras fantasías. La vivencia visceral coincide con la vivencia
El caótico adentro/ afuera de la vivencia en sus límites se precisa 1•11sorial, y se añade, mezcla lo percibido y lo deseado, por el
poco a poco en puntos agudos: la transición, cobra forma. El mismo ,1•11tir y el cuerpo profundo.
cuerpo global que pasa, se siente adentro/ afuera de la madre, rete- /\ 1joven adulto, lleno en sus músculos, lleno en su espíritu del \..
nido y deslizado hacia el exterior del cálido orificio. v1·rho que asume cada día, el amor le guía para encontrar la dia- {
La penetración buscada del seno da vida, y la vida es placer 11-rlica voluptuosa del paso de un cucrpo al otro. Los encuentros de
cuando el calor reencontrado se desliza en el interior que aquí se l11s cuerpos intrinca n al ho111h n• y 11 111 11111jer, a la madre y al pa- )
36 LA MUJER SIN CUALIDAD l•NC ºAJ/:"S 37

dre-niño, y se reúnen en sí, cada uno desparramado en el cuerpo l lcmos tenido la satisfacción de encontrar en los escritos de
del otro. l lcnri Wallon esta dialéctica, utilizada de un modo muy próximo
Vuelta al estado anterior encontrado en mí, como Platón supuso 11 aná lisis. Los procesos exteroceptivos e interoceptivos intercambian
ya, impulso según Freud, y el círculo se vuelve a cerrar sobre el 11 construcción permanente para estructurar la inteligencia al mismo
placer, o sobre el infierno. El placer y la angustia se rozan a cada 11l-111po que la persona. Y lo humano se construye del afuera al
instante. ukntro a menos que lo haga del adentro al afuera.
Infierno de la psicosis, del cuerpo perforado en su límite entre- El rey David, perseguido por sus enemigos, pidió ayuda a Dios.
gado a la hostilidad permanente que brota de los órganos y de los l'mnto llegó a la entrada de una caverna disimulada por una tela
objetos. Cuerpo perforado por todas partes y amenazado por todos d1· una araña. David atravesó la tela de araña y se cobijó en un
los orificios naturales en su mismo deseo. El psicótico es un San hueco natural. Los enemigos llegaron inmediatamente pero encon-
Sebastián reanimado sin cesar por el impacto mismo de las flechas lrnron reconstruido el velo arañiano delante del orificio, borrando
que le matan. Envoltura henchida de dolor orgánico, por la insatis- 11111 lqu ier sospecha de haber sido atravesado recientemente. El rey
facción vacía de las necesidades y por el objeto mismo de su 1• salvó y estaba libre. Tal y como la tela del inconsciente se cierra

placer. Por cada orificio de su cuerpo siguen siendo posibles la 111l t: los deseos, dejándolos desvanecerse en el desierto de lo repri-
infracción, la violación y la excreción mortífera y agotadora de la 111ido. E n el interior del yo, lo humano está encerrado, aislado del
materia viva: "Lo que pienso de usted es horrible. El cerebro me 1111111do exterior y de los demás peligrosos y anhelantes. En el
va a salir por los ojos, las orejas y la nariz. Me mata usted hablán- l1111do de este yo solidario es donde vuelve a encontrar la divinidad
dome. Aunque sea usted amable. El adentro no puede conservar 1111l'cisista y liberadora de la angustia. Eternamente, el insecto del
amabilidad. Usted no sabe cómo es esto. Es demasiado tarde." Y 11pcryo teje sus hilos protectores entre los peligros exteriores y el
se golpea el pecho y la cabeza desesperadamente. Esta adolescente y11, y también entre las pulsiones inquietantes y el mismo yo. Sin
anoréxica progresa hacia el deseo a través de su depresión. 1 1·sur se restablecerá el equilibrio entre la ley y el deseo, entre el

Mas, para otros, el placer consentido se desliza sobre el cuerpo universo exterior que coacciona y amenaza, y el pequeño mundo
y por el sentido: sol, música, perfume, comida, y dulzura de vivir. l11terior del ser vivo. Las envolturas sucesivas esconden en su núcleo
Si el cuerpo en sí mismo funciona simplemente, llega a "esta parte 1110 111 0 el germen del narciso que vuelve a florecer.
de Eros que está vuelta hacia el objeto" (Freud). Liberada de la angustia de vivir, no lo soy más que en esta
Aparte del tacto que concierne a todo el cuerpo y que suscita la 111posible contemplación de un yo vuelto a encontrar protegido
motilidad, los sentidos son quizás ante todo el lugar de invasión. El por lu caverna materna. Un interior encerrado en un interior: retomo
olfato, el oído y la vista se despiertan a la vida. Hasta el año, el 1 lns fuentes de la vida cuya muerte puede ser su imagen.
niño no parece diferenciar el adentro y el afuera de sí mismo. Qu izás Freud, cuando escribía Más allá del principio del placer,
Distingue, en un baño coloreado, los tonos diferentes más que las h1slauraba este intento de volver a encontrar un posible interior
formas. Universo con matices en donde los objetos no son más que pu rn su cuerpo cuyo interior percibía hostil y vulnerable, fragmen-
imágenes cromáticas y en movimiento no limitadas a trazos y rn miose y desvaneciéndose cuando la realidad cruel allí surgió.
volúmenes. 1~ ncontrar a Dios. En el fondo de cada uno. En el fuego pro-
Así la voz de su madre anuncia al niño la presencia que él f 1111do. Protección imaginaria del adentro finalmente organizado
vincula a este opaco coloreado. Es penetrado por los datos senso- f lll' ra del alcance de las agresiones. Aprisionado y libre: yo, sólo y
riales y se deja llenar. Se percibe perceptor. Reconoce el olor, el li111i1ado, pero poseedor del poder avasallador del superyo, yo res-
sonido, el color. Reúne estos impactos y su conjunto le hacen uno. 11111rado del inconsciente infinit o, artesano de riquezas escondidas
En alguna parte de su ser se organiza el no-yo que descubriéndose d1·1r:ís del arác nido tejido de la rl' prcsi6n.
se opone a este otro percibido que será yo. Aq uí, hoy, no hay adl'nll o. l\Nh' si lrntio ... No duermo. Siento
38 LA MUJER SIN CUALIDAD l •'N(ºAJES 39

que no hay nada. Nada de percepción, nada de palabras, nada de Se ac umulan los objetos imaginarios y los alimentos generadores
orgánico. Un esfuerzo incluso, para ser sensible a mi propio cuerpo del ser salido de sus representaciones.
caliente sobre los almohadones. Nada. ¿Y o? El fluido de la vida El gabinete del analista se convierte en el cuerpo donde vamos,
imperceptible porque va sola, bien organizada, inodora, incolora, 11110 y otro, a revivir la imaginaria realidad de nuestra concepción.
indolora. Pero ¿si abro los ojos? Encontraré el adentro del afuera. Re<.:onocidos en cada uno de nosotros por lo visceral y lo recordado,
Reconocer el lugar, acordarse de haber existido. 11uestros progenitores resucitan en nosotros el misterio de su deseo
Bien protegido en el inconsciente, lo reprimido. Deliberadamente procreador. Escena primitiva reinventada aquí en este lugar privi-
ignorado por el yo, dejado "de lado", ya no puede perderse. Secreto h-giado que nos la permite, en cada uno y entre nosotros. Situación
profundo, secreto menos total que la complacencia del yo nos hace dl'I diván al sillón, definición espacial de uno y otro, madurando
comprender. us formas interiores hacia la natividad interpretativa.
El analista escandaloso, espejo del afuera: reenvía una imagen, ¿Cómo pasar adentro? Por el robo y la violación.
un eco. El que mira se ve desde adentro, con la mirada de otro. Detrás de la tela, sólo conmigo. El paciente sólo con su yo,
Ilusión del espejo que permanece en la superficie y encierra en sí dl•hate unívoco y multidimensional. La puerta se cierra sobre él y
mismo el secreto. 11hre mí. Detrás de la puerta: sólo dentro del cuerpo reconstruido
¿Por dónde pasar hacia el interior? dl' la madre. Escándalo y peligro del deseo inevitablemente reco-
Por la seducción. Por la imagen construida por el paciente, 11ocido.
hábilmente, cuidadosamente, para sí mismo y para el analista- Desnudar el interior, y encontrar los objetos del deseo, apartar
espejo. Por la imagen retocada sin cesar con intentos tímidos y 111 tela para penetrar, ver, coger.
audaces. Por la imagen de sí mismo, jirones de ideal mezclados " He soñado, me dice una mujer haciendo un lapsus, que yo
con fragmentos innobles. ¿Qué pretende? Seducir al analista y 1 ogfa todos los vestidos de su casa." Ella quería decir los bibelots.
arrebatarle su secreto, desde el otro lado del espejo. El secreto Y un hombre: "detesto los bibelots. Son inútiles. Me inquietan.
verdadero. 1 os tiraría todos cuando los veo. Me gusta una habitación vacía y
"Usted ha desbaratado y detenido la seducción. Todo lo que yo d1•s nuda. Los objetos de cristal... vidrio -vaso-vagina- los objetos
decía contenía un encanto dedicado a usted. Simplemente usted ha 11 1l' ponen furioso, furioso contra usted ... Hubiera querido ser hijo
repetido mi frase. Esto no le ha penetrado. No ha caído en el /' .
lllllCO.
''

juego." Detrás de su forma aparente, uno y otro guardan fielmente la


Pero David entró dentro de la caverna ¿Por qué se esconde? El pt l'c iosa relación con su adentro y proponen al espejo neutro del
analista y el paciente tiene entre ellos un secreto. Detrás de la rn(l(isis el interior travestido: "El traje es una máscara. Me sienta
membrana transparente tejida por el insecto, cada uno se encuentra v1•rgo nzosamente bien." De tal forma que revela lo que esconde: la
sólo con su inconsciente. Dentro de un interior pérfido y tranquili- v1·rgüenza. Y bajo la vergüenza, más profundo aún, el intento ladrón
zante, donde se protege lo más secreto ¿No habrá entrado así esta 111·1 deseo: "Robo, me dice otro, los dulces en los almacenes. Tengo
araña complaciente y amenazante, y aquel que ella protege con 1111L·do que usted no venga a buscarlos en mí."
todos sus hilos? 1~ n v oltura carnal y social, ropa de carne o de lana, cobertura
El momento original, visto a través de ningún espejo, intimidad 1111ahle y protectora contra lo hostil y contra el analista. Temible
culpable que tanto el analista como su paciente trabajan en recons- 1111l·naza del interior penetrado, perforado, desgarrado, distendido.
truir. No aceptar ya la negación del secreto. La palabra desmitifi- l laria el tesoro oculto en lo más profundo, el íntimo núcleo encajado
cante, idéntica a la imagen pero posiblemente distante, libera por 111divisible, irreemplazable. último obj eto del yo, sí-mismo de la
el afuera el insoportable interior. Hay secreto, amado, pero no vida. En el lugar analítico se pil' nk 111 pro tecc ión íntima, apropiado
apropiado: concepción y gestación comunes al analista y al paciente. 1•11 otra parte. Oscuro espesor n·v1H·lt o 1•11 1111 J,! uant e vuelto sobre la
40 LA MUJER SIN CUALIDAD / N< '11.11:;~· 41

mano escandalosa. Puesta al desnudo, dulzor de la almendra pelada 111 111 inar con él, protegida por mi propio pasado, dentro de este
que el analista va quizás a mordisquear. d1•da lo solamente sospechado al principio.
"Mi madre exigía una limpieza íntima, que controlaba con el
dedo, en el bidet... Siempre tengo miedo de los accidentes, por mis l ,a plenitud de la sesión.
hijos. Como si este miedo tuviera que ver con la violación de mi La plenitud del paciente.
interior por mi madre. Ella "toca" a mis hijos en mí, y puede 1~I vacío de la atención flotante.
destruirlos, arrebatármelos. Como le ha sido arrebatado mi hermano 1~ I paciente que llena mis oídos.
muerto ... Vengo aquí esperando encontrar una madre que me repare Mi inconsciente con su resonancia.
de esta violación."
Y el otro, a través de sus lágrimas, las únicas vertidas al cabo Un paciente no desplaza al otro, se completan y se analizan en
de semanas: "Hacia los trece años, estaba muy estreñido, mi madre 1111. Muy rápido alguno va a construir, en el lugar de la sesión,
me ponía nuevamente sobre el orinal... Y. .. comprobaba, creo yo, 1 11trc estas cuatro pequeñas paredes, este diván, este sillón y estos

mi virginidad ... Cuando llego aquí encuentro algo de eso ... " poros objetos, el joyero donde quiere ordenar bajo mi mirada las
Epocas de vulnerabilidad cruelmente reveladas por el sufrimiento 1wdas que extrae de su boca. Lugar de lujo como el gabinete del
compartido. Placer en lo culpable hacia un nacimiento hipotético. 111111lista y lugar de escándalo también, por ello mismo puede ser
Gestación verbal, interminable rememoración de sí mismo y del q111· seamos dos e inevitablemente el uno para el otro, dentro de
otro. 1·~111 caja donde soplarán todos los deseos y todas las angustias.
Bajo piel de terciopelo, el fruto también puede ser amargo. .~ lt1111ció n confortable y espinosa en cuyo filo nos herimos ya que
Comunidad de odio, de queja, de remordimientos, tanto consentidos flu•ra de nosotros vamos a penetrar el torbellino de lo imposible,
con pena, como rechazados. Constructor incofortable de espacio d1•I tiempo, de la rapidez, de la eficiencia.
indefinido. Referido sólo a sí mismo, por el otro, se aproxima paso 1~ I ser psicoanalítico comprende, pues, ante todo un adentro.
a paso, palabra a palabra. Muñeca encajada renaciente hasta el Nn veamos aquí una alusión demasiado rápida a este adentro que
infinito del adentro inconsciente, encerrada en el secreto de sí 1Hll·dc representar el inconsciente. La primera parte de esta situación
misma, y abierta al secreto del paciente. Pan cotidiano del analista. 1a 1 vez el inconsciente del adentro. El adentro del lugar no es
111ns que el exterior de lo analizable, el exterior de dos seres el uno
1.' 11n el otro: el exterior del ser y el interior del tener.
* * *
¡,Cuándo llegaré a explicar esta proposición? El juego verbal
La alegre Pandora, la mirada, el oído y ... la mano, suspendidos d1·I psicoanálisis, que reposa en la existencia o que depende de ella,
por encima de su caja de misterio, en el instante de tocarla y de 11 11 menudo ambas cosas, es siempre una dialéctica. Porque, final-
saber afrontar las prohibiciones divinas. Menos alegre, aunque no 11 H•111c, el ser humano tiene inexorablemente un adentro y un afuera,

menos curiosa, reemplazando el oficio de la mano por el de la 1wro ¿,qué es lo primero? ¿El huevo o la gallina? Cualquier esfuerzo
palabra, de alguna forma, ante cada paciente me siento Pandora. 1p11· pueda hacer para realizar el deseo de confundir siempre y
No solamente de aquel que acaba de llegar a mi refugio, situado 111ll'vamente el uno con el otro para conseguir un bienestar irreal,
frente a mí, en el ritual del sillón, todo su bagaje interior y su 11lnmente llegará por el acceso a la muerte o a unos modos de
hábito manifiesto, todavía desconocido para mí. Sino de cada pa- pr-H rnsis. Freud siempre ha opuesto el yo-placer y el yo-realidad,
ciente cuando viene a cada sesión ¿Qué va a salir de este habitáculo 1·11do la síntesis difícil porque incluye la muerte. Así este niño
con forma humana, a la vez próxima y extraña para mí? ¿Qué 111tista, sin palabra, todo sonrisa y dul zura que, viniendo del jar-
soplo va a desencadenarse si tiro aún un poco de este cordón que dí11 en donde llueve ab und anle111enl c, se sorprende de no oír ni
he captado de la cobertura de su inconsciente? Me va a hacer falta 1·111ir en la sa la de juego l11N gol11N Nohn• el paraguas o sobre su
42 LA MUJER SIN CUALIDAD I N< '/\ .J /\~\' 43

rostro. Para él, el adentro sólo parece poder ser el afuera -confor- vi vuelvo a encontrar, de tanto mirar vivir al otro renovado cada
tabilidad o inconfortabilídad de la diferenciación. La separación no V1% un nuevo fragmento de mis objetos rotos, arqueológicos restos
se ha realizado, la dialéctica no se ha puesto en marcha. Su exis- que ansiosas delicias me conducen a reunir. Esta reconstrucción
tencia es una negación de la realidad: no hay yo, ni tú, ni el otro. 1 1•11 tfmetro a centímetro de un adentro que comunica con el mío,

Todo es ya uno y él no existe, marcado por una envoltura definida, q1 1t• re monta lentamente hacia la fuente de su vida, solamente
por las fronteras de sensación, de posesión, de palabra. Es un 1 11n1cntro en mí, más allá de los otros y de los libros. Y se reúnen

adentro/ afuera difuso, sin sufrimiento, sin deseo. Como el agua del 1.: 11 to rno al hecho de que el paciente evoca mis imágenes, mis
cielo, permanece impermeable a la situación del análisis. Como si 111ljctos interiores y los matices que yo multiplico con el arco iris
el deseo del analista, que se ha dejado percibir deseándolo vivo y d1• sus propias asociaciones. Entre él y yo se realiza poco a poco
otro, no pudiera estar más que en un absoluto vertiginoso e inque- tN tl· intercambio que musicalmente nuestros oídos escuchan como
brantable. Este niño ha salido para siempre de sí mismo, enterrado 111111 interpretación. Música que canta o que rechina, dúos en los
en el más allá de un inconsciente sin alma. q111· los bajos y los agudos se imbrican y se enmarañan, armonía
¿Qué proporciona la ley al que respeta ciertas formas de obe- 1lil k: il de alcanzar por el verbo siempre impuro.
diencia y de limpieza? ¿Acaso no es el deseo, en todo su cuerpo, t •: I paciente va a reconocer el vértigo de Pandora, también ante
de vivir hacia y contra todo? Solamente la carne, a su pesar muy 11 pl'l igro que provocaría la liberación de lo reprimido. La envoltura
próxima al peligro de morir sin realmente sentirlo. 1h- licada del yo, muy encerrada por el superyo, teme las perfora-
De la dialéctica interior/exterior a la dialéctica vida/muerte no ' 11111cs pérfidas de los recuerdos, de los deseos y de los sueños.
hay más "un paso", no hay más que un deslizamiento perpetuo. Y 1\1 analista está allí. Forma parte de un exterior apremiante y
este deslizamiento lo encuentro en la quietud ansiosa de mí gabinete 11 11 11quilizante, susceptible -por lo menos es lo deseable- de ta-
de analista. Allí ya no es el tiempo el que suspende su vuelo. l'llll:ir, por medio de la interpretación, las brechas de la angustia.
Analista, miro al otro en mí, no con pasión, sino con deseo. Sim- l Jna paciente se deja hundir en la ansiedad de una maternidad
plemente, quiero verle en mí como germen de él mismo todavía l111posible: "Un feto, en mí, sería como una araña que devoraría
encerrado en su concha no mellada por un inconsciente temible. t11d11 el interior y que solamente podría salir matándome."
Para crear la situación interna del análisis, voy a detener la Sufrimiento ilícito en este lugar de mi casa. Esta mujer debe
apariencia de mí deseo. Deberé hacer frente a esta despersonaliza- \·11lvL:r a encontrar allí los fragmentos de su útero edípicamente cul-
ción que impone la transferencia: volverme a encontrar en el innoble p11h lc, del placer paterno y del furor materno. En el molde femenino
padre insultante, en la madre tiernamente perversa o abusivamente 111 rcado por las interpretaciones, busca la organicidad anulada de
dura, en los hermanos vengadores de un acceso imposible al amor 11 vi da de mujer. Incluso si se desencadena el deseo perverso de ver,
e incluso en otros muchos monstruos, encerrados ahí por mí paciente. ti 11 11 :i 1ista, abortar una relación exitosa con su paciente. Relación
Pero sea cual sea la corteza, el fruto puede ser delicioso. Y, en mi 11111 11L"i ll ada por esta culpabilidad de un interior vívido agradablemente.
adentro, el analista, la espera de la maduración de este fruto extraño l l11 r l' fa lta analizar, palabra a palabra, y reinterpretar, poquito a
me entrega a las impaciencias y a las esperanzas, tanto a los poq uito, este adentro que ha explotado como una granada madura
cuidados atentos como a los más libres alejamientos. 1pll' l' Xp ul sa sus granos ensangrentados. La planta deberá morir, en
En el filtro de mi pensamiento, en donde se reúnen mi deseo y 1 h ' 1 lu fo rma. Estos abandonos aparentes del pasado son difíciles y el

mí saber, me hablo a mí misma: mí mitad de la transferencia. Así 1111 1·do de no volver a cerrar la corteza sobre la llaga, o la caja sobre
confieso mi deseo, a mí propio yo y a todos aquellos que me li ,.., sl'crctos, desencadena la emoción violenta de la conciencia de
reconocen como analista con ellos. El deseo que me concierne a 1 1 si mismo a través de cualquier sufrimiento.

mí misma, al principio con intensidad: por él recreo a este otro,


este paciente, en alguna parte de mí en donde me parezco a él. Por * * *
/•'N('A.JES 45
44 LA MUJER SIN CUALIDAD

El sueño del paciente. Confiado a nuestros oídos. Mis ojos y d aligeramiento volador de su propio cuerpo que llevaba el de su
mis músculos construyen las imágenes. El paciente construye en hijo.
mí por mis ojos y mis músculos. Un olor, un recuerdo. Un eco en
mi vida. Mis deseos en su discurso. Alimenta mi espíritu. En el * * *
fondo de mi vida la identidad del sentimiento le reconoce ¿Comu-
nicación pulsional? Asociación. El paciente "asocia". El analista se Freud ha planteado, como un hecho establecido, su construcción
asocia al paciente. El sueño se hace un poco mío: interior, pero lopológica del aparato psíquico. Ya se dude entre su primera o su
dejado en el exterior, a distancia -la distancia del sillón al diván. l'gunda forma, ya nos basemos, en parte en una, en parte en otra,
La locura asumida y mantenida afuera. 111 tópica está instaurada por nuestros analistas actuales dentro de
1111 sistema triangulado de acuerdo con el cual nos ordenamos.
Porque, como dice Hartmann: "La realidad es más que el in-
'l'ranquilizadora imagen de un interior en el que la imaginación se
consciente." De lo más profundo del adentro, surge la palabra
111agina a sí misma, etapas que progresan hacia la conciencia
adecuada. Si le falta al otro, para llenar justamente esta falla entre
1r l iva, en las cuales evolucionan las tres formas definidas del sujeto
lo expresado y el inconsciente, mi propia palabra va, deslizándose
¡w11sante.
por los poros verbales de mi paciente, de mí a él. El hará de ella Bien. Es así. Me quedan las evoluciones, jamás acabadas, siempre
leche, sangre, esperma, o viento. O cualquier otra sustancia meta- po~ ibles, que se enmarañan entre los trazos del tiempo y del es-
bolizada por él, parte rechazada como desperdicio y parte conser-
purio.
vada como su materia propia. La genética es inevitable, ya que éste es nuestro lote común. De
El paciente, incluso con el analista en el universo interior, soñado 111 genética y de la dinámica, nada es ni cierto ni está tan acabado.
y sentido, pensado y reconocido, se somete a su propia exigencia l 'nspectiva tópica del interior y del exterior, constitutivos del yo a
de unidad esencial. Reúne, en la experiencia verbal específica de t rn vés de la dinámica de sus intercambios. La vida supone una
su humanidad, su vivencia corporal y mental. Acribillada entre el l lll'rgía en movimiento, primero en el tiempo y también hacia un
ser y el tener, el decir y el hacer, el actuar y el sufrir, adquiere por 1j 11 .
mediación de los símbolos verbales el dominio de la dialéctica 1ocluimos aquí, de oficio, el punto de vista económico que
entre el sí mismo y el mundo exterior. Cualquier realidad existe 1Nq; ura el equilibrio de las consecuencias afectivas de la fenome-
por medio de la palabra, y surge de ella o se le somete. La existencia 11ología humana. Situado en el mundo tal como es, constituido por
persiste más allá de la palabra, pero el hombre no es hombre más 1111 cuerpo y por un espíritu, el ser humano se afana en mostrarse
acá de las palabras. 1hs1into de los otros objetos existentes, en constituirse y reconstituirse
El análisis nos sumerge poco a poco en el adentro de las pala- 1wrn1anentemente entre dos posibilidades, una positiva y otra ne-
bras, y nos alcanza por las palabras del adentro. Juego interno de g11 1iva, en el tiempo, en el espacio, en el ser y en el no ser. Perpetua
espacios figurados, matemática y poesía de los sentimientos, de las 11•ii11cgración desde un equilibrio de los afectos con el cálculo
misteriosas represiones vislumbradas, por el verbo recortado y re- 1 0111plicado del bienestar del cuerpo. Estar a gusto, encontrarse

construido al hilo de las sesiones. IH1·n en el mundo.


Un joven matemático amigo mío que ha dado pruebas de su l ,os movimientos dialécticos se desarrollan y bosquejan su sen-
talento, se mueve ante las representaciones pluridimensionales del Hdo, fundador del yo, tanto desde el interior hacia el exterior del
espacio con una seguridad y un placer magníficos. Su madre me 111npo, desde lo somático hacia lo psíquico, desde el paciente
relató el recuerdo de cómo, algunos días antes del nacimiento de l1;1 r ia el analista, como a la inversa. La síntesis personal y analítica
este primer hijo, se abandonó a uno de sus juegos favoritos: el 1h· r ada uno conduce al establccimicnlo confirmado de un yo adulto
columpio. Contó las sensaciones agradables que había sentido por 111 t'I paciente y de la interprcla r i611 en el ana li sta.
46 LA MUJER SIN CUALIDAD (N< '/\.11'.:'\ 47

Síntesis desarrollada en el tiempo pero intemporal y siempre p1l'I , co mo la minúscula muñeca, densa y sólida, encerrada en sus
inacabada: gestación permanente del yo hasta el límite somático 1d1·11ticas reproducciones encajadas, progresiva en volumen. La vida
de la terminación mortal. El cuerpo es el principio del ser, parece, .. .,rn allí herméticamente concentrada en la solidez celular, en "ese
cualquiera que haya sido el sueño del filósofo. Es también su fin, a lwdlo duro que se tiene en el interior" (N. Sarraute, Le planétarium).
pesar de las ilusiones de las religiones. Sll·niprc, bajo cualquier forma, algo puede nacer. El inconsciente
Intencionalmente no relato aquí mis relaciones con la pulsión d1· la abuela encajada es una especie de ese núcleo de vida al
de muerte. Si algunos la dejan aflorar en ellos para, malignamente, 1 11cunlrar en mí y en el otro, en tomo al cual se levantan la

intentar introducirme en ella totalmente, que no se confundan: no d1·11sidad y los volúmenes, orgánicos y musculares, y los movimientos
la desconozco en absoluto. Y por reconocerla permanentemente 1 11 r ul ares del pensamiento y de los afectos. Término deseado de
subyacente a la neurosis, y a la vida misma, le reservo su sitio 111., progresivas construcciones a través del infinito de los espacios
ineluctable. Pero que se me conceda aquí la legítima posibilidad de 1111111 ílicos.
desear, más bien, la vida tanto para mí como para mi paciente.
Lo que busco es que no se mancille mortalmente. Si el espacio
recreador del analista es invadido por la muerte, se convierte en \ro1m1s
espacio psicótico o perverso. Ningún sujeto puede salir vivo y
autónomo de semejante cuerpo. Perfume. Primera sensación del embrión del yo: el olor de un
Primero soy mujer, antes que analista. Aunque sea hombre, 1 111·1po materno. Disfrute inicial, penetración irreversible. Recuerdo
cualquier analista encuentra en alguna parte una especie de femi- drl adentro del cuerpo, envoltura vuelta sobre sí mismo. Piel inma-
nidad que hace posible que escuche aquello de lo que aquí se trata. ii 1111 I plegada por el aire que penetra. El adentro recreado. Sin
El analista encierra en sí mismo al hombre o a la mujer, por ello se 11li'llrucción posible a ese deslizamiento materno hacia el interior.
adhiere a la vivencia de su paciente. Si dejo que la muerte domine 1 >h 11· de sangre, de piel, de leche, de pecho. Olor de padre también.
mi deseo que toma entonces forma de agresividad o de ausencia l•I l'l'chazo de lo inevitable, del compartir, el detestado respira, lo
libidinal, ¿podrá nacer de mí otra cosa que un psicótico o un niño i 111~s pirable: el asma.
nacido muerto? La invasión por la muerte me conduciría a un Renacer en la felicidad del perfume. Primer elemento de lo
aborto analítico. En el análisis como en el amor, sólo es la plena 1 1111ocido, del deseo de guardar en sí mismo: madre reconocida. Su

posesión de sí mismo, vivo y deseante, la que permite correr, sin 11111%1 perceptible retenida en el soplo, la dependencia de la vida.
gran riesgo de perderse, el peligro de ser momentáneamente poseído ::11hli111ación. Lo inefable hecho sensible.
por el otro. Voluptuosidad en el preciso momento en el que la l 1crfume de mujeres. Legitimidad del primer apego, la huella
angustia se resuelve en el analizado y en el analista, y en donde las 11 'ipirable, volátil, lleva consigo las imágenes. A pesar de las nega-
fronteras de cada uno son respetadas y superadas. Plenitud del 1 11111ts del cuerpo materno. Olores de carne, de interior inquietante,

espacio reinventado. d1• 1nislerio, vulgar o sublime, transformados en olores de flores y


Aunque la muerte llegue por el mismo cuerpo o por la agresión d1 quimeras. Un abril resucitado. Más allá de las separaciones
extraña, alcanza en su momento el interior último. Es una banalidad l11l 111ilcsimales, la mujer perfumada se reúne con su madre-flor,
el decir que la condición humana es la de una perpetua defensa 111 1:-; islcnte, irritante. Huella aérea de la presencia obstinada, inscrita
contra el aniquilamiento de la vida, defensa material y defensa 1 11 la s mucosas.
afectiva. Pero banalidad esencial, absurda ilusión del equilibrio de Piel respirada del compañero de amor. Que a veces un hombre
fuerzas: un día la vida ha sido más fuerte que la nada, un día la 11 v1slc ligeramente. "Existe la ev idencia del perfume que es más
muerte será más fuerte que la vida. Entre esos dos instantes se 1 1111 vi 11cenle que las palahras, que l:r apari encia visual, que el senti-

construye un pequeño mundo, encerrado dentro del tejido de una 11111•1110 y que la voluntad . l ,1 1 1·vide11ci:r del perfume posee una
48 LA MUJER SIN CUALIDAD I Nt 'Al/ 1.'S 49

convicción irresistible, penetra en nosotros como dentro de nuestros y "111hn~ todo por el rodeo clitoridiano. No existe sexo visible, sobre
pulmones el aire que respiramos, nos llena, nos colma, no hay 1111 111 para la que lo lleva. Sólo el contacto del tocar, del sentir-
medio de defenderse contra ella 1" . 1· tocado y de la vibración interior. Sobre esta base sensorial se
Severina, alérgica y asmática, mantiene conmigo, en su fuero 1 1111struye un objeto interno fundamental (Esther Bick) en torno de

interno, una relación monstruosamente agresiva, irremediablemente 111 q11t; puede entonces desarrollarse una envoltura de piel táctil y
escindida en adoración pasiva y en ilusión de dulzura. Confunde su ltt1•go visible, por extrapolación del tocar a la visión. La mujer se
espera con la imagen inabordable que ha construido de mí. Silen- 1 1111stituye como envoltura, centrada sobre este objeto interno inde-

ciosa la mayor parte del tiempo, encerrada en una ignorancia sin ll111do. El narciso necesitará de su espejo durante toda su vida: del
deseo. Un narciso que no se ha abierto, sin perfume, sin corola. No 11 1111en a la flor, después, incluso hasta que se marchita. Confir-
hay fuente próxima: nada que oler, ni nada que saber. 1í111l'i611 por el ojo de la coincidencia persistente de un "espacio
Llega un día, vestida como de costumbre con una apariencia lt 1111·ional3" de la vivencia interior con la imagen especular, como
apagada, pero extremadamente perfumada, ácida o perversa. Yo t 1 contenido debiera ser confirmado por la apariencia del conti-
toso convulsivamente, invadida por un olor de mujer abusiva, pe- 111 111\'.
netrada en cuerpo y pensamiento por este falo volátil sin sutilidad. ,111 sí mismo primitivo será ya dualidad, o solamente unidad?,
Más acá de la voz perdida, mi espacio lleno duramente del irrespi- 1- 11 todavía continuidad palpable? Ya sea que reúna en un sólo
rable odio materno, la persecución respiratoria perfora mi espera 1111t•loo indiferenciado adentro/afuera, continente/contenido, todo y
de armonía, inunda mi pensamiento con un vapor nauseabundo. La p111 h's, táctil y visual, pulsión vital y pulsión mortífera, ya sea que,
transferencia. Soñábamos con sentir la misma dulzura. 11111 lJ I contrario, esté primero la lucha de los opuestos y que su
t•u 1Ni6n esté determinada por la separación fundamental del naci-
ii111·1110. Separación que entonces se caracteriza como modelo del
Ojo y piel p1 11H11m iento dualista y refleja el problema de la reunión de los
1 "' ln·111os. Problema como el de la reproducción de la mujer por la

"Las palabras no coinciden ni con ellas mismas, ni con su 11ttql' t', de la diferencia dentro de lo idéntico. Dualidad en la unicidad
objeto: desfase que es pérdida de identidad 2" . El desfase se encuentra d1 111 c..: ontinuidad. Encaje topológico de las continencias.
también en la diferencia entre dos epidermis: el que toca y el que 1.os primeros momentos de la vida, en el espacio somatopsíquico
es tocado. No hay verdadera coincidencia. Si no es quizás en la 11111111 de la niña como del niño, el objeto toma forma por el sentir
identidad de la mujer con sí-misma, coincidencia pasajera entre su 1111·1110 oral y labial, confundido o mezclado con el sentir global
sexo y su propio cuerpo interno. No existe nombre para este espacio 1 t 11 poral. De forma próxima a la de F. Tustin, pienso en la angustia

exógeno, no hay palabras para decir lo experimentado ... Solamente 1li t.t• r conducida a buscar la constitución de un objeto interno que

el contacto interno con sí misma, con una mano, a veces extraña, 1 1 onvcrtirá en la fuente de las relaciones objetales. Puede ser que

con el sexo de otro, que, por un momento coincide con el deseo. 11 primera forma esté inducida por la proximidad de la superficie
Orgasmo. Nada visible. Sólo tocar y ser tocado. Y la difusión del l11li111I c..:on la cavidad bucal en donde los placeres iniciales de relación
placer por todo el cuerpo. 1 111111 mezclado. Puede ser también que, anteriormente, el objeto

¿Tocar qué? Lo indefinido y lo incontrolable carnal de un espacio 1111•1110 fundamental estaría producido por la interiorización del
excitado, casi total e inmediatamente en el adentro. Adentro, incluso 1111 11r global experimentado dentro del interior materno.
l ,n zona oral va a concent ra r lo sentido adentro/afuera, va a
1
P. Süskind, 1985, p. 121.
2
Sami-Ali, 1984, p. 5. ' /11/d.
50 LA MUJER SIN CUALIDAD 51
Uv t 11/"S

procurarle las significaciones, va a transformarlo poco a poco en 111•Nt'1·rlo, el niño enloquece, teniendo quizás a la misma edad menos
subjetividad, a distinguir el objeto incorporado del sí mismo incor- 1kH1•1111iurañado lo sexual de lo persecutivo. El deseo manifestado
porante y a formar una representación identificatoria inicial de la 11111 111 niña y la ausencia, en su cuerpo, de un objeto idéntico,
madre continente. La envoltura psíquica se organiza sobre la base 'u d11dcramente constituye una de las fuentes de las fantasías de
del sentir global con el contacto del cuerpo materno, sucesor del 1 ' IP~ lrn <.: ión en los dos sexos.
contacto uterino al cual sustituye el contacto activo e interno de 1,11 proyección de las sensaciones táctiles internas sobre un objeto
los órganos bucales con el mamelón. El ojo percibe el ojo materno, 111110\"ido por la mirada, provoca en la niña una identificación
primer espejo (Winnicott). Muy pronto el ojo y la mano sustituyen ¡duha 1 de sí misma con la envoltura de placer que descubre en ella
parcialmente a la boca y construyen una topología nueva gracias a 1111'1 11111 . Conscientemente se convierte en una superficie de seducción
una globalidad táctil, por su "vecindad" espacial y funcional de , 111 d11L', destinada al niño cuyo pene desea incorporar. Seducción
receptores. Globalidad que tiende a la unificación del sí mismo en t•11y11 fin es la posesión del objeto deseado, en principio, bajo la
la lucha contra la separación. El sí mismo divide para reunificar 1'111 k11 forma que ella conoce: la de una envoltura de placer. Este
sin cesar. El espacio se compone poco a poco de estas percepciones p1111'L'SO puede proporcionar una razón a la importancia que la
que vienen del exterior y se reciben en el interior bajo formas 11111¡1·r da a su adorno, al despliegue precoz de la gracia en la niña
vecinas. Los parecidos se encajan modificando la amplitud y la 111 q11d\a y al encanto que sabe ejercer sobre su padre y sobre otras
forma de los objetos internos, reuniéndolos en un tejido sensorial 11111chas personas. Provocación que pone en equivalencia el objeto
que se interioriza. 1 l1 Nll deseo con la forma reflejada, de este deseo, por el yo de-

En la niña, la sexualización de la percepción pone directamente 1 1111 l t.; .


en juego el sentir interno. Todo se concentra en el espacio interior. Pdigro, no obstante, el que corrió por la mirada seductora
Cuando toma contacto por la vista con el pene masculino, ya 11111 111 el objeto de la seducción. Curiosidad, envidia disimulada
desde la edad más precoz, el espacio de su ojo sabe que el pene es li1q11 la búsqueda de conocimiento. La niña pequeña corre el peligro,
el objeto de su deseo. Deseo sexual ante todo. Lo que quizás a la 1i1111-i que el niño, del traumatismo ligado a la mirada: la vista de los
misma edad no sabe el niño. Lo que Ja niña tiene, lo experimenta 111 ¡:11 11os sexuales masculinos adultos despierta el terror persecutorio
al principio en el adentro. Lo que pierde de vista lo recupera en 1 l11l'11lado con el sentimiento de desproporción de los cuerpos y

pensamiento. En la lógica de las cosas, según las exploraciones 1_1111 la efracción de un espacio imaginario aún no destinado a
eróticas que ella misma ha realizado, está el que sueñe con tener i 1: 1 ll1ir este objeto, esta cosa, no solamente en la realidad carnal,
ese pene, allí donde ella siente su lugar: en el mismo sitio que el i1111 también en la culpabilidad del deseo prohibido. La visión
niño. Pero de hecho, se produce en ella una confusión entre la \·lnl'u lada con el deseo es ya para la niña una penetración.
visión del pene y el sentir en relación con el pene, que suscita la 1~s t c "incidente" traumático, muy frecuente, marca a la niña
envidia de tener un pene, ante todo, como objeto de su propio 1 1111 sentimientos de incapacidad que se vuelven a encontrar bajo la

disfrute. Se siente envuelta, con lo no envuelto, dentro de su relación l11111H1 de frigidez, de esterilidad o incluso de inhibición intelectual.
de disfrute. Espacio envolvente con un punto excitable por el objeto 1 11 11 <.:cgueras o tics histéricos, son, sin duda, un síntoma que se
excitante. El espacio, en ella, está hueco. Es llamada, es pulsión p1wdc relacionar con el deseo de ser penetrada por la vista. Cuando
hacia el interior. 111 1q>L1gnancia defensiva de la mirada se ha unido con las repre-
La intensidad del placer experimentado por la penetración del 1~ 11l11 c iones táctiles, la prohibición vinculada con el tocar lleva
objeto dentro de la mirada, se proyecta sobre el objeto que desen- 1 1111sigo el asco de la anorexia o incluso de las defensas obsesivas

cadena el placer por desplazamiento de las sensaciones inconscientes d1• limpieza, de rechazos fóbicos, o de imposibilidad de manejar
de penetración. Mientras que la niña identifica todo, inmediatamen- 11 11 11 pluma para escribir.
te, en el pene masculino, objeto de su placer, y busca evidentemente Eslc lugar concreto q11t'. <kt1·r111ina a la mujer, caracterizada
52 LA MUJER SIN CUALIDAD /Nt IWS 53

por el misterio de lo táctil interno del placer invisible, designa la p111N1·11c..: ia. Con el fin de resolver el conflicto intrapsíquico creado
feminidad por un punto de convergencia en el cual el símbolo se 11111 1·1 objeto, el símbolo se reúne con el síntoma en el cuerpo
hace inseparable de la materia. La simbolización extrae de lo vivo 11111'1'0 de la histérica. Por el contrario, en la evolución normal, el
su sustancia superficial perceptible. El símbolo transmite solamente 1_11111111.:to corporal perdido deja sitio a la palabra.
las indicaciones sensoriales emitidas por el objeto y que lo repre- l .os sentimientos de castración utilizan a menudo las manifes-
sentan o permiten una cualidad particular de separación: el signifi- 1111 lo11es orales. Citaré solamente las más elaboradas: nombrar,
cado. El símbolo estabiliza los datos exteriores por la extracción de d1 1 ji', hablar. Lo invisible es innombrable. La concepción de un
las cualidades formales esenciales de un objeto. Disminuye la in- ltlju, escondido en el hueco del misterio uterino desemboca, en la
quietud que crean los datos fugitivos de la sensorialidad, expresa 11111j1·r, en la producción de un objeto de amor vivo, parte desprendida
los restos de la represión cuando ésta ha actuado gracias al pa- d1 NI misma, cuya imagen simbiótica se constituye naturalmente en
raexcitación. 111d1viduo separado por el largo camino de las identificaciones y de
Así, la fecundidad se convierte en un símbolo quizás porque l.1 11 1·a.·paraciones. Pero el hombre procreador, para representarse
estabiliza in utero la huella de la relación del hombre con la mujer, 1:111110 generador, debe "reconocer" al hijo y recurrir a esta noción
de la unión de los diferentes, de la unificación del sujeto. Anula los '11111plcja que es la filiación. Nombrar el hilo que le une con su
terrores de la muerte invirtiendo la representación de los datos p111pia simiente fructificada por una mujer. Nada visible ni tangible
temporales de la vida. 1 11 t~ sla salida inmediata de un gesto de deseo cuyas consecuencias

El símbolo es una creación, aseguradora del yo que funciona p1u·1h.:n permanecer ignoradas por los dos compañeros. Certezas de
como un denominador común entre las personas y, según Jones, 111 111udre. Obra manifiesta, innegable. Restringida por la posesión
porque "tiene una significación constante 4 " . Reduce la "cosa" a su p11 N11jcra de un objeto vivo autónomo. Desposesión perpetua, sepa-
más simple expresión extrayendo de su concreción las partes más 1111 lt>n permanente, visual y táctil. Sufrimiento de la madre. Vínculo
exteriorizables: la visión y el tocar son su fuente. Lo visto de la l111h6l ico de la relación de amor que el nombre del padre adquiere
envoltura evoca el vientre. Evocación visual, a veces incluso auditiva, p11111 el hijo, introducido así dentro de la ley y reconocido en su
de un contacto deseado, la puesta a distancia simbólica que conserva l1111 11gularidad". Por la vía de la filiación, el niño encuentra su
el sentido rechazado de la relación con el objeto. El sentido con- 111lt'llda en un espacio interno imaginario preconstituido, cuya vista
servado puede ser entendido como una forma interiorizada del v oitlo van a ayudar a hacerle independiente del contacto con el
objeto preciosamente disimulada por la represión y proyectada 1111·1·po materno.
inconscientemente, en sus trazos esenciales, en una forma exterio-
rizable.
Si se cree en los arqueólogos y sociólogos, los más antiguos
símbolos encontrados están muy vinculados con las formas maternas
'"'''Menes
que parecen desafiar. La simbolización invierte el encuentro con el
/\. C lara no le gustan los espejos. Indecisa ante el hecho de
objeto: reemplaza la contigüidad sensorial por la contigüidad afectiva
d1•Nc11bri r quién está frente a ella. No le gusta su imagen ni con
e imaginaria. Del objeto contemplado, solamente queda el mínimo
11 11.k ni con pantalón. La elección de un vestido proporciona siempre
de sus caracteres sensibles, susceptibles de estimular dolorosamente 111111 larga duda sobre la forma, el color y el contacto de la tela.
la evocación de ausencia, la franja del agujero en el que el yo Ca111b ia y recambia. Transformaci ones. "Como si tuviera miedo de
desaparece ya sea por el disfrute del objeto, ya sea por su no v1;1' a una mujer dentro de esta superficie lisa, mientras que siento
1·1 1·l'lieve de mi cuerpo rcc..: uhi erlo de una fa lsa membrana, o por un
4
Ernest Jones, 1916, citado por H. Sega!, 1987. 111p11razón. Me gustan las lorlu gas. Verme, es verme pl ana, no
54 LA MUJER SIN CUALIDAD I Nr 111•:\' 55

como los demás me ven, ni como yo me siento. Es falso. No puedo Nombrados así los "agujeros negros" de los astrónomos - poetas
verme. Es como mi sexo, no veo más que lo que lo esconde. 1 11 ·11 lll'icos contemporáneos- son fuente de luz. "Mi ojo negro es
El primer chico que he conocido, por el que he podido ser 1_ 1 11111bra l de infernales moradas ". Ignorantes del contenido de
6

amada, lo he conocido en la oscuridad. Hacíamos el amor en la üll t 11s monstruosidades planetarias, los investigadores se activan,
oscuridad, como si no quisiera verme más. Por otra parte, incluso 111 nH11 ll á de sus sueños de infinito, imaginándose las formas y una
en el presente, el placer sólo me llega si no veo nada, si estoy en el ;1p,1111 ció n interna. "Lo negro no es tan negro 1 " . Por "grados desco-
adentro de mí, solamente concentrada en mis sensaciones, en el 11111 idos", la imagen visual se despliega sobre lo irrepresentable. Es
contacto de las pieles, de las membranas. Ninguna imagen, sola- 1 I M'c rc to del pintor, es el esfuerzo del poeta. También el del
mente colores, vivos, brillantes, que se mueven y se entremezclan." 11111 lisla cuando escucha al soñador.
1•:I ojo no hace más que envolver lo percibido, rodear al objeto
d1 11 11 a cápsula de yo por tenue que sea. El ojo penetra. Esta
Miradas 111 tH' I ración es recíproca. El ojo es penetrado por el objeto. La
11111•1penetración visual es fuente dinámica de una comunicación de
La línea de un pétalo que el azul define, entre flor y nada. l.1 •, 1'11ntasías de poder, abre el acceso a la sensorialidad jamás
Trazado sutil, de lo frágil a la ausencia. La mejilla de un niño 1_ kli 111 itable, a los sueños del interior megalomaniaco en lo que
donde despunta el rosa, irisada por la mirada tan azul como la flor. 1 1 ~ 111rfan unidos y opuestos los principios de vida y de muerte:
Corola de una vida, absoluto del contorno. Del ojo o del pétalo, 1 'li slo libro vivo que se lee en el interior del Sí-mismo s". El
¿de quién soy yo la madre? l1111 11 hre creado a imagen de Dios, imagen idealizada. Omnipotencia
Franja fluida. Centelleo. Repliegue calmado del agua. Límite d1 111 mirada que transporta el mundo hacia el interior del hombre.
móvil y transparente sobre la desnudez de la ribera, deslizándose 1,a experiencia pulsional desencadena la búsqueda y el investi-
una y otra por encima y por debajo infinitamente en la dependencia 11ill'11lo de objetos externos, a los cuales se atribuye inconsciente-
de un estremecimiento de luz. Deseo apaciguado. Lo otro siempre 11w11 le la capacidad de satisfacer la necesidad experimentada. Primer
recomenzado de forma diferente, mirado tocado desconocido, jamás 1 11tido dado a lo experimentado por el psiquismo naciente, la

confundido verdaderamente, solamente contemplado en la desapa- p11 lsión aparece pues como el primer presentimiento de vivir, de
rición del mismo. 111111 actividad interna a la que la respuesta perceptiva no es más
Mirado, el objeto visto se hace pasivo, engullido en el espacio q111• contingencia y pasividad. La receptividad sensorial, por este
del ojo. Los Girasoles de Van Gogh, los hormigueos exóticos de el lll'1·1lo, es rápidamente puesta en relación con los movimientos
Douanier Rousseau, las inmensidades materiales repugnantes de Po- p11l ,'lionales: mirar se convierte en un impulso pulsional cuyo fin es
llok, el oso de Rodin y cuántas otras, se han convertido en objetos 1 1 ve r, el descubrir el ojo de su párpado para entrar en contacto

de mi posesión interior. Los reconstruyo con mi propio material. 1 1111 el objeto, el orientar al ojo hacia el objeto y el sentir la

El ojo es el espejo del alma, espejo materno, primer contenedor. 1H' lll' I rac ión del ojo-yo por el objeto visto. El ojo, cerrado, conserva
Pasivo pero vivo, se convierte en el objeto. Mirado, interiorizado, 111 1111agen y su huella sobre el block mágico del recuerdo. Es trivial
integrado en una parte del yo. Tal como la Parca de Valerys que l111hlar de la avidez de una mirada, como si el ojo representara un
"centellea, vinculada a este cielo desconocido [... ]" mientras que 11111'i cio manifiesto de receptividad, de incorporación, con el mismo
escucha en ella los impulsos del deseo/serpiente: "¡Oh peligrosamente 11t1do que la boca.
de su mirada la presa!"
" 0 ¡1. cil.
5 1 1/1/d.
P. Valery, op. cit.
~ Sll nlii Teresa de /\ vil11 .
56 LA MUJER SIN CUALIDAD I N1 '1\.1l\S 57

La aptitud del ojo para abrirse y cerrarse gracias a una movilidad en el chico. A lo más una agitación generalizada que rodea y
extrema e intencional me lleva a considerarlo como uno de los dh1i1nula la cavidad excitada.
más precoces representantes de las posibilidades de escisión aden- l ,a niña pequeña puede también fabricarse una omnipotente
tro/afuera, yo/no-yo. Por esta aptitud para cerrarse voluntariamente 1;1•1razón al mundo ocular, que se opone a la penetración. Esta
frente a las solicitaciones agradables o violentas del entorno, es 11·1razón de su interior deseante puede ser una forma de autoero-
también, sin duda, el agente del sentimiento de interioridad. El 11111110 que surge de la megalomanía infantil. Puede también derivarse
autista come pero no ve. No obstante, mira los objetos que elige. El d1· la homosexualidad natural que la vincula con su madre. Protege
párpado y su funcionamiento prefiguran la envoltura del yo en la 111 f en ella a su propia madre de la penetración por el padre y se

superficie psíquica, con sus posibilidades de apertura hacia el afuera, 11 ~NL~rva a la vez el cuerpo materno y el pene paterno. Si las cir-
y la retención de las imágenes que participan en la construcción de 11111stancias de su desarrollo hacen que este modo de cavidad per-
la imagen de sí mismo. La mirada es a la vez de contacto, de Nl11 , la niña sufrirá por sus cargas pulsionales histéricas. Algunas
interiorización y de distanciamiento. Intermediaria entre la boca y l1tgidcces y el vaginismo son los desplazamientos de una hiperacti-
el oído. Después de un largo rodeo y de múltiples transformaciones, vld11d visual de la pequeña infancia.
la palabra sintetiza la mirada y el oído por su función de percepción Ciisela frecuenta desde su más tierna infancia los museos y las
y de emisión a distancia. dcrías de pintura donde su madre la llevaba. Después siguió
Por oposición a la percepción visual de la superficie de las y1•11do con su padrino, más joven, sin duda amante de su madre, y
cosas, la capacidad de cerrar el ojo lo transforma en órgano de la 1h•I cual ella misma estuvo apasionada y platónicamente enamorada.
percepción interior. Está eminentemente investido como lugar de l!.I na el objeto de sus fantasías masturbatorias. Actualmente ama
receptividad y, sin duda por ello, comprometido en la feminidad 11 1111 pintor. Pero su relación es "superficial". Gisela es impenetrable.

por las representaciones de la interioridad pulsional 9 • Mientras que l:11rrc de vaginismo. Me dice que ella "no puede cerrar los ojos"
la experiencia de la satisfacción provoca más bien representaciones 11111 11do su amante la acaricia. Por el control de la mirada mantiene
vueltas hacia el exterior, hacia lo activo, lo eréctil, lo masculino. 1 1 control de sus abandoños. No cerrar los ojos le permite perma-

La niña siente de forma evidente la presión del deseo ya desde 1wrcr cerrada. Realiza una confusión de orificios entre los ojos y su
una edad precoz, durante el segundo año de su vida. El impulso l ~X O .

hacia un objeto exterior se confunde en ella entre la necesidad oral La mujer es una página en blanco donde el hombre traza el
y la necesidad sexual. Como el mamelón dentro de su boca, deja i¡tno de su destino. Destinada a la superficie corporal, la mirada es
que penetren en ella, por medio de su mirada, los objetos equiva- 1111 elemento constitutivo de la identidad formal, superficial. Desti-
lentes productores de disfrute. Hacia los dos años, cuando está en 1111du al reencuentro con otro ojo, es un relevo de comunicación a
condiciones de comprobar la existencia del pene viril, mezcla los dl Nl11ncia de una gama muy amplia de afectos. Es también el orificio
sentimientos de deseo de ser penetrada con el descontento de no d1• penetración de los objetos del entorno. Por su mediación y
poseer también este objeto de placer. El pene del macho se convierte 1•g(1n las cargas pulsionales del momento, el yo puede apropiarse
en la señal visual que la define desde el exterior y refuerza los ih• l'Stos objetos, transformarlos en objetos de fantasía, apreciar sus
afectos y las fantasías vinculadas a la interioridad del sentir sexual. 11111lidades de forma, de color, de contacto táctil tanto como de
No obstante, visto desde el exterior, su cuerpo no presenta, a causa 1 Ji t rn ñcza. Es un punto de diferenciación y de identificación, de

de la excitación, ninguna transformación equivalente a la erección il1 11ti11ción entre la concreción real y la fantasmática, una fuente de
1 1111slrucción imaginaria.
1~ I ojo, a ras del rostro. se vuelve también hacia el interior. La
9
En los Tres ensayos para una teoría sexual: "Las metamorfosis de la pubertad",
Freud cita al ojo como zona erógena. Si la mano Jo acompaña en su relación con el
1111r11da construye lo escnciul de l11 s representaciones, incluso si
objeto, la excitación provoca una tensión sexual cuya realización permanece hipotética. p11 1ticipan de la intcriori :t,11ch111 d1· l11 Nexcitaciones producidas por
1m~~
59
58 LA MUJER SIN CUALIDAD ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

los otros sentidos. En la teoría del análisis, el modelo visual es 111 g11 do. Lo que se entreve no se ve; Narciso en la fuente-espejo
fundamental. Quizás porque Freud era particularmente sensible a t 11•11dora de sí-mismo sólo vive su propia imagen. Unico sentido
la visión, pudo valorar y a comprender el sentido de las retenciones q111· se concede a la vida, límite del disfrute vuelto sobre sí mismo.
visuales utilizadas por el sueño. El mismo lenguaje, en los sueños l l11111oscxualidad elemental.
de Freud, a menudo estaba escrito; así pues, la imagen era visual "Si bien la vista no engaña, la mirada por su parte se desvía
más que auditiva. Sin duda, esta mayor importancia para localización 1'1.ll i li nente 10 " . Permanece en la superficie. No ver el pene. Ver
del inconsciente hay que relacionarla con la incorporación y con la 11l11 111ente el adentro. Unica certeza de sí mismo. Hueco ineluctable,
interiorización por la mirada, ambas anteriores al lenguaje. ld1·11tico al sí-mismo, cerrado hacia el adentro. Se pierde en el
¡wc lio antes de existir: peligro de la psicosis.
l .:1 niña histeriza su propio cuerpo por el sentido acaparado de
El ojo y el párpado 111 11iirada maternal sobre el padre. Se ve fálica en el ojo de la
1í111drc. fnviste por sí misma cualquier desencadenamiento visible:
El ojo percibe, el ojo ve. Existe un exterior, una realidad, inde- l .1 grnc ia, las lágrimas, la cólera, los malestares. La inutilización de
pendiente incluso del sí mismo, que llega a reunirse con él. Realidad 11111 rxcitaciones internas le hacen insoportable la visibilidad fálica
distante y distinta del tocar. El ojo no tiene piel. Aprende. Muy 1 1u1 es hacia el ser en sí mismo. Intenta entrar dentro de la mirada
pronto se da cuenta: el color de la madre, el matiz de sus ojos, la 11111ll'rna a falta de su pecho, para preservar la primera estructura
forma de los cuerpos, el tamaño de las cosas. El ojo mira. Desvía 11111 l'isista que todavía no puede rechazar ni transformar. Histeria
hacia el sí mismo la parte de percepción elegida por los afectos. La n1l'1ii ca, inevitable, que el niño pequeño soporta y abandona por su
parte de lo visto-mirado por el inconsciente. Una parte de lo visible i'11 l1 l'idad.
se retiene por la represión. El deseo mira. 1 1:1 ojo, sucesor de la boca iniciadora, separa el sí mismo del
El ojo se convierte en boca. Avidamente incorpora lo que, de lo 11hj¡· to y adelanta la distancia de la separación verbal. El párpado
visto, está llamado a convertirse en yo. El narcisismo toma en su 1 1 1 rndo refuerza el sentimiento de sí mismo, la capacidad de retirada,

fuente su propia imagen evanescente, el derrame en el yo, la movencia 1Ir 1111cño. El repliegue sobre la voluptuosidad interior tanto como
de una forma. La superficie mirada penetra en el yo, se metaboliza, 11hrc la agitación perseguidora.
se imprime. Como una etamina en la que la psiquis sería su trama. l ,a visibilidad restringida del sexo de la mujer provoca temores
El ojo completa la piel, crea la distancia entre el cuerpo y las cosas. 1 vhk ntes en el hombre hacia lo que permanece invisible. Esta
Nueva distancia de lo sentido, ausencia del primer contacto táctil. hw·n que cierra sus labios y este ojo que se esconde entre dos
Lo táctil se transpone en la psiquis, los objetos tocan al ojo interior. p111 pados, solicitan identificaciones precoces, reforzadas por las pro-
Primera percepción diferente del adentro. ~· 1 l' tndas sobre el interior escondido por estas cerrazones frágiles:
Adentro cerrado por el párpado. Cierre inicial, primera negación. i 1 11entir orgánico y los afectos rudimentarios perseguidores que
Libertad que Freud ofrece al paciente tanto en la hipnosis como en 11111 vinculados, añaden sus modelos identificatorios a los modelos
el análisis. Retracción sobre sí mismo, retomo hacia la representación 111 11I y ocular. Las fantasías paranoides de la muy primera infancia,
del adentro y la fabricación de los pensamientos. Negación posible d1•Nvritas por M. Klein, se reactivan por la anatomía femenina y
de la realidad externa, transformación del analista y de la situación. 11 11 proyectadas sobre el interior del cuerpo femenino y su funcio -
El ojo cerrado sobre el sueño, ojo interior. El ojo cerrado conserva 1111 111 k nto sexual. Del funcionamiento femenino, el hombre sólo
el recuerdo, imprime lo mirado. Ojo-boca que saborea, digiere y 1w1ci hc lo que es visible: el embarazo y el parto. La mujer es
metaboliza lo visible. Es el agente de las primeras elecciones.
La mirada se desvía, mucho mejor que la boca. El rechazo a
111 .J. Mac Dougall , 198'.\ .
ver es fácil: un párpado cae sobre la apertura ocular. El signo es
60 LA MUJER SIN CUALIDAD 1Ni ' \1/•,'S 61

finalmente confundida con la madre. Esta última imagen es mezcla l ,11 envidia destructora, por el contrario, parece inspirar los
de admiración y de terror: el interior de la mujer representa la ' '"'' 1i t<lS de iniciación de las sociedades consideradas como más
omnipotencia sobre la vida y sobre la presencia del sexo del hombre 111 l111ilivas, sin duda porque sus tradiciones religiosas ponen de
que se siente atraído por él. La rivalidad infantil del niño hacia la 11_l11·vc el odio elemental contra la feminidad. Empujado por la
madre, portadora del bebé del padre, se despierta. 11 1 t lt ud de su sexualidad, el hombre suele tener sentimientos de
La sobreestimación de lo invisible aparece aquí. "¿Qué dicen 11 vidia hacia el invisible proceso de la fecundidad materna. En
las mujeres que yo no pueda decir?" se preguntaba Andrés durante l11 g 11r de hacer de la mujer una compañera, hace de ella una rival e
su análisis. Comprobaba con envidia que todas ellas tenían la ex- i11t1·11ta, por medios legalizados, disminuir la fuerza de sus deseos
periencia de la maternidad, de lo que podían hablar entre ellas. El !i111•i11 lo femenino y lo materno. Sus gestos destructores se dirigen
añadía a esta comprobación que ellas tenían también la experiencia 11 l11 s partes visibles del sexo de la mujer, y en primer lugar el
no solamente de contener el objeto del deseo, sino de ser penetradas 1_ llturis, considerado, incluso por el mismo Freud, como una persis-
sexualmente y no en forma anal. La homosexualidad masculina li tll'ia rcinvidicativa de un pene ya abortado. La escisión del clítoris,
aparecía entonces, al hilo de la reflexión de Andrés, como el deseo ¡1111 ct k:ada en numerosas sociedades, satisface, parece ser, las fan-
de mantener una bisexualidad omnipotente e ilusoria, pero también ¡1 1 ~d11 s de castración de la madre fálica. Tranquiliza a los hombres
como la confusión grosera del ano con el orificio vaginal. El disfrute 111111: las consecuencias de las identificaciones femeninas que pro-

homosexual era reducido a una feminidad travestida y despreciada ' 111 1111 1a envidia del pene y la sumisión homosexual. El hombre
cuya especificidad era anulada, y la noción de hueco interior supri- l111p1111c, a las partes visibles del sexo de la mujer, la castración que
mida. Una reacción de desprecio que me recordaba en este paciente l I kili<.: para sus propios órganos sexuales. Algunos pueblos primi-
el despecho sentido por Freud como hombre y padre, hecho que 1i vus tienen la costumbre de llevar a la práctica las escisiones por

anota generalizándola 11. 11t 11111 mujeres, como para mantenerse protegidos de la culpabilidad
La multiplicidad de las representaciones de devoración, mutila- q111• estas prácticas llevan consigo.
ción y transformación que suscitan la gestación y el nacimiento es l'cro queda esta boca cerrada cuyos labios hace falta retirar,
11 plkgue de la boca por el cual todo el cuerpo se erotiza, erotismo
fuente de idealización y de odio, de rivalidad y de adoración. La
idealización del misterio materno de la gestación y de la procreación '11111·cntrado, llamada al pene en erección. Boca devoradora para el
en lo que tiene de visible, suscita comportamientos religiosos muy I '' 1w masculino e inquietante para el placer mismo de la penetración
conocidos y tan viejos como el mundo. Simbolizan los miedos y los 111 111tal subtendida por deseos perseguidores. La escisión de los
intentos de control de las angustias suscitadas por el sexo depositario lod1l11s, complementaria, en general, de la del clítoris, parece primero
1 ·11111 destinada a privar a la mujer de los órganos manifiestos de la
del misterio. La ambigüedad sexual de la divinidad procreadora en
el Antiguo y en el Nuevo Testamento, deja poco sitio a la imagen OK111111.:ión sexual, y a impedirle todo disfrute. Intenta también anular
materna. Yahvé no tiene esposa. Es padre-madre omnipotente. La lr1111 11•presentaciones de la primacía sexual sobre la oralidad, ya que
Trinidad católica (Padre, Hijo, Espíritu Santo) ofrece una imagen l! il 1•1 hombre la libido se sitúa en el pene. La escisión de los labios
masculina de la escena primitiva que concluye con la encarnación lli Hll 11 separar el orificio vaginal y a concentrar en él la búsqueda
del Verbo. En el último siglo, no obstante, se sintió la necesidad llhldinal. Solamente está entonces presente la llamada inquietante
lógica de hacerle un sitio a la imagen materna, a condición de que d1 1 deseo, que la desfloración ritual desvaloriza por la influencia
·11 11 d que proyecta. Placer de la penetración vengadora, de la fuerza
se conserve virgen.
11t1 od uciéndose en un orificio sin barreras, un ojo sin párpados.
11j11 rijo del deseo masculino, en el cual se sumerge el hombre, y
11 S. Freud, 1905 b, p. 1181, nota (añadida en 1920): "La mujer que no lleva a
tl1•.d1• donde ve surgir la vida .
cabo una sobreestimación sexual del hombre hace, en cambio, objeto de ella a sus hijos"
(subrayado por nosotros).
62 LA MUJER SIN CUALIDAD Ni ', 111 ,~'l 63

Lissete 1111 11l l' 0n torno de ellos sin alcanzarlos. Es así como mantiene un
l111 uil eq uilibrio entre ella y ellos. Solamente el negativo de la
Lissete es periodista y fotógrafo. A los treinta y cinco años, !li111¡:c11 de sí misma es una parte estable de su persona.
soporta mal el descubrir que las imágenes y su movencia la obse- 1\11 cuanto a mí, el analista, voy a serlo por mucho tiempo y
sionan. Los recuerdos visuales se conservan vivos en la capacidad q11 ltif1s para siempre, la caja en la que deposita este negativo para
de fijación de su memoria que querría contener la eternidad. En la 111 11lo¡!erlo dentro en el inmovilismo esterilizante.
técnica de su trabajo, disfruta con la ansiedad del aspecto matizado
de las tiradas que cambian la tonalidad de la imagen quitándole
seguridad. Su identidad interior está sometida a la inconstancia de mhueco
la mirada. Nada está seguro: ni la forma ni el color, solamente el
cambio en el cual se siente deslizar y perderse. Los negativos de " 1\1 predominio de las sensaciones oculares, tanto reales como
las fotografías que realiza, son para ella la única certeza, su verda- 11111 gj11arias, es tal que afecta a nuestra capacidad de pensar. Es
dera posesión, la consistencia de sí misma. Inmovilizan la imagen 111 11.llih.; que, para evitar ser abstracto hasta el punto de no ser ya
con anterioridad a la sospecha de alteración. Sus colaboradores le 11 1111prensible, yo sea tan concreto que llegue a engañar 12" .
hacen burla por apropiarse frenéticamente de los negativos, que Así, creemos saber lo que son el sexo y la sexualidad por lo que
hace suyos al precio de numerosos conflictos profesionales. viHible de ellos. De lo no-visible, el hombre concluye que algo
Lissete vino a verme porque sufre de una soledad tan inalterable l11lt 11 . Lo remite a sí mismo. A la anatomía que lo define, a lo
como sus imágenes: desacuerdo con su familia, sin compañero ni \ 1i'< 111 d, lo táctil, lo externo, lo eréctil.
hijos en su vida. Cualquier intento de este género necesitaría tal l ,o mismo que Freud ha podido comprobar las teorías infantiles
conmoción de la imagen virginal petrificada con la que se ha Oo 111 sexualidad, me parece posible decir que también ha construido
construido, que no puede imaginarse el proceso sin temer el des- 111111 teoría masculina de la sexualidad, lo que no disminuye su
menuzamiento. Es un ser no-mujer. Lo que no significa ni asexuada, '. t1111· referencial. Prueba de ello es que sus sucesores analíticos,
ni hombre, ni sexualmente negada. Más bien la flor estéril, que se 1.11110 femeninos como masculinos, la han recogido de una forma
ha marchitado antes de fructificar. El niño-niña que no ha madurado dlltgt• nte y constructiva.
y cuyas pulsiones se descargan en angustia de ser. 1,u a usencia de pene en la niña determina en el niño los miedos
Poco nos importa saber cuáles son los vínculos con sus imágenes d1 tt na castración real que confirman sus fantasías. Estas construc-
que la han conducido a este impás. Ella misma es imagen de este ' l111H•s fa ntasmáticas justificadas por las comprobaciones visuales,
género femenino negativo, para el que el desconocido moviente de 1u11Hkan que un apéndice esencial podría llegar a faltar. La niña
sí misma es inabordable. Cuando ha pasado el primer disfrute 1111 t it.:nc sexo: le falta un pene. Conclusión totalmente masculina.
visual, la vida del objeto es desestructurante. Lissete se ha construido 1h 1•11 0 a pensar que la pequeña, realizando las mismas comproba-
sobre la denegación de lo invisible, cargado pulsionalmente en
' h ittl'S, siente esta falta, no hay más que un paso que se franquea
cuanto relación con lo mirado, estéticamente obsesionante por su
1111 111 lamente.
ausencia. A su ojo, añade los múltiples objetivos de su aparato
1 ,n niña, ciertamente, comprueba con curiosidad la presencia
ávido, incorporador de imágenes que controla en esta caja para
íl1 1111 pene en el chico. Presencia cargada inmediatamente. Puede
poner en conserva su propia estructura así representada: estructura
1 por la comprobación visual de la emisión urinaria que en ella
lineal sucesiva de una película fotográfica parcial en relación con
111 111 11111 permanece todav.ía incomprensible, si no es como prueba
el recuerdo.
Lissete está dolorida por el inmovilismo necesario de sus objetos
internos. Es como si su vida vertiginosa diera vueltas compulsiva- 1
' W.-R. Bion, 1980, p. 1O.
64 LA MUJER SIN CUAUDAD I NI',\ 11:'.\º 65

visible de un orificio de vaciado y de una zona de sensaciones dr la parte de los sentimientos de castración que la anatomía
sexuales. Frustración, quizás, pero que da sentido y coherencia al dt11·r111ina. Esta teoría parece que procede de los vestigios del
sentir erótico confuso localizado en el interior, a lo innombrado de 111 11sam iento enraizados en nuestra carne, en la medida en que
su cuerpo, el no-pene. Antes que cualquier apreciación de una pt 111dtc considerar la búsqueda de identidad y la consideración de
"diferencia" que le hace sentirse distinta. No necesariamente el ht H·a lidad diferencial a la vez, búsqueda al fin de una gemelidad
sentimiento de que falta un lugar para las sensaciones sexuales. 1 11111 plcmentaria.

Más bien el descubrimiento de que la extrañeza de otro puede l 'or el contrario, tal y como sagazmente lo ha observado R.
suscitar la envidia en formas confusas. Sin duda como soporte de 11,:.r.<> '", los mellizos solamente son idénticos por el parecido externo
la evolución de la sexualización a la sexualidad. Mientras que, en d1 lu:-; envolturas corporales. La restricción de su similitud a lo
el chico, el miedo de perder una parte de sí mismo está sugerido 1 IN111d pesa mucho en las angustias de separación y de diferenciación

inmediatamente por la comprobación visual de la diferencia. La 1 11 los mellizos homozigotos. Su fantasmática revela una importancia

niña no ha perdido nada, no tiene nada que perder, "[ ...] Si cons- 1 1111 1-1 idcrable de los procesos de identificación homosexual y de

tantemente se vuelve a encontrar en ella un complejo de castración, di lt·rnnciación.


¿se puede verdaderamente hablar de una angustia de castración en l 'or otra parte, mi perspectiva de un psiquismo femenino in-
un caso en el que la castración es ya un hecho realizado 13" . ll111•11ciado directamente por la anatomía sexual de la mujer, me
Dejando de lado la respuesta a la castración "realizada'', Freud ,,, 1•n·a a Freud, por el hecho de que considera la histeria como una
reconoce precisamente que la noción de castración aparece en la ltlpnactividad mental vinculada con las representaciones de la fe-
mujer secundariamente a la constitución de su identidad sexual. 111111idad. Representaciones a las que el hombre es también suscep-
La niña está más directamente sumergida en la rivalidad y en 11lill-, en cierta medida, por sus construcciones fantasmáticas del sí
la reinvidicación que en el miedo a la pérdida. Rivalidad con el 1111 'l1110 emergidas de las identificaciones femeninas y maternas
padre en el sentido del ser: ser portador del pene, objeto sexual 1111•coces, y luego de sus temores de castración.
comprensible porque es visible. Rivalidad en el sentido de poseerlo: 1~ s evidente que Freud ha descubierto la estructura de la neurosis
poseer este apéndice que da sentido, por la mirada, a unas sensa- lii "lli'rica por el trabajo en común que efectuó primero con Breuer y
ciones solamente hasta ahora internas en ella, abstracción hecha 1li M p11és por el autoanálisis en relación con Fliess. Su correspondencia
del clítoris, no siempre descubierto hasta entonces. Rivalidad con p1111e al día la expresión de una pasión amorosa totalmente femenina
la madre en el sentido también del ser y del tener confundidos por 1111 parada en las preocupaciones intelectuales y en la admiración
la comunidad del deseo por el padre. Ser la mujer a quien el padre i¡tH' siente por su amigo en el plano científico. Parece que en realidad
procura el placer y tener a su disposición este objeto de satisfacción, I•11•11d, en esta situación, se identifica con el hombre castrado que
como la madre. El deseo del niño me parece, en la situación más 1 1111 una mujer ávida de disfrute, e impotente por la ausencia de
precoz, confundido con el del pene incorporado por la vagina/boca, 111 tic . Reclama la fecundación como un placer incomparable, en tér-
en cuanto objeto parcial del contenido materno femenino identifi- 11t111os tan sorprendentes como, a veces, reveladores para nosotros.
catorio. Contenido cuya complementariedad confirma y refuerza Su descubrimiento de la patología que caracteriza a la histeria
el sentimiento de receptividad y de interioridad tan esencial y precoz 1111· rnnfirma la existencia de una fuente pulsional estrictamente
en la niña como la sensaciónoral con la cual se confunde en el l1•111enina, cuya certeza hace más necesaria aún la afirmación pro-
origen. 111 lora de Ja preeminencia fálica. Sumergido en el ardor de su
La teoría de la bisexualidad puede servir de hipótesis fundadora 11111or casi transferencia! por Flicss, Freud le atribuye la capacidad

13
S. Freud, 1926. 11
R. Zaz7.0, 1989.
66 LA MUJER SIN CUALIDAD I NI '/\.l l:S 67

ideal "de encauzar el poder del sexo femenino 15 " . Poder inquietante l11wul de la filiación de las mujeres. Elimina el tercio masculino y,
del deseo al ser procreador independientemente de la intención del por ello, insiste en los trazos pasivos, incluso perseguidores, de la
macho. Freud manifiesta la necesidad de protegerse de la sumisión 11111lcrn idad y de la genitalidad de la mujer.
en la que se siente inmerso ante el deseo sexual por la mujer. La espiral me parece ya, en el niño pequeño, un significante
Entonces parece que atribuye, de forma proyectiva, un sentimiento d1· lu necesidad de diferenciarse del "molde" sin cambiar. En todo
1 uNo en la pequeña, este signo adquiere necesariamente este sentido,
de poder sexual sobre la feminidad, eco de sus preocupaciones en
11111 permaneciendo verdaderamente entremezclados con las redes
cuanto coi'tus interruptus. Su vinculación con Fliess aparece como
1lt· la bisexualidad. La noción de la "erupción primitiva" de F
una relación amorosa homosexual, defensiva, entre el deseo hete-
rosexual y sus consecuencias procreadoras. 1'111-1 1in puede dar una imagen de la separación de lo femenino y de
Durante el tiempo de su "idilio", Freud atribuye a su amigo 111 111asculino: erupción del sí mismo hacia el interior en la niña,
una potencia intelectual de la cual espera su propia fecundación. l11wia el exterior y lo muscular en el chico.
La teoría de los períodos sexuales, comparados en el hombre y en La línea trazada por el movimiento de espiral evoca también la
la mujer, le proporciona numerosas ideas sobre sus propias tenden- 1pnración entre la capa externa y la capa interna de la piel, siendo
cias histéricas y sus identificaciones femeninas. Pero sus capacidades 111 l'apa interna la que despliega los huecos de la feminidad en el
sublimatorias van a permitirle adquirir su autonomía y separarse 11111 rato psíquico. El hueco, el interior del desarrollo de la psiquis,
1M lú separado así por una línea del espesor del yo, en el tejido
de la influencia de Fliess. Es entonces cuando reconocerá la im-
portancia de la homosexualidad en la estructura paranoide de Fliess, 1111s1no del yo.
cuando éste construye unas teorías casi delirantes en el momento 1~s ta diferenciación, por una especie de tabique más próximo
de su separación. Freud ha integrado suficientemente sus propias d1•I repliegue de Mobius que del plegado franco, podría representar
1 1 111ovimiento en el cual se insinuará la vinculación de la escena
tendencias femeninas para utilizarlas en la producción de una teoría
sólida de la sexualidad. p11111iliva por la huella del padre. El tejido materno que produce el
Genevieve Hagg 16 ha percibido, en los niños de menos de dos 1q111ralo psíquico queda impreso por esta huella en la consistencia
años, un movimiento de la mano que describe como una espiral. d1• lu fantasía. En la niñita, el punto de anclaje de la espiral es el de
Este movimiento normal de apertura hacia el afuera, parte de un 111 h11c ll a del padre, la negación de esta vacío interior que se le
punto central hacia el que puede también cerrarse. Este gesto, 1111 ihuye a juzgar por la ausencia del pene: no se siente, no se tiene
1 11m.: iencia del sí mismo femenino, partiendo no del pensamiento
anclado completamente en la biología, manifiesta la capacidad de
1111 de la envidia hacia el pene externo descubierto a esta edad en
apertura del sí mismo hacia el exterior y la diferenciación del
sentido de acceso al afuera, sin peligro de vaciamiento o de estallido, 11110 disti nto de sí mismo. Este punto inicial del sí mismo femenino
y del lugar protegido por el límite mismo del gesto. El punto de 1w1 sis le en sus representaciones en la mujer y, sin duda, en un
d1 ~~wrro ll o normal, reemplaza a este "trozo perdido" (G. Haag) que
partida de la espiral me parece que pertenece a la iconografía de lo
femenino. Origen quimérico en la cavidad psíquica, que se despliega ll1•v11ría a la psicosis en general, pero tal vez también a la histeria.
como una puesta en forma de la intricación de los adentros y que I · 1 " l rozo perdido" se conserva, en la filiación femenina normal, en
11 scnlido de cavidad trasmitida de la madre a la hija, y cargada
reúne los significantes formales de D. Anzieu.
La puesta en forma de la muestra interior, tomada de las repre- p11l sionalmente con las riquezas del disfrute y de la fecundidad.
sentaciones maternas, induce a la noción de molde y a una noción
* * *
15
"Carta a Fliess", citada por Didier Anzieu, 1987, p. 440. Si consideramos el útero, y la vag in a que a él conduce, como
16
Comunicación oral, París, 1988, "Le dessin préfiguratif de l'enfant, que! niveau
de représentation?", Journal de la psychanalyse de l'enfant, n. 0 8, París, 1990. 1111-1 equiva lentes sexuales fc 111t.:11 inos de los testículos y del pene, se
68 LA MUJER SIN CUALIDAD

puede concebir también el hueco como equivalente simbólico del III


falo. Un hueco no es ni una falta, ni un vacío. Un orificio no es
tampoco un agujero, un precipicio sin fondo. Es una apertura hacia MASOQUISMO
una profundidad delimitada por una envoltura. Un lugar en sí mismo,
susceptible de una actividad propia y autónoma. Receptáculo, ha-
bitáculo, productivo o destructor, tanto como un pene en erección,
con sus formas diferentes. En el hueco sexual femenino excitable
brota la inquietante extrañeza, lo no-visible, el secreto - y a veces 11:<1wige
lo reconocido. El lugar de la diferencia y de la confusión reversible.
El desenlace del sentido. Bolsa catastrófica 11 , cambio originario en La niña (seis años) llena el lavabo que anteriormente había
el que el deseo engendra la vida. La fantasmática fálica combina obturado con la ayuda de su terapeuta. Bebe el agua llenando la
allí lo femenino deseante con lo materno para llenarlo u obturarlo. boca completamente. Entonces, salvajemente, comienza a destrozar,
Llenar todo el espacio imaginario, espacio del deseo insatisfecho. 1 despedazar la tetina del biberón que ha sumergido en el agua,
La culpabilidad que promueve el placer obtenido suscita la 1nirando con expresión de venganza impúdica a su terapeuta. Esta
defensa y hace del hueco femenino la sede de la obsesión, recelo l ' siente despedazada por los dientes de Edwige y también por su
de los objetos envidiados, deseados y prohibidos. Apertura evitada 111irada. Después, la niña sumerge en el agua del lavabo el interior
sin cesar en su afloramiento, preocupación fundamental del primer de un rotulador que ha "deshuesado". El lavabo se llena de un
hueco oral reconocido en el espejo de la cavidad materna. Que la liquido rojo vivo. Entonces, tranquilamente y atentamente, ante la
histeria culpable, la depresión desvalorizante y la obsesión pérfida ll•rapeuta atónita y con un disfrute sádico, repugnante y desesperado,
tienen que llenar de viento, de palabra hueca, de pensamiento d1·ja sangrar, gota a gota sobre el suelo, este cuerpo artificial, este
hueco, que ninguna metamorfosis alcanzará, ni como desperdicio 1Hherón mutilado.
sólido, ni como materia viva de nuevo deseante. Hueco que hay Edwige levanta sus ojos vidriosos y vacíos hacia el rostro de su
que obturar, que disimular o incluso que divinizar. Hueco inevita- 11·rn peuta que se mantiene cerca de ella muda, inmóvil, fascinada.
blemente deseable temible, invisibilidad del deseo. l.11 niña grita: "No me toques. Me haces daño. No hables." Después,
"¿Otro inconsciente, que sería de mujer? 18 " "¿O si, por una 11hitamente da una voltereta y lanza en tono mundano una cantinela
parte, no vuelve al femenino lo que funciona bajo el nombre de l1111 1iliar: "Este no es mi problema." Bajo la mirada de la terapeuta
inconsciente? 19 " Ciertamente, cómo evocar este hueco más íntima- d1•ja un charco sangrante. En la puerta de la habitación dirige su
mente femenino y desconocido de lo humano reflejado, este hueco 111irada muy alto y, como Alicia, grita dirigiéndose a su terapeuta
de vida, ese rinconcito escondido sensible al misterio de la nidifi- q11c está de pie junto a ella: "Pero deja ya de crecer."
cación continua del Ser, metáfora o figura del inconsciente. A Ya la madre de Edwige se encontró desconcertada cuando
menos que no sea el inconsciente mismo. Catedral del espacio 1111 c ió esta niñita: no sabía qué hacer. Después de algún tiempo,
estrecho en el que resuenan los ecos de lo posible en octavas de fi.dwige tuvo un hermanito.
vida, nacimiento y muerte, amor y violencia. No dudo que si Edwige fuera adulta se abriría las venas. Además,
t 'N capaz de llevar la crueldad de su vida hacia un juego simbólico.
l•'-.la es la gracia de la infancia. Edwige tendrá mucha dificultad
¡1111'11 reco nocer este estado de gracia. Su malestar está en abordar la
17
De acuerdo con una de las formas matemáticas de la catástrofe según René 11 11ii11idad en una acumulación hasta ahora sin salida porque confunde
Thom.
18
Luce Irigaray, 1977. tl11 H niveles: el de la visión impos ible del sexo fe menino y el de una
19
Op. cit. pn1·dr i6n masoquista dolorosa vlm·ul ud:i a esta fo rm a inconcebible.
'··
70 LA MUJER SIN CUAUDAD MASOQUISMO 71

Algunos fundamentos del masoquismo en la mujer dad. El sentimiento de estar castrada se relaciona más, en la mujer,
con el miedo a una asfixia o a una privación del funcionamiento de
Violada, pegada, preñada, engañada, humillada, vendida. Pero la sensibilidad vaginal y de la fecundidad uterina.
siempre mujer. La "condición femenina" exaspera al "sexo mascu- La noción de castración orienta a Freud hacia la noción de
lino". Puerta siempre abierta. Paso para el placer y para la violencia. muerte, en forma de una "estabilidad inorgánica" que contraría y
Frontera prohibida que transgrede la vida. Confusión entre el amor destruye la obra de la libido, y que se acerca más al sentimiento de
y la muerte, la envidia y el deseo. castración en la mujer. Angustia de castración en el interior del
¿Masoquista, la mujer? ¿Pero cómo no? Al menos hace falta cuerpo que, desde mi punto de vista, empuja al hombre a construir
precisar el sentido de este calificativo desvalorizador. defensas contra la imagen femenina portadora de castración y de
muerte, imponiendo a las mujeres, en el mundo social, las coacciones
¡[ ... ] Una con el deseo, yo fui la obediencia fun dadas en la fuerza muscular e idealizando, en el mundo moral,
Inminente, atada a estas rodillas pulidas una parte del superyo destinada a reforzar los sentimientos de
Con movimientos tan rápidos mis deseos se cumplían ·ulpabilidad y de inferioridad. El hombre somete así a la mujer al
Que yo sentía mi causa a penas más ágil!" 1 sadismo de una madre omnipotente que provoca miedos y síntomas
·orno la frigidez, la esterilidad y la obsesión. El masoquismo feme-
Causa todavía hoy mal entendida. Lo que de ello pudo pensar nino no es más que uno de los malestares de la feminidad que
Freud no ha modificado este desacuerdo. Masoquismo: "[ ... ] expre- t •reud nos ha descrito.
sión del ser de la mujer 2 " . Y al estudiar Freud esta "expresión" "en Es necesario reconocer que la mujer, por su conformación ana-
el hombre, [... ] con el material de que dispongo". Reconoce en las tómica sexual, ha desencadenado su sumisión a la fuerza y al
"fantasías masoquistas [... ] una posición característica de la femi- deseo del hombre. Se pueden buscar todavía cuáles son las fuentes
nidad, que significa estar castrado, sufrir el coito o dar a luz 1 • Se de este estado de hecho.
trata del "masoquismo erógeno" en el que las características de la La afirmación de que la mujer es un ser disminuido e impotente,
feminidad llevarían consigo el investimiento. sometida al sufrimiento al mismo tiempo que a la sexualidad del
Siempre aparece la equivalencia de la sexualidad y del sexo de 111acho, me parece una concepción vinculada con "la tendencia
la mujer con la castración imaginaria del hombre. Ausencia, privación, uni versal a la denegación". Este modo de defensa se forma "contra
falta de pene. No ser-mujer. Fantasía masculina, "representante psí- 111 angustia perseguidora y contra la culpabilidad que aparecen
quico" de la pulsión sexual en el hombre en sus formas específicas. 1·uando las pulsiones destructoras no han podido ser enteramente
He dicho anteriormente: mi posición teórica refleja la idea de dominadas 4 ". La angustia suscitada en el hombre por el sexo de la
que el sexo no es todo el cuerpo y que la diferencia entre el 111ujer y por los misterios de la gestación hace nacer en él la
hombre y la mujer no reside solamente en la ausencia de pene en necesidad de negar la sexualidad femenina y el deseo de dominarla.
esta última, sino, por lo menos igualmente, en la existencia de un La sexualidad femenina provoca las fantasías de sumisión por
conducto y de un hueco sexuales. En este sentido la castración, 111 evocación de la penetración necesaria y los dolores que acom-
imaginada por Freud, sería la privación de un órgano externo cuya ¡rnfian al nacimiento del niño. De estas imágenes ha surgido el
representación puede ser la mujer, pero no forzosamente la necesi- l'o11cepto de "masoquismo femenino". Este concepto se asocia fá-
i' il1nente al de "masoquismo erógeno" y se confunde con él.
1
Paul Valéry, op. cit. Si tengo en cuenta , como debería ser, la vivencia de las mujeres,
2 S. Freud, "El problema económico del masoquismo", Obras Completas, IT,
pp. 2752-2759, 1924.
3 Op. cit. 1
Mclanic K lcin, 1957 .
M/\SOQUISMO 73
72 LA MUJER SIN CUAUDAD

la experiencia clínica prueba fácilmente que los dolores físicos de terna, evocación de fantasías sobre el coito ininterrumpido de los
la desfloración y del parto son raramente fuente de placer. Pero si pudres, deseo de ser amada como la madre pero miedo de producir
bien la integración de las fantasías perseguidoras precoces se realiza romo ella los niños que serían entonces las marcas de su incesto, le
normalmente, esos dolores son espontánea y rápidamente olvidados han hecho encontrar una pareja que es más bien una madre sádica
para dejar sitio a la parte de placer que permite el acto sexual y la que una imagen de padre amante.
vida de un lactante. Por el contrario, tanto en el hombre como en
la mujer, la concepción del masoquismo como "expresión de la
feminidad" parece vinculada con las representaciones de la sexua- 11:1 "paso" femenino
lidad fuertemente impregnadas de fantasías sadomasoquistas pri-
marias que la pubertad ha consolidado, transformándolas en defensas No obstante, con toda la razón Freud caracteriza la feminidad
superyoicas. por "sufrir el coito, o el parto". Indica así la noción de apertura
La perversidad masoquista parece relacionada con una mala q uc connota la de la feminidad. Es necesario, creo, añadir la de
integración de la agresividad precoz vinculada con una confusión paso. La apertura vulvar es en efecto un lugar de paso no controlable
persistente de las zonas erógenas y, por ello, de los modos sexuales. 1•orno lo es un esfinter y que, por ello, determina la particularidad
La dificultad del cambio de objeto, entendida como renuncia al d0 las sensaciones que allí se localizan y también de las represen-
contacto materno, interviene también en esta patología. La persona tuciones y del sentido que se les da. Aunque las cargas erógenas de
permanece pues sometida al sadismo de una madre omnipotente y 111 zona oral hayan creado una apertura directa y aunque sólo fuera
perseguidora y sólo puede obtener el cumplimiento de su deseo por la circulación de los objetos en los dos sentidos del orificio, la
sexual en la sumisión a esta imagen. diferencia importante se refiere a su oclusión.
Josette es la mayor de ocho hermanos y hermanas. Desde su Es necesario, primero, insistir en la distinción s entre el conducto
más tierna infancia se ocupa de los más pequeños. Detesta y des- vnginal y el saco uterino. Confundir o anular la sensibilidad vaginal 6
precia a su madre, pero al mismo tiempo siente hacia ella impulsos · 1·11 negar a la mujer en beneficio de la madre. El útero no es una
de sumisión y de admiración que llevan consigo el que le sacrifique ,ona erógena. La concepción de un niño es perfectamente imper-
su tiempo libre. Sale con ella sin más placer, dice, que tranquilizar 1·1•ptibJe y puede realizarse independientemente del placer de la
su culpabilidad. Hace poco que ha encontrado un amigo que le 111ujcr. El nacimiento del niño, por el contrario, consagra la realidad
impone violencias sexuales que ella reprueba y denuncia. Pero, 1•11ncreta, fundamento de una gran parte de las fantasías de las que
hecho que la sorprende, disfruta aunque las relaciones sexuales no 1•r-1 objeto. La sensibilidad sexual de la mujer está localizada en la
tienen nunca la forma que ella desea. El desprecio del amigo por el vugina y en las zonas externas que rodean al orificio.
sexo de Josette le parece tanto más entristecedor cuanto que escucha Como en la boca, la nariz y el ojo, el paso hembra funciona en
llorando a su amigo que le cuenta cómo practica el sexo con otras li iS dos sentidos. Al contrario del oído, del meato urinario y del
mujeres. 1110. La emisión hacia el exterior que determina representaciones
Josette no es perversa. Su masoquismo triste aparece muy pronto 1h- rechazo y de productividad, de vínculo con el medio, es también
en su cura vinculado con una imagen materna temida porque fue Investida sexualmente por la mujer. No obstante, se ve claramente
atacada por los sentimientos de envidia de la primera niñez. Su q11 u la carga sexual del objeto se realiza en la mujer en un sentido
transferencia paterna, después también materna idealizante, la pro-
tege por un tiempo bastante largo de los temores que ha terminado
~ Estud iado de forma precisa por D. Bra unschweig y M. Fain, 1975 .
por proyectar en mí con mucha angustia. Desprecio por el orificio 1' H11 los años treinta, Kare n Ho rney, Me la nie Klein y otras mujeres analistas sostu-
femenino aunque está muy cargado pulsionalmente, y cualquier 11 1!•1011 lu precoc idad y la im portanc ia de l invcslimie nto de la vagina en la niña. Cf. J.

gestación está lejos de sus proyectos. Odio a la productividad ma- t 'h11sscg ucL-Smirge l, 1964.
74 LA MUJER SIN CUALIDAD M/\SOQUISMO 75

pulsional que domina hacia el interior, mientras que, en el hombre, para mantener el esclarecimiento erótico de una parte de la posición
la pulsión se erige únicamente hacia el exterior. Para acceder al 11crseguidora, la más precoz.
deseo incestuoso, el hombre debe abandonar en sí mismo este El período fálico puede influir peligrosamente, a expensas de
"punto de experiencia extraordinario que está completamente re- l11s representaciones femeninas, sobre las formas de este investi-
primido y que en el conjunto de la realidad ya no será jamás para 111icnto y sobre el reparto de las pulsiones parciales que la subtiende.
él un punto de referencia 1" . Castración del placer oral que la mujer Y n sea hipertrofiando estas representaciones y desencadenando así
no ha de experimentar. Traspasa este placer directamente a la 111 patología masoquista y la pasividad histérica con su búsqueda
zona genital y guarda las mismas referencias. <k sufrimiento. O bien atrofiándolas y dejando dominar a la falicidad
El cuerpo sexuado de la mujer es cargado desde el exterior rnn sus consecuencias de obsesionalidad contra un placer desvalo-
hacia el interior en cuanto a unos funcionamientos, que pueden IÍ:t,ado.
extenderse desde la violación hasta el orgasmo y la gestación. El La dependencia de la sexualidad fe menina de la penetración,
doble fin del acoplamiento, placer y fecundación, sitúa a la mujer lr11plica también las capacidades de integración del buen objeto
ante el principio de realidad: buscando el orgasmo, obtiene el niño. 1111crno y de la parte de los movimientos perseguidores que deben
Tanto para uno como para otro de estos fines, es ofrecida a la ll11cerse positivos, cuyo sentido se debe invertir: como la devoración,
violencia fálica que la envidia del pene debe transformársela en 1·1 cngullimiento, que invisten al objeto intensamente. La reversibi-
deseo de penetración y en satisfacción. La represión debe haber lhlad de la orientación adentro/afuera permite que el placer oral se
inhibido los sentimientos precoces de persecución para permitir l l'llslade directamente a la genitalidad, entendiendo al objeto anal
esperar la realización normal del disfrute. l'orno intermediario representativo del placer de expulsar. La pala-
La agresividad hacia el pene entra, en buena parte, en las lir:i femenina, rápidamente investida en el desarrollo genético, lleva
fantasías que subtienden su incorporación real por la mujer en el lu s huellas, hasta en su producción escrita, de los problemas que
acto sexual. El retorno de las fantasías canibalísticas, por el camino 11·presenta el orden de las oposiciones feminidad/falicidad del ob-
de las identificaciones proyectivas vinculadas a la bisexualidad, es, 1·to.
sin ninguna duda, uno de los componentes de la actitud masoquista El atravesamiento del límite, que es el orificio femenino, reenvía
femenina. La retención del objeto de placer en el interior del cuerpo probablemente a las representaciones de las prohibiciones. Repre-
es una realidad femenina. La vuelta sádicoanal, secundaria pero 1·11laciones que suscitan parcialmente el placer de la mujer en la
representativa de la capacidad de conservación del objeto, de su 11ll'dida en que esta transgresión es parte integrante del polimorfismo
dominio y de las transformaciones que puede experimentar, es el v111culado con el funcionamiento sexual de la misma, y en el que el
intermediario indispensable para las representaciones femeninas pl11 ccr de pasar el límite le es esencial.
del funcionamiento interior y de la gestación. Se puede comprender que la provocación que se manifiesta
Hay que comprobar, pues, que Freud tiene todavía razón cuando li11 L' ia el macho, a la que se llama coquetería o incluso histeria, ha
relaciona el masoquismo "erógeno" con los terrores infantiles de urgido de la necesidad hembra de provocar la penetración y puede
devoración, con las fantasías de castración, con la pasividad y con 1 hasta la necesidad de un sentimiento doloroso, que se calificaría

las pulsiones parciales. Pero no ha llegado a concebir la situación 111lonces de masoquista.


de la mujer ante la necesidad de investir positivamente las fantasías l ,a experiencia psíquica del vado interior puede estar fundada
1 11 la excitación sexual femenina que desemboca en el deseo de
sádicas precoces de penetración, de devoración del pecho y del
pene, de dolor corporal vinculado con el deseo hacia el objeto, p1·11etración. Esta atracción del hueco hacia el objeto, por su cualidad
¡ttilsional, recuerda a la tensión epistemofílica. El conocimiento se
1. n11vicrtc entonces en la puesta en co ntacto del hueco con el objeto.
7
Lou Andreas-Salomé (20-05 - 1927), 1970. 1\11 este punto, la idcnlid11d 1-w rn111'1111dc co n el objeto penetrante
76 LA MUJER SIN CUALIDAD M/\SOQUISMO 77

asimilado al contenido del deseo, si éste es adecuado e indiferenciado versos del sufrimiento anoréxico constituyen una defensa contra el
en los límites donde se confunde con el yo-placer. deseo de la violación oral, al mismo tiempo que contra la destruc-
En la medida en que la curiosidad supone el apetito de un r ión del objeto deseado por su incorporación envidiosa. La su-
espacio interno para un contenido que le es exterior, se le puede peración de un límite prohibido sexualizado ya desde las represen-
atribuir un carácter de feminidad. El espacio receptivo para el 1uciones más precoces se convertiría entonces en la fuente de un
saber incita a la penetración por el objeto que él espera contener. placer confundido de una forma demasiado evidente con las fanta-
La pulsión de dominio parece pues actuar en la escucha y en la sfas masturbatorias y con los deseos de intromisión del pene pater-
mirada; el oído como el ojo, fascinados por un objeto deseable, lo 110. El superyo materno, terrorífico y destructor de los objetos de
aprietan en su espacio cerrado, pero también se sumergen dentro placer, ocupa, en estos casos, el espacio interno de su imagen
de un contenido que desea. Algunos síntomas dermatológicos pueden Ilimitada.
comprenderse, en esta perspectiva, como el resultado de una inten- Por el contrario, una consecuencia normal del placer experi-
ción inconsciente de fijar la mirada de los demás en la superficie 1i 1cntado por la penetración se encuentra sin duda en la escucha
del cuerpo para desviar la penetración deseada. Volviendo a plantear 1kl psicoanalista. La mujer-analista parece predestinada a ofrecer
así la cuestión del objeto estético figurado por Meltzer: ¿su interior il paciente una envoltura-marco en la que se reúnen y se atacan,
es más bello? 1·011 toda naturalidad, los objetos cuya transferencia va a evocar los
La noción de "significante formal" puede prestarse para una rnnflictos. La perlaboración que se realiza entre transferencia y
comprensión teórico-clínica del placer orificial que, pienso, es es- rnntra-transferencia es como una elaboración ovular cuyo fruto
pecífico de la feminidad. La identidad de la mujer supone en su 1·rá una persona nueva.
construcción normal, en efecto, los investimientos de los "agujeros"
de la envoltura de piel mucho más genetalizados de lo que es
necesario en el hombre. Los recuerdos sensoriales precoces les l li(/losigkeit: Eurydice
darán un sentido erógeno: nariz, boca, ojo, sexo son otros tantos
agujeros por los cuales el Eros penetra en la mujer. El componente La melodía del hombre te guía hacia tu destino. Si quieres
dinámico de este investimiento se encuentra en el niño cuyas re- 1onscrvar la ilusión de ser amada, no lo mires. Te conduciría al
presentaciones simbólicas son los trazados de límites en una super- 1111'ierno. La armonía de su voz, sus palabras de amor, su encanto
ficie (rayas y círculos). 1111sajero: son errores. Es el canto infernal transformado por tus
Las desviaciones sexuales en el hombre revelan, a la vez, la 1·111idos.
confusión de las zonas erógenas y de los límites orificiales, la ¿Cómo no creerlo?
negación del receptáculo delimitado por el orificio femenino, o Apenas escapada del tormento, tus pasos vuelven a él. Ardes en
incluso la confusión del receptáculo con este orificio, y un sobrein- l11 s llamas que te son extrañas.
vestimiento de la penetración fálica, que revela la marca persistente De ti brota la luz y él debe andar delante, con la espalda vuelta
del sadismo primario debido a la introyección de un mamelón h1H.:ia La felicidad. Onírica condición: entre tierra florida y antros
perseguidor. "Me convierto en una mujer", escribió Jouhandeu por- ll •11cbrosos. Gracias de paz, ansias de desesperanza. Sin cesar sobre
que, sodomizado, había descubierto "el onanismo positivo". Las 1 1 fi lo incierto de las crestas, la desfloración de los pasos, disuelta
representaciones de la circulación y de la eyección del objeto anal por cl placer o fraccionada de angustia. Eternidad la de tu camino
no han sido suficientemente elaboradas para permitir el abandono 1 11 l re 1uz y sombra, siempre distanciada de ti misma por el hombre
de la envidia destructora hacia el contenido materno y la mutación l1•n1ador. Nada. Sólo el sueño de ti mi sma. Deseada desconocida,
genital de estas representaciones. ,1 tuno reconocerte?
En un registro próximo, me parece que los componentes per- Eternamente, volvcrCis. l _~ 111 n· r:i rn e y mús ica hete aquí irreal:
78 LA MUJER SIN CUALIDAD MASOQUISMO 79

creías ser amada y solamente eres deseada. El tiempo de una Retención e interioridad
canción.
Perdida por tu placer. Sometida a la paradoja de la evacuación por un orificio erógeno:
La oscuridad interior sigue siendo tu campo, batido por las olas ¡,será esto todavía un fundamento de lo que se llama masoquismo?
de la sangre, por el rugir de los terrores y desgarramientos ... Divi- En este punto todo debe ser consistente para la percepción de
nizas el fuego, herrero de la muerte, mistificador de la vida. la angustia evocada. Tal como el mineral en la mano del psicótico.
Jamás la melodía de amor te dirigirá más allá de las sombrías Conservado como punto de apoyo inatacable, núcleo de lo concreto
riberas si no crees amar. a lo corporal sin lo cual todo se escapa con el líquido. Mano-
' nvoltura de la solidez del cuerpo. Al igual que el objeto oral, el
objeto anal será su modelo.
Derrame, retención Deslizado en el conducto sensible, el mamelón-leche, objeto de
toda satisfacción, transporta el placer a través del cuerpo. La libido
No dejar que los objetos se escapen. Obsesión. Destruirlos. Fobia. se agarra a él entre las transformaciones, destrucciones y pérdidas
Perderlos irremediablemente. Depresión. ¿Cómo, sin que la identi- inevitables. La nariz, el oído y el ojo se juntan muy pronto: la
dad fracase, distinguir su persona de los objetos compuestos que fantasía se instaura con lo experimentado.
la determinan? ¿Cómo no dárselos, de buen grado, a la madre Penetración, deslizamientos en el adentro: el saco de placer y
rival? d<..: angustias se establece por el contacto adentro/afuera del objeto
El orificio femenino funciona también hacia el exterior. Lugar 111aterno. Del caos psicótico germina el narciso: lo que queda aden-
de salida: derrames, nacimientos, rechazos y deslizamientos fuera 1ro, lo que se siente al salir. Libido que retiene en el espacio del yo.
del cuerpo. Leche, reglas, niño. Multiplicidad de los avatares de la Las heces y el niño: trozo de sí mismo que proporciona dolor y
sexualidad en sus aspectos maternos. Evacuación incontrolable, placer de separación y de permanecer intacto a pesar del objeto
objeto que se escapa perpetuamente, orificio jamás obturado, sino perdido. La mujer jamás guarda nada: reproduce. Mujer convertida
momentáneamente, por el objeto de placer. O incluso por el sufri- l' ll madre, madre en toda mujer. Desperdicios, hijo. Mezcla de

miento de oclusiones patológicas. Apertura que intenta enmascarar 111uerte y de vida. A veces, desgraciadamente, niño-desperdicio.
el indefinible pudor. Transformada en madre por el deseo necesario de guardar en
Funciones que reproducen la vida, la evacuan o la dejan escapar. Nll antro el producto tanto de lo sexual como de lo oral. Espacio

Lágrimas del sexo. Vaciamiento temible si no se integra la perse- 111tcrno mutativo. Encerrada sobre el objeto, presente o ausente,
cución interna de la primera infancia, y la de la madre omnipotente narciso en culivo permanente, a quien luz y agua le faltan tan
y castradora. Partes de sí mismo, vivas o muertas, abandonadas, lflt;ilmente.
perdidas. Terrorífica potencia, la de ese adentro que retiene, encierra,
Comunicación del fluido, circulación sin transformación aparente, 1sf'ixia, transforma. Control sobre el producto del placer, la huella
boca-uréter-sexo. Licuefacción del objeto que se desliza sin reten- dl'I hombre. Dolores, los del aborto: renuncia al fruto vivo de sí
ción. Ignorancia autística de los cambios interiores, de las heridas y 111ismo. El precio del placer. Sufrir su libertad.
de los placeres. Sólo la sensación de un paso entre lo alto y lo bajo. La culpabilidad erige la envidia como un monstruo temible.
El líquido creado lo conduce. 1\sta otra que sí misma ... Devoradora del pecho, del falo. Destructora
Pero la angustia de perderse al vaciarse así. Evacuada con el 1111110 como generadora. Digestión, gestación. Sojuzgada a su cuerpo.
objeto. Eliminarse a sí misma con lo materno. Sexo por donde se Sin placer, sin evocación de maternidad. Sufrir el placer de hacer
escapa la madre. Exceso de lo materno. ¿Aborto de sí misma? 1111 niño. Convertida entonces en pasiva y algunas veces cruel por
Conclusión de lo materno más allá de lo cual permanece la mujer. 111 fruct ificación mat erna qut· la somete a su realidad. El hombre,
81
80 LA MUJER SIN CUALIDAD MASOQUISMO

solamente vinculado al principio del placer por su orgasmo. Plenitud, Mujer, quimera del Tener.
no obstante, la del yo de la mujer ocupado por una doble vida, y, Trascender un momento esta eterna vuelta del objeto perdido
sin embargo, yo. Un objeto que se crea de mí y que me conduce a para siempre; aceptar el pensarte libre.
la superación de la separación; experiencia esencial de la vida.
Rivalidad del hombre, a quien hay que permitirle vengarse por las
representaciones de sufrimiento de no poder comprobar que produce Mujer siempre inacabada: ¿una envoltura vacía?
también la vida cuando sabe tan bien prodigar la muerte.
Disfrute, tal vez, por el sufrimiento de ser mujer antes que Tengo tiempo
llorar por no serlo más. Todo el tiempo
Qué largo es el tiempo

Propiedad M. Duras

Atrayente. Penetrada. Poseída. Interior infinitamente investido. Mujer construida en torno al centro uterino. Centrada en la
Recinto paradisiaco en donde fracasa el deseo. Lamento infernal. l'XCitación del lugar de disfrute y de fecundidad. Seno interior,
Menospreciada por profanada. Despreciada por ser accesible a ot-:cura imagen de sí misma recortada en una cabeza-vientre donde
todos. Eterna transgresión, sin cerradura definida si no es por la · acumulan las profundidades. Bóveda nocturna (Baudelaire). Pen-
prohibición. Límite provocante de una puerta no cerrada. Carril a miento de sí misma con la cadencia de lo desconocido y de lo
del deseo "dulcemente terrorífico". Lugar de la temeridad viril. presentido de la arquitectura móvil aprisionada.
Fuente de todas las fronteras que el idealismo fraternal de posesión Desde el crecimiento de los senos hasta la menopausia, a través
sueña con aniquilar: ya no hay rivalidad, lo que es tuyo es mío. du la regla, embarazos y parto, el tiempo de la mujer es sexual, no
Fundamento de la esclavitud. Pero ¿qué sería la vida sin el espejismo li neal, estático, sino evolutivo por los retornos y las transformaciones.
unificador de la inmersión en el profundo femenino? "Calma en- Rectificada, corregida, alterada, modificada la imagen de sí misma
gañadora 8. 111 el curso de las experiencias emocionales que procura la estructura
1

Comprada, vendida, objeto y lugar de la propiedad. Referencia Nt'xuada del cuerpo.


del hombre arraigado en la tierra. Extensión imperceptible si no es Sobre este fondo sensible del carácter femenino se desarrolla el
por la felicidad de circunscribirse a ella. Receptáculo controlado 1•quilibrio entre el contenido de disfrute y de fecundidad, y el conti-
del germen de identidad. Posesión codiciada cuyas representaciones 11cnte de seducción y de plasticidad. Placer y transformación están
despliega el hombre en sus conquistas del infinito. Mujer, que 1111;luctablemente vinculados. Sin duda no es indiferente que sea una
defiende celosamente su derecho de regentar sola su espacio, espacio 1ilujer analista, M. Klein, la que utilizó y desarrolló especialmente el
oscuro del placer y del porvenir. rn ncepto freudiano de objeto interno. Todo objeto, en la perspectiva
9
Tierras vencidas en sus superficies, sus cimas y sus refugios. l1:mcnina, es susceptible de ser recibido en un interior que lo espera •
Peligrosa mar desconocida bajo su oleaje seductor y fecundo. Cielo Y d juego de las modificaciones recíprocas, de los encajes amorosos
inconmesurable donde hormiguea el resplandor. Ir a buscar la luna t, perseguidores, se inicia con esta noción de objeto.
y guardarla para sí misma, brillante e ilusoria. Conservar su im- El recuerdo vive en el cuerpo de las mujeres.
peno. La herida femenina se verifica en varios plazos: ausencia de

s Op. cit. 11 J. La nouz.iere, 1989.


82 LA MUJER SIN CUALIDAD M/\SOQUISMO
83

pene, ausencia de senos, derrame de la regla, desfloración, alum- 111iento del deseo, la descarga de sí misma en la mirada del otro, la
bramiento. Finalmente, la menopausia. Ultima y definitiva castración. desaparición del sentido de este espacio privilegiado en el cual, al
Desaparición de la fecundidad y de sus signos. Suspensión de la 111enos por algún tiempo, la maternidad gana terreno a la feminidad.
posible maternidad, obstrucción de la caverna fértil, quizás incluso l ,a cosa desconocida, desaparecida, se convierte en objeto de de-
la duda sobre la persistencia del lugar de excitación. ¿Qué identidad sesperanza. Despertar de la envidia destructora tanto del vientre
le queda a la mujer? 111 aterno como del pene, continentes de placer, ya que, a pesar, a
Los artistas del Renacimiento encontraron en su estética este veces, de una edad bastante avanzada, el hombre puede todavía
carácter particular de la vida de las mujeres. Lo escogieron como fecundar a una mujer joven.
representación de la huida del tiempo en forma de "Vanidades". Entre ritmos y cambios vinculados con la sexualidad, el tiempo
Infancia, adolescencia, juventud, madurez y vejez quedan marcadas l'c menino no es lineal sino evolutivo. Escapar a la duración es una
en el cuerpo de la mujer por unos rasgos que definen un momento búsqueda masculina. La discontinuidad fisiológica del cuerpo fe-
de su evolución, de su mentalidad de mujer. 111cnino anuda el vínculo de la temporalidad. Lo quiera o no, la
La plasticidad del cuerpo que se deteriora se comunica con el 111ujer vive en el antes y en el después, salvo cuando lo ignora por
yo. El debilitamiento de la envoltura corporal se imbrica en la lu patología. "Lo inmediatamente posterior" toma para ella un
envoltura psíquica. La depresión se agarra a la desaparición de la ;ntido sexual que puede ser muy importante para el refugio ma-
vida corporal. Ultima desvalorización: la frágil superficie portadora lcrno.
de seducción se altera con las esperas de la fecundidad. La caducidad Génesis. ¿Génesis de la Psiquis? Génesis de la persona. Perma-
de las capacidades reproductoras se manifiesta por la disminución nencia dialéctica de la dinámica psíquica en la mujer. Sentimiento
del encanto erógeno. ¿Qué queda de la mujer? No ser ya una tic ser mujer, diferente y nueva en su continuidad a cada experiencia
madre posible, ¿es todavía ser una mujer? 1111cva de su cuerpo. Fuera del tiempo real se confunden femenino
La patología acecha este espacio delicado de la proximidad del y genético para estructurar el dinamismo de Psiquis: evidentemente,
cuerpo con el yo. Como la histerectomía, la menopausia (castración 11<.:luso si parcialmente, sucede lo mismo con el hombre que tampoco
real en los dos casos) con el peligro de desencadenar una disminu- l'scapa a lo orgánico, a lo materno, a las persecuciones internas de
ción de la certidumbre de sí mismo, un retorno a los movimientos l11 s imágenes precoces. ¿No está disimulado el inconsciente en los
perseguidores precoces, un destete revivido por el adentro materno ll'mibles cambios presentidos por el cuerpo? Lo femenino: camino
que puede llevar consigo la desaparición del apetito sexual y a 11hierto al proceso creador, marca del tiempo en lo intemporal del
veces la frigidez. inconsciente.
Atrapada entre el principio de realidad, que vincula estrecha- Librar a la mujer de su espacialidad temporal.
La duración toma un sentido. Superaciones y renuncias acumu-
mente el placer del amor con la eclosión de otra vida y el principio
l11das, el pasado se hace vivo en el interior de un espacio liberado
de placer que le hace buscar el disfrute, la mujer se construye en
dl· su alteridad, a imagen y semejanza del cuerpo que se transforma:
torno a su capacidad de concebir: para tener que renunciar a ello.
l11 l'ancia abandonada por la feminidad; sueños de libertad sexual
Ultimos colgajos deshilachados de la omnipotencia infantil, ence-
ll111 ita da por la fecundidad; serenidad, no tan simple, después de la
rrados por la niñita, al hilo del tiempo, en el hueco procreador. La
11l cnsidad sexual y de la maternidad. Algo del "saber" de las
pérdida no es solo la pérdida de la fertilidad. Es la pérdida del
IHT hiceras puede ser el inevitable conocimiento de los cambios
"lugar donde el deseo del ser humano coincide narcisistamente con
que sufre el interior de sí misma, del recorte de la vida por los
la identidad de su persona 10 " . A menudo, también, el desvaneci-
dt·seos y la fluidez de sus consecuencias.
Su vida de mujer la ala al lugar donde su deseo la ha llevado.
° F. Dolto, 1964.
1
Vl n<..: ulada, a menudo u ¡wsur dt· sí mi sma, a lo que Ja penetra y a
84 LA MUJER SIN CUALIDAD MASOQ UISMO 85

lo que sale de ella. Arraigada en la vida que protege con su envoltura dad 13 " . Volver a investir el lugar del narciso, el adentro de sí
hasta la madurez, y que llama amor, seda tenue cuya madeja se mismo. Desaparecidos los viejos privilegios, permanece la transpa-
enmaraña entre su vientre y su alma. rencia de la vida. Redescubrirse mujer. Reintegrar la permanencia
"Ya siento placer en ser yo. Ya no tengo esperanza, no tengo del ser-mujer, más allá del tiempo del cuerpo y apaciguada la
espera en el adentro de mí misma. Lo que queda de mí está en el realidad del sexo. La tranquila receptividad, la disponibilidad a la
exterior." B. sufre en su narcisismo. Se descarga pulsionalmente. lemura.
Accede con dificultad a las necesidades de la realidad material. Su
dinamismo natural se ha debilitado por la ruptura entre el sí mismo
/\mor
valorado de deseo y la realidad sexual y estética: se siente convertida
en un objeto indeseable, incluso asqueroso, entre un cónyuge que Estructura giratoria en torno al objeto/ sí mismo interno, en lo
encuentra alguna satisfacción, a sus sesenta años, con una mujer profundo del ser, la introyección del objeto amado hace de él una
más joven y unos niños cuya vida de jóvenes adultos ella respeta. parte del yo: forma de amar de la mujer. Identificada a este modo
La fuente narcisista de B. se silencia en el interior por las <Je ser del objeto, amable porque es introyectable con placer, busca
modificaciones de la imagen de sí misma que el final del ciclo t.:n el hombre esta parte femenina que la amaría de la misma
reproductor lleva consigo. Siente vivamente la percepción de una forma. Lo femenino del amor gira sobre sí mismo.
mínima seducción con los hombres. Situación banal ante la que B.
razona muy bien. El choque con la realidad. Para persistir siendo
mujer, debe constituirse un nuevo interior, con el peligro de conservar Psicosis puerperal
en él las criptas, fantasmas y reliquias de los deseos de su juventud
como otros tantos puntos cancerígenos. Hasta ahí bien construida El objeto/sí mismo en el afuera. Delirio. Pérdida irreparable, el
en torno a los huecos de angustia, B. se siente desperdiciada, aban- rechazo del niño. Niño /sí mismo, odiado, deseado, extraño. Amado
más allá del placer. Realidad, cosa cuya materia pesa su peso de
donada a la decadencia. "Aunque no se trate, dice, más que del
amor. Protegerlo del odio violento, impulsivo, que saquea la madre
deterioro normal de dos pequeños ovarios." El narciso se marchita.
;n la mal-amada convertida en madre. Pobre madre enloquecida.
B. suscita en mí varias preguntas: ¿la pulsión disminuye en la
Duelo del niño salvaje sentido en su carne. La expulsión la ha
dinámica psíquica con la disminución de la energía somática? En
hecho a pesar de todo diferente, luego amable. Protegerlo a cualquier
esta circunstancia, como en otras puestas de relieve por Freud, ¿la
precio, porque es amable. Proyectarse a otra parte, antes. Separarse
actividad se transforma en pasividad? 11 ¿La imagen de sí misma
lo más rápidamente: delirar. Las ideas locas vienen a preocupar a
está atacada por la inercia del hueco fértil? La vuelta sobre sí la madre de luto por sí misma, a instalarse en su cabeza en lugar
misma de la pulsión objetal hace desaparecer al objeto en cuanto del niño. La locura sitúa al lactante en unos lugares que lo resguar-
cosa exterior, tal como el anillo de Mobius: lo imperceptible del dan del vacío, que lo exilian de la depresión. El niño real, el recién
pliegue es el momento fluido en el que el sentido se toma entre dos nacido mantenido así a distancia, respetado, separado precozmente
realidades, del cuerpo y del afecto, y del mismo yo identificado del seno odioso, va a encontrar para vivir el sitio que así se ha
con el objeto de amor, se "desidentifica'', se pliega sobre sí mismo. dejado libre. La madre dolorosa, perdida, sólo encuentra de sí
Superado "el malentendido del placer 12 ' ' , la mujer da un paso misma el odio que la vincula con su propia madre, perseguidora
por encima de la "sima infranqueable que hace la incomunicabili- rn ngénita, madre de los niños muertos.

" Freud, 1915.


12
Baudelaire, Mon coeur mis a nu, París, Gallimard, 1976. " Op. cit.
IV

NEGATIVO Y FEMENINO: LA MUJER SIN CUALIDAD

La mujer en negativo

Freud en 1932: "La mujer no es un hombre. No es un hombre


puesto que no tiene pene [... ] aparte de esto, la mujer puede ser
también un ser humano 1". En 1937, está todavía enfrentado con
este continente negro que el pensamiento humano no aborda jamás
sin terror. Poseyendo las cualidades del humano pero distinta del
hombre, ¿qué existencia se le puede atribuir a la mujer? Quizás no
existe, ya que el hombre habla por ella, sabiendo bien que sólo
existe con ella. ¿O bien su ausencia no sería más que el negativo
del hombre? Ella es la nada de donde nace la presencia.
Ya Platón buscaba la unicidad del Ser. El sentimiento de in-
t:o mpleción, por la bipartición sexual, le conducía a una bús-
queda permanente del Uno 2 • Si bien la dualidad hombre/mujer
parecía entonces difícil de explicar, no por ello disminuía la reali-
dad esencial de la mujer. Se explicaba la diferencia sexual se expli-
·aba por el fracaso del "alma'', principio de toda generación en un
;uerpo pre-existente. Suponía la posibilidad de un contacto dialéc-
tico entre estas dos partes del Ser, el alma que concierne a la vida,
;I movimiento y la inteligencia, siendo el cuerpo su soporte ma-
tt: rial 3 •
Esta dialéctica determina la que se establece entre la búsqueda
" primitiva" del placer y la tendencia adquirida a ser mejor•, la
búsqueda de la diversidad en la unicidad, del otro en lo mismo.
Sorprendentemente, esta dialéctica nos hace pensar en la metapsi-
ro logía freudiana: principio del placer y de realidad, oscuridad de
In sublimación, relaciones de lo sensorial y de lo psíquico. Por lo

' S. Freud, 1932.


i Pla tó n, El Banque/e.
' Plató n, Fedra.
'' Pla tó n, Timeo.
88 LA MUJER SIN CUALIDAD Nh'GATIVO Y FEMENINO: LA MUJER SIN CUALIDAD 89

menos, sabemos, desde la antigüedad griega, que el cuerpo preexiste indispensable no obstante: tanto en sus características intrínsecas
tanto a la mujer como al hombre. ;orno en sus fines y las representaciones que se vinculan con ella,
La teoría analítica nos hace abordar más directamente la angustia lo femenino no es lo materno. La función de reproducción, que en
que desvela la bipartición del humano. Pero si permite reconocer ·I hombre se confunde con el disfrute sexual, puede separarse
las fuentes inconscientes de esta angustia, no ha contribuido más radicalmente en la mujer. La concepción no es el orgasmo. La
que muy parcialmente a modificar los efectos desvalorizantes para gestación tampoco. Pero la gestación es a la vez aparente y miste-
la mujer en la vida cotidiana y en las ideas civilizadas. El pensa- riosa por su interioridad corporal, causa esencial del respeto terro-
miento sobre este tema se mantiene en la negación, y la esencia rfiico hacia a la madre, monstruo enigmático, origen de la divinidad.
femenina se considera a lo más como una divinidad cuyos atributos l ,o femenino y lo materno están vinculados por el simbolismo
encuentran nuestra ignorancia y la dejan sin cualidad: "[ ... ] en esta verbal. La misma palabra los designa en muchas lenguas, como
Tiniebla donde, según las Escrituras, El que es totalmente trascen- para significar las defensas sólidas, necesarias para la evocación
dente existe con una existencia absoluta [... ] El que es despojado de del interior misterioso donde se funden confusamente la vida y la
todo 5 ". Estas tinieblas del pensamiento, que debe renunciar a una 111uerte.
parte de su compleción megalomaniaca, son comparables al conti- Sin duda, para funcionar de forma autónoma y para diferenciar
nente negro de la teoría psicoanalítica. La mujer permanece im- 1-ms propios elementos, para establecer su lógica, el pensamiento
pensable. No más que el Dios de Pseudo-Denys, que no tiene su debe fundarse en la diferencia originaria del yo y de sus objetos,
cualidad de mujer. No se le puede pensar mujer. del yo y del otro, sostenido y reforzado por la diferencia de sexos.
Mi finalidad aquí no es la de emprender una construcción de la 1\1 pensamiento psicoanalítico trabaja en la elaboración psíquica
lógica de lo negativo. Son numerosos los que ya lo han hecho y los de esta diferencia, las modalidades del pensamiento de las mujeres
que lo harán mucho mejor. Mi pretensión es, más bien, volver a Hnalistas aportan sus matices. Muy pronto se dio cuenta Freud:
intentar el pensar en negativo la feminidad. ¿Qué argumentos se "Sobre esto, en estos últimos años, hemos aprendido un cierto
pueden evocar en apoyo de esta conminación que se experimenta número de cosas por el hecho de que muchos de nuestros excelentes
hacia lo femenino cuando es negativo? Si, a pesar de las reticencias rnlegas femeninos han comenzado a trabajar esta cuestión en el
freudianas, se le concede a la mujer una capacidad de disfrute, la 111álisis 6 ". Los hombres corren el peligro de que se sospeche de sus
concepción fálica del placer se debilita. El sexo de la mujer, por su prejuicios. El refugio será la bisexualidad.
conformación de pliegue interno, evoca lo negativo de la sexualidad. La circulación de la energía eléctrica supone un polo positivo,
¿Simplemente por la ausencia de pene?, ¿o se trataría también, por llamado macho, y un polo negativo, supuestamente hembra. Si se
ejemplo, de una confusión del ser y del tener? De un tener desco- t·onsidera pues, desde un punto de vista restrictivo, lo femenino y lo
nocido o inconoscible del interior femenino ya que es materno y 111asculino como dos polos opuestos, entre los cuales circula la energía
futuro. Representante de lo que en el hombre puede ser borrado, libidinal, esto querría decir que la mujer es el negativo del hombre.
sustraido; malestar inevitablemente vinculado a las evocaciones de l 1:1 negativo femenino sería el positivo masculino "en hueco".
carencia, de ausencia, de castración: lo femenino se convierte en lo Significa reconocerle una iniciativa activa en la relación sexual,
negativo. A pesar de la pertenencia de lo materno a lo femenino. t'll la transmisión del placer, pero también del pensamiento, o incluso
No deja de tener importancia el que Freud evite, a lo largo de 110 la existencia, iniciativa que el Génesis le atribuye. Pero estas
toda su investigación, distinguir lo femenino de lo materno. Distincwn 11posiciones no implican que la esencia femenina sea negativa. El
111odo de pensar que convendría propiamente a lo negativo sería o
5
Pseudo-Denys, Théologie mystique, citado por D. Anzieu, "Resurgences et dérivés
de la mystique'', N.R.P., París, Gallimard, 1980. 1' S. Frcud, op. t il.
90 N f:'GA nvo y FEMENINO: LA MUJER SIN CUALIDAD 91
LA MUJER SIN CUALIDAD

bien no pensarlo, un "no signo", lo que negaría el pensamiento sentir la nada por el cauce de los afectos: en la depresión, o incluso
~ n Ja psicosis. Lo negativo toma entonces matices de sufrimiento,
mismo; o bien el pensar que no es, lo que conduciría a afirmar que
está en el pensamiento puesto que uno de sus caracteres consisti- de displacer. La patología implica, en efecto, la noción de una
ría en la necesidad de negar su evidencia. Lo negativo parece parte negativa de la vida psíquica, la tendencia a anular la vida.
entonces invertido o redoblado. Replegado sobre sí-mismo. Repliegue La fuerza simbólica de las representaciones de la divinidad
del sexo femenino. Lo mujer da valor al relieve viril tanto por su procede de la productividad materna que convierte en negativos el
modo de ser como por su cuerpo. Lo negativo es organizador del poder mortífero de la madre, el misterio anxiógeno de la gestación
pensamiento mediante la puesta en relieve de la falicidad que y el miedo inspirado por la apertura femenina. Por otra parte, la
engendra. divinidad proclama el valor de la potencia fecunda y nutricia de la
El negativo existe pues. Aparece como una cualidad positiva productora de vida.
del pensamiento: que concerniendo a lo concreto, es un calificativo Tomemos pues partido por los que viven. El deseo existe en la
de la cosa en el sentido de la no-percepción, pero es una cualidad sustancia de los seres vivos. Freud lo reconoce en su primera forma
no representable en cuanto sustancia del objeto. Supone la existencia de pulsión. La pulsión convertida en deseo por la represión supone
previa de una sustancia positiva, que sería el pensamiento mismo, una distancia que origina la vida psíquica, distancia entre lo inerte
por ejemplo. Sustancia positiva que, en la perspectiva psico-analítica, lo humano, lo sensorial y lo actuado, entre la boca y el seno. La
sería del orden de la representación con sus cualidades de presencia ¡misión, concepto dinámico, expresa el movimiento positivo hacia
1111 objeto de supuesta satisfacción. El deseo solamente existe por la
y de ausencia, de permanencia y de desaparición.
La pulsión de vida, eminentemente positiva, sería pues la primera. 11usencia del objeto, por lo negativo de la presencia, por lo no-
Y se puede admitir que nada muere antes de haber vivido. Con la presente. Es un componente característico de nuestra vida psíquica
condición de diferenciar la muerte (del lado de la negación del ser) que expresa la angustia provocada por la incompleción narcisista
de la nada, que precedería a cualquier existencia. Lo negativo que no suprime forzosamente la presencia del objeto deseado, ni el
parece así vinculado con la dificultad de representación de la exis- placer obtenido por él.
tencia de sí mismo en la escena primitiva que lo engendra. Sólo el
afecto puede introducir en ella el movimiento que construye el sí
mismo inicial, fundado en la ambivalencia fundamental, en la bi- Ausencia y concreción
polaridad positivo/negativo.
Antes que la sustancia, lo negativo sería el equivalente del no- En los primeros momentos de la vida, lo negativo está vinculado
ser. A pesar de la positividad intrínseca de la palabra, y de la r on lo concreto en la medida en que es el resultado de las alter-
escritura que fija ésta en una concreción paradójica, lo negativo 1111ncias presencia-ausencia del seno materno. La alucinación del
'll'l10 hace presente el seno ausente, realiza la presencia del seno
me parece como una cualidad de lo que existe antes de la negación.
Constituye el ser posible antes de la existencia. Freud examina 110-presente. En la construcción de la sexualidad femenina, la ausen-
profundamente este problema en "Más allá del principio del placer". l'Ía del mamelón en la boca, que se convierte en deseo del mamelón
Este texto, en su melancolía extrema, revela a un hombre para ( /\hraham concibe una fase conseroadora de la posición sádica
quien el placer es la esencia del ser humano. Choca con la pulsión oral), se transforma en ausencia de pene, presencia de la vagina y
de muerte, la transforma en Nirvana, en la situación fetal reencon- drsco del pene en la vagina. El sentimiento femenino de negatividad,
~ 11 :-;c itado por la imagen viril por el hecho de la ausencia de pene,
trada, inercia sin emociones y sin afectos: la seguridad del interior
materno idealizado. w convierte en deseo positivo de la penetración sexual por el pene.
El pensamiento no puede pensar la nada ya que lo es. Solamente /\sr. estrechamente vinculado con la anatomía, lo negativo de lo
puede representarla. Nuestro aparato psíquico es susceptible de l1·111 cnino conduce al pt11s11 111il' nto hacia su propia diferenciación
92 LA MUJER SIN CUALIDAD NEGA TJVO Y FEMENINO: LA MUJER SIN CUALIDAD 93

de lo corporal. Los avatares de este desarrollo son numerosos y son madre en las representaciones femeninas de sí misma, la boca-
fuente también de muchas patologías. seno de la lactante que, en los ojos de su madre, se percibe inicial-
El objeto ausente ha estado ya presente, realmente presente. mente sexuada en el adentro. Identificación perfecta madre-hija
¿Se puede decir otro tanto del objeto-agujero-presente, pene que la desde el principio, identidad de la imagen proyectada y percibi-
niña no ha tenido jamás? La fantasía llena nuestro mundo interior da/sentida, encaje de los yo. Lo negativo femenino puede entenderse
de objetos no-presentes: pene, madre con pene, príncipe encantador, como un "significante de demarcación" (en el sentido de Guy
monstruos diversos, que son los juguetes imaginarios. Los objetos- Rosolato) que diferencia a la hija de su madre, primero como
ausentes, los que no es posible olvidar cuando la necesidad se hace objeto total, después como objeto sexuado con ausencia de senos.
sentir, nos hacen vivir el negativo, el hueco del deseo conocido Finalmente, la diferencia con el chico por la ausencia de pene. La
hasta en la carne. patología nos enseña, desgraciadamente demasiado bien, los sinsa-
La mujer es el representante de la incompleción del yo, antes bores de aquellas en las que su madre ha depositado una mirada
de ser el de la bisexualidad por la diferencia alto/bajo del cuerp@. que las desearía machos.
Para el hombre esta incompleción femenina es una representación La noción de negativo alarga la representación en el sentido
de la insatisfacción del yo siempre deseante, deseo dirigido primero del cambio de las apariencias materiales. Veremos más adelante
al pecho. Esta incompletud imaginaria alimenta las fantasías de como Lissete, la mujer fotógrafo, desarrolla sus "negativos" foto -
pérdida, de depresión y de deseo insatisfecho. La mujer es así gráficos con la espera impaciente de descubrir en ellos color y
negada en su existencia propia por el hecho de que es siempre el relieve.
objeto del deseo de los dos sexos. Esta negatividad esencial funda Así, el agua que se solidifica por el frío es el signo de una
lo femenino en su cualidad de representante del otro, de lo diferente. temperatura negativa: la materia se transforma. De igual forma, la
Distinta del hombre, por supuesto. Y éste se arroga el derecho de noción de castración es estrictamente negativa por las representa-
pensar al otro, derecho que sería un atributo de su fuerza física. ciones que sugiere de privación de las capacidades, primero sexuales,
Si, por consiguiente, consideramos lo negativo, caracterizado luego de fructificación del cuerpo y, por desplazamiento del pensa-
por su cualidad particular de ausencia, encontramos a la mujer: miento. La ausencia de pene en la mujer se resuelve, en el pensa-
negativa por su cualidad de no portadora de pene, negativa tmbién miento masculino, en temor y en concepto de castración. Si se
en su cualidad de mujer, que supone la madre ausente. Mujer, ya considera la oposición de lo positivo con lo negativo como un
que está ocupada por el hombre, no por el niño. Mujer, por la cambio, paso posible de un estado de la materia a otro estado
ausencia momentánea del espacio materno en ella. ¡Tan próxima - incluso de la materia corporal substrato de las representaciones
no obstante! ¿Y si la maternidad feliz fuera la huella de la femini- psíquicas- , la castración, en cuanto privación de pene para la
dad? El continente convertido en contenedor, en el sentido en que mujer, no es suficiente para satisfacer al pensamiento. No incluye
lo entiende Didier Anzieu. suficientemente la diferencia entre lo femenino y lo masculino, en
¿Se puede también describir a la mujer atribuyéndole lo que el la medida en que justamente elimina la función materna para
sentimiento masculino expresa: "una falta de ser"? Si esta fórmula hacer solamente un lugar compensatorio convertido en fálico por
se justifica, quizás solamente puede ser en la característica de la su continencia. El cambio es primordial en la niña, de un estado
niña no púber, que se determina por la ausencia de senos. ¿Qué <.:strictamente "femenino" a un estado de capacidad materna, con
hace la niñita de su feminidad? Esta falta también revela lo femenino las modificaciones importantes de la pubertad: la maternidad es
ya que es un devenir. El hombre nace tal como es. La mujer se una consecuencia inmediata de la feminidad.
convierte: niña, mujer, madre: los senos, la regla, el hijo. Los senos, En ese momento de su vida, esencialmente distintivo, como es
los atributos más positivos del cuerpo femenino, y existen, desde •I de la pubertad para la niña, ve y siente su cuerpo transformarse:
mi punto de vista, desde las primeras identificaciones orales con la aparecen los senos, <.: nvo llu rn que se despliega, formas positivas de
94 LA MUJER SIN CUALIDAD NEGATIVO Y FEMENINO: LA MUJER SIN CUALIDAD 95

la maternidad en potencia, ante todo investidos de un estatuto de Condensación de funciones y de papeles que funda la ambigüe-
seducción femenina hacia el hombre. Después aparece la regla, dad de lo femenino. Función materna, fundadora para el hombre
elemento mucho más inquietante ya que reactiva las fantasías de de la negatividad femenina: debe resignarse a no llevar un niño,
castración del pene y manifiesta la actividad de este lugar escondido pero es hombre, también, porque la mujer no lo es. Se convierte en
del deseo. Los senos son para la niña una forma fálica cuyo destino hombre frente a su padre, por la renuncia al disfrute materno: el
equivale a la erección fálica del chico. La denegación, en la que la que se ha dado gracias a su madre y el de ser madre. Madre para
jovencita anoréxica inviste las formas nacientes de su feminidad, él, la madre se convierte dentro de su feminidad en el soporte de la
es a menudo menos la manifestación del deseo de ser un chico que negatividad del objeto deseado. Proyectado sobre el objeto, el deseo
de presentar, tanto a su madre como a su padre, un cuerpo asexuado, es positivo; proyectado en el objeto puede convertirse en negativo
desafiando el dominio del deseo sexual paterno y la rivalidad ma- por las representaciones de un interior donde el yo es sepultado.
terna castradora. Lo negativo se convierte entonces en un elemento
organizador, generador de la falicidad que pone de relieve. '
La mujer es conocida, diferenciada, primero por sus pechos: Diálogo de niños (escucha indiscreta)
atributo fálico compensatorio, lo que es evidente en nuestro sistema
de explicación psicoanalítica. Pero también atributo específico de Verónica de seis años, discute con su hermano Damian de
seducción femenina, que desplaza hacia lo alto del cuerpo la pre- ocho:
sencia de los atractivos y les concede una libertad de manifestación V.: "¿Sabes?, mamá me ha dicho que me ha amamantado du-
surgida de la polisemia de su presencia y de su función. La oralidad, rante tres meses."
que esto significa por su función nutricia, concede al seno un D.: "A mí también, incluso un poco más."
sentido en el que lo reprimido accede a una significación condensada V.: "Sí. Pero a mí me alimentaba ya cuando estaba dentro de su
de lo oral y de lo sexual, que roza la denegación, y cuya analidad vientre."
intersticial no hay que menospreciar. "Esta mujer no es mi madre", D.: "Esto no puede ser. Los pechos están en el exterior."
se decía Freud en el sueño que le sugeriría la Verneinung. Su madre V.: "No. Para las niñas también existen dentro. Tu eres un
puede permitirle el acceso a su seno, ya que es su hijo amado: chico, no lo necesitabas."
puede desear y ver el seno femenino cuando aparece en su función Si bien Damian parece no estar muy convencido, Verónica lo
materna. La incorporación, después la interiorización del pecho está completamente: los pechos interiores son para las niñas. Mucho
durante el destete, así como las identificaciones determinadas por antes de haber tenido senos, las niñas disfrutan del seno interno. El
este momento de evolución en el erotismo oral, hacen que la niña pecho materno es siempre interno, su "afuera" viene del adentro.
tenga primero el seno en ella antes de tener unos pechos que han
crecido en la superficie de su cuerpo y antes de que hayan surgido
de esta superficie. Pechos que, desde mi punto de vista, son una lncompleción
manifestación de la interioridad pulsional. Esta proposición puede
ser puesta en duda: se puede suponer que la ausencia de seno en la Según Bion "[ ... ] todo pensamiento tal y como ordinariamente
niña es, por el contrario, fuente de sentimientos de castración y de se conoce, es decir, como atributo del ser humano, es falso 8". El
fragilidad narcisista por referencia a la falicidad de las representa- pensamiento de Freud sobre la feminidad corre el riesgo pues de
ciones de falta y de castración 7 • st.:r falso ya que también, segú n Bion: "El único pensamiento de

7
Lanouziere, 1988. ~ W.- R. Bion , 1974, p. l !l'/ ,
96 LA MUJER SIN CUALIDAD NEGATIVO Y FEMENINO: LA MUJER SIN CUALIDAD 97

acuerdo con la verdad es aquel que jamás ha encontrado un indivi- dueto, de un espacio receptor sobre el mismo modelo arquitectónico
duo para contenerlo 9 " . Mi propio pensamiento sobre la feminidad que el aparato digestivo por ejemplo, se encuentran los elementos
corre también el peligro de ser falso. Corro este riesgo: mi propio de feminidad. Incluida la producción de objetos que evoca la función
pensamiento, falseado por los límites que lo contienen, tendrá por materna del interior femenino (excrementos niño). Este espacio es
lo menos el mérito de ser una mentira de mujer. incluso susceptible de conservar momentáneamente un objeto que
Una de las "fuentes de la experiencia 10 " parece que es la identi- allí se deposita y transformarlo, como el aparato psíquico retiene
ficación proyectiva, forma precoz de la capacidad de pensar. Nuestra las impresiones sensoriales y las transforma en afectos, en objetos
cabeza funcionaría entonces como la caverna de Platón, sobre o en pensamientos.
cuyo fondo proyectamos los objetos cargados con nuestros afectos, Nada mecánico, en este conjunto cuerpo/espíritu, que pueda
y también como continente de las sensaciones visuales que perte- describirse mejor de lo que lo ha hecho Godel con su teorema de
necen a estos objetos y los definen. El pensamiento teórico nunca la incompleción. Existe siempre un deseo al cual no corresponde
es más que una metáfora del ser que busca ser su esencia. ningún objeto. Para mí, el elemento esencial del código que deter-
La metonimia es un concepto masculino que actúa en la teoría mina el sistema psicoanalítico es el elemento femenino: el punto
psicoanalítica, cuando confunde a la mujer con su útero y al hombre interior donde se concentran las imágenes y las fantasías que las
con su pene. En toda mujer existe un poco de pene como en todo imágenes instauran. El continente negro. De la histeria a la obsesión
hombre parcelas de útero. Suponer un pene en la mujer, o el deseo pasando por la melancolía, Freud se ha topado con esta falla de lo
de un pene instrumental, es situar fuera lo que ella tiene dentro y absoluto y ha dividido su pensamiento en dos principios: placer y
dar una forma visible a lo que no tiene niguna ni conoscible ni realidad. Las constantes del pensamiento están regidas por el punto
definida por la imaginación. fijo oscuro del centro femenino, que organiza los datos, cada vez
más exteriores, en germen de pensamiento. Alrededor, todo es tor-
Para hablar como mujer, necesito volver al pensamiento meta-
bellino, cosmos, revolución, resbalón. Lo femenino es el mismo
fórico o quizás simplemente isomórfico. ¿Cómo entonces representar
pensamiento que se piensa como tal, especie de fecundación auto-
el pensamiento de la mujer? ¿En hueco por el adentro? ¿En relieve
rreferencial. Lo femenino es soledad.
por el afuera? El volumen y el plano se mezclan en una complejidad
progresiva. Prefiero definir el espacio interno como representación
primordial, espacio que funda el emplazamiento del objeto narcisista. ¿Y si Freud tuviera razón?
La obra pictórica de Escher, donde las figuras se convierten insen-
siblemente en otras por incorporación del fondo, expresa simbóli- ¿Y si Freud tuviera razón? Quizás sólo estoy escribiendo para
camente esta topología. El ojo actúa guiado por el insensible desli- ·ompensar ilusoriamente la falta sublimada de un pene. ¿Me falta
zamiento de una forma. El objeto-forma existe y se modifica por la un pene en el ser pensante que soy? Compleción viva en el afuera
presencia del fondo. de mi función procreadora. Mi pensamiento no sería, pues, más
La experiencia de una realidad no es esta realidad misma. La que el negativo presuntuoso de un pensamiento viril, o incluso la
mujer no está sola para realizar la experiencia de lo femenino en el 111 utación en forma de capacidad viril de un sentimiento de ausencia.
interior de sí misma antes de realizarla en la comunicación. El Percibir la ausencia de un miembro viril es ya concepción de
deslizamiento de la forma sobre el fondo corresponde a la incierta virilidad.
definición de la bisexualidad. En forma de un orificio, de un con- El ser abolido por el tener. Ser madre no significa tener el hijo,
t-:ino el hacerlo de su propia carne durante mucho tiempo. El hombre
9
/bid. 110 tiene un pene, es un pene, que él convierte en falo por su deseo.
10 /bid. 1\1 falo es no más qu<:.: el Si.'XO del hombre. El ser trasciende el tener.
98 LA MUJER SIN CUALIDAD

Sexo visible y palpable, cargado de lo positivo de la diferencia


que le delega un sentido: la relación con el ser que procrea su
eternidad. Es en la acción donde inmediatamente después, se instaura
la diferencia: la micción visible y a distancia, el órgano visto y
tocado, productor de placer. En el interior vibrante de la niñ.a
existe también el ¿"que es"? de la relación sexual. Pero distinto,
complementario.
¿Qué es la mujer entonces?; si el ser mujer sólo puede ser
representado como opuesta o distinta del hombre, ¿puede ser sólo
"no-hombre"? negativo de una imagen que el hombre tiene de sí
mismo, mi propio sexo no puede ser más que inducido por la
SEGUNDA PARTE:
presencia externa o la ausencia en mí del otro, de lo masculind.
Pensamiento originado por el sexo y por la ausencia, la mujer ESCRITURA
pensaría pues antes que el hombre. Freud parece también haberlo
escrito 11 Pero el único dotado de pene, solamente el hombre puede
pensar el ser, y pensar la mujer: un hombre hueco, inacabado,
deteriorado. A lo más un molde de misterio, Si el pensamiento, no
obstante, está tan bien canalizado en la anatomía, debe también
existir una esencia del ser femenino pensable a partir de la anatomía.
O al menos una libido diferenciada. Ni eso siquiera.
Más íntimamente se vinculan el sentir del cuerpo y el pensa-
miento de sí mismo, por el objeto todavía indiferenciado, por la
exterioridad de lo existente y el interior de la envoltura: no solamente
comparación con otro, doble extraño. Inefable de lo no-idéntico.
Pensamiento surgido de un sentir, propio del ser definitivamente
aislado en su cuerpo, todavía ignorante de la diferencia, o más
retirado de esta diferencia hacia el áspero fundamento de las an-
gustias. Coito: ilusión de unidad perdida. Después, enseguida, cada
uno sí mismo.

11
S. Freud, 1932.
V

DE LAS PALABRAS Y DE LAS MUJERES

¿Qué pueden experimentar tantas mujeres en este momento,


para reivindicar el derecho a escribir con tanta aspereza y desespe-
ranza? Una aparente coincidencia se establece entre esta reivindi-
cación de feminidad verbal y el desarrollo y la oficialización de los
medios anticonceptivos El paralelismo de estos dos hechos en el
l iempo me parece importante. Como si la posibilidad de no tener
hijos más que por una decisión madura, o de no tenerlos en absoluto,
despertara en las mujeres una ansiedad en cuanto a sus medios de
~xpresión específicos. Llevar y sacar a la luz un niño es, ciertamente,
la expresión más específica de la feminidad. Parece que la conquista
de la libertad de concepción genital ha puesto en duda, en muchas
mujeres, su capacidad de concepción intelectual. Es corriente com-
parar las posibilidades de liberación del hombre frente a sus res-
ponsabilidades en la procreación con el compromiso femenino en
la maternidad. Compromiso a menudo mal soportado, ya que lleva
ronsigo una situación somática particular y la inevitable responsa-
bilidad concreta de una vida nueva.
¿Qué relación se establece entre la legalización del rechazo a
tener niños y la crisis de la escritura femenina? ¿Qué antagonismo
suscita la libertad del placer sexual cuando ya no está fundada en
la certeza de una identidad femenina? ¿La escritura de la mujer es
idéntica a la del hombre?, y ¿qué caracteres puede diferenciarla de
forma reconoscible?
Cuestiones que se plantean y que no están resueltas, a pesar de
111 multiplicación de los escritos femeninos. Sentimiento de aburrirse
l'lltre tantos otros en la paradoja de escribir para escapar al avasa-
llamiento "falocrático". De Doris Lessing a Michele Montrelay, la
lilcratura actual no nos da ninguna tranquilidad en cuanto al estatuto
dl· estas páginas.
Y no obstante, heme aquí proyectada ante la página en blanco
donde Mallarmé enconlrah:1quizás en sí mismo, como tantas mujeres,
1•1 vértigo del vacío vi rg i1111l. Vértigo que la blancura lleva consigo,
102 LA MUJER SIN CUALIDAD DE LAS PALABRAS Y DE LAS MUJERES 103

más allá de las raíces de vida en mi cuerpo, hacia esta representación Las prohibiciones precoces quizás son la fuente, por ejemplo,
temible de la Parca. ¿El hilo tejido de la escritura, tan ferozmente de un comportamiento muy a menudo observado en el niño pequeño
tensado por las mujeres de ahora, acaso no lo es contra el signo de y, más a menudo de lo que se cree, en el adulto: la succión del
muerte? De tanto rehusar la fecundidad de la siembra en ellas, las pulgar. Entre los intentos de explicación, esta única, por muy in-
mujeres encuentran quizás el miedo de la esterilidad. Dadora de completa que ella sea, nos parece válida: este gesto autoerótico
vida, la mujer posee la omnipotencia sobre esta vida. El rechazar la intenta compensar la ausencia de un objeto deseado. Esta ausencia
concepción es recelar alguna intención mortífera: para sí misma - mu- puede ser poco a poco comprendida por el superyo en constitución
jer no realizada en la maternidad, mujer con el vientre muerto- , como el resultado de una prohibición del placer. El gesto autoerótico
para el hijo cuya existencia se le ha negado. sería entonces, trivialmente, un intento de sustitución acompañado
En esta lucha permanente por una identidad que querría reco- del rechazo del deseo hacia el objeto. Como consecuencia de la
nocer en los signos y la sintaxis de la escritura, la mujer parece que frustración, se lleva al niño a regresar y a satisfacerse por sus
siempre teme el abortar por sí misma. Escribir es una forma de propios medios, alucinando así el placer relacional de la mamada,
perpetuarse. Pero no es propiamente ni femenino ni masculino; de del pecho poseído por la boca.
aquí nace, probablemente, la culpabilidad de las mujeres por servirse ¿Se puede entonces escribir, como Michele Montrelay, que "la
de ella. Sobre todo si el escribir reemplaza al procrear. La confusión representación inconsciente no es más que un texto 1"? Parece que
del vocabulario que designa la producción literaria y la producción en los primeros meses de vida, en tanto que el lenguaje no es
genital es antigua: crear una obra, dar a luz un texto, concebir una
todavía posible a nivel funcional, el inconsciente no es más que un
idea, etc.
·uerpo difuso, no estructurado, que se constituye como organismo
La situación analítica, entre diván y sillón, reproduce algunas
anhelante por la mediación dialéctica de las respuestas y de los
particularidades del momento genético en el que el niño comienza
rechazos del cuerpo materno y del entorno. En el psicoanálisis, el
a hablar. En esta segunda época de la vida, la separación física de
proceso de la regresión tópica y temporal permite encontrar esta
las personas madre/hijo toma un sentido nuevo, se realiza en formas
que el lenguaje va a constituir al mismo tiempo que se fundamenta situación del ser, que se domina por medio de la distancia verbal.
en su posibilidad. Es un dominio que debe proteger o instaurar el analista, sin por
Tanto en el análisis como en el niño en su segundo año, la •llo ignorar los elementos somáticos que suscitan los movimientos
palabra sitúa al cuerpo a distancia del acto. Describe al sujeto pu lsionales cuya expresión es el lenguaje.
físico en sus movimientos internos y le hace accesible al análisis Una de las dificultades de la situación psicoanalítica puede ser
sin más participación activa que la verbal. muy bien que su fundamento esencial sea el hecho verbal. La
Para comprender cómo este proceso se establece en el niño, dificultad de mantenerse en él ha llevado consigo numerosas dis-
nos parece necesario aceptar el concepto de represión primaria, tal torsiones de la técnica freudiana en relación con la regla de absti-
como Melanie Klein lo establece. Se puede, en efecto, suponer que nencia: numerosos son aquellos, ilustres o sombríamente ignorados,
el superyo precoz utiliza los movimientos pulsionales para formar que se han equivocado en este punto. Captar e interpretar los
la capacidad epistemofílica. Es esta la posibilidad de manifestarse procesos primarios, cuando se manifiestan de modo activo en el
a distancia en un espacio distinto al del cuerpo materno que suscita paciente regresado, supone que el mismo analista haya aceptado
la utilización de la función fonatoria con fines que no sean solamente renunciar a este modo de satisfacción inmediata. La distancia dis-
lúdicos. El placer de jugar con su voz se transforma en el niño puesta por la regla fundamental entre él y su paciente solamente se
pequeño en sistema de expresión intencional de sí mismo, destinada
a formar parte de sí mismo, sin persistir en una relación simbiótica ' 1977. Nuestra cita hu sido lrn1111d11 del capítulo " Recherches sur la fémini té'',
donde necesidades y deseos se confundan con los de la mad re. P M.
104 LA MUJER SIN CUALIDAD DE LAS PALABRAS Y DE LAS MUJERES 105

puede llenar por medio de la palabra. Ciertamente, está implicado, externo de recepción y de acceso al cuerpo? Probablemente, el
como persona y como analista, en la respuesta a la regresión, pero analista mujer oye más directamente que el hombre gracias a su
su sistema de escucha debe permitirle mantener la situación sola- constitución anatómica: el tercer oído no es más que un sexo feme-
mente por medio del discurso. Discurso que se convierte entonces nino que accede a la cavidad femenina de cualquier analista.
en metafórico de las relaciones fantasmáticas corporales de los Un día, un paciente me sorprendió. En este período ya meditaba
individuos presentes. En esta situación, en efecto, donde se requiere yo sobre la inhibición para escribir, cuando me dice, en una disgresión
al cuerpo que no se manifieste intencionalmente por sus funciones poética sobre la mujer: "La perfección, para una mujer, es ser un
habituales, el discurso verbal del paciente se convierte especialmente hombre." Las palabras así reunidas en una síntesis impresionante,
en una forma metafórica de su inconsciente 2• El analista mantiene me las expresó brutalmente. El placer que yo sentí, porque venían de
la regla en la que encuentra, inconscientemente, la posición interior un hombre joven, impotente y deprimido, fue un desafío para mi
fundadora del lenguaje en el niño: el lenguaje aparece cuando el propio tema. La densidad verbal de esta frase se me presentaba de
niño escapa a la relación dual. Lo que la hija nombra entonces, ~i manera fálica, su sentido manifiesto contradecía su sentido intrínseco.
es el padre, es también su renuncia a este padre frente a la madre. La negación de la feminidad tendía a desviar la atención del deseo
La palabra va a cargarse de todas las significaciones afectivas que que el sujeto hablante sentía inconscientemente hacia ella. Pero la
evocan el contacto concreto con el objeto deseado. Esta posibilidad forma de la proposición era tan clara que sentí que yo respondía
es quizás, fuera del hecho de maduración cortical, el motor del fuera de mi pensamiento verbal. Suscitó en mí la sonrisa surgida de
enriquecimiento extremadamente rápido del vocabulario infantil cierto placer, aparentemente por su contenido absurdo. Pero este
durante el tercer año. Como si las palabras estuvieran destinadas a placer evocaba en otra parte el eco de mi feminidad, percibido por
mi paciente en el fondo de su inconsciente. Su frase nos confundía.
colmar lo más rápida y plenamente posible las lagunas espaciales
Poco importan aquí las incidencias técnicas y los momentos
entre el niño y su madre. Pero también, probablemente, a llenar el
interpretativos que surgieron de este intercambio palabras/incons-
espacio interno de la niñita, presentido durante el investimiento de
cientes. La importancia que quiero dar a este episodio de una cura
las zonas genitales.
psicoanalítica es la de una provocación inconsciente y la vivencia
La palabra de la niña aparece, pues, en su problemática parti-
fem enina de una comparación perpetua con el estatuto fálico. La
cular, como metáfora del cuerpo femenino. Este espacio entre ella ·onfusión de sexos, que tiende a reducir todo sistema de comprensión
y su auditor, que la niña llena, es significante del deseo femenino: al sexo masculino, conduce inevitablemente a la confusión del
el espacio interior, erotizado desde una edad precoz. El discurso pensamiento en la mujer: de confundida pasa a estar confusa. Y la
femenino representa el pensamiento de un interior, recipien- 111ujer se arriesga con ello a la anulación de su realidad sexual e
te/ continente, que se distingue en cuanto tal del discurso fálico del intelectual. De este sistema habitual en nuestra civilización occidental
hombre. La laguna del pensamiento, que se presenta a menudo :-:e desprenden la mayor parte de las inhibiciones verbales en la
como específica de la feminidad, puede ser la forma patológica. 11iña, inhibiciones que se manifiestan en la elaboración del pensa-
Se puede suponer así que esta situación de continente, de la 1niento verbal, oral y escrito.
que, a continuación de Bion, tratan muchos autores contemporáneos, Trataré de la utilización de la escritura y de las inhibiciones
permite a la mujer analista una posibilidad completamente natural que encuentra en la mujer de acuerdo con dos puntos de vista,
y diferente de la del hombre. En efecto, ¿no se puede ver una distinguiendo, por una parte, el grafismo y el texto escrito como
representación viril en ese "tercer oído" del analista, instrumento objeto y, por otra, el instrumento gráfico, en el sentido en que el
gesto escritura! necesita de un intermediario, pero también en el
2 J.-B. Pontalis ve en el psiquismo una "doble metáfora del cuerpo", 1977, pági- 1101 texto escrito que se convierte en un instrumento de comunicación
nas 217-222. 111nterialmen te difercnl c d<..: la palabra.
106 LA MUJER SIN CUALIDAD DE LAS PALABRAS Y DE LAS MUJERES 107

La exploración de los fundamentos psicoanalíticos de la sexua- cionado el funcionamiento mental de una mujer que reflexiona
lidad femenina, ha sido a menudo tratada en la literatura psicoana- sobre el problema de la escritura. Comprendo muy bien que mi
lítica contemporánea. Citaré muy especialmente los trabajos de problemática no es la única demostrable. Simplemente es una ilus-
Janine Chasseguet-Smirgel y de otros con ella 3 , que, volviendo a tración para este ensayo.
las ideas de Freud en una perspectiva crítica o complementaria, la Escuchaba pues, en mi sueño, la voz paterna que me inducía a
han utilizado tanto desde el punto de vista clínico como del teórico. escribir, a mí nominalmente, y esta voz me atravesaba (durch).
No se puede ignorar el florecimiento actual de los trabajos Como su la voz paterna fuera en mí el instrumento que debería
sobre este tema cuya tonalidad, según el autor, es más o menos servirme para escribir. Pero esta imagen paterna de mi sueño era
reinvindicativa: libros o artículos escritos por una gran mayoría de un alemán: lo que hace alusión al hecho de que aprendí esta lengua
mujeres cuya preocupación es la de obtener el derecho de ser de acuerdo con el deseo de mi padre. El alemán es pues mi segunda
mujeres y de escribir "en cuanto mujeres". Héleme Cixous, Michele lengua, después de mi lengua materna: mi lengua paterna.
Monttrelay, Luce Irigaray, entre otras muchas, manifiestan su an- Pero también el hecho de que sea un Alemán el que me ordena
siedad en relación con el estatuto de la mujer en nuestra sociedad escribir apunta a que es el enemigo. Existe esta seducción de una
y con el de su pensamiento, así como con las posibilidades que se adolescente incestuosa escuchando la voz de la seducción paterna.
le conceden para manifestarse libremente en un universo que se Pero es imposible, ya que el hombre es un enemigo, y más bien
representa como entera y obstinadamente viril. feo. Lo que se deriva de ello sólo puede tomar cuerpo en unas
Sus preguntas y las respuestas que aportan me han dejado muy palabras.
perpleja por mi propia situación de mujer analista, que me lleva a Pero, cuando el sueño ha terminado, el trabajo queda por rea-
manejar el lenguaje en condiciones particularmente precisas. Así, lizar.
pues, fui arrastrada a sentirme cada vez más próxima del núcleo
del pensamiento feminista y de sus interrogaciones. * * *
Escribir sobre el tema, cuando se es mujer y analista, necesita
La anatomía de la mujer solamente difiere de la del hombre en
un trabajo de observación del sí mismo mujer por el sí mismo del
·I sexo y los órganos genitales. La función verbal en los dos sexos
analista que el inconsciente desbarata muy a menudo. Felizmente
·s idéntica, en el sentido en que un organismo cerebral normal
le queda el sueño, estilo "real" que hay que descubrir en el momento
produce, tanto en la mujer como en el hombre, un lenguaje normal.
oportuno de la maduración. Soñé pues y me desperté con una
1is en los procesos de reproducción donde la mujer difiere del
curiosa palabra en la cabeza: Scribedouche. La imagen persistente
hombre. Reproducción genital-reproducción lingüística. La dife-
era la de un gran Alemán que gritaba ese nombre de forma escan-
rencia en la forma y en la determinación orgánica lleva consigo un
dalosa. Era el nombre de su hija -o de algún adolescente.
uso de los símbolos y un modo de funcionamiento verbal diferente
Scribe me pareció en seguida el imperativo del verbo latino on el hombre y en la mujer.
scribere. ¡Escribe! En mi situación actual reconozco en ello un La organización lingüística del lenguaje femenino incluye la
superyo paterno. Tanto más cuanto que yo asociada douche, entre representación inconsciente de sí misma determinada por la cavidad
otras cosas, a du: tu, y luego a durch: a través. genital. Mientras que, en el hombre, se puede reconocer fácilmente
No es mi intención agotar aquí las asociaciones que este sueño que potencia verbal es equivalente a potencia fálica.
evocaba en mí, ni hacer un análisis exhaustivo de él. No obstante El malestar que preside la representación de la castración genital
sacaré de él algunas anotaciones personales ya que ellas han trai- recuerda a la represión del deseo oral, es decir, del deseo todavía
confundido con la necesidad fundamental vinculada con la pulsión
3
J. Chasseguet-Smirgel, 1964 y 1988. Jacqueline Cosnier, 1987. de vida. Parece que la priva ción del mamelón en el interior de la
DE LAS PALABRAS Y DE LAS MUJERES 109
108 LA MUJER SIN CUALIDAD

boca se transpone, cuando no la ha superado, en representación de cesarea, se sienten frustradas por el placer imaginado del nacimiento
castración masculina, trivial y abusivamente imaginada como la de sus hijos de forma natural, hasta el punto de encontrarse deprimi-
ablación del pene, y con ello, de toda posibilidad fálica y de toda das como si su "feminidad" se les hubiera así suprimido. Me he
respuesta a la pulsión de vida que en la necesidad procreadora se dado cuenta de que, a menudo, se trataba del nacimiento de va-
encuentra. Mientras que el castrado real es el que ha perdido, con rones.
los testículos, la capacidad de "reproducirse", de procrear, de "col- El esfuerzo del nacimiento, compartido entre la madre y el
mar" a la mujer. niño, como lo ha descrito muy bien Phyllis Greenacre 4 , conduce
En la mujer, las sensaciones sexuales son, sin ninguna duda ciertamente a la mujer al sentimiento paroxístico de la pulsión
posible, más internas que externas. Incluso se puede uno preguntar, vital.
a partir de la objetivación clínica, si lo que se llama orgasmo Pero esta no es la única fuente de disfrute materno: más allá de
clitoridiano no es un desplazamiento hacia el exterior de las posi- los dolores uterinos, el sexo femenino se excita todo entero con el
bilidades de disfrute interno, o quizás de una incapacidad para el frotamiento del cuerpo del bebé. Sensación temible si se piensa en
disfrute vaginal orgástico. las representaciones edípicas inconscientes que suscita. Uno puede
Sea como sea, es la privación de esta posibilidad de sensaciones incluso preguntarse si algo de este recuerdo inconsciente no persiste
internas lo que siente la mujer frígida, en primer lugar, como una en el hombre cuando afronta el miedo infantil y pubertario de la
castración impuesta por su superyo, y que lleva consigo la incapa- penetración del cuerpo femenino y de la culpabilidad que en ella
cidad para la realización del deseo. De la misma forma que la encuentra.
impotencia masculina. Si la maduración genital se efectúa normalmente en la niña, al
Pero la representación que de ello tiene la mujer es evidente- mismo tiempo que la evolución edípica le permite alcanzar la
mente de una privación de algo interno, indefinido por ser invisible, autonomía de su deseo, se encuentra inevitablemente con la nece-
y que sólo puede conocer la madre, ya que ella misma es mujer; la sidad de "hacer un niño". Necesidad que es, ante todo, la del
identificación negativa con ésta la conducen a negar la vivencia cumplimiento biológico esencialmente femenino por medio de la
interna propiamente femenina. Este algo es representado, la mayor fecundación. Pero el niño que desea hacer entonces, no es ya el
parte del tiempo, por la imagen del falo porque la relación orgasmo- niño fantasmático de la relación incestuosa con su padre, ni el que,
falo se puede conocer, mientras que el órgano femenino del placer por envidia, su inconsciente femenino le habría hecho extraer del
sexual permanece ignorado por la percepción externa. Este senti- cuerpo de su propia madre.
miento de castración, por la privación del placer vaginal, provoca, La superación de las inhibiciones superyoicas, en este caso, no
en muchas mujeres que lo experimentan, un investimiento insufi- significa que las fantasías fundamentales no permanezcan en el
ciente o, por el contrario, una carga pulsional hipertrofiada de los inconsciente femenino. Me parece que este sueño de una amiga
niños que pueden alumbrar. Ya sea en el primer caso, porque el psicoanalista que, aparentemente, ha realizado de forma satisfactoria
niño no es el fruto de un placer sexual siempre deseado, ya porque, su vida sexual, conyugal y su papel de madre lo pone en evidencia:
en el segundo, el niño ocupa el lugar del falo que habría debido ser Está en un salón, con varios hombres a los que está seduciendo... Le
el productor del placer permaneciendo, pues, él mismo, como objeto r~f'recen dos copas de las cuales la segunda jamás llega a ser servida.
del placer erótico cuando no ha sido su fuente real. Por eso muchas Guarda una impresión de malestar. "Eso no termina nunca, dice.
pacientes vuelven a menudo, en su discurso incierto sobre el placer, Como si la primera copa tuviera un gusto de un pasado agradable y
a este momento del nacimiento de uno de sus hijos, sobre todo del prohibido, que me hacía pensar en los placeres eróticos de la infancia.
primero. Su disfrute fue entonces el mayor de su vida, y el recuerdo
que guardan es el de una voluptuosidad inigualable.
Otras, por el contrario, habiendo dado a luz por medio de <I 1953.
110 LA MUJER SIN CUALIDAD DE LAS PALABRAS Y DE LAS MUJERES JI I

Y que la repetición de ese placer no fuera ya posible. " La ''proposi- potencia. La situación narcisista femenina se pone en duda por el
ción" está prohibida. hecho que ningún "signo" del cuerpo femenino se manifiesta para
Pero si el sueño de esta mujer significa su dificultad para "llegar representar un paso posible del deseo al acto.
al final", es porque se trataba entonces para ella, justamente, de La mujer siente su deseo en su propio interior: su disfrute no se
realizar un deseo de producción escrita, y no de procreación. La manifiesta si no es en forma de embarazo y de hijo. Pero esto no
"proposición" tomaba un sentido doblemente semántico: gramatical implica, como se ha creído durante mucho tiempo, la ausencia del
y erótico. deseo y del placer femeninos, la mujer sabe lo que desea.
El erotismo de la niña es sólo reconocible por su padre por la El niño deseado no es forzosamente el niño querido. Es el que
mediación de comportamientos especiales que aparecen a menudo es concebido con toda la inconsciencia del deseo. Es pues siempre
de forma precoz (coquetería, por ejemplo), incluido el comporta- un poco la realización del primer deseo de la niña por su padre. La
miento verbal. Ella no dispone de ningún objeto anatómico suscep- disponibilidad procreadora de la mujer requiere sin duda el deseo
tible de marcar el signo de su deseo o de su placer, semejante a la inconsciente de reconstituir en su propio cuerpo la escena primitiva
erección en el chico. Toda manifestación un poco clara de estos de la cual ella ha salido. Reproduce así en ella una unión incons-
necesita, pues, en ella, una participación evidente del yo, que lleva cientemente ideal de su padre y de su madre, en la cual el niño
consigo inevitablemente un conflicto interior. Puede ser que el deseado se convierte en una fantasía "ideal" de sí mismo. Numerosas
sistema de la histérica consista en reproducir de forma visible en esterilidades femeninas se deben a la relación superyoica con esta
su cuerpo externo los deseos prohibidos que siente por su padre. fantasía.
Derivándose del placer oral primario, que poco a poco acarrea El hijo deseado, si se le concibe según este proceso inconsciente,
el paso del deseo del pecho al falo, el placer inconsciente experi- es el representante del yo ideal materno, así pues del objeto más
mentado por la niña ante ciertos intercambios verbales le da sin total del amor.
duda la sensación confusa, pero intensa, de una satisfacción pro- Cuando el niño es al mismo tiempo deseado y querido, el
funda, resultado de un funcionamiento interno específico. Este dis- hombre ocupa su sitio normal cerca y dentro de la mujer. El niño
frute es pues comparable al disfrute sexual. surge de esta unión por el simple movimiento natural de los cuerpos
¿Cómo entonces no temer en su palabra el efecto de la venganza y de los afectos. Cuando el niño es para la mujer el resultado
materna? Lo mismo que el chico teme la castración del pene por cumplido de sus capacidades creadoras edípicas, la escritura lo es
parte de su padre. La chica manifiesta por medio de la palabra y también: es el signo de que ha disfrutado. La escritura concretiza
por la escritura una posibilidad y un placer de funcionamiento el resultado de un erotismo interiorizado cuyo objeto se metaboliza.
interiores representativos de su placer sexual. Su palabra es el Es una procreación sustitutiva, prueba de fecundidad. Así, al menos,
signo de su deseo, de la misma forma que el falo en erección es se desarrollan las cosas cuando todo sucede normalmente.
para ella el signo del deseo del hombre hacia ella. Deseo que se
dirige tanto a las capacidades procreadores como la compañera * * *
que puede compartir el placer.
En cuanto a lo que a ella le concierne, todo lo que en su cuerpo Escribir es también un gesto intencional, que pone el cuerpo en
corresponde a semejante "signo" sólo puede ser trasmitido por la actividad, con una finalidad muy precisa. Escribir supone la activa-
palabra. Cualquier otra manifestación es un "gesto" que se sospecha ción de otro sistema de comunicación distinto de la palabra. La
que su destinatario puede desaprobar. intencionalidad que se manifiesta reposa en un doble sistema sim-
Si se pone en evidencia el hecho de que la escritura es un bólico: simbolización gráfica de los símbolos vocales y de sus
"signo" (o conjunto de signos), no se puede hacer otra cosa que disposiciones fonéticas y sintácticas. La realización de este sistema
relacionarla con el signo sexual que es el falo: signo de deseo y de para por un aprendizaje que no es espontáneo como el del lenguaje
112 LA MUJER SJN CUA LJDAD DE LAS PALABRAS Y DE LAS MUJERES 11 3

oral. Necesita el control muscular de todo el cuerpo en el esfuerzo La niñita que aprende a escribir se encuentra ante una situación
de atención y de concentración mental, y también el control de la que utiliza todo lo erótico que su ser de mujer en transformación
mano en el gesto específico de la escritura. El sujeto femenino o puede integrar.
masculino debe poder investir un aparato pedagógico, ya sea escolar - Del placer sexual solamente conoce un conjunto de fantasías
y social o individual. Utiliza un conjunto complejo de relaciones y y de posibilidades autoeróticas. Lo que el entorno puede propor-
de identificaciones que solamente abordaremos en una pequeña cionarle es muy confuso. La escritura tiene para ella el sentido de
parte: la de las dificultades propias de la niña en el aprendizaje de un acto masturbatorio. Las formas trazadas por la mano hacen
la escritura y en una eventual realización escrita. alusión a los signos de un placer cuya forma nueva de provocarlo
Este aprendizaje se sitúa en la problemática del funcionamiento descubre. Forma nueva a la cual puede adherirse plenamente ya
del yo en cuanto a sus posibilidades de expresión intencionales, que los adultos participan en su adquisición, si es que nada viene a
conscientes y manifiestas. Tal adquisición representa las posibilidades contrariar sus posibilidades de disfrute autoerótico y a culpabili-
de poder dejar una huella, mientras que "las palabras, se las lleva zarlas.
el viento". Pero esta huella, cuyos sentidos inconscientes son múlti- - Por otra parte, la niña descubre en la escritura un nuevo
ples, no deja de ser inquietante para un número de niños y de objeto concreto susceptible de que su cuerpo lo produzca unido a
suscitar su resistencia a hacerla posible. un placer que los adultos no desaprueban. La escritura puede pues,
Si los símbolos escritos dan forma al pensamiento verbal, preci- después de la palabra y a un nivel más integrado del yo, ocupar un
san pues de la expresión del yo y por ello mismo lo limitan. Su lugar intermediario y simbólico importante, entre las heces y la
utilización supone la aceptación y la representación de un conjunto orina de los estadios precoces, por una parte y, por otra, entre la
definido de "reglas". Y el resultado positivo del sistema pedagógico regla menstrual y los niños del estadio genital.
puede ser comprendido como la prueba de una organización edípica - Finalmente, por la adquisición de la escritura, la niña toma
satisfactoria en cuanto al establecimiento del dominio de las pul- posesión de un instrumento de reproducción. Es una redundancia
siones del ello. lrivial decir que la pluma es un "penis" ya que esta palabra tiene el
Cuando la niñita aprende a utilizar los signos verbales en la mismo sentido en latín que su homólogo en castellano. Pero trivia-
lectura y la escritura, demuestra a su madre, de la que ha aprendido lidad difícil de integrar por la mujer en el contexto de las represen-
la palabra, su capacidad para doblegarse ante las reglas. Este testi- laciones de castración que debe superar. El instrumento indispensable
monio trasciende al simple plan del lenguaje social. La mano traza para la escritura, incluso si simplemente el dedo se instaura como
los signos que introducen su sistema de pensamiento en la lógica tal, con el riesgo, para la niña, de convertirse en una fuente de
sintáctica y ortográfica. Estos signos son los del saber, expresión culpabilidad. La masturbación, a la que hace alusión este gesto,
inconsciente del conocimiento de la existencia de los límites del puede tomar, entre otros, el sentido de la utilización del falo paterno.
deseo. Lo que ya sabe la niña, es su deseo, que siente en el interior La huella escrita que así produce, se convierte entonces confusa-
de sí misma, deseo que deberá desembocar en un placer sexual mente en el resultado materializado del disfrute que podría provocar
cuyo instrumento será el falo. La conciencia confusa que tiene de <.: n su padre. Difícilmente se evita que la producción de un texto
este porvenir hace que invista el gesto escritura! de significaciones ·scrito tome un sentido "fálico". La reivindicación fálica, en el
muy eróticas. Estamos de acuerdo aquí con el análisis que realiza i-;cntido de posesión ilusoria del falo, es un arma fácil del superyo
Janine Chasseguet-Smirgel s de la culpabilidad femenina en cuanto ;ontra las realizaciones del yo. Es el punto sensible donde se hieren
al órgano sexual específicamente femenino: la vagina. las mujeres que escriben. El mismo texto escrito se convierte en
instrumento de demostración fálica y su materialización eventual
ll eva consigo la inhibición del pensamiento.
5
"La culpabilité fémenine" in Op. cit., p. 154 y sig. Si volvemos ahora a las impli caciones necesarias para el apren-
114 LA MUJER SIN CUAUDAD DE LAS PALABRAS Y DE LAS MUJERES 115

dizaje de la escritura, tenemos que poner de relieve la intención del desarrollo terapéutico me habían hecho comprender que el
inconsciente de la niña para hacerse reconocer como una persona padre despreciaba mi condición profesional. Yo había atribuido
que "sabe". Los símbolos escritos significan para el niño y le sirven este desprecio solamente a la dificultad de este hombre para aceptar
para significar a los demás, que su deseo de saber está legitimado las debilidades de su hija. En realidad, lo que conducía, por su
por el entorno. Pero los signos escritos en sus formas concretas parte, a manifestar un desprecio seductor en relación con su hija
trazadas por la mano y por las relaciones codificadas de la sintaxis era una no aceptación del estatuto de mujer, hecho que, por otra
y de la gramática son la transposición, para la niña, de un sistema parte, pude comprobar cuando solicité su presencia para aclarar
de representaciones inconscientes de otro código: el de las relaciones las cosas por mi parte. Entonces comprendí que la reinvindicación,
de deseo y celos entre ella y sus padres. En la niña, en efecto, la de mi pequeña paciente, de la falicidad sexual hubiera podido
conciencia sexual se despierta muy pronto. Las sensaciones vaginales servirle de defensa contra la desesperanza de ser una niña no
son precoces y llevan consigo los conflictos internos que se mate- valorada por su padre, en cuanto que la diferencia de sexo no era
rializan muy rápido. La importancia de la mano en la escritura 11'0 reconocida por ella como algo irremediable. Pero el acceso al
deja de evocar la del instrumento. Dicho de otra forma: cuando la código verbal concreto, por la lectura y la escritura, la introducía, a
niña aprende a escribir, el objeto que traza los signos se convierte, su pesar, entre los que saben por qué los signos ocupan un lugar en
en su mano/vagina, en un símbolo fálico inevitable. Este gesto la representación inconsciente de sí misma. Para ella se terminó ya
concreta entonces las manifestaciones de su deseo y de sus realiza- el hacerse ilusiones fálicas y dárselas a los demás. Su depresión se
ciones: ya sea de la expresión de la escritura masturbatoria o, más manifestó pues por un rechazo al aprendizaje. De todas formas,
explícitamente todavía, de la toma de posesión del falo paterno, la este nuevo saber de la escritura/lectura no le daría mayor impor-
niña está enfrentada a la necesidad de integrar las posibilidades tancia ante su padre, se sentía demasiado "hembra" como para
intelectuales en el conjunto de sus deseos y de sus necesidades creer que verdaderamente se la pudiera tomar por un chico.
pulsionales. En este momento es cuando se puede observar la im- Por otra parte, muy poco después de haber comenzado su psi-
portancia dialéctica de la representación entre el padre y su hija. coterapia, entró en el sistema escolar con toda su inteligencia y
Una niña de cinco años y medio, bonita y bien dotada, me vino desenvoltura. La intensidad transferencia! y la riqueza fantasmática
a ver con su madre que se preocupaba por su comportamiento. La de la niña hicieron fácil el análisis de la agresividad contra su
niña pretendía ser un chico y, al cabo de algún tiempo, su precocidad madre, no querida por el padre ya que era mujer. No obstante, lo
escolar parecía transformada en un malestar intenso. Se mostraba poco que pude esclarecer con el mismo padre, o simplemente el
presa de una ansiedad profunda entre el deseo de aprender la hecho de que yo misma comprendiera lo que era el sentimiento de
lectura y la escritura, y un estado de inestabilidad motriz y afectiva este padre en relación conmigo-mujer, me permitió llevar a la niña
acompañada de una letargia intelectual que llamó la atención de un poco más lejos en su libertad identificatoria. Me vi obligada a
su profesora. La psicoterapia, empezada entonces, se desarrolló sin acogerla con una amplia sonrisa en la sesión siguiente a la visita
dificultad hasta un punto que me pareció el límite de nuestras de su padre: la niña llevaba un vestido y había decidido dejar
posibilidades recíprocas, sin que pudiera comprender cuál era la crecer sus cabellos.
causa del duelo que la niña tenía que realizar en su realidad vivida. En la medida en la que el pensamiento verbal le fue posible por
Sin embargo, me sorprendió la intensidad de la reivindicación de la el éxito de su relación nutricia y por los intercambios preverbales
niñita de ser considerada como un chico. Por lo que, por ejemplo, satisfactorios entre ella y su madre, el discurso hablado fue fácil
no admitía el ponerse un vestido. para la niña. El erotismo oral arcaico, que la vincula con su madre,
Una visita personal de su madre, más o menos en esta época, se realiza, pues, en la posibilidad del discurso oral. Los intercambios
me hizo sospechar un desacuerdo en la pareja parental sobre el se hacen sin problemática especial en las relaciones sociales.
papel y la importancia de las mujeres. En efecto, diversos incidentes Pero el paso a la concreción de este discurso por medio de la
116 LA MUJER SIN CUALIDAD DE LAS PALABRAS Y DE LAS MUJERES 11 7

escritura, remite a la niña a una imagen de su cuerpo que no puede Smirgel y sus colaboradores. Los fundamentos psicoanalíticos de
evitar en el gesto de escribir: la referencia inconsciente al sustituto los trastornos de la feminidad son amplia y precisamente estudiados
oral-vaginal en el que se convierte la mano que rodea el lápiz. Si el en esta obra. Nos limitaremos pues a ciertos hechos que nos parecen
niño encuentra en este gesto, lo mismo que la niña, un simple específicos del acceso de la mujer al discurso escrito.
equivalente masturbatorio, la niña encuentra, además, la evocación La hoja en blanco de Mallarmé evoca un vacío donde se puede
de un placer que necesita la participación de un compañero fálico. inscribir la huella del hombre, un vacío por llenar, un espacio
En este caso y a la edad de la primera escolarización, solamente se femenino, la distancia del placer entre la superficie femenina y el
puede tratar del padre. El equilibrio entre los diferentes investi- instrumento masculino 6 • La necesidad de escribir que experimenta
mientos y las relaciones parentales puede entonces encontrarse el poeta y la emoción en la que materializa sus afectos poéticos
confundido. La culpabilidad por saber escribir puede nacer de la reconocen este espacio del placer y le dan la posesión.
escritura que se convierte en el significante de un saber que la Por el contrario, Freud habla del misterio sexual femenino como
madre prohíbe: es decir, el contacto manual con el falo paterno, ry
de un "continente negro". La naturaleza prohíbe el acceso del ojo
el intercambio de un placer con el padre mediante este contacto.
al cuerpo femenino. Su propia problemática edípica prohíbe a Freud
La mano.vagina tiene pues, a menudo, posibilidades de ser inhibida.
pensar en una percepción teórica de la feminidad. Para él, el sexo
El autoerotismo sustitutivo, evocado por la escritura, va acompañado
femenino se convierte en imagen de oscuridad en la representación
inevitablemente por la evocación del conocimiento visual, ya que
fóbica de una transgresión fantasmática: el continente negro. En
escritura y lectura van juntas. Acaparar los signos con los ojos
este aspecto, el psicoanálisis tiende a conservar su posición de
reenvía en eco el deseo de ver los cuerpos parentales unidos. Al
ideología falicista.
mismo tiempo que esta intimidad se precisa en la niña por una
especie de connivencia inconsciente con su madre: el cuerpo de la Entre lo blanco inmaculado y lo negro peligroso, el sexo-
escritura, recurriendo al saber presentido, encuentra en ella misma hendidura de la mujer. El poeta lo engalana con las flores de su
lo que es el interior materno, sus identificaciones maternas pueden retórica. Su escritura constituye un objeto de deseo. El hombre que
pues ayudar o impedir las adquisiciones escolares elementales. escribe comúnmente materializa su función viril de llenar un espacio
Los mensajes verbales escritos pueden entonces cargarse de vacío, de expansión de sí mismo en una superficie cóncava. Significa
sentidos múltiples y tomar, como la palabra durante su aparición, una posibilidad adecuada para su anatomía.
el lugar de intercambios sensoriales reprimidos. El buen funciona- Pero la mujer que escribe también llena su propio espacio, que
miento de estos mecanismos necesita, sin duda, en la niña, una se convierte en instrumento de concreción del signo. Vive el deseo
primera capacidad de sublimación del deseo edípico frustrado. La sentido en su cuerpo como una superficie cóncava que espera el
adquisición de la escritura sería el resultado de un duelo de la contacto, como un repliegue suave presto a envolver al objeto que
relación real con el cuerpo paterno. procura el orgasmo. Si la escritura reproduce verbalmente algo del
Las posiciones superyoicas, prohibidoras, no son las únicas que cuerpo sexuado, puede ser que la dificultad femenina para expresarse
corren el peligro de dificultar el libre funcionamiento de la expresión como lo vaporoso de las ideas en su forma y los encadenamientos
verbal en la niña. Los procesos de idealización del yo participan sintagmáticos difusos sea la transposición de esta vivencia sexual
ampliamente en la formación de la elaboración del pensamiento y interna. Algunos hombres experimentan también este tipo de difi-
en su expresión escrita. En las circunstancias en las que estos cultad en la escritura que evoca la impotencia. Sin duda en relación
procesos no se desarrollan normalmente en los primeros años de la con la emisión directa y lineal, normal para el sexo masculino.
niña, las posibilidades de libertad de expresión verbal disminuyen
en la mujer. Para su comprensión nos referimos a los trabajos 6
Cf. un bellísimo lcx lo du Paul C la udel sobre el estilo y lo que éste evoca de la
sobre la sexualidad femenina, ya citados, como el de J. Chasseguet- vida del cuerpo, in 0.1'.1'1 •1111•11/s, l'111fs, (l:dlirn ard, 1965, col., "La Plé iade'', p. 975.
118 LA MUJER SIN CUA LIDAD DE LAS PALABRAS Y DE LAS MUJERES 119

Cuando la mujer da a luz testimonia su feminidad realizada, pero tunidad de parecerse a la que procura la obturación somatopsíquica
todo depende de las circunstancias interiores que presidieron el de los esfínteres. Lo mismo que ciertos estilos prolijos y disgregados
embarazo cuyo vástago es la escritura. recuerdan a las deyecciones. Pero no nos parece que la situación
Una paciente tenía la fobia de matar a su hijita con un cuchillo. femenina añada a esto nada especial.
Por otra parte, tenía también la fobia de la escritura. La aproxima- El estatuto del esperma, en cuanto secreción del cuerpo, es
ción de los dos terrores se produjo cuando recordó un día que, especial. Este producto, específicamente masculino, no tiene equi-
durante su embarazo, su padre le había enviado un pollo desplumado valencia en la mujer, sobre todo en cuanto a su relación con el
con un mensaje. Acribilló al pollo con el cuchillo y lo tiró al cubo placer sexual. El orgasmo femenino no se materializa de ninguna
de la basura con repulsión. Jamás pudo escribir a su padre para reforma en una extremidad específica del cuerpo. La producción
darle las gracias. Y con razón. espermática, si no es recogida por un órgano femenino fecundo,
El estatuto de objeto externo, cuya escritura está terriblemente cambia su estatuto de objeto vivo por el de desperdicio. Ya no
cargada por la mujer, plantea múltiples interrogantes. tiene sentido para el hombre sino solamente sentido de excreción
Entre las producciones del cuerpo, algunas son objetos muertos, sexual agradable.
orina, heces, menstruación. El cuerpo las rechaza en cuanto deshe- Las menstruaciones de la mujer no tienen, en ningún caso, la
chos, después de la utilización y de la transformación internas. misma carga erótica. Por el contrario, adquieren la mayor parte
Estos objetos naturales vuelven a la materia inerte después de que del tiempo, un sentido doloroso de castración interna y de relicario
el cuerpo los ha expulsado, expulsión que se produce por la mitad muerto de una potencia inútil. Si la mujer encuentra algún placer,
inferior del mismo. es solamente en función de construcciones psíquicas del orden de
El verbo "hacer", sirve para expresar casi todo, cada uno siente la representación de su fecundidad posible.
los matices que introduce el objeto en las variaciones del significado Es fácil comprender que para el hombre la escritura adquiere el
de este verbo en acción. Así: hacer pipí - hacer un niño, cuando un rango de producción junto con el esperma. La evidencia del producto
hombre o una mujer se expresan - hacer una obra literaria - "hacer del disfrute es probablemente un disfrute complementario. Pero si
un papel". Los matices ponen en evidencia la incidencia del objeto se trata, para el hombre, de probar por su escritura que tiene un
en el alcance de la acción: los movimientos corporales, que acom- cuerpo productivo, ¿por qué no sería lo mismo para la mujer?
pañan la evacuación de un objeto producido por la persona física, No obstante, el único producto directamente vivo que un cuerpo
llevan consigo una participación del yo y su acuerdo indispensable humano produce y que se realiza a través del cuerpo de la mujer,
con el inconsciente. Entre los objetos rechazados por el cuerpo sin es el niño. Resultado de la huella espermática, desde luego, y por
esperanza de perpetuarse, las palabras pueden ocupar un lugar. ello de una relación con el hombre en el deseo y, en el mejor de los
Pero la palabra adquiere un estatuto en conjunto diferente ya que casos, en el placer. Si esta aproximación persiste, el estatuto de la
atañe a la cabeza y al rostro. Ennoblece esta parte del cuerpo por escritura femenina adquiere una importancia bien distinta para su
el hecho de que no es más que viento. Decir y hacer se juntan autor. La gestación del niño, por su duración y por las transforma-
oponiéndose. Como si el acto de hablar dejara incluso menos huellas ciones que implica en la mujer, no pueda pasar desapercibida, ni
que las excreciones somáticas. para ella, ni para su entorno. La emisión espermática masculina no
El análisis de las actitudes en relación con el objeto escapado tiene evidentemente la misma significación.
del cuerpo se hace a menudo y se relaciona sólo de forma general Al nacer, el niño "se informa" por el contacto vaginal con su
con nuestro tema, si se hace de la escritura un excremento. El madre. Ella misma lo moldea, no solamente de forma genética,
hecho, sin embargo, es que el objeto escrito participa de todas las sino también mecánica. Este objeto femenino vivo, ante todo re-
representaciones excremenciales con la misma significación que producción de sí misma emparejada, va pues a tener una vida
las otras producciones físicas. Su retención tiene pues toda la opor- autónoma a partir dt 111 ruptura del cordón que le liga simbiótica-
120 LA MUJER SIN CUALIDAD DE LAS PALABRAS Y DE LAS MUJERES 121

mente. Una producción de sí misma va a vivir afuera del cuerpo de un objeto vivo que le proporciona satisfacciones inestimables cuando
la mujer. Al igual que el pensamiento no se convierte, no más, en tiene éxito en sus maternidades.
condiciones normales, en objeto de posesión integral para los demás, Es una parte de ella la que se separa, su parte afectuosa. Algunos
como, al contrario, puede ser siempre excrementos. De la misma elementos depresivos hacen, pues, alusión a la problemática de
forma, el pensamiento de la mujer habitualmente es "informado", castración. Pero la vida autónoma del objeto en su exterior (incluso
por su forma de ser y por su característica esencial. La mano si el fracaso de la separación inicial produce un psicótico) da a esta
femenina que escribe no puede llevar consigo más que un falo depresión femenina un sentido específico. El hijo es para la madre
prestado. Su instrumento propiamente femenino no le permite el la huella perpetuada de su posibilidad genital, una forma suya,
gesto que traza: produce la obra acabada, formada por el cuerpo salida de ella. En este aspecto es como una escritura que la realidad
original en su totalidad. psíquica llama y define. Inscribe en el exterior de la mujer-madre
Si se considera que la mujer inviste la escritura con afectos (y ya durante el embarazo) la marca del deseo realizado, del saber
bastante próximos de los que destina a los hijos, es fácil compren- femenino en lo que se refiere a la escena primitiva: deseo de niña
der el peligro que una producción escrita corre por su parte. Parti- convertido en deseo de mujer. La mujer que escribe encuentra en
cipa en ella con todo su interior generador, transpuesto, por el alla, de alguna forma, la depresión desvalorizante de la parturienta
sistema de la sublimación, en mecanismo intelectual. Su organismo perpetua.
femenino está enteramente movilizado para esta acción de repro- Sería largo y ocioso querer saber si las mujeres que escriben lo
ducción. hacen con la misma actividad durante sus embarazos, incluso cuando
Sin embargo, el objeto escrito así exteriorizado corre los mismos tienen los niños y si su apego a los hijos es de la misma calidad
peligros que la madre es capaz de evitar a su hijo. La dialéctica de que en las demás. Lo que hemos dicho hace suponer que, de todas
las satisfacciones entre el escritor y su obra es muy diferente de la formas, algo idéntico sucede en la mujer cuando produce un texto
que se establece entre una madre y su hijo. escrito y cuando concibe y lleva un hijo. Para la mujer, la escritura
Puede que sea en la depresión donde la mujer-escritora se femenina reemplaza la gestación, o la continúa. Aparece a menudo
acerca más a la mujer madre. La separación del objeto que se ha como el resultado de una sublimación de la relación con un ser
llevado en sí misma y que se ha hecho de su carne es un problema amado.
que nos parece estrictamente femenino, incluso si el hombre participa ¿Cómo entonces las mujeres no estarían ansiosas por afirmar
en ello a muy alto nivel por identificación con la mujer. La madre su capacidad para escribir en el momento en el que los hombres
siente a menudo, desde el nacimiento del hijo, lo que los tocólogos les conceden esta posibilidad y el derecho de ser estériles? Su
llaman la "depresión post partum". Incluso se dice que es inevitable, protesta se eleva una vez más contra la evidencia que se les impone
aunque no sea siempre evidente, en la parturienta. Cuando el niño de una causalidad lineal del falo con la creación. Nos parece que la
se aleja nuevamente de ella para hablar y andar, ciertos sentimientos reivindicación actual de las mujeres, de escribir en cuanto mujer,
de ansiedad pueden todavía presentarse en la madre. El objeto de es el resultado de un narcisismo femenino mal establecido sobre
la tierna simbiosis de los primeros meses, se separa por segunda sus fundamentos somáticos, en muchos casos, sin duda, por identi-
vez. Quizás, por otra parte, reencuentra simplemente la ansiedad ficación con las lagunas narcisistas maternas: un error en el cono-
confusa que experimentó en el momento de la separación de su cimiento de los privilegios de la feminidad.
propia madre. Pero es todavía más curioso que algunas mujeres se Pero siempre ha habido mujeres que escribían.
deprimen cuando sus hijos se separan del medio familiar al llegar a
la adolescencia. Muy a menudo les abruma un doble duelo: el de
su progenitura y el de su fecundidad, en la edad de la menopausia.
La mujer efectúa pues, de forma repetida, esta sc1x1ración real de
VI

EL SER Y EL HACER

El ser y la creatividad

A partir de D. Winnicott: "La creatividad y sus orígenes"'.

Como cualquier madre, el autor de una obra, desde mi punto


de vista, no hace otra cosa que ser testigo de una fuerza creadora
preexistente, que se puede denominar vida o divinidad. Freud la
piensa como energía. Yo la llamo el ser. El ser preexiste a la
existencia que es su manifestación. El ser está concentrado en el
elemento matricial fecundable. La imagen de las "ideas" platónicas
"que cayendo" en los cuerpos, metaforiza esta concepción.
El individuo humano, enraizado en el ser, tiene como terreno
propio el del hacer. El hacer supone el acceso del ser a sus formas
dinámicas, acceso que contradice cierta imagen de inercia omni-
potente contenida en el concepto de ser, y que Freud encuentra en
el principio de Nirvana, con su matiz de pasividad.
Para Platón el Uno es anterior al que es, que determina el ser
individualizado. Un filósofo neoplatónico, Donatius, nos da una
imagen del ser anterior a la escena primitiva: del huevo, partido en
dos, han nacido el cielo y la tierra. Esta diferenciación introduce lo
inteligible. El pensamiento del ser, por el hecho de que incluye el
no-ser y por la dialéctica vida/muerte, nos hace tomar con ciencia
de la necesidad del movimiento, de la ruptura, de la separación. El
movimiento se traduce en la dinámica psíquica de la persona vuelta
hacia la vida. En la clínica se encuentra la noción de no-ser que
inclina, más evidentemente, a pensar en las tendencias patológicas
de los procesos de separación y de depresión.
Me parece que el concepto psicoanalítico de pulsión hace de
vínculo entre la idea del ser y sus aspectos dinámicos, especialmente

' D. Winnicoll. 1'J7 I .


124 LA MUJER SJN CUALJDAD . éL SER Y EL HACER 125

en la diferenciación del adentro y del afuera, y en sus relaciones en dencia a ser incluida en el elemento hembra. Una especie de pulsión
la perspectiva del vivir. Permite, primero, el funcionamiento dialécti- inerte, que va a diversificarse en femenino y masculino, pero que,
co de lo activo y de lo pasivo. En la búsqueda de las cualidades con anterioridad, está en la hembridad como base de una existencia
específicas de lo femenino, ¿cómo determinar los caracteres de la que va posiblemente a definirse. "Potencia" en el sentido aristotélico,
pulsión sino poniéndola en relación con los elementos activos y productora del acto.
pasivos de la personalidad? "En la vertiente femenina, la identidad sólo exige una estructura
Winnicott escribe: "Mi hipótesis es que el elemento femenino mental mínima", escribe Winnicott. Actividad inconsciente de la
puro está vinculado con el pecho o con la madre en un sentido pared interna del continente que preexiste y que transforma al
muy diferente: el bebé se convierte en el pecho (o en la madre), el objeto, que ella suscita en objeto fálico o elemento de pensamiento.
objeto es entonces el sujeto. No veo en ello ninguna moción pulsional." El ser aparece en la puesta en función del aparato psíquico, en la
E incluso: "el estudio del elemento femenino no contaminado, 'des- puesta en circulación de la energía contenida en la pared matricial,
tilado', nos conduce al SER." en la función materna.
Mi perspectiva sobre la hembridad hace que ponga en duda El ser se expresa en la transformación de lo femenino en ma-
esta posición en la medida en la que me parece que la pulsión terno, por la puesta en circulación de una energía contenida en la
participa de lo femenino y representa el origen del ser. En este pared matricial, en la envoltura psíquica continente de pensamiento.
tema, evocaré la hipótesis de Aristóteles sobre el "primer motor", La función materna de paraexcitación, que Freud descubre como
potencia inmóvil que atrae, y desencadena así el movimiento en el fundamental, sería entonces la inversión de la función femenina
mundo. Aproximaré, a este concepto antiguo, la noción moderna excitante. Estaría destinada a proteger, al aparato psíquico en for-
de " significante enigmático" de Jean Laplanche. El problema es el mación, de desbordamientos que sobrepasarían su propia capacidad
distinguir en categorías de pensamiento el elemento original de la femenina para recibir la excitación.
vida que va a diferenciar al sujeto de la creación que lo suscita. Se puede concebir el útero como aparato receptivo-atractivo en
Encaje del negativo y del positivo, del objeto-niño que toma su el cual una parte de la libido tomaría también este carácter de la
germen dentro del útero. Caracterizar el fenómeno de la germina- fe minidad. Lo femenino sería entonces la fuente no diferenciada en
ción. La identidad es la concienciación del conjunto de caracteres fálica-masculina y maternal-productiva. Distinción que se acerca a
que diferencian al sujeto y que determinan su unicidad. En la la concepción de la interioridad del ser de Winnicott: "Este sen-
perspectiva del psicoanálisis, esta identidad es inseparable del sexo limiento de ser es algo anterior a ser-uno-con porque todavía úni-
de la persona, de la distinción hombre/mujer, cualesquiera que camente existe la identidad." La diferenciación que establece la
sean nuestras concepciones de la bisexualidad. ensoñación materna inconsciente inicia la forma sexuada del objeto-
El problema es el de una salida a la indistinción adentro/afuera, niño, in-útero. Es una preconcepción del objeto y de sus límites,
pecho/bebé, y de la aparición de la identidad fuera de esta indistin- por medio el juego de identificaciones primarias. Las nociones de
ción. El concepto de pulsión permite pensar en esta salida. La objetos y de formas autísticas, desarrolladas por Frances Tustin,
desviación será la de la creatividad, tal como la describe Winnicott: son susceptibles de ayudar a la representación de las estructuras
"El sentimiento de que la vida vale la pena de ser vivida." Definición psíquicas que participan en este movimiento.
evidentemente alejada, por la elaboración de los afectos que supone, En cuanto el objeto existe, por su emergencia del ser, es portador
de la representación del punto inicial que nos preocupa. No obstante, de elementos fálicos. Pero su existencia reposa en la hembridad,
es el desenlace de la búsqueda que concierne justamente a la ;lemento femenino de la pulsión de vida, anterior a esta y caracte-
capacidad creadora femenina en toda persona humana. rística de la interiori.d ad femenina. La relación entre esta forma de
Esta capacidad de ser y de producir el ser puede aparecer como la pulsión y la identidad ele la mujer es quizás fuente de depresión
una pulsión inicial, como una "búsqueda de vida'', como una ten- por el hecho de que el Sl· nl imicnl o de ser puede atenuarse cuando
126 LA MUJER SIN CUALIDAD EL SER Y EL HACER 127

disminuyen las capacidades de productividad o de continencia ma- desprecia la idea más existencial de que puede realizarse en su
terna. cualidad femenina, a partir de la comprobación que realiza J. La-
La dificultad de concebir esta base femenina de la existencia, planche de esta estimulacwn que se ejerce desde el interior. Winnicott
no existe sin relación con las fantasías que suscita. Estas fantasías, la caracteriza como un "elemento excitante: que puede hacer cual-
vinculadas con los períodos más precoces de la vida, se unen a la quier cosa'', lo que, desde mi punto de vista, implica ya un carácter
problemática de la bisexualidad. Ponen en evidencia un elemento masculino. Mientras que yo calificaría más bien esta esencialidad
masculino por la representación de la violencia y del aniquilamiento femenina de pulsión original no diferenciada. No pudiendo nombrar
que produciría la actividad de un interior mortífero: la muerte no más claramente lo impensable, por el sólo hecho de que este fenó-
es solamente la nada anterior o posterior a la existencia confundida meno es anterior a los procesos de separación y de diferenciación
con la posibilidad de ser. Es también actividad destructora y así que supone el pensamiento y que revelan incluso los límites del
parte masculina de la madre fálica omnipotente, que implica los lenguaje. Esta pulsión original sería el objeto de la primera represión:
múltiples niveles de funcionamiento de esta imago. posición que justificaría el rechazo a considerar la feminidad como
Los caracteres de inercia vinculados con las representaciones el lugar de esta fuente de excitación. Lo impensable es también
del interior materno provocan sentimientos de terror, de rechazo, inefable. La carne no es más que una parte del ser. La pulsión
de fracaso y de vacío, de aborto, que se encuentran en las curas en confunde lo femenino y lo masculino en la primera sensación de
forma de desvalorización depresiva, de mutilación del ser somático excitación.
y psíquico, que pueden llegar hasta la melancolía. El ejemplo más He aquí pues a la pulsión en el límite del ser y del pensamiento.
trivial se presenta en los pacientes en forma de miedo de abortar la Sólo una forma de "big-bang" energético original parece susceptible
cura. La idea de un aparato psíquico maleable, configurado de de producir la emergencia de los procesos de vida en el pensamiento.
manera apremiante por las limitaciones del interior materno, puede Encuentro y disociación, el germen y el huevo, el ser y el hacer.
también participar en la no terminación del análisis. Como si el "El elemento masculino hace (does) que el elemento femenino
aplazamiento impulsivo en la transferencia de los sentimientos de (tanto en los hombres como en las mujeres) sea (is)." 3 Desde el
inercia, dolorosos para el paciente, pudieran influir en el útero primer momento de la diferenciación se establece, a la vez, una
analítico, destruir o atacar su capacidad de vida, y provocar en el oposición y una complementariedad de lo femenino y de lo mascu-
analista la imposibilidad de hacer participar a su paciente de esta 1ino.
capacidad. A partir de Freud, nuestra representación de la pulsión es dico-
Relaciono este temor con las ideas de J. Laplanche 2 sobre la tómica: conservación del individuo, conservación de la especie;
autoconservación que precede a la sexualidad, autoconservación libido del objeto, libido del yo; pulsión de vida, pulsión de muerte.
que se desarrolla en un baño de "significantes enigmáticos" que el La parte activa, productora, de la pulsión, pulsión para actuar y
entorno proporciona. El pecho es su soporte, tanto desde el interior para pensar, sintetiza los movimientos opuestos y los hace comple-
como desde el exterior. Para J. Laplanche, la pulsión "es el impacto mentarios: es epistemofílica, búsqueda activa de unidad. Es fuente
sobre el individuo y sobre el yo de la estimulación constante que se del placer vinculada a la economía unificadora del yo. Podemos
ejerce desde el interior [el subrayado es nuestro] por las represen- representárnosla como un efecto sintetizante, producido por la pared
taciones-cosas reprimidas, que se pueden designar como objetos- interna del aparato psíquico, efecto de feminidad de esta pared,
fuentes de la pulsión". que determina la fertilidad, la creatividad materna.
Sin embargo, me parece que esta concepción de la pulsión,

2
J. Laplanche, 1984. 1
D. Winnicott, op. 1'11.
128 LA MUJER SIN CUALIDAD EL SER Y EL HACER 129

Palabra y fecundidad Pero no se unen. Mi pensamiento ya no es esa esencia de azahar


de donde yo extraía esos olores agradables. Tengo ganas de dejarlo
Tatiana escribe: es su trabajo. Es también madre de tres niños. todo. Las palabras se me escapan. Por el momento me siento
Viene a verme durante un período de inhibición para escribir, que tonta."
percibía ya claramente vinculada con su imagen de madre. El Evocamos juntas al niño anormal, fraccionado, mal constituido
conflicto edípico, que reapareció en ella durante la pubertad de su que ahora teme ver salir de ella, de su pensamiento. Reencuentra el
hija, hace renacer el desacuerdo entre una imagen materna, nutricia sufrimiento de la duda y de la depresión de su adolescencia cuando
pero severamente superyoica, y un padre distante, pero cómplice piensa en su hija y en los celos inconscientes de su propia madre.
de sus cargas intelectuales. Los sueños de Tatiana confirman la Por su transferencia, reactiva las identificaciones y contraidentifi-
presencia actual de sus angustias infantiles en su producción. Se caciones con la imagen de sí misma, que ya no llega a imponer a
manifiestan por las imágenes de destrucción y de pérdida de conte- su hija carnal, y con la imagen materna que la domina en la
nidos, a menudo representadas por un bolso, especialmente por un actualidad transferencia!. El deseo inconsciente y catastrófico de
bolso de mujer 4 , cuyas formas, colores, textura y amplitud varían, hacer abortar un objeto demoniaco contenido en ella se une a sus
se intensifican y se precisan a medida que los sueña. Hemos podido proyecciones persecutorias infantiles sobre el contenido materno.
asociar estas imágenes tanto con movimientos transferenciales sobre La culpabilidad inhibe la capacidad productora.
la materialidad del marco (colores, objetos que lo constituyen en el La producción genital ha funcionado bien en Tatiana. Las inci-
espacio donde la recibo), como con las representaciones que proyecta dencias de su vida hacen que ahora se produzca el desplazamiento
sobre mi persona. de las fantasías incestuosas precoces sobre su producción verbal.
La fantasía de hacer un niño incestuoso se desliza insidiosamente, Paso esencialmente doloroso de un análisis en plena evolución. El
poco a poco en su preconsciente, como un punto cruel de la duda pensamiento de una mujer debe desprenderse de su corporeidad y
sobre sí misma. Sobre el tema de un sueño que le evoca sus inquie- de los temidos lazos incestuosos y perseguidores de la función
tudes hacia la adolescencia independiente de su hija, formula con verbal con los objetos paternos, y sobre todo maternos, interiorizados.
duda y perplejidad el discurso siguiente: "Cuando estaba embara- Tendrá que pensar su feminidad con palabras nuevas, con nuevos
zada, jamás pensé en la posibilidad de tener un hijo monstruoso ... sentidos para las palabras. "Cicatrizar el tejido del ser 5 ".
Jamás dudé verdaderamente de mi capacidad materna de produc- El caso de Tatiana plantea interrogantes sobre el narcisismo de
ción. Mi cuerpo funciona bien, me siento bien en él y no lo pongo la mujer y sobre la ambivalencia primaria con el objeto materno.
en duda. Mis hijos me gustan, los veo crecer con gusto. Pero mi En su estudio sobre el narcisismo femenino 6 , B. Grunberger
hija se hace mujer... Me doy cuenta que se pelea conmigo tanto declara: "No obstante, un objeto sexual solamente puede ser del
como con mi marido. Nos enfrenta ... El duda de ella, de sus capa- sexo opuesto." Desde mi punto de vista, esta proposición concierne
cidades intelectuales. No soporto esta desvalorización de su propia a los procesos fantasmáticos, muy secundarizados ya, de la relación
hija. Jamás mi padre dudó de mí de esta manera, aunque nunca me de objeto. Para la hija, implica también una idealización de la
empujó abiertamente al trabajo, sin duda a causa de los celos de imagen paterna, mientras que, por mi parte, atribuiría este movi-
mi madre ... miento primero a una identificación con la imagen materna. Iden-
Me es imposible juntar los trozos del libro que estoy escribiendo tificación precoz por la cual la hija proyecta sus primeros apetitos
ahora, leerlo todo entero, de seguido, para hacer de él un todo. No sobre un objeto/pecho que la penetra oralmente y que ella introyecta
tienen unidad ... Me siento incapaz. Tengo mis ideas, vivas, claras.
5
Sami-Ali, 1984, p. 5.
4
S. Freud, "Fragmentos del análisis de una histeria: Dora" (primer sueño), 1905, a. 6
B. Grunbcrgc r", 1%11 .
130 LA MUJER SIN CUALIDAD EL SER Y EL HACER 131

como un objeto de amor que responde a sus necesidades más placer que la niñita experimenta por las palabras tiernas que su
elementales. Lo que, por otra parte, expresa muy bien B. Grunberger: padre le dice (el discurso amoroso del hombre hacia la mujer) y el
"La mujer es narcisistamente oral y la oralidad consume igualmente temor que la misma niñita siente por las regañinas inevitables, van
una gran parte de libido 1 ". en el sentido de un investimiento precoz de la palabra, que a
El padre puede entonces ser idealizado como objeto del deseo menudo se manifiesta en los bebés niñas. Esta carga es testigo
y de la satisfacción maternos, objeto lejano pero accesible para la entonces de una integración normal de los componentes narcisistas
niña por el desvío de las identificaciones magalomaniacas. La om- pregenitales y de una relación armoniosa con los objetos de amor.
nipotencia del bebé niña va a permitir muy pronto utilizar esta La reivindicación fálica que puede determinar o acentuar tal
libido oral para satisfacer las tendencias narcisistas. investimiento de la emisión oral, es también, ciertamente, compen-
Un primer desplazamiento de la oralidad aparece en el placer satoria de la ausencia de un sexo visible que puede exhibirse. Se
inconsciente que experimenta el niño al escuchar la voz y después puede comprender pues que refuerce las representaciones vinculadas
la palabra del padre. La niñita es susceptible de investir de sentido, con la comunicación auditiva que permiten así mantener el vínculo
de forma distinta que el niño, por su conformación anatómica, los con la madre. En efecto, la prohibición del tocar es respetada por
fenómenos vinculados con la penetración sensorial. Unas corres- el padre, la relación por la mirada desvía la curiosidad visual de
pondencias inconscientes precoces boca/oído/ano/vagina se esta- los órganos genitales hacia la capacidad oral de "hablar de ello".
blecen inevitablemente en la construcción psíquica femenina. Las Y, finalmente, la niñita llama la atención materna por la exhibición
frustraciones del destete encontrarán entonces una compensación oral de su capacidad verbal.
del orden de la sublimación en el investimiento de las capacidades Sin duda, la observación que hacen a menudo los padres y
verbales vinculadas con la penetración auditiva por la voz del pa- maestros de la mayor rapidez intelectual de las niñas pequeñas en
dre8. Penetración de un orificio no cerrado, imagen desplazada del relación con los niños, es una consecuencia de la falicización del
orificio femenino que "[ ... ] hace que la visión se derive hacia lo pensamiento verbal y del placer vinculado con sus expresiones
auditivo, soporte alucinatorio de lo verbal" 9 • orales y escritas que son su afirmación. Manejar las palabras, es
La intimidad inconsciente de la comunicación verbal puede jugar con un sexo simbólico y utilizarlo como medio de satisfacción
pues intervenir en la construcción de la prohibición edípica. Por narcisista.
ejemplo, por la posibilidad que así se ofrece de un acercamiento no En la pubertad, la niña se encuentra enfrentada con un nuevo
materializado que respeta la distancia corporal, mientras que el investimiento edípico de su pensamiento verbal y a las nuevas
contacto del tocar o del mirar establece una relación aparente, integraciones de las partes del yo femenino que necesita esta forma
directa entre los cuerpos. La palabra no es carnal. Salvo, sin em- de expresión de sí mismo donde se unen las fuentes libidinales
bargo, en su emisión fonética que evoca un desarrollo fálico, pro- múltiples. Se ven aparecer entonces las inhibiciones, momentáneas
yección hacia el exterior de un apéndice inalcanzable, del orden de o duraderas, de la facilidad verbal en los jóvenes adolescentes o
una representación del pene imaginario que reivindica la niña. El incluso la explosión logorreica de una histeria más o menos pasajera,
como se ve también que la oralidad se descarga gravemente en el
caso de la anorexia. El objeto sexual, al que la niña debe renunciar
7
Op. cit. en su ser para adquirirlo por el disfrute genital, es arrastrado al
8
Se puede suponer que las fantasías de penetración, que reúnen los deseos de
hembridad del niño pequeño, sean una de las fuentes del tartamudeo. Este síntoma deterioro por las representaciones orales canibalísticas de la palabra
puede aquí entenderse como una forma de defensa contra el deseo de penetración y de sus proyecciones.
homosexual. La palabra es una penetración cuya reciprocidad es manifiesta. Desde Quizás la falicidad de la niña le hace sufrir, en esta época de su
luego, para que este síntoma aparezca, otros problemas de construcción narcisista están
también en juego. vida, la dificultad de una e.wecie de cambio de objeto: la posibilidad
9
Sami Ali, op. cit. de expresar oralmcnle su reivindicación fálica y su narcisismo fe-
132 LA MUJER SIN CUALIDAD EL SER Y EL HACER 133

menino se transforma en angustia de producción uterina. La envidia auditivo, soporte alucinatorio de lo verbal" (Sami Ali habla de
del pene se refuerza con una capacidad de dar a luz que ya no es Schreber). Signos convencionales del lenguaje musical, las "notas"
imaginaria, sino que se ha convertido en realidad. La niña entonces ya no son más que imágenes del sonido, de los signos de comuni-
transforma la envidia del pene, unida a la envidia precoz del niño, cación y solamente tienen sentido en el instrumento al cual están
en deseo de una producción real de su cuerpo, en forma de niño. destinadas. Puntitos visibles por los ojos del oído, relaciones inma-
Este nuevo objeto de deseo puede asimilarse a un equivalente del teriales, sentido dado imperceptiblemente a la escucha de los estre-
pene o a una producción del yo. El estatuto de la producción mecimientos del yo deseoso. Contacto no corporal con el eco del
verbal compite con la producción genital. El enfrentamiento de otro en sí mismo. Confusión reencontrada de un adentro eternamente
nuevos conflictos psíquicos pone en peligro esta nueva capacidad encajado en la envoltura vibrante del amor. Sinfonía siempre ina-
de producción, también pues la capacidad de pensar y de escribir cabada.
los pensamientos, huellas de una relación oral sobrecargada 10 • Imagen del "espacio irracional", el interior femenino es vibración.
Murmullo interno, lugar de resonancia sensual. Resultado de la
vibración. El pensamiento de Freud cae en la trampa del continente
Música histerizado. Lugar de desencanto del hombre, confundido después
del orgasmo. Lugar de perdición de su materia. Lo más precioso
Compleja feminidad. Brotada, alegre, languidescente, mermada enfundado en lo invisible del deseo. Vientre femenino donde se
como los vuelos inquietos de una sinfonía de Mahler o los tristes acaba la armonía y renace la intolerable separación. Adiós siempre
encantamientos de Sibelius. Juguetona o violenta para Ravel. Re- renovado. Calderón del pensamiento.
cogida después de la expansión del placer de las Julietas y Meli-
sandras con Debussy. Primero el lenguaje y después el verbo, siem-
pre adheridos al cuerpo y al pensamiento, la música despega el
símbolo de la materia. Y, sin embargo ...
El tocar, indispensable, del instrumento, es de lo más amoroso.
Vibra, apéndice subterfugio que siente y expresa sutilmente los
afectos cuyo sentimiento mismo se hace imponderable. Euforia de
la boca, de las manos, del cuerpo eréctil y del alma, que penetran
por el sonido en el yo y en los demás. Sexo abstracto en signos
concretos. La envoltura de piel franqueada sin tocarla. Sin superficie.
Espacio puro. La vibración que el aire lleva transmite el disfrute, lo
materializa. Placer de ser penetrado que corre tan naturalmente en
la disponibilidad interior del ser, en ese hueco femenino del que
disponemos todos en los abismos iniciales de la sexualidad. La
melodía se expande, de la cabeza a los pies, como la vibración del
amor.
"Y se mide apenas cómo hace falta derivar lo visual h.acia lo

10
M. Klein ha sido la primera en dar los elementos fundamentales de la angustia
edípica en la niña: "El complejo de Edipo esclarecido por las anguslias precoces (el
desarroll o edípico de la niña)", 1945.
VII

EL PSICOANALISTA EN SU SILLON

Posiblemente sea necesario que persista la forma dada por la


concepción freudiana a la teoría de la sexualidad. Contra todas las
contradicciones, oposiciones, reflexiones y preguntas, se mantiene
la concepción de Freud sobre la bisexualidad, aunque es injusta
para la mujer. Injusta en sus consecuencias sociales y psíquicas.
Pero quizás el beneficio "secundario" sea la perpetuación del atrac-
tivo del continente negro. Acaso es indispensable para la feminidad
que su misterio sea protegido, como guarda el huevo, dentro del
nido, bajo su cáscara ligera y coloreada, los misterios del plumaje
y del canto del pájaro.

* * *
Apoyándome, como mujer, en el pensamiento de los hombres,
quiero intentar enfocar la cualidad femenina en el analista, hacer
una especie de croquis. Justamente, en esta investigación no excluyo
la situación femenina del hombre. ¿Constituiría una amenaza, para
un analista hombre, atribuirle o "permitirle" el acceso a ciertas
modalidades específicas de lo femenino? No hay que ser ni mujer
ni madre para ser femenina y maternal. Toda diferencia debe com-
prenderse como alteridad, pero alteridad no es extrañeza. El parecido
no suprime la alteridad. Incluso en la gemelidad.
Si defino lo femenino por la anterioridad de lo receptivo, "el
escenario desnudo", como Jouvet definía la escena en la que todo
iba a cobrar vida, un continente ya contenido en sí mismo, podemos
descubrir en esta ambigüedad y los modos de bipartición objeta}
posibles según el proceso de escisión: femenino/masculino, conti-
nente/contenido, parcial/total, objeto/sujeto, etc. El proceso analítico,
por el fenómeno de la espera, ejerce una función de gestación en el
espíritu del analista. Vinculado con el tiempo, por supuesto, con el
desarrollo del hil o del conoc imiento, y con la sorpresa al final de la
espera. El pac ient e no es nunca aquél que el analista encontró una
138 LA MUJER SIN CUALIDAD EL PSICOANALISTA EN SU SJLLON 139

vez antes de emprender el trabajo común. Se descubre, poco a le abandonan para tener hijos con otro hombre. Parece que él
poco, como el niño que se lleva dentro y que después se trae al persigue este deseo infantil de estar celoso. Se describe como una
mundo, distinto, nuevo, inesperado. Salido de la parte fecunda del forma indefinida, como un ser cuya envoltura no es su misma piel,
analista, de la "relación de desconocido" de la que habla Guy sino más bien una tela externa que no lo define verdaderamente,
Rosolato. "La relación de desconocido es la posibilidad de percibir, sea cual sea la forma que presente, a la vuelta de un fin de semana,
dentro de un sistema tanto psíquico, interior, como en toda relación confiesa: "Cuando no estoy con usted, pienso en usted como en
(con el mundo, el objeto), una falla, un hiato o una apertura, un una ausencia." ¡Creo que Valentín se ha salvado! Esta ausencia
desarrollo imprevisto, imprevisible, inagotable 1". Esta apertura que que siente es ya su yo, identificado con la mujer como un adentro
se me aparece como el paso hacia el interior sensible femenino, vacío donde puede germinar el hijo macho que conoció antaño,
representa el paso del placer en "el alma" por mediación del ello. antes de la ausencia paterna. Interioriza la presencia femenina
Relación preexistente a la cura: el amor del hombre fecunda a la como una posibilidad de gestación. Su piel se construye en torno
mujer antes con pensamiento del hijo que con su carne. de la ausencia, porque también la ausencia necesita un continente.
Uno de los aspectos importantes del trabajo analítico es el Utilizaré aquí, a menudo, el pensamiento de Bion, autor a la
descubrimiento de la transferencia. Desde mi punto de vista, las vez freudiano y kleiniano. Su reflexión sobre el psicoanálisis tiene
señales que el analista percibe tienen relación inmediata con la para mi el mérito de no separar jamás lo emocional de la medita-
elección, preconsciente o inconsciente que éste realiza, de emociones ción. Toda experiencia es corporal antes de ser psíquica. El afecto
parciales entra la globalidad contratransferencial del momento. Este es el vínculo que emana de lo sentido hacia el pensamiento. Según
trabajo supone pues un proceso de escisión que le obliga a renunciar alguno de sus términos, Bion 2 considera que una forma es un
a su megalomanía y a la utilización narcisista ... (llamada a veces elemento de transformación, noción que va a utilizar en la relación
interpretativa) de afectos que llegan a su conciencia. El descubri- del analista con su paciente. Una forma puede ser también un
miento de una transferencia materna o femenina supone, en la sentimiento de sí mismo, que se denominará muy pronto identidad 3 •
parte de identificación femenina que denuncia, el renunciar a otras La identidad es una experiencia. Partiendo de la experimentación
relaciones de su yo, presentes en su contratransferencia. El analista de los datos sensoriales y de las palabras que lo expresan, la expe-
puede encontrar entonces el sufrimiento del determinismo anatómico riencia identificatoria debe ser también expresada con palabras.
y de los aspectos psíquicos que éste condiciona. Sentirse mujer Esta es una parte importante del trabajo del análisis.
supone aceptar los aspectos menos favorecidos de la bisexualidad. La "forma", que impregna mi propia experiencia emocional,
No olvidemos que para Melanie Klein la fase femenina primaria me sirve para vincularla con los afectos, algunos de ellos comunes
desemboca en la fase depresiva, que en perspectiva está marcada con los de mi paciente. Estos afectos son partes de una construcción
por la renuncia, por la separación, por la elaboración de lo fetal, que surge de la relación transferencia/ contra transferencia y cuyo
por la soledad del ser. resorte es la capacidad de simbolización que ponemos en común.
La forma así construida, en el paciente y en mí, se transforma, de
acuerdo con las vicisitudes del proceso analítico y con las palabras
* * * que surgen para organizarlo: un feto verbal. Si "la palabra tiene
Valentín tiene una identidad mal definida. N.o es homosexual, como función proporcionar al otro una comunicación tan pronto
pero le gusta "disfrazarse", como cuando era niño, con vestidos de exacta, tan pronto deformada de esta experiencia 4 " , es probable
mujer. Se inquieta por ello. Sus amores son desgraciados. Sus amigas
2
Bion, 1965 .
3
Es conveniente di s1i11g11ir, L' 01110 S1ollc.: r, idcnlidad sexuada e identidad sexual.
4
1
Guy Rosolato, 1978, p. 227. W.-R. Bion , 19711 , p. .l.\.
140 LA MUJER SIN CUALIDAD El PSICOANALISTA EN SU SILLON 141

que participe de esta experiencia de sí mismo por mi propio fun- la renuncia a determinados elementos del pensamiento se convierten
cionamiento interno y por la forma que en él domina. Mi experiencia en fuente de elaboración. La mujer sabe que su hijo está. Está vivo
actual se ha acrecentado con la de mis pacientes. Mi atención se en ella, y después de ella. Está encargada de él. Pinocho debe en-
dirige más intensamente hacia las formas que emanan del interior contrar a su progenitor en el vientre de la ballena para convertirse
vivo, en cuanto fenómenos vinculados con las representaciones en un ser vivo.
femeninas y con sus transformaciones. Es necesario que se elabore La dificultad del padre es reconocer a su hijo. La noción de
en mí esta especie de displacer que sería la puesta en duda de lo filiación es más necesaria para lo masculino. Reconocer: como si
femenino o de la feminidad en nombre de lo fálico en el psicoaná- una duda pudiera siempre persistir. La nominación se realiza en el
lisis. Displacer totalmente intelectual que puede, a decir verdad, vientre materno en el que se deposita la fe. Creencia en la vida
permitirme acceder, llevarme más allá del principio del placer, donde perpetuada del hombre en esta caverna fecunda, pero siempre es-
la vida nace, sin llegar a la muerte. Pero de hecho se discute ya pacio donde se constituye lentamente el destino que dará la madre
desde Freud, se marca en muchas situaciones donde mi propia a este hijo, según la fe que la vincula con el padre y con el hombre.
esencia se pone en duda. Con la duda sin embargo, que ya emitía
él mismo, de que quizás sólo existe analista en femenino 5 • * * *
En la medida en que la experiencia de la depresión, en el
análisis, se vincula con la pérdida de toda relación de objeto interno En los extremos de la patología de las mujeres se pueden en-
y con la experimentación de un continente insuficientemente seguro contrar dos formas de sufrimiento: las que no tienen el contacto
para las emociones precoces, es quizás más particularmente feme- con su oscuridad profunda y aquellas en las que, al contrario, el
nina. Efectivamente, es justo considerar que la pérdida anal o la punto oscuro estalla como una excavación invasora. En las primeras
privación del mamelón en el destete, son experiencias muy diferentes se encuentran las dificultades evocadas por la impenetrabilidad, la
del alumbramiento de un hijo vivo, aunque se la comparen con ella frigidez, el rechazo del hijo y la desesperanza de sentirse incapaces
por los desplazamientos del investimiento de las zonas erógenas y de amar. En las otras, por el contrario: la búsqueda sensual que
por el sentido que toman estos desplazamientos. La expulsión va- desborda la búsqueda amorosa, la gestación que hace olvidar el
ginal, no obstante, es una experiencia específica de la mujer, cuyas placer, e incluso las grandes demostraciones de apetito amoroso
representaciones comprometen la identidad en unos modos intro- que invaden las relaciones sociales, y la desesperanza de no ser
yectivos y proyectivos, muy particulares, de vaciamiento y de pér- nunca bien amada. Ambas formas de inadecuación femenina tienen
dida, que pueden explicar su tendencia más fácil a la depresión. La sin duda su fuente en el fenómeno histérico. La primera por la
modificación de los vínculos, los sufrimientos depresivos de la se- represión excesiva de la pulsión libidinal, del superyo coercitivo y
paración y el descubrimiento doloroso de la alteridad aparecen en de las tendencias a la "conversión" somática. La segunda, por el
la mujer con la concepción del hijo: el sí mismo es ya otro, por contrario, dejando filtrar las manifestaciones pulsionales por las
muy tenue que sea, incluso si nunca se concreta. La duración de la fallas quizás más precoces y que hacen a menudo pensar en esta
gestación y la preparación para la separación del nacimiento pro- especie de locura histérica, en relación con la cual Brenman también
porcionan una graduación de los afectos dolorosos haciéndolos se interroga con gran comprensión 6 •
pensables. Lo mismo sucede en el análisis.
Queda el placer de controlar el miedo al dolor, de poder des- En el caso más trivial, la mujer traduce su sentimiento de sí
vincular cuando el vínculo se modifica paro se mantiene, y cuando misma comportándose como muñeca encajada gigante en la que

s Cf. W.-R- Bion, op. cit.. p. 2. 6 E. Brcnmnn , 1()K 5, pp. •l l;1.. 1:1...
142 LA MUJER SIN CUALIDAD EL PSICOANALISTA EN SU SILLON 143

todo se encaja. Es aquella cuya existencia es necesaria para recibir Me siento atraída por el análisis lingüístico: Ponerme en Cues-
y contener todo, el lugar en el que se resguardan las demás, buscan tión. ¿Quién sería yo entonces? Yo y la Cuestión. Cuestión sobre
su bienestar o el remedio de sus males, como dentro de un útero Mí, cuestión sobre Yo/psicoanalista. Mi propia Cuestión, la mía.
universalmente regenerador. Son las "santas madres". La autenticidad es motor de tal trabajo. El Eros que funciona
Tengo pues tendencia a explicar, en parte por lo menos, estas en mí, creándome para este fin, me lleva a encontrarme más viva.
disposiciones particulares de lo femenino por una inadecuación de ¿Acaso no es esto lo que está en juego de mi implicación en el
la dinámica psíquica con la identidad sexuada y con las represen- análisis? El analista se pierde en el juego del lenguaje con el
taciones que de ella se han constituido. paciente, para reencontrarse después los dos, más densos y más
Ferenczi fue para Freud el gran revelador de la riqueza desbor- seguramente vivos.
dante de la feminidad que subtiende la obsesionalidad, y que, a me- Nada se dice verdaderamente si no se dice a través del cuerpo
nudo, se expresa por medio de la homosexualidad. El analista, cual- del analista mismo. Son inseparables mi cuerpo de mujer y mi
quiera que sea, se encuentra pues enfrentado a los meandros, que discurso de analista, estructurado según la misma imagen. El análisis
hacen que se extravíen, en las supervivencias de la fase femenina lingüístico de mi cuestión aspiraría a escindir artificialmente mi ser
primaria. No quiero llegar a decir con ello que es lo femenino lo que físico y mi funcionamiento mental. Sentado cerca de su paciente,
funciona en el análisis. Lo femenino está trascendido por su comple- silencioso en su sillón, el analista está vivo en su totalidad.
mentariedad. Pero me parece que es el iniciador de la transferencia, Más allá de los silencios nace el verbo. Silencio sobre la persona
de la empatía, de la elección que crea la afinidad entre paciente y del analista, sobre la abstracta representación de una función, en sí
analista, y la posibilidad de una relación terapéutica positiva. misma inhumana y antinatural. Función adquirida sobre la base de
Sin embargo, se puede uno interrogar sobre las diferentes cuali- las cualidades inherentes a la persona del analista, y función en la
dades de la interpretación, en la medida en que ésta implica inevi- que esta misma persona fundamental y esencial se desvanece apa-
tablemente un eco de las defensas del analista. ¿Qué parte puede rentemente. Aquí se plantea pues esta cuestión del sí mismo del
tomar la defensa maniaca en la elocución interpretativa, si algo de analista más allá de su sexo.
la feminidad se manifiesta en ella en forma de derrame incoercible Me parece entonces imposible elaborar esta cuestión de forma
o, por parte masculina, de la necesidad de propagarse? Quizás distinta de la primera persona, sabiendo que "el o la psicoanalista"
entonces se deba atribuir a lo fálico, y por ello al elemento mascu- así nombrado(a) y desexualizado(a) será también yo misma, perci-
lino, la parte más estrictamente analítica de la cura que desencadena bida a veces como medio de defensa narcisista, o representación
la capacidad de elaboración y el funcionamiento verbal del pensa- superyoica, quizás todavía megalómana. No obstante, dos perspec-
miento, la constitución de la armadura estructural sobre la cual se tivas se abren a la elaboración del funcionamiento mental de la
apoya la productividad de lo femenino. La función analítica es, persona analista en su sillón, que proceden de la posibilidad de
para la mujer, o para la parte femenina de todo analista, un medio escindir así el sí mismo analítico: el estado afectivo del analista en
de continuar la fructificación del hueco oscuro donde se inicia la "situación de sillón", y la representación del funcionamiento del
vida y se suscita la vesícula germinativa cuya esencia estimula. aparato psíquico de este mismo analista, lejos de su propia persona.
Una paciente, cuya transferencia no es menos sólida que la
resistencia, podía un día decirse y decirme: "Venía a ver a un
La soledad del psicoanalista analista y me he encontrado con una persona". El paso se reali-
za pues en la vivencia de la paciente como retorno dialéctico de
Este psicoanalista en cuestión no es sino mi propia cuestión, mi propia vivencia: el eco que se despierta en mí tiene, a la vez,
psicoanalista y mujer. Cuestión planteada por el otro a mi yo. el sentido de analista-persona, reconociendo así lo que la paciente
También en la parte reconocida mas profunda de mi superyo. ha dicho, y d¡; p¡;rsona-ana lista, reconociendo la obligación de
144 LA MUJER SIN CUA LJDAD · EL PSICOANALISTA EN SU SILLON 145

dejar la persona así reconocida al servicio de su funcionamiento la prueba con su paciente. Le hace falta ser también paciente,
analítico. soporte de las imágenes odiadas del analizante, y también sin ne-
El proceso mental que instaura en mí la dialéctica persona- cesidad de medir su vida y su tiempo, si no es respecto a sus
analista está fundado por el discurso. El analista ha aprendido de propios límites. Winnicott escribió en 1963 un artículo "De la
sus maestros y de sus experiencias sus propias posibilidades de comunicación de la no comunicación", donde reivindica su "derecho
cambio, ha aprendido también la unidad de su yo. Conoce el dis- a no comunicar". "Era una protesta que surgía del trasfondo de mí
curso, que funda la situación, subtendido por el inconsciente del sí mismo contra la fantasía angustiosa de ser explotado hasta el infi-
mismo y el de su paciente. Su propio ser, en su humanidad viva, es nito". Esta experiencia se parece a la del analista durante la sesión,
trascendido por la palabra. momento y lugar donde debe renovar sin cesar su facultad de
En gran medida, la naturaleza humana hace idénticos al paciente sufrir con el paciente, abstrayéndose de su sufrimiento propio, cual-
y al analista. La situación analítica existe en función de las diferen- quiera que éste sea. Debe estar a la vez dispuesto y disponible, qué
cias intrínsecas de cada una de las dos personas. Ante las identidades analista no conoce la dificultad mayor de su situación en el presente
y las diferencias reunidas en esta curiosa situación, el analista de la sesión, mientras que alguna realidad exterior le turba por
parece existir, en cuanto tal, como metáfora de su paciente. ansiedad inevitable: enfermedad de una persona próxima, preocu-
En efecto, nada puede suceder en el aquí y ahora entre estos paciones diversas de las relaciones, situaciones extraordinarias y
dos seres humanos sin su naturaleza común, sin sus fantasías, sus accidentales de la vida cotidiana. También cuando su cuerpo le
sueños y lenguaje parecidos, pero tampoco sucede nada sin las mantiene en una situación regresiva por algún sufrimiento puramente
diferencias entre diván y sillón, entre analizado y analista, entre somático: la necesidad narcisista de defenderse reaparece espontá-
identificado e identificable. neamente y es esfuerzo que necesita la sesión es grande, para ser,
El analista no puede llamarse así antes de haber adquirido una en el mejor de los casos, receptivo al discurso del paciente y para
especie de fidelidad al sí mismo unificado en su yo, ser vivo, asumir una herida suplementaria a su propio dolor.
cambiante y estable, moviente en sus relaciones con el inconsciente Una protesta, como la expresada por Winnicott anteriormente,
de sí mismo y de los demás. Puede también utilizar su propia recuerda, en este momento, el funcionamiento de los procesos pri-
identidad para reconocer al otro, al paciente, como igual a sí mismo, marios en la situación del analista: las partes sufrientes de sí mismo,
dejándole toda la libertad para ser a la vez igual y diferente. mentales o físicas, están no solamente más expuestas a los ataques
La forma metafórica del discurso en el análisis, transpone esta del sujeto en el diván, sino que suscitan una necesidad de restringir,
metáfora de las dos personas y del funcionamiento económico- de manera defensiva, los límites de la escucha en la persona que se
dinámico de la relación así establecida. De ello resulta, evidente- encuentra en la sillón. En este momento funciona, sin duda, esta
mente en la práctica, esto que corrientemente se llama análisis de parte de feminidad de un interior sensible disponible para la vida.
la transferencia. A menudo sucede que la comunicación inconsciente entre el
El juego de las identificaciones, tanto del superyo como del yo, analista disminuido en su realidad en el paciente, produce en este
entre el paciente y el analista ofrece, a este último, la posibilidad último una ansiedad difusa que se manifiesta ya sea por la depresión,
de reconocer ciertos movimientos conscientes de un proceso in- ya sea por la agresividad y la provocación. Es más difícil aún para
consciente cuyas huellas simbólicas le son ya conocidas. El análisis el analista la necesidad de trabajar para sí mismo al mismo tiempo
se juega entre el mismo y el otro, lo idéntico y lo diferente, dialéctica que para el otro y la de dominar los conflictos reactivos a la
perpetua que acerca y disocia los datos de la vida, sintetizados, en situación: le hace falta entonces reconsiderar sus propios límites
el mejor de los casos, en una interpretación "mutativa" que llega del momento, reconfo rtarse con sus propios objetos, internos y
en el momento justo del discurso del analista. externos, abandonar su deseo de reparación con respecto al paciente
En este juego de callarse así sobre sí mismo, el analista comparte para rese rvarlo para su propio uso. Lo mismo que una madre
147
146 LA MUJER SIN CUALIDAD EL PSICOANALISTA EN SU SILLON

enferma no puede nutrir generosamente a su hijo sin correr el odio. Ha tenido la oportunidad de elaborar la experiencia de la
riesgo de comunicarle su enfermedad. Su primera necesidad es la soledad edípica del niño confrontado a la escena primitiva de la
de curar y de conservar solamente la relación de amor con su hijo, que es a la vez excluido y de la cual ha salido. Estas dos situaciones,
necesaria para su salud psíquica. Así el analista, momentáneamente por diferentes que sean, reenvían al analista a lo que Winnicott7 ha
perturbado en su vida cotidiana psíquica o somática, siente la ne- descrito como "la capacidad de estar solo". Soledad nueva del
cesidad de reservar su participación para el proceso analítico esta- analista debutante, enfrentado a su nueva responsabilidad de auto-
blecido entre su paciente y él mismo, para dejar que este proceso nomía funcional, a la escucha de sí mismo en su sillón intercam-
se desarrolle por él mismo, sabiendo que su función terapéutica no biando su lugar con el de su propio analista. Tiene necesidad de
podrá realizarse plenamente en tales circunstancias. incluir en su funcionamiento mental el autoanálisis perpetuo de las
El analista se encuentra entonces en la más profunda de las formas específicas de su identificación en ese momento. Para él, el
soledades. Freud ha descrito cómo decidió colocar su sillón detrás aprendizaje consiste en el reconocimiento de los límites de su propio
de sus pacientes: para sentirse más disponible para estos últimos analista en el tiempo, el espacio, el saber; de los límites del sí
por el mismo hecho de que la ausencia visual le permitía disponer mismo y de sus deseos de omnipotencia sobre la vida, la muerte y
de sí mismo. Pronto también, instaló sus famosas estatuillas al las formas del ser que le proporcionarán sus paciente. Los recursos
alcance de sus ojos y de su mano, imágenes de los objetos arcaicos de una adquisición teórica se le presentan entonces. Penetra, por
internos por medio de las cuales recreaba en él mismo la organiza- los procesos de sublimación del pensamiento, en un entorno nuevo,
ción viva que permite luchar contra la depresión. Recreación, en él, en un grupo científico en el que la experiencia común del análisis
de un lugar femenino penetrado de placer. puede comunicarse y, reconsiderada, convertirse en fuente de una
Me parece, efectivamente, que el yo del analista está sometido organización mas profunda de sus capacidades intelectuales y afec-
permanentemente a las mayores exigencias frente a las situaciones tivas.
de depresión. La pulsión de muerte funciona entre las formas este-
reotipadas de la misma sesión: horarios fijos, reposo de la vida
muscular, alejamiento de la vida social y exterior. En una palabra, Análisis interminable
situación artificial de la sesión entre el sillón y el diván. En esta
atmósfera fáctica, la muerte está presente sin cesar, finalidad de Había una vez una muñeca, o un analista, ya no lo sé. En todo
nuestra vida, tanto de la mía como de la del paciente. Trabajo caso un a superficie con forma humana. De sonrisa rosa y de
solapado que corre el peligro de introducir al analista dentro del mirada anodina. Algunos encontraban en ella la extensión, otros la
sistema depresivo, labor de zapa que puede aparecer en forma de profundidad, otros, en fin, la lisura deslizante de lo impenetrable. Y
funcionamiento negativo de la contratransferencia no analizada otros aún lo siempre renovado de lo mismo en muchos espesores y
por el analista que se escapa a su propia interrogación. múltiples formatos. Esos no podían separarse de ella.
El joven analista encuentra, en esta experiencia nueva de la Alicia se deslizaba, se escondía entre dos superficies. El esfuerzo
soledad del sillón, materia para reflexionar sobre sí mismo y para se convertía en el adentro. Lamia la lisa y dulce pared. Un sabor de
progresar en el curso de sus curas bajo control. Su análisis personal "mamá azúcar'', como para Doris Lessing. Un pecho siempre in-
le ha proporcionado la ocasión de afrontar ciertas categorías de flado, muñeca encajada de madera ligera y tierna con savia discreta.
soledad. La presencia de su propio analista le mantenía en la segu- Alicia ronroneaba con un placer masoquista que la aprisionaba,
ridad narcisista, en la permanencia del ser y de su potencia creativa. colmada de bienestar, entre las dos paredes. No cambiar, ni de ser
Este mantenimiento le ha permitido experimentar la presencia de
su analista como la de una madre cerca de la cual reposa el
lactante ahíto, y también el hijo compartido entre el amor y el 7
1958.
148 LA MUJER SIN CUA LIDAD EL PSICOANALISTA EN SU SILLON 149

ni de lugar, dentro de este otro acogedor y estable sobre sus pies de Respiró profundamente, cerró los ojos y decidió que todavía
madera. Nada móvil. Solamente una pequeña vuelta en torno a lo había azúcar y que su análisis sería interminable.
idéntico un poco más interior. Y después ¿salir para volver a entrar?
o, más simplemente aún, ¿ya no moverse?, a lo más penetrar la
corteza nuevamente alcanzada para encontrar otra parecida, seme- La paradoja del psicoanalista
jante en todo, un poco mas estrecha.
Por suerte, totalmente por suerte, Alicia encuentra a Eduardo. Si dices: "Oigo aquello para lo que estoy sordo", tu honestidad
Catástrofe de la decepción y de la curiosidad. ¿Confundirle con sí falla. Te pones en la situación de Epiménides el Cretense, cuando
misma o con la cáscara que la había producido? Alicia quiso afirmaba que todos los Cretenses son mentirosos. Cuando pretendes
retroceder. Pero, había crecido sin darse cuenta. Ocupaba casi todo oír el inconsciente de los demás, caes en la paradoja: ¿cómo oyes
el espacio entre las dos muñecas interior/exterior. ¿Cómo podía el inconsciente ya que lo nombras inconsciente? ¿Acaso no eres tú,
Eduardo encontrarse tan a gusto y cerrar los ojos de satisfacción,1 psicoanalista, consciente de tu propia inconsciencia cuando pretendes
como la misma Alicia? ¿No cometía ella un error? ¿No era Eduardo tener esta capacidad? Error vulgar que anhela y acusa: el psicoa-
un trocito de "mamá azúcar", o incluso justamente un trocito de nalista no oye el inconsciente. Solamente examina sus manifesta-
Alicia, que ella había olvidado en una vuelta precedente? ciones. Puede reconocerlas a menudo en su paciente, después de
Prefirió no considerar que Eduardo podría no ser ella, muñeca, haber aprendido, larga y pacientemente, a reconocerlas en sí mismo.
o incluso analista. Dulcemente, muy dulcemente, penetró dentro de Es este, sin ninguna duda, su único saber particular. Saber que no
la corteza siguiente, sin ruido, sin efracción. Había aprendido la excluye conseguirlo, para la mayoría, más allá de muchos otros
ósmosis de estar allí a menudo. Permanentemente vivía el presente, aprendizajes: de artes y de técnicas, de ciencias y de filosofía.
fuera del tiempo de los demás. En una duración sin medida, doble Saberes acumulados, de la vida y de sí mismo, son los fundamentos
superficie de la muñeca, o quizás del analista. específicos de una aproximación posible del inconsciente.
Lentamente, muy lentamente, después de muchas nieves y mu- En ello no existe ningún misterio: los sabios, los filósofos y los
chos soles, una noche quizás, Alicia sintió un contacto sólido, inha- poetas tienen la misma experiencia que el psicoanalista. Corno
bitual adentro/afuera de alguien que podría ser todavía ella: logró ellos, se ponen al servicio de los demás. Sin embargo, solamente el
abrir los ojos. Había llegado al corazón -núcleo de la muñeca. La psicoanalista profesa esta dedicación a la profundización de su sí
que está entera, impenetrable, dura, era tan pequeña que ya no se mismo. Más próximo del místico o del poeta que del artista, pretende
podría ir más adentro. Alicia no podía ya saber si eso era todavía crear. No un objeto para el uso del hombre, como el artista, sino
algo de "mamá azúcar" o una especie de Eduardo, o incluso Alicia mas bien el crear en el hombre al hombre mismo. Como el zahorí
al amanecer de ella misma. de antaño, sosteniendo firmemente su varilla ahorquillada de ave-
Perpleja, se preguntó por primera vez si verdaderamente haría llano, que sondeaba con pasos lentos la superficie de una tierra.
falta retroceder. ¿Cómo y hasta dónde? ¿Volver a pasar esas fron- Conocía, por medio de sus brazos, en sus músculos, el influjo de
teras, sentirlas quizás? Antes mejor no pensar. Pero Alicia ¿acaso las profundidades subyacentes. Permanecía disponible y presente
había pensado alguna vez? No tenía necesidad alguna, ya que para la esperada exigencia de una energía que le era exterior, pero
"mamá azúcar" la envolvía con su envoltura de palabras lechosas. no extraña. El movimiento incoercible del avellano le indicaba el
De la leche con la que hasta ahora se sentía cómoda. Alicia percibió punto en el que encontraría la fuente.
de golpe la acidez, como el rojo de las mejillas de la muñeca El misterio del encuentro comparte el espacio analítico con Jo
analista, nunca verdaderamente mirada, como el aire que penetraba conocido de las dos partes: corno el subsuelo donde duerme el
entre los más y menos gruesos espesores de la muñeca ancajada. agua dispuesta a brol ar por algú n sitio aprovechándose de alguna
La Matriochka le pareció insalubre. Pero ... brecha, nuestro irn..:onscil' 11l u ll uye por cada gesto de nuestro cuerpo.
150 LA MUJ/il? SIN CU!IL/DAD EL PSICOANALISTA EN SU SJLLON 151

El analista solamente ha aprendido a remontar el curso de la vida proceso hacia el deseo dispuesto a filtrar el inconsciente. Debe
hasta su fuente. Sentado, atento, escucha: no oye los ruidos de la permanecer firme y neutro. Conceptualizado por ti mismo, idealizado
corriente del inconsciente subterráneo. Su oído adiestrado reconoce en tu acepción cualitativa referida a las instancias figuradas de tu
los ecos, los murmullos, los surgimientos. ¿Qué hay allí abajo? Se propio aparato psíquico. El el análisis de formación, una parte del
mantiene atento: ya sea para ver fundirse sobre él la oleada conte- superyo se desarrolla con un fin de sublimación. Esta parte de sí
nida hasta ahí por la represión, ya para seguir pacientemente las mismo actúa en el sentido del ideal del yo. El analista funda sobre
primeras gotitas destiladas por el superyo. esta figura ideal de sí mismo una parte constitutiva de su ser
Socrates nos enseñó la vía, cuya mayéutica hacía nacer en sus profesional. Esta representación supone la toma en consideración
alumnos sus propios saberes. Era humilde y resignado. de sentimientos y reacciones del paciente, examinados con espíritu
crítico permanente. La correlación de la representación ética de sí
mismo y del análisis de sus propios afectos, desemboca en el analista
Entre sillón y diván: técnica y teoría en una interpretación eventual de su relación con el paciente, sus-
ceptible de que se le comunique. Sin duda alguna, este modo de
Pero no por ser analista soy menos mujer, y quizás más que funcionamiento autoanalítico entra en juego cada vez que el analista
cualquiera otra, al menos sería necesario que lo fuera; con lo que interviene verbalmente en el curso de una sesión.
sé, con lo que siento.
Contratrasnferencia, uno de los procesos interiores que fundan
Cada paciente me afecta en este punto mas humano, sin ninguna
la posibilidad de intervención analítica en la cura. Debo oírme
duda, punto en el que surge mi motivación psicoanalítica. Esta
vivir, para reencontrar el eco de los afectos que las palabras del
búsqueda de lo humano allende su función social, cada paciente,
paciente suscitan, o por su incapacidad de hablar. Escucharme
más pronto o más tarde, me lo opone deslizándolo sobre la inclina-
imaginándome una referencia posible a mi paciente. Pero si este
ción transgresiva: "¿Cuándo hará usted una concesión a su rigor?
sistema es el único que funciona en mí, se convierte en algo como
¿No podríamos hablar delante de una taza de té?" Discurso per-
una correspondencia contratransferencial de la transferencia me-
vertidor de mi propia imagen: llamada a la persona que soy, des-
galomaniaca que describe Kohut8.
viación del psicoanalista. Este discurso intenta hacer de mí una
Este ideal del yo, motor del rigor analítico en el comportamiento
especie de mundana. Mi paciente busca cambiar su estereotipo del
psicoanalista contra el de una mujer a la que tiene costumbre de interno y exterior del psicoanalista, debe estar claramente en opo-
dirigirse. Esta especie de envite irregular se expresa, a menudo, de sición a la noción de yo ideal. Este somete al analista al peligro de
forma mucho mas sutil en otros discursos, transferencia de seducción una representación absoluta de sí mismo omnipotente, formación
que mezcla el amor y la agresividad. ¿A quién busca a través de reactiva narcisista que, ante la difícil elaboración de la angustia
mi imagen descompuesta? ¿Qué estado de su sí mismo quiere humana, establece el mito, muy perjudicial para el paciente, del
llevarme a reconstruir? pretendido analista sin defectos.
Protegido de la transgresión por una actitud profesional adquirida Una joven viene a pedirme ayuda durante su formación en
en su formación, el analista, en esos momentos en que la resistencia psicoanálisis. Había aceptado empezar la psicoterapia de otra joven
del paciente la obliga a tomar directamente una decisión, debe muy deprimida. Se sentía confusa ante los hilos de una seducción
confirmar su disposición mental. Para él también se repite algo, homosexual de su paciente, sin encontrar la coyuntura que le hubiera
que implica otras experiencias: encuentra eficazmente el progreso permitido un repliegue contratransferencial y la interpretación del
interior hacia el fondo de su conciencia -evocación de su propio discurso y de los gestos de la paciente. Muy pronto tuvimos la
analista, de sus maestros en análisis y, entre ellos, Hipócrates y su
semilla. Las imágenes que fundan la prohibición reconducen el 8 H. Kohut, 197 1.
153
152 LA MUJER SIN CUALIDAD EL PSICOANALISTA EN SU SILLON

ocasión de comprender que las manifestaciones de esta paciente se de los procesos relacionales en la transferencia actúa intercambiando
suscitaban por la enorme complacencia de nuestro parentesco- objetos internos imaginarios. Las partes de sí mismo que mi paciente
analista. Complacencia a la cual estaba inducida por la depresión me da penetran en mí hasta los confines de mi inconsciente, movi-
teatral de la histérica. Mi alumna, que reconoció ahí una imagen lizan mis propias imágenes y son asimiladas por el trabajo de las
de su hermana más joven, pudo analizar sus relaciones de culpabi- identificaciones que, en mí, responden a esas proyecciones transfe-
lidad en relación con dicha imagen, y sacar un gran provecho de renciales. Presencia en mí de Eco tanto como de Narciso. Pero
esta experiencia. No cabe la menor duda que cada analista alcanza espejo en el que las imágenes resaltan. Eco cuyas palabras se
algunas veces sus límites. La joven, cuya aventura acabo de citar, escuchan nuevamente, cuerpo permeable y no superficie unida, en
tenía ante sí la posibilidad de prolongar su propia cura. Pero, la que resbalan la voz y la mirada. La conjunción de mi existencia
reanudado o no, el psicoanálisis de cada uno tiene un término. con la de mi paciente niega la muerte. Allí, yo tomo vida al mismo
¿acaso alguno ha permanecido más sensible a la depresión? ¿Quizás tiempo que él, en la imagen del espejo común, en la unificación
otro no ha elaborado hasta el fondo de sus represiones los arcanos espacial del decir.
volcánicos de la persecución? O bien, ¿tal otro ha seguido bien en
sí mismo las desviaciones de los laberintos obsesivos? En un rincón
oscuro persiste en cada analista una forma determinante de su El psicoanalista y la depresión
personalidad que le hace chocar sin retorno con cierto paciente: al
igual que una raíz, trasplantada en un terreno nuevo, no encuentra "Mi silencio le clava en su sillón". En efecto. Y mi fracaso
los alimentos específicos necesarios para su floración. Vegeta y se ante este silencio que se perpetúa me reduce a una situación de
atrofia, aunque se le prodiguen algunos cuidados. De la misma víctima impotente. Patior: sufro. Este paciente sufre aquí. Sufre por
forma, algunas estructuras afectivas encuentran en el análisis una su pasado. Ese pasado que le crucifica llegó antes que nosotros,
incompatibilidad casi invencible. antes que él aquí y antes de estar yo con él. A falta de poder volver
Esta situación difícil evoca en el analista el peligro de transgre- a él mediante su intermediario verbal, nos excluimos el uno del
sión: transgresión de la regla, de las reglas, como si este paso otro. El perpetúa por su silencio una exclusión que es aquí objeto y
debiera permitirle vencer sus propios límites. Puede dejarse apre- sujeto. Al mismo tiempo funda mi propia situación de objeto ex-
hender: por culpabilidad, por agresividad, por deseo de poder. Re- cluido. ¿Mi solicitud, mi empatía, mi agresividad, incluso, tendrán
lación que, en este caso, permanece cerrada. algún vínculo suficiente con ese silencio, para que emerja de él la
Debes defenderte de ti mismo, analista. De ti mismo en tupa- palabra creadora? Me acuerdo de Freud (1918) diciendo del Hombre
ciente. Asedia a tu persona analítica. Pero tu defensa no debe ser un de los Lobos:"( ... ] difícil( ... ] ponerse en el lugar de nuestro enfermo
muro cuyas brechas dejen pasar las pulsiones enemigas o las repre- para comprenderle."
siones desconocidas. La flexibilidad de las defensas es el resultado El verbo que desgarra y realiza el Ser trasciende nuestros cuer-
no solamente de un análisis bien hecho sino también de una capacidad pos, transcendencia presentida a través del silencio. Como la vida
permanente de autoanálisis en la situación. Las señales internas al renace de la muerte, la palabra nacerá del silencio. Cualquier pala-
yo, así organizadas, permiten a éste una economía que fluye entre el bra, solamente en la medida en que yo no haya sucumbido a la
ello y el superyo. Separar las excitaciones que suscitan sus represen- depresión. Es en ella, en efecto, donde me acecha mi paciente a
taciones de las reacciones producidas por aquellas. través de la agresividad reprimida detrás de su propia depresión. El
"Escucha montones de historias, todo el mundo le cuenta su analista está perpetuamente atraído, por el paciente deprimido,
historia. ¿Qué hace usted con todo eso? ¿En qué se convierten en hacia el precipicio de la depresión. Momento fructuoso en el que
usted todas estas historias, todas estas vidas?" No podía responder se ama al objeto y se debe renunciar a él. Trabajo de todos los días
a mi paciente: "las hago mías", y no obstante es esto. La dinámica con el ser en evolución.
154 LA MUJER SIN CUALIDAD . EL PSICOANALISTA EN SU SILLON 155

Perderse por sí mismo, yo como él. El se defiende de un aniqui- vivida, que su discurso, cuando me provoca de la forma que he
lamiento imaginable, imagen del cuerpo perdido de la madre. ¿Acaso contado, toca las profundidades de mi persona, me desenmascara
estoy yo mejor protegida? bajo la realidad del analista a quien no concede más que su cualidad
"La he encontrado bella esta mañana: Y me he sentido feliz." nominativa.
O bien. "El fin de semana no le ha sentado bien. Está usted siempre He aprendido, por experiencia, cómo no huir de esta situación
tan fea, y no me gusta el sonido de su voz." Una tras otra, hostigan, difícil. En la medida en que el proceso se desarrolla hay aún que
seducen. ¿Dónde estoy? Diferenciarme de sus palabras en mí, de desconfiar de un desliz desapercibido en el diálogo, rápidamente
mis imágenes. Lo que soy en mí misma más allá de esta relatividad polémico. Me he reorganizado al mismo tiempo que ella. Analizar
superficial del verbo. Lo que son ellos, distintos y parecidos, como sin cesar mi vulnerabilidad ante un modo de ataque preciso, ante
yo. Aquella a la que le dirigen cumplidos y disputas no es más que una dialéctica temible en cuyo juego me entran ganas de entrar.
mi superficie, mi envoltura, mi envoltura moldeada por ellos para Puedo expresarle claramente el resultado de la elaboración de los
los personajes que les inquietan hoy. Reencontrémonos; cada uno sentimientos agresivos hacia ella que he debido vencer, y mostrarle
por nuestra parte. Yo siento la protección de mi sillón, rodeada de así que existe en mi una posibilidad parecida. Por medio de las
lo que me permite de seguridad conquistada de un pequeño espacio identificaciones y las desviaciones de las oposiciones, llega entonces
delimitado propiamente mío. Las vibraciones interiores podrán ser a poder imaginarse a sí misma en la misma situación en relación
soportadas, vencidas, analizadas. Me encierro en mí misma, reservo conmigo, sin ahogarse en su culpabilidad. Puede reconocer que
mi ser en el hueco de mí misma. Escucho. todo no es bueno en ella sin temer que la venganza la aniquile.
Algunas semanas después, habla de forma casi cariñosa de su
* * * propio entorno familiar. Me siento recompensada. Quizás ella lo
sepa confusamente.
"Usted no tiene límites, me decía una paciente. Usted ha apren- Es susceptible entrever qué movimientos he empleado para
dido una técnica que le permite estar ahí, artificialmente, sin emo- llegar a permitirme comprensión y firmeza, que le prodigo, sin
ción; no tengo nada que temer de usted, usted no reacciona jamás. sentirme mermada a pesar de sus intenciones de atacarme.
Sabe usted hablar de forma ponderada, educada, no tiene que La rigidez de las defensas obsesivas reconstruidas sin cesar en
hacer ningún esfuerzo para soportar mi agresividad y mis provoca- mi paciente, recubre la inquietante fluidez de la llamada pulsional.
ciones. Es su trabajo. Usted lo hace con aplicación y no se transpa- Puedo encontrar una estructura equivalente en mi propia técnica:
renta nada de sus propios sentimientos, etc." mi discurso deja atravesar, por su prudente rigor, el eco de los
Esta paciente es una mujer inteligente, cuya situación étnica y afectos evocados. Por muy violentos que sean, transpongo, interpreto.
cuyo pasado han reforzado sus tendencias sadomasoquistas, im- La proximidad entre esta mujer y yo puede evocarse sin peligro de
portantes, por las que ha venido a buscarme. Ciertamente, me ha seducción recíproca, ya que mantengo el control de mis propias
hecho falta mucha paciencia ante sus ausencias, sus retrasos, sus pulsiones reconocidas. Sin desistir de mi neutralidad de analista,
silencios, sus ataques, su finura pérfida. Se comunica útilmente dejando corresponder estrechamente mi persona y mi técnica, abro
conmigo por el único medio de mi propia autenticidad, buscando y a esta paciente las posibilidades de expresión transferencia! en las
encontrando, en el testimonio que yo misma puedo darle de mí que megalomanía, depresión, masoquismo y sadismo encontrarán
misma analista, las seguridades necesarias para asumir su vida de quizás su resolución.
mujer. No tengo otras posibilidades técnicas, en las condiciones de El caso de esta mujer y la exposición a la que me ha conducido,
este tratamiento en institución, que la evocación de mis posiciones me han llevado a pensar que el analista procede mentalmente en
contratransferenciales para permitirle una reconstrucción narcisista. relación con sus maestros, como esta paciente en relación conmigo.
Sabe muy bien, por su inteligencia, su cultura y su experiencia Nuestra referencia identificatoria de analista con nuestro propio
156 LA MUJER SlN CUALIDAD EL PSICOANALISTA EN SU SILLON 15 7

analista, con Freud, o con otros que le han seguido e ilustrado la renovada, en un ritmo regular. Me tiende la mano, duda, teme el
clínica y la teoría analíticas, es partícipe, a la vez, de la megalomanía contacto deseado: "¿Vas a tomar el tren? ¿Vas a marcharte por
edípica, de la devoración fantasmática totémica y de la necesidad mucho tiempo? Los trenes descarrilan. Los coches también y son
narcisista. peligrosos. Pero los aviones también. Tu tren no va a descarrilar,
Megalomanía de la que nuestro espíritu crítico nos defiende, en ¿verdad? No quiero separarme de ti hoy. Si mueres yo moriré
efecto, pero que nos lleva hacia la omnipotente participación en también. Dame algo, cualquier cosa. Un caramelo, ¿tienes un cara-
una escena primitiva fundadora de nuestro yo de analista, cuando melo para darme?" Pequeño jirón de mi vida sustancial que se
miramos con los ojos muy abiertos los escritos de nuestros grandes desliza en el ser vacilante más allá de este haber trascendido.
predecesores y encontramos los placeres transgresivos que la subli- Encontrar las palabras. Me llevas en ti mismo, como el caramelo:
mación profesional y teórica ha transformado en defensas muy deseo de vivir. Tu vida es distinta de la mía, la tienes para ti, en ti.
utilizadas. Devoración totémica, también sublimada, por la cual Yo no soy más que un guardián pasajero: protegido por mi presencia
encontramos natural y benéfico el "devorar con los ojos" los con- momentánea, el grano de tu vida ha germinado en ti. Mis palabras,
tenidos enriquecedores de los escritos analíticos. Acaparamiento ¿en qué se convierten cuando tú te dejas invadir por los múlti-
de todo el ser analítico de nuestros maestros, o colegas, de los que ples insectos que segrega tu inconsciente para devorar el brote
decimos claramente que nos "aportan" sus conocimientos, sus ex- tierno? Quizás en un eco en el fondo de un cavernoso preconsciente.
periencias, sus descubrimientos. Devoración de un interior materno Quizás en una fuente. O quizás en una minúscula parcela de cuerpo
cuyas riquezas ya no nos están prohibidas. que se siente vivir, reencuentra un tener a través de mi deseo
Defensa vital contra el encajamiento y el desgaste cotidianos presentido de que tu vives, que vives sin mí.
que nos infligen nuestros pacientes y que evoca el desmoronamiento Tu locura nos une. Temes perderla tanto como perderme. Per-
del cuerpo en la muerte y del espíritu en la locura. derla, es perderme también. Adivinas ya, poco a poco, más allá de
tu miedo, un nuevo amor, quizás el amor de ti mismo. Presientes
tus límites exteriores a los míos, a mi cuerpo fantaseado sin cesar
El psicoanalista y la locura en torno al tuyo. Te arriesgas a decirme tus miedos de la realidad
exterior. Así pues, sabes. Sabes que tienes un cuerpo sin el mío,
"¿No te vas a morir? Dime que no morirás." Por lo menos una vida sin la mía. Pero la laguna negra, en ti, reencontrada por
puedo decirte que no tengo ganas. Que mi deseo de vivir incluye la momentos en los sueños y las emociones, precipicio al borde del
vida de aquél que me habla en este momento. Su miedo por mi cual te debates para no hundirte; la laguna negra, no la llenaré. Lo
desaparición se une en él con su deseo de verme desaparecer en el sabes también, pronto lo dirás. Me siento casi obligada a creer en
torbellino de su propia muerte. Necesita que yo no tenga miedo, ni mi eternidad cuando estoy contigo. Si no estuviera tranquila de la
de su locura, ni de su muerte, asegurarse de que me defenderé si le vida de mi cuerpo, moriríamos juntos. Si no estuviera segura de la
vence su impulso, ansiando mi fracaso y mi victoria juntos. solidez de mi espíritu enloqueceríamos juntos. No se me permite
En mi única afirmación de que quiero vivir, encuentra la con- ninguna duda sobre mí ante ti. Y sin embargo sólo algunas palabras
firmación de un hipotético deseo de su propia vida. Más allá de mi salidas de mí persisten en ti. Nutres la muralla en torno a tu
discurso, yo misma soy la tesis a la que se enfrenta la hipótesis de precipicio. Cuando la muralla que construimos sea bastante fuerte,
su vida. Hablamos de vida y muerte sin cesar. Vida, sin cesar podrás separarte de mí.
renovada a pesar de la muerte. Muerte permanente, conservada en Desgraciadamente, no reharé en ti lo que los demás no han
el fondo del ser como su último fin. Se confronta en mí con el permitido que haga. Pero te puedo ayudar a deshacer lo que has
absurdo mortífero. Y se plantea así en mí lo absurdo de existir. La hecho con tanto horror: tu locura. Te sirves de esta palabra, también
preeminencia pasajera de la vida se la afirma sin cesar mi presencia sabes servirte ele 111 deli rio - incluso para forz ar el interés de Jos
158 LA MUJER SIN CUALIDAD EL PSICOANALISTA EN SU SILLON 159

demás. Condenar a los demás por indiferencia, crueldad, incom- de un jardín de flores. El sol y los pájaros pueblan ese silencio de
prensión. Para exigir de ellos el signo manifiesto de su posible magias. Símbolo extraño, sobre la moldura de piedra tierna que
locura, de su protesta horrorizada ante el precipicio abierto donde corona la simple puerta en la que está trazado un nombre, muy
les quieres despedazados. Pobre amor el que obtienes entonces, grande: el Edén. Es como un sueño, o un recuerdo. La tranquilidad
hecho de curiosidad, de odio y de poder, satisfecho de no seguirte. de esta ruina vivaz me conduce a representarme así la infancia que
En torno al núcleo doloroso cuyo peso se disloca, solamente puedo conservo en mí. Múltiples sentimientos mezclados de frutas, de
ayudarte a reencontrar los ecos de felicidad y de vida. A aceptar flores, de zarzas, de piedras antiguas que encuentran y con las que
que el paraíso, al igual que tu infierno, no sea realidad. se reconstruía el edificio en cada ocasión de su vida. Reencontrar
en sí mismo el hueco de los brazos nutricios, la presencia de paraíso
de los padres unidos y amados.
La mujer psicoanalista y el niño: las ruinas del Edén En cada visita de un niño afligido, contemplo en mí la ruina
triste de las ilusiones perdidas, de las esperas decepcionadas. En mi
Este niño de nueve años, desde hace mucho avanza en su se ablanda la peligrosa connivencia entre la debilidad mimada y el
psicoanálisis con un talento natural. Ese día se plantea nuevas dominio ilusorio de las tempestades de la vida. Me reconstruyo
preguntas: "Quizás pronto no tendré ya necesidad de venir, o bien perpetuamente con cada uno de estos niños según la imagen de un
podré venir menos a menudo. Porque no seguiré viniendo siempre. cuerpo de madre, yo misma madre cono mi propia madre, y según
(Un silencio). Pero, ¿en qué consiste su trabajo? Nunca lo sé. No es la del niño extraño. El estilo cambia según el constructor con el
una profesora, no es una médica. Es como una mamá. No es eso que coopere.
verdaderamente. Entonces, ¿qué es?" Emocionante espontaneidad
de la pregunta. A la que respondo en la medida en que puedo en
ese momento. El niño sale del nido. Todo en mí se pone en duda.
¿Quién soy, en efecto, para este pequeño? Sobre todo, ¿quién es él
'? ¿en m1.
para m1., '?
Ha venido, sin solución para los demás. Vinculado a su madre
con un amor recíprocamente loco pero enormemente profundo.
Era, incluso indudablemente, era amado locamente. He preservado,
sin ninguna duda, ese tesoro, encontrado en mí a través de él. Sin
ninguna duda también, he trabajado con él para preservar para él
ese mismo tesoro. Ahora, creo que verdaderamente se lo he devuelto
a su madre que estaba a punto de perderlo. En efecto, ha sido
necesario soportar sus desgarramientos y hacer en mí un tejido
reconocido.
¿A qué niño he renunciado yo en mí? ¿Qué he reconocido yo,
en ese pequeño, del niño que existe en mí? ¿Con qué madre común
hemos hecho nuestra guerra y nuestro amor? ¿Con qué pareja?
Me recuerda a un paisaje: en el fondo un bosque de pinos,
rodeado de helechos y de brezo, con musgo bordeando sus revesti-
mientos, una casita se hunde lentamente en su pasado. Los restos
de un jardín cerrado conservan algunos árboles fruta les y vestigios
VIII

PALABRAS DE ANALISTA

Como se parece
a su sombra sobre
el agua
el Iris.

Matsuo Bashó, Haikai'

Mi voz lleva mis palabras hacia el espacio de un cuerpo. Células


de pensamiento. Caos organizado descrito por el lingüista. Las
oposiciones del lenguaje, fríamente identificadas y ordenadas es-
trecha y rígidamente, no son suficientes para dar cuenta del volumen
que toma la palabra. El espacio de la vida no es plano. La escritura
fija en la muerte la movencia del hablar. Movencia tridimensional,
tomada en el espesor de lo carnal, del afecto y de lo pensado.
El lingüista razona sobre el enunciado del discurso, en análi sis,
sobre las estructuras que trasmiten el mensaje del emisor al receptor.
Claridad envidiable del lenguaje escrito, cercado de códigos, aco-
razado de sintaxis. Iluminación tranquilizante de las seis funcion es
del lenguaje mencionadas por Jakobson .
¿Qué puedo hacer yo, analista? ¿Es que voy a encontrar en
ellas lo que puede transformar mi palabra hacia mi paciente?
De la estructura, solamente quiero reconocer al emisor y al
receptor. Aunque este receptor no tenga valor absoluto cuando es
el analista, ya que escucha el mensaje a través del tamiz de la
transferencia. Tejido cerrado en múltiples tramas que reúnen toda
la estructura mensajera en la imagen única del que habla, excluyendo
el interés del código, del canal y del contexto.
El analista habla. Un acontecimiento más o menos raro ya,
según la época del proceso en desarrollo, según la técnica y la
teoría de Ja interpretación y, sobre todo, sin duda, según la persona
que contiene el analista. El enunciado del mensaje trasmitido por
él desde el interior cerrado del cuerpo analítico, puede tomar un a
de las dos forma s descritas por Freud: la interpretación y la con s-
trucción .
/ (¡ LA M U.11\N SIN ('/JA U DAD PALABRAS DE ANALISTA 163

La interpretación así concebida retoma brevemente el enunciado Palabra dada. Palabra tomada. Promesa de un contenido del
del paciente emisor para oponer, acercar, ser sinónimo de una yo, inmaterial intercambio sobre la onda impalpable del soplo vital.
palabra o de una frase corta. Juego de palabras. Retorno del enun- Acto de identificación del motivo sometido al espíritu.
ciado hacia el enunciante. La construcción acerca y compara los Silencio donde choca el discurso. Silencio unívoco, aislado, an-
elementos descubiertos de importancia recíproca, en el enunciado titético. Reunión infinita de los posibles. Telón ante el acto de la
actual y en los anteriores. En efecto, el enunciado del mensaje, vida. Espejo de la palabra, espejo del campo inmenso, inmóvil,
tomado como tal, es el fondo analizable. Pero, ¿cuál es la mutación, donde se construye la imagen, entre bocas y oídos, imagen doble
en la persona a quien se dirige un enunciado, sea cual sea? del paciente, proyecto en el analista.
Interpretar, tanto en análisis como en música, sería quizás in- Identidad, no del uno al otro, sino del uno y del otro. Intercambio
formar la formulación por medio de la enunciación y de la entona- de sentido, equivalencia de vivencias, multiplicidad de lo esperado
ción. ¿El hablar del analista estaría constituido por un enunciado y de lo deseado. Detrás del espejo verbal, la persona. Una for-
analizante del mensaje emitido por el paciente, por una enunciación ma vislumbrada a través del discurso, lo que tarda un brazo re-
que el analista supone adecuada a las necesidades que el paciente plegado bajo una nuca, una pierna en cruzarse en torno a una
siente y por una entonación expresiva de movimientos interiores, frase, una sonrisa incongruente. La palabra no es nunca justa, ya
diría yo, tan neutros como sea posible? que es polisémica. Pero, en este intervalo de sentido entre analista
Así, henos aquí ante las funciones del discurso, de las que, y paciente, en el hueco etimológico, germina la diferencia identifi-
desde mi punto de vista, el analista se reserva dos: la expresiva o cadora.
emotiva, que se centra en el emisor, y la poética, centrada en el ¿Qué sería este paciente con otro analista? El hilo que sigue el
mensaje. En el mismo lenguaje, con qué código indispensable, el discurso bordea otros tantos hilos. El matiz de los sentidos, los
paciente y el analista van a modificarse recíprocamente en lo más reflejos del espejo no serían los mismos. La misma pregunta la
profundo y misterioso de su ser. Como una música. Como una hacen los niños: ¿quién sería yo si mi padre se hubiera casado con
partitura a dúo, sobre el fondo de una orquesta. Los afectos y otra mujer? Lo absurdo del pensamiento que pretende modificar
fantasías subyacentes a este texto que vincula a los intérpretes. El los términos originales de la vida. Filiación de la lengua hablada
analista pone en duda al compositor. Sobre un inconsciente se que engendra la configuración psíquica, Ja lógica específica de
estructura el texto. La palabra es símbolo del yo. Construido con cada pensamiento. Transubstanciación del ser vivo, mentalmente
anterioridad a su propia representación de sí mismo. representado en su lenguaje. Inscribo en el moviente de las formas
Si, opuestamente al lingüista, yo psicoanalizo, pretendo encon- que se impregnan y se deshacen. Me hago responsable de una
trar la estructura de las construcciones inconscientes que subyacen forma al igual que el escritor, según Barthes, o como el escultor
en el discurso de mi paciente. Más allá de las normas, teoría y sobre el bloque de mármol.
técnicas, su palabra llega a mi propio inconsciente, descifrado en Mi palabra se inscribe en lo viviente y se transforma en el otro.
mí misma en torno a su mensaje. Imágenes mías, evocadas y olvi- Asombrosa y a menudo irreconocible cuando se me devuelve re-
dadas, aromas, tibiezas, violencias y ternuras, la polisemia del len- modelada por otro inconsciente, sojuzgada a la transferencia, trans-
guaje permite todas las transformaciones del otro en mí. En el formada por la inconcebible profundidad. Palabra abandonada a la
momento de la inmersión lenta o abrupta, cordaje de lo conocido, transformación, como un elemento de mí misma, puesta en forma
el hilo de mi pensamiento me mantiene sin llegar a los delirios perceptible para quien está destinada, convertida quizás en reco-
comunes. noscible entre él y yo.
Siempre flota lo extraño en el espesor claro de las palabras.
* * *
* * *
164 LA MUJER SlN CUA LJDAD PALABRAS DE ANALJSTA 165

Desaparecer. Para dejar que mi paciente aparezca a través de La llamada del analista, llamada al simple hablar. Incitación a
su discurso. No moverse. No hablar. Concentrar mi atención en asociar y a asociarse. Contrapartida de la bipolaridad de la situación.
esta persona, mi curiosidad quizás, mi espera y, también, mi simpatía. Si, según Sperber, ¿las llamadas sexuales son la primera fuente de
Dejar sitio a la fantasía: el silencio presente lo verbaliza en el la palabra? Seducción recíproca. Primer código simbólico de la
paciente. El espacio de la palabra va a convertirse en el espacio de ' oposición fundamental. Metáfora original. Formar sólo una unidad,
la fantasía. pero permanecer distintos.
La materia está siempre antes. El movimiento precede siempre Muy pronto, en la cura, el descubrimiento, lo igual y la diferencia.
al pensamiento. El lenguaje recrea a distancia la vivencia del cuerpo Casi despersonalizante: una parte observa a la otra que participa.
móvil. Simboliza la vida de un cuerpo y sus desplazamientos en El yo se escinde al representar las situaciones probables. Le es
concordancia o en oposición con otros cuerpos. Placer y muerte. necesario proyectar, sobre otro, cada pequeño trozo de sí mismo,
La palabra representa e interpreta toda realidad. El sentido es difícilmente aislado, para reconocerle, para identificarle. De la di-
siempre segundo. ferencia ha salido la identidad. La palabra del analista solamente
Federico no quiere tener niños, por miedo a sentirse padre. Es nombra los fragmentos de sí mismo reconocidos en le mismo,
un medio para castrar a su padre. Así no estará obligado a dar a su intensamente comprometidos hacia la diferencia entre el otro y el
hijo el nombre de su padre. Antes bien, le daría el de su madre. sí mismo.
Sería como saltar una generación: la suya. "Podría tomar este Fascinación de Narciso, por su propio reflejo. Satisfacción de
sentido, no tener un hijo ... " ser sí mismo. Llenar mi propia laguna: ilusión necesaria donde
¿Cuáles son los nombres que da una madre a un hijo monstruo tiene su fuente el deseo. Verbo fundador de distancia entre carne y
salido de sus entrañas? El monstruo que cada uno lleva en sí pensamiento que reúne obscuramente este otro igual en la ocasión
mismo permanece protegido por el inconsciente, controlado por la misteriosa de lo reprimido.
represión .. Anterior a la palabra con una duración suficiente para Valor de las palabras, donde fluye la evocación simbólica. Pro-
vencer el peligro que el silencio evita. Transgredir. Nombrar el yección de un resplandor que se percibe de mí hacia el otro, placer
monstruo. Error del cuerpo, aberración del espíritu. El "no", el del reconocimiento. Intercambio de las señales que subtienden el
primero de todos en aparecer, reglamenta el apetito monstruoso. El Eros. Actividad simbólica de creación.
no evocado por el silencio del antro analítico hasta el difícil cono- Sobre el mismo fragmento, la elección de una faceta. Fibra a
cimiento del monstruo familiar aglomerado en nuestras entrañas, fibra, la palabra del analista empalma el tejido de las pulsiones
evocado en los progresivos parecidos con el espejo que nos ofrecen inhibidas. Centelleo pulsional en el fondo del ser donde la persona
las palabras. escoge ser fragmentada por el deseo, unificada por el abandono de
Día y noche. Hombre y mujer. Bien y mal. Paciente y analista. una totalidad ilusoria. Dominio simbólico de la depresión: facilitado
Yo y no-yo. Ilusión verbal de lo binario. Bipartición perpetua con- a veces con suerte por mi propia boca, la contraseña hacia un
figurada por la escisión sexual. Dilema repetitivo del pensamiento proceso puesto de nuevo en marcha. Dolorosa comprobación para
desde que éste toma posesión de la palabra: el sí y el no. Oposición el paciente la del lugar vacío de los objetos que reemplazan a las
que, de hecho, suscita la complementariedad, la secuencia, el con- palabras. Los del analista, que simbolizan un momento el sueño
tinuo. Tomado como un todo, el corte separador tiende siempre a perdido.
anular o a transformar. Antinomia de la unidad del yo que se Orfebre de su pen samiento, del que detallo el objeto reducido
reconoce en la multiplicidad de sus posibles, pero también en los al eco de mi voz, juslamcn lc adec uada para sentir que un vacío se
abandonos progresivos sobre los que se organiza. El cuerpo sexuado ha llenado. Siguiendo :i nii p11rienlL' t n su itin erario interior, lo veo
y libidinizado da acceso a la simbolización de las partes investidas preparar el terreno ha ciu s11 s ohj1·los n·<.'rL·11dos . Duelo superado a
del sí mismo. cada in stante por la lilm• nlil1 '11 11·11111 d1· l11s pil'/.aS en el inquieta nte
166 LA MUJER SIN CUALIDAD PALABRAS DE ANALISTA 167

juego de sí mismo. Limitación del yo a su riqueza propia, vivida poco a poco, a los de una pareja horrorosa y rechazante, que no
fuera de aquí por otro distinto a mí. Finalidad indefinida y desco- obstante la engendró.
nocida. Cada palabra mía es un adiós que se percibe. Su eco en mi Inventa frases emocionantes por su dureza, reúne ante mí, para
paciente tiene el sentido de retorno. Si he escuchado bien, si he mí, las palabras que jamás ha oído de forma parecida, me cuenta
respondido bien, lo devuelvo un poco a sí mismo, salido de mi la vida como un infierno libresco, un Jéróme Bosch de biblioteca.
pensamiento sensible, dejando atrás el sufrimiento de la renuncia. Sus palabras se deslizan en mí rodeando mi ser. ¿Acaso la locura
Un punto que vuelve a lanzar el hilo a lo ancho de la trama. Y que permanece también en mí, sin duda, en el origen? Anacrónico
me aleja un poco más. diálogo entre Eugenia y yo, de un niño nunca bien nacido, y de una
mujer nodriza perpetua. Envuelta por palabras a su medida, Eugenia
* * * puede alejarse por algún tiempo sin ahogarse de nuevo en el inde-
cible horror.
"No eres imparcial", declara Eugenia. Es extrañamente verdad, Consolidar este hilo sobre su propia rueca, reanudada al teléfono
y sorprendente, viniendo de ella que me tutea desde siempre. He muy a menudo por la noche; Eugenia no tiene nunca Ja certeza de
sacado de mí las palabras perdidas en lo profundo de los dolores y que yo me haya retirado de su mundo. Garantizar que la muerte no
placeres viscerales. He transformado para ella en paradigmas de ha quitado demasiado rápidamente, a su pensamiento naciente, la
cuerpo humano las serpientes, arañas, sapos y cucarachas que se envoltura dentro de la cual partimos todavía a descubrir algunas
reúnen con ella por la tarde, alucinando sus noches. Imparcial no formas verbales para mi yo.
puedo serlo. Rehago con Eugenia, en sentido inverso, el largo
camino hacia la vivencia infantil. No sabe su edad, pero es mujer * * *
desde hace mucho tiempo. Las imágenes hormigueantes que la
consuelan proyectándolas sobre la pared de su habitación, las he Las voces y las palabras.
reencontrado en la carne de antaño y traducido para ella en cólicos Las palabras que se querría escuchar. Las palabras que jamás
del lactante, en dolor de muelas, en dolor de cabeza. Lo dicho se han escuchado y las que no escucharemos jamás y aquellas que
inquieto y tierno, la voz de Ja madre atenta hace familiar el bestiario ya no se escucharán. Las palabras que van más lejos que el pensa-
interior de los primeros sufrimientos. miento. Las palabras enganchadas a la tempestad pulsional. Las
Hasta estar conmigo, jamás Eugenia había osado comprender palabras que no hace falta decir y las que uno tiene deseo de decir
con palabras su dolor de vivir. Un inmenso dolor de vivir. Es y las palabras que se dicen sin oírlas.
necesario renovarlo con su piel. Como en semblante de amor. Todas las palabras se juntan, se reúnen en el borde lunar del
Volver a poner en palabras simples lo que el pensamiento del inconsciente, y a veces se escapan de él.
adulto rechaza del niño que todavía sufre en él. Marcar la huella Jamás cerrado a no ser por el autismo, el cuerpo vivo está
lenta de la imagen verbal que emerge de nuestras fantasías. El siempre sometido a la intrusión posible. La palabra ultraja sin
cuerpo no es tan oscuro. El espíritu va a iluminarlo. El pensamiento, cesar esta frontera orificial de los sentidos reagrupados. El oído es
a dominarlo. Las palabras son tranquilizantes en sus estrechos límites penetrado sin defensa, intervalo corporal donde se reúnen los sentidos
sonoros y escritos. Contienen el eco del ser carnal, pero permanecen fonéticamente evocados.
a distancia. Las palabras nos neutralizan. La palabra es intolerable. Lo escuchado evoca el vacío interior,
Cerca de mí, Eugenia aprende a jugar con ellas, aprende a el no-contenido. La palabra del analista es un ataque. Cualquiera
ponerlas en el lugar de los animales alucinados: "Es como cuando que sea la intención. Los brotes pulsionales se manifiestan en forma
pinto", dice. Traducimos el enigma de sus miedos desenredando el auditiva. Porque el otro está tendido, sin defensa. Abandonada la
hilo incon sciente y sólido que la ata a su propio cuerpo. Y quizás, actitud verti ca l ag resiva o defensiva, que permite dominar al ad-
168 LA MUJJ::N SIN ('U;\UDAD PALABRAS DE ANALISTA 169

versario. Lastimado sobre el diván por las palabras, como una blada. Acordándome de mí. De este recuerdo he sacado una imagen,
mariposa, diría Federico, solamente es cadáver el que ha sufrido la un negativo en el que se sobreimprime la imagen del paciente. El
violencia. Esta actitud de estar echado hace alusión a la muerte. mismo y el otro se reúnen, se identifican, se distinguen. Me acuerdo
En la mujer también esta pequeña muerte que es a veces el de él en mí. Su propio recuerdo se reconstruye en mí, a base de
abandono difícil al placer sexual. Abandono de las defensas que hilos ligeros y de piedras erguidas, con anterioridad a la palabra,
vienen de más allá del cuerpo y del tiempo. El síntoma ¿no sería que proyectan su sombra en mi memoria. Se apropian de mí los
una renta libidinal más asegurada? El conflicto del deseo incons- jirones que rodean mi discurso, jirones suyos vueltos a pegar en mí
ciente se repite enfrentado con su realización eventual. Antes bien por el recuerdo de haber sido. Visión fugitiva de una homología
ser cadáver. Encontrar un sentimiento de confianza. Estar echado que sólo aparece para desaparecer.
en una palabra que no hiere.
Memoria. "Huellas verbales". ¿Pero la memoria del cuerpo? El * * *
cuerpo recuerda con anterioridad a las palabras, más allá de las
palabras, goza y sufre por aquello que las palabras han olvidado. Joven analista, la señora N. se deprime ante una paciente en el
Lo inefable entre él y yo, allí, sobre ese diván, para ser puesto en límite de la psicosis. Acepto que venga a hablar conmigo de su
palabras. propia depresión en relación con el "caso". Siempre escucho ese
Significado. Enunciado. "Dar a la emoción una expresión ver- movimiento interior que se hunde ante mí. Como el eco rebota de
bal. 1" Con la rememoración como finalidad -de un hecho, un un lado al otro del precipicio.
gesto, un incidente- o de una vivencia implacable. La señora N. derrocha por su paciente una energía sin retorno,
Y la resistancia. Freud insistía entonces. Autoridad, pues, de la que huye de ella y después también de la paciente, sin más trans-
que ahora nosotros censuramos lo insoportable. ¿Lo era acaso en- formación que un odio móvil y huidizo en la transferencia. La
tonces? Mi palabra de analista está ahora cargada de todo el pasado. señora N. viene a lamentarse: se siente vacía de cuerpo y de espíritu,
Se me impone la necesidad de encontrar las fuentes de cada día y no encuentra en ella nada que dar para nutrir una relación, y no
en cada uno. Despertar el afecto. Suscitar lo inextinguible. Perforar sabe cómo concebirla. Como su paciente: imposible de concebir.
el secreto. La ruptura de la bolsa ... las aguas se extienden ... Lágrimas Poco a poco, yo misma empiezo a percibir. A través de mí se
o palabras, el contacto con el afuera. Ruptura del paraexcitación evoca la avidez de la paciente de la que habla la señora N. Esta
que protege el inconsciente. En modo alguno una "experiencia avidez no me concierne. Pero la señora N. parece que reproduce
emocional correctiva" (Greenson), sino el desnudar el recuerdo de sus mismos elementos con respecto a mí. Me convierto en la madre
sí mismo. - nodriza sustitutiva cuya mama mágica podría llenar su boca,
La voz es persistente en mi oído, la homofonía provoca en mí vacía de sentido, con una leche de palabras sabrosas y benéficas.
compartir lo emocionante. Pero distanciado, apreciado en su valor Quizás incluso podría encontrar, para su actual satisfacción, una
sintomático. Objeto del analista y no finalidad de mi palabra elíptica salida identificatoria no menos satisfactoria, el placer, en su paciente,
que va a rodear lo reprimido. Cercarlo poco a poco por un decir de abrevar a su paciente, a su vez, con palabras mágicas y bené-
desviado de su vía ingenua y costumbrista. U na habilidad que se ficas.
dirige a nuestro yo más identificado con sus propias pulsiones. El Tolerar las pulsiones. Elaborar nuestra contratransferencia. In-
otro lado de la palabra analítica. teriorizar la relación analítica que se convertirá en una función
¿Acaso no soy yo entera cuando hablo interpretando? O desdo- personal. Las aportaciones teóricas, los maestros idealizados, me-
tabolizados en pensamiento interpretativo. Todo pasa por nuestras
imágenes comunes. El juego cruelmente narcisista de la paciente
1
S. Freud y J. Breuer, 1956 y 1981, p. 6. induce en nosotros la confusión de los orificios: el oído de la una se
170 LA MUJER SIN CUALIDAD

convierte en la boca de la otra. Se establece, entre nosotras tres, IX


una comunicación privada, personal, en la que lo inefable de cada
una requiere una protección evidente. Las pulsiones devoradoras SER PSICOANALISTA
evocan este deslizamiento inquietante de la destrucción hacia el
pensamiento, el más precioso contenido de un cuerpo materno
psicoanalítico. Volver a ordenar el adentro pulsional. Aprendizaje
de vivir. ¿Defenderse de qué, sino es de la fantasía común? El
amor y la envidia. La envidia, que quiere acaparar el objeto brillante ¿Cómo podría expresar aún lo que no es la mujer?
del saber adulto de la mujer. Conocimiento de lo humano depositado El interior de un jarrón no se muestra. La superficie exterior
en el repliegue íntimo, y aniquilado en la castración por el poder decorada, más o menos seductora, distrae del continente. "El cuerpo
lácteo. Secreción misteriosamente salida del boca-pecho analítico. crea el espacio como el agua crea el jarrón 1". Una forma, unos
Madre arcaida, madre de la regresión necesaria y antagonista, colores, unos trazos, la parte exterior del vaso es el soporte que
hombre o mujer, el analista. Recreada cada vez que se encuentra, significa el espacio de continencia.
de nuevo repetida, la represión. Objeto odiado y deseado del deseo Cuando el paciente visita al analista, éste presenta una apariencia,
inexpresable. El sí mismo y el otro, flor naciente del narcisismo. establece un marco, enuncia una regla. Parte externa de este jarrón
La puesta en palabras marca los límites de la nada fantaseada, para la angustia. El paciente se dirige hacia el interior, a esta parte
la conjura, porque la define. Núcleo inatacable que, en sí mismo, donde el eco resuena, a este adentro donde puede depositar para
puede encontrar el analista. Ayudar al alumno analista a encontrar que maduren, si no para que curen, las partes sufrientes de sí
en sí mismo la equivalencia narcisista. De este elemento profundo mismo. Ambos participan de esta gestación complementaria de su
del sí mismo se extrae la palabra analítica para enfrentarse a la pensamiento y de su sensibilidad. Hacer posible la evolución de la
depresión. Obstáculo contra el que la envidia devoradora disminuye. persona por la función placentaria del analista. Objeto compuesto,
Apoyo del insight. Totalidad más allá del verbo donde se descubre de este analista, cuya polisemia se funda en lo materno, en el
la persona, cuando la palabra escuchada se arriesga a lo insopor- espacio interno receptivo, aspiración del soporte, camino hacia un
table. adentro del otro para la búsqueda de sí mismo: otras tantas repre-
El interior guarda su misterio. Nacerán en él las palabras, todavía, sentaciones de acceso vaginal y de penetración matricial, que pre-
próximas o lejanas de la emergencia consciente. Experiencia de sí figuran la demanda de análisis.
mismo que realiza el aprendiz de analista luchando con la hechicería Imaginado vacío, el espacio psíquico que el analista pone a
de la angustia. Dominio ilusorio. Realidad inalcanzable de lo des- disposición de su paciente va a revelarse pronto ocupado de extraños,
conocido de sí mismo en el trabajo de la relación. Cualidad de los transformables a discreción, bisexual y polimorfo. Pero, fundamen-
humanos la de poder decirse. talmente, es paciencia gestadora. Madre transformada, distendida
por la evolución interna de lo que lleva en sí misma, recipiente
limitativo que será necesario evacuar completamente. Tener que
separarse del analista "a término". Abandonar la placenta analítica,
el vínculo umbilical-fálico con este interior productor de placer,
exigente de libertad reciproca, transformador de angustia.
Pero ¿qué sucede entonces conmi go? Analista, en efecto, pero

1 ScMhdrnzudu, 'l't•11m 11.1,11 11kli11, 1 l111 d11 p1u S11 11ii /\li , 1974.
172 LA MU.JJ:'U SIN ( 'UA U DAD SER PSICOANALISTA 173

no por ello menos mujer. Madre también, solamente por este hecho la mujer analista, sólo una manera trivial de ser. Simplemente pone
en sí mismo, por mi misma sustancia. ¿Acaso realmente más que a disposición del analizante el espacio psíquico natural del que está
otras? ¿Es que mi destino de mujer me predispone más a esta construida, envolvente espontánea, "instintiva" en el sentido freu -
paciente gestación infraverbal que favorece la construcción, el apoyo diano. Envoltura que protege y nutre, que limita y da forma. En-
narcisista del paciente? Disposición a la maternidad fundada también voltura con la que se identifica doblemente, como niña y como
en el hombre, sobre la fantasía de niño, sobre la bisexualidad mujer. Envoltura sublimada por la formación de analista y repensada
originaria de la psiquis, de la que dispone en su funcionamiento de en la función de análisis.
analista. Vinculada también a la falicidad por el uso de la palabra La esencia, específicamente interior, de la mujer, de donde
entre este niño-paciente y yo misma. Siempre la palabra del padre. fluyen quizás su sensibilidad narcisista y su necesidad de amor (en
Exactamente igual que los afectos violentos vinculados con la in- la perspectiva de B. Grunberger 2) me parecen poder proporcionar
trusión y con la persecución pueden igualmente ser compartidos al paciente un lugar de trabajo totalmente natural para sus necesi-
entre femenino y masculino. Sin embargo, algún matiz específico dades narcisistas, para las lagunas mas esenciales, para la proble-
se desprende de la emoción sentida: la violación. La intrusión más mática de la separación y de los movimientos depresivos y para los
precoz, generalizada, toma aspecto femenino y define el sexo en su nuevos investimientos indispensables. No es que este estado femenino
diferencia. El orificio vaginal da forma al tercer oído, sensible al no pueda existir en el hombre. Sin embargo, en el hombre analista
aspecto sexual estrictamente femenino de la intrusión, a este aspecto
puede ponerse en contacto con las partes femeninas de su sexualidad,
de boca desesperadamente abierta por la necesidad narcisista y
gracias a la ampliación de sus capacidades identificatorias. De la
después por el deseo sexual. Orificio abierto a toda suerte de veja-
misma forma que un gran número de mujeres analistas son suscep-
ciones como el oído a la palabra destructora, a la interpretación
tibles de encontrar sus identificaciones fálicas y paternas en algunos
salvaje, a la violación verbal. Imágenes de terror como las de la
procesos contratransferenciales.
palabra puesta a disposición de la omnipotencia materna.
Como mujer analista, me encuentro pues enfrentada, sin duda
más directamente que un hombre, a las emociones antiguas mal
Transferencia
integradas de mis pacientes. Pero también con el distanciamiento
necesario. El conocimiento de estos procesos, que son los más
precoces, como han demostrado los analistas de la escuela kleiniana, Espacio privilegiado donde el paciente vuelve a depositarse, a
me incita a la distancia analítica. Las fantasías de incorporación concebirse de nuevo, para convertirse en adulto. Vacuidad disponible
recíproca son inherentes a la feminidad. La materia femenina está que se esperaba fecunda. "Pensamiento vacío", según Kant. Espacio
constituida para ser incorporada por el lactante por mediación de a priori. Categoría inicial. Cosa en sí misma incognoscible si no es
la mamada, y para incorporar el sexo masculino en el acto sexual. por la intuición, lo sensible en primer lugar, la experiencia de la
Todas las representaciones de placer y de violencia, de creación vivencia, tal como Bion la situa en su lugar original del pensamiento.
y aniquilamiento, fluyen de esta primera realidad. La mujer es Película donde el objetivo va a fijar una imagen. Pecho que espera
esencialmente penetrable. Procreación y destrucción están íntima- al niño tanto como éste está dispuesto a recibirlo.
mente ligadas en la fantasmática femenina y deben, lentamente, en Aparato para concebir, el analista dispone de un espacio feme-
la cura, diferenciarse de la estricta sexualidad para convertirse en nino inclinado hacia la maternidad. Espacio de ensoñación donde
placer y displacer soportables. Lentamente, pacientemente, sin co- se enraíza el paciente para desplegarse en lenguaje. Palabra vertida
erción posible, como una gestación bien nutrida, donde los peligros en el receptáculo silencioso del marco analítico.
de aborto son elaborados sin cesar para conservar al niño con vida,
la envoltura matricial que se ofrece al paciente regresado es, para 2
En La se.xualité f émenine, op. cit.
174 LA MUJER SIN CUALIDAD
SER PSICOANALISTA 175

¿Neutro, el analista? No. Siempre ensombrecido por deseos el nacimiento de un hijo 3 • La transformación del objeto es pues
inconscientes. Introduciendo al paciente dentro de sus límites insis- una noción específicamente femenina. De aquí el temor que los
tentes, de sus coacciones, de su organización preestablecida, de su sentimientos de cambio promueven. Espacio donde se plasma el
preconcepción contratransferencial. Y, sin embargo, aceptando la
sueño, pavoroso por su insumisión a la conciencia. Toda realización
penetración de su espacio por este objeto/paciente que se instala
pulsional supone las transformaciones, la espera y la penetración
incierto en el diván que se le ofrece, como el embrión en la pared
del objeto por las partes proyectadas del yo que van a sufrir modi-
uterina. Dispuesto a vivir el intercambio simbiótico.
ficaciones durante su paso, o su choque contra este objeto. El
Espacio ya tapizado de recuerdos de la vivencia sensorial, re-
modelo sexual de la penetración en el interior femenino está conte-
modelados por la atención analítica. En esta situación, la vacuidad
nido en las primeras relaciones boca-mamelón. Si es fuente de
femenina no debería encontrar obstáculo al estado analizante. Se
puede suponer que el modelo materno del funcionamiento del ana- terrores, tanto en la niña como en el niño, por la representación de
lista, encontrado por Bion después de Ferenczi, es evidente en la un acceso imposible al interior materno y a las fantasías de des-
mujer analista. Si bien tengo conciencia de que esta representación trucción que sugiere, también es investido por la niña como fuente
topológica supone una transposición de las representaciones anató- de placer, incluso si el placer debe trascender la realidad.
micas imaginarias a las del aparato psíquico o aparato para pensar. A pesar de la afirmación de Bion según la cual "la evolución o
No es menos verdad que el sentimiento oral inicial se transpone en el desarrollo mental es catastrófico y está fuera del tiempo 4 " , me
la mujer sin rodeo exterior, al sentimiento sexual por la interioriza- atrevo a pensar que si los cambios fisiológicos en la niña pueden
ción de la relación proyectiva con el pecho. Me parece que este considerarse efectivamente como catastróficos (en el sentido en
proceso debe facilitar, a la vez, las identificaciones con el continente que lo entiende R. Thom), no obstante, están estrechamente vincu-
materno productivo y con el objeto que contiene. La positividad, lados con el tiempo en el sentido de la demora y del aplazamiento,
necesaria para la iniciación de este proceso, integra forzosamente como ha escrito J. Chasseguet-Smirgel. La niña está sometida a
la aptitud femenina para el placer de la penetración. La mujer es, a sus propios cambios, a sus mutaciones, especie de catástrofes en la
la vez, los dos elementos del modelo continente y contenido. Se dinámica de las representaciones del sí mismo. Las mutaciones de
puede, pues, imaginar que la situación de análisis la adquiere es- la pubertad: la aparición de los pechos y la regla son vividos como
pontáneamente cuando su propio análisis le permite la elaboración el resultado de este aplazamiento de la feminidad, presente durante
indispensable de las múltiples formas de relación que esta situación todo el período de latencia y ya desde la tierna infancia, pero
requiere. Especialmente cuando los componentes persecutorios de también como la progresión peligrosa y misteriosa hacia el desenlace
esta relación pueden actualizarse, por muy penoso que este trabajo posible de la transgresión incestuosa. Quizás la distinción entre la
pueda ser, porque conduce al viraje esencial de la depresión. sexualidad femenina y la gestación materna traduce la prohibición
Lugar, pues, de transferencia, el espacio femenino se carga, por de manera categórica. Las dos funciones son profundamente dife-
ello mismo, como lugar de cambio y de transformación. Funciona- rentes: diferencia del principio del placer al principio de realidad.
miento monolítico del hombre que se representa, más bien, en el El superyo materno marca muy fuertemente la pubertad de la niña,
fenómeno eréctil del cuerpo, del sexo, del pensamiento, como la tanto en sus matices negativos como positivos. Es el origen de
criatura primera. Por oposición, la mujer se representa como conti- muchas de las dificultades relativas al pensamiento intelectual por
nente transformador en una relación de dos. El modelo de la incor- la inhibición de los deseos hacia el pene y por la renuncia a la
poración circula directamente del nacimiento de la hija al de sus falicidad de las identificaciones paternas.
hijos, desenlace de las transformaciones de objetos incorporados
por los fenómenos elementales de la feminidad. La maternidad es 3
J. Chasseguet-Smirgel, 1988.
consustancial a la psicosexualidad femenina, desemboque o no en " W.-R. -Bion, 1974, p. 183.
SER PSICOANALISTA 177
176 LA MUJER SIN CUALIDAD

Entregada al cambio, la mujer cambia también por el hombre: renuncia a la posesión edípica, y esta evolución solamente puede
desfloración, embarazo, alumbramiento. Incorporación e interiori- realizarse si el analista pone a disposición de su paciente una
zación determinan directamente las representaciones de su aparato capacidad suficiente de separación materna.
psíquico. Ella se convierte entonces en el lugar donde se desarrolla Entre los aspectos de la germinación del contenedor femenino-
lo paterno en forma de gestación, de realización, de creación. La materno aparece otra transformación: la interpretación, esencial
maternidad es para ella la transformación, en objeto desconocido, para la dinámica analítica. La formulación de la interpretación,
de una parte misteriosa de sí misma. En el niño aparece el incons- que procede de una atención cuyos límites son los de la personalidad
ciente femenino: el deseo se convierte en realidad concreta; lo del analista, precisados y extendidos por su formación, es: según
desconocido del sí mismo situado fuera, actuado, objetivado. Bion, "el segundo plano de las experiencias de la vivencia sensorial";
Se concibe fácilmente que esta situación es válida para promover según Winnicott, las experiencias de la "competencia materna".
Pero también para Bion es una "transformación". Una transforma-
la denegación en el hombre, empezando por Freud. Es terrorífico
ción !imitadora de la libertad, que debe generar otras mutaciones
para él ese deseo que sumerge lo más íntimo del sí mismo en un
por el choque del inconsciente con el principio de realidad repre-
lugar deseado donde se sepulta. Sus fantasías más frecuentes, que
sentado por el límite del espacio materno analítico. La función a
se relaciona con el fenómeno del coito, son las del vaciamiento de
del analista está limitada por los elementos f3 inasimilables, quizás
sí mismo (emisión espermática), las de devoración por la vagina y
significados por las representaciones de efracción y de destrucción,
las de transformación mágica del pene. El niño no es el resultado
de retención y de rechazo, vinculados a la experiencia uterina y
de la siembra, sino, más bien, el del pene captado y transformado
reproducidos en los incidentes del primer año de vida. El analista,
por el vientre embrujado. Esta fantasmática promueve aparentemente
en cuanto madre, no tiene que ser perfecto y, de todas formas,
la denegación del placer sexual femenino, fuente de castración permanece como el lugar del reproche fundamental concebido como
aterradora. un defecto, como el objeto necesariamente perdido, jamás verda-
La mujer se transforma incluso en la menopausia, castrada en deramente encontrado por el yo, vínculo esencial de los pensamientos
su capacidad de procreación y en su representación seductora. de la vida y de la muerte, último cambio tan misterioso como la
Necesario y despiadado cambio que en vano intenta "reparar los iniciación vital.
años de irreparable ultrajes". La renuncia la diferencia vivamente Desde el punto de vista de las representaciones de las instancias
del hombre en esta época de su vida, y este nuevo fenómeno de psíquicas, el marco del análisis se apoya, en el analista-mujer, en el
transformación es una nueva fuente de identificación negativa del modelo de la doble envoltura. La envoltura-placer, cargada pulsio-
hombre con la castración femenina, especie de desenlace de los nalmente gracias a la integración del sentimiento vaginal y de los
abandonos narcisistas requeridos al analista por la formación. deseos de penetración, envoltura estrictamente de hembridad sensual,
Y, a pesar de los temores que despiertan las fantasías de reten- coloreada esencialmente por la libido del yo, completada y recubierta
ción en el claustrum materno, la mujer analista, debería espontá- por la envoltura-realidad, envoltura del superyo materno que man-
neamente liberar en ella el proceso de separación de sus pacientes, tiene y limita el desenlace del placer por la realización de la fecun-
dispuesta a la función de alumbramiento, de separación corporal didad, la gestación y el alumbramiento.
del objeto que contiene e incluso dispuesta a la maduración. Se Esta envoltura-realidad funciona en el analista-mujer como pa-
puede, en todo caso, pensar que la separación, necesariamente raexcitación contra los deseos incestuosos hacia el paciente y tam-
elaborada para la terminación de una cura, debe serlo tanto en el bién contra los deseos inconscientes de destrucción devoradora. Es,
modo de la separación primera del nacimiento como en el de la quizás, uno de los factores cuya importancia, en la relación del
analista-mujer con su paciente, traduce el que las transgresiones
5
Rac ine, El sueño de Athalie. sexuales en los analistas-mujeres sean más raras que en sus colegas
178 LA MUJER SIN CUALIDAD SER PSICOANALISTA 179

masculinos. Es también el encajamiento de las aptitudes naturales tativa del analista-mujer, lleva quizás la huella de su feminidad, en
para la ensoñación materna, tal como Bion la ha descrito, o incluso el sentido en que la finalidad del analista está, inevitablemente en
de la atención fluyente que Freud preconiza. Con el peligro, en la ella, fundada en el sentido de la vida que ella da y protege, incluso
mujer-analista o, más corrientemente, en el funcionamiento femenino si la distancia simbólica del sentido separa el pensamiento de lo
de cada analista, de que las defensas fálicas no desencadenen una visceral.
sobrecarga de la palabra y de la finalidad interpretativa en detri- Evidentemente, interpretar no es únicamente frustrar y mantener
mento de la constructiva. en la frustración. El efecto destructor de la interpretación, la violencia
que le atribuye muy justamente Piera Aulangnier, puede tener su
* * * fuente en el fondo perseguidor materno, que las identificaciones
regresivas inconscientes del analista con el objeto-niño devorador
Enfrentada, como toda mujer, a los sentimientos de castración, o incestuoso despierta. Interpretar es también organizar el equilibrio
consecuencias del dominmio materno y de las fantasías de perse- entre los objetos internos y ordenar su dinámica, armonizar principio
cución interna recíproca, ¿la mujer-analista no tiene en relación de placer y principio de realidad. Es dejar al niño-paciente descubrir
con su paciente una actitud que le es propia? Conoce el largo su propio deseo, componer con su propia gama dándole el tono.
camino interior hacia el placer y el de la gestación hacia el alum-
bramiento. Esta realidad, la conoce a menudo más próxima del
sueño o del espejismo jamás esperado. La capacidad para el placer Antonio
y el conocimiento del placer son, para ella, una finalidad permanente.
La ensoñación materna deja que se comparta el placer con el niño- Desde hace varios años, Antonio se deprime lentamente, huye
paciente y protege en él las realizaciones que emergen de esta de la compañía, pierde confianza en sí mismo, fracasa en sus
capacidad. exámenes, se repliega peligrosamente. Desde hace algunos años,
En esta disposición de espíritu es en la que Freud ha descubierto sufre por no poder pensar en la muerte de su madre. Ha venido a
la cualidad de realización del deseo del soñar. El soñar protege el verme poco después de esta experiencia de extrañeza, por otras
sueño, la capacidad de placer de proteger la vida. Lo femenino- razones más aparentes que su amor intenso por esta madre des-
materno del analista respeta y prodiga la crueldad analizante, los aparecida. Tenía entonces dieciséis años y se expresaba con avaricia
sueños de satisfacción y los de realizaciones amorosas o profesio- y bastante mal. Me da mucha pena pensar que ahora tiene veinte
nales y el resultado del trabajo de consolidación narcisista en la años. Lo he "construido" mucho, pero no ha crecido, a pesar de su
persona del paciente. La envoltura nutritiva materna se aprovecha talla corporal.
del desarrollo de la disposición al placer, como la separación del Se desliza bajo las interpretaciones como la trucha hacia su
cuerpo del niño permite su propia erogenidad. El análisis de las protección cuando la mano la roza. Y después, una noche sueña:
realidades de la frustración sólo es soportable si se ejerce sobre las "Estaba con mi madre y toda la familia. No se hablaba de nada.
bases narcisistas sólidamente establecidas en el regazo materno. Me preguntaba cómo se podía actuar como si nada hubiera pasado.
En este sentido, la interpretación, que siempre deja sitio al No obstante, me encontraba muy feliz." Después, algunos días más
principio de realidad zarandeando las barreras de la represión, tarde: "Era como una enorme familia: por un lado las hijas y mi
sitúa al paciente en la triangulación y en la perspectiva fálica madre, por el otro los chicos y mi padre. Se hablaban unos con
paterna. La palabra, incluso incomprendida, crea la diferencia entre otros. Me sentía sólo entre los demás, como me siento habitual-
el sueño y la realidad por la percepción de una penetración sensorial mente". Después, poco después: "Janine (la amiguita que acaba de
que se convierte en signo, en la medida en la que el aparato abandonar) estaba conmigo y podíamos hablar tranquilamente, afec-
psíquico puede diferenciarla de la alucinación. La palabra interpre- tuosamente." La tranquilidad. Las quejas, por supuesto, pero la
LA MUJER SIN CUALIDAD SER PSICOANALISTA 181
180

violencia vuelta contra sí mismo y la rebelión desgarradora parecen estético" por excelencia, me parece, incluso si deformo y limito así
apaciguadas. La madre que hay en él se reconstituye. Cuando las perspectivas de Meltzer. Es el lugar donde persiste el exceso de
Antonio dice bruscamente: "Ahora duermo bien, y ya no tengo excitación que hace insuficiente la respuesta del objeto del deseo y
pesadillas. ¿Qué piensa usted?" Yo pensaba mucho, con mi corazón, proporciona una represión primaria difícil. Los movimientos de
Dije simplemente "Eso es bueno" Sobre todo no incidir en los separación, que se oponen a las identificaciones con los objetos
signos de posible felicidad. parciales, provocan la depreciación defensiva de estos últimos como
para justificar la pérdida y disminuir el sufrimiento que ocasiona.
Estos movimientos opuestos refuerzan dolorosamente la represión
Depresión que les concierne. Los afectos aparecen en las tendencias a la
ruptura y en las actuaciones que se ponen en marcha por la deses-
En el trabajo que necesitan las curas de mujeres, aparece una peranza depresiva. Se aumentan, a lo largo de la vida, por la
forma de depresión que me parece estar relacionada con los carac- acción de la represión secundaria, como pone de relieve G. Roso-
teres afectivos propiamente femeninos. Y, más precisamente, con lato9: "porque ella [la represión] reenvía con un deseo vinculado
el narcisismo femenino descrito por B. Grunberger 6 , cuando subraya con un traumatismo sexual en el sentido más amplio [... ] en una
la fragilidad de este narcisismo y sus vínculos con la necesidad que mezcla de placer, de prohibición y de desconocido".
tiene la mujer de sentirse amada para mantener su identidad. Estos Este traumatismo sexual me parece que puede comprenderse
movimientos afectivos parece que se diferencian en la niña mucho también como el traumatismo acumulativo de las insatisfacciones
antes de la pubertad, momento en el que Freud sitúa la intensifica- del resultado pulsional que representan para la histérica la conse-
ción del narcisismo original femenino 1 . cuencia de la hiper-erotización por los cuidados maternos y, sin
Grunberger insiste en la importancia de la frustración propia de duda, por la mamada. Karl Abraham imagina la hipercarga pulsional
los estados pregenitales, vinculada con la imposibilidad de una por la succión como fuente de la carga erótica del sexo femenino.
satisfacción sexual completa. El desenlace inadecuado de la bús- La forma que toma la depresión consecutiva a la dificultad de
queda pulsional es la causa de esta insatisfacción. La relación consolidación narcisista aparece en la clínica con las características
sexual de la hija con su madre, primer objeto sexual, está pues siguientes: el yo llega a investir y continúa invistiendo al objeto
basada en un señuelo y las primeras identificaciones con este objeto- libidinal, pero no llega a investir de libido suficientemente al sí
señuelo están probablemente en relación con la insatisfacción del mismo para que la pulsión pueda desencadenar el proceso de acceso
resultado de las excitaciones provocadas por los cuidados maternos. al objeto deseado. Como si apareciera, en forma de defecto funda-
Nos encontramos aquí con el problema del investimiento histé- mental, un sí mismo ausente o quizás incluso lo que Freud describe
rico de la envoltura corporal s y de los significados que va a tomar como la angustia producida por la no-presencia del objeto interno.
el amor como marca de la importancia relacionada con esta envol- Parece que, en esta situación, el yo conserva su libido de objeto, es
tura. Este proceso determina, en la mujer, la necesidad de ternura y decir, desposeída de su libido propia, de la vertiente narcisista de la
de caricias más que la de una relación sexual limitativa, como libido. Su economía y su dinámica se trastornan. La persona sufre
sucede en el hombre. El continente femenino parece investido desde entonces de sentimientos intensos de desvalorización, de incapacidad,
los primeros momentos de la vida a través de los cuidados corpo- de falta de energía y de insatisfacción de sí mismo, aun teniendo
rales, como de una identificación con el pecho formal, "objeto conciencia de que estos sentimientos esconden, en sus repliegues
profundos, una angustia existencial, experimentada en relación con
6 B. Grunberger, 1964.
7
S. Freud, 1914. 9
G. Rosolato, 1988 .
" A. Anzieu, 1987.
182 LA MUJER SIN CUA LIDAD SER PSICOANALISTA 183

su propia feminidad y con la precariedad de la imagen materna de la madre, a menudo representadas por las funciones paternas.
interiorizada. Este movimiento de defensa obsesiva contra la depresión es notable
No obstante, puede suceder que las identificaciones fálicas po- en muchas mujeres llamadas "intelectuales". En las que, por razones
sitivas con la imagen paterna, o, anteriormente, con el pene materno interiores o vinculadas con el entorno no han tenido esta posibilidad,
omnipotente, hayan protegido el funcionamiento intelectual, por quedan las obsesiones de limpieza, de huida fóbica y los rituales
otra parte, incluso si pueden utilizarse como contraidentificaciones característicos.
con la mujer del padre. Se encuentra la huella de estas identifica- Este movimiento defensivo, por el contrario, es completamente
ciones en la capacidad mnemónica intensa de ciertas personas, el natural en el hombre. Su pensamiento se carga fálicamente, con-
componente verbal participa en este factor como lugar de investi- sustancialmente y en el lugar del niño en su rivalidad con las
miento de la palabra y de la nominación por el padre. Se puede producciones paternas y en sus identificaciones con la plenitud del
entonces confirmar, por ejemplo, que la persona deprimida ejerce espacio materno, que incluye el falo paterno. En el caso de un mal
su profesión con brío, en todo caso con una facilidad manifiesta, funcionamiento de este proceso, la defensa del hombre contra sus
pero las satisfacciones que obtiene no son suficientes para afirmarla identificaciones femeninas vinculadas con el vacío y con la devo-
en su identidad. Se siente a merced del menor conflicto que hiciera ración, y contra el terror de los contenidos maternos, produce una
deslizar su frágil equilibrio parcial hacia los sentimientos de soledad desvalorización, es decir una anulación de la falicidad corporal, de
que experimenta desde que abandona el marco profesional. la función macho eréctil. La función inseminadora queda confundida
El sufrimiento femenino por esta situación reposa en la imposi- con la función anal, incluso con las menstruaciones. La fantasmática
ción de las identificaciones con el objeto anal materno, objeto de describe toda producción corporal o excremencial como signo de
expulsión y de desamparo irremediablemente depreciado. Está de- castración interna, hasta el punto de inhibir las producciones inte-
terminada por el mantenimiento, en el inconsciente, de una confusión lectuales. El pensamiento sobreinvestido se convierte en el signo
entre los orificios anal, uretral y vaginal. La dificultad está en de una fuerza fálica perseguidora. La escisión cuerpo/pensamiento
mantener, fuera de esta confusión, al objeto de la producción ma- está destinada a mantener el sí mismo como distinto del objeto
terna invistiéndolo de cualidades fálicas vinculadas con las repre- rechazado, pero sólo en la medida en que permite la idealización
sentaciones de la actividad del continente. Se puede entender también de las funciones vinculadas con el lenguaje.
esta situación como la que B. Grunberger describe como "la inver- La mujer puede recurrir también a este modo defensivo contra
sión del continente y del contenido", desinvestimiento de la la depresión narcisista, cuando sus identificaciones con el falo pa-
envoltura-objeto en beneficio del objeto contenido. El odio contra terno, incluido en la madre, son suficientemente potentes. Pero
los contenidos maternos y la envidia que suscitan son bastante permanece sufriendo de un no-investimiento de su vacuidad de
fuertes para proporcionar un sentimiento de limitación o de asfixia receptáculo, de su feminidad mal vinculada con su capacidad de
catastrófica del ser-mujer por el modelaje sufrido por el continente pensar. El orificio femenino solamente puede funcionar en el sentido
materno. de una evacuación, para eliminar este objeto de rechazo que es ella
Contra esta situación catastrófica, una hipercarga del pensa- misma. No es suficiente que este objeto tome la forma de un
miento intelectual, utilizado como objeto-contenido idealizado, puede pensamiento erudito. Puede permanecer como un pensamiento fác-
aparecer como sistema de defensa contra la angustia depresiva. tico por la relación narcisista de la mujer con la satisfacción sexual
Defensa obsesiva contra la imposibilidad de investir el sí mismo, y con la relación amorosa. Separada de este obstáculo, la mujer
agujero femenino asimilado a un espacio vacío, continente sin objeto. puede concentrar su pensamiento en la riqueza interior activa y su
El pensamiento se separa entonces de la vivencia y de las repre- contenido viviente.
sentaciones corporales que puede anular. Las funciones "superiores" Mónica es una mujer muy joven a quien el análisis le ha permi-
(de la cabeza) se escinden e idealizan, se asimilan al falo imaginario tido hasta ahora conservar sus capacidades de eficacia socio-
184 LA MUJER SIN CUALIDAD SER PSICOANALISTA 185

intelectual. Ciertamente, con gran esfuerzo por su parte y por la sí mismo. Fermentos y desperdicios de vida encerrados en él, reli-
mía. Para llegar a transformarlas, nos ha sido necesario, desde el cario del otro. Las emociones, protegidas en el receptáculo de su
principio, proteger ciertas defensas infantiles patológicas, como la presencia, serán inquietantes. Pero su cuerpo se distiende de esos
violencia y la bulimia, contra la destructividad de las identificaciones contenidos opresores, a veces se hace doloroso, torturado por estos
con una imagen de continente "trastero", interiorizado bajo el im- cuerpos extraños introducidos en su alma.
perio de una madre enferma. Estas defensas se han mantenido en Entonces los médicos abren los cuerpos, miran, revuelven, cortan
forma de avidez de conocimientos intelectuales, y de hipertrofia de y trituran, no encuentran allí más que una masa de órganos san -
la pulsión epistemofílica; avidez que determina en Mónica una grantes y malolientes. El soplo de la vida es imperceptible. El alma
capacidad sorprendente para almacenar dichos conocimientos. He se le escapa. Pegada a cada parcela de carne y de víscera, sufre
debido participar con todas mis fuerzas en el mantenimiento y la con ellas. Inalcanzable, hace fracasar a la ciencia. Lo inefable de la
consolidación aún precaria de una envoltura nutriente, en principio, vida sólo aparece en un vientre abierto. Desconcertado, el médico,
femenina, poco a poco y suficientemente aseguradora para que ante el contenido de una envoltura humana: cree encontrar allí el
esta forma de sublimación de la avidez pueda conservarse. Pero alma, que está siempre en otra parte.
Mónica me ha ayudado a conseguirlo: su voluntad de vivir es una Analista, ¿qué haces con tu alma, invadida por las torturas de
alianza preciosa entre nosotras. los demás? Tu alma-madre sólo alumbra fetos de vida. ¿Pierdes tu
Ahora ejerce con pasión la profesión que soñaba. Tiene mucho propia vida en esta persecución por el sentimiento, por lo identifi-
éxito en ella. Pero ambas percibimos poco a poco las lagunas del sí cado? ¿O nutres simplemente con tu placenta generosa y parsimo-
mismo frágilmente descubiertas por este éxito. Mónica se deprime niosa al que te abandonará un poco más rico de vida? O incluso
de verdad. No puede encontrar la proximidad de sus amigos, se mantienes tu vida, como un vampiro, de esta vida que se inclina en
siente superficial, fácilmente excitable, herida por la más mínima tu oído. ¿Para qué beneficio retienes esta palabra sangrante? Palabra
crítica. Decepcionada por no poder acercarse a un hombre, porque de las profundidades del odio, del deseo insatisfecho y violento, del
teme encontrar en él un parecido paterno, y por su indecisión en aplastamiento, de la asfixia en el infierno de un pecho materno
cuanto a lo que de él espera. Teme volver a caer en su violencia inhabitable. "El infierno donde se dice todo 10'', infierno de la locura,
devoradora y sueña sobre todo con ser sostenida por unos brazos de la palabra límite de la vida. El infierno que tu encierras en ti
tranquilizadores. Nos encontramos con una transferencia narcisista. mismo hasta no poder habitarlo.
Mónica busca en mi una presencia permanente, aunque la disfrace ¿En dónde puedes proteger tu alma, si no es en un continente
con el silencio. No oye mis interpretaciones más reservadas, y se negro, en el misterio de tu feminidad?
sorprende o las rechaza brutalmente. Solamente soporta la presencia
incubadora de su yo femenino embrionario, en este silencio miste-
rioso y zumbador de afectos donde trabaja con todas sus fuerzas.
Para ser este hueco femenino silencioso, que puede recibir algo
más que palabras, laguna más que cavidad, donde quizás pueda
llegar a sumergir algo que nombrará: amor.

El analista y su alma

Todo lo que lo penetra con emociones sin recurso, si n retorno,


de penas y de lágrimas, de envidias y de impulsos. Apri sionado en 'º Robert Anthelm.
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ANZIEU A., 180. BOSCH J., 167.
ANZIEU D ., 21, 66, 88, 92. Bulimia, 184.
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97 , 125-127, 143, 151, 174, BRENMAN E., 141.
178. BREÜER, J., 65.
192 INDICE ANALITICO INDICE ANALITICO 193

e Desfloración, 61, 72, 82. 81, 82, 93, 98, 117, 125, 132, Genética (perspectiva), 45, 75, 83,
Despersonalización, 42. 138, 148, 154, 167, 172-173, 102, 119.
Canibálico, 74, 77. Destete, 82, 94, 130, 140. 177-178, 182, 184-185. Genital, 74, 76, 102, 107, 109,
Cantar de los Cantares, 23 . DEUTCH, H., 23. Epiménides, 149. 113, 121, 129, 131, 132.
Censura, 23. Devoración, 60, 74, 79, 156, 170, Epistemofílico, 75, 102, 127, 184. Gisela, 57.
CHASSEGUET-SMIRGEL, J., 73, 176-179, 183-184. Eros, 23, 35, 36, 76, 143, 165. Gradiva, 22.
106, 116-117, 175. Dios, 37, 55, 60, 88, 89, 91, 124. ESCHER, 22, 96. GREENACRE, Ph., 109.
CIXOUS H., 106. Diferenciación, 24, 25, 42, 48, 57, Escena primitiva, 39, 67, 90, 111, Grito, 29, 30, 35.
Clara, 53. 64-68, 70, 73 , 76, 87, 94, 98, 123, 147, 156. GRUNBERGER, B., 129, 173,
CLAUDEL, P., 117. 101 , 123, 125-127, 144, 154, Escisión, 49, 56, 137-138, 143, 180, 182.
Claustrum, 176. 163-165, 172. 164, 182, 183. HARTMANN, H., 44.
Clítoris, 49, 61, 64, 108. Dinámica, 45, 76, 83, 84, 142, Escritura, 21. HIPOCRATES, 150.
Cocaina, 22. 152, 181. Esptjo,38,39,49-50,53,59,68, Heces, 35, 79, 97, 113, 118.
Coito, 66, 73, 98, 176. Doble, 98, 169. 153, 163-164. Hembridad, 28, 124, 125, 130,
Compensación, 130. DOLTO, F., 25, 82. Espera, 137, 159. 177.
CONDILLAC, 31-32, 35. Dominio, 76. Espiral, 66, 67. Hipnosis, 58.
Confusión, 105. DONATIUS, 123. Eugenia, 166. Histeria, 22, 28, 51, 53, 57, 59,
Contratransferencia, 77, 138-139, Douanier ROUSSEAU, 54. Euridice, 77. 65 , 66, 68, 75, 97, 110, 131-
146, 151, 154, 169, 173. Duelo, 85, 114, 116, 120, 165. Exhibición, 131. 133, 141, 142, 152, 181.
Conversión, 141. DURAS, M., 81. Extrañeza, 68, 98, 179. Hombre de los Lobos, 153.
COSNIER, J., 106. Homosexualidad, 57, 59, 60, 61,
Creatividad, 127, 165. 65, 66, 130, 138, 142, 151.
Cripta, 84. E F HORNEY, K., 73.
Curiosidad, 76, 131, 158, 164.
Eco, 153. FAIN, M., 73.
Económico, 45, 127, 144, 181. Falta, 22, 63, 70, 88, 91-92, 94, 1-J
D Edén, 158-159. 97, 181.
Edípico, 109, 111, 112, 116, 128, Federico, 164, 168. Ideal del yo, 111, 151.
Damian, 95. 130, 131, 147, 156, 177. PEDIDA, 26. Idealisación, 60, 116, 129-130,
DA VID, C., 28. Edwige, 69. FERENCZI, 24, 142, 174. 151, 182-184.
David (rey), 37, 38. Efracción, 26. Filiación, 53, 67, 141 , 163. Identidad, 23-26, 48, 57, 62, 64-
DEBUSSY, 132. Elaboración, 89, 138-142, 147, FLIESS, 21-24, 65, 66. 65, 75 , 76, 78,82,93, 101, 102,
Défaut fondamental, 181 . 151, 155, 174. Fobia, 31, 78, 117, 118, 183. 124, 127, 139-142, 144, 163-
Delirio, 85, 157. Ello, 138, 152. Formación reactiva, 151. 165, 180-182.
Denegación (Déni), 71, 94. Elsi, 34. Fort und Da, 34. Ideología, 11 7.
Dependencia, 30. Empirismo, 76. Frigidez, 51, 57, 71, 82, 108, 141. Ilusión, 3 8, 46, 60, 77, 80, 96, 98,
Depresión, 22, 36, 68, 78, 82, 85, Ensoñación materna, 125, 173, 113, 115, 159, 164, 170.
91,92, 109, 115, 120, 123, 125- 178. Imagen del cuerpo, 25, 159.
129, 132, 140, 145-146, 151- Envidia, 33, 51, 61, 68, 72, 77, G-H Impotencia, 108, 118.
153, 155, 165, 170, 174, 180, 79, 83, 109, 132, 170, 182. Incesto, 73, 74, 109, 128-129,
184. Envoltura, 26-3 1, 35 -39, 42, 47, Gemelidad, 65, 137. 177-179.
Derm atológico, 76. 50, 51 , 52, 56, 65, 76, 77, 79, Génesis, 89. Incompleción, 92, 97.
194 INDICE ANALITICO INDICE ANALITICO 195

Incorporación, 50, 55, 58, 62, 74, MAHLER, G., 132. Obsesivo, 22, 33, 51, 68, 71, 75, Preconcepción, 125, 17 4.
77' 94, 96, 172, 174-176. MALHERBE, F., 21. 77, 97, 142, 152, 155, 182-183. Preparación, 34.
Inhibición, 51, 105, 109, 113, 128, MALLARMÉ, S., 101, 117. Odio, 85 , 185. Principio del placer, 80, 82, 87,
131, 165, 175, 183. Mamelón, 35, 50, 56, 76, 79, 91, Oído, 43, 44, 56, 73, 104-105, 90, 97, 140, 175, 179.
Interiorización, 26, 94, 138, 169, 107,175. 133, 150, 163, 167-169, 170, Principio de realidad, 82, 87, 97,
174, 176, 194. Maniaco, 142. 185. 175-179.
Interioridad, 24, 25. Marco, 128, 171, 177. Oralidad, 50, 59, 61, 73, 74, 75, Prohibición, 51 , 68, 75, 80, 102,
Interpretación, 22, 43, 44, 45, 105, Masturbación, 77, 113-116. 78, 79, 93, 94, 102, 107, 110, 110, 113, 125, 128, 131, 165,
108, 142, 144, 151-152, 161- Megalomanía, 25, 27, 55, 57, 88, 112, 115, 129-131, 132, 174, 183.
164, 168-170, 172, 178-180. 130, 138, 143, 151, 156. 181. Provocación, 51, 154.
Introyección, 76, 85, 129-130, Melancolía, 97, 126. Orificio, 76, 78, 96, 130, 169. Proyección, 25, 34, 50, 51, 52, 59,
140. MELTZER, D., 76, 181. 72, 95, 96, 128-129, 131, 141,
IRIGARAY, L., 23, 68, 106. Menopausia, 82, 120, 176. p 153, 165, 174-175.
JACOBSON, R., 161. Metáfora, 68, 96, 96-97, 104, 123, Pseudo-Denys, 88.
JONES, E., 52. 165. Pandara, 40, 43. Psicosis, 25, 30, 36, 40, 46, 59,
Josette, 72. Metonimia, 96, 13 7. Paranoide, 59, 66. 67, 79, 85, 91, 121, 169.
JOUHANDEAU, M., 76. Micción, 98. Paraexcitación, 52, 125, 168, 177. Pulsión de muerte, 45, 90, 127,
MÓBIUS, A.F., 67, 84. Parca, 22, 54, 70, 102. 146.
Molde, 29, 43, 66, 98, 119, 154. Pecho, 34, 82, 92, 92-93, 94, 95,
K-L Mónica, 183-184. 103, 110, 124, 126-129, 170,
MONTESQUIEU, 21. 173, 174, 185.
KANT, E., 173. R
MONTRELAY, 101, 103, 106. Pene, 21, 22, 24, 50, 56, 57, 59,
KLEIN, M., 25, 30, 59, 71, 73,
Muñeca encajada, 33, 34, 40, 47, 61, 63, 64, 65, 67, 68, 70, 74,
81, 132, 172. RACINE, J., 176.
141, 148. 77, 82, 83, 87, 91, 92, 96, 97,
KOHUT, H., 151. RA VEL, F., 132.
LACAN, J., 23. 98, 108, 110, 113, 130-132,
175-182. Receptividad, 55, 56, 64, 68, 76,
LACORDAIRE, H., 21. N-0 80, 85, 97, 104, 125, 137, 146,
Laguna, 104, 121, 157, 165, 173, Perlaboración, 77.
Persecución, 48, 51, 59, 62, 67, 168, 189-185.
184. Nada, 87, 90.
70, 74, 75, 76, 78, 82, 85, 129, Reconstrucción, 33, 38, 150, 154,
LANOUZIERE, J., 81, 94. Narcisismo, 25-27, 32, 37, 48, 49,
152, 172, 174, 179, 183-184. 159.
LAPLANCHE, J., 124, 126. 58, 59, 79, 82, 84, 91, 94, 96,
Piel, 28, 31, 32, 45, 47, 53, 58, Regla fundamental, 103, 152,
Ley, 41, 53. 111, 121, 129-131, 138, 143,
146, 151-156, 165, 170, 172- 67, 76, 132, 166. 171.
Licuefacción, 78.
173, 176, 178, 185. Pinocho, 141. Regresión, 34, 104, 145, 170,
Límite, 54, 75, 77, 80, 96, 145-
Negación, 42, 58, 62, 67, 90-91. Placenta, 170, 185. 179.
147, 152, 166, 170, 173-174,
Neutralidad, 155, 162, 166, 174. PLATON, 36, 87, 96, 123. Rememoración, 40.
177, 180-182, 185.
Nirvana, 90, 123. Polémica, 64, 139. Reparación, 145, 176.
Lisette, 62, 93.
No-ser, 45, 123. POLLOK, P. J., 54. Repliegue interno, 88, 90.
Nominación, 141. PONT ALIS,J.-B, 104. Resistencia, 143, 150.
M Objeto bueno, 75. Posición, 25. Resonancia, 41, 133, 171.
Objeto estético, 76, 180- 181. Precoz,25,30,50,59,64, 72, 73, Retirada, 59, 66.
Mac DOUGALL, J., 25, 28, 59. Objeto perdido, 79, 8 1, 176; - 74, 76, 77, 82, 85,96, 102, 105, Revindicación, 106, 113, 114, 121 ,
Mme. N., 169. ausenl c, 92. 110, 11 3, 11 4, 129-132, 141. 130- 13 1' 132.
196 lNJ) JCJ:' ANA LJTI CO INDICE ANALITICO 197

RODIN, A., 54. Sueño (soñar), 58, 106, 107, 109- Valentín, 13 8, 139. W-Y-Z
ROSOLATO, G., 93, 138, 181. 110, 124, 127, 129, 170, 173, VALÉRY, P., 54, 70.
176-178, 181, 185. VAN GOGH, V., 54. W ALLON, H., 37.
Superyo, 37, 43, 71-72, 77, 103, Vanidad, 21, 82. WINNICOTT, D. W., 50, 123 ,
s 106, 108, 109, 113, 117, 128, Verneinung, 94 (ver denegación). 124, 125, 127, 145, 145-146,
Sadismo, 69, 72, 73, 74, 75, 76, 141, 143-144, 150-151, 152, Verónica, 95. 177.
91, 155. 176-177. Violación, 39, 40, 74, 77, 172. Yo ideal, 111, 151.
SAMI-ALI, 48, 129-130, 133, Virginidad, 40, 60, 62, 101. Yo-placer, Yo-realidad, 41, 76.
171. Voz,48, 102, 107, 111 , 130, 153- ZAZZO, R., 65 .
T
San Sebastián, 36. 154, 161, 165-168. Zona erógena, 35, 48-49, 56, 71,
SARRAUTE, N., 47. Tartamudeo, 130. Vuelta, 84. 73, 76, 140.
Shéhérazade, 171. Tatiana, 128-129.
SCHILDER, 26. Thanatos, 23.
SCHREBER, 133. TERESA DE AVILA, 55.
Secreto, 21, 38, 40, 55, 68, 168. THOM, R., 68, 175 .
Seducción, 22, 26, 33, 38, 51, 81, Tiempo, 41, 42, 45-46, 53, 81, 83,
82, 93, 94, 107, 109, 124, 150- 145, 147-148.
151, 154- 155, 165, 176. Tocar, 40, 48-49, 51, 52-53, 57-
Señuelo, 180. 58, 69, 116, 130-132.
Separación, 25, 27 , 29, 31, 42, 49, Tópica, 44, 102.
50,53 , 59, 65,66,67, 102, 120, Topología, 50, 174.
123, 127, 133, 138, 140, 174, Transformación, 53, 57, 60, 78,
176-177, 181. 97, 118, 140, 163-164, 168,
SIBELIUS, J., 132. 174- 178.
Significante de demarcación, 93. Transgresión, 34, 70, 75, 80, 117,
Significante enigmático, 124, 126. 150-152, 175-177.
Significante formal, 67, 76. Traumatismo, 51, 181.
Silencio, 143, 153- 154, 162-164, TUSTIN, F., 25, 49, 67, 125.
184.
Simbiosis, 53, 172.
U-V
Símbolo - simbolización, 52, 76,
96, 111, 114, 131-132, 144, Utero, 24, 34, 43, 50, 53, 67, 71,
159, 162-165, 179. 73, 81, 96, 109, 125, 142, 174,
SOCRATES, 149. 177.
Soledad, 62, 138, 146-147, 182. Vacío, 28, 29, 31, 32, 36, 40, 64,
Sorpresa, 13 7. 66, 67, 75, 78, 81, 85, 101, 117,
SPERBER, 165. 126, 138, 141, 165-168, 170,
STOLLER, 25, 139. 173, 176, 182-183.
Sublimación, 27, 47, 66, 87, 97, Vagina, 28, 39, 57, 60, 64, 67,
116, 120, 121 , 130, 147, 151 , 71, 72, 73 , 91 , 108, 112, 114,
155, 173, 184. 116, 118, 130, 140, 171-172,
Sueño (tener), 32, 59, 178. 176- 177, 182.
La cuestión de ser mujer se ha planteado en toda sociedad mucho
antes de la aparición de la teoría freudiana del inconsciente, y abundan
los estudios que analizan los ritos y los comportamientos de diferenciación
y de identidad sexuales. No obstante, y después de Freud, la polémica del
pensamiento de la mujer, en los psicoanalistas hombres, constituye una
problemática original.
La obra de Annie Anzieu se inscribe en el contexto de esta reflexión
sobre la feminidad. Se trata de delimitar en la mujer esta "cualidad"
desconocida y los mecanismos que se oponen a su reconocimiento. Más
que por la anatomía, tal como Freud la ha considerado, o por el estatus
social (como los historiadores, los sociólogos y los etnólogos la han estu-
diado), el autor comprueba en qué medida la vivencia psíquica de la
mujer está condicionada por el sentimiento de su interioridad. De donde
estas nociones de hueco, germinación, receptividad ... articuladas con los
temas de la sexualidad y de la procreación, temas inseparables de las
representaciones de la vida interna del cuerpo femenino y que incorporan
los secretos del deseo y de la muerte. ~

Annie Anzieu ha dirigido el departamento de psicoanálisis en el servicio


de psiquiatría infantil de la Salpetriere. Es miembro de la Association
Psychanalytique de France.

~
I SBN 8 4 7 0 3 0 3 4 73

1
9 11 7 8 8 1, 7
111
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