Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
A pesar
del supuesto consenso sobre la emergencia global que significa este
fenómeno, autores como Erik Swyngedouw han señalado que la forma en que
nos aproximamos al debate climático es uno de los ejemplos más claros de la
era “post-política” que vivimos actualmente. El cambio climático pasó a ser un
tema que a todos (supuestamente) les importa. El argumento plantea que
nos entregamos a la tecnocracia, la diplomacia internacional gris y a una
larga lista de números, siglas, esquemas y listas inentendibles para quien no
sea un especialista en el tema, y confiamos en que “los señores políticos”
solucionarán el problema. Quedan cerradas las opciones que proponen
transformaciones estructurales o incluso cuestionamientos a la forma en que
nuestra actividad humana impacta nuestra realidad biofísica.
Frente a este lamentable escenario, que el lanzamiento del documental
“Antes que sea demasiado tarde”, protagonizado por Leonardo DiCaprio, sea
más noticia que la ronda anual de negociaciones a llevarse a cabo desde la
próxima semana en Marrakech, Marruecos, no puede extrañar a nadie.
Tampoco que El Mercurio cubra la entrada en vigencia del acuerdo de París
con una nota llena de errores, señalando por ejemplo, que el supuesto
objetivo del tratado sería mantener el aumento de la temperatura bajo los 2°
hasta 2030 (algo que, por suerte, no es necesario acordar porque exigiría una
intensidad de emisiones que aún no somos capaces de producir). La post-
política ambiental hace más relevante el documental que las negociaciones o
cubrir de manera correcta los avances en materia internacional. Siendo la
cancha en la que aquellos que seguimos estos temas jugamos a diario,
propongo dejar de lado las pretensiones ambiciosas de proponer un análisis
sobre las razones y posibles soluciones estructurales al drama del cambio
climático en estas breves líneas. En vez de eso, me parece mucho más
relevante entregar una opinión crítica a lo que millones de espectadores se
están enfrentando al sintonizar YouTube o National Geographic y ver al
simpático Leo recorrer el planeta que inexorablemente se calienta.
Lo primero es lo primero, la película cumple con creces el objetivo de
espantar y emocionar. Punto destacable la escapada a la explotación de
arenas bituminosas (Tar Sands) de Alberta, Canada y el diálogo con el
empleado de la compañía extractora del dañino combustible. El escenario
efectivamente se parece a Mordor y falta poco para ver a Gollum caminando
penosamente entre la miseria de aquellos ponzoñosos pozos. Si
establecemos una continuidad con el “mainstream” hollywoodense del
cambio climático, pasamos de la pedagogía melosa de Al Gore en “Una verdad
incómoda” al shock brutal del impacto humano en el medio ambiente. Punto
para Leo y su cuasi pornografía ambientalista. A pesar del razonable foco
predominante sobre los combustibles fósiles, el cambio de uso de suelo y el
papel de la industria alimentaria también reciben su merecido tratamiento, en
el que la quema de selva en Indonesia cumple un dramático rol. Los
necesarios palos a los políticos también aparecen y en el escenario de la
elección estadounidense, en el que puede resultar vencedor el terrorífico
Donald Trump, que suma a su misoginia, odiosidad y violencia su militancia
en el clan de los escépticos del cambio climático, un documental que millones
de estadounidenses verán puede dar vuelta la balanza.
Sin embargo, es la aparición final de Barack Obama la que implícitamente
resume la situación en la que nos encontramos hoy si hacemos la raya para la
suma sobre el cambio climático. El Presidente estadounidense reconoce que
estamos actuando muy tarde y que algún grado de impacto sufrirá el clima, a
pesar de los esfuerzos que realicemos. Efectivamente la temperatura ya
aumentó en 1° C sobre los niveles previos a la Revolución Industrial. “Pero no se
preocupen amigos, -parece decir Obama- mientras hacemos lo que podemos
la tecnología avanzará y podremos evitar la catástrofe”. Una primera lectura de
esta frase no es novedosa. La fe en el milagroso desarrollo de tecnologías
que por sí solas solucionarán nuestros problemas no es original a los
problemas ambientales, además es lo que hemos venido haciendo desde el
descubrimiento del cambio climático antropogénico, esperar a que las energías
renovables no convencionales vayan haciéndose más baratas y eficientes. Sin
embargo, al analizar con mayor detención las implicancias actuales de
mantener esta perspectiva frente a la crisis ambiental, caemos en cuenta que
la situación es más crítica aún.