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Ejemplos de comportamientos
antisociales
Tener comportamientos antisociales no significa que tengas un trastorno. De hecho,
durante la adolescencia es común que existan este tipo de conductas, pero es parte del
proceso de convertirse en adulto. Aquí te damos algunos ejemplos de conductas
antisociales.
Causas biológicas
Una teoría sugiere que ciertas anormalidades en el desarrollo del sistema
nervioso pueden causar Trastorno antisocial. Algunas de estas anormalidades pueden
estar detrás de algunos problemas del aprendizaje, enuresis persistente e
hiperactividad.
Algunos estudios sugieren que si la madre ha fumado durante el embarazo, su hijo está
en riesgo de desarrollar conducta antisocial. Esto se explica porque fumar desciende
los niveles de oxígeno, lo que puede resultar en daños en el cerebro del feto.
Estudios de imagen cerebral sugieren que una función cerebral anormal es la causa de
este trastorno. Por ejemplo, el neurotransmisor serotonina se relaciona con la
conducta impulsiva y agresiva. Los lóbulos temprales y la corteza prefrontal ayudan a
regular el estado de ánimo y la conducta. Puede ser que la causa del trastorno
antisocial sea un funcionamiento anormal en los niveles de serotonina o en estas
regiones cerebrales.
Causas ambientales
El entorno social y familiar también contribuye al desarrollo de la conducta
antisocial. Los padres de niños con estos problemas frecuentemente muestran ellos
mismos altos niveles de conductas antisociales.
En casos de crianza de acogida y adopción, privar a un niño pequeño de un vínculo
emocional significativo puede dañar su habilidad de formar relaciones íntimas y de
confianza. Los niños que pasan de un cuidador a otro pueden encontrar dificultades
para establecer apego emocional apropiado con figuras adultas.
Una disciplina laxa o una inadecuada supervisión se ha se ha relacionado con una
conducta antisocial en niños. Los padres que se implican monitorizan la conducta del
niño, estableciendo reglas y comprobando que son cumplidas. Una buena supervisión
paterna es menos probable en familias desestructuradas, porque los padres pueden
no estar disponibles, y si son padres antisociales no tienen motivación para vigilar a
sus hijos. También influye el tamaño de la familia, cuanto mayor sea, menos atención
puede recibir cada hijo.
Un niño que crece en una familia desordenada puede llegar al mundo adulto dañado.
Sin haber desarrollado vínculos fuertes, se vuelve egoísta e indiferente a los
demás. La falta de disciplina consistente da lugar a una pobre consideración por las
normas y a la recompensa a largo plazo, lo que facilita su impulsividad. No tiene
modelos apropiados de conducta y aprende a usar la agresión para resolver conflictos.
También falla en desarrollar la empatía y la preocupación por los demás.
Los niños antisociales tienden a elegir a compañeros de juegos similares, ya que los
niños agresivos suelen ser rechazados por los compañeros. Esto impide crear vínculos
sanos entre iguales. Estas relaciones pueden animarles y a recompensar la conducta
antisocial.
El abuso infantil también se ha asociado a la conducta antisocial. Esto no es
sorprendente porque muchos de ellos han crecido en ambientes negligentes y a veces
violentos. Lo que les sitúa en una situación de vulnerabilidad fomentando que se
conviertan en víctimas. Además, el abuso se convierte en una forma aprendida de
relacionarse con los demás, perpetuando esta conducta con los demás.
También se ha dicho que el abuso físico puede ser especialmente negativo porque
puede resultar en daño cerebral. Los eventos traumáticos pueden alterar el desarrollo
del sistema nervioso central, un proceso que continua hasta la adolescencia. Esto se
puede deber a una liberación exagerada de hormonas y otros químicos debido a los
eventos estresantes que pueden alterar el patrón normal de desarrollo.
Tipos del trastorno antisocial
Tradicionalmente se han diferenciado dos perfiles de personalidades antisociales: el
psicópata o psicópata primario, y el sociópata o psicópata secundario. Sin embargo en la
realidad, no es tan común ver dos perfiles “puros”.
Psicópata: El rasgo más característico del psicópata es la frialdad emocional. No
sienten empatía, utilizan a los demás en su propio beneficio, son manipuladores y
mentirosos. Son fríos y calculadores. Generalmente, los psicópatas no responden a
ningún tratamiento psicológico, por lo que su pronóstico es muy desalentador. De
hecho, el tratamiento puede conseguir el efecto contrario del deseado.
Sociópata: El sociópata se caracteriza por la impulsividad. Por ello rompen las normas.
Tienen mayores niveles de empatía que los psicópatas, aunque su registro emocional
está más reducido que en la población general. Suelen dejarse llevar por la ansiedad.
El tratamiento psicológico para este perfil puede ser de ayuda. En prisión es más
común que aparezca este perfil, ya que son arrestados con mayor facilidad, y no se
integran tan bien como los psicópatas en la sociedad.