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LOS NUEVOS MITOS

Teresa Driollet de Vedoya

Los pueblos primitivos y antiguos tenían la valentía de imaginar nuestros


orígenes y el comienzo tanto del mundo como de los seres vivos. En las historias
narradas y sostenidas por estas comunidades lejanas, Dioses o seres
extraordinarios, devenían por sus acciones más que humanas, los artífices de
todo lo que vemos. Nuestro mundo era considerado una pálida imagen o
consecuencia de lo que había ocurrido in illo tempore. De allí la necesidad de
repetir lo que había acontecido en los comienzos para poder arrojar dignidad y
sentido a lo cotidiano y ordinario. La repetición de lo sagrado otorgaba dignidad
a lo profano.
Los positivistas e ilustrados, en general, consideraron que aquella etapa de la
humanidad era mágica o infantil. Auguste Compte, entre ellos, analiza que la
humanidad debía crecer del estadío mágico, hacia el metafísico para alcanzar el
científico o el de la humanidad adulta.
José Ortega y Gasset, en el siglo XX, habla de la fuerza de las creencias. Las
denominaba ideas base. Nuestro espíritu está conformado por ellas. Cuando
comenzamos a desconfiar de algo o de alguien es cuando desarrollamos nuestras
ideas explicativas para engrosar y solidificar el sustrato de creencias que nos
constituyen. Tenemos ideas, pero somos nuestras creencias. Análogamente las
sociedades antiguas eran sus creencias relatadas.
Hoy hemos descubierto, gracias a los estudios sobre el lenguaje, que las
elaboraciones mitopoiéticas o simbólicas o representativas constituyen el
pensamiento espontáneo, muy cercano a la vida, de todo hombre. No podemos
afirmar que esta imaginación se relaciona sólo con una etapa histórica de la
humanidad.
Roland Barthes estudia mitos de la vida francesa contemporánea. El semiólogo
social encuentra que se endiosan ciertos productos, se los rodea de un manto de
divinidad y se crean ritos y usos sociales para poder venderlos. Lo sagrado viene
a posarse sobre los objetos y se crean acciones tendientes a vivir la felicidad o el
paraíso que produciría la compra del objeto en cuestión. Los discursos sagrados
parecen ahora referirse a los objetos. La burguesía necesita establecer creencias
sociales para colocar sus productos. Los antiguos discursos sagrados parecen
hoy estar al servicio de las cosas.
¿Cómo rescatar una auténtica trascendencia? Cuando Platón necesitaba
explicar el origen del alma o del amor o del mundo recurría a su facultad
mitopoética porque encontraba que los razonamientos no alcanzaban a rozar el
misterio.
Además de haber descubierto que el pensamiento mítico corresponde a todos
los hombres y no sólo a una etapa perdida de la humanidad hemos asimismo
encontrado que con él podemos señalar lo que auténticamente nos desborda y
da sentido o podemos divinizar objetos, personas o situaciones por intereses
que generalmente permanecen ocultos.

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