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1.

Tipo de imágenes y conceptos que usa la Lumen Gentium para describir a la


Iglesia.

Las imágenes que usa la LG son tomadas del mundo de los pastores, de la agricultura, de la construcción,
de la familia, del matrimonio… con las que se muestra la naturaleza de la Iglesia. Así encontramos
diferentes imágenes como Iglesia-redil, cuya puerta única es Cristo y cuyo pastor es Dios; Iglesia-campo
de labranza o campo de Dios; Iglesia- viña, la cual la plantó el labrador del cielo. Cristo es la vid y nosotros
los sarmientos; Iglesia-construcción de Dios, en la que Cristo es la piedra angular sobre la que está
construida la Iglesia; Iglesia-casa de Dios en la que habita su familia; Iglesia-nueva Jerusalén en la que
nosotros como piedras vivas entramos en su construcción en este mundo; Iglesia-esposa inmaculada del
Cordero inmaculado Cf UR 1,6. A continuación vamos a ver las que más importancia tienen en la Lumen
Gentium:

 Iglesia-cuerpo, en la que Cristo es la cabeza Cf UR 1,7. La Iglesia es el cuerpo místico de Cristo,


en la que Cristo es la cabeza. Es decir la Iglesia es como un cuerpo en el que Cristo es la cabeza y
nosotros los miembros. Esta analogía está tomada de San Pablo.
 Iglesia- Pueblo de Dios Cf UR 2,9. Más que una analogía es una realidad. La Iglesia es el Pueblo
de Dios que Éste ha elegido desde siempre. El Pueblo de los creyentes, de los que creen en su
Hijo. Un Pueblo que avanza a través de la historia hasta el día de la resurrección. Un Pueblo, la
Iglesia en el que todos estamos en comunión entre nosotros y con Cristo. A este Pueblo se accede
por el bautismo, pero es fundamental para permanecer en él la comunión con el Hijo y para esto
el testimonio de vida, el testimonio del amor Cf UR 2,13-14.

2. Estructuración y explicación de dicha estructuración


Los capítulos en los que se estructura la Lumen Gentium son los siguientes:

 Capítulo 1: el misterio de la Iglesia


 Capítulo 2: el Pueblo de Dios
 Capítulo 3: la constitución jerárquica de la Iglesia y en particular del episcopado
 Capítulo 4: los laicos
 Capítulo 5: la vocación universal a la santidad en la Iglesia
 Capítulo VI: los religiosos
 Capítulo VII: carácter escatológico de la Iglesia peregrina y su unión con la Iglesia del
cielo
 Capítulo VIII: la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y
de la Iglesia

Los dos primeros capítulos corresponden a lo que la Iglesia es. El primer capítulo, el misterio de la Iglesia,
versa sobre la naturaleza de la Iglesia y su inserción en el misterio Trinitario. Comenzar la Constitución
con la Iglesia como misterio acentúa la dimensión espiritual de la Iglesia, y con ello su sacramentalidad.
De hecho la Iglesia es sacramento de salvación, pues es en ella donde Cristo salva al hombre Cf UR 1,1.

El segundo capítulo, el Pueblo de Dios, expondrá lo que la Iglesia es en su realización histórica. Explica la
manifestación de Dios al hombre a lo largo de la historia, por medio de su Hijo y en el Espíritu. Y la
respuesta del hombre a esta manifestación, que sigue a Dios con libertad formando un pueblo, el Pueblo
de Dios. Se entremezclan la iniciativa divina y la respuesta libre del hombre. ¿ Y quienes formamos el
Pueblo de Dios? Todos los que creemos en Cristo. Él es la única puerta de entrada a la Iglesia. Curas, papas,
obispos, religiosos y laicos, todos somos pueblo de Dios Cf UR 2,9.

Los capítulos III y IV van a versar sobre cómo es la constitución de la Iglesia. El III expondrá lo que se
denomina jerarquía de la Iglesia, es decir el clero. Dentro del clero están los obispos y sus colaboradores
los sacerdotes y diáconos. El capítulo IV está dedicado a los laicos.

Los capítulos V y VI están dedicados a la vocación a la santidad que tenemos todos en la Iglesia. El capítulo
V estará dedicado a esta vocación a la santidad, llevada a cabo según el estado de vida de cada uno en la
Iglesia. El capítulo VI se dedica a un modo especial de vivir la santidad, que es el de los religiosos, el cual
se realiza por la profesión de los consejos evangélicos.

Los capítulos VII y VIII se refieren a la Iglesia de los cielos. El VII a la esperanza escatológica que nos espera.
Y como esta Iglesia triunfante está unida por la comunión existente con la Iglesia que aún peregrina en la
tierra, aspecto concretado en los Santos. Y por último el capítulo VIII está dedicado a la Virgen María,
madre de la Iglesia, que está en los cielos, por designio divino y en atención a la maternidad del Redentor,
en cuerpo y alma. Ella es parte de la Iglesia. Es la gran Mediadora e intercede continuamente ante su Hijo
por nosotros. Ella es la gran esperanza y primicia de la resurrección futura que nos espera y que ella goza
ya en plenitud.

Toda la estructura tiene una finalidad pedagógica. Sobre todo para afianzar la dimensión sacramental de
la Iglesia sobre la dimensión jerárquica, y para mostrar que todos los miembros tenemos igual dignidad
por el hecho de ser parte del Pueblo de Dios por el Bautismo.

3. Cinco cuestiones eclesiológicas de la Lumen Gentium


La Lumen gentium representa una renovación de la iglesia. Pero es una renovación que no inventa nada
nuevo. Consiste en algo así como quitarle el polvo que se ha ido depositando sobre la Iglesia a lo largo de
la historia, es un volver a los orígenes en el sentido de volver al estilo de Iglesia que Cristo fundó. Esto no
significa un rechazo a la Tradición y a la historia. No es una ruptura con lo anterior, es una continuidad.
Entre las características eclesiológicas que resalta la Constitución destacamos:

 Una Iglesia cristocéntrica


 Una iglesia que resalta al Pueblo de Dios frente a la jerarquía
 Una Iglesia de comunión
 Una Iglesia trinitaria y Sacramento de salvación
 Una Iglesia en la que impera la colegialidad

4. Planteamiento en la Lumen Gentium de estas cuestiones


Una Iglesia cristocéntrica
Una Iglesia en la que todo está referido a Cristo y a su Redención. Él es la puerta para entrar a formar
parte del pueblo de Dios por medio del Bautismo que nos une sacramentalmente a Él y que nos hace
compartir el misterio de la Redención con Él, bajando al abismo para morir con Él y renaciendo como
hombres nuevos en un anticipo de la resurrección futura. La cruz, como signo de la Redención, es desde
donde Cristo hace nacer la Iglesia atrayendo a los creyentes hacia sí mismo. Y cada vez que se celebra el
sacramento eucarístico se realiza y significa esta unidad de los creyentes que en Cristo forman la Iglesia
Cf UR 1,3.

La Iglesia además se presenta con la imagen de ser el cuerpo místico de Cristo. Un cuerpo en el que Él es
la cabeza y nosotros los miembros. Él nos comunica su vida a todos los creyentes y quedamos unidos a Él,
muerto y glorificado, sacramentalmente. Él alimenta, vivifica y construye la Iglesia por medio de su
Espíritu, que es el mismo en la cabeza que en los miembros Cf UR 1,7.
Como hemos dicho en la Iglesia todo está referido a Cristo. Así la figura de nuestra madre la Santísima
Virgen María también está ordenada a Cristo. Con Él y en dependencia de Él, se puso por la gracia de Dios
todopoderoso, al servicio del misterio de la Redención Cf UR 8,56.

La Virgen María es madre de la Iglesia en el orden de la gracia, colaborando de manera singular con el
Salvador para restablecer la vida sobrenatural de los hombres Cf UR 61. Se le otorga también el título de
Mediadora, sin detrimento de su Hijo que es el único mediador entre Dios y los hombres, debido a su
intercesión y a favorecer la unión de los hombres a Cristo Cf UR 8,62.

Una Iglesia que resalta al Pueblo de Dios frente a la jerarquía


Frente a una anterior Iglesia que acentuaba el valor de la jerarquía frente al resto, ahora adquiere más
peso el Pueblo de Dios, la asamblea de creyentes convocada por Dios en torno a su Hijo, los fieles de la
Iglesia. Algo que somos todos Cf UR 2,9.

Un Pueblo al que entramos todos por el Bautismo, que nos hace gozar del sacerdocio común con el que
podemos ofrecer la propia vida y las obras como sacrificio agradable a Dios Cf UR 2,10.

Sólo la estructura capitular de la Lumen Gentium ya muestra este cambio eclesiológico. Antepone el
capítulo del Pueblo de Dios al de la jerarquía y lo une al primer capítulo que es el Misterio de la Iglesia.
Por ello claramente se anteponen todos los elementos sacramentales, proféticos y místicos de la vida
cristiana, que son los esenciales, más básicos y comunes a todos.

Una Iglesia de comunión


Una comunión que se ve muy explícitamente en la Imagen de la Iglesia como cuerpo místico de Cristo, en
el que Él es la cabeza y nosotros los miembros. De la misma manera que para que el organismo funcione
todos los miembros deben estar en conexión entre sí y con la cabeza, de la misma forma todos los
miembros de la Iglesia están en comunión entre sí y con Cristo, y al ser Éste imagen de Dios invisible, entre
Dios y los hombres Cf UR 1,7.

Esta comunión se da en la totalidad de la Iglesia. De manera que todos los fieles están llamados a
compartir tanto los bienes espirituales como los materiales Cf UR 2,13. Y esta comunión se da también
entre la Iglesia peregrina y la Iglesia del cielo. En la Iglesia unos peregrinamos en la tierra. Otros, ya
difuntos, se purifican mientras otros ya glorificados, contemplan a Dios cara a cara. Sin embargo todos,
aunque en modo y grado diverso, participamos en el mismo amor a Dios y al prójimo. Esta unión que se
da entre todos los miembros de la Iglesia no se interrumpe tras la muerte. Muy al contrario, se refuerza
por la comunión de los bienes espirituales Cf UR 7,49.

Una Iglesia trinitaria y Sacramento de salvación


Por la comunión que tiene la Iglesia con Cristo brota la realidad trinitaria de la Iglesia. Al ser Cristo imagen
de Dios invisible, la Iglesia entra en comunión con Dios y por tanto se une la realidad histórica de la Iglesia
con la realidad trinitaria Cf UR 1,7. De hecho la comunión en la Iglesia es imagen de la comunión que se
da entre las tres personas de la Trinidad. Esta dinámica trinitaria se da desde siempre por la cooperación
de las tres Personas de la Trinidad en la realización de la Iglesia. Es el Padre el que congrega la asamblea
de los creyentes, en su plan de salvación, en torno a su Hijo y al misterio de la Redención Cf UR 1,2. Y Éste
nos envía al Espíritu que vivifica, construye y alienta a la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Así los creyentes
pueden ir al Padre, a través de Cristo, en el mismo Espíritu Cf UR 1,4.
La Redención de Cristo está indisolublemente unida a la Iglesia, nadie puede salvarse sin Cristo, y la
salvación de Cristo sólo está dentro de la Iglesia. Sin Iglesia no hay redención. Por ello se dice que la Iglesia
es Sacramento de salvación Cf UR 2,9.

Una Iglesia en la que impera la colegialidad


Esta colegialidad es expresión de la comunión que impera en toda la Iglesia. Al igual que existía una
relación de igualdad entre los apóstoles y Pedro en el colegio apostólico, existirá la misma relación entre
los obispos en el colegio episcopal y el obispo de Roma. Aunque el Papa posee la potestad de autoridad
suprema, el colegio episcopal también la tiene cuando se ejerce unida a su cabeza, el sucesor de Pedro Cf
UR 3, 19-20, 22.

En este sentido de una Iglesia colegiada, cobran importancia las Iglesias particulares al mando de su
obispo. Ya que como sucesor de los apóstoles, Cristo pervive en él como sacerdote profeta y rey en medio
de la Iglesia que tiene encomendada, y que hace presente todas las realidades de la Iglesia universal.
Desaparece así la estructura piramidal derivada del Concilio Vaticano I en el que las Iglesias particulares
no eran más que una prolongación de la de Roma Cf UR 3, 23.

La Iglesia es un organismo vivo en el que todos los miembros son necesarios e imprescindibles, sea cual
sea su función. Por ello desde el último laico, pasando por el sacerdote y el diácono, el religioso y cualquier
fiel en el que podamos pensar hasta llegar al Papa, todos tienen la misma dignidad, la misma importancia,
aunque claro, no la misma responsabilidad Cf 4, 32.

Javier Alcántara Benítez


Eclesiología

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