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El descubrimiento
Es cuando alrededor del mediodía, mientras Barrabás maldecía su
suerte y lavaba la tierra con la suruca, que los rayos del sol se reflejaron en una
piedra espectacular. El minero la terminó de limpiar y exclamó “somos ricos,
somos ricos” sin percatarse de que estaba completamente sólo.
Posteriormente, la llevaría con sus anteriores socios y de ahí a la casa del
señor Gilberto Daly, el cual financiaba a los mineros en su búsqueda.
“Al principio no lo creyó; pensaba que se trataba de un cristal de roca”-
menciona Paulo Carvalho, minero retirado que conoció del propio Barrabás la
historia. El cristal de roca, según la clasificación propia de los mineros, “es una
piedra que le faltaron años para convertirse en diamante y se diferencia por su
brillo vítreo. En cambio el diamante tiene un brillo diamantino” – aclara el
mismo Carvalho.
El Universal destacaba: “Santa Elena, 12 de octubre de 1942, Ha sido
encontrado por obrero venezolano en estas minas, diamante de ciento
cuarenta y cinco setenta y cinco karates, bautizado Gran Sabana, avaluado
trescientos mil bolívares. – Ramón Ochoa Tucker”. Olga Calzadilla, vecina de
Tumeremo, recuerda: “La bulla del diamante se expandió y casi todo el mundo
minero se trasladó a la mina El Polaco con las mismas pretensiones de
encontrar otro diamante, pero después de ese, creo que no ha habido otro
igual”.
Desde el mismo momento del hallazgo, empezaron las ofertas de los
comerciantes locales, los cuales trataban de comprar la piedra muy por debajo
de su precio y tratando de aprovechar el poco conocimiento del valor de la
gema. “Por una piedra como esa, Alemania arriesgaría sin cuidado una cuantas
divisiones para conseguirla” – Escribe Oscar Yánez en su libro “Los Años
Inolvidables”, debido a que los diamantes eran utilizados en la fabricación de
instrumentos de precisión de los componentes bélicos. No hay que olvidar que
la Segunda Guerra Mundial estaba en pleno desarrollo.
“Ante la imposibilidad de venderla en la boca de la mina, decidieron
trasladarse a Caracas para buscar una mejor venta” – comenta el historiador
Américo Fernández. “Los tres mineros nombraron a Gilberto Daly como su
apoderado e igualmente buscaron a un abogado llamado Matías Carrasco.
Partieron el 29 de octubre Barrabás, Daly y Carrasco del aeropuerto de
Tumeremo, en donde antes habían vuelos directo de Caracas – Tumeremo”
Vida de rico
Varios conocidos de Barrabás, entre ellos mineros y vecinos de
Tumeremo, recuerdan las anécdotas contadas por él mismo acerca del uso que
le dio al dinero. Elizabeth Aponte, su última vecina, recuerda: “el me dijo que
usaba lo mejor, las mejores marcas en zapatos y ropa, el se las puso, porque el
era un hombre importante…. el decía que con los billetes prendía los cigarros”.
Ricardo Salti, maestro orfebre de El Callao, le escuchó decir acerca de sus
conquistas amorosas “Hoy me acostare con una inglesa, mañana con un
francesa”.
Los días pasaban y Barrabás seguía gastando el dinero. Según Oscar
Yánez en su libro “Los Años Inolvidables”: “Barrabás se estaba dando la gran
vida. Se mando a hacer 7 fluxes con Morreo, el sastre de los presidentes
Medina Angarita y López Contreras, paseó por el Trocadero en compañía de
buenas mujeres y comió en restaurantes como el Roof Garden, mientras se
comentaba que el dinero se le estaba acabando al minero y que el diamante
aún no encontraba comprador”.
La muerte de Barrabás
Barrabás murió el 1º de junio de 1992, producto de una enfermedad de
la próstata no tratada, presumiblemente cáncer y, aún cuando no se puede
decir que tuvo éxito en sus negocios, tampoco es válida la idea de que murió
en pobreza. “Barrabás no murió pobre. Tenía su negocio aquí (Tumeremo).
Cuando murió todas sus deudas se pagaron con lo que quedó en el negocio”
señala Elizabeth Aponte.
“El entierro fue muy bonito”, recuerda Bernabé Morales, celador del
cementerio, “vino mucha gente, todos le tenían mucho cariño aquí en
Tumeremo”
Paradójicamente, nadie lo visita en el cementerio. Según Morales el
único es él que le limpia la tumba de vez en cuando. “Una que otra gente que
pasa por aquí y me pregunta ¿tu sabes donde está la tumba del finado
Barrabás? Y yo con mucho gusto lo llevo.
A manera de conclusión
Tanto Bermúdez como Aponte coinciden en señalar que Barrabás era el
jefe de los dos anteriores y por tanto se adjudico el hallazgo. Inclusive su
vecina explica que a Jaime Hudson no le gustaba la mina, fue simplemente una
oportunidad y fue él quien dispuso del capital necesario para la búsqueda de
diamantes.
El resto de la historia es la misma, destacando el detalle que tanto los
periódicos como los historiadores que reflejaron el hecho no realizaron ninguna
corroboración de las declaraciones dadas por el propio Barrabás.
No hay lugar a dudas que malgastó y derrochó el dinero, pero
comparado con lo poco que percibieron sus socios y el uso que le dio,
aprovecho el golpe de suerte de la única manera que conocía.
Su muerte en soledad y pobreza no fue tal. Cualquiera que visite las
poblaciones mineras puede darse cuenta del estado paupérrimo en que se
encuentran otros mineros como Barrabás. Por lo menos disfrutó de su vida
como le gustaba. Juan Bermúdez engloba en una frase la forma de vida del
minero:
“Dinero de mina es para darle camino… y el placer de uno es agarralo
pa` gastalo”