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SINDICATO UNICO DE TRABAJADORES Y TRABAJADORAS DEL

INAU Y DEL INISA

MODIFICACIONES A LAS NORMAS SOBRE ADOLESCENTES PRIVADOS DE


LIBERTAD PREVISTAS EN EL ANTEPROYECTO DE LUC EN LA SECCIÓN I-
SEGURIDAD PÚBLICA CAPÍTULO V

PREÁMBULO

Las Reglas mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de menores,
conocidas como “Reglas de Beijing” fueron adoptadas por la Asamblea General de la ONU,
en su Resolución 40/33, del 28 de noviembre de 1985.

En la sexta y última parte, denominada: INVESTIGACIÓN, PLANIFICACIÓN Y FORMULACIÓN


Y EVALUACIÓN DE POLÍTICAS establece:

30. La investigación como base de la planificación y de la formulación y la evaluación de


políticas

30.1 Se procurará organizar y fomentar las investigaciones necesarias como base para una
planificación y una formulación de políticas que sean efectivas.

30.2 Se procurará revisar y evaluar periódicamente las tendencias, los problemas y las causas
de la delincuencia y criminalidad de menores, así como las diversas necesidades particulares
del menor en custodia.

30.3 Se procurará establecer con carácter regular un mecanismo de evaluación e


investigación en el sistema de administración de justicia de menores y recopilar y analizar los
datos y la información pertinentes con miras a la debida evaluación y perfeccionamiento
ulterior de dicho sistema.

30.4 La prestación de servicios en la administración de justicia de menores se preparará y


ejecutará de modo sistemático como parte integrante de los esfuerzos de desarrollo nacional.

Comentario:

La utilización de la investigación como base de una política racional de justicia de menores se


ha reconocido ampliamente que constituye un importante mecanismo para lograr que las
medidas prácticas tengan en cuenta la evolución y el mejoramiento continuos del sistema de
justicia de menores. En la esfera de la delincuencia de menores es especialmente importante
la influencia recíproca entre la investigación y las políticas. Debido a los cambios rápidos y a
menudo espectaculares del estilo de vida de la juventud y de las formas y dimensiones de la
criminalidad de menores, la respuesta de la sociedad y la justicia a la criminalidad y a la
delincuencia de menores pronto quedan anticuadas e inadecuadas.

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La República Oriental del Uruguay ha ratificado estas reglas, junto con otras de carácter
similar, tales como la Convención de los Derechos Humanos y la Convención de los
Derechos del Niño.

Es por ello que entendemos pertinente comenzar el estudio de las reformas propuestas
en el anteproyecto de LUC, mencionando en particular esta última regla, a lo que le
adosamos los siguientes datos numéricos, que son actuales y de fácil verificación.

1. La cantidad de APL (adolescentes privados de libertad) que se encuentran en el


sistema no llega actualmente a los 300, luego de haber tenido un pico máximo de
más de 800 en el año 2015. Ese número representa el 0.0008% de la población de
nuestro país estimada en un poco menos de 3.450.000 habitantes y lleva al menos
dos años de descenso sostenido.

2. Del total de delitos que se cometen en Uruguay, más del 94% lo cometen personas
adultas.

3. De los delitos letales, el 88% tiene que ver con temas diversos (violencia de género,
economías ilegales, crimen organizado, situación carcelaria) y solo el 12% está
vinculado a delitos contra la propiedad tales como hurtos y rapiñas que son los que
mayormente cometen los adolescentes infractores.

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ANÁLISIS DE LA TERMINOLOGÍA

La terminología usada para referirse a las personas en general, ha ido evolucionando


en los últimos años en tanto nuevas categorías de análisis se han incorporado.

Hace pocos años atrás, se usaba la expresión “menor”, “delincuente” (y lo recogen así
por ejemplo las propias Reglas mencionadas con anterioridad), para mencionar a
quienes hoy se ha convenido en llamar adolescentes infractores o en conflicto con la
ley penal juvenil.

La denominación “menor” ha sido largamente superada por el paradigma de la


Convención de los Derechos del Niño (CDN) y el Código de la Niñez y la Adolescencia
(CNA). No obstante, es la que se ha elegido usar para el capítulo V de la LUC que
expresamente dice: NORMAS PARA MENORES PRIVADOS DE LIBERTAD

El retorno a una palabra ya perimida no es un dato secundario, pues el término


“menores” – usado bajo el viejo paradigma tutelar o de la situación irregular del Código
del Niño – denota una mirada adultocéntrica hacia el mundo de los adolescentes
(como “menores que").

Esto ciertamente, implica desconocer su calidad de sujetos de derecho, y sujetos con


características especiales que vienen dadas por la etapa del desarrollo en la que se
encuentran. A ello debe agregarse que se considera, hoy en día, la existencia de
edades de la adolescencia habida cuenta que la personalidad se va construyendo
progresivamente, tal como surge de los lineamientos de la Convención de los Derechos
del Niño.

Por otro lado, todas y todos sabemos que generalmente, la expresión “menor” no se
usa para referirse a la totalidad de las personas que aún no han cumplido los 18 años
de edad, sino solamente para aquellas que cometen alguna infracción a la ley penal
juvenil o que se presume la pueden cometer, o que provienen de contextos socio
económicos culturales desfavorecidos.

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ANÁLISIS DEL ARTÍCULO 62 (RÉGIMEN DE SEMILIBERTAD) SUSTITUYE EL ART. 90 DEL


CNA

Los adolescentes sometidos a este régimen “gozan de un permiso para visitar a su


familia o para la realización de actividades externas, de ocho horas de duración, en su
beneficio personal, controladas por la autoridad donde se encuentra internado” (Art.
90 CNA)

El proyecto que se presenta pretende limitarlo para determinadas infracciones


gravísimas y graves, según la clase de infracciones que establece el art. 72 del CNA.

Esto lo hace agregando un inciso 3 al art. 90 del CNA que regula la semilibertad
declarándola inaplicable en los casos de violación (artículo 272 del CP), abuso sexual
(artículo 272 bis del CP), abuso sexual especialmente agravado (artículo 272 TER del
CP), privación de libertad (artículo 281 del CP), rapiña (artículo 344 del CP), rapiña con
privación de libertad (artículo 344 bis del CP), homicidio intencional (artículos 310, 310
bis, 311 y 312 del CP), y lesiones graves o gravísimas (artículo 317 y 318 del CP).

Es preciso recordar que los jóvenes que ingresan por resolución judicial al régimen de
semilibertad son justamente aquellos que han obtenido una evaluación positiva luego
de un tiempo prolongado dentro del régimen de privación de libertad, condenados
por las infracciones que el proyecto pretende que el instituto no se aplique.

Cabe consignar que, a la fecha, el número de adolescentes sometidos al régimen de


semilibertad no supera el 3% de la población privada de libertad. Son un poco más de
media docena los que han sido condenados por algunas de las infracciones
anteriormente detalladas.

Con la limitación que se pretende este régimen quedaría como un instituto testimonial,
y el establecimiento que los aloja, despoblado, por lo que el régimen de semilibertad no
tendría aplicabilidad.

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ANÁLISIS DEL ARTÍCULO 63 LUC MODIFICA EL ARTÍCULO 91 CNA (DURACIÓN DE


LAS MEDIDAS PRIVATIVAS DE LIBERTAD) LLEVANDO EL MÁXIMO DE 5 AÑOS A 10
AÑOS.

Esta modificación propuesta significa nada más ni nada menos que duplicar el
guarismo máximo actualmente vigente.

Ante esto advertimos una serie importante de problemas que automáticamente se


darían en caso de aprobarse tal y como se propone:

1) Con la modificación proyectada se habilita a que el INISA deba afrontar la


eventualidad de tener a su cargo jóvenes de hasta 27 años de edad.

Ello llevaría a tener que lidiar con problemáticas de adultos al interior del sistema en
una medida mucho mayor a la actual (que, en el peor de los casos, podrían llegar a
cumplir 22 años dentro de INISA).

Es decir, se generaría dentro del organismo un grave conflicto, afectando directamente


a los funcionarios que trabajan en los diferentes centros de privación de libertad, los
que deberían entre otras cosas recibir una instrucción diferente para trabajar con
hombres en lugar de con adolescentes

2) Por otro lado, es de esperar que el incremento del máximo de privación de


libertad conlleve – en una suerte de “efecto arrastre” – un aumento general de la
punibilidad.

En efecto, si el mensaje del legislador es que ahora se pueden imponer medidas


privativas de hasta 10 años, es esperable que se produzca un corrimiento de los
guarismos actuales para la mayoría de las infracciones, sobre todo teniendo en cuenta
la modificación prevista en el art. 64 LUC (que duplica el mínimo de privación de
libertad para ciertas infracciones, llevándolo de 12 meses a 2 años, tal como se
analizará a continuación.

3) Este planteo va en contra del texto y del espíritu de la Convención de los


Derechos del Niño, como también de las Reglas de Beijing, violando por lo tanto
normas y compromisos asumidos por nuestro país el que quedará, de consagrarse esta
norma, expuesto a sanciones.

Para afirmarlo alcanza con leer el artículo 37 literal b) de la CNA que respecto de la
privación de libertad para adolescentes establece que “se utilizará tan solo como
medida de último recurso y por el período más breve que proceda”.

En el mismo sentido la Regla N° 19 de Beijing referida al carácter excepcional del


confinamiento en establecimientos penitenciario dice que “se utilizará en todo

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momento como último recurso y por el más breve plazo posible”. En el comentario a
esta regla se establece que “Los criminólogos más avanzados abogan por el
tratamiento fuera de establecimientos penitenciarios … Es evidente que las múltiples
influencias negativas que todo ambiente penitenciario puede ejercer inevitablemente
sobre el individuo no pueden neutralizarse con un mayor cuidado en el
establecimiento. Sucede así sobre todo en el caso de los menores que son
especialmente vulnerables a las influencias negativas; es más, debido a la temprana
etapa de desarrollo en que estos se encuentran, no cabe duda de que tanto la pérdida
de libertad como el hecho de estar aislados de su contexto social habitual agudizan los
efectos negativos”

Así mismo, el art. 43 de la Constitución de la República establece que “La ley procurará
que la delincuencia infantil esté sometida a un régimen especial en que se dará
participación a la mujer” (norma incorporada en la Constitución de 1934).

Si analizamos la legislación actual, vemos que la pena máxima para los adultos es de 30
años (artículo 68 del CP), por lo que la pena máxima para los adolescentes (5 años)
representa la sexta parte de la del adulto. Con esta reforma representaría la tercera
parte.

Hay que señalar que son muy pocos los fallos judiciales que han aplicado el máximo
legal; que cuando este se aplicó fue en casos que tuvieron importante difusión pública
por la gravedad de los hechos y que los imputados cumplieron la totalidad del fallo. Es
importante recordar este dato, para desmentir versiones que establecen que los
adolescentes por infracciones que han ameritado la sanción penal máxima, finalmente
solamente terminan estando privados por 2 o 3 años y recuperan la libertad.

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ANÁLISIS DEL ART. 64 (RÉGIMEN ESPECIAL) SE SUSTITUYE EL ART. 116 BIS DEL CNA
EN LA REDACCIÓN DADA POR LA LEY N° 19.055

En la modificación pretendida, se establece que en los casos en que el presunto autor


sea mayor de 15 y menor de 18 años de edad y cuando el proceso se refiera al
homicidio agravado, lesiones gravísimas, rapiña, privación de libertad agravada,
secuestro o cualquier otra infracción cuyo límite mínimo sea igual o superior a 6 años o
cuyo límite máximo sea igual o superior a 12 años, las medidas privativas de libertad
tendrán una duración no inferior a los dos años, duplicando así el plazo actual que es
de doce meses.

De producirse dicha modificación, que duplica el tiempo de privación de libertad, las


consecuencias serían gravísimas e injustas por lo que se manifestó ut supra respecto a
lo expresado en la Convención de los Derechos del Niño y las Reglas de Beijing, a lo
que se suma que;

1)Se estaría consagrando un derecho penal juvenil más severo que el previsto para los
adultos en el Código Penal.

A vía de ejemplo, si este cambio procediera, en una rapiña simple un adolescente


deberá permanecer por lo menos dos años privado de libertad y un adulto mediante
un acuerdo entre fiscal e imputado en un proceso abreviado, podrá acordar una pena
de privación de libertad inferior a los dos años, como ocurre en la actualidad.

2) El límite de 12 meses de privación de libertad que hoy prevé el art. 116 bis Lit. B) del
CNA debería ser suprimido o disminuido, pero jamás aumentado. La suspensión
consagraría la vuelta al texto original del CNA.

a) El Lit. B) lleva el plazo de duración mínima de la privación de libertad para una


serie de infracciones cometidas entre los 15 y los 17 años (entre los cuales se
encuentra el homicidio, la violación y rapiña) de 12 meses a 2 años.

Al duplicarse el mínimo de privación de libertad, el efecto inmediato será el del


congestionamiento del sistema. Esta medida conjuntamente con la duplicación de la
pena máxima que se prevé en el artículo anterior, vendría a descalabrar al Instituto que
hoy trabaja para la inclusión social adolescente, habida cuenta que no tiene ni personal
ni capacidad locativa para hacer frente a un seguro crecimiento exponencial de la
población a atender

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ANÁLISIS DEL ART. 65 LUC MODIFICA EL ART. 222 CNA ESTABLECIENDO LA


CONSERVACIÓN PRECEPTIVA DE LOS ANTECEDENTES DE UN CATÁLOGO DE
INFRACCIONES Y SU USO EN CASO QUE EL ADOLESCENTE COMETA NUEVO DELITO
COMO MAYOR, ACLARANDO EXPRESAMENTE QUE NO PODRÁ SER CONSIDERADO
PRIMARIO

En el régimen actual, es facultad del Juez imponer la conservación de antecedentes


como pena accesoria en 8 infracciones, aumentándose ahora a 12, aunque sabido es,
que rara vez los Jueces han impuesto esta pena accesoria.

El catálogo de 12 infracciones es el mismo que proscribe la aplicación de la


semilibertad, a saber: violación (artículo 272 del CP), abuso sexual (artículo 272 bis del
CP), abuso sexual especialmente agravado (artículo 272 TER del CP), privación de
libertad (artículo 281 del CP), rapiña (artículo 344 del CP), rapiña con privación de
libertad (artículo 344 bis del CP), homicidio intencional (artículos 310. 310 bis, 311 y
312 del CP), o lesiones graves o gravísimas (artículo 317 y 318 del CP).

Por otro lado, se deroga el inciso que refiere a la eliminación de antecedentes, con lo
cual, en tales casos, los antecedentes se conservarán en forma perpetua.

Amerita repasar lo que ha sido la evolución legislativa al respecto:

1) En su primera versión el CNA nada establecía en lo referente a mantener los


antecedentes al cumplir la mayoría de edad, diferenciando, como debe ser, ambas
etapas de la vida de los individuos.

2) El año 2011 por ley N° 18778, se estableció que, en los casos de violación, rapiña,
copamiento, secuestro y las distintas variantes del homicidio intencional, el Juez al
momento de dictar sentencia podrá imponer como pena accesoria la conservación de
los antecedentes a los efectos que, una vez alcanzada la mayoría de edad, si cometiera
un delito, no pueda ser considerado primario. En todos los casos, los antecedentes
judiciales de los adolescentes serán eliminados:

a) pasados dos años desde que cumplieran la mayoría de edad;

b) pasados dos años posteriores al cumplimiento de la pena, cuando ésta se extendiese


más allá de los 18 años.

Sin embargo, en la reforma se pretende que los antecedentes se conserven para


cuando cumpla la mayoría de edad y no pueda ser considerado primario.

Por si fuera poco, se le quita la potestad al Juez de decidir si impone o no una pena
accesoria y se modifica la gama de infracciones por los que ha sido penado.

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ANÁLISIS DE LOS CAMBIOS EN EL NCPP QUE TAMBIÉN AFECTAN A LOS


ADOLESCENTES EN EL PROCESO PENAL JUVENIL

Amén de los cambios específicos referidos a la penalidad juvenil existen otras


modificaciones propuestas por la LUC que afectarán el proceso penal juvenil, tanto en
lo que tiene que ver con la actuación policial como con las herramientas jurídicas con
las que actualmente cuentan los Fiscales.

En cuanto a la actuación policial, los arts. 20 a 23 LUC modifican los arts. 59, 60, 189 y
190 sobre declaraciones del imputado ante la policía y normas en materia de registro
personal y de lugares. Las modificaciones establecen facultades autónomas de la policía
con relación a las instrucciones de los Fiscales, consagrando así una mayor
discrecionalidad a la labor policial.

Por otro lado, el art. 19 LUC deroga los arts. 55 y 56 del NCPP sobre control de
identidad y al mismo tiempo los arts. 41 y 42 LUC modifican los arts. 43 y 48 de la ley
18.315 (Ley de procedimientos policiales) sobre detención con fines de identificación y
conducción policial, en la misma línea de aumentar los poderes discrecionales de la
policía (en este caso para proceder a la llamada “detención en averiguaciones”).

Estas normas deben conjugarse con otras que establecen un incremento de las
facultades policiales y el art. 40 que incorpora la “presunción de inocencia” del policía,
estableciendo que, salvo prueba en contrario, se presume la legalidad de la actuación
policial, todo lo cual va en la misma dirección ya apuntada.

Es de presumir que se van a dar lugar a un aumento de las detenciones en la vía


pública, lo que afectará a la detención de adolescentes, cuya vulnerabilidad frente a la
actuación policial siempre es mayor que con relación a los adultos.

Sobre las herramientas que cuentan los Fiscales, la principal afectación al proceso penal
juvenil es la derogación de la suspensión condicional del proceso (art. 33 LUC),
alternativa que permite clausurar el proceso al cumplirse las condiciones impuestas, sin
ir a medidas privativas de libertad. Esto ha sido usado hasta el momento y permite
descongestionar el sistema en casos leves y se deroga el principio de oportunidad
(art.16 LUC) con lo cual también se les quitan potestades a los Fiscales para archivar
casos de escasa entidad.

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ANÁLISIS DE LA DUDOSA APLICABILIDAD DE ALGUNAS DISPOSICIONES DE LA


NORMA

El art. 31 LUC que impone el uso de tobilleras para salidas transitorias y prisión
domiciliaria para adultos podría plantear la duda de su aplicación en caso de
imposición de arresto domiciliario a adolescentes.

Considerando que, el art. 75 CNA remite al NCPP y “sus modificativas”, en caso que la
LUC se convierta en ley, podría entenderse aplicable la exigencia de tobillera para la
imposición de arresto domiciliario. Ello podría implicar dificultades que en definitiva
harían impracticable la norma en función de la notoria escasez de tobilleras. Cabe
preguntarse pues, si en caso de no tener tobillera para un adolescente, se optará por la
no aplicación de esta medida alternativa al encarcelamiento para adolescentes y se
optará por una medida privativa de libertad.

La misma duda interpretativa puede plantearse con relación a la aplicabilidad para los
adolescentes del nuevo proceso extraordinario.

El art. 28 LUC agrega un art. 273 bis que prevé un nuevo proceso extraordinario. El
proceso abreviado (también modificado y restringido por LUC) no se aplica a
adolescentes por expresa previsión legal. El art. 75 CNA excluye expresamente los arts.
272 y 273 NCPP que son los que regulan tal proceso. Ahora bien, con la previsión de
un art. 273 bis quedaría la duda de si este nuevo proceso extraordinario resultaría de
aplicación a los adolescentes, pues la exclusión refiere al art. 273 y no al 273 bis y la
remisión del 75 CNA es al NCPP y “sus modificativas”, dentro de las cuales entraría la
LUC en caso de aprobarse.

El espíritu del proceso extraordinario, es agilizar el juicio, eliminando los plazos y las
etapas escritas de acusación y contestación, así como la audiencia de control de
acusación, par ir directamente a una acusación y contestación oral en sustitución de la
formalización.

Sin embargo, dado que establece que la Defensa se puede oponer a acudir a esta vía,
en los hechos resulta difícil pensar que la Defensa pueda renunciar a las etapas previas
al juicio oral si no obtiene algún beneficio para el imputado.

Con ello se coloca al Juez en la difícil situación de tener que resolver si acude a esta vía,
con el riesgo de generar indefensión al imputado por falta de tiempo y medios
adecuados para preparar su defensa (dado que se sustituiría la audiencia de
formalización por una audiencia única con acusación, contestación, diligenciamiento
de prueba y dictado de sentencia)

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En síntesis, en caso de interpretarse que el nuevo proceso extraordinario es aplicable a


adolescentes, habrá que ver como se comportan los Defensores de Oficio y si los Jueces
se animarán a habilitar adelantar todas esas etapas a una Audiencia única, pues se
genera el riesgo de condenas en estado de indefensión.

Finalmente, el art. 370 LUC establece que el INISA llevará a cabo sus cometidos “en el
marco de la política sectorial de desarrollo social que fije el Poder Ejecutivo”. No se
comprende el alcance de esta reforma, pues el Poder Ejecutivo ya tiene potestad de
fijar las políticas sectoriales, así como el control político sobre los integrantes de los
Directorios de cualquier Ente Autónomo o Servicio Descentralizado.

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SÍNTESIS, CONCLUSIONES E INTERROGANTES

• Los artículos 62 al 65 contemplan las normas que pretenden agravar la


situación de los adolescentes en conflicto con la ley, a los que se suma el artículo 33
que elimina la suspensión condicional del proceso, al derogar los artículos 383 al 392
de la Ley 19.293 (Código del Proceso Penal).

• La suspensión condicional del proceso es la única vía alternativa de solución del


conflicto con que cuenta la justicia penal juvenil. La misma “procederá cuando no
exista interés público en la persecución y cuando la gravedad de la culpabilidad no se
oponga a ello”. Se suspende el proceso si se le imponen al imputado, condiciones y
obligaciones que deberá cumplir.

• El art. 75 del Código de la Niñez y la Adolescencia (Ley N° 17.823 del


07/09/2004) en la redacción dada por la ley N° 19.551 del 25/10/2017 establece que
para los adolescentes no se aplica el proceso abreviado (arts. 272 y 273 del CPP), por lo
que la totalidad de las formalizaciones culminan en la realización de un juicio oral.

• Surge de la instrucción N° 10 dictada por la Fiscalía General de la Nación de


fecha 24/08/2018, referida a la suspensión condicional del proceso que: “En los casos
en que esta vía sea procedente, los fiscales deben darle prioridad a la utilización de la
misma por sobre las demás e intentar por todos los medios a su alcance un acuerdo
con el imputado asistido por su defensa”.

• La LUC no propone una reforma integral de la responsabilidad juvenil ni del


régimen legal de la adolescencia, sino que se concentra en la privación de libertad, así
como en otras consecuencias accesorias (responsabilidad de los representantes legales,
conservación de antecedentes).

• El signo general es un aumento de la punibilidad en todas las modificaciones de


la LUC, a saber

• Como en todos los planteos que se realizan en la reforma se intenta agravar la


situación del adolescente en conflicto con la ley, pero en este caso proyectándolo a
cuando cumpla la mayoría de edad.

• Incluso en el caso de infracciones consideradas graves (no gravísimas) como la


privación de libertad, las lesiones graves y el abuso sexual de acuerdo a la categoría de
infracciones que se realiza en el artículo 72 del CNA, el planteo proyectado genera
perplejidad por lo inadecuado; a lo que se suma que no distinguen en el caso de las
lesiones que las mismas sean dolosas o culposas.

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• A pesar del agravamiento de las normas del Código de la Niñez de la


Adolescencia por las leyes: 18.778 del 15/07/2011, 19.055 del 04/01/2013 y 19.551
del 25/10/2010 el porcentaje de los adolescentes privados de libertad es inferior al 3%
de las personas privadas de libertad en el país.

• El número de adultos privados de libertad supera los 11.700, cifra récord en la


historia del país, lo que establece un altísimo índice de prisionización de 340 personas
cada 100.000 habitantes. Esto se constituye como un Índice elocuente de la escasa
benignidad del sistema penal uruguayo, y de la baja aplicación de medidas alternativas.

• El sistema sancionatorio propuesto en el proyecto una vez declarada la


responsabilidad del adolescente tiene un solo objetivo que es aumentar el encierro, y
buscar con las medidas propuestas acercar las sanciones de los adolescentes a las de
los adultos.

• Todo lo contrario a lo que apuntan las medias socioeducativas previstas para los
adolescentes que es minimizar la respuesta estatal, la protección de los derechos de los
adolescentes como sujetos en desarrollo, con el objetivo de la necesaria especialidad
del derecho penal de adolescentes frente al derecho penal de adultos, limitando por lo
tanto la aplicación de sanciones y responsabilidades de este último.

• No se fomentan medidas alternativas, sino por el contrario se les suprime


(suspensión condicional del proceso), se les limita en el trabajo y en el estudio en el
exterior de los centros (régimen de semilibertad), y se prolongan los tiempos de
reclusión (aumento de penas); en lugar de limitar la aplicación de sanciones
prolongadas para lograr su pronta inserción en la sociedad como se establece en la
Convención sobre los Derechos del Niño y en el texto original del Código de la Niñez y
Adolescencia; afirmando el principio de intervención mínima y el respeto a la dignidad
humana.

• Se puede augurar, sin temor a equivocarnos, una gran cantidad de recursos


legales en lo local y también a nivel internacional, así como una importante
conflictividad en los operadores judiciales y un gran caos a nivel penitenciario debido a
la segura y mediata saturación del sistema.

• El aumento al doble de las penas máximas aumentará en igual medida la


conflictiva en los centros de reclusión y el grado de violencia con el que egresarán una
vez cumplidas las medidas impuestas.

• Es además impensable que se puedan adoptar estas series de medidas que


exigirán muchos más recursos de todo el sistema, en el marco de un proceso de
restricción presupuestal.

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• Parece una gran contradicción que un adolescente de 17 años de edad, si


comete una infracción grave, sea recluido en el INISA quizás hasta los 27 años de edad,
mientras que por otro lado se intenta consagrar un régimen especial para jóvenes
adultos de 18 a 23años que, cometiendo un delito similar, sea llevado a una cárcel de
adultos.

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COROLARIO

La adolescencia es una etapa difícil, se trata de una época de la vida que marca la
transición entre la niñez y el estado adulto.

El adolescente tiene menor capacidad de querer y entender, su personalidad está en


proceso de formación y dada su falta de madurez física, mental y emocional necesita
protección y cuidados especiales. Esto lo hace menos reprochable penalmente

La infancia y la adolescencia se encuentran protegidas especialmente por el derecho,


siendo la Convención de los Derechos del Niño el instrumento fundamental que tiene
una mayor tolerancia ante las transgresiones de los adolescentes.

Nos parece pues, que nada justifica los cambios legales propuestos, ya que la sociedad
y la participación de adolescentes en infracciones a la ley, no ha cambiado
significativamente desde la entrada en vigencia del CNA. Esto no es opinable, hay
datos objetivos que lo certifican.

Si se pretende el aumento de la responsabilización, de semejante forma, de los


adolescentes, en la misma medida, se podría pensar en la pertinencia de aumentar sus
derechos cívicos.

Como trabajadores y trabajadoras del sistema, nos preocupa que no haya en el


anteproyecto de LUC señales de que se vaya hacia una política criminal de largo plazo.
Esto es, que no solo vea los aspectos penales o procesales penales, (los que siempre
actúan luego que la infracción se cometió), para evitar que el fenómeno se provoque y
crezca.

Es deseable, frente al fenómeno criminal, que se apliquen más políticas de


rehabilitación y reinserción, porque más tarde o más temprano quienes infringen las
leyes, salen a la sociedad y si no hay rehabilitación ni inclusión van a repetir su
conducta infractora.

Abogamos por que se abra un ámbito de discusión donde el eje no sea estar
discutiendo cuanto tiempo de reclusión hay que establecer, sino qué hacemos en ese
tiempo para que esa persona cuando recupere su libertad y tenga que reincorporarse a
la sociedad, no encuentre como única opción volver a delinquir.

No parece ser este el camino que emprende la LUC.

Como tampoco parece obedecer a un estudio, investigación, planificación y


formulación y evaluación de políticas como lo indica la Regla 30 de Beijing a la que
aludiéramos al inicio de este documento

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