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Re s i l i e n c i a
Presenta:
Luis Fernando Ricart Díaz
24 noviembre 2010
DEFINICIÓN
Resiliencia es un concepto tomado de la física en la que se entiende como elasticidad, semejante a la
mostrada por los cuerpos que vuelven a su estado inicial después de estar sometidos a presión. La
palabra tiene su origen en el latín, en el término "Resilio", que significa volver atrás, volver en un salto,
rebotar. Cyralnik (2002) la define como un mecanismo de autoprotección que amortiguando los
choques del trauma se pone en marcha desde la mas tierna infancia, primero mediante el tejido de lazos
afectivos y luego a través de las expresiones de las emociones. (1 )
Psicológicamente significa la capacidad de un individuo de reaccionar y recuperarse ante las
adversidades e implica un conjunto de cualidades que fomentan un proceso de adaptación exitosa y
transformación, a pesar de los riesgos y la adversidad.(1) Se puede ver entonces a la resiliencia que
surge como un constructo teórico que intenta dar cuenta de las situaciones de desarrollo saludable en
presencia de factores de riesgo como la pobreza.(2)
CARACTERISTICAS DE LA RESILIENCIA
Infante (2003) resalta la caracterización de la resiliencia como un proceso que puede ser promovido y
cuyos resultados no serán homogéneos ni estables en todos los ámbitos del desarrollo, por lo tanto no
es una capacidad fija, sino que puede variar a través del tiempo y de las circunstancias. De igual modo,
Suárez Ojeda (2005) sostiene que la persona a lo largo de su vida presenta fluctuaciones de su estado
de resiliencia, momentos de mayor y menor capacidad de responder a las adversidades. La define como
el resultado de un balance entre factores de riesgo (asociados a toda suerte de eventos negativos de vida
que incrementan la probabilidad del individuo de presentar problemas físicos, psicológicos y sociales),
factores protectores (influencias que mejoran o alteran las respuestas individuales ante determinados
riesgos de desadaptación) y la personalidad del ser humano. El autor refiere además que existen
diversas interacciones entre estos factores y cada uno de ellos no es totalmente independiente de los
demás, sino que están relacionados entre sí de manera compleja, con lo cual se establece un interjuego
entre lo individual y social- comunitario.(2)
La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que
posibilitan tener una vida “sana” en un medio insano. Estos procesos se realizan a través del tiempo,
dando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural.
Así la resiliencia no puede ser pensada como un atributo con que los niños nacen o que los niños
adquieren durante su desarrollo, sino que se se trata de un proceso que caracteriza un complejo sistema
social, en un momento determinado del tiempo (Rutter, 1992).(3)
El enfoque de resiliencia se explica a través de lo que se ha llamado el modelo “del desafío o “de la
resiliencia. Ese modelo muestra que las fuerzas negativas, expresadas en términos de daños o riesgos,
no encuentran a un niño inerme en el cual se determinarán, inevitablemente, daños permanentes.
Describe la existencia de verdaderos escudos protectores que harán que dichas fuerzas no actúen
linealmente, atenuando así sus efectos negativos y, a veces, transformándolas en factor de superación
de la situación difícil. Por lo tanto, no debe interpretarse que este enfoque está en oposición del modelo
de riesgo, sino que lo complementa y lo enriquece, acrecentando así su aptitud para analizar la realidad
y diseñar intervenciones eficaces.(3)
Dado ese proceso continuo que se desarrolla entre persona y entorno, es muy fácil entender que la
resiliencia nunca es absoluta ni terminantemente estable. Los niños y adolescentes nunca son
absolutamente resilientes de una manera permanente. Hasta el niño más resistente puede tener altibajos
y deprimirse cuando la presión alcanza niveles altos, por eso existe la necesidad de complementar el
enfoque de resiliencia con el de riesgo, en función de un objetivo mayor que es el de fomentar un
desarrollo sano, junto con promover aquellas características saludables de niños y adolescentes, es
necesario intervenir para disminuir aquellos aspectos que le impidan alcanzar el máximo de potencial
dentro de su fase de desarrollo.(3 )
Es muy importante entender que la resiliencia tiene dos componentes importantes: la resistencia a la
destrucción y la capacidad para reconstruir sobre circunstancias o factores adversos.(Munist, M.
(1998). Además la resiliencia no debe considerarse como una capacidad estática, ya que puede variar a
través del tiempo y las circunstancias. Es el resultado de un equilibrio entre factores de riesgo, factores
protectores y la personalidad del ser humano. Esto último permite elaborar,en sentido positivo, factores
o circunstancias de la vida que son desfavorables. Uno puede estar más que ser resiliente. Es necesario
insistir en la naturaleza dinámica de la resiliencia.
Por lo tanto un individuo resiliente es, como aquellos que al estar insertos en una situación de
adversidad, es decir, al estar expuestos a un conglomerado de factores de riesgo, tienen la capacidad de
utilizar aquellos factores protectores para sobreponerse a la adversidad , crecer y desarrollarse
adecuadamente, llegando a madurar como seres adultos competentes, pese a los pronósticos
desfavorables.
LA IMPORTANCIA DE LA RESILIENCIA EN LA ADOLESCENCIA
La adolescencia es en sí misma una etapa de profundos cambios, de transformaciones, que lleva al
sujeto a una búsqueda incesante de nuevos escenarios de socialización y nuevas formas de sociabilidad,
a fin de lograr consolidar su identidad personal y social. En ese mundo de autonomía creciente en el
que viven los adolescentes, comienzan a tener peso las decisiones propias y las trayectorias
bosquejadas a partir de las disposiciones singulares de la edad, en combinación con las prácticas a
través de las que se perfila el proyecto adulto. Este último aspecto es el que nos lleva a remarcar que es
en este momento del ciclo vital, cuando más se patentizan los modos diferentes de exposición ante la
adversidad, por lo que se torna necesario fomentar habilidades sociales, cognitivas y emocionales que
les permitan enfrentarse exitosamente los desafíos que se les presentan Ampliando los enfoques de
protección de la adolescencia, proporcionando una perspectiva de esperanza frente a las condiciones
adversas. La resiliencia, se teje, no hay que buscarla sólo en la interioridad de la persona ni en su
entorno, sino en ambos. Tal vez este sea el mayor desafío al trabajar con adolescentes en condiciones
de vulnerabilidad social: Lograr, en primer lugar, reconocerlos como un grupo meta con necesidades
propias y, de este modo, poder advertir cómo el contexto puede proveer las condiciones necesarias para
su desarrollo.(2)
Conclusiones
Bibliografía
2)-Cardozo, G. y Alderete, A. (2009) Adolescentes en riesgo psicosocial y resiliencia. En Psicología desde el Caribe. No.
23, enero-julio 2009.
4)-Boris Cyrulnik.( 2001) Los patitos feos. La resiliencia: un infancia infeliz no determina la vida. Ed. Gedisa.
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