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Taraborelli
“”
Ceferino tiene 30 años, es paciente del hospital hace aproximadamente 8 años, fecha
de la cual data su primera internación. A partir de allí, ha tenido varias internaciones, de las
cuales la última se sucedió en el 2017. De acuerdo a lo que puede leerse en la historia clínica
sus ingresos se suceden en el marco de episodios psicóticos agudos, en algunas ocasiones
traído por la policía a partir de episodios de agresividad hacia gente de su entorno (su familia
o familiares de sus parejas). Si bien Ceferino ubica como motivo de sus descompensaciones
el consumo de drogas lo que, a su vez, es inducido según él a partir de “la depresión en la
que cae”, atribuye esto a los conflictos que tiene con su familia y con sus novias. En alguna
ocasión dirá que su madre ve en él a su padre, lo que equivale a decir según sus dichos “un
ex esposo golpeador y adicto”.
En relación a sus parejas anteriores mencionará que ha tenido problemas con sus
“millones de ex novias”, le arman “puterío”. De Lucila, dirá que terminó absorbiendo la
violencia, la tristeza y los problemas de su familia, de Juana que era muy posesiva. Menciona
también que cuando vivía con su madre discutían porque ella no estaba de acuerdo con las
mujeres que elegía. Tal es así que, algunos meses atrás, Ceferino decide irse a vivir con
Natalia, su novia actual.
Actualmente Ceferino realiza tratamiento ambulatorio concurriendo a un grupo de
externados del hospital en el cual me encuentro rotando.
Durante el primer encuentro en el que asisto al grupo, Ceferino llega visiblemente
irritable y verborrágico. Refiere que se ha quedado sin trabajo asociando esto a su condición
de paciente psiquiátrico. Con cierta posición querellante y reivindicativa refiere que él
cumple perfectamente con sus tareas, se compromete con su trabajo y que de buenas a
primeras su patrón decide prescindir de él. Se siente “usado”, “explotado”. Luego empezará Commented [1]: se repite el ex
a desplegar cierta interpretación paranoide en relación a esto. “me han hecho un mal, pero
no puedo saber quién es”.
Hace tres meses he comenzado a mantener entrevistas individuales con él. Aunque
he intentado formalizar y encuadrar el espacio estableciendo una frecuencia no he logrado
con éxito que esto suceda. Lo mismo sucede con su participación en el espacio grupal.
Ceferino atribuye esta irregularidad a la informalidad de su trabajo actual en el campo, en el
cual se encuentra trabajando de forma eventual a demanda de su patrón. Con esta dificultad
apuesto igual a poder establecer un espacio de tratamiento teniendo en cuenta que Ceferino
comienza a solicitar hablar de temas que lo complican. Generalmente estos se circunscriben
a conflictos con su actual novia y su suegra.
Hace 1 año y 4 meses, inicia una relación de pareja con Natalia. Si bien se conocen
de la adolescencia, se han reencontrado por las redes sociales, momento en el cual planearon
una cita. Desde ese entonces iniciaron una relación. Ceferino refiere que esta es su primera
relación seria y que ha logrado sostener en el tiempo. En su relato Natalia aparece en un
primer momento, como alguien que escapa a la serie de sus ex parejas. Manifestará que antes
salía con mujeres a las cuales les anticipaba que él sólo podía ofrecerles una relación de
amistad con encuentros casuales, pero sin compromiso. Dirá elegir esto porque las mujeres
“son demandantes, lo enloquecían..” “nos veíamos un par de veces y ya empezaban a
mandarme mensajes raros, a hacerme escenas, ahí ya veía que se enamoraban de mi…
Ceferino atribuye esto a que él sabe cómo tratar a una mujer y como darles placer, además
de definirse como un tipo simpático, cariñoso, lindo.
En aquella primera cita con Natalia, Ceferino cuenta que le vio su herida, tenía la
mirada triste, sabía que ella tenía un dolor; así fue que le preguntó qué le había pasado y ella
le contó de su última separación. “Lo que yo hice con ella es sacarle el motivo de su estrés,
su dolor, yo le dije que la iba a curar”. Desde aquel momento él pudo dar cuenta de querer
tener una relación seria con ella, agregando además que ya tiene 30 años, que es un hombre
que ha madurado, que ha crecido y que ha aprendido; en relación a esto ubicará haber
abandonado los excesos de drogas y haber tomado distancia de amigos que vagueaban en la Commented [2]: ex cesos
Nieves Soria plantea en “Confines de la psicosis” que, todo lo real que es el goce
intrusivo, a la vez es simbólico. Inmediatamente se traduce en términos de significante, y
hace la trama del delirio. Todo lo real es simbólico, y es imaginario, e inmediatamente
adquiere un sentido, de ahí la tendencia a la interpretación. Según podemos encontrar en el
relato del paciente, él tiende a realizar a partir de las contingencias en su vida interpretaciones
en las que hay un Otro que caprichosamente es capaz de moldear su destino, manipularlo o
gozar con su cuerpo. En ese sentido, si hablamos de respuestas delirantes, habría que decir
presuntivamente que son un tanto fallidas ya que cualquier mujer es susceptible de
convertirse en alguien que lo maldiga, o que lo ataque sexualmente.
Siguiendo esta línea de pensamiento podemos interrogarnos dónde, o si podemos
encontrar en este recorte la presencia de fenómenos elementales. En el Seminario 3 Lacan
afirma que lo que está en juego en la psicosis no es la realidad sino la certeza: “a diferencia
del sujeto normal para quien la realidad está bien ubicada, él tiene una certeza: que lo que
está en juego- desde la alucinación hasta la interpretación-le concierne”.
Que decir sobre la escena en la que Ceferino “es” atacado sexualmente por su novia
o cuando la ve acomodar su vestido, todo le hace signo de que ella lo engaña. Así, estos
fenómenos aparecen en Ceferino en forma de certeza incuestionable, atribuyéndoselos al
Otro.
Colette Soler ubica como “núcleo clínico del retorno en lo real del rechazo de la
“Cosa”, o de la emergencia de la “Cosa” del lado del Otro” a la perplejidad convertida en
certidumbre o en certeza. Los fenómenos elementales, característicos en la psicosis, dan
cuenta del momento en que las cosas del mundo comienzan a hacerle signo al sujeto, les son
dirigidas. ¿Qué estatuto tiene aquello que viene a decir Ceferino en relación a que comenzó
a ver a su novia de forma extraña, maltratativa, manipuladora y como una segunda madre?.
Ceferino se ubica en ese marco además, como el aprendiz de su maestra que acaba por
convertirlo en alguien en el que él se desconoce. Lacan plantea en “De una cuestión
preliminar… que “la falta que le da a la psicosis su condición esencial” se encuentra en el
significante del Nombre-del-Padre forcluído. El psicótico se convierte así en ‘un sujeto del
goce’ y se encuentra a merced de las desregulaciones del mismo. Cuando el Nombre del
Padre (significante del Otro en cuanto lugar de la Ley) no opera, el Otro “aparece con su
maldad real” (Miller). La función del Nombre-del-Padre responde, a la necesidad de anclar
el orden Simbólico y la metáfora paterna, y el significante detiene el deslizamiento de la
significación. La falta de este significante “determina una disolución imaginaria, que desnuda
la relación especular dual en su vertiente mortífera donde proliferan los fenómenos de
agresividad, transitivismo, despersonalización”.
Pareciera también que hay algo que insiste en el relato de Ceferino, y es que el goce
del Otro siempre queda del lado de las mujeres. Así me dirá en alguna entrevista “mi
problema es mi madre”, o ubicará a su abuela como responsable de su accidente, o a su
suegra quien interfiere en la relación con su novia, o a las mujeres que en otro momento lo
enloquecían. Natalia ahora, aparece también en serie con estas mujeres, cuando es “vista”
por él como una segunda madre.
El Otro excluído
“El Otro en la psicosis no es el mismo que el otro del lazo social, sino que es otro
que goza, que no tiene ley; es otro respecto del cual el sujeto no está separado”.
Lacan explica en el Seminario 3 que en la psicosis, el Otro está excluido. Esto no
quiere decir que no exista sino que el sujeto deberá lidiar con el pequeño otro ya que en
palabras de Lacan lo que “concierne al sujeto está dicho por el pequeño otro”. De esta forma
si en la relación con el semejante el otro es ubicado en el lugar del Otro completo, absoluto,
dará lugar a un Otro gozador. Teniendo en cuenta esto podríamos pensar que las mujeres en
Ceferino pueden llegar a ocupar este lugar de Otro absoluto. Apareciendo como un Otro que
manipula, que lo “verduguea”, Otro que lo mira en la calle, Otro que lo ataca sexualmente, o
que le tira “la mala onda” capaz de causarle un accidente. En Ceferino, el semejante, el
pequeño otro, es susceptible de transformarse en el Otro con mayúscula; y en ese sentido en
la psicosis, el Gran Otro es un otro sin ley.
También, habría que pensar si hay un saber-hacer con esto; en ese sentido pareciera
que hay cierta direccionalidad al Otro, encarnado en el hospital, al que Ceferino se dirige
cuando la relación con el otro se le vuelve como él dice demandante, perjudicial o
simplemente en las que él queda como objeto de goce del Otro sin poder maniobrar con eso.
De alguna manera él recurre según sus dichos en “busca de ayuda”, aunque generalmente
Ceferino llega al grupo o a las entrevistas acelerado, verborrágico, interrumpiendo cualquier
señalamiento, casi como si no tuviese un interlocutor. Cabe preguntarse si esos otros a
quienes se dirige en busca de una suerte de “auxilio” son ubicados en calidad de testigos.
Suele afirmarse que el encuentro amoroso puede operar tanto desencadenando una
psicosis como estabilizándola (Baur, 2016). En la historia clínica de Ceferino aparecen una
y otra vez mujeres que por momentos lo apaciguan y que por momentos parecieran
confrontarlo con un goce inabordable. Cómo pensar el lugar que el amor ocupa en esta
posición del sujeto y los modos en que puede funcionarle. Por momentos aparecen en su
relato esbozos de elementos erotomaníacos, las mujeres se enamoran de él, lo miran en la
calle y lo desean, lo atacan sexualmente. Al mismo tiempo la relación con Natalia aparecerá
en algún momento en su discurso como algo que le hace de límite ante lo intrusivo del goce.
Vanesa Baur (2016) afirma que el recorrido por la erotomanía ha mostrado qué puede resultar
para el psicótico de una relación con el semejante si este es ubicado en el lugar del Otro
completo, absoluto. Sin embargo, existen casos en que no toda relación con el partenaire se
transforma en una relación con el Otro absoluto, recubriéndola”. Años atrás Ceferino decide
ponerse en “penitencia” (defensa, mantenerse a raya) alejándose de las mujeres, esto lo
tranquiliza. La otra vía que ha encontrado es mantener relaciones de amistad. Es factible
considerar que quizás entonces, lo pacifique mantenerse al margen de mujeres que lo
convocan a lugares por medio del casamiento o de la paternidad desde los cuales impresiona
no tener con qué responder. Para concluir ¿Cómo pensar una posible dirección de la cura en
este paciente? ¿Cómo pensar la posición del analista en la transferencia sin volverse un- Otro
omnipotente, gozador?
Uso degradado del amor. Relacion mantenida con cierta distancia, mediación
Andar solo
Multiplicar la transferencia
Donde arma la defensa