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Odiseo: como reflejo de nosotros mismos, el hombre moderno.

Escrita entre el 750 y el 700 a. de C. , la Odisea, como la Ilíada, recoge el material mitológico,
legendario, poético y en parte histórico, que a partir del momento en que ocurrió la guerra, entre
1270 y 1224 a. de C. fue conformando la leyenda troyana y las epopeyas que los aedos
compusieron a través de los siglos como tradición oral desde el período aqueo hasta el siglo
VIII a de C. cuando la escritura, ya plenamente desarrollada, fue el vehículo apropiado para
consignar los poemas homéricos.
Odisea es una poesía épica que representa «el canto de los tiempos antiguos, de las hazañas de
los grandes héroes de antaño y de los héroes que han existido».
Partiendo de las palabras citadas de Campbell por Bauzá: “a través de la imaginación, el
ejemplo del héroe se impone al hombre de todos los tiempos y latitudes como una posibilidad
de sortear obstáculos, trasgredir los límites, adscribirse al mundo de la fama aunque solo sea
fugazmente un hálito de inmortalidad, por cierto vano.” (pág 86). Odiseo representa la
condición del hombre moderno a través de las virtudes que reflejan su carácter profundamente
humano, en él se pueden apreciar desde diferentes perspectivas: astucia, inteligencia, valor,
coraje, respeto, nobleza, prudencia, fundido en la esperanza y el amor, que son los ejes que
articulan la odisea: “…seguramente te quedarías conmigo en esta morada y serias inmortal si
supiera tu corazón cuanto males te reserva tu destino, aun cuando estés deseoso de ver a tu
mujer de quien te acuerdas añorante todos los días.” (Canto v, pág 80); “mi padre… trataba
con la dulzura que se suele a los propios hijos.”(Canto II pág 35); “Nadie igualó en prudencia
al divino Ulises, pues tu padre, si en verdad eres su hijo a todos superaba en ingenio y en
recursos sin cuentos” (Canto III pág 47)
En el imaginario popular se considera que alguien es un héroe porque no manifiesta temor ante
una situación adversa o peligrosa, no tiene miedo o es capaz de controlarlo; en la concepción
griega el personaje que encarna al héroe tiene una característica singular: se enfrenta a una
fuerza superior, el destino: “… deseo todos los días que llegue el momento del retorno y de
volver a ver mi casa. Si algún Dios me agobia todavía con infortunios en el mar, lo sufriré con
animo paciente. He padecido mucho sobre las olas y la guerra: que me lleguen nuevos
tormentos si es preciso.” (Canto V, pág 81)
El destino expresa la noción religiosa e idealista de una fuerza sobrenatural que predetermina
todos los acontecimientos en la vida de las personas. Según la mitología de la antigua Grecia, la
suerte de las personas e incluso de los dioses depende de las deidades del destino, moiras. Ulises
debe regresar a Itaca y nadie, ni el mismo Poseidón puede modificar lo que tiene determinado el
destino; pero, sin embargo Odiseo enfrenta el riesgo de las aventuras, sufre toda clase de
penalidades y aunque es protegido por Atenea, nada podrá contra Poseidón, ya que a él le
corresponde el dominio de los mares y en ellos es el amo y señor: “Ulises pudo ver la tierra
próxima … y nado esforzándose por pisar aquella tierra pero cuando se hallaba tan cerca,
escuchó el ruido del mar contra las rocas. Las enormes olas se estrellaban, espantosas, contra
las aridas costas… he llegado hasta aquí y no se como salir del mar profundo… se cuan
irritado está contra mí quien el ilustre que sacude la tierra.” (Canto VI, pág 85). En esa lucha
desigual, Ulises se convierte en el héroe extraviado, solo, errabundo, miserable náufrago
perseguido por un poder sobrenatural que le ha hecho perder a sus compañeros, su barco y todo
lo que posee. Así, desamparado y a punto de morir, llega al fin a la isla de los feacios, donde va
a ser acogido por el rey que escuchará la narración de sus hazañas y desdichas.
Odiseo es un reflejo de nosotros mismos. Es humano a nuestra medida. Atrae nuestra simpatía
por su capacidad de recuperación, por su fidelidad a un ideal (restablecerse en su oikos y volver
a ver a Penélope), por su espíritu abierto, tanto en la inteligencia como en el corazón; en cuanto
a esta reflexión coincido con la afirmación de Karl Kerenyi quien alude que la figura de Odiseo
se convirtió en un símbolo de fidelidad a través de todas estas nobles acciones (pág 331). Marta
Alesso (2005), por su parte sostiene que el lector se identifica con el personaje a medida en que
siente la expectativa de que cada uno de nosotros debe ser (símbolo de un hombre noble,
honorable): en muchas ocasiones de la vida, un individuo excepcional capaz de eludir peligros
aparentemente insalvables.
El hombre moderno reposa sobre todas las convicciones pertenecientes al ethos griego, a su
forma de comportarse en un demos, y en una determinada civilización. El hombre moderno se
identifica con Odiseo, por que los valores extraídos de aquella epopeya heroica no solo exalta el
humanismo por excelencia si no que también la compadece, la emula y la vuelve extraordinaria:
“… era argos, aquel perro de ultises paciente que el mismo allá en tiempos crió sin lograr
disfrutarlo pues tuvo que partir para troya sagrada… con todo bien Ulises noto, y hacia el se
acercaba pues no tuvo fuerza para acercarse… Argo sumiole la muerte en sus sombras no más
al ver a su dueño de vuelta al vigésimo año.”(canto XVII: verso 326)
Por ultimo la odisea puede ser leída como un símbolo de viaje personal que todo ser humano
emprende con su nacimiento y concluye cuando llega a la costa de Ítaca, esta es la característica
que convierte a la odisea en un clásico: cada época, cada ser humano, puede encontrar en sus
versos, un reflejo de sus propias vivencias personales.
(Odiseo no adquiere su carácter heroico por la matanza vengadora sobre los pretendientes, sino
por su capacidad para restablecer el orden de una comunidad en crisis social y política y, en
efecto, conseguir el añorado estado de paz.) (esto se puede continuar si se desea hablar de la
sociedad homérica)

Estructura
Se presenta la misma estructura que aparece en Ilíada en cuanto a la invocación a las musas, los versos
iniciales que conforman un resumen presentando la historia, todo lo que ocurrirá, el argumento del texto,
las fórmulas utilizadas.
“Al mostrarse la Aurora temprana de dedos de rosa, 491 canto III
Tras uncir los corceles subieron al carro vistoso
Y dejaron el pórtico atrás y el umbral resonante”.
“El ingenioso Ulises”, “Contestándole dijo la diosa ojizarca Atenea”, “Menelao, el de rubios cabellos”,
“Poseidón, el que sacude las tierras”
Lo primero que se debe destacar de la estructura del relato homérico del viaje de Odiseo es la falta de
linealidad, que a diferencia de la narración bélica de la Ilíada, los acontecimientos que aquí se presentan
se combinan en un orden diferente al cronológico, pero el autor se vale de recursos narrativos que se
atestiguan en esta obra por primera vez dentro de la literatura occidental.

Hechos Narración
I Troya II Calipso (1)
Cícones III Telémaco (1-4)
Lotófagos II Calipso (5)
Cíclopes Feacia (5-8)
Eolo I Troya (9-12)
Lestrígones …
Circe
Sirenas
Escila y Caribdis
Isla del Sol
II Calipso/III Telémaco
Feacia II Feacia (13)
IV Ítaca (13-14)
IV Ítaca III Telémaco (15)
IV Ítaca (15-23)
V Epílogo V Epílogo (24)

Las unidades narrativas con las que se juega son cinco, que corresponden, respectivamente, a todos los
sucesos anteriores a la llegada a la isla de Calipso (I), la estancia en la morada de la ninfa, la salida de ella,
la llegada al país de los feacios y los sucesos en tal lugar (II), el viaje de Telémaco, convencido por Atenea,
en busca de noticias de su padre (III), los acontecimientos de Ítaca desde la llegada de Ulises hasta la
muerte de los pretendientes y la recuperación de su posición (IV), y, finalmente, el heterogéneo epílogo (V).
Sólo el viaje de Telémaco plantea un problema para una narración secuencial, al tratarse de un
acontecimiento simultáneo de la estancia de Ulises con Calipso, el episodio de Feacia y la llegada a Ítaca.
En efecto, la Telemaquia es en sí misma un largo poema que abarca cuatro cantos casi completos y que
constituye una unidad narrativa propia. Quizá con el fin de no interrumpir en su mitad la narración de la
historia de Ulises incrustando donde le correspondería cronológicamente un pasaje de tal entidad, se optó
por incorporarla al principio de toda la obra. Pero esto conllevaba consecuencias. En efecto, si no se quería
provocar una gran separación entre sucesos simultáneos, la anteposición de la Telemaquia obligaba a
adelantar la narración de los episodios correspondientes y paralelos de los que era protagonista Ulises. El
resultado es que la Odisea comienza precisamente por una breve introducción de apenas 100 versos en el
canto 1, en los que se nos presenta la situación del héroe en su dorado cautiverio con Calipso. Una vez
acabada la parte principal de la Telemaquia, se retoma la secuencia de la aventura de Ulises en las tierras
de Calipso y de los feacios. Han quedado sin contar, sin embargo, todos los importantes acontecimientos
anteriores, es decir, los que se produjeron desde la salida de Troya hasta el encuentro con Calipso. El
recurso para recuperarlos es genial: se presentan como si fueran un relato del propio Ulises a sus anfitriones
feacios inmediatamente antes de que se produzca el gran quiebre de la narración, que es el regreso mismo
de Ulises a Ítaca. Este largo retroceso en la narración o analepsis permite, por un lado, recuperar episodios
que, sin duda, eran conocidos por los oyentes, que los esperarían, pero, además, produce un efecto de
dilación antes de llegar al mencionado momento capital, verdadero pivote central de la Odisea, que
representa el reencuentro de Ulises con su tierra. Finalmente, con la inserción del relato de Ulises se obtuvo
un cambio de punto de vista de la narración, pues lo que hasta entonces se relataba en tercera persona, al
tratarse de un recuerdo que el aedo pone en boca del protagonista, pasa a ser presentado como una
narración en primera persona. El resto de la obra sigue ya la secuencia esperada, salvo el breve momento
en el canto XV en que se retoma la parte final de la Telemaquia para reunir a Ulises con su hijo.
Marta Alesso (2005)sostiene que “ el viajero, astuto le otorga un orden y ubica cada acción en
una dimensión perceptible para el auditorio. La idea de espacio para un navegante que enfrenta
los mares se expresa en días. El número de días y noches (reales o simbólicos) traza la noción de
desplazamientos en el espacio, marca el cambio de un lugar a otro para llegar a un fin, a una
meta, que no es solo la del viajero que narra, sino la que el relato mismo necesita para insertarse
en el campo de lo verosímil”
Narradores, heterodiegenito, porque cuenta los hechos sin involucrars, no desempeña el papel
de personajes.
Niveles
Tipos de focalización en la Odisea: dos tipos: focalización 0 corresponde a la primera parte,
focalización interna es cuando el aedo expresa las sentimientos de los personajes.

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