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Séptima carta

Ixtapaluca, Méx; a 12 de febrero del 2020.

Estima Profesora Monserrat Sotelo Rodríguez

Esperando que se encuentre bien me permito escribirle lo siguiente:

DE HABLARLE AL EDUCANDO A HABLARLE A tL Y WN tL;


DE OÍR AL EDUCANDO A SE.R otoo POR ÉL

Partamos del intento de comprender el enunciado de


arriba, en cuyo primer cuerpo dice: "de hablarle al educando a
hablarle a él y con él". Podríamos organizar este primer cuerpo
de la siguiente manera sin perjudicar su sentido: "Del momento
en que le hablamos al educando al momento en que hablamos
con él"; o: "de la necesidad de hablarle al educando a la necesi­
dad de hablar con él"; o aun: "es importante que vivamos la expe-­
riencia equilibrada y armoniosa entre hablarle al educando y ha­
blar con él". Esto quiere decir que hay momentos en los que la
maestra, como autoridad, le habla al educando, dice lo que debe
ser hecho, establece límites sin los cuales la propia libertad del
educando se pierde en la permisividad, pero estos momentos se
alternan, según la opción política de la educadora, con otros en
los que ella habla con el educando.
No está de más repetir aquí la afirmación, todavía rechazada
por mucha gente no obstante su obviedad: la educación es un acto
político. Su no neutralidad exige de la educadora que asuma su
identidad política y viva coherentemente su opción progresista,
democrática o autoritaria, reaccionaria, aferrada a un pasado, o
bien cspontaneísta; que se defina por ser democrática o autorita­
ria. Es que el espontaneísmo, que a veces da la impresión de
que se inclina por la libertad, acaba trabajando contra ella. El
ambiente de permisividad, de vale todo, refuerza las posiciones
“El arte supremo del maestro es despertar el
placer de la expresión creativa y el
conocimiento”
Albert Einstein

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