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Jonnatan Javier Garzón Ortiz 507721

Lección de perdón
La Ruanda del año de 1994, sufrió un impresionante genocidio que duró tres meses
y en donde fueron asesinadas casi un millón de personas pertenecientes a la tribu
de los Tutsis. La historia de Immaculée Iligagiza, cuando era apenas una estudiante
universitaria, quién en aquel año viajó a la pascua con su familia compuesta por sus
padres y sus tres hermanos en Ruanda.

“No juzguen, y no serán juzgados. No condenen, y no serán condenados. Perdonen,


y serán perdonados. Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada,
remecida y desbordante. Porque con la misma medida con que ustedes midan,
serán medidos.” Lucas 6.37-38. Como veces se escucha decir, el que es incapaz
de perdonar, es incapaz de amar.

Immaculée Iligagiza entendió el significado de estas palabras de la manera más


dura y cruel posible, viviendo un infierno en la tierra; ya que odiar a alguien por sus
actos es fácil, no es necesario acciones complejas para ganarse o generar el
desprecio de una o varias personas. Ahora imagina que las personas que conoces
desde niños y vecinos de tu ciudad por una diferencia con la cual nadie decide
nacer, o siquiera se la autoimpone, intente hacerte daño a ti y/o a tu familia,
¿sentirías odio o rencor hacia ellos? Es lo más probable, ahora ¿es lo correcto? No,
ya que esto solo nos lleva a un ciclo de dolor y odio, que probablemente siga
creciendo dúrate más tiempo, lo correcto o lo más sano es lo que hizo esta mujer
en su libro para poder encontrar la redacción de Dios, perdonar. Ya que el perdón
es aquel que nos libera de atadura que nos amargan el alma y enferman el cuerpo.

El perdón es parte muy indispensable del amor, y en el libro Immaculée Iligagiza


refleja su amor y entera devoción a Dios en el perdón de los asesinos de su familia
y del resto de su pueblo. Ya que este fue el mensaje y la enseñanza que Jesucristo
nos dejó en su paso por la tierra dando la vida como muestra de amor hacia
nosotros.

El otorgar el perdón debe ser un acto motivado directamente por Dios en nuestro
corazón, ya que porque de lo contrario es motivo de pecado. Aquel que pide perdón
sin la conciencia de la ofensa a Dios y al hermano, peca no amar a Dios
primeramente y no amar a su prójimo como a sí mismo.

De libro sobreviví para contarlo de Immaculée Iligagiza, aprendí que la fe y el amor


en Dios es indispensable en nuestro día a día, la cual nos da las fuerzas necesarias
para poder sobre llevar todo aquello que nos ataca y no nos deja continuar con el
camino que Dios planeo para nosotros. Que sin Dios en nuestros corazones no
podemos ser completamente estables y felices en nuestras vidas, además que
debemos encomendar cada uno de nuestros actos a él.

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