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Historia Moderna de España UNED

TEMA 16: “EL ESFUERZO EXTERIOR”.


1. ESPAÑA Y LA GUERRA DE LOS 30 AÑOS
2. LA LUCHA CONTRA HOLANDA
3. LAS RELACIONES CON ONGLATERRA
4. LAS RELACIONES CON FRANCIA.
5. LA OFENSIVA ESPAÑOLA (1633-39): NÖRDLINGEN.
6. LAS DUNAS Y ROCROI

Olivares sustentaba una posición tradicional respecto al


papel internacional de España. No cuestionó las ideas de política
exterior que había heredado y tampoco elaboró otras diferentes.
Simplemente, intentó aplicar la doctrina que le había sido
legada con mayor energía y mayores recursos. En un escrito
del 28 de noviembre de 1621, en el que daba consejos al nuevo
monarca, «el más grande monarca del mundo en reinos y
posesiones», le recordaba su deber fundamental:

“Casi todos los reyes y príncipes de Europa son émulos de la grandeza de V.M. Es el
principal apoyo y defensa de la Religión Católica; y por esto ha roto la guerra con los
holandeses y con los demás enemigos de la Iglesia que los asisten; y la principal
obligación de V.M. es defenderse y ofenderlos.1”

Durante la primera mitad del reinado de Felipe IV tuvo lugar una profunda
crisis bélica, en la cual la Casa de Austria perdió la hegemonía europea que
había detentado desde los días de Carlos V. En primer lugar se desarrolló la
guerra de los Treinta Años2 (1618-1648). En segundo lugar se reanudó la lucha
1
«Documentos de gobierno del Conde-Duque de Olivares al Rey, en 1621», en Marañón, El conde-duque
de Olivares, pp. 438-440.

2
Conviene recordar someramente el complejo proceso conocido como Guerra de los Treinta
Años, calificada como Primera Guerra Europea, (aunque esta calificación han merecido diversas guerras a
lo largo de la Historia). Realmente, es la última fase de una guerra de religión que duró ciento veinte años,
relacionada con el éxito de la Contrarreforma. Corresponde a la contraofensiva católica, y a la resistencia
de la Europa protestante. Aunque tuvo orígenes religiosos, se mezclan otros muchos motivos; políticos,
sociales, económicos,....

«Para España, se trata de lo que podríamos denominar “Gran Guerra del Norte”, desde 1568,
cuando se alzan los Países Bajos, a 1658; estrictamente, “guerra de los noventa años”. Con incesante lucha
no sólo en aquellas partes, sino por toda la Tierra desde las Indias Orientales hasta África, el Caribe, o el
Mediterráneo.

Esta imagen nos ayuda a situar la posición hispana en unas coordenadas más comprensibles,
hasta el punto de preguntarnos si no respondió más a la voluntad de supervivencia política y económica
que a los dictados de una proyección hegemónica» (Palabras de don José Alcalá-Zamora, catedrático de
Historia Moderna de la U.Complutense, en su conferencia “La derrota de España” 1975)

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entre la monarquía hispánica y la república de Holanda. En tercer lugar, la hostilidad


entre Francia y España terminó arrastrando a ambas monarquías dentro del litigio
general europeo e incluso lo sobrepasó. En cuarto lugar la Inglaterra de Cromwell
derramó el vaso colmándolo con una última gota.

1. ESPAÑA Y LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS. OBJETIVOS DE


LAS POTENCIAS EUROPEAS.

En los orígenes de la guerra de los Treinta años, se entrecruzan muy


distintas causas, presididas, al menos en su apariencia, por los motivos de
religión. Pero las causas de orden político, son importantísimas. La situación
en el Imperio, era especialmente delicada. Además de los problemas internos,
confluían los intereses del resto de Europa: Guerra entre los Países Bajos y
España, rivalidad entre ésta y Francia, guerra por la independencia de
Portugal, inestabilidad de la frontera oriental en el Danubio, el problema
báltico, con conflictos recurrentes.... De ahí que el conflicto abierto en 1618,
pase de guerra imperial a guerra europea, que no concluirá hasta 1660.

• España, pretende la continuidad de su poderío hegemónico, con un


fondo de defensa a ultranza del catolicismo de la Contrarreforma,
frente al protestantismo. Pero es muy cierto que para su continuidad
política, precisa la continuidad territorial, que la opondrá a Francia en
múltiples ocasiones.

En 1621, al expirar la Tregua de los Doce Años y reanudarse la guerra entre


España y las Provincias Unidas, la Corte de Madrid se ve impulsada a
intervenir en el conflicto alemán para mantener la ruta terrestre a los Países
Bajos. Hay que considerar, además, la ambición de Olivares de dominar
política y económicamente a Europa por la muy católica Casa de Austria. Dada
la posición geográfica del ducado de Milán, será éste, escenario para frecuentes
enfrentamientos con Francia.

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• A su vez, Francia, busca alcanzar sus “fronteras naturales”; el Rhin,


y los Pirineos, fronteras de la antigua Galia, y por tal causa luchó por
romper la línea Milán-Flandes, que habían trazado los Habsburgo, y
que Richelieu, creía asfixiaban Francia. Tanto a él como a Luis XIII,
ambos sinceros católicos, se les planteaba un problema de conciencia:
¿debían permitir el triunfo de los Habsburgo, que en definitiva era el triunfo
del catolicismo, o apoyar a los protestantes para abatir el poderío de la casa de
Austria?. La razón política primó sobre la religiosa.

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Pero el primer ministro francés, se sabía sin fuerza suficiente para


enfrentarse a España y al Imperio, por lo que su política estuvo basada en el
apoyo a los enemigos de sus enemigos, hasta que, en la denominada Fase
Francesa de la guerra de los Treinta años, Francia se encuentra lo
suficientemente fuerte, y declara la guerra a España.

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• Los soberanos de Dinamarca y luego de Suecia, intervienen desde el


exterior en una guerra que se hace más europea; reyes protestantes que
defienden a los luteranos alemanes, pero reyes que se sienten involucrados
en el conflicto, a causa de los intentos de los españoles de estrangular el
comercio holandés, que era el principal suministrador de sus Cortes.

La participación de España hay que situarla en primer lugar en que era una
potencia «imperial» en Europa, pues poseía dominios fuera de su metrópoli, en Italia
y en los Países Bajos. En segundo lugar, tenía que preservar las comunicaciones con
esas posesiones, y para ello, necesitaba invadir esferas de intereses e influencias
celosamente guardados por otras potencias. Existía la convicción en Europa de que

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España actuaba movida por un catolicismo agresivo. Pero esa convicción era
completamente errónea.

La España del siglo XVII había heredado determinadas posesiones en Europa. La


mayor parte no estaban preparadas para la independencia. Pero ese no era el caso de
las Provincias Unidas, a las que España consideraba como rebeldes pero que,
realmente eran un Estado soberano. Pero los holandeses pretendían subvertir la
posición española en las provincias del sur de los Países Bajos y, además, libraban
una guerra abierta en las posesiones ultramarinas de los reinos asociados de la
península Ibérica.

En los Países Bajos estaba en juego la defensa del imperio. Para impedir el
aislamiento de aquellos, España se vio impulsada a intervenir en Alemania, a la
ruptura con Inglaterra, a entrar en conflicto en el norte de Italia y, finalmente, a la
guerra con Francia. En los albores del siglo XVII, España perdió el control del
corredor militar terrestre de tan vital importancia para el ejército de Flandes. La
recuperación de Francia a partir de 1595 y su reanudación de una política exterior
antiespañola determinó que en 1631 Francia dominara ya las cabezas de puente hacia
Italia y Alemania y que España hubiera perdido las vías de paso tradicionales de sus
ejércitos.

España no podía permanecer impasible. No sólo envió subsidios al emperador,


sino también un cuerpo selecto de tropas españolas que participaron en la batalla de la
Montaña Blanca3 en Noviembre de 1620.

España centraba su esfuerzo en objetivos más próximos. En 1619, un ejército


español avanzó desde Normandía para defender Alsacia y el camino español, para los
Habsburgo. En Julio de 1620, tropas españolas al mando del duque de Feria,
ocuparon el valle alpino de la Valtelina, paso que unía los territorios de los Habsburgo
españoles y austríacos, e igualmente importantes para las tropas españolas en su trayecto
desde Milán a los Países Bajos.

En Septiembre, Ambrosio Spínola, avanzó rápidamente por el oeste de Alemania,


atravesó el Rhin y ocupó el Bajo Palatinado. El objetivo principal de esta operación
era salvaguardar la comunicación de los Países Bajos con las posiciones aliadas en
Alemania y las españolas en el norte de Italia, asegurando el control del paso del
Rhin.

3
Esta batalla tuvo lugar el 8 de Noviembre de 1620. Se la conoce como batalla de
Wiessemberg por los historiadores alemanes, siendo ésta una colina situada en las cercanías de
la ciudad de Praga. La batalla, se ganó por las tropas españolas enviadas en apoyo del
emperador Fernando II, que combatieron en su bando bajo el mando de Jean t`Sércales, futuro
conde de Tilly, derrotando al ejército del protestante Federico V de Bohemia, elector del
Palatinado. La derrota supuso el final de la independencia de Bohemia, el reconocimiento
forzoso de la casa de Habsburgo como soberano imperial, y el fin de las libertades religiosas.

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La presencia española en el Bajo Palatinado, no fue bien vista por los príncipes
alemanes, pero para España, era un territorio de gran importancia estratégica ya que
la tregua con Holanda, expiraba en Abril de 1621 y los españoles estaban decididos a
permanecer allí.

En las primeras fases de la guerra alemana, el Consejo de Estado manifestó que


España tenía demasiados pocos aliados en Europa como para permitir la destrucción
de los Habsburgo, y que tenía un especial interés en apoyar la causa imperial. Por
tanto, entre 1618 y 1640, a pesar de las pavorosas dificultades financieras, España
destinó fondos sustanciales a la guerra en Alemania.

La razón fundamental de la presencia española en Alemania hay que buscarla


en los Países Bajos, porque España deseaba que la frontera política de los Habsburgo
y la frontera religiosa del catolicismo se mantuvieran más allá de los Países Bajos.
Había que renovar la tregua de Amberes, pues con los recursos existentes era
imposible salir victorioso de un enfrentamiento bélico. Esta era la política propugnada
entre otros, por Spínola.
Pero Olivares pasó por alto sus puntos de vista y la reanudación de la guerra
contra Holanda en 1621, constituyó un golpe demoledor para la economía española.
También en las Provincias Unidas había un partido favorable a la guerra, formado por
calvinistas y comerciantes de Ámsterdam.
Durante los años de tregua no habían perdido el tiempo y la ofensiva
holandesa contra posiciones portuguesas en los trópicos continuó con la misma

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fuerza. Si tuvieron menos éxito en el imperio español, se debió a las defensas


españolas.
La reanudación de la guerra en los Países Bajos en 1621 no fue una decisión
tomada de antemano. Los responsables políticos españoles debatieron todas las
opciones posibles, incluso convertirla en una paz permanente, pero no hubo una
reacción holandesa que hiciera concebir esperanza de éxito. Lógicamente, la ofensiva
colonial holandesa pesó decisivamente en la decisión española de reanudar la guerra.

2. LA LUCHA CONTRA HOLANDA

En la guerra contra Holanda siempre se habían mezclado motivos diversos; tanto


cuestiones de soberanía como religiosas y comerciales. Sin embargo, a partir de 1621,
España comenzó a ver la guerra como una lucha por la supervivencia económica. Era
un conflicto que había que equilibrar por medio de embargos, bloqueos fluviales, y
acciones piráticas, y no mediante campañas terrestres y guerras de asedio.

Bajo la dirección de Olivares, España consiguió, en cierta medida, aumentar su


poder naval en el norte y frenar las exportaciones y la navegación holandesas, pero
no pudo llevar a la conclusión lógica sus ideas estratégicas.

El imperio portugués era el más vulnerable. Al expirar la tregua de Amberes se


llevaron inmediatamente a la práctica los planes para la creación de la Compañía
Neerlandesa de las Indias Occidentales4 y en el curso del año 1623 los holandeses
movilizaron una fuerza expedicionaria para lanzar un ataque contra Brasil. Los
servicios de inteligencia, mantuvieron a Portugal perfectamente informado, pero era
difícil defender la extensa línea costera brasilleña, y en Mayo de 1624 los holandeses
capturaron Bahía consiguiendo un importante botín. Ahora que habían puesto el pie
en Brasil, los holandeses eran una amenaza mayor para la América española.

España entró en la guerra de los


Treinta Años y reanudó el conflicto
con los holandeses en condiciones
favorables, al menos en uno de los
sectores de su economía; el sector
atlántico. El quinquenio 1616-1620

4
No debe confundirse con la más importante Compañía Neerlandesa de las Indias
Orientales, que había surgido en 1602, antes de iniciarse la tregua de los doce años. La que nos
ocupa, nacida en 1621, era nominalmente compañía mercantil, con el fin de compartir el
comercio mundial con la anterior. Obtuvo un monopolio comercial en América y África, así
como sobre el espacio atlántico entre los dos continentes. Tenía el derecho de colonizar, y
también el de poseer fuerzas armadas. Por sus actividades colonizadoras, existieron Nueva
Ámsterdam (hoy Nueva York), Surinam y Curaçao. Por sus actividades armadas, originó un
sinnúmero de problemas a Portugal y a España. El resultado comercial no fue tan fructífero
como el alcanzado por la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, y fue disuelta por
falta de rendimientos en 1674, aunque entonces surgió una nueva sociedad que se mantuvo
hasta 1795. Existió una tercera compañía con el mismo nombre, fundada en 1828, que pronto
fracasó.

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constituyó una etapa próspera para el comercio de las Indias, en el cual los envíos de
metales preciosos, aumentaron casi el 16%. La Corona, no obstante, no vio aumentar
su porcentaje, pero se benefició indirectamente del auge del sector privado. En
Diciembre de 1621, la Flota de Tierra Firme naufragó y se produjeron pérdidas
importantes, y en 1622 la Flota de Nueva España, también experimentó pérdidas. En
consecuencia, las operaciones en los Países Bajos, no fueron espectaculares, pero en
Octubre de 1624 las dos Flotas llegaron sin novedad a España, con una de las mayores
remesas de metales preciosos de la historia del comercio de las Indias. Ahora,
Spínola, consiguió un éxito espectacular en Mayo de 1625, al capturar Breda. Una
prueba más de la revitalización española fue la formación y equipamiento de un
escuadrón naval con base en Ostende y Dunkerque para librar una guerra marítima
contra el comercio y la navegación holandeses, aunque finalmente tuvo que ser utili-
zado principalmente en una misión defensiva para proteger los convoyes españoles
que atravesaban el Atlántico y el Canal de la Mancha.

Igualmente vigoroso fue el esfuerzo de guerra español en América. Madrid


reaccionó con prontitud ante la captura de Bahía, recuperada en 16255. El contingente
español completó este éxito persiguiendo al enemigo por el Caribe, y allí también los
holandeses fueron rechazados, especialmente en Puerto Rico.

Los holandeses contraatacaron y durante los años 1626-1627 el escuadrón mandado


por Piet Heyn causó considerables daños a los barcos portugueses en el Atlántico
Sur, pero, por el momento, las flotas cargadas de plata continuaron llegando a España,
a pesar de estar en guerra con dos potencias navales. En 1628, el escuadrón de Piet
Heyn, capturó toda la flota de plata de Nueva España en el puerto cubano de
Matanzas. Este fue el golpe más duro asestado en el orgullo y la hacienda de España
desde el descubrimiento de América 6. Los holandeses se sirvieron del tesoro capturado
para financiar una nueva campaña contra Brasil, dos años más tarde7.

España, ante la dificultad de tener que luchar contra los ingleses y los holandeses
simultáneamente, dirigió su mirada a sus aliados en Alemania. Desde comienzos de
1624, Olivares contemplaba la idea de una liga Habsburgo, en el seno de la cual
España se uniría al emperador y a los príncipes católicos para destruir a sus enemigos
respectivos en Alemania y los Países Bajos. De la misma forma que España no había

5
En primer lugar, hay que constatar el convencimiento que se tenía de que el objetivo de
los holandeses no era tanto hacerse con el azúcar del Brasil, cuanto con la plata del Perú. Ante
esa coincidencia de intereses, se organizó una fuerza expedicionaria conjunta hispano-lusa, que
atacó Bahía sin tardanza, obligando a la guarnición holandesa a rendirse el 1-5-1625, después de
un mes de asedio.

6
El comandante de la flota española, almirante Juan de Benavides, fue acusado de
traición, cobardía y negligencia grave. Fue procesado y, pasados cinco años de proceso,
ejecutado públicamente en Cádiz.

7
La pérdida del tesoro fue importantísima: en plata, un millón de ducados; en
artillería, buques y pertrechos, otros dos millones más; y contando las consignaciones de los
particulares otros seis millones de ducados.

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dudado en apoyar y defender al emperador, era ahora esperable que los alemanes
acudiesen en ayuda de Felipe IV contra Holanda. Pero a pesar de que el emperador y
Maximiliano de Baviera deseaban ardientemente contar con la ayuda española en
Alemania, especialmente desde el momento en que se produjo la intervención danesa
en la guerra de los Treinta Años en 1626, no estaban dispuestos a malgastar sus
recursos en la guerra de España en los Países Bajos.

Un factor concomitante con la proyectada liga de Olivares era el plan de


establecer una base naval y comercial en el Báltico, dominada por los Habsburgo. El
Báltico interesaba a España, como interesaba al resto de la Europa occidental, como
fuente de abastecimiento de cereales, madera y suministros navales y, asimismo,
porque era de hecho un monopolio de los armadores holandeses. En el curso de los
años 1626-1628, Olivares intentó activar la puesta en marcha de una guerra comercial
conjunta de España y el Imperio contra las Provincias Unidas. El plan consistía en
establecer una compañía comercial Habsburgo-hanseática con base en los puertos de
la Frisia oriental. Al tiempo que esa nueva compañía acababa con el control holandés
del comercio del Báltico, una flota Habsburgo-hanseática podría desarbolar la
navegación holandesa. Otra idea fue alentar a Polonia a entrar en guerra con Suecia y
contribuir al poder naval aliado.

La debilidad del plan residía en de que ninguna de las partes que tenían que
llevarlo a efecto estaba preparada para la tarea. Requisito indispensable para una liga
comercial y marítima era la posesión de un puerto en el Báltico por el poder
Habsburgo. Para ello, Olivares dependía del emperador y la negativa de éste acabó
prácticamente con el proyecto. La hostilidad de la Hansa y de Baviera fue el golpe de
gracia. Así terminó la “operación del Báltico” en 1628 – 1629. Aguardando cada uno
de los aliados a que los otros aportasen algo más.

Por otra parte, la guerra de Mantua (1628), no contribuyó en nada al interés


primordial de la política española: el conflicto con los holandeses, sino que fue más
bien una distracción de ese problema. Al coincidir con las dificultades financieras
causadas por la pérdida de la flota de Nueva España en 1628, interrumpió la campaña

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en los Países Bajos. Spínola -que fue llamado a Madrid- esbozó dos cursos de acción
posibles: la renovación decidida de una larga tregua con los holandeses, o el envío de
fondos suficientes para acometer una ofensiva a gran escala.

La respuesta de Olivares fue la decidida reanudación de las hostilidades, sin


mencionar cómo serían financiadas. El objetivo no debía ser una tregua, sino un
tratado de paz definitivo que hiciera de las Provincias Unidas un Estado vasallo de
España8. Spínola se negó a llevar a cabo la política de Olivares, y a ocupar de nuevo
su puesto. En 1629, los españoles perdieron 'S-Hertogenbosch, y al año siguiente los
holandeses volvieron a atacar Brasil, comenzando la conquista de Pernambuco

Al mismo tiempo, los grupos de intereses de Colonia y Bruselas presionaron a


España para que abandonara el bloqueo económico a las Provincias Unidas. Una de
las consecuencias del proyecto de Olivares fue que alarmó a Gustavo Adolfo y reforzó
sus motivos para hacer participar a Suecia en la guerra de los Treinta Años.

3. LAS RELACIONES CON INGLATERRA

Desde 1618, la paz con Inglaterra había sido


uno de los objetivos fundamentales de la política
exterior española, porque se pensaba que de ella
dependía la seguridad de los Países Bajos y la posi-
bilidad de que España tuviera las manos libres para
intervenir en Alemania.

España había neutralizado a Inglaterra


gracias a las negociaciones para un posible ma-
trimonio angloespañol, al amparo de las cuales
Spínola había penetrado en Alemania,
apoderándose del patrimonio del elector del
Palatinado, cuñado de Jacobo I de Inglaterra. En
1624, cuando las negociaciones matrimoniales
habían fracasado, la neutralidad inglesa era todavía
más importante para España. Sólo cuando apareció
una flota inglesa a las puertas de Cádiz en el otoño de 1625, el gobierno español tuvo
que aceptar la idea de una guerra con Inglaterra.

Una vez iniciado el conflicto, Olivares y sus colaboradores forjaron un


proyecto para invadir Inglaterra. Pero mientras los españoles debatían incongruen-
cias, los ingleses las llevaban a la práctica. En Cádiz cometieron todos los errores
concebibles. Permitieron que escapara la flota española procedente de las Indias, el

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Tendrían que aceptar la presencia de un delegado español en todos sus consejos,
promulgar sus leyes en nombre de Felipe IV, y realizar todos los años un acto de deferencia
hacia él.

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ataque contra la ciudad fue mal dirigido y pudo ser repelido por las fuerzas locales y
la operación resultó desastrosa. En 1630 se llegó a la paz sin grandes dificultades.

Más adelante, en el decenio de 1640, Felipe IV practicó una política de estricta


neutralidad con respecto a la guerra civil inglesa. No tardó en reconocer a la nueva
república, y se mostró dispuesto a conseguir su alianza, o al menos su neutralidad,
para salvaguardar los intereses españoles. Pero el precio exigido por Cromwell era
demasiado elevado, pues pretendía conseguir una declaración explícita de tolerancia
religiosa, para los ingleses residentes en España, y la participación directa en el
comercio colonial español.

En verdad, tales exigencias, parecían una provocación destinada a que fueran


rechazadas9. Desde
Abril de 1654,
parece ser que
Cromwell, había
decidido entrar en
guerra con España, y
desde Agosto de ese
mismo año,
planeaba un
ataque a las Indias
Occidentales,
ejecutando tal
ataque en
Diciembre, sin
previa declaración de
guerra. La
operación estuvo mal diseñada, y peor ejecutada, no pudiendo superar las defensas
españolas en La Española, y tuvieron que contentarse con la captura de Jamaica. Al
mismo tiempo, otra flota inglesa esperaba la llegada de las Flotas a España, para
atacarlas y, simplemente, apoderarse de su carga.

Por su parte Felipe IV, deseaba tanto la paz con Inglaterra, que incluso estaba
dispuesto a la cesión de Jamaica, si con ello podía lograrla. Pero Cromwell no
deseaba la paz.

4. LAS RELACIONES CON FRANCIA

También con Francia buscó España la paz, pero se preparó para la guerra. Y
también en este caso el problema era defender las comunicaciones con los Países
Bajos, en especial a través del paso de la Valtelina, una ruta que los enemigos de
Francia y España en el norte de Italia intentaban amenazar con idéntico ímpetu.

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Tan claro es que Cromwell buscaba la confrontación con España, que antes de que
ésta pudiese rechazar sus primeras peticiones, incluyó otras más, como fueron las cesiOnes de
Calais, y de Dunkerque.

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En enero de 1625, los franceses ocuparon el paso y establecieron una alianza con
Venecia y Saboya contra Génova, aliada tradicional de España. Simultáneamente,
fuerzas navales francesas bloquearon Génova y amenazaron con cortar las líneas de
abastecimiento, de vital importancia, entre Barcelona, Milán y los Países Bajos. Francia
y España se enfrentaron sin declaración formal de guerra.

En España, las propiedades francesas fueron confiscadas, mientras que Francia


prohibía el comercio con España. El gobierno español intrigó con los hugonotes. Los
franceses ayudaron a los protestantes suizos. Un escuadrón mandado por el marqués
de Santa Cruz levantó el bloqueo de Génova, y las tropas del duque de Feria
obligaron a los franceses a retirarse al otro lado de los Alpes.

Estos éxitos dieron ventaja a España y le permitieron salir sin merma del conflicto.
Por el Tratado de Monzón (Marzo de 1626) se restableció la paz en Italia y el statu
quo en la Valtelina. España pudo seguir utilizando el paso para sus operaciones
militares.

Tras el fracaso de la
“Operación del Báltico”, (1628 –
1629), Olivares dirigió sus ojos al
norte de Italia, donde en
Diciembre de 1627 había muerto
el duque de Mantua,
planteándose un problema
sucesorio. El pretendiente al
ducado con mejores derechos era
el duque de Nevers. Pero
Olivares temía que si recibía el
título un protegido del reino de
Francia, haría peligrar los
intereses de España en el norte de
Italia y amenazaría sus
comunicaciones estratégicas. Así
pues, en Marzo de 1628 ordenó al
gobernador de Milán, Gonzalo
Fernández de Córdoba, que
ocupara el Monferrato, una
posición clave en los estados de
Mantua, situado en la frontera
occidental de Milán10. Pero lo que
Olivares había pensado como una
operación rápida y decisiva, de-

10
Una vez más se muestra la interdependencia entre los resultados económicos y los
militares. En 1627, las Flotas de Indias, regresaron con un volumen importante de metales
preciosos. La guerra se había interrumpido en todos los frentes; Inglaterra, Países Bajos y
Alemania. Es el momento que eligió Olivares para pasar a la ofensiva en Mantua. Pero los
elevados costes de la guerra, coincidieron con la pérdida de la Flota en Matanzas, y la
aportación anómala por lo escasa de la Flota de Tierra Firme.

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generó en una guerra costosa y sangrienta. Un ejército francés atravesó los Alpes y
muy pronto España se encontró luchando para salvar Milán.

A la muerte de Spínola en 1630, los españoles aceptaron con alivio un armisticio,


preludio de la paz de Cherasco (Abril, 1631), que puso fin a un conflicto estéril. El
prestigio de España, que no obtuvo beneficio alguno de la guerra de Mantua, se vio
resentido al igual que sus recursos. El frente italiano absorbió todos los ingresos de la
Corona procedentes de las Indias y una buena parte de las consignaciones a
particulares.

5. LA OFENSIVA ESPAÑOLA (1633-39): NÖRDLINGEN

En 1630 se firmó la paz con Inglaterra y en 1631 con Francia. Pero la decidida
incursión de Suecia en Alemania hizo que empeoraran las perspectivas de los
Habsburgo y España no tenía confianza en la paz con Francia.

Entre 1632 y 1635, la política exterior española fue vacilante, pues el gobierno,
temía la posibilidad de un ataque repentino, pero no se decidía tampoco a atacar
primero11. Entretanto, las fortalezas del Rhin cayeron en manos de los protestantes.

Al deteriorarse la situación en todos los frentes, Olivares dirigió una vez más
su mirada hacia Alemania. Aún poseía una baza en Alemania: el Bajo Palatinado,
que era considerado ahora como un elemento fundamental de sus comunicaciones
estratégicas12. Era la única compensación que España había recibido del Imperio por
su ayuda militar y financiera y además, un utilísimo instrumento de negociación
para interesar a los alemanes en los asuntos de los Países Bajos.

Entre 1630 y 1648, España contó con una importante representación


diplomática en Alemania, formada, entre otros, por el conde de Oñate, y Diego
Saavedra Fajardo13. Su propósito era convencer al emperador y a los príncipes

11
Los Consejos de Guerra y de Estado comenzaron a hacer planes para la formación de
un exército real, encabezado por el propio monarca, con toda la nobleza y séquito. Nunca se
llegó a definir si ese ejército tendría una función defensiva sólo, o también ofensiva, y si lucharía
fuera de las fronteras pirenaicas o en el interior de las mismas. Un plan calificable de
descabellado, salvo si se considera su utilidad para arrancar a la nobleza algún dinero, admitido
como sustitutivo de la prestación directa del servicio militar.

12
Felipe IV, en carta dirigida a su hermano el cardenal-infante de 5 de Noviembre de
1638, reflexionaba acerca del Palatinado diciendo que era “la mejor garantía de nuestra
posesión continuada de los Países Bajos y de Italia”

13
Diplomático y escritor político (1584 – 1648). Desempeñó diversos cargos diplomáticos
ante la Sede Pontificia (1603), varios puntos de Italia ( - 1633), corte Imperial (1633 – 1643),
consejero de Indias (1643) y encargado de los acuerdos de Münster, base del fin de la guerra de
los Treinta Años. Renunció en 1646, para dedicarse exclusivamente al ejercicio de la pluma,

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católicos de que la supervivencia del poder Habsburgo en los Países Bajos era tan
importante para Alemania como para España. Con el fin de reforzar argumentos, se
enviaron subsidios a los electores católicos, de quienes se esperaba que
contrarrestaran la influencia del duque de Baviera14.

España tendría que convencer a los alemanes con su ejemplo, aportando un


poderoso contingente militar a una fuerza conjunta de las dos ramas de los
Habsburgo, que serviría al mismo tiempo para defender los intereses imperiales en
Alemania y los intereses españoles en los Países Bajos.

Dos acontecimientos recientes hacían más apremiante


la necesidad de aplicar una medida de ese tipo. En las
postrimerías de 1631 los ejércitos de Gustavo Adolfo y sus
aliados alemanes ocuparon el Bajo Palatinado y unos meses
después Richelieu consiguió una serie de posiciones
estratégicas en Lorena. Una vez más las comunicaciones
entre Italia y los Países Bajos estaban amenazadas.

Atacada por Suecia y amenazada por Francia, la causa de


los Habsburgo exigía una colaboración renovada entre Viena
y Madrid. En Febrero de 1632 firmaron un tratado de ayuda
mutua y Olivares gestionó personalmente su aplicación. En el
curso de los años 1633 y 1634 se organizó un poderoso ejército bajo el mando del
cardenal-infante Fernando, hermano menor de Felipe IV. El cardenal-infante avanzó
hacia el norte atravesando los Alpes desde Milán, y después de que se le unieran las
fuerzas imperiales del general Gallas, infligió una derrota aplastante a los suecos
mandados por Bernardo de Sajonia-Weimar, en Nördlingen en Septiembre de 1634.

aunque su obra literaria más importante se había publicado en 1640. Se trata de «Idea de un
príncipe político cristiano en cien empresas» encuadrada dentro del género de “regimiento de
príncipes”

14
La misión de Saavedra Fajardo consistía en vigilarle, limitar su influencia, hasta
conseguir que apoyara la causa de los Habsburgo sobre todo, en los Países Bajos. A partir de ese
momento, su labor sería la contraria; es decir: procurar aumentar su influencia, para afianzar la
posición española

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Esta campaña interrumpió los éxitos suecos, dejó todo el sur de Alemania en
manos de los Habsburgo y sirvió para que el emperador y sus aliados recuperaran su
confianza. Sin embargo, no aproximó un ápice los ejércitos imperiales a los Países
Bajos. Finalmente, en Octubre de 1634 el conde de Oñate consiguió que el emperador
estampara su firma en un tratado ofensivo y defensivo contra los holandeses. Pero
más difícil era conseguir su participación activa en la guerra. Cuando Francia
intervino en 1635, abriendo un nuevo frente en los Países Bajos, las peticiones
españolas de ayuda al Imperio y a los alemanes se hicieron más insistentes. Pero
aparte de un contingente imperial simbólico y temporal, España no recibió ayuda
alemana en los Países Bajos.

La victoria de Nördlingen no logró la coalición de los Habsburgo. Sólo sirvió para


empeorar las perspectivas españolas, porque reforzó la aversión francesa al poder de
los Habsburgo y su determinación de intervenir en el conflicto, que se hizo realidad
en Mayo de 1635. Esta medida no sólo abrió nuevos frentes de guerra para España,
sino que puso en peligro todas las líneas de comunicaciones con el norte y centro de
Europa. Además, Francia entraba en guerra relativamente fresca.

Por otro lado, la economía española estaba en una situación de depresión y su


último recurso, el comercio de las Indias, experimentaba una contracción progresiva.

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6. LAS DUNAS Y ROCROI

La política de Richelieu, en el problema general de Alemania choca con la


de Olivares. Pese a sus convicciones religiosas, tanto auxilió a Dinamarca, como
incitó a Gustavo Adolfo II de Suecia a intervenir. Pero siempre tropezó con España.
El éxito del Cardenal-infante en Nördlingen (1634) y la subsiguiente paz de Praga
(1635) amenazaban con derrumbar sus sueños y proyectos.
Entonces Richelieu cambió de estrategia constituyendo una alianza, en que
participaron los enemigos del emperador alemán y del rey Felipe IV. En 1635
firmó un pacto con Holanda y más tarde con el canciller Oxenstierna15, con poderes
para intervenir por Suecia, en nombre de la reina Cristina; (tratado de Compiègne
de 28 de Abril de 1635).

15
Axel Gustavsson Oxenstierna (1583-1654), fue nombrado Canciller de Suecia en 1612
por el rey Gustavo Adolfo II, y como tal negoció los acuerdos de paz con Dinamarca (1613),
Rusia (1617) y Polonia (1623). Gobernador general de Prusia en 1626. Tras la muerte del rey, se
convirtió en el político más importante de la historia de Suecia. Legado plenipotenciario en
Alemania, con poderes absolutos en 1633. Regente durante la minoría de edad de la reina
Cristina, su poder fue casi absoluto. A esa época corresponde el tratado de Compiègne. Pero,
sin embargo, terminada la regencia, sus disputas con la reina le llevaron a perder su
privilegiada posición

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Tras esto, aceptó en la alianza a una serie de líderes protestantes, entre ellos,
y con su ejército, a Bernardo de Sajonia-Weimar, que será un instrumento poderoso
en Alemania. Así, toda Europa es arrastrada en un torbellino:
• Suecia contra Alemania y Dinamarca para asegurarse el dominio del
Báltico;
• Holanda contra España para lograr el reconocimiento de su independencia;
• el voivoda de Transilvania para oponerse contra el dominio de los
Habsburgo en Hungría;
• Francia para vencer a España y al Imperio.
• Todo ello constituye la resolución de las diferencias políticas entre Francia,
España y el Imperio alemán.
Declarada la guerra oficialmente el 19 de Mayo de 1635, los primeros éxitos
consiguen desquiciar las rutas de enlace de España con los imperiales. En un principio,
sin embargo, las operaciones fueron muy negativas para las armas de Luis XIII. Pero
en 1638, en un insólito atrevimiento, cruzaron la frontera peninsular, y pusieron cerco
a Fuenterrabía, y aunque el episodio fue muy desfavorable para Francia, representó
una seria advertencia.

En 1637, España renunció al paso de la Valtelina y entregó el valle al dominio de


los grisones (Tratado de Milán); en el mismo año Breda fue recuperada por Holanda
y en 1638 Bernardo de Sajonia-Weimar hizo capitular la plaza de Breisach, llave de
la ruta del Rhin, mientras las tropas francesas se asentaban en Alsacia.

Lamentablemente, el hundimiento del comercio americano desde 1638, impidió a


las fuerzas españolas en los Países Bajos, seguir contando con los tesoros de las Indias,
y los recursos que ello implicaba.En 1639, el almirante holandés Tromp derrotó en el
Canal de la Mancha a una flota española en la segunda batalla de las Dunas16, y Arrás
caía en poder francés. Así, desde el Mar del Norte al Milanesado, la barrera hispánica
se desmoronaba. Pero más grave para España fueron los movimientos disgregadores
internos, sobre todo en Cataluña y Portugal (crisis de 1640 - 1641) que Richelieu supo
explotar a fondo. Mazarino, sucesor de Richelieu como primer ministro francés,
recogió los frutos de la política anterior.

16
No confundir con la de 1600 ni la de 1658

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El 19 de Mayo de 1643 tuvo lugar la batalla más trascendente para España. Luis II
de Borbón, duque de Enghien (luego príncipe de Condé), aniquiló a los tercios
españoles en Rocroi17. Allí desapareció la fama de la infantería española, juzgada por
invencible desde principios del S. XVI, y, asimismo, se extinguía el espíritu de
ofensiva de España en Europa. Rocroi se ha ganado una reputación legendaria como
la mayor derrota sufrida por la incomparable infantería española y con frecuencia se
considera que marca el final del poderío militar español.

Pero una batalla, no podía suponer el fin de una guerra. No obstante sí es cierto
que, tras Rocroi, el poder militar español quedó ensombrecido definitivamente,
aunque España aún habrá de seguir luchando durante mucho tiempo. Su esfuerzo
militar en los Países Bajos no cedió y aunque sufrió nuevos reveses, entre ellos la
pérdida de Dunkerque, consiguió mantener su posición en las provincias del sur. En
ultramar, los holandeses seguían siendo incapaces de vulnerar las defensas coloniales
españolas y su expedición a Chile en 1642 se saldó con un clamoroso fracaso.

BIBLIOGRAFÍA DEL TEMA


17
Desde el inicio de la primavera de 1643, Francisco de Melo, al frente del ejército
español en Flandes, inició una campaña en el norte de Francia, atacando varias plazas y,
partiendo de Lille, se dirigió a la fortaleza de Rocroi, a la que puso sitio el 12 de Mayo.
Inmediatamente el duque de Enghien, movilizó su ejército para socorrer Rocroi, alcanzando la
posición el día 16, y cruzó el desfiladero (no defendido por el ejército español), el día 18. El 19
tuvo lugar la batalla, muy bien conducida por el duque de Enghien, que supo aprovechar
mejor su caballería que la española, arrollando la formación mixta, compuesta por italianos,
valores, borgoñones y españoles. Sólo éstos permanecieron firmes soportando el ataque de
todos los efectivos franceses durante todo el día y la noche, hasta el punto de que el tercio de
Zamora, último en rendirse lo hizo en la mañana del día siguiente. Aunque la victoria francesa
fue total, se vió obscurecida por la llegada de los refuerzos hispano – imperiales a las órdenes
del barón Beck, que permitió la reorganización de un mermado ejército, ya de escaso valor
táctico.

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TITULO AUTOR EDITORIAL ISBN


De Pavía a Rocroi Albi de la Cuesta, Julio Balkan 84-930790-0-6
La derrota de España Alcalá-Zamora, José Conferencia No publicada
Historia Universal. Edad Domínguez Ortiz, Antonio Vicens Vives 84-316-2167-2
Moderna
Diccionario de Batallas Laffin, John Salvat 84-345-6651-6
Los Austrias (1516 – 1700) Lynch, John Crítica 84-8432-080-4
La Edad Moderna. Siglos XVI- Tenenti, Alberto Crítica 84-8432-136-3
XVII
Atlas histórico mundial (tomo Varios Autores Istmo 84-7090-005-6
I) Kinder, Hermann (del tomo I)
Hilgemann, Werner
Diccionario de términos de Varios Autores Ariel 84-344-2825-3
Historia de España. Edad Rodríguez García, Justina
Moderna Castilla Soto, Josefina
La Guerra de los Treinta Años Varios Autores Historia 16 84-85229-76-2
Domínguez Ortiz, Antonio
Parker, Geoffrey
Alcalá-Zamora, José
Molas Ribalta, Pere
Manual de Historia Universal Varios Autores Historia 16 84-7679-284-0
Tomo 5. siglos XVI-XVII Martínez Shaw, Carlos (del tomo 5)
(coordinador)

A esta bibliografía hay que añadir la consulta a temas puntuales en la ENCICLOPEDIA


INFORMÁTICA ENCARTA, y diversas páginas web

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