Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
,
ruSTICIA y GLOBALIZACIÓN
VICENTE GONZÁLEZ RADÍO
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
Edita:
MINISTERIO DE ADMINISTRACIONES PúBLICAS
Instituto Nacional de Administración Pública
ISBN: 84-7088-702-5
NIPO: 329-00-022-8
Dep6sito Legal: M-1016-2001
Fotocomposici6n e impresi6n: Jacaryan, S.A.
SUMARIO
Pág.
INTRODUCCIÓN 9
1. LA JUSTICIA Y LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL 15
1.1. La justicia como enunciado 19
1.2. La justicia como vivencia subjetiva 23
1.3. La objetivización de la justicia: el orden social 28
2. SOCIEDAD Y JUSTICIA 33
2.1. Sociedad y personalidad: la cultura 37
2.2. Norma y valor: el orden social 41
2.3. Racionalidad y construcción social........................................ 45
7
SUMARIO
6. JUSTICIA Y CAMBIO 99
8
INTRODUCCIÓN
La justicia ha sido, a lo largo del tiempo, un marco temático, que nos sitúa
ante qué tipo de sociedad estamos y qué y cómo opera una sociedad determi-
nada, ya que nos va a perfilar los planos normativos axiológicos y valorativos
de los que parte y de los que nutre. Sin embargo, esta afirmación es susceptible
de revisión en función de otras variables que afectan tanto al individuo como a
la sociedad.
¿Qué es la justicia? ¿Qué es el Derecho? ¿Qué es la norma? ¿Qué es el
control social? El qué y el cómo son los núcleos sobre los que hay que reinci-
dir ya que nos sirven para delimitar el continente y el contenido de lo que es y
representa la justicia. El objeto y la entidad de la justicia se convierten en el
centro de preocupación y de interés.
La historia de las ideas que explicaron nuestra civilización nos ofrecen los
perfiles cognoscitivos de los valores de uso y cambio de lo que es y representa
la justicia. Y, aquÍ, radica una de las variables significativas: el saber histórico.
Lo abstracto y lo concreto, el principio y la aplicación nos trasladan a con-
cepción y vivencia (vigencia) de lo que es y representa la justicia: su aplicabi-
lidad. De ahí viene la utilización y uso que recibe la justicia a lo largo del tiem-
po: la comparación. A la que hay que añadir la concepción, la dimensión
cognitiva y cognoscitiva.
Por otra parte, la dimensión individual y la dimensión colectiva nos condu-
cen a la configuración de lo que tiene y conlleva la idea de justicia, lo cual de-
limita lo que podamos entender por justicia, al igual que la dimensión subjeti-
va u objetiva de la justicia.
La idealicidad de la justicia, la operatividad de la justicia y la normaticidad
de la justicia nos plantean rasgos y perfiles que complican más la conceptuali-
zación de lo qué es y representa la justicia. Asimismo, cuando desestructura-
mos estos enfoques y nos aparecen los elementos subjetivos, objetivos y for-
males de lo que configuramos por justicia, ésta nos aparece como una
referencia profundamente confusa y, a ese encuadre equÍvoco hay que unir la
perspectiva absoluta o relativa, la global o la parcial. En definitiva, vamos a
9
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
10
INTRODUCCIÓN
11
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
enfoques dialécticos y, también, fuertes adhesiones como han sido los enfo-
ques estructural-funcionalistas que estructuraron y conformaron todo un modo
de entender y aplicar los principios y reglas a los actos y la reflexividad de los
mismos. Ahora bien, los tiempos fe han sucedido y ahora emergen otros enfo-
ques que tratan de comprender y aplicar a los nuevos tiempos que tienen elll sí
nuevos retos.
A los planteamientos teóricos hay que añadir el análisis del encuadre de lo
que es y representa la justicia, es decir, las organizaciones sociales y aquí lhay
que observar la relación de la justicia con la economía, la justicia con la reli-
gión, la justicia con la política, la justicia con la educación o la familia. Apare-
ce aquí el encuadre operativo y operacional dentro del plano material y formal
de las organizaciones sociales. Por supuesto, hay aquí una problemática espe-
cífica, así, en nuestro aquí y ahora, baste observar los distintos «libros blan-
cos» de la justicia realizados por los distintos sectores que operan en el plano
operacional para darnos cuenta de lo que ocurre. Sin embargo, esto representa
un plano más en lo que es la crisis de la justicia.
Hasta aquí hemos revisado el plano teórico e institucional de la justicia,
pero, ¿qué piensa el hombre de la calle de la justicia? Ello representa otro fren-
te de conflictos sobre el qué y el cómo entender la justicia. Por ello es preciso
analizar la valoración que hacen y tienen los individuos sobre la justicia y del
funcionamiento de la justicia, así como de los referentes que el individuo pre-
senta en nuestro tiempo.
y a todo ello hay que unir otro de los rasgos de nuestro tiempo que es otro
agregado a la conflictividad existente: los procesos de la globalización, donde
el multiculturalismo se enfrenta a la identidad, además de la intemalización de
la justicia. Pero ello trae procesos nuevos y demandas nuevas que esperan res-
puestas.
Todo ello es y representa un nuevo campo de estudios: la justicia. Pero ello
desde la sociología, lo cual tiene en cuenta ámbitos específicos de la jurispru-
dencia, de la sociología del Derecho, de la sociología jurídica y de la sociolo-
gía de las organizaciones, ya que nos ofrecen elementos de referencia a tener
en cuenta.
Se abre así, dentro del enfoque multidisciplinar, la abarcabilidad de una ex-
presión que al ser tan manida presenta cierta prevención a la hora de individua-
lizar sus contornos, su abarcabilidad y sus propios efectos. Quedan de esta for-
ma expuestas las dimensiones cognoscitivas de la justicia en nuestro tiempo,
que representan una adecuación teórica-práctica a una problemática específica
que presenta la justicia.
Este estudio consta de seis capítulos y pretende presentar el plano cogniti-
vo y operativo de la justicia, así como la problemática específica que tiene,
como asimismo las nuevas fundamentaciones que se abren ante el futuro. En
este sentido, hay que unir a los interrogantes, la incertidumbre precisamente en
una encrucijada histórica que pide respuestas y, en consecuencia, vías de solu-
ción en nuestra problemática específica, cuando en ese mismo contexto están
12
INTRODUCCIÓN
13
Capítulo 1
LA JUSTICIA Y LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL
Pese a que en nuestro contexto hay diferentes significados del término justi-
cia como puede ser el entenderla como rectitud, lo cual le implica un sentido
moral, otras veces designa a la virtud cardinal, que equivale a dar a cada uno lo
que es suyo o lo que le es debido; hay otras acepciones como la que adopta la
dirección de conjunto de virtudes. Así, en esta última acepción se entiende la
expresión del evangelio de San Mateo 5, 6 que señala: «bienaventurados los que
tienen hambre y sed de justicia»... Se observaron distintas ópticas y diferentes
significaciones del término, que ha sido usado y utilizado a lo largo del tiempo.
Este término, en sí, procede del latín iustitiam, teniendo básicamente dos
direcciones su significado: por una parte, comportamiento justo y, por otro,
trato justo. Hay, pues, dos referencias importantes, de un lado, el ámbito indi-
vidual y, por otro, el estar con «otros». Esta dualidad viene connotada a lo lar-
go de la historia, donde se acentuó un modo u otro, llegando, incluso, a enten-
der la justicia a la representación de la ley.
Conviene señalar, antes de marcar otros enunciados, que el término en sí
conlleva unas representaciones significativas para el individuo como para el
grupo. En este sentido, hay que analizar conjuntamente el uso y la evolución
que ha tenido este término, ya convertido en concepto a lo largo del tiempo.
Si antes hemos aludido a las bienventuranzas es de por sí representativo,
ya que la justicia significó una representación con valor en sí en el mundo he-
breo y después en el mundo helénico y en el mundo romano, que han sentado
las bases de referencia de nuestra cultura, configurándole una significación
propia. Sin embargo, es necesario revisar el cómo nos llega a nosotros y cuál
es el marco de referencia y de configuración que arrastra en sí. Por ello es ob-
servado desde varios niveles de análisis: 1) El análisis histórico. 2) El análisis
antropológico. 3) El análisis ético. 4) El análisis filosófico. 5) La dimensión
social.
La historia nos ofrece el repaso de los sucesos, actos, hechos y aconteci-
mientos que nos anteceden y, en ese contexto, se van apreciando representacio-
nes diferenciadas de la justicia; su uso y su aplicación. El peso de la evolución
ha conllevado un tratamiento diferenciador a lo largo del tiempo y así el uso
que hace Platón, Aristóteles, los estoicos, los epicúreos, el cristianismo, la es-
15
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
16
LA JUSTICIA Y LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL
17
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
iniciada por los sofistas y continuadas básicamente por Platón que ha diseñado
un nuevo orden en La República y ha desplazado a los guardianes (los que po-
seían la fuerza) a los gobernantes que elaboran leyes. Aparece ahí una nueva
configuración interpretativa de la justicia situando una nueva naturaleza y un
nuevo origen a la justicia. En La República la justicia regula y equilibra a las
otras virtudes. En este sentido, hay una nueva significación social de la justi-
cia. A ese marco nuevo hay que añadir los planteamientos de Aristóteles que
en la Ética a Nicómaco, en La Política y en La Retórica configura y determina
el qué y el cómo de la justicia estableciendo su identidad como virtud, estable-
ciendo diferenciaciones y motivos cualitativamente diferenciados de la equi-
dad y también de la caridad. Posteriormente, los estoicos han recreado la for-
ma del deber y de la armonía frente a los epicúreos. En el mundo romano se ha
ido consolidando y Polibio nos narra cómo se ejercía, al igual que Cicerón nos
describe el alcance y el significado de las leyes. De hecho, en Roma, durante la
República, la fuente del derecho han sido las doce tablas, completadas por los
senadoconsultos, las leyes de los comicios curiales, los plesbiscitos y, especial-
mente, los edictos de los magistrados (pretores). Durante el imperio, el prínci-
pe promulgaba edictos, mandatos, decretos y rescriptos; el senado conservaba
ciertas prerrogativas. En lo civil administraban justicia ciertos magistrados
como pretores, ediles, curiales, censores, cónsules, cuestiones, o el gran pontí-
fice que aplicaban el derecho al lado de árbitros, jueces, senadores, etc. En el
procedimiento per formulam, que reemplazó el antiguo per legis actiones y
que subsistió durante el Imperio alIado de un nuevo procedimiento de citación
per libellos, el magistrado designaba el juez y fijaba la naturaleza del Derecho.
Durante el imperio, el príncipe que ostentaba la jurisdicción suprema -la ape-
lación- la confiaba a un magistrado o a un funcionario, los prefectos y gober-
nadores. En la justicia penal, los comicios delegaban sus atribuciones a los ma-
gistrados superiores o a los tribunales especiales que se convertían en
permanentes. En definitiva, en Roma se conforma la perspectiva nueva de la
justicia, como aplicación del derecho. En ese sentido, la justicia empieza a re-
ferirse a la aplicación del derecho, es decir, a tribunales, magistrados y conjun-
to de personas encargadas de aplicar las leyes y examinan la aplicación del de-
recho. San Agustín y la Patrística y la Escolástica van configurando un nuevo
modelo donde aparece la teología -la religión- donde la justicia es el atribu-
to de Dios, por el cual premia o castiga a cada uno según sus merecimientos y,
por otro lado, está el Derecho como conjunto normativo que rige la vida de una
sociedad. Posteriormente aparece Santo Tomás, es el que reestructura la pers-
pectiva aristotélica de la justicia y asÍ, en la Suma Teológica, nos afmna que
«la justicia subordina los actos de todas las virtudes al bien común», reestruc-
turando la taxonomía de Aristóteles que hablaba de justicia como virtud parti-
cular y de la justicia general-legal- o bien la justicia distributiva que es pro-
porcional a los métodos, y la justicia correctiva o curativa o conmutativa, como
nos afirma en La Política. En el Renacimiento, aparte de Hobbes, y de Ma-
quiavelo son significativos los planteamientos del pensamiento utópico, la re-
18
LA JUSTICIA Y LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL
19
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
5 Gustavo VILLAPALOS y Alfonso LÓPEZ QUlNTÁNS (1998), El libro de los valores, Planeta, Barcelona.
6 Santo TOMÁS (1990), La Suma Teológica, BAC, Madrid.
20
LA JUSTICIA Y LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL
21
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
22
LA JUSTICIA Y LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL
lleva a que cada individuo hace o posee su propio lugar en la sociedad. El or-
den nos da una armonía y, en consecuencia, la alteración del orden representa
conflicto, desviación, ruptura y, ello, conlleva alteración del statu quo, lo cual
plantea socialmente el problema del cambio.
Desde nuestro tiempo, del aquí y el ahora hay que cuestionamos sobre el or-
den y el cambio. ¿Cómo pueden ser enjuiciados? ¿Qué presentan uno y otro en la
sociedad? Pero, sobre todo, cómo interpretar el cambio. En ese sentido hay que
observar críticamente lo que significa la justicia y, sobre todo, la ideología de la
justicia o si se quiere las implicaciones ideológicas de la teoría de la justicia.
En ese marco de orden y cambio cabe preguntarse dónde y cómo se entien-
de el orden, su lugar, su ubicuidad, si hay un orden local, regional, estatal o
mundial. Pero, también, cuáles son las implicaciones del cambio. Tanto es así
que en nuestro tiempo se habla de la mundialización de la justicia, donde las
obligaciones-vinculaciones del individuo con su medio son de carácter supra-
nacional y ello conlleva una nueva reglamentación de las relaciones.
Parece que lo dinámico se impuso sobre lo estático en cuanto a la relación,
aunque se anuncia, de igual forma, una perspectiva estática del orden, ya que
la globalidad integra la diferencia, ya que hay un orden supra que obedece a un
orden global de las cosas.
El individuo ve, oye, observa que los derechos humanos son proclamados,
revividos y declarados como forma suprema de convivencia. Da la impresión
que ellos representan el nuevo camino de la unidad en la mundialización y de
unicidad en el mundo. Así, de esta forma se presentan los procesos sin que se-
pamos a ciencia cierta cómo, dónde, para qué y en qué consisten los elementos
de tal proceso.
Lo que sí parece claro es el nuevo referente de la mundialización: una nue-
va seguridad. La justicia entra en la configuración de nuevos bienes: el derecho
mundialmente reconocido. La perspectiva social/comunitaria de la justicia al-
canza nuevos rumbos y se van conformando nuevas concreciones de la justicia,
tanto ideal, como real, quedando otras vivencias y querencias que recibimos
del Derecho natural y del Derecho positivo para adentramos en los efectos del
utilitarismo, el pragmatismo y el instrumentalismo que son aplicaciones con-
cretas del mundo de la justicia.
El paso de lo justo a lo legal ha representado un vuelco sustantivo de la jus-
ticia. Ahora al ensancharse el plano de lo legal, rompiendo lo nacional para
abrirse a otros órdenes supranacionales conlleva también una alteración en lo
que se entiende por la sustantividad social de la justicia. La justicia entra en el
rumbo de establecer un proceso activo en la sociedad.
23
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
24
LA JUSTICIA Y LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL
juzga en general la felicidad por lo que es su vida», «al vulgo le basta ir en pos
de los placeres»; «el amor a la gloria es el patrimonio de las naturalezas supe-
riores, así como el amor a la virtud»14. Es decir, Aristóteles plantea la diferen-
ciación de los individuos y las diferentes posiciones vitales.
Al desarrollar la teoría de la virtud en el libro segundo del libro Ética a Ni-
cómaco establece la distinción de las virtudes en intelectuales y morales y ha-
bla de virtud y de hábito. Nos afirma que «la naturaleza sólo nos da disposicio-
nes; nosotros las convertimos en cualidades precisas y determinadas mediante
el empleo que hacemos de las mismas». Esta distinción es de capital significa-
ción para encardinar la justicia como virtud que presenta esa doble posibilidad
de actuación, ya que comporta una y otra, la parte intelectiva y la parte moral,
ya que los tres elementos principales en el alma son las pasiones, las facultades
y los hábitos. Por otra parte, sostiene que la virtud sólo puede aplicarse a los
actos voluntarios por lo que es preciso el planteamiento de la «fuerza» o de la
«ignorancia».
El libro quinto de su Ética a Nicómaco lo dedica a la «Teoría de la Justi-
cia» donde señala que para estudiar bien la justicia y la injusticia, es preciso
considerar tres cosas: a qué acciones se aplican, qué especie de medios tiene la
justicia, y cuáles son los extremos entre los que lo justo es un medio laudable.
«Todo el mundo está de acuerdo en llamar justicia a esa cualidad moral que
obliga a los hombres a predicar cosas justas, y que es causa de que se hagan y
de que se quieran hacer. La misma observación puede hacerse respecto a la in-
justicia; es la cualidad contraria»15. Facultad y conocimiento son dos requisitos
de los que se parte a la hora de individualizar la justicia, ya que se plasma la
oposición general de los contrarios y, en especial, de dos contrarios: lo justo y
lo injusto. La actuación, el acto, define un comportamiento que puede ser justo
o injusto y respecto a tal comportamiento se ha construido el proverbio que re-
coge Aristóteles. «Todas las virtudes se encuentran en el seno de la justicia».
En ese sentido, le otorga a la justicia el ser una virtud completa y acabada. En
definitiva, estudia y entiende la justicia como una parte de la virtud, aunque
presente los rasgos de ser una virtud especial. El plano relacional de la justicia
y lo justo señala rasgos de la justicia. Por ejemplo, la relación de la justicia y la
igualdad y lo injusto y lo desigual. Otra dimensión o «especie» de la justicia es
la vertiente social de relación con los ciudadanos: su papel «reparadora» y «re-
presiva». En este sentido señala «la no reciprocidad o el talión no puede ser la
regla de la justicia y aquí critica que «es doctrina de los pitagóricos, que han
definido lo justo diciendo de una manera absoluta: «que consiste en dar exacta-
mente a otro lo que se ha recibido». Pero el talión no conviene ni con la justicia
distributiva ni con la justicia reaparadora y represiva. Se insiste y se pretende
que el talión es la justicia de Radamanto: «sufrir lo mismo que se ha hecho, he
aquí la verdadera justicia»16.
14 ARISTÓTELES (1987), Ética a Nicómaco, Espasa Calpe, Madrid.
15 ARISTÓTELES (1987), Ética a Nicómaco, Espasa Calpe, Madrid.
16 ARISTÓTELES (1987), Ética a Nicómaco, Espasa Calpe, Madrid.
25
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
26
LA JUSTICIA Y LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL
27
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
28
LA JUSTICIA Y LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL
29
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
30
LA JUSTICIA Y LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL
31
Capítulo 2
SOCIEDAD Y JUSTICIA
33
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
igualmente, la institución de Derecho positivo, que exige dar a cada uno lo que
le corresponde, que es la justicia distributiva, así como regular la correcta rela-
ción entre derechos y obligaciones manteniendo el principio de igualdad, es
decir, la justicia conmutativa.
Dentro de la perspectiva institucional, que venimos apuntando, desde Mon-
tesquieu, la justicia como poder institucional de hacer respetar el derecho ha
sido considerada como un poder necesario e independiente del resto de los po-
deres institucionales: el poder legislativo y el poder ejecutivo. En definitiva,
aparece la justicia presentando una imagen propia, un espacio definido, un sta-
tus y un rol específico en la sociedad.
Es preciso realzar el alcance y el significado de la justicia en su dimensión
relacional y de ubicuidad. Desde el ámbito relacional hay que observar que re-
lación tiene con el poder, con el derecho, con el individuo, con la libertad, con
la fuerza, etc., y su ubicuidad nos traslada a ese espacio simbólico, que tiene
un peso específico a la hora de establecer sus límites y su propia identidad.
Los tres términos iustitiam, iustum y ius nos presentan a su vez: 1) La acti-
vidad; 2) el ideal; 3) y la fundamentación; todo ello conllevando en sí la mez-
cla de ideal y de interés, de función y status, de consideración y de definición.
Aparece todo mezclado, lo personal y lo social y dentro de éste el institucional
por lo que hay que hablar de formas, conllevando ello ideas vulgares y cultiva-
das sobre la armonía, el orden al que unir rectitud, lo recto, lo bien dirigido y a
ello someten las conductas y los actos cotidianos. En este sentido apreciamos
un salto cualitativo de la justicia a lo jurídico, donde se entiende por norma
toda regla de conducta de observancia obligatoria que hay que distinguir de la
simple regla técnica que es aquella que prescribe los medios idóneos para el
logro de un fin. Es cierto que aparecen en este horizonte distintos tipos de nor-
mas como son las normas o reglas éticas y morales, las sociales y, por supues-
to, las jurídicas, que presentan un rasgo característico, pues son las reglas o
normas que reglan y ordenan las conductas desde el Estado a través de los po-
deres del Estado: ejecutivo y legislativo, donde el judicial aplica la ley.
Es obvio que se ensancha aquel plano relacional y aparecen el Estado, la
configuración del Estado y el poder. La justicia, de esta forma, entra dentro de
nuevas coordenadas que desde Platón y Aristóteles ha tenido sus cultivadores,
pero, desde Montesquieu se conforma otra perspectiva de la justicia constru-
yéndose su propio aspecto objetivo donde el derecho es el elemento sustantivo
por excelencia. Por ello hay que hablar de fenómenos jurídicos y de sociología
jurídica, donde se aprecia la idealicidad del derecho, la normatividad del dere-
cho y la facticidad del derech020 • La idealicidad del derecho nos pone en rela-
ción los ámbitos gnoseológicos y epistemológicos del derecho, su plano cogni-
tivo, es decir, la idea de valores y de normas, por supuesto, el valor de la
justicia. Los otros ámbitos o marcos de análisis, la normatividad del derecho
nos referencia las normas, la dogmática jurídica y, por último, la facticidad del
34
LA JUSTICIA
derecho nos señala cómo es la práctica jurídica y cómo es la vida de los gru-
pos. Estos dos ámbitos, la normatividad y la facticidad, se refieren a la aplica-
bilidad de la justicia. .
Aquel plano relacional condiciona y determina lo que debemos entender
por justicia en nuestro tiempo, básicamente dos elementos relacionales: el po-
der y el Derecho. El poder, como elemento sustantivo, conllev~ capacidad físi-
ca, legal, moral y jurídica de actuar, o también ejercicio de una autoridad de tipo
personal o representativo que condiciona al resto. Es evidente que ese elemento
referencial actúa formalmente como institución que ejerce la autoridad; la nue-
va consideración de la justicia hay que buscarla en las bases en que se asienta el
Estado liberal de Derecho: la supremacía de la ley o principio de legalidad, la
división de poder, la institucionalización de la administración, el reconocimien-
to formal de unos determinados derechos, el pluralismo ideológico o político
informativo, etc. Pues bien, entre esos pilares que se asienta el denominado Es-
tado de Derecho, está la institucionalización. Derecho e institucionalización ad-
quieren nuevas dimensiones con el Estado moderno. Sin duda~ el poder es uno
de los temas centrales de la filosofía política y de la ciencia política y que ad-
quiere un peso específico cuando se estudia la soberanía. Durante la Edad Me-
dia la disputa entre el poder temporal y el poder espiritual intenta resolverse en-
tre la autoritas, el poder del emperador y la potestas, el poder del Papa.
A partir del Renacimiento comienzan a desarrollarse las teorías del poder
absoluto, siendo Marsilio de Padua quien, en el siglo XIV, desarrolla por prime-
ra vez la noción de poder autónomo perteneciente al Estado e independiente de
cualquier otra instancia. Es evidente que el Estado como tal representa una
construcción social, así, el Estado es la sociedad organizada que comparte un
territorio común, una población y una forma de organización con su gobierno y
unas instituciones que controlan a los habitantes de ese territorio. Pero, ¿qué
tipo de contrato une a los habitantes de un Estado? Aparece aquí uno de los
problemas que desde la filosofía y ciencia política más se ha debatido: es qué
tipo de relación, qué clase de contrato o qué tipo de vínculo une a la población
y qué tipo de relación tienen los pobladores y sus dirigentes. Para Hobbes, este
vínculo es el temor a una situación de conflicto y que va generalizada, ante la
cual la razón impone un pacto entre los miembros de un determinado grupo y
el establecimiento de relaciones de dominio y sumisión. De hecho, el Leviatan
representa esa entrega21 • Rousseau señala en El Contrato Social que tal contra-
to tiene su razón de ser en la conservación, la protección y la prosperidad de
sus miembros 22 • Sin embargo, es a Hegel a quien se le considera el gran teórico
del Estado, definiendo éste como la más grande encamación objetiva de la con-
ciencia sociaF3. Con el paso del tiempo y la consolidación del Estado laboral de
derecho aparecen las convalidaciones de la democracia donde la naturaleza del
pacto por el que se sostiene el Estado está regulada por las elecciones libres y
21 T. HOBBES (1990), Las señas de Leviatán, FCE, México.
22 J. J. ROUSSEAU (1982), El contrato social, Espasa Calpe, Madrid.
23 HEGEL (1989), Lecciones de filosofía de la historia, PPV, Barcelona.
35
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
36
LA JUSTICIA
37
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
nes, unas leyes ... , en definitiva, hay una cultura específica que legitima y con-
valida los actos de los individuos. La cultura aparece como un sistema de nor-
mas y valores, donde tienen cabida las instituciones sociales que son elemen-
tos mediales, estructurales y procesan en la defensa y en la transmisión de la
cultura.
Aparte de la biología aparecen otros rasgos que englobamos bajo el epígra-
fe de cultura y, uno y otro son los que definen y determinan el cómo y el qué en
la vida del individuo y de las repercusiones que esa relación conlleva en la vida
del grupo ciertamente, la cultura presenta rasgos determinados y vincula a los
miembros a través de una especie de integración cultural que unifica, uniformi-
za e iguala la vida de los individuos. Esta perspectiva en la actualidad y con re-
ferencia a la justicia esa estructuración tiene su configuración con los Estados,
por lo que plantea problemas sobre la identidad al hablar de nación o de expre-
siones supraestatales, lo cual representa una diferencia con relación al qué y al
cómo opera la justicia.
Asimismo, se producen en la cultura y su relación con los grupos manifes-
taciones de aceptación y rechazo con relación a las normas y valores existentes
y profesados. Aparece el conflicto, bien manifiesto, bien latente. Nos referi-
mos a los movimientos tanto contraculturales como a los movimientos subcul-
turales, que representan un enfrentamiento con las pautas, los valores y las nor-
mas que rigen en una determinada sociedad.
Hay que señalar que al acercarnos a la cultura hay que tener en cuenta su
vertiente real, de cultural real, y su vertiente de cultura ideal. Una y otra están
en la organización social. Una de las manifestaciones que trató de situar la jus-
ticia y el Derecho desde una neutralidad, que mayor consistencia pretendió lle-
var adelante ha sido el formalismo que ha recibido fuertes críticas por un mo-
vimiento de análisis cultural que se centra su crítica 'al formalismo, al
neutralismo y al objetivismo. Este movimiento -Critical Legal Studies- tie-
ne su desarrollo en Harvard y en otras universidades americanas e inglesas. A
nivel teórico se ha vuelto a plantear la disyuntiva de lo formal y lo material.
Pero, sea como sea, en nuestro medio se viene consolidando una forma de
ser y observar qué es y qué representa la justicia, su configuración material y
formal, donde la institucionalización representa un signo evidente en la socie-
dad. Ya Weber resaltaba el papel significativo de las instituciones judiciales y
el de los profesionales concernidos24 • Aparece un peso determinante como or-
ganización y como legitimación.
La cultura enmarca, condiciona y determina la realización de los comporta-
mientos individuales. Para ello se basa en las instituciones sociales que son
instancias formativas de la conducta y, en consecuencia, realizan la socializa-
ción, donde se transmite a los miembros del grupo símbolos y patrimonio sim-
bólico que sirve para unificar y uniformizar a los miembros. La socialización
como tal puede ser anticipada, primaria o secundaria y continua, así como tam-
38
LA JUSTICIA
39
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
variables se abre una crisis general. Porque, además, todas ellas están concate-
nadas.
Desde la perspectiva de la socialización, se da la circunstancia de que hay
un reconocimiento formal y material de cada uno de ellos, donde están asumi-
dos: a) los papeles. b) la autoimagen, con todo ello, aparecen las expectativas y
los objetivos.
Al operar con el entramado institucional-racional se crea la función-reaRi-
dad de la persona jurídica frente a la persona física, por lo que hay una cons-
trucción de actores y escenarios, donde los papeles y los status están plena-
mente definidos. De ahí que la socialización se ha realizado mediante el rol y
el status, donde la justicia representa un papel en la sociedad, que se presenta
en forma positiva por las funciones que representa.
Lo lógico, desde la armonía, es que los comportamientos se adecúen con
los roles y, precisamente, el rol de la justicia está en dirimir conflictos y liti-
gios, por lo que la paz y la seguridad se han convertido en fines-medios de la
sociedad racionalmente estructurada y consolidada, por lo que aparece la "ra-
cionalidad legal"25.
En ese tratamiento lógico aparecen status y roles, unos adscritos, que son los
que dan seguridad y fijeza a la justicia y otros adquiridos. El problema se acentúa
cuando aparece la inconsistencia del status o del rol. Al plantear el tema de la
justicia se pone la duda cuando la «racionalidad» rompe con los sentires de la so-
ciedad. Aquí hay una dualidad digna de reseñar: ¿justicia popular? 0, tal vez
¿justicia aséptica, avalorativa? Una y otra son posibles, aunque se acuda a discur-
sos «técnicos» y de «servicio», ya que ellos se deslegitiman ante el pueblo. Será
la justicia del Estado, pero puede no ser la justicia de la sociedad. Por todo ello,
la resolución de conflictos no debieran ser los consensos básicos y fundamenta-
les, que sirven para cohexionar a una sociedad. Sin duda alguna, para llegar a
ello se requiere una preparación adecuada para el rol, por lo que una inadecuada
preparación para el rol rompe con la idea y con la praxis de la justicia.
Nuestra sociedad ha hecho su entrega a la racionalidad, que emplea razona-
mientos en base a unas ratios, que se convierten en núcleos temáticos de la jus-
ticia. Por lo que es preciso evitar el conflicto de los roles sobre la justicia, ya
que ello nos traslada a la falta o carencia de identidad.
Cinco son las instituciones que nos ofrecen una idea sobre la justicia: en
primer lugar, la familia, que ha sido la gran depositaria de la educación o so-
cialización primaria. La familia transmite rasgos fundamentales sobre orden
social, jerarquía social, identidad personal y quien ejerce el poder y la autori-
dad. Con independencia del miedo / temor que pueda transmitir lo cierto es
que nos transmite quién tiene la autoridad, el poder y cuáles son los procedi-
mientos. A esos conocimientos referenciales hay que unir otros analógicos y el
individuo en el seno de una familia identifica el bien frente al mal, lo justo y lo
injusto, su sitio y el sitio de los otros.
40
LA JUSTICIA
Otra institución social es la religión que nos ha legado la identidad del de-
ber unido a la trascendencia. La obediencia, el derecho y el deber; la ética y la
moral; todo ello ha sido objetivo de la religión y nos es servida y presentada de
forma directa o indirecta en nuestro mundo laico donde cada quien puede pre-
sentarse como ateo, agnóstico o creyente. Es que hay otro signo de socializa-
ción más significativo: lo sacral frente a lo profano, que es donde adquiere un
peso específico la religión.
La educación y la cultura medial son otra institución social cada vez más
en alza, ya que socializan a edades más tempranas en el caso de la educación
reglada, pero hay una socialización más continuada a través de la cultura me-
dial o mediática26 , que adquieren un peso específico en nuestro tiempo. La edu-
cación y la cultura mediática perfilan, definen, transmiten y crean permanente-
mente los valores de uso y cambio en la sociedad a través de la
profesionalización de la transmisión, donde el receptor se convierte en destina-
tario o beneficiario y aquella transmisión se convierte en servicio público.
Otra instancia formativa son las instituciones económicas que abarcan des-
de el lugar de trabajo hasta el recreo y el ocio y tiempo libre. Estas institucio-
nes corroboran, ayudan y auxilian a la creación y recreación de valores, trasla-
dándonos a interiorizaciones, que, incluso siendo muy circunstanciales, nos
sitúan ante problemáticas específicas de la realidad social, que alteran, pertur-
ban o simplemente nos plantean el cambio social, por lo que aquella paz y se-
guridad pueden verse alteradas de múltiples formas, sea directa o indirecta, por
acción o por omisión.
Otra de las instituciones sociales son las instituciones políticas o del poder
y entre ellas, está la justicia misma, la cual transmite un producto y de ello se
tiene tanto su propia proyección como su reflejo, además de la imagen.
Todas estas instituciones sociales legitimadas por la sociedad nos adentran
en los valores sociales de uso y de cambio en la sociedad.
41
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
tual por el cual los vínculos se establecen atendiendo a más variables que la
pertenencia.
Sin embargo, en uno y otro sistema hay un orden social y cada uno de estos
sistemas tenía y tiene en vigor, precisamente, mecanismos que se producen
para mantener lo que podemos denominar «control social», entendido éste
como: «todos los medios y procesos mediante los cuales un grupo o una socie-
dad asegura la conformidad de sus miembros con sus expectativas»27.
Ahora bien, ¿cómo opera el grupo para mantener ese orden social? Básica-
mente a través de: 1) La socialización. 2) La presión social. 3) Determinantes
situacionales del comportamiento. Es que la sociedad se encuentra organizada,
donde hay individuos y grupos. Se entiende por grupo cuando un número de
personas comparten algunas pautas organizadas de interacción recurrente o,
también, cuando un número de personas determinado comparten juntas la con-
ciencia de ser miembros y de interacción. La sociedad y la organización social
operan otorgando valores y normas al individuo. De ahí que aparezcan grupos,
que puedan ser de pertenencia y de no pertenencia. Ambos, incluso excluyén-
dose, caben y perviven en una misma sociedad. Por lo que en la sociedad apre-
ciamos «distancia social», incluso dentro de los grupos, nos encontramos con
estereotipos. Un estereotipo es una imagen de otro grupo o categoría de perso-
nas compartida por el grupo. Los estereotipos pueden ser positivos o negativos,
pero en ambos casos refuerzan lo que es la identidad y lo que es la exclusión.
Otra tipología de grupos son los primarios, que a su vez pueden ser informales,
personales, íntimos y totales, y otro tipo de grupo es el secundario, que pueden
ser dentro de él de distintas formas como formales, impersonales, fragmenta-
rios o utilitarios.
Todos estos grupos y asociaciones tienen cabida en la sociedad que asume
e integra a todos sus miembros, donde se estructura socialmente hablando la
disidencia, la discrepancia y el conflicto, donde aparecen mecanismos para re-
conducir la situación hacia el consenso. Los individuos y los grupos y asocia-
ciones se adaptan, ya que se parte de que la sociedad tiene un orden dentro del
cual la gente interactúa. Hay que destacar que la disciplina de una sociedad
descansa en una red de roles de acuerdo con los cuales cada persona acepta
ciertos deberes hacia los demás y exige ciertos derechos de ellos. Se confmna
de esta forma la actual sociedad contractualista, pero todo ello dentro del orden
social impuesto por una sociedad que comporta factores de unidad subjetivos,
objetivos y formales, que representan identidad -no simple identificación-,
pertenencia, procedencia y referencia, que conlleven a compartir lo propio. De
ahí que a la hora de hablar de la justicia uno de los rasgos más fuertes es el uso
del derecho propio. La dialéctica propio /ajeno produce ruptura con el propio
sistema al quedar roto el rasgo de la identidad y la pertenencia. Por ello, la
simbolización del espacio físico es un rasgo distintivo de la unicidad del siste-
ma, donde la justicia y el Derecho son mecanismos e instrumentos.
42
LA JUSTICIA
43
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
mediante las cuales las personas ceden a sus deseos sin desafiar abiertamente a
las mayorías. En realidad, sólo cuando existe una pauta de violación que es re-
conocida y sancionada por el grupo al que uno pertenece nos encontramos ante
una pauta de inobservancia. Las pautas de inobservancia son una forma semi-
institucionalizada de comportamiento desviante. De hecho, la tolerancia de al-
guna desviación, con la amenaza implícita del retiro de este privilegio y que
realmente hace cumplir las reglas, funciona para mantener el control social.
Tenemos que tener en cuenta que la desviación es adaptativa, ya que la des-
viación es, al mismo tiempo, una amenaza a la estabilidad social y una forma
de protección. En este sentido, una sociedad puede operar eficazmente sólo si
hay orden predictibilidad en la vida social; se puede saber, dentro de determi-
nados límites, qué comportamiento esperar, por lo que el comportamiento des-
viado puede representar una amenaza para el orden social.
La conducta conformista se puede presentar de forma general como un
modo de resolver problemas, pero, a su vez, la conducta conformista puede ser
un modo de crear problemas, de ahí que socialmente hablando el comporta-
miento desviante es una forma de adoptar una cultura al cambio social. De me-
cho, la conducta desviante de una generación puede llegar a ser la norma de la
siguiente.
En definitiva, estamos ante el orden social entendido como sistema que es
operativo en la sociedad y tiene plenamente integrados los movimientos de los
individuos, pero dentro de ese orden, que implican ley y orden, hay una estruc-
tura y una consolidación de unos papeles o roles y status. Es decir, el concepto
del orden social se refiere a la totalidad de las relaciones humanas y a la cultu-
ra de cualquier área o tiempo determinado, donde todo está integrado, siendo
homologable este concepto con el de cohesión social.
Tres teorías han nucleado el estudio del orden social en nuestro tiempo: 1)
las teorías utilitaristas, que plantean que va en interés de todos los individuos
el mantener el orden social, sobre todo en las sociedades complejas en las que
la división del trabajo es grande y las personas dependen unas de otras. Como
consecuencia de este planteamiento aparecen las teorías del intercambio. 2) Un
segundo enfoque o perspectiva teórica del orden social se manifiesta en las teo-
rías culturales, que resaltan el papel de las normas y los valores compartidos,
donde podemos encontrar los estudios del conflicto y los planteamientos con-
traculturales y subculturales. 3) El enfoque del poder o de la ciencia política
que tiene en cuenta el planteamiento institucional, el poder, la soberanía, la fa-
cultad, la competencia, la atribución.
Todas estas teorías tienen en cuenta las variables significativas: valor, nor-
ma, interacción social y comportamiento. Sobre ellas se establece el marco de
actuación y de adecuación. ¿Qué papel tiene la justicia? Sin duda, en los dos
planos: en el ámbito interno o personal y en el ámbito social la justicia como
virtud tiene un peso específico, ya que dimensiona el valor de la persona en
cuanto tal.
Pero, además, el plano .público y de orden es capital, ya que el derecho es-
44
LA JUSTICIA
La racionalidad nos conecta con una estructura intelectual que nos sirve
para construir discursos y argumentos. En ese planteamiento podemos diferen-
ciar tres ámbitos propios: las ratias o motivos desde los cuales partimos o que
nuclean el argumento, el razonamiento que es el enlazamiento lógico de los ar-
gumentos y la raciOlialidad que nos sitúa en la unicidad de la exposición. Otra
cosa es la razón.
Sin duda, conectado con la racionalidad hay marcos referenciales y susten-
tadores, que sirven de sostén o base para su concrección. De esta forma nos en-
contramos con la verdad-pensamiento filosófico y realidad -pensamiento
científico-. En una y en otra nos situamos en el mundo de la abstracción. La
45
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
46
LA JUSTICIA
47
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
48
LA JUSTICIA
ble esta situación. Sin embargo, ello, debido a que estamos ante lo que es la
toma de «decisiones lineales» y delimitadas haya que observar la relatividad
de su alcance frente a la perspectiva absoluta.
Lo jurídico, pues, entra en lo racionalmente construido con relación a fines
y a medios, no pudiendo extralimitarse ni el continente ni el contenido, ya que
ambos deben estar perfectamente delimitados. Es más, ello representa que hay
un ajuste perfecto a la normatividad vigente.
Es preciso pues revisar el alcance de la justicia, de su soporte, el Derecho y
de la aplicación institucional-formal del hecho a la norma, ya que ello nos si-
túa ante lo que es la realidad presentada-ofrecida de la justicia en una sociedad.
Hay que señalar que la linealidad del Derecho y de la aplicación de la justi-
cia nos delimita la validez, la eficacia y la realidad de lo que es y representa la
justicia y el Derecho.
Asimismo, nos sitúa ante los nuevos planteamientos de lo que es seguro, de
lo que es probable y de lo que es real en una sociedad determinada. De esta
forma queda al descubierto el peso específico de la justicia, su alcance y, sobre
todo, ya que nos ofrece una construcción social vinculante y determinada de la
sociedad y que engloba a sus miembros.
Se ha puesto en evidencia en esta descripción las limitaciones sobre la
verdad y realidad, lo cual afecta directamente al sentido de la justicia y de lo
justo.
49
Capítulo 3
LA JUSTICIA COMO REFERENCIA
51
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
52
LA JUSTICIA COMO REFERENCIA
53
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
54
LA JUSTICIA COMO REFERENCIA
¿Es la justicia una gran metáfora? Sin duda el planteamiento racional del
tema nos introduce en que su racionalidad presenta formal y materialmente un
tema específico. Y, sin duda, el tratamiento de la justicia, tanto desde la pers-
pectiva individual, sea desde la perspectiva colectiva, sea desde la dimensión
ética, sea desde la perspectiva jurídica, planteánse desde la norma o desde la
ley, la justicia se convierte en referente y en elemento de sustentación de un
pueblo --en este momento no utilizamos sociedad, puesto que el pueblo con-
lleva, aparte de una organización propia, una identidad-o
La justicia aparece como base y fundamento, como instrumento y compro-
miso, y sobre esta expresión equívoca se construye todo un discurso en el que
recaen variados argumentos. Lenguaje, pensamiento y acción parecen conectar
con el significado de lo que es y representa la justicia. Se conforma de esta for-
ma una manera de conocer y un conocimiento, que a través de la información y
de la comunicación es capaz de crear una idea del mundo y del equilibrio y
equidad de ese mundo.
Señalábamos antes una pregunta de si la justicia es una metáfora, ya que
ésta presenta varias funciones en varios niveles: un primer nivel público se re-
fiere a la formación de conceptos socialmente intercambiables y en un segundo
nivel aparece la aplicabilidad estructural y la comprensiva, es decir, aparece la
explicación-justificación, tanto estructural como explicativa de lo que es y re-
presenta la justicia. Se marca, de esta forma, un estilo de pensamiento. Curio-
samente sobre el término justicia operan dos naturalezas distintas, la perspecti-
va política-ideológica y la perspectiva simbólica.
Aparte de las referencias a los pensadores clásicos, griegos, latinos y me-
dievales, aparecen en ese escenario epistemológico verdaderos constructores
de metáforas. Entre ellos Thomas Hobbes, el autor del Leviatán que señala que
«de las dos partes de nuestra naturaleza, razón y pasión, proceden las dos cla-
55
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
36 Thomas HOBBES (1979), Elementos de derecho natural y político, Centro de Estudios Constituciona-
les, Madrid.
56
LA JUSTICIA COMO REFERENCIA
la sociedad teatralizada, donde cada quien tiene sus papeles. j Qué diferen-
cias se aprecian del magistrado romano hasta el corregidor o el inquisidor de
la edad moderna!
Se ha construido una máquina de poder perfecta y una máquina perfecta.
En este sentido señalaba Kant en su Crítica del juicio, que «así un Estado mo-
nárquico, que esté regido por leyes populares internas, es representado por un
cuerpo animado; por una simple máquina (como, v.gr., un molinillo), cuando
es regido por una voluntad única absoluta; pero en ambos casos sólo simbóli-
camente, pues entre un Estado despótico y un molinillo no hay ningún pareci-
do, pero sí lo hay en la regla de reflexionar sobre ambos y sobre su causali-
dad»37.
En el barroco la justicia alcanzó una unidad propia dentro del organigrama
perfecto del mundo mecanizado. Baste recordar que todo marchaba funcional
y mecánicamente como una máquina perfecta. Fue el momento de la medición
del tiempo a través del reloj de arena. El reloj representaba, precisamente, la
medición, la precisión. La justicia tenía que representar la institución de ajuste,
de fijeza y de limpieza en la vida colectiva. Se conforma de esta manera un
modo de entender y de comprender el poder.
Posiblemente entendemos esa nueva forma apelando a las facultades del
espíritu que desease Inmanuel Kant, la facultad cognoscitiva, el entendimien-
to; el sentimiento de placer y displacer, el juicio; y la facultad apetitiva, la ra-
zón. Pero, aparte del espíritu, están otras dos magnitudes a tener en cuenta: el
objeto material y el objeto formal. El objeto material se refiere al bien afectado
por la comisión de una acción que rompe o altera el orden social; el objeto for-
mal se refiere al cómo está establecida la manera o el procedimiento de abarcar
y comprender la resolución de un conflicto.
Los saberes históricos del derecho y de la justicia aparecen en un mismo
conjunto. De esta forma el derecho romano, el derecho germánico, el derecho
de los papas y el derecho canónico, las influencias estructurantes del cristianis-
mo, la diferenciación y el derecho común... , todo ello sirvió para establecer un
papel a la justicia, que no se puede separar de la evolución de la historia de las
ideas y del pensamiento político-social.
La estructura y la función del derecho romano abrió nuevos derroteros for-
males y materiales en la resolución de los conflictos entre las partes. Sirvió de
referencia, de sustentación y estableció los marcos formales de actuación. La
historia nos presenta la escena de aplicabilidad de la justicia y la aplicación del
derecho y la jurisprudencia. Aparece, de esta forma, toda una consolidación
del grupo y de la vida del grupo, ya que el derecho y su aplicabilidad ponen en
evidencia la vida y armonía del grupo social.
.A ese derecho romano, donde se ha establecido un sistema de normas y le-
yes, le han sucedido otras formas. O mejor, a aquellas formas hay que unir
otras que completaban, añadían o marcaban un nuevo estilo, donde hay que re-
57
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
58
LA JUSTICIA COMO REFERENCIA
59
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
malistas que nos ofrecieron toda una interpretación de la justicia, como ha sido
el caso de Kelsen. En Francia los nombres de Rousseau, de Montesquieu, al
lado de los enciclopedistas y de teóricos conservadores del siglo de las luces
ofrecieron los marcos, las estructuras y las funciones de la nueva sociedad cen-
trada en el individuo-ciudadano, ser capaz de obligarse y de vivir de acuerdo
con un sistema normativo.
La llustración en sí representa el triunfo y el seguimiento de la razón y el
progreso en base al individuo. Ello conlleva unas nuevas bases y una nueva
configuración de los bienes, ya que aparece el utilitarismo, aparece el interés y
el ideal y aparecen nuevas formas de construir el mundo, con una nueva visión
del trabajo, del hombre, así como de la ética y de los nuevos patrones normati-
vos.
Se produce una secularización de la verdad y la ciencia se convierte en la
base de la racionalización y de la construcción del mundo, produciéndose la
institucionalización del librepensamiento en Europa con la proliferación de so-
ciedades librepensadoras, lo cual rompe con las perspectivas dogmáticas y je-
rárquicas, que obedecían más bien al antiguo régimen. Es más, se ha ido cami-
nando hasta la consolidación de la federación y los congresos internacionales
de librepensamiento. Hay nuevas alternativas, nuevas vanguardias y se afirma
una defensa de un nuevo tipo humano en una sociedad también nueva, pero
ello va unido a cómo concebir y confmnar la sociedad y su orden normativo.
Se está produciendo y construyendo unos nuevos valores y unas nuevas nor-
mas, haciendo hincapié en la inteligencia, el poder y la secularización.
El pensamiento ilustrado conlleva la formación de los sistemas jurídicos
seculares39• Ello representa la valoración y la consideración de nuevos valores
y nuevas formas de relación. Se produce, de esta forma, la ruptura con relación
al inmediato pasado, por lo que han quedado atrás las formas del derecho feu-
dal, del derecho señorial y emergen las otras formas de vinculación y obliga-
ción, ya que la ciudadanía y la participación conllevan esa nueva conformación
de la realidad social y jurídica.
Entramos de lleno en una fase que trata de completar todos los huecos que
la realidad social presenta y es, precisamente, el momento de la codificación y
los códigos tratan de regir la vida individual y colectiva de los pueblos. Hay
que señalar que ese Estado liberal de Derecho se conforma sobre unas bases
como es que la ley sea la que defina frente a la arbitrariedad del personalismo
del poder. Aparece el primer pilar: la supremacía de la ley, o si se prefiere se 9
60
LA JUSTICIA COMO REFERENCIA
61
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
Es obvio que el sentido del derecho entra en un nuevo marco, donde los ac-
tores, los escenarios y las consecuencias de la interacción e interrelación con-
llevan a poner en circulación todo un sistema nuevo. Uno de esos agentes-acto-
res-escenarios es la justicia, tanto como organización-institución como
referencia idéntica.
El derecho es ante todo un producto del Estado soberano, por lo que aque-
llas doctrinas del derecho natural-orden natural se contraponen con el Derecho
positivo, que es en realidad el que rige y el que se aplica. La controversia entre
lo natural y lo positivo ha continuado y, en el fondo, se plantea si lo natural es
lo legal o no y si los derechos naturales son los que tienen los hombres en vir-
tud de ser hombres y no como miembros de una sociedad. Pugna, debate y
controversia que ha dominado el escenario de las ideas sobre las bases, funda-
mentación y consecuencias de la defensa de una u otra teoría.
Otro de los núcleos de pugna se refiere al concepto de obligación, qué y
quién debe obedecer al Estado, así como la justificación de esa misma obedien-
cia. Sin duda, aparecen dos órdenes distintos en el ámbito normativo: la ética y
la moral, por una parte y, por otra, el marco jurídico. Aquí es cuando sobresalen
las nuevas doctrinas utilitaristas que han arbitrado todo un sistema axiológico.
Sin embargo, se han ofrecido tres tipos de soluciones al tema de la obliga-
ción: aparecen en primer lugar las denominadas teorías intrínsecas, que deri-
van de la racionalidad u obligatoriedad de la obediencia del carácter intrínseco
del Estado; aparecen igualmente las perspectivas contrarias, es decir, las teo-
rías extrínsecas, que justifican al Estado por referencia directa o indirecta a los
propósitos que sirve; aparecen, también, teorías orgánicas que transforman el
problema argumentando que éste implica una operación abstracta y de relación
entre el Estado y el ciudadano. Las doctrinas utilitarias, las del contrato social
y las orgánicas han ofrecido soluciones a esa relación y han enmarcado las res-
puestas a los interrogantes suscitados.
Desde La República y Las leyes, de Platón; La política y la Ética a Nicó-
maco, de Aristóteles; la Suma Teológica, de Santo Tomás; El Príncipe, de Ma-
quiavelo; el Leviatán, de Hobbes; hasta los Tratados sobre el gobierno civil, de
Locke; El contrato social, de Rousseau; Principios de filosofía del derecho, de
Hegel; la Crítica del Juicio, de Kant; El espíritu de las leyes, de Montesquieu;
la Libertad, de Stuart MilI, o el Manifiesto Comunista y la Ideología alemana,
de Karl Marx, se nos han venido perfilando las aportaciones de la considera-
ción de lo que es la justicia, y que en la llustración ha recibido una nuevo mar-
co, unas nuevas referencias y una adecuación a los nuevos tiempos en la socie-
dad moderna frente a la sociedad tradicional.
Aparece estructurada, en este nuevo tiempo, la forma intrínseca y extrínse-
ca, además de la orgánica de establecer los fines del Estado y donde aparece
consolidada la autoridad y el ejercicio de la misma y, en consecuencia, el po-
der. Esta consolidación es legal. La justicia más elemental es la administración
imparcial de la ley. Esta respuesta implica la defensa de la igualdad o de la
nueva forma de entender la igualdad. El hecho de la aplicación y el hecho del
62
LA JUSTICIA COMO REFERENCIA
63
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
64
LA JUSTICIA COMO REFERENCIA
ticia dentro del sistema, tanto con los demás poderes, como por la afectación
que tiene con los ciudadanos.
Los mecanismos son resortes que la justicia tiene tanto como prerrogativa
de ser poder como para hacer efectiva y válida su función. De ahí que se en-
tiende entre los mecanismos los instrumentos y medios para hacer efectiva su
labor.
Los procedimientos vienen a ser los métodos o caminos, tanto ascendentes
como descendentes, que están plenamente reglados para usar lo que es servicio
público, único y universal para el ciudadano de un Estado.
Se hace operativa, de esta forma, una idea de justicia y como tal opera. Así,
dejando al margen la idea de virtud se convierte en un poder del Estado. Pero,
apelar a la justicia conlleva llenar de contenido una expresión, que obra como
imaginario social y que se hace operativa y con efectos sociales cuando es ac-
tuada por el poder administrativo del Estado. Aquella expresión de la justicia
venía presentada por las corrientes iusnaturalistas y positivistas y ello conducía
a establecer un marco ideológico de lo que es y representa la justicia. Ambos,
el iusnaturalismo y el positivismo nos presentan una imagen ideática de la jus-
ticia, que para muchos ha sido simplemente ideológica.
. En este contexto ideológico, ha sido Hans Kelsen quien desde la Teoría
pura del derecho pretendió poner fin al ideologismo de la justicia y él mismo
ha construido su propio esquema desde el formalismo kantiano y, en ese con-
texto, fue uno de los principales representantes de la corriente del relativismo
axiológico, donde identifica la razón científica con la racionalidad, aunque sea
sobre un tema valorativo como es la justicia.
Kelsen señala preguntándose por la justicia, que «la justicia es en primer
lugar una cualidad posible, pero no necesaria, de un orden social que regula las
relaciones mutuas entre los hombres. Sólo secundariamente es una virtud hu-
mana, ya que un hombre es justo si su conducta se adecúa a las normas de un
orden social supuestamente justo». Pero, ¿qué significa orden social justo? El
propio Kelsen contesta afirmando que «significa que este orden social regula la
conducta de los hombres de un modo satisfactorio para todos, es decir, que to-
dos los hombres encuentran en él la felicidad. La búsqueda de la justicia es la
eterna búsqueda de la felicidad humana. Es una felicidad que el hombre no
puede encontrar por sí mismo y por ello la busca en la sociedad. La justicia es
la felicidad social, garantizada por el orden social» ... , para proseguir afirman-
do «que no puede existir un orden "justo", es decir, que ofrezca la felicidad a
todo el mundo, mientras se defina el concepto de felicidad en su estricto senti-
do original de felicidad individual, si se entiende por felicidad humana lo que
el hombre mismo considere» ... «Si se considera que la justicia es la felicidad
individual es imposible un orden social justO»44.
Los valores, los juicios de valor, la felicidad, el bien, nos sitúan en los mar-
cos gnoseológicos y de pensamiento y desde ellos construimos y sustentamos
65
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
66
LA JUSTICIA COMO REFERENCIA
67
Capítulo 4
MARCOS INTERPRETATIVOS DE LA JUSTICIA
Desde siempre ha sido recurrida. Siempre ha sido apelada y hubo una for-
ma de comprender la justicia, aunque presenta lagunas e identidad a la hora de
establecer su contenido. La forma y el contenido no siempre se nos presentan
de forma unívoca. Por lo que es preciso revisar esos marcos de interpretación,
ya que nos ayudan a comprender el alcance de lo que hoy pretendemos enten-
der por justicia.
Ya hemos hecho referencia al plano individual y al plano colectivo, a la
perspectiva subjetiva y a la perspectiva objetiva, a la dimensión formal y a la
dimensión material. Posiblemente sea preciso una nueva marca donde colocar
forma, fondo o materia y contenido, ya que esos perfiles pueden conducirnos a
la diferenciación.
No sólo el contenido y la forma, sino la comprensión con los factores tem-
porales, espaciales y relacionales nos hacen concebir formas de entender la
justicia de manera diferente. Por ello vamos a compendiar unos marcos inter-
pretativos de la justicia que vamos a concretar en los siguientes extremos:
1) Qué observar, donde lo prioritario es: a) la observación y b) la comparación.
2) Cómo observar, donde aparece la traducción. 3) La idea de lo justo y el paso
de lo justo a lo legítimo.
En el qué observar aparece en ese horizonte un conjunto de acciones y de
situaciones, que se encuentran regulados por leyes. ¿Qué observar en ello, las
leyes, las acciones o las situaciones? Ya que cada una de estas tres componen-
tes tienen un marco, un contexto, una motivación. No se trata de realizar una
hermenéutica ni tampoco que se aplique lo que se señala en cualquier código
actual de que se puedan individualizar cuatro tipos de interpretación: la lin-
güística, la lógica, la histórica y la sistemática. Tampoco que se subsuma el he-
cho a la norma y que se haga una aplicación. Es necesario diferenciar los orí-
genes y las naturalezas de los diferentes elementos, es así como distinguir los
procesos y los resultados.
La justicia es una apelación ideática a un orden establecido de las cosas,
que opera .racionalmente como poder consolidado de un Estado. Sin embargo,
entendida en su globalidad, ¿debe abarcar más que el plano legal o sólo lo le-
gal? En caso de que abarque lo legal, la justicia se convierte en lo legal. En
69
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
70
MARCOS INTERPRETATIVOS DE LA JUSTICIA
actividad guiada por reglas. En este caso son de destacar las aportaciones de
Wittgenstein o de Austin.
La dimensión ética presenta un camino y un marco que no coincide con el
jurídico, aunque lo sobreentiende. Aparte está la dimensión lógica, tanto de-
ductiva como inductiva que ayuda a configurar y a determinar un sistema jurí-
dico. A ellos hay que unir la perspectiva práctica, que vierte unas teorías, una
lógica, una ética, lo cual nos traslada a que las resoluciones judiciales sean re-
soluciones cerradas y conformadas socialmente y para ello se estructura esta
dimensión práctica, individualizando los siguientes rasgos: a) El aspecto teóri-
co. Da la impresión que aquella decisión está tomada por especialistas, que téc-
nicamente dominan el saber, el entender y el aplicar. b) El rasgo empírico, don-
de su individualización es, a su vez, en dos grandes campos: el campo o
elemento «sustentador» y el campo o el elemento de «referencia» o, por decirlo
con otras palabras, los «hechos» y las «leyes». Los planos abstractos y concre-
tos se dan la mano y conforman una única realidad. c) El rasgo definitorio, es
decir, la conformación final de una resolución que presenta demarcando y deli-
mitando los hechos, las leyes y la normatividad-norrealidad jurídica del propio
sistema. d) El rasgo pragmático nos sitúa y nos confirma aquella normalidad.
Se abre el camino definitivo a la justificación interna y externa de la actua-
ción judicial, dando, de esta forma, plena vigencia al poder existente. La justi-
ficación externa recibe variadas formas de presentarse, por lo que pueden agru-
parse en seis grupos: 1) Reglas y formas de interpretación. 2) Argumentación
dogmática. 3) El uso de precedentes. 4) La argumentación práctica general.
5) Argumentación empírica. 6) Formas específicas. O si se quiere: ley, dogmá-
tica, precedente, razón empírica y formas especiales de argumentos jurídicos47 •
Esta parte externa tiene una importancia capital, ya que a ella obedece el
plano formal, por lo que procesalmente es el camino a recorrer a la hora de
consolidar el argumento y el discurso jurídico.
Desde ese ámbito, para la sociedad -no desde el poder-, queda perfilada
una sociología de las formas, -donde se opera con un escenario y unos actores
determinados y con un guión preestablecido. La argumentación interna sólo
nos lleva a lo que es la lógica y el uso de la misma.
Una y otra justificación se dieron desde la perspectiva del derecho natural,
pero, también, desde el positivismo, que ha reforzado la perspectiva empírica.
Sin embargo, la dimensión silogística se quiso presentar como armazón y
constitución lógica del sistema, cuando en realidad es el resultado de esa mis-
ma presentación.
La justicia se nos presenta como un poder del Estado, que opera sobre la
sociedad y que funciona con unos marcos interpretativos propios que dan vir-
tualidad al mismo sistema. Sin embargo, ¿qué se quiere decir con ello, que hay
que apelar a la justicia popular para que pueda ser de la sociedad? Pues no. Se
71
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
72
MARCOS INTERPRETATIVOS DE LA JUSTICIA
ello, y sólo desde esta posición hay que otorgarle a la justicia un significado
propio, donde se individualizan dos realidades: 1) Un sentido propio. 2) Una
dirección.
La justicia, de esta forma, presenta un marco interpretativo propio, que se
sitúa alIado de los otros poderes del Estado.
48 Clemente AUGER y Ventura PÉREZ MARIÑo (comp.) (1981), Justicia y Delito, UIMP, Santander.
73
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
74
MARCOS INTERPRETATIVOS DE LA JUSTICIA
mitos y SUS ritos y que no entra a remediar las injusticias que el mismo sistema
social tiene y provoca.
Esta orientación marxista entiende lo que es lo legal y lo legítimo del siste-
ma, que delimita y determina la forma de entender y explicar el alcance de los
límites de la justicia dentro de las estructuras de poder. Pero se deja fuera lo
que es lo justo y la justicia material, ya que hay una desigualdad radical dentro
del sistema que quiere tratar a todos de similares formas y maneras. Por ello,
Marx nos lleva a la denuncia de este sistema que confirma y conforma un mo-
delo burgués de justicia, que se presenta institucionalmente.
La perspectiva formal del sistema absorbe y determina la perspectiva mate-
rial y ello conlleva ya un sesgo de lo que es la justicia en términos absolutos, y
donde la relatividad es sólo elemento accidental, pero que sirve para concretar
el alcance de la justicia.
Hay, en esta orientación, una confrontación con el sistema, con el modelo,
con la base y con la referencia que este tipo de justicia conlleva, ya que confor-
ma al sistema político-social vigente.
Los postmarxismos han consolidado esas perspectivas y acentuaron las di-
ferenciaciones, las desigualdades, así como la ubicación ~structural dentro del
sistema social. En este sentido, las corrientes postmarxistas acentúan el peso
del sistema, del poder, de la economía y de las actividades de los individuos.
Los marxismos ponen de relieve las distinciones, que se acentúan según las
críticas al sistema procedan de los países del socialismo real, de la socialdemo-
cracia o del liberalismo.
Sin embargo, hay una corriente que tuvo y tiene un peso determinado den-
tro de lo que es y representa la orientación marxista: nos referimos a las teorías
del conflicto, donde se sitúan los «escalones» o «ubicaciones» del «yo»-
«otro», del «nos(otros)»-«ellos>>. Tanto la contraposición de lo que son los sis-
temas con sus correspondientes modelos, ya sea la contraposición del indivi-
duo-sistema, se ponen de manifiesto las desigualdades, las diferencias y las
posiciones estructurales que ocupan los individuos y, en consecuencia, la dife-
renciación de los individiduos y sus actos.
Los marxismos ---en plural- y las corrientes de la teoría del conflicto po-
nen de manifiesto las incoherencias del sistema y las consecuencias individua-
les, grupales y sociales de este tipo de sistema y de la misma justicia social.
Así, aparece en ese horizonte crítico la negación, la deslegitimación y la oposi-
ción al modelo y al sistema.
En este contexto, la perspectiva dialéctica aporta rasgos significativos so-
bre el control, sobre la seguridad, sobre la garantía, sobre la fuerza y sobre el
pueblo. La justicia aparece como un aparato del sistema, que conforma a ese
mismo sistema. De este modo, lo material, lo formal, lo sustantivo, lo acciden-
tal, el proceso y el resultado quedan afectados por este análisis.
Este análisis sigue manteniendo los supuestos básicos como son la estruc-
tura, la alienación y el uso. Con relación a la estructura en los usos y valores
sociales, ya que hay una traslación a la representación social. El Derecho y la
75
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
76
MARCOS INTERPRETATIVOS DE LA JUSTICIA
77
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
50 José María GARcfA MADARlA (1985), Teoría de la organización y sociedad contemporánea, Ariel,
Barcelona.
78
MARCOS INTERPRETATIVOS DE LA ruSTICIA
ejecutivo o el poder judicial quien dirime las cuestiones de fondo y forma, así
como hasta dónde y desde cuándo hay que integrar el cambio.
A ello hay que añadir un nuevo factor que altera o puede producir alguna
incidencia directa sobre la concepción, sobre la ubicación y sobre los efectos.
Nos referimos al impacto de las tecnologías, ya que hay una relación directa
entre tecnología y estructura, donde la organización se encuentra en el mismo
centro.
El proceso y el resultado se encuentran afectados por los adelantos y por la
tecnificación, que afecta a los miembros de la sociedad como tal. Pero, además
de proceso y resultado, los fundamentos y las referencias se encuentran altera-
dos. Pues, ya no se trata de la perspectiva kantiana de la forma y la materia, de
la orientación de afianzamiento en cada una de esas orientaciones. Nos encon-
tramos con que aquellas orientaciones estructuralistas-funcionalistas tenían
como elemento sustentador de su análisis la «acción» en el sentido weberiano,
aunque también en el sentido de Pareto y de Talcott Parsons y, en nuestro tiem-
po, tiene peso específico «la situación». Las condiciones estructurales de la ve-
locidad, de los elementos sustentadores y de referencia de los comportamien-
tos se encuentran mediatizados desde otros supuestos y donde las respuestas
tienen unos niveles de afectación muy distintos del inmediato pasado, ya que
la velocidad y la comunicación alteraron significativamente la ubicación. El
ejemplo salta a la vista: la decisión que adopta el juez con un implicado en un
proceso es objeto de poder ser tema informativo y ello tiene consecuencias
muy diferentes que los simples efectos que recaen por la toma de decisiones de
un juez con relación a una parte implicada.
Aquella idea de orden y control de la justicia como factor de equilibrio en
la sociedad hay que desestructurarla, ya que la justicia es poder y como poder
hay que analizarla en clave de poder. Lo cual nos traslada a otro enfoque es-
tructural de gran calado: su relación con el resto de los poderes en un sentido
global, no sólo parcial de pertenencia al sector servicios desde la economía,
como prestadora de servicios desde la perspectiva de la política social y, por
ello, el ser peticionaria permanente de ayuda al poder ejecutivo para que sol-
vente sus necesidades económicas (que además es otro frente abierto en los
conflictos que operativamente aparecen en las relaciones de poderes).
¿Dónde queda la justicia como pretensión, como aspiración -no como ad-
ministración de justicia-? Dentro de la perspectiva funcional-estructuralista a
la aplicación del derecho donde aparece el hecho y las fundamentaciones de
derecho aplicado. El caso y aplicación normativa al caso. El control social
ejercido desde la justicia ofrece una casuística y una referencia presentada des-
de la jurisprudencia como fuente secundaria del derecho y desde la doctrina
como una cosmología, donde el orden es igual que la justicia.
79
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
80
MARCOS INTERPRETATIVOS DE LA JUSTICIA
53 John RAWLS (1993), Teoría de [ajusticia, FCE, México. También, J. RAWLS (1999), Justicia como
equidad, Tecnos, Madrid.
81
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN'
82
MARCOS INTERPRETATIVOS DE LA JUSTICIA
83
Capítulo 5
DESARROLLO INSTITUCIONAL Y VALORACIÓN
DE LA JUSTICIA
85
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
la formulación realizada por Maurice Hauriou, por la que una institución sería
el resultado de la idea de una u otra empresa que se realiza o mantiene en un
medio sosial y que provoca, por el hecho de su realización, la organización de
un poder que le procura los órganos necesarios para su funcionamiento; esto
es, la teoría de la institución.
Ésta es la postura desde donde se extiende la teoría institucionalista y que
tiene gran cultivo en el pensamiento. Es más, la conformación del poder con-
llevó la realización de esta corriente de pensamiento.
Sin embargo, esta corriente de pensamiento es presentada y relacionada
con los accidentes y las aportaciones doctrinales de otro origen y de otra natu-
raleza, por lo que presenta una referencia específica para la sociedad. Esto es
lo que ocurre con la justicia, que aparece como una institución social, que tiene
delimitado su espacio y que actúa en beneficio del sistema y de la normalidad
del mismo.
Cuestionarse sobre la justicia es plantear la dimensión de civilización y ha-
blar de compromiso, tanto de los ciudadanos como de las instituciones que per-
viven en la sociedad. La responsabilidad individual y grupal encuentra plena
justificación en el desarrollo de la dimensión pública y privada de la justicia.
Es más, uno de los pilares básicos de un Estado de Derecho es la división de
poderes, donde la justicia se convierte en sostén del sistema y referente necesa-
rio e inevitable en ese sistema. Por ello, recobra interés y necesidad tratar el per-
manente tema de la justicia, además rodeado de las problemáticas específicas,
que en el espacio y en el tiempo se presentan y que la ciudadanía y el resto de
los poderes esperan clarificar y definir dentro del principio de legalidad, el res-
peto a la ley y el compromiso con normas y valores que resalten cada vez más la
dignidad del individuo (se han superado las fases del hombre, persona y sujeto).
Ciertamente, cada tiempo requiere de necesidades y situaciones nuevas, las
leyes -ya lo decía Platón- requieren replantearse. Es más, hay que recono-
cer que existen leyes temporales, leyes que se quedan anticuadas, leyes que ne-
cesitan cambiarse, sustituirse... y es responsabilidad del poder legislativo re-
forzar institucionalmente el peso del valor de la ley y la legalidad, que sirve de
soporte y guía a la sociedad y base para la justicia.
Nuestro tiempo presenta una multifragmentación y cada vez vivimos so-
metidos a nuevas demandas, obligaciones y compromisos. La justicia no puede
ser considerada como algo estático. Es dinámica, pero resaltando el valor de
los individuos y las instituciones, asumiendo el compromiso y las obligacio-
nes. La administración de justicia tiene un reto ante sí que va desde la moder-
nización hasta la responsabilidad, por ello hay que plantear los ecos de ese ca-
mino hacia delante, de esa puesta al día, de ese ineludible planteamiento de
satisfacción del individuo y de los actos del individuo.
Siempre se espera de las autoridades discursos anunciadores y plantea-
mientos decididos ante el futuro. Al tratar de un tema como la justicia, se
apela a la reflexión, a la honestidad, a la verdad y a la búsqueda de ese abs-
tracto -concreto. Sólo así se nos presenta el camino de la dignificación-co-
86
DESARROLLO INSTITUCIONAL Y VALORACIÓN DE LA JUSTICIA
87
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
Tal como hemos ido describiendo, la justicia es un poder del Estado, opera
como un poder específico y connotado por la imparcialidad y su actividad se
desarrolla en la esfera pública, aunque sus efectos pueden y han de tener igual-
mente consecuencias privadas. La justicia opera funcionalmente aplicando el
derecho y la ley y el ejercicio del derecho viene a equipararse así al goce de los
bienes que el derecho atribuye59 • De esta forma se integra la perspectiva subje-
tiva y objetiva del derecho.
En este contexto, para que el sistema funcione los papeles están plenamen-
te identificados y cada quien tiene definido su espacio, su lugar y tiempo y su
relación.J)e este modo se extendió la perspectiva estructural-funcionalista y la
orientación institucionalista. El sistema encontraba pleno equilibrio, ya q¡ue
cada quien está en su lugar y la pregunta-respuesta, la aspiración-logro y la
normatividad y la normalidad están plenamente integradas, aunque pudieran
surgir problemas que serían incidentales o accidentales, pero las «instituciones
funcionan», en efecto, se seguía machaconamente el eslogan institucionalista y
funcional-estructuralista.
La quiebra de este proceder representaría la quiebra del sistema y ello afec-
taría a la relación y al equilibrio con el resto de los poderes y conllevaría la
ruptura del mismo sistema, lo cual era impensable desde los supuestos funcio-
nales, estructurales e institucionales. Por lo que, al pretender perpetuar el siste-
ma, se hacen los arreglos pertinentes y se adoptan o modifican esos procederes
o modos de actuar para que la integración sea un hecho.
¿Qué ocurre con los conflictos o con las posibles alternativas? Desde la
perspectiva del poder aparecen las ideologías y las doctrinas que delimitan los
mismos modos de plantear la cuestión de la justicia. Pero, además, aparecen
los otros poderes ---el ejecutivo y el legislativo- que necesitan del judicial
para mantener el equilibrio naciente desd~ la Revolución francesa donde los
enfoques de Locke y de Montesquieu son básicos para delimitar esta cuestión,
donde la legalidad, legitimidad y legitimación estaban plenamente fundamen-
tadas.
Aquellos conflictos que pudieran surgir son integrables en el sistema y se
consideran anécdotas, incidentes o situaciones perplejas que hay que afrontar
dentro de la casuística ad hoc, que todos los sistemas tienen o presentan y q¡ue,
incluso, sirven para vitalizar o reanimar los principios sobre los que se basó el
sistema imperante.
88
DESARROLLO INSTITUCIONAL Y VALORACIÓN DE LA JUSTICIA
89
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
90
DESARROLLO INSTITUCIONAL Y VALORACIÓN DE LA JUSTICIA
mo -frente a otros poderes- y propio, al que hay que unir aquellos rasgos in-
ternos y, también, externos que nos han servido para observar y fijar el cómo y
el qué rasgos presenta la justicia. Pero, al aparecer dentro del sistema social al
lado de los otros poderes hay que reseñar la concepción integral y única del
sistema.
Pero, además, tanto interna como externamente, la justicia produce y causa
efectos y ello nos lleva a concebir la justicia desde dos perspectivas perfecta-
mente diferenciables: como proceso y como resultado. Es un factor que deli-
mita el orden que rige en una sociedad. Y es la misma sociedad quien recibe
los efectos de las acciones que realiza la justicia. Esa relación e interacción
produce un efecto: su consolidación. De esta forma es como se ha consolidado
la justicia como una organización, como una institución, que tiene: 1) Signifi-
cado. 2) Sentido. 3) Dirección. Por ello, hay que establecer la relación entre la
justicia y el orden social.
91
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
92
DESARROLLO INSTITUCIONAL Y VALORACIÓN DE LA JUSTICIA
62 Estamos haciendo referencia al estudio de Actitudes de los españoles ante la administración de jus-
ticia, realizado por J. J. TOHARIA para el CIS.
93
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
94
DESARROLLO INSTITUCIONAL Y VALORACIÓN DE LA JUSTICIA
95
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
96
DESARROLLO INSTITUCIONAL Y VALORACIÓN DE LA JUSTICIA
97
Capítulo 6
JUSTICIA Y CAMBIO
99
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
tivo; O la nueva organización social y estructura social; todo ello unido a los
procesos de mundialización y globalización con la idea de élite global y todas
las resoluciones tecnológicas y sociales en curso donde se constata un poder
opaco frente al que sale a la vista, donde también aparece el monopolio del
pensamiento planetario que tiene como consecuencias inmediatas la «estética
de la desaparición» que denomina Paul Virilio, la política integradora que asu-
me en sí la geocultura de la desesperación, donde aparece la democracia apáti-
ca y donde emergen los nuevos intervencionismos. Algo nuevo y algo con fije-
za se necesita. Pero esa fijeza ha de ser válida y eficaz, ya que si no es válida
no genera confianza.
¿Hasta dónde la justicia genera confianza? Teniendo en cuenta la «suma de
opiniones», la confianza falta y, en consecuencia, es necesario recuperarla.
Ello conlleva replantear los tres frentes que afectan e influyen directamente en
el análisis de la justicia. Por una parte, el plano subjetivo, las partes activas y
pasivas, los afectados y los interesados, así como los destinatarios y los benefi-
ciarios. Asimismo, es preciso tener en cuenta el elemento objetivo que abarca
más que el derecho, la ley, la administración de justicia y la protección que
ésta realiza sobre la tutela jurídica; y los aspectos formales nos sitúan ante las
coordenadas que delimitan formal y materialmente a la justicia.
Se ha apreciado que a lo largo del tiempo la justicia ha tenido su propio
marco de referencia y actuación y, como tal, ha marcado su propia señal de
identidad. Pero, precisamente, desde el Estado moderno la idea y la concep-
ción ha variado aunque se parte de la Constitución y el poder judicial actúa
dentro de una sistemática constitucional. En esta sistemática el juez -por ex-
tensión la justicia- debe limitarse a la aplicación de la ley mediante procesos
mentales lógicos. Ahora bien, hay que limitar dos ámbitos de análisis que le
interfieren: por una parte, el marco ideológico y, por otra, el juez (o la justicia)
aparece vinculado al poder siendo reflejado en la ley.
Hay que señalar con Herbert K.rüger que antes «los derechos fundamenta-
les sólo valían en el ámbito de la ley», hoy «las leyes sólo valen en el ámbito
de los derechos fundamentales», por lo que los tribunales son los responsables
de cuidar y defender el orden constitucional de los valores.
Ello tiene un peso significativo, ya que nos adentra en una valoración de las
leyes y del derecho -no de norma en sentido sociológico--. Lo dominante se-
rán las leyes y el derecho. ¿Qué valores superiores? ¿Qué civilización? ¿Qué
cultura? Preguntas y más preguntas que se acumulan en la definición de lajus-
ticia, ya que hay que delimitar si estamos ante la aplicación mimética del he-
cho a la ley o si la interpretación conlleva la integración de elementos o facto-
res particulares, que son rasgos de una cultura o civilización propia. Cierto que
siempre puede ocurrir que podamos demagógicamente echar mano de la inter-
pretación laxa o estricta, pero, debe haber clasificación desde la administración
de la justicia, ya que es un poder definitorio.
Sin embargo, hay que señalar algún dato significativo que se remonta a una
de las bases del Estado liberal de Derecho, donde la leyes el elemento básico y
100
JUSTICIA Y CAMBIO
101
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
La justicia está presentada como un poder del Estado que goza de indepen-
dencia y que trata de aplicar las leyes a los casos concretos que se van presen-
tando; opera, pues, en la esfera y en el plano público y estatal. La territoriali-
dad aparece como un rasgo sustantivo en la idea y en la concepción de la
justicia. La territorialidad, aparte de ser un rasgo, es también un principio so-
bre el que se asienta la administración de justicia, tanto orgánica como funcio-
nalmente.
Sin embargo, en nuestro tiempo surgen otras inquietudes y nuevas necesi-
dades que requieren nuevos instrumentos y otras respuestas. Está apareciendo,
en nuestro contexto, una nueva situación global con actos y actuaciones que se
nos presentan altamente encadenados y sumidos dentro de procesos más gene-
102
JUSTICIA Y CAMBIO
66 La abundante bibliografía nos lleva a presentar unos títulos que son de uso común. De esta forma po-
demos señalar: U. BECK (1988), ¿Qué es la globalización?, Paidós, Barcelona; U. BEcK, A. GIDDENS y
S. LASH (1994), Modernización reflexiva, Alianza, Madrid; Z. BRZEZINSKI (1998), El gran tablero mundial,
Paidós, Barcelona; Oliver DOLLFUS (1999), La mundialización, Bellaterra, Barcelona; Foro «Ignacio Ellacu-
ría» Solidaridad y Cristianismo (1999), La globalización y sus excluidos, Verbo Divino, Navarra; E. S. HER-
NAN Y R. W. MCCHESNEY (1999), Los medios globales, Cátedra, Madrid; O. LAFONTAINE y Ch. MÜLLER
(1998), No hay que tener miedo a la globalización, Biblioteca Nueva, Madrid; H.-P. MARTIN Y H. SCHU-
MANN (1998), La trampa de la globalización, Tauros, Madrid; A. MATIELART (1998), La mundialización de
la comunicación, Paidós, Barcelona; J. M. VIDAL VILLA (1998), Mundialización, Icaria, Barcelona; D. YER-
GIN Y J. STANISLAW (1998), Pioneros y líderes de la globalización, Argos Vergara, Buenos Aires; VV.AA.
(2000), Globalización y sistema internacional, Icaria, Barcelona; Revista Sostenible, n.o 1, 1999.
103
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
104
JUSTICIA Y CAMBIO
105
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
Factores externos, tales como los que venimos reseñando, factores internos
de concepción y de interpretación, tanto del orden social como del orden jurí-
dico hacen que se viva en un constante ajuste y equilibrio, donde las leyes y el
derecho confirman esta situación. Estamos, pues, observando la dinámica o la
justicia en movimiento, donde aparecen evolucionistas, voluntaristas, pluralis-
tas y cooperativistas ante el cambio y sus respectivos antagonistas.
Al observar el orden social se individualiza el poder, donde la administra-
ción de la justicia puede ser presentada desde una dimensión represiva con una
propia institución que realiza tal labor y función 70 , que es una manera de con-
formar el propio poder.
Es evidente que alIado de esta concepción se producen otras que asumen e
integran como algo incuestionable la presencia de un poder arbitral que pueda
dirimir los litigios entre los ciudadanos, entre los ciudadanos y el mismo poder
y entre los diferentes poderes.
Con este panorama amplio aparece la relativización de los juicios y la
«suma de opiniones» nos llevan a cuestionar y buscar respuestas que se ajusten
al marco abstracto y concreto de un Estado de Derecho, en una sociedad demo-
crática, donde la justicia tiene su propia identificación. Ello nos lleva a plan-
69 Javier DE LUCAS (1994), El desafío de las fronteras, Temas de hoy, Madrid. Juan Antonio SENENT DE
FRUTOS (1998), Ellacuría y los derechos humanos. Descleé de Brouwer, Bilbao.
70 Michel FOUCAULT (1995), La verdad y las formas jurídicas, Gedisa, Barcelona.
106
JUSTICIA Y CAMBIO
107
ruSTICIA y GLOBALIZACIÓN
71 Eros GRAU (1998), La doble desestructuración y la interpretación del derecho, Bosch, Barcelona.
108
JUSTICIA Y CAMBIO
tación política, por lo que hay que establecer nuevas relaciones, en concreto,
entre derecho e ideología o entre derecho y política. En definitiva, aparecen
nuevos marcos de referencia, que conllevan a nuevas realidades tales como son
los nuevos convencionalismos y legalismos. Ello nos traslada al planteamiento
que realiza Habermas, que diferencia la teoría de la prestación jurisdiccional y
la teoría del discurso jurídico. Hay, pues, una doble desestructuración de la
idea de Derecho que se individualiza en la justicia, por una parte está el marco
formal y, por otro, está el derecho moderno.
Todo ello nos introduce en los nuevos frentes en los que se debate no sólo
el derecho, sino la plasmación del mismo en la aplicación de las leyes. De esta
forma, a la inicial crisis de identidad de la ley y del Derecho hay que unir otros
órdenes normativos, lo cual produce problemas y obstáculos en cuanto a la le-
gitimación.
Ya no se trata de observar el plano cuantitativo: la distribución de los órga-
nos judiciales, a la combinación de los recursos humanos -número de jueces
por habitante y demás personal de la administración de justicia, o al número de
casos registrados, de entrada o de salida. Los problemas surgen precisamente
desde el plano formal y cualitativo, ya que la legitimación, la selección de per-
sonal, la cualificación o preparación y la concreción que realizan sobre deter-
minados hechos puestos bajo la jurisdicción enmarca y determina el cómo, el
fin y el medio de la justicia.
La interacción, los efectos y los agentes de la justicia -administración de
justicia- sirven de referencia y de elemento de sustentación para establecer
diferencias y significaciones de la justicia alIado de las interpretaciones de las
leyes en el sentido formal y moderno.
El plano formal y el plano material son las dos caras que presenta la justi-
cia y ambas requieren un tratamiento específico en busca de la seguridad, de la
confianza y del reconocimiento, no del simple acatamiento, que es la gran ex-
presión demagógica y carente de sentido, de dirección por los múltiples signi-
ficados que puede encerrar, tanto en el ámbito subjetivo como en el ámbito ob-
jetivo.
109
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
a la teoría del derecho, M. Pons, Madrid; H. KELSEN (1992), Teoría de la Justicia, Ariel, Barcelona; Miguel
REALE (1997), Teoría tridimensional del derecho, Tecnos, Madrid.
110
JUSTICIA Y CAMBIO
111
JUSTICIA Y GLOBALIZACIÓN
112
ruSTICIA y CAMBIO
113
INAP INAP