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DOLTÓ.

LA CAUSA DE LOS ADOLESCENTES


CAP. 1 EL CONCEPTO DE ADOLESCENCIA: PUNTOS DE REFERENCIA Y PUNTOS DE RUPTURA
La adolescencia es una fase de mutación (muerte de la infancia), capital para el adolescente como es el
nacimiento para el niño. El estado de adolescencia se prolonga según las proyecciones que los jóvenes
reciben de los adultos y según lo que la sociedad les impone como limites de exploración. Los adultos están
ahí para ayudar a un joven a entrar en las responsabilidades y a no ser lo que se llama un adolescente
retrasado. La sociedad tiene interés en que el adolescente no pierda el tiempo en una vida de beneficiado.
Los padres para el adolescente dejan de ser a sus ojos los valores de referencia, no prestan atención a sus
palabras como lo hacen a la de sus pares. También es vulnerable a las observaciones despectivas
procedentes de otros adultos que tienen el papel de mandar a los jóvenes. El papel de las personas ajenas
a la familia y que tienen relación con un adolescente, por causa de la escuela o por causa de la vida social,
es muy importante.
La inopia (la debilidad de la adolescencia) quiere decir que si reciben golpes mientras son vulnerables,
aunque las heridas cicatricen no se borrarán. Las personas secundarias juegan un papel muy importante en
la educación de los jóvenes durante este período, aunque esas personas no estén encargadas de dar esa
educación todo lo que hacen puede favorecer su expansión y la confianza en sí, al igual que el valor para
superar sus impotencias, o al contrario, pueden estimular el desaliento y la depresión.
En este momento de extrema fragilidad, los adolescentes, se defienden contra los demás mediante la
depresión o mediante un estado de negativismo que agrava aún más esa fragilidad.
La sexualidad podría ser un recurso para ellos. Pero Dolto plantea que no hay sexualidad porque la
sexualidad es a través de la imaginación y de la masturbación.
Cuando los jóvenes se sienten incómodos en la realidad de los adultos por falta de confianza en sí mismos,
su vida imaginaria los sostiene a través de la masturbación que es remedio de su depresión, pero se
convierte en una trampa, porque se libera tensión pero se tendrá menos energía psíquica para buscar en el
mundo ese objeto que produzca satisfacción. Desgraciadamente, como se satisface de manera imaginaria,
carece de la fuerza para ir a buscar en otro ser humano (real), el apoyo para salir de esta trampa en la que lo
han encerrado adultos indiferentes o agresivos.
La sexualidad como recurso no es solo por la descarga. Hay también una exploración del propio cuerpo, de
estas nuevas pulsiones genitales, habilitadas por el cuerpo. La masturbación es acompañada por la fantasía,
se anticipa a un encuentro con el otro, hay una anticipación de la acción.
En la adolescencia, cuando un joven comienza a tener ideas propias y a mezclarse en las conversaciones de
lo adultos es cuando se le debe dar la palabra y no desalentarlo, ya que sino esto lo desvalorizaría y
quedaría marcado por un a depresión y cree que no tiene derecho a pensarlo.
La época difícil es la preparación de la primera experiencia amorosa. El joven lo desea y le teme al mismo
tiempo porque implica un riesgo. El riesgo del primer amor es experimentado como la muerte de la
infancia. La muerte de una época y este final es el verdadero peligro, el punto de paso obligado y es un acto
irreversible.
En nuestra sociedad no tenemos los ritos de iniciación que antiguamente marcaban esta época de ruptura,
entonces, los jóvenes de hoy, reducidos a sí mismos, no son conducidos juntos y solidariamente de una
orilla a la otra, y se ven obligados a conseguir este derecho de paso por sí mismos.
El hecho trascendental que marca la ruptura con el estado de infancia es la posibilidad de disociar la vida
imaginaria de la realidad, el sueño de las relaciones reales.
Cuando un joven comienza a tener ideas propias los adultos lo desalientan “No estas en edad de pensar”,
en lugar de darle la palabra “¿Esto te interesa, cuál es tu opinión?”. El padre quiere seguir teniendo la
supremacía, no saben ser padres de adolescentes. Principalmente frente a su mujer y su hija, pero cuando
están a solas los entienden mejor. El adolescente interrumpido o subestimado en la casa, no se atreve a
expresarse en otros lugares donde el hacerlo le conferiría valor, ya que fue desvalorizado en la casa.
Es a los educadores a los que les corresponde darle la voz al niño, pidiéndole su opinión. Y no solo a
aquellos más dados, sino también a aquellos más callados. Estos últimos reconocerán que a pesar de no
estar entre los activos, el profesor los tiene en cuenta. El profesor puede salvar a un muchacho abrumado
por sus padres. El adolescente también reacciona a todo lo positivo que se hace por él, solo que no lo
manifiestan en el mismo momento. Por eso los adultos deben persevera, porque aunque el joven parezca
“tomarles el pelo” cuando son varios, cuando está solo, esta persona es para ellos muy importante.
A los 11 años se manifiestan los primeros indicios de una sexualidad que se anuncia con un fuerte
componente imaginario antes de que el cuerpo entre en juego. Pero antes de que el cuerpo siga, los
jóvenes se preparan a este acontecimiento fisiológico con una especie de fiebre psíquica de amor
imaginario por modelos como ídolos de masa. El “relevo” se produce en que héroes e ídolos constituyen sus
compañeros en el juego de papeles donde lo imaginario desplaza a la realidad.
¿En el umbral de la adolescencia comienza una segunda vida imaginaria?
La primer vida imaginaria se inicia a los 3 o 4 años y pone en la mira al entorno familiar íntimo. La visión
que el niño tiene del exterior queda absolutamente obstruida por su interés por la familia y por el modo en
que la familia reacciona ante la sociedad, por los eslóganes del padre. Los niños tienen las mismas
opiniones que sus padres, tienen dificultades para pensar por sí mismos, dificultades que mantendrán hasta
los 11 años.
En su segunda vida imaginaria los temas de interés que encuentra fuera del campo familiar y que deberían
prepararle para la vida real siguen teniendo a los padres como referencia. El niño de 11 años tiene
dificultades para distinguir el sonido de la realidad de lo imaginario, pero si todo ha ido bien, en su segundo
mundo imaginario no necesitará tomar sus modelos intramuros de la familia, sus modelos serán exteriores,
la familia funcionará como un valor-refugio, pero no siente que desempeñe en ella un papel y pone su
empeño en triunfar socialmente, toda su energía se dirige hacia el grupo de compañeros de la escuela, etc.,
y hacia la vida imaginaria que le pueden brindar la TV, las lecturas o sus invenciones en los juegos. Esto
ocurre antes de la pubertad. Cuando llega la adolescencia es atraído por bandas de jóvenes un tanto
mayores que él y pretende integrarse. Y entrará en su adolescencia saliendo de la familia y mezclándose con
grupos constituidos que, para él, tendrán momentáneamente un papel de sostén extrafamiliar.
No se puede abandonar los modelos del medio familiar si no se dispone de modelos de relevo. No son
sustitutos, sino relevos para su toma de autonomía de adolescente confirmada.
Un individuo joven sale de la adolescencia cuando la angustia de sus padres no le produce ningún efecto
inhibidor. Los jóvenes han alcanzado el estado adulto cuando son capaces de liberarse de la influencia
paterna tras alcanzar este nivel de juicio: “mis padres son como son, no los cambiaría ni trataría de
cambiarlos. No me toman como soy, peor para ellos, los abandono” y no tienen sentido de culpa por
abandonarlos.
¿Puede vivirse el final de la adolescencia antes de los 16? No porque la sociedad no lo permite (no podemos
trabajar fuera de casa y ganarnos la vida a los 14 años). Hoy en día el paso a la edad adulta implica la
independencia económica, potencialidad creadora y aprendizaje que permitan adaptarse e insertarse en un
grupo social. Dejar de recibir dinero de los padres no resuelve el problema si seguimos recibiendo dinero de
otro adulto, incluso es peor porque todo lo que nuestros padres nos dieron lo devolveremos a nuestros
hijos, en cambio el sentimiento de dependencia hacia ese tercero no familiar genera culpa.
Un joven tiene la necesidad de amar a las personas de su edad y formarse a través de los de su generación,
y no seguir dependiendo de alguien de una generación anterior, que en un momento dado fue un modelo
pero si la influencia se prolonga se convierte en un modelo desestructurador: parece que ayuda al joven a
realizarse pero en verdad lo aplasta.

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