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24 Historia de la literatura griega

Griego I (Buis) la península el paso se hallaba obstruido por elevadas cadenas montañosas. Este
fraccionamiento es particularmente rico en la costa orienta], a partir de la cual n u - '
merosas islas se extienden a manera de puente hasta la costa occidental del Asia
Menor, igualmente abierta hacia el mar. Aquí nos encontramos con rutas prefi-
jadas, que habrían de ser importantes para el desarrollo de la cultura griega.
Los griegos no fueron los primeros colonos en estas tierras. Los hallazgos efec-
tuados nos indican que los inmigrantes se encontraron con culturas antiguas que
ya habían alcanzado un nivel bastante elevado. La investigación se ocupa en cla-
sificar los diferentes estratos y en reconocer las influencias de signo diverso; para
nosotros es importante saber que los griegos encontraron aquí unos pueblos perte-
II necientes a grupos étnicos completamente diferentes. Ellos mismos tuvieron noti-
cias de pueblos extranjeros, tales como los pelasgos, caríos y léleges; modernamente
se acostumbra a h ab lar 5 de un estrato egeo. El contacto de los inmigran-
LOS C OM IENZOS tes indogermánicos con la población vernácula ha determinado el carácter del pue-
blo griego. Al evaluar este proceso se ha tratado de acentuar la importancia de
uno u otro de ambos elementos; sería más correcto advertir, en el contacto y com-
penetración de ambas partes, lo decisivo de un proceso que creó los supuestos de
la cultura occidental. A partir de esto comprendemos también la abundancia de
La literatura griega comienza para nosotros en las epopeyas homéricas con obras
tensiones antinómicas que determinaron la vida espiritual de los griegos. Este en-
que presentan ya una gran madurez y perfección. Las investigaciones de estos úl~
frentamiento, que duró mucho tiempo, habrá tenido lugar bajo diversas formas,
timos cincuenta años, que tienen su origen en las excavaciones de S c h l i e m a n n , nos
pacíficas y guerreras, del mismo modo que la inmigración misma se extendió a lo
han mostrado, detrás de la luz radiante de estos poemas, aproximadamente un m i-
largo de dilatados períodos.
lenio de historia griega de contornos indecisos
Bajo una luz cuyo resplandor ha aumentado considerablemente en los últimos
No puede determinarse con precisión la época en que las primeras oleadas mi-
tiempos se nos presenta a partir de mediados del siglo xvi la cultura que solemos
gratorias de tribus griegas procedentes del norte penetraron en la Península Bal-
llamar micénica, y que se nos manifiesta a través de las poderosas fortalezas de la
cánica meridional, pero a grandes rasgos corresponde 1 a los comienzos del segundo Argólida, el Peloponeso occidental y la cuenca beocia. Los hallazgos nos muestran
milenio. Las tribus que avanzaban hacia el sur se encontraron con una región a
hasta qué punto se hallaba este helenismo tem prano bajo la influencia de esta
la que procesos profundos ocurridos en una época geológica relativamente tardía
cultura, rica y extraña, que en la primera mitad del segundo milenio florecía en
conferían una estructuración de una riqueza poco com ún3. Los pliegues y hundi-
la potencia marítima que era Creta, ■Alrededor del año 1400 decayó su poderío,
mientos del terreno han dado origen a esta riqueza de territorios separados a ma-
pero ya antes de esta fecha los griegos habían conquistado importantes posiciones
nera de compartimientos.estancos, que resultaron 4 tan propicios al desarrollo de
en la isla. Dos siglos más tarde le llegó la hora a la cultura micénica. Por mucho
una vida propia muy acentuada y, por lo general, dominada por otra población
tiempo se ha tenido a los dorios como autores de esta catástrofe, y todavía hoy
mayor. Pero en las ensenadas profundas el m ar penetraba por doquier hasta la
suele designarse el gran movimiento migratorio, en el curso del cual llegaron hasta
tierra firme e incitaba a la exploración de tierras lejanas, ya que en el interior de
el Sur, con su nombre. Pero de día en día gana terreno la hipótesis de que los
dorios penetraron en su posterior asentamiento como rezagados de aquellos pueblos
1 U na amplia bibliografía se encuentra en la cauta exposición de H . B e n g t s o n , Griech.
Geschichte, 2.1 ed., M unich, i960, a la que se agrega el informe de F. S c h a c h e k m e y r ,
bárbaros que l^acia el año 1200 irrumpieron desde el N orte en el mundo mediterrá-
A fd A , 6, 1953, *9 3 ; 7, *954 , i j i j *0, *957 , 65. U n segundo informe aparece en 1962. neo oriental y llevaron 6 el temor y la destrucción hasta las fronteras de Egipto y
ÍD ., “Prähistorische K ulturen G riechenlands” , R E, 22, 1954, 1350, y D ie ältesten K u ltu - Mesopotamia. Estos “pueblos del N orte y del m ar”, ante cuyo empuje sucumbió
ren Griechenlands, S tuttgart, 1955- Griech. Geschichte, Stuttgart, i960. en el Este el imperio hítita, arruinaron también, probablemente, los centros de la
2 F. H a m f l , en “D ie Chronologie der Einw anderung der griech. Stämm e und das
vida griega en el segundo milenio. Los dorios penetraron en la península en el
Problem der T räger der mykenischen K u ltu r”, M us. Helv., 17, 1960, 57, intentó retro-
traer algunos siglos la época de las migraciones decisivas. curso de una importante migración de pueblos (quizá junto con o a continuación
3 A. P h i l i p p s o n , Beiträge sur M orphologie Griechenlands, Stuttgart, 1930; Die
griechischen Landschaften, tom o I “ Ei noreste de la península helénica” , Parte 1-3, ! U n estudio sobre los restos lin gü ísticos p regriegos en F . ScHACHERMEYR, R E, 22,
Francfort del M ain, 1950-52. Tomo I I, "E l noroeste de la península griega”, P arte 1 y 2, 1954, M 94 -
1956/58. T om o I II , “El Peloponeso” , Parte 1 y 2, 1959 - Tomo IV, “El mar Egeo y sus 6 U n enérgico ataque en este sentido em prendió P. K r e t s c h m e r , “Die phrygbche
islas” , 1959. Episode in der Geschichte von Hellas” , M iscellànea Acad. Berolinmsia, 1950, 173; com-
4 A. R. Bukn, en T h e L yric A ge of Greece, Londres, i960, 15, expone bien las rela- párese ahora F. SCHACHEKMEYS, Griech. Gesch., Stuttgart, i960, 69. Para la problemática,
ciones entre el campo y la Polis. tam bién D. G k a y en J. L. M y r e s , H om er and his Critics, Londres, 1958, 278,

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Los comienzos 25 26 Historia de la literatura griega
de otros pueblos). La aniquilación que sufrió el mundo micénico fue tan brutal que lación está el griego micènico de las tablillas escritas en lineal B, de las que ha-
le siguieron unos siglos oscuros, acerca de los cuales sabemos menos que con res- blaremos inmediatamente, con los dialectos que nos son conocidos? ¿Cómo hay
pecto a cualquier otra época de la historia griega. Pero al mismo tiempo la incor- que enjuiciar la relación del arcadio-chipriota con éstos?
poración de nuevas tribus griegas fue la condición previa para aquel poderoso re-
L a mayoría de ios investigadores dan por seguro que en la primera mitad del
surgimiento que trajo consigo en el siglo v m la perfección del estilo geométrico
segundo milenio tuvieron lugar dos grandes oleadas migratorias y que, a conse-
y la culminación de la poesía épica.
cuencia de ellas, llegaron al sur de la Península Balcánica grupos de pueblos de
La vinculación que algunos géneros literarios griegos guardan con las diferen-
diversa índole. ¿Con qué derecho y en qué medida, sin embargo, se puede h a b la r8,
tes tribus, o al menos con los dialectos, nos obliga a echar una mirada a la sub-
en lo referente a estas dos oleadas, de una oleada jónica más antigua y de otra eó-"
división del pueblo griego.
lica más reciente, como hace P a u l K r e t s c h m e r ?
Prescindimos de las numerosas diferencias locales y describimos a grandes ras-
Ante todo hay que decir que la teoría de la Stam m baum, por largo tiempo
gos. Encontramos en época histórica una ancha franja de colonias jónicas exten-
dominante, ha sido puesta recientemente en tela de juicio. N i las lenguas particu-
didas desde Eubea hasta la costa occidental del centro y del sur de Asia Menor,
lares proceden directamente de una unidad originaria indogermánica, ni se puede
pasando por las Cicladas. U na parte de esta cinta la forma también el Ática, a
aplicar una concepción semejante a la relación de los dialectos con un griego p ri-
pesar de toda su individualidad, la cual se convirtió con el decurso del tiem po en
mitivo común. En lugar de una hipotética unidad, se admite una pluralidad de iso-
el centro de la vida cultural griega. Por lo general los pueblos eólicos se asentaron
glosas, cuyas zonas de difusión revelan grandes diversidades. La medida en que
al norte de esta ancha banda. Su territorio se circunscribe a Beoda, Tesalia, la
esto es aplicable al griego se deduce especialmente de las investigaciones de E r n s t
costa minorasiática occidental en su parte norte y Lesbos, Al gran movimiento de
R isch , que pudo demostrar que las características se extienden 9 siempre sobrepa-
pueblos de hacia 1200 se incorporó en el nuevo espacio de la colonización el dórico
sando las diversas fronteras dialectales. En un principio hubo, no unidad, sino una
noroccidental. En él los dorios tomaron firme posesión del Peloponeso oriental y
pluralidad muy diferenciada. De acuerdo con esto, ve R i s c h formas relativamente
meridional, pero se asentaron también en las islas, Creta y Rodas sobre todo, y
jóvenes en dos importantes dialectos griegos : el jónico y el dórico habrían adquiri-
en la parte suroccidental de la costa de Asia Menor. Los griegos noroccidentales
do la fisonomía que les es propia sólo en las migraciones y transformaciones subsi-
llevan en su mayor parte, la denominación de su territorio, pero contribuyeron tam-
guientes a la época micènica. A este respecto hay que notar también que, natural-
bién como elemento de fuerte fusión a la estructuración de la población tesalia y
mente, cuando K r e t s c h m e r suponía que los jonios eran el estrato más antiguo, no
beocia. En el norte y oeste del Peloponeso sometieron a su dominación la Acaya y
se refería a los jonios del Asia Menor, sino a formaciones anteriores. Sin embargo,
la Élide. De esta manera, los griegos noroccidentales y ¡os dorios rodearon por
él precisamente nos ha hecho considerar la homogeneidad y la diferenciación como
todos lados la Arcadia separada del m ar como a región considerada como vestigio
las fuerzas que están incesantemente actuando y originando perpetuamente la trans-
de la población predórica. En escasos y a veces problemáticos restos nos es dado
formación. Cuando, además, R i s c h admite en el segundo milenio un antiguo grupo
conocer la existencia, en este país, de un vetusto dialecto que se relaciona con el
de Chipre, el cual nos es bien conocido y denuncia su parentesco con la lengua de griego meridional, cuyo representante más puro para nosotros es el arcadio-chi-
la Panfilia surminorasiática. priota y del cual se distingue otro grupo griego con purísima representación en el
M ientras que la repartición de los dialectos en la época histórica es, en general, tesalio orienta!, llegamos también ahora a las dos primitivas oleadas migratorias
clara y se puede trazar sin trabajo en un m a p a , como el de S chw yzer, por ejem- y vemos la posibilidad de cohonestar estos hechos con el cuadro trazado por K r e t -
s c h m e r , Pero en ningún caso debe olvidarse la importancia del sustrato y del
plo, en su Gramática (I, 83), mientras que también sin gran esfuerzo se pueden
reconocer en posteriores circunstancias suplementos y desplazamientos producidos medio ambiente vecino en la formación de los dialectos.
por la migración “ dórica”, la prehistoria de los dialectos griegos suscita una serie No parece fácil el acoplamiento de la lengua griega, que deducimos de las ta-
de problemas que en época muy reciente han vuelto a ponerse 7 en efervescencia. blillas del lineal B. Esto depende, en parte, de la forma de estos monumentos
H e aquí las cuestiones capitales: ¿a partir de qué tiempo podemos hablar de gru- gráficos (sobre ellos hablaremos luego), en parte de que revelan, al lado de claras
pos de pueblos y dialectos en el sentido que prevaleció más tarde? ¿En qué re- relaciones con el arcadio-chipriota, otras con otros dialectos. Aquí existen dos ex-
plicaciones enfrentadas. R i s c h ls, de acuerdo con su opinión sobre la formación
7 F. R, A drados, “L a dialectología griega como fuente para el estudio de las m igra- ' Además de G e o r g ie v , op. cit., ha defendido esta tesis de K k e ts c h m e k (cf. entre
ciones indoeuropeas en G recia”, Acta Salmanttcensia, V /3, Salamanca, 1952. M . S. R ut“ otros e! epítome “ Sprache” en E inleìtung in die A kertum sw iss., I, 3.* ed., Leipzig, 1927,
PÉREZ, “ Sobre la prehistoria de los dialectos griegos". Emérita, 21, 1953 (1954), 253. 75, de G e rc k b -N o H d e n ) A. T o v a s en yvivf¡¡rr¡r yáo>.\>. G edenkschrift P. K retschm er, II,
W, P o rz ig , “ Sprachgeographische Untersuchungen zu den altgriechischen D ialekten” , Viena, 1957, 188. M ás tarde se dem ostrará que hoy apenas tiene importancia la dife-
Idg. Forsch., 61, 1954, 147. E. R is c h , “D ie Gliederung der griechischen Dialekte in neuer rencia que entraña el que K r e t s c h m e r hable de una inmigración aquea en vez de eòlica.
Sicht” , M us, Helv., r2, 1955, 61, J. C h a d w ic k , "T h e Greek Dialects and G reek pre- s U na tablilla interesante, en op. cit., 75.
history” , Greece and Rome, 3, 1956, 38. V . P i s a n i , Storia della lingua Greca, en EncicJ, 10 “Frühgeschichte der griech. Sprache” , M ks, H elv., 16, 1959, 215, G e o r g i e v , op.
Class,, 2 /5 /1 , T urin, i960, 3, C f. G eohgiev, eeDas Problem der homerischen S p ra ch e im cit. Cf. también E. VlLBORG, A tentative Grammar of M ycenaean Greeh, “ Stud. Gr. et
Lichte der kretisch-mykenischen T exte” , Minoica und Homer, Berlin, 1961, 10. L at.”, 9, rgéo. Afirma con energía una cierta posición especial del micènico A. HEUBECK,
“Z ur diaíektologischen Einordm m g des M ykenischen” , Gioita, 39, 1960/61, 159.
2/4
Los comienzos 27
2.8 Historia de la literatura griega
de los dialectos, ve en la lengua micènica un poco de la prehistoria del griego, que
no ha alcanzado todavía, sobre todo en la fonética y en la declinación, su moda- Con respecto al arte de la escritura correspondiente al segundo milenio, nos
lidad característica; por el contrario, G e o r g i e v considera la forma lingüística en hemos encontrado recientemente con una sorpresa enorme. En Cnpsos, Creta, y en
cuestión como el resultado de la superposición a elementos jónicos antiguos de las fortalezas continentales de Pilos y M icenas se han encontrado muchos centena-
otros posteriores eólicos. D e esta m anera se originó una lengua m ista eólico-jónica, res de tablillas de arcilla que se hallaban inscritas con 3a misma escritura silábica^
el “aqueo”, de la que nació la K oinè crético-micénica de las tablillas. Gomo G e o r - llamada lineal B, y que se remontan 17 en parte a la época aproximada del 1400 y en
g i e v , naturalmente, se refiere al proto jónico y al protoeólico, se reduce un poco parte a la del 1200. Gracias a los logros geniales de M i c h a e l V e n t r i s sabemos
la distancia de su teoría respecto de la teoría mencionada. L a cuestión está toda- actualmente que se utilizaba aquí un sistema de signos silábicos desarrollado a par-
vía sin resolver, pero parece vislumbrarse una solución por el camino indicado tir del más antiguo lineal A cretense, con el que se reproducían muy dificultosa-
por R is c h . m ente las palabras griegas. No es posible calcular lo que esto significa como aporte
Finalmente, en lo referente al arcadio-chipriota, mantiene casi completamente para la historia de la lengua griega y para el conocimiento de la situación política
perdida su posición especial de forma dialectal propia, que todavía le asigna en y económica del mundo mioénico, m ientras que, con respecto a la literatura griega,
su Gramática ( 88) E d u a r d S c h w y z e r , pero conservando su rango especial de este gran descubrimiento no reviste una significación particular. Estos inventarios,
manera que se aprecia 11 en él la conservación de im portantes restos de la pre- rendiciones de cuentas y acuses de recibo nos muestran que aquí desarrollaba sus
historia del griego. actividades una clase de escribas que prestaban servidos en la administración,
Todavía hay que deeir unas palabras sobre la colonización de la costa occiden- y no es probable que sus señores dominaran el arte de la escritura. Sí se piensa
tal de Asia Menor, que desempeñó un papel tan im portante en la vida cultural de que estos escribas no eran quizá libres y procedían de las diversas partes del m un-
los griegos, y, por lo tanto, en su literatura. Al radical y tardío impulso de asignar do micénico o de los territorios limítrofes de éste, y si se considera además el ca-
al siglo v h i !2 este movimiento colonizador orientado hacia el Este siguió el in- rácter puram ente utilitario de esta escritura, se advertirá inmediatamente una pe-
tento B contrario de situar la colonización decisiva ya en la época micènica. Ahora nosa antinomia: estas tablillas en griego del segundo milenio son de un valor
bien, si es cierto que puede asegurarse en época micènica la existencia de tempra- inestimable para la historia de esta lengua, pero su aprovechamiento por las cir-
nas colonias griegas en la costa occidental de Asia Menor, en Rodas y en Mileto cunstancias anotadas es difícil y muchas veces problemático. El conocimiento de este
sobre todo, también lo es que habrá que poner en relación la gran corriente de sistema de escritura bastante deficiente para el griego se habrá perdido 18 al ocurrir
colonizadores jonios anteriores y posteriores con las consecuencias de la migración la catástrofe de la migración dórica. Tam bién en este campo los griegos tuvieron
“doria” y hacer depender la fecha 14 de ésta. Con toda la inseguridad de los argu- que comenzar de nuevo. U n anónimo genial modificó la escritura consonántica
mentos deducidos del mito, queda la ligera posibilidad de que, como pretendía norsemítica de tal manera que posibilitó asimismo la escritura de las vocales y de
R o l a n d H a m p e 15, el Ática desempeñase un im portante papel como lugar de con- este modo la transformó en la escritura griega alfabética. Su monumento más an-
centración y partida de los colonizadores procedentes del territorio de Pilos. tiguo lo constituye un vaso ático de la primera mitad del siglo v m , al que en la
Dos fenómenos que corresponden a la época anterior a Homero han creado
unas condiciones decisivas para la literatura griega: la invención de la escritura m iento, en J. C h a d w ic k , T he Decipherm ent of Linear B, Cambridge, 1958; alem., Gott.,
griega y el origen del m ito griego ls. 1959. U na cómoda compilación de las publicaciones hechas sobre cada grupo de hallaz-
gos, en E . íS is c h , M us. H elv., 16, 1959, 216, 3. H a y que hacer resaltar el informe cir-
cunstanciado sobre la investigación correspondiente al período 1952-58 de F . SCHACHER-
11 Sin embargo, C . J . S u ijg h , en "L e traitem ent de sonantes voyelles dans les dia- MBYR, A fd A , 11, 195S, 193. Bibliografía ofrecen corrientem ente la revista M inos, Revista
lectes grecs et la position d u tnycénien”, M nem ., 4, 14, 196r., 193, pretende sostener de filología egea, Salamanca, 1951 ss., y los Studies in M y cernean Inscríptions and Dia-
la tripartición del dialecto predórico, lect, del Institute of Ciass, Stud. de la Univ. de Londres. Néstor, dirigida por B e n n e tt
15 G. M . A. H a n fm a n n , “Archeology in H om eric Asía M inor” , A m . Ja u m , Arch., y redactada en forma de hojas, da abundantes y breves noticias de los últimos hallazgos
52, 1948, 135. “ Ionia, leader o r follower?” , Hare. S tu d , in Class. Phil., 61, 1953, 1. y de la bibliografía. J. A. D aV ISon da buena información e indicaciones bibliográficas en
13 F. C a s s o l a , L a Jonia nel m ondo Miceneo, Ñ ápeles, 1947. “ T he Decipherm ent of L inear B : T h e Present Position”, Phoenix, 14, 1960, 14. El úl-
M F . S c h a c h e b m e y k , Griech. Geschichte, S tu ttg a rt, 1960, 78, y Gnom., 32, i960, 207. timo trabajo extenso: L . R . P a lm e r , M ycenaeans and Minoans. A e g e m Prehistory in
15 “Die hom. W e lt im Lichte der neuen A usgrabungen: N estor”. E n : Vermächtnis the L ig h t 0} the L im a r B Tabluts, Londres, 196 1. M . P. N i l s s o n , T he M ycenaean Orí-
der antiken K u n st, Heidelberg, 19J0, 11. Además de C a s s o l a , se pronuncia en contra gin of Greek M ytholagy, Berkeley, 1932. L , R a d e r m a c h e r , M ythos u n d Sage bei den
tam bién M . B. S a k e ix a w o ü , La migration grecque en Jonie, Atenas, 1958. Cf., sin em- Griechen, 2.a ed., Viena, 1943. H . J. R o s e , H andbook of Greek M ythology, Londres,
bargo, T . B. L . W e b s t e b , Die Nachfahren Nestors. M ykene un d die Anfänge der griech. 1928. T rad . alem ana: Griech. M ythologie, M unich, 1955 -
K ultur, Janus-Bücher 19, M unich, 1961, 33. 17 L a fecha de las tablillas de Cnosos, que se suponen de alrededor del año 1400,
“ A. Rehm, Handb, d. Archäologie, i, 1939, 182. R. H a r d e r , “Die M eisterung der y que depende de k valoración de los hallazgos de las excavaciones, fue recientem ente
Schrift durch die G riechen”, D as N eu e Bild der A n tike, I, Leipzig, 1942, 9 1 . L a biblio- calificada por L . R. P a lm e s de demasiado tem prana y sometida a discusión. F . Scha-
grafía para el lineal B es ya considerable. M arca u n hito la prim era noticia circunstan- CHERMEYR, en “Aufregung itm A rth u r Evans”, W iener human. Blatter, 4, 1961, 27, trae
ciada de M. V e n tr is - J . CHADWICK, “Evidence for G reek Dialect in the M ycenaean A r- breve información sobre lo esencial.
chives”, Joum . Hell. Stud., 73, 1953, 84. L os dos autores han hecho una exposición resu- A. J. E. W a c e piensa en el m antenim iento. Cf. el prefacio a los Documenta (v.
mida en D ocum ents in M ycenaean G reek, Cambridge, 1956. L a historia del descifra- supra) X X V III de Ventris-Chadwick. D e modo distinto S te rlI N G D o w , “M inoan Wri-
ting”, A m . Journ. Arch., 58, I 954 > 77 -

3/4
Los comienzos 29 3o Historia de la literatura griega
actualidad debemos agregar el vaso de Esquía, que íam bién cuenta con una ins- liguas culturas orientales. Estas últimas debemos tenerlas en cuenta particularmen-
cripción métrica (Acc. Linceií 1955). Como en el caso del vaso de Dipilón nos te para aquella época en la que, después del derrumbamiento de Creta y, más
encontramos ya con una escritura diferenciada y fluida, se supone que la inven- tarde, de Micenas, los fenicios dominaban el comercio y fueron 21 los mediadores
ción de la escritura alfabética antecede en por lo menos cien años a la época de apropiados.
este m onum ento19. Nuestra opinión de que no es lícito rem ontar a época anterior a Homero la lite-
Gracias a los estudios de N i l s s o n sabemos que la configuración del m ito griego ratura como testimonio escrito no significa de ninguna manera que en esta época
tuvo sus comienzos en la época micènica. Ahora bien, es imposible concebir la no haya existido poesía. Puede suponerse que los mitos se transmitieron ocasional-
caballeresca sociedad de Micenas sin leyendas y cantos referentes a los grandes he- mente bajo la forma de una sencilla narración en prosa, pero su expresión autén- »
chos. Sin embargo, resulta muy dudoso que muchos de los mitos conocidos por nos- tica la constituía la poesía heroica. La práctica de ésta se rem onta sin lugar a
otros tuviesen ya su origen en aquella época. M ucho más verosímil es que la epope- dudas a la época micènica; Homero muy pronto nos dará ocasión de referirnos
ya griega adquiriese los rasgos que nos son familiares en los llamados siglos oscuros, a ello. Homero nos ofrece asimismo testimonios 22 de que en las bodas y funerales,
es decir entre los siglos x i i y v m . Naturalmente, ia leyenda se consolidó — y N il s - en las fiestas triunfales y en las danzas en rueda, en el culto a los dioses, así como
s o n lo ha demostrado sin lugar a dudas— sobre todo en los grandes centros de la para acompañar el trabajo diario, se cantaban canciones semejantes a las que cono-
cultura micènica, pues éstos, por medio de la tradición de toda índole, y más tarde cemos de épocas posteriores. T odo esto ha desaparecido por completo. Algo dife-
por medio de sus formidables ruinas, hablaron con mucha elocuencia a los siglos rente ocurre cuando ciertas sectas pretendían ensalzar a sus arquegetas, como Or-
venideros de su derrumbamiento. En expresión algo drástica y simplista podría de- feo o Museo, trasladándolos a una época anterior a Homero. Aquí advertimos el
cirse; la leyenda presupone ruinas. Es sintomático para el planteamiento del pro- propósito y no damos crédito a sus afirmaciones.
blema el que la aparición de numerosos nombres conocidos por el mito en el li-
neal B como Áyax, Aquiles, Héctor, Teseo, se saludase como confirmación de ia Para los siglos v m y v ii, T . J. D ü n b a b in , “T h e Greeks and their eastern neigh-
tesis de N i í s s o n , pero pronto se reconoció que se trataba 20 de nombres d e la vida bours”, Society for thè Promotion o} Hell. Stttd. Suppl. Paper, 8, 1957.
cotidiana. Sólo después, cuando dejaron de usarse casi enteramente para designar n W . SCHADEWA1.DT, V an Homers W elt und W erk, 3.a e d „ S tu ttgart, 1959, 62.
ai hombre ordinario, se lucieron apropiados para designar a los grandes héroes del
pasado. N o por eso habrá de quitarse su importancia a los aportes de la época si-
guiente. En ios mitos de los .helenos coníiuyeron todos los rayos para configurar
aquel reflejo del mundo con su riqueza infinita que determinó en gran medida la
poesía griega, tanto en sus temas como en su postura espiritual. Se han equivocado
todos los que han tratado de comprender el origen de estos mitos a partir de una
raíz iónica. Hemos aprendido a separar los diferentes colores en la urdim bre del
tejido, y sabemos que en los mitos griegos una multiplicidad de elementos hetero-
géneos se ha unido para configurar una imagen duradera: recuerdos históricos en
elaboración libérrima se encuentran junto a la antigua historia de los dioses; la
etiología del culto se vincula a motivos de fábulas antiquísimas o ficciones que
responden al mero goce de inventar. M uy pocas veces hallamos un simbolismo na-
tural en estas estructuras.
Igual que el pueblo griego, su mito es también resultado de una combinación
de elementos indogermánicos y mediterráneos. L a mera observación de que gran
núm ero de dioses y héroes llevan nombres que no son griegos nos abre una amplia
perspectiva sobre la problemática mencionada. Ésta se complica por el hecho de
que debemos contar con un tercer componente, es decir con el influjo de las an-
15 L a adscripción a las postrimerías del siglo v m que hace R h y s C a r p e n t e r , Am.
Journ. Arch., 37, 1933, 8, apenas encontrará ya partidarios. G . K l a f f e n b a c h , "Schrift-
probleme der Ägäis”, Forsch, u. F oruchr., 1948, r95, atribuye la adopción de las letras
semíticas al siglo X, Cf. tam bién la bibl. aducida en la pág. 27, nota 16. L as m ás anti-
guas inscripciones, en T . B. L . W e b s t e r , “Notes on the writing of early Greek poetry” ,
G lotm , 385 i960, 253, I ; allí tam bién para la lectura del vaso de Isquia. P ara éste,
W. S c h a d e w a ld t , V on H om ers W elt u n d W erk, j . 11 ed., Stuttgart, 1959, 413.
20 Cf. A. H e u b e c k , G nom., 29, 1957, 43; 33, 1961, 118.
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