Esperando que se encuentre bien me permito escribirle lo siguiente:
DE HABLARLE AL EDUCANDO A HABLARLE A tL Y WN tL;
DE OÍR AL EDUCANDO A SE.R otoo POR ÉL
Partamos del intento de comprender el enunciado de
arriba, en cuyo primer cuerpo dice: "de hablarle al educando a hablarle a él y con él". Podríamos organizar este primer cuerpo de la siguiente manera sin perjudicar su sentido: "Del momento en que le hablamos al educando al momento en que hablamos con él"; o: "de la necesidad de hablarle al educando a la necesi dad de hablar con él"; o aun: "es importante que vivamos la expe- riencia equilibrada y armoniosa entre hablarle al educando y ha blar con él". Esto quiere decir que hay momentos en los que la maestra, como autoridad, le habla al educando, dice lo que debe ser hecho, establece límites sin los cuales la propia libertad del educando se pierde en la permisividad, pero estos momentos se alternan, según la opción política de la educadora, con otros en los que ella habla con el educando. No está de más repetir aquí la afirmación, todavía rechazada por mucha gente no obstante su obviedad: la educación es un acto político. Su no neutralidad exige de la educadora que asuma su identidad política y viva coherentemente su opción progresista, democrática o autoritaria, reaccionaria, aferrada a un pasado, o bien cspontaneísta; que se defina por ser democrática o autorita ria. Es que el espontaneísmo, que a veces da la impresión de que se inclina por la libertad, acaba trabajando contra ella. El ambiente de permisividad, de vale todo, refuerza las posiciones “El arte supremo del maestro es despertar el placer de la expresión creativa y el conocimiento” Albert Einstein